Está en la página 1de 262

Dolory política

Dolor y política
sentir, pensar y hablar desde el feminismo

Marta Lamas

OCEANO
DOLORY POLÍTICA
Sentir, pensar y hablar desde el feminismo

O 2020, Marta Lamas

Diseño de portada: Cristóbal Henestrosa

D.R. O 2021, Editorial Océano de México, S.A. de C.V.


Guillermo Barroso 17-5, Col. Industrial Las Armas
Tlalnepantla de Baz, 54080, Estado de México
infoBoceano.com.mx

Primera edición: 2021

ISBN: 978-607-557-291-8

Todos los derechos reservados. Quedanrigurosamente prohibidas,


sin la autorizaciónescrita del editor, bajo las sanciones establecidas
en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier
medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento
informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante
alquiler o préstamo público. ¿Necesitas reproducir una parte
de esta obra? Solicita el permiso en infoQcempro.org.mx

Impreso en México / Printed in Mexico


A Lili y aJesu,
a quienes quiero y, además, admiro
por su forma creativa de hacer política
ÍNDICE

1. Introducción: sentir, pensar y hablar, 11

2. Pensar la época, 21
Los mandatos de género yel postfeminismo, 25
La Cuarta Ola, 28
Elfeminismo antisistema, 34
Las marchas, las protestas y las huelgas, 39
La diamantina ylos destrozos, 43
La multitudinaria marcha de 2020, 49

3. Dolor, rabia y violencia, 55


Satanización o exaltación de lasjóvenes, 58
El dolor en la rabia, 64
Noes la primera vez, 72
Separatismo y resistencia, 77
La discusión en torno a la rabia, 80
La rabia, ¿“apropiada” o “contraproducente”?, 82

4. Las identidadesa la hora de hacer política, 89


¿Política identitaria o política antiesencialista?, 91
Lasfronterasidentitarias, 101
Otras formasde serfeminista, 111
sio
CA
DOLOR Y POLÍTI

oc io ne s, id eo lo gí a y políica, E
5. De em ad, 12:
la sexualid
Las guerras en torno a
minista, pe
Una rancia disputa fe
lidad 2.132
¿Convicción 0 responsabi
Mis incidentes, 138
2
Juicios previos y prejuicios, 14

149
6. Epílogo: ¿qué significa hablar?,
La política de la no-violencia, 152
Herejes sin riesgo, 158
163
La “temporalidad afectiva” de dolory rabia,
Elfeminismocrítico y el malestar sobrante, 166

Notas, 173

Bibliografía, 191

ANEXOS
A. Determinaciónde las prácticas sociales individuales
según Pierre Bourdieu, 213
B. Movilización Nacional contra las Violencias Machistas, 214
C. Carta delas francesas, 220
D. Acciones inmediatas UNAM, 223
E. Cien gritos y consigas (Reforma), 224
F. Yo no soy Ayotzinapa, 228
G. Poema de María Teresa Priego, 230
H. Del amor a la necesidad, 235
l. Manifiesto desde los feminismos mexicanossobre el acoso sexual
y otras formas de violencia contra las mujeres,
241
J. Declaración de Cambridge sobrela Concie
ncia, 247
K. Declaración de Toulon, 249

Índice analítico, 251

10
]
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

E n estas páginas siento, pienso y hablo acerca de temasy acontecimien-


tos que considero importantes para el proyecto feminista de eman-
cipación. Mi propósito es aclarar mi postura, analizar ciertas prácticas y
plantear algunas preguntas. Para ello reflexiono sobre lo que ha estado
ocurriendo con algunas protestas feministas y también hablo acerca de
incidentes que hevivido. Desarrollo mi reflexión apoyándome en el pen-
samiento de otras autoras; en especial, recurro a las teóricas feministas
Wendy Brown, Judith Butler y Chantal Mouffe, pues la reflexión teórico-
política que hacen es radicalmente crítica. Uso el término radical en un
sentido positivo, con su connotación de ir ala raíz y no con el sentido pe-
yorativo de “extremista” con el quese suele usar. Sus reflexiones abren un
horizonte analítico riquísimo que me esforzaré por poner en juego con
lo queestá ocurriendo entre nosotres,* pues analizan un buen número de
cuestiones políticas de nuestra épocay que, en especial, afectan al femi-
nismo. Hablo de feminismo, en singular, consciente de sus varias y diver
sas tendencias, de la misma forma que se habla de la izquierda, con sus
también múltiples vertientes. Retomo a Mouffe, pues plantea que el plu-
se
ralismo acarrea conflictos para los cuales no hay unasolución a la que
pueda acceder desdeel plano de lo exclusivamente racional, y eso ocurre
dentro
también con lo s conflictos derivados de la pluralidad de visiones
del feminismo. Ánte la lucha que existe por la tensión inherente
a las múl-
por “encontrar
tiples diferencias pre sentes en las disputas, ella apuesta

sajes. (N. del e.)


* Mantenemos el uso que hace la autora de lenguaje inclusivo eneste yotrospa

11
DOLOR Y POLÍTICA

modosde abordar los conflictos con el fin de minimizar la posibilidad de


que adopten una forma antagónica” (2014:40), y lo hace reconociendo
que lo político es un espacio de podery conflicto, un ámbito intersubjeti-
vo que está estructurado tanto porlas reglas del debate público como por
las tensiones agonistas.!
Por su parte Brown, quien señala que muchos de los peligros po-
líticos que hoy enfrentamos han sido potenciados “por una compren-
sión inadecuadade las formas de poder específicamente posmodernas”
(1995:33), indaga acerca de porquéel discurso moralizadorse ha vuelto
tan intenso entre les activistes de izquierda. Seguiré algunas de sus pre-
guntas para explorar “la relación de los discursos moralizadores conla
posibilidad política democrática” (2001:22).? También Mouffe criticala
tendencia a moralizar: “podríamos decir que la distinción entre derecha
e izquierda ha sido reemplazada porotra entre bien y mal” (2014:140), y
encuentra que cada vez másla distinción entre “nosotras” y “ellas” se es-
tablece con un vocabulario moral. De Butler (2020) retomo su perspec-
tiva de que la reunión pública de los cuerpos es una formade resistencia
en el campo contemporáneodel poder, y que es esencial comprender el
papel que tiene esa congregación de cuerpos, llámese asamblea o mani-
festación, para unapolítica de la no-violencia. La no-iolencia supone un
desafío para el feminismo, en especial paralas activistas que argumentan
ciertas prácticas violentas como autodefensa. Juntas estas tres autoras fe-
ministas me ofrecen herramientas para pensarlo que está pasandoy, tam-
bién, para aclararme lo que siento.
A lo largo de estas páginas mi interés político por el análisis de
la relación entre teoría y práctica entrelaza cuestiones de ordenteórico
y preocupaciones pragmáticas acerca de la necesidad de construir espa-
cios de diálogo ydeliberación. Aunque hay, sin duda, grupos y personas
feministas con unavisión política de izquierda? que ven con claridadlas
cuestiones socioeconómicas estructurales que subordinan tanto a muje-
res como a hombresy a personas con identidades consideradas fuera de la
norma, me inquieta el deslizamiento de sentido acerca de lo quees el fe-
minismo, que aparece en los medios de comunicación y en ciertos produc-
tos culturales. Dado que conciboal feminismo, con todas sus diferencias

12
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

internas, como una propuesta de emancipación, con frecuencia encuen-


tro en los discursos mediáticos o de mera difusión un sesgo que denota
falta de sentido crítico y mucho de mercantilización.
Moutffe dice que “resulta imposible comprenderla política demo-
crática sin reconocer a las “pasiones” como la fuerza motriz en el ámbi-
to político” (2014:25). Para analizar cómo se entretejenciertos afectosy
emociones enlas narrativas feministas, en especial las relativas a la polí-
tica identitaria, recuerdo la reflexión de Benjamín Arditi (2002) quien
discute críticamente sobre las posturas esencialistas en los movimientos
sociales. Las consecuencias de dichas posturas son muchas, y aquí tam-
bién recupero los señalamientos que hizo Haydée Birgin en relación con
la construcción que hacen las feministas de “fronteras identitarias”, tan
cargadas de emocionesytan poco políticas. Traigo a cuento algunos de
los debates que dimoslas feministas latinoamericanas durante ciertos en-
cuentros feministas así como la original reflexión que hizo el grupo de fe-
ministas italianas de la Librería de las Mujeres de Milán. Repasola crítica
que le dirige Amia Srinivasan (2018) a Martha Nussbaum (2016) en rela-
ción a cómo encauzarla rabia políticamente, y si mostrarla puede ser con-
traproducente o productivo. La rabia que recientemente han expresadolas
activistas feministas se suele analizar desde lo coyuntural, y no como un
síntoma de algo más grave que está ocurriendo en nuestro territorio, con
las complejas relaciones entre violencia social y violencia política. Si bien
me emociona la politización de miles de jóvenes que han desplegado,
como nunca antes, sus anhelos y denuncias con dolor y rabia, me inquieta
que sus expresiones sean criminalizadas sin ningún intento de compren-
derlas y me preocupa que estas protestas legítimas y dolidas pierdan efi-
cacia política, que puedan resultar contraproducentes o que no logren
articularse ni generar alianzas que las fortalezcan.
Parte de lo que trato en estas páginas tiene que ver con las movi-
lizaciones que, en los últimosaños, han sacado a miles de mujeres, en su
gran mayoría jóvenes (incluso muchas adolescentes), a las calles a denun-
ciar las duras condiciones de opresión, discriminaciónyviolencias que vi-
ven. Aquí no hago un recuento de lo publicado acerca de estas protestas
masivas que, en México y en otros países de América Latina, han cobrado
DOLOR Y POLÍTICA

visibilidad en an os recientes (pero en la nota sidente menciono adj


nas académicas y eserttoras que him analizado ese fenomeno en nuestra
región, asécomo en otras partes del mundo). + En estas paginas exploro,
en cambio, la temporalidad afectiva” del fenomeno « alificado de Cuarta
Ola feminista (Chamberlain 2017), A principios del siglo xt se empezó
a hablar de dicha Ola, aunque de esos anos inietales apenas hay escasas
referencias por escrito? Pero ya en la segunda década del siglo apare:
cen publicadas reflexiones acerca de los activismos jovenes feministas en
América Latina que los nombran explícitamente como una Guirta Ola
incluso se habla de un tsunami?
Es común analizar los tiempos de auge o de repliegue del activis
mo feminista con la metáfora de “Las olas”, y varias autoras, entre ellas La
historiadora mexicana Gabriela Cano (2018), han señalado que, por un
lado, con dicha metáfora no se da cuenta de la complejidad, los traslapes
y las coincidencias que ocurren a lo largo del tiempo y, por el otro, se in-
terpretan los conflictos entre feministas como una cuestión generacional,
Cano señala que la imagen de la ola:

[...] resulta problemática a medida que se hace más complejo y profun-


do el conocimiento histórico de las expresiones del feminismo tanto
el de sus movilizaciones como el de su pensamiento, pues hay demasta
dos acontecimientos que no corresponden a la cresta de la ola (2018:18),

Con la periodización en “olas”se favorece la creencia de que los desacuer


dos internos en el feminismo son producto de los momentos históricos y
no se ve que continúan vigentes y entretejidas en el activismo actual teo-
rías y prácticas de supuestas olas anteriores. Dado que las feministas están
insertas en diferentes momentos históricos, es indudable que hay cuestio-
nes generacionales en las formas y estilos de intervención, así como en la
recepción social de sus demandas, indiscutiblemente distinta de la que
había antes. Sin embargo, como el movimiento está eruzado por diferen-
cias de clase social, pertenencia étnica y factores geopolíticos, hay tantas
variaciones y perspectivas ideológicas opuestas que resulta reductivo ereer
que lo que moviliza son exclusivamente confrontaciones generacionales.

14
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

Varias autoras discuten acerca de cómodefinir el momento políti-


co actual del feminismo, sin embargo aquí no entro en esa discusión." Re-
tomo la caracterización que se hace de este momento como la Cuarta Ola
feminista, por su definición como un nuevo impulso de movilización que
tiene cuatro elementosdistintivos: un interés mayor en la lucha contrala
violencia sexual, el manejo del internet, el sentido del humor yla pers-
pectiva interseccional (Cochrane 2013). Ahora bien, cuandolas mujeres
europeas y norteamericanas hablan de “violencia sexual” se refieren al
acosoyla violación, pero noa los feminicidios, puesto que en sus contex-
tos esos crímenes son excepcionales. En cambio, en los países latinoame-
ricanos esas tragedias pavorosas suceden con una frecuencia alarmante,
así que, aunque los cuatro elementos mencionados tambiénestán presen-
tes en las protestas de nuestras activistas, aquí destaca el reclamo “Ni una
más”. Tambiénhay que sumar en nuestra región la lucha porla legaliza-
ción del aborto y en defensa de la cultura originaria y del territorio. De
ahí que, pese a cierta sincronía mundial de las movilizaciones feministas,
no hay que olvidar que la Cuarta Ola tiene características distintas en lo
que se conoce como el “Primer Mundo”yel “Tercer Mundo”* y vale la
pena tenerlas en mente para no generalizar procesos que tienen especifi-
cidades diferenciadas.
"ara explorar los interrogantes que voy a compartir con ustedes
asumo el peso que tiene el contexto de violencias generalizadas en mi
país, y en específico, me centro en lo ocurrido enla Ciudad de México.El
desborde de violencias que alimenta las protestas feministas tiene causas
económicas ypolíticas, y la pesadilla que viven muchasde las activistas se
expresa en sus consignas, en las palabras que han publicado en volantes
o que han registrado la prensa ylas publicaciones académicas, y también
lo que queda plasmado enlas pintas. Ciertos aspectos de las protestas re-
cientes exhiben emociones que no se suelen admitir en las mujeres, como
la rabia, que resulta crucial en el momentode hacer política. La dimen-
sión subjetiva de la política resulta eficaz, según Byung Chul Han (2014),
porque opera desde dentro de los sujetos, y desde la perspectiva que da
un lugar clave a las emocionesy al afecto me propongo pensar acerca de
la energía afectiva que mueve a las activistas. Y aunque se podría criticarla

15
DOLOR Y POLÍTICA

S1 yy.
cuestionando que
Se 10

narrativa de las olas desde una postura deco lonial,'”


s, coincido
A 18] . 25 .
análisi
| -
el
“ar”
para
Tiopo

esa cronología occidental sea el marco utiliz ado


a ; da an
retoman l: meta
Ya táfora de
de la
la olaol;
con otras feministas latinoamericanas que
para ubicar el momentoactual de los feminismos. En América 29 la
Latina
s moviliza-
Cuarta Ola ha cobrado gran fuerza y V isibilidad por las masivaap
del
ciones en contra dela violencia hacia las mujeres y por la legalización
a
aborto; también por los paros mundiales que, desde 2016, han evade
mujeres de distintas latitudes a dejar de realizar sus labores porn día,
para poneren evidencia el valor de su trabajo, en especial invisibilizado
cuando esenel hogar; y desde 2017, por la explosión de denuncias sobre
el acoso sexual desatadas con el estallido del +MeToo. Todo esto ha pro-
ducido una “temporalidadafectiva” que, en palabras de Prudence Cham-
berlain, habla acerca de que “la ola feminista está abierta al afecto de su
tiempoylista para tomarla forma que le dé el momentumdel sentimiento
público” (2017:41). Tal momentum es uno de indignación, dolor yrabia.
Al registrar el vínculo entre las emocionesyla política,'* coincido
con Sara Ahmed (2015) quien, desde una mirada decolonial y queer, plan-
tea que no hay que comprender las emociones solamente como estados
psicológicos, sino también como prácticas sociales y culturales que inciden
en la vida pública. Ahmed habla de “la política cultural de las emociones”
para nombrarla forma en queéstas se reproduceny circulan, o sea, habla
de una economía de los afectos. No resulta fácil precisar las motivaciones
individuales de las activistas (Ahmed señala que sería reduccionista), pero
es posible detectar ciertos encadenamientos afectivos. Acerca dela impor-
tancia de comprender la economía emocional ya habló hace años Nor-
bert Lechner (1986; 1988) y señaló que las emociones tienen resonancias
políticas, lo que también cobra importancia en los procesos de avance de-
mocrático. Mientras que Lechnerdestacó el vínculo entre la sociabilidad
cotidiana, los arreglos afectivosyla política, Ahmedlo hace con el vínculo
entre emoción yacción, y habla de las emociones comoacción.
Estas páginas comienzan con una breve relación de las protestas
feministas en la Ciudad de México; retomo palabras y actossignificativos,
que son la materia prima, el engranaje yel producto de su quehacerpolí
tico. Al enfocarme en la forma en quelas activistas feministas hacen política

16
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

al salir ala calle, desplegando en el espacio público sus cuerpos, sus emo-
ciones y sus palabras para que su dolor y rabia sean escuchados y vistos,
dejo fuera lo que ocurre con multitud de iniciativas y acontecimientos fe-
ministas, muchos de los cuales se llevan a cabo endistintas entidades del
país, con movimientos locales muydestacados. Además, las feministas es-
tán desarrollando cantidad de expresionespolíticas creativas y esperanza-
doras; en especial, son notables sus manifestaciones artísticas, sus formas
de solidaridad interna y sus espacios de encuentro y disfrute. Sin embar-
go, en este texto no abordola contribución que han hecho —ysiguen ha-
ciendo— muchas de ellas con sus prácticas artísticas y culturales que,
como señala Mouffe, son fundamentalesparala revitalización del proyecto
emancipador de la política democrática radical. La contribución de las
prácticas artísticas y culturales a la ruptura de las representaciones tradi-
cionales de la feminidad merece una reflexión aparte, que en estas pági-
nas no puedorealizar.'? No sólo en México, sino también en otros países
de América Latina, muchasactivistas despliegan una variedad de accionesy
reflexiones desde una forma distinta de organización: las constelaciones
(Borzacchiello 2018; Gago et al. 2018) ylas artistas no son una excepción.'”
En estas páginas relato principalmente lo que he escuchado de un sector
muy específico de universitarias de la UNAM'* y, en menor medida, del
ITAM (pues tengo vínculos con alumnas y exalumnasde esas instituciones
con las que hablo y discuto).
Al analizar el entramado, afectivo y cultural que da sustento a los
actos solidarios y transgresores de estas jóvenes activistas me confronto
con mi propia subjetividad. Como académica yactivista feminista soy, a la
vez, observadora y parte de lo que observo,y enfrentola difícil tarea de asu-
mir la autorreflexión, cuestión que el psicoanalista y antropólogo George
Devereux (1977) plantea como indispensable. En su obra clásica sobre el
métodoen las ciencias sociales, Devereux insiste en la necesidad de explo-
rar no sólo la estrategia de investigación, las “decisiones” acerca de lo que
se investiga, sino tambiénlas angustias y las maniobras defensivas de quien
investiga. Según Devereux, es imprescindible el estudio del interés afectivo
personal del científico por su material y, por fortuna, segúnél los llamados
trastornos o perturbaciones creados porla existencia y las actividades de la
DOLOR Y POLÍTICA

persona observadora son, debidamente aprovechados, las piedras angula-


res de una verdadera ciencia del comportamiento y nO —Como suele
creerse— contratiempos deplorables. Devereux, que O conironía
sus dudas sobre la neutralidad y objetividad de quien investiga, concluye
consencillez diciendo que siempre ayuda descubrir exactamente qué es
lo que una enrealidad está haciendo. l
Entonces ¿qué estoy haciendo? Además del entusiasmoy preocu-
pación políticos que me suscitan las protestas feministas, en estas páginas
también hablo de las emociones que me produjeron varios incidentes en
los que ciertas feministas me adjudicaron motivos O perspectivas que no
corresponden a mi postura política ni ideológica. No puedososlayar que
me he sentido afectada porla rabia que algunas feministas dirigen a mi
persona, pero aquí elaboro mis emociones, las pongo en palabras ylas
relaciono con reflexiones teóricas, y eso me permite poner un ejemplo
actual y cercano de uno de los mayores obstáculos políticos que enfrenta-
moslas feministas: la dificultad para debatir entre personas con posturas
adversarias. Siguiendo el dictum de Alain Badiou (2005), que insiste en
que lo que no tiene palabras no se puede pensar, y que lo que no se pue-
de pensar no se puede cambiar, creo que debemos hablar incluso hasta de
las violencias entre nosotras. Esosí, Brown nos sugiere a las feministas que
seamos precavidas, pues corremos el riesgo de desfigurar nuestro discurso
político con *recriminaciones paralizantes y resentimientos tóxicos que se
presentan como crítica radical” (1995:xi).
Unlibro es una forma de entrar al debate, de abrirse a la crítica.
Para los feminismos es especialmente importante pensar el problema de
la política, y la clásica pregunta ¿qué hacer? se ha mantenido vigente a lo
largo de todaslas crisis y las inflexiones de nuestro orden político. La pre-
gunta forma parte de los dilemas que enfrentamos día con día y una de
mis maneras de asumir ese dilema ha sido el de compartir mi trabajo in-
telectual con compañeras y alumnes. Por eso, aunque pretendo que éste
no sea un libro académico, sí contiene muchas citas de textos que me
han hecho pensar lo que aquí expongo, así como notas para aclarar cier
tos puntos. Por eso también incluye un conjunto de documentos anexos,
pues algo muyútil para el debate es conocer la historia pasada. Desdela

18
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

necesidad de recuperar la memoria aquí los reproduzco como insumos


para que los aprovechen quienesse interesen porir alimentado su praxis.
Quiero subrayar que, en esta reflexión, se encuentran los aprendizajes
que he tenido a partir de la riqueza que hasignificadoel trabajo grupal
durante la creación de larevista debatefeminista, el Grupo de Información
en Reproducción Elegida (GIRE), la asociación Equidad de Género: Ciu-
dadanía, Trabajo y Familia y el Instituto de Liderazgo Simone de Beau-
voir, así como mi añeja colaboración con Semillas (Sociedad Mexicana
Pro Derechosde la Mujer). Sin ese trabajo grupal con distintas compañe-
ras feministas nosería quien soy ahora.
A lo largodeestas páginas he tratado de mostrar que las subjetivi-
dades ofrecen muchas de las motivaciones que alimentan la política y que
dado que los sentimientos, emociones y afectos tienen efectos políticos,
es útil entenderla “temporalidad afectiva” que atraviesa hoyal activismo
feminista. No sabría decir cuál es esa política que se supone que las femi-
nistas deberíamosestar haciendo, pero sí sé que resulta necesario discu-
tir acerca de la no-violencia no sólo en el espacio público, físico yvirtual,
sino también enrelación a las dinámicas intersubjetivas que se dan entre
nosotras. Wendy Brown, quien aborda la complejidad política del con-
texto contemporáneo, plantea que es necesario “revitalizar la política de
izquierda desarrollando genealogías enriquecedoras, análisis institucio-
nales perspicacesyvisiones políticas apremiantes” (2001:44). Sí, tenemos
mucho trabajo por hacer. Ojalá que el peso de algunas ideologías, por un
lado y, porel otro, la rabia y el dolor no impidanlas prácticas deliberati-
vas entre las feministas.
Estoy muy agradecida con mis amigas, colegas y estudiantes, con
quienes he debatido algunos aspectos acerca de lo que van a leer. En es-
pecial, con el grupo Feminismo Crítico: Alethia Fernández de la Regue-
ra, Chris Mendoza, Friné Salguero, Gabriela Sofía Gómez, HannaOrtega,
Isabel Gil, Laura García Coudurier, Mariana Palumbo, Marta Ferreyra,
Mónica Maccise, Mónica Meltis, Rebeca Ramos, Regina Larrea, Regina
Tamés, Stephanie Brewster, Soren García Ascot, Tania Turner, Valentina
Zendejas y Ximena Andión. Suscríticas e intervenciones siempre me ayu-
dan a pensar.

19
DOLOR Y POLÍTICA

Y también agradezco a quienes leyeron antes el manuscrito y lo


mejoraron con sus comentarios, aunque algunos ño los incluí, e queasu-
mola responsabilidad de lo escrito. Muchas gracias a Amneris Chaparro,
AnaLuisa Liguori, Diana Fuentes, Fabio Vélez, Iván Pedroza, MaríaTere.
sa Priego, Mariana Palumbo, Marta Acevedo, Marta Ferreyra, Natalia Ga.
bayet, Patricia Mercado, Sara Sefchovichy Stephanie Brewster. Agradezco
los atinados señalamientos de Ana Sofía Rodríguez Everaert, que me ayu-
darona precisar el enfoque. Merece un agradecimiento especial Leticia
Cufré, quien me acompañó horas revisando y debatiendo muchos de mis
postulados. También reconozco el trabajo de Alba Jiménez del Centro
de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, que me consiguió,
a una velocidad inaudita, todoslos artículos que le solicité. Y, finalmente,
doylas gracias a Pablo Martínez Lozada porsu respetuoso trabajo como
editor.
Comosiempre, no hubiera podido escribir unalínea sin el cuida-
do cariñoso de Francisca Miguel, Ofelia Sánchez Felipe, Vicenta Sánchez
Felipe y el apoyo solidario de Patricia Ramos Saavedra. La paciencia de
Diego, Pablo y Leonard mientras estuve en el proceso de escritura tam-
bién merece todo mi reconocimiento.

20
2
PENSAR LA ÉPOCA

por una interpretación, inevitablemente parcial y discutible, acer-


ca de lo que ha pasado —yestá pasando— conlas recientes expresio-
nes feministas en la Ciudad de México requiere ubicar mínimamente el
momento político que estamos viviendo en el país. Ya es un lugar común
señalar que nuestra época se caracteriza por el capitalismo en su etapa
neoliberal, y aunque en estas páginas hablaré de neoliberalismo, comparto
lo que señala Stuart Hall, a quien el término no le resulta satisfactorio,
ya que:

Su referencia a la influencia modeladora del capitalismo en la vida mo-


derna suena anacrónica a oídos contemporáneos. Loscríticos intelectua-
les dicen que el términojunta demasiadas cosas para tener una identidad
única; es reductivo, y sacrifica la atención a las complejidades internasy
las especificidades geo-políticas (2011:706).

Pese a ello, Hall considera que el término neoliberalismo remite a sufi-


cientes rasgos comunesde esta etapa como para otorgarle una identidad
conceptual provisional, siempre y cuando se entienda como una primera
aproximación. Coincido conél, y con varios autores que sostienen queel
modelo de gobernanza neoliberal, con sus aspiraciones y objetivos, no se
limita a la esfera económica ni a las políticas públicas estatales, sino que
producesujetos, regula conductas y genera nuevas formas de organización
social. Según Wendy Brown el neoliberalismo, que es “una forma pecu-
liar de razón que configura todoslos aspectos de la existencia en términos

21
DOLOR Y POLÍTICA

entoó sbásicos dela de-


económicos” (2015:17), está desmont ando los elem
beralismo comola
mocracia. De ahíque esta politóloga consider e el neoli
.
os,
ularinos
revolución furtiva que está deshacie ndo el demos: “desh: ace vocab_
a ciudadanía, prácti-
:
principios de justicia, culturas políticas, hábitos de e re
cas de la ley y, sobre todo, imaginarios democráticos (20191 7). Precisa-
mente la complejidad del proceso de elaboración psiquica que cada ser
humano realiza al internalizar la racionalidad neoliberal consiste en lo
que León Rozitchnercalificó hace años comola determinación histórica
en el psiquismo. Este filósofo planteó que el aparato psíquico es “el últi-
mo extremo de la proyeccióne interiorización de la estructura social en
lo subjetivo” (1982:15).
Son muchas, y muyatinadas, las críticas feministas al neoliberalis-
mo, y aquí no voy a dar cuenta de ellas. Remito en especial a NancyFra-
ser, unafilósofa política que de manera constante ha analizado la relación
del feminismo conel capitalismo. Sus trabajos en esta línea vienen desde
finales del siglo xx y, en Fortunas del feminismo, ella encuentra en el femi-
nismo eso que Boltanski y Chiapello (2002) calificaron de “el nuevo espí-
ritu del capitalismo” (2013a:217). Fraser no es la única, ni la primera, en
analizar el vínculo entre el neoliberalismo y cierto feminismo como unfe-
nómeno característico de la época, pero es quien se ha propuesto llegara
audiencias más amplias que la meramente académica.! Su brevísimo texto
“Manifiesto de un feminismopara el 99%” (2019), escrito en colaboración
con Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya, contiene una clara crítica al fe-
minismo hegemónico y sus resignificaciones neoliberales, y está hecho en
un formato muyaccesible para el público general. Mucho del debate fe-
minista respecto al neoliberalismo destaca cómo el enfoque individualista
resulta muyútil a los intereses de los grandescapitales, y cómoel objetivo
del “empoderamiento” ha sido central para alentar actitudes neolibera-
les. La popularización de lo que se llama empoderamiento ha opacadola
emancipación, que es una aspiración más amplia, que reclama, más que
tener poder,liberarse de cualquier clase de subordinación, tutela o depen-
dencia, como proponen los feminismos anticapitalistas desde los setenta.
' Las consignas y pintas de las activistas feministas expresan la indig-
nación, el dolor y la rabia por el conjunto de violencias en que vivimos.

22
PENSAR LA ÉPOCA

Recurroalas palabras de otres autores para recordar brevemente nuestro


contexto de feroz machismo yespeluznante violencia. Como dice
Alfredo
Guerrero, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM:

la violencia que vivimos ahora en México, que se ha propagadoa


lolargo
y ancho delterritorio, no es la violencia revolucionaria de
1910-1917, ni
la de 1810. Es unaviolencia que se nutre de la perversidad abyecta
que
ha hecho erupción desde lo más profundo de los procesos de degrada-
ción tanto del Estado comode susinstituciones y se ha propagado
por
todos los poros de la sociedadhasta los fragmentos más pequeñosde la
vida cotidiana, invadiendo incluso los espacios más recónditos dela inti-
midad (2017:243-244).

Sayak Valencia, una investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, cali-


fica de goreal ominoso proceso de esta producción biopolítica del capitalis-
mo tardío, de donde han emergido las nefastas prácticas que se sustentan
“en la violencia sobregirada y la crueldad ultra especializada que se implan-
tan como formas de vida cotidiana en ciertas localizaciones geopolíticas a
fin de obtener reconocimiento ylegitimidad económica” (2016:26). Ella
analiza cómola violencia, el (narco) tráfico y el necropoder construyencier-
to tipo de sujetos y de prácticas, con extremos de crueldad y despojo, que
imponen nuevas violencias sobre los cuerposy las subjetividades. Dentro
del marco delas violencias de las estructuras económicas capitalistas, cuyo
paradigmaes la explotación, varias autoras feministas” investigan una va-
riedad enorme de formas de vulneración, agresión y crueldad hacia las
mujeres, y critican la impunidad que existe ante esas formas, en especial,
ante los feminicidios. Remito a sus sólidos trabajos para una explicación
más detallada, pues mi objetivo en estas páginas no es analizar las violen-
cias existentes, sino repensar aspectos de una narrativa cultural dirigida a
las mujeres y ver cómoatraviesa —si es que lo hace— las protestas y movi-
lizaciones de los grupos deactivistas feministas.
Nuestro contexto, donde surgen múltiples expresiones de violen-
deseos de un
cias, está inserto en una época en la que los intereses y
mo.
gran número de seres humanosgiran en torno a la imagen y al consu

23
DOLOR Y POLÍTICA

e e 'a as / la stos
Nuestra época, que Guy Debord perfiló tempranament
a del es
ciedad del espectáculo” (1999), ha desarrollado “la can
del vacio (Lipovetsky 198 3).
(Lasch 1979) y se ha convertido en “la era
NvA
Los valores individualistas han derivado en una preocupación SXCE
tard 19 19). Más
porel Yo, y ha aparecido “la condición posmoderna” (Lyo
2) y
recientemente Byung-Chul Hanhabla de La sociedad del cansancio (201
de La agonía del Eros (2014), y reflexiona acerca de cómo se ha producido
una nueva subjetividad, tanto enlo individual como enlo social. En estas
páginas me interesa revisar aspectos de la subjetividad.
¿A qué me refiero con “subjetividad”? Las psicoanalistas Lucila
Edelmany Diana Kordonseñalan:

La producciónde subjetividad hace al modo enel cual las sociedadesylas


culturas (las condiciones materiales de existencia, las relacionessociales,
las prácticas colectivas, los discursos hegemónicos y contrahegemónicos, el
arte, la tecnología, las comunicaciones) determinan las formas con las
cuales se constituyen sujetos plausibles de integrarse a sistemas que les
otorgan un lugar que les garantiza la pertenencia. Cada periodo histó-
rico promueve modelos y contenidos específicos, así como determina el
carácter de las instituciones. Por lo tanto, la subjetividad tiene un carác-
ter histórico-social (2018a:70).

Las crisis contemporáneas (y me refiero no sólo a los conflictos políticos,


los productos culturales y los avances tecnológicos, sino también al cam-
bio del papel de las mujeres y al surgimiento de nuevas identidades) son
elementos fundamentales en eso que Edelman y Kordon llaman las pro-
ducciones actuales de subjetividad (2018b:96). Estas psicoanalistas hablan de
la “existencia de una crisis sostenida de las grandes matrices de simboli-
zación, de las referencias de significaciones y sentidos, que afectan a los
procesos de socialización y replantean las identidades individuales
y co-
lectivas” (2018b:95). Ellas destacan ciertas producciones del capitalismo,
como las guerras y las migraciones, aunque también habría
que consi-
derar anteriormente el efecto de la entrada masiva de1
as mujeresal tra-
bajo asalariado y a la educación superior. De ahí que
ciertas creencias y

24
PENSAR LA ÉPOCA

mitos estén profundamente convulsionados. y que el impacto de estos


procesos y de las crisis en las relaciones de pareja y en la familia produz-
ca efectos psicosociales, generando determinadas transformaciones enla
subjetividad.

Los mandatos de género y el postfeminismo

Los mandatos de género, que establecen simbólicamente lo “propio” de


las mujeres y “lo propio” de los hombres, la feminidad y la masculinidad,
son un conjunto de representaciones, simbolizaciones y habitus,* interna-
lizados individualmente y compartidos socialmente, que instauran prohi-
biciones y prescripciones y conectan las dimensiones psicosexuales de la
identidad al amplio rango de los imperativos sociopolíticos y económicos.
Los mandatos de géneroson producto de la socialización, o sea, de la incor-
poración de la cultura y la resultante estructuración psíquica. Su eficacia
reside en que estos mandatossocialmente se ofrecen como modelos iden-
tificatorios cuya cercanía o distancia a ellos opera para personas y grupos
como una medida de la propia valía. La idea que nos hacemos de qué es
“ser mujer” o quées “ser hombre”está filtrada por todo el sistema de re-
presentaciones culturales que nos rodea, y se nos inculca desde la crianza
con las prácticas, no siempre de manera consciente, y también conel len-
guaje y los afectos. Nuestra identidad se va armando a partir de la incorpo-
ración yel aprendizaje de formas de percepción, significación y acción, que
se organizan como procesospsíquicos y se constituyen en modalidades de
acción internalizadas, todo ello mediado por instituciones sociales cuya
función principal, casi nunca transparente, es el mantenimiento del statu
quo. Además, esto ocurre en contextos particulares, de manera tal que la
pertenencia étnica, la “raza” y el colordelapiel, la clase social yla orien-
tación sexual también inciden en el proceso de asunción del género, o
sea, en asumirse como “mujer” o como “hombre”. Para analizar cualquier
conducta humana es imprescindible, además de visualizar las tendencias
sociohistóricas generales, tener una perspectiva que tome en cuenta esos
otros elementos que intersectan conel género.” No hay un sujeto unívoco
H
a
DOLOR Y POLÍTICA A

:
o neutro, sino mujeo
res, hombres, trans,, así como personas con iden-
oe CiS”ri ) trans
ae: edades y perte-
tidades no binarias, disidentes y queer que, a Su vez,
s (clase social) en
nencias étnicas diferentes, OCu pan posiciones distinta
derivadas de sus
zonas geopolíticas diferentes y, aclemás, las diferencias
esdistinciones
capitales sociales, económicosy culturales introducenfuert
:
“interse ccional” se
entre ellas (Bourdieu 1998). Desde esta perspectiva A :
analiza cómo cada uno de dichos elementos impacta,y a se conb;-
nan y entrelazan (intersectan) con los demás. Aunque existen cuestiones
que las jóvenes comparten generacionalmente, cada una encarna las mar-
cas de su clase social y su pertenencia étnica, y no viven lo mismolas de
bachillerato que las que ya trabajan como tampoco las que no estudian.
Las jóvenes urbanasa quienes el acceso ala educación superiorjunto con
la libertad sexual de los métodos anticonceptivosles abrieron un horizon-
te de potencialidades personales hansido las principales destinatarias del
fenómenocultural que se expresa en una subjetividad que ha recibidoel
nombre de postfeminista. Subrayo el término destinatarias porque hace ya
muchos años han sido el público objetivo de la mercadotecnia delas in-
dustrias culturales, y las de la moday la belleza.*
El término postfeminismo transmite simultáneamente una idea de
superación del feminismo, pero también de que el feminismo ya llegó a
su fin, incluso que falló. Es ambiguo, pues denota tanto el agotamiento de
la política feminista como una expresión más avanzada del feminismo, y
se suele interpretar de distinta manera en la academia que en los medios
de comunicación (Genz y Brabon 2009).* A finales de los años ochenta se
empieza a hablar de postfeminismo en los medios de comunicaciónde al-
gunos países europeos, Estados Unidos, Canadáy Australia, y su uso cobra
fuerza en los noventa. Varias autoras analizan el postfeminismo, y retomo la
interpretación de Angela McRobbie (2009), quien plantea que el repudio
al feminismo fue alentado por los medios masivos de comunicación, las
revistas femeninas, los programas de televisión y la literatura “chick lil".
ae calificaron de postfeministas las actitudes de muchas jóvenes que asu-
mían una imagen de feminidad sexyy se comportaban de manera aserti-
va, e
con frecuencia diciendo: ndo: * “Yo no soy
SOV feminista”,
ms ei
aunque en la práctica
asumieran planteamientos feministas.

26
PENSAR LA ÉPOCA

Así, a finales del siglo xx el término postfeminismo adquirió una


connotación simultáneamenteliberadoray despreciativa, y la subjetividad
postfeminista se volvió una tendencia generacional entre muchísimas jóve-
nes de clase media de las urbes en los países desarrollados. Este proceso,
que ocurre en esta etapa del capitalismo tardío enla quelas transforma-
ciones socioeconómicas y culturales del neoliberalismo han generado
cambios en las maneras de sentirse “mujer” y sentirse “hombre”, a su vez
impulsó una nueva dinámicarelacional junto con una mayor visibilización
de identidades no normativas (trans y queers). Surgieron nuevos códigos de
conducta sexual y de apariencia física, que incidieron en la producción
de un psiquismo distinto, y aparecieron nuevas personalidades. El ethos
hedonista del neoliberalismo,tejido en torno a pautas de consumo y com-
petencia alentadas mediáticamente, atravesó porigual tanto a mujeresjóve-
nes como a hombresjóvenes, y les ciudadanes pasaron a ser consumidores
vueltos sobre su propia imagen. En este contexto de individualismo con-
sumista ciertos reclamos feministas —como el derecho a decidir sobre el
propio cuerpo— empataron con un nuevo régimen de significados sexua-
les, y el discurso mediático dirigido a las jóvenes les ofreció una forma de
igualdad, concentrada en la educación yel empleo, pero inserta en la cul-
tura del consumo (Gill 2016). En los medios de comunicación masiva, las
mujeres cis jóvenes empezaron a ser representadas como alivianadas, se-
xys y asertivas, proyectando imágenes de chicas sonrientes y “echadas para
adelante” con sus escotes, tacones y uñas decoradas. El entramado de la
visibilidad mediática de jóvenes atractivas y sexualizadas se llevó a cabo
con el apoyo dela industria de la belleza y la moda. Las jóvenes postfemi-
nistas anhelaron ser autosuficientes, ganar dinero para consumir y, tam-
bién, gustar y ser deseadas. Entre los modelos de feminidad postfeminista
que ofrecieron los medios, Madonna encarnó la imagen paradigmática
de “empoderamiento”, disfrute y orgullo de ser mujer, con su éxito eco-
nómico, su confianza en sí misma y su hipersexualización.'! En México
Gloria Trevi intentó representar algo similar, con nefastas consecuencias.
El fenómeno postfeminista, muy de clase media urbana en países
de Europa y en Estados Unidos, se difunde en clases medias y altas en
otras regiones del mundo. En México, me tocó vivirlo a finales de los años
DOLOR Y POLÍTICA

am
noventa, cuando empecéa darclases en el rramM. En ese Anioness, un
plio grupo de universitarias de clase mediay alta asunila que el feminis-
mo era algo del pasado, aunque disfrutaban de sus “triunfos” (la libertad
sexual y el derecho a ser económicamente independientes); las más po-
litizadas hablaban de “empoderamiento” y veían con buenosojoslas ac-
ciones afirmativas (como las cuotas en puestos políticos). Incluso entre
quienes tomaban mi clase (Género ypolítica) muy pocas se asumían fe-
ministas. En ese entonces lamenté, junto con otras colegas, que las jóve-
nes nose interesaranen el feminismo. Sin embargo, en 2013 me llevé una
sorpresa. Una docena de jóvenes (algunas habían sido mis alumnasyse-
guían estudiando en el ITAM) me propusieron hacer un grupo de lectura
en mi casa para analizar La mística de la feminidad de Betty Friedan, que
cumplía ya mediosiglo. ¡Qué extraño su interés por leer a la pionera de
la Segunda Ola, y además hacerlo porfuera de la currícula académica! En
ese momento, incluso en ese sectorprivilegiado de estudiantes, la postura
calificada de postfeminismo era la generalizada y esas chicas eran una rare-
za. Ellas no se identificaban a sí mismas como postfeministas, sino como fe-
ministas, y crearon un grupo feminista en el rram al que nombraron “La
Cuarta Ola”. Posteriormente escribirían acerca de su proceso (Meltis el
al. 2014), y en ese texto se describen como jóvenes de entre 20 y 25 años,
de clase media yalta, estudiantes de relaciones internacionales y ciencia
política, provenientes de varios estados de la república y distintos entor-
nos académicos ysociales. Pese a las diferencias por haber estudiado en
escuelas católicas o laicas, compartían un común denominador: “el pri-
vilegio de una educación privada” (2014:119). Ellas mismas preguntan:
“¿Por qué jóvenes formarían un grupo feminista? Parece algo del pasado”
(2014:119).

La Cuarta Ola

Sin embargo, ya había un cambioenelaire, y sería precisamente con el


epíteto “Cuarta Ola” que en distintas partes del mundo se empezaría a
hablar de lo que parecía un resurgimiento feminista. Ya señalé que,
. a en ,

28
PENSAR LA ÉPOCA

lugar de enmarcar el movimiento feminista a partir de generaciones, la


perspectiva de Chamberlain acerca de la temporalidadafectiva da cabida
a las cambiantes condiciones de los feminismos, que producen “unacoli-
sión de temporalidades que moldean impulsos intensos de acción políti-
ca” (2017:52). Esto coincide conlo que señalan Goodwin, Jasper y Polleta
(2007) en relación con el fenómeno de cómo en los movimientossocia-
les se dan convergencias de emociones, que sirven para unir voluntades
e impulsan el activismo. Un indicio muycitado comoinicio de la Cuarta
Ola es la "Marchade las Putas” (Slut Walk) que se llevó a cabo en varios
países en 2011, A pesar del nombre, no se trata de una marcha de traba-
jadoras sexuales sino de todo tipo de mujeres para protestar que se justifi-
que la violencia sexual con el pretexto de la apariencia provocadorade las
víctimas. El comentario escandaloso de un policía —“Las mujeres deben
evitar vestirse como putas para no ser víctimas de la violencia sexual”—
encendió en Torontola indignación de las universitarias y más de tres mil
mujeres salierona la calle en abril de 2011 vestidas como “putas” para ex-
presar que no importala vestimenta que se use, nada justifica la violencia
sexual. Además, se burlaron de la idea de que hay hombresa los que esos
atuendos excitan al grado de perderel control. El mensaje fue claro: las
agresiones sexuales son responsabilidad de quieneslas llevan a cabo y no
de las víctimas.'* Así, la Marcha de las Putas se diseminóa otras ciudades:
Montreal, Londres, Matagalpa, Melbourne, Seattle, Los Ángeles, Teguci-
galpa, etcétera. En la Ciudad de México se llevó a cabo el domingo 12 de
junio de 2011.'* Apropiarse del término estigmatizante de puta es una ac-
titud desafiante yliberadora, que marcó un cambio generacional en todo
el mundo
Sería en torno a 2014 que la popularización del feminismo cobraría
un ímpetu mediático inaudito, y en muchas partes del mundo*ser feminis-
ta” se convertiría en algo valorado entre las chicas másjóvenes. En ese año
la onu lanzó, conla joven actriz Emma Watson, su campaña “HeForShe”.
Esta campaña, que logró el apoyo de grandes empresas, gobiernos y uni-
versidades públicas y privadas, ha sido cuestionada por muchas feministas
por alentar a los varones a “apoyar” las demandas feministas de las mujeres,
en lugar de plantear la necesidad de que ellos se hagan una autocrítica y

29
DOLOR Y POLÍTICA

cuestionen sus privilegios masculinos. El libro We Should as Be Pta


que surgió dela charla TED que Chimamanda Ngozi Ep unajoven
escritora nigeriana, dio en diciembre de 2012, se publicó ed Aa Dl
vió un bestsellermundial. El mensaje Todas las personas deberíamos serJeministas
fue velozmente difundido, y así como cl modelo inspirador de Chima:
manda impulsó a muchas jóvenes a asumirse como feministas, también
alentó a Maria Grazia Chiuri, la primera mujer directora artística dela
casa Christian Dior, a incluir en la colección de 2015 una camiseta blanca
conla frase de la autora: We Should AU Be Feminists. A continuación, la in-
dustria de la moda imprimióel término feminista o feminismo en distintas
prendas de ropa, a precios mucho más accesibles que los 550 euros dela
camiseta de Dior. Posteriormente la propia Chimamandadio unaentre-
vista respecto a tal comercialización de su título, donde señaló que: *El
feminismo todavía es muy polémico y controvertido, y todavía está muy
cargadode estereotipos negativos. Una camiseta no va a cambiar el mun-
do, pero pienso que el cambio ocurre cuando diseminamos ideas” (Bird
2019). Sí, pero como diría Wendy Brown, el capitalismo reconfigurato-
dos los aspectos de la vida, incluso los mensajes feministas, en términos
económicos.
Entre 2014 y 2017 un fenómeno inunda los medios de comunica-
ción: celebridades del mundo del entretenimiento y personajes del arte, la
culturay la política proclaman orgullosamente sus identidades feministas.
Un caso muypublicitado fue el de Beyoncé'* por su aparición enel esce-
nario frente a un letrero conletras gigantes iluminadas que decía “rEMt-
NIsT”, Al mismotiempo, algunos libros feministas se vuelven bestsellers ylas
tradicionales revistas femeninas (modaybelleza) incluyen entrevistas con
temas de feminismo. No sólo las mujeres “están de moda” y sus problemas
son noticias de primera importancia (la prensa publica reportajes acerca
de la desigualdad salarial o el abuso sexual que antes hubie ran rechazado),
, a AS
sino que además el
aefeminismose vuelve coo/!* (atr activo) y, por todas par-
tes, personajes públicos se declaran “feministas”. Rosalind Gi" y Shan!
» ” re . » » “ur > . * e A . á

90117
Orgad (2017) as S e
analizan este fenómeno y plantean que ha ocurrido unaes-
pecie de reformulación (remaking) del feminismo a través de la construc-
« . C *

ción de una culturade la seguridad en una misma (confidenc


e) que no sólo

30
PENSAR LA ÉPOCA

exhorta a las chicas y las mujeres a modelarse ellas mismas, sino que tam-
bién reconfigura las preocupaciones feministas.
Una versión anterior de esta “seguridad en una misma” fue el “em-
poderamiento”. Desde los años ochenta empezó a circular el mensaje de
quesi las mujeres nos empoderábamos podríamos cambiar el mundo, en
especial, que podríamos convencer a los hombres de transformarlas in-
justas y desiguales relaciones en que todes estamos inmerses. Pronto, la
problematización crítica que varias feministas hicieron al término lo resituó
dentro dela tendencia empresarial / liberal del feminismo.'” Lascríticas se
centraron en si es posible que todas las mujeres (incluyendoa las indíge-
nas, las campesinas, las viejas, las que tienen una discapacidad, etcétera)
se “empoderen”o si para lograr tal “empoderamiento” se debe trabajar
para una emancipación colectiva. Las conferencias de corte empresarial
hablaban de empoderamiento de las mujeres para referirse a la promo-
ción de éstas en altos puestos de trabajo asalariado, de representación po-
lítica y de gestión pública y, sobre todo, como las nuevas consumidoras.
Obvio que tal empoderamiento político y económico de algunas mujeres
no llega a la inmensa mayoría que sigue inmersa en desigualdades sus-
tanciales, asociadas a su clase, sus orígenes étnicos y demás características
sociales. Y, aun en el caso de las privilegiadas que supuestamente estaban
“empoderadas”, muy pocas lograron emanciparse del mandato cultural
de la feminidad. Sí, de lo que incluso esas mujeres privilegiadas no se han
emancipado aún es de las prescripciones culturales que han internaliza-
do: ser buenas, obedientes, recatadas y hacerse cargo, “por amor”, del cui-
dado de los demás.
Mientras que en el Tercer Mundoel término empoderamiento se uti-
lizó por los grupos feministas para fortalecer a las mujeres que enfrenta-
ban distintas formas de opresión machista, en el Primer Mundo adquirió
una connotación negativa para ciertos sectores críticos del feminismo,
como algunos de izquierda, que lo analizaron desde lo que ahora se de-
nominan tecnologías del yo, siguiendo a Foucault.'* Las tecnologías del yo o
técnicas de sí mismo son mecanismos que permiten a los sujetos hacer, con
sus propios medios o con ayuda de otras personas, un cierto número de
operaciones sobre sus cuerpos y pensamientos, conducta y formasde ser,

31
DOLOR Y POLÍTICA

para transformarse mientras buscan lograr un estado de felicidad o sabi-


duría. Y comoseñala la teórica feminista Teresa de Lauretis (1987), tam-
bién haytecnologías de género. Tenemos pues que, así como antes la cultura
mediática fue instrumental en inculcar aspiraciones respecto a una femi-
nidad tradicional, ahora promueve una especie de feminismo light en esa
formación discursiva contemporánea, a la que Gill y Orgad nombran con-
fidence culture. Ésta implica:

una reformulación del yo, y funciona como una tecnología de género


para producir un nuevotipo de sujeto: una mujer responsable de sí mis-
ma volcada hacia dentro de sí misma, que con trabajo personal y autogo-
bierno, mejora y fortalece su seguridad y su ambición (2017:27).

Desde el poder cultural de los medios masivos de comunicación apare-


cen anuncios comerciales en la televisión y en revistas femeninas llaman-
do a las mujeres a que tengan confianza en sí mismas, con mensajes de
“empoderamiento”del tipo: “Sólo tú te puedes ayudar a ti misma” o “La
seguridad en ti misma es sexy”. Imágenes muy sexualizadas de mujeres
emprendedoras transmiten la idea de que es posible ser sujeto y objeto
de deseo. Estas imágenes, clasistas y racistas en su mayoría, ofrecen un
mismo mensaje para todas las mujeres, sin distinguir diferencias ysin te-
ner la menorinterseccionalidad. Un eje principal de los mensajeses: la
inseguridad femenina es aborrecible y la asertividad es sexy. Esto es par-
te de esos procesossociales que generan una reformulación casi terapéu-
tica de los malestares individuales mediante lo que Nikolas Rose (1998,
1999) califica como “el gobierno del alma” y “el modelamiento del yo”.
En esta tendencia se inscribe la confidence culture, que se ha desplegado
desde principios del siglo XXI, y que habla muy poco delas desigualdades
estructurales, o de cómoel poderpatriarcal se ha inscrito en la subjetivi-
dad de las mujeres mediante exigencias respecto al cuerpo, fomentadas
porla industria de la belleza y la moda. Cuando desde esta perspectiva se
reconocen algunos agravios y daños que viven las mujeres se enfatiza que
su solución depende de ella mismas, pero “no de una acción colectiva
sino de un programaintensivo de reprogramación cognitiva, conductual,

32
PENSAR LA ÉPOCA

corporal, neurolingúística, que logrará sacar a la luz un Yo nuevoy seguro


de sí mismo” (Gill y Orgad 2017).
La intensificación y extensión de las formas de supervisión y vigi-
lancia que monitorean y disciplinan los cuerpos femeninos es muy evi-
dente en síntomas comola anorexia y la bulimia. Hace varios años, en
2003, el jugo gástrico de los vómitos por bulimia de las alumnas en la Uni-
versidad Iberoamericana dañólas cañerías de acero galvanizado en uno
de los baños de mujeres.** El artista visual Yoshua Okón recuperó algunos
tubos dañados para hacer una obra de denuncia de los estándares de be-
leza que exponen a cientos de jóvenes a graves desórdenes alimenticios
comola anorexiay la bulimia. No hay que pensar que este tipo de enfer-
medades son privativas de unaclase social ni hay que despreciar el sufri-
miento de quieneslas padecen.”
La exigencia cultural que viven las mujeres en relación con su apa-
riencia corporal ha sido tema de interés de varias autoras feministas que
investigan los procesos de imposición y normalización del imperativo cul-
tural occidental de belleza, que enaltece la delgadez y repudia la gordura.”
Un aspecto del poder que tiene dicho imperativo se deriva, en gran me-
dida, de lo que Bourdieu (2000) califica de violencia simbólica, o sea,la
manera en que las personas internalizan los mandatos culturales al pun-
to de creer que ellas mismasestán eligiendo la vigilancia sobre su aspecto
y el disciplinamiento del cuerpo. En ese mismo sentido va la propuesta
del “makeover”.* Esta operación de conseguir un nuevo aspecto también
implica una reformulación valorativa de la propia subjetividad. En Mé-
xico, Martha Debayle, quien encarna de forma paradigmática esa figura
postfeminista y segura de sí misma, ha asumido la propuesta del makeover,
y realiza en su programa de radio un concurso para elegir a la persona
“afortunada” que va a tener su cambio total de apariencia, con cirugía es-
tética incluida. Las mujeres que no tuvieronla “fortuna” de ganar,si quie-
ren lograr esa imagen deberán pagar altas sumas para conseguir acercarse
al modeloracista y clasista.

33
DOLOR Y POLÍTICA

El feminismo antisistema

Mientras las llamadas feministas neoliberales buscan cómo realizar ajustes,


incluso en su apariencia física y su conducta, que les permitan un avan-
ce individual (Fraser 2013; Rottenberg 2018), la mayoría de las feministas
latinoamericanascuestionan esos elementos clave del modelo hegemóni-
co. Ésta es una característica de los nuevos feminismos en América Lati-
na, atravesados la mayoría de ellos por un impulso antisistema, que ven a
esas otras feministas como cómplices del capitalismo. Las reflexionesfe-
ministas latinoamericanas abordan los efectos del neoliberalismo en el
continente, y en especial suelen enfocar su análisis en el racismo y en
la vigencia del modelo colonial en las subjetividades, al mismo tiempo
que difundenlas reivindicaciones de poblaciones indígenas, afrodescen-
dientes y marginadas. Sin embargo, también en nuestra región circula esa
Y
>

poderosa difusión cultural y mercantilizada del término feminismo, y coin-


cide conel estallido de las movilizaciones de jóvenes anticapitalistas, anti-
rracistas y antipatriarcales. Aunque el carácter de las luchas feministas en
América Latina es distinto de las que se desarrollan en el Primer Mundo,
también aquí hay grupos de mujeres, especialmente jóvenes, que compar-
ten la cultura de la confidence.
¿Hasta dónde un giro local de la confidence culture es precisamente
la asertividad que se ve en las nuevas movilizaciones feministas, que inclu-
so raya en temeridad? Lucía Alvarez Enríquez cataloga las movilizaciones
de mujeres en México que han ido ¿n crescendo como “un movimiento álgi-
do y novedoso, que en muchos sentidos puede catalogarse como de 'nue-
vo tipo”” (2020:149). Esta socióloga mexicana señala que el movimiento
tiene: “un lenguaje muy *propio”, directo y confrontativo” (2020:149) y
también plantea que

la irrupción y/o expansión del movimiento feminista en México en el


2019 es claramente un fenómeno “diferente” que poco se parece a la tra-
dición que conocemos en nuestro país bajo ese nombre —movimientofe-
minista. Con esto quiero decir que es un proceso de acción colectiva que
ha emergido, se ha mostrado yse ha sostenido a través de modalidades

34
PENSAR LA ÉPOCA

que no habían sido las usuales en el movimiento feminista desarrollado


en México durante las cinco décadas anteriores, desde los años 70 cuan-
do se generaronlas primeras manifestaciones en tornoa la problemática
de género (2020:156).

También para Alvarez Enríquez ha sido la violencia contra las mujeres lo


central en las protestas,y ella señala que el movimiento:

Se ha caracterizado desde el inicio por fuertes exabruptos y explosiones


de rabia contra los hombres, las instituciones, los medios y las complici-
dadessilenciosas; de aquí también los mecanismosradicales y disruptivos
que las protagonistas han implementado; el tono de exigencias sin corta-
pisas, la intolerancia, desesperación y hartazgo ante la falta de respuesta
de las instituciones y el uso incluso de la violencia como medio para sa-
cudir y llamar la atención (2020:158)

Desde hace varias décadas, las manifestaciones públicas en contra de la


violencia hacia las mujeres han estado vinculadas a la fecha emblemática
del 25 de noviembre (Día de Luchacontra la Violencia hacia las Mujeres).*
A partir de 2015 se nota un cambio, pues las tecnologías de la informa-
ción y la comunicación (TIC) convocan y acompañanlas protestas, y posi-
bilitan que la movilización no se dé únicamente en las calles, sino que
también se manifieste virtualmente. Las TIC han sido una herramienta re-
novadora del feminismo:lo que se exige en un lugar llega casi simultánea-
mente hasta otros países, e incluso a los confines del mundo. Plataformas
como Facebook y Twitter han facilitado las convocatorias extendiendo cam-
pañas de denuncia impulsadas por mujeresjóvenes, como +MiPrimerAco-
so, +NoTeDaVergúenza, +NoTeCalles, +NiUnaMenos, *MujeresEnHuelga,
ttNosotrasParamosy finalmente, los variados +Me'Too. Eso ocurrió con la
convocatoria a la megamarcha en Argentina en junio de 2015 que, conel
lema Ni una más, movilizó a cientos de miles (Accossatto y Sendra 2018;
Pisettta 2019). Esa frase ya había sido usada antes, supuestamente desde
1995 en relación con los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, y la mo-
vilización en Argentina la viralizó en todo el continente. Evidentemente

35
|

DOLOR Y POLÍTICA

hay una relación intrínseca entre el medio, el instrumento y el contenido


de los mensajes convocantes, que luego inciden en las modalidades deor-
ganización resultante, y ése es un temaa investigar más.
En México, desde hace tiempo la conmemoración del Día Inter-
nacional de la Mujer había conservando su matiz laboral, y en las tradi-
cionales marchas del 8 de marzo los contingentes de sindicatos y partidos
ocupaban un amplio espacio, incluso en la descubierta (la primera línea
de una marcha). Pero en 2016fue diferente. El 8 de marzo, en la Ciudad
de México, el Ángel de la Independencia se llenó de jóvenes vestidas de
morado para marchar hasta el Zócalo, Esa vez, además de las consignas
que aludían a cuestiones laborales (¡Basta ya, basta ya, de violencia laboral!
¡Mujeres contrael despido, contra el charrismosindical, mujeres organizadas lu-
chando contra la patronal!), aparecieron jóvenes que bailaban y coreaban
consignas feministas contra la violencia machista, comoSe va a caer, se va
a caer, el patriarcado se va a caer. Mes y medio después, el domingo 24 de
abril de 2016, se llevó a cabo la Movilización Nacional contralas Violen-
cias Machistas en más de cuarenta ciudades de México. Ésta fue la mayor
marcha hasta ese momento, ni siquiera las movilizaciones tradicionales,
que conmemoran fechas emblemáticas (8 de marzo, 28 de septiembre y
25 de noviembre), fueron tan nutridas y combativas como ésa, Yo quisie-
ra creer que la fecha también conmemoraba que se cumplían nueve años
desde que la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal aprobó
las reformas parala interrupción legal del embarazo en la Ciudad de Mé-
xico, peroesa coincidencia no fue tema de debate.** El llamado se planteó
principalmente comouna movilización en contrade la violencia. El even-
to, al que se nombróla Primavera Violeta, surgió de “colectivas” indepen-
dientes que la convocaron gritando ¡Vivas nos queremos! En conferencia de
prensa Minerva Valenzuela, Cynthia Híjar, Mar Cruz y Lulú Barrera, todas
ellas activistas feministas, enfatizaron que el movimiento era apartidista y
autónomo:

Saldremos a defenderla alegría, el habitar espacios públicos que es un


derecho que nos hasido despojado conla cotidianidad violenta, desde
lo más microhasta lo político.
PENSAR LA ÉPOCA

La convocatoria especificó que toda persona podría asistir a título perso-


nal, o de colectivos feministas, pero que no se aceptaría la representación
de partidos políticos. La marchasalió de Ecatepec, en el Estado de México,
una de las entidades con mayor número de feminicidios del país, y reunió
en la Columnadela Independencia a miles de mujeres indignadas y espe-
ranzadas que expresaron su repudio y su hartazgo ante la violencia machis-
ta. Participaron mujeresdedistintos estratos sociales, variadas ocupaciones
y diferentes edades, algunas que se autonombran feministas anarquistas
junto con jovencitas de secundaria y prepa, y una gran cantidad portaba
el pañuelo verde que simboliza la lucha por la legalización del aborto.
También cientos de hombres las acompañaron en su protesta, algunos
ubicados en un segundo plano, respetando el protagonismo de quienes
pensaron y organizaron esta movilización, otros contemplándola, descon-
certados o también agresivos. Hubo un Pronunciamiento” en el cual se
reflejaban la amplitud y diversidad de quienes protestaban:

Hoy mujeres obreras, campesinas, indígenas, mestizas, estudiantas, mili-


tantes, maestras, activistas, trabajadoras sexuales y trabajadoras del hogar,
artistas, cocineras, lesbianas, bisexuales, heterosexuales, mujeres trans,
disidentas sexogenéricas, mujeres de todas las corporalidades, mujeres
con discapacidades, mujeres de todas las clases, profesionistas, analfabe-
tas, encarceladas, guerrilleras, presas políticas, parteras, chamanas, mu-
jeres en situación de calle..., tenemos un propósito común: manifestar
nuestro absoluto hartazgo, nuestra rabia acumulada en contra de la vio-
lencia estructural, cultural e institucional que crecientemente provoca
cifras alarmantes de feminicidios, el extremo más grave de estas violen-
cias, que convierten las desapariciones forzadas y asesinatos de mujeres
en manifestaciones brutales de odio y amarillismo.

Desde algunas de las lecturas posibles a este manifiesto me resulta valio-


sa la conexión /confrontación que allí se menciona entre lo macrosocial
(Estado) y lo que se considera micro (colectivas, grupos, subjetividades).
También se puede leer como un llamado a la unidad en la diversidad,
que hace un análisis que amerita difundirse y discutirse. Al denunciarlas
DOLOR Y POLÍTICA

lo hacen
variadas formas de violencia y al exigir al Estado hacerse cargo,
: ; ñ 1e:
detallando cada horror que viven, en especial señalan q

y agresiones sexuales en la calle y


La violencia es cotidiana en los acosos
sy
los transportes públicos, a pesar de me didas fallidas como los vagone
espacios para mujeres.

Ellas formularon una crítica directa al Gobiernodela Ciudad de México:

La Ciudad de México, contra lo que pueda pensarse O quieren hacernos


creer sus autoridades, es un espacio geográfico, socioeconómico,cultu-
ral, administrativo y político donde las violencias machistas las vivimos
diariamente las diversas mujeres que allí habitamos, o que transitamos
porsuscalles y espacios públicos, usamossus transportesy asistimos a sus
instituciones de salud, educación o a sus centros laborales.

Su protesta acerca del acoso en la calle condujo a la campaña +NoEsDe-


Hombres,** dirigida a prevenir y reducir “el acoso sexual y otras formas de
violencia sexual en el transporte público de la Ciudad de México”. Dela
manifestación, en abril de 2016, al lanzamiento de la campaña, en marzo
de 2017, pasó casi un año en el diseño de la campaña,y no es casualidad
que quienes concertaron sus energías para hacerla y lanzarla fueran fun-
cionarias feministas (la directora del Instituto de la Mujer de la Ciudad
de México, Teresa Incháustegui, con el apoyo de la secretaria de Gobier-
no de la Ciudad de México, Patricia Mercado,y la representante de ONU
Mujeres en México, Ana Gúezmes). En el lanzamiento de la campaña es-
tuvieron, además de las tres autoridades feministas, figuras públicas mas-
culinas, como actores, el director técnico del equipo de futbol Pumasy
la activista Tamara de Anda, también conocida como Plaqueta. Ella es la
joven que protagonizó, unos días antes de la campaña quese lanzó el 21
de marzo, un incidente con un chofer quela llamó “guapa”y al que ella
denunció por acoso.”
En el Pronunciamiento de la Primavera Violeta (2016) se expre-
saron el dolory la rabia de miles de mujeres. Y no es de sorprender que

38
PENSAR LA ÉPOCA

en noviembre de ese mismo año ocurriera un fuerte paro feminista en


la UNAM, con estudiantes que tomaronlas instalaciones rumboa la orga-
nización y participación de la marcha por el Día Internacional de la Eli-
minación de la Violencia contra la Mujer. Se retomaron consignas de la
Primavera Violeta, se hizo un tendedero de denuncias anónimas, hubo
asambleas feministas y circuló la consigna “Si tocan a una, respondemos
todas”.

Las marchas,las protestas y las huelgas

El 8 de marzo de 2017 las feministas en México se volvieron a sumaral


Paro Mundial que se llevó a cabo en cincuenta y cinco países alrededor
del mundo. La feminista argentina Verónica Gago señala que: “Con la
huelga, nos hacemos cargo de un mapa global que no nos queda para
nadalejos ni ajeno y que consiste en politizar las violencias contra las mujeres”
(2018:11). En México la convocatoria fue no ir a trabajar, pero sí salir a
protestar. Así, mientras miles de mujeres pararon sus actividades y no asis-
tieron a sus trabajos asalariados, muchas otras salieron en la tarde a ma-
nifestarse. Activistas feministas, trabajadoras sindicalizadas, académicas y
estudiantes universitarias, artistas, militantes de partidos y jefas de hogar,
junto con madres de personas desaparecidas, marcharon con pancartas
que, además de denunciar múltiples afrentas, reivindicaban el derecho a
decidir, los derechoslaborales ysalarios igualitarios. La marcha concluyó
enfrente del Hemiciclo a Juárez, donde las madres de víctimas de femini-
cidio gritaron: “¡Ya basta de tanta asesinada!”.
En mayo de 2017 el caso de Lesvy Berlín Osorio, una estudiante
que apareció estrangulada con el cable de una caseta de teléfono en Ciu-
dad Universitaria, desató una fuerte movilización feminista luego de la
declaración de la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México de que
se trataba de un suicidio. El caso de Lesvy se complicó, pues en la graba-
ción del video faltaban los segundos correspondientesal estrangulamien-
to, y se interpretó que habían sido eliminados deliberadamente, ya que
el novio acusado era hijo de un integrante del sindicato de la UNAM. Las

39
DOLOR Y POLÍTICA

estudiantes crearonel hashtagHtSiMeMatanyel caso de Lesvy se volvió una


de sus banderas de lucha, conel ya citado lema *Si tocan a una, respon-
demos todas”. Dos años después, la condena de cuarenta y cinco añosal
novio amainó las protestas, pero la figura de Lesvy sigue presente en las
luchas hasta la fecha y su madre se ha convertido en una activista contra
los feminicidios: recorre universidades hablando del caso de su hija, par
ticipa en las manifestaciones y ha desarrollado vínculospolíticos con algu-
nas de las feministas de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.
En octubre de 2017 explotó en Hollywood el movimiento ++MeToo
en redes sociales, y como reguero de pólvora estallaron también denun-
cias en muchospaíses. Así, el problema del acoso sexual, que se visibilizó
mundialmente, junto con la huelga mundial de mujeres, convirtió al año
2018 en “el momento de inflexión de la Cuarta Ola” (Varela 2019:144).
En México, el 8 de marzo de 2018 se repitió el Paro Mundial en varias ciu-
dades, y en la Ciudad de México la marcha llegó hasta Palacio Nacional,
con consignas que mezclaban tres temas: violencia, aborto y desigualdad
laboral. La manifestación tuvo un carácter lúdico, e incluso hubo niñas
con rostros pintados, cargando sus mochilas de la escuela, jóvenes con los
senosal aire y varias encapuchadas vestidas de negro que, con aerosoles,
iban pintando consignas como “Verga violadora, ¡a la licuadora!”. Días
después, las estudiantes organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras
(rryL) llamaban a la Primera Asamblea Interuniversitaria de Mujeres en
la UNAMdebido a “el acoso y la violencia sexual que se viven dentro y
fuera de la máxima casa de estudios”. Esta asamblea se llevó a cabo el 22
de marzo de 2018 enel auditorio Ho Chi Minh dela Facultad de Econo-
mía. El medio digital Terceravía.mx registró cinco características de la
Asamblea Interuniversitaria de Mujeres: 1) es separatista; 2) es apartidis-
ta; 3) busca promover la creación y consolidación de una red de mujeres
para combatir el machismo; 4) busca hacer grupos de acompañamiento;
5) plantea que hay que encapucharse para protegerla identidad yevitar
futuras represalias. La mamá de Lesvyse presentó en la asamblea en don-
de agradeció el apoyo que le han dadolas universitarias. El 3 de mayo,
en el aniversario luctuoso de Lesvy, las estudiantes y algunas maestras de
la Facultad de Filosofía y Letras (MOFFYL) organizaron una “marcha inter

40
PENSAR LA ÉPOCA

na” en la UNAM. El cartel, con la foto de Lesvy, dice: “Lesvy no ha muerto,


Lesvy somos todas”. A lo largo de 2018, distintos conflictos llevaron en
diferentes universidades públicas y privadas a protestas en “tendederos”
con denuncias de acoso por maestros y compañeros, y en general contra
la violencia hacia las mujeres. La comunidad estudiantil de la máxima
casa de estudios se dividió con el tema de hacer un paro, pues un amplio
sector propugnó realizar un “paro activo”, que les permitiera seguir es-
tudiando.
El 8 de marzo de 2019 la consigna fue “paramos, marchamos y nos
organizamos”, y el orden de enunciación fue ya una toma de posición polí-
tica con una lógica en acto. Aunqueel llamado fue a hacer huelga de traba-
jo, cuidado y consumo,el +'VivasNosQueremossiguió presente en primera
línea. Las organizadoras establecieron el orden de los contingentes: en la
descubierta, dos compañeras por cada organización convocante del 8M;
luego familiares de víctimas, de feminicidios o desaparecidas; después
mujeres, colectivas feministas y al final organizacionessindicales seguidas
de organizaciones populares para cerrar con organizacionespolíticas. Se
marchó para exigir un alto a la violencia y la desigualdad, dandoel lugar
prioritario a familiares de víctimas; y como había un nuevo gobierno, tam-
bién se protestó por las decisiones de AMLO respecto a la Guardia Nacio-
nal, y porel cierre de los refugios para mujeresy las estancias infantiles. La
marcha mostró que el movimiento feminista no es una masa homogénea
sino que hay grupos e ideas diversas, lo que exige renunciara la tentación
de una representación unívoca.
Semanas después, a finales de marzo de 2019, en Méxicoestallarían
varios ttMeToolocales contra escritores, músicos, académicos, periodistas,
etcétera. Si bien era sabido que en México existen variadas formas de abu-
so y acoso sexual en espacios domésticos y públicos, en ambientes labora-
les? y estudiantiles, y que hay una gran impunidad ante ellos, los 424,867
tuits escritos entre el 21 de marzoy el 4 de abril por 230,578 personas(casi
en su totalidad mujeres)? pusieron en evidencia la trascendencia que tie-
ne ese problema en nuestro país. Las denuncias ofrecieron un panorama
desolador: desde violaciones hasta manoseos, desde amenazas de despido
hasta condicionamiento de la permanencia en el trabajo a cambio de

41
DOLOR Y POLÍTICA

hacían referencia al
“favores sexuales”. Dejan do de lado algunos tuits que
adulterio, al desamor o a la indiferencia de la pareja, las denu
ncias de los
tiMeToo mexicanos fueron un potente indicadordel sufr
imiento, la in-
dignación yel hartazgo de muchísimas mujeres pur los episodios de hos-
tigamientolaboral, abuso, agresión, incluso violación, que han padecido,
Además, junto a la rabia por los abusos de poder llevados a cabo parjefes,
y porlas insinuaciones groseras y los toqueteos de colegas, también fue
notorio el miedo a perderel empleo. Y para muchas denunciantes sus pa-
labras tuvieron un costo personal, pues hubo represalias tanto en el plano
individual como enel social: desde el hostigamiento mediático hasta ame-
nazas telefónicas, además del quiebre de algunas amistades.
Aunque en México hay un consenso social velado acerca de que es
verdad que existen esos horrores, el activismo de las denunciantes exhibió
la magnitud y gravedad de lo que ha estado ocurriendo, y eso que quienes
se expresaron pertenecen básicamente a un sector urbano de clase media:
faltarían todavía t+MeToo de obreras, campesinas e indígenas. Este sesgo
de clase ha sido una de las mayorescríticas que han recibido los +MeToo a
nivel mundial. Las denunciantes suelen ser mujeres de clase media urba-
na, con una presencia mediática mayor de mujeres blancas y famosas. Las
denuncias mexicanas se insertaron en el amplio reclamo contrala violen-
cia hacia las mujeres, pero también se consideraron “acoso” expresiones
sexualizadas, como miradas de deseo o palabras de admiración que pue-
den incomodar a quien las recibe, pero que no necesariamente implican
violencia, ofensa o agravio. Hay, pues, una resignificación semántica, en la
que el términoacosoes utilizado para nombrar actos machistas. El rechazo
de muchas mujeres a expresiones sexualizadas que no son necesariamen-
te dañinas, pero a las que se les otorga una connotación negativa (como
los “piropos”), obliga a revisar cómo llegamos a pensar lo que hoypen-
samos, no sólo del acoso, sino más ampliamente acerca de las relaciones
de coqueteo, cortejo y seducción entre mujeres y hombres.” Aclaro que
lo que estoy relatando tiene que ver con mujeres que habitan
en grandes
ciudades; aunque hay feministas que acompañanlas luchas de las mujer
es
de medios suburbanos y rurales, la información
acerc a de lo que les ocu-
rre a ellas no trasciende igual.

42
PENSAR LA ÉPOCA

Analizar procesosculturales no significajustificarlos. Es unejercicio


intelectual que nosfacilita encontrar las herramientas y las vías para cam-
biar lo que noshiere, y no solamente reprobarlo. Entretejidas en la cultu-
ra están creencias y prácticas que, aunquese vivan hoy como impropias,
no son del mismo orden que ciertos comportamientos agresivos. Esto es
lo que planteó el grupo de francesas que en enero de 2018 cuestionóal-
gunas de las denuncias del +¿MeToo, y señaló que reconocerdiferencias y
matices lleva a ejercer formas de discrepancia tolerante en lugar de bus-
car castigos tajantes, que fortalecen al punitivismo o la censura.” Si bien
hay que frenar todo comportamiento reprobable, ¿será posible desentra-
ñar los deslizamientos de sentido que están surgiendo en torno al acoso
y que amenazan con distorsionar las denuncias? Existen innumerables
ejemplos de cómo en el capitalismo se manipulan y distorsionan ideas
que luego se utilizan con otros objetivos. Eso nos compromete a ser cui-
dadosas en la distinción de términos. Habría que preguntarnos a quién
le sirve la fusión conceptual que revuelve y condensa en el término acoso,
actos e intenciones, tocamientos y miradas, agresiones y torpezas. ¿A qué
proyecto político le sirven las reacciones desmedidas ante conductas que
no son estrictamente abusivas ni acosadoras, aunque sean molestas? ¿No
será que los conflictos que indudablemente padecen las mujeres son utili-
zados por los gruposde derecha para fortalecer una visión conservadora y
puritana? Las mujeres que protestan no son puritanas, pero una perspec-
tiva muy frecuente con la cual se pretende combatir esas expresiones sí lo
es. Foucault resumió el triple decreto del puritanismo moderno respecto
al sexo en “prohibición, inexistencia y mutismo” (1991:11). Este purita-
nismo se debe a resabios de la doble moral sexual,* que hace que ciertas
alusiones sexualizadas se vivan o se interpreten como “ofensivas” o como
“proposiciones indecorosas”.

La diamantina y los destrozos

La sensación de riesgo que muchasjóvenesviven cotidianamente cuando


andan enla calle explotó en agosto de 2019 con la denuncia de violación

43
DOLOR Y POLÍTICA ts A

1a jovencita que Yegresaba 2h qe” de


por parte de cuatro policías a ul a de la denuncia desató una manifes-
madrugada. La filtración a la prens
jóvenes el viernes 16 de
tación de proporciones mayores. La fiwia de las
inédita y, hasta cierto punto,lú-
agosto de 2019 inauguró una reacción
vo rosa de diamantina (glitter).
dica: le esparcieron al jefe de policía pol de vidrio en la ofici
Además, las jóvenes activistas rompieron una puerta de vi 2:18 QUOR
na de la policía e hicieron otros destrozos en la calle. Fue a partir de esa
acción, muy publicitada, que los medios empezaron a hablar de la exis-
tencia de las feministas “anarcas”, no en el sentido del AROuiadO de una
figura como Emma Goldman, sino más vinculadasal Íenómeno del“anar
quismo insurreccional” que analiza Carlos lllades como “la irrupción de
jóvenes encapuchados, vestidos de negro, que rayan las paredes, utilizan
sopletes y destruyen los símbolos del capital global y del Estado” (2019).
Las figuras políticas e intelectuales que se expresan en los medios de co-
municación se manifestaron en dos sentidos: por un lado, en apoyo a
las jóvenes manifestantes y, por otro, repudiando lo que se calificó como
“vandalismo”.* Al comparar las reacciones ante lo ocurrido el viernes 16
de agosto con la desatención o falta de interés que hubo respecto a las an-
teriores movilizaciones, da la impresión de que se “requieren” esos “actos
vandálicos” para que los medios de comunicación, y los editorialistas e in-
telectuales, no ignoren las protestas. Eso lo precisó también una joven en-
trevistada por Elena Poniatowska (2020), que dijo: “Si no somosviolentas,
nadie nos hace caso”. En efecto, a partir de la marcha de la diamantina y
los destrozos varios analistas políticos que no se habían interesado antes
por el tema empezaron a hacerlo. Hubo muchos editoriales en la pren-
sa nacional, y la concatenación de otras protestas mantuvo el temaenel
debate público. Unareflexión de corte académico la hizo la teórica polí
tica Amneris Chaparro (2020a y b), que interpreta que la marcha del 16
de agosto representa también una “ruptura epistemológica” pues: “es una
apertura para darle significado y resignificar el lugar que tienen las per
sonas en condiciones de subordinación”. Ella señala que
dicha ruptura
tiene varios aspectos, entre los que incluye “desafiar formas de feminidad
pEoph
tradicional y la aprop iación de las mujeres del es pacio públic
o mediante
intervenciones simbólicas y/o violentas”

44
PENSAR LA ÉPOCA

En el reclamo que se ha dado en distintas partes del país en rela-


ción conla violencia sexual y el acoso, un sector social fundamental en
las denuncias han sido las universitarias.* Ellas cuestionan el nexo entre
lo que se califica de “vandalismo” y sus condiciones de vida, y encuen-
tran una contradicción social muygrande entre el discurso oficial de las
autoridades universitarias y la desigualdady violencia cotidiana que pa-
decen. Aunquelas protestas se han dado en instituciones públicas y pri-
vadas de todo el país, tengo más información de lo que ha pasadoen la
UNAM por ser mi lugar de trabajo. En la unam el feminismo se ha con-
vertido en un tema importante,y la Revista de la Universidad de México, en
su número 854 correspondiente a noviembre de 2019, estuvo totalmente
dedicada a los feminismos. La imagen de la portada es obra de Sonia Pu-
lido, titulada Las poderosas, y consiste en seis figuras de mujeres, paradas
con los brazos en jarras, en una actitud contestataria y desafiante. Con la
aparición de ese número tan atractivo se inició un mes cargado de tensio-
nes. En distintas Facultades y Escuelas las universitarias se organizaron
en protesta por el acoso de maestros y compañeros, y una de las acciones
más significativas y visibles fue la que surgió en la Facultad de Filosofía y
Letras. Luegodecasi tres años de debatir en asambleas autoconvocadas
y de realizar paros, el 4 de noviembre de 2019 el colectivo Mujeres Or-
ganizadas de la Facultad de Filosofía y Letras (MOFFYL) tomó las instala-
ciones de esa facultad. Cintia Martínez, profesora de la rryL, declaró en
entrevista que las Mujeres Organizadas de la FFyL tuvieron la necesidad
de subir el tono del movimiento porque no eran escuchadas (San Martín
2020). Además de las denuncias sobre acoso, dos cuestiones escalaron el
conflicto con las autoridades y lo llevaron hasta el paro: la negativa del
director Jorge Linares a atender a los familiares de la alumna Mariela Va-
nessa Díaz Valverde, desaparecida desde el 27 de abril de 2018, yla or-
den de borrar uno de los murales elaborados en los paros anteriores, que
representaba a la Victoria alada (también llamada Angel de la Indepen-
dencia) y a Atenea (queesla figura en el escudo de la FFyL) portando el
pañuelo verde de la legalización del aborto y besándose. Borrar ese mu-
ral fue considerado un acto de lesbofobia. Mediante el paro de labores
—y de clases—, el colectivo MOFFYL exigía la reapertura de algunos casos

45
DOLOR Y POLÍTICA

ió n fu e in sa ti sf
; ac to ri
ds a para las víE cti.
de violencia de género cuya res oluc :
A a
a establecer una Comisión Tripartita y una aUnidad
dificaci
mas. Además proponí
S : ificaci
de Atención a la Violencia de Género, junto Con una mo ón de la
iva de genero
gén y fe-
currícula para que se incorporen talleres con perspectiva
Ele * studio p para todaslas ];.]
minismos, y cursos de género en los planes de e
cenciaturas.
to
A cuatro días de iniciado el paro, el 8 de noviembre fue reelec
Enrique Graue porla Junta de Gobierno de la UNAM para Un segundo pe-
riodo como rector. El 14 de noviembre un grupo de estudiantes marchó
pacíficamente para exigir medidas contra el acoso, y cuando ya habían
terminado su movilización, aparecieron grupos de encapuchados que
atentaron contra las instalaciones universitarias, destruyeron vidrieras,
vulneraron el emblemático mural de Siqueiros (Patrimonio de la Huma-
nidad), saquearon y destrozaron la librería Henrique González Casano-
va, robaron pertenencias de los trabajadores y amenazaron al rector de
la Universidad (Gaceta 5098). Se dijo que los encapuchados eran provoca-
dores, pero ¿pagados a cuenta de quién? ¿A quién beneficiaron y a quién
perjudicaron? Más bien parecían integrantes del “bloque negro” que ocu-
pa el Auditorio Justo Sierra/Che Guevara de la Facultad de Filosofía y
Letras.” A esas situaciones de violencia colectiva, donde no se visualiza
lo que está encubierto, pues hay una mezcla de intereses que producen
una confusión que dificulta comprender quién es quién y qué motivoslos
mueve, Javier Auyero (2002) las llama la zona grisun espacio que se pro-
duce en eventos de violencia colectiva, donde interactúan diversos actores
sociales que tienen también intereses diversos.
Los miembros de la comunidad universitaria, las directoras y di-
rectores de las entidades académicas, publicaron el 17 de noviembre un
mensaje titulado “Defender la UNAM”, y dos días después el rector Graue,
en el discurso de su toma de posesión el 19 de noviembre, abordó de ma-
nera directa el tema de la violencia y el acoso;

Si hay algún tipo de violencia que no podemosaceptaresel quelas uni-


versitarias sean acosadas o violentadas en su integridad.
Con el Protoco-
lo para la Atención de Casos de Violencia de Géner
o hemos avanzado; la

46
PENSAR LA ÉPOCA

realidad se ha hecho visible y se han impuesto sanciones y expul


sado o
rescindido a agresores.
Pero para muchas deellas no ha sido suficiente.
Entiendo su indignación ante la vejación histórica de la que han
sido víctimas y que ya no están dispuestasa tolerar.
Necesitamos personal cada vez con más experiencia para atender
estos casos;
Un mayornúmero de unidades de denuncia yatención especializada;
Modificar las acciones que sean necesarias en el protocolo de
atención;
Actuar conforme a nuestra legislación y contratos colectivos y ace-
lerar tiempos de protección y respuesta.
En las semanas siguientes estaré enviando a la comisión de legisla-
ción universitaria, la propuesta para la creación de un órgano indepen-
diente de la administración central que:
Fortalezca el respeto a la diversidad;
Promueva mayor seguridad para ellas;
Implemente nuevas y mejores estrategias, y genere políticas de
equidad de género en toda la Universidad.
La igualdad debe ser una política transversal en nuestras acciones y
la UNAM debe ser ejemplo para toda la sociedad.
Las voces de todos los estudiantes deben ser escuchadas (Gaceta 21
noviembre 2019).

Lo siguiente fue dar a conocer el 28 de noviembre en la Gaceta las “Ac-


ciones contra la violencia de género”, entre las que está la creación de
un “tutorial sobre violencia de género” de ocho minutos, la instalación
de Unidades para la Atención de las Denuncias (UNAD) en las cinco fa-
cultades de Estudios Superiores, en las direcciones generales de la Es-
cuela Nacional Preparatoria y del Colegio de Ciencias y Humanidades, y
una másitinerante que dará atención en las Escuelas Nacionales de Estu-
dios Superiores de otros estados. También la unamhizo un llamado junto
con la Unesco y la Alianza Global de Medios y Género para que los me-
dios de comunicación ylas plataformas digitales firmaran un Pacto porla

47
DOLOR Y POLÍTICA

.Y
Eliminación de la Violencia contra las Mujeresylas Niñas (Gaceta 5101)
por-
aunquela portada de la Gaceta del 5 diciembre reprodujo la atractiva
tada FEMINIsMOSde la Revista de la Universidad que se presentaría en la Fe-
ria Internacional del Libro, junto con una entrevista a Guadalupe Nettel,
su directora, y un fragmento del artículo “Feminismos desde Abya Yala”,
de unade las feministas decoloniales más importantes, Francesca Garga-
llo (Gaceta 5103), de nada sirvieron esas señales de apertura al feminismo.
El año 2019 terminó con la Facultad de Filosofía y Letras en paro.
Sin duda la protesta estudiantil empezó a tener efectos. El 16 de
enero de 2020 la portada de la Gaceta anunciaba: “El protocolo da resulta-
dos. Todas y todos contra la violencia de género”y ponía los númerosen
relación con los alumnos suspendidos o expulsados (108);” los académi-
cos sancionados (159)* y los trabajadores (99).* Al buscar en las páginas
interiores más información, lo único que se encuentra es un breve artícu-
lo titulado “Hay diversas propuestas teóricas del movimiento feminista.
Concibe el poderdiferente al patriarcado”. Ninguna explicación acerca
de cuánto dura la suspensión o qué implica una amonestación. Luego ven-
dría otro gesto simbólico, éste de mayor peso: en la sesión del 12 de febre-
ro de 2020, el pleno del Consejo Universitario de la UNAMresolvió quela
violencia de género “es causa grave de responsabilidad” y modificó la es-
tructura del Tribunal Universitario para “garantizar la equidad de géne-
ro en su integración” (Gaceta 5117). Así se equiparó la violencia de género
como una falta especialmente grave a las que ya lo eran, como la hostili-
dad por razones de ideología o portar armas en los recintos universitarios
(Fuentes 2020). En relación con el aumento del número de vocales en la
composición del Tribunal, principal órgano disciplinario de la Universi-
dad, Diana Fuentes (2020), profesora de la FryL subraya que:

es importante señalar que se dejó intacto el inciso donde se estipula que


su Presidente será la persona de mayor antigúedad de entre los profeso-
res del Consejo Técnico de la Facultad de Derecho, es decir, su decano.
La propuesta alternativa, presentada por el Consejo Técnico de Filoso-
fía y Letras, contemplaba por su parte la posibilidad de reformulareste
apartado, de modo que ese cargo se ocupara por un miembrodela co-

48
PENSAR LA ÉPOCA

munidad sin que necesariamente perteneciera a la Facultad de Derecho,


así comola necesaria e 'aluación de la probidad de su trayectoria. Esta
propuesta, sin embargo, no se incluyó en la modificación aprobada.

Según esta profesora:

las reformas son un logro de las Mujeres Organizadas en la UNAM, quie-


nes, haciendo eco del descontento gestado desde hace unos años, han
puesto las condiciones para su transformación (Fuentes 2020).

Se avecinaba marzo, y dado que en 2020 el Día Internacional de la Mu-


jer era domingo,y no tendría sentido un “paro de labores”, las colectivas
feministas decidieron queel lunes9 sería la fecha para realizar la huelga
(el paro) mundial de mujeres. En la Gaceta del 24 de febrero la UNAMavi-
só que se sumaba a “Un día sin nosotras” y apoyaba a “todas las mujeres
universitarias que decidan no acudir a dar clases o a sus labores académi-
cas o administrativas, sin que ello se vea reflejado comoinasistencia o des-
cuentossalariales.” Concluía su mensaje señalando que la UNAMseguiría
“empeñada en realizar todas las acciones que contribuyan a combatir las
desigualdadesy la violencia de género, y a cambiarla cultura institucional
que las impulsa o las permite” (Gaceta 5119). Días después la unam creó
la Coordinación para la Igualdad de Género, con ocho acciones inmedia-
tas* (Gaceta 5120 del 2 de marzo).

La multitudinaria marcha de 2020

En paralelo,las feministas convocaron a manifestarse en contra de la vio-


lencia hacia las mujeres el domingo 8 de marzo. Hay dudas acerca de
quiénes plantearon tal alternativa, pues algunas organizacionesla reivin-
dican comoiniciativa propia, pero tal parece que inicialmente fue la co-
lectiva Las Brujas del Mar de Veracruz. “Haya sido como haya sido”, en la
manifestación del domingo se estableció que, al igual que en las últimas
marchas, en el primer contingente irían madres y familiares de mujeres

49
DOLOR Y POLÍTICA

despare cidas o asesinadas. Luego irían las mujerese con criaturas peque-
QUA
ñas o con alguna discapacidad, desp ués| as organizaciones feministas y
ch: ymultitudinaria, con
hasta atrás los grupos con hombres. Fue una mar
mujeres de todo tipo, edad yclase social, que salieron a demostrarsu so.
s
lidaridad conla lucha contrala violencia. Hubo pancartas rudimentaria
-
hechas a mano, y también pancartas muy bien impresas. Mujeres en cami
setas con diseño; algunas “aniformadas” con unos sombreros morados.A]
nesles grita-
principio, cuando unos chicos se acercaron a ver, unas jóve
ron: Hombres ¡afuera! e inmediatamente otras dijeron: Hombres¡atrás!, mar-
cándoles el lugar acordado. Cerca de donde yo estaba parada había un
muchacho con uncartel que decía: Por mi madre, por mis hermanas, por mi
novia. También vi dos o tres pancartas que decían: Feminismo no es contra
los hombres, es contra el machismo.
Hubo consignas nuevas, que me sorprendieron: $ nosotras somos
las nazis, ¿por qué somos las que morimos?, Nacer en una familia machista me
hizo feminista, Me prefiero violenta que muerta y Me vestí de pared para que aho-
ra sí te indignes si me pasa algo. Como era de esperarse, hubo protestas con-
tra el gobierno: El Estado opresor es un macho violador y también aludiendo
a AMLO: Sr. Presidente, disculpe las molestias, nos están matando. La mezcla
era alucinante: dolor, rabia, entusiasmo,alegría, indignación, curiosidad.
Grupos de jóvenes cantaban: Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven,
abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer. La ola violeta estuvo salpicada
de pañuelos verdes, incluso hubo un contingente de la Marea Verde: Que
no haya aborto legal, también es violencia patriarcal, Aborto sí, aborto no, eso lo
decido yo; Ni puta por coger, ni madre por deber, ni presa por abortar, ni muerta
por intentar,
Esta movilización se distinguió no sólo por el número enorme de
contingentes organizados, una verdadera ola violeta, sino que logró que
se escuchara lo que Jesús Silva-Herzog Márquez (2020) calificó “El es
truendodelas ausentes”. Las pancartas*! hechas a mano porlas mujeresre-
petían Ni una más. Ya no tenemos miedo. No estás sola. Una somos todas, pero
también había algunas desgarradoras, que recordaban con sus nombres

deestáMardelTambiénlt:, MarchonmisAs parma


yas para no marcharporellas,

50
PENSAR LA ÉPOCA

Nunca tendrán la comodidadde nuestro silencio y Me cuid


an mis amigas, no la
policia. Conel estallido lúdico, miles de jóvenes, mujeres y niñas, con los
tradicionales pañuelos morados y verdes, coreaban: El que no brinque, es
macho y Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América Lati-
na. El espectacular tono combativo se mezclaba con lo lúdico: Defender la
alegría y organizarla rabia. Había grupos de mujeres que nunca ante
s ha-
bían salido a protestar a las calles, y que miraban
azoradas a su alrededor.
Otros gruposllevaron su propia causa, desde el apoyo a los niños con cán-
cer hasta quienes lo hicieron para defender poder fumar mariguanasin
ser molestadas.*
Durante la larga marcha noté la presencia de grupos de jóvenes
vestidas de negro, encapuchadasy cargandoaerosoles y mazos. Parada en
la esquina de Bucareli y Avenida Juárez,vi a un grupodeestasjóvenes ac-
tuar en rapidísima y concertada acción. Primero pintaron con aerosoles
las cortinas metálicas de Banorte, para después rociar con gasolina unos
trapos y prenderles fuego. El espectáculo era, al mismo tiempo,fascinante
y amenazante. Yo estaba cerca, y a mi lado una mujer de unos sesenta
años, pobremente vestida, empezó a mascullar con coraje una especie de
letanía: “Que lo rompan todo, que lo quemen todo, que lo rompan todo,
que lo quemen todo” durante largos minutos. Su rabia me estremeció.
Más adelante otros grupos rompieron cristales e incluso atacaron a una
mujer policía. Su organizado accionar en pequeños grupos, veloces y bien
coordinados, provocó gritos de: “No violencia, no violencia” entre mu-
chas delas asistentes. Hubo manifestantes que a su vez respondían: “No es
violencia, es resistencia”. También algunas decían: “Fuimos todas”. ¿Qué
significa que esasjóvenes de negro que se asumen feministas, igual que lo
hacen las universitarias que han parado las clases en la UNAM, hayan elegi-
do acciones agresivas, muy simbólicas (como prender fuego frente las
puertas de un banco) para expresar su protesta? ¿La declaración de su an-
ticapitalismo y antipatriarcalismo requiere ser enfatizada con destrozos?
Aunque ha habido antecedentes de este tipo de acciones, todavía resultan
sorprendentes.
El lunes 9 de marzo se llevó a cabo el paro delabores, sin el impac-
to mediático que tuvo la marchadel día anterior. Sin embargo, al menos

51
DOLOR Y POLÍTICA

jo de las
en la Ciudad de México, quedóclara la contribución del traba
mujeres, pues muchos lugares tuvieron que suspender las actividades,
Como bien señaló Lucía Melgar, el +$M y H+9M fueron “un paso más por
la justicia y la igualdad” (2020:16). Cinco días después de la marcha,el
13 de marzo el gobierno empezaríaa alertar sobre el peligro de la covip
y a insistir en su recomendación “Quédense en casa”. La pandemia forzó
a las paristas de MOFFYL a terminar con la toma de las instalaciones de la
Facultad, y el 14 de abril levantaron el paro yse retiraron, por considerar
en riesgo su salud. Marisa Belausteguigoitia, profesora investigadora dela
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAMrelata:

Se fueron rumbo al Auditorio Che Guevara cantando “Somos malasy po-


demosser peoresyal que nole guste, sejode, sejode”, “Se va a caer”, “Ni
de la Iglesia ni del Estado ni del marido ni del patrón, mi cuerpo es mío
y sólo mío y sólo mía la decisión”. Enfundadas en negro, dejaban caer la
cortina que cubrió la entrada de la Facultad por cinco mesesydiez días.
Subena las redes un video que muestra los tres niveles de la Facultad “in-
tacta”, en una toma móvil de los pasillos centrales. No muestran el esta-
do de las coordinaciones, despojadas de todas las computadoras, con los
anaqueles rotos y arrancados,las puertas hechas añicos por lo que parece
ser un hacha. Añicos: trozos muy pequeños en los que se divide un obje-
to al romperse. No sabemos quién nos hizo añicos y quién nos despojó,
pero sabemosque sucedió durante la toma. En todo caso, no denuncia-
ron los robos, ni el despojo. Tampoco mencionaronel trabajo arduo de
las autoridades, funcionarios y comunidad para responder a sus 11 de-
mandas vinculadas a la erradicación de la violencia de género.
Dejaron sus pertenencias en uno de los salones más ampliosde la
Facultad. Exigen que se las cuiden y que ese espacio se les adjudique. Lo
pueden todo. Romperyhacer creer enlo intacto; recibir respuestas y tra-
bajo y convertirlo en límites a los que nuncase llega. Lanzar fuego, decla-
rarlo en las paredes y esconder la mano. Dicen que todo arderá, y arde
con fuego que sus simpatizantes intentan preservar atacando con pedra-
das a los bomberos como sucedió en Azcapotzalco. No creo que de las
cenizas salga nada renovado. No comulgo con la violencia. No creo que
PENSAR LA ÉPOCA

el castigo, la radicalidad ciega yla falta de palabra nos lleven a un cam-


bio profundo ysostenido. Nocreo queasí se vaya a caer algo tan sofistica-
do, complejo y estructural comoel patriarcado (Belausteguigoitia 2020).

¿Cómose llegó a este punto? Belausteguigoitia señala que las consignas


pintadas en las paredes, comola de Vivas nos queremos, “dan cuenta de un
dolor y una rabia monumentales” y reconoce que esasjóvenes heridastie-
nen toda su “empatía y apoyo”. Pero tambiénregistra frases e imágenes de
odio a la UNAM (Muera el orgullo UNAM, UNAMFeminicida). Estas pintas han
generado incomodidad y preocupación entre quienes valoran el estatuto
de universidad pública de la UNAM, y temenque la derecha las aproveche
para desprestigiar el proyecto de una universidad pública. Belausteguigoi-
tia, quien además de ser profesora en la FFyL es feminista, reconoce que
la UNAM se ha comprometido con esta lucha, una lucha inmensa,difícil,
y piensa que: “la debilidad de los protocolos, y la de algunos directores y
profesores que defienden a sus colegas sumenen el desconcierto y el do-
lor a las mujeres vulneradas”. El panorama a futuro se avizora complejo,
y no sólo por la COVID.
Este rápido sobrevuelo a las recientes movilizaciones en la Ciudad
de México, que inevitablemente deja otras marchas y protestas fuera, me
lleva a pensar de qué son síntoma. Tomo síntoma en la segunda acepción
de la Real Academia: “Señal, indicio de una cosa que está sucediendo o va
a suceder” (RAE 1992:1337). El hecho de quejóvenes feministas le espar-
zan polvo de diamantinarosa (glitter) al jefe de policía o que estudiantes
de una universidad pública ocupenlas instalaciones, destrocen anaque-
les y rompan computadoras, ¿de qué es síntoma? Obvio que el fenómeno
de las protestas de jóvenes feministas se desarrolla junto con otros proce-
sos políticos que están ocurriendo en nuestra región. Las jóvenes femi-
nistas mexicanas hacen “feminismo” de muchas formas, pero su esfera
de acción más conocida es la calle, donde desarrollan prácticas que inte-
rrumpenycuestionan la transmisión de valores patriarcales, capitalistas y
racistas. Como es de esperarse, ciertas de sus actividades y protestas polí-
ticas (como los escraches o ciertos destrozos callejeros) no son comparti-
dos por otras tendencias feministas. Cantidad de compañeras feministas
DOLOR Y POLÍTICA

discuten y disienten acerca delos límites de la protesta: ¿e) fin justifica los
medios? Aunque no están en disputa Jos hechos, el marco interpretativo
varía. Unas consideran que con violencia no se combate a la violencia,
que existen otros cauces para vehicular el descontento, que los destro.
zos no sientan un precedente precisamente ejemplar para “darla batalla”
en futuras causas. Sin embargo, otras recuerdan que para defenderJa Jj.
bertad, para luchar contra opresiones de todo tipo, para defenderse de
agresiones y para combatir porlo que se cree justo, ha sido indispensable
utilizar la violencia, A mí también me preocupalo que dice Wendy Brown
respecto a no comprender adecuadamente lo que está pasando. Ella se-
hala que nuestra época afronta un buen número de peligros políticos,
muchos delos cuales han sido potenciados “por una comprensióninade-
cuada de las formas de poderespecificamente posmodernas” (1995:33),
Y claro, dudo y me pregunto si es adecuadala comprensión que tenemos
acerca de estas nuevas configuraciones políticas,

4
3
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

LI; aparición de las feministas “anarcas”,! vestidas de negro, encapu-


chadas y haciendo destrozos es uno de los aspectos más novedososy
espectaculares de las manifestaciones feministas recientes, y a estas accio-
nes se las ha empezadoa calificar de “violencia feminista”. Para revisarsi
estas expresiones de dolor e indignación, que diversos sectores de jóvenes
justifican como una formaderesistencia al patriarcado, debencalificarse
como “violencia”, quiero antes recordarlas dificultades que entraña una
definición de “violencia”. Con el objetivo de mostrar la inmensa variedad
semántica del concepto, la investigadora Elsa Blair Trujillo analiza las dis-
tintas concepciones que manejan diferentes autores:

Desde las aproximacionesa la violencia asociadaa la política y al poder,


trabajada por politólogos y polemólogos,a la violencia como mitodel ori-
gen, trabajada por antropólogos en las fuentes de la antropología políti-
ca, pasando porcorrientes psicológicas sobre las teorías de la agresión y
por la criminología e incluso teorías psicoanalíticas, y hasta por la agre-
sión animal, los autores no llegaban a dar una definición precisa o a po-
nerse de acuerdo sobre el concepto (2009:9).

Blair cita a Jacques Sémelin, quien señala que no existe una teoría capaz
de explicar todas las formas de la violencia, pues sus numerosas caras son
fruto de distintos procesos. En su búsqueda de una aproximación teóri-
ca al concepto, Blair encuentra una dimensión política (que remite al

55
DOLOR Y POLÍTICA

de los seres humanos) y


problemadel Estadoy los conflictos en las vidas más com-
is de la violencia se hace
una dimensión social, donde “el anális
iones EOHAES sobre sus oríge-
plejo y es más difícil encontrar aproximac
más difícil, también, lograr
nes, causas, manifestaciones y “soluciones” y €s
. Ella recuerda que Jean-
una conceptualización de la violencia” (2009:11)
e e incontesta-
Claude Chesnais sostiene que “la única violencia medibl
prende que “el más
ble es la violencia física” (Blair 2009:13), y de ahí des
cia, a través
pequeño denominador común a la medida global de violen
venir
del tiempo y el espacio es, pues, la muerte violenta, que puede pro
13). Chesnais
de tres fuentes: el crimen, el suicidio o el accidente” (2009:
tra los
considera que hay “abuso del lenguaje al hablar de violencia con
bienes” (2009:13), y el otro autor, Sémelin, distingue las formas de violen-
cia y plantea distinguir:

la violencia de la sangre (la de los muertos) de aquella que Galtung lla-


maba la violencia estructural, contenida en situaciones de miseria y opre-
sión; de la violencia cotidiana, integrada en nuestra forma de vida, y de
la violencia espectáculo, que atrae la miraday, a la vez, la desaprobación,
y que caracteriza buena parte de la ambivalencia de la violencia que por
un lado asusta, pero por otro fascina (2009:14).

Lo que voy a tratar en este capítulo cabe en los conceptos de violencia es-
tructural, violencia cotidiana y violencia espectáculo. Blair también cita a
Otto Klineberg quien, desde una perspectiva psicosociológica, recuerda
“la necesidad de la mirada histórica antes de pronunciarse sobrela violen-
cia en la época contemporánea” (2009:14). Cuando Blair analiza lo plan-
teado en relación con el vínculo entre violencia y agresividad, señala que
una de las mejores aproximacionesa la violencia y a su historia es apor-
tada por quienes hacen antropología, ya que por su perspectiva “insisten
en el carácter de los ritos, normas y símbolos que hacen posible la vida so-
cial, “domesticando” la violencia” (2009:17). No es casualidad, pues, que
una de las interpretaciones más agudas acerca del horrorífico fenómeno
de “las muertas de Juárez” lo haya realizado la antropóloga argentina Rita
Laura Segato.?

56
DoLoRr, RABIA Y VIOLENCIA

A medida que Blair revisa una diversidad de aproximaciones teó-


ricas al concepto de violencia coincide en encontrarle una condición de
“comodín”, que sirve para nombrar todo y no dice nada (2009:19). Ella
retoma a Thomas Platt quien, interrogándose por el uso tan amplio de
violencia, dice: “a medida que el término se hace más extenso, su inten-
sidad disminuye. O, en otras palabras, a medida que aumenta la gamade
significados de un término, su fuerza descriptiva se contrae” (2009:19).
Blair señala que parecería que la dificultad de su conceptualización es
“consustancial” al término mismo,y cita a Stathis Kalyvas, respecto a que,
en relación con la violencia, “es más fácil describirla que explicarla o teo-
rizar sobre ella” (2009:20). Este investigador griego estudia el efecto de
las confrontaciones o guerras civiles en las poblaciones que están “en el
mismo bando”. Si bien el trabajo de Blair se dirige a construir una con-
ceptualización para analizar la violencia armada en Colombia, su revisión
de autores me resultó muy útil para contar con una mejor base concep-
tual para enmarcar lo que voy a narrar. Además, ella habla de la necesi-
dad de hacer una reconceptualización del análisis cultural (2009:29), y esto es
precisamente lo que Stuart Hall desarrolla, con el sentido que propone
Blair: “politizar” la cultura.
Hall es unareferencia indispensable de análisis cultural, y en con-
creto retomo su trabajo en el Centre for Contemporary Culture Studies
(cccs) de la Universidad de Birmingham que publicó Resistance through
Rituals (Hall y Jefferson 2006), donde varios autores investigaron y re-
flexionaron acerca de los jóvenesen la Inglaterra de posguerra en 1975.*
Su investigación de las subculturas juveniles se distinguió por su enfoque
sobre los aspectos simbólicos, en especial por analizar sus prácticas estilís-
ticas (sus estilos de vestir, de hablar, etcétera) como prácticas significantes
que tienen unarelación con formaciones sociales más amplias. En el cccs
hubo mucha dificultad para teorizar la situación de las chicas jóvenes,
no obstante que los artículos de McRobbie y Garber (2006) y de Powell y
Clarke (2006) abordaron ciertos aspectos. En una nueva edición* de ese
libro se hace una puesta al día de cómo, con el avance de una perspec-
tiva feminista, empezaron a aparecer investigaciones que deben cuenta
de manera más integral y rigurosa de los procesos de las jóvenes. Angela

57
DOLOR Y POLÍTICA A

McRobbie, integrante del cccs, ha seguido investigando a las chicas, am


pliando y profundizando su análisis hasta incluir el ethos individualista
de la cultura popular contemporánea, con los tres elementos que resul.
tan una fuente de opresión para ellas: el romance, la moda y la belleza
(2006:xviii). :
En el campo de estudio de las subculturas juveniles ya es común
tomar en cuenta la dinámica interna de los grupos de chicas, y sus distin-
tas formas deresistencia o de inclusión. Las pandillas callejeras surgen en
las condiciones precarias de barrios urbanosy al principio las chicas/mu-
jeres ocupaban un lugar secundario, marcado por su rol de género como
“objetos sexuales” o “madres nutricias” (Campbell 1984, Miller 2001).
Aunqueel estudio del agrupamiento de chicas jóvenes en bandas o pan-
dillas se inició en el campo de la criminología, asociado al tratamiento de
la delincuencia, desde el principio se puso en evidencia el diferente com-
ponente emocional en sus formas de transgresión. La aparición social de
bandas de chicas se registró vinculada a la transformación del contexto
social que el feminismo provocó a partir de los años setenta.* En especial,
durante los años ochenta, se difunde una perspectiva reivindicativa que
interpreta ciertos actos de violencia como expresiones de autodetermi-
nación o de agencia, y muchas jóvenes los enuncian usando el término
empoderamiento. Las investigaciones hablan de las pandillas como refugios,
pero al mismo tiempo dan cuenta de las duras relaciones de competen-
cia y agresión entre las chicas. Las dinámicas de solidaridad se combinan
con pruebas y castigos nutridos de una violencia asimilada y aprendida
(Núñez y Oliver 2018). De entonces para acá el tema de las bandas o pan-
dillas femeninas ha sido explorado por investigadores de varias ciencias
sociales, en especial de la psicología social, que investiga la construcción
de la identidad en momentos clave como la adolescencia.

Satanización o exaltación de las jóvenes

En México, Rossana Reguillo, una de las principales investigad


oras delas
culturas juveniles, ha tratado el fenómeno de formación
de pandillas de

58
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

chicas jóvenes. La investigadora jalisciense reconoce que en los estudios


acerca de los jóvenes ocurre una “generalización queinvisibiliza la diferen-
cia de género” (2012:71). En su investigación etnográfica, que se publicó
en 2012, bastante antes del reciente estallido feminista en México, ella
se centra en ciertas formas de adscripción identitaria juvenil: los anarco-
punks, los taggers, los raztecas y los ravers, donde las jóvenes siguen siendo
marginales. Las bandas que estudió Reguillo no expresan el claro sentido
antipatriarcal y antisistémico de los grupos feministas que presenciamos
en las movilizaciones actuales.
En una sección titulada “Ellas están hartas y ellos... entienden”
Reguillo señala:

Pese a que la banda generó espacios de participación horizontal muy


importantes, apoyándose en complicados mecanismos de distribución y
ejercicio del poder, hacia su interior reprodujo estructuras de domina-
ción y valores sexistas (2012:85).

Ella registra que la participación femenina es muy baja, pues como “los
jóvenes adscritos a estos grupos encuentran en el patriarcado y el machis-
mo el principal mecanismo de dominación del sistema” (2012:85), lo re-
producen en susrelaciones con las chicas. Reguillo señala que las bandas
mixtas no duraban mucho pues llevaban internamente una lucha porel
derecho a “la posesión de las mejores chavas” (2012:85). También dice
que, en términos generales, para esas jóvenes (las artistas de la pared, las
escritoras, las grafiteras, las cantantes de rock o simplemente aquellas que
han buscado alternativas de identificación en el grupo de pares) no ha
habido demasiadas opciones: “o se resignaban a ser las mujeres de los ma-
chines o formaban sus propios grupos” (2012:85). La transgresión empie-
za cuando la conducta social no se corresponde a las expectativas sociales
(el mandato de la feminidad) que implica tener un cuerpo de mujer. Y
Reguillo relata un aspecto de lo que ocurrió con la formación de pandi-
llas exclusivamente de mujeres:

59
DOLOR Y POLÍTICA

Es verdad que muchas jóvenes se reunieron en agrupaciones todavía más


duras que las masculinas, en la medida en que su caso denunciaba una
triple opresión: la condición socioeconómica, la de serjoven en un mun-
do de adultos y la femenina (2012:85).

En su investigación, Reguíllo encuentra dos narrativas respecto a los jó-


venes, la satanización o la exaltación, y me parece que ambas están hoy
presentesal hablar de las encapuchadas y las paristas: hay quienes las cali-
fican de “vándalas” y quienes las ven como “heroínas”.
El asombro que provocan las jóvenes encapuchadas, que prenden
fuego o rompen vidrios, tiene que ver con el quiebre de “lo femenino”.
En un estudio sobre las mujeres en las pandillas salvadoreñas, María San-
tacruz Giralt (2019) señala que la escasa centralidad que se otorga a las
pandillas de mujeres se debe a la forma en que se aborda el vínculo entre
mujeres, transgresión y violencia, pues se considera que las mujeres son
más vulnerables y tienen menos agencia. Por su lado, Reguillo dice que
escasean categorías y conceptos para analizar y pensar los espacios en los
que las jóvenes (muchas y diversas) despliegan estrategias, producen dis-
cursos, experimentan la exclusión y generan opciones,y acierta al señalar
unacierta percepción de peligrosidad ante los grupos de jóvenes:

Los jóvenes son peligrosos porque en sus manifestaciones gregarías


crean nuevos lenguajes. A través de esos cuerpos colectivos, mediante la
risa, el humor, la ironía, desacralizan y a veces, logran A
coercitivas (2012:73).

Sin embargo, hoy parecería que se incrementa su “peligrosidad” porque


ciertas prácticas “vandálicas” se acompañan de un discurso político radi-
cal. Y aunque un disparador para participar es el rechazo ala violencia
que viven como mujeres jóvenes, el vocabulario queutilizan en.sus.con-
signas y proclamas produce “espirales de significación”.
El conceptode espiral de significación lo introdujo codein-
vestigadores del cccs.* El Muggíng Group del cccs explicaque
se próduce
una “espiral de significación”cuandodos o másactividadésse
reúñen en

60
—__
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

el proceso de sigrificación de modo tal que implícita o expl


ícitamente se
panas una amplificación, no de los eventos reales que se describen, sino
de SU Amenaza potencial para la sociedad” (2006:69). Así, al vincular un
tema ppetica con problemas de una magnitud mayor, la “espiral de sig-
nificación” aumenta el potencial percibido de amenaza que puede tener,
pues le confiere la sensación de que está escalando. Las “espirales de sig-
nificación” promueven reacciones desmedidas e inapropiadas. En Méxi-
co, por ejemplo,se genera una “espiral de significación” cuando se fusiona
conceptualmenteel trabajo sexual con la trata al plantear que toda forma
de intercambio instrumental de sexo implica violencia (abundaré sobre
este punto más adelante). También se establece una espiral de significa-
ción cuando se coloca un problema como el acoso al mismo nivel que la
violación sexual o, incluso, queel feminicidio. Una característica de la
“espiral de significación” es que produce una narrativa extremista.
Kenneth Thompson señala que: “Una:espifal-de significación no
existe en el vacío. Sólo puede funcionarsi loslazosconectores están estable-
cidos de manera simple sobre elaboraciones ideológicas-o formaciones dis-
cursivas preexistentes” (1998:20). Eso ha-ocurrido:con una formación
discursiva de gran influencia: la de las feministas de la dominación (domí-
nance feminists) sobre laviolencia sexual. La abogada feminista Janet Ha-
lley (2006) señala que esanarrativa está armada con base en una “tríada”
conceptual que le da consistencia: femenineinnocence/femenine injury/mascu-
line immunity. Esas. tres creencias —la inocenciade las mujeres, el daño
que sufren y la inmunidad de los hombres— anidan en la subjetividad de
muchas feministasy, como bien apunta Halley;sostienen la perspectiva in-
terpretativa hegemónica acerca de la violencia hacialas:mujeres y de las
formas de enfrentarla. Esta narrativa, quederivadesu poder retórico de
representar a las mujeres como seres siempre vulnerables por su condi-
ción sexual, ha tenido una extraordinaria acogida en un contexto como
el nuestro, donde las violencias son una realidad cotidiana. Su hegemonía
se debe a lo que Bolívar Echeverría (2008) definió como la “americaniza-
ción de la modernidad”, que consiste en que la benriencia. principal de
desarrollo en el conjunto de la vida económica, social y palibea e la que
ha impuesto Estados Unidos a lo largo del siglo XX. Echeverría califica de

61
DOLOR Y POLÍTICA

“americanización” a la hegemonía estadunidense, y ésta también se ha


dado en el campofeminista: los debates principales giran en tornoa teorías
y debates de las feministas de Estados Unidos. Y aunque en América Latina
las feministas decoloniales han abierto un campo de debate propio, recu-
perando a autoras nacionales y con gran participación de indígenas y
afrodescendientes, en el tema de la lucha contra la violencia a las mujeres
la narrativa de la abogada Catharine MacKinnon tiene el mayor peso. El
rotundo papel que han tenido las teorizaciones y el activismo de esta au-
tora ha incidido de forma determinante en muchas otras latitudes pero,
por razones geopolíticas, especialmente en nuestro país.
La obra de MacKinnonhasido eleje teórico de la hegemonía de
las dominance feminists, y su influencia se basa en el postulado de que la
construcción de lo femeninoes el proceso por el cual la posición vulnera-
ble de la mujer y su posibilidad de ser violada constituyen la feminidad.
Esta abogada desarrolla una analogía entre el marxismo y el feminismo,
que consiste en plantear que la sexualidad es al feminismo lo que el trabajo
es al marxismo.” Según MacKinnon los varones explotan la sexualidad fe-
menina comoel capital explota a los trabajadores, y lo logran mediante la
violencia y la erotización de la dominación. Ella plantea que el feminismo
es la teoría acerca de cómo la subordinación sexual crea el género. De
esta forma, para MacKinnon todainjusticia y todo daño sufrido por las mu-
jeres tiene que ver con el uso sexual que los hombres hacen de ellas. Al
pensar la construcción de la feminidad a partir de una condición sexual
que implica la posibilidad de ser violada, esta abogada va estableciendo
una “espiral de significación” entre la disponibilidad sexual femenina, el
acoso, la prostitución y la violación, y mezcla todos esos elementos como
constitutivos de lo que ella considera la perpetua condición de vulnerabi-
lidad ante la violencia sexual en la que viven todas las mujeres. Así Mac-
Kinnon dota al feminismo de un único principio explicativo: la dominación
sexual de los hombres. : PP...
La politóloga Wendy Brown reconoce quela teoría de MacKinnon
tiene gran poderretórico, y que ha logrado generar un potente marco de
“verdad” (1995:77). Brown desenmascara la brillantez y la habilidad de sus
argumentos supuestamente radicales y muestra cómo la abogada repite

62
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

ideas transculturales y transhistóricas de los conservadores acerca del or-


den sexual. Brown cuestiona la postura política de MacKinnon, a la que
califica de “radicalismo conservadory esencialista” (1995:78), y va más le-
jos que solamente “identificar ese cuerpo conservador bajo una indumen-
taria radical” (1995:78). Ella desmenuza paso a paso las premisas del
trabajo de MacKinnon?al quecalifica de ingenioso pero fracasado empe-
ño de apropiarse de la teoría de Marx. Ante la analogía que MacKinnon
pretende establecer con la teoría marxista, afirmando que la sexualidad
es al género lo queel trabajo a la clase, Brown apunta que, entonces, “lo
que se necesita es una teoría de la sexualidad y no una adaptación de la
teoría del trabajo a la sexualidad” (1995:82). Con una miradainterseccio-
nal, Brown critica la explicación reductiva de MacKinnon,ya que la sexua-
lidad no se limita a una única relación social, sino que es un complejo
sistema de discursos y economías, “constitutivos no sólo de la semiótica
del género sino también dela raza y las formaciones de clase” (1995:83).
La teoría que desarrolla MacKinnon se basa en ver la sexualidad como una
expresión totalizadora del dominio masculino, que no visualiza otros es-
pacios de producción de género, ni tampoco reconocela transformación
que ha sufrido la sexualidad a finales del siglo xx, con una proliferación
de identidades y orientaciones. El esquema de MacKinnones de un bina-
rismo heterosexual absoluto: hay mujeres y hay hombres, y los hombres
se “cogen”? a las mujeres, sea por la erotización de la dominación o sea
porla violación. Brown es contundente: “El análisis de MacKinnon obtie-
ne buena parte de su poder a partir de la resonancia social que tiene
aquello que ataca, de la excitación libidinal que suscita, de la culpabilidad
pornográfica!” que pule y reelabora, todo ello vestido de crítica radical”
(1995:91). Sin embargo, no hay que olvidar algo muy importante: las pala-
bras de MacKinnon resuenan en muchas mujeres que han padecido distin-
tas formas de violencia sexual. ¿Qué mujer no ha vivido o conocido alguna
de las conductas masculinas que ella enumera? Justo por esas vivencias la
manera en que se expresa MacKinnon facilita una identificación básica.
La retórica extremista con la cual ella nombra esas barbaridades es una
efectiva espiral de significación quele llega a muchísimas mujeres. Brown
encuentra que en muchos casos el discurso de MacKinnon produce una

63
DOLOR Y POLÍTI
ATICA

sal vag uar da, a la vez , “e] pla cer de ii y el de lo


resonancia que
ido y e a del
prohibido, el que provoca moralizar contra lo prohib
pensamiento conservador” (1995:91). Y esa mezcla €s muy polente,s la
En México la perspectiva de MacKinnon y de las feminista de
stas
dominación aparece en muchas de las consignas y proclamas femini
stas que piensan que
de la Ciudad de México. Son considerables las femini
na son la cay-
los hombres, en concretola sexualidad masculina en sí ERÍn
uye
sa del problemadela violencia hacialas mujeres. Desde ahí se constr
una espiral de significación donde todas las mujeres aparecen como po-
as
tencialmente víctimas de la violencia sexual masculina. Atravesad por
esa narrativa, las subjetividades individuales se expresan de:acuerdo con
sus condiciones concretas —la pertenencia étnica, la clase social, la edad,
la orientación sexual y demás características—, pero al mismo tiempoen-
cuentran un terreno común de identificación como víctimas de la amena-
za de violencia sexual. La genial consigna “Verga violadora, ¡a la licuadora!”
es de gran eficacia simbólica pues resume heridas y las articula en unafra-
se impregnada de rabia lúdica.

El dolor en la rabia

Hartas de la impunidad que rodea las agresiones que desde hace mu-
cho tiempo viven las mujeres en un contexto de precarizaciones múltiples
(económicas, culturales, afectivas) y junto con las noticias de los atroces
feminicidios que no cesan, las activistas sienten dolor y
sienten rabia, y
exigen un cambio político, no sólo de las autoridades sino también
dela
sociedad. Como dijo Lucía Melgar en un breve y contundente artículo:
“Amplios sectores sociales reproducen la misoginia, la
cosificación de las
mujeres, la sexualización de las niñas, en un afán
de dominación que no
AS edades, ni parentescos, ni lealtades de
ningún tipo. Las historias
e acoso y abuso sexual, en casas calles, des
ñ an
parte de obscuros secretos de famili, de
nr masDoronales
(2016). Esta académica y activista
feminista concluye: “Sí, algo está podri-
do en México y no sólo el Estado” (20
16), ;

64
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

La relación del feminismo con el Estado es un tema de suma im-


portancia, pero excede el objetivo de este texto, y remito a las reflexiones
que Brown (1995, 2001) y Mouffe (2014) desarrollan al respecto. Sin em-
bargo, aquí quiero destacar que en México, el primer documento que en-
cuentro donde unaestudiante feminista expresa su rabia en relación con
la violencia contra las mujeres y la responsabilidad de Estado es “Yo no soy
Ayotzinapa”.'* Este conmovedortexto apareció luego de queel 26 de sep-
tiembre de 2015 se llevara a cabo una multitudinaria marcha en recuerdo
de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Firmado sencillamente por Dahlia,
inicia modificando la consigna que se coreaba en la marcha “Yo soy Ayo-
tzinapa”, por “Yo no soy Ayotzinapa”:

No soy Ayotzinapa porque no soy pobre, no soy indígena ni campesina y


tampoco soy hombre. Soy una estudiante mestiza, pasante de una carre-
ra burguesa, de una universidad privada y diagnosticada como mujeral
nacer con todas las implicaciones culturales, políticas y sociales que eso
conlleva.

El tono va en aumento y reclama que jamás ha habido una marcha simi-


lar para las mujeres:

No soy Ayotzinapa porque si mañana me secuestran, me violan y me ase-


sinan a la salida del trabajo no habrá multitudes marchando para exigir
justicia.

Luego enumera varios casos:

Yo soy la indígena asesinada en un crimen racista. Yo soy la mujer violada


y desmembrada la salida de la maquila. Yo soy la estudiante secuestrada
por las redes de trata. Yo soy la mujer golpeada hasta la muerte por un
hijo sano del patriarcado. Pero nosotras no somos Ayotzinapa. ¿Y por eso
ustedes no nos lloran?
DOLOR Y POLÍTICA

El texto finaliza:

Estado de Méxi.
Nosotras no somos Ayotzinapa. Nosotras somos Juárez,
co, Chiapas y Guanajuato.
soy Ayotzina-
No todos somos Ayotzi. Ayotzinapa son ellos. Yo no
univer:
pa. Nosotras no somos Ayotzinapa y no creo que sea necesario
y el clamor
salizar desde nuestra lógica inclusiva para compartir la rabia
de justicia.

La autora de este texto escrito con mucha rabia es Dahlia de la Cerda, una
joven escritora feminista que se autocalifica de “feminazi enferma dera-
bia”, y supongo que lo hace para “curarse en salud”, ya que el término fe-
minazi se usa contra las feministas que protestan.
Es ahora, recientemente, que las feministas asumen públicamen-
te su rabia. El primer documento colectivo que he encontrado, dondelas
mujeres hablan de su rabia es el Pronunciamiento de la Ciudad de Méxi-
co de la Movilización Nacional contra las Violencias Machistas,!? esa que
se llevó a cabo el 24 de abril de 2016, y se llamó la Primavera Violeta. Vuel-
vo a citar este pasaje:

tenemos un propósito común: manifestar, nuestro absoluto hartazgo,


nuestra rabia acumulada en contra de la violencia estructural, cultural e
institucional que crecientemente provoca cifras alarmantes de feminici-
dios, el extremo más grave de estas violencias, que convierten las desapa-
riciones forzadas y asesinatos de mujeres en manifestaciones brutales de
odio y amarillismo.

La rabia, en sí misma, puede ser muysana, incluso creativa, peroestá tan


fuera de lugar dentro del modelo de feminidad, con su estereotipo de
dulzura, que hay que esconderla detrás de una máscara (Crowley Jack
2001). Hoy en día, en lugar de preocuparse porsercalificadas de pocofe-
meninas, las jóvenes feministas transgreden el mandato de la feminidad
de maneras nuevas. En el cierre del XIV Encuentro Feminista Latinoame-
ricano y del Caribe (2017), al final del 8M (2020), saliendo del paro en

66
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

Facultad de Filosofía y Letras (FEyL), las jóvenes corean: “¡Somos malas y


podemos ser peores, y al que no le guste, se jode, se jode!”. Es de celebrar
ese quiebre gozoso del mandato tradicional de la feminidad.
Para estas mujeresjóvenes, la rabia ha resultado ser una válvula de
escape de sentimientos de dolor e indignación. No cuesta mucho traba-
jo detectar qué está generandola rabia, e incluso otras personas compar-
ten el sentimiento de indignación;sin embargo,las acciones de protesta
“violentas” generan rechazo, asombro y miedo. Mucha de la sorpresay el
disgusto han sido provocados por actos considerados “vandálicos”, o sea,
con un “espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni
profana” (RAE 1983). Pero ¿esparcir diamantinarosaal jefe de policía o
pintarrajear paredes es “vandálico”? María Teresa Priego, feminista y es-
critora, lo expresa en un texto, del cual extraigo sólo una parte (comple-
to en el Anexo G):

¿De veras van a perseguir a las compañeras que rompieron unos vidrios?
En este país de mujeres rotas. Cuerpos rotos. Corazonesrotos.
¿De veras?
Entonces, vengan por nosotras y somos muchísimas.
Yo también “vandalicé” los muros con consignas.
No eran sólo ellas, las 300 mujeres que acudieron a la marcha.
Somosmiles y miles y miles.
Nueve niñas, adolescentes y mujeres asesinadas cada día.
Tras abuso sexual y tortura.
Yo también usé esa arma tan dañina y tan mortífera: la diamantinarosa.
Yo también mesiento herida, furiosa, indignada.
Yo también siento miedo, sobre todo por las niñas y las mujeres muy
jóvenes.
Las mujeres muy jóvenes son —sobre todo— las víctimas de la violencia
misóginay feminicida.
“No noscuidan, nos violan”.
ante el horror.
La diamantina rosa como símbolo de la denuncia
Y de la impotencia.
Y del “Ni una menos”. (Priego 2019)

67
DOLOR Y POLÍTICA

su rabia,
Lasjóvenes feministas desarrollan formas artísticas que expresan
sustantivo en todo
y recientemente unas chilenas han logrado un impacto
camino”, crea-
el mundo. Merefiero al performance “Un violador en tu
Lea Cáceres, Este
do por Dafne Valdés, Paula Cometa, Sibila Sotomayory
performance es una práctica significante que tiene una decidida relación
con la formación social latinoamericana. Sus creadoras, cuatro mujeres
su grupo,
de 31 años, oriundas de Valparaíso, Chile, llamaron LasTesis a
puesel sentido de su trabajo es el de retomartesis de teóricas feminis-
tas para hacer puestas en escenay así difundir sus análisis. En el caso de
“Un violador en tu camino” se inspiraron en textos de la antropóloga y
feminista Rita Laura Segato, cuya reflexión acerca de la relación entre la
violencia política y la violación tiene inmensa influencia en América La-
tina (2006, 2018). A diferencia de la narrativa de MacKinnon, la de Sega-
to, que ubica su análisis en América Latina, es mucho más cuidadosa en
relación con el papel de los varones, pues reconoce el peso quetiene la
masculinidad y es mucho más crítica con el sistema al subrayar que no se
puede pensar la violencia hacia las mujeres por fuera de las estructuras
económicas capitalistas “de rapiña”.
LasTesis declaran que a ellas no les interesaba hablar sobrela vio-
lación como un problema personal, o considerarla únicamente como una
patología del hombre queviola, sino que retomanla crítica política de Se-
gato para plantearla como un asunto social. La coreografía, con decenas
dejóvenes con los ojos tapados por una venda negra, acentuó la fuerza de
SAR

un texto que repitió una dura denuncia política:

El patriarcado es un juez
que nos juzga por nacer,
y nuestro castigo
es la violencia que noves.
El patriarcado es un juez
que nos juzga por nacer,
y nuestro castigo
es la violencia que ya ves.
Es femicidio.
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

Impunidad para miasesino.


Es la desaparición.
Esla violación.
Y la culpa no era mía, ni dónde
estaba ni cómovestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba
ni cómovestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba
ni cómovestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba
ni cómovestía.
El violadoreras tú.
El violador eres tú.
Son los pacos [policías]
los jueces,
el Estado,
el presidente.
El Estado opresor es un machoviolador.
El Estado opresor es un machoviolador,
El violador eras tú.
El violador erestú.
Duerme tranquila, niña inocente,
sin preocuparte del bandolero,
que por tu sueño dulce y sonriente
vela tu amante carabinero.
El violador erestú.
El violador eres tú.
El violador erestú.

Ningunaotra intervención pública feminista ha tenido el impacto de esta


breve representación, que se repitió en varias ciudades del mundo. En la
Ciudad de México se llevó a cabo en el Zócalo, con una participación de
miles de mujeres. Hoy, en Chile, LasTesis enfrentan una demandajudicial
interpuesta porlos carabineros (los pacos, los policías), que seofendieron
por que unaestrofa del himno de la agrupación fuera citada irónicamente.
En México, poco después, Vivir Quintana, pu joven'norteña,
compuso una canción quetituló: “Canciónsinmiedo «donde insivte en el
un
reclamo haciael Estado y las fuerzas judiciales y policiales; reformula

69
DOLOR Y POLÍTICA

verso del himno nacional y retoma la consigna *Si tocan a una, responde-
mos todas”:

Quetiemble el Estado,los cielos, las calles


Que tiemblen los jueces y los judiciales
Hoy a las mujeres nos quitan la calma
Nos sembraron miedo,nos crecieron alas

A cada minuto de cada semana


Nos roban amigas, nos matan hermanas
Destrozan sus cuerpos, los desaparecen
¡Noolvide sus nombres, Señor Presidente!

Por todas las compas marchando en Reforma


Por todas las morras peleando en Sonora
Por las comandantas luchando por Chiapas
Por todas las madres buscando en Tijuana

Cantamossin miedo, pedimosjusticia


Gritamos por cada desaparecida
Que resuene fuerte: ¡Nos queremosvivas!
Que caiga con fuerza el feminicida

Yotodo lo incendio, yo todo lo rompo


Si un día algún fulano te apaga los ojos
Ya nada mecalla, ya todo me sobra
Si tocan a una, respondemostodas

Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa


Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria
Soy la niña que subiste por la fuerza
Soy la madre que ahora llora por sus muertas
Y soy esta que te hará pagar las cuentas
(¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!)

70
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

Por todas las compas marcha


ndo en Reforma
Por todas las morras peleando en
Sonora
Por las comandantas luchando por Chi
apas
Por todas las madres buscando en Tijuana

Cantamossin miedo, pedimos Justicia


Gritamos por cada desaparecida
Que resuenefuerte: ¡Nos queremos vivas!
Quecaiga con fuerza el feminicida
Que caiga con fuerza el feminicida

Y retiemble en sus centrosla tierra


Al sororo rugir del amor
Y retiemble en sus centrosla tierra
Al sororo rugir del amor,

La presencia de la rabia va dela mano del dolor..Marcela Turati (2016) es-


tablece muy bien el vínculo entre la violencia y la rabia. en su artículo “La
guerra me volvió feminista”, publicado en una compilación de artículos
sobre La ira de México. De igual forma la violencia ha convertido a muchas
mujeres al feminismo.
Unadelas activistas de la FFyL entrevistadas por Araceli Mingo lo
expresa con claridad:

Fue un dolor el que nos movió y nos puso con toda la rabia [...] esta
sensación de “¡cómo quela violaron!”, ¿no? Es una rabia milenaria...
entonces es también la sumatoria, la sumatoria de las rabias que crean
procesos políticos; o sea, la rabia es un impulsador increíble ¿no?, un
motor de la vida que yo apenas experimento hace pocosin tanta restric-
ción (2020:13).

Me llamóla atención que aunquelas propias estudiantes hablan de “ra-


debe
bia”, la investigadora, al hacer su análisis, habla de “enojo”. ¿A qué
ese matiz, a la brecha generacional y de clase social que hayentreellas?

71
DOLOR Y POLÍTICA

Noesla primera vez

Una discusión fundamental para las distintas feministas es si la respuesta


a la violencia debe ser la violencia; para unas, resulta contraproducente,
mientras que otras la ven como una forma de autodefensa. Entrelas estu-
diantes de la uvam son muchas las que justifican las conductas extremas,
algunas de ellas agresivas y vandálicas, que han ocurrido durante las ma-
nifestaciones y también en el paro de la Facultad de Filosofía y Letras.
Muchas repiten que es la única manera de ser escuchadas ante lo que se
vive como indiferencia frente a formas más brutales de violencia, como
las desaparicionesy los feminicidios. Varias plantean que el usodela vio-
lencia de algunos grupos en las manifestaciones está justificado por la
impotencia ante un “Estado feminicida”. Algunas colegas me han comen-
tado que las expresiones violentas de los grupos feministas radicales no
generan rechazo entre la comunidad estudiantil, que cantidad dejóvenes
estudiantes las ven como una reacción legítima, no sólo como autodefen-
sa sino incluso como una respuesta antisistema: “destrúyelo todo”. Nisi-
quiera estudiantes de escasos recursos, que han vivido los conflictos en la
UNAMy para quienes perder el semestre implica perder una beca, se opo-
nen a esa forma de protesta. Diana Fuentes (2020) lo dice claramente:

Si bien los paros no han logrado propagarse o sostenerse por toda la


Universidad Nacional hasta convertirse en un movimiento generalizado
—poco probable también para el futuro—, en más de una ocasión ha
quedado claro que gozan de la aceptación tácita de una buena parte de
las y los universitarios, incluso en los casos en los que se cuestionasilas
tomas intermitentes o indefinidas son o no la mejor forma de concretar
en lo inmediato las demandas planteadas (Fuentes 2020).

Es indudable que las feministas mexicanas no son las primeras, ni serán


las últimas, en recurrir a acciones que se consideran violentas: hagamos
memoria delas sufragistas. Sorprende la escasa importancia que algunos
famosos historiadores le han otorgadoa la rabia feminista y sus expresio-
nes de violencia contra los representantes del Estado. Así ocurre con tra-

72
o

DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

bajos tan sólidos como la Historia de las mujeres, coordinada por Georges
Duby y Michelle Perrot, donde sólo en el tomo 4, dedicadoal siglo x1x,
Anne-Marie Káppeli alude de pasada a que: “Algunas sufragistas ingle-
sas practican la violencia física, el incendio voluntario y la destrucción,
formas extremas de militancia que su líder, Emmeline Pankhurst, debe
haber aprendido del movimiento nacionalista irlandés”? (2000:546). Sin
embargo,la historiadora Karen Offen sí registra en su monumental inves-
tigación acerca de los feminismos europeos la forma impactante en que
un sector del feminismo británico decidió pasar “de las palabras, a los ac-
tos”. Guardando toda proporción con lo que ha pasado en México,vale la
pena recordarlo pueshay ciertas coincidencias interesantes.
Offen señala que en 1867: “Todo el mundo occidental fue testigo
del primer debate parlamentario sustancial sobre el sufragio femenino,
iniciado porJohn Stuart Mill y numerosas mujeresactivistas...” (2015:218).
Mill, además, propuso un cambio en el vocabulario: cambiar la palabra
hombre por persona, o sea, justo lo que hoy se llama usar “lenguaje incluyen-
te”. Su propuesta acerca del sufragio femenino se retomó parcialmente, y
en 1869 el Parlamento inglés aprobó el derecho al voto de mujeres adultas
solteras en las elecciones municipales y escolares, para enseguida ser can-
celado en 1892 por el primer ministro Gladstone. Esto impulsó a Emme-
AAA

line Pankhurst y un grupo de feministas a fundar la Women's Social and


Political Union (wsPu) en 1903, que inició una lucha de forma pacífica y
tradicional por el voto femenino. Será en la medida en quepersista la ce-
rrazón patriarcal que algunas sufragistas empezarán a recurrir a lo que se
consideraron “acciones violentas”, que ellas calificaron de autodefensa. Pa-
mk

saron sesenta años de lucha entre el primer debate en 1867 y 1928, para que
finalmente las sufragistas inglesas lograsen el voto para todas las mujeres.
Un sector del movimiento sufragista inglés se caracterizó por su
posicionamiento teórico-político al desafiar una ley que consideraba in-
justa, y su campaña generó gran escándalo por el uso fuera de lo común
de la violencia por parte de mujeres. Esto se debió principalmente a la
decisión de Emmeline Pankhurst de abandonar la conducta femenina co-
rrecta o apropiada (proper) y alentar tácticas violentas, como el sabotaje,
pintarrajear paredes, encadenarse a las rejas de ciertos edificios, romper

73
DOLOR Y POLÍTICA

físicamente a cier
vidrios, incendiar establecimientos públicos y agredir
o atentar contra sus
tos miembros del gobierno y el Parlamento, así com
urso,calificado de
casas y otras propiedades. En 1912 Pankhurst da un disc
1914,y
incendiario, que luego recogerá en su autobiografía publicada en
será reproducidovarias veces. Ella declara:

a las mili-
Cuando los miembros antisufragistas del Gobierno critican
tantes, es como cuando los animales de presa reprochan a los animales
inofensivos el hecho de que se defiendan desesperadamente en el mo-
mento de la muerte (Pankhurst citada por Martín Gamero, 1975:176).

Ante las críticas sobre las acciones violentas durante la lucha por conse-
guir el derecho a votary ser votadas que usó su grupo sufragista (y que llevó
a varias a la cárcel), Pankhurst alega que ellas nunca pusieron en peligro
la vida de ninguna persona, lo que sí hacen los gobiernos con las guerras.
Señala que comoa los gobiernos les importan mucho más las propiedades
que las vidas humanas, ellas han optado llevar a cabo su lucha atacando
las propiedades del gobierno y de algunos funcionarios y políticos. Enton-
ces esta líder feminista hace una provocadora declaración, que las demás
mujeres quela siguen van a suscribir:

Nos tienen sin cuidado vuestras leyes, caballeros, nosotras situamosla li-
bertad y la dignidad de la mujer por encima de todas esas consideracio-
nes y vamos a continuar esa guerra comolo hicimos en el
pasado; pero
sd Sano responsables de la propiedad que sacrifiq
uemos o del per-
Juicio que la propiedad sufra como resultado. De todo ello será
culpable
el gobierno que, a pesar de admitir que nuestras peticiones
son justas,
se niega a satisfacerlas (Pankhurst citada por Martín Gamero
1975: 177).

Offen señala que “la campaña por el voto de las mujeres británicas se
considera como el acontecimiento mediático más extraordinario del mo-
vimiento feminista y las medidas represivas iniciadas porel gobierno bri
tánico contra las su/fragettes despertó la indignación de mujeresy.hombres
de todo el mundo” (2015:319). Un aspecto'muy divertido fuela: hábil
74
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

manera quetenían las sufragistas de atacar a la policía: llevaban tijeras


a
las marchas y les cortabanlostirantes que detenían el pantalón, lo cual no
sólo los desconcertaba sino que los obligaba a usar sus manos para sujetár-
selos y no ofrecer a la vista sus paños menores. Hoy las jóvenes se divier-
ten anteel desconcierto que provocan con su lanzamiento de diamantina.
"ITV

La filósofa feminista Elsa Dorlin (2019), en una investigación donde


trata el significado político de la violencia defensiva, habla de un aspecto
poco conocido de la campaña sufragista inglesa. En su libro, titulado Auto-
defensa. Una filosofía política de la violencia, revisa la experiencia de distin-
tos colectivos y movimientos de liberación que, en diferentes momentos
históricos, han retomado la violencia como una forma de autodefensa:
negros, indígenas, judíos y mujeres. Ella enmarca su análisis de la auto-
defensa dentro de una política de la rabia, y en el caso de las sufragistas
inglesas señala que, en 1909, Emmeline Pankhurst invitó a Edith Garrud,
una experta en el arte de la autodefensa,'* para capacitar a las sufragistas
(y a las mujeres que quisieran) en técnicas para enfrentar las violencias
multidimensionales:que vivían las mujeres al encontrarse a solas con un
agresor. Garrud abrió, a fin de ese mismo año,el Suffragettes Self Defen-
se Club en el barrio de Kensington; y además implementó un servicio de
guardaespaldas para las sufragistas: una treintena de mujeres entrenadas
para protegerlas durante los mítines. Al efecto de estupefacción social
que provocaban estas “amazonas” se sumó también la transmisión de una
imagen nueva de mujeres fuertes y aguerridas.
Para Dorlin, el pasaje a las acciones violentas ocurre luego de:

la constatación de quela exigencia de igualdad civil y cívica no se puede


dirigir al Estado pacíficamente, puesto que él es el principal instigador
de las desigualdades. Por lo tanto, es vano demandarle justicia porque es
precisamente el Estado la instancia primera que institucionaliza la injus-
ticia social; es ilusorio entonces colocarse bajo su protección puesto que
produce o sostiene los mismos dispositivos que producen la vulnerabili-
dad,incluso es insensato remitirse a él para defendernos, puesto que pre-
cisamente es él quien da armas a quienes nos golpean (2019:106-107).

75

|,
pm OR Y POLÍTICA
AA AI NTDES DAA IATA AS ETT

Estajustificación dela violencia como autodefensa resuena enlas palabras


de ciertas activistas de hoy, en especial de algunas universitarias organiza.
das. Para Dorlin, la historia de la autodefensa que se propuso documentar
resultó “una aventura polarizada"al:

oponerdos expresiones antagónicas de la defensa de “unx mismx”: la


tradición jurídico-política dominante de la legítima defensa, por un
lado, articulada con una miríada de prácticas de poder bajo diversas mo-
dalidades de la brutalidad que se tratará aquí de sacar a la luz,y la histo-
ria sepultada de las “éticas marciales de unx mismx”, por otra parte, que
han atravesado los movimientos políticos y las contraconductas contem-
poráneas encarnando, con una asombrosa continuidad, una resistencia
defensiva que constituyó su fuerza (2019:29).

Parecería que las feministas encapuchadas y de negro que se autonom-


bran “anarcas” han desarrollado un entrenamiento similar a esa “ética
marcial”. Quienes estudian eso que se califica comola violencia de las jó-
venes en bandas o pandillas no emplean la cuidadosa distinción que hace
Dorlin y recurren a un señalamiento más general, que plantea que el en-
tornosocial y la cultura explican la violenciajuvenil (Miller 2001). Desde
esa perspectiva, de corte criminológico y de psicología social, se dice que
los factores que impulsana la organización juvenil son compartidosigual-
mente por muchachas que por muchachos. Sin embargo, puesto quela
sociedad está impregnada del modelo de la dominación masculina, no es
raro que las jóvenes se expresen con las características patriarcales de la
sociedad, como el'uso de la fuerza por encima de la palabra. Las inves-
tigaciones que revisé señalan que es común quelas muchachas desarro-
llen una forma de agresividad igualitaria en los-recintos escolares, pues
son espacios donde supuestamente existe una cierta igualdad conlos va-
rones. Esta violencia femenina, reactiva a la de los muchachos,llevóal di-
rector del Observatorio Europeodela Violencia Escolar, Eric Debarbieux
(2008) a declarar que el “machismo” femeninoes sin duda alguna uno de
los modosde resistir la dominación masculina. Para México no encontré
datos comparativos, sin embargo la investigación de Regnillo (2012) es

76
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA
|

muy clara al respecto y subraya, junto con José Manuel Valen


, zuela (20192),
que al poner atención en la llamada violencia Juvenil una fuent
[ dial que la engendra es la violencia socia] y cultural.
e primor-

Lo queanaliza Dorlin, con una atinada mirada teórica


y política, va
más lejos que solamente recordar un evento histórico donde ciertas mu-
jeres politizaron sus cuerpos con la autodefensa. Esta filósofa escudriña el
vínculo que tiene la violencia con el ámbito íntimo, y captura en la trama
de esas acciones violentas aquello que tradicionalmente se piensa como
fuera del ámbito político: las emociones que están encerradas en la sole-
dad de violencias que se reciben continua y silenciosamente, y que “con-
ciernen a las experiencias de dominación vividas en la intimidad de una
habitación, a la vuelta de una entrada del metro, detrás de la aparente tran-
quilidad de una reunión familiar...” (2019:30). Estas violencias cotidianas
que ocurren en espacios domésticos o familiares gestan la depresión o la
rabiay, también, producen la politización de la subjetividad. Si es correcta
esta interpretación que plantean Dorlin y otras autoras como Lucía Mel-
gar, ¿cuál es la comprensión política que debemos desarrollar ante esas jó-
venes cuyas heridas estallan en el espacio público como violencia política?

Separatismo y resistencia

En el contexto actual, donde el sentido común neoliberal es el que do-


mina las interpretaciones, resulta indispensable repensar críticamente
los referentes simbólicos que usan las chicas. Al interpretar la aparición
de las feministas calificadas de “anarcas” en este momento rebosante de
machismo y necropolítica!* es posible pensar que, con sus acciones, es-
tas jóvenes plantean su rabia ante el carácter simulador de una narrativa
política supuestamente “democrática” e igualitarista. Al analizar su “esti-
lo” como unapráctica significante, es posible encontrar una relación con
otras formaciones antisistémicas como el zapatismo y con lo que ellas con-
sideran que es el anarquismo. Su vocabulario expresa también una coin-
cidencia con esa tendencia de las feministas mal llamadas radicales, por su
Postura separatista.

77
DOLOR Y POLÍTICA

Destaco aquí otro espléndido texto'* de la escritora Dahlia dela


Cerda (2020) respecto a qué es el separatismo, en el que hace una agu-
da reflexión política, mezcla teoría y testimonio personal, y aborda va.
rias aristas del feminismo. Ella señala, por ejemplo, que consignas como
“¡Convocamos marcha separatista!”, “¡Éste es el contingente separatista,
no se aceptan hombres!” o “Espacia separatista y libre de violencia”se de-
finen mejor con el concepto de espacio no mixto. “El separatismo es una
apuesta política y una praxis que va más allá de no permitir varonesen es-
pacias feministas.”
De la Cerda exponey critica las ideas del feminismo separatista:

Si metes todas estas ideas en una licuadora, concluyes que las mujeres so-
mos oprimidas con base en nuestro sexo, que ese cuerpo sexuado produ-
ce una ontología (o un análisis existencial concreto) y que somoscriadas
bajo ese yugo llamado género. En el lado antagónico están los varones,
quienes son socializados en la masculinidad —que siempre es tóxica—,
cuya toxicidad deviene en una construcción ontológica que los hace in-
capaces de no ser violentos: son educados desde el poder para cometer
abusos de poder y que, por más buena voluntad que tengan en decons-
truirse como antipatriarcales, siguen siendo beneficiarios del sistema
porquelos privilegios no se tratan de cómo te beneficias de ellos sino
cómoel sistema te beneficia a ti.
Basándonos en este marco teórico, mantener cualquier tipo de re-
lación con ellos es seguir perpetuando sus privilegios y exponerse, o ex-
ponera otras, a sus violencias.
Entonces el separatismo es: con los varones NADA. El separatismo
significa apostar en la medida de lo posible, pero siempre como postura
política, por otras mujeres.

El verdadero separatismo implica desde no salir con hombresni tener re-


laciones sexuales con ellos, hasta no leer libros escritos por varones. Al
igual que relata Andrea Long Chu (2019) en su trepidante ensayo “The
Impossibility of Feminism”, hay una contradicción entre ir a una marcha
no mixta, reivindicando la sororidad, para luego regresar a casa a servirle

78
FAA

DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

|
la cena a tu novio o marido. Long Chu hace una aguda crítica acerca de
ciertos dilemas de las feministas de la segunda ola, pero prefiero el aná-
lisis de De la Cerda, que mezcla unacrítica al “feminismo blanco” (de

| ahí el provocadortítulo de su ensayo; “Separatismo:la mayonesa feminis-


ta”) con una valiente autocrítica.!” Estajoven escritora argumenta que ni

|
la Colectiva del Río Combahee,la aldea africana Umoja ni los encuentros
para mujeres convocados porlas compañeras zapatistas'* son ejemplo de
separatismo, sino que se trata de ciertos momentos de lucha que requie-
ren espacios no mixtos.
Desde unacrítica del determinismo biológico como una base pe-
ligrosa y reaccionaria para construir una política feminista, De la Cerda
distingue la estrategia de tener reuniones exclusivamente de mujeres de
lo que sería de una política separatista. Ella da en el clavo cuando señala
la carga de las emociones en quienes siguen pensando que el separatismo
es la cúspide de la emancipación:

Porque apela a nuestra emoción inmediata, en lugar de al análisis pro-


fundo: es tentador pensar en un mundo donde podamos salir solas de
noche, sin miedo a que algún varón nos haga daño, pero, ¿en serio se-
ría así?

De la Cerda señala que el separatismo es una praxis y una postura der+


vada de las corrientes feministas hegemónicas, y quesirve, “pero no para
todas”. Comparto su explicación acerca de la importancia de los espacios
no-mixtos o de autonomía entre mujeres pues son fundamentales para
compartir experiencias en común, como espacios seguros de gocey afec-
to. Ése fue el objetivo original de los pequeños grupos de autoconciencia
que surgieron con el feminismo de la segunda ola, y que han demostra-
do ser indispensables también para grupos de mujeres negras, indígenas,
trans y no binarias. La práctica política de los grupos de autoconcien-
cia, que las feministas italianas reivindican como una práctica “sencilla y
genial” (Librería de Mujeres de Milán 1991:33), se desplazó a todos los
rincones del mundo,y contribuyó a convertir al feminismo en un mov+-
miento social.

79
DOLOR Y POLÍTICA

De la Cerda dice que es importante no llamar separatismo a espa.


elos no mixtos para no despolitizar la lucha delas lesbofeministas y de las
mujeres que apuestan por esa estrategia, pero al mismotiempo plantea
que es necesario reconocerqueel separatismoes la mayonesa (por blanca)
del feminismo, y que ningún movimiento que asuma la interseccionali-
dad de “raza” y pertenencia étnica puedeser separatista. El separatismo,
que es un intento por“salvaguardar” al feminismo de las contaminacio-
nes de una política en la que participen los hombres, “se oponea lo que
debería ser el intento de dialogar con ellos acerca de nuestra condición
compartida (como seres humanos vulnerables) y acerca del futuro másli-
bre y justo que deseamos construir” (De la Cerda 2020). Por eso termina
rechazandolas formas tradicionales de participación política.

La discusión en tornoa la rabia

Recientemente, en distintas partes del mundo,la rabia de las mujeres ha


cobrado visibilidad por acciones de feministas indignadas. Pankaj Mishra
(2017) dice que vivimos en la era de la rabia. ¿O será de la ira? ¿Son lo
mismola rabia y la ira? Víctor Altamirano, traductor de Anger and Forgive-
ness de Martha Nusshaum, explica que traduce anger comoira, “no en un
sentido bíblico, sino como un concepto genérico y neutral que engloba
las subcategorías de rabia, cólera, enfado y furia” (2018:17), Percibo una
connotación distinta, más legitimada, de la ira en lugar de la rabia: se habla
de “la ira de Dios”, no de la “rabia de Dios”. En cambio, se habla de la rabia
las feministas. Si bien en la academia el tema dela rabia (la ira, la furia)
lleva tiempo siendo tratado, tanto en la filosofía:como en antropología,
recientemente se ha puesto la atención enla rabia de las mujeres. Martha
Nussbaum (2016) reconoce quela ira se ha analizado'escasamente en tex-
tos filosóficos recientes,y ella abreva en suprofundó conocimiento de los
clásicos griegos para nutrir su reflexión, Enelsegundo capítulo desu li
bro Anger andForgiveness'” esta filósofa establece la'doble reputación de la
rabia como “ima herramienta valiosa y peligrosa para la vida ética; por su
propensión al exceso y al error” (2016:15).Nussbaum recorre varias def-

80
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

niciones de rabia donde el desquite, la revancha (payback) o la venganza


son parte constitutiva de tal emoción. La rabia suele ser provocada tanto
por algún daño importante como por un acto perjudicial a la víctima; sin
embargo,la filósofa la considera una emoción compleja que alberga si-
multáneamente dolor y placer. Hay rabías meramente expresivas y otras
instrumentales, cuyo objetivo es el de hacer sufrir a quien lastimó u ofen-
dió como una manera de compensar o aminorar el daño que se recibió.
Nussbaum lo dice así:

La intensidad de la emoción y quizá también la fantasía mágica de retri-


bución son parte de lo que mueve a las personas, cuando de otra forma
por lo menos algunas personas podrían simplemente no actuar o,sin: la
señal de la rabia, ni siquiera se darían cuenta de la injusticia o su magni-
tud (2016:39).

La estrategia analítica de la autora consiste en alimentar su re-


flexión no sólo repasando los textos griegos y de algunos filósofos con-
temporáneos, sino también poniendo ejemplos con casos que muestran
una variedad de reacciones que podrían darse ante injusticias, por ejem-
plo, las posibles reacciones de una mujer ante la violación sexual que su-
fre una amiga. Ella recuerda que las emociones de rabia suelen sentirse
de formavisceral, pero que indudablementeexiste un repertorioemocio-
nal diferenciado por el género. Esta filósofaseñala un cambio queha ha-
bido: en Grecia y Roma no se valoraba que los hombres fueraniracundos,
y se veía a las mujeres como adictas a la ira. Nussbaum-dice que: “cuan-
do hay una rabia desmedida, suele ser que está tapando la impotencia”
(2016:45). La figura trágica de Medea es su paradigma de la impotencia
con rabia. Enel apartado VI; que se titula precisamente “Rabia y géne-
ro”, Nussbaum.revisa.el cambioquehaocurrido ahora, pues los mandatos
culturales favorecen que los varonesexpresen su rabia, sin perder mascu-
linidad, mientras queinhiben quelasmujereshagan lo mismo, pues pier-
den feminidad. EAS PORRAS 7
Desde hace tiempo existe investigación en ciencias sociales acer-
ca del “moldeamiento cultural” de las emociones. Los procesos culturales

81
DOLOR Y POLÍTICA

y tam-
organizan los procesos emocionalesy la experiencia emocional,
bién los procesos emocionales y la experiencia emocional alientan e in-
tensifican los procesos socioculturales (Markus y Kitayama E Las
causas por las cuales muchas mujeres ocultan su enojo y lo manejan de
manera indirecta son básicamentetres: la socialización familiar, las expec-
tativas culturales de la feminidad y el enfrentamiento con un poderfrente
al cual se hallan en una situación de subordinación. El comportamiento
pasivo-agresivo, que mantiene la rabia controlada y rechaza la confronta-
ción, es un mecanismo de defensa para evitar un conflicto mayor. Esta es
unaestrategia de sobrevivencia femenina quea la larga puede convertirse
en una forma de relación. Rosario Castellanos calificó esa estrategia como
hipocresía y reconoció:

Se ha acusado a las mujeres de hipócritas y la acusación no es infunda-


da. Pero la hipocresía es la respuesta que a sus opresores da el oprimido,
quea los fuertes contestan los débiles, que los subordinados devuelven
al amo. La hipocresía es la consecuencia de unasituación, es un reflejo
condicionado de defensa —como el cambio de color en el camaleón—
cuando los peligros son muchosy las opciones son pocas (1973:25).

La rabia, ¿“apropiada” o “contraproducente”?

Expresarla rabia ha tenido unalto costo para las mujeres, incluso cuando
se trata de figuras famosas. Eso le ocurrió a Virginia Woolf con Tres
guineas
(1938), el largo ensayo donde denuncia la exclusión y discriminación
de
las mujeres. A diferencia de Una habitación propia (1929), este
otro ensayo
feminista ha tenido muchísimo menos éxito, supue
stamente porque tras-
luce la rabia de Woolf. Aunqueella lo llamó “mi
panfleto contra la gue-
rra”, se trata de una durísima crítica a las tenace
s formas de sexismo que
veía cotidianamente. De manerairónica y erudita, Woolf
da rienda suelta
a su indignación porla situación de sus contemporáneas en un
mundo
dominado por los varones. Para documentar
con detalle el sexismo, re-
úne en notas a pie de página unaincreíble cantidad de ejemplos que ha

82
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

estado juntando a lo largo de los siete años que le tomó escribirlo. Citar
así de abundantemente fue su estrategia para legitimar una información
tan brutal que podría parecer provenir de la mente calenturienta de una
feminista rabiosa, y no de los dichos y hechos que ella quería mostrar.
Al exhibirel vínculo entre el machismo y la guerra, Woolf hace una
analogía entre el régimen patriarcal y el fascismo, y dice que lo que Hitler
encarna también está presente en Inglaterra en esas actitudes queella ca-
lifica de “hitlerismoinconsciente”. Reivindica a las sufragistas y les dice a
los varones que ahora ellos sienten en sus propias personas lo quesintie-
ron sus madres cuandose las encerraba y se las hacía callar, por ser muje-
res. “Ahoraa ustedesse les encierra y se les hace callar porque son judíos,
porque son demócratas, por su raza, por su religión.” Además, ella pone
en evidencia los aspectos abominables y ridículos de la masculinidad, en
especial el narcisismo grotesco de los hombres en el poder, para lo cual
reproduce cinco fotos de los atuendos fastuosos y absurdosdel infantilis-
mo megalómano delos patriarcas: las capas de armiño y las pelucas posti-
zas de losjueces, los trajes púrpura de seda y los crucifijos enjoyados de los
obispos, los uniformes con charreteras, medallas y plumas de los milita-
res. También hace comparaciones que escandalizan, como la que estable-
ce entre san Pablo y Hitler. Critica duramente a la religión, en concreto
al cristianismo, al que caracteriza como un agente de la represión. Si to-
davía hoy en día es mal visto burlarse de la Iglesia y el ejército, en el am-
biente de preguerra de los años treinta lo fue aún más. No es extraña, pues,
la mala acogida que recibió Tres guineas; pocos críticos lo comentaron y la
prensa se centró con amarillismo encriticar lo quecalificó de la ferocidad
de Woolf al denostar los ropajes de curas y militares. También hubo quien
dijo que Tres guineas era como el Manifiesto comunista de las feministas. 2
Pero las críticas negativas no vinieron solamente de los conservadores; a
la mayoría de sus amigos no les gustó, en especial les molestó la rabia que
manifestaba.?! Sus lectoras entusiastas fueron las feministas del momento,
algunas escritoras y directoras de escuelas parajovencitas.
las mu-
Tres guineas no es un panfleto político típico. No convoca a
jeres ajuntarse para hacerla revolución, sino quelas insta a hacerlo perma-
neciendo al margen, como lo que Woolf dice que son: outsiders (excluidas),

83

É
DOLOR Y POLÍTICA

,y las extrañas,
las de afuera, en la traducción argentina de Sudamericana
como bru-
en la traducción española deLumen. Hace un llamado a bailar
jas frente a una hoguera, y a quemar un papel donde está escrita, ¡ho-
rrorl, la palabrafeminismo. Su mordacidad no se entendió. Tampoco gustó
mu-
quedijera que los varones se aprovechan del trabajo doméstico de las
jeres, por lo cual las amas de casa y las madres deberían recibir un salario,
ni agradó que, al hacer su analogía entre la tiranía del Estado patriarcal y
la tiranía del Estado fascista, dijera que no hay tiranía sin-complicidad de
las mujeres, denunciando la colaboración de muchas de ellas en la pro-
moción de los sentimientos nacionalistas y bélicos. Algo muy destacado
fue que,al interpretar la situación de las mujeres como outsiders, ella formu-
ló un conmovedor alegato antinacionalista, al subrayar que las mujeres no
puedenser patriotas en un país que las. excluye y discrimina: Como mujer,
no tengo país. Como mujer no deseo tener país. Como mujer mi país es el mundo
entero. Ante las exclusiones de hoy a migrantes, personas no binarias y
otros seres humanos con identidades disidentes de la norma habría que
retomar el espíritu internacionalista de Virginia Woolf y plantear: “Como
ser humano, no tengo país. Como ser humano, no quiero país. Como ser
humano, el mundo entero es mi país”.
Será mucho después, en los años ochenta y noventa, y en un cam-
po lejanoal dela literatura, que varias académicas feministas se interesen
porinvestigar las dificultades de las mujeres para expresar la agresión o la
rabia.” Poco a pocola rabia femenina se interpretará no.como algo des-
tructivo o irracional, sino como un catalizador en procesos.queson posi-
tivos para toda la sociedad.” Las académicas que analizán:las expresiones
culturales en los medios de comunicación, luego de revisar las maneras
diferentes en que se califica la rabia en función de quien la expresa, mu-
jer u hombre, dan cuenta de casos sobre cómo se caricaturiza y deslegiti-
ma la rabia femenina. Estos artículos documentan las complejas maneras
en que las mujeres expresan su rabia y el tipo de mediaciones que llevan
a cabo (Boyce Kay 2019).
Las expresionesactuales de rabia femenina, que ejemplifican el gran
cambio cultural que está ocurriendo, hoy se documentan enbestsellers recien-
temente publicados. Entre 2018 y 2019 dos de estos libros estadunidenses

84
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA
A

les proponen a las mujeres “reinterpretar” su furia y usar ese poder para
generar un cambio“positivo”. Velozmente traducidosal español, resulta lla-
mativo que ambostraten de “matizar”la rabia: el de Rebecca Traister (2018)
Good and Mad se tradujo como Buenasy enfadadas. El poder revolucionario de
la ira de las mujeres. “Mad” es mucho más que “enojada”, y además, aunque
se enojen, las mujeres siguen siendo buenas, con lo cual el mandato dela
feminidad sale ileso de la explosión de rabia. El de Soraya Chemaly, Rage
Becomes Her. The Power of Women's Anger (2019) primero se tradujo como
Enfurecidas. Reivindicar el poder de la irafemenina (Planeta) y un año después
apareció como Rabia somos todas. El poder del enojo femenino para cambiar el
mundo (Océano). El matiz es significativo, pues en la segunda versión la
emoción es altruista y cumple con el mandato femenino.
Casi simultáneamente a la publicación de los bestsellers, han surgi-
do análisis académicos en el campodela filosofía política y la psicología
moral que abordan aspectos poco debatidos acerca de quéotorga o qui-
ta legitimidad a larabia.? La filósofa Amia Srinivasan (2018) reflexiona
sobre cómo la rabia puede ser una emoción“apropiada””e introduceel
concepto de injusticia afectiva** Estetipodeinjusticialo viven las perso-
nas forzadas a decidir si responden corrabia“apropiada” con el riesgo
de que empeoren sus propias condicionesde vida:Srinivasan opone lo
contraproducente que puede ser la rabiafrentealaposturaque consi-
dera útil y necesario expresarla; Ella retoma una largatradiciónpolítica
de pensamiento negro y feminista; y pone:como ejemplo -paradigmático
a la poeta negra Audre Lorde (1997), quien argumenta los-usos de la ra-
bia de las mujeres en la lucha contra el racismo,y la:considerauna “fuen-
te de energía” y “de clarificación”. En esetexto, queespartedel canon
feminista,Lorde habla de “un arsenalbienprovistode:rabiapotencial-
¿ mente útil contra esas opresiones,pe | ds la po
» votaron” (1997:280). ; A a
. sur Srinivasan le debate a Nussbaumvarias cuestiones,pues bi coin-
- cideen gran medida con los estoicos respecto 'a que la rabia involucra
constitutivamente un deseo de venganza y requiere ser contenida porci-
vilidad. Nussbaum dice que hay muchas formas en que la rabia se puede
equivocar, pero que en otras puederesultar correcta: cuando ocurrió una

85
DOLOR Y POLÍTICA

e rehúsa a
injusticia o hubo mala fe y se produjo un daño deliberado. Blas
de retribución /vengan-
hablar de “rabiajustificada” pues implica el deseo
y en su lugar intro-
za, lo cual le parece problemático por muchas razones,
límite de
duce el concepto derabia de transición, para nombrarun caso
rabia racional y normativamente apropiada. La emoción que Nussbaum
califica de “rabia de transición” se acerca a la indignación, pero es distin-
ta. Ella la encuentra cuando las personas se enojan ante la violación de un
principio importante o un sistema injusto (2016:36). Me parece que ésa
es la rabia que muchas feministas sienten.
Enel debate entre quienes defiendenla rabia como una respuesta
adecuada a un mundoinjusto y entre quienesla critican por contrapro-
ducente, Srinivasan destaca que aunquela rabia sea “apropiada”, puede
no ser productiva (2018:126). Al conflicto que las víctimas de la opresión
viven cuando deben elegir entre expresar una rabia apropiada o actuar
prudentemente, Srinivasan lo califica de “injusticia afectiva” y lo conside-
ra unainjusticia de segundo orden, pues resulta “una suerte de impuesto
psíquico que se aplica a las víctimas de opresión” (2018:135). Son varias
las precisiones que Srinivasan hace en tornoa la rabia: distingue la dife-
rencia notable que hay cuandose discute la rabia en contextos políticos y
en situaciones mundanas; revisa las razones intrínsecas en contraposición
de las razones instrumentales; y aborda la rabia de las mujeres.
Ella señala: “Desde hace tiempo a las mujeres se les ha dicho que
el progreso del feminismo sería más rápido si solamente fueran menoses-
tridentes” (2018:125). Precisamente la manera como se expresa la propia
rabia y el contexto en el que se hace pueden, según Srinivasan, resultar
“contraproducentes”, y es una razón porla cual las mujeres tratan de no ex-
presar su rabia. Esta filósofa califica ciertas maneras de hablar de la rabia
como opresivas, como cuando el misógino desecha la rabia de una mujer
al calificarla de chillona, agria o destemplada, o cuando explica la rabia
femenina como producto de un carácter inferior. También ocurre que
un hombre, sin entender lo que causael estallido de rabia, diga: “¿Y por
qué te enojas tanto?”. Las mujeres que expresan su rabia suelen servistas
como histéricas, amargadas o aguafiestas. También Srinivasan alude al
conflicto de decirles de manera insensible a las mujeres: “no te enojes, así

86
2 cs e.
DOLOR, RABIA Y VIOLENCIA

empeora las comaN, pues ese tipo de frase sugiere que la mayor respo
nsa-
bilidad para corregir el problema radica en la víctima y no en quien perpe-
tró el acto injusto o agresivo, Ella hace una analogía con los consejos que
se les da a las mujeres para que nolas violen (abstente de beber alcohol,
de usar ropa sexy, de salir de noche,etcétera), consejos que sugieren que
la responsabilidad de minimizarlas violaciones radica en las mujeres, en
lugar de verlas violaciones como una “contingencia por la cual los hom-
bres tienen una responsabilidad moral” (2018:133).
La lectura de las reflexiones de Nussbaum y de Srinivasan deja
planteadas varias preguntas acuciantes: ¿existe la rabía sin deseo de ven-
ganza? ¿Se puede sentir rabia sin que lo que la causa tenga una conexión
personal “apropiada”? ¿Deben las víctimas de una injusticia controlar su
rabia? ¿Qué hacer si expresar la rabia conduce a afectar a otras personas,
sean de la propia familia o comunidad? Si la rabia puede ser contraprodu-
cente, poniendo a la persona rabiosa en una situación peorde la que está
y exacerbando lo que la hizo rabiar, ¿no sería mejor que se aguantara la
rabia y expresara su reclamo de otra forma? ¿Existe una razón moral para
no expresar la rabia? Ése es en parte el sentido dela crítica deNussbaum,
que plantea la importancia de la civilidad con las demás personas. ¿Cuál
es una respuesta de rabia “apropiada”? Para Srinivasan la rabia también es
una forma de comunicación, una manera de marcar públicamente una
falta de valor o una injusticia. ¿Nuestra rabia requiere reconocimiento pú-
blico, o lo mejor que nos puede pasar es deshacernos de la rabia? ¿Cómo
encauzar políticamente la rabia?
La narrativa de que la rabia es contraproducente le parece a Sri-
nivasan más un intento de control social que una manifestación de preo-
cupación legítima (2018:134). En México hay unalarga tradición cultural
que plantea que no hay que enojarse porque es contraproducente: “el que
se enoja, pierde”. Sin embargo se olvida que, en ocasiones, expresar la
rabia conduce a mejorar la situación. La movilización de las estudiantes
de la unam, que culminó con el paro de cinco meses encabezado porlas
MOFFYL, llevó a un cambio de actitud de muchas autoridades universita-
rias, a la inclusión dela violencia de género enel Estatuto general de la
UNAM como una conducta grave y a la creación de la Coordinación para

87
DOLOR Y POLÍTICA

la Igualdad de Género. No sé qué es más sorprendente: que nunca antes


se hubiera incluido la violencia como falta grave, o que las protestas im-
pulsaran su inclusión. ¿Qué significa que en una universidad de la impor
tancia y dimensión de la uNAM apenas en 2020, por los conflictos, se haya
creado la Coordinación para la Igualdad de Género?
Cada cultura modela la forma en que las personas expresan las
emociones. Ese modelaje cultural, que está diferenciado por género,tro-
quela las conductas y afecta profundamente las relaciones. En México, ya
lo dije, nuestra tradición cultural plantea que no hay que enojarse porque
es contraproducente: “es mejor un mal arreglo que un buenpleito”. ¿Será
también por cuestiones culturales que incomodan las expresiones de ra-
bia “apropiada” de las jóvenes feministas? En este contexto de estabiliza-
ción del sentido común neoliberal hay que revisar y repensar críticamente
los referentes y posiciones de aquello que se ha venido presentando como
“violencia feminista”, pues resulta inquietante la simplificación discursiva
que olvida el dolor y la impotencia que expresa esa rabia. Sobre todo, hay
gran resistencia a hablar acerca de qué causa esos sufrimientos. ¿Qué re-
querimoslas feministas, con toda la heterogeneidad existente de posturas
y visiones, para defender la legitimidad de ciertos:reclamos aun cuando
generen: destrozos y lleven a cabo actos considerados violentos? ¿Cómo
responder a las críticas? No basta plantear que con esas acciones se de-
sea transitar hacia relaciones de género menos desiguales, irrespetuosas
y violentas. Hay que reflexionar y debatir no sólo sobre cómo ubicar las
acciones violentas en una perspectiva feminista, sino también acerca de
los llamados dañoscolaterales que resultan de las acciones violentas. Sobre
todo no hay que olvidar, como bien señala Leticia Cufré, que
lo primero
que hace la violencia es que no te permite pensar, que la violencia
se con-
vierte en un “chaleco de fuerza” para no pensar.

88 :
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POL
ÍTICA

H acer política es algo necesario, aunque decepcionante.! En la política


hay discrepancia y antagonismo,y también negociación y acuerdos.
A la conflictividad que es inherente a la pluralidad de posiciones feminis-
tas se suman las emociones, que no sólo perturban las relaciones, sino que
también obstaculizan el desarrollo de una acción política compartida con
otros gruposy sectores sociales. ¿Por qué a las feministas nos cuesta tanto
debatir nuestras posiciones encontradas? Beatrice Hanssen se pregunta:
“¿En qué momento el debate y la discusión se convierten en una pelea, en
una querelle, y cuándo una disputatio se vuelve una disputa? ¿En qué punto
el argumentoy la argumentación se transforman en antagonismos enco-
nados?” (2000:1). ¿Qué pasa en el movimiento feminista que no podemos
debatir entre nosotras? La respuesta es complicada, pues entre los femi-
nismos hay varios desacuerdos, tanto conceptuales como metodológicos,
sobre principios y premisas fundamentales. Pero también hay un cierto
tipo de desacuerdo sobre el que no se habla dentro de nuestro movimien-
to, y es el que ocurre, según Jacques Ranciére, cuando “uno delos inter-
locutores entiende y a la vez no entiende lo que dice el otro” (1996:8).
Según este filósofo, dicho desacuerdo noes el conflicto entre quien dice
blanco y quien dice negro, sino el existente entre quien dice blanco y
quien también dice blanco pero no entiende lo mismo con el nombre
de la blancura. Ranciére señala que este desacuerdo no es producto de
desconocimiento ni tampoco de un malentendido, es decir, no se refiere
sólo a las palabras: se refiere a la situación misma de quienes hablan,a la
producción de sentidos y significados. Ese desacuerdo concierne menos a

89
DOLOR Y POLÍTICA

to común
la argumentación que a la presencia o a la ausencia de un obje
entre una personay otra, y la situación extrema del desacuerdo es aquella
Para
en que una persona nove el objeto común que le presenta la otra.
a la políti-
Ranciére, esta situación extrema concierne fundamentalmente
pero
ca. ¿Qué puede hacer alguien quese sirve de la palabra para discutir,
que le otorga a la palabra ciertos sentidos O inflexiones, y mpone que la
otra persona lo comprende? La desavenencia política significa diversidad
de metas y métodos, pero también implica este tipo de desacuerdo. ¿Has-
ta dónde se nutre de ese tipo de desacuerdos mucha de la polarización
política que es el signo de estos tiempos?
Traigo a cuenta el pensamiento de Ranciére como ejemplo de la
utilidad política de la teoría para esclarecereste tipo de conflictos. No nos
debe extrañar que si no somos capaces de verbalizar la naturaleza de las
querellas entre nosotras, internalicemos antagonismos que concebimos
cada quien a su manera. La teoría sirve para alimentar nuestra praxis,
nos ayuda a interpretar los procesos, a enriquecer nuestro vocabulario, y
a mejorar la manera de. hacer política. La lucha que existe por la tensión
inherente a las múltiples diferencias presentes, eso que Moutffe califica
de agonismo, es distinta del antagonismo. Esperar que en política se den
consensos sin conflictos es un desacierto que también deriva de nuestro
posicionamiento teórico. Una meta podría ser la de llegar a puntos de
acuerdo, avanzando en coaliciones puntuales, sin que eso signifique bo-
rrar nuestras particularidades y diferencias, y eso implica impulsar otra ló-
gica política para instaurar nuevas prácticas de debate y argumentación.
La posibilidad de construir algunas alianzas está estrechamente vinculada
a la posibilidad de debatir y ello también obliga a fundamentar nuestros
posicionamientos.
Wendy Brown (1995) nos dice a las feministas que debemos ser
precavidas pues nuestro proyecto político, por muy bienintencionado
que sea, puede volver a trazar, sin darnos cuenta, las mismas configuracio-
nes y efectos de poder que pretendemos derrotar. Entre las precauciones
que señala está la de comprender que no es posible una comunicación no
distorsionada y no contaminada porel poder; es más,ella ni siquiera cree
en la posibilidad de un “lenguaje común”. Por ello nos insta a reconocer

90
LAN IDENTIDADES A LA HORA DE HACER
POLÍTICA

como una condición política permanente “una parcialidad en la compren-


sión y en la expresión, que produce unos abismos culturales cuya naturale-
za puede seridentificada con atención, pero que rara vez es solucionable”
(1995:50), Esta “parcialidad” juega en muchos de los desacuerdos y en-
contronazos que tenemos, Browninsiste en que es realmente muy impor-
tante crear espacios en donde debatir análisis políticos y definir las reglas
propias de esas políticas. Hay que desarrollar procesos democráticos que
nos permitan formularjuicios colectivos que “nos exigen aprendera tener
conversaciones públicas con otros, a razonar a partir de un entendimien-
to de lo común (lo que quiero para nosotres') y no a partir de la identí-
dad (quien soy”), sino con normas explícitamente planteadas y valores
potencialmente comunes,y no de un esencialismo falso o de retrógrados
intereses privados” (1995:51). Según esta politóloga, los argumentos pú-
blicos e impersonales tienen más potencial para lograr una rendición de
cuentas deliberativa que los que se basan en la identidad. Brown critica las
políticas de la identidad y señala que las posiciones y conversaciones polí-
ticas posidentitarias pueden reemplazar más productivamentea las políti-
cas de la identidad.

¿Política identitaria o política antiesencialista?

La reflexión acerca delas políticas identitarias es fundamental, pues la pro-


testa feminista por la exclusión socio-política-económica de las mujeresy
su acción colectiva como movimiento social se desarrolla en ese eje. Ben-
jamín Arditi (2010) explora esas formas de pensar y hacer política en los
bordes del liberalismo, y su reflexión ilumina muchos de los tropezones
y bloqueos que hoy en día padecen los grupos feministas, tan inmersos
en la política de la identidad y tan ubicados en los márgenesde la políti-
ca institucional. La política feminista es un caso típico de política identi-
taria, que nació como respuesta a la exclusión política de las mujeres; su
demanda de untrato no discriminatorio e igualitario se ha desarrollado
en el filo de un razonamiento autorreferencial: el mujerismo. De un recla-
molegítimo acerca dela desigualsituación de las mujeres, en especial de

91
DOLOR Y POLÍTICA

tas tendencias
la ausencia de ciertos derechos y oportunidades vitales, cier
con los hom.
feministas han pasadoa reivindicar una diferencia eserciil
muje-
bres, que incluso algunas formulan con exaltación esencialista “las
res somos más sensibles, menos corruptas”, etcétera. Quiero aclarar que
elijan tras
el hechode quelas feministas se organicen entre mujeres yque
Repito:
bajar políticamente con otros grupos de mujeres no es mujerismo.
encauzar los afanes políticos a las mujeres noes, en sí misma, una postura
tra-
mujerista, El planteamiento feminista de la necesidad de realizar un
bajo político específico con las mujeres es correcto y hay que deslindarlo
del mujerismo, La perspectiva que llamo mujerismo considera que las muje-
res tienen unaesencia que las hace distintas de los hombres. Una cosa es
reconocer que existe una sexuación distinta y otra es pensar que ciertas
características de conducta o de personalidad se derivan en automático
de los cromosomas, sin visualizar los factores culturales y psíquicos que
inciden en la conformación de la identidad. El mujerismo es una forma de
esencialismo.
Arditi reconoce como algo muy positivo que los grupos de la po-
lítica de la identidad lograran que la diferencia pasara a formar parte
de la agenda pública y se plasmara en las llamadas acciones afirmativas.
Este politólogo cuestiona el simplismo conservador de quienes descalifi-
can al movimiento indigenista, al feminismo, al altermundismo y al popu-
lismo como monstruos producidos porel atraso de la cultura política, la
ausencia de reglas e incluso como reacciones premodernas. Igualmente
desarticula el argumento conservador que intenta reducir al absurdo el
particularismo de estas corrientes y sus demandas (como las accionesafir-
mativas). Por el contrario, señala que la comunicación y las nuevas for-
mas de socialización política pueden contribuir a formar seres humanos
multidimensionales, y reconoce que la hibridez* reina por todas partes.
El registra el activismo transfronterizo de quienes se vuelven una especie
de nómadas, que mediante modos alternativos de vida se alejan del orden
existente. Reconociendo la hibridez y su complejidad, Arditi desarrolla la
noción de “periferia interna”, donde este nomadismo surge comola resis
tencia de sujetos y grupos a ser sobrecodificados por el orden dominante,
aunque sigan dentro de sus límites,

92
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER
POLÍTICA

En los linderos del liberalismo estas subjetividades periféricas de-


sempeñan una función dinámica. Sin embargo, Arditi también encuentra
que,si bien la atención sobrela diferencia nos hizo mássensibles a la mi-
cropolítica, al derechoa ser diferentes, también ha tenido consecuencias
negativas pues los movimientos que han reivindicado la diferencia, desde
el feminismo hasta el indigenismo, han provocado lo queél califica como
un reverso: el “esencialismo de la diferencia”. Arditi plantea reflexiones
importantes para cualquiera de las posturas reivindicatorias hechas desde
los grupos excluidos, subraya los riesgos de la victimización, la autorrefe-
rencia y el relativismo, y despliega una mirada política incluyente. Un
punto central en su argumentación es cómollevar a cabo la definición de
nuevas pautas de diferencias aceptables, y advierte que la “cacofonía de gru-
pos intransigentes”, o sea, la disonancia de una combinación inarmónica
de voces, puede hacer que los grupos marginales pugnen por “endurecer
las fronteras” de la identidad, lo que puede desembocar en la imposibili-
dad de encontrar un espacio de articulación política. Su análisis empata
con lo que plantea Wendy Brown, quien señala que “para evitar el descon-
cierto existencial, los habitantes de la posmodernidad recurren —cómo
un débil sustituto de un análisis político más amplio— a intensas afirma-
ciones de “identidades a fin de saber y de inventar quiénes y qué son y
dónde se encuentran” (1995:35). De ahí quelas políticas de la identidad
proporcionen una sensación de ubicación —y a menudo de pertenencia
o de comunidad— “sin que se requiera una comprensión profunda del
mundo en que una se encuentra situada” (1995:35). Para Brown las polí-
ticas de la identidad parecen ser “un síntomade las rupturas y los efectos
desorientadores de la posmodernidad, y no una respuesta radical a ella”
(1995:35) y, por lo tanto,las políticas de la identidad puedenser interpre-
tadas a la vez como una expresión de cierta impotencia y también como
un intento por repararla.
Dentro del movimiento feminista hay tendencias fuertemente
arraigadas en políticas identitarias, así como también hay posturas quecri-
de pen-
tican el esencialismo que cree que la biología determina formas
sar y sentir. Creer en esencias dificulta pensar políticamente y artícular
estrategias. La vigencia del pensamiento esencialista entre los feminismos

93
DOLOR Y POLÍTICA

es UN CONCepto
también se expresa en algunas posturas mujeristas. Mujer
que se usa para distinguir entre hembras y machosbiológicos, pero que
es,
también encubre las múltiples diferencias que existen entre las mujer
ochenta y a
Ésa es, justamente, la denuncia que hicieron desde los años
lo largo de los noventa las feministas llamadas de color y las de los países
del Tercer Mundo. ¿Por qué hablar de “las mujeres”, comosi todas tuvie-
ran los mismos problemas, intereses y necesidades? Desde el mujerismo
se habla en nombre de las mujeres como si éstas tuvieran una posición
uniforme en la sociedad, lo cual favorece un discurso político ideológico
cercanoal esencialismo: las mujeres somos, las mujeres queremos, etcé-
tera. Este discurso facilita un enganche identificatorio, pero dificulta una
práctica política radical democrática.
Hoy en día se sigue distinguiendo entre sexo (biología) y género
(cultura y psiquismo), comosi no estuvieran muy intrincadas. Haycierta
confusión conceptual entre subjetividad y psiquismo,* y no es casual, ya
que existen traslapes entre ambos conceptos. En estas páginas hablo de
sujeto, subjetividad y psiquismo, y como éstos son conceptos que se usan
desde distintos campos del saber (psicoanálisis, filosofía, antropología y
otras ciencias sociales) creo necesario precisar a qué me refiero. Llamar
sujeto al ser humano implica aceptar que está “sujetado” y que su Yo ha
sido constituido de manera compleja, pues interviene su inconsciente,
que se identifica con,resiste o transforma las posiciones de sujeto disponi-
bles en un determinado contexto cultural, político y socioeconómico. Mi
guel Kolteniuk (1999), psicoanalista mexicano, plantea que Freud nunca
se BEupa explícitamente del sujeto, sino que con la “nueva ciencia” del
psicoanálisis (a inicios del siglo xx) trató de demostrar que “todo acto
humano tiene un sentido” que noresulta evidente a quien lo observa, y
en ocasiones tampoco a quien lo vive. Para poder descifrar dicho senti-
do, Freud produjo un concepto, el de aparato psíquico, que remite a cier-
ta organización o estructura y a ciertas acciones (amar
y odiar, imaginar,
pensar). El concepto de aparato psíquico cobra sentido si pensamos que
el actuar, incluso el afecto quees la energía que impulsa y permeaese ac-
tuar, tiene como sustrato una o varias significaciones o sentidos, a veces
coherentes entre sí y a veces no, independientemente de que la persona

94
LAS IDENTIDADESA LA HORA DE HAC
ER POLÍTICA

esté o no consciente de ello. Freud encuentra un sen


. . tido que puede pro-
venir de
dpfuentes diversas:
A de
y la conciencia, E la “reali-
del inconsciente, de p
dad psíquica” o de la “realidad exterior”, o sea del medio, de la socied
ad y
de la cultura en la que hacimos 0 nos tocó vivir. Si bien todavía hoy resul-
ta bastante excepcional y hasta escandalosa la propuesta de que se puede
acceder a esos sentidos, incluso modificarlos, mediantela palabra, ¡imagí-
nense lo que fue en 1900!
Freud estableció, desde los inicios del psicoanálisis, una línea de
pensamiento inclinada a lo social, pues creía firmemente en la utilidad
de su teoría para analizar varios aspectos de la cultura. Él instaura el vínculo
entre antropología” y psicoanálisis al abordar el estudio de mitos, relatos y
leyendas, convencido de que el psicoanálisis era pertinente para explicar
las instituciones culturales del orden social: la exogamia, la construcción
del Estado, la ley, el arte, la moral y la religión.? En 1913 publica El interés
por el psicoanálisis cuyo segundo apartado trata sobre “El interés del psi-
coanálisis para las ciencias no psicológicas” y consta de ocho incisos.* Sin
embargo, poco a poco, esa veta fue subvaluada al considerarse como “psi
coanálisis aplicado”, y así la rica discusión sobre la inscripción delo social
en el psiquismo fue perdiendo terreno.” En añosrecientes algunos antro-
pólogos han buscado a psicoanalistas para colaborar juntos, convencidos
de la utilidad de comprender lo psíquico para la antropología.” También
entre psicoanalistas se empieza a tomar en consideración lo antropológ+
co, en especial, en relación con el debate sobre la diferencia sexual. Han
pasado muchos años y muchos cambios sociales hasta que se logró com-
prender que en nuestra cultura la oferta social de modelos identificato-
rios se reducía a dos posiciones de sujeto valoradas y permitidas para un
ser humano: la de “mujer” y la de “hombre”. Y aunque siempre existieron
múltiples representaciones que rebasaban tal binarismo, fueron, y lo si-
la
guen siendo, sistemáticamente discriminadas. Hoy en día se visualiza
Bro:
fuerza de la causalidad psíquica junto con la causalidad cultural y la
conductas humanas. Así,
lógica. Las tres concurren para dar forma a las
biología, cultura y psiquismo se funden en la condición humana.
elementos de la teoría pS
Hacer análisis de la cultura usando
nalítica permite entender mejor ciertas acciones políticas, en especi

95
DOLOR Y POLÍTICA ——

gunas narrativas donde las emocionesy la imaginación se desbordan en


el quehacer político. En su reflexión acerca del psicoanálisis, el flósofo y
exis-
psicoanalista Castoriadis señala que, además dela realidad biológica,
te una realidad psíquica, y dice que pensar la pregunta por el sujeto nos
enfrenta a una nebulosa: “estamos siempre frente a una realidad humana
en la cual la realidad social (la dimensión social de esta realidad) recubre
casi totalmente la realidad psíquica” (1990:119). Castoriadis otorga suma
importancia a la imaginación y señala que lo psíquico humanoes la auto-
nomía de la imaginación. Ya lo argumentó en La institución imaginaria de
la sociedad, y lo vuelve a repetir: la imaginación radical no es la “capacidad
de ver las imágenes (o de verse) en un espejo, sino la capacidad de formu-
lar lo que noestá, de ver en cualquier cosa lo que noestá allí” (1990:130).
Castoriadis es contundente: “el ser humano es imaginación (imaginación
no funcional) que puede plantear como una entidad algo que nolo es: su
propio proceso de pensamiento” (1990:140). Ésa es la fuerza del psiquis
mo. De ahí que el psicoanalista André Green, que escribe sobrela “cau-
salidad psíquica”, señale que “aunque pensáramos que la cultura modela
al individuo, no podría fundarse con independencia de la estructura psí-
quica de cada humano” (Green 1995:236). Lo que Green postula es que
aun nutriéndose de la cultura “lo psíquico procede a crearse a sí mismo”
(1995:283). Así, aunque los procesos de socialización y de aprendizaje tie-
nen un papel crucial en la constitución del sujeto, como bien señala la
antropología, el proceso de dicha constitución es mucho más complicado
porque el deseo,la fantasía y el inconsciente interaccionan para consti-
tuir (hacer) al Yo y sostenerlo. Todo esto remite a los modelos identifica-
torios que los seres humanos internalizamos.
La psicoanalista Silvia Bleichmar considera que subjetividad no es
un concepto psicoanalítico sino sociológico, y dice: “La producción de
subjetividad hace al modoenel cual las sociedades determinan las formas
con la cual se constituyen sujetos plausibles de integrarse a sistemas quele
otorgan un lugar” (Bleichmar 2003). Tanto el psiquismo individual como
la subjetividad social sufren transformaciones debido a los procesos socia-
les, pero sus tiempos de modificación son sustancialmente diferentes.
Además, muchos cambios en el psiquismo no implican cambiosen la sub-

96
LAs IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

jetividad, y viceversa. Uno de los cambios más espectaculares en los suje-


tos contemporáneos es precisamente la manera en que están asumiendo
públicamente identidades disidentes del modelo binario: macho=hom-
bre y hembra=mujer. Sentirse “mujer” u “hombre” no depende automá-
ticamente de lo que la biología llama ser “hembra” o ser “macho”, sino
que lo determinante para asumircierta posición de sujeto tiene que ver
con procesos psíquicos. La diferente sexuación de los cuerpos, la anatomía
diferenciada, tiene un papelen la psique individual como en los procesos
simbólicos colectivos. Existen resistencias para analizar cómo las creen-
cias simbólicas en torno a la diferente sexuación guían la manera como
las personas construyen su identidad. En la actualidad, al diferenciar a la
“mujer” de lo que la biología califica de “hembra” es posible considerar
“mujeres” a personas con un determinado aspecto, entre las que se encuen-
tran, junto a una inmensa mayoría de hembras que se asumen como mu-
jeres cis, un grupo de machos biológicos que se asumen “mujeres” y que
hoy reciben el apelativo de “mujer trans”.? También ocurre que no todas
las “hembras” humanas (biológicas) se sienten “mujeres”, sino que algu-
nas asumen su identidad como “hombres”.
Estas nuevas identidades provocan en ciertos sectores sociales con-
fusión o rechazo, y generan unatensión política entre quienes aceptan la
teoría de la construcción social y psíquica del género, y quienes se aferran
a la determinación biológica para alegar que existe una identidad *na-
tural”. La perspectiva mujerista está repartida en varias tendencias del fe-
minismo y no todas comparten la postura extrema de las llamadas TERF,
cuyas siglas correspondena trans-exclusionary radicalfeminist. El concepto,
que se empieza a usar desde 2008,califica a un feminismo que se auto-
nombra radical y que excluye a las mujeres transexuales, pues mezcla el
hecho de nacer hembra con el de asumirse como mujer, haciendo total
abstracción de los procesos psíquicosy culturales que estructuran la iden-
tidad. Resulta complicado hacerpolítica desde el punto devista de la bio-
logía, y aferrarse a un dato biológico sin tomar en cuenta lo psíquico y lo
cultural ha conducido a múltiples prácticas discriminatorias. Esto lamen-
tablemente se comprueba, no sólo en los rechazos y exclusiones de mu-
jeres trans en algunos espacios feministas, sino en la transfobia social que

97
DOLOR Y POLÍTICA

impulsa a ciertos hombres a esos crímenesde odio: a los asesinatos de las


mujeres trans.
Esta discusión remite a la pregunta clásica: ¿qué es una mujer? De-
nise Riley (1988) hace una atinada reflexión acerca de cómola categoría
“mujer” ha sido construida histórica y discursivamente, y cómo siempre
es relativa. Las teóricas feministas discrepan acerca de si apelar a unsuje-
to político universal —las mujeres— es un llamado esencialista. Las res-
puestas varían, pero el debate ha llevado a establecer que es importante
tanto el contexto como la manera de plantearlo: no es lo mismo un esen-
cialismo sustancialista que un esencialismo estratégico, como lo sugiere
Gayatri Chakravorty Spivak. Ella avaló “el uso estratégico de un esencia-
lismo positivista en un interés político escrupulosamente visible”,'” y eso
se interpretó de la siguiente manera: es válido que, para movilizar políti-
camente a un sector de mujeres, las convoquemosa hacerpolítica “como
mujeres”. Ante tal postulado, se desató el debate: ¿cómo diferenciar en-
tre un esencialismoestratégico y uno sustancialista? La respuesta de Spi-
vak fue, por un lado, señalar que para que verdaderamente se trate de un
manejo estratégico, el uso político de la palabra mujer debe estar acom-
pañado de unacrítica persistente, pues si no hay crítica entoncesla estra-
tegia se congela en una posición esencialista y, por el otro, subrayar que
no da igual quién emplea la palabra mujer. no es lo mismo una académica
que una mujer de barrio diciendo “yo, como mujer”. Hay una diferencia
entre una mujer que se atreve a decir “yo, como mujer” en el despertar
de su conciencia ante los poderes establecidos, y una política feminista,
con años de lecturas y discusiones. El punto a dilucidar es dónde están
situadas las personas que hablan y para qué usan el concepto. El quién
y el cómo cuentan. También cuenta si quien habla asume “desde dón-
de habla”. Cuando Spivak distingue entre el esencialismo comoestrate-
gia, como un recurso situacional, y el esencialismo como teoría, se está
refiriendo auna teoría encarnada, no elitista. Por eso dirigir la acción
política a las mujeres como grupo no implica, en sí misma, una visión mu-
jerista, siempre y cuando no conciba que tienen una esencia,
sino que se
vea queestán en un lugar social, con unas condiciones históricas deter
mi
nadas y con una sexuación particular.

98
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍ
TICA

Pese a todos los debates, todavía hoy gran parte de la política femi-
nista se construye haciendo un llamadoa las mujeres en tanto mujeres. En
el mejor de los casos significa un llamado a la unidad de las mujeres. Pero
¿qué implica hablar de las mujeres como unidad política, con los mismos
problemas, intereses y deseos? En su análisis de las formas en que las muje-
res legitiman su lenguaje público,la crítica literaria e historiadora Cathe-
rine Gallagher nos recuerda que lo que sacó a las mujeres a las calles, lo
que las empujó a las distintas manifestaciones de la lucha feminista, des-
de las huelgas de hambre de las sufragistas hasta los enfrentamientos con
la policía, fue “su sentimiento de lealtad hacia una comunidad de com-
pañeras en el sufrimiento: en otras palabras, la solidaridad con un sujeto
colectivo” (1999:55). Ahora bien, admitir que se requiere de un supuesto
estratégico del cual partir, del tipo “todas las mujeres estamos oprimidas”,
para facilitar procesos de apertura y comunicación, no es lo mismo que
creer en una esencia compartida. En política se necesita una idealización
mínima para moversubjetividades y lograr cambios. De ahí quela utilidad
estratégica de promover llamados a una toma de conciencia con frecuen-
cia vista ropajes esencialistas, comola frase “tú, como mujer”. Pero pasado
ese primer momento, se requiere de un trabajo respecto al complejo dile-
ma de afirmar la importancia de la diferente sexuación sin esencializarla.
Esto se ha enriquecido con la perspectiva interseccional, que plantea que
una mujer no habla sólo como “mujer” sino también habla marcada por
una cultura, una clase social, una pertenencia étnica o “racial”, cierta se-
xualidad, unareligión, en fin, unahistoria o posición determinada (Cren-
shaw 1995; Grabham et al. 2009; McCall 2005).
Unadiferenciación muy provocadorae inteligente es la que con-
trapone “ser mujer” con “estar mujer”. Esto tiene que ver con esa “tempo-
.ralidad afectiva” que en la actualidad asume la condición inacabada e
híbrida de todas las personas, que estamos troqueladas culturalmente hasta
lo más íntimo de nuestro psiquismo. Las palabras con las que expresamos
nuestros sentimientos y pensamientos son las de ta cultura, nuestra
clase social, nuestra pertenencia étnica, nuestro genero, muesta edad,
tiene un
nuestra nacionalidad, etcétera. Indiscutiblemente el vocabulario
Ha-
gran poder y el término mujer alude claramente a un sujeto colectivo.

99
DOLOR Y POLÍTICA
as a A AX e e _——

blur desde un cuerpo de mujer permite reclamar “Nos están matando” y


acrítico de mujer
“Si tocan a una, respondemos todas”. Sin embargo, el uso
conlleva unriesgo para la acción política. Por ejemplo,al estimular la idea
de que sólo una mujer puede saber realmente qué Je ocurre a otra mujer,
o la exigencia de quesi una mujer denuncía algo, hay que creerle porque
es mujer; dichas suposiciones son equivocadas porque plantean la posibi-
lidad del conocimiento o de la verdad en la identidad. Obvio que hay que
tomar muy enserio las denuncias que hacen las mujeres, pero no hay
que creer que “porque son mujeres” siempre dicen la verdad. Las mujeres
somos seres humanosy, comotales, cargamos los vicios y las virtudes hu-
manas en nuestra inacabada condición humana. Es fundamental la forma
en que nos expresamos: no es lo mismo hablar “como mujer” que hablar
“desde un cuerpo de mujer”. Esta tenue distinción, plena de significado,
es crucial para la forma en que se hace política. Creer que las mujerescis,
o sea, las hembras biológicas que se asumen mujeres, son las únicas *ver-
daderas” mujeres es una vertiente más del esencialismo, que no distingue
la identidad “mujer” del equipamiento biológico de “hembra”. Y tal creen-
cia es una fuente de discriminaciones y agresiones que hay que frenar.
Para ello es importante comprender la identidad desde una pers-
pectiva no esencialista, Bolívar Echeverría hace una atinada y compleja
definición de la identidad, que vale la pena revisar. Hablando del proceso
de constitución dela cultura, este filósofo señala:

La identidad no reside, pues, en la vigencia de ningún núcleo substan-


cial, prístino y auténtico, de rasgos y características, de “usos y costum-
bres” que sea sólo externa o accidentalmente alterable por el cambio de
las circunstancias, ni tampoco, por lo tanto, en ninguna particulariza-
cióncristalizada del código de lo humano que permanezca inafectada
en lo esencial por la prueba a la que es sometida en su uso o habla. La
identidad reside, por el contrario, en una coherencia interna puramen-
te formal y siempre transitoria de un sujeto histórico de consistencia eva-
nescente; una coherencia que se afirma mientras dura eljuego dialéctico
de la consolidación y el cuestionamiento,de la cristalización y la disolu-
ción de sí misma (2001:149).

100
Las IDENTIDADES A LA HORA
DE HACER POLÍTICA

Las fronteras identitarias

Cuando Brown critica “la fuerza retórica, la incoherencia teórica y los efec-
tos políticamente dañinos de la teoría social de género de MacKinnon”
(1995:x1i), está criticando también su esencialismo y su mujerismo. Mac-
Kinnon sugiere —y muchas feministas coinciden con ella— que las mu-
jeres tienen mayor necesidad de igualdad social y de protección política
que de libertad. De ahí que proliferen los reclamos proteccionistas, así
como los que exigen sancioneslegales. Esta postura se nutre, y vuelvo a
subrayarlo, de la tríada que señaló Halley (2006): inocencia de las muje-
res, dañoa las mujeres e inmunidad de los hombres. La estrechez de mi-
ras que no visualiza las variedades humanas que existen, ni reconoce las
diferentes intersecciones que hay con la clase social, la condición étnica,
la edad,la orientación sexual y demás, reduce la complejidad y generaliza
al plantear que todas las mujeres viven el mismo daño/agravio. Así pro-
voca lo que señala Brown: “La protección legal de determinadas identida-
des consolida de manera vaga la misma conexión identidad-agravio que
denuncia” (1995:80). |
Muchas feministas que hablan de “empoderamiento” lo plantean
como un objetivo a alcanzar vía la resistencia. Brown señala que “empo-
deramiento” es un “sustituto contemporáneo para hablar de libertad”
(1995:22), pero su uso tiene complicaciones pues “expresa la posibilidad
de generar las propias capacidades, la propia autoestima, el curso de vida
propio sin capitular a los constreñimientos de los regímenes de poder
particulares” (1995:22). Según esta politóloga, “los discursos contempo-
TAC PARC

ráneos acerca del empoderamiento tienen una relación extrañamente


adaptativa y armoniosa con la dominación en la medida en que ubican
el sentimiento de valor y capacidad de una persona en el registro de sus
emocionesindividuales...” (1995:22). Los discursos sobre empoderamien-
del em-
to se arriesgan a crear una gran separación entrela acens
AAA

la vida
poderamiento y una capacidad real de dar forma a los términos de
política, social o económica. De hecho,la posibilidad de quealguien pue-
da “sentirse empoderada” sin estarlo conforma un importante elemen-
Padul ¡ i tidemocráticas del liberalismo
to de legit imidad para las dimen siones an

101
DOLOR Y POLÍTICA

(1995:23). La agudización de los problemas, las tragedias personalesy las


contradicciones del mundo contemporáneo producen enormessufrimien-
tos. Pienso en todo lo que ha provocado la covip, y lo que desconocemos
que implicará, así como otros problemas cada vez más acuciantes, como
el cambio climático generado por la devastadora acción humana. Todo
ello nos confronta con crisis y desgarramientos que exceden ampliamen-
te las posibilidades de nuestro “empoderamiento”y nuestra “resistencia”,
pero no de nuestra reflexión. Ante el desamparoy el deterioro social en
los que nos encontramos, y cuando una serie de políticas equivocadas,
indiferentes o incluso de talante antifeminista, erosionan las relaciones,
¿cuál es la tarea política de las feministas interesadas en mantenerlos es-
pacios de reflexión y libertad que necesita el movimiento? ¿Y cómounir
a otros grupos que también quieren una transformación social? La mayo-
ría de las personas desconocen los postulados generales del feminismo
como movimiento político e intelectual que busca la transformación de
las relaciones de poder y subordinación entre hombres y mujeres. ¿Cómo
transmitirlos y cómo lograr que compartan esa visión y se movilicen para
la transformación?
La sabiduría popular cuestiona a quienes “son farol de la calle
y oscuridad de su casa”. Muchas feministas parecen más interesadas en
transformar a las personas de fuera de su grupo que lograr un cambioin-
terno. Y sin ese trabajo interno va a ser difícil incidir en la sociedad. Es
más fácil pelearse que sentarse a hablar para llegar a algunos acuerdos,y
tal vez sería productivo recordar la propuesta del affidamento. Esta palabra
en italiano, mezcla de tener fe y depositar la confianza, la usó el grupo
de feministas de la Librería de Mujeres de Milán para plantear una idea
radical: las relaciones entre mujeres no deben ser de amor, sino de nece-
sidad. La lógica amorosa —“todas nos queremos, todas somosiguales”—
no nos permite aceptar los conflictos y las diferencias entre nosotras. Para
desmontarel sistema de pactos entre hombres que aseguran su dominio
sobre el conjunto de las mujeres es indispensable la necesidad de alian-
zas entre las mujeres. Las mujeres debemos pactar puntualmente, aun-
que luego podamos discrepar políticamente. La preocupación política
por construir nuevas relaciones entre mujeres nos hace pensar que sólo

102
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

un proceso de reconocimiento simbólico y de apoyo logrará modificar


pautas sociales y culturales muy arraigadas. Esto exige revalorar las relacio-
nes entre mujeres, lo cuales difícil pues culturalmente, por el mandato de
la feminidad, las mujeres tienen dificultades para aceptarjerarquías míni-
mamente sanas entre iguales. Es importante recordar que es posible tener
relaciones igualitarias reconociendodiferencias. La horizontalidad demo-
crática en los procesos de deliberación acerca de hacia dónde queremos
encaminar nuestra vida colectiva no impide reconocer y aprovechar polí-
ticamente las distintas características y habilidades entre nosotras.
Esas feministas italianas dicen que es evidente que muchas dispa-
ridades existentes entre las mujeres se determinan por unadistribución
desigual de los bienes y las oportunidadessociales. Pero critican que este
hecho se convierta para muchas mujeres en una demanda constante de
reparación:

Ya hemosvisto que la petición de reparación también puede convertirse


en una especie de política femenina; en esta versión, las mujeres, que se
suponen todas igualmente víctimas de la sociedad masculina, se dirigen
a ésta en busca de reparación. La respuesta suele ser positiva; la sociedad
no tiene mayordificultad para reconocer que las mujeres son víctimas de
un daño,si bien se reserva luego el derecho de decidir según sus propios
criterios el modo de reparación, con lo cual el juego puede prolongarse
hasta el infinito. Por nuestras relaciones, sabemos muy bien que la pe-
tición es tan indeterminada, el sentimiento de daño tan profundo, que
no puede habersatisfacción posible, a no ser que consista precisamente
en tener derecho a la permanente recriminación (Librería de Mujeres
1991:167).

Además, ante el sentimiento de víctimas, las mujeres desarrollan:

vínculos de una complicidad aglutinadora que las defiende del odio


masculino y también evita que se odien entre sí. La defensa funciona a
condición de que ningunaintente distinguirse de las demás (Librería de
Mujeres 1991:177).
TS

103
DOLOR Y POLÍTICA

La falta de una relación valorizada, la ausencia de crítica, la carencia de


autoridad lleva a las mujeres a una incondicionalidad complaciente. Es-
tas feministas italianas critican “la actitud mental que lleva a muchas a es-
perar o pretender una aceptación incondicional por parte de sus iguales”
(1991:199), y señalan que la aceptación indiscriminada no se experimen-
ta nunca como valorizante, ni siquiera por parte de quien la necesita:

Esta manera de ayudarse, eliminando el contrato sin significar el inter-


cambio,sirve para la supervivencia y nada más, y en esta limitación está
la causa de la debilidad social del sexo femenino (1991:182).

Para desmontar este entretejido de autocomplacencia y de mirarnos en


espejos que distorsionan es preciso reconocer nuestras diferencias y dar-
nos apoyo, fuerza y autoridad, en una relación de necesidad. El affidamen-
to propone a las mujeres rechazar la seguridad aparente que da sentirnos
todas iguales y sostiene la importancia de asumir el deseo de hacer cosas:
el deseo de crear. Se trata, pues, de que las mujeres encuentren su fuerza
en la relación con el deseo, en el querer hacer de las otras. También plan-
tea una crítica profunda al discurso victimista. Y así como es importante
el reconocimiento entre mujeres, tambiénlo es la crítica y exponernosal
Juicio de las demás, De ahí que el affidamento implique simultáneamente
reconocimiento y exigencia crítica. Las feministas requerimos pasar del
apoyo que nos prestamos a unaalianza política en la que haya lugar para
la diversidad y el disenso.
Por eso es tan significativa la cuestión del pacto, que perfila una
formadistinta de representación de sexo:la política feminista no se dirige
sólo hacia las mujeres, sino que quiere hacervisible la diferencia sexual.
No se trata de hablar en nombre de las mujeres. Alessandra Bocchetti
(1990) ha señalado con muchotino esa incongruencia: “Las mujeres son
muchas, sobre todo son distintas entresí, no son unacategoría ni unaclase.
Noes posible la delegación. No es posible la representación” (1990:224).
¿En qué debeconsistir la práctica política feminista si no podemos, ni de-
bemos, pretender representar a las mujeres? Bocchetti es muy clara: en
pensar y actuar como mujeres, o sea, en “volvernos reconocibles las unas

104
Las IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

respectoa las otras donde quiera que nos podamosencontrar, en cualquier


ocasión que sea posible. No doy poder, pero espero que la mujer que se
encuentraen situaciónde elegir, en una situación decisiva y significativa, en
un lugar en el que la diferencia sexual no habla, se norme según su pro-
pia experiencia. Esto es, interrogue a fondo su vida y decida” (1990:224).
Bocchetti afirma: “Un cuerpo de mujer no garantiza un pensamiento de mujer”, e
inmediatamente aclara: “Un pensamiento de mujer puede nacer solamen-
te de la conciencia de la necesidad de las otras mujeres. Este pensamiento
es productode relaciones. Si se alcanza a comprenderesto, todoel resto es
estrategia, también la pertenencia a un partido político” (1990:222).
Si bien la diversificación y proliferación de posiciones distintas
dentro del movimiento feminista vuelven imperativo hablar de muchos
feminismos, ¿acaso no existe la posibilidad de encontrar coincidencias
puntuales y avanzar en ciertas acciones comunes? ¿Qué es lo que obstacu-
liza la construcción de acuerdos? Hace tiempo Haydée Birgin, una femi-
nista argen-mex,'' reflexionó sobre los avancesy tropiezos del movimiento
feminista en América Latina, exploró las causas que impiden una mayor y
mejorarticulación de los distintos grupos que lo configuran y formuló va-
liosos señalamientosrelativos a sus dinámicas internas. La gran preocupa-
ción de esta abogada fue la ausencia de debate político entre las diversas
feministas latinoamericanas, generalmente debido a fuertes emociones.
Los Encuentros Feministas Latinoamericanosy del Caribe son un paradig-
ma de lo que Boaventura de Sousa Santos (1998) denominala globaliza-
ción contrahegemónica, que nombrael proceso de organización transnacional
surgido desde la base de grupos en defensa de sus intereses comunes. Los
Encuentros, que han venido celebrándose desde 1981 cada dos o tres
años, en diferentes países de la región, son un espacio al que asisten femi-
nistas de todos colores y sabores, y sus debates internos han propiciado
desde pactos políticos hasta violentas rupturas. En un ensayo titulado
“Vivencias del Encuentro de Chile: lo personal y lo político”, Birgin anali-
26 la polarización suscitada durante el VIT Encuentro quese realizó en la
ciudad chilena de Cartagena, entre el 23 yel 26 de noviembre de 1996,
donde se produjo un “corte” respecto a la dinámica de los Encuentros an-
teriores, Ella lo atribuyó a la mecánica de funcionamiento impuesta por

105
DOLOR Y POLÍTICA

las organizadoras: invitar a feministas de diversas corrientes para exponer,


pero sin una verdadera posibilidad de discutir entre ellas. La imposibili-
dad de debatir fue quizá la causa principal para que se produjerael
quiebre.
SegúnBirgin, el mayordesafío que enfrentabanlos gruposintegran-
tes del movimiento feminista en la región era el de debatir políticamente,
Además,ella sostenía que la política es una actividad que se enriquecesi
quienes se dedican a ella aprenden a tomar en cuentala subjetividad, yle
sorprendía la “neura” de quienes se negaban simplemente a dialogar para
abordar los conflictos que surgen en la práctica política. En su artículo
(1997) relata que, en Argentina,la revista Feminaria organizó una reunión
para discutir lo ocurrido en el Encuentro de Chile; en aquella oportuni-
dad, algunas compañeras optaron porenviarsu participaciónporescrito,
y se abstuvieron de acudir, para no debatir cara a cara conlas adversarias.
En ese entoncesyo interpreté que a muchas feministas les afecta el cruce
subterráneo de vinculaciones o agravios íntimos, y esas emocionesenla
marginalidad política intensifican reacciones apolíticas. Haydée enriqueció
mi interpretación con su mezcla sui generis de formación jurídica, militan-
cia política de izquierda y experiencia psicoanalítica, y señaló que enlos
Encuentroslas diversas posiciones no sólo confrontan sus distintos para-
digmaspolíticos, sino que también ocurre que muchasactivistas muestran
su propensión al acting out. Con este término se nombra en psicoanálisis
una forma de conducta, la mayoría de las veces inconsciente, quese ofre-
ce como unaactuación para que otra personala descifre. Y esa forma de
actuar es una manerade evitar la reflexión y la implicación. Ojo, digo im-
plicación y no “compromiso”. Para Birgin muchas de las “actuaciones”
feministas ponen en escena cuestiones no asumidas racionalmente, yre-
cordó que durante el VII Encuentro en Chile una disputa medular se cen-
tró en quién era más feminista, actitud que ya había sido denunciada —y
supuestamente descartada— antes, en el IV Encuentro que transcurrió
en Taxco.
En ese Encuentro en México (1987) un grupo de feministas de
varios países, que llevábamos más de quince años de activismo, nos reu-
nimos en untaller para reflexionar sobre los obstáculos externos ylas

106
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

trabas internas de la práctica política del movimiento feministalatinoa-


mericano. Hicimos un documento titulado “Del amor a la necesidad”,
donde planteamos que en el movimiento habíamos desarrollado unaló-
gica amorosa que nos defendía de tener que reconocerlos conflictos y
las diferencias. Desde entonces señalamos que, para desmontareste en-
tretejido, era necesario operativizar o instrumentar a nuestra manera la
propuesta de las feministas italianas: pasar a una relación de necesidady
aceptar la crítica; además, en el documento analizamos los diez “mitos”
que circulaban entre nosotras.'* En ese Encuentro también se denunció
la existencia de un “feministómetro”, que pretendía distinguir entre las
“verdaderas” feministasylas que no lo son tanto,y que alentó las inauditas
explosiones de intolerancia y sectarismo que desembocaronen actos de
violencia. Y aunque muchas compañeras se desmarcaronde esa dinámica
bajo el epíteto “ni las unas ni las otras”, el saldo final reafirmó la polari-
zación entre dos grandes tendencias. A Birginle intrigó quela rivalidad
entre las feministas hubiese llegado a extremos que rayabanen el absur
do y sospechó que había algo más que diferencias políticas. Aunque en
la densidad emocional de la disputa veía condicionamientos ideológicos
polarizados o excluyentes, ella intuía algo inasible que desempeñaba un
papel fundamental en la disrupción. Alegando la defensa de una supues-
ta esencia feminista, un buen número de concurrentes al Encuentro se
ensañó con sus pares, en lo que parecía una actitud antipolítica más que
una tomade posición política. Ante esa situación decepcionante, Birgin
concluyó que cuandoexiste tal abismo entre lo que se dice que se pien-
sa y lo que verdaderamente se piensa, y que impregna lo que se hace, re-
sultaba más productivo dejar de rastrear una racionalidad política en el
contenido delas posturas, pues la explicación se debía buscar en las sub-
jetividades. A los escollos políticos ya existentes se suman los consabidos
conflictos provocados porla vivencia religiosa de la política, con sus po-
siciones mesiánicas, sus cismas y sus sacerdotisas que, junto a la multipli-
cidad de concepciones yniveles de conciencia, obstaculizan debatirlas
visiones opuestas. Si a esta problemática le añadimoslos típicos proble-
mas de rivalidad entre mujeres, con las envidias y el narcisismo de las pe-
queñas diferencias, no es extraño que se imposibilitara la preservación

107
sel
DOLOR Y POLÍTICA

del Encuentro como un espacio de diálogo, Desde su anhelo de que e]


movimiento feminista desarrollase procesos más abiertos, y también más
eficaces, cobra hoy notoria relevancia el señalamiento de Birgin de que
había que pensar psicoanalíticamente para actuar políticamente, En otras
palabras, cuando las políticas excluyen los problemas de las subjetividades
acaban excluyendo a las personas,
A pesar delo frustrantes que habían sido los últimos Encuentros
Feministas Latinoamericanos, Birgin siguió alerrada a tratar de lograr
una dinámica democrática: “lo único importante es preservarlos Espacios
y aceptarlas diferencias” (1997:341) y consideró que esas prácticas exclu.
yentes e intolerantes eran el resultado de un proceso de reproducción de
"fronteras identitarias”.** Las diferentes posiciones delas feministas, que
reflejan visiones políticas con objetivos distintos, también expresan cmo.
ciones que cobran relevancia en el espacio político del movimiento, Por
la carga emocional es que cuesta tanto trabajo resolver las diferencias po-
líticas. Birgin concluyó que si la interacción en las fronteras es lo especí:
fico del conflicto entre las activistas feministas, en la tarea de analizar las
estrategias y transacciones personalizadas de los grupos feministas habría
que explorar la forma en que se construyen y mantienen las fronteras
identitarias entre las personas y los grupos. En el movimiento feminista
frecuentementelas integrantes se alinean a determinadas figuras con las
que se identifican emocionalmente y así definen sus pertenencias gru
pales. En ese proceso se arraigan filias y fobias personales y, por ende,la
comunalidad grupal se sostiene más por un mantenimiento de esas fron:
teras identitarias que por definiciones políticas o teóricas. Esta dinámica
identitaria confronta a algunas compañeras que pueden tener múltiples
coincidencias políticas, solamente porque pertenecen a gruposdistintos.
El antagonismo político es urdido porlas emociones de las personas que
interactúan, y no necesariamente por una distinta postura ideológico-po
lítica. En esos procesos identitarios tan personalizados, muchas activistas
quedan atrapadas enrivalidades que no se pueden sostener con argumen-
tos sólidos. Enlas interacciones se reproducen diferencias que noson sig:
nificativas, sino que constituyen un mero reflejo de fronteras identitarias
ya existentes, que condicionanla toma de partido. Y aunque los grupos

108
LAS IDENTIDADES A LA HOBA DE MACER POLÍTICA

argumentan la existencia de perspectivas políticas distintas, lo que verda-


deramente dificulta establecer un debate político en el interior del movi
miento son precisamente esas fronteras que convierten cualquier intento
de deliberación en una estéril confrontación que impide lograr acuerdos
mínimos.
La persistencia de estas fronteras identitarías por encima delas di-
ferencias políticas explicaría por qué se mantienen las enemistades, pese
al Mujo constante de activistas y a los cambios y aprendizajes durante el
proceso. La identidad es unavía de dos sentidos: involucra al mismo tierm-
po al nosotras y al ellas. Encerrarse en determinada identidad produce for-
mas de exclusión, y el énfasis en el nosotras produce situaciones donde se
confunde la postura feminista con la pertenencia a un grupo. La iden-
tidad tiene tal potencia movilizadora porque es la constitución —en la
práctica— de la diferencia y la similitud humanas, entremezcladas e in-
separables, Al pertenecer a un grupo, la integrante acepta el juicio de las
demás, y anhela ser aceptada y valorada porlas otras, Todas las personas
requieren determinado reconocimiento porsu práctica política, y de ma-
nera similar las feministas necesitan, más o menos, unareafirmación de
pertenencia grupal. La renuncia a la propia posturapolítica surge cuando
las demásla califican ostensiblemente comoequivocada, o cuandocoincí-
de en demasía con la identidad de “las otras”. Esta problemática es parte de
“la política de la identidad”, quefavorece que enlos grupos se encaucen
inquietudes políticas y vitales sin la necesaria separación entre el hacery
el ser (Bondi, 1996). Atrincherarse en las fronteras de la identidad pro-
ducefalsas oposiciones y confrontaciones personalizadas, además de que
obstaculiza el desarrollo de una práctica política más amplia, necesaria
para avanzar en espacios y demandas, Según las formas organizativas que
se den, un grupo puede convertirse también en unalimitación del creci-
miento personal dentro de ese grupo. En algunos grupos feministas cues
ta mucho discrepar y la autocomplacencia frena la crítica y el desarrollo
político. Nose trata de negarla legitimidadde dilucidar políticamente las
diferencias, pero si realmente se desea participar en la construcción de
lo común, también hay que reconocer las diferencias en lo que tienen de
riqueza. En esa tarea es imprescindible tomar en consideración el papel

109
DOLOR Y POLÍTICA

determinante dela subjetividad humana, en especial de las emociones,en


el quehacer político, pues no siempre es manejable.
Las “fronteras identitarias” son un aspecto fundamental dela di-
námica de todos los grupos y es muy importante evitar que se vuelvan un
obstáculo parala aspiración de construir un espacio de articulación polí
tica. El hecho de formarparte del movimiento feminista no implicaporsí
mismo la aceptación de la pluralidad existente y el potencial emancipa-
dor del feminismo,que se fortalece conla distinción de las diferencias, se
debilita cuando entramos en el narcisismo de las pequeñas diferencias
(Freud 1910), con la hiperradicalización de su particularismo. Por eso,
comobienseñala Arditi, aunque la política de la identidad nos hahecho
más sensibles a la micropolítica y nos ha fortalecido en nuestro derecho a
ser diferentes, también ha desencadenado consecuencias negativas. Entre
las limitaciones de una política arraigada en la identidadestá el riesgo de
que las activistas solamente inviertan sus energías “dentro” de su grupo,
desinteresadas en articularse con otros gruposy construir un proyecto Co
mún. Así, la dinámica interna se convierte en unfin ensí misma, hacien
do de lado objetivos compartidos de lucha. Además, la excesiva radicalidad
de las “revolucionarias” que, como suele también ocurrir, contiene elemetr
tos de una necesidad psíquica independiente de la lógica política, frena!la
disposición a construir acuerdos mínimos. Esta inquietante conducta ha
surgido unay otra vez en los espacios feministas. Siempre hay activistas
que se intoxican con su propio radicalismo y, embriagadas por la “¡dent:
dad”, acaban por no tener gran interés en construir avances en la vida pú
blica del país. La ideología mujerista, con su visceralidad identitaria Y sus
dinámicas de encapsulamiento produce grupos de “cómplices” que grati
fican mucho enel plano personal, pero correnel riesgo de convertirse Cl
ghettos, donde se producela doble vertiente de ensimismamiento ¡dentit?
rio: victimista ynarcisista. Esto ha ocurrido entre quienes, desde un discu"
so que ensalza“la autonomía”del grupo, arremeten contra otras opcion8
o las desacreditan, como ha pasado conlas feministas que han puscado
una mayor presencia y representación política de las mujeres en las inst
tuciones. Y un tema espinoso es el de cómo, en ocasiones, cuando un:
compañerallega a ocupar un lugar en algunainstitución gubername!pas

110
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

se genera respecto aella cierta desconfianza política, comosi el merohe-


cho de ocuparunlugar institucional la desposeyera de su compromiso o
trayectoria. Incluso cuando ha sido votada para ser nuestra representante,
al salir del grupo y cambiar de lugar, muchas compañeras ya sólo la ven
comoparte del partido o del gobierno.

Otras formas de ser feminista

Alo largode estos años se ha dado una profesionalización de la interven-


ción feminista en la vida pública: algunas feministas ocuparon espacios
destacados en los partidos políticos y en el gobierno, mientras que otras se
integraron a comisiones gubernamentales de trabajo o a consultorías
para los partidos políticos y las dependencias gubernamentales; unas más
establecieron alianzas con partidosyllegaron al Congreso. Estas *feminis-
tas de la gobernanza”,'* insertadas en estructuras de gobierno y en los par-
tidos, participan en procesos locales y mundiales, como los Foros de la
ONU, interesadas en influir en coyunturas electorales e impulsar una agen-
da común. Así, desarrollandosus intervenciones feministas en la realpolitik
han creado espacios plurales, como Avancemos untrecho y Mujeres en Plural,
donde feministas de distintas orientaciones junto con mujeres de los par-
tidos políticos han llegado a acuerdos puntuales, y han logrado instalar
las acciones afirmativas y la paridad en puestos políticos y gubernamenta-
les.** Indudablemente estos procesos no han estado exentos del oportu-
nismopolítico de unas cuantas que, con la bandera de “soy mujer”, han
aprovechado las acciones afirmativas o la paridad para la autopromoción,
sin asumir las causas del feminismo o, incluso, con posturas antifeminis-
tas. Sin embargo, son innegables ciertos avances puntuales debidos a una
red feminista de mujeres políticas y funcionarias, capaces de incidir enlas
políticas públicas y en las decisiones legislativas. Pero en lugardevisuali-
tar a estas feministas “institucionalizadas” como aliadas, distinguiendo a
las verdaderamente comprometidas delas arribistas, en un sector del mo-
vimiento se ha producidoundescrédito de lo que implicala participación
en la política institucional. Incluso en esacrítica se incluye a las feministas

111
DOLOR Y POLÍTICA

que deciden participar en asociaciones ciudadanas constituidas jurídica.


mente (llamadas también organizaciones no gubernamentales, ONG).!'yy
contar con un salario y dedicarse totalmente a su militancia comprome
tida, constituirse comoasociaciones ciudadanas no sólo les permitió a
muchas activistas hacer compatible su sostenimiento económicocon sus
convicciones políticas, sino que además configuró unestilo de trabajo
que favoreció el crecimiento delas bases del movimiento amplio de mu.
jeres. Muchas de estas asociaciones impulsaron procesos de educación ;
capacitación a grupos de mujeres indígenas y de sectores populares, ade
más de que colaboraron en la formación de redes de apoyocondiversos
grupos de mujeres a lo largo y anchodel territorio nacional. Conel tiempo
algunasde estas ONG desaparecieron o se transformaron, y sus integrantes
se incluyeron en otros proyectos desde dondesiguieron colaborando con
Sus causas. Este modelo de intervención, que no implica en sí mismo una
renuncia a los ideales, permitió avances que beneficiaron considerable.
mente a las mujeres. Hoy en día varias ONG dan acompañamientos de
distinto tipo a mujeres quevivenviolencias, e incluso litigan jurídicamen-
te sus casos, y muchas otras persisten en la luchaporlegalizar el aborto
en las treinta entidades donde no existe la Interrupción Legal del Emba:
'azO (IE).
Cuando Chantal Mouffe analiza las minorías activas en democra-
cia, encuentra que hayun conjuntodeellas que “noaspirana transformar:
se en una mayoría y que desarrollan un poderque se niega a convertirse
en gobierno” (2014:81). Ella contrapone esa posturacrítica, que hace un
“éxodo” de las instituciones, con otra, que se involucra de manera ago
nista en ellas. La perspectiva que Mouffe tiene sobre la política radical
es la de que es indispensable provocar una profunda transformaciónde
las instituciones através de “una combinación de luchas parlamentarias
y extraparlamentarias, con el fin de convertirlas en un vehículo parala
expresión de la diversidad de demandas democráticas” (2014:85). Desde
su convencimiento de que hay que transformarlas instituciones para que
cumplimenten las demandas que la ciudadanía exige en una democra
cia, ella respalda el “involucramientocrítico agonista conlas institucio
nes” (2014:85).

112
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

Stuart Hall también aludeal involucramientocrítico cuando rela-


ta el conflicto que las personasde izquierda tienenantela institucionaliza-
ción, y lo hace primerorefiriéndose al campo de los Estudios Culturales:

La institucionalización es inevitable y riesgosa a la vez, y es imposible


oponerle resistencia, pues si deseamosparticipar en la lucha pordefinir
las herramientas conceptualesylos recursos que la gente tendráa su dis-
posición para comprender el mundo, forzosamente querremosejercer
cierta influencia institucional (2011:20).

Más adelante, Hall hace una precisión más dirigida al campodela política:

Sin embargo, en el momento enquete abresala institucionalizaciónre-


sulta evidente que el riesgo de que seas cooptado es enorme. Te dicen:
“De acuerdo, puedes venir con nosotros, pero obviamente debes pagar
un precio”. En mi juventud, cuando yo era un militante radical cercano
a la New Left, siempre decíamos: “¡Dentro del Estado y en contra deél!
¡Debes estar dentro porque sólo puede lucharse desde dentro! Pero de-
bes moverte constantemente, y jamás aceptar algún tipo de encierro!”
(2011:20).

La “institucionalización” no conlleva a traicionar principios, aunquees in-


dudable que, comotodoenla vida, hay de ONG a ONG. Una cosaes crear
una organización como una manera de recibir un financiamiento, y otra
es tener unacausa y para alcanzar cierta meta usar esa estructura de par-
ticipación ciudadana. Cuandose quiere cambiar el mundo no se puede
hacer todo al mismo tiempo; hay que elegir un componente y tomar una
vía. Muchas feministas que empezamosen los setenta queriendo “hacerla
revolución” para principios de los años noventa nos concentramosen lo-
grarciertas reformas fundamentales mientras llegabala gran transforma-
ción. En el proceso de conseguir cambios concretos también influyó eso
que José Aricó (1991) llamó la dimensión proyectual del ser humano. Para
Aricó existe un mundode fantasía y de sueños, y otro de necesidades; so-
bre este último —el mundodelas necesidades— se monta una dimensión

113
DOLOR Y POLÍTICA

proyectual que es siempre limitada. Aricó decía que el exceso de discurso


utópico liquidala posibilidad de amarlo posible, y sin algo de adhesióna
lo posible, de búsqueda de lo posible, no podemos hacer de la política
una dimensión humana. Desde tal visión, varias feministas se reunieron
con el propósito de producir algunas transformaciones importantes en
las vidas de las mujeres, y algunas lo lograron, con muchotrabajo, por
cierto. Sí, hacer política desde la institucionalización de una ONG yde
cara al mundo de las necesidades requiere muchas horas diseñando pro-
yectos, asistiendo a innumerables reuniones, haciendo cabildeo, presio-
nando a partidos y a dependencias gubernamentales, convocandoactos
para respaldar la participación ciudadanay, algo muy desgastante, consi-
guiendo financiamiento para sostener un activismo comprometidoyau-
tónomodelos partidosyel gobierno,
En América Latina también surgió esa contraposición que señala
Mouffe entre quienes apuestan porel “éxodo”de las institucionesyquie-
nes lo hacenpor el “involucramiento crítico” en ellas, pero aquí se formuló
en otros términos. En el VI Encuentro Feminista en El Salvador, en 1993,
es donde unadistinción entre “autónomas” versus “institucionales” cobró
fuerza y derivó lamentablemente en un antagonismo que se mezclóconri-
validades personales. Las autónomas decían desconfiar de la relación con
las instituciones debidoa que ello podía acabar en cooptación, y comose
temía la pérdida de la pureza principista, las exigencias tambiénderiva-
ron en purgas internas.!” Muchas delas calificadas de “institucionales”ni
siquiera estaban dentro de instituciones gubernamentales o partidarias,
sino que eran activistas que se organizaron en asociaciones ciudadanas
para incidir en temas puntuales. Cuando algunas empezarona recibir
apoyo de la cooperación internacional, surgió un nuevo conflicto: el fi-
nanciamiento de esa formade trabajo.'* A pesar de que también muchas
autónomasrecibieron financiamiento para sus proyectos, un leitmotiv que
usaron contralas “institucionales” fue se “vendían”. ¿Qué no todaslas per-
sonas vendemos nuestra fuerza de trabajo?
Pese al potencial emancipador de la sociedadcivil cuando se or-
ganiza, ha sido desalentadora esta contraposición entre “autónomas” e
“institucionales”, y eso que surgió unatercera postura: “ni las unasni las

114
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

otras”.'” ¿Hasta dónde es factible que los gruposylas colectivas anticapi-


talistas, antipatriarcales y antirracistas desatoren los obstáculos quesiem-
bran de piedritas —y piedrotas— el camino hacia una transformación
democrática radical? Creo que un elementoindispensable para construir
una mirada crítica es el uso de la teoría feminista. Cuando digo “teoría
feminista” aludo, centralmente, a un cambio de paradigma que propone
una lectura nueva sobre la condición humana, pero obvio que hay mu-
chas teorías feministas. Sin duda debatir entre distintas posiciones a partir
de las propias experiencias representa algo muyatractivo, pero también
puede ser muy enriquecedor hacerlo tomando en consideración ciertos
debates teóricos que las feministas dan enlas ciencias sociales, enla filo-
sofía política, en el psicoanálisis y en otras disciplinas. Si bien la teoría en
sí misma es valiosa, para quienes estamos en un movimiento político se
vuelve un recurso fundamental. La teoría noes unlujo, es una necesidad,
pues permite comprender asuntos que están en el ambiente, nombrar
cuestiones que están enel aire y articularlas políticamente. La capacidad
para percibir se potencia cuando hay una mirada teórica. Sin embargo,
hay feministas que rechazanla teoría, convencidas de que eselitista oirri-
tadas por cómo escribenalgunas académicas. Además, valorarla teoría no
supone devaluar la práctica: necesitamos las dos. Así comoes necesario
aprenderde activistas cuyo criterio y agudeza política no se desprenden
de lecturas sino de su práctica, también lo es compartir un piso teórico
que vaya más allá que un intercambio de ideas. Con frecuencialas urgen-
cias políticas han relegado a un segundoplano la discusión de las teorías
que sostienen esas prácticas, También situarse en el extensoterreno del
debate teórico genera cierto rechazo a algunas feministas, pues temen
que el feminismo aparezca comoalgo subsumido, secundario o condicio-
nado por el pensamiento patriarcal. Pero contar con teoría para hacer
política es fundamental, pues si entramosala arena del debate desarma-
das teóricamente, no será extraño que lo que primensean los argumen-
tos personalizados.
Las feministas aliadas, que compartimosel proyecto de radicaliza-
ción de la democraciay las que aportamos desde diversas posicionesalas
metas del movimiento, en general tenemos que mejorar nuestra posición

115
DOLOR Y POLÍTICA

en el orden político existente, al mismo tiempo que pretendemostrans-


formar ese orden. Ante la naturaleza inherentemente conflictiva (agonis-
ta) de las interaccionespolíticas con otros grupos, resulta muy útil abordar
planteamientos centrales del pensamiento político contemporáneoy,si-
multáneamente, interpretaciones puntuales de las teorías y estudiosde la
subjetividad. Reconceptualizar nuestra práctica política tomandola iden-
tidad no como unaesencia irreductible, sino como una posición que se
asume con elementos conscientes e inconscientes, facilita enfocarse enel
lugar que se ocupa, lo cual permite ver a las otras personas queestánalre-
dedor. Ponerel énfasis en el “dónde” —en la posición— permite pensar
de manera distinta cuestiones sobre la identidad (Bondi 1996). Y al cam-
biar la pregunta sobre la identidad por una preguntaacercadel lugaro la
posición se favorece una preocupación sobre las relaciones entre diversos
tipos de identidadesy, porlo tanto, sobre la posibilidad de desarrollar una
política de alianzas, basada en afinidades y el desarrollo de coaliciones.
Pero para generar coaliciones y articularnos por metas concretas,
habría que erradicar de nuestras intervencionesalgunasactitudesarbitra-
rias que circulan en los distintos grupos y colectivas del movimiento. En
nuestro funcionamiento relacional aparece con frecuencia lo que Carlos
Pereda (1999) califica de la “razón arrogante”. Este filósofo uruguayo ana-
liza la arrogancia como unacaracterística de la identidad que se constru-
ye a partir de ciertas estructuras culturales y de un modelode actuación
que se autoafirmaal discriminar lo que no entiende o desconoce. Pereda
caracteriza la arrogancia como un mecanismo para separarse y separar,
para defender jerarquías que se consideran indiscutibles, y ubica buena
parte del conflicto que produce la arrogancia en la dificultad del reco-
nocimiento del otro. Como expresión del pensamiento cerrado, como
desprecio por la razón de las demás personas, la arrogancia conduceal
prejuicio. “Por eso en la arrogancia se conforma unode los dispositivos
más eficaces de inmunización en contra de las reales o posibles interpela-
ciones del otro. Porque la o el arrogante se considera por encimade quie-
nes lo cuestionan para vacilar y ponerse a discutir, a dar razones, a ofrecer
argumentos” (Pereda, 1999:13). Segúnél, la “razón arrogante” es unafor-
ma del espíritu sectario, que no acepta más que cómplices. Las sectas

116
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

tienen lo que Pereda denominasus blindajes teóricos, y él plantea quela re-


gla del sectarismo es: Siempre es bueno más de lo mismo (1999:14). Este filó-
sofo también advierte: “Noolvides que cualquier tipo de querencia posee
un techo, un límite: más allá de él habita la aridez o la locura; en ambos
casos, poco a poco o de súbito, comienza el sinsentido” (Pereda 1999:17),
El mensaje es claro: persistir ciegamente en cualquier idea o “querencia”,
sin abrirse a otras, conduceala infecundidado al agotamiento. Sin em-
bargo, lo alentador es que esta actitud se puede modificar con autocrítica
e interlocución. Poreso el desafío feminista demandaalgo que cada una
de nosotras puede hacer desde hoy, y sin mayores requerimientos que una
voluntad distinta: despojarnos dela “razón arrogante” que ha nutrido du-
rante ya demasiados años muchos de los encontronazosy desaires entre
feministas.
Todas las tendencias del feminismo hemos hecho demasiadas co-
sas buenas como para no poder dialogar y articularnos entre nosotras.
Desde nuestras organizacionesy redes hemostransformadola cultura yla
política, y hemos modificado el orden doméstico al introducir una nueva
perspectiva sobre las distintas relaciones entre los seres humanos. Hemos
cambiado leyes y establecido acciones antidiscriminatorias. Sin embargo,
con frecuencia permanecemostroqueladas por habitus que nos atan a for-
mas rudimentarias de rivalidad e, incluso, de agresión entre nosotras. En
este panorama, no hay que olvidar que una delas fortalezas más impre-
sionantes que genera el feminismo es el encuentro comprometido que
se logra establecer entre mujeres. Como dice Clare Hemmings,el afecto
“produce una cohesión comunitaria interna y externa que es difícil de re-
sistir” (2011:21). La capacidad de desarrollar relaciones de apoyo yvíncu-
los de afecto transformalas vidas, las subjetividades y genera procesos de
politización. Eso lo encuentra la psicóloga social Araceli Mingo (2020),
que entrevistó a estudiantes de FFyL que hablan de cómo cambió su vida
por la presencia comprometida de sus compañeras. En una entrevista a
una joven apoyada por la Red No Estás Sola (REDNES), la investigadora
consigna cómo la marcó la experiencia con el grupo deactivistas:

117
DOLOR Y POLÍTICA

[Era] como saber de pronto que podía tener un respaldo con alguiensi
me volvía a pasar algo. Era como eso, como justo eso, ¡no sentirse sola!,
¡no estar sola! Y eso fue... [Ellas] me dan fuerza... A veces [cuandolas
busco] no sé qué decirles, pero... simplemente estar ahí... Creo que eso
es lo más importante que me han dado y que no se documentan más que
las protestas, pero... esa experiencia... y los vínculos (Mingo 2020:16),

Sí, la experiencia afectiva y solidaria de los “pequeños grupos”*” es una


gran riqueza que hay que preservar. Pero, al mismo tiempo, no hayque
mistificarla y creer que en ellos no surgen dinámicas que llegan alastimar
a sus integrantes. Hay mucho escrito acerca de las dinámicas grupales?
incluso hay una vertiente inquietante de la dinámica grupal que Freud
analizó como la actuación que se da en masa. En suartículo “Psicología
de las masasy análisis del yo” (1921), el padre del psicoanálisis ofrece una
explicación acerca de cómo un ser humano actúa de manera enteramen-
te diferente de la que se esperaba cuando se encuentra en unacolectivi-
dad que ha adquirido la propiedad de una “masa psicológica” (1984:69).
Freud interpreta esta forma de acción colectiva no como perteneciente
al campo de lo patológico, sino comoalgo integral a la trama de nuestra
cultura, que opera con los mecanismos psíquicos de identificacióne idea-
lización propios de cada ser humano. La manera en que muchas feminis
tas se atreven en grupo a hacer y decir lo que no harían ni dirían sin la
presencia del grupo es un ejemplo típico de tal dinámica. Pero si bien hay
que estar atentas a ese fenómeno grupal, no hay que pensar que todaslas
activistas que protestan en el espacio público actúan así. En concreto,las
movilizaciones que estamos presenciando hoy en México son otracosa.
Las manifestaciones feministas de dolor e indignaciónporlas múl-
tiples violencias que no paran son unaexpresión pública de hartazgo, por
los altos niveles de impunidadqueexiste, y también sonfruto de una gran
decepciónpolítica. Que en la Ciudad de México las activistas tuvieran que
hacer una acción mediática, como la de esparcir diamantina ala figura de
una autoridad y hacer destrozos para finalmente ser vistas y escuchadas
por los medios de comunicación; que en la unamlas universitarias tuvie-
ran que hacer una huelga de más de cinco meses para que las autoridades

118
LAS IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

consideraran la violencia de género unafalta grave, nos habla del nivel de


descomposición social y política que existe, y de lo acuciante que resulta
fortalecer una política feminista.
Si algo me quedaclaro es que así como los medios de comunica-
ción y las autoridades deberían hacerse una autocrítica por su ceguera y
sordera, también la izquierday nosotras, las feministas,la tendríamos que
hacer. Y un punto que dejo planteado es el de hasta dónde la arduala-
bor de construir estrategias feministas de intervenciónpolítica requiere ir
más allá de la reivindicación identitaria. Wendy Brown argumenta queel
objetivo de un feminismode izquierda es ir más lejos que la mera denun-
cia de las injusticias contingentes, y destaca especialmente la importancia
de asumir “posiciones limitadas temporalmente y plenamente refutables
sobre quiénes somos y cómo debemosvivir” (1995: 48). Dado que las emo-
ciones vinculadas a la identidad inciden con fuerza en la forma de hacer
política y en la dinámica de los grupos feministas, pues la identidad tiene
que ver con eso que se denominasubjetivación (o sea, con el proceso porel
cual las personas se convierten ensujetos de procesos sociales y, al mismo
tiempo, están sujetos a sus efectos), un desafío autocrítico sería el de dar-
le una pensadaenserio a eso que Browncalifica como “asumir posiciones
plenamente refutables sobre quiénes somos”.
5
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

n el entramado de explotación, discriminación y opresión, dondela-


E mentablemente también circulan la indiferencia yel secreto, y abun-
da la alienación, los feminismos han librado con relativo éxito luchas en
contra del sometimiento de la subjetividad, por la liberación de la sexua-
lidad y por el reconocimiento de todas las identidades. Pese a la terri-
ble incertidumbre actual y la gran precarización, cada vez más feministas
se proponen impulsar un proyecto emancipatorio, anticapitalista, anti-
patriarcal y antirracista, capaz de reparar los desgarros y horrores que
vivimos. Un desafío que he venido sugiriendo es el de construir articu-
laciones que sumen, pues además de las dificultades inherentesa las di-
versas modalidades de las subjetividades feministas hay que enfrentar los
obstáculos ideológicos que abren grietas entre nosotras.
Un buen ejemplo de cómola ideología se mezcla con las emocio-
nes, y abre esas grietas que afectan políticamente al feminismoes el de las
distintas valoraciones feministas ante los intercambios sexuales que se ha-
cen por dinero, nombrados como trabajo sexual o “prostitución”.' El asun-
to ha generadovarios conflictos dentro y fuera del movimiento feminista, y
es materia de un desacuerdo antagonista. Empiezo por precisar mi posi-
ción al respecto. Parto de la idea de que en nuestra sociedad existen dos
tipos de intercambio sexual, uno que se puede categorizar como expresivo
cuandose involucra la erotización, y otro llamado instrumental, cuando se
realiza el acto sexual para conseguir algo de otro orden. Eneste segundo
caso suele darse una situaciónde desigualdady, en ocasiones, incluso una
formade ejercicio de poder que implique coerción. Estas dos formas de

121
DOLOR Y POLÍTICA

intercambio sexual están presentes en nuestra sociedad y están moldea-


das porla doble moral sexual vigente en los mandatos culturales: el de la
feminidad, quevalorala castidad, el recato yla fidelidad, y el de la mascu-
linidad, que aprecialas “proezas sexuales”y la variedad de parejas o parte-
naires. En nuestra cultura esta dualidad se ha “naturalizado”y, en distintos
sectores dela sociedad, circula la creencia de que el sexo es una necesi-
dad de los hombres que las mujeres satisfacen.* Si dejamos de lado todas
las alianzas económicasy políticas que fundanla elección de pareja, es muy
común que las mujeres lleven a cabo intercambios instrumentales de
sexo. Obvio que también hay mujeres que establecen intercambiossexua-
les expresivos pese a que noles resulta fácil asumir su deseo en unasocie-
dad que condenala sexualidad femenina que se lleva por fuera de una
relación estable, y que divide a las mujeres en “decentes” y “putas”. El es-
tigmade “puta”tiene una potencia negativa inmensa, y no hay denomina-
ción equivalente para descalificar y estigmatizar la conducta heterosexual
de los varones.* Hay mujeres que cobran abiertamente porlos intercam-
bios instrumentales de sexo y otras que entran en un amplio conjunto de
“arreglos” que van desde recibir regalos a obtener promocioneslaborales.
Indudablemente no todoslos intercambios instrumentales soniguales, y
muchos son abusivos. No es lo mismola actriz que se acuesta conel direc-
tor o el productor, que una mujer refugiada a quien una autoridadle exi-
ge “favores sexuales” para darle “protección” o comida, como tampoco
lo esla situación de la obrera que busca conservar el puesto de trabajo o
la empleada que consigue así un aumento de salario. También hay inter-
cambios de tipo instrumental en relaciones de pareja, incluso dentro del
matrimonio. Esa sexualidad instrumental (“tengo sexo contigo para con-
seguir algo”), distinta de la sexualidad expresiva (“tengo sexo contigo
porque te deseo”), es parte de los usos y costumbres de siempre. Hoy
también se habla de sexo transaccional para nombrarel intercambio instru-
mental.
Tradicionalmente las mujeres han usado —ylo siguen haciendo—
su Capital erótico (Hakim 2010) para obtener seguridad, ascenso laboral,
riqueza o, incluso, para sobrevivir. ¿Hay que acabar con esas transaccio-
nes, esos intercambios instrumentales? No lo sé. Sin dudasería genial que

122
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

todos los intercambios sexuales fueran “expresivos”, que todas las relacio-
nes sexuales siempre fueran por deseo. Pero eso es unautopía o, al me-
nos, es imposible de realizarse a corto plazo porvarias razones, entrela
que destaca la situación económica. Para erradicar las transacciones de
servicios sexuales por dinero habría que lograr que la propuesta de un
“ingreso mínimo vital” fuera una realidad o, si no, que al menos viviéra-
mos en unsistemasocial que garantizase a todo ser humano acceso a lo
que la Organización Internacional del Trabajo (orr) califica de empleos
“decentes”, término que no tiene nada que ver con el moralismo sino con
condiciones dignas de trabajo, seguridad social, horarios y vacaciones. Tal
vez esto reduciría la cantidad de personas que viven del trabajo sexual,
aunque seguramente habría otras que lo seguirían realizando no porra-
zones de orden económico, sino como unadecisión de otro orden.

Las guerras en tornoa la sexualidad

El trabajo sexual es unaactividad que llevan a cabo todo tipo de seres


humanos, con orientaciones heterosexuales, homosexuales y bisexuales,
y desde identidades de género cis, trans y disidentes. Desde finales de la
década de 1960e inicios de la de 1970,la libertad sexual de las mujeres
fue una reivindicación sustantiva de las feministas, y desde muy temprano
surgieron en países del Primer Mundo profundas diferencias en la con-
ceptualización de la llamada prostitución: de un lado, unas feministas de-
nunciaban la brutal comercialización de los cuerpos de mujeres porel
patriarcado capitalista, mientras que otras denunciabanla hipocresía y
el puritanismo,y defendían los derechosdelas trabajadoras sexuales.* Ha
pasado medio siglo y ambas posturas se siguen confrontando en el marco
de lo que se llamanlas guerras entorno a la sexualidad (Sex Wars) * sin que se
hayan podido eliminar totalmente los claroscuros y ambigúedades de los
argumentos expuestos hasta ahora. En esta disputa feminista, quese lleva
a cabo en todo el mundo,se juegan concepciones ideológicas en el mar-
co de unapolítica transnacional a cargo de un grupo de feministas dela
gobernanza (Halley et al. 2018) que compartenla visión de las dominance

123
DOLOR Y POLÍTICA

Jeminists y que, desde sus puestos de influencia como la ONU y ciertos go-
biernos, intentan eliminar el comercio sexual. Un recurso utilizado ental
política ha sidola fusión discursiva que se establece entre el trabajo sexual
yla trata, respaldada por unanarrativa victimizante, como la de Kathleen
Barry" y Catharine MacKinnon. Barry, fundadora de la Coalition Against
Trafficking in Women (CATw), construyó unaespiral de significación al
sostener que conel término comercio sexual se oculta la esclavitud sexual de
las “prostitutas”. MacKinnon darásustento a este deslizamientode senti-
do usando una retórica impactante: “las mujeres son prostituidas preci-
samente para ser degradadas y sometidas a un tratamiento cruel y brutal
sin límites humanos; eso es lo que se intercambia cuando las mujeres son
vendidas y compradas para tener sexo” (1993:13). Ella equiparala prosti-
tución con una “violación repetida” (repeated rape), y afirma: “Ninguna ins-
titución social la excede [a la prostitución] en violenciafísica” (1993:25).
De entoncesa la fecha MacKinnon ysus seguidoras han ido desarrollan-
do una argumentación que asocia la “prostitución” con la violaciónyla
desigualdadsocial, y que ha sido retomadaen todo el mundo por muchas
activistas que luchan contra la violencia hacia las mujeres. Esta perspecti-
va se califica de neoabolicionista pues originalmente el abolicionismo res-
pecto al comercio sexualsignificó la lucha contra el involucramiento del
Estado en el otorgamiento de permisos e inspección de las trabajadoras
sexuales (Day 2010).*
Las feministas neoabolicionistas han colaborado, sabiéndolo o no,
en el ascenso de las políticas de mano dura del proyecto económico del
capitalismo neoliberal, que avanza despiadadamente con un giro puniti-
vo y carcelario hacia la erosión de las libertades individuales y los dere-
choslaborales. Se han realizado investigaciones académicas que exploran
cómoel discurso incendiario de las neoabolicionistas es tambiénparte de
una política xenófoba de “seguridad nacional” contra migrantes.* Si bien
las neoabolicionistas manifiestan como objetivo el acabar conla violen-
cia hacia las mujeres, su proyecto de rescatara las víctimas y castigara los
hombres prostituyentes que “consumen” cuerpos de mujeres ha quedado
atrapadoenel paradigma de la gobernanza neoliberal: castigar a los pobres
(Wacquant 2010). Esto es evidente en la forma en que, al criminalizar el

124
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

consumo de servicios sexuales, se acaba con el sustento de las trabajado-


ras sexuales pobres, sin ofrecerles una alternativa económica equiparable.
Por otra parte, las protagonistas de esta polémica,las trabajadoras
sexuales, desde hace años defienden su modo de subsistencia comotraba-
jo, y combatenla discriminaciónyel estigma. En América Latina el proce-
so de organización de las trabajadoras sexuales empezó desde mediados
de la década de 1980,” y coincidió conel fin de algunas dictaduras milita-
res en la región. Á esta situación se sumó que, desde finales del siglo Xx,
una gran cantidad de seres humanosbuscaron redes organizadasde tráfi-
co de personas para salir de sus países y encontrar mejores condiciones de
vida, y con frecuencia las mujeres migrantes recurrieron altrabajo sexual,
El fenómeno migratorio ha generado reacciones defensivas en varios Es-
tados-nación, y el clima de miedoa la inmigración hasidoel telón de fon-
do de muchas de las políticas en contra del comercio sexual. Ha habido
más interés mediático por las formas de engaño y confinamiento de las
mujeres pobres que migran y que sonvíctimas de organizaciones crimina-
les, y mucho menosinterés porlas historias de “éxito” (Agustín 2003).
Incluso, aunque las migrantes experimentenen el lugar de destino con-
diciones laborales desagradables o de gran carga de trabajo, muchas se-
nalan que son “preferibles a permaneceren casa, en donde las amenazas
a su seguridad —en formade violencia, de explotación o directamen-
te de privación alimenticia— son mucho mayores” (O'Connell Davidson
2008:9). En el Protocolo de Palermo" (onu 2000), dirigido a controlarel
tráfico de personas, armas y droga,la definición de trata de personas in-
cluye el trabajo en la maquila, el doméstico y el del campo;sin embargo,
llama la atención el amarillismo que se manifiesta porlos casos vinculados
al trabajo sexual, que son los que movilizan más investigación yrecursos,
y que reciben muchísima más atención en los medios de comunicación.
Obvio que existe la trata, y en México están documentados casos
de traslado de mujeres de un lugara otro dentro yfuera de nuestro terri
torio, así como las distintas formas de coerción (droga, retención de hi-
jos, amenazas) para forzarlas a que denservicios sexuales (Casillas 2013).
Sin embargo, esa práctica repudiable, que lamentablemente es parte de
la industria del sexo,'* es magnificada por la cobertura mediática ya que

125
DOLOR Y POLÍTICA

es más rentable vender noticias que hablen de “esclavas sexuales” en lugar


de hacer reportajes acerca de las distintas condiciones de las trabajado-
ras sexuales, o de las duras condiciones de las obreras de la maquilaylas
campesinas pobres. También hayinvestigaciones rigurosas que danevyi-
dencia empírica acerca del fenómeno de la migración para dedicarseal
trabajo sexual, con mujeres que tienen distintas trayectorias migratorias
que pueden implicar desde mucha coerción o explotación, o una bue-
na información e intencionalidad consciente de parte de la migrante.!
Varias feministas decoloniales han denunciado la retórica “maternalista”
que las neoabolicionistas usan para “rescatar” a mujeres de su fuente de
subsistencia (Kapur 2005; Kotiswaran 2011; Kempadoo 2012), y en espe-
cial Sealing Cheng (2020) ha analizado los límites que se imponena la
sexualidad en el neoliberalismo. Desde el campo de estudios de las mas-
culinidades hay, también, interés por estudiar las formas de expresión del
deseo masculino en estos intercambios instrumentales (Gutmann 2000;
Rodríguez y de Keijzer 2002).

Unarancia disputa feminista

Apoyada en trabajos académicos que están comprometidos con una uotra


posición, persiste la disputa feminista en torno al trabajo sexual. ¿Qué es
lo que enel fondose está debatiendo? Como ocurre con todo fenómeno
social que tenga múltiples determinaciones, el comercio sexual no pue-
de representarse en blanco y negro, sin reconocer sus matices y compleji-
dades. Para empezar, existe un hecho indiscutible: el trabajo sexual sigue
siendo la mejor opción económica para millones de personas que la eli-
gen en el mundo.'* Indudablemente, muchas trabajadoras optan por“el
menor de los males” dentro del duro y precario contexto en que viven,
pero no lo hacen únicamente impulsadas por la pobreza o por huirdela
violencia, sino también por el anhelo de independencia y de encontrar
mejores condiciones de vida. Más que un claro contraste entre trabajo li-
bre y trabajo forzado, lo que existe es un continuumde relativa libertad
y relativa coerción. Como las mujeres están ubicadas en lugares sociales

126
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

distintos, con formacionesdiferentes y con capitales sociales diversos, en


ciertos casos el trabajo sexual puede ser una opción atractiva porque im-
plica obtener buenos ingresos con flexibilidad laboral, mientras que en
otros casos se reduce a una situación de una precaria sobrevivencia. Al
tiempo que existe el problemade la trata aberrante y criminal, con mu-
jeres secuestradas o engañadas, también existe un comercio donde las
mujeres entran y salen autónomamente, y donde algunasllegan a hacer
se de un capital, a mantener económicamente a otros miembrosde la
familia, incluso a pagarles una carrera, y muchas también se casan yfor-
man su propia familia. Es decir, “quienes sostienen que es un trabajo que
ofrece ventajas económicastienen razón, aunque no en todoslos casos;y
quienes declaran quela prostitución es violencia contra las mujeres tam-
bién tienen razón, pero no en todoslos casos” (Bernstein 1999:117). Se-
ría un aporte a la discusión en México si al menos se pudiera aceptar la
coexistencia de estas dos situaciones. Lo mismo ocurre con otras partici-
paciones en la llamada industria del sexo. Los padrotes y madrotas funcio-
nan como los empresarios: hay buenos y hay malos, así como también hay
buenos y malosclientes. Y esto ni MacKinnonnisus seguidoras lo pueden
ver, ni siquiera lo pueden pensar comoalgo posible, pues parten del pre-
juicio de que todoslos que intervienen en dicho mercadoejercen violen-
cia y abusan.
La perspectiva ideológica que ignora o que desconoce delibera-
damente las distintas formas y contextos del trabajo sexual utiliza una
retórica que condena a todos los clientes y compadece a todas las tra-
bajadoras. La pretensión de “abolir” el comercio sexual, por considerar
que cosifica a las mujeres como objetos sexuales, es parte de la narrativa
feminista hegemónica acerca de la violencia sexual. Resulta muydifícil
tratar de criticar la incitación retórica de las dominancefeminists en la me-
dida en que formulan su objetivo en términos de acabar con la “violen-
cia sexual”. ¿Quién puede no estar de acuerdo? Todas las feministas, y me
atrevería a decir que todas las personas, independientemente de nuestras
múltiples diferencias políticas, anhelamosel fin de tal violencia. Pero es
equivocado equiparar el trabajo sexual con la trata y un error creer que
todas las trabajadoras sexuales siempre son víctimas. Hay que reflexionar
DOLOR Y POLÍTICA

críticamente acerca del vocabulario que se utiliza, y más que arremeter


contra todos los intercambios instrumentales de sexo, hay que enfocarse
en los que son abusivos y que se sostienen mediante la coerción, comola
trata que, además, es un delito grave.
Ya señalé antes que en amplios grupos de feministas opera una na-
rrativa desde el entramado básico queJanet Halley (2006) describió como
unatríada: la inocencia de las mujeres, el daño que sufren yla inmunidad
de los hombres. Esa narrativa, que tiene gran resonancia en la subjetivi-
dadsocial e individual, también está presente entre las neoabolicionistas
y su potente retórica dificulta reconocer las transformacionesy variedades
de los actuales mercados sexuales, donde están involucradas más perso-
nas que solamente la trabajadora yel cliente." Cada vez hay más informes
de investigación que documentanqueel trabajo sexual se ha convertido
en una opción para personas de clase media y un nuevotipo de personas
(mayoritariamente blancas, nativas del lugar —no migrantes— yprivile-
giadas económicamente) han encontrado su camino enla vida en el tra-
bajo sexual (Bernstein 2007b). ¿Qué significa este fenómeno? Se trata de
una pauta de reestructuración económica, en la que mujeres y hombres
de la clase media participan en transacciones sexuales comerciales, sacan-
do provechodelas Tic. Este nuevo tipo de comercio sexual está vinculado
a ciertas condiciones históricamenteespecíficas del contexto neoliberal:
una economía postindustrial, que ha aumentado el costo de la vida en
zonas urbanas, creando un sector ocupacional muyestratificado, cones
casos empleos bien pagados, muchísimo desempleoy trabajos con bajos
salarios. Esta situación se conecta con el aumentode jóvenes clase media
desinteresades en formar una familia y que desafían el modelo monóga-
mo heterosexual. Quienes hoyse dedican al trabajo sexual, y se organizan
y se profesionalizan, ponen en cuestión un conjunto de supuestos sobre
los intercambios sexuales instrumentales, que nombran sexo transaccio-
nal. ¿Se transformaasí el significado socialmente atribuido al comercio
sexual? Tal vez, pero aunque se perfila un tipo de mercado sexual que
modifica ciertos usos tradicionales, todavía se ve lejana la eliminacióndel
estigma, dado que los cambios culturales son eso que Braudel denomina
de larga duración. Lo grave es que la política actual en relación al comercio

128
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

sexual se desarrolla en el registro de lo moral, utilizando el vocabulario


del bien y el mal.
Wendy Brown (1995) reflexiona acerca de por qué el discurso mo-
ralizador se ha vuelto tan intenso entre les activistas de izquierda, yre-
cuerda la distinción entre “moralidad y moralismo” que, aunque queda
perfectamente clara en los diccionarios, en política se mezcla. Brown se
posiciona contra el moralismo comosustituto de la lucha política, y lo
mismo hace Mouffe, quien señala que la “incapacidad para formular los
problemas que enfrenta la sociedad de un modopolítico y para concebir
soluciones políticas a esos problemaslleva a enmarcar un númerocreciente
de cuestiones en términos morales” (2014:140). Como dice Brown, es más
fácil ser moralistas que comprenderlas consecuencias políticas de ciertos
reclamos feministas. Creo que eso les ocurre a las feministas neoaboli-
cionistas, que desechanla clásica reivindicación feminista del “derecho a
decidir sobre tu propio cuerpo”y pasan por encimadelos intereses con-
cretos de quieneseligen esa formade ingreso. Además, es muy desconcer-
tante que las feministas neoabolicionistas no escuchenalas trabajadoras
sexuales, e incluso se esfuercenporsilenciarlas. Esta actitud que hoyse ca-
lifica de injusticia epistémica (Fricker 2007) consiste en no hacer caso de
ciertos testimonios, no aceptar ciertas declaracionesy no escucharciertas
voces porque proceden de un colectivo estigmatizado. Eso les ocurre a
las trabajadoras sexuales, ya que, por un lado,la tradición cultural judeo-
cristiana dominante les adjudica un estatuto social devaluadoy, porotro,
las neoabolicionistas insisten en que aunqueellas declaren trabajar autó-
nomamente, en realidad son víctimas.!” La injusticia epistémica, además
de producir discriminación, genera un tratamiento sesgado del fenóme-
no que incide en cómose construye la comprensión acerca del comercio
sexual y cómo se comunicanlos procesos de lucha y debate en torno asu
definición social y legal. Y aunque los reclamospolíticos y anhelos de jus-
ticia de las trabajadoras sexuales puedenser escuchadosporla vía de cier-
tas figuras políticas y, en menor medida, registrados enlas investigaciones
académicas,!'” es un escándalo que las voces de quienes se asumen como
trabajadoras autónomassean ignoradas, y no se tomenen cuenta en el di-
seño de estrategias y políticas.

129
DOLOR Y POLÍTICA

Además de la injusticia epistémica, el neoabolicionismotiene


otras derivas, y una de ellas es que desata pánicos sexuales que, al mismo
tiempo, reafirman la doble moral sexual. La antropóloga Carol Vance,
editora de Pleasure and Danger,'* introdujo enel debate del movimientofe-
minista el concepto de pánico sexual para aludir a los miedosirracionales
sobre ciertas cuestiones sexuales. Confrontándose con el discursocultural
dominante que ha simbolizado y representadoa la sexualidad como“pe-
ligrosa” para las mujeres, Vance planteóla necesidad de que el movimien-
to feminista “hable igual de poderosamente a favordel placer sexual que
comolo hace en contra del peligro sexual” (1984:3). Posteriormente el
antropólogo Roger Lancaster (2011) publicó unlibro sobre las distintas
maneras en que se forman los pánicos sexuales contemporáneos. En Mé-
xico todavía está por hacerse un análisis acerca de cómolas espirales de
significación que vinculan el comercio sexuala la trata han provocadoun
pánico sexual que dificulta definir una postura no moralista respecto al
trabajo sexual. Tal vez, como me comentó AnaSofía Rodríguez Everacrt,
un problema radica en quela izquierda no hasido una brújulalo suficien-
temente poderosa para abordar este tema.
Aunque cada vez más feministas expresan el anhelo de construir
un proyecto basado en lo común, todavía no hemos encontrado la ma-
nera de avanzar en esa dirección, y no sólo porlas fronteras identitarias
que nos separan, sino también pordiferencias ideológicas. Las variadasy
diversas feministas que compartimos un horizonte ideológico que, para
abreviar, llamo de izquierda y que se muestra contestatario ocrítico respec-
to al sistema dominante, requerimos ser muy autocríticas con la manera
en quelas polarizaciones de todotipo, ideológicas y personales, dificultan
articularnos políticamente.
Raquel Gutiérrez Aguilar da cuenta de la compleja situación en
que estamos:

Nuestro punto de partida práctico, que resulta difícil de enunciar ana-


líticamente, lo hallamos en nosotras mismas y en las luchas quedesple-
gamos contra la vasta gama de violencias de las que somos objeto. Nos
resulta difícil enunciarlo pues requerimos dar cuenta, simultáneamente,

130
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA
a

del desplazamiento subjetivo ypolítico que nos habilita a nombrar cl cú-


mulo complejo de separacionesy fracturas soportadas por nuestra trama
de interdependencia en su conjunto. Sin embargo, sólo así logramosdis-
tinguir la trenza de mediaciones que nossujeta yfija en la impotencia a
pesar de la fuerza recuperada que también experimentamos: paradoja y
contradicción del tiempo que habitamos (2018:42).

Creo que los mandatosculturales de géneroestán entretejidos en


la urdimbre de la “trenza de mediaciones que nos sujeta”, y unode los
hilos es precisamente la doble moral sexual. Esta doble moral, que sigue
vigente en esta etapa tardía del capitalismo, incide constantemente en
la disputa feminista respecto al trabajo sexual, Uno de los argumentos de
dicha controversia se formula comoque algunas actividades humanas!”
deberían estar fuera del mercado porque su comercio obstaculiza las re-
laciones igualitarias (Phillips 2013; Satrz 2010). Es un hechoque el mer-
cado no es un mecanismo neutral de intercambio, y aunque en principio
cualquier mercado puede convertirse en nocivo, algunos tienen más po-
sibilidades de hacerlo al producir más desigualdad que otro tipodetran-
sacción; tal es el caso de los trabajos de servicio, tanto los de las empleadas
domésticas como los de las trabajadoras sexuales, que tienen consecuen-
cias significativas en la estructura de relaciones de género (Satz 2010). En
cambio, un mercado como el de las verduras resulta mucho más inocuoy
no es comparable con el del comerciosexual, que refuerza una pauta de
desigualdad al contribuir a la percepción de las mujeres comoseres so-
cialmente inferiores a los hombres o comoobjetos sexuales.
"ara valorar una transacción comercial es necesario evaluarlas re-
laciones políticas y sociales que sostiene y respalda, y examinar los efectos
que tal transacción produce en las mujeres y los hombres, en las normas
sociales y en el significado que imprime enlas relaciones entre ambos. De-
bra Satz (2010) analiza los mercados nocivos, donde incluye el del sexo, y
establece cuatro parámetrosrelevantes para valorar un intercambio mer-
cantil: 1) vulnerabilidad, 2) agencia débil, 3) resultados individuales dañi-
nos y 4) resultados sociales dañinos. La vulnerabilidad y la agencia débil
aluden a lo que las personas aportan enla transacción; la vulnerabilidad

131
DOLOR Y POLÍTICA

aparece cuandolas transacciones se dan en circunstancias de tal pobreza


o desesperación quelas personas aceptan cualquier condición, y la agen-
cia débil se da cuando, enlas transacciones, una parte depende delas de-
cisiones de la otra parte. Los otros dos parámetros (daños individuales
y sociales) son característicos de ciertos mercados que posicionanalos
participantes en circunstancias extremadamente malas; por ejemplo, en
las que son despojados o en las que sus intereses básicos son aplastados.
Eso también produce resultados extremadamente dañinos parala socie-
dad, pues socava el marcoigualitario que requiere una sociedadyalien-
ta relaciones humillantes de subordinación. Sin embargo, Satz concluye
señalando que, aunque los mercados nocivos tienen efectos importantes
en quiénes somosyeneltipo de sociedad que desarrollamos, no siempre
la mejor respuesta es prohibirlos. Al contrario, las prohibiciones pueden
llegar a intensificar los problemas que condujeron a que se condenaratal
mercado. En ese sentido Satz señala que es menos peligrosa la prostitu-
ción legal y regulada quelailegal y clandestina, pues ésta aumentalavul-
nerabilidad y los riesgos para la salud, tanto paralas trabajadoras como
para los clientes. La mejor manera de acabar con un mercado nocivo €s
modificar el contexto en que surgió, o sea, en este caso, con una mejorre-
distribución de la riqueza y más y oportunidadeslaborales, junto con un
absoluto respetoa los derechos.

¿Convicción o responsabilidad?

¿Por qué un amplio sector del feminismo persiste en la idea de prohibir la


compra-venta de servicios sexuales? Por convicciones ideológicas. Perosi
prohibir el comercio sexual no sirve para resolver la desigualdad de géne-
ro y, al contario, genera otros problemas, ¿por qué aferrarse? Hace años
Max Weber (1919) explicó que toda acción éticamente orientada se en-
marca en dos máximas “fundamentalmentedistintas e irremediablemen-
te opuestas”: la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Se
trata de dos concepciones básicas del mundo,y de la relación entrela éti-
ca yla política, y según Weber hay una diferencia abismal entre obrar con

132
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

una o con otra; mientras quela ética de la convicción se aferra a lo que se


cree sin ver las consecuencias que produce, la ética dela responsabilidad
analiza dichas consecuencias. Weber dice que cuando las consecuencias
de una acción realizada conforme ala ética de la convicción son malas,
quien la impulsó no se siente responsable de ellas. Tal parece que desde
su convicción de que el comercio sexual es nocivo e implica violencia para
las mujeres, las neoabolicionistas no ven las consecuencias concretas que
conllevaría prohibir los intercambios instrumentales por dinero. Y como
tampoco logran ver que resulta imposible prohibirles a las personas que
intercambien sexo por muchasotras cosas, ¿no es unainjusticia castigar a
quienes lo hacen por dinero?
La fusión conceptual que se ha hecho del trabajo sexual con la
trata, con las espirales de significación que denuncian las “aterradoras”
condiciones en que se encuentran las “esclavas sexuales” suele derivar
en consignas como Prostitución es violencia contra las mujeres o Ninguna mu-
Jer nace para puta. Estos dispositivos retóricos, que niegan la autonomía
de las trabajadoras sexuales independientese invisibilizan el contexto de
sus opciones laborales, movilizan fuertes emociones y frenan incluso la
posibilidad de escuchar a las propias trabajadoras. ¿Qué hacer ante una
retórica extremista que hace undeslizamiento de sentido al calificar to-
dos los intercambios instrumentales de sexo por dinero comoviolencia o
degradación? Me ha tocado presenciar cuando las neoabolicionistas lan-
zan preguntastipo: “¿te gustaría que tu hija (tu hermana,tu pareja) fuera
prostituta?”. Habría que responderque nosgustaría que ellas —hija, her-
mana O pareja— y todas las mujeres tuvieran la posibilidad de decidir lo
más libre y autónomamente lo que hacen con su cuerpo,sin queselas di-
vida en “decentes” y “putas”. ¿Cómo hacer política entre feministas cuan-
do temas comoéste nos confrontan? Y también ¿cómo no hacer política
en estos casos, cómo renunciar a hablar ydisentir?
Silvia Federici, una de las referencias para el feminismo de izquier-
da, dice:

la campaña que algunas feministas han asumido para prohibirla prosti-


tución, calificándola de una actividad específicamente violenta y degra-

133
DOLOR Y POLÍTICA

dante, es autoderrotista. Distinguir el trabajo sexual como especialmente


degradante contribuye a devaluary culpara las mujeres que lo practican,
sin ofrecer al mismo tiempo ningunapista acerca de las opciones quelas
mujeres realmente tienen. Oscurece el hecho de que, en la ausencia de
medios adecuados de subsistencia, las mujeres siempre han tenido que
vender sus cuerpos,y no sólo en los burdeles o enlas calles. Hemosven-
dido nuestros cuerpos en el matrimonio. Nos hemosvendido enel traba-
jo, sea para mantenerlo, para conseguirlo, para obtener una promoción
o para que el supervisor no nos hostigue (2020:29).

Federici insta a reconocer que “hay formas de conseguir un ingreso más


degradantes que la prostitución. Vender nuestras mentes es más peligroso
y más degradante que venderel acceso a nuestras vaginas” (2020:30). Por
eso concluye: “Cierto, seamos abolicionistas, pero no sólo en relación con
el trabajo sexual. Todaslas formas de explotación debenser abolidas, no
sólo el trabajo sexual” (2020:30). ¡De acuerdísimo!
Sin embargo, cuando quienes detentan el poder son neoabolicio-
nistas, desde sus convicciones toman decisiones políticas que afectan du-
ramente a las trabajadoras. Me voya referir a casos que han ocurrido en
otros países porque siempre es útil conocer y hacer comparaciones. Des-
de 1999 el gobierno sueco decidió que pagar por intercambios sexuales
era un delito, y criminalizó a los clientes del comercio sexual. Su formade
abordar el comercio sexual para eliminarlo recibió el nombre de “modelo
nórdico”. La influencia de tal política pública punitiva ha incidido en va-
rios países que buscan erradicar el comercio sexual siguiendo esa pauta de
criminalizar a los clientes. Pese a que nose castiga legalmente a las muje-
res (u hombres) que ofrecen esosservicios, en realidad, quienesejercenel
trabajo sexual corren másriesgos para evitar que los clientes sean detecta-
dos porla policía; por ejemplo, van a sus casas, lo cual es más peligroso que
ir a un lugar seguro, como un hotel o unacasa de citas. Cuando en 2015
Amnistía Internacional (A1) se pronunció por la defensa de los derechos
de les trabajadores sexuales, también hizo unacrítica al modelo nórdico.”
En España la “prostitución” voluntarianoesilegal; sin embargo,la
perspectiva neoabolicionista se ha filtrado entre las feministas que están

134
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

en el gobiernosocialista. En 2018 un grupo de trabajadoras sexuales se


organizó y se registró como sindicato, cumpliendo todos los requisitos
legales. Sin embargo, la ministra del Trabajo, Magdalena Valerio, que es
neoabolicionista al igual que muchas otras feministas del PSOE, despidió
a la directora general de Trabajo, Concepción Pascual por haberregistra-
do al sindicato OTRAS,” pese a que habían cumplido los requisitos exigidos
para su constitución. Además, la ministra Valerio pidió a la Abogacía del
Estado que estudiase la forma de anular la decisión para cancelar jurídi-
camente el registro del sindicato OTRAsy declaró que un gobiernosocia-
lista y feminista no avalaría un sindicato de una actividad que “vulnera
los derechos de las mujeres” (El País 2018). De esta forma la funcionaria
neoabolicionista les arrebatóa las trabajadoras sexuales autónomas su de-
recho a organizarse laboralmente con unsindicato,” ¡en un país dondeel
trabajo sexual no es ilegal! La arbitraria medida generó una ola de apoyos
al sindicato, en especial entre feministas de izquierda, no sólo españolas
como MaríaJesús Izquierdo, DoloresJuliano,Judit Astelarra, Amaia Pérez
Orozco, Justa Montero y Raquel Osborne, sino también de varios países
como Silvia Federici, Nancy Fraser, Rita Laura Segato y Janet Halley. Me
llama la atención que en México muchas feministas que admiran y com-
parten las posiciones de Federici, Fraser y Segato sean neoabolicionistas y
desconozcan(¿intencionalmente?) la postura de ellas sobre este tema. Lo
que ocurrió en España me recuerdalo queya señaló antes Paul B. Precia-
do (2013) en sualegato acerca del derechoal trabajo sexual:

Las prostitutas son la carne productiva subalterna del capitalismo glo-


bal. Que ungobierno socialista convierta en prioridad nacionalla prohi-
bición para las mujeres de transformar su fuerza productiva en trabajo,
dice mucho sobrela crisis de la izquierda en Europa.

Recientemente, con el nuevo gobierno en Argentina, el Ministerio de De-


sarrollo Social incluyó el trabajo sexual en el Registro Nacional de Traba-
jadores de la Economía Popular, y a las pocas horas tuvo queretirarlo por
la protesta del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata y Explotación
de Personas (Santoro 2020). La opciónde registrarse como “trabajadora

135
DOLOR Y POLÍTICA

cuenta propia” implica tanto pagar impuestos comorecibir los beneficios


de la seguridad social. Georgina Orellano, secretaria general de la Asocia-
ción de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), lamentóla clausura
de esa opción, luego que en menos de cinco horas se registraron 800tra-
bajadoras, pues el no reconocimiento del trabajo sexual como trabajo a
cuenta propia les impide contar con la cobertura de la seguridadsocial
(Santoro 2020).
También en México hay unalucha endistintas entidadesfederati-
'as para que se acepte que el trabajo sexual es un trabajo y que tiene que
definirse legalmente así para garantizar los derechos laborales. Enla Ciu-
dad de México, en 2014, un grupo de trabajadoras sexuales cis y trans lo-
gró, luego de una larga lucha, el reconocimiento de las personas que se
dedican al trabajo sexual conla figura de “trabajador no asalariado”, o
sea, quien trabaja vendiendo sus servicios de manera autónoma, sin pa-
trón. El litigio jurídico lo ganaron respaldadas y acompañadas porla or-
ganización civil Brigada Callejera.** La resolución de una jueza federal
ordenóa la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo del Gobiernodel
Distrito Federal (hoy Ciudad de México) otorgara las personas quetraba-
jan en el comercio sexualcallejero la licencia de trabajadores no asalariados.
El Reglamento para los Trabajadores No Asalariados del Distrito Federal
dice textualmente: “Artículo 2”. Para los efectos de este Reglamento, tra-
bajador no asalariado es la personafísica que presta a otra física o moral,
un servicio personal en forma accidental u ocasional mediante una re-
muneración sin que exista entre este trabajador y quien requiera de sus
servicios, la relación obrero patronal que regula la Ley Federal del Traba-
jo”. Bajo esa categoría, que existe desde 1972, se registra a personas que
laboran en vía pública sin una relación patronal ni unsalario fijo, como
los lustrabotas, los cuidacoches, los músicos callejeros, los vendedores de
billetes de lotería y diez oficios más. Lograr dicha resoluciónjudicial que
reconoce al trabajo sexual como “trabajo no asalariado” les llevó más de
doce años, ya que con anterioridad el Gobierno del entonces Distrito Fe-
deral se había negado repetidamente a otorgarlo.** Esto muestra que,
comoseñala Mouffe, “todo orden es la articulación temporaria y precaria
de prácticas contingentes” (2014:22), y comotodo orden quese afirma en

136
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

la exclusión de otras posibilidades siempre es la expresión de una deter


minada configuración de relaciones de poder, para transformarloes in-
dispensable hacer política.
Y enla tarea de hacer política respecto al comercio sexual deben
participarlas propias trabajadoras, pues sus vivencias son el sustrato empí-
rico que sostiene la posturaa favor de sus derechos. Sin embargo,las que
dan la cara son una minoría, ya que noles resulta fácil vencer el estigma,
organizarse y defender políticamente su opciónlaboral. Pese a todos los
obstáculos políticos y simbólicos que enfrentan, a lo largo de los últimos
años muchos gruposde trabajadoras sexuales cis y transse han organizado
reivindicando su quehacer comouna cuestión laboral y han desarrollado
diversas estrategias para obtenerel reconocimiento de sus derechos.” Pero
además, el estigma es el mecanismo simbólico del control que divide ato-
das las mujeres en “decentes” o “putas”, y me sorprende negativamente la
indiferencia de muchas feministas ante el imperativo de *respetabilidad
sexual” femenina, que es parte sustantiva de ese patriarcado que desea-
mos erradicar. Recuerdo congustola energía contestataria de la Marcha
de las Putas en 2011,
Quienes apoyamosalas trabajadoras sexuales en la lucha porsus
derechos sabemosque existe la trata, tanto en sus formas forzadas de cap-
tación y secuestro como conestrategias de romance y seducción. Pero
oponernosa la trata no nos impide respetar a las trabajadoras sexuales,
no se trata de cuestiones excluyentes, como tambiénlo dice Judith Butler:

Tiene que haber una manera de oponernosal tráfico de ninxsyla explo-


tación de migrantesy, al mismo tiempo, apoyarel derechodelxs trabaja-
dorxs sexuales a ganarse la vida bajo condiciones seguras y con unsalario
decente (Butler, Cano y Fernández Cordero 2019:36).

Apoyar los derechos de las trabajadoras autónomas no excluye recono-


cer el horror que sin duda existe. Pero mientras se logra acabar conla
explotación capitalista hay que repensar los intercambios instrumenta-
les de sexo enel contexto actual y desechar las definiciones monolíticas
de “víctima” o de “mujer ensituación de prostitución”, aceptando que

137
DOLOR Y POLÍTICA

hay mujeres que “deciden”, sin duda muchas constreñidas porsus cir-
cunstancias, realizar dichos intercambios. Claro que “decidir” no siempre
implica que verdaderamente se pueda elegir. Comoya lo señaló Martha
Nussbaum (1999), “elegir”el trabajo sexual no es un problemacuandolas
mujeres tienen otras opciones; el problemaradica en que existen mujeres
para quienes ésa es la única alternativa económica. Eneste casola lucha
debería encaminarse a abrir otras alternativas con un ingreso compara-
ble. Debería también escandalizar la situación de otras trabajadoras ya
que, aunque sus labores no tienenel estigma que la doble moral sexualle
ha adjudicado al trabajo sexual, están peor remuneradas. Para una obre-
ra o una empleada del hogar el problema radica igualmente en que esas
labores son su única posibilidad, sin olvidar que sus ingresos son mucho
menoresysin flexibilidad horaria. Me sigue asombrandoque lo que más
preocupay escandaliza es el sexo, mucho más que la explotaciónlaboral.

Mis incidentes

Me he explayado en el caso del trabajo sexual como un ejemplo de lo


compleja que es la disputa entre las diversas feministas, pero tambiénpor-
que no se puede pensar en hacer política feminista sin revisar cómo se
establecen los vínculos entre nosotras cuando existen temas que nos con-
frontan tanto. Este tema del trabajo sexual ha resultado ser no sólo una
manzanadela discordia, sino también una razón para que algunas com-
pañeras manifiesten querer “expulsarme del feminismo”. Mi postura ha
sido tergiversada yquierotraer a cuenta aquí ciertos incidentes que, más
allá de la desazón que me provocaron, anudan varias de las cuestiones
que he estado desarrollando. El primero ocurrió en agosto de 2018, Mien-
tras en Argentina la Cámara de Senadores definía sí aprobabala legaliza-
ción del aborto,” en la Ciudad de Méxicolas feministas nos manifestamos
en apoyoalas argentinas. Llegué al Monumentoa la Madre, el tradicio-
nal punto de arranquede todas nuestras marchas dirigidas a lograr queel
abortosea unservicio de salud, legal y gratuito, y de prontovi una manta
gigante que decía “Marta Lamas y Amnistía Internacional, cómplices del

138
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

patriarcado”. Una conocidalíder feminista cargaba la manta ylideraba a


un grupode jóvenes ante el evidente asombrodeotros contingentes. En
ese momento noentendí a qué se refería como “cómplice del patriarca-
do”, pues la lucha porla despenalización del aborto implica precisamente
transformar unaregulación patriarcal. Pese a la desagradable sensación
que me provocó ver esa acusación, me consoló, sin embargo, aparecer
nombrada junto a Amnistía Internacional. Al año siguiente, en noviem-
bre de 2019, comprendí el significado de esa manta. En el Foro “Retos y
realidades de la lucha contra la trata de personas”, realizado en la Cáma-
ra de Diputados de la Ciudad de México,la misma feminista apareció con
otra manta: “Marta Lamas. La voz del neo-patriarcado, la neo-esclavitud
de las mujeres. Lamismo fuera del feminismo”. Comprendí entonces que
la fusión entre trabajo sexual ytrata, así como mi postura de defensa de los
derechos de las trabajadoras sexuales, eran algunos componentes de su
rabia, y como también Amnistía Internacional ha hecho unadeclaración
a favor de los derechos de quienes se dedican al trabajo sexual (Amnesty
International 2015), eso explicaba que nuestros nombres estuvieran jun-
tos en la manta durante la manifestación en apoyo a las argentinas. Ha-
blar de “neo-esclavitud” para calificar el trabajo sexual autónomoes hacer
unaespiral de significación que olvidalas diferencias que hay entre los in-
tercambios de sexo por dinero y formas aberrantes de abuso y coerción
comola trata. Dado que esa feminista y yo nos conocemos desde 1978,y
hemos coincidido en varias luchas, me tomó porsorpresa constatar que
prefirió descalificarme públicamente, tergiversando mi postura, a debatir
nuestras discrepancias.
El segundoincidente ocurrió en noviembre de 2018, meses después
de que salió a luz mi libro Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? (Fon-
do de Cultura Económica). Algunas feministas reaccionaroncon indigna-
cióny enojo, y escribieron untexto de denuncia en mi contra, que circuló
en redes con el nombre de “Manifiesto desde los feminismos mexicanos
sobre el acoso sexual y otras formas de violencia contra las mujeres”, Fir-
madopor la Red Mexicanade Feministas Diversas, y suscrito por29 colec-
tivas y 120 mujeres,” dicho manifiesto comenzabadiciendo:

139
DOLOR Y POLÍTICA

Nosotras, la Red Mexicana de Feministas Diversas, manifestamos nuestra


preocupación por el aumentode los casos de diferentes formas de violen-
cia contra las mujeres en nuestro país. En este sentido, y reconociendo
nuestra pluralidad, condenamos las nuevas formas de justificación, nor-
malización, naturalización y perpetuación de acoso, hostigamiento,vio-
lación sexual y feminicidios que son legitimadas en el contenidodellibro
“Acoso ¿denuncia legítima o victimización?” escrito por Marta Lamas.

Lo que pretendí que fuera un análisis cultural acerca del fenómeno +tMe-
Too ahora había compañeras que lo leían como que yo legitimaba el aco-
so, el hostigamiento, la violación sexual y los feminicidios. Otra espiral de
significación. Hubo feministas que compartieron lo que dije en ese libro
y otras que no, pero no plantearon tales infundios. Porlo visto hubo quie-
nes no entendieron, y me di cuenta de que, de nuevo, faltaba discusión
incluso para disentir con base en un texto. Y quizá muchas delas feminis-
tas que firmaron ese manifiesto en mi contrani siquiera leyeronellibro,
sino que suscribirlo fue asumir una postura dentro delas fronteras identi-
tarias, esas que separan a “nosotras” de “ellas”. Como muestra Mouffe, en
el campo delas identificaciones colectivas —dondese trata de la creación
de un “nosotras”— siempre habrá la posibilidad de que la relación noso-
tras/ellas se transforme en un antagonismo, en lugar de en un agonismo.
Ella señala:

De acuerdo conla perspectiva agonista, la categoría central de la políti-


ca democráticaes la categoría del “adversario”, el oponente conquiense
comparte una lealtad común hacia los principios democráticosde *liber-
tad e igualdad para todos”, aunque discrepando en lo relativo a su inter
pretación (2014:26).

Ademásde las distintas ideologías, las diferencias de todotipo que existen


entre las feministas (clase social, pertenencia étnica, edad, orientación
sexual, identidad de género, etcétera) introducen conflictos que se exa-
cerban cuando se anula la escucha y se impulsa la censura. De eso trata
el tercer incidente, que ocurrió a principios de 2020. El 27 de febrero de

140
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

2020 unacolectiva feminista de la Facultad de Química llamada Las Semi-


llas de Curie se opuso a que yo impartiera una clase sobre género. Dado
que es breve, copio íntegro su comunicado:

No te Calles FQ/Colectiva Feminista Las Semillas de Curie


Como colectiva denunciamosla agendadelas autoridadesde la Facultad
y de los encargados de la Materia “Introducción a los estudios de Géne-
ro” que se imparte por primera vez en nuestra escuela.
ft?MartaLamas no representa los ideales políticos de nuestro movi-
miento, es inaceptable que pretenda enseñarse en nuestras aulas como
un referente del feminismo a una persona que en repetidas ocasiones
ha puesto su activismoal servicio del sistema político tanto dentro como
fuera de la universidad; y cuyo libro “Acoso. ¿Denuncia legítima victi-
mización?” hace unaapología al acoso que muchas mujeres sufren desde
niñas. Lamas ademásha participado en múltiples eventospolíticos donde
defiende la participación de los hombres por encima delas voces de jó-
venes feministas, o referirse al “capital sexual” de las mujeres para "sacar
le beneficio al patriarcado”, como si ser acosadas en nuestros centros de
estudio/trabajo fuera un privilegio que nos proporciona el patriarcado.
Nuestro feminismo nosirve al sistema ni a las autoridades y noper-
mitiremosa este tipo de personajes en nuestras aulas.
Marta Lamas no es bienvenida en nuestra facultad, no aceptamos
su feminismo, no permitiremos que sea enaltecida como referente polí-
tico ni que su cátedra se difunda entre nuestros compañerxs que buscan
formarse una verdaderaperspectiva de género.

El comunicado era un coctel peligroso, que mezclaba “apología del aco-


so” con “defenderla participación de los hombres por encimadelas vo-
ces de jóvenes feministas”. Cuandololeí, caí en la cuenta de algo más. En
octubre de 2017 se llevó a cabo en la unam uncoloquiotitulado “Mar-
ta Lamas en diálogo con XY”. Organizado por el Seminario Universita-
rio Modernidad: Versiones y Dimensiones (UNAM), el coloquio se pensó
como una celebración por mis setenta años. A Raquel Serur, la coordina-
dora del seminario, se le ocurrió hacer algodistinto e invitó a un grupo

14]
DOLOR Y POLÍTICA

de amigos y colaboradores de mis causas —todos ellos hombres— a que


hablaran de mi activismo y mi laborintelectual, y así hizo un programa
con dos mesas.* No obstante el anuncio del coloquio decía “Marta Lamas
en diálogo con XY”, de pronto se armó un escándalo enlas redes, quelle-
góal ámbito internacional.” La furia era porque supuestamente la UNAM
había organizado un coloquio sobre feminismo, sin mujeres y solamen-
te con hombres. Entre los tuits enojados algunos incluso decían que ni
siquiera yo iba a estar presente. También causó escozorel hecho de que
uno de los hombres participantes fueraJenaro Villamil quien, en la mani-
festación por el feminicidio de Mara Castilla en septiembre de 2017, fue
agredido por algunas de las manifestantes, que ignoraron queestaba cu-
briendo la marcha como periodista y lo acusaron de querer introducirse en
el contingente exclusivo de mujeres. Villamil había sido invitado a partici-
par en el coloquio antes de esa marcha, pero también se usó ese incidente
como un argumento para repudiar el coloquio, y de paso a mí.
A lo largo de mi medio siglo de activismo feminista no sólo he
tenidocientos de encuentros exclusivamente con mujeres sino que una
parte sustantiva de mi trabajo político se ha encaminado a conseguirla in-
terrupción legal del embarazo, lo que no hay duda de que beneficiaa las
mujeres. Ese diálogo únicamente con hombressignificaba hacer algodis
tinto, además de reconocer públicamente su compromiso e interés por
mucho de lo que he hecho. Pero el alboroto que provocó desató una
discusión sobre si los hombres pueden ser feministas, e hizo que mu-
chos se sintieran interpelados y que muchas jóvenes se involucraran en
ese debate. Sin embargo, algunas adversarias políticas lo aprovecharon
para atacarme adfeminam en lugar de expresar sus discrepancias con mis
posiciones.

Juicios previos y prejuicios

Sé que no soy “monedita de oro para caerle bien a todas”, como diría
Cuco Sánchez, pero una cosa es caer mal, y otra muydistinta es que se
tergiverse mi postura, sea por la animadversión hacia mi defensa de las

142
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

trabajadoras sexuales, la malinterpretación de mi libro Acoso o mi acepta-


ción de ciertos hombres como aliados. También sé que algunas feministas
me descalifican por ser una mujer blanca, burguesa, heterosexualyvie-
ja, pero esos prejuicios hablan más del nivel político de quien los expre-
sa. Wendy Brown, que tambiéncritica ese tipo de “etiquetamiento”, dice;

El moralismo político contemporáneo tiende a mezclar a las personas


conlas creencias de forma completamente no voluntarista: las personas
se equiparana las posiciones de sujeto, las cuales se asimilan a identida-
des que, a su vez, se equiparana ciertas perspectivas yvalores. El hecho
de ser una mujer blanca es sinónimo de hablar o pensar como una mu-
jer blanca, así como incluir “diversas perspectivas” en un panel o un pro-
grama de estudios o unaantología se equipara a incluir a quienes están
formalmente marcados —para ser más exactos, fenotípica, fisiológica o
conductualmente— comodiferentes (2001:38).

Desde su perspectiva podemos pensar en mujeres que no son blancas,


pero son racistas o incluso que están, como diría Bolívar Echeverría,
“blanqueadas”,así como en mujeres blancas de piel, pero que están
comprometidas en la lucha contra del sistema actual. El etiquetamiento
a partir de la apariencia lleva a que en ciertas mesas de discusión donde
supuestamente hay personas que encarnan cada unade las características
de la diversidad (una personaindígena, una persona trans, etcétera) se
evidencie que éstas tienen posiciones conservadoras o sectarias. Las apa-
riencias son un dato, pero lo que define la postura política de una per
sona es su ideología y, claro está, su trayectoria y compromiso. Juzgar a
partir de las apariencias es realizar un “juicio previo”, o sea, un prejuicio.
Si bien el argumento de Brown es de orden político, no hay que olvidarel
componente emocional que tienenlos prejuicios. La psicoanalista Silvia
Bleichmar reflexiona sobre el prejuicio y señala que “lo que le da el ca-
rácter patológico es su inmovilidad, su imposibilidad de destitución me-
diante pruebas de realidad teóricas o empíricas” (2007:44). Al parecer,
de nadasirven las “pruebas de realidad” para vencer unprejuicio, Bleich-
mar subraya un asunto cardinal: “El prejuicio es, indudablemente, una

143
DOLOR Y POLÍTICA

excelente coartada psíquica para la elusión de responsabilidadesyel ejer.


cicio de la inmoralidad” (2007:45).
Esto tiene que ver conlo que señala Wendy Brownrespecto a cons-
truir una forma de lucha política en la que no se enarbole la “moralidad”
o la “verdad”, y a que se prefiera el debate político abierto al moralismo,
Ella se preguntasi lograremos abordarel problemade la dominación con
la fuerza de unavisiónalternativa de la vida colectiva y no a través del re-
proche moral, y subraya la importancia de desarrollar unapolítica femi-
nista sin prejuicios. Browninsiste en la importancia del debate y dice que
la política feminista necesita espacios políticos susceptibles de ser cultiva-
dos para plantear y cuestionar normas políticas feministas, y para discutir
nuestras ideas sobre la naturaleza de lo que se considera bueno. Ella está
convencida de que debemos desarrollar nuestro poco desarrollado inte-
rés porla discusión política, pues podría ayudar a volvernos más respon-
sables de lo que decimosy de lo que hacemos.Y en relación con el tema
de la responsabilidad, Brown nos recuerda que ya Nietzsche señaló quela
libertad consiste en tener la voluntad de la propia responsabilidad: “Libe-
rarnos de los amos —Dios, el rey, la historia o el hombre— nos obliga a
unaextraordinaria responsabilidad para con nosotras mismas y para con
les demás” (1995:84).
Por lo pronto, creo que para asumir esa responsabilidad con una
misma, podemos empezar por eliminar la “razón arrogante” y las acti-
tudes culpabilizadoras. Culpar suele ser una manera de evitar la propia
responsabilidad, mientras que asumir la responsabilidad es un paso nece-
sario en la disposición a dialogar. La feminista brasileña Marcia Tiburise-
ñala: “Es preciso intentar intensamenteel diálogo, tan olvidado, que tanta
falta nos hace. El diálogo es una práctica a pequeña escala que podría ins-
pirar prácticas mayores” (2015:24). Tiburi nos previene quela tendencia
actual es otra: “Desaprendemosa conversar y somos incapaces de consti-
tuir un escenario ético-político diferente” (2015:24). Sí, el diálogo es un
imperativo para hacer política, además de que es una postura ética porla
cual vale la pena luchar. Hay que pensar por qué escasea tanto.
Necesitamos construir una narrativa crítica y verdaderamente ra-
dical, que tenga memoria del pasado y que, mientras comparte anhelos

144
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

sobre el futuro, sea capaz de incidir en el presente. Y eso requiere traba-


jo. También Raquel Gutiérrez Aguilar habla acerca de lo que implica la
importancia de compartir la palabra: “La experiencia colectiva se organi-
za a través de la palabra compartida que circula en los espacios que cons-
truimos” (2018:27). Por su parte, Brown considera que “una conversación
política orientadaa la diversidad y lo común, hacia el mundoy no hacia
el yo, que implique transformarel conocimientoque se tiene del mundo
desde una posición de sujeto situada en una gramática común, nos ofre-
ce la mejor oportunidad de contrarrestar las fragmentacionessociales y
las desintegracionespolíticas posmodernas” (1995:51). Ante el difícil de-
safío de construir una hegemonía política feminista anticapitalista, anti-
patriarcal y antirracista desde nuestro terreno pleno de disputas políticas
y personales, el debate de ideas podría resultar un paso muyútil pues,
por encima de todo, nos obligaría a realizar un ejercicio de reflexividad
autocrítica.
Esto me lleva a recordar que, después del movimiento estudiantil
de 1968, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe abrevaron enlas aportaciones de
Foucault, Lacan y Derrida, y encontraron en esas perspectivas posestruc-
turalistas unas herramientas teóricas que les permitían “elaborar una no-
ción de lo social como espacio discursivo, producto de articulaciones
políticas contingentes que no tienen nada de necesario y podrían siempre
haber sido de otra forma” (Mouffe 2015:11). Lo creativo de su reflexión
fue que unieronesas perspectivas posestructuralistas con el pensamiento
de Gramsci: “La importancia del concepto de hegemonía de Gramsci que
nos llevó a afirmar que no era suficiente limitarse a reconocer la existen-
cia de una diversidad de luchas sino que había que tratar de establecer
una formade articulación entre todas esas luchas” (2015:13). Así escribie-
ron Hegemonía yestrategiasocialista (1989) con unaideasencilla pero nove-
dosa: articular grupos y movimientos para crear voluntades colectivas,
para adquirir hegemoníayasí radicalizar la democracia.
Desde mi deseo de quelas diversas posturas dentro del feminismo
desarrollemos procesosde articulación política más abiertos es que escri-
bí estas páginas. Ojalá se dé la posibilidad de debatir acerca de lo dicho
aquí, pues la exploración sistemática de las formas propias del quehacer

145
DOLOR Y POLÍTICA

político es necesaria para la construcción de una perspectiva que conjunte


teoría y práctica, y que nos acerque al objetivo transformadorque muchas
deseamos. Mi perspectiva también asume la importancia de llevar a cabo
un trabajo personal, algo que cada quien podría intentar, como plantea
Jacqueline Rose:

mi feminismo va de la mano de una perspectiva psicoanalítica que cree


que las feministas que luchan porinjusticias históricas deben respaldar
su lucha con una comprensión de nuestra propia inversión psíquica
como mujeres en todo lo que hacemos, incluyendo nuestra propia opre-
sión (2011:341).

Hablar de “inversión psíquica” es hablar de cómo nuestros deseos y emo-


ciones (positivos y negativos) están involucrados en nuestro quehacerpo-
lítico. Invertimos psíquicamente en las fronteras identitarias, en la razón
arrogante, y también hay “inversión psíquica” en el cumplimiento del
mandato de la feminidad con su doble moral sexual.
La reflexión, la polémica yla acción creativa dirigidas a subvertir
el orden capitalista, patriarcal y racista son cruciales. Espero que lo que
Brown apunta resulte un desafío atractivo: “Tal vez necesitemos apren-
der a hablar públicamente y a disfrutar de los placeres del debate público
para asumir la responsabilidad de nuestras situaciones y movilizar un dis
curso colectivo que las expanda” (1995:51). También ella se pregunta si
cabe la posibilidad de desarrollar una política feminista sin resentimiento:
“¿Qué nosexigiría vivir y trabajar políticamente al margen de ciertos mi-
tos, sin afirmar que nuestro conocimiento no se encuentra corrompido
por una voluntad de poder, sin recalcar que nuestras verdades son menos
parciales y más morales que las de las otras? ¿Podemos aprender a enfren-
tarnos a la dominación con la fuerza de una visión alternativa de la vida
colectiva sin el reproche moral?” (1995:46-47).
Hacer política requiere un debate crítico y constante de razones,
pasiones y afectos, que debe darse entre quienes anhelamos construir un
ordensocial diferente. Hacer política feminista supone mucho más que
declarar que se tiene otra lógica política; implica abrir espacios deliberati-

146
DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

vos e instaurar prácticas argumentativas donde se discutan los significados


políticos y se construyan acuerdos. Ante el desafío que enfrentamos hay
muchas tareas que podemosllevar a cabo y cada quien escogerá su cam-
po de intervención. ¡Haytanto por hacer! Parte de nuestra fragmentación
política tiene que ver no sólo con el contexto patriarcal, sino también con
un déficit organizativo propio. ¿Cómo compartir una perspectiva crítico-
política no sólo sobre la explotación económicay la alienación subjetiva
que hegemonizanhoyla vida social, sino también acerca de las variadas
formas de sufrimiento personal que producen los mandatos de género?
¿Cómo impulsarel respetoa la aspiraciónlibertaria del derecho a decidir
sobre el propio cuerpo (desde el aborto hasta las identidades trans y queer,
incluyendo tambiénel respeto a quieneseligen llevar a cabo intercambios
instrumentales de sexo)? No tengo respuestas a estas preguntas. Lo que
tengo es la certeza de que para desarrollar acciones políticas feministas
que podrían ir erosionando los esquemas de dominación ysubalternidad
de la lógica de género hay que hacer un esfuerzo para irlas respondiendo,
y parte de ese esfuerzo implica sentarnos a debatir entre nosotras.
6
EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFIC
A HABLAR?
HTA

E n estas páginas he hablado de mis inquietudes políticas y también de


AO

mis emociones. Para finalizar esta reflexión, más que ofrecer conclu-
siones, quiero dejar planteadas algunas nuevas cuestiones acerca del en-
tramado feminista entre la agencia, la vulnerabilidad y la resistencia. Para
ello me sirvo de algunos puntos que planteaJudith Butler en relación con
la “política de la calle”, con la clara conciencia de que no es comparable
la situación en los países del llamado Primer Mundo conla que se vive
en América Latina. Sin embargo, la reflexión de esta filósofa acerca de la
vida precaria (2004), el duelo por las vidas que no son lloradas (2009) y
las dinámicas de las manifestaciones públicas (2015) me sirve para pensar
sobre el tan visible vínculo que existe entre vulnerabilidad y resistencia en
el accionar de las activistas feministas.
Tradicionalmente la vulnerabilidad se ha conceptualizado desde
la creencia de que las personas vulnerables requieren protección y apoyo.
Butler plantea que ciertos movimientos políticos y sus prácticas culturales
ofrecen la visión de unavulnerabilidad enresistencia;conagencia políti-
ca, prácticas de autodefensa, tomas de espacios,duelo i tidos, de-
claraciones transgresoras; actosde solidaridad einter venciones artísticas
en espacios públicos:que/movilizan los afectos:yla memoria-y:exponen
Problemas políticos, Esto-esloque las activistas feministas han rea
con dolor, rabiayenergía política en la Ciudad deMéxico: Según A. hs
el mero hecho de'que:se reúnan los cuerpos muestra una nueva “ona
odel
de entenderlassocialidad y la resistencia en el campo contemporáne
o público de alguna manera
Poder, y esta'fhúeya' comprensión del espaci

149
DOLOR Y POLÍTICA

también modifica la comprensiónde la política. Las manifestaciones ha-


cen visibles y audibles a cuerpos que usan su libertad de movimiento y de
asociación aun bajo las tremendas condiciones políticas y económicas que
prevalecen.
En la Ciudad de México la violencia desatada durante los últimos
partes del país, pues
sexenios se vive de manera diferente que en otras
as y ade-
aquí y en la zona metropolitana se llevan a cabo prácticas propi
más circulan noticias que moldean las percepciones subjetivas... y eso que
no se informa acerca de todo lo que sucede, sino que se encubre parcial
mente lo que verdaderamente pasa. Esa paradoja, la de vivir tan cerca y
tan lejos de nosotras mismas algo que conmocionay duele, pero de lo que
no se habla, opera a nivel individual y colectivo como una “desmentida”.
Pese a ese silenciamiento, las preocupaciones personales y familiares g+
ran obsesivamente en torno a cómojuntas, violencia social y violencia se-
xual, han erosionado la convivencia a grados aterradores, convirtiéndose
en sufrimientos frecuentes de la ciudadanía y en los desvelos del gobier-
no. Cotidianamente, lo asuman conscientemente o no, todas las perso-
nas se sienten en riesgo por las múltiples y variadas violencias que hay en
nuestropaís, lo que genera así una gran preocupación por “la seguridad”.
Tamar Pitch cuestiona que la seguridad se entienda comola “disminución
de la probabilidad de victimización individual” (2020:23), y nos recuerda
que la relevancia que ha adquirido el debate sobre la seguridad no pue-
de ser adjudicada sólo a la expansión de los delitos comunes (violaciones,
robosy atracos), ni tampoco a la delincuencia organizada transnacional,
con el desarrollo espantoso que ésta ha tenido en buena parte gracias a la
presunta guerra contra las drogas, sino que se debe principalmente a que
en el neoliberalismo el Estado ha reducido o eliminado muchas de sus po-
líticas sociales. Esta reducción de la protección social, que ha aumentado

ececiónoralmigraciones dsplaamin
con el narco) y la miseria % da Mn nt pi AE
, Según esta feminista italiana, a:
una globalización intencionalmente no regulada, la fina
nciarización de
la economía, el crecimiento de las desigualdade
s,la pérdida de fuerza y

150
MS EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?

consenso de los sindicatos y la de


e los grandes partidos de
saparición de 1 ;
masas (2020:24). P

Pitch se refiere a Europa, y aunquela situación de México es distinta en


muchos aspectos, aquí también amplios sectores se preocupan por“la vic-
timización individual” sin visualizar el papel que tiene la mundialización
de una economía desreguladay voraz, y culpan del clima deviolencia casi
exclusivamente a los delincuentes y al narco. Butler registra el papel del
Estado cuando habla de la precariedad pero, en realidad,ella habla de
la precariedad en dos sentidos. Por un lado, serefiere.a la condición que
compartimos todos:los seres humanos por tener cuerpos expuestos a la
enfermedad,:elenvejecimiento y la muerte; en ese:sentido, todas las vidas
sonprecarias; Por: el: otro, alude'a una situación que existe como resulta-
do de una.distribución: desigualdebeneficios económicos, sociales y cul-
turales.Bútlerrdice:que:esta precariedad.es producida políticamente por
el desmantelamiento:de-las instituciones»sociales:de bienestar debido a
las políticasde'-austeridad, queresponden: exigenciasdela:globalización
neoliberal; aunquesejustifican-por una supuestafalta de recursos para la
inversiónsocial;Jo.que genera unacceso diferenciado alaviviendadigna,
el agua potable;:la luz y el internet? y los servicios médicosy educativos,
entre otros bienes-sociales. Son decisiones políticas las que-exponena la
población. al desempleo; la falta de vivienda, y a la escasez, mala calidad o
deterioro delos serviciosdesalud y'educación, todo lo:cualgenera vulne-
rabilidad, produce incertidumbre y sentimientos de indefensión;erosio-
na derechos y. modelala subjetividad. La hegemonía política,económica
y cultural neoliberal ha producido esos procesos, taly como podemos ver
que pasa en amplias zonas de nuestro país, en infinidad de pueblos y en
muchas colonias de las grandes ciudades, y también sucede en las zonas
las perso-
precarizadas del llamado Primer Mundo, donde suelen habitar
has margina las mi tes. as ia
ButlcetRia “asambleas”. (manifestaciones en vía públi-
ca) comoformas plurales:de acción perfarmatiya paren quo ESE poo
> del conflicto: laprecariedad, entendida comola
z

estrucción de; AS me
A
a
p16f cionesde vida:posibie)"
=
a

151
DOLORY POLÍTICA

feminista le preocupala acción política, y se pregunta cómo podemosac-


tuar juntas cuando vivimos en mundostan distintos, en donde las formas
básicas de solidaridad humana están desapareciendo. ¿Qué hacer, cómo
o
actuar, cuando las condiciones para la acción conjunta están devastadas
menoscabadas? Ella entiende la resistencia como algo más que el recha-
zo a un modo devida:resistir implica dar lugar en nuestros proyectos a
un nuevo modo de vida, a una vida más vivible que se oponga la distri-
bución diferenciada de la precariedad. Esto convierte a los actos deresis-
tencia que dicen no a una determinada forma de vida, en un anhelo que
dice sía otra, más radicalmente democrática y más interdependiente. But-
ler señala que cuando estos cuerpos vulnerables se arriesgana salir a la
calle encarnan una forma de solidaridad radical que se oponea las fuer-
zas económicas y políticas, y eso facilita el surgimiento de un sentido de
“pueblo”. Esta resistencia, que puede ser capaz de desarrollar una política
verdaderamente transformadora, es la que están expresando muchas acti-
vistas feministas en América Latina, .

La política de la no-violencia

La reflexión de Butler sobre las manifestaciones en el espacio público,fí-


sico y virtual, la lleva unos años despuésa tratar el tema de la no-violencia?
y, por ende,el de la legitimidad o ilegitimidad del uso de la violencia que
en ocasionesllevan a cabo les activistas. Ella dice que quienes se ubican en
la izquierda argumentan quela violencia es una de las tácticas para lograr
cambios, incluso que con ella se pueden lograr transformaciones econó
micas y sociales radicales. Butler decide revisar las implicaciones tanto de
la no-violencia como la de un uso instrumental de la violencia,
o sea, un
uso acotado de la violencia, y señala que tal revisión sólo es posible si exis-
te un acuerdo acerca de qué constituye “violencia” y qué “no-violencia”.
No hay acuerdo, por ejemplo, respecto a ciertos actos de habla hirientes
que algunas personas califican de violencia, mientras que otras personas
argumentan que las palabras, excepto cuando son amenazas explícitas, no
pueden ser consideradas propiamente violencia; hay quienes consideran

152
EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?

quehay violencia solamente cuando se manifiesta en algo físico (una vio-


lación, una paliza), mientras que otras personas califican de violentas las
estruchuras legales y económicas, y afirman que también éstas producen
danos y sufrimientos. Asimismo el medio social violento produce subje-
tividades que se acostumbran o adaptan a esa modalidad de los vínculos
sociales. En ocasiones la pasividad o la indiferencia son respuestas defensi-
vas a ese tipo de violencia que actúa sobre los seres humanos, incluso con
consecuencias físicas. También denuncia, y no es la primera en hacerlo,
que los Estadosy las instituciones llaman violencia a expresiones de desa-
cuerdo político o de oposición a la autoridad. Es un hecho que, en distin-
tos momentos, se han calificado fácilmente de “violentos” actos políticos
que son protestas, manifestaciones y huelgas, incluso cuando no llevan a
cabo actos de violencia física. Quien detenta el “monopolio legítimo”de la
violencia, y del poder en general, es quien suele calificar como “violencia”
expresiones de descontento, de lucha y de organización política.
Hay muchos debates acerca de cómo definir cuándo un acto es
violento o no lo es, o sobre si cierta persona o determinada actuación lo
es, o sobre los límites de la violencia “legítima del Estado”. Butler coin-
cide con otres autores en que noresulta fácil establecer con claridad la
distinción entre violencia y no violencia, pues ambos términos “llegan a
los campos del debate moral y al análisis político ya con interpretaciones,
muy trabajados por. usos anteriores” (2020:6). Quiero recalcar que la vio-
lencia provoca emociones que limitan las posibilidades de reconocerla y
de valorarla. Las definiciones de violencia sirven a intereses políticos, y a
Butler le preocupa:lajustificación que hacela izquierda de las tácticas vio-
lentas. Recuerda que/uno de los argumentos más frecuentes.es el de que,
dado quela violenciaestá en:todas partes, la luchaviolenta con propósitos
revolucionarios o de resistencia esuuna forma de contraviolencia. ¿Puede
la violencia:serun instrumento para combatirla violencia estructural, sin
""ryw"”

que desborde o rebase:sus propios objetivos? Ella lo Jona con mucho


cuidado,y el sentidode su texto es mostrar la complejidad del argumento
PCIAIA PATADPTA

quejustifica la violencia como autodefensa o resistencia.


Desde:la perspectiva devivir en México,alpanorama de violencias
de las qqué habla Butler/habría que sumar laviolencia del Estado, no sólo

153
DOLOR Y POLÍTICA

en su versión del llamado monopolio legítimo sino de formas absolutamente


otras pro-
ilegítimas y atroces (Tlatelolco, Ayotzinapa, etcétera) así como
an de ma-
blemáticas que están concatenadas: 1) gobiernos que se instaur
nera ilegal; 2) la corrupción y la impunidad que han sido constantes; 3) la
penetración de la delincuencia organizada en instituciones de gobierno;
y 4) la incompetencia e irresponsabilidad de muchos funcionarios. Aun-
que un compromiso compartido por los diversos feminismos sea pugnar
por un Estado de derecho, en este contexto nacional parecería que está
de más la discusión sobre lo legal y lo legítimo; sin embargo,es indispen-
sable y con más razón si esa discusión se da en relación con la respuesta
de ciertos gruposde activistas. Esto también lleva a preguntarmesi es po-
sible que exista violencia física sin que exista simultáneamente violencia
simbólica, así como a subrayar la necesidad de realizar una reflexión más
cuidadosa acerca de los llamados daños colaterales, expresión con la que
usualmente se pretende justificar los horrores de los aparatos represivos
del Estado.
Butler es muyclara: vivimos en una época de enormes atrocidades
y muertessin sentido, entre las que ella destaca el feminicidio, y lo escribe
así, en español. Recupera al movimiento Ni Una Más,cita aJulia Monárrez
(2002) sobre las asesinadas en CiudadJuárez, y plantea que la impunidad
acerca de estos crímenes debe comprenderse en términos de la reproduc-
ción de unaestructura social, cuestión que ya antes han dicho incansable-
mente las autoras mexicanas y latinoamericanas que analizan el cruento
fenómeno. Ella señala que su texto no le hace justicia a la especificidad
histórica de estos actos de violencia, y dice que “esos asesinatos son algo
distinto de actos aislados y terribles” (2020:190), justo lo que las feminis-
tas en Méxicoy otros países de América Latina han estado repitiendo una
y otra vez acerca de esos aberrantes crímenes.!

aa
ciones y todo tipo de violencias Le. pi A ea an
tema de los vínculos afectivos ps ui e. ps Ea
a otros grupossociales que ed en Ea - ere eni
tas violentas. Insiste en la im portancia
¡a -. cd
delas alianza as
s y analiza srrl
el prejuic io

154
EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?

que existe acerca de la opción noiolenta. (Recuerdo que en la moviliza-


ción del 8 de marzo de 2020 hubo una pancarta que decía La no-violencia
es inefectiva.)” Ella reitera que la situación de aquellas personas conside-
radas “vulnerables” es, de hecho, una “constelación de vulnerabilidades,
rabia, persistencia y resistencia que surge por las mismas condicioneshis-
tóricas” (2020:192). Su postura acerca de la vulnerabilidad —asumirla no
como un atributo del sujeto sino como un rasgo de las relaciones socia-
les— lleva a recordar que en Méxicola situación se agrava por la terro-
rífica falta de legalidad que produce vulnerabilidades de todo tipo. Eso
establece otra relación con los llamados grupos vulnerables, relación que,
con frecuencia, se desliza a un discurso victimizante en el que la vulne-
rabilidad es, al mismo tiempo, una identidad y un campo para la acción
política.
Estos problemas, que forman parte de las muchas complejidades
políticas de nuestro tiempo, plantean dilemas que afectan a todas las per-
sonas aunque curiosamente son poco debatidos, pero las feministas preo-
cupadas porlas violencias deberíamos pensarlos y debatirlos, en el marco
de la apuesta por la política de la no-violencia. Sara Sefchovich señala
que: “La no violencia no llega sola, no cae del cielo, no se improvisa, no
se consigue con no moverse. La no violencia se construye, se prepara, se
organiza” (2020:531). Entre los temas que tendríamos que preparar y or-
ganizar está el de incluir en nuestra agenda feminista la lucha contra la
violencia hacia los animales no humanos. Desde el poder explicativo del
feminismo para desentrañar las violencias, y con su capacidad para impac-
tar —y transformar— los marcos de conocimiento y autoconocimiento es
que pienso que las feministas que se organizan para luchar contra las vio-
lencias' podrían realizar una argumentación muy potente en relación con
incluir la lucha contra la violencia hacia los animales en nuestra agenda.
Esta forma de violencia está muy generalizada no sólo con los
animales de compañía,las llamadas mascotas, sino que es una aberran-
te práctica con los animales que sacrificamos para alimentarnos: desde
la crueldad con la que los criamos para llevarlos al matadero hasta la for-
n para producir
ma en que los mantenemos en campos de concentració
lo que vamos a consumir. La pregunta acerca de cómo producimos los

155
DOLOR Y POLÍTICA

alimentos que requerimosse articula también con todala gravísima pro-


blemática del deterioro del medio ambiente. Aquí no puedo abundaral
respecto, pero creo que la apuesta política del feminismo por una eman-
cipación humana debe contemplar a los animales no humanos, así como
asumirla importancia vital de revertir el ecocidio.
Varias feministas que anhelan y luchan por unajusticia radical-
mente emancipadoratienen entre sus objetivos la defensa de los animales
no humanos, y realizan análisis contundentes con preguntas cruciales que
debemos formularnos enrelación con las vías para que esa luchase forta-
lezca.* Por ejemplo, Martha Nussbaum, en su aspiración poruna justicia
mundial, inscribe a los seres no humanos:

Una justicia verdaderamente mundial requiere no solamente incluir a


otros seres de nuestra propia especie que tienen derecho a unavida de-
cente, sino también incluir a otros seres sintientes cuyas vidas están en-
tremezcladas compleja e inextricablemente con las nuestras (2014:319).

Cuando Butler plantea la necesidad de construir un imaginario político


desde el fundamento de la no-violencia, dice que se requiere uncierto
alejamiento de la realidad tal como actualmente está construida yseñala
la cuestión de los demásseresvivos ysintientes:

el florecimiento queestá ligado a la vida humana está también conectado


al florecimiento de las criaturas no humanas; la vida humanay la no huma-
na también están relacionadas en virtud de los procesos de vida que son,
de lo que comparteny lo que requieren, y plantean unaserie de pregun-
tas acerca de la administración /gestión (stewardship), que exigen atención
por parte de académicose intelectuales de todas las disciplinas (2020:199).

Butler encuadra su inquietud respecto de la violencia hacia los animales


en el marcode la discusión acerca de las condiciones de vida de todoslos
seres vivos en el planeta.
En México, Carlos Monsiváis fue el primer intelectual en defender
públicamente esa causa, y apoyó a organizaciones ciudadanas de protección

156
EPÍLOGO: ¿QUÉSIGNIFICA HABLAR?

de los animales así comoa grupos que luchaban contralas corridas de to-
ros. Liliana Felipe yJesusa Rodríguez han ampliadoel debate acercade la
crueldad hacia los animales y su sufrimiento, al incluir en su discurso po-
lítico el conceptode especismo, que consiste en la discriminación que ha-
cemoslos seres humanos de los demásseres vivos por considerarnos una
especie superior.
Porlo pronto, y con el objetivo de darle más elementosa la cuestión
de la violencia hacia los animales como un temaaincluir en nuestra agen-
da feminista, incluyo en los anexos dos documentos fundamentales que
Liliana Felipe me hizo llegar y que es indispensable difundir: la Declara-
ción de Cambridge (Anexo J) y la Declaración de Toulon (Anexo K). La
Declaración de Cambridge sobre la Conciencia es un manifiesto suscrito
por un prominente grupo internacional de neurocientíficos, neurofarma-
cólogos, neurofisiólogos, neuroanatomistas y neurocientíficos de la compu-
tación. Trata acerca de los sustratos neurobiológicos de la experiencia
consciente ylas características compartidas entre seres humanosy animales
no humanos que se revisaron durante una serie de conferencias realiza-
das en julio de 2012 en la Universidad de Cambridge en el Reino Unido.
Por otra parte, la Declaración de Toulon la hizo un grupodejuristas pre-
ocupados porquelas leyes no hayan aprovechado los avances científicos
para modificar a fondo todoel cuerpo normativo relacionado conlos ani-
males. En la mayoría de los sistemas legales, los animales aún se conside-
ran cosas y carecen de personalidad jurídica.* Dado quela ley ya no puede
ignorar el progreso de la ciencia, los expertos jurídicos declararonel 29
de marzo de 2019, durante la solemne reunión del simposio sobre la per-
sonalidad jurídica del animal, que es necesario iniciar cambios legales
para tener en cuenta la sensibilidad yla inteligencia de los animales no
humanos.
Creo que el tema es mucho más profundode lo que suele supo-
nerse a primera vista pues, además del doloryla indignación que despier-
tan los maltratos y abusos hacia los animales no humanos, remite a una
cuestión más grave: la internalización de la crueldad en los seres huma-
nos. Este proceso se inicia en la infancia con un “entrenamiento” enla
crueldad que permite —ya veces alienta—a niñosy niñas a que torturen
—]J

|
DOLOR Y POLÍTICA

a los animales, desde arrancarle las alas a una mariposa o cortarle la cola
a una lagartija hasta incluso golpear a sus mascotas, y quienes los rodean
consideran esas conductas como simples “travesuras”. Los seres humanos
que se acostumbran así a maltratar y a herir, aunque sea “jugando”, no
conciben sus actos comoformas de violencia pues no se los califica como
tales. Esto, que acaba por naturalizar esas crueldades, vuelve a poner en
evidencia lo fundamental que resulta la manera con la cual hablamos
acerca de ciertos actos de violencia.

Herejes sin riesgo

Aunque se ha escrito mucho acerca del poder estructurante de las pa-


labras, aquí recuerdo la pregunta de Bourdieu (1985): “¿qué significa
hablarz”. Al investigar la economía de los intercambioslingúísticos, Bour-
dicu habla de la capacidad que tienen las palabras de prescribir bajo la
apariencia de solamente describir y explora las condiciones sociales que
hacen que cierto discurso tenga eficacia simbólica y, por lo tanto, tam-
bién eficacia política. Según él, “la subversión política presupone una sub-
versión cognitiva, una reconversión de la visión del mundo” (1985:96).
Las palabras —que Bourdieu considera parte del capital simbólico— per-
miten una específica instrumentación de la modalidad simbólica de la
violencia. Ciertas palabras abonan más a la pasividad que a la acciónal
potenciar la creencia determinista de que el destino de cada quien está
escrito y sellado desde el nacimiento, lo que oculta el condicionamiento
social, que podría modificarse. En ese sentido, Bourdieu señala quela ac-
ción propiamente política inicia con la denuncia de los habitus' del orden
establecido porla doxa dominante, donde lo que se habla tiene un papel
crucial. Este autor plantea que el discurso subversivo, la herejía, incide en
la posibilidad de cambiar el mundosocial al cambiarla representación de
ese mundo. Las palabras (las narrativas, los relatos, los llamados) contri-
buyen a romperla adhesión al mundo del sentido común, produciendo
un nuevo sentido, e integrandoen él:
EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?

investidas con la legitimidad que confieren la manifestación pública yel


reconocimiento colectivo, las prácticas y experiencias hasta este momen-
to tácitas o rechazadas por todo un grupo (1985:98).

Muchas de las intervenciones de las activistas feministas se acercan a la


idea de Bourdieu de la subversión herética. Ser hereje es ser alguien que
sostiene ideas contrarias a los dogmas. Históricamente, las personas con-
sideradas herejes eran llevadas a la hoguera o encerradas en el calabozo
de por vida. El filósofo italiano Paolo Flores d'Arcais (2001) dice que en
una democracia las personas puedenserherejes sin riesgo. De eso se trata la
libertad, de poder asumir ideas o prácticas que, pese a que sean conside-
radas herejías por ciertos grupos, se puedan llevar a cabo sin riesgos mien-
tras no dañen directamente a otras personas. Pienso, por ejemplo, en la
interrupción legal del embarazo, que es una herejía para las personas mal
llamadas provida, pero que en una democracia se puederealizar sin ries-
gos ya que se acepta la existencia de diferentesvisiones (religiosas y cientí-
ficas) respecto al estatuto del embrión, junto con el hecho incuestionable
de que una mujer que aborta no afecta los derechos de las demás perso-
nas. Prácticas creativas de las activistas feministas, como el mural que re-
presentaba a la Victoria alada y a Atenea portando el pañuelo verde dela
despenalización del aborto y besándose, fue considerado una herejía por
algunos profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,y se
le censuró. Cierto vocabulario subversivamente herético de las activistas
feministas ha logrado el reconocimiento de que su rabia es “apropiada”,
como dice Amia Srinivasan. Eso lo ha conseguido, indudablemente, la
creativa consigna “Verga violadora,¡a la licuadora!”.
Enrelación con las palabras de las activistas, comparto con otras
feministas la crítica que hacen al vocabulario dela victimización, tan uti-
lizado en la escenapolítica, Aquí he citado a Brown, Butler, Halley, Mou-
ffe, Pitch y me faltan muchas otras pensadoras feministas que advierten
los peligros de un enfoquepara el cual toda mujer siempre es una víctima
vulnerable y todo hombre es potencialmente victimario y agresor. Estas
feministas nos invitan, con su pensamiento crítico, a desconfiar de pos-
turas que no reconocen la complejidad de las relaciones entre los seres

159
DOLOR Y POLÍTICA

humanos ynos previenen acerca de lo contraproducente que acabansien-


do los impulsos punitivos. La manera en que hablamos, los términos que
utilizamos, las palabras que compartimos, reproducen esquemasytienen
consecuencias. Y lamentablemente, los feminismos en ocasiones usan pa-
labras sin conciencia de los efectos que tienen sobre las subjetividades. Mi
temores que el vocabulario dela rabia feminista, en lugar de fortalecer al
movimiento para, desde allí, expandirse hacia una crítica radical dirigida
a los operadores del sistema que produce precariedad, se enquiste enre-
criminaciones personalizadas a las que se les dé más espacio que al hecho
de producir propuestas políticas para el cambio. Frente al moralismoque
está vivito y coleandoenel vocabulario delas políticas identitarias, insisto
en recordarla pregunta de Brown acerca de si lograremos desarrollar una
política a partir de la fuerza de unavisión alternativa de la vida colectivay
no a través del reproche moral.
También pienso que es fundamental el desarrollo de unapolítica
feminista que encauce el dolor, la indignaciónyla rabia sin menosprecio
de la creatividad, pues el arte puede aún desempeñar unrol crítico, En
ese sentido, Mouffe cita a Brian Holmes, quien señala que “el arte puede
ofrecer una oportunidad para que la sociedad reflexione colectivamen-
te sobrelas figuras imaginarias de las que depende para su propia cohe-
rencia y comprensión” (2014:95). Las instalaciones y performances de
Lorena Wolffer respecto ala violencia hacia las mujeres son un ejemplo
notable del activismoartístico feminista, y también es de destacar la crea-
tividad de muchas consignas feministas (recuperadas en el Anexo E) que
provocaron reflexiones y emociones en quieneslas escuchabanoveíanlas
pancartas. Mouffe dice que:

Reconocerla dimensión política de las intervenciones artísticas críticas


de un modoagonista supone desafiar la idea según la cual ser político
significa ofrecer unacrítica radical que requiere una ruptura total conel
estadoexistente de las cosas (2014:109).

Segúnella, concebirel arte crítico en términos morales “asignándole el


rol de la condena moral” (2014:109) es un error y también discrepa dela

160
EPÍLOGO: ¿QUÉSIGNIFICA HABLAR?

idea de los artistas como una vanguardia que ofrece una crítica radical.
Sin embargo, señala que las prácticas artísticas críticas como intervencio-
nes contrahegemónicas contribuyen a “la creación de una multiplicidad
de lugares en los que la hegemonía dominante puede ser cuestionada”
(2014:109).' Y esto lleva a desarrollar nuevoscriterios dejuicio político.
Tal vez sea necesario recordarla vieja idea del “enemigo principal"
y de sus representantes y operadores. Para mí, ese “enemigo principal”es
el capitalismo patriarcal y racista, y sus operadores son los funcionarios y
figuras políticas que siguen órdenes sin responsabilizarse de lo que pro-
ducen. Por otra parte, en nuestro espacio de la micropolítica, ¿quiénes
son nuestres adversaries y quiénes nuestres aliades? Construir una hege-
monía política diferente requiere definir con quiénes podemosaliarnos
para objetivos puntuales. Sumar para tener fuerza. No podemos pensar
en una transformación política del tamaño que implica enfrentar al ca-
pitalismo patriarcal y racista, y a sus operadores, sin alianzas con otros
movimientos. Mouffe señala lo complejo que es “articular una diversidad
de demandas heterogéneas que no solamente no confluyen necesaria-
mente sino que también pueden estar en conflicto las unas con las otras”
(2015:132). En ese sentido,ella insiste en la importancia de las "cadenas
de equivalencias” y recuerda que cuando Laclauyella escribieron Hegemo-
nía y estrategia socialista:

Sostuvimos que era necesario que la izquierda estableciera una cade-


na de equivalencias entre todas estas diferentes luchas, de manera que
cuando los trabajadores definieran sus demandas tomaran también en
cuenta las demandasde los negros, de los inmigrantes, de las feministas.
Desde luego que para esto es necesario que, cuandolas feministas defi-
nen sus demandas, no lo hagansólo en torno a cuestiones puramente de
género, sino que también tomen en cuenta las demandas de otros gru-
pos, a fin de crear unagran cadenade equivalencias entre luchas demo-
cráticas (2014:132)

El desafío de la izquierda, para Laclau y Mouffe, era lograr construir una


verdadera voluntad colectiva para lo cual había que articular las nuevas

161
DOLOR Y POLÍTICA

demandas planteadas porlas feministas, las personas antirracistas, el mo


vimiento LGBTT y el movimiento ambientalista. En ese proceso también
era necesario transformarlas identidades de quienesvana entraren la ca-
dena de equivalencias, o sea, crear nuevas subjetividades. Enla actualidad
también habría que incluir la lucha contra la crueldad hacia los demás se-
res sintientesy las relativas a la devastación del medio ambiente. Y hoy, en
el contexto de la COvID, cobra relevancia insistir sobre el reclamo por un
sistema de salud de calidad y absolutamente gratuito, que sea extensivoa
todas las capas de la población, tengan o no trabajo formal como requisi-
to indispensable para ser atendidas.
Si bien la micropolítica de los grupos feministas moviliza y cambia
subjetividades, también hay necesidad de un trabajo que arme alianzas
y se articule con otras voluntades dirigidas a lograr cambios profundos.
Repito, para derrotar al enemigo principal hay que construir una nueva
hegemonía de talante feminista, y eso supone avanzar en puntos de una
agenda compartida. Las accionesy las palabras indispensables para el cam-
bio que, siguiendo a Gramsci, Mouffe formula como “una transformación
profunda del sentido común y de las formas de subjetividad” (2015:133),
se acompañan de emociones. En el complejo proceso de transformar el
vocabulario que utilizamos para concitar esa construcción de la volun-
tad de nuestro proyecto es imprescindible luchar contra los prejuicios,
las fronteras identitarias y la razón arrogante. Subvertir el sentido común
en el terreno delos significados es uno de nuestros desafíos más difíciles,
pues muchas creencias y prácticas que respaldan el orden injusto y desi-
gual de nuestra sociedad están “naturalizadas”. No es fácil producir nuevas
significaciones, pero la “política de la calle” ha mostrado creatividad. Mi
ejemplo favorito es la consigna “Verga violadora, ¡a la licuadora!”, un re-
curso retórico muy eficaz para sensibilizar a algunos hombres acerca del
horror de la violación. Sin embargo, no basta repetirlo pues, hasta don-
de sé, no se trata de cortarles el pene a los violadores. Entonces, ¿cuál es
la propuesta que hay que desarrollar? Ése es un ejemplo de los temas que
hay que definir en el marco, esperaría yo, de una política antipunitivista.

162
EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?

La “temporalidad afectiva” del dolory la rabia

Hablar de las feministas que hoy son parte de la Cuarta Ola en térmi-
nos de una temporalidad afectiva no implica ver como homogéneo el
accionarde los distintos grupos, sino solamente encontrarciertas coinci-
dencias en las emociones que expresan sus actos y narrativas. Prudence
Chamberlain (2017), al explicar la “temporalidad afectiva” de la Cuarta
Ola, distingue entre la especificidad generacional que surge en el movi-
miento en la medida en que una generación más joven apareceytrata de
imprimirle un sentido más de acuerdo consus necesidades y anhelos,yla
especificidad histórica, que implica que el feminismo, como movimiento
social, se adapta a los cambios recientes. Uno de estos cambioses el in-
creíble uso de las TIC, con la velocidad de comunicaciónyrelación que
ofrecenlas redes sociales, lo cual tambiénle ha dado gran velocidad ala
transmisión, no sólo de información, sino de emociones. De ahí que esta
feminista británica considere que en el momentocronológico del tiempo
en que vivimos, donde la innovación tecnológicaes inevitable, las emocio-
nes resuenen más que antes.
En la cuidadosa lectura que Ana Sofía Rodríguez Everaert hizo de
mi primer borrador notó que, en la Primavera Violeta de 2016, las ma-
dres de las víctimas no tienen el protagonismo que adquierenluego,enel
8M de 2019, donde ya encabezanla marcha,al igual que ocurre en la de
2020. ¿Cómose da este cambio? Según ella, parte de la explicación radi-
ca en el rumbo que ha tomadola protesta civil en su conjuntoenel país
desde Ayotzinapa, donde los reclamos de madres y familiares cobraron
mucha importancia. Sí, pero también creo que la temporalidad afectiva
de la Cuarta Ola latinoamericana ha incidido en ello. Me explico, Cuando
en Ciudad Juárez empiezan a darse a conocerlos espantosos feminicidios
surge, a mitad de los años noventa, la consigna “Ni Una Menos”, que se
le ha adjudicado a Susana Chávez Castillo, poetayactivista mexicana que
denunciólos asesinatos de mujeres en esa ciudady fue violada y asesina-
da en 2011. Sin embargo, quienes vuelven viral esa consigna y conmue-
ven conella a todala región sonlas feministas argentinas que en junio de
2015 salen masivamente ala calle a protestar por el feminicidio de una

163
DOLOR Y POLÍTICA

Joven (Accosatto y Sendra 2018). Si bien en México ya había habido mar-


chas porlos feminicidios,la iniciativa argentina prendió como reguero de
pólvora, Ese tipo de fenómeno masivo, movido por un impulso de emo-
ción e instrumentadodigitalmente, encaja precisamente en lo que Cham-
berlain denomina temporalidadafectiva. Aunque en México muchísimas
feministas han acompañadodesde los años noventa a las madres de vícti-
mas de feminicidio,'' nunca hubo, antes de ahora, una manifestación de
tal impacto. Ni siquiera cuando ocurrió el estremecedorasesinato de Ma-
risela Escobedo,'* asesinada porunsicario frente al palacio de gobierno
de Chihuahua porseguir protestando porque el asesino de su hija Rubí
se había dadoala fuga, las feministas logramos una convocatoriadetal
dimensión. Ese deleznable asesinato ocurrió en 2010. Diez años después,
en la masiva marcha del 8M, el contingente de las madres iba en primer
lugar, y eso me remite a la “temporalidadafectiva” de la Cuarta Ola.
Las emociones cambianconel tiempo, así como también el tono
yla forma de expresarlas. Manuel Castells (2019) utiliza el términoexplo-
sión para describir cuando:

En determinado momento un movimiento político o social llega a un


puntode bloqueoconel sistema institucional, se encuentra con una ne-
gativa, más represión y ¡explota! Y la explosión es violenta, no todos[ex-
plotan], pero [hay] un margen suficientemente serio para que surja el
temadela violencia y contraviolencia.

Castells toma “la explosión social” como revelador y síntoma, y además


señala que puedeser, y es, destructiva. Desde la perspectiva de este so-
ciólogo, que plantea que cuando se produce una explosión social hay
que tratarla en función de lo que revela, como un síntoma de algo más
profundo,es factible analizar lo ocurrido recientemente en la Ciudad de
México. En septiembre de 2020, un grupo de las madres de víctimas de fe-
minicidio y de graves abusos, junto con activistas feministas, “explotaron”
y tomaron un inmueble de la Comisión Nacional de los Derechos Huma-
nos (cNDH, en adelante) y lo convirtieron en la Casa Refugio Ni Una Me-
nos. Esa okupación pone en acto un añejo reclamo de justicia. Estas madres

164
EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?

y familiares de víctimas, que el discurso paternalista considera “grupos


vulnerables”, mostraron estos días eso que Butler, ya lo dije antes, califica
de “vulnerabilidad enresistencia”: agencia política, prácticas de autode-
fensa, declaraciones transgresoras, actos de solidaridad e intervenciones
artísticas que movilizan los afectos y la memoria. Las madres de víctimas,
junto con las activistas feministas que las acompañan, se manifestaron con
una intervención política que entrelaza una denunciadela injusticia yel
sufrimiento con una legítima aspiración a una vida más vivible. Su pro-
testa exhibe el infierno en que se ha convertido el sistema, y no deja de
llamar la atención que se dirijan a un órgano autónomodel Estado,es
decir, a un contrapeso creado para defender supuestamente los derechos
humanos que el propio Estado falla en proteger. En esa protesta no hay
diferencia entre la CNDH ylas fiscalías, ministerios públicos, policías, tri-
bunales, defensorías públicas: su percepción (y noles faltan motivos para
tenerla) es que el conjunto de institucionesles ha fallado, sin excepcio-
nes. Al okupar un inmueble de la CNDH exhiben, por un lado,la indife-
rencia burocrática que ha desatendido esos brutales asesinatos y abusos,
y que así favorece la impunidad, y por el otro, la forma en que opera el
“bloque negro”'* de las anarquistas. Se ha dicho hasta el cansancio que la
violencia sexual tiene un carácter sistémico, sin duda vinculado a la ne-
cropolítica neoliberal, y que los feminicidios son una forma extrema de
terrorismo sexista. El problema es tan grave como complejo, pero sigue
asombrandola ineptitudyfalta de sensibilidad del personal de ciertas ins-
tancias de la procuración y administración de justicia para una atención
adecuada a las víctimas y sus familiares. Las acciones de estas ciudadanas,
que vivieron tragedias e hicieron las denuncias en su momento, son con-
secuencia del desastre burocrático de los organismos de justicia que las
tienen hartas e indignadas, porello tomaron en sus manos la manera de
hacerse escuchar. Y lo hicieron acompañadas(¿impulsadas?) por feminis-
tas que se autonombran “anarcas”.
Mi corazón está conlas asesinadas, conlas víctimas de los abusosy
con sus madres. Me conmuevenlas activistas comprometidas con una cau-
sa totalmente justa, y lo que ocurrió enla toma de la Casa Refugio Ni Una
Más es un ejemplo de lo que Castells califica “explosión”, Que la acción

165
DOLOR Y POLÍTICA

en la CNDH haya sido un detonador para que en otras entidades federa-


tivas se intenten accionessimilares, habla de la organizaciónde las redes
feministas en el país, Pero también exhibe, por unlado, la desconfianza
enlas instituciones y en el poderde la política para erradicarinjusticias,
y porotro,la carga emocional de una “temporalidadafectiva” rebosante
de dolory rabia. Sin embargo, pese al entusiasmo quesuscita un estallido
tan legítimo, no puedodejar de pensar en cómo cuidarlas posibilidades
de transformación política que han producido esos cuerpos de mujeres
imbricados en unafuerte alianza. ¿Cuál sería la vía más eficaz parasoste-
ner esto? Dudoque para preservarel objetivo de su luchabaste la audacia
delas okupas.

El feminismocrítico y el malestar sobrante

Cuando empecéesta reflexión tenía unaserie de preguntasy, reconozco,


también tenía mi dolor. Ahora,al final, he ido respondiéndome algunas
preguntas y también incorporando nuevosinterrogantes, y el proceso de
escritura ha transformado mi dolor. Stathis Kalyvas (2010) encuentra que
los factores emocionales cuentan mucho enlo que él llamael micronivel de
la violencia, con su dinámica intracomunitaria y de comportamiento indi-
vidual. No puedo menos que coincidir con este politólogo en su propues
ta de aproximarnosaanalizar la violencia como un proceso dinámico,lo
que lleva a investigar la secuencia de decisiones y acontecimientos que se
concatenane intersectan para producirla. Desde su perspectiva veo que
las mantas que me ubicaban como defensora del patriarcado, la espiral
de significación del manifiesto de las feministas diversas respectoal libro
Acoso y las protestas en el espacio virtual por el coloquio con los hombres
produjeron la violencia de las palabras y la censura de las estudiantesdel
colectivo Las Semillas de Curie de la Facultad de Química. Kalyvas califi-
ca esa violencia dirigida a las personas en tanto quienes son comoviolencia
expresiva, y señala que aparece en formas discursivas, simbólicasy ritualis-
tas, a menudocon motivaciones individuales como la discordiay la envi-
dia. ¿Qué hacer ante este tipo de violencia, en especial ahora que mucha

166
EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?

se desata en el espacio virtual? Ana María Olabuenaga (2019), que pre-


cisamente estudia esos linchamientos, luego de analizar varios casos ocu-
rridos en México concluye que calificarlos como *digitales” es un acto de
condescendencia, ya que con ese término da la impresión de que no tie-
nen consecuencias en las vidas de las personas. El sombrío horizonte que
ella pinta es ominoso,y plantea serios desafíos en relación con la libertad
de expresióny la responsabilidad política de las activistas.
En México el movimiento feminista ha ganado batallas importan-
tes; sin embargo, todos los movimientos, cuando tienen ciertos logros,
cuando crecen y se difunden más ampliamente en la sociedad, enfrentan
nuevos desafíos. Aunquela indispensable lucha feminista ocupa las ener-
gías y las mentes de incontables feministas, éstas reflexionan de maneras
distintas y eligen intervenir en camposdiferentes. No todas las diversida-
des que existen en el movimiento se plantean un “involucramiento crítico
con las instituciones”, así como no todas desarrollan estrategias artísticas
o contraculturales. Existe una compleja pluralidad, con demandas que
chocan y se contraponen. Mouffe previene que:

esas demandas no convergen necesariamente, e incluso pueden estar en


conflicto entresí. Para transformarlas en reclamos que desafíen la estruc
tura existente de relaciones de poder, deben ser articuladas políticamen-
te (2014:84)

Hacer una política que sea no sólo audaz sino también eficaz impone va-
rias cosas: procesos de deliberación colectiva, reflexión acerca de nuestras
teorías y prácticas, producción de narrativas creativas que den cuenta de
la complejidad, renovación de las formas de representación feminista. Pero
¿cómo escucharnosy hablar si hay conflictos ideológicos que parecen in-
superables? Pensar políticamente es ir más allá de las consignas, por muy
buenas que sean, y pensar también es interrogarnos sobre nuestros pun-
tos ciegos. Wendy Brown es implacable cuando señala que si tomamos la
convicción como principio, como la Verdad, no hay posibilidad de diálo-
go. Por ello, para Brown “la pregunta que expresa la quintaesencia de la
política no es ¿En qué crees?, sino ¿Qué hay que hacer, dado un cierto conjunto

167
DOLOR Y POLÍTICA

de valores políticos, dado un determinado grupo de esperanzas y fines, y depen.


diendo de quiénes somos y dónde estamos ubicados en la historia y en la cultura?
(2001:94). Ella defiendela importancia de “hacerpolítica” ycalifica dura.
mentela política moralizadora “como síntoma de una narrativa histórica
quebrada para la cual todavía no hemos fraguado alternativas” (2001:23),
Sin embargo, eso que noslleva a asumirnos “feministas” implica defender,
como lo están haciendo muchísimas compañeras, el desarrollo de untra-
bajo político intragrupal para así contribuir a un horizonte emancipador
común.
Uno denuestros desafíos es el de fortalecer nuestra lucha instau-
rando una praxis política que desarrolle un feminismocrítico. ¿A qué me re-
fiero con esto? Á una postura que conjunta las prácticas ya conocidas (el
anticapitalismo, el antirracismoyel antipatriarcalismo) con posturas an-
tiesencialistas y antipunitivistas insertas en procesos de autorreflexión. A
esa perspectivala llamo feminismo crítico, yaunque enestas páginas he cita-
do unay otra vez el pensamiento de Wendy Brown, Judith Butlery Chan-
tal Mouffe, su espectro es mucho más amplio, no tiene fronteras y en
América Latina tiene expresiones locales muyvaliosas. Aquí retomo como
definición de feminismocrítico la de dos historiadoras argentinas, Agusti-
na Cepeda y Débora D'Antonio. Enel Boletín de la Asociación Argentina
parala Investigación en Historia de las Mujeres y Estudios de Géneroque
ellas coordinaron, dondeel temaera “El feminismoenla política yla po-
lítica de los feminismos”,'* dicen:

Las voces que recuperamosen este dossier proponen pensar un feminis


mocrítico en continuo aprendizaje ytránsito, un feminismoque entien-
de las dificultades de un nosotrxs en el ámbito sindical, un feminismo
que debe estar en estadode alerta frente a las argumentaciones neobio-
logicistas y punitivistas, que excluyen identidades en lugar de potenciar
consignas, y también un feminismorebelde, solidario y poético queasu:
me la responsabilidad de hacer oír su voz conel firme propósito de que
todxs podamosvivir vidas menos precarias (2019:6).

168
EPÍLOGO: ¿QUÍ. SIGNIFICA HABLAR?

Comparto todo, desde la precaución que debemostenerfrente a los ale-


gatos neobiologistas y punitivos hasta el anhelo rebelde, solidario y poé-
tico que asumela importancia crucial de levantar la voz y hacer política
para alcanzar el objetivo de acabar con la precariedad. El puntoes: ¿cómo
lograrlo? Otra feminista argentina, Mariana Palumbo, nos recuerda una
vía: interpretarnos y transformarnos, una y otra vez. Esta socióloga, que
está realizando una estancia posdoctoral en la UNAM, señala:

Dela acción ala interpretacióny de la interpretacióna la acción, yvice-


versa, es una consigna inherente a la política feminista. Pero nosólo se
trata de interpretar y transformar a partir de generar alianzas o cuestio-
nar a quienes se encuentran por fuera del feminismo, sino que se trata
de interpretar(nos) y transformar(nos) a nosotrxs mismxs. Las discusio-
nes incómodasysituadas nos dinamizan y potencian, desde allí podemos
marcar nuestros límites y repensar nuestras particularidades yvisiones
del mundo (2019:8).

La agencia, esa capacidad de acción reflexiva tan necesaria para construir


la “vida deseable”, que para muchassignifica “lo común”, requiere el in-
grediente de la transformación personal. Ante tal desafío, y de cara al
cierre de estas páginas, traigo a cuento untexto dela psicoanalista Silvia
Bleichmar titulado “Acerca del malestar sobrante”,'* donde ella retoma
la definición de Marcuse acercade la “represión sobrante” (sobre-repre-
sión o represión de más), con la que este filósofo califica los modos con
los cuales la cultura coarta las posibilidades de libertad. La “represión so-
brante” es una cuota extra, efecto de modosinjustos de dominación. Des-
de esa perspectiva, Bleichmar define como “malestar sobrante” la cuota
extra que nos toca pagar, la cual remite no sóloa las renuncias de deseos
e impulsos que posibilitan nuestra convivencia con otros seres humanos,
sino quelleva a perderaspectos sustanciales del ser mismo.
Ella realiza una descripción de las múltiples facetas y expresiones
de tal fenómeno y encuentra que:

169
DOLOR Y POLÍTICA
——

El malestar sobranteestá dado, básicamente, por el hecho de que la pro-


funda mutación histórica sufrida en los últimos años deja a cada sujeto
despojado de un proyecto trascendente que posibilite, de algún modo,
avizorar modos de disminución del malestar reinante.

Bleichmar considera que “este malestar está dado porel aferramiento a


paradigmas insostenibles, cuya repetición ritualizada deviene un modo
de pertenencia y no una forma de apropiación de conocimientos”, En
esta necesidad de pertenencia resuena la problemática identitaria, con
sus fronteras y exclusiones. Ella tambiéncritica lo que califica de autodes-
pojo, término conel que alude al proceso “que lleva a subordinarlas po-
sibilidades de producciónteórica y clínica a las condiciones imperantes”,
lo que genera una “cantidad de inteligencia desperdiciada, de talento y
entusiasmo sofocado”. Pese a que la alienación es un riesgo permanente,
Bleichmar nopierde la esperanza y dice que:

cabe abrir la posibilidad de que nuestra acción pueda ayudara disminuir


la cuota de malestar sobrante que nos embarga, ya que los resortes que
lo permiten sí están, afortunadamente, en nuestras manos.

En la dirección de “interpretarnos” y “transformarnos”, y de, comose-


ñala Palumbo, valorar esas discusiones incómodas ysituadas que nosdi-
namizan y potencian, Bleichmar piensa que podemos no desperdiciar la
inteligencia, el talento y el entusiasmo. Coincido totalmente conella, y
creo que la *razón arrogante” y las fronteras identitarias son un desper
dicio que dificulta avanzar en el despliegue de una hegemonía feminista.
La construcción de una voluntad más amplia, una voluntadcolectiva de
emancipación, requiere creatividad y disciplina. Pero para lograrlo tam-
bién es necesario, como señala Bleichmar, preservar “nuestra capacidad
pensante”, pues es precisamente esa capacidad de pensar lo que:

puede disminuir el malestar sobrante, ya que nos permite recuperarla


posibilidad de interrogarnos, de teorizar acerca de los enigmas, y me-
diante ello, de recuperar el placer de invertir lo pasivo en activo.

170
A EPÍLOGO: ¿QUÉ SI
GNIFICA MABLAR?

2 es. finalmente, la invitación


| ¿sa“ces,
apacidad que hago coneste libro:
pensante” oreflex a que con nues-
ionemos acer
tra € ca del papel que dese
mpeña
| d lucha feminista para avanzar un a política de
£
izquierd a 0, si se pref
re, para radicalizar la democr ie-
acia. Y un tem a que propongo
qó significa no poder hablar entr No analizar es
e sotras, y e | costopolítico
que eso tiene
para que el feminismo logre hege monía cu
ltural y política e n nues
uier
da, tan fragmentada y vapuleada. traiz-
q

171
"7
e m aÑ o mi o lr Ñ 5] AE E

EA
“a A
|
ng Dm mn

Pod

ms quEN
A
, Lole pe
"ESA ' 2 e Lufprota
p
o he eel
SN '
da il
i Mn mu!

1 miz a
ans E a
Ml
0
5

o
! Ñ ye y IM E «ab « be mn,
m E) .. Sl.» ms
Mar. e cdao nO E '
Ao A : m q grp mm Ñ ia . y Ne me
Un ' m e T
o E TPE el de.
J o Tr.) aA a 4 d.. Srl, o se” A
E
1 o il de Fs q 1 A al. uña E pur de Ma .

: o po “o Ñ J o da a Ñ NN . me eN

0 Ñ ua : «
2 K pm o
m1 !
0 Wo
o F
o 2
E) E a le
11

. EA
' , in 11“ " Faso? :

'a 2 ”-
E y DO na 1 aru
1 pd :

' : 47 a e E
1 IS sa A y e
'
Ñ . nta: ':_« m PF. .
o ' ' o e mn :

a” o = . Ml o i n um i Le

o m Ten tz ! My A El ”
na? L ma Y m1 m4
: a m ” n m1

u a a yin a '

mo : q... rs
1 -= 4 um
NoTAs

l, INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

El término viene de agonía, que quiere decir lucha o combate. En lenguajecorriente se


usa para nombrar la lucha por la vida de una persona moribunda, pero el agonista es
una persona que lucha. Véase María Moliner 1983.
2 La obra de Brown es muy amplia, Aquí haré referencia principalmentea tres libros pu-
blicados en 1995, 2001 y 2015. Todaslas citas de Brown son traducciones mías del inglés
de esos libros. Véanse Brown 1995, Brown 2001 y Brown 2015.
,
Rebasa mi objetivo plantear una definición de izquierda, pero asumouna delas varias
que proponeBolívar Echeverría: “La izquierda es sólo una delas vías porlas que la vida
moderna *profunda'resiste y se rebela contra el modo capitalista de la modernidadreal-
mente existente” (2010:180). Véase Echeverría 2010,
4 En 2019 aparece el libro de CLACSO Dimensionesy perspectivas conceptuales, Activismos femi-
nistas jóvenes: emergencias, actrices y luchas en América Latina (CLACSO 2019) donde Marina
Larrondo y Camila Ponce encuadran consu artículo la compilación de otras diez autoras;
el caso de México no se aborda en esa compilación. Para Méxicovéase Álvarez Enríquez
2020, Cerva 2020y Sefchovich 2020. También véanse el ensayo de Molyneuxet al. (2020),
que hace un balance del activismo en los últimos 25 años; el de Eschle y Maiguashca
(2014), que abordala cooptaciónyla política progresista feminista en el neoliberalismo,
y el de Dean y Aune (2015), que mapealos feminismos en Europa.
En 2002 la filósofa española Rosa María Rodríguez Magda fue de las primeras en men-
cionar una Cuarta Ola y vincularla al ciberfeminismo (Rodríguez Magda 2002). Otra
referencia tempranaes el simposio convocado porla Sección Il (Mujeres, Géneroy Psi-
coanálisis) de la American Psychological Association en 2006, que llevó por título The
Fourth Wave of Feminism: Psychoanabytical Perspectives (Wrye 2009 y Diamond 2009). Una
referencia muycitada, aunque posterior, es la británica Kira Cochrane (2013).
h
En Argentina nueve autoras publican La Cuarta Ola feminista (Altamirano et al. 2018).
También hay referencias en Larrondo y Ponce (2019). Véase también Díaz-Romero
2019.
En 2018 la escritora mexicana Gabriela Jáuregui coordinó una compilación de textosli-
terarios con el título Tsunami. Al año siguiente apareció otra compilación, coordinada
por la española Marta Sanz, con el mismotítulo de Tsunami. El artículo de la española
Nuria Varela (2020) titulado “El tsunami feminista” habla de la Cuarta Ola.
La feministaitaliana Cinzia Arruzza plantea que todavía estamosenla terceraola, conla
especificidad de que el rasgo actual es la gran participación de bases sociales precariza-
das, lo que lo marca como un movimientode clase. Agradezco a Amneris Chaparroesta
referencia.

173
DOLOR Y POLÍTICA

El término Tercer Mundo surge en la década de los cincuenta para designar a países de
América Latina, el Sureste Asiático y África que no pertenecían a ninguno delos dos
bloques que estaban enfrentados enla GuerraFría, el occidental (con la hegemonía es-
tadunidense) y el comunista (conla soviética). Tras la caída del Murode Berlín, y desde
los años noventa, el términodesignael nivel de “desarrollo” de ciertos países comparan-
dolas economías del Primer Mundo y centrándose en nuestra pobreza. Aunque hay un
debate acerca de si utilizar o no dichos términos actualmente, yo lo hago nodesde una
perspectiva valorativa sino en aras de distinguir la situación en los países de Europa y Es-
tados Unidosde la de nuestra región latinoamericana.
Enla actualidad se habla de perspectiva decolonial para nombrarlas relaciones de saber-
poder resultantes de la ocupación de un determinadoterritorio por otro Estado ysu
conversión en una *colonia”, En países como los de América Latina, que fueroncolo-
nias, a pesar de sus procesos de independencia y del avance del capitalismo mundial, se
continúa reproduciendouna lógica cultural que sostiene una configuracióncolonial de
las relaciones sociales, uno de cuyosejes es la caracterización —ydiscriminación— delas
personas con base en su aspectofísico. Á esta práctica se la denomina racialización. Para
un panorama del feminismo decolonial véase Suárez y Hernández 2011. Para América
Latina véanse Mendoza 2014 y Gargallo 2015.
Se ha escrito muchísimorespecto a las emociones en la dinámica de los movimientos
sociales. Un balance que resumelos distintos aspectos que se investigan es el de Jasper
(2013).
Unavisión sobreel arte feminista en México se encuentra en Abelleyra y González 2015.
Para América Latina véanse Elenes 2017 y Giunta 2019. Sobre el arte feminista decolo-
nial véase Bidaseca 2018. Para un panorama mundial del arte feminista ver el trabajo
colectivo coordinado por Reckitt 2018, Para cierto tipo de intervención cultural, véase
Guerrilla Girls 2020. En el campode la músicay el performance véase el trabajo de gran
influencia mundial de las Riot Grrrls, Pussy Riot, Femeny otros grupos feministas que,
vía sus performances y música, contagiaron a millones de jóvenes de su aspiración ra-
dical. Para las Riot Grrrls véase Marcus 2010; para Femen, Ackerman 2014 y para Pussy
Riot, Tolokonnikova 2019.
Emanuela Borzacchiello señala que estas feministas usan el concepto de constelaciones
como metáfora de su acción política, pues promueven una vinculación especial, como
la delas estrellas distintas que están agrupadas, y que incluso puedenestar en conflicto,
aunque siempre mantengan sus vínculos. Según Borzacchiello (2018) las constelaciones
feministas se desplazan por todala ciudad con iniciativas diferentes, lo que permite que
más gente se pueda sumar.
No he entrevistadoa las activistas de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Quien
sí lo hizo fue la doctora Araceli Mingo. Su trabajo de investigación registra la voz de es-
tudiantes del último semestre de la carrera y de posgrado, en un rango que va de los 20
alos 35 años. Véase Mingo 2020.

174
NOTAS

»
- PENSAR LA ÉPOCA

Además de publicar libros, Fraser colabora en periódicos. Su artículo en el periódico in-


glés The Guardian con el provocadortítulo *De cómoel feminismo se convirtió en la
criada del capitalismo, y cómorectificarlo” (2013b) generó unafuerte e importante
reacción.
Hester Eisenstein tiene una gran crítica al enfoque neoliberal del empoderamiento.
.

Véase Eisenstein 2017. Recientemente Sarah Banet-Weiser publicó un libro acerca del
empoderamiento, el feminismo popularyla misoginia. Véase Banet-Weiser 2018,
En nuestro país, muchas feministas han encauzado sus energías políticas e intelectuales
a investigar, denunciarytratar de comprender la violencia hacia las mujeres cis, en espe-
cial su expresión más brutal que es el feminicidio (Gutiérrez 2004; Monárrez 2007, 2009
y 2011; Belausteguigoitia y Melgar 2007; Melgar 2011; Huacuz 2011; Saucedo y Huacuz
2011). Valenzuela (2012) acuñó el término juvenicidio para aludir a la vinculación que
existe entre el fenómenodel feminicidio, la situación de lesjóvenesyla exclusión social.
Paraotro tipode violencia, considerada “doméstica” véanse autores como Torres Falcón
2001; Saucedo 2002, Castro y Casique 2008; Izquierdo 2011; Saucedo 2011 y Agoff et al.
2013. Entre los trabajos de carácter más documental acerca de la violencia generalizada
destaca el de Frida Guerrera 2018.
Retomola propuesta con que Bourdieutrabaja el concepto, como esquemas de percep-
ción y acción que internalizamos. Para un esquema explicativo realizado por este autor
véase el Anexo A.
Hoyen día raza es un concepto cultural, no biológico. En las ciencias sociales se utiliza
el término racializar en el sentido de discriminar a una persona o caracterizarla a partir
de su aspectofísico,
Esto proponela perspectiva interseccional. Véanse Crenshaw1995, Grabhamet al. 2005
y McCall 2005.
El prefijo cis provienedel latín y nombra lo que está de este lado. Es el antónimoalpre-
fijo trans: del otro lado, Cis es un neologismo acuñado en los años noventa para nom-
brar a las personas que tienen una correspondencia entre su determinaciónbiológicay
la identidad de género del marco binario. Se habla así de mujeres cisu hombrescis, para
diferenciarlos de mujeres trans u hombrestrans.
Este fenómeno ha sido muyestudiado en países del llamado Primer Mundo. Véase
McRobbie 2009; Gill y Scharff 2011; Zeisler 2016.
Comoel uso del término dependedel contexto (la academia, los medios de comunica-
ción o la cultura popular), haytextos postfeministas que son conservadores, e incluso an-
tifeministas, mientras que otros tienen un potencial innovador y progresista. Véase Gill
2016, McRobbie 2009, Genz y Brabon 2009.
10
En argot angloamericano chick equivale a chica y lit hace referencia a literatura. Chick lit
es un tipo de narración cercana a la novela romántica, pero que no presenta a la mujer
DOLOR Y POLÍTICA

como una víctima dependiente del criterio masculino para encontrar su propia valía, La
chick lit pretende mostrarla extensa gama de experiencias que atraviesa la mujer actual,
en especial respectoal amoryel trabajo, en las grandes urbes, La novela El diano de Bnd-
getJones, escrita por Helen Fielding, es el ejemplo paradigmático, Véase Gill y Herdiecker-
hoft 2006.
Enese sentido, es muyrevelador lo que representala figura de Madonnaparalasjóvenes
postleministas, y un buen númerode investigadoras del campode los estudios cultura-
les y del feminismo ya lo ha analizado. El reciente libro de Cathy Schwichtenberg (2019)
es una fuente muyinteresante de referencias.
El policía canadiense Michael Sanguinetti fue quien realizó el comentario durante un
seminario sobreagresión sexual en la Universidad de York, en Toronto: “Las mujeres de-
benevitar vestirse comoputas para noser víctimas de la violencia sexual” (Women should
avoid dressing like sluts in order not to be victimized). Sanguinetti tuvo que ofrecer una dis-
culpa pública, diciendo que estaba “avergonzado” por su dicho y que éste no reflejaba
el compromisodela Policía de Toronto conlas víctimas de agresiones sexuales. Yla vo-
cera de la Policía de Toronto, Meaghan Ray,salió a declarar que los policías deben dar
una lista detallada de los lugares y los tiempos en los que ocurrenlas agresiones sexuales
para que las mujeres puedan adecuar su conducta, pero que no deben sugerirles cómo
vestirse. Un texto especialmente atinado es “Abuso sexual yvestimenta sexy” de unabo-
gado progresista quien, desdela postura del realismojurídico, desmonta las excusas ma-
chistas. Véase Kennedy2016,
!*. En México Minerva Valenzuela fue una figura central en la marcha. Sutexto dijo clara-
mente: "Aunque use medias de red y tacones de aguja: si digo no,significa no. Aunquela
apertura de mi falda suba hasta mi muslo: si digo no, significa no. Aunque en cualquier
momento decida no consumarel acto sexual: si digo no,significa no. Aunque me ponga
una borrachera marca diablo: si digo no, significa no. Aunque baile de forma sensual: si
digo no,significa no. Aunque el escote de mi vestido sea tentador: si digo no,significa
no”. Dato curioso: mi artículo en Proceso con el título “La marcha de las putas” no se pu-
blicó enla edición de papel, sino solamente en la electrónica ese mismo domingo 12 de
junio. Es la única vez que meha pasado. Sin comentarios.
!* Enrelación conel feminismo de Beyoncé también se desató una polémica entre feminis-
tas. Véase “Our Beyoncé, Ourselves: Celebrity Feminism” (Zeisler 2016: 111-137).
'* La traducción de cool es complicada. Antiguamente aludía a algo fresco, pero poco a
poco se usó para nombrar a una persona, una actitud, unasituación, alivianada, agrada-
ble, buena ondao, como se dice hoy en México, “chida”. Vale la pena seguir los desliza-
mientos de sentido que son performativos.
'* Rosalind Gill es una experta en medios de comunicación, y tiene una amplísima biblio-
grafía acerca de las formas en que se expresa y representa la feminidad en el postfemi-
nismo. Véanse susvarios trabajos citados enla bibliografía final, que no son ni la décima
parte de lo que ha publicado.

176
NOTAS

La crítica de Catherine Rottenberg para lo que ocurrió en Estados Unidos es muyatina-


da, y ofrece pistas acerca delo que pasa en otras partes, Véase Rottenberg 2018,
Uno delos aciertos de Foucault fue mostrar que el poder disciplinario es el modoge-
neralizado de poder en la modernidad: cuandolos seres humanos deseamos nuestra
propia sujeción. El poder disciplinario es extraordinariamente eficaz cuando setrata de
“colonizar” sujetos supuestamente libres, pues se convierte en la materia de nuestros de-
seos. Aquellos sujetos altamente individualizados e interesados en sí mismos, que produ-
cenlas culturas liberalesy las economías políticas capitalistas, resultan ser los sujetos más
susceptibles al poderdisciplinario,y su individuación es también su vulnerabilidad.
La nota salió en el periódico Reforma del 9 de agosto de 2003. Se puede consultar en in-
ternetal utilizar como términos de búsqueda “bulimia Ibero”. Agradezcoa Leticia Cufré
el dato.
Unareciente publicación acerca de la problemática dela anorexia en México, que mues-
tra cómose ha extendido aotras clases sociales, está en Tinat 2019.
En México, dondehay una gran cantidad de investigaciones acerca dela violencia hacia
los cuerpos de las mujeres, escasean investigaciones que arrojen información acerca de
las consecuencias negativas de esa exigencia cultural de la feminidad que se obsesiona
por cierto tipo de belleza y, en concreto, por la delgadez. La bibliografía anglófona es
Orbach 1979; Chernin 1981, 1986; Bordo1985, 1989, 2004; Wolf 1991; Young 2005.
El makeover, que significa “volver a hacer”, consiste en una transformación del aspecto,
14

que implica desde cuestiones de maquillaje, peinadoyvestido hasta dietas y cirugías. So-
bre el paradigma del makeover y la subjetividad véase Gill y ScharfT 2011.
Esta fechala fijamoslas feministas que asistimos al Primer Encuentro Feminista de Amé-
rica Latina y el Caribe, que se llevó a cabo en Bogotá, en 1981. Elegimos ese día en
recuerdode las Hermanas Mirabal, Posteriormente la onu retomaría la fecha y los go-
biernosla instrumentalizarían con el Día Naranja, que obliga a las dependencias guber-
namentales a hacer gestos institucionales en relación al combatea la violencia.
La aprobaciónse logró conla mayoría de 46 votos a favor (PRD, Pr, Convergencia, Alter-
nativa, PRI y el Partido Nueva Alianza), 19 en contra (PAN y PVEM) y una abstención(PRI)
del diputado Martín Olavarrieta. Para mi versión de los hechos sobreel proceso véase
Lamas 2015.
Se reproduce completo en el AnexoB.
El público objetivo fueron hombres de 20 a 50 años, de diversos niveles socioeconómi-
cos, que hacen usodel transporte público de forma cotidiana, con énfasis en el Metro
de la Ciudad de México. La campañabuscó “desnaturalizar” la violencia sexual hacia las
mujeres en el transporte público y generar empatía entre los hombres que podrían mo-
dificar sus prácticas si reconocen que sus conductas son una formade violencia sexual y
que tienen un impactoenla vida de las mujeres.
En mi libro Acosocritiqué la reacción de Tamara de Anda (Plaqueta) al piropo de “gua-
pa” que le espetóuntaxista. Hoy pienso que lo que ocurrió tuvo que ver conla campaña

177
DOLOR Y POLÍTICA

en la que iba a parucipar. De Anda narróel incidente en su blog en El Universalel 18 de


marzo de 2017 y la campañase inició tres días después. Resumiendo: un chofer detaxi
le grita: “guapal, ella responde: “no te metas conmigo” o algo similar, él insiste: “te digo
guapa porque estás muy guapa”, ella va con una patrulla y lo acusa de “acoso”,lo llevan
ante un juez, le imponen una multa, que no puede pagar, y pasa unas horas detenido,
También Raúl Trejo Delarbre (2018) comentóel incidente y encontró queel juez deter.
minó “que ese piropo era una forma de vejación o maltrato verbal prevista en la Leyde
Cultura Cívica, Como el taxista no quiso pagar la multa, se quedó detenido por varias
horas” (2018: 222), Trejo Delarbre señala que la Ley de Cultura Cívica no mencionael
términoacoso y que fue una interpretación del juez. Si la joven se hubiera quejadode
“machismo” probablemente no le hubieran hecho caso. En su texto, Trejo consignala
explicación dela joven afectada, quien señaló que su denuncia fue una formadereivin-
dicar a las mujeres “que andan por la ciudad sintiéndose vulnerables por los hombres
que insisten en marcar suterritorio por mediodel acoso, de comentarios que no están
hechos para halagarte sino para hacertesentir insegura” (2018:222), Al gritarle “guapa”,
¿la intención deltaxista fue hacerla sentirse insegura? Es difícil adjudicar intenciones,y
hay que remitirse a los hechos, Existe, sin duda, unasituación de hostigamiento constan-
te que viven las personas, en su grandísima mayoría mujeres, en los espacios públicos,
Hecriticadola reacción de esta joven como paradigmática de la manera en que funcio-
nala “espiral de significación” respecto al acoso.
En Méxicoya había investigaciones sobre acoso laboral. Véase Peña Saint Martin y Sán-

chez 2009; Frías 2011; Peña Saint Martin y Fuentes 2012; Fuentes Valdivieso 2014 y Fon-
devila 2018,
Este dato lo difundióla académica del cricn (UNAM) Aimeé Vega Montiel en el foro que
se llevó a cabo en la Comisión de Derechos Humanos dela Ciudad de México.
Sólo aludoa Las relaciones heterosexuales, ya que desconozcolos códigos de esas prácti-
cas entre lesbianas y homosexuales. Agradezco a Gerardo Mejía su señalamientoacerca
de que entre los hombres gays hay códigos muydistintos acerca de tocamientos, que no
se viven como un acoso negativo sino como una invitación.

La traducción del documento del grupode francesas se reproduce en el Anexo €.
Foucault, en el cuarto tomodela Historia de la sexualidad, que permaneció inédito duran-
te treinta y cuatro años y apenas se publicó en Francia en febrero de 2018 conel título
Las confesiones de la carne, plantea que entre el siglo 11 y el v el cristianismo elabora una
concepción que sigue definiendo en gran medida los elementos que componen nues-
tras creencias acerca de la sexualidady de la relación entre las mujeres y los hombres:
la valoración de la virginidad, la continencia, la monogamia, la fidelidad y el sexo para
la procreación, así comola condena de las relaciones homosexuales, la prostitución, el
adulterio ylos placeres del cuerpo. Véase Foucault 2019. Para la cultura hispana, Julio
Caro Baroja rastrea esa doble valoracióny la encuentra en Las Siete Partidas, códigocas
tellano del siglo x111, dondela serie de ordenamientos medievales expresa las nociones

] 8

NOTAS

morales y políticas como un todo, y concluye que ahí se hace explícita la doble moral.
Véase Caro Baroja 1968,
“a
Toda la prensa se ocupódel caso; yo sólo revisé los cuatro periódicos a los que estoy
suscrita: El Universal, Milenio, Reforma y La Jornada. De esos, destaco a Sefchovich 2019y
Silva-Herzog Márquez 2019. Los caricaturistas de La Jornada se expresaron agudamen-
te sobre la movilización. Las primeras planas fueron: en Reforma (17 agosto): “Protesta,
furia y vandalismo”. En El Iniversal (17 agosto): "Violencia tiñe marcha de las mujeres”.
En Milenio (17 agosto): “Marcha por equidad de género termina en vandalismo”. En La
Jornada (17 de agosto): “Estalla furia en marcha contrala violencia hacia las mujeres”.
“ Esto es un fenómeno general en América Latina, como documentala revista Nómadas de
Colombia, en su número 51 (julio-diciembre de 2019), dedicadoa Violencia de género
en las universidades. Véase Fuentes Vásquez el al. 2019,
w
"ara una atinada explicación acerca de esta formade operar del anarquismoinsurreccio-
nal quees el “bloque negro” véase lMlades 2019. Agradezco a Diana Fuentes la referencia.
Auyero ysu equipo investigaron en BuenosAires lo ocurrido durante 2001, cuando por
la crisis económica sectores de la población saquearon supermercados. La sorpresa en
los resultados de esa investigación fue que esas acciones no eran tan espontáneas, sino
que estaban coordinadas al punto que, en varios casos, la policía orientaba ala pobla-
ción a que escogieranciertas cadenas de supermercadoy dejaran indemnea otra. Y esos
policías actuabaninvisibilizados porla “zona gris”. Véase Auyero 2007.
y
De estos alumnos, 90 fueron suspendidos y 18 expulsados.
Su
De estos académicos, 48 recibieron amonestaciones, 65 suspensionesy 46 tuvieron resci-
sión de contrato,
hi]
Deestos trabajadores 23 recibieron amonestaciones, 48 suspensiones y 28 tuvieron resci-
sión de contrato.
4“
Véanse en el Anexo D.
“1
El periódico Reforma registró cien gritos y consignas. Significativamente, no registróla
cantidad enorme deconsignas acerca del aborto ni la presencia de contingentes que exi-
gían su despenalización. Véasela lista del Reforma en el AnexoE.
Copioparte del volante que se repartió: “La Red cannábica de Mujeres Forjando Porvos, For-
jando Luchas, es un espacio de conversación, intercambio de conocimientos, aprendizaje
y sanación a través de la organización de mujeres usuarias de la planta de cannabis. Bus-
camos posicionar la lucha y acción de las mujeres dentro del movimiento cannábicoy
la lucha cannábica dentro del movimiento feminista”. Denuncian la masculinización
que existe dentro de los espacios cannábicos, en donde hombres invisibilizan o minimi-
zan la lucha feminista y desean erradicar los estigmas y discriminación que les da la so-
ciedad por ser usuarias de la planta. Luchanparasalir del clóset cannábico e inspirar la
sororidada las feministas, quienes por desinformación y estigmatizaciónlas discriminan
por ser consumidoras. Decidieron impulsar una Contingenta Cannábica dentro delas ac-
ciones del 48M, pues sería la primea ocasión en que muchas mujeres participaban en la

179
DOLOR Y POLÍTICA ==

gran medida la segurida d de las mujeres asi,


marcha.. Se coo coordinaron para garantizar en
tentes.

3. DOLOR Y RABIA

an arquistas O “anarcas” son parte del “bloque ne.


No todas las feministas que se asumen
analiza Carlos lllades. Véase Illades 2019,
gro” del anarquismo insurreccional que
las mujeres asesinadas en CiudadJuárer, es una
Su texto, titulado La escritura en el cuerpo de
interpretación sobre los aberrantes asesinatos como Un rito mediante el cual la fratría de
varones establece pactos y se manda mensajes. Véase ali 2000. .
El cccs fue creado por Stuart Hall, considerado hoy el iniciado? de los estudios cultuw-
rales. El trabajo Resistance through Rituals primero apareció en Working Papers in Cultural
Studies, núms. 7-8, el journal anual del Centre for Contemporary Culture Studies. Tuvo
varias reimpresiones; en 1993 Routledge lo publicó por primera vez como libro con
Stuart Hall y TonyJefferson como editores. En 2006 lo volvió a publicar con una nueva
introducción (ésta sin autoría), aunque también mantuvo la introducción original.
En la reimpresión de 2006 de Resistance through Rituak se incluye un texto introductorio
autocrítico muy interesante, “Once More around Resistance through Rituals”, que ofrece
una explicación acerca de la forma de funcionar del cccs así como del contexto intelec-
tual y político en que se realizaron los trabajos, además de plantear cuestiones metodoló-
gicas y conceptuales (2006:viii-xxxii). Ahí viene una sección titulada “Gender Blindness
and the “Missing Girls”” (Ceguera de género y las “chicas que faltan”) donde se reconoce
la importancia de una perspectiva feminista.
En la novela Foxfire. Confesiones de una pandilla de chicas, que muestra la creación de un
refugio de solidaridad entre chicas jóvenes, lo que les permite la construcción de una
identidad más allá del discurso hegemónico de la feminidad, Joyce Carol Oates ubica lo
ocurrido en los años cincuenta en Nueva York. Véase Oates 1993
El término eninglés es signification spiral. En el capítulo 2 del libro
Resistance through Ri-
tuals, titulado “Algunas notas sobre la relación entre la cultura
de control social y los
medios de comunicación, y la construcción de una campaña deley y orden”, vienela
de-
finición, Todas las traducciones de las citas de Hall yJefferson, y del cccs,las hice de la
edición de 2006. Véase Hall yJefferson 2006
Esta es la tesis principal de Towards a Feminist Theory
ofthe State. Véase MacKinnon 1989.
Elladedica todo un capítulo y varias páginas de States ofInjury
a esta labor. Véase Brown
1995, cap. 4, de la página 77 a la 95,
y también dela página 128 a la 134
Ese es eltérmino que usa MacKinnon: “fuck”.
Todo el capítulo 4 de Brown trata la
Pornografía, cuestión que no comentaré aquí. Véase
El texto completo está en el An
exo F

180
—H— Noras

n
Texto completo en el Anexo B.
1 offen explica a qué se debe la alusión al movimi
1910-1914 el destino del sufragio femenino en e
mente ligado al destino del gobierno autónomo para
jiujjitsu y fun diróñ
Edith y su marido aprendieron
Self-Defense. Véase Dorlin 2019,
1

16

Y Ella reconoceque le dolió que la criticaran por sus posturas “más


blancas quela leche” y
“en femiristión 42 Peon de digan blanca a quete digan patriarcal”, Tal vez sería muy
útil distinguir lo que Bolivar Echeverría denomina blanquitud, un fenómenode subjetiva-
ción que aludea la internalización que ciertos sujetos hacen del modo de vida capitalista.
La blanquitud es un rasgocivilizatorio de la modernidad, con el cual se puede no ser una
persona blanca de piel pero estar perfectamente blanqueado. Véase Echeverría 2010.
Supongo que alude al Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y
Cultural de Mujeres que Luchan, que organizaron las zapatistas entre el 8 y el 10 de mar-
zo de 2018 en el Caracol Morelia de la zona Tzotz Choj en Chiapas.
19 Las citas de Nussbaum las he traducido de la edición en inglés. Véase Nussbaum 2016.
Queenie Leavis, cuya reseña del libro se tituló “Gusanos del Reino Unido, uníos”. Véase
Marcus 2006.
21 Leonard Woolf lo consideró su peorlibro, Keyneslo calificó de “tonto”, a Vita Sackville-
West le desagradó y a su sobrino y biógrafo Quentin Bellle irritó de tal forma quelo cri-
ticó abiertamente.
Anne Campbell, quien antes investigó las pandillas de chicas, posteriormente hizo un es-
tudio comparativo entre mujeres y hombres en sus formas de agresión. Véase Campbell
1993.
pa]
Véase el número de Feminist Media Studies (2019), en especial la introducción de Boyce
Kayy el artículo de ella con Banet-Weiser.
Boyce Kay
Véase el número dela revista Feminist Media Studies, en especial el artículo de
a

y Banet-Weiser 2019, el de Wood 2019.


ser apropiada o adecuada.
El término que usa mnaptness, que traduzco como la condición de
o
Todas las citas de Srinivasan las he traducidoyo.con el de injusticia epistémica de Miranda
su concepto
Srinivasan e la similitud de
Lorde en subra-
Srinivasan cita a las filósofas Frye, Narayan yJaggar como seguidoras E PmEEuta
7 i

jarla productividad epistémica de la rabia. Véanse las referencias en21 A


(illjoy)-
Sara Ahmed reivindica la figura de la aguafiestas feminista

181
DOLOR Y POLÍTICA

4 Las IDENTIDADES A LA HORA DE HACER POLÍTICA

' Algo así se lo leí al filósofo Daniel Innerario: “Una sociedad es democráticamente ma-
dura cuandoha asimilado la experiencia de que la política es siempre decepcionantey
eso no le impide ser políticamente exigente” (2011:23),
Desde finales de los ochentael antropólogo Néstor García Canclini analizó las culturas
.i

híbridas de nuestra posmodernidad. Véase García Canclini 1989, En 2012 un homenaje


a su obra llevó el título Voces hibridas, Véase Nivón 2012.
* El Dicionano de la lengua española define “psíquico” como “Perteneciente o relativo al
alma” (en oposicióna lo físico o material) y define “psiquismo” como “Conjunto de los
caracteres y funciones de orden psíquico” (1992:1196). Curiosamente María Moliner,
siempre tan atinada, sólo remite al mito de Psique y habla de “el alma”. Los diccionarios
de psicoanálisis (Laplanche y Pontalis 1971, Evans 1997 y Chemama 1998) notraen la
entrada de “psiquico”, ni de “psiquismo”.
* El terminoantropología no formaba parte del vocabulario de Freud, que utilizaba Gristrs-
wssenschafien, que quiere decir literalmente “ciencias de la mente” o “del espíritu”.
* Las reflexiones de Freud sobre la cultura yla política las retomaronlos filósofosy politó-
logos asociados a la Escuela de Frankfurt: Theodor W, Adorno, Herbert Marcuse, Erich
Fromm, entre otros.
* Éstos son: a) el interés para las ciencias del lenguaje; 6) el interés filosófico; c) el interés
biológico; d) el interés para la psicología evolutiva; e) el interés para la historia de la cul-
tura; f) el interés para la ciencia del arte; g) el interés sociológico y A) el interés pedagó-
gico.
Agradezco a Leticia Cufré haberme recordado que a inicios de la década de 1970 mu-
chos psicoanalistas argentinos cuestionaron esta separación yse salieron de la Asociación
Psicoanalítica Argentina, lo que también dividió a la Asociación Psicoanalítica Interna-
cional. Marie Langer, feminista, marxista y psicoanalista, jugó un papel decisivo en dicho
proceso. Véase Langer 1971.
* El simposio Une anthropologie psichanalytique estelle possible? nosólo diola palabra a antro-
pólogos que han usado conceptos del psicoanálisis en sus investigaciones sino que iny-
tó a psicoanalistas a comentar las exposiciones de los ernólogos. Una decena de ensayos
se publicaron en £'Homrz, la revista de antropología de la École des Hautes Études en
Sciences Sociales de Francia. También ahí se incluye una aportación del psicoanalista
André Green sobre la diferencia de interpretación del psiquismo entre los antropólogos
y los psicoanalistas. Ver L'Homme 1999.
* Transes un prefijo que significa “del otro lado”. Se empezó a usar el términotransexual
para nombrar a personas que se asumían “del otro sexo” y que cambiaban su aspecto
exterior vía hormonación, incluso algunes se hacían la llamada cirugía de reasignación de
sexo. Luegosurgió el término transgénero, que nombra a quienes van más allá delos es
quemas tradicionales de mujer u hombre, por ejemplo, un machobiológico, que se viste

182
NOTAS

de mujer, se maquilla y tiene el pelolargo, pero también se deja la barba y no utiliza


hormonas. Las combinaciones de distintos marcadores y emblemas masculinos y feme-
ninos,y cierto desinterés por hormonarse o hacerse cirugía, es lo disuntivo de las per-
sonas transgénero. Sobre este fenómeno cada vez más común, que pone en evidencia la
maleabilidad humanayla potencia del psiquismo, una reflexión es la de Pons Rabasa y
Guerrero McManus 2018.
La cita “strategic use of a positivist essentialism in a scrupulously visible political interes”
se comenta en la entrevista con Rooney. Véase Spivak, 1989, p. 126.
Así se autonombranlas personas argentinas que llegaron exiliadas a México, y vivieron
muchos años aquí, o se quedaron definitivamente. Con ese término hablan de su doble
pertenencia,
El documento fue elaboradocolectivamente durante las tres mañanas que se reunióel
grupo para reflexionar sobre “La política feminista en América Latina hoy”. Parnaipa-
ron enla discusión: Haydée Birgin (Argentina), Celeste Cambría (Perú), Fresia Carrasco
(Perú), Viviana Erazo (Chile), Marta Lamas (México), Margarita Pisano (Chile), Adria-
na Santacruz (Chile), Estela Suárez (México), Virginia Vargas (Perú) y Victoria Villanue-
va (Perú). La redacción estuvo a cargo de Viviana Erazo, Marta Lamas y Estela Suárez. Lo
suscribieron Elena Tapia (México), Virginia Haurie (Argentina), Verónica Matus (Chi-
le), Ximena Bedregal (Bolivia), Cecilia Torres (Ecuador) y Dolores Padilla (Ecuador).
Se reproduce en el Anexo H.
Lamentablemente Birgin, que fue una figura política muy destacada, escribió muypoco.
El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género publicó un libro con escritos de varias
autoras en homenaje a ella, donde se recuperan algunos de sus análisis y logros. Véase
Equipo Latinoamericanode Justicia y Género 2012.
Antes se las calificaba con una connotación negativa: "femócratas”, mezcla de feminista y
burócrata. Después se empezó a utilizar el apelativo de guvernancefeminists. Véase Halley
et al. 2018.
Muchas son militantes en partidos políticos que, convencidas de la importancia de que
haya más mujeres en los lugares de toma de decisiones, han cabildeado, primero, el
tema de las cuotas de mujeres en la representación política y luegoel de la paridad. Al
margen de sus diferencias políticas piensan que se requieren más mujeres en puestos
políticos, y esto favorece las alianzas en una lucha para corregir la carencia numérica
existente. Para un panorama del proceso en la Ciudad de México de 1985 a 2014 véase
Lamas 2017.
Al procesode institucionalización de activistas feministas (principalmente feministas so-
cialistas, mujeres cristianas y exmilitantes de partidos de izquierda) en organizaciones
no gubernamentales Sonia Álvarez lo calificó de “la ongización del feminismo”. Véase
Álvarez 1998.
En su artículo “Ruptura de acuerdos de feministas autónomas”, Ximena Bedregal habla
de la crítica a “la tecnocratización y suavizamiento(sic) que ha atravesadoal feminismo

183
DOLOR Y POLÍTICA

latinoamericano en la última década” y ofrece un atisbo delos conflictosylas prácticas


delas autodenominadas autónomas. Véase Bedregal 1995.
1% Enla revista debate feminista hicimos una mesa de discusión acerca del financiamiento,
Véase “El financiamiento: el ruido del dinero”, VV. AA. 1995.
Unduroanálisis crítico lo hace Francesca Gargallo. Véase Gargallo 1997.
2 El “pequeñogrupo” fue la forma de organización básica del movimiento deliberación
de la mujer. Ocho,diez, doce mujeres se reunían semanalmente a hablar —¡a hablar!—
y así cobraban conciencia de su común condición. A diferencia de los grupos de “autoa-
vuda”, este grupo, que sin duda también daba una ayuda mutua, se caracterizó por su
objetivo político.
1 Un análisis clásico sobrela dinámica del “pequeño grupo”es el de Olmsted 1978, De cor-
te más psicoanalítico están los trabajos de Pichon-Riviére 1971 y Anzicu 1986. Envarios
países las feministas analizaron la dinámica de los pequeños grupos. Para México, sobre
la dinámica interna del pequeño grupo véase el artículo de Acevedoel al. 1978, y para
una visión ampliael libro de Espinosa 2009. Para América Latina véase Stromquist 2007,
Para el Estado español véase Gil 2011. Unainteresante reflexión acerca del conflicto en
los pequeños gruposestá en Mueller 1995.

. DE EMOCIONES, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA


2

! Rechazo utilizar el término prostitución por su connotación negativa, así que lo pondré
en comillas cuando lo deba mencionar. Hablo de comercio sexual, y aunque personas de
distintas identidadesy orientaciones sexuales realizan trabajo sexual, a lo largo del texto
hablo más de las mujerescis, ya que, por un lado,la disputa feminista se centra en la for-
ma heterosexual de comercio sexualy, porel otro, mi trabajo de investigación y acompa-
ñamiento político lo he hecho con trabajadoras sexuales cis y trans. Véase Lamas 2016.
2 El modelo heteronormativo no visualiza la homosexualidad más que comoalgo margi-
nal. Dentro de los diversos feminismos existe una amplia variedad de relaciones lésbi-
cas, peroel lesbianismono es el temacentral enla discusión feminista acerca del trabajo
sexual. El trabajo sexual masculino, mayoritariamente homosexual, ha sido materia de
reflexión principalmente en el campodela salud pública, debido al vimsida. Existe tam-
bién un trabajo sexual de hombres que venden sus servicios a mujeres heterosexuales,
pero eso tampocoes tema de discusión en el movimiento.Para bibliografía al respecto
véase Meisch 1995; Sánchez Taylor 2001; Carr y Poria 2010; Frohlick 2016.
3 Conel apelativo de “puto” se alude a la conducta homosexual de un hombre, pero no a
la promiscuidad heterosexual de los varones.
' Un panorama de los primeros debates y confrontaciones se encuentra en Lamas 2016.
"ara Estados Unidos véase Chateuvert 2013,
* Al respecto véase Duggan 1995. Para una mirada desde España véase De Lora 2019.

184
NOTAS

Autora de Female Sexual Slavery (1979), funda en 1988 la organización Coalition Against
Trafficking in Women (catw). Su libro The Prostitution of Sexuality. Global Exploitation of
Women (1995) es la biblia de las neoabolicionistas.
Por eso Lázaro Cárdenas suscribió el tratado abolicionista que entró en vigor en 1940,
pues se refería a ese tipo de intervención gubernamental. A partir de ese momento el
gobiernodejó deregistrar a las trabajadoras sexuales. Véase Bliss 2001.
Véase en especial los trabajos de Kulick 2003, Farley 2003, Agustín 2007, Scoular 2010,
Weitzer 2010, Kempadoo et al. 2012 y Bernstein 2018.
En Ecuador se crea la Asociación de Mujeres Trabajadoras Autónomas de Ecuador en
1982 en la provincia de El Oro. En Uruguayen 1985 se crea la Asociación de Meretri-
ces Profesionales del Uruguay (AMEPU) y logra su reconocimiento jurídico en 1988. En
1987, en Brasil, Gabriela Leite funda la Asociación Nacional de Prostitutas, con sede en
Río de Janeiro, y lleva a cabo la Primera Conferencia de Prostitutas; en octubre de ese
mismo 1987, en San José Costa Rica se establece la Red de Mujeres Trabajadoras Sexua-
les de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex) donde hoyparticipan organizaciones de
trabajadoras sexuales de quince países. A lo largo de la década de 1990 surgirán más gru-
pos organizados, comola Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar) en
1994; en 1997 se crea la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe. En
República Dominicana, cl Movimiento de Mujeres Unidas (MODEMU) nació en noviem-
bre de 1997; en México, la Organización Mujer Libertad de Querétaro, en 1997, y en
1998 mujeres de dieciochoestados de la república fundan la Red Mexicana de Trabajo
Sexual; en Chile la fundación Margen aparece en 1998,
10
La antropóloga Laura Agustín, quiencritica “la industria del rescate”, hace una reflexión
distinta sobre las migrantes a partir de sus investigacionesylas caracteriza como protago-
nistas valientes. Véase Agustín 2013.
La definición de trata en el Protocolo implica tres cuestiones: 1) conductas (captación,
transporte, traslado, acogida o recepción de la persona); 2) medios (amenaza, uso de la
fuerza, engaño); y 3) fines (explotación) (onu 2000),
En Méxicofaltan datosal respecto, pero muchasinvestigaciones de otros países, que tie-
nenestimaciones del número de personas que se dedican al comercio ylas que están en
situación de trata, señalan la gran brecha que existe: hay muchísimas menosvíctimas de
trata que trabajadoras sexuales. Véanse los clásicos estudios de Weitzer (2005 y 2010),
producto de rigurosa investigaciónestadística, así comoel libro de Van den Anker y Doo-
mernik 2006. Para un panoramasobre México, véase la compilación de investigaciones
hechas en Chiapas, Oaxaca, Campeche y Ciudad de México en Lamas (coord.) 2018.
Véase los trabajos de Kapur 2005; Agustín 2007; Cheng 2010; Parreñas 2011; Kempadoo
et al, 2012; Chang 2013; Bernstein 2018, Para México véase Maldonado 2018.
Hay investigaciones sobre la dinámica económica del comercio sexual que documen-
tan esto, Véase Cameronet al. (1999); Della Giusta et al. (2008). En 2016 se publicó The
Oxford Handbook ofthe Economics of Prostitution, con artículos de economistas que exploran

185
DOLOR Y POLÍTICA

matemática y estadísticamente temas relacionados con el comerciosexual y analizanla in-


fluenciade la ley en la estructura del mercadosexual. Véase Cunninghamy Shah (2016).
En 2005, la antropóloga Laura Agustín publicó en la revista Sexualities un ensayo titulado
“Nuevas direcciones dela investigación: el estudio cultural del comercio sexual”, donde
proponela creación de un marco para el estudio del comercio sexual, que abarque más
que investigar la “prostitución”. Ella señala que existe una cantidad de actores sociales
insertos enla industria del sexo que no danel servicio directamente; son los dueñosde los
negocios,los inversionistas, los empresarios,y otro tipode trabajadores como meseros, ca-
jeros, guardias, choferes, contadores, abogados, doctores e intermediarios que facilitan
los procesos de negocios como los agentes deviaje, guías, agentes matrimoniales, edito-
res de periódicosyrevistas. Los espacios dondese lleva a cabo también varían; además de
los bares, restaurantes, cabarets, clubes, burdeles, discotecas, saunas, estéticas de masaje,
sex shops, cuartos de hotel, departamentos,también hay sexo comercial en librerías, só-
tanos,sitios de internet, salones de belleza, cines, baños públicos, servicios telefónicos,
eventos de modelaje, despedidas de solteros/as, fiestas de swingers y de fetichistas. Y qué
decir de la cantidad de servicios de peluquería y maquillaje, productos, películas, jugue-
tes y ropa. Sin embargo,las investigaciones —así como las políticas públicas— se enfo-
can sólo en la "prostitución”, mientras que esa cantidad de negocios vinculadosal sexo
no aparecen enlos estudios gubernamentales, lo que significa que no hay permisos ni
inspecciones, ni impuestos, y evidentemente se desconoce cómo operan. Véase Agustín
2005.
A esto se sumael artículo 40 de la ley de trata, que establece que el consentimiento de
la mujer considerada víctima de trata, aunque diga que voluntariamente aceptó que sus
servicios fueran explotados, no será tomadoen cuenta, Jessica Gutiérrez documentaca-
sos de trabajadoras que fueron levantadas en redadas y tomadas comovíctimas, en con-
tra de sus declaraciones. Véase Gutiérrez 2018,
La espléndida investigación de Patty Kelly sobre las trabajadoras sexuales en la llamada
zona galáctica (el burdel oficial), en Chiapas, es una de las escasas investigaciones que se
han publicado comolibro. Véase Kelly 2008
Pleasure and Danger es la compilación de los trabajos de la Conferencia de 1982 sobre se-
xualidad en Barnard, que representó un puntoálgido de las “guerras en torno ala se-
xualidad”, Véase Vance 1984.
Este debate se ha centradoen si permitir o prohibir muchas transacciones vinculadasal
cuerpo, como la venta de órganos, el alquiler de úteros y también el comercio de servi-
cios sexuales. Ver S. Madhok, A. Phillips y K. Wilson 2013,
En 2015 Amnistía Internacional (at) publicó una declaración respectoa los derechos de
las personas que hacen trabajosexual. At la realizó luego de elaborar unasólida investi-
gación y consultar con unadiversidad de organizaciones y personas: la Organización
Mundial de la Salud (Oms), ONU Sida, onu Mujeres, la Organización Internacional del
Trabajo (011), la AntiSlavery International, Human Rights Watch, OpenSociety Institu-

186
NOTAS

tion, la Alianza Global contra la Trata de Mujeres, y de recopilar testimonios de más de


doscientos trabajadores y extrabajadores sexuales, policías y funcionarios de gobierno
en Argentina, Hong Kong, Noruegay Papúa Nueva Guinea. Además, las oficinas naciona-
les de aten todo el mundo contribuyeron con información, realizando consultas locales
con grupos de trabajadoras y trabajadores sexuales que representan a supervivientes de
trata, organizaciones abolicionistas, feministas y otros intermediarios de los derechos
de las mujeres, activistas LGBTI, organismoscontra la trata de personas, activistas que tra-
bajan sobre el vim/sida y muchos más, y Ar elaboró un documento con preguntas yres-
puestas sobre el tema; uno de los temas fue precisamente el modelo nórdico. Véase
Amnesty International 2015. Acerca del modelo nórdico véase Kulick 2003.
Lassiglas corresponden a Organización de Trabajadoras Sexuales.
El libro de Gall (2016) ofrece una mirada sobre los procesos de sindicalización enlas
distintas regiones del mundo. Unrecuentodel movimientointernacional por la sindica-
lización y la creación de un sindicato mundial (International Union of Sex Workers) se
encuentra en Lopes (2011).
nm
Brigada Callejera en Apoyo ala Mujer “Elisa Martínez”, A.C., es parte de la Red Latinoa-
mericana y del Caribe contra la Trata de Personas (REDLAC), capítulo regional de la Alian-
za Global contra la Trata de Mujeres (The Global Alliance Against Trafhic in Women,
GAATW), y se rige por una asamblea general integrada en su mayoría por trabajadoras
sexuales. En 2019recibió el premio de Conapred en la categoría institucional.
Untestimoniodel proceso se encuentra en Madridet al, 2014,
Véase Kempadooy Doezema 1998; Kapur 2005; O'Neill 2007; Kotiswaran 2011; Nengeh
Mensah et al. 2011; Chateauvert 2013; Madridet al. 2014; Daichy Sirimaco 2015; Lamas
(comp.) 2018; Fitzgerald y McGarry2018.
Enjunio de 2018 la votación se ganó en la Cámara de Diputados —129a favor y 125 en
3

contra— pero enagosto se perdió en la de Senadores: 38 en contra y 31 a favor. Esa tar-


de de agosto feministas de varios países marcharon en apoyo. La Cámara discutió hasta
la madrugada, pero la ley no pasó. El papa Bergoglio, argentino, aplaudióla resolución
negativa,
En el anexol va el texto completo.
Enla primera, titulada Feminismo y derechos, participarían Benjamín Arditi (UNAM), José
Luis Caballero (Ibero), Rolando Cordera (UNAM), Jenaro Villamil (Proceso) y José Wol-
denberg (UNAM); en la segunda, Feminismo y mercado, estarían Francisco Cos Montiel
(ONU), José RamónCossío (sc]N), Benjamín Temkin (rLacso), Rodolfo Vázquez (ITAM)
y Fabio Vélez (uNAM). Alberto Vital coordinaría las dos sesiones. Hay una publicación
conlas ponencias, Véase Serur y Vélez 2016,
Fue el caso del periodista de The Guardian, que denunció el coloquio como antifeminis-
ta; el periódico El País solicitó una entrevista, así comola Bac,al igual que varios medios
nacionales. Tuve que grabar una explicación en video que la UNAM transmitió por sus
canales.
DOLOR Y POLÍTICA

Con el concepto de blanquitud Echeverría alude a la internalización que ciertos sujetos


hacen del mododevida capitalista, al asumir una identidad quesirve para manteneral
sistema. La blanquitudes, pues, un rasgo civilizatorio de la modernidad, con el cual se
puede no ser una persona blanca de piel pero estar perfectamente blanqueado. “Los
negros,los orientales o los latinos que dan muestras de *buen comportamiento” entér
minos de la modernidad capitalista estadounidense pasan a participar dela blanquitud”
(Echeverría 2010:65).

, EPÍLOGO: ¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?


o:

Se entiende por “desmentida” cuando se niega un hecho externo evidente y, porlo tanto,
se cuestiona en ese mismo acto la capacidad o la percepción de la persona quelo vivió.
Conla epidemia de covib hemos comprobado queel internet es una necesidaddepri-
mer orden, y no contar con este servicio afecta cuestiones básicas como el acceso de la
niñez yla juventud a la educación.
Su libro The Force of Non Violence apareció en 2020. A la fecha en que escribo todavía no
se publica en español, por lo quelas citas las he traducidoyo.
Las feministas mexicanas han señalado que el feminicidio funciona para establecer un
clima de miedo enel cual cualquier mujer siente que puede ser asesinada. Véase Hua-
cuz 2011; Melgar 2011. Esto también queda claro en las consignas de la movilización del
8M. Véase AnexoE.
Tambiénlaregistra la lista del Reforma con el número 23. Véase Anexo E.
Creo que todaslas feministas estamos en contra de la violencia, pero no todas partici-
pamosenlos grupos que se dedican prioritariamente a intervenir al respecto, sea en cl
litigio jurídico o en el apoyo directo a las víctimas. Aunque existen otros camposde in-
tervenciónpolítica feminista, la expertise la tienen esos gruposytal vez ellos podrían ini-
ciar el debate, al que nos sumaríamos quienes trabajamos en otros temas.
Hay muchos trabajos acerca de la relación entre el pensamiento feminista yla crítica a
la violencia hacia los animales. En México está el de Hilda Nely Lucano Ramírez; véase
Lucano 2020 y 2017. Un clásico es Adams 2015. Agradezco a Liliana Felipe ambasrefe-
rencias.
Uncaso quesaltó a los medioses el de la orangutana Sandra. Nacida en Alemania, pasó
por varios lugares de encierro hasta llegar al zoológico de Argentina. Vivía inactiva yse
escondía, Un médicoveterinario le diagnosticó depresión por estar sola y encerrada, y
la Asociación de Funcionarios por los Derechos de los Animales (AFADA) logró que un
tribunal le concediera personalidad jurídica y a partir de ahí su defensa logró que se le
permitiera ser trasladada al santuario Center for Great Apes en Florida. Esto es parte de
la campaña porla liberación de los animales que se encuentran en zoológicos. Véase:
hups://proyectogransimio.org/noticias/noticias-destacadas/sandra-la-orangutanade

188
NOTAS

claradajudicialmente-201cpersona-no-humana201d-abandona-cEzoologico-proxima
mente-con-destino-a-un-santuario-de-orangutantes-en-estados-unidos
Los habitus son los esquemas de acción y percepción que los seres humanosinternaliza-
mos. Ver Anexo Á.
Ya lo señalé muyal inicio, pero vuelvo a insistir en el papel que han desempeñado gru-
pos contraculturales comoRiot Grrrls, Guerrilla Girls, Pussy Riot o Femen.Para las refe-
rencias, véase la nota número12 de la Introducción.
En Chihuahua la feminista Esther Chávez Cano desempeñó un papel fundamental
abriendo Casa Amiga en 1998. Luego Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) tuvo un
mayor involucramientoen la problemática dela violencia contralas mujeres y en el año
2003 impulsó la conformación del Observatorio Ciudadano para Monitorear la Imparti-
ción de Justicia en los casos de feminicidios en Ciudad Juárez y Chihuahua, quese inte-
gró por ocho organizaciones: Católicas por el Derecho a Decidir, la Comisión Mexicana
de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, Equidad de Género, Ciudadanía,
Trabajoy Familia, Justicia para Nuestras Hijas, Nuestras Hijas de Regreso a Casa, la Red
Nacional contra la Violencia hacia las Mujeres y Jos Hombres Jóvenes yla Red MujerSi-
glo XXI. Esta articulación de organizaciones consolidólos primeros pasos para la exigen-
cia de rendición de cuentas al Estado mexicano en procuración e impartición dejusticia
a esos espantosos crímenes de mujeres. El Observatorio se ha ido transformandoyhoy se
llama Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio, cuenta con cuarenta organiza-
ciones de veintidós estados del país y ha logrado importantes triunfos en los litigios que
ha llevado, en especial, la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
A Marisela Escobedo le asesinan a su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo de dieciséis
años, en Ciudad Juárez, el año 2008. Convencida de que la pareja de Rubí, untipo llama-
do Sergio Rafael Barraza, era el asesino, Marisela inicia una investigación por su cuenta
y logra encontrarlo en el estado de Zacatecas. El asesino es trasladado a Ciudad Juárez,
confiesala autoría del feminicidio y señalael lugar donde yacen los restos de Rubí. Para
escándalo de todala sociedad, los jueces lo declaran inocente por falta de pruebasylo
ponen en libertad. Á partir de entonces Marisela Escobedodesarrolla todo tipo de pro-
testas en contra de dicha resolución contra las autoridades del estado de Chihuahua, Un
tribunal de circuito revoca la sentencia absolutoria y condena por asesinato a Barraza,
que se da ala fuga. Marisela se instala en una protesta frente al palacio de gobierno,sede
del gobernador,y eneste sitio, el 16 de diciembre de 2010, unsicariola asesina. Dos años
después Barraza es abatido por militares. Acaba de salir el desgarrador documental Las
tres muertes de Marisela Escobedo en Netílix,
El bloque negro, como ya comenté más arriba, es una delas tácticas de lucha de los anar-
quistas insurreccionalistas. Véase Mlades 2019,
1 Agradezco a Mariana Palumbo habérmelo dado a conocer.
15
Agradezco a la doctora Leticia Cufré habérmelo dado a conocer.

189
BIBLIOGRAFÍA

Abelleyra, Angélica y Lucero González. 2015, MUMA. Museo de Mujeres. Arte. Goce. Encuentro,
México: Museo de Mujeres.
Accossatto, Romina y Mariana Sendra. 2018. “Movimientos feministas en la era digital,
Las estrategias comunicacionales del movimiento Ní Una Menos”, Encuentros. Revista de
Ciencias Humanas, Teoría Social y Pensamiento Crítico, año 6, núm. 8, agosto-diciembre,
pp- 117-136.
Acevedo, Marta, Angelina del Valle, Marta Lamas, María Elena Sánchez y Guadalupe Za-
marrón. 1978. “Piezas de un rompecabezas”, fem, núm 5, octubre-diciembre, México,
pp. 11-26.
Ackerman, Galia. 2014, Femen. Cambridge: Polity.
Adams, Carol J. [1990] 2015. The Sexual Politics of Meat: A Feminist Vegetarian Critical Theory,
Nueva York: Bloomsbury.
Adichie, Chimamanda Ngozi. 2015. Todos deberíamosserfeministas. Buenos Aires: Random
House.
Agoff, Carolina, Irene Casique y Roberto Castro (coords.). 2013, Visible en todas partes. Es-
tudios sobre violencia contra mujeres en múltiples ámbitos. México: crim/Universidad Nacio-
nal Autónoma de México.
Aguilar, Miguel Ángel y Paula Soto Villagrán (coords.). 2013, Cuerpos, espacios y emociones.
Aproximaciones desde las ciencias sociales. México: Universidad Autónoma Metropolitana-
Iztapalapa.
Agustín, Laura María. 2007. Sex at the Margins: Migration, Labour Markets and the Rescue In-
dustry. Londres: Zed Books.
—— 2006. “The Conundrum of Women's Agency: Migrations and the Sex Indusuy”, en
Rosie Campbell y Maggie O'Neill (eds.), Sex Work Now. Cullompton: Willan Publishing,
pp. 116-140.
¿2005 “New Research Directions: The Cultural Study of Commercial Sex”, Sexualities,
vol, 8, núm. 5, pp. 618-631.
——— 2003. “Olvidarla victimización: los migrantes como protagonistas”, Development,vol.
46, núm. 3, pp. 30-36.
Ahmed, Sara. 2010. The Promise of Happiness. Durham: Duke University Press.
——. 2004, The Cultural Politics ofEmotion. Londres: Routledge. Haytraducción de Cecilia
Olivares Mansuy: La política cultural de las emociones. México: Universidad Nacional Au-
tónoma de México, 2015.
Altamirano, Ayelén, Estefanía Cioffi, Julia de Titto, Luciano Fabbri, Noelia Figueroa, Vic-
toria Freire, María Paula García, Majo Gerez y Gisela Stablun. 2016. La Cuarta Ola femi-
nista, BuenosAires: Oleada/Mala Junta.
Álvarez, Sonia E. 1998. “Latin American Feminisms *'Go Global': Trends of the 1990s and

191
DOLORY POLÍTICA

Challengesfor the New Millennium”, en Sonia Álvarez, Evelina Dagnino y ArturoEsco.


bar (eds.), Cultures of Politics. Politics of Cultures. Revisioning Latin American Social Move.
ments. Boulder: Westview Press, pp. 293-324,
Alvarez Enríquez, Lucía. 2020, “El movimiento feminista en Méxicoenel siglo XX1: juven-
tud, radicalidad y violencia”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 240,
septiembre-diciembre, pp. 147-175.
Amnesty International. 2015, Sex Workers Rights are Human Rights. Consultado en https: //
www.amnestv.org/en/latest/news/2015/08/sex-workers-rights-are-human-rights/
Antivilo Pena,Julia. Entre lo sagradoylo profanose tejen rebeldías. Artefeminista latinoamericano.
Bogotá: Ediciones Desde Abajo.
Anzicu, Didier. 1986. El grupoy el inconsciente. Lo imaginario grupal. Madrid: Biblioteca Nueva,
Arditi, Benjamín. 2010, Lapolitica enlos bordes del liberalismo. Diferencia, populismo, revolución,
emancipación. Barcelona: Gedisa.
Aricó, José. 1991, “La utopía es el recurso delos débiles”, Leviatán. Revista de hechos e ideas,
segunda época, núm. 46, Madrid, invierno, pp. 117-130.
Ariza, Marina (coord.). 2016. Emociones, afectos y sociología. Diálogos desde la investigación so-
cial y la interdisciplina. México: Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacio-
nal Autónoma de México.
Arruzza, Cinzia. 2016. “Reflexiones sobreel género. ¿Cuál es la relación entre el patriarca
doy el capitalismo? Se reabre el debate”, Sin Permiso, en https: / /www.sinpermiso,info/
textos/reflexiones-sobre-el-genero-cual-es-la-relación-entre-el-patriarcado-y-el-capitalis
mo-se-reabre-el
Auyero,Javier. 2007. La zonagris. Violenciacolectivay política partidaria en la Argentina contem-
poránea. Buenos Aires: Siglo xx1 Editores.
Ávila Hernández, Diana. 2020, “Es hora de dar respuestas contundentes”, Proceso, núm.
2262, 8 de marzo, pp. 18-21.
Ayala Real, Luis Gerardoy Luis Fernando Rodríguez Lanuza (coords.). 2018. Masculinidad,
crimen organizado y violencia. México: Universidad Autónoma de Querétaro/Colofón.
Badiou, Alain. 2005, £l siglo. Buenos Aires: Manantial.
BanetWeiser, Sarah. 2018. Empowered. Popular Feminism and Popular Misogyny. Durham:
Duke UniversityPress.
Barry, Kathleen. 1995, The Prostitution ofSexuality. Nueva York: New York University Press.
————. 1984, Female Sexual Slavery. Nueva York: New York University Press. Hay traducción
al español: Esclavitud sexual de la mujer. Barcelona: La Sal Edicions de les Dones, 1987.
Bedregal, Ximena. 1998. “Ruptura de acuerdos de feministas autónomas”, TripleJornada,
núm. 3, 2 de noviembre.
Belausteguigoitia, Marisa. 2020, “Que caiga el telón. Equidad, comunidady disenso como
caminos a seguir. La toma de rryL/UNAM”, Educación Futura, 28 de abril.
——— y Lucía Melgar (coords.). 2007. Fronteras, violencia y justicia: nuevos discursos. México:
PUEG, Universidad Nacional Autónoma de México.

192
BIBLIOGRAFÍA

Bernstein, Elizabeth. 2018, Brokered Subjects. Sex, Trafficking ES the Polities of Freedom. Chica-
go: University of Chicago Press,
Bernstein, Elizabeth, 2007, Temporanily Yours. Intimacy, Authenticity and the Commerre of Sex.
Chicago: The University of ChicagoPress.
———2007b, “Sex Work for the Middle Classes”, Sexualities, vol. 10, núm. 4, pp. 473-488,
——— 2005, “Desire, Demandand the Commerce of Sex”, en Elizabeth Bernstein y Lau-
ric Schafíner (eds.), Regulating Sex. The Politics of Intimacy and Identity, Nueva York: Rout-
ledge, pp. 101-125.
1999. What's Wrong with Prostítution? What's Right with Sex Work? Comparing Mar-
kets in Female Sexual Labor”, Hastings Women's LawJournal, vol. 10, núm. 1, invierno.
Besserer Alatorre, Federico, 2014. “Regímenes de sentimientosyla subversión del orden
sentimental. Hacia una economía política de los afectos”, Nueva Antropología, vol. Xx-
vi, núm. 81, julio-diciembre.
Bidou, Patrice, Jacques Galinier y BernardJuillerat. 1999. “Arguments”, L'Homme. Revue
frangaise d'anthropologie, núm. 149, enero-marzo,pp. 7-24.
Bird, Natasha. 2019. “Chimamanda Ngozi Adichie on Why She Agreed to Work With Ma-
ria Grazia Chiuri on Her Feminist Statement for Dior”, Elle Naws, 5 de julio.
Birgin, Haydée. 1997, “Vivencias del Encuentro de Chile: lo personal ylo político”, debate
feminista, año8, vol. 15, México, abril, pp. 338-344.
Blair Trujillo, Elsa. 2009, “Aproximaciónteórica al conceptodeviolencia: avatares de una
definición”, Política y Cultura, núm. 32, otoño, pp. 9-33,
Bleichmar, Silvia. 2007. “De la creencia al prejuicio”, VERTEX. Revista Argentina de Psiquia-
tría, vol. Xxvun, pp. 4245.
. 2003, “Acerca dela subjetividad”, conferencia realizada en la Facultadde Psicología
de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) porinvitación de la Cátedra EPIS1, el 30 de
julio de 2003, http: / /seminario-s.ge-rosario.com.ar/confsilvia-bleichmar-30-07-2003
———. 1997, “Acerca del "malestar sobrante”, Topía. Unsitio de psicoanálisis, sociedad y cultu-
ra, noviembre. https: / /www.topia.com.ar/revista/los-destinos«lel-placer-en-la-cultura-
actual
Bliss, Katherine Elaine. 2001. Compromised Positions. Prostitution, Public Health, and Gender
Politics in Revolutionary Mexico City. Pensilvania: The Pennsylvania State UniversityPress.
Bocchetti, Alessandra. 1995. “¿Se puede cambiar de sentido ala política?”, debatefeminista,
núm. 11, México, abril, pp. 369-371.
——. 1990, “Para si/para mí”, debatefeminista, núm. 2, México, septiembre, pp. 221-225,
Bokser Misses-Liwerant, Judit. 2020, “Mujer y géneroenel siglo xx1. Perspectivas, implica-
ciones y dilemas”, Revista Mexicanade Ciencias Políticas y Sociales, núm. 240, septiembre-
diciembre, pp. 9-24.
Boltanski, Luc y Eve Chiapello. 2002. El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid: Ediciones Akal.
Bondi, Liz. 1996. “Ubicarlas políticas de la identidad”, debate feminista, año 7, vol. 14, Mé-
xico, octubre, pp. 14-37.
DOLOR Y POLÍTICA

Bordo, Susan. [1993] 2004. Unbearable Weight: Feminism, Western Culture, and the Body. Ber-
kelev: University of California Press.
——— 1989, “The Bodv and the Reproduction of Femininity: A Feminist Appropriation of
Foucaulé, en Alison M. Jaguar y Susan R. Bordo (eds.), Gender/Body/Knowledge. Feminist
Reconstructions of Being and Knowing. New Brunswick: Rutgers University Press,
Borzacchiello, Emanuela. 2018, Entrevista realizada el 2 de mayo de 2018.
Bourdicu, Pierre. 2002, Determinación de las prácticas sociales individuales (cb). París: En-
cyclopédie Universadis.
———-. 2000, La dominación masculina, Barcelona: Anagrama,
——. 1998. La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.
——. 1985. ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingúísticos, Madrid: Edicio-
nes Akal.
Boyce Kay, Jill. 2019, “Introduction: Anger, Media, and Feminism: The Gender Politics of
Mediated Rage”, Feminist Media Studies, vol. 19, núm. 4, pp. 591-615.
y Sarah Banet-Weiser. 2019. “Feminist Anger and Feminist Respair”, Feminist Media
Studies, vol. 9, núm. 4, pp. 603-609.
Brown, Wendy. 2015. Undoing the Demos. Neoliberalism's Stealth Revolution. Nueva York, Zone
Books.
———. 2001. Politics Out of History. Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press,
. 1995, States of Injury. Power and Freedom in Late Modernity. Princeton, Nueva Jersey:
Princeton University Press.
Butler, Judith. 2020. The Force ofNon-Violence. Nueva York: Verso.
. 2016. “Rethinking Vulnerability and Resistance”, en Judith Butler, Zeynep Gam-
betti y Leticia Sabsay (eds.), Vulnerability in Resistance. Durham: Duke University Press,
pp. 12-27,
———. 2015, Notes Toward a Performative Theory of Assembly. Cambridge: Harvard University
Press. Hay traducción al español: Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría perfor-
matia de la asamblea. Barcelona: Paidós, 2017.
2009. Frames of War. When Is Life Grievable? Nueva York: Verso. Hay traducciónal es-
pañol: Marcos de guerra. Las vidas lloradas. Barcelona: Paidós, 2017.
. 2004. Precarious Life. The Powers ofMourning and Violence. Nueva York: Verso. Haytra-
ducciónal español: Vida precaria:el poder del duelo y la violencia. Barcelona: Paidós, 2007.
Virginia Canoy Laura Fernández Cordero. 2019. Vidas en lucha. Conversaciones. Bue-
nos Aires: Katz Editores.
CalderónRivera, Edith. 2012. La afectividaden antropología. Una estructura ausente. México: Pu-
blicaciones de la Casa Chata, cresas/ Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
Cameron, Samuel, Alan Collins y Neill Thew. 1999, “Prostitution services: an exploratory
empirical analysis”, Applied Economics, núm. 31, pp. 1523-1529,
Campbell, Anne. 1993, Men, Women and Aggression. Nueva York: Basic Books.
——. [1984] 1991, The Girls in the Gang. A Reportfrom NewYork City. Nueva York: Blackwell.

194
BIBLIOGRAFÍA

Steve Muncer y Edward Coyle. 1982. “Social Representation of Aggression as an Ex-


planation of Gender Differences: A PreliminaryStudy”, Ageressive Behavior, vol 18, núm,
2, pp- 95-108.
Steven Muncer, Alison Guyy Maura Banim. 1996.“Social Representations of Aggres-
sion: Crossing the Sex Barrier”, European JournalofSocial Psychologo, vol. 26, pp. 135-147.
Campbell, Rosie y Maggie O'Neill. 2006. Sex Work Now. Londres: Routledge.
Cano, Gabriela. 2018, “El feminismoysus olas”, Letras Libres, noviembre.
Caro Baroja, Julio. 1968. “Honory vergúenza”, enJ. G. Perisuany (comp.), El concepto de
honor en la sociedad mediterránea. Madrid: Labor.
Carr, Neil y Yaniv Poria (eds.). 2010. Sex and the Sexual during People's Leisure and Tourism Ex-
periences. Newcastle: Cambridge Scholars Publishing.
Casillas, Rodolfo (coord.). 2013. Aspectos sociales y culturales de la trata de personas en México,
México: INACIPE.
Castellanos, Rosario. 1973. Mujer que sabe latín. México: Secretaría de Educación Pública,
colección SepSetentas,
Castells, Manuel, 2009. “La crisis de la democracia liberal”, conferencia impartida enel
seminario Explosiones sociales: una visión global, impartida en el Centro de Estudios Pú-
blicos de Chile, 6 de noviembre.
Castoriadis, Cornelius. [1990] 1992, “El estado del sujeto hoy”, en El psicoanálisis, proyectoy
elucidación. Buenos Aires: Nueva Visión.
. [1986] 1992, “El psicoanálisis, proyecto y elucidación”, en El psicoanálisis, proyectoy
elucidación. BuenosAires: Nueva Visión.
. [1975] 1993. La institución imaginaria de la sociedad. Buenos Aires: Tusquets.
Castro, Edgardo, 2004, El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas,
conceptos y autores. BuenosAires: Universidad de Quilmes/Prometeo.
Castro, Robertoy Carolina Agoff. 2008, “El carácter social de la indignacióny la impotencia
frente a la violencia de género”, en Roberto Castro e Irene Casique (eds.), Estudios so-
bre cultura, géneroy violencia contra las mujeres. México: Universidad Nacional Autónoma
de México, pp. 19-39.
Cepeda, Agustina y Débora D'Antonio. 2019, “Introducción”, El feminismoen la política y la
política de los feminismos, año 3, boletín núm. 2, Asociación Argentina para la Investiga
ción en Historia de las Mujeres y Estudios de Género,pp. 56.
Cerva Cerna, Daniela. 2020, “La protesta feminista en México. La misoginia en el discurso
institucional y enlas redessociodigitales”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales,
núm. 240, septiembre-diciembre, pp. 177-205,
Chamberlain, Prudence. 2017. The Feminist Fourth Wave. Affective Temporality. Londres: Pal-
grave Macmillan.
2016. “Affective Temporality: Towards a Fourth Wave”, Gender and Education, vol. 28,
núm.3, pp. 458-464,
Chang, Grace. 2013. “This is What Trafficking Looks Like”, en Nilda Flores-González, Anna

195
DOLOR Y POLÍTICA

Romina Guevarra, Maura Toro-Morny Grace Chang (eds.), hnmigrant Women Workers in
the Neoliberal Age. Chicago: Universityof Mlinois Press, pp. 56-71.
Chaparro, Amnenis, 2020b, “Paint it Purple: feminist interventions as epistemologica]
break”, ponencia presentada enla reunióndela Association for Political Theory, Uni.
versidad de Massachusetts, Amherst, 12 de noviembre.
Chaparro, Amneris. 20204, “Feminist interventions in Mexico City: the August 16th 2019
demonstrauon”, conferencia en la Cultural Studies Association, Columbia College,
Chicago, 29 de mayo.
Chateauvert, Melinda. 2013, Sex Workers Unite. A History of the Movement from Stonewall to
SlutWalk. Boston: Beacon Press.
Chemaly, Soraya. 2018. Anger Becomes Her. The Power of Women's Anger. Nueva York: Atria
Books. Hay traducciónel español: Enfurecidas. Reivindicarel poder de la ira femenina. Ma.
drid: Paidós, 2019.
Chemama, Roland. 1998, Diccionano del psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Cheng, Sealing. 2020. “Neoliberalizing sex, normativizing love”, en SimonSpringer, Kean
Birch y Julic MacLeavy(eds.), The Handbook of Neoliberalism. Londres: Routledge,pp.
227-236,
———. 2010, On the Move for Love. Migrant Entertainers and the U.S. Military in South Korra.
Filadelfia: University of Pennsylvania Press.
Chernin, Kim. 1986. The Hungry Self: Women, Eating and Identity. Nueva York: Harper Pe-
rennial.
1981, The Obsession. Reflections on the Tyranny ofSlenderness. Nueva York: Harper £ Row.
cimac (Comunicación e Información de la Mujer). 2018. Movilizacionesfeministas en la Ciu-
dad de México, 2007-2017. México: CIMAC.
Cochrane, Kira. 2013. All! the Rebel Women: the Rise of the Fourth Wave. Londres: Guardian
Shorts.
Coeuzce,John M. 1996. Giving Offense. Essays on Censorship. Chicago: The Universityof Chi
cagoPress.
Copjec, Joan. 2002. Imagine There's no Woman. Ethics and Sublimation, Cambridge: The MIT
Press. La traducción, Imaginemos que la mujer no existe, es del Fondo de Cultura Econó-
mica (2006).
Crenshaw, Kimberlé. 1995. “Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics and
Violence Against Women of Color”, en Dan Danielsen y Karen Engle (eds.), After Iden-
tity: A Reader in Law and Culture. Nueva York: Routledge.
Crowley Jack, Dana. 2001. Behind the Mask: Destruction and Creativity in Women's Aggression.
Harvard: Harvard University Press,
Cunningham, Scott y Manisha Shah, 2016. The Oxford Handbook of the Economics of Prostitu-
tion. Oxford: Oxford University Press.
Daich, Deborah y Mariana Sirimaco (coords.). 2015. Género y violencia en el mercado del sexo,
Política, policía y prostitución. Buenos Aires: Biblos.

196
BIBLIOGRAFÍA

y Cecilia Varela (coords.). 2020, Los feminismosen la encrucijada del punitivismo. Bue-
nos Aires: Biblos.
E RUZO. “Presentación. Enla encrucijada: ferninismos y poder punitivo”, en Deborah
Daich y Cecilia Varela (coords.). Los feminismos en la encrucijada del punitivismo. Buenos
Aires: Biblos.
2014. “Entreel combateala trata yla criminalización del uabajo sexual: las formas
de gobierno dela prostitución”, Delito y Sociedad, núm. 38, pp. 0384.
Day, Sophie. 2010. “The re-emergenceof *trafficking': sex work between slavery and free-
dom", Journal of the Royal Anthropological Institute, vol. 16, núm. 4, pp. 816-834.
De la Cerda, Dahlia. 2020. “Separatismo: la mayonesa feminista”, en www.tierraadentro.
cultura.gob.mx, consultadoel 30 de marzo de 2020.
Della Giusta, Marina, Maria Laura Di TommasoySteinar Strom. 2008. Sex Markets. A Denied
Industry. Londres: Routledge.
De Lauretis, Teresa. 1987. Technologies of Gender. Essays on Theory, Film and Fiction, Bloom-
ington: Indiana UniversityPress.
De Lora, Pablo. 2019. Lo sexuales político (y jurídico). Madrid: Alianza editorial.
Dean, Jonathany Kristin Aune, 2015. *“Feminism Resurgent? Mapping ContemporaryFe-
minist Activisms in Europe”, Social MovementStudies, vol. 14, núm. 4, pp. 375-395.
Debarbicux, Eric. 2008. Les dix commandements contre la violence á l"école. Paris, Odile Jacob.
Debord, Guy. [1969] 1999. Lasociedad del espectáculo. Barcelona: Pre-textos.
Dejours, Christophe. 2006. La banalización de la injusticia social. Buenos Aires: Topía.
Devereux, Georges. 1977. De la ansiedad al método. México: Siglo xx1 Editores.
Di Marco, Graciela con Alejandra Brenner. 2006. “Hablan las madres y abuelas de Plaza de
Mayo”, en Nathalie Lebon yElizabeth Maier (coords.), De lo privadoa lo público. 30 años
de lucha ciudadana de las mujeres en América Latina. México: Siglo xx1 Editores/LASA/
Unifem, pp. 125-140.
Diamond, Diana. 2009. “The Fourth Wave of Feminism: Psychoanalvtic Perspectives”, Stu-
dies in Gender and Sexuality, núm. 10, pp. 213-233,
Díaz-Romero, P. 2019, “Cuarta ola feminista: profundizando la democracia”, Barómetro de
Política y Equidad, núm. 15, Chile, pp. 135-146. Recuperado de http://barometro.sitio
sur.cl/barometros/chile-en-marcha-atras-elMargo-invieno-de-pinerai
Dietz, Mary. 1990. “El contexto es lo que cuenta”, debatefeminista, núm. 1, pp. 105-130.
Dorlin, Elsa. 2019, Autodefensa. Unafilosofía de la violencia. Navarra: Editorial Txalaparta.
Dresser, Denise. 2019. “Provocadoras”, Reforma, 19 de agosto de 2019.
Duggan, Lisa y Nan D. Hunter. 1995, Sex Wars. Sexual Dissent and Political Culture. Nueva
York: Routledge.
Echeverría, Bolívar. 2010. Modernidad y blanquitud. México: Era.
. 2008. “La modernidad americana. Claves para su comprensión”, en Bolivar Eche-
verría (comp.), La americanización de la modernidad. México: Era/Universidad Nacional
Autónoma de México.

197
DOLOR Y POLÍTICA

——. 2001. Definición de la cultura. México: Fondo de Cultura Económica.


Edelman, Lucila y Diana Kordon. 2018a. “Acerca de las producciones de subjetividad, Re.
definiendo subjetividad y psiquismo”, en Lucila Edelman, Diana Kordon y Carlos Pa.
chuk, Vinculos en crisis. Los grupos y las nuevas subjetividades en la era tecnológica. Buenos
Aires: Lugar Editorial, pp. 63-56.
—— 2018b. “Anclajes y desanclajes en las producciones actuales de subjetividad”, Lucila
Edelman, Diana Kordon y Carlos Pachuk, Vinculos en crisis. Los grupos y las nuevas subje
tividades en la era tecnológica. Buenos Aires: Lugar Editorial, pp. 95-103
Eisenstein, Hester. 2017, “Hegemonic feminism, neoliberalism and womenomics: “em-
powerment” instead of liberation?”, New Formations. Journal of Culture/Theory/Politia,
núm. 91, verano, pp. 35-49.
. 2005. “A Dangerous Liaison? Feminism and Corporate Globalization”, Science and
Sociely, vol. 69, núm. 3, pp. 487-518.
El País. 2018. “Trabajo destituye a su directora general porinscribir el sindicato de prosti-
tutas”, 4 de septiembre,p. 23.
Elenes, Evelyn. 2017. El artefeminista como triunfo de lo interesante sobre lo bello. Madrid: Edi-
torial Académica Española.
Enríquez Rosas, Rocío y Oliva López Sánchez (coords.). 2014. Las emociones como disposi-
tivos para la comprehensión del mundo social. México: Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Occidente/Universidad Nacional Autónoma de México-Facultad de Es-
tudios Superiores Iztacala.
Equipo Latinoamericano de Justicia y Género. 2012, Autonomía y feminismo. Siglo XXI. Escr-
tos en homenaje a Haydée Birgin. Buenos Aires: Biblos/ELA.
Eschle, Catherine y Bice Maiguashca. 2014. “Reclaiming Feminist Futures: Co-opted and
Progressive Politics in a Neo-liberal Age”, Political Studies, vol. 62, pp. 634-651,
Espinosa Damián, Gisela. 2009. Cuatro vertientes delfeminismo en México. Diversidad de rutas y
cruce de caminos. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Xochiímilco.
Estcinou, Rosario y Olbeth Hansberg (coords.). 2017. Acercamientos multidisciplinarios a las
emociones. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Evans, Dylan. 1997, Diccionario introductorio del psicoanálisis lacaniano. BuenosAires: Paidós.
Farley, Melissa, 2003. Prostitution, Trafficking and Traumatic Stress. Binghamton: The Hawor-
th Maltreatment € TraumaPress.
Federici, Silvia. 2020. Beyond the Periphery of the Skin. Rethinking, Remaking and Reclaiming
the Body in Contemporary Capitalism. Oakland-Toronto: Kairós/Pm/BLT/Autonomedia.
Ferrec, Myra Marx y Carol McClurg Mueller. 2007. “Feminism and the Women's Move-
ment: A Global Perspective, en David A. Snow, Sarah A Soule y Hanspeter Krieski (eds.),
The Blackwell Companion to Social Movements. Oxford: Blackwell Publishing, pp. 576-607.
Fitzgerald, Sharron A. y Kathryn McGarry(eds.). 2018. RealisingJustice for Sex Workers. An
Agenda for Change. Londres: Rowman£ Littlefield,
Flores D'Arcais, Paolo. 2001. El individuo libertario. Barcelona: Seix Barral.

198
BIBLIOGRAFÍA

Fondevila, Gustavo. 2018, “El hostigamientolaboral como forma de discriminación. Un


estudio cualitativo de percepción”, Revista Mexicana de Sociología, vol, 70, núm. 2, abril-
junio, pp. 305-329.
Foucault, Michel. 2019. /fistoria de la sexualidad 4. Las confesiones de la carne. Buenos Altres:
Siglo xx1 Editores.
— 2014. “El libro comoexperiencia”. en La inquietudpor la verdad. Buenos Aires: Si-
glo xx1 Editores.
[1977] 1991. “La voluntad de saber”, en Historia de la sexualidad, t. 1. México-Bue-
nos Aires: Siglo xx1 Editores.
Fraser, Nancy 201 3a. Fortunes offeminism:from state-managedcapitalism to neoliberal crisis. Nue-
a York: Verso Books.
-———_, 2013b. “Howfeminism became capitalism's handmaiden, and howto reclaim i6,
The Guardian, 14 de octubre de 2015. Hay traducción al español por Lola Rivera: “De
cómoel feminismo se convirtió en la criada del capitalismo, y cómo rectificarlo”, la li-
nea defuego, 21 de octubre de 2013. Reproducido en debatefeminista, vol. 50, octubre de
2014, pp. 131-134, Disponible en: bit.ly/245Xtys
————. 2009. “Feminism, Capitalism and the Cunning of History”, NewLeft Reviro, núm.
56, pp. 97-117.
——, Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya. 2019. Feminism for the 99 Percent. A Manifesto.
Nueva York: Verso. La traducción al español apareció en Herder el mismo año.
Freud, Sigmund, [1930] 1983. “El malestar en la cultura”, en Obras completas, vol. 21. Bue-
nos Aires: Amorrortu Editores.
. [1910] 1983. “Cincoconferencias sobre psicoanálisis. Un recuerdo infantil de Leonar-
do da Vinci y otras obras”, en Obras completas, vol. 21. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Frías, Sonia. 2011. “Hostigamiento, acoso sexual y discriminación laboral por embarazo
en México”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 73, núm. 2, abril-junio, pp. 329-365.
Fricker, Miranda. 2007. Epistemic Injustice. Oxtord: Oxford UniversityPress.
Frodi, Ann, Jacqueline Maculayy Pauline Ropert Thome. 1977. “Are WomenAlways Less
Aggressive than Men? A Review of the Experimental Literature”, Psychological Bulletin,
vol, 84, núm. 4, pp. 634-600.
Frohlick, Susan. 2016. Sexuality, Women and Tourism. Cross-border destres through contemporary
travel. Londres: Routledge.
Frye, Marilyn. 1983. The Politics of Reality: Essays in Feminist Theory. Berkeley: The Crossing
Press.
Fuentes, Diana. 2020. “La unamante la violencia de género: entre la vanguardia y el con-
servadurismo”, Revista Común, 25 de febrero de 2020,
Fuentes Valdivieso, Rocío. 2014. Bajo la mirada de los perpetradores. Mobbing y cultura. Méxi-
co: Instituto Politécnico Nacional.
Fuentes Vásquez, Lya Yaneth, Betulia Jiménez Escobar y Carlos Felipe Villar Guh! (eds.).
2019. “Violencia de género enlas universidades”, Nómadas,vol. 11, julio-diciembre.

199
DOLOR Y POLÍTICA

Gago, Verónica. 2018. “Nosotras paramos: notas hacia unateoría política de la huelgafe-
minista”, en Verónica Gago, Raquel Gutiérrez Aguilar, Susana Draper, Mariana Menén-
dez Díaz, Marina Montanelli y Sueli Rolnik, 8M/Constelación feminista, ¿Cuáles tu huelga?
¿Cuáles tu lucha? BuenosAires: Tinta Limón, pp. 7-23.
Gall, Gregor. 2016. Sex Worker Unionization. Global Developments, Challenges and Possibilities.
Londres: Palgrave Macmillan.
Gallagher, Catherine. 1999. “El sujeto del feminismo o una historia del precedente”, en
Fernando José García Selgas y José B. Monleón (eds.), Retos de la postmodernidad. Cien-
cias Sociales y Humanas. Madrid: Trotta, pp. 43-58.
García Canal, María Inés. 2002, Foucault y el poder. México: Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco
García Canclini. 1989. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Mé-
xico: Grijalbo.
Gargallo, Francesca. 2015, Feminismos desde Abya Yala. México: Universidad Autónomade
la Ciudad de México.
. 1997, “El feo encuentrodela necesidad”, debatefeminista, vol. 15, abril, pp. 333-337.
Gargarella, Roberto. 2018. ¿Castigar al prójimo? BuenosAires: Siglo xx1 Editores.
Genz, Stéphanie y Benjamin A. Brabon. 2009. Postfeminism. Cultural Texts and Theories.
Edimburgo: Edinburgh University Press.
Gil, Silvia L. 2011. Nuevosfeminismos. Sentidos comunes en la dispersión. Una historia de trayecto-
rias y rupturas en el Estado español. Madrid: Traficantes de Sueños.
Gill, Rosalind. 2016. “Post-postfeminism? Newfeminist visibilities in postfeminist times”,
Feminist Media Studies, vol. 16, núm.. 4, pp. 610-630.
———_ y Ngaire Donaghue. 2013. “As if Postfeminism Had Come True: The Turn to Agency
in Cultural Studies of *'Sexualisation””, en Sumi Madhok, Anne Phillips y Kalpana Wil-
son (eds.), Gender, Agency and Coercion. Londres: Palgrave Macmillan.
y Elena Herdieckerhoff. 2006. “Rewriting the romance: new femininities in chick
lit?”, Feminist Media Studies, vol. 6, núm. 4, pp. 487-504.
y Shani Orgad. 2017. “Confidence culture and the remaking of feminism”, New For-
mations, núm. 71, verano, pp. 16-34.
y Christina Scharff (eds.). 2011. New Femininities. Postfeminism, Neoliberalism and Sub-
jectivity. Londres: Palgrave Macmillan.
Giunta, Andrea. 2019. Feminismoy arte latinoamericano. BuenosAires: Siglo xxI Editores.
Goldman, Emma. 1977a. La hipocresía del puritanismo y otros ensayos. México: Ediciones
Antorcha.
. 1977b. Tráfico de mujeres y otros ensayos sobrefeminismo. Barcelona: Anagrama, colec-
ción Cuadernos Anagrama.
Goodwin, Jeff, James M. Jasper y Francesca Polleta. 2007, “Emotional Dimensionsof Social
Movements”, en David A. Snow, Sarah A Soule y Hanspeter Krieski (eds.), The Blackwell
Companion to Social Movements. Oxford: Blackwell Publishing, pp. 413-432,

200
BIBLIOGRAFÍA

Gould, Deborah B. 2009. Moving Politics. Emotion and ACT UP'S Fight against AIDS. Chicago:
University of ChicagoPress.
Grabham, Emily, Davina Cooper, Jane Krisnadas y Didi Herman. 2009. Intersectionality and
Beyond. Londres: Routledge.
Green, André. 1995. La causalité psychique. Entre nature et culture. París: Éditions OdileJacob.
Guerrera, Frida. 2018. 4Ni Una Más. Elfeminicidio en México: tema urgente en la agenda nacio-
nal. México: Aguilar.
Guerrero Tapia, Alfredo. 2017. “Psicología del victimario yla víctimade la violencia”, en
Gilberto Giménez y René Jiménez (coords.), La violencia en México a la luz de las ciencias
sociales. México: Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma
de México.
Guerrilla Girls. 2020. Guerrilla Girls: The Art of Behaving Badly. San Francisco: Chronicle
Books.
Gutiérrez Aguilar, Raquel. 2018. “La lucha de las mujeres contra todas las violencias en
México: reunir fragmentos para hallar sentido”, en Verónica Gago, Raquel Gutiérrez
Aguilar, Susana Draper, Mariana Menéndez Díaz, Marina Montanelli y Sueli Rolnik, $M
Constelación feminista. ¿Cuál es tu huelga? ¿Cuál es tu lucha? BuenosAires: Tinta Limón,
pp. 25-48,
———, Lucía Linsalata y Mina Lorena Navarro Trujillo. 2017 *Producing the Common and
Reproducing Life; Keys Towards Rethinking the Political”, en Ana Cecilia Dinerstein
(ed.), Social Sciences for an Other Politics. Women Theorizing Without Parachutes. Londres:
Palgrave Macmillan, pp. 79-92.
Gutiérrez, Griselda. 2004. Violencia sexista. Algunas claves para la comprensión delfeminicidio
en CiudadJuárez. México: PUEG, Universidad Nacional Autónoma de México.
Gutiérrez, Jessica. 2018. “Crónica de un (no) rescate de (no) víctimas de trata en México”,
en Marta Lamas (coord.), Comercio sexual y discurso sobre trata en México. Investigaciones,
experiencias y reflexiones. México: Universidad Nacional Autónoma de México,
Gutmann, MatthewC. 2000. Ser hombre de verdad en la Ciudad de México. Ni macho, ni mandi-
lón. México: El Colegio de México.
Hakim, Catherine. 2012. Capital erótico. Barcelona: Debate.
Hall, Stuart. 2011. “The Neo-Liberal Revolution”, Cultural Studies, vol. 25, núm. 6,
noviem-
bre, pp. 705-728.
Hall, Stuart. [1986] 2005. “La importancia de Gramscipara el estudio dela razayla etnici-
dad”, Revista Colombiana de Antropología, vol. 41, enero-diciembre, pp. 219-257,
——- [1986] 2003. “¿Quién necesita “identidad'?”, en Stuart Hall y Paul du Gay (comps.),
Cuestiones de identidad cultural. BuenosAires: Amorrortu Editores.
—— y TonyJefferson. [1993] 2006. Resistance through Rituals. Youth subcultures in postavar
Britain. Londres: Routledge.
—— y Miguel Mellino. 2011. La cultura y el poder. Conversaciones sobre los cultural studies.
Buenos Aires: Amorrortu Editores.

201
DOLOR Y POLÍTICA

Halley, Janet, 2006. Split Decisions. How and Why to Take a Break from Feminism. Princeton:
Princeton University Press.
, Prabha Kotiswaran, Rachel Rebouché e Hila Shamir. 2018, Governance Feminism. An
Introduction. Minneapolis: University of Minnesota Press.
Han, Byung Chul. 2014. La agonía del Eros. Madrid: Herder.
——— 2014. Psicopolítica. Madrid: Herder.
, 2012. La sociedad del cansancio. Madrid: Herder.
Hanssen, Beatrice. 2000, Critique of Violence. Between Poststructuralism and Critical Theory,
Londres: Routledge.
Hemmings, Clare. 2011. Why Stories Matter. The Political Grammarof Feminist Theory. Dur-
ham: Duke University Press.
Huacuz, Guadalupe. 2011, “Reflexiones sobre el concepto de violencia falocrática desde
el métodode la complejidad”, en María Guadalupe Huacuz Elías (coord,), La bifurca-
ción del caos. Reflexiones interdisciplinarias sobre violencia falocéntrica. México: Universidad
Autónoma Metropolitana-Xochimilco/Ítaca.
lllades, Carlos. 2019, “El fuego yla estopa. El anarquismo insurreccional en México”, Ne-
xos, edición electrónica, diciembre de 2019,
Innerarity, Daniel. 2015. Lapolítica en tiempos de indignación. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
. 2011. “Los sueñosylas urnas”, El País, México, 29 de octubre, p. 23,
Izquierdo, María Jesús. 2011. “La estructura social comofacilitadora del maltrato”, en Ma-
ría Guadalupe Huacuz Elías (coord.), La bifurcación del caos. Reflexiones interdisciplinarias
sobre violencia falocéntrica. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco/
Ítaca.
Jacoby, Russell. 1973. “The Politics of Subjectivity”, NewLeft Review, núm. 79 pp. 37-49,
Jaggar, Alison. 1989, “Love and knowledge: emotion in feminist epistemology”, Inquin,
núm. 32, pp. 151-176.
Jasper, James. 2013. “Las emociones y los movimientossociales: veinte años de teoría e in-
vestigación”, Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, año4,
núm. 10, Córdoba, Argentina, diciembre de 2012-marzo de 2013, pp. 48-68.
Jáuregui, Gabriela (comp.). 2018. Tsunami. México: Sexto Piso,
Kalyvas, Stathis N. 2010. La lógicade la violencia en la guerra civil. Madrid: Ediciones Akal.
Káppeli, Anne-Marie. 2000. “Escenarios del feminismo”, en Georges Duby y Michelle Pe-
rrot (coords.), Historia de las mujeres, t. 4: El siglo XIX. Madrid: Taurus.
Kapur, Ratna. 2005. EroticJustice. Law and the NewPolitics of Postcolonialism. Londres: Rout-
ledge.
Kelly, Patty. 2008. Lydia's Open Door. Inside Mexico's Most Modern Brothel. Berkeley: Universi:
ty of California Press.
Kempadoo, Kamala con Jyoti Sanghera y Bandana Pattanaik. 2012. Trafficking and Prostitu-
tion Reconsidered. NewPerspectives on Migration, Sex Work and Human Rights. Londres: Pa-
radigm Publishers.

202
BIBLIOGRAFÍA

yJo Doezema. 1998. Global Sex Workers. Rights, Resistance and Redefinition. Nueva York:
Routledge.
Kennedy, Duncan. 2016. Abuso sexual y vestimenta sexy. Buenos Aires: Siglo xx1 Editores.
Kitayama, Shinobu y Hazel Rose Markus (eds.). 1994. Emotion and Culture. Empirical Studies
of Mutual Influence, Washington: American Psychological Association
Kolteniuk, M. 1999. “¿Quées el aparato psíquico?”, en Marco Antonio Dupont (comp.),
Manualclínico de psicoterapia, vols. 3-4. México: ¡GH Editores.
Kotiswaran, Prabha. 2011. Dangerous Sex, Invisible Labor. Sex Work and the Lawin India.
Oxford: Princeton University Press.
Kulick, Don. 2003. “Sex in the New Europe. The Criminalization of Clients and Swedish
Fear of Penetration”, Anthropological Theory, vol. 3, núm. 2, pp. 199-218. Disponible en:
htup://bit.ly/239AAO8
L'Homme. 1999. Anthropologie Psychanalytique, Revue francarse d'anthropologie, núm. 149, ene-
ro-Marzo.
Lacan, Jacques. [1953] 2005. “Función y campode la palabray del lenguaje en psicoaná-
lisis”, en Escritos 1. BuenosAires: Siglo xx1 Editores.
Laclau, Ernesto y Chantal Mouffe. 1987. Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicali-
zación de la democracia. Madrid: Siglo xx1 editores.
Lamas, Marta. 2018. Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? México: Fondo de Cultura
Económica.
(coord.). 2018, Comercio sexualy discurso sobre trata en México. Investigaciones, experien-
cias y reflexiones. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
. 2017. “Las feministas y su participación en los procesos electorales de la transición
democrática 1985-2014”, en Ricardo Becerra (coord.), Informe sobre la democracia mexica-
na en unaépoca de expectativas rotas. México: Siglo xx1, pp. 56-60,
. 2016. “Feminismoyprostitución: la persistencia de una amarga disputa”, debatefemi-
nista, núm. 51, México, PUEG, Universidad Nacional Autónoma de México.
——. 2015. El largo camino a la ILE. Mi versión de los hechos. México: Universidad Nacional
Autónoma de México.
. 2014. “El feminismode Virginia Woolf: el caso de Tres guineas”, en Argentina Rodrí-
guez (coord.), Escribir como mujer. Ensayos sobre la obra de Virginia Woolf. México: Univer-
sidad Nacional Autónoma de México.
. 2000. “La radicalización democrática feminista”, en Benjamín Arditi (ed.), El reverso
de la diferencia. Caracas: Nueva Sociedad, pp. 81-98.
Langer, Marie. 1971. “Prólogo”, en Cuestionamos. BuenosAires: Granica,
Laplanche, Jean y Jean-Bertrand Pontalis. [1971] 1979, Diccionario de psicoanálisis. Barce-
lona: Editorial Labor,
Larrauri, Elena. 2007. Criminología crítica y violencia de género. Madrid: Trotta.
Larrondo, Marina y Camila Ponce Lara (eds.). 2019. Activismos feministas jóvenes. Emergen-
cias, actrices y luchas en América Latina. BuenosAires: CLACSO.

203
DOLOR Y POLÍTICA

Lasch, Christopher. [1979] 1991. La cultura del narcisismo. Barcelona: Editorial Andrés Bello,
Lazar, Michelle M. 2011. “The Right to Be Beautiful: Postfeminist Identity and Consumer
Beauty Advertising”, Rosalind Gill y Christina Scharff(eds.), New Femininities. Postfemi-
nism, Neoliberalism and Subjectivity. Londres: Palgrave Macmillan, pp. 37-51.
Lechner, Norbert. 2015, “Las sombras del mañana. La dimensiónsubjetiva de la política”,
en Política y subjetividad. Obras IV. México: Fondo de Cultura Económica/Facultad Lati-
noamerica de Ciencias Sociales (FLACSO).
. 1988. Los patios interiores de la democracia. México: Fondo de Cultura Económica.
Lee, Hermione. 1999, Virginia Woolf. Nueva York: Vintage Books.
Lees, Sue. 1994. “Aprender a amar. Reputación sexual, moral y control social de las jóve-
nes”, en Elena Larrauri (comp.), Mujeres, derecho penal y criminología. Madrid: Siglo xxi,
pp. 17-41.
Leites, Edmund. 1990. La invención de la mujer casta. La conciencia puritana y la sexualidad
moderna. Madrid: Siglo xx1 editores.
Librería de Mujeres de Milán. 1991. No creas tener derechos. La generación de la libertadfemeni-
na en las ideas y vivencias de un grupo de mujeres. Madrid: Editorial Horas y Horas.
Lipovetsky, Gilles. 1999. La tercera mujer: permanencia y revolución de lo femenino. Barcelona:
Anagrama.
. [1983] 1986. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Barcelo-
na: Anagrama.
Long Chu, Andrea. 2019. “The Impossibility of Feminism”, differences: A Journal of Feminist
Cultural Studies, vol. 30, núm. 1, pp. 63-78.
Lopes, Ana. 2011. “Sex Workers in the Labour Movement”, en Rosie Campbell y Maggie
O'Neill (eds.), Sex Work Now. Londres: Routledge, pp. 263-289.
Lorde, Audre. 1997. “The Uses of Anger”, Women's Studies Quarterly, vol. 25, núm. 1-2, pri-
mavera-verano, pp. 278-285.
Lucano Ramírez, Hilda Nely. 2020. “La lucha de las mujeresyla crítica a la violencia con-
tra los animales”, Piezas, nueva época, vol. x1, núm. 30, julio, pp. 70-80.
. 2017. A favor de los animales. Fragmentos filosóficos contra el especismo. México: Univer-
sidad de Guadalajara.
MacKinnon, Catharine. 2011. “Trafficking, Prostitution and Inequality”, Harvard Civil
Rights-Civil Liberties Law Revirwo, vol. 46, pp. 271-309.
. 1993. “Prostitution andCivil Rights”, Michigan Journal of Gender and Law, vol. 13,
núm. 1. http: //www.prostitutionresearch.com/mackinnon1.html
1989. Tinward a Feminist Theory of the State. Cambridge: Harvard University Press.
———. 1988. Feminism Unmodified: Discourses on Life and Law. Cambridge: Harvard Univer-
sity Press.
Lyotard, Jean-Francois. [1979] 1984. La condición posmoderna. Madrid: Cátedra.
Madhok, Sumi, Anne Phillips y Kalpana Wilson. 2013, Gender, Agency and Coercion. Londres:
Palgrave Macmillan.

204
BIBLIOGRAFÍA

Madrid, Elvira, Jaime Montejo y Rosa Icela Madrid. 2014. “Trabajadoras sexuales conquis
tan derechos laborales”, debatefeminista, núm. 50, México, octubre, pp. 138-159.
Maier, Elizabeth. 2006. “Acomodandoloprivado en lo público: experiencias ylegados de
décadas pasadas” en Nathalie LebonyElizabeth Maier (coords.), De lo privado a lo pú-
blico. 30 años de lucha ciudadanade las mujeres en América Latina. México: Siglo XX1 edito-
res/ LASA /Unifem, pp. 29-49,
Maldonado, Vanessa. 2018, “Políticas antitrata (de personas) en la frontera de México,
Chiapas-Guatemala: ¿rescate de víctimas o criminalización del trabajo sexual ylas mi-
graciones (indocumentadas)?”, en Marta Lamas (coord.), Comercio sexual y discurso so-
bre trata en México. Investigaciones, experiencias y reflexiones. México: Universidad Nacional
Autónoma de México, pp. 149-186.
Marcus, Jane. 2006. “Introduction”, en Virginia Woolf, Three Guineas. Londres: Harcourt.
Marcus, Sara. 2010. Girls to the Front: The True Story of the Riot Grrl Revolution. Nueva York:
Harper Perennial.
Marina, José Antonio y Marisa López Penas. 2013. Diccionario de los sentimientos. Barcelo-
na: Anagrama.
Martín-Gamero, Amalia. 1975. Antología delfeminismo. Madrid: Alianza editorial.
Mayer, Mónica. 2009. “Un breve testimonio sobrelos ires y venires del arte feminista en
México durante la última década del siglo xx y la primera del xx", debate feminista,
núm. 40, México, octubre, pp. 191-205.
Mbembe, Achille. 2003. “Necropolitics”, Public Culture, vol. 15, núm. 1, pp. 11-40.
McCall, Leslie. 2005. “The Complexityof Intersectionality”, Signs. Journal of Women in Cul-
ture and Society, vol. 30, núm. 3, Chicago.
McRobbie, Angela. 2020. Feminism and the Politics of Resilience. Essays on gender, media the end
of Welfare, Cambridge: Polity Press.
2016. Be creative! Making a Living in the NewCulture Industries. Cambridge: Polity Press.
. 2015. “Notes on the Perfect Competitive Femininity in Neoliberal Times”, Austra-
lian Feminist Studies, vol. 30, núm. 83, pp. 3-20.
. 2009, The Aftermath of Feminism. Gender, Culture and Social Change. Londres: Sage.
——. [1991] 2002. Feminism and Youth Cultur. Londres: Macmillan.
y Jenny Garber. [1975] 1993. “Girls and subcultures”, en Stuart Hall y TonyJefler-
son (eds.), Resistance through Rituals. Youth subcultures in postwvar Britain. Londres: Rout-
ledge. Haytraducción: “Las chicas ylas subculturas: una investigación exploratoria”, en
Stuart Hall y TonyJefferson, Rituales de resistencia. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014.
Meisch, Lynn A. 1995. “Gringas and Otavaleños. Changing Tourist Relations”, Annals of
Tourism Research, vol. 22, núm. 2, pp. 441-462.
Melgar, Lucía. 2020. “H8My 49M: un paso másporla justicia y la igualdad”, Proceso, núm.
2262, 8 marzo, pp. 16-17.
——-.2016. “Vivas, libres y unidas”, El Economista, 25 de abril. Reproducidoen el Boletín de
la Federación Mexicana de Universitarias, núm. 165, mayo de 2016.

205
DoLor Y POLÍTICA

AMA, oleranciacinte da wolencia, feminicidio ebmpunidad: algunas rebleiones”,


en María Guadalupe Hoacoz Elías (coord), La bifurcación del caos, Mefleziones imterdires
plinarias sobre molencia falocéntnca. México: Universidad Autónoma Metropolitana Lo
chimilco/Íaca,
Mela, Mónica, Carolina Torreblanca, María ZA, Cristina MacGregor, Jimena boría, Amé
ica boto, Lenicia Hamirez, Alejandra Leyva y Daniela Tejas, 2014, “La Cuarta Ola”, de
hate feminista, amo 25,000, 50, México, pp. 110-127,
Mendoza, Breny, 2014, Envayos de crítica feminista en nuestra Aménca. México; Herder,
Miller, Jody. 2001, One of the Guys: Cirls, Gangs and Gender, Oybord: Ox bord University Press
Miles, Jacques Ali, 2005, “Pieces détachées”, La canse frrdienne, nión. 00, pp. 151-472
Mingo, Araceli, 2020, “Juntas nos quitamos el miedo?, Fatudiantes ferninistas contra
la violencia sexista”, Hevista Iberoamericana de Educación Superior, vol, %4, núm. 3), pp,
0,
Minici, Horencia, 2018, “Resistencia permanente”, en Malena Nijensolin (comp), Los fe
minimos ante el neoliberalismo, Vienos Alres: LATIEA,
Misha, Panda. 2017, Ape of Anger Nueva York: Picador.
Moliner, María, 1985, Diccionario del uso del español Madrid: Gredos,
Molynewe, M,, Adríja Dey, Malu A. E Gatto y Holly Rowden, 2020, “Ferminist activism 2%
year alter Deljinyó, Gender (7 Development, vob, 24, am, 2, pp. 915350,
Monárrez, Julia, 2014, “El continuo dela Juehba del ferninismo contra la violencia o morár
enn espacio plobalizado transfronterizo: teoría y práctica del movimiento antidemi-
niodaen Ciudad Juáres”, en María Guadalupe Huacuz Esías (coord), La bifurcacióndel
caos, HMeflexiones intelisciplinarias sobre violencia faloréntrica, México: Universidad Autóno-
mía Metropolitana Xochimilco/Ítac A
2000, Trama de una injusticia, Pemínicidio sexual sistémico en CiudadJuárez México: El
Colegio de la Frontera Norte/Miguel Ángel Porrúa.
2007. Los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez”, en Marta Lamas (comp), Mi
radas feministas sobre las mexicanas del siglo Xx. México: Fondo de Cultura Económica,
2002, “Feminicidio serial en Ciudad Juárez 1993-2001%, debate feminista, vol. 25, pp.
IDO,
Monsiváis, Carlos, [1970] 2017, “Necrología de la tradición: catálogo de instituciones
mexicanas recientemente fenecidas”, en Días de guardar, México: Era,
Moreno, Hortensia y Araceli Mingo, 2010, “Temor, desprecio y deseo como figuras del se.
amo en da munivensidad”, Nómadas, Hevista de Ciencias Sociales, núm. BD), Bogotá, Univer.
sidad Central,
Moulle, Chantal, 2044, Agonística, Pensar el mundo políticamente, buenos Aires; Fondo de
Coltura Económica,
cñigo Vrrejón, 2015, Construir pueblo, Hegemonía y radicalización de la democracia. Var
celona; Icaria,
Mueller, Carol, 1995, “The Organizational Pasis of Conflict in Contemporary Ferminism?,

206
VIA yl
———— : o — - ,

en Myra Marz Ferree y Patricia Vancey Mario leds), Femina Organizations Slarvet of he
Nav Womens Miuvement. Piladelíiva, Vesnple Univenity Press, pp 104917
Narayan, Uma, 198%, “Working toyerher acres dierencer ne cdas 0ero
on and political practice”, Hipatia, núm. 3, pp. 21.47,
sengeh Mensah, María, Claire Y hibontot y Dime Toupin, 200). Lutes LIZ. Insprratins du
mouvement des travailleuses du sexe Quebec Les édions de renmucsrénagr
sivón Bolán, Eduardo, 2012, Voces híbridas. Meflezunes en tono a la hna de Cerrcía Cane
México: Siglo x%1 Editores
vúñez, Lucía. 201%, El género en la lez penal: crítica feminista de la ilusión punitiva México,
mo/Univensidad Nacional Autónoma de México
Núñez Castíllo, Katia Yocasta y María Oliver Torres, 201%, "Categorías hegermónicas de yé-
nero, perspectivas de géneroy roles de género en el análicis delas denominadas Dar
das latinas”, Metamorfosis, HMevista del Centro ema Sofía sobre Adolescencia y juventud. múro
B, junio, pp. 44-102,
Nusbaumn, Martbra, 2016, Anger and Poryiveness, Hrsentment, Ceneraty, Justur Orford:
Oxbord University Press, Haytraducción del Fondo de Cultura Económica de 201%: La
ira y el perdón. Hesentimiento, generosidad, justicia.
OO, “Beyond Compassion and Humanity, Justice for Nonhuman Animal”, en
Cass Sunstcin y Martha Nussbaurn (eds), Animal KFights, Current Debates and New Dire
tions. Oxlord: Oxford University Press, pp 299-320,
A 3999, "Whether from Reason or Prejudice, Taking Moneyfor Bodily Seráces”, en
Sex and SocialJustice, Oytord: Oxford University Press.
Oates, Joyce Carol, 199%, Firefox, Nueva York: Penguin Random House
O'Connell Davidson, Julia, 2014, “¿Podría la verdadera esclava sexual dar un paso adelan-
07, debate feminista, núm, 50, México, octubre, pp. 256-270,
2008, “Trafficking, Modern Slavery and the Human Security Agenda”, Human Secu
ity Journal, vol, 6, primavera, pp. 8-15,
¿Julia y Bridget Anderson, 2006, “The Trouble vith Traficking”, en Christien L.
van den Anker y Jeroen Doomernik (eds), Traffiching and Women's Fight Wampshire:
Palgrave Macmillan, pp. 11-26.
Oflen, Karen. 2015, Feminismos europeos 1700-1950. Una historia política. Madrid: Ediciones
Aral,
Olabuenaga, Ana María, 2010, Linchamientos digitales, México: Paidós,
Olmsted, Michael S, 1978, £l pequeño grupo. Buenos Aires: Paidós,
O'Neill, Maggie 2001, Prostitution E? Feminism, Towards a Politics of Feeling. Cambridge: Polity.
050, 2000, “Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especial.
mente mujeres y niños”, Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organi
zada Transnacional. Valermo: ONU,
Orbach, Susie, 1979, Fat is a Feminist Issue. Nueva York: Berkley Publishing.
Palumbo, Mariana, 2010, “El feminismoenla tesis 11%, en El feminismoenla política y la

207
DOLOR Y POLÍTICA

política de los feminismos, año3, boletín núm. 2, Asociación Argentina para la Investiga-
ción en Historia delas Mujeres y Estudios de Género, pp. 7-8.
Pankhurst, Emmeline. [1914] 1975. “Mi propia historia”, en Amalia Martín-Gamero, Anto-
logía delfeminismo. Madrid: Alianza editorial.
Parreñas, Rhacel. 2011, /Mlicit Flirtations. Labor, Migration and Sex Trafficking in Tokyo, Stan-
ford: Stanford University Press,
Peña Saint Martin, Florencia y Rocío Fuentes Valdivieso. 2012. Tras las huellas del asedio gru-
pal en México (mobbing). México: Instituto Politécnico Nacional / Universidad Autónoma
de Nuevo León.
Peña Saint Martin, Florencia y Sergio G. Sánchez Díaz (coords.). 2009. Testimonios de mob-
bing. El acoso laboral en México. México: Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Pereda, Carlos. 1999. Crítica de la razón arrogante: cuatro panfletos civiles. México: Taurus.
Pérez Correa, Catalina. 2019. “Perpetuadores y perpetradores”, El Universal, 20 de agosto
Peristiany,J. G. 1968,El concepto de honor en la sociedad mediterránea. Madrid: Editorial Labor.
Phillips, Anne. 2013, Whose body? Whose Property? Londres: Palgrave Macmillan.
Pichon-Rivicre, Enrique. 1975. El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología grupal. Bue-
nos Aires: Ediciones Nueva Visión.
Pisetta, Antonella, 2019. “¿Cómosurgió el movimiento Ni Una Menos?”, Perfil, 7 de marzo.
Pitch, Tamar. 2020. "Feminismo punitivo”, en Deborah Daich y Cecilia Varela (coords.),
Losfeminismos en la encrucijada del punitivismo. BuenosAires: Biblos, pp. 21-31.
. 2014. “La violencia contra las mujeres y sus usos políticos”, Anales de la Cátedra Fran-
cisco Suárez, núm. 48, pp. 19-29,
. 2009. “Justicia penal y libertad femenina”, en Gemma Nicolás y Encarna Bodelón
(comps.), Género y dominación. Críticasfeministas del derecho y elpoder, Barcelona: Anthropos.
Poniatowska, Elena. 2020, “Si no somosviolentas, nadie nos hace caso. Entrevista a Laura
Ponte”, LaJornada, 15 de marzo.
Pons Rabasa, Alba y Siobhan Guerrero McManus 2018 Afecto, cuerpo e identidad, Reflexiones en-
carnadas en la investigación feminista. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Powell, Rachel yJohn Clarke. [1993] 2006. “A note on marginality” en Stuart Hall y TonyJefler-
son (eds.), Resistance through Rituals. Youth subcultures in postavar Britain. Londres: Routledge.
Preciado, Paul B. 2013, “Droits des femmesautravail... sexuel”, Libération, 20 de diciembre.
Priego, María Teresa. 2020, “La sororidad que se construyey el mujerismoutilitarista”, La
Silla Rota, % de marzo.
Ranciere, Jacques. 1996. El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires: Nueva Visión.
Real Academia Española. 2010. Diccionario de americanismos. Madrid: Santillana.
—— 1992, Diccionanode la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe.
Reckitt, Helena. 2018. The Art of Feminism. Images that Shaped the Fight for Equality, 1857-
2017. San Francisco: Chronicle Books.
Red Mexicana de Feministas Diversas. 2018, Manifiesto desde los feminismos mexicanos sobre el
acoso sexual y otras formas de violencia hacia las mujeres.

208
BIBLIOGRAFÍA

Reguillo, Rossana. 2012. Culturas juveniles. Formas políticas del desencanto. México: Siglo xx1
Editores,
Riley, Denise. 1988, Am1 That Name? Feminism and the Category of Women' in History. Minnea-
polis: University of Minnesota Press.
Rodríguez, Gabriela y Benno de Keijzer. 2002. La noche se hizo para los hombres. México: Po-
pulation Council /Edamex.
Rodríguez Magda, Rosa María. 2002. “Presentación”, Del post al ciberfeminismo, Debats núm.
76, Institució Alfons el Magnanim, primavera.
Rosaldo, Michelle Z. 1984. “Toward an anthropologyofself and feeling”, en Richard A
Shweder y Robert A. LeVine (eds.), Culture Theory. Essays on Mind, Self and Emotion.
Cambridge: Cambridge University Press, pp. 137-157.
Rosaldo, Renato. [1989] 1993, Culture and Truth. The Remaking of Social Analysis. Londres:
Routledge. Hay traducción: Cultura y verdad. Nueva propuesta de análisis social. México:
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Grijalbo, 1991.
Rose, Jacqueline. 2011. “An Interview with Jacqueline Rose”, en Justin Clemens y Ben Na-
parstek (comps.), TheJacqueline Rose Reader. Durham: Duke University Press.
Rose, Nikolas. 2019. “Identidad, genealogía, historia”, en Stuart Hall y Paul du Gay (comps.),
Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires: Amorrortu Editores,
—— 1999. Governingthe Soul. The Shaping ofthe Private Self. Londres: Free Association Books.
———. 1998. Inventing Our Selves. Psychology, Power and Personhood. Cambridge: Cambridge
University Press.
Rottenberg, Catherine, 2018. The Rise of Neoliberal Feminism. Oxford: Oxford University
Press.
, 2017, “Neoliberal Feminism and the Future of the Human Capital”,' Signs, vol. 42,
núm. 2, pp. 329-348.
Roux, Sébastien. 2016, “Affects”, en Juliette Rennes (coord.), Encyclopédie Critique du Genre.
París: Éditions La Découverte.
Rozitchner, León. 1982. Freud y el problema del poder, BuenosAires: Folios Ediciones.
Sainz de Robles, Federico Carlos. 1984. Diccionario español de sinónimos y antónimos. Madrid:
Aguilar.
San Martín, Neldy. 2020. “Toma feminista de la Facultad de Filosofía: 'Que arda todo lo
que tenga que arder'”, Proceso, 18 de enero.
Sánchez Taylor, Jacqueline. 2001, “Dollars Are a Girl's Best Friend? Female Tourists' Se-
xual Behaviour in the Caribbean”, Sociology, vol. 35, núm. 3, pp. 749-764,
Santacruz Giralt, María. 2019. “Mujeres en pandillas salvadoreñas ylas paradojas de una
agencia precaria”, Papeles del CEIC, núm. 1, pp. 1-20.
Santoro, Sonia. 2020, “Prostitución: ¿un trabajo o violencia de género?”, Página 12, Argen-
tina, 9 de junio.
Santos, Boaventura de Sousa. 1998. De la mano de Alicia. Lo socialy lo político en la posmoder-
nidad. Bogotá: Siglo del Hombre Editores/Universidad de los Andes.

209
DOLOR Y POLÍTICA

Sanz, Marta (comp.). 2019. Tsunami. Miradas feministas. Madrid: Sexto Piso.
Satz, Debra. 2010. Way Some Things Should Not Befor Sale. The Moral Limits ofMarkets. Oxford:
Oxford University Press.
Saucedo, Irma (coord.). 2011. Violencia contra las mujeres en México. México: PUEG/ONUMujeres,
2002. “De la amplitud discursiva a la concreción de las acciones: los aportes del fe-
minismoa la conceptualización de la violencia doméstica”, en E. Urrutia (comp.), Es-
tudios sobre las mujeres y las relaciones de género en México: aportes desde diversas disciplinas.
México: El Colegio de México.
y María Guadalupe Huacuz Elías. 2011. “Movimientos contra la violencia hacia
las mujeres” en Gisela Espinosa y Ana Lau (coords.), Un fantasma recorre el siglo, Lu-
chas feministas en México 1910-2010. Universidad Autónoma Metropolitana/ Ítaca, pp.
213-243,
Schild, Verónica. 2015. “Feminism and Neoliberalism in Latin America”, New Left Revino,
núm. 96, pp. 59-74.
Schwichtenberg, Cathy(ed.). 2019. The Madonna connection: Refresentationalpolitics, subcul-
tural identities, and cultural theory. Nueva York: Routledge.
Scoular, Jane 2010. “What's Law Go To Do With It? How and Why Law Matters ín the Re-
gulation of Sex Work”, Journal of Law andSociety, vol. 37, núm. 1, pp. 12-39.
Sefchovich, Sara. 2020. “La violencia de género: propuesta para combatirla”, Revista Mexi-
cana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 240, septiembre-diciembre, pp. 527-533,
2019. *Claudia ylos policías”, El Universal, 18 de agosto.
Segato, Rita Laura. 2018. Contra-pedagogías de la crueldad. Buenos Aires: Prometeo,
———_.2016. La guerra contra las mujeres. Madrid: Traficantes de Sueños.
. 2006. La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en CiudadJuárez. Territorio, sobe-
ranía y crímenes de segundo estado. México: Universidad del Claustro de SorJuana.
20052. Las estructuraselementales de la violencia. Buenos Aires: Universidad de Quilmes.
Serur, Raquel y Fabio Vélez (comps.). 2016. Marta Lamas dialoga con XY. México: Universi-
dad Nacional Autónoma de México,
Silva-Herzog Márquez, Jesús. 2020. “El estruendode las ausentes”, Keforma, 9 de marzo.
S - 2019, “La ira noble”, Reforma, 19 de agosto.
Sinéctica. 2013. “Entrevista a Lorena Wolífer”, Sinéctica. Revista electrónica de educación,
núm. 40, México, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.
Sontag, Susan. 1978, Jllness as Metaphor, Nueva York: Farrar, Straus ée Giroux. Hay traduc-
ción: La enfermedady sus metáforas, Barcelona: Muchnik editores, 1984,
Spivak, Gayatri Chakravorty. 1989. “In a Word”, entrevista realizada por Ellen Rooney, en
Differences, vol. 1, núm. 2, verano.
Srinivasan, Amia. 2018. “The Aptness of Anger”, TheJournal of Political Philosophy, vol. 26,
núm. 2, pp. 123-143,
Stromgquist, Nelly P. 2007, Feminist Organizations and Social Transformation in Latin America.
Boulder: Paradigm Publishers,

210
BIBLIOGRAFÍA

Suárez de Garay, María Eugenia y Nelson Arteaga Botello, 2016, Violencia, seguridad y sis
dad en México. México: cComecso/Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Suárez Navaz, Liliana y Rosalva Aída Hernández (eds.). [2008] 2011. Deseclonizando elfomi
nismo. Teorías y prácticas desde los márgenes. Madrid: Ediciones Cátedra.
Sunstein, Cass R. y Martha C. Nussbaum (eds.). 2004. Animal Kights. Current Debates and
Nas Directions. Oxford: Oxford University Press,
Tarducci, Mónica y Deborah Daich. 2018, Mujeres 3 feminismo en minimunto. Pohtzarame
de la vida cotidiana. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires.
Tercera Vía. 2018, https://terceravia.mx/2018/03/estadaHoardrbemomalrrlarrar
blea-interuniversitaria-mujeresenda-unam/
Thompson, Kenneth. [1998] 2014, Pánicos morales, Bernal: Universidad Nacional de
Quilmes.
Tiburi, Marcia. 2015. ¿Cómo conversar con un fascista? Reflexiones sobre el autoritarismo de la
vida cotidiana. México: Ediciones Akal.
Tinat, Karine. 2019, Las bocas útiles. Aproximaciones sociológicas y antrataligiras a la anreria
México: El Colegio de México.
Tolokonnikova, Nadya, 2019. Read and Riot. A Pussy Riot Guide to Actrvism. Londres: Coronet.
Torres, Claudia. 2018. “Ambigúedades y complejidades: el régimen de trata con fines de
explotación sexual y el (no) reconocimiento del trabajo sexual en México”, en Marta
Lamas (coord.), Comercio sexual y discurso sobre trata en México, Investigaciones, exprime:
y reflexiones. México: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 107-131.
Torres Falcón, Marta. 2001. La violencia en casa. México: Paidós.
Traister, Rebecca. 2018. Good and Mad. Hay traducción al español: Buenas y enfodadas, El
poder revolucionario de la ira de las mujeres. Madrid: Capitán Swing, 2019.
Trejo Delarbre, Raúl. 2018. “Cuando el combate a la discriminaciónes coartada del pensa-
miento único. Intolerancias, medios yredes sociodigitales”, en Jesús Rodríguez Zepeda
y Teresa González Luna Corvera (coords.), El prejuicio y la palabra. Los derechos a la libre
expresión y a la no discriminación en contrastes. México: Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación /Redde Investigación sobre Discriminación, pp. 221-247,
Turati, Marcela, 2016. “La guerra me hizo feminista”, en Lydia Cacho, Sergio González
Rodríguez, Anabel Hernández, Diego Enrique Osorno, Emiliano Ruiz Parra, Marcela
Turati yJuan Villoro, La ira de México. México: Debate, pp. 235-244,
Valencia, Sayak. 2010. Capitalismo Gore. Barcelona: Melusina.
Valenzuela, José Manuel. 2019. Trazos de sangre y fuego. Bio-necropolítica y juvenicidio en Amé
nica Latina. México: Universidad de Guadalajara/ Centro Maria Sibylla Merian de Estu-
dios Latinoamericanos Avanzados en Humanidadesy Ciencias Sociales.
——-. 2012. Sed de mal. Feminicidio, jóvenes y exclusión social. México: El Colegio de la Fron-
tera Norte/Universidad Autónoma de Nuevo León.

211
DOLOR Y POLÍTICA

y Mabel Moraña, 2017, “Vidas carenciadasyresistencias sociales”, en Mabel Moraña y


José Manuel Valenzuela (coords.), Precariedades, exclusiones y emergencias, Necropolítica y so-
ciedad civilen América Latina. México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa/
Gedisa.
Van den Anker, Christien L. y Jeroen Doomernik, 2006. Trafficking and Women's Rights,
Hamphshire: Palgrave MacMillan.
Vance, Carol S. (ed.). 1984. Pleasure and Danger: Exploring Female Sexuality. Boston: Rout-
ledge/Paul Kegan.
Varela, Nuria. 2020. “El tsunami feminista”, Nueva Sociedad, núm. 286, pp. 93-106.
. 2019. Feminismo 4.0. La cuarta ola. México: Penguin Random House,
VV. AA. 1995. “El financiamiento: el ruido del dinero”, debate feminista, núm. 12, México,
octubre, pp. 273-296.
Wacquant, Loic, 2010, Castigar a los pobres. Barcelona: Gedisa.
Weber, Max. [1919] 2017. El político yel científico. Madrid: Alianza editorial.
Weeks, Jeffrey. 1998. Sexualidad. México: PUEG, Universidad Nacional Autónoma de
México/Paidós.
Weitzer, Ronal. 2012, Legalizing Prostitution. From Ilicit Vice to Lawful Business. Nueva York:
NewYork University Press.
. 2010. “The Mythologyof Prostitution: Advocacy Research and Public Policy”, Sexua-
lity Research andSocial Policy, vol. 7, núm. 1, pp. 15-29.
———. 2009. "Sociology of Sex Work”, Annual Reviewof Sociology, vol. 35, pp. 213-234.
. 2007. “The Social Construction of Sex Trafficking: Ideology and Institutionaliza-
tion ofa Moral Crusade”, Politics and Society, vol. 35, núm. 3, pp. 447-475.
. 2005. “Flawed Theory and Methodin Studies of Prostitution”, Violence Against Wo-
men, vol, 11, núm. 7, pp. 934-949.
Woldenberg, José. 2019. “Violencia no”, El Universal, 20 de agosto.
Wolf, Naomi. 1991. The Beauty Myth. How Images of Female Beauty Are Used Against Women,
Nueva York: William Morrow £ Co.
Woolf, Virginia. [1938] 2006. Three Guineas. Londres: Harcourt. Hay traducción en espa-
ñol: Tres guineas, Buenos Aires: Sudamericana, 1979, y Tres guineas, Barcelona: Lumen,
1999.
Wood, Helen. 2019. “Fuck the patriarchy: towards an intersectional politics of irreverent
rage”, Feminist Media Studies, vol. 9, núm. 4, pp. 609-615,
Wrye, Harriet Kimble. 2009. “The Fourth Wave of Feminism: Psychoanalytic Perspectives
Introductory Remarks”, Studies in Gender and Sexuality, núm. 10, pp. 118-189,
Young,Iris Marion. 2005. “Lived Bodyvs. Gender: Reflections on Social Structure”, en On
Female Body Experience, Oxford-Nueva York: Oxford University Press, pp. 12-26.
Zeisler, Andi. 2016. We Were Feminists Once. From Riot Grrrl to Cover Girl, the Buying and Selling
of a PoliticalMovement. Nueva York: Public Affairs.

212
As
A

Ánexo A
Determinación delE
as prácticas sociales individua
uall e
según Pierre Bourdieu
:

Historia individual das


encias pasa
activa de las experi Interiorización
presencia
de la exterioridad

Lógica específica

Actualidad
Hábitus
Coyuntura
Esquema de percepción
de pensamiento
de acción

Individuo
y

Prácticas sociales individuales


(comunes y constantes)
Producción libre de los pensamientos

213
Anexo B
Movilización Nacional contra las Violencias Machistas
Pronunciamiento de la Ciudad de México $24*

Hoy 24 de abril del 2016 nosotras, mujeres feministas, mujeres sin partido, mujeres
de todas las diversidades, estamos aquí frentea la historia reciente de México para
gritar, exigir, denunciar que estamos hartas de todos los tipos de violencia machista
a los que sobrevivimos día a día, desde la más directa, hasta la que proviene de las
partes más obscuras de este sistema económico,político y cultural heteropatriarcal
capitalista; de este Estado fallido e indolentemente feminicida, que nos reconoce
comosujetas fiscales, como mano de obra, comocapital intelectual y manual para
acrecentar su riqueza, pero nos desconoce como personas, que nos quita la ident+-
dad en todos los sentidos, condenándonos a una fosa comúnenla historia.
Hoy mujeres obreras, campesinas, indígenas, mestizas, estudiantas, mi-
litantes, maestras, activistas, trabajadoras sexuales y trabajadoras del hogar, ar
tistas, cocineras, lesbianas, bisexuales, heterosexuales, mujeres trans, disidentas
sexogenéricas, mujeres de todas las corporalidades, mujeres con discapacidades,
mujeres de todas las clases, profesionistas, analfabetas, encarceladas, guerrilleras,
presas políticas, parteras, chamanas, mujeres en situación de calle..., tenemos un
propósito común: manifestar nuestro absoluto hartazgo, nuestra rabia acumu-
lada en contra dela violencia estructural, cultural e institucional que creciente-
mente provoca cifras alarmantes de feminicidios, el extremo más grave de estas
violencias, que convierten las desapariciones forzadas y asesinatos de mujeres en
manifestaciones brutales de odio y amarillismo.
Hoy nos manifestarnos multitudinariamente para visibilizar estas violen-
cias machistas, pero no queremos dejar esta movilización como un mero acto de
rechazo y condena sino que es nuestra vía para DENUNCIAR Y EXIGIR.
En esta movilización contra las violencias machistas, buscamos quela de-
nuncia y la exigencia se conviertan en un inmenso, hondo y duradero grito colec-
tivo que haga temblar las instituciones gubernamentales y privadas, económicas,
culturales, de medios de comunicación. Un grito que fracture las columnas sobre
la que descansa el heteropatriarcado capitalista que nos domina, oprime, explo-
ta y violenta.

214
ci cc
ANEXO B. MOVILIZACIÓN NACIONAL CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS

Lo que en este pronunciamiento exigimos no debe ni puede quedarse


en el archivo de lo postergable, de lo que pueda olvidarse. Cada exigencia a la
que aquí llamamos es también unavía de solución que ya incorporamos en nues-
tras luchas y propósitos.
Las mujeres feministas y no feministas aquí reunidas denunciamosy exi-
gimos que esta Ciudad que se dice “amigable”, que dice estar a la vanguardia de
nuestro país, reconozca y enfrente las violencias machistas quelas diversas muje-
res que somosvivimosen ella día con día y que hoy venimos a denunciar.
Nosotras, ciudadanas, integrantes de la sociedad civil, mujeres sin par-
tido, estamos hoy aquí para denunciar y exigirles a quienes han sido sordos a
nuestros reclamos y demandas, sean autoridades de gobierno, propietarios de
empresas, ministros de culto, líderes sindicales, policías de a pie o los machos
que encontramos en las calles: ¡No más violencias contra las mujeres!, ¡ni una
menos!, ¡si-tocas a una, respondemos todas!
Queremos, al mismo tiempo, enfatizar que las exigencias que ahora pre-
sentamosa las mujeres, a la ciudadanía y a los gobiernos local y federal tienen
la gravedad y urgencia de asuntos de emergencia nacional que no pueden, no
deben dejarse de lado, cuando se acaban las campañas políticas, o las reuniones
con organismos de la ONU, o después de que pasan las fechas del 8 de marzo y el
25 de noviembre, porque no volveremos nunca más a resignamos, a replegarnos
al silencio suicida. Con las acciones de este 24a estamos llevando a cabo la mayor
movilización de mujeres en toda la historia de México, que relanzará los feminis-
mos en México y nos coloca ya como uno de los movimientos sociales más impor
tantes en el presente de nuestra Ciudad y nuestro país.
La Ciudad de México, contra lo que pueda pensarse o quieren hacernos
creer sus autoridades, es un espacio geográfico, socioeconómico, cultural, ad-
ministrativo y político donde las violencias machistas las vivimos diariamente las
diversas mujeres que allí habitamos, o que transitamos por sus calles y espacios
públicos, usamos sus transportes y asistimos a sus instituciones de salud, educa-
ción o a sus centros laborales.
En esta Ciudad vivimosla trata de mujeres encabezada por Cuauhtémoc
Gutiérrez de la Torre, líder priísta quien sigue libre; la detención por tres meses
de Yakirí Rubio por haber defendido su vida asesinando al hombre quela violó e
intentó matar; el crimen dela activista Nadia Vera, de Yesenia, Nicole, Alejandra

215
DOLOR Y POLÍTICA

y de un periodista en la Colonia Narvarte; la agresión sexual en un transporte


público contra Gabriela Nava, estudiante de l a Facultad de Estudios Superiores
Acatlán de la unam; la situación de esclavitud quevivió lajoven Zunduri en la De-
años, cuyo cadá-
legación Tlalpan; el abuso sexual y asesinato de una bebé de dos
ver fue escondido en una maleta abandonada en la calle; el descuartizamiento de
la menor Sandra Camachoen Tlatelolco; la agresión sexual en contra dela perio-
dista Andrea Noel en la Colonia Condesa; las desapariciones forzadas dejovenas
como Ana Cristina Suárez Espinosa, apenas hace una semana, las violaciones y
asesinatos de mujeres trans, lesbianas y bisexuales,y los feminicidios que son una
de las muestras más brutales de descomposición social.
La violencia es cotidiana en los acosos y agresiones sexuales enla calle y
los transportes públicos, a pesar de medidas fallidas como los vagones y espacios
para mujeres. El acoso y hostigamiento sexuales también están presentes en los
centros escolares y académicos, sean públicos o privados, en los que se ha encu-
bierto y protegido a maestros y empleados agresores y que han llevado a denun-
cias, movilizaciones y campañas de protesta.
En la Ciudad de México las mujeres enfrentamos tambiénla violencia
que implica la precarización del trabajo y el salario, con contrataciones tempo-
rales, la proliferación del outsourcing así como los despidos, por razones de dis-
criminación, hostigamiento sexual y laboral y favoritismos políticos, como ha
ocurrido en delegaciones y en dependencias y entidades del Gobierno dela Ciu-
dad de México, señaladamente en el Instituto de las Mujeres y el Instituto de
Educación Media Superior.
Igualmente padecemos prejuicios y agresiones en las consultas ginecoló-
gicas y la atención obstétrica, así como en los servicios de salud sexual y los casos
de aborto a pesar de la ILE. En esta Ciudad, en los centros de detención y cárceles
las mujeres viven en condiciones de abuso y explotación sexual o de abandono,
padeciendo hacinamiento, pobreza y estigmatización, que también recaen sobre
sus hijos e hijas que viven con ellas. La desprotección y negligencia se extienden
a la población en situación de calle, y dentro de ella a mujeres adultas mayores,
niñas y adolescentes, quienes se encuentran totalmente invisibilizadas.
A las mujeres que hoy nos movilizamos resulta claro que:

216
i
ANEXO B. MOVILIZACIÓN NACIONAL CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS

1. El Estado mexicano,en sus diferentes poderes y órdenes de gobierno,


es responsable de las violencias machistas en nuestra contra,por in-
cumplimiento de las obligaciones constitucionales y las derivadas de
los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, hoy al
mismo nivel, que garantizan y protegen nuestros derechos fundamen-
tales, destacadamente a la igualdad y la no discriminación, a una vida
libre de violencia, y a los derechos políticos, económicos, sociales, cul-
turales y ambientales. Por ello gritamos con contundencia: ¡Fue y es
el Estado!
2. Vivimos unasituación de guerra contra nosotras, y que las violencias
machistas son responsabilidad de la cultura, las instituciones públicas
y privadas,las familias y las iglesias.
3. El Estado debe cumplir con sus responsabilidades hacia las mujeres
mexicanas, pero que no nos quedaremos sin hacer nada ante la im-
punidad y la complicidad que nos discriminan, violentan y asesinan.
No estamos obligadas a la sumisión y no tomaremos responsabilidad
por ninguno de los actos criminales cometidos por machos contra
nosotras, por más que los medios y la opinión pública traten de res-
ponsabilizarnos por la manera en la que vestimos o los lugares que
frecuentamos, lo que hacemos o no hacemos cada vez que somosvíc-
timas de criminales machistas.

Por todo esto:

Exigimos cese el favoritismo judicial hacia los hombres criminales en procesos


penales, también que se capacite en materia de violencia de género, continua y
ampliamente a todas las personas que laboran en instituciones gubernamenta-
les, incluyendo ministerios públicos, escuelas y hospitales, ya que es un mandato
legislativo que no se revictimice a las denunciantes, cuando es desde las mismas
instituciones desde donde a diario se nos violenta
Exigimos oportunidades de educacióny trabajo, seguras, dignas, inclusi-
vas y suficientes para nosotras. Exigimos cárcel a violadores y pederastas sin que
se culpe a las víctimas porla violencia de la que son objeto, sin que se le permita a
los padres de niñas casarlas, venderlas o prostituirlas impunemente con la excusa

217
DOLOR Y POLÍTICA

de que son propiedad de los padres. Exigimos al gobierno mexicano que se pon-
gan en marcha mecanismos no sólo de castigo sino pedagógicos para combatir
el machismoexistente en el país, porque es evidente que es necesaria la reeduca-
ción social, que se enseñe a los hombres a no acosar, a no violentar, a no golpear,
a no amenazar,a no violar, a no esclavizar, a no abusar y a no matar a las mujeres
y niñas. Exigimosel cese de los mensajes de odio, que se castigue a quien difunda
estereotipos sexistas que promuevan la violencia de género y la misoginia.
Exigimos que se pongan en marcha todos los mecanismos necesarios
para detener los feminicidios y encarcelar a los responsables; exigimosla liber-
tad de las mujeres presas por abortar, la libertad de las mujeres que en defensa
propia han herido o matado a sus atacantes y la libertad de las presas políticas.
Exigimos se incorporen a la normativa nacional y a la primera Constitución de
la Ciudad de México, en la definición de la discriminación, el sexismo, la miso-
ginia, el machismo, la lesbofobia, la bifobia, la transfobia y la intersexfobia; así
como tipificar penalmente los lesbofeminicidios, los bifeminicidios y los transfe-

a
minicidios, como crímenes de odio. Exigimos el acceso de las mujeres a los es-
pacios de participación política y pública y el sistema de paridad y condiciones
efectivas de equidad.

oi
Exigimos el cese al acoso y hostigamiento sexuales en las escuelas públicas
y privadas, que no se encubra a maestros y empleados agresores y que se le deje
de exigir a las niñas el uso obligatorio de la falda como uniforme, ya que eso es
discriminación sexual. Exigimos que se castigue a los pederastas de la iglesia cató-
lica y que ésta deje de entrometerse en materia legislativa, en temas de derechos
reproductivos de las mujeres. Exigimos también educación sexual laica y libre de
prejuicios y estereotipos sexistas para todas las mexicanas y mexicanos; el acceso
a los métodos anticonceptivos y la despenalización del aborto a nivel nacional de
manera queéste sea seguro y gratuito, en nombre de nuestra autonomía corporal
y nuestros derechos reproductivos. Exigimos derechoslaborales para las trabaja-
doras sexuales porque viven en la vulneración extrema. Exigimos unalto a la trata
de mujerese infantes, que es el segundo negocio ilegal más redituable del mundo,
así como la encarcelación inmediata de toda la gente involucrada en las redes de
trata, desde proxenetas hasta policías y autoridades corruptas. Por último deman-
damos un alto a la invasión y depredación de las comunidades indígenas y nos
unimosa las exigencias de las compañeras queresisten en los pueblos originarios.

218
eo
Ii
ANEXO B. MOVILIZACIÓN NACIONAL CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS

Exigimos la emisión inmediata de la Alerta de Violencia de Género en la


Ciudad de México.
Hay que decir a viva voz que la misma justicia que es responsable de la
verdad histórica sobre los feminicidios y las masacres en Aguas Blancas, Acteal,
Tlatlaya, las desapariciones de mujeres y de los normalistas, es la misma justicia
en la que se amparan quienes viven de la trata de mujeres, el que juzga quelas
periodistas y comunicadoras que han encarado al poder deben indemnizar a po-
líticos consumidores de sexo comercial, es la misma justicia omisa que consigna
a las mujeres que en legítima defensa de su vida terminan con sus agresores, son
los mismos que protegen a violadores y promueven de esta manera la impunidad.
En esta ciudad donde no se puedetransitar sin ser acosadas, dondelas
víctimas de violencia son revictimizadas en las burocratizadas instituciones, don-
de los agresores son cómplices y compadres del macho “progre” que ha pintado
la ciudad de rosa, donde el feminismo burgués sirve de parapeto y sello de cer-
tificación para financiamientos internacionales, donde Los Pinos ha encontra-
do en esta nueva entidad su seguro patio trasero en la Ciudad de México. Esta
nueva entidad noesterritorio libre de violencia, de machismo, de injusticia y de
impunidad.
Las feministas aquí estamos, ya volvimos a salir, somos y seremos incómo-
das, no descansaremos, somos manada, no volverán a dormir tranquilos todos los
acosadores, los corruptos, los proxenetas, los agresores, los machistas, los sexis-
tas, los agresores.
Porque Vivas Nos Queremos
Todas a las Calles 124”.

219
Anexo C
Carta de las francesas

Defendemos una libertad de importunar, indispensable a la libertad sexual”

La violación es un crimen. Pero el “coqueteo” insistente o torpe, no es un delito,


ni la galantería una agresión machista.
Tras el caso Weinstein tuvo lugar una toma de conciencia de las violen-
cias sexuales que se ejercen contra las mujeres, sobre todo en el marco profe-
sional, donde algunos hombres abusan de su poder. Era necesaria. Pero esta
liberación de la palabra se revierte en su contrario: nos instan a hablar comose
debe, a callar lo que enoja, y quienes se niegan a plegarse a tales mandatos son
miradas como traidoras o como cómplices. Mas es propio del puritanismo tomar
prestado, en nombre de un pretendido bien general, los argumentosde la pro-
tección de las mujeres y de su emancipación para encadenarlas mejor a un esta-
tus de víctimas eternas, de pobres cositas bajo el control de demonios falócratas,
como en los buenosviejos tiemposdela brujería.
De hecho, +MeToo ha provocado en la prensa y en las redes sociales una
campaña de delaciones y de inculpaciones públicas de individuos a quienes,sin
que se les permitala posibilidad ni de responder ni de defenderse, han sido colo-
cados en el mismo plano quelos agresores sexuales. Esta justicia expedita ya tie-
ne sus víctimas, hombres sancionadosen el ejercicio de su oficio, obligadosa la
renuncia, etc., cuando no han tenido como error sino haber tocado unarodilla,
intentar robar un beso, hablar de cosas “íntimas” después de una cena profesio-
nal o de haber enviado mensajes de connotación sexual a una mujer conla cual
la atracción sexual no era recíproca.
Esta fiebre de enviar a los “puercos” al matadero, lejos de ayudara las
mujeres a lograr su autonomía, sirve en realidad a los intereses de los enemi-
gos de la libertad sexual, extremistas religiosos, los peores reaccionarios, y de

" “Nous défendonsune liberté d'importuner, indispensable á la liberté sexuelle”, Le Monde,


9 de enero de 2018, consultado en http://www.lemonde.fr/idees/article/2018/01/09/
nous-defendonsune-liberte-d-importuner-indispensable-a-la-liberte-sexuelle_523
9134_3232.html, el 2 de mayo de 2018.

220
ANEXOC. CARTA DE LAS FRANCESAS

aquellos que estiman en nombre de una concepciónsustancial del bienydela


moral pública que va conél, que las mujeressonseres “aparte”, infantes de rostro
adulto, reclamando ser protegidas.
Del otrolado, a los hombresse les insta a flagelarse y a desenterrar en
lo profundo de su conciencia retrospectiva, un “comportamiento inadecuado”
que hayan podido tenerhace 10, 20 o 30 años, y del que deberían arrepentirse,
La confesión pública, la incursión de procuradores autoproclamadosde la esfera
privada, he allí lo que instala un clima de sociedadtotalitaria.
La oleada purificadora no parece conocer ningúnlímite. Allá, se censura
un desnudo de EgonSchiele en un cartel; aquí, se hace un llamadoa retirar una
pintura de Balthus de un museo conel argumento deque sería una apología de
la pedofilia; en la confusión del hombre yde la obra, se pide la prohibicióndela
retrospectiva de Roman Polanski de la Cineteca Nacional y se obtiene el aplaza-
miento de la consagrada aJean-Claude Brisseau. Una universitariajuzga la película
blow Up, de Michelangelo Antonioni, “misógina” e “inaceptable”. A la luz de ese
revisionismo, John Ford (Laprisionera del desierto) y aun Nicolas Poussin (£l rapto
de las Sabinas) tiemblan.
Ya editores nossolicitan a algunas de nosotras convertir nuestros perso-
najes masculinos en “menossexistas”, a hablar de sexualidad y de amor con me-
nos desmesura o aun de hacerlo de manera que *los traumatismos padecidos por
los personajes femeninos” sean más evidentes. Al borde del ridículo, un proyecto
de ley en Suecia quiere imponer un consentimiento explícito notificado a todo
candidato a una relación sexual. Un esfuerzo más y dos adultos que tengan ganas
de acostarse juntos deberán antes comprobar, vía una aplicación enel teléfono,
un documentoenel que las prácticas que aceptan ylas que rechazan sean debi-
damente enlistadas.
El filósofo Ruwen Ogien defendía una libertad de ofender, indispensable
ala creaciónartística. De la misma manera, nosotras defendemosunalibertad de
importunar, indispensable a la libertad sexual. Estamossuficientemente adverti-
das como para admitir que la pulsión sexual es por naturaleza agresivaysalvaje,
pero somos también lo suficientemente clarividentes para no confundir coque
Ico torpe y agresión sexual.
Sobre todo, nosotras somos conscientes de que la persona humana no
es monolítica: una mujer puede, en el mismodía, dirigir un equipo profesional

221
DOLOR Y POLÍTICA

y gozarde serel objeto sexual de un hombre, sin ser una “zorra” ni unavil cóm-
plice del patriarcado. Puede cuidar de que su salario sea igual al de un hombre,
pero no sentirse traumatizada para siempre por un frotador en el metro, aun si
eso es considerado un delito. Puede hasta encararlo comola expresión de una
gran miseria sexual, incluso como un no acontecimiento.
En tanto que mujeres, no nos reconocemos en ese feminismo que, más
allá de la denuncia de los abusos de poder, toma el rostro de un odio a los hom-
bres y a la sexualidad. Nosotras pensamosquela libertad de decir no a una pro-
puesta sexual no sucedesinla libertad de importunar.
Consideramosque es necesario saber respondera esa libertad de impor-
tunar de otra manera que encerrándose enel rol de la presa.
Para aquellas de entre nosotras que hanelegido tenerhijos, estimamos
que es másjuicioso educar a nuestras hijas de manera que estén lo suficientemen-
te informadas y conscientes para podervivir plenamente su vida sin dejarse inti-
midar ni culpabilizar.
Los accidentes que pueden tocar el cuerpo de una mujer no necesaria-
mente alcanzan su dignidady no deben, tan duros como sean algunas veces, ha-
cer necesariamente de ella una víctima perpetua. Porque no somos reductibles a
nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable. Y esa libertad que atesora-
mosno va sin riesgos ni sin responsabilidades.
Las autoras de este texto son: Sarah Chiche (escritora, psicólogaclínica y
psicoanalista), Catherine Millet (crítica de arte, escritora), Catherine Robbe-Gri-
llet (actriz y escritora), Peggy Sastre (autora, periodista y traductora), Abnousse
Shalmani (escritora y periodista).
Adheridas también a esta tribuna: Kathy Alliou (curadora), Marie-Laure
Bernadac (curadora general honoraria), Stephanie Blake (autora de libros in-
fantiles), Ingrid Caven (actriz y cantante), Catherine Deneuve (actriz), Gloria
Friedmann (artista plástica), Cécile Guilbert (escritora), Brigitte Jacques-Waje-
man (directora de teatro), Claudine Junien (genetista), Brigitte Lahaie (actriz y
presentadora de radio), Elisabeth Lévy (directora de redacción de Causeur), Joé-
lle Losfeld (editora), Sophie de Menthon (presidenta del movimiento Ethic),
Marie Sellier (autora, presidenta de la Société des gens de lettres).

Traducción: María Teresa Priego

222
pS
Anexo D
Acciones inmediatas UNAM

S integrarán unidades de atención de denuncias en los diferentes planteles


Se
je la UNAM para la atención expedita y/ eficaz a las quejas
de 4 e
sobre violencia de
Aero»
jénerc

¿See stablecerá una política institucional de debida diligencia dirigidaalos ti-


culares de dependencias y entidades académicas.
Se solicitará a las comisiones correspondientes del Consejo Universitario la
elaboración de un Código de Conducta que prevengala violencia de género
ón las relaciones entre la comunidad universitaria.
Se pondrá a disposición de todas y todos una encuestasobre violencia de gé-
nero que permita reconocer nuestra realidad y ayudar a prevenir estos actos.
Se sistematizarán todaslas solicitudes enviadas por los colectivos feministas de
tz

la UNAM para generar una síntesis de los principales problemas para ser inclui-
dos en el Plan de Desarrollo Institucional.
6. Se llevará a cabo también un programade identificación de espacios proble-
máticos en tornoala violencia de géneroy se renovaráno se haránlas adecua-
ciones necesarias.
¿Sereforzarán conel Programa Camino Segurolos principales puntos de trans-
=I

porte público en los distintos campi de la UNAM, en concordancia conlos pro-


yectos de ciudades seguras de ONU Mujeres.
la través de la Comisión de Seguridad del Consejo Universitario, con la
asistencia de la abogada general y el soporte del Programa Universitario de
Derechos Humanos, se adecuaráel protocolo de actuación en los casos de uni-
versitarias o desaparecidas para su fiel seguimiento.

Publicado enla Gaceta del 2 de marzo de 2020.

223
Anexo E
Ciengritos y consignas (Reforma)

l: Esto es pelear comonena.


2. Y tiemblen los machistas, que América Latina será toda feminista,
3, Vivas y sin miedo.
. Salvar y cuidar a las mujeres es tarea de todos.
Querían detenernos, nos hicieron imparables.
, Si desaparezco, destrúyelo todo quequiero serla última.
. Mujer consciente se une al contingente.
. No puedo creer quesiga protestando por esta mierda en 2020.
, Mi cuerponopide tu opinión: déjame caminar tranquila.
, AMLO: queremos protección, no que te preocupes porrifarel avión.
. Si tocas a una, respondemostodas.
. Nos quitarontanto que acabaron quitándonos el miedo.
. Amí no mefalta ropa, a ti te falta educación.
. Si mananafalto yo, préstame tuvoz.
15. No voysola, voy con todas mis hermanas.
16. Nunca másla violencia insensible.
17. Somosla voz de las que gritaron y nadie escuchó,
18. ¡No están solas!
19, Mujer, haz revolución.
20. Girl power.
21; El que no brinque es macho.
22 Nos sembraron miedo, noscrecieronalas.
23. La no violencia es inefectiva.
24. ¿Por qué me encapuchoyoy no mi agresor?
29» Viva la vulva.
26. Dóndeestabanestas policías cuandolas mataron.
27 UNAM feminicida.
28. Nohay poder más grande que nosotras juntas.
Za, Queel patriarcado note achiquela calle.
30. Existo porque resisto.

224
ÁNEXOE, CIEN GRITOS y CONSIGN
NSIGNAS
o ea

31. El dolor cansa más que el miedo.


32. Nos tienen miedo porque tenemos miedo.
33. Ayer lloraba por mí, hoylloro por vernos morir.
34. AMLO macho.
35, Chinga tu pito.
36. Ni la tierra ni las mujeres somosterritorio de conquista.
37. Vivir en paz es hoy un derecho, ¿por qué hoy deboexigirlo?
38. Otra forma de matar: no hay medicamentos,
39. Porque no, que te dije que no... pendejo, no.
40. Yo quería envejecer con mi mamá... mela quitaron.
41. Fue el Estado.
42. El miedo ya nonosparaliza, nos despierta.
43, Mi cuerpo, mi decisión.
44, Señor, señora nosea indiferente, se mata a mujeres en la cara dela gente,
45, México feminicida.
46. Vivas nos queremos.
47. Si no llego hoy, fue el Estado,
48. Vagina revolucionaria.
49, Dejen de darnosel avión.
¿Ni una más, ni una más, ni unaasesinada más.
, Te prefiero violenta, que violada y muerta.
. Violenta, antes queviolada,
Oye, ya basta.
No se va a caer, lo vamosa tirar.
. ¿A cómoel cachito de justicia?
Mamá tranquila, hoy novoysola a la calle.
. Disculpen las molestias, pero nos están asesinando.
, Grito furia hoy para que mi familia no grite dolor mañana,
59. Muerte al macho.
60, Las paredes se lavan, nuestras mujeres no vuelven.
61. El Estado no mecuida, me cuidan mis amigas.
62, La revolución será feminista o noserá.
63, Es increíble cómoel feminismo incomoda más que los feminicidios,
64, El respeto al cuerpoajenoesla paz.

99,
da de
DOLOR Y POLÍTICA

65. ¿Y cómo sellama cuandoa una mujerle arrancan del pechoel corazón?
66. Cuandonos dejen de matar, regreso a limpiar tu monumento.
. Ningunaes libre hasta que todas seamoslibres.
68. Nosotras somosla cosecha,
69. Si ser libre es ser puta, yo soy reputa,
. A quemar, a gritar, a pintar, que el machismose va a acabar.

pm,

mm

. Poderelegir para no morir.



=]

. Mujer, ésta es tu lucha.


=]
9

. Ya no nos vana parar.


=<] ==]
=

. Hasta quela dignidad se haga costumbre.


. ¿Puede el maquillaje cubrir las heridas de nuestra opresión?


<=]
Gt

. Serfamos más si no nos hubieran matado.


=-]
DO

. 10 mujeres asesinadas diarias en tu Méxicolindo y querido.


=]
==]

Nosllaman feminazis, pero somoslas perseguidas, torturadas y asesinadas.


=]
go

Luchar hoy para noverte morir mañana,


«]

pm.

ls

. Patriarcado es impunidad.
“O
om 2%

«Somosla voz de nuestras hermanasy no seremos nunca más invisibles porque


estamos unidas.
82, Soy una mujer, soy tu madre, soytu hija, soy tu hermana.
83. Ni una menos.
84. No me mates.
85. Marchocon mis hijas para no marcharporellas.
86. El 8 no sefelicita, se lucha.
87. Tranquila, ésta es tu manada.
88. Desde la tumba no se puedegritar.
89. No nací mujer para morirpor serlo.
90. Estamos juntas, somos una,
91. Nosvan aver juntas.
92. El miedo ya cambió de bando.
93. Somosel grito de las que ya no tienenvoz.
94. Los machos no matan.
95. Sólo estamos exigiendo nuestro derecho a vivir sin miedo.
96. Vulva la revolución.
97. Ni calladitas ni bonitas.

226
ÁNExXO E. CI
EN Gr OS Y C
ONSIGNAS

bre nosotras sin nosotras,


la SO )
98. Nas :
SterIcas, iunt
istéricas, ju
1 OS hi
ntas som Os históricas,
go. Noticial
solin sería que estuviera
2 ne an vivas.
ustl
100.)

227
Anexo F
Yo no soy Ayotzinapa

Nosoy Ayotzinapa porquenosoy pobre, no soy indígena ni campesina y tampo-


co soy hombre. Soy unaestudiante mestiza, pasante de una carrera burguesa, de
una universidad privada y diagnosticada como mujer al nacer con todas las im-
plicaciones culturales, políticas y sociales que eso conlleva, Yo no soy Ayotzinapa
porque mañanano vendrá la policía a sacarme de mi trabajo para entregarmea
un grupodesicarios al servicio del narco-Estado para que me desaparezcan.
No soy Ayotzinapa porque si mañana me secuestran, me violan y me ase-
sinan a la salida del trabajo no habrá multitudes marchandopara exigir justicia,
Yo soyla indígenaasesinada en un crimenracista. Yo soy la mujerviolada
y desmembradaa la salida de la maquila. Yo soy la estudiante secuestrada porlas
redes de trata. Yo soy la mujer golpeada hasta la muerte por unhijo sano del pa-
triarcado. Pero nosotras no somos Ayotzinapa. ¿Y por eso ustedes no noslloran?
Cuandonosotras somos las desaparecidas, las asesinadas, las violentadas
¿por qué nos convertimos en ELLAS, nuestras... pero nunca en todxs? Nosotras
somos LAS muertas de Juárez, LAS desaparecidas del Estado de México, NUES-
TRASniñas ¿Por qué?
Es lamentable lo que está pasando en México, es repudiableel terroris-
mo de Estado, pero también es lamentable que nos olvidemos que ese modelo
neoliberal se ha estado tragando a las mujeres del desierto desde los años noven-
ta ante el silencio de todes ustedes, de todos nosotres. Es repudiable que guarde-
mossilencio ante el secuestro de miles de niñas que son usadas para engrosarlas
arcas del crimen organizado vendiéndolas como esclavas sexuales.
Sin embargo como feminazi enferma de rabia no puedodejar de apun-
tar que tambiénveolos privilegios de género. Para la sociedad no son leídos del
mismo modoque para el sistema patriarcal, para la sociedad patriarcal son hom-
bres, valientes, héroes y entranables.
La máquina feminicida alimentada por los Gobiernos neoliberales yel
sistema heteropatriarcal capitalista desaparece, viola y asesina todos los días mi-
les de mujeresyjamás he visto que seamos encabezadode periódicos, ni razón de
marchas o quemade edificios.

228
ANEXO E YO NO SOY ÁYOTZINAPA

ARA
Anosotras nos venden, nosviolan y nos matan todoslos días, de a poco a
¿0co: Tambié n somosterrorismo y crímenes de Estado, Nosotras también somos
obres, racializadas, estudiantesy símbolo de rebeldía porque ser mujer y sobre-
México es un actode resistencia y no he miradoal socialismo exigiendo
ml¿vir en
sentación con vida de las desaparecidas.
la pre
Sin feminismos no haysocialismo, el capitalismo no caerá sino cae el
patriarcado primero. No he visto al EzLN marchando para exigir que parenlos
asesinatos de mujeres; sin feminismos no hay otro mundo posible, ni un mundo
donde quepan muchos mundos.
Nosotras
EXE E
no somos
a
Ayotzinapa.
ñ po
Nosotras somos Juárez,
E
Estado de Méxi-
At

co, Chiapas y Guanajuato.


No todos somos Ayotzi. Ayotzinapa son ellos. Yo no soy Ayotzinapa. Noso-
tras no somos ÁAyotzinapay no creo que sea necesario universalizar desde nuestra
lógica inclusiva para compartirla rabia y el clamor dejusticia. Sin embargo ¿qué
es necesario para que ustedes se sumen a nuestra causa?

DAHLIA

229
DOLOR Y POLÍTICA

Anexo G
Poema de María Teresa Priego

“Vamos a hacer/ azúcar convidrios”, escribió el poeta José Carlos Becerra.


Yo también pateé esa puerta.
Yo también quería/quiero quelos cristales estallaran /estallen.
Es un Acto.
Ungrito.
Unsollozo muylargo.
En una patrulla, violación tumultuaria.
Violación en el baño de mujeres en un museo.
¡Escuchen!
¿Deveras van a perseguira las compañeras que rompieronunosvidrios?
En este país de mujeres rotas. Cuerpos rotos. Corazones rotos.
¿De veras?
Entonces, vengan por nosotras y somos muchísimas.
Yo también “vandalicé” los muros conconsignas.
Noeransóloellas, las 300 mujeres que acudieron a la marcha.
Somos miles y miles y miles.
Nueve niñas, adolescentes y mujeres asesinadas cada día.
Tras abuso sexual y tortura.
Yo también usé esa arma tan dañina y tan mortífera: la diamantinarosa.
Yo también me sientoherida, furiosa indignada.
Yo también siento miedo, sobre todo porlas niñas y las mujeres muyjóvenes.
Las mujeres muyjóvenes son —sobre todo— las víctimas dela violencia
misógina y feminicida.
“Nonos cuida, nos violan”.
La diamantina rosa comosímbolo de la denuncia ante el horror.
Y de la impotencia.
Y del “Ni una menos”.

Esto es de ayer por la noche.

230
ANEXO G. POEMA DE MARÍA TERESA PRiEGO

Las cámaras siguen con meticulosidadlas roturas en la estación del Metrobús,


“Las feministas, vandalizan...”
Son destrozos. Sí,
Imaginemos que es una mujer. Que es de noche. Que es su cuerpo.
Así sucede.
Los feminicidas vandalizan los cuerpos femeninos.
Los destruyen. Los escrituran.
Unpezónarrancadoa dentelladas.
La escritura de la más feroz delas violencias.
Y caminan las calles de las ciudades ensangrentadas.
Los feminicidas. Los violadores.
Comosi nada.
“Objeto punzo-cortante. Treinta y cinco puñaladas. Introducción objetos.
Cortes transversales. Irreconocible por quemaduras”.
“Están rompiendolos vidrios con un extinguidor”, nos informael reportero
esta noche.
Nota roja pan nuestro de cada día: “Violación tumultuaria”.
“Vandalizan los muros”, nos informael reportero esta noche.
Nota roja pan nuestro de cada día: “Cuerpo femenino. 20 años. Fragmentado”.
“Fragmentado”, quiere decir, que después de violación, tortura, feminicidio,
cortaronel cuerpo en pedazos.
Ajá, con unasierra, por ejemplo.
O, concuchillo, ¿verdad? Sí, es laborioso.
Y, luego, hay que ir al supermercado, ¿verdad? Porlas bolsas negras de basura.
¿Verdad? De ésas de plástico.
Es difícil que las madres encuentren el cuerpode sushijas.
Los familiares buscan.
Cuerpos desmembrados.
Daniela en ese taxi que desviaba la ruta.
Sola. Desamparada. La chamaca más infinitamente sola del mundo.
Somosesa sociedad, que no supo y no pudo proteger a Danicla.
“¡Ayúdame!”
“Ya no se ve nada”.
Unaniña, una adolescente, una mujer.

o
ro
DOLOR Y POLÍTICA

Unaniña una adolescente una mujer.


Unaniña una adolescente una mujer.
Así, nueve veces, cada día.
Su rostro, sus palabras, su vida.
Su pánico. El horror.
Su a-se-si-nato.
Lentoyterrible, sí.
Son demasiados.
A los mediosnoles daría el tiempo de cubrirlos.
No. Es un matadero de mujeres, no bastan los reporteros. Ni las cámaras.
Nobastan.
Ynose trata de deprimira la audiencia.
La asesinaron en su casa.
A dos cuadras de su casa.
Tenía 11 años: en el pesero.
Tenía 70 años: en su hogar.
Por allí comenzamos.
Porlos cuerpos femeninos vandalizados.
Destruidos lentamente.
Porlos cuerpos fragmentadosarrojados en bolsas al río de los Remedios.
En un tanque de agua enla azotea: el cuerpo de una mujer.
En cualquier lote baldío: un cuerpo, dos cuerpos, tres cuerpos. “Femenino
masacrado”.,
AMí, en esos huesos parael forense. Hubo unavida. Un nombre. Una manera
de andar porel mundo,
“La violencia no se combate con más violencia”.
Es verdad. Es verdad.
Suena justo. Hasta bonito.
La legalidad, caray, qué más quisiéramos.
¿Cómoles digo? Es un asunto de proporciones.
La barbarie. Tomólas calles.
Tenemos miedo. Casi todas. Y, ellas, más. Son tan jóvenes. Sonvalientes. Son
sororas. Y nos dicen:
“Nos están matando”,

232
ANEXO G. POEMA DE MARÍA TERESA PRIEGO

Hoy, se escrituraron los muros alrededorde unaglorieta en la Ciudad de México...


Estamos obligados a escuchar,
No ha sucedido. No hemos podido. Escuchar.
Daniela: “Ya no se ve nada”,
Y, esta tarde-noche,
Unajoven viva. Viva. Viva.
Abre los brazos hacia las nubes.
Como enla foto.
Porellas.
Ésa es la “secuencia”.
Ésa, y nootra.
Y, se los ruego.
A los enemigosde la Cuarta T.
No irrumpanacá.
Porfavor, no.
Los feminicidios, por primera vez, tienenla posibilidad de ser escuchados.
No comenzaron hace ocho meses.
Ojalá, que los feminismos...
tan distintos entresí...
ojalá, y que todas las generaciones delos feminismos...
podamosabrirnos a un diálogo.
Nos necesitamos.
'amos juntas.
A pesar de nuestras diferencias: ante la violencia misógina,
vamos juntas.
Nos tenemos que cuidar.
Tomemoslas plazas. ¡Claro que sí!
Tomemos,también, las mesas de diálogo.
Tenemostanto queaprenderlas unas de las otras.
Ni una Menos.
Si Tocan a Una Respondemos Todas.

Y, del “vamos juntas”.


“A mí me cuida mi amiga, no la policía”.

233
DOLOR Y POLÍTIGA

No, no fue una “provocación”, se llamadolor, se llama impotencia y rabia


y desesperación.
“Nocriminalicenla protesta”.
Yo también pateé esa puerta de vidrio.
Perolo que queremos,lo que ellas quieren, es “hacer azúcar”, cuandolaviolencia
se detenga.
Lo queellas quieren, lo que queremos: es dejar de mascarvidrios...
Yde tragarlos.
Como si no existiera, no pudiera existir, ninguna otra vida posible.
Por cada unade las niñas, adolescentes y mujeres víctima de la violencia
misógina y feminicida:
Yo también pateé esa puerta.

MARÍA TERESA PRIEGO

234
Anexo H
Del amora la necesidad

A Julieta Kirkiwood

El reconocimiento de la discriminación de las mujeres y la importancia de su


eliminación no es hoy solamente patrimonio de las feministas, sino de vastos
sectores de la sociedad. El feminismohalogrado legitimareste tema social y po-
líticamente. Sin embargo, el feminismo tiene un largo caminoque recorrer, pues
a lo que aspira realmente es a una transformaciónradical de la sociedad, de la
política y de la cultura. Hoy, el desarrollo del movimiento feminista nosllevaa re-
pensarciertas categorías de análisis y las prácticas políticas con las que nos hemos
estado manejando. Por eso no es de extrañar queel eje central de este IV Encuen-
tro hayasido la reflexión sobre la política feminista actual en América Latina.
Nosotras, un grupo de feministas de varios países, después de más de 15
años de militancia feminista, nos reunimosen untaller parareflexionar sobre los
obstáculos externosylas trabas internas de la práctica política del movimientofe-
minista latinoamericano.
Nuestro análisis comenzó con un reconocimiento de lo que el feminis-
moha logrado:el lugar queel feminismo ocupa en el movimiento de mujeres en
América Latina, los avances de Bogotá a Taxco, el hecho de que organizaciones
populares, políticas, religiosas y académicas, partidos e incluso gobiernos, hayan
incluido demandas feministas en sus programas. Parecería ya no ser tema de dis-
cusión la legitimaciónsocial y política que el feminismo halogrado.
Comparando nuestras experiencias en los distintos países han aparecido
con unaconstanciasignificativa ciertos mitos. Sin pretender que seanlos únicos,
podríamos resumirlos en diez:

l. ALAS FEMINISTAS NO NOS INTERESA EL PODER

2. LAS FEMINISTAS HACEMOS POLÍTICA DE OTRA MANERA


3. TODAS LAS FEMINISTAS SOMOS IGUALES
4, EXISTE UNA UNIDAD NATURALPOR EL SOLO HECHODESER MUJERES
5. EL FEMINISMO SÓLO EXISTE COMO UNA POLÍTICA DE MUJERES HACIA
MUJERES

235
DOLOR Y POLÍTICA

6. EL PEQUEÑO GRUPO ES EL MOVIMIENTO

7+ LOS ESPACIOS DE MUJERES GARANTIZAN POR SÍ SOLOS UN PROCESO

POSITIVO

8. PORQUE YO MUJER LO SIENTO, VALE

O. LO PERSONAL ES AUTOMÁTICAMENTE POLÍTICO

10. EL CONSENSO ES DEMOCRACIA

La fuerza dela creencia en estos mitos ha generado una práctica política femi-
nista que impide valorar positivamente las diferencias, y que dificulta la construc-
ción de un proyecto político feminista.
Estos 10 mitos configuran unsistema de pensamiento, encadenándose
uno con otro y retroalimentándose. Veámoslos someramente, aunque cada uno
de ellos merece una reflexión más profunda. Lo que queremos mostrar es la ma-
nera en que se van entrelazando.
Primer mito: “A las feministas no nos interesa el poder”. Si partimosdel
reconocimiento de que el poder es fundamental para transformar la realidad, no
es posible que no nosinterese. A lo largo de nuestra militancia hemosvisto que a
las feministas sí nos interesa el poder, pero que, por no admitirlo abiertamente,
no avanzamosen la construcción de un poder democrático y, de hecho, lo ejerce-
mos de una manera arbitraria, reproduciendo además el manejo del poder que
realizamos en el ámbito doméstico: victimización y manipulación.
Sí, queremos poder. Poder para transformar las relaciones sociales, para
crear una sociedad democrática en la cual las demandas de cada unodelos sec-
tores encuentren un espaciode resolución. Esto requiere reglas del juego que ga-
ranticen la presencia de una pluralidad de actores sociales; en síntesis, queremos
poder para construir una sociedad democrática y participativa.
Aquí nos enlazamos conel segundo mito: “Las feministas hacemos polí-
tica de otra manera”. Sí, hacemospolítica de una manera atrasada, arbitraria, vic-
timizada, manipuladora. Teóricamente, intentamoshacerla de otra manera, pero
si somos honestas, nuestra práctica deja mucho que desear y eso tiene que ver
con la dificultad de aceptar la unidad en la diversidad y la democracia, no sólo
como necesidad sino como condición de nuestra acción. De ahí la imposibilidad
de establecer reglas de juegoclaras.
Esta no aceptación de la diversidad se enlaza con el otro mito: “Las

236
ANEXO H. DEL AMOR A LA NEGESIDAD

mujeres somos todas iguales”. Negar la disparidad entre mujeres, negar las di-
ferencias intelectuales, en habilidades, sensibilidades, etcétera, nos ha llevado a
una práctica paralizante, que ha restado efectividad y presencia política al mo-
vimiento. Este mito dela igualdad se engancha con otra creencia que dominó
nuestra práctica, la idea de un “ser mujer” más allá dela clase, raza, edad o nacio-
nalidad y, por ende, dela unidad natural desdela esencia del ser mujer.
Todas sabemos que noexistensujetos a priori, sino que son construc-
ciones sociales, El sujeto político mujer también es construido social y política-
mente. Esta idea dela unidad natural de las mujeres —el mujerismo— hasidoel
fantasma que recorre el feminismoy que se traduce en el quinto mito:
“El feminismosólo existe como unapolítica de mujeres hacia mujeres.”
Esto es contradictorio conla idea del feminismo comofuerza transformadora.
La creencia de un “ser mujer”, de la unidad natural de las mujeres, de una polí-
tica de y para mujeres tiene su expresión más cabal en confundir el grupofemi-
nista con el movimiento, Esto noes sino pensar que los espacios de mujeres en
sí mismos garantizan y producenefectos transformadores. Se hallegado a idea-
lizar este “mujerismo”, olvidando que en infinidad de ocasiones los espacios de
mujeres se vuelven ghettos asfixiantes donde la autocomplacenciafrenala crítica
y el desarrollo, o negandola frecuencia con quelas feministas tomamoslo que
ocurre en nuestro grupo como si eso fuera el movimiento, La permanencia en
un mismo grupo cerrado impide la confrontación con otras mujeres, con otras
ideas, con otros feminismos.
Este “mujerismo”se acentúa en el siguiente mito: “Porque yo mujer lo
siento, vale”, que significa no reconocer quelos sentimientos están tenidos ideo-
lógicamente. Pensar que por tener un cuerpo de mujerlo que se piensa o siente
es válido o feminista, es el nivel más arbitrario del feminismo.
El noveno mito: “Lo personal es automáticamente político”, lleva hasta
el absurdoel lema distintivo del feminismo de que lo personales político, Si bien
este lema concreta toda unacrítica legítima ala división artificial entre lo domés-
tico y lo público, plantear que todolo personal es automáticamente político vuel-
ve lo político automáticamente arbitrario. Haycuestiones personales que no son
políticas, y hay cuestiones personales que son patológicas. Un ejemplo concreto
de esta política arbitraria es la idea de que “El consenso es expresión de demo-
cracia”. Esto es confundir el consenso con la unanimidad, y no analizar queel

237
DOLOR Y POLÍTICA

consensoes otorgar implícitamente el derecho de veto a una persona. Este meca-


nismo se convierte así en la base del autoritarismo.
Estos diez mitos han ido generando unasituación defrustración, autocom-
placencia, desgaste, ineficiencia y confusión que muchas feministas detectamosy
reconocemos, y que está presente en la inmensa mayoría de los grupos que hoy
hacen política feminista en América Latina. ¿Qué pasa con nosotras, por quéte-
nemos esta manera perversa de manejo político y cómo podemossalirnos de este
sistema quenos tiene entrampadas?
Feministas de todos los países estamos en unarevisión y profundización
teórica que coloca en el centrodel debatelas consecuencias políticas y simbólicas
de la diferenciación sexual entre hombres y mujeres. No setrata ya, como propo-
níamos hace años, de una desestructuración de la cultura masculina, ni tampoco
de adosar a ésta una cultura femenina, sino de repensar la experiencia humana
como una experiencia marcada por el ser-mujer/ser-hombre, es decir, marcada
porla diferencia sexual.
Sabemosquela diferenciación sexual no trae como consecuencia quelas
mujeres seamos mejores o peores que los hombres. No podemos partir de una
creencia en la esencia del “ser mujer”. Tenemos que reconocer que nuestra des-
igualdad se ha dado porque hemos vivido inmersas en una miseria simbólica y
material y nuestro sexo no ha tenido sentido más allá de la maternidad, es decir,
no ha significado social ni culturalmente. Nuestra mediación con el mundo ha
sidoel ser paralos otros: el amor comovía de significación. Las feministas hemos
traslado esta manera en que las mujeres nos vinculamos con el mundo, al queha-
cer de la vida política y social, al movimiento,a los grupos de mujeres. Hemosde-
sarrollado una lógica amorosa —todas nos queremos, todas somosiguales— que
no nos permite aceptar el conflicto, las diferencias entre nosotras,la disparidad
entre las mujeres. Para desmontar este entretejido es necesario acabar con esta
lógica amorosa y pasar a unarelación de necesidad. Las mujeres nos necesitamos
para afirmar nuestro sexo, para tener fuerza. Asumiendo la lógica de la necesidad,
reconocemos nuestras diferencias y nos damos, apoyo, fuerza y autoridad. En
otras palabras, si reconocemos que otra mujer tiene algo que nosotras no tene-
mos —mayor capacidad organizativa, mayor desarrollo intelectual, mayor habi-
lidad para ciertos trabajos— entonces le damos nuestra confianza, la valoramos
y la investimos de cierta autoridad. Porque en su fuerza encontramos nuestra

238
ANEXO H. DEL AMOR A LA NECESIDAD

fuerza y nos valoramos comomujeres. La fuerza de una mujer es la fuerza de las


mujeres. Así, rechazamos la seguridad aparente que da sentirnos todas iguales,
Nose trata de buscar el reflejo de igual a igual para confirmarnos en algo que
de hechono esvalorado. Se trata de acabar con la autocomplacencia, de romper
conel discurso de las víctimas.
Queremosqueel deseo de hacer cosas —el deseo de crear— de una mu-
jer encuentre su fuerza en la relación con el deseo, con el querer de las otras. No
neguemoslos conflictos, las contradicciones ylas diferencias. Seamos capaces de
establecer una ética de las reglas de juego del feminismo, logrando un pacto en-
tre nosotras, que nos permita avanzar en nuestra utopía de desarrollar en profun-
didady extensiónel feminismo en América Latina.
La democracia es el reconocimiento de la pluralidad.
Enla fuerza de cada feminista esta la fuerza del movimiento feminista,

Taxco, México. 21 de octubre de 1987

Este documento fue elaborado colectivamente durante las tres mañanas que se reunió el
grupo para reflexionar sobre “La política feminista en América Latina hoy”. Paruciparon
en la discusión:

Haydée Birgin (Argentina)


Celeste Cambra (Perú)
Fresia Carrasco (Perú)
Viviana Erazo (Chile)
Marta Lamas (México)
Margarita Pisano (Chile)
Adriana Santacruz (Chile)
Estela Suárez (México)
Virginia Vargas (Perú)
Victoria Villanueva (Perú)

La redacción estuvo a cargo de Viviana Erazo, Marta LamasyEstela Suárez.

239
DOLOR Y POLÍTICA

Lo suscribieron:

Elena Tapia (México)


Virginia Haurie (Argentina)
Verónica Matus (Chile)
Ximena Bedregal (Bolivia)
Cecilia Torres (Ecuador)
Dolores Padilla (Ecuador)

240
Anexo l
Manifiesto desde los feminismos mexicanos sobre el acoso sexual
y otras formas de violencia contra las mujeres

A las personas preocupadas porla violencia contra las mujeresy las ninas,
Alas feministas que luchan en contra dela violencia de género contralas mujeres
y las ninas.
A la opinión pública:

Nosotras, la Red Mexicana de Feministas Diversas, manifestamos nuestra preo-


cupación por el aumentodelos casos de diferentes formas de violencia contra
las mujeres en nuestro país. En este sentido, y reconociendo nuestra pluralidad,
condenamoslas nuevas formas dejustificación, normalización, naturalizacióny
perpetuación de acoso, hostigamiento, violación sexual y feminicidios, que son
legitimadas en el contenido del libro “Acoso ¿Denuncia legítima o victimiza-
ción?” escrito por Marta Lamas y publicado recientemente (2018) por el Fondo
de Cultura Económica.
Somos feministas con posturas, preocupaciones y prácticas que consti-
tuyen una polifonía diversa. Aun así, coincidimos en que el libro no debe ser
tomado, de ninguna manera, comounreferenteteórico, metodológico, ni epis-
témico, para impartirjusticia en lo referente a delitos sexuales denunciados, Ve-
mos con gran preocupación y consternación que se pueda generar algún tipo de
jurisprudencia, como se está promoviendo desde distintos foros en Ja Universi-
dad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en los entes de impartición y admi-
nistración de justicia en la arena penal, entre otros espacios institucionales, Las
aseveraciones y análisis basados en posturas polarizadas y expuestas en el libro de
Lamas son lamentables. Por un lado, tienen unaclara intención de provocar y
confrontarlas luchas feministas y, por otro, sus argumentossirven de referencia
para perpetuar el patriarcado en el sistema de justicia penal.
Hacemos un llamadoala sociedad en su conjunto para apelar por una
justicia con perspectiva de géneroypleno respeto a nuestros derechos humanos.
Llamamos a no poner entela de juicio el progreso de las leyes mexicanas, que
han cuestionado losviejos códigos penales patriarcales porque culpabilizan a las

241
DOLOR Y POLÍTICA

mujeres por revelar los actos de violencia y exoneran, protegen y solapan alas
personas que cometen agresionesydelitos.
Las ideas promovidas en el texto abren puertas peligrosas que legitiman
la pervivencia de usos y costumbres mexicanas patriarcales sobre acoso, hostiga-
mientoyviolación, que infringen daños a niñas, jóvenes y adultas. Dichas ideas
se enmarcan en una nueva cara del conservadurismo patriarcal que ha sobrevi-
vido a pesar de tantas décadas de luchas feministas mexicanas. Estas luchas han
promovido un cambiocultural que trata de erradicar el sexismo, en aras de al-
canzar unavida libre de violencia para las mujeres de todas las edadesylos estra-
tos sociales.
Las afirmaciones del libro cometen injusticia epistémica porque se ad-
vierte ausencia del contexto estructural mexicanoyla vulnerabilidad que existe
para las mujeres. No reconocen los numerosostestimonios de las víctimas sobre
las diferentes formas de violencia experimentada, en relaciones de poderasi-
métricas entre mujeres y hombres, que aseguran la reproduccióncotidiana del
maltrato, acoso, abuso, violación sexual y feminicidios, así como la violencia ins-
titucional. Y en este sentido también, revelan un gran desconocimiento de los
avances sobre la jurisprudencia mexicana para analizar los casos de violenciase-
xual con perspectiva de género, y con esto el reconocimiento de un estándar de
'aloración probatoria de especial naturaleza en casos de violencia sexual, debido
a la falta de pruebasfísicas, documentales, como en cualquier otro delito,
Estamos preocupadas porque vivimos en México. Todas somos vulnera-
bles y estamos expuestas a la violencia; por ese motivo, hemos luchado desde los
diversos feminismos para romperel pacto del silencio patriarcal, de manera más
visible desde el 2016 conla articulación del movimiento ttPrimaveraVioleta y H+Mi-
PrimerAcoso, porque apelamosal principio de credibilidad del testimonio delas
denunciantes y víctimas de violencia.
Es importante señalar que las afirmaciones de Marta Lamas sobre las de-
nuncias falsas no se fundamentan en datos ni estadísticas. Ella menciona que se
entera por medio de una colega sobre la baja frecuencia de éstas, pero a lo largo
del texto sigue insistiendo en defender: *la presunción de inocencia y se pone
en evidencia nefastas prácticas, como acusacionesfalsas o exageradas”. Sabemos
que las denuncias falsas son la excepción a la norma, los únicos datos reales que
existen nos dicen que el número es mínimo. En el caso de la unaM, los propios

242
ANEXO IL. MANIFIESTO DESDE LOS FEMINISMOS MEXICANOS

datos oficiales reconocieron que no se han presentado denuncias falsas desde la


puesta en marcha en 2016 del Protocolo de Atención para Casos de Violencia de
Género. En el mismo sentido, los resultados de una encuesta en la UNAM, que
mide con especificidad las múltiples formas deviolencias que se presentaron en
el ámbito universitario, mostró que el acoso alcanza una frecuencia preocupante
entre las estudiantes: una de cada dos universitarias ha sido afectada por algún
tipo deviolencia de género.
Nosotras nos reconocemos en una diversidad de formas de lucha y pro-
testa con fuerte tradición latinoamericana; nos parece fundamental visibilizar la
impunidad que existe en México, país donde se estima que anualmente tienen
lugar 600,000 delitos sexuales, de los que 94.1% no son denunciados. Delas per-
sonas que sufren violación y abuso sexual, 80% son mujeres. De cada mil denun-
cias penales que reciben, quienes procuran la justicia consignan ante el poder
judicial sólo a 10 agresores sexuales, lo que equivale a 1% del total de casos.
La violencia que vivimos no puede desligarse de formas aparentemente
menos agresivas como el piropo enla calle. ¿Cuántos piropos recibimos en un
día, una semana, o un mes en el metro o enla calle u otros espacios públicos? És-
tos tienen un impacto psicológico negativo porque es una forma de maltrato con-
tinua y persistente que nos produce miedo, enojo, verguenza y culpa. ¿Por qué
tendríamos que aceptarlos como proponeel texto? Si nos incomodana diario y
nos recuerdan quelas calles no son nuestras y que son inseguras. El acoso calle-
jero permite a los varones ejercer su poder en el espacio público. Nosotras reco-
nocemosen los piroposyel acoso enlas calles una forma de violencia psicológica
en la que experimentamosvulnerabilidady porello, nos rebelamos contra ella.
En ese sentido consideramos que cuando la autora del libro habla de
“victimismo” y “mujerismo” reproduce un prejuicio sexista que impide nuestro
derecho a decir “no”, De sus argumentos esencialistas se desprende que debe-
mos aceptar y naturalizar este tipo de conductas cotidianas, porque así nos tocó
vivir lo significa ser mujer u hombre, a partir de un modelo génerovigente que
nos oprime.
Asimismo es muy cuestionable su postura adultocéntrica y heterocen-
trada sobre el CONSENTIMIENTOencaso de violación sexual, ya que expresa
un puntode vista que resulta generacionalmente desfasado. Nosotras luchamos
por ser respetadas tanto en nuestra libertad sexual como en nuestras decisiones:

243
DOLOR Y POLÍTICA

hemos llenadodesignificado el contundente Noes No. Decir “no” es legítimo en


todo momento y se puede cambiar de opiniónal establecer cualquierrelación se-
xo-afectiva, ya sea entre mujer y hombre, entre mujer y mujer y otras formas plu-
rales de sexualidad. Tenemosclara la fuerza y el poder del consentimiento como
mecanismo imprescindible de autocuidado.
Decir “no”es parte de nuestra liberación sexual. La seducción implicala
aceptación y consentimiento de ambas partes porque la insistencia masculina es
posible en las condiciones desiguales que se nos imponen comosujetas pasivas.
Lamentablemente, no todas las mujeres en México tienen condiciones mínimas
de libertad, no vivimos en equidad suficiente para que nuestra voluntad nosea
coaccionada por quienes se acercan; es más, nuestras vivencias desde niñas impi-
den en muchas ocasiones podersiquiera reconocerel abuso.
El acoso se da en contextos de relaciones de poderasimétricas, como un
mecanismo de exclusión para las mujeres de los espacios considerados masculi-
nos. Por otra parte, también es importantevisibilizar las distintas formas de vio-
lencia de género más sutiles que no siempre son explícitamente sexuales, como
las que tienenlugarenlas familias, en escuelas y universidades, en institucionesy
lugares de trabajo. La violencia, el acosoy el hostigamiento, tanto sexual como de
otras formas, también puededarse por parte de mujeres que usan su poder, au-
toridad o jerarquía para acosar o violentar a otras mujeres. Nos negamosa seguir
normalizando el acoso en cualquier ámbito de la vida de las mujeres, sobre todo
enlos espacios laborales o educativos como un falso proceso dehigienización,
Somos conscientes de los lazos existentes entre el patriarcado, el colo-
nialismoyel capitalismo en el contexto mexicano, de su profundidad histórica y
sus costumbres arraigadas. Sabemos que dicha tríada debefracturarse para deses-
tabilizar la asimetría actual entre hombres y mujeres; y que las implicaciones de
clase, edad, etnia, orientación sexual, apariencia física, religión y discapacidades
son fundamentales para comprender cómoel poder se despliega tambiénenlas
relacionessociales e interpersonales.
Marta Lamas se refiere constantemente a *las feministas” como unente
monolítico y unitario, como si todas tuviéramos una misma experiencia y fuéra-
mos puritanas. En realidad está muylejos de conocer de cercalas diferentes ex-
presiones contemporáneas del feminismo en México. Además presupone que
nos situamos en igualdad de condiciones respecto a los hombres, y caracteriza a

244
ANEXO |. MANIFIESTO DESDE LOS FEMINISMOS MEXICANOS

las mujeres comosujetos pasivos y a los hombres como seductores activos conel
supuesto “derecho” a incomodare importunar.
El pánico moral o sexual al que se alude no lo detentamosnosotras, sino
los y las agresores, quienes los respaldan y solapan, manteniendo los privilegios
de acosar y violentar impunemente, incluso en espacios en los que se vanagloria
contar conigualdadde género yrespeto para todas las personas, como sucede en
muchas universidades.
Nosotras manifestamos con preocupaciónla articulación de una nueva
oleada de ideas conservadoras que estigmatizanytratan de reforzar el pacto de
silencio al banalizar la violencia que nos vulnera, y que señala a ciertas manifesta-
ciones feministas en las universidades como“enardecidas”, “irracionales” y hasta
“terroristas”, criminalizando las diferentes formas de lucha, Calificar como *lin-
chamientos” a los escracheses atribuirles unfalso carácter de estar fuera dela ley
ya que éstos no implicanviolencia física contra ningún ser humano.Señalar pú-
blicamenteel acoso no busca poner propiamente enriesgo físico al perpetrador,
sino que setrata de un recursoválido para la denunciasocial, ante la inoperancia
dela justicia legal y antela situación generalizada de que a las mujeres no se nos
cree, porel contrario, se nos ridiculiza, culpabiliza o revictimiza; y los hombres
suelen tenerprivilegio de mantenerse en el poder pese a ser abusadores.
Reivindicamosel giro afectivo feminista desdelo psicológico, lo filosófico
y lo social, que parte devalidar pensares, sentires y emociones, para fundamentar
la base de la empatía entre mujeres que se oponena la violencia estructural, Pro-
movemos desde las luchas feministas la interdisciplina en la academia y en este
sentido la jerarquización dicotómica de toda generación de conocimiento, Lo
emocional es tan importante comolo racional.
Nuestra noción del feminismo, en sus variadas formas, no refuerzael vic-
timismo, porqueal protestar y nombrar las diferentes violencias resistimosyac-
tuamos para transformar el mundo e imaginamos un horizonte donde quepan
muchas voces que impugnanal heteropatriarcadoy al capitalismo para trastocar
los cimientoscivilizatorios. HAcosoNoEsVictimismo.
Nuestros feminismos son parte de un movimiento global interconectado
en Red, que está respondiendo a demandasque no se resolvieron en los añosse-
tenta en Latinoamérica y estamos rompiendo la noción del sujeto femeninoin-
dividual. Las mujeres mexicanas tenemosderechos universales, pero sufrimoslos

245
DOLOR Y POLÍTICA
ra,

feminicidios que nos arrebatan la vida. Nueve mujeres 0 ela sen asesinadas en
México, comopaís ocupamosel primer lugar en feminicidios en Latinoamérica,
Hemosgritado H+NiUnaMenostantas veces hasta desgarrar el alma. *SiMeMatan
es una pesadilla que muchas nos dimosala tarea de imaginar. Nuestro movimien-
to clamadesde cuerpo, mente y corazón 4f¡VivasyLibresNosQueremos]
Hacemos un llamado a no abonaral terreno conservador, a no fragmen-
tar las luchas contrael pacto del silencio, a no fortalecer el pacto de derecha pa-
triarcal del machismo mexicano, y a no promover ideas sexistas sobre el acoso y
las violencias contras las mujeres en México y en todo lugar del mundo.

246
AnexoJ
Declaración de Cambridge sobre la Conciencia

La Declaración de Cambridge sobre la Conciencia es un manifiesto firmado du-


rante unaserie de conferencias respecto de la conciencia en los animales huma-
nos y no humanos, realizadas en julio de 2012, en la Universidad de Cambridge
en el Reino Unido.
La Declaración concluye que los animales no humanostienen concien-
cia. Lo que ciertamente ya se sabía en relación a muchas especies.
En ese día, 7 de julio de 2012, un prominente grupointernacional de
neurocientíficos, neurofarmacólogos, neurofisiólogos, neuroanatomistas y neu-
rocientíficos de la computación se reunió en la Universidad de Cambridge para
reexaminar los sustratos neurobiológicos de la experiencia consciente y otros
comportamientos relacionados en seres humanosy animales no humanos.
Ydespués de algunas precisiones declaró lo siguiente:

La ausencia de un neocórtex no parece prevenir que un organismoexperimente


estados afectivos. Evidencia convergenteindica que los animales no humanos po-
seen los substratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de esta-
dos conscientes, así comola capacidad de exhibir comportamientos deliberados.
Por consiguiente,el pesode la evidencia indica que los seres humanos noson los
únicos que poseenlos sustratos neurológicos necesarios para generar concien-
cia. Animales no humanos, incluyendo todos los mamíferos y pájaros, y muchas
otras criaturas, incluyendo,reptiles e insectos, pulpos y otros peces, también po-
seen estos sustratos neurológicos.

(La Declaración de Cambridge sobre la Conciencia fue escrita por Philip Lowy edita-
da por Jaak Panksepp, Diana Reiss, David Edelman, Bruno Van Swinderen, Philip Lowy
Christof Koch. La Declaración fue proclamada públicamente en Cambridge, Reino Unt
do, el 7 de julio, 2012, durante la Conferencia Francis Crick sobre Conciencia en Animales
Humanosy no Humanos, en el Colegio Churchill, Universidad de Cambridge, por Low,
Edelmany Koch. La Declaración fue firmada porlos participantes de la conferencia esa

247
DOLOR Y POLÍTICA

misma noche, en presencia de Stephen Hawking, en la Habitación Balfour del Hotel du


Vin en Cambridge, Reino Unido.)
En abril, Philip Lowdijo en el | Congreso Virtual sobre Derechos Animales que
habían presentado la propuesta de ampliar esta declaración a insectos, todos los peces e
invertebrados,
hups:/ /www.animal-ethics.org/declaracion-consciencia-cambridge/
Video dela declaración: https:/ /youtu.be/ifGOXNh7s08

248
Anexo K
Declaración de Toulon, Francia

PREÁMBULO

Nosotros, juristas académicos, participamos enla trilogía de simposios organiza-


dos en la Universidad de Toulon sobre el tema de la personalidadjurídica del
animal.
Teniendo en cuenta el trabajo realizado en otros camposdisciplinarios,
en particular porlos investigadores de neurociencia.
Habiendo tomadonota de la Declaración de Cambridge del 7 dejulio de
2012, enla queestos investigadoresllegarona la conclusión de que “los humanos
no son los únicos que poseenlos sustratos neurológicos de la conciencia”, que se
comparten conlos “animales no humanos”.
Lamentandoquela ley no haya aprovechadoestos avances para evolucio-
nar a fondotodoel cuerpodeleyes relacionado conlos animales.
Teniendoen cuenta que enla mayoría de los sistemaslegales, los anima-
les aún se consideran cosas y carecen de personalidad jurídica, el único capaz de
darles los derechos que merecen comoseresvivos.
Creyendo que hoy en día la ley ya no puede ignorar el progreso de la
ciencia que puede mejorar la consideración de los animales, el conocimiento
hasta ahora está en gran parte subutilizado.
Considerando finalmente quela actual incoherencia delos sistemasle-
gales nacionales e internacionales no puede resistir la inacción y que es impor-
tante iniciar cambios para tener en cuentala sensibilidady la inteligencia delos
animales no humanos.
Declaramos:
Que los animales debenser considerados universalmente como personas
y no como cosas.
Que es urgente poner fin definitivamentea la reificación dela reificación.
Queel conocimiento actual impone un nuevoaspectolegal al animal.
Que como consecuencia, la calidad de la persona, en el sentido legal,
debe ser reconocida a los animales.

249
DOLOR Y POLÍTICA

De esa manera, más allá de las obligaciones impuestas a los seres huma-
nos, los animales tendrán sus propios derechos, permitiendo que sus intereses
sean tomados en cuenta.
Que los animales deben ser considerados como personas físicas no hu-
manas.
Quelos derechos de las personasfísicas no humanas serán diferentes de
los derechos de los individuos humanos.
Queel reconocimiento de la personalidad jurídica al animal se presente
como un paso esencial para la coherencia de los sistemas del derecho.
Que esta dinámica es parte de una lógica jurídica tanto nacional como
internacional.
Quesólo el caminodela personificación jurídica es capaz de aportar so-
lucionessatisfactorias y favorables para todos.
Que las reflexiones sobre la biodiversidad y el futuro del planeta deben
integrar a personas físicas no humanas.
Se enfatizará el vínculo con la comunidadde los vivos que puede y debe
encontrar una traducción legal.
Quea los ojos de la ley, la posición legal del animal cambiará por su ele-
vación al rango de sujeto de derecho.

(La Declaración de Toulon fue proclamadaoficialmente el 29 de marzo de 2019, duran-


te la solemne reunión del simposio sobre la personalidad jurídica del animal [11] celebra-
da en la Facultad de Derechode la Universidad de Toulon, Francia, de Louis Balmond,
Caroline Regad y Cédric Riot. htups://www.calz.org.ar/wp-content/uploads/2016/10/
declaracio_n_de_toulon_esp_.pdf)

250
ÍNDICE ANALÍTICO

MeToo, 16, 35, 4043, 140 acting out, 106


¿mMiPrimerAcoso, 35 Adams, CarolJ., 188
MujeresEnHuelga, 35 Adichie, Chimamanda Ngozi, 30
HNiUnaMenos, 35 Adorno, Theodor W., 182
¿NoEsDeHombres, 38 affidamento, 102, 104
HNosotrasParamos, 35 Agoff, Carolina, 175
¿NoTeCalles, 35 agonía del Eros, La (Byung-Chul Han), 24
NoTeDaVergúenza, 35 Agustín, Laura, 125, 185, 186
HSiMeMatan, 40 Ahmed, Sara, 16, 181
iVivasNosQueremos, 41 Alfaro Siqueiros, David, 46
Alianza Global contrala Trata de Mujeres,
8M, 3941, 49-54, 66, 155, 163, 164, 179, 188 187
9M, 49, 51, 52 Alianza Global de Medios y Género, 47
Altamirano, Ayclén, 173
Abelleyra, Angélica, 174 Altamirano,Víctor, 80
abolicionismo, 124, 134 Álvarez Enríquez, Lucía, 34, 35, 173
neoabolicionismo, 124, 126, 128-130, Álvarez, Sonia, 183
133-135, 185 Amnistía Internacional (A1), 134, 138, 139,
aborto, 37, 40, 50, 139, 147, 159, 179, 216, 186, 187
218 anarquismo, 77
legalización del, 15, 16,37, 45, 112, 138 anarcas, 44,55, 76,77, 165, 180
Accossatto, Romina, 35, 164 bloque negro, 46, 165, 179, 180, 189
Acevedo, Marta, 20, 184 okupa, 164, 165, 166
Ackerman, Galia, 174 Anda, Tamara de (Plaqueta), 38, 177, 178
ACOSO Andión, Ximena, 19
hostigamiento, 42, 140, 178, 216, 218, Anger and Forgiveness (Nussbaum), 80
241,242, 244 animales, 74, 155-158, 188, 247, 248; véase
insinuacionesgroseras, 38, 42, 177, 178, también especismo
243 anorexia, 33, 177
toqueteos, 41 AntiSlavery International, 186
violencia psicológica, 243 antropología, 55, 56, 80, 94-96, 182
violencia sexual, 15, 29, 38, 40, 45, 127, Anzicu, Didier, 192
150, 165, 176, 177 Arditi, Benjamín, 13, 91, 92, 93, 110, 187
Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? Aricó, José, 113, 114
(Lamas), 139, 141, 143, 166, 177 arrogancia (razón arrogante), 116,117,
activismo, 14, 19, 29, 42, 62, 92, 106, 114, 144, 146, 162, 170
141, 142, 160, 173 arte, 24, 95, 160, 174

251
DOLORY POLÍTICA

Arruzza, Cinzia, 22, 173 Bhattacharya, Tithi, 22


asambleas, 12, 40, 187 Bidaseca, Kuina, 174
Asociación Argentnaparala Bird, Natasha, 30
Investigación en Historia delas Birgin, Haydée, 13, 105-108, 183
Mujeres y Estudios de Género, 168 Blair Trujillo, Elsa, 55-57
Asociación de Funcionarios por los Bleichmar, Silvia, 96, 143, 169, 170
Derechos de los Animales (AFADA), Bliss, Katherine Elaine, 185
185 Bocchetti, Alessandra, 104, 105
Asociación de Meretrices Profesionales Boletín (publicación, AAIMMEG), 168
del Uruguay (amerU), 185 Boltanski, Luc, 22
Asociación de Mujeres Meretrices de Bondi, Liz, 109, 116
Argentina (Ammar), 136, 185 Bordo, Susan R., 177
Asociación de Mujeres Trabajadoras Borzacchiello, Emanuela, 17, 174
Autónomas de Ecuador, 185 Bourdieu, Pierre, 26, 33, 158, 159, 175
Asociación Nacional de Prostitutas Boyce Kay, Jill, 84, 181
(Brasil), 185 Brabon, BenjaminA., 175
Asociación Psicoanalítica Argentina, Braudel, Fernand, 128
182 Brewster, Stephanie, 19, 20
Asociación Psicoanalítica Internacional, Brigada Callejera en Apoyoa la Mujer
182 “Elisa Martínez”, 136, 187
Astelarra, Judit, 135 Brown, Wendy, 11, 12, 18, 19, 21,30, 62,
Aune, Kristin, 173 63, 65, 90, 91,93, 101, 119, 142-146,
Autodefensa. Una filosofía política de la 159, 160, 167, 168, 173, 180
violencia (Dorlin), 75 Brujas del Mar, Las, 49
autodespojo, 170 bulimia, 33
Auyero, Javier, 179 Butler, Judith, 11, 12, 137, 149, 151-154,
Ayotzinapa, 65, 154, 163 156, 159, 165, 168

Badiou, Alain, 18 Caballero, José Luis, 187


Banet-Weiser, Sarah, 175, 181 Cáceres, Lea, 68
Barrera, Lulú, 36 Cambría, Celeste, 183
Barry, Kathleen, 124 Cameron, Samuel, 185
Bedregal, Ximena, 183, 184 Campbell, Anne, 58, 181
Belausteguigoitia, Marisa, 52, 53, 175 Cano, Gabriela, 14
Bell, Quentin, 181 Cano,Virginia, 137
Bergoglio, Jorge Mario (papa Francisco), capitalismo , 21-24, 27, 30, 34, 43, 68, 124,
187 131, 135, 1397, 173-175, 177, 181, 188
Berlín Osorio, Lesvy, 3941 patriarcal, 53, 123, 146, 161
Bernstein, Elizabeth, 127, 128, 185 feminismo anticapitalista, 22, 34, 51,
Beyoncé, 30, 176 115, 121, 145, 168

232
ÍNDICE ANALÍTICO

Cárdenas, Lázaro, 185 comercio sexual, 61, 62, 121, 123-130,


Caro Baroja, Julio, 178, 179 133-139
Carr, Neil, 184 en el Registro Nacional de
Carrasco, Fresia, 183 Trabajadores de la Economía
Casa Amiga, 189 Popular (Argentina), 136
Casa Refugio Ni Una Menos, 165 industria del sexo, 127, 186
Casillas, Rodolfo, 125 legal, 129, 132, 134-136
Casique, Irene, 175 voluntario, 129, 134, 186
Castellanos, Rosario, 82 Cometa, Paula, 68
Castells, Manuel, 164, 165 Comisión Mexicana de Defensa y
Castilla, Mara, 142 Promoción de los Derechos
Castoriadis, Cornelius, 96 Humanos, 189
Castro, Roberto, 175 Comisión Nacional de los Derechos
Católicas por el Derecho a Decidir (coD), Humanos (CNDH), 164, 165, 166
189 confesiones de la carne, Las (Foucault), 178
Centre for Contemporary Culture Studies Consejo Nacional Para Prevenir la
(cacas), 57, 58, 60, 180 Discriminación (Conapred), 187
Cepeda, Agustina, 168 Convergencia, 177
Cerda, Dahlia de la, 66, 78-80, 181 Cordera, Rolando, 187
Cerva Cerna, Daniela, 173 Cos Montiel, Francisco, 187
Chamberlain, Prudence, 16, 29, 163, 164 Cossío, José Ramón, 187
Chang, Grace, 185 Crenshaw, Kimberlé, 99, 175
Chaparro, Amneris, 20, 44, 173 CrowleyJack, Dana, 66
Chateauvert, Melinda, 184, 187 Cruz, Mar, 36
Chávez Cano, Esther, 189 Cuarta Ola feminista, La (Altamirano
Chávez Castillo, Susana, 163 etal), 173
Chemaly, Soraya, 85 Cuarta Ola Feminista, véase ola feminista
Chemama, Roland, 182 Cufré, Leticia, 20, 88, 177, 182, 189
Cheng, Sealing, 126, 185 cultura
Chernin, Kim, 177 confidence culture, 32, 34
Chesnais, Jean-Claude, 56 contracultura, 167, 189
Chiapello, Eve, 22 cultura del consumo, 27
cis, 26, 97, 100, 123, 136, 137, 175 cultura mediática, 32
Clarke, John, 57 estudios culturales, 113, 180
Coalition Against Traficking in Women mandatos culturales, 25, 31, 33, 87, 88,
(CATw), 124, 185 122, 131
Cochrane, Kira, 15, 173 originaria, 15
colectivas, 24, 36, 37, 41, 49, 115, 116, subculturas juveniles, 57, 58
139 Cunningham, Scott, 185
Colegio de la Frontera Norte, El, 23

253
DOLOR Y POLÍTICA

D'Antonio, Débora, 168 Echeverría, Bolívar, 61, 100, 143, 173, 181,
Daich, Deborah, 187 188
Day, Sophie, 124 Edelman, Lucila, 24
De Lora, Pablo, 184 Eisenstein, Hester, 175
Dean, Jonathan, 173 Elenes, Evelyn, 174
Debarbieux, Eric, 76 emancipación, 11, 13, 22, 31, 79, 156, 170
debatefeminista (publicación), 19, 184 empoderamiento, 22, 31, 58, 102
Debayle, Martha, 33 Encuentros Feministas Latinoamericanos
Debord, Guy, 24 y del Caribe, 105, 108
Declaración de Cambridge, 157 equidadde género, 47, 48
Declaración de Toulon, 157 Equidad de Género: Ciudadanía, Trabajo
Della Giusta, Marina, 185 y Familia, 19, 189
Derrida, Jacques, 145 Equipo Latinoamericanode Justicia y
deslizamiento de sentido, 12, 43, 124, 133, Género, El
155, 176 Erazo, Viviana, 183
Devereux, George, 17, 18 Eschle, Catherine, 173
Día Internacional de la Eliminación de Escobedo, Marisela, 164, 189
la Violencia contra la Mujer, véase escritura enel cuerpo de las mujeres asesinadas
marchas en CiudadJuárez, La (Segato), 180
Día Internacional de la Mujer, véase esencialismo, 91-94, 98, 100, 101
marchas, 8M especismo, 157
diamantina, 43, 44, 53, 67, 75, 118, 230 Espinosa Damián, Gisela, 184
Diamond, Diana, 173 espiral de significación, 60-64, 124, 130,
diario de BridgetJones, El (Fielding), 176 133, 139, 140, 166, 178, 180
Díaz Valverde, Mariela Vanessa, 45 Evans, Dylan, 182
Díaz-Romero, Pamela, 173
Dimensiones y perspectivas conceptuales. Farley, Melissa, 185
Activismos feministas jóvenes: Federici, Silvia, 133-135
emergencias, actrices y luchas en América Felipe, Liliana, 157, 188
Latina (CLACSO), 173 Female Sexual Slavery (Barry), 185
doble moral sexual, 43, 122, 130, 131, Femen, 174, 189
138, 146 Feminaria (publicación), 106
Doezema, Jo, 187 feminazi, 66, 226, 228
dominance feminism, 61, 62, 64, 123, 124, feminicidio, véase violencias machistas
127 feminismo(s)
Doomernik, Jeroen, 185 affidamento, 102, 104
Dorlin, Elsa, 75-77, 181 crítico, 19, 166, 168
Duby, Georges, 73 de izquierda, 119, 133, 135
Duggan, Lisa, 184 de la dominación, véase dominance
feminism

254
ÍNDICE ANALÍ1 ICO
o

decolonial, 48, 62, 126, 174 Fromm, Erich, 182


europeo, 73, 173 Erye, Marilyn, 181
feministas argentinas, 39, 56, 138, 139, Fuentes, Diana, 20, 48, 72, 179
163, 169 Fuentes Valdivieso, Rocío, 178
feministas británicas, 73 Fuentes Vásquez, Lya Yaneth, 179
220
feministas francesas, 43, 178, Y ts
feministas italianas, 13, 79, 103, 104, Gabayet, Natalia, 20
107 Gaceta UNAM(publicación), 4649
feministas latinoamericanas, 13, 14, Gago, Verónica, 17, 39
105, 108, 152, 154 Gall, Gregor, 187
feministas mexicanas, 16, 21, 72, 138, Gallagher, Catherine, 99
139, 154, 166, 188, 241 Galtung, Johan, 56
feministas neoliberales, 34 Gamero, Martín, 74
hegemónico,22, 79, 127 Garber, Jenny, 57
lesbofeminismo, 80 García Ascot, Soren, 19
light, 32 García Canclini, Néstor, 182
neoabolicionista, 124, 129 García Coudurier, Laura, 19
radical, 77, 78, 110 Gargallo, Francesca, 48, 175, 184
separatista, 78, 79 Garrud, Edith, 75, 181
Feminist Media Studies (publicación), 181 género
Fernández Cordero, Laura, 137 asuncióndel, 25-28, 78
Fernández dela Reguera, Alethia, 19 desigualdad de, 49, 88, 132
Ferreyra, Marta, 19, 20 mandatos de (mandato cultural de la
Fielding, Helen, 176 feminidad y de la masculinidad),
Fitzgerald, SharronA., 187 25,81, 131, 147
Flores d'Arcais, Paolo, 159 perspectiva de, 46, 141, 241, 242
Fondevila, Gustavo, 178 tecnologías de, 32
Force of Non Violence, The (Butler), 188 teoría social de, 97, 101
Fortunas del feminismo (Fraser), 22 Genz, Stéphanie, 175
Foucault, Michel, 31, 43, 145, 177, 178 Gil, Isabel, 19
Foxfire. Confesiones de una pandilla de chicas Gil, Silvia L., 184
(Oates), 180 Gill, Rosalind, 27, 30, 32, 33, 175-177
Fraser, Nancy, 22, 34, 195, 175 Giunta, Andrea, 174
Frayre Escobedo, Rubí Marisol, 164, 189 Gladstone, William, 73
Freud, Sigmund, 94, 95, 110, 118, 182 Goldman, Emma, 44
Frías, Sonia, 178 Gómez, Gabriela Sofía, 19
Fricker, Miranda, 129, 181 González, Lucero, 174
Frida Guerrera, 175 Good and Mad (Traister), 85
Friedan, Betty, 28 Goodwin, Jeff, 29
Frohlick, Susan, 184 Grabham, Emily, 99, 175
Dolor Y POLÍTI
e
CA

Gramsci, Antonio, 14 dominación sexual de los: 62


5, 162
*Htue, Enrique, 46 inmunidad de los, 61, 101, 128
Grazia Chiuri, Maria, 30 Huacuz, Guadalupe, 175, 188
Green, André, Human Rights Watch (1rw), 186
96
Grupo de Información en Reproducción
Elegida (G1rE), 19 identidad, 21, 24, 25, 58, 91, 92, 100, 116
Guardia Nacional (G 119, 140, 155, 168, 175, 180, 188, 914
N), 41
Guardian, The (publicación feminista, 30
), 175, 187
Guerrero, Alfredo, 23 fronteras identitarias, 91, 93, 101, 108.
Guerrero McManus, Siobhan, 183 110, 162, 101-111
Guerrilla Girls, 174, 189 institucional, 91, 110, 111
Gúezmes, Ana, 38 no normativa, 12, 27, 84, 97
Gutiérrez, Griselda, 17 política de la, 91-100, 109, 110, 116
5
Gutiérrez, Jessica, 186 subjetivación, 119, 181
Gutiérrez Aguilar, Raquel, 130, 14 identidades no normativas
5
Gutmann, Matthew C., 126 no binaria, 26, 79, 84
queers, 16, 26, 27, 147
Hakim, Catherine, 122 trans, 26, 27, 37, 79, 97, 98, 123, 136,
Hall, Stuart, 21,57, 113, 180 137, 143, 147, 175, 182-184, 214,
Halley, Janet, 101, 123, 128, 135, 159, 183 216
Han, Byung-Chul, 15, 24 Illades, Carlos, 44, 179, 180
Hanssen, Beatrice, 89 Incháustegui, Teresa, 38
Haurie, Virginia, 183 Innerarity, Daniel, 182
HeForShe, 29 institución imaginaria de la sociedad, La
Hegemonía yestrategia socialista (Moutle (Castoriadis), 96
Instituto de Liderazgo Simone de
y Laclau), 145, 161
Hemmings, Clare, 117 Beauvoir, 19
Herdieckerhoff, Elena, 176 Instituto Tecnológico Autónomo de
Hernández, Rosalva Aída, 174 México (rraM), 17, 28, 187
interés por el psicoanálisis, El (Freud), 95
Híjar, Cynthia, 36
Historia de la sexualidad (Foucault), 178 interseccionalidad, 15, 26, 32, 63, 80, 99,
Historia de las mujeres (coord. Dubyy 101, 175
Perro), 73 Interrupción Legal del Embarazo (114),
Holmes, Brian, 160 112
hombres, 12, 25-27, 29, 31, 35, 37, 42, 50, inversión psíquica, 146
62-64, 74, 78, 80, 81, 83, 87, 92, 97, ira de México, La (Cachoet al.), 71
Izquierdo, María Jesús, 135, 175
98, 102, 122, 124, 131, 134, 141-143,
162, 166, 175, 177-179, 181, 917, 218,
Jaggar, Alison, 181
220-299, 228, 238, 242, 244, 245
Coloquio con XY, 141, 142 Jasper, James M., 29, 174

256
ÍNDICE ANALÍTICO
o

Jáuregui, Gabriela, 173 Liguori, Ana Luisa, 20


Jefferson, Tony, 57, 180 Linares, Jorge, 15
Jiménez, Alba, 20 Lipovetsky, Gilles, 24
Jornada, La (publicación), 179 Long Chu, Andrea, 78, 79
Juliano, Dolores, 135 Lopes, Ana, 187
Justicia para Nuestras Hijas, 189 López Obrador, Andrés Manuel, 41,50
juvenicidio, 175 Lorde, Audre, 85, 181
Lucano Ramírez, Hilda Nely, 188
Kalyvas, Stathis, 57, 166 Lyotard, Jean-Francois, 24
Káppeli, Anne-Marie, 73
Kapur, Ratna, 126, 185, 187 Maccise, Mónica, 19
Keijzer, Benno de, 126 MacKinnon, Catharine, 62-64, 68, 101,
Kelly, Patty, 186 124, 127, 180
Kempadoo, Kamala, 126, 185, 187 Madhok, Sumi, 186
Kennedy, Duncan, 176 Madonna, 27, 176
Keynes, John Maynard, 181 Madrid, Elvira, 187
Kitayama, Shinobu, 82 Maiguashca, Bice, 173
Klineberg, Otto, 56 makeover, 33, 177
Kolteniuk, Miguel, 94 Maldonado, Vanessa, 185
Kordon, Diana, 24 malestar sobrante, 166, 169, 170
Kostiswaran, Prabha, 187 marchas
Kulick, Don, 185, 187 25 noviembre, 35, 36, 39, 215
28 septiembre, 36
L'Homme (publicación), 182 Ayotzinapa, 65, 66
Lacan, Jacques, 145 Día internacional de la mujer, véase 8M
Laclau, Ernesto, 145, 161 Marcha delas Putas (Slut Walk), 29,
Lancaster, Roger, 130 137, 176
Langer, Marie, 182 Movilización Nacional contra las
Laplanche, Jean, 182 Violencias Machistas o Primavera
Larrea, Regina, 19 Violeta (24A), 36, 39, 44, 66, 163,
Larrondo, Marina, 173 179
Lasch, Christopher, 24 Marcus, Sara, 174, 181
Lauretis, Teresa de, 32 Marcuse, Herbert, 169, 182
Leavis, Queenie, 181 Marea Verde, 50
Lechner, Norbert, 16 Margen, 185
Leite, Gabricla, 185 Markus, Hazel Rose, 82
lesbofobia, 45, 218 Martínez, Cintia, 45
LGpBTT1, 162, 187 Marx, Karl, 63
Librería de las Mujeres de Milán, 13, 79, Matus, Verónica, 183b
102, 103 Mbembe, Achille, 181
DOLOR Y POLÍTICA

McCall, Leslie, 99, 175 neoabolicionismo, véase abolicionismo


McGarty, Kathryn, 187 neoliberalismo, 21, 22, 124, 128, 150, 151
McRobbie, Angela, 26, 57, 58b Netuel, Guadalupe, 48
Meisch, Lynn A., 184 Ni Una Más, 15, 35, 50, 154, 225
Mejía, Gerardo, 178 Nietzsche, Friedrich, 144
Melgar, Lucía, 52, 64, 77, 175, 188 Nivón, Eduardo, 182
Meltis, Mónica, 19, 28 Nómadas (publicación), 179
Mendoza, Breny, 174 Nuestras Hijas de Regreso a Casa, 189
Mendoza, Chris, 19 Núñez Castillo, Katia Yocasta, 58
Mercado, Patricia, 20, 38 Nussbaum, Martha, 13, 80, 81, 85-87, 138,
Miguel, Francisca, 20 156, 181
Milenio (publicación), 179
Mill, JohnStuart, 73 O'Connell Davidson, Julia, 125
Miller, Jody, 58, 76 O'Neill, Maggie, 187
Mingo, Araceli, 71, 117, 118, 174 Oates, Joyce Carol, 180
Mirabal, hermanas, 177 Observatorio Ciudadano de Feminicidio,
Mishra, Pankaj, 80 189
mística de la feminidad, La (Eriedan), 28 Observatorio Europeode la Violencia
Molyneux, Maxine, 173 Escolar, 76
Monárrez, Julia, 154, 175 Offen, Karen, 73, 74, 181
Monsiváis, Carlos, 156 Okón, Yoshua, 33
Montero, Justa, 135 ola feminista
moralismo, 123, 129, 143, 144 Cuarta, 14, 15, 28, 40, 163, 164, 173
discurso moralizador, 12, 129, 153, Segunda, 28, 79
160, 221 Olabuenaga, Ana María, 167
Moulffe, Chantal, 11-13, 17, 65, 90, 112, Olavarrieta, Martín, 177
114, 129, 136, 140, 145, 159-162, 167, Oliver, María, 58
168 Olmsted, Michael S., 184
Movimiento de Mujeres Unidas OpenSociety Institution, 186
(MODEMU), 185 Orbach, Susie, 177
Mueller, Carol, 184 Orellano, Georgina, 136
Mujeres en Plural, 11] Orgad, Shani, 30, 32, 33
mujerismo, 91-94, 97, 101, 110, 237, 243 Organización de las Naciones Unidas
(onu), 29, 111, 124, 125
Narayan, Uma, 18] ONU Mujeres, 38, 186
narcotráfico/crimen organizado, 23, 150, Organización de las Naciones Unidas para
151, 228 la Educación, la Ciencia y la Cultura
necropoder, 23 (Unesco), 47
necropolítica, véase política Organización Internacional del Trabajo
Nengeh Mensah, María, 187 (orr), 123, 186

258
ÍNDICE ANALÍTICO

Organización Mujer Libertad de Pisano, Margarita, 183


Querétaro, 185 Pisertta, 35
Organización Mundial dela Salud (oms), Pitch, Tamar, 150, 151, 159
186 Platt, Thomas, 57
Ortega, Hanna, 19 Pleasure and Danger (ed. Vance), 130, 186
Osborne, Raquel, 135 política
OTRAS, 135 antiesencialista, 91-100, 168
Oxford Handbook of the Economics of biopolítica, 23
Prostitution, The (eds. Cunningham democrática radical, 17, 94, 115, 145,
y Shah), 185 152, 171
identitarias, 13, 91, 93, 160
Padilla, Dolores, 183 necropolítica, 77, 165, 181
País, El (publicación), 135, 187 Polleta, Francesca, 29
Palumbo, Mariana, 19, 20, 169, 170, 189 Ponce, Camila, 173
Pankhurst, Emmeline, 73, 74, 75 Poniatowska, Elena, 44
Paro Mundial de Mujeres, 39, 40, 49 Pons Rabasa, Alba, 183
Parreñas, Rhacel, 185 Pontalis, Jean-Bertrand, 182
Partido Acción Nacional (PAN), 177 Poria, Yaniv, 184
Partido de la Revolución Democrática postfeminismo, 25-28, 33, 176
(Prb), 177 Powell, Rachel, 57
Partido del Trabajo (rr), 177 praxis, 19, 78, 79, 90, 168
Partido Nueva Alianza (Panal), 177 Preciado, Paul B., 135
Partido RevolucionarioInstitucional prejuicio, 116, 127, 142-144, 154, 162,
(PRO), 177 216, 218, 243
Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Priego, María Teresa, 20, 67
135 Primavera Violeta, véase marchas
Partido Verde Ecologista de México Proceso (publicación), 176
(Pvem), 177 prostitución, véase comercio sexual
Pascual, Concepción, 135 Prostitution ofSexuality. Global Exploitation
patriarcado, 36, 48, 50, 53, 55, 59, 65, 68, of Women, The (Barry), 185
123, 137, 139, 141, 166, 222, 224, 226, protestas, 11, 13, 15, 16, 23, 29, 35, 37-43,
228, 229, 241, 244 45, 48,50,51,53, 54, 66, 67, 72, 88,
Pedroza, Iván, 20 91,118, 151, 153, 163-166, 179, 189,
PeñaSaint Martin, Florencia, 178 216, 224, 234
Pereda, Carlos, 116, 117 en publicaciones, 15, 44, 45
Pérez Orozco, Amaia, 135 “explosiónsocial”, 164
Perrot, Michelle, 73 pintas, 15, 22, 40, 51,53, 67, 73, 219, 226
Phillips, Anne, 131, 186 tendederos, 39, 41
Pichon-Riviére, Enrique, 184 Protocolo de Palermo,125
piropos, 42, 243 psicoanálisis, 94-96, 106, 115, 118, 182

259
AS
DOLOR Y POLÍTICA

psiquismo, 22, 27, 94-99, 182, 183 Resistance through Rituals (Hall y
Pulido, Sonia, 45 Jefferson), 57, 180
puritanismo, 43, 123, 220 Revista de la Universidad de México
Pussy Riot, 174, 189 (publicación), 45, 48
Riley, Denise, 98
rabia, 15-19, 22, 35, 37, 38, 50, 51, 53, 55- Riot Grrrls, 174, 189
88, 139, 149, 155, 160, 163-166, 180, rivalidad, 107, 108, 114, 117
181, 214, 228, 229, 234 Rodríguez, Gabriela, 126
“apropiada”, 13, 82-88 Rodríguez, Jesusa, 157
contraproducente, 13, 66, 82-88 Rodríguez Everaert, Ana Sofía, 20, 130, 163
controlada, 82 Rodríguez Magda, Rosa María, 173
racismo, 32-34, 53, 85, 143, 146, 161 Rooney, Ellen, 183
antirracismo, 34, 115, 121, 145, 162, Rose, Jacqueline, 146
168 Rose, Nikolas, 32
crímenespor, 65, 83, 228 Rottenberg, Catherine, 34, 177
Rage Becomes Her. The Power of Women's Rozitchner, León, 22
Anger (Chemaly), 85
Ramos, Rebeca, 19 Sackville-West, Vita, 181
RamosSaavedra, Patricia, 20 Salguero, Friné, 19
Ranciére, Jacques, 89, 90 San Martín, Neldy, 45
Ray, Mcaghan, 176 San Pablo, 83
razón arrogante, véase arrogancia Sánchez Díaz, Sergio G., 178
Reckitt, Helena, 174 Sánchez Felipe, Ofelia, 20
Red Cannábica de Mujeres Forjando Sánchez Felipe, Vicenta, 20
Porros, Forjando Luchas, 179 Sánchez Taylor, Jacqueline, 184
Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales Sanguinetti, Michael, 176
de Latinoamérica yel Caribe Santacruz, Adriana, 183
(RedTraSex), 185 Santacruz Giralt, María, 60
Red Latinoamericanay del Caribe contra Santoro, Sonia, 135, 136
la Trata de Personas (REDLAC), 187 Sanz, Marta, 173
Red Mexicana de Feministas Diversas, Satz, Debra, 131, 132
139, 140 Saucedo, Irma, 175
Red Mexicana de Trabajo Sexual, 185 Scharff£, Christina, 175, 177
Red Mujer Siglo XXI, 189 Schwichtenberg, Cathy, 176
Red Nacional contra la Violencia hacia Scoular, Jane, 185
las Mujeres y los Hombres Jóvenes, Secretaría de Trabajo y Fomentoal
189 Empleo del Gobierno del Distrito
Red NoEstás Sola (REDNES), 117 Federal, 136
Reforma (publicación), 177, 179, 188 Sefchovich, Sara, 20, 155, 173, 179
Reguillo, Rossana, 59, 60, 76 Segato, Rita Laura, 56, 68, 135, 180

260
Ínbice ANALÍTIC
O

Sémelin, Jacques, 55, 56 social, 22, 96, 128


okm

Semillas (Sociedad Mexicana Pro subjetivación, 119, 181


Derechos de la Mujer), 19 y poder patriarcal, 61
Semillas de Curie, Las, 141, 166 y psiquismo, 94
Sendra, Mariana, 36, 164 sufragistas, 72, 73, 75, 83, 99
Serur, Raquel, 141, 187 Suprema Corte de Justicia de la Nación
Sex Wars, 123 ($cIN), 189
sexo
expresivo, 121-123 Tamés, Regina, 19
instrumental, 61, 121, 122, 126, 128, Tapia, Elena, 183
133, 137, 138, 147 Temkin, Benjamín, 187
transaccional, 122, 123, 128, 131, 132, temporalidad afectiva, 16, 19, 163, 164
186 teoría, 12, 14,55, 62, 62, 78, 90, 95, 97,
sexualidad, 62-64, 99, 121-123, 123, 130, 98, 101, 115, 116, 146, 167
178, 186, 221, 222, 244 Terceravía.mx (portal), 40
Sexualities (publicación), 186 TERF (trans-exclusionary radical feminist),
Shah, Manisha, 186 97
Siete Partidas, Las (De Castilla), 178 Tesis, Las, 08, 69
Silva-Herzog Márquez, Jesús, 50, 179 Thompson, Kenneth, 61
Sirimaco, Mariana, 187 Tiburi, Marcia, 144
sociedad del cansancio, La (Byung-Chul Tierra Adentro (publicación electrónica),
Han), 24 181
Sotomayor, Sibila, 68 Tinat, Karine, 177
Sousa Santos, Boaventura de, 105 Tolokonnikova, Nadya, 174
Spivak, Gayatri Chakravorty, 98, 183 Torres Falcón, Marta, 175
Srinivasan, Amia, 13, 85, 86, 87, 181 Torres, Cecilia, 183
States ofInjury (Brown), 129, 180 Towards a Feminist Theory ofthe State
Stromquist, Nelly P., 184 (MacKinnon), 180
Suárez, Estela, 183 trabajo sexual, véase comercio sexual
Suárez Navaz, Liliana, 174 Traister, Rebecca, 85
subjetividad, 17, 19, 23-25, 32-34, 37, 64, transfobia, 97, 218
77,96, 97, 99, 106-110, 116, 117, 121, trata, 61, 124, 125, 127, 128, 130, 133, 137,
131, 151, 153, 160, 162, 177 139, 185-187, 215, 218, 219
alienación de la, 147 esclavas sexuales, 124-126, 133, 228
como concepto sociológico, 96 redes de trata, 65, 228
feminista, 121 violación repetida, 124
individual, 128. Trejo Delarbre, Raúl, 178
periférica, 93 Tres guineas (Woolf), 82, 83
política, 15 tres muertes de Marisela Escobedo, Las
postfeminista, 26, 27 (documental), 189

261
DOLOR Y POLÍTICA

Trevi, Gloria, 27 Vance, Carol, 130, 186


Tsunami (coord. Jáuregui), 173 Varela, Nuria, 40, 173
Turati, Marcela, 71 Vargas, Virginia, 183
Turner, Tania, 19 varones, véase hombres
Vázquez, Rodolfo, 187
Una habitación propia (Woolf), 82 Vega Montiel, Aimeé, 178
Universal, El (publicación), 178, 179 Vélez, Fabio, 20, 187
Universidad Iberoamericana, 33, 187 VI Encuentro Feminista en El Salvador, 114
Universidad Nacional Autónomade víctimas, 29, 41, 46, 47, 64, 67, 86, 87, 103,
México (UNAM), 17, 23, 39, 41, 4547, 124, 125, 127, 129, 176, 185, 186, 188,
51,53, 72,87, 88, 118, 141, 142, 159, 217, 219, 220, 230, 239, 242
169, 174, 178, 187 madres de, 39, 163-165
Centro de Investigaciones y Estudios revictimización, 129, 155
de Género, 20 victimización, 93, 139-141, 150, 151,
Colegio de Ciencias y Humanidades, 159, 236, 241
47 Villamil, Jenaro, 142, 187
Consejo Universitario, 48 Villanueva, Victoria, 183
Coordinación para la Igualdad de violencia
Género, 49, 87, 88 comoautodefensa, 12, 72, 73, 75-77,
Escuela Nacional Preparatoria, 47 153, 165
Escuelas Nacionales de Estudios cotidiana, 36, 38, 45, 56, 61, 77, 150,
Superiores, 47 216, 242
Facultad de Economía, 40 de género, 46-49, 52, 87, 119, 217, 218,
Facultad de Derecho, 48, 49 223, 241, 243, 244
Facultad de Filosofía y Letras, 40, 45, del Estado, 84, 153, 154, 217, 229
46, 48, 52, 67, 71, 72, 159 espectáculo, 24, 56
Facultad de Química, 141, 166 estructural, 37,56, 66, 153, 214, 245
Mujeres Organizadas de la Facultad de expresiva, 81, 166
Filosofía y Letras (MOFFYL), 45, 49, juvenil, 76, 77
52,87, 117, 174 sexual, 15, 24, 38, 40, 45, 61-64, 150,
Tribunal Universitario, 48 165, 176, 177, 216, 220, 221, 249
Unidades para la Atención delas simbólica, 33, 44, 51, 154
Denuncias (UNAD), 47 violencias machistas, 37, 38
abuso, 30, 41, 42, 56, 64, 67, 78, 139,
Valdés, Dafne, 68 157, 164, 165, 176, 216, 222, 230,
'alencia, Sayak, 23 242-244
Valenzuela, José Manuel, 77, 175, 181 acoso, 15, 16, 38, 40-43, 45, 46, 61, 62,
Valenzuela, Minerva, 36, 176 64, 139, 140, 141, 178, 216, 218,
Valerio, Magdalena, 135 241-246
Van den Anker, Christien L., 185 crueldad, 23, 155

262
INDICE ANA
LÍTICO
A
A

“favores sexuales”, 42, 122 Weitzer, Ronal, 185


feminicidio, 15, 23, 37, 39, 41, 61, 64, Wilson, Kalpana, 186
66, 68, 72, 140, 142, 154, 163-165, Woldenberg, José, 187
175, 188, 189, 214, 216, 218, 219, Wolf, Naomi, 177
995, 231,233, 241, 242, 246 Wolffer, Lorena, 160
misoginia, 64, 67, 86, 175, 218, 221, Women's Social and Political Union
930, 233, 234 (wsPu), 73
violación, 15, 41, 42, 61, 62, 68, 69, 87, Wood, Helen, 181
140 Woolf, Leonard, 18]
Vital, Alberto, 187 Woolf, Virginia, 82, 83, 84
Vivir Quintana, 69 Working Papers in Cultural Studies
Voces híbridas (Nivón), 182 (publicación), 180
vulnerabilidad, 62, 75, 131, 132, 149, 151, Wrye, Harriet Kimble, 173
155, 165, 177, 242, 243
Young,Iris Marion, 177
Wacquant, Loic, 124
Watson, Emma, 29 Zeisler, Andi, 175, 176
We Should All Be Feminists (Adichie), 30 Zendejas, Valentina, 19
Weber, Max, 132, 133 zonagris, 46, 179

263
Esta obra se imprimió y encuadernó
en el mes de febrero de 2021,
en los talleres de Litográfica Ingramex, S.A. de C.V.
Jenteno 162-1, Col. Granjas Esmeralda,
C.P. 09810, Iztapalapa, Ciudad de México.

También podría gustarte