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INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE LA

ANTIGÜEDAD
I. Grecia
a. El pensamiento económico en Grecia.

Del clan a la ciudad-estado.


La actividad económica en Grecia tiene sus antecedentes en el contexto de una
organización tribal de intercambio natural entre los clanes a través de productos para la
subsistencia; misma que si bien va a formar parte de las relaciones de intercambio en el
desarrollo social posterior, adquiere sin embargo, mayor complejidad en el período
denominado “clásico”, con la consolidación de las Ciudad-Estado. Período durante el cual
los griegos elaboran conceptos que les permiten entender los diferentes componentes de la
relación económica tales como la administración doméstica, la administración del Estado, el
trabajo como factor de producción y la responsabilidad jerárquica de quienes debían
realizarlo, el intercambio comercial, el justo precio, el valor de uso, el valor de cambio y el
empleo de la moneda entre otros, enraizados en un mundo rural cuya base es la producción
agrícola y la importancia de la polis como fundamento de la vida política y de las relaciones
sociales.
La composición social de la Grecia clásica estaba conformada por agrupaciones urbanas
de pequeños propietarios de tierras; las cuales, después de desplazar a la nobleza hereditaria,
así como resquebrajar su dominio, experimentaron durante el siglo VI a. J. fuertes
transformaciones encaminadas hacia una sociedad democrática. Es la época de los tiranos,
del surgimiento de una nueva constitución elaborada por Clístenes que instituyó la elección
por sorteo para el ampliado consejo de los 500.
La vida de la comunidad agrícola autosuficiente, defendida por Platón, fue cediendo su
lugar a la actividad comercial que iba en aumento. La misma agricultura paulatinamente iba
subordinándose a las crecientes necesidades comerciales. Diferentes hábitos económicos
emergían; para reforzar éstos, las reformas de Solón contribuyeron a impulsar nuevas
instituciones políticas. El nuevo régimen demeritó el privilegio de la nobleza,
engrandeciendo al ciudadano, al hombre libre susceptible ahora de poseer pequeñas y
medianas propiedades y responsable de dar cumplimiento a los grandes principios del Estado.

Del Estado
El Estado representado por la polis se ocupaba del buen gobierno para los ciudadanos, en
los asuntos de la guerra y la política. Su papel en la economía, si bien fue marginal, tuvo
funciones específicas orientadas a normar su desarrollo.
Al Estado desde el plano económico le va a corresponder vigilar tanto el cumplimento de
las leyes, como registrar la cantidad de bienes de los ciudadanos. Teniendo como principio
la conveniencia de la vida comunitaria, la ley, decía Platón, va a dictar el acrecentamiento o
disminución de los bienes de los ciudadanos, con el fin de que prevalezca la igualdad.
Procurando cubrir las necesidades de acuerdo a un orden jerárquico, primero se ubican los
deseos y necesidades naturales, y después los deseos superfluos relacionados con los
manjares y los lujos.
El Estado, para florecer, señalaba Platón, debe encontrar el justo medio entre riqueza y
pobreza, aún cuando la primera no es bien vista por este pensador en tanto se opone a la
virtud, pues del deseo ilimitado de riqueza –apunta- nace la injusticia y la guerra.
Aristóteles por su parte, concibe la organización social fuera de los lazos de la vida
comunitaria, la que sólo es válida para la vida familiar y no para la vida social en general.
Aristóteles va a considerar la búsqueda de la igualdad en la comunidad como contraria al
desarrollo del Estado, siendo las diferencias las que lo favorecen mediante el impulso de la
propiedad privada. Cada quien –dice- pone mayor interés en lo propio que en lo comunitario;
y por lo tanto el propietario lo cuida más favoreciendo de esta manera el desarrollo general.

Del concepto de economía


La oikonomía hace sobre todo referencia a la administración de la casa, era un arte y como
tal ligada a la tekné, al hacer, contrario a la areté orientada a lograr los más altos principios
humanos. Jenofonte la relacionaba con la buena administración del hogar; tekné que Hesíodo
incorporó al trabajo y posteriormente a la labor de la tierra y los oficios.
El homo-economicus de Platón es el ciudadano que debe aprender a saborear otros
placeres como la victoria en la guerra y aun las ganancias.
La economía –afirmaba Platón- debe servir para el cuidado del cuerpo y del alma, como
vehículo o medio para alcanzar la areté.
Aristóteles por su parte, va a dar a la economía el significado de administración financiera,
donde el Estado se organiza a partir de las distintas economías particulares. La economía es
en él la manera natural de adquirir riqueza, misma que sirve para obtener y administrar
básicamente los bienes de consumo ligados a las necesidades naturales del hombre. Su
concepto, en consecuencia, no rebasa el plano de las relaciones entre particulares en el
intercambio de bienes necesarios para la subsistencia. Se trata del trueque directo de
productos excedentes derivados de la producción agrícola.
Sin embargo, para Aristóteles el verdadero alcance de la economía se encuentra en la
relación que guarda con la crematística, a la que se considera una actividad dirigida a obtener
ganancias, más allá de lo necesario y mediante el empleo de la moneda.
La crematística permite al ciudadano producir riqueza material, fuera del reducido
intercambio que se da dentro de la economía doméstica cuya función es la de administrar de
manera adecuada el hogar. La fuente de la crematística es por supuesto el comercio, su
orientación se enlaza con la búsqueda de los placeres superfluos mediante el aumento
ilimitado de riqueza.
Aún cuando Aristóteles admite que la crematística es producto de la explotación recíproca
e incluso despreciable, su distinción respecto de la economía le va a permitir desarrollar un
sistema de la organización y relaciones económicas de su tiempo, dentro del cual va a
plantear definiciones respecto a los bienes, de su distribución, del canje de productos, de la
moneda y del valor de uso y de cambio.
En consecuencia, Aristóteles la circunscribe a la economía a la producción para el
intercambio simple y rudimentario, a los canjes limitados en especie para uso doméstico. Su
finalidad, es la de proveer los bienes para la subsistencia y se basa en el empleo de esclavos.
La crematística la va a relacionar con la actividad comercial, con el canje en moneda, el
préstamo con interés y la usura. En ella se genera la explotación recíproca entre los diversos
contratantes que realizan un canje o intercambio “comercial”, siendo su finalidad procurar
riquezas para vivir con holgura. Los obreros tienen aquí una función específica ligada a la
producción, que sustituye a la del esclavo, aún cuando éstos tienen una función determinada
dentro de este escenario.
Si bien el préstamo con interés no es una práctica común en Grecia, tanto Platón como
Aristóteles van a realizar algún aporte sobre la misma. Ambos observan el crédito con
desconfianza en tanto se le relaciona con la usura. El primero va más allá, argumentando que
quien recibe dinero bajo estas condiciones no está obligado a pagarlo. El préstamo con interés
sólo se justifica en los casos en que un trabajador o artesano no sean retribuidos en un tiempo
prudente por el salario de su trabajo.

Del modo de producción esclavista


A lo largo de la civilización Griega el modo de producción se levanta sobre la existencia de
los esclavos, quienes realizaban el trabajo doméstico, el del campo y el artesanal, aún cuando
Grecia contaba con artesanos y trabajadores urbanos. Los esclavos, no obstante, cumplían
una importante función social centrada ciertamente en la procuración del bienestar del amo,
quien por su parte, se veía con ello libre de trabajos “mundanos” para desarrollar su areté,
es decir, el honor, el cuidado de su cuerpo, la sabiduría y el buen gobierno.
El esclavo va a ser concebido como un medio para el goce de otros bienes y no un factor de
producción, aún cuando en la perspectiva del análisis económico cumpliera este papel.
El esclavo, en este sentido, es el encargado de trabajar para llevar a la casa los bienes
necesarios para su subsistencia. Por otra parte, es alimentado, vestido y mantenido junto con
su prole por el señor de la casa, es una propiedad animada señalaba Aristóteles. Su condición
de esclavo –continúa Aristóteles- está dada de manera natural, pues desde que nace posee
características propias, por ejemplo la musculatura, el tamaño, el peso, etc., en tanto que los
ciudadanos nacen naturalmente como tales, son delgados, altos e inteligentes.
La responsabilidad del Estado, en consecuencia, pertenece al orden de lo general; la del
ciudadano a cultivar el areté para el cumplimiento de los fines de la polis en una relación
intrincada que hace depender el bienestar de ambos agentes.

Del comercio y la distribución de los bienes


La actividad económica pertenecía al mundo de las relaciones entre particulares, donde los
ciudadanos estaban exentos de casi toda forma de pago de impuestos, procediendo el ingreso
público de las propiedades estatales, de derechos portuarios y liturgias financieras que los
ciudadanos ricos ofrecían a la ciudad cuya prosperidad por ejemplo, en el caso de Atenas, se
debió en gran parte a la concentración de extranjeros quienes dominaron la actividad
comercial al tener prohibida la propiedad de la tierra.
A Atenas, la ciudad cosmopolita de la Grecia clásica, arribaban visitantes de todo el mundo
antiguo, considerados como gente sin arraigo; Platón les llegó a ver con sospecha, tratándoles
en materia comercial en el mismo nivel que los esclavos. En ambos recaía la actividad
comercial, vetada o indigna para los ciudadanos.
El extranjero –decía Platón- no debe poseer propiedades ni permanecer por más de 20 años
en la Ciudad-Estado, exceptuando los casos en que los propios ciudadanos, a través de una
petición, concedieran su permanencia.
Sin embargo, la concepción platónica sobre el comercio, aún cuando admite que pervierte
al hombre moralmente al procurarle bienes innecesarios y contrarios a la virtud, se debe
realizar; siempre y cuando no perturbe las actividades importantes que todo ciudadano debe
cumplir para contribuir con al engrandecimiento de la Polis.
Platón llegó a proponer un mecanismo de distribución para garantizar el abastecimiento de
alimentos, así como para reglamentar el comercio. Los productos obtenidos de la agricultura
y la ganadería debían dividirse en partes iguales, obteniendo tres cantidades proporcionales.
Una para las personas libres, su prole y animales; otra, para los sirvientes de la casa y una
última para los artesanos y extranjeros. Una vez hecha esta repartición, el excedente podía
ponerse en venta, la cual debía ser reglamentada por el Estado.
La venta –señalaba Platón- debe ser realizada los primeros 20 días de cada mes, fuera de
dicho período había que realizarla al menudeo, de lo contrario, la persona que vendiera al
mayoreo se hacía acreedora de un castigo.
El Estado asimismo, debía intervenir para fijar el precio de los productos. Para su vigilancia,
proponía Platón la figura del custodio, persona que además de ser el encargado de impedir la
venta al mayoreo después del tiempo estipulado, tenía la responsabilidad de vigilar la
adecuada aplicación de los precios. Su labor consistía en impedir al comerciante la obtención
de ganancias excesivas o bien la modificación o alabanza desmesurada de los productos, al
considerar que con ello se engañaba al ciudadano.
Aristóteles, por otra parte, va a ligar la distribución con la idea de justicia. Los productos
derivados de la agricultura y la ganadería si bien son comunes y pertenecen a la sociedad en
su conjunto, deben ser distribuidos en proporción a lo que cada uno aporta dentro de la
organización social. La repartición está relacionada con la contribución que el individuo
realiza y no con partes equitativas como lo planteara Platón.
Comercio exterior. El comercio exterior era una actividad recurrente aunque mínima en
Grecia, por lo tanto no era competencia del Estado, su intervención debía limitarse en todo
caso, -señalaba Platón- a la distribución de productos que no se producían al interior de una
Ciudad-Estado. En este sentido el “agente” es una figura que Platón propone para transportar
del exterior las mercancías faltantes. El intercambio se daba con el uso de la moneda acuñada
en las minas de plata que el Ática poseía y que además de hacer posible la construcción de la
flota ateniense, permitió la circulación de la moneda como instrumento para el intercambio
interlocal, moneda que fue ampliamente aceptada en las diferentes Ciudad-Estado.

De la producción, trabajo y salario


La manufactura griega era escasa y rudimentaria, produciendo principalmente textiles,
muebles y cerámica con técnicas sencillas y demanda limitada.
Platón hace referencia a la producción manufacturera ligada a los artesanos libres y a
quienes ofrecían algún servicio a los ciudadanos o al Estado, en este caso para trabajos de
construcción principalmente. Su disertación llega únicamente a considerar la importancia de
hacer un pago justo a dichos trabajadores, donde el salario está determinado por el trabajador
mismo. Vigilar que se pagara lo justo era responsabilidad de tribunales ordinarios,
encargados de legislar asimismo, sobre el cobro de los impuestos y todos aquellos trámites
relacionados con las ordenanzas mercantiles.
Aristóteles va a hacer una clara distinción entre esclavo y obrero, aspecto que se relaciona
con la diferenciación que desarrolla entre economía y crematística antes señalada,
introduciendo sin embargo, la definición de bienes.
Los bienes –decía Aristóteles- son todas las cosas cuyo valor está medido por la moneda.
Los bienes pueden ser de uso directo para el consumo, o indirecto como los empleados para
la producción futura, es decir instrumentos de trabajo y moneda para su reproducción.
De esta manera Aristóteles observa que los objetos tienen un doble valor. El de uso que
sirve para satisfacer necesidades de cada individuo pero que a su vez, puede ser cambiado
por otro objeto equivalente; y el de cambio, representado por una masa de bienes útiles para
ser intercambiados en justa medida, con lo cual, se obtiene una masa de bienes de igual valor
que la anterior.
El canje justo –para Aristóteles- supone recibir a cambio de un producto algo equivalente
a su valor. Si se trata de monedas, éstas deben servir para adquirir mercancías equivalentes
al valor del producto que alguna de las partes vendió. Hasta aquí el asunto es simple, se recibe
y se da el equivalente en especie o moneda.
Sin embargo, determinar el valor del objeto fuera de su utilidad práctica, presenta ciertas
dificultades, pues el valor de dichos objetos puede depender de la manera como se percibe
su necesidad. Esto es, a alguien le puede parecer que un objeto de su propiedad es valioso
por lo que representa para él, por el hecho de que le costó trabajo conseguirlo, o bien por que
su producción requirió excesiva elaboración. Entonces ¿cómo logra Aristóteles determinar
el valor de los objetos?
Lo hace, al igual que Platón, introduciendo la moneda en tanto es un instrumento de fácil
manejo para los usos de la vida. Tiene la ventaja –decía- de facilitar el canje presente,
primero para medir y luego para igualar valores distintos, constituyéndose así en un patrón
común para canjes futuros. Esta posee un valor intrínseco por la cantidad de metal que
posee, mismo que puede variar bajando la cantidad de metal en su acuñación para propiciar
la circulación. No obstante, Aristóteles no logró resolver el problema del valor de cambio
de las mercancías, mismo que será tema de siglos posteriores.

II. ROMA

a. Desarrollo económico en Roma


Antecedentes
Con la caída de Grecia, el centro del mundo antiguo poco a poco se va desplazando a
Italia, donde inicialmente se conservan los modos de producción griegos: los cuales, sin
embargo, con la conformación de la república y la expansión posterior del imperio romano
fueron adquiriendo una forma propia derivada de leyes que regulan la vida civil y económica,
acompañados de una organización social y política sólidas que experimentaron en sus fases
sucesivas modos y relaciones de producción distintas.

Guerras locales, república y constitución


Roma se inicia como su antecesora griega, entre guerras locales con ciudades vecinas que
fueron siendo apropiadas por la incipiente república. Las guerras internas, no obstante, no
obstaculizaron un desarrollo constitucional favorable a que la nobleza hereditaria mantuviera
su poder intacto, logrando incluso durante un largo proceso, incorporar a familias patricias y
plebeyas permitiendo a Roma mantener su forma de gobierno hasta la caída del Imperio.
El pensamiento económico en Roma, al no constituir un cuerpo teórico unificado, se refleja
en las obras de los jurisconsultos quienes, en diversos tratados, abordaron los preceptos
económicos apoyados en el derecho público y privado de su tiempo.
Hombres como Cicerón, por ejemplo, escribieron obras relacionadas con preceptos
histórico-filosóficos orientados a dictar normas morales para la vida práctica. Cicerón
afirmaba que los aspectos económicos estaban relacionados con el cuidado de las cosas
domésticas, siempre que no fueran contrarios a las costumbres, las leyes y las instituciones.
La riqueza –decía- está constituida por el conjunto de la riqueza de los ciudadanos. Si bien
no va a ignorar que la utilidad atrae naturalmente al hombre, la va a relacionar con el amor,
el dinero y lo honesto. Las riquezas –afirmaba- son deseadas para la necesidad de la vida y
el goce de los placeres; pero a quien posee ánimo muy elevado, este deseo lo lleva a tener
poderío en el Estado y medios para proporcionar favores. No es la voz vulgar la que debe
definir a un hombre como rico, sino sus pensamientos, concluye Cicerón.

El poderío civil y militar romano


El sistema político romano se levantó sobre la base de su poderío civil y militar, al que se
fue incorporando las ciudades que bajo las conquistas iban quedando bajo su jurisdicción.
Esto permitió a Roma tener un amplio margen de maniobra dentro de las mismas ciudades
subyugadas, las cuales se veían asimismo obligadas a proporcionar soldados para la defensa
de la república y posteriormente del gran imperio.
Parte del pensamiento griego fue asimilado por Roma, al igual que las raíces culturales,
religiosas e incluso políticas de otras partes del mundo antiguo que fueron siendo
conquistadas, como son Mesopotamia, Egipto, las Galias o Germania. Aspectos que si bien
contribuyeron con su evolución económica al permitir a Roma la acumulación de riquezas
traídas de los países conquistados, no favorecieron el desarrollo de un sistema de producción
propio ni el despliegue del pensamiento y formas culturales auténticas.
Sin embargo, Roma no se convenció totalmente de los adelantos de otras regiones, llegamos
incluso a encontrar a jurisconsultos como Columela que manifiesta desprecio por los
pensadores helenistas. Consideraba que la ciencia de los griegos había que estudiarla pero
sin profundizar en ella, pues el pueblo heleno –decía- era una raza perversa e indisciplinada.

Organización social general de interés para la economía


Sin pretender adentrarnos exhaustivamente en la conformación de las formaciones sociales
de roma, es importante señalar las cualidades de las principales clases con el fin de ubicar
con mayor precisión la dinámica económica.
Los patricios. La pirámide social estaba conformada por una nobleza ampliada, gobernante
y propietaria, los patricios. Se afirma que esta clase agrupó en los primeros tiempos a las tres
tribus o razas bajo la autoridad de un rey, mismas que conformaban curias compuestas por
un determinado número de gens cuyo lazo era el parentesco. Su rasgo distintivo era conservar
su origen común gentilitium. Cada familia, a su vez, estaba bajo la autoridad de un
paterfamilia.
Los patricios (patricii) constituyeron una nobleza de razas que participaron del gobierno del
Estado y gozaron de todos los privilegios del ciudadano romano. A lado de cada familia
patricia se encontraba un número de personas a título de clientes, éstos quedaban bajo la
protección de un jefe, su patrón. Entre ambos se establecían derechos y obligaciones mutuas,
siendo probable que los clientes tomaran el gentilicio del pater. La clientela en períodos
posteriores aumentó por las conquistas, surgiendo de las clases bajas y pobres que se ponían
al amparo de un patricio, transmitiendo sus cualidades hereditariamente.
Dentro de este núcleo quedaron incluidos los libertos y sus descendientes, así como después
los extranjeros que llegaron a pedir derecho de asilo, colocándose también bajo la protección
de un patricii.
Los plebeyos. En los primeros tiempos de la civilización romana y gran parte de la
república, libres de toda unión con los patricios se encontraba la plebe, clase procedente de
los clientes que se hacían independientes, ocupando un rango inferior, no podían contraer
matrimonio legítimo con los patricios ni desempeñaron funciones importantes dentro del
Estado hasta la promulgación de la Ley de las XII Tablas, (tiempo) considerada como la
primera ley aplicable a todos los ciudadanos.
Esta ley y sus posteriores adiciones permitió a los plebeyos llegar al consulado e incluso al
pontificiado, así como desempeñar funciones de cuestores (gestión del tesoro público),
censores (encargados de las operaciones del censo y de vigilar las costumbres públicas y
privadas), de prestores (administrar la justicia), así como de ediles curules (encargados de la
alta policía de la ciudad), para finalmente llegar a ocupar cargos dentro de las magistraturas
y al senado, convirtiéndose rápidamente en mayoría.
El colonus. Otra figura importante dentro de la organización social la constituyó el colonus.
Esclavo cuya labor consistía en administrar las tierras del patrón y asegurar que las órdenes
del dominus fueran ejecutadas. Este grupo, al final del imperio, va a adquirir una tesitura
distinta dentro de las relaciones de producción que va a permitir explicar la transición de la
antigüedad al feudalismo. Junto al colonus se encontraba la mano agrícola no esclava que si
bien se le empleó de manera marginal, alcanzó junto con el colonus importancia capital a la
caída de Roma.
El assidui. Al igual que en Grecia existía una clase equivalente a los hoplitas, a quienes se
les denominó assidui o los asentados en la tierra, eran pequeños propietarios, poseedores de
los requisitos e investidura indispensables para portar armas y participar en la defensa de
Roma. Debajo de éstos se encontraban los proletarii ciudadanos sin propiedad, cuyo único
servicio al Estado era tener hijos prole.
Composición familiar. La familia se conformaba de padre-mujer, dos o tres hijos, esclavos
domésticos y libertos. Pertenecer a una familia va a constituir un elemento esencial de la
sociedad romana, la que se vinculaba a la posesión de derechos de ciudadanía. Diversas
familias formaban una gens, caracterizada por la posesión de diferentes elementos que la
identificaban, como el ritual funerario o el culto a los antepasados. El matrimonio era un acto
privado. El pater aceptaba o no su paternidad.
Había una mortandad grande de niños por lo que para fines de herencia se instrumentó la
adopción. En el siglo II a. J. la mujer adquiere el derecho de potestad sobre los hijos y se
castiga a los parricidas con el exilio.

Propiedad y trabajo
Paralelo al poderío civil que Roma fue alcanzando, la propiedad de la tierra iba
concentrándose en manos de la nobleza gobernante, lo que se tradujo en el descenso de los
assidui y el aumento de los proletarii, constituyendo poco a poco la mayoría de ciudadanos,
llegando incluso a repercutir posteriormente en la reducción de las filas de soldados. Aspecto
relevante para entender la conformación posterior de las legiones romanas en la época del
imperio.
Durante el apogeo de la república el campo estaba dividido en grandes territorios, la
población de las ciudades conformada por ciudadanos sin propiedad, había encontrado una
forma de sobrevivir dentro de las mismas, para quienes en última instancia, la propiedad dejó
de ser un factor prioritario de subsistencia.
Ninguna otra civilización en la antigüedad conoció el dominium ex iure quiritium, la
propiedad absoluta. Propiedad sin restricción traducida en grandes latifundios que no
necesariamente se conformaban por compactos bloques de tierra, sino que se componían por
un gran número de fincas o villae de mediana extensión distribuidas a lo largo de todo el
territorio romano.
El concepto de propiedad a su vez incluía por supuesto a los esclavos. La esclavitud
adquiere en Roma un espectro más amplio del que tuvo en Grecia. Se erigió en el elemento
central para un modo de producción que, aunque basado también en la agricultura, tenía
mayores alcances por las extensiones de tierra y el intercambio comercial generalizado,
condición de bienestar e investidura del noble para su dominio social dentro de las ciudades.
La labor del esclavo no se restringía al servicio doméstico como lo fue en su momento en
el mundo griego. Aquí el esclavo era propiedad privada, propiedad que poseían los
aristócratas urbanos, quienes sin la presencia de esclavos no podían ejercer sus funciones
públicas ni disfrutar del dominio social y económico. Se les aplicó el principio de propiedad
absoluta.

El trabajo en Roma
Con la introducción de las grandes propiedades territoriales, la esclavitud se erigió en
condición fundamental de las relaciones económicas, misma que fue impulsada por una
compleja estructura legal que reguló tanto la existencia del esclavo, base de la producción,
como las relaciones económicas de la compra, la venta, el arrendamiento, la herencia, las
fincas; así como el derecho civil familiar, matrimonial y testamentario.
Junto a ello se debe destacar la importancia de las acciones militares de un amplio ejército
que dieron a Roma el dominio de vastos territorios y que en primera instancia, garantizaron
durante un largo período la provisión de esclavos.
El trabajo esclavo se extendió más allá de la actividad agrícola en el cultivo de vino,
aceituna y cereales, llegando a formar parte de la actividad comercial y artesanal. Se calcula
que en el 225 a.J. había unos 4, 400,000 personas libres y alrededor de 600,000 esclavos,
para el 43 a. J. 4, 500,000 habitantes frente a 3, 000,000 de esclavos; datos que reflejan la
importancia de la esclavitud como modus vivendi del ciudadano romano.
La agricultura no obstante, tuvo un gran impulso por la introducción de descubrimientos
tecnológicos importantes para su época como son el molino hidráulico, la máquina segadora,
lo que fue acompañado de construcciones al interior de las ciudades.
Trabajo en la minería. Roma logró asimilar los avances técnicos realizados por los griegos
y egipcios. Una de las más usuales era el derrumbe de montañas. En una mina llegaron a
trabajar 40,000 personas. La mayoría de los mineros eran esclavos o trabajadores
dependientes e incluso libres quienes se empleaban para obtener el beneficio de liberar el
pago de los tributos o impuestos.
Trabajo de los artesanos. Este trabajo estaba orientado a la producción de tejidos, pan,
vidrio, calzado, monedas y cerámica, entre otros. Solía realizarse en talleres que llegaban a
reunir hasta 70 trabajadores. Había sin embargo una clara distinción entre los trabajos
artesanales domésticos de aquellos realizados en talleres especializados. Los primeros eran
ejecutados por los esclavos y estaban destinados a lograr la autosuficiencia de las grandes
casas señoriales para el consumo local, tal era el caso de la panadería y la confección de
prendas para vestir e incluso la construcción. En tanto los segundos, si bien podían participar
los esclavos, eran mayoritariamente realizados por hombres libres. Se trata de un trabajo
sofisticado dentro de talleres especializados dirigido a la exportación y no al mercado
interno.

Sistema legal
Sin duda, una de las mayores aportaciones que Roma legó a occidente fue su compleja
estructura legal, la cual se preocupó tanto por regular las relaciones económicas relativas a
la compra, la venta, el alquiler, el arrendamiento, la herencia y las fincas, como en materia
de derecho civil familiar, matrimonial y testamentario.

Coste de vida
Plinio afirmaba que la vida en Roma era muy barata, ejemplificándolo de la siguiente
manera. Con un as (moneda de bronce) se podía comprar un celemín de trigo (alrededor de
8.75 kilos) un congio de vino (3.3 litros), 30 libras de higo, 10 libras de aceite y 12 de carne
(la libra equivalía a 330 gms.)
Señalaba que un procónsul ganaba anualmente un millón de sestercios (monedas de
bronce), un médico podría ganar 400,000 y los funcionarios entre 200,000 a 60,000. Los
legionarios empezaron ganando 900, llegando a 2,000. Un jornalero agrícola ganaba 4
sestercios diarios incluyendo comidas y alojamiento. Su ingreso anual podría fluctuar entre
720 a 2200 sestercios. En cuanto a los gladiadores los menos capaces ganaban de 1000 a
2000 sestercios, pero los más experimentados hasta 15,000.

El gasto medio de alimentación de una familia de dos miembros y un esclavo era más o
menos de 6 sestercios considerando un menú de pan, vino, verduras, queso y dátiles. Vestido
y calzado rondarían los 30 sestercios. La renta era cara, giraba alrededor de 2000 sestercios
aproximadamente.

La caída de Roma
Las conquistas aportaron a Roma el dominio de un amplio territorio que a la vez de dotarla
de grandeza, poco a poco le fue impidiendo conservar la unidad de las provincias bajo un
mismo sistema político, aspectos que más tarde repercutieron en su estabilidad social.
Las guerras civiles del tránsito de la República al Imperio fueron apaciguadas, a través de
una compleja organización política que Ulpiano reflejó como la voluntad del príncipe tiene
fuerza de ley. La época de paz trajo consigo a una milicia desocupada a la cual se le
proporcionó parcelas para su manutención.
En las ciudades, las tensiones fueron apaciguadas con la distribución de trigo que el Imperio
incorporó de los graneros de Egipto, realizando a su vez grandes construcciones que dieron
empleo a los plebeyos.
Asimismo, se estableció en las provincias un sistema fiscal uniforme a través del pago de
impuestos sobre la tierra, basándose en censos muy precisos, cuya consecuencia fue el
aumento de los ingresos del Estado.
El sistema legal fue conservado por el principado, quedando intactas las leyes que
regulaban las transacciones económicas enmarcadas en el derecho civil. La propiedad siguió
protegiéndose y se produjeron las grandes sistematizaciones de la jurisprudencia en un
cuerpo codificado de normas públicas.
Quizá la gran debilidad del Imperio fue su incapacidad de lograr la reproducción natural
de los esclavos. De hecho, las reseñas sobre Roma, destacan que éstos vivían en barracas o
bien al amparo de un señor, pero sin lazos familiares que les permitiera el nacimiento de
esclavos. Las mujeres eran consideradas de baja utilidad, salvo en algunos casos de empleo
doméstico, por lo que su lugar dentro de la organización laboral y factor de reproducción
social se ubicaba al margen de los resortes importantes que movían el sistema de producción
romano. .
Los esclavos dependían de las conquistas, éstas habían llegado a su límite y aún cuando
existía el comercio de esclavos, no se pudo suplir la escasez.
Al levantarse el sistema de producción del imperio sobre la base de la mano de obra esclava,
la caída de la oferta llegó a impactar seriamente las relaciones económicas. A ello hay que
agregar que las crisis políticas, dadas por la magnitud de Roma, así como la descomposición
social de las últimas décadas, trajo aparejada la caída del Imperio. Lo cual por supuesto, llevó
algunas décadas más para terminar de desmoronarse.
En esta última fase, el precio de los esclavos representaba una inversión aventurada para
el propietario y su prole una fuerte carga financiera, quien a su muerte la perdía.
La dependencia de la sociedad romana al modo de producción esclavista trajo
contradicciones irresolubles. El imperio no pudo concebir una forma de organización
distinta, lo cual, significó su caída y desaparición del escenario del mundo antiguo.

b. Los pensadores romanos

Marco Porcio Catón y la época del florecimiento romano. (234-149 a.J.)

Político escritor, que exaltó el trabajo de los campos, tratando de valorizarlo ante todo
moralmente, respecto a otras actividades humanas.
Catón señalaba que los ladrones de cosas privadas pasan su vida en prisión, en tanto que
los ladrones de lo público andan cubiertos de oro y púrpura.
Fue propietario de lagos, de baños de agua caliente donde pudieran trabajar cardadores
de paños y de campos labrantíos donde estuviesen pastoreos y selvas, con el fin de recibir
el suficiente dinero para hacer frente a las inclemencias del tiempo. Aún cuando ve al
comercio como una actividad arriesgada en relación con la agricultura, fue inversionista
en el comercio marítimo, valorando el trabajo agrícola por encima de los demás, de ahí –
decía- surgen hombres fuertes, soldados valientes y su provecho, es justo y seguro. Su
obra se encuentra recopilada en De re rústica donde trata desde consejos financieros,
plegarias y exorcismos, hasta amplios inventarios de todo lo necesario para una empresa
agrícola.
Catón ejerció la abogacía hasta que se dedicó a la carrera política. Fue cuestor, edil, pretor
y cónsul, en este cargo reprimió revueltas en Hispania, recibiendo posteriormente el cargo
de censor.

De su condena de la corrupción pública


Los ladrones de cosas privadas pasan su vida en la prisión y en los cepos; los ladrones
públicos estan cubiertos de oro y púrpura. (Apéndice al De re rústica, pp.254-255)

De los consejos técnicos relacionados con la agricultura


Sepa el agricultor cuáles son las plantas para el abono del campo de trigo, respecto a los
demás: altramuz, haba, almorta.
Cuando pienses en poseer una hacienda, ponte bien en la mente que no débese pagar a
precios de afección y que no débese cansarse en examinarla, ni conformarse con visitarla una
sola vez.
Es mejor comprar a un buen patrón y a un buen colono y buen constructor, aún cuando el
predio esté situado en localidad donde no cambian a menudo los propietarios; quien vende
los campos en tales lugares, le pesará haber vendido. (De re rústica,37, pp. 92-93; 1, pp.44-
46).

De la usura y el comercio
Se pueden conseguir riquezas aun con el comercio, pero es arriesgado; y también con la
usura, pero no es honrado. Yo creo, pues, que quien se dedica a los comercios es hombre
osado y solícito en adquirir riquezas, pero, como he dicho, es hombre cargado de peligros y
desventuras. De la agricultura en cambio, surgen hombres fortísimos y soldados muy
valientes, y su provecho es justo y seguro, y nada tiene de execrable; y no están sujetos a
malos pensamientos.
El padre de familia debe ser propenso a vender y no a comprar. Venderá cuando esté a
buen precio, el aceite; y venderá el vino y el trigo que sobraren; y los bueyes viejos, y el
ganado y las ovejas en mal estado, la lana, las pieles, el carro viejo, las viejas herramientas y
los esclavos viejos y enfermos. (Ibid, 1, pp. 44-45; 2, pp. 50-51)

De la construcción de las casas de los colonos


Posiblemente, al pie de una montaña y orientada hacia el Mediodía, en lugar sano, y que
tenga abundancia de trabajadores y una buena cisterna, y que esté cerca de una aldea
importante o del mar, o de un río en el que puedan navegar barcos, o cerca de un buen camino
muy frecuentado. (Op. cit, pp. 46-47).

Del administrador rural y su mujer


Cuando el jefe de la casa va a la estancia, en cuanto haya cumplido con sus debidos oficios
domésticos, dése el mismo día, si es posible, una vuelta por su terreno. Y cuando esté bien
enterado de cómo se cultiva, de lo que se ha hecho y de lo queda por hacer, llame al colono
–o sea a su administrador- y pregúntele cuántos trabajos se han realizado, cuántos hay
todavía pendientes y cuánto vino, trigo y demás se ha recogido. Una vez que lo sepa, haga el
cómputo de los trabajos. Y si éstos no resultan el colono le dirá que él ha sido solícito, pero
que algunos de los sirvientes han estado enfermos, que otros se han ido, que la estación fue
pésima, que debiese atender a los trabajos públicos; y cuando aquél haya aducido éstas y
otras excusas, vuelva a pedirle cuentas de las obras ejecutadas y de los trabajadores.
Componga los litigios de la familia (familia en todos estos casos, es el término que indica
al conjunto sometido al colono); cuando alguno incurra en culpa, castíguelo con medida
ecuánime. Tenga cuidado de que no ocurra daño a la familia y que no tenga frío ni hambre;
úsela bien en el trabajo, de modo que mantenga alejada de los percances y de las cosas ajenas.
Si el colono no quiere que se haga mal, no se hará. Si en cambio lo permitiera, no deje el
patrono –dominus- que quede impune. Premie –el colono- a quien obró bien, a fin de que los
demás tengan deseo de hacer otro tanto.
El colono no debe ser un vagabundo, será siempre sobrio y no irá por ahí a cenar; deberá
hacer trabajar a la familia y estar atento a que sean ejecutadas las órdenes del dominus. No
presumirá saber más que el patrón; tendrá por amigos a los amigos de éste, y hará caso al que
le será asignado. Respecto a la administradora rural Catón señala, que no hará demasiado
lujo, frecuentará lo menos posible a los vecinos y a otras mujeres, no las recibirá en casa ni
cerca de ella. No irá a cenar afuera, ni será vagabunda. No celebrará, ni hará celebrar por
otros, oficios sagrados sin orden del patrón o de la patrona, será limpia y conservará limpia
y en orden la villa. En las calendas, en los idus, en las nonas y en día feriado, pondrá en el
fogón una corona, y en los mismos días hará cuantas más súplicas a los lares
domésticos.((Op. Cit., 2, pp; 5, pp. 46-48, 52-53; 143, pp. 168-169).

Del trabajo
La vida humana, en efecto, es casi como el hierro; se usa, se consume; y si no se usa, de
todos modos, la herrumbre lo destruye. Así pues, vemos a los hombres consumirse en el
trabajo, y si no hacen nada, la inercia y la indolencia causan mayor daño que la fatiga. (Op.
Cit., 5, pp. 54-55).

De la cosecha
No se conceda que la cosecha y el laboreo de las aceitunas sean arrendados a precios
superiores, salvo el caso en que se diga en el momento que el arrendatario es socio. Si así se
hiciere, cuando el patrón o el custodio lo quieran todos los socios prestarán juramento; y si
no juraren, nada se dará por aquella cosecha y laboreo, y nada se deberá a quien no hubiere
jurado. (Op. Cit)
El viñedo será cuidado por el trabajador, así como el predio, el arbolado, los campos de
trigo; y se le deberá dar heno y pastoreo en la cantidad necesaria para los bueyes que están
en el predio; todo lo demás deberá ser común.
La buena granja es un buen fundo de cien yugadas y en óptimo emplazamiento, primero
es el viñedo, cuando produzcas mucho y buen vino, luego la huerta regadía; en tercer lugar,
el saucedal; en el cuarto, el olivar; en el quinto, el prado; en el sexto, el campo para trigo; en
el séptimo, el bosque apto para la tala; en el octavo, el arbolado, y por último, el encinal de
bellotas. (Op. Cit., 144, pp. 172-173; 1, pp. 46-47)

Varrón y las transformaciones de la república romana . (126-26 a.J.)

Escribe su De re rústica a los ochenta años. Contrario a Catón, revisa el pensamiento


griego para trazar sus principales postulados. Varrón va a experimentar las grandes
transformaciones de su tiempo derivada de la agricultura dada por los grandes cultivos y
la cría de animales. Varrón fue senador, lugarteniente de Pompeyo y gobernador de
Hispania. Julio César le encargó la organización de las primeras bibliotecas griegas y
latinas, se le llamó el más erudito de los romanos. Su Rerum rusticarum trata de la
economía rural, en la cual muestra un sentimiento casi estético hacia la naturaleza e
inquietud ante la decadencia del mundo itálico

Recomendaciones técnicas para la agricultura


Un año sí y otro no, se debe dejar el campo con simientes más livianas, es decir, que
absorban menos del terreno, principio de rotación de la tierra.
Los terrenos más fructíferos son los que ofrecen la ventaja de poder vender a otros lo que
crece en ellos, o comprar a otros lo que necesitamos.
No debe comprarse nada de lo que crece en el predio y de lo que pueden hacer los siervos,
como, por ejemplo, lo que se puede hacer con los mimbres y con material campestre; por
ejemplo, canastas, canastillos, trillas, martillos, rastrillos. Igualmente de lo que se hace con
cáñamo, con juncos, con palmeras, con esparto, o sea estrenques, cuerdas y esteras.
Asimismo, las cosas que no pueden ser obtenidas del terreno, cuando se adquieren mirando
más a su utilidad que a su belleza, no reducirán el beneficio por su costo. Los agricultores
deben mirar hacia dos metas: la utilidad y el placer.
La utilidad busca el fruto; el placer, el goce; pero, es más importante lo útil que lo
placentero. Y aquellas cosas que con el cultivo hacen más atractivo un campo, muchas veces
lo hacen no sólo más fructífero, como con árboles y olivares puestos en orden, sino más
fácilmente vendible, y aumentan el valor del predio. Todos, en efecto, con la misma utilidad,
prefieren comprar a mayor precio lo que es bello, en lugar de lo que, siendo fructífero, es feo.
Principalmente dos cosas parecían proporcionarse los itálicos al cultivar; que se produjeran
rentas proporcionadas con el gasto y el esfuerzo, y que el lugar fuese sano. Porque cuando
falta una u otra de estas condiciones, y alguien se empecina en cultivar, es un loco, digno de
ser sometido a tutela. ( Op. cit., I, pp.124-125; I, 16, pp.72-72I, 22, pp. 88-89).

Medios para el cultivo de los campos


Los medios con los cuales se cultivan los campos alguien los clasifica en dos: los hombres
y los utensilios, sin los cuales no se puede trabajar. Otros dividen el tipo de instrumentos o
medios en tres: vocal, semivocal y mudo. El vocal incluye a los siervos; el semivocal, los
bueyes; el mudo, los carros.
Todos los campos están trabajados por libres o por esclavos, o por uno y otros juntos. Por
los libres, cuando lo cultivan por su cuenta, como hacen muchos pobretones con sus hijos, o
con gente pagada.
Es mejor cultivar los lugares malsanos con obras, más que con siervos y esto también en los
salubres, para los más importantes trabajos rurales, como la vendimia y la siega.. Con el
trabajo de los libres se cumplen los trabajos más importantes y a éstos los nuestros los
clamaron operarios, y muchos d ellos hay todavía en Asia, Egipto e lliria. ( Ibid, I, 17, pp.
76-77; 78-79).

Organización económica.
Varrón sostiene una concepción desarrollista, observando tres fases ascendentes en la
organización productiva humana. Primero, la cosecha de frutos espontáneos; segundo, el
pastoreo y tercero la agricultura. La cría de animales pequeños, así como la zootecnia y sobre
todo la agricultura, ocupan un lugar preponderante en su obra económica. En este sentido va
a introducir una importante innovación para su época como es la recomendación técnica de
rotar la tierra un año sí y otro no, con el fin de ventilarla y que proporcione mayores frutos.

Trabajo, esclavitud y mano de obra libre


La mejor forma de obtener resultados del esclavo es mandarles con palabras y no con el
látigo, darles recompensas; honrar y entenderse con ellos, es condición para hacerlos solícitos
en las obras que realizan. El esclavo es más solícito cuando es tratado con libertad en la
comida o en el vestido, en la reducción de tareas o con el permiso de hacer pastar en el predio
a algunos animales de su propiedad. (Op. cit., I, 17).
Cicerón y la economía moral (106-43 a.J.)

Cicerón más que tratados sobre economía, escribe obras histórico-filosóficas mostrando
gran afinidad con los griegos. Sus escritos se orientan a dictar preceptos morales dentro
de la vida práctica que en última instancia, persiguen la finalidad de regular diferentes
aspectos de la existencia. Sus aportaciones a la economía en consecuencia, se
circunscriben al deber ser del hombre dentro de la vida práctica. Para Cicerón el sabio es
aquél que sabe cuidar de las cosas domésticas, procediendo conforme a las costumbres,
las leyes y las instituciones.

Economía y moral
Es deber del hombre sabio cuidar de las cosas domésticas, con tal que no proceda
contrariamente a las costumbres, las leyes y las instituciones; puesto que nosotros queremos
ser ricos no sólo para nosotros, sino también para los hijos, los parientes, los amigos y sobre
todo para la patria. En efecto las fortunas de cada ciudadano son, en el fondo, la riqueza del
Estado.
Nada es útil, en efecto, cuando no es al mismo tiempo honesto; y no es honesto en cuanto
es útil, sino es útil en cuanto es honesto.
Cada uno de nosotros, en efecto, desea la utilidad y se siente atraído hacia ella; y no puede
ser de otra manera, pues no hay quien rehuya, o bien no trate de conseguir por todos los
medios lo que es ventajoso para él. (De officiis, III, 15,64, p. 260; 28,101, pp. 293-394).
No hablo de las riquezas, que quienquiera, aun siendo indigno, puede poseer…y no hablo
de la popularidad, resonante del aplauso de los necios…sino también las cosas que serían
mínimas deberían ser llamadas bienes: la blancura de los dientes…la belleza de los ojos, la
gracia del colorido. La vida feliz está formada la virtud. (Tusculanae, V, p. 16).
Pero puesto que no podemos hallar lo útil sino en el amor, en el decoro y en lo honesto,
nosotros consideramos estas mismas cosas como los primeros y más grandes bienes; y
juzgamos lo útil como un nombre necesario, más que como una cosa realmente bella.
La honestidad es el valor que está por encima de todos los demás, concepto que traslada
a la economía al considerar que si bien los hombres buscan la utilidad, ésta sin embargo, se
relaciona con el amor, con el decoro, con los deberes y medios que son comunes ya sea por
naturaleza o por educación, bienes supremos que se pueden poseer en tanto son útiles para la
vida social. Principio sobre el cual Cicerón levanta la totalidad de sus concepciones
económicas. (De off., III, 3, 13-14).
La aceptación de la ley y la comunidad de intereses es lo que constituye al pueblo, de ahí
que no haya más interés en la economía que el común.
La prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza son las virtudes que orientan la
economía. Un vendedor –nos dice Cicerón- tiene la obligación de decir todo lo que sabe sobre
su producto, incluyendo los defectos de la mercancía, aún cuando el comprador no lo solicite
y la ley no las tutele. (De off., III, 8, 30,35).

Riqueza financiera
Las cosas que sirven para la conservación de la vida, son en parte inanimadas, como el oro,
la plata, los productos de la tierra, etcétera; en parte, son animadas y poseen instinto propio.
De éstas, algunas son irracionales, como los caballos, los bueyes y otros animales domésticos,
las abejas y, en suma, todos los animales de los que se obtiene alguna utilidad; otras, son
racionales, y se dividen en dos especies: los dioses y los hombres. (De officiis, II, 3, 11, p.
140)
Las riquezas son deseadas para la necesidad de la vida y el goce de los placeres. Pero, en
quien posee ánimo muy elevado, este deseo mira a tener poderío en el Estado y medios para
poder proporcionar favores…no es suficientemente rico el que, deseando ser el primer
ciudadano, no puede mantener un ejército con los frutos de sus riquezas. (Ibid., I, 8, 25, pp.
20-21)
Todos se propusieron vivir en plena libertad, no necesitando de nada y no dependiendo de
nadie. Cuyo fin, siendo común a los ambiciosos y a los amantes de la vida tranquila, piensan
poder alcanzarlo por dos modos distintos: uno poseyendo mucho, otros, conformándose con
su pequeña fortuna; no siendo condenable ni una ni otra opinión. (Op. cit., I, 8, 25, pp. 20-
21)
El fruto de la riqueza consiste en la abundancia, mas la abundancia se manifiesta por la
saciedad…la que tú nunca alcanzarás, ni, por lo tanto, nunca serás rico.
La medida del dinero no es dada por la estimación del censo, sino, en verdad, por el
alimento y por los objetos de uso. No ser ávido: esto es dinero
¿A quién llamamos rico? ¿En cuál hombre pondremos pues esta palabra? En aquel, creo
yo, que posee lo que le permita vivir fácilmente de un modo libre; que no pida nada, que nada
desee y nada espere de más. Es preciso que sea tu mente, la que te juzgue rico, y no la voz
vulgar ni tus pensamientos. Los que trabajan porque necesitan ganar, no pueden ser
verdaderamente ricos. Consideramos que tengan necesidad de ganar lo que honestamente se
procuran bienes comerciando, prestando su propio trabajo o tomando en arriendo. (Paradoxa,
VI, 1, 2, 3).
Todo lo que hace el hombre para otro hombre, a fin de engrandecerlo y honrarlo, depende,
pues, de varias causas: de sentimientos de benevolencia…de causa de honor…o de
confianza…creyendo con ello proveer también a sus propias cosas; o de temor…o de la
esperanza de alguna ventaja…o, finalmente, de dinero; y es ésta la razón más abyecta y vil,
ya sea par los que son impulsados por ella, como para los que a ella recurren…Mas, puesto
que a veces también este medio puede ser necesario, diré de qué modo debemos servirnos de
él…Además, es de admirar sobre todo el hombre que no se deja arrastrar por el deseo del
dinero. ( De off., II, 11, 38, pp. 163-164).
La riqueza es relativa al hombre que se piensa a sí mismo como tal, no depende del trabajo
ni de los bienes materiales, sino que se relaciona con la virtud que cada uno es capaz de
poseer. Es importante gastar para ser bien visto, pero en obras que sen útiles para lo público.
(Op. cit., I, 8, 25).
La equidad será destruida, si ya no estamos seguros de poseer lo nuestro; porque, como ya
he dicho, el fundamento de toda asociación civil, es la libre y tranquila posesión de la
propiedad…El que está en el gobierno, debe procurar ante todo que cada uno conserve sus
propios bienes, y que el Estado no disminuya los bienes privados. ( Op. cit., II, 21,22,73,79
pp. 196, 202).

Bienes materiales y trabajo


La mayor parte de las cosas inanimadas se produce por obra del hombre, y no las
tendríamos sin la industria y el arte, ni podríamos servirnos de ellas sin la ayuda de los demás
hombres. Así pues, sin la obra humana, no podrían existir la medicina, la navegación, la
agricultura…no serían tampoco posibles la exportación de las cosas que nos sobran, ni la
importación de las que nos faltan, si no hubiese quien atendiera a ello. Por la misma razón,
no podríanse tallar las piedras necesarias para nuestro uso, ni extraer de las entrañas de la
tierra el hierro, el cobre, el oro, la plata, sin la obra del hombre, etcétera. Cicerón afirma que
las cosas inanimadas se producen por obra del hombre y que no las tendríamos sin la industria
y el arte. No podríamos servirnos de ellas –señala- sin la ayuda de los demás hombres.
Preceptos que se aplican a la medicina, a la navegación, a la agricultura, a la exportación de
las cosas que nos sobran, así como a la importación de aquellas que son necesarias para el
bienestar de la sociedad. (Op. cit., I, 20-21, 69-70).
Trabajo. Corresponde a las artes manuales lo útil que se obtiene d las cosas inanimadas y de
los mismos animales que se utilizan…y a la sabiduría y virtud de los grandes hombres, está
reservada la misión de despertar la actividad humana para el acrecentamiento de los bienes
comunes.
Los impuestos sólo deben ser aplicados en caso de guerra y los tesoros de los países
conquistados deben entrar íntegros al erario público.
Respecto a la inversión destaca que el Estado no debe endeudarse, en tanto que legitima
que los particulares realicen inversiones del capital como renta, pues es una forma de obtener
beneficios y provecho y permite proveer los gastos.

Propiedad y comercio
Aquellos que por Deseo de popularidad maniobran con las leyes agrarias para despojar de
sus bienes a los legítimos propietarios o, con las nuevas tablas, atentan contra las bases del
Estado, destruyendo ante todo la concordia, que no puede subsistir cuando se quita el dinero
a unos y se lo condona a otros.
Más no ha de ocurrir que, una vez contraídas las deudas, los acreedores deban perder lo
suyo en provecho de los deudores, pues la confianza es la más grande garantía de los Estados,
y no puede haber confianza alguna cuando no es factible obligar a los deudores a cumplir
con sus obligaciones. ( Op. cit. II, 22, 23, 83. p. 205)
Así como deseamos ser generosos en donar, no debemos ser demasiado rigurosos en exigir
lo que se nos debe; y en las contrataciones, en las compras y ventas, en las locaciones, en las
cuestiones de vecindad y de límites, debemos mostrarnos discretos y acomodaticios,
cediendo a menudo algo de nuestros derechos y evitando, hasta donde es posible, todo litigio.
Débese decir todo, a fin de que el comprador nada ignore de lo que sabe el vendedor, el
vendedor tiene la obligación de declarar sólo aquellos vicios que la ley civil le obliga a
declarar; mientras, por lo restante, debe limitarse a actuar sin fraude. (Op. cit., I, III, 12, 18,
51, 64, pp. 187, 250).

Colmuela y el ocaso de Roma ( 4 a.J.- 65 d.J.)

Columela es parte de una familia de ricos propietarios, lo cual le permitió relacionarse


con políticos y propietarios prominentes de su época. Su obra está recopilada en De re
rústica a lo largo de doce libros, donde trata asuntos relacionados con la economía rural
en general, sobre los campos, de las simientes, de las mieses. Aborda el problema de la
conformación de viñedos y frutales, de la medida de tiempo, así como del ganado menor
y de los animales de corral. Afronta también asuntos relacionados con las abejas, los
jardines, para finalmente, realizar sugerencias sobre la función del administrador rural y
la economía doméstica.
La agricultura, base de la organización social
Las ciudades, fueron en otros tiempos bastante felices y podrán serlo en el futuro sin artes
escénicas y sin leguleyos; más, sin los agricultores, es evidente que los hombres no podrán
existir ni subsistir.
Es posible, en efecto, recoger más frutos si con frecuente y oportuno y mesurado abono
renovamos la tierra…La tierra, pues, es indefinidamente capaz de seguir produciendo,
cuando se la trata de modo conveniente. ( De re rust., I. Prefacio, p. 170).
Temo que la agricultura aparezca viciosa, vergonzosa y deshonesta, para los hombres
libres. Hemos dejado destrozar por los peores esclavos, como verdugos, esa agricultura que
nuestros mejores antepasados practicaban óptimamente ( Op. cit.)
Quienquiera que se dedique a la agricultura, sepa que debe reunir en sí estos requisitos
antiquísimos: el conocimiento del oficio, la posibilidad de gastar y la voluntad de actuar.
(Op. cit., I,3, p. 180)

Del comercio y la usura


El comercio rompe el pacto terrestre señala Columela, dejando al hombre a merced de la naturaleza, de la furia de los
vientos y el mar. Aplicando una metáfora, este autor relaciona el comercio con la usura asignándole un carácter canino que ladra
contra los más ricos y contra los inocentes por cuenta de los culpables, modo que traiciona asimismo a quienes parece socorrer y
que si con cordura ha sido despreciado por los antepasados –acusa- ahora es admitido dentro de los muros y el foro. (Op. cit., I,
Prefacio, p. 170).

Junto con su descalificación del comercio en beneficio del trabajo agrícola, ubica
Columela su ataque a las artes escénicas y a los leguleyos, argumentando que las ciudades
podrían ser más felices si aquellos no existieran, más sin los agricultores, es evidente afirma,
que los hombres no podrían subsistir.

Causas del abandono de la tierra


Contrario a la opinión común de su época, Columela no considera que el abandono de la
tierra se deba a un aspecto técnico propiamente dicho, la tierra no envejece, la tierra no se
cansa, es la negligencia de los hombres la razón por la cual la tierra responde menos a nuestro
trabajo. Es posible –señala- recoger más frutos si con frecuente y oportuno y mesurado abono
renovamos la tierra, pues ésta es indefinidamente capaz de seguir produciendo, cuando se la
trata del modo conveniente. (Op. cit., II, cap. 1, p. 193).
La decadencia de Roma acusa, se debe a la preferencia de los vicios y comodidades de las
ciudades sobre el duro trabajo de los campos.
El trabajo del campo es productivo, requiere de conocimientos, de tener la posibilidad de
gastar y de la voluntad de actuar, de lo cual Columela deriva la inconveniencia de poseer
grandes latifundios al ser difícil invertir en grandes extensiones de tierra. (Op. cit., I, 3). Rinde
menos –señala- una vasta extensión mal cultivada, que una pequeña bien cuidada.
Crítica y recomendaciones para el trabajo esclavo. Conveniencia del arriendo
Más que todo, perjudican aquellos esclavos que hacen trabajar a los bueyes, mal alimentando a éstos como a los demás
animales, y tampoco trabajan diligentemente la tierra, y adeudan mucho mayor cantidad de simiente que la que han sembrado,
ni ayudan lo que han confiado a la tierra para que salga mejor; y hacen disminuir fraudulentamente o por negligencia lo que
llevan a la era para golpearlo cada día En efecto, ellos mismos lo roban, o no lo cuidan contra otros ladrones. Mas ni siquiera lo
que es producido reparten fielmente en las cuentas. Ocurre así que ya sea el dirigente como sus dependientes funcionan mal, y la
propiedad se deprecia cada vez más. Por lo cual, cuando en tal predio falta la vigilancia del patrón, la mejor cosa es darlo en
arriendo. ( Op. cit., I, 7, p. 188).
Mantendrá el colono su gente limpia y vestida, más útil que delicadamente, y defendida de modo apropiado contra el viento, e
frío y la lluvia; y de cuyas cosas estarán preservados por medio de pieles con mangas, trajes hechos con paños diversos, etc. De
este modo, no habrá día tan malo que no pueda hacerse algo al aire libre…Favorecerá el colono siempre a los que se distinguen
entre los mejores, y será indulgente aun con los menos buenos; de manera que temerán su severidad, más que detestar su
crueldad. (Op. cit., I,8, pp. 190-191).

Inversión productiva y mano de obra asalariada


Ahora, antes de que yo hable de la plantación de las vides, no creo inútil sopesar y buscar
luego si el cultivo de los viñedos es efectivamente provechoso para el propietario. Muchos
lo dudan de tal modo, que algunos rehúyen y temen tal inversión en la hacienda, considerando
preferible la posesión de los prados, o de los pastos, o de los bosques susceptibles de ser
talados… Mientras tanto, hay que enseñan ante todo a los estudiantes de agricultura, que la
renta de los viñedos es muy copiosa. (Op. cit., III, 3, p. 229).

Cayo Plinio Secundo (24-79 d.J.)

La obra de Plinio el viejo, se trata de una notable y amplia enciclopedia del saber de su
época, dirigida sobre todo a exaltar a Italia. En cuanto a los aspectos agrícolas, su obra
presenta mucho mayor complejidad que la de Catón y Varrón, aludiendo a nociones técnicas
mucho más elaboradas debido quizá a progreso que debe haberse verificado en su época
respecto a las anteriores. Para Plinio la tierra sola, entre todas las cosas de la naturaleza, a
causa de sus altos méritos, hemos llamado madre. Así como el cielo pertenece a dios, ella
pertenece al os hombres; ella que nos recibe al nacer, nacidos nos alimenta, una vez
alumbrados nos sostiene; nos ampara finalmente en su regazo cando ya hemos sido
rechazados por el resto de la naturaleza, cubriéndonos entonces sobre todo, como una madre,
sagrada por ningún mayor mérito que aquel por el cual nos hace también sagrados, trayendo
aun los monumentos y los títulos, prolongando nuestro nombre y extendiendo la memoria
contra la brevedad del tiempo; cuya divinidad suprema, airados solicitamos que sea pasada a
los ya parecidos, como si ignorásemos que sólo ella nunca se encoleriza con el hombre.
( Nat. Ist,. 1,2, n, 154, cap. 63)

El valor, precio. El oro y la plata


Penetramos en las entrañas de la tierra descubriendo las vetas de oro y plata y los minerales
de cobre y plomo, buscando las vetas de oro y plata y los minerales de cobre y plomo,
buscando también gemas y algunas pequeñas piedras, realizando profundas excavaciones.
Extraemos las entrañas; y ¡todo eso se hace a fin de que una gema sea llevada en un solo
dedo! ¡Cuántas manos se gastan para que resplandezca una sola articulación! Si existieran
los infiernos, seguramente ya estarían cavados por las galerías de la avaricia y del lujo. (Ibid.,
1,2, n. 158, cap. 63).
Los precios de las cosas, que a veces hemos indicado, no ignoramos que son distintos en
diversos lugares y varían casi cada año, según se hayan obtenido por navegación, o bien
alguno haya comerciado u otro gran acaparador asuele el mercado. ( Op. cit,, 1.33, n.164,
cap. 57)
Ninguna otra sustancia es más extensible que el oro; y ninguna otra permite una división
tan menuda, dado que una sola onza puede dividirse en más de 750 hojas de 4 dedos de larga
y otros tantos de ancha. Otra razón más notable de su precio, es que el uso lo desgasta muy
poco, mientras por el contrario, la plata, el cobre y el plomo dejan huellas y ensucian las
manos con las partículas que desprenden. ( Op. cit., 1.33, n.59, cap.19).

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