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Dolory política

Dolor y política
sentir, pensar y hablar desde el feminismo

Marta Lamas

OCEANO
DOLORY POLÍTICA
Sentir, pensar y hablar desde el feminismo

O 2020, Marta Lamas

Diseño de portada: Cristóbal Henestrosa

D.R. O 2021, Editorial Océano de México, S.A. de C.V.


Guillermo Barroso 17-5, Col. Industrial Las Armas
Tlalnepantla de Baz, 54080, Estado de México
infoBoceano.com.mx

Primera edición: 2021

ISBN: 978-607-557-291-8

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Impreso en México / Printed in Mexico


A Lili y aJesu,
a quienes quiero y, además, admiro
por su forma creativa de hacer política
ÍNDICE

1. Introducción: sentir, pensar y hablar, 11

2. Pensar la época, 21
Los mandatos de género yel postfeminismo, 25
La Cuarta Ola, 28
Elfeminismo antisistema, 34
Las marchas, las protestas y las huelgas, 39
La diamantina ylos destrozos, 43
La multitudinaria marcha de 2020, 49

3. Dolor, rabia y violencia, 55


Satanización o exaltación de lasjóvenes, 58
El dolor en la rabia, 64
Noes la primera vez, 72
Separatismo y resistencia, 77
La discusión en torno a la rabia, 80
La rabia, ¿“apropiada” o “contraproducente”?, 82

4. Las identidadesa la hora de hacer política, 89


¿Política identitaria o política antiesencialista?, 91
Lasfronterasidentitarias, 101
Otras formasde serfeminista, 111
sio
CA
DOLOR Y POLÍTI

oc io ne s, id eo lo gí a y políica, E
5. De em ad, 12:
la sexualid
Las guerras en torno a
minista, pe
Una rancia disputa fe
lidad 2.132
¿Convicción 0 responsabi
Mis incidentes, 138
2
Juicios previos y prejuicios, 14

149
6. Epílogo: ¿qué significa hablar?,
La política de la no-violencia, 152
Herejes sin riesgo, 158
163
La “temporalidad afectiva” de dolory rabia,
Elfeminismocrítico y el malestar sobrante, 166

Notas, 173

Bibliografía, 191

ANEXOS
A. Determinaciónde las prácticas sociales individuales
según Pierre Bourdieu, 213
B. Movilización Nacional contra las Violencias Machistas, 214
C. Carta delas francesas, 220
D. Acciones inmediatas UNAM, 223
E. Cien gritos y consigas (Reforma), 224
F. Yo no soy Ayotzinapa, 228
G. Poema de María Teresa Priego, 230
H. Del amor a la necesidad, 235
l. Manifiesto desde los feminismos mexicanossobre el acoso sexual
y otras formas de violencia contra las mujeres,
241
J. Declaración de Cambridge sobrela Concie
ncia, 247
K. Declaración de Toulon, 249

Índice analítico, 251

10
]
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

E n estas páginas siento, pienso y hablo acerca de temasy acontecimien-


tos que considero importantes para el proyecto feminista de eman-
cipación. Mi propósito es aclarar mi postura, analizar ciertas prácticas y
plantear algunas preguntas. Para ello reflexiono sobre lo que ha estado
ocurriendo con algunas protestas feministas y también hablo acerca de
incidentes que hevivido. Desarrollo mi reflexión apoyándome en el pen-
samiento de otras autoras; en especial, recurro a las teóricas feministas
Wendy Brown, Judith Butler y Chantal Mouffe, pues la reflexión teórico-
política que hacen es radicalmente crítica. Uso el término radical en un
sentido positivo, con su connotación de ir ala raíz y no con el sentido pe-
yorativo de “extremista” con el quese suele usar. Sus reflexiones abren un
horizonte analítico riquísimo que me esforzaré por poner en juego con
lo queestá ocurriendo entre nosotres,* pues analizan un buen número de
cuestiones políticas de nuestra épocay que, en especial, afectan al femi-
nismo. Hablo de feminismo, en singular, consciente de sus varias y diver
sas tendencias, de la misma forma que se habla de la izquierda, con sus
también múltiples vertientes. Retomo a Mouffe, pues plantea que el plu-
se
ralismo acarrea conflictos para los cuales no hay unasolución a la que
pueda acceder desdeel plano de lo exclusivamente racional, y eso ocurre
dentro
también con lo s conflictos derivados de la pluralidad de visiones
del feminismo. Ánte la lucha que existe por la tensión inherente
a las múl-
por “encontrar
tiples diferencias pre sentes en las disputas, ella apuesta

sajes. (N. del e.)


* Mantenemos el uso que hace la autora de lenguaje inclusivo eneste yotrospa

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DOLOR Y POLÍTICA

modosde abordar los conflictos con el fin de minimizar la posibilidad de


que adopten una forma antagónica” (2014:40), y lo hace reconociendo
que lo político es un espacio de podery conflicto, un ámbito intersubjeti-
vo que está estructurado tanto porlas reglas del debate público como por
las tensiones agonistas.!
Por su parte Brown, quien señala que muchos de los peligros po-
líticos que hoy enfrentamos han sido potenciados “por una compren-
sión inadecuadade las formas de poder específicamente posmodernas”
(1995:33), indaga acerca de porquéel discurso moralizadorse ha vuelto
tan intenso entre les activistes de izquierda. Seguiré algunas de sus pre-
guntas para explorar “la relación de los discursos moralizadores conla
posibilidad política democrática” (2001:22).? También Mouffe criticala
tendencia a moralizar: “podríamos decir que la distinción entre derecha
e izquierda ha sido reemplazada porotra entre bien y mal” (2014:140), y
encuentra que cada vez másla distinción entre “nosotras” y “ellas” se es-
tablece con un vocabulario moral. De Butler (2020) retomo su perspec-
tiva de que la reunión pública de los cuerpos es una formade resistencia
en el campo contemporáneodel poder, y que es esencial comprender el
papel que tiene esa congregación de cuerpos, llámese asamblea o mani-
festación, para unapolítica de la no-violencia. La no-iolencia supone un
desafío para el feminismo, en especial paralas activistas que argumentan
ciertas prácticas violentas como autodefensa. Juntas estas tres autoras fe-
ministas me ofrecen herramientas para pensarlo que está pasandoy, tam-
bién, para aclararme lo que siento.
A lo largo de estas páginas mi interés político por el análisis de
la relación entre teoría y práctica entrelaza cuestiones de ordenteórico
y preocupaciones pragmáticas acerca de la necesidad de construir espa-
cios de diálogo ydeliberación. Aunque hay, sin duda, grupos y personas
feministas con unavisión política de izquierda? que ven con claridadlas
cuestiones socioeconómicas estructurales que subordinan tanto a muje-
res como a hombresy a personas con identidades consideradas fuera de la
norma, me inquieta el deslizamiento de sentido acerca de lo quees el fe-
minismo, que aparece en los medios de comunicación y en ciertos produc-
tos culturales. Dado que conciboal feminismo, con todas sus diferencias

12
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

internas, como una propuesta de emancipación, con frecuencia encuen-


tro en los discursos mediáticos o de mera difusión un sesgo que denota
falta de sentido crítico y mucho de mercantilización.
Moutffe dice que “resulta imposible comprenderla política demo-
crática sin reconocer a las “pasiones” como la fuerza motriz en el ámbi-
to político” (2014:25). Para analizar cómo se entretejenciertos afectosy
emociones enlas narrativas feministas, en especial las relativas a la polí-
tica identitaria, recuerdo la reflexión de Benjamín Arditi (2002) quien
discute críticamente sobre las posturas esencialistas en los movimientos
sociales. Las consecuencias de dichas posturas son muchas, y aquí tam-
bién recupero los señalamientos que hizo Haydée Birgin en relación con
la construcción que hacen las feministas de “fronteras identitarias”, tan
cargadas de emocionesytan poco políticas. Traigo a cuento algunos de
los debates que dimoslas feministas latinoamericanas durante ciertos en-
cuentros feministas así como la original reflexión que hizo el grupo de fe-
ministas italianas de la Librería de las Mujeres de Milán. Repasola crítica
que le dirige Amia Srinivasan (2018) a Martha Nussbaum (2016) en rela-
ción a cómo encauzarla rabia políticamente, y si mostrarla puede ser con-
traproducente o productivo. La rabia que recientemente han expresadolas
activistas feministas se suele analizar desde lo coyuntural, y no como un
síntoma de algo más grave que está ocurriendo en nuestro territorio, con
las complejas relaciones entre violencia social y violencia política. Si bien
me emociona la politización de miles de jóvenes que han desplegado,
como nunca antes, sus anhelos y denuncias con dolor y rabia, me inquieta
que sus expresiones sean criminalizadas sin ningún intento de compren-
derlas y me preocupa que estas protestas legítimas y dolidas pierdan efi-
cacia política, que puedan resultar contraproducentes o que no logren
articularse ni generar alianzas que las fortalezcan.
Parte de lo que trato en estas páginas tiene que ver con las movi-
lizaciones que, en los últimosaños, han sacado a miles de mujeres, en su
gran mayoría jóvenes (incluso muchas adolescentes), a las calles a denun-
ciar las duras condiciones de opresión, discriminaciónyviolencias que vi-
ven. Aquí no hago un recuento de lo publicado acerca de estas protestas
masivas que, en México y en otros países de América Latina, han cobrado
DOLOR Y POLÍTICA

visibilidad en an os recientes (pero en la nota sidente menciono adj


nas académicas y eserttoras que him analizado ese fenomeno en nuestra
región, asécomo en otras partes del mundo). + En estas paginas exploro,
en cambio, la temporalidad afectiva” del fenomeno « alificado de Cuarta
Ola feminista (Chamberlain 2017), A principios del siglo xt se empezó
a hablar de dicha Ola, aunque de esos anos inietales apenas hay escasas
referencias por escrito? Pero ya en la segunda década del siglo apare:
cen publicadas reflexiones acerca de los activismos jovenes feministas en
América Latina que los nombran explícitamente como una Guirta Ola
incluso se habla de un tsunami?
Es común analizar los tiempos de auge o de repliegue del activis
mo feminista con la metáfora de “Las olas”, y varias autoras, entre ellas La
historiadora mexicana Gabriela Cano (2018), han señalado que, por un
lado, con dicha metáfora no se da cuenta de la complejidad, los traslapes
y las coincidencias que ocurren a lo largo del tiempo y, por el otro, se in-
terpretan los conflictos entre feministas como una cuestión generacional,
Cano señala que la imagen de la ola:

[...] resulta problemática a medida que se hace más complejo y profun-


do el conocimiento histórico de las expresiones del feminismo tanto
el de sus movilizaciones como el de su pensamiento, pues hay demasta
dos acontecimientos que no corresponden a la cresta de la ola (2018:18),

Con la periodización en “olas”se favorece la creencia de que los desacuer


dos internos en el feminismo son producto de los momentos históricos y
no se ve que continúan vigentes y entretejidas en el activismo actual teo-
rías y prácticas de supuestas olas anteriores. Dado que las feministas están
insertas en diferentes momentos históricos, es indudable que hay cuestio-
nes generacionales en las formas y estilos de intervención, así como en la
recepción social de sus demandas, indiscutiblemente distinta de la que
había antes. Sin embargo, como el movimiento está eruzado por diferen-
cias de clase social, pertenencia étnica y factores geopolíticos, hay tantas
variaciones y perspectivas ideológicas opuestas que resulta reductivo ereer
que lo que moviliza son exclusivamente confrontaciones generacionales.

14
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

Varias autoras discuten acerca de cómodefinir el momento políti-


co actual del feminismo, sin embargo aquí no entro en esa discusión." Re-
tomo la caracterización que se hace de este momento como la Cuarta Ola
feminista, por su definición como un nuevo impulso de movilización que
tiene cuatro elementosdistintivos: un interés mayor en la lucha contrala
violencia sexual, el manejo del internet, el sentido del humor yla pers-
pectiva interseccional (Cochrane 2013). Ahora bien, cuandolas mujeres
europeas y norteamericanas hablan de “violencia sexual” se refieren al
acosoyla violación, pero noa los feminicidios, puesto que en sus contex-
tos esos crímenes son excepcionales. En cambio, en los países latinoame-
ricanos esas tragedias pavorosas suceden con una frecuencia alarmante,
así que, aunque los cuatro elementos mencionados tambiénestán presen-
tes en las protestas de nuestras activistas, aquí destaca el reclamo “Ni una
más”. Tambiénhay que sumar en nuestra región la lucha porla legaliza-
ción del aborto y en defensa de la cultura originaria y del territorio. De
ahí que, pese a cierta sincronía mundial de las movilizaciones feministas,
no hay que olvidar que la Cuarta Ola tiene características distintas en lo
que se conoce como el “Primer Mundo”yel “Tercer Mundo”* y vale la
pena tenerlas en mente para no generalizar procesos que tienen especifi-
cidades diferenciadas.
"ara explorar los interrogantes que voy a compartir con ustedes
asumo el peso que tiene el contexto de violencias generalizadas en mi
país, y en específico, me centro en lo ocurrido enla Ciudad de México.El
desborde de violencias que alimenta las protestas feministas tiene causas
económicas ypolíticas, y la pesadilla que viven muchasde las activistas se
expresa en sus consignas, en las palabras que han publicado en volantes
o que han registrado la prensa ylas publicaciones académicas, y también
lo que queda plasmado enlas pintas. Ciertos aspectos de las protestas re-
cientes exhiben emociones que no se suelen admitir en las mujeres, como
la rabia, que resulta crucial en el momentode hacer política. La dimen-
sión subjetiva de la política resulta eficaz, según Byung Chul Han (2014),
porque opera desde dentro de los sujetos, y desde la perspectiva que da
un lugar clave a las emocionesy al afecto me propongo pensar acerca de
la energía afectiva que mueve a las activistas. Y aunque se podría criticarla

15
DOLOR Y POLÍTICA

S1 yy.
cuestionando que
Se 10

narrativa de las olas desde una postura deco lonial,'”


s, coincido
A 18] . 25 .
análisi
| -
el
“ar”
para
Tiopo

esa cronología occidental sea el marco utiliz ado


a ; da an
retoman l: meta
Ya táfora de
de la
la olaol;
con otras feministas latinoamericanas que
para ubicar el momentoactual de los feminismos. En América 29 la
Latina
s moviliza-
Cuarta Ola ha cobrado gran fuerza y V isibilidad por las masivaap
del
ciones en contra dela violencia hacia las mujeres y por la legalización
a
aborto; también por los paros mundiales que, desde 2016, han evade
mujeres de distintas latitudes a dejar de realizar sus labores porn día,
para poneren evidencia el valor de su trabajo, en especial invisibilizado
cuando esenel hogar; y desde 2017, por la explosión de denuncias sobre
el acoso sexual desatadas con el estallido del +MeToo. Todo esto ha pro-
ducido una “temporalidadafectiva” que, en palabras de Prudence Cham-
berlain, habla acerca de que “la ola feminista está abierta al afecto de su
tiempoylista para tomarla forma que le dé el momentumdel sentimiento
público” (2017:41). Tal momentum es uno de indignación, dolor yrabia.
Al registrar el vínculo entre las emocionesyla política,'* coincido
con Sara Ahmed (2015) quien, desde una mirada decolonial y queer, plan-
tea que no hay que comprender las emociones solamente como estados
psicológicos, sino también como prácticas sociales y culturales que inciden
en la vida pública. Ahmed habla de “la política cultural de las emociones”
para nombrarla forma en queéstas se reproduceny circulan, o sea, habla
de una economía de los afectos. No resulta fácil precisar las motivaciones
individuales de las activistas (Ahmed señala que sería reduccionista), pero
es posible detectar ciertos encadenamientos afectivos. Acerca dela impor-
tancia de comprender la economía emocional ya habló hace años Nor-
bert Lechner (1986; 1988) y señaló que las emociones tienen resonancias
políticas, lo que también cobra importancia en los procesos de avance de-
mocrático. Mientras que Lechnerdestacó el vínculo entre la sociabilidad
cotidiana, los arreglos afectivosyla política, Ahmedlo hace con el vínculo
entre emoción yacción, y habla de las emociones comoacción.
Estas páginas comienzan con una breve relación de las protestas
feministas en la Ciudad de México; retomo palabras y actossignificativos,
que son la materia prima, el engranaje yel producto de su quehacerpolí
tico. Al enfocarme en la forma en quelas activistas feministas hacen política

16
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

al salir ala calle, desplegando en el espacio público sus cuerpos, sus emo-
ciones y sus palabras para que su dolor y rabia sean escuchados y vistos,
dejo fuera lo que ocurre con multitud de iniciativas y acontecimientos fe-
ministas, muchos de los cuales se llevan a cabo endistintas entidades del
país, con movimientos locales muydestacados. Además, las feministas es-
tán desarrollando cantidad de expresionespolíticas creativas y esperanza-
doras; en especial, son notables sus manifestaciones artísticas, sus formas
de solidaridad interna y sus espacios de encuentro y disfrute. Sin embar-
go, en este texto no abordola contribución que han hecho —ysiguen ha-
ciendo— muchas de ellas con sus prácticas artísticas y culturales que,
como señala Mouffe, son fundamentalesparala revitalización del proyecto
emancipador de la política democrática radical. La contribución de las
prácticas artísticas y culturales a la ruptura de las representaciones tradi-
cionales de la feminidad merece una reflexión aparte, que en estas pági-
nas no puedorealizar.'? No sólo en México, sino también en otros países
de América Latina, muchasactivistas despliegan una variedad de accionesy
reflexiones desde una forma distinta de organización: las constelaciones
(Borzacchiello 2018; Gago et al. 2018) ylas artistas no son una excepción.'”
En estas páginas relato principalmente lo que he escuchado de un sector
muy específico de universitarias de la UNAM'* y, en menor medida, del
ITAM (pues tengo vínculos con alumnas y exalumnasde esas instituciones
con las que hablo y discuto).
Al analizar el entramado, afectivo y cultural que da sustento a los
actos solidarios y transgresores de estas jóvenes activistas me confronto
con mi propia subjetividad. Como académica yactivista feminista soy, a la
vez, observadora y parte de lo que observo,y enfrentola difícil tarea de asu-
mir la autorreflexión, cuestión que el psicoanalista y antropólogo George
Devereux (1977) plantea como indispensable. En su obra clásica sobre el
métodoen las ciencias sociales, Devereux insiste en la necesidad de explo-
rar no sólo la estrategia de investigación, las “decisiones” acerca de lo que
se investiga, sino tambiénlas angustias y las maniobras defensivas de quien
investiga. Según Devereux, es imprescindible el estudio del interés afectivo
personal del científico por su material y, por fortuna, segúnél los llamados
trastornos o perturbaciones creados porla existencia y las actividades de la
DOLOR Y POLÍTICA

persona observadora son, debidamente aprovechados, las piedras angula-


res de una verdadera ciencia del comportamiento y nO —Como suele
creerse— contratiempos deplorables. Devereux, que O conironía
sus dudas sobre la neutralidad y objetividad de quien investiga, concluye
consencillez diciendo que siempre ayuda descubrir exactamente qué es
lo que una enrealidad está haciendo. l
Entonces ¿qué estoy haciendo? Además del entusiasmoy preocu-
pación políticos que me suscitan las protestas feministas, en estas páginas
también hablo de las emociones que me produjeron varios incidentes en
los que ciertas feministas me adjudicaron motivos O perspectivas que no
corresponden a mi postura política ni ideológica. No puedososlayar que
me he sentido afectada porla rabia que algunas feministas dirigen a mi
persona, pero aquí elaboro mis emociones, las pongo en palabras ylas
relaciono con reflexiones teóricas, y eso me permite poner un ejemplo
actual y cercano de uno de los mayores obstáculos políticos que enfrenta-
moslas feministas: la dificultad para debatir entre personas con posturas
adversarias. Siguiendo el dictum de Alain Badiou (2005), que insiste en
que lo que no tiene palabras no se puede pensar, y que lo que no se pue-
de pensar no se puede cambiar, creo que debemos hablar incluso hasta de
las violencias entre nosotras. Esosí, Brown nos sugiere a las feministas que
seamos precavidas, pues corremos el riesgo de desfigurar nuestro discurso
político con *recriminaciones paralizantes y resentimientos tóxicos que se
presentan como crítica radical” (1995:xi).
Unlibro es una forma de entrar al debate, de abrirse a la crítica.
Para los feminismos es especialmente importante pensar el problema de
la política, y la clásica pregunta ¿qué hacer? se ha mantenido vigente a lo
largo de todaslas crisis y las inflexiones de nuestro orden político. La pre-
gunta forma parte de los dilemas que enfrentamos día con día y una de
mis maneras de asumir ese dilema ha sido el de compartir mi trabajo in-
telectual con compañeras y alumnes. Por eso, aunque pretendo que éste
no sea un libro académico, sí contiene muchas citas de textos que me
han hecho pensar lo que aquí expongo, así como notas para aclarar cier
tos puntos. Por eso también incluye un conjunto de documentos anexos,
pues algo muyútil para el debate es conocer la historia pasada. Desdela

18
INTRODUCCIÓN: SENTIR, PENSAR Y HABLAR

necesidad de recuperar la memoria aquí los reproduzco como insumos


para que los aprovechen quienesse interesen porir alimentado su praxis.
Quiero subrayar que, en esta reflexión, se encuentran los aprendizajes
que he tenido a partir de la riqueza que hasignificadoel trabajo grupal
durante la creación de larevista debatefeminista, el Grupo de Información
en Reproducción Elegida (GIRE), la asociación Equidad de Género: Ciu-
dadanía, Trabajo y Familia y el Instituto de Liderazgo Simone de Beau-
voir, así como mi añeja colaboración con Semillas (Sociedad Mexicana
Pro Derechosde la Mujer). Sin ese trabajo grupal con distintas compañe-
ras feministas nosería quien soy ahora.
A lo largodeestas páginas he tratado de mostrar que las subjetivi-
dades ofrecen muchas de las motivaciones que alimentan la política y que
dado que los sentimientos, emociones y afectos tienen efectos políticos,
es útil entenderla “temporalidad afectiva” que atraviesa hoyal activismo
feminista. No sabría decir cuál es esa política que se supone que las femi-
nistas deberíamosestar haciendo, pero sí sé que resulta necesario discu-
tir acerca de la no-violencia no sólo en el espacio público, físico yvirtual,
sino también enrelación a las dinámicas intersubjetivas que se dan entre
nosotras. Wendy Brown, quien aborda la complejidad política del con-
texto contemporáneo, plantea que es necesario “revitalizar la política de
izquierda desarrollando genealogías enriquecedoras, análisis institucio-
nales perspicacesyvisiones políticas apremiantes” (2001:44). Sí, tenemos
mucho trabajo por hacer. Ojalá que el peso de algunas ideologías, por un
lado y, porel otro, la rabia y el dolor no impidanlas prácticas deliberati-
vas entre las feministas.
Estoy muy agradecida con mis amigas, colegas y estudiantes, con
quienes he debatido algunos aspectos acerca de lo que van a leer. En es-
pecial, con el grupo Feminismo Crítico: Alethia Fernández de la Regue-
ra, Chris Mendoza, Friné Salguero, Gabriela Sofía Gómez, HannaOrtega,
Isabel Gil, Laura García Coudurier, Mariana Palumbo, Marta Ferreyra,
Mónica Maccise, Mónica Meltis, Rebeca Ramos, Regina Larrea, Regina
Tamés, Stephanie Brewster, Soren García Ascot, Tania Turner, Valentina
Zendejas y Ximena Andión. Suscríticas e intervenciones siempre me ayu-
dan a pensar.

19
DOLOR Y POLÍTICA

Y también agradezco a quienes leyeron antes el manuscrito y lo


mejoraron con sus comentarios, aunque algunos ño los incluí, e queasu-
mola responsabilidad de lo escrito. Muchas gracias a Amneris Chaparro,
AnaLuisa Liguori, Diana Fuentes, Fabio Vélez, Iván Pedroza, MaríaTere.
sa Priego, Mariana Palumbo, Marta Acevedo, Marta Ferreyra, Natalia Ga.
bayet, Patricia Mercado, Sara Sefchovichy Stephanie Brewster. Agradezco
los atinados señalamientos de Ana Sofía Rodríguez Everaert, que me ayu-
darona precisar el enfoque. Merece un agradecimiento especial Leticia
Cufré, quien me acompañó horas revisando y debatiendo muchos de mis
postulados. También reconozco el trabajo de Alba Jiménez del Centro
de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, que me consiguió,
a una velocidad inaudita, todoslos artículos que le solicité. Y, finalmente,
doylas gracias a Pablo Martínez Lozada porsu respetuoso trabajo como
editor.
Comosiempre, no hubiera podido escribir unalínea sin el cuida-
do cariñoso de Francisca Miguel, Ofelia Sánchez Felipe, Vicenta Sánchez
Felipe y el apoyo solidario de Patricia Ramos Saavedra. La paciencia de
Diego, Pablo y Leonard mientras estuve en el proceso de escritura tam-
bién merece todo mi reconocimiento.

20
2
PENSAR LA ÉPOCA

por una interpretación, inevitablemente parcial y discutible, acer-


ca de lo que ha pasado —yestá pasando— conlas recientes expresio-
nes feministas en la Ciudad de México requiere ubicar mínimamente el
momento político que estamos viviendo en el país. Ya es un lugar común
señalar que nuestra época se caracteriza por el capitalismo en su etapa
neoliberal, y aunque en estas páginas hablaré de neoliberalismo, comparto
lo que señala Stuart Hall, a quien el término no le resulta satisfactorio,
ya que:

Su referencia a la influencia modeladora del capitalismo en la vida mo-


derna suena anacrónica a oídos contemporáneos. Loscríticos intelectua-
les dicen que el términojunta demasiadas cosas para tener una identidad
única; es reductivo, y sacrifica la atención a las complejidades internasy
las especificidades geo-políticas (2011:706).

Pese a ello, Hall considera que el término neoliberalismo remite a sufi-


cientes rasgos comunesde esta etapa como para otorgarle una identidad
conceptual provisional, siempre y cuando se entienda como una primera
aproximación. Coincido conél, y con varios autores que sostienen queel
modelo de gobernanza neoliberal, con sus aspiraciones y objetivos, no se
limita a la esfera económica ni a las políticas públicas estatales, sino que
producesujetos, regula conductas y genera nuevas formas de organización
social. Según Wendy Brown el neoliberalismo, que es “una forma pecu-
liar de razón que configura todoslos aspectos de la existencia en términos

21
DOLOR Y POLÍTICA

entoó sbásicos dela de-


económicos” (2015:17), está desmont ando los elem
beralismo comola
mocracia. De ahíque esta politóloga consider e el neoli
.
os,
ularinos
revolución furtiva que está deshacie ndo el demos: “desh: ace vocab_
a ciudadanía, prácti-
:
principios de justicia, culturas políticas, hábitos de e re
cas de la ley y, sobre todo, imaginarios democráticos (20191 7). Precisa-
mente la complejidad del proceso de elaboración psiquica que cada ser
humano realiza al internalizar la racionalidad neoliberal consiste en lo
que León Rozitchnercalificó hace años comola determinación histórica
en el psiquismo. Este filósofo planteó que el aparato psíquico es “el últi-
mo extremo de la proyeccióne interiorización de la estructura social en
lo subjetivo” (1982:15).
Son muchas, y muyatinadas, las críticas feministas al neoliberalis-
mo, y aquí no voy a dar cuenta de ellas. Remito en especial a NancyFra-
ser, unafilósofa política que de manera constante ha analizado la relación
del feminismo conel capitalismo. Sus trabajos en esta línea vienen desde
finales del siglo xx y, en Fortunas del feminismo, ella encuentra en el femi-
nismo eso que Boltanski y Chiapello (2002) calificaron de “el nuevo espí-
ritu del capitalismo” (2013a:217). Fraser no es la única, ni la primera, en
analizar el vínculo entre el neoliberalismo y cierto feminismo como unfe-
nómeno característico de la época, pero es quien se ha propuesto llegara
audiencias más amplias que la meramente académica.! Su brevísimo texto
“Manifiesto de un feminismopara el 99%” (2019), escrito en colaboración
con Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya, contiene una clara crítica al fe-
minismo hegemónico y sus resignificaciones neoliberales, y está hecho en
un formato muyaccesible para el público general. Mucho del debate fe-
minista respecto al neoliberalismo destaca cómo el enfoque individualista
resulta muyútil a los intereses de los grandescapitales, y cómoel objetivo
del “empoderamiento” ha sido central para alentar actitudes neolibera-
les. La popularización de lo que se llama empoderamiento ha opacadola
emancipación, que es una aspiración más amplia, que reclama, más que
tener poder,liberarse de cualquier clase de subordinación, tutela o depen-
dencia, como proponen los feminismos anticapitalistas desde los setenta.
' Las consignas y pintas de las activistas feministas expresan la indig-
nación, el dolor y la rabia por el conjunto de violencias en que vivimos.

22
PENSAR LA ÉPOCA

Recurroalas palabras de otres autores para recordar brevemente nuestro


contexto de feroz machismo yespeluznante violencia. Como dice
Alfredo
Guerrero, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM:

la violencia que vivimos ahora en México, que se ha propagadoa


lolargo
y ancho delterritorio, no es la violencia revolucionaria de
1910-1917, ni
la de 1810. Es unaviolencia que se nutre de la perversidad abyecta
que
ha hecho erupción desde lo más profundo de los procesos de degrada-
ción tanto del Estado comode susinstituciones y se ha propagado
por
todos los poros de la sociedadhasta los fragmentos más pequeñosde la
vida cotidiana, invadiendo incluso los espacios más recónditos dela inti-
midad (2017:243-244).

Sayak Valencia, una investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, cali-


fica de goreal ominoso proceso de esta producción biopolítica del capitalis-
mo tardío, de donde han emergido las nefastas prácticas que se sustentan
“en la violencia sobregirada y la crueldad ultra especializada que se implan-
tan como formas de vida cotidiana en ciertas localizaciones geopolíticas a
fin de obtener reconocimiento ylegitimidad económica” (2016:26). Ella
analiza cómola violencia, el (narco) tráfico y el necropoder construyencier-
to tipo de sujetos y de prácticas, con extremos de crueldad y despojo, que
imponen nuevas violencias sobre los cuerposy las subjetividades. Dentro
del marco delas violencias de las estructuras económicas capitalistas, cuyo
paradigmaes la explotación, varias autoras feministas” investigan una va-
riedad enorme de formas de vulneración, agresión y crueldad hacia las
mujeres, y critican la impunidad que existe ante esas formas, en especial,
ante los feminicidios. Remito a sus sólidos trabajos para una explicación
más detallada, pues mi objetivo en estas páginas no es analizar las violen-
cias existentes, sino repensar aspectos de una narrativa cultural dirigida a
las mujeres y ver cómoatraviesa —si es que lo hace— las protestas y movi-
lizaciones de los grupos deactivistas feministas.
Nuestro contexto, donde surgen múltiples expresiones de violen-
deseos de un
cias, está inserto en una época en la que los intereses y
mo.
gran número de seres humanosgiran en torno a la imagen y al consu

23
DOLOR Y POLÍTICA

e e 'a as / la stos
Nuestra época, que Guy Debord perfiló tempranament
a del es
ciedad del espectáculo” (1999), ha desarrollado “la can
del vacio (Lipovetsky 198 3).
(Lasch 1979) y se ha convertido en “la era
NvA
Los valores individualistas han derivado en una preocupación SXCE
tard 19 19). Más
porel Yo, y ha aparecido “la condición posmoderna” (Lyo
2) y
recientemente Byung-Chul Hanhabla de La sociedad del cansancio (201
de La agonía del Eros (2014), y reflexiona acerca de cómo se ha producido
una nueva subjetividad, tanto enlo individual como enlo social. En estas
páginas me interesa revisar aspectos de la subjetividad.
¿A qué me refiero con “subjetividad”? Las psicoanalistas Lucila
Edelmany Diana Kordonseñalan:

La producciónde subjetividad hace al modo enel cual las sociedadesylas


culturas (las condiciones materiales de existencia, las relacionessociales,
las prácticas colectivas, los discursos hegemónicos y contrahegemónicos, el
arte, la tecnología, las comunicaciones) determinan las formas con las
cuales se constituyen sujetos plausibles de integrarse a sistemas que les
otorgan un lugar que les garantiza la pertenencia. Cada periodo histó-
rico promueve modelos y contenidos específicos, así como determina el
carácter de las instituciones. Por lo tanto, la subjetividad tiene un carác-
ter histórico-social (2018a:70).

Las crisis contemporáneas (y me refiero no sólo a los conflictos políticos,


los productos culturales y los avances tecnológicos, sino también al cam-
bio del papel de las mujeres y al surgimiento de nuevas identidades) son
elementos fundamentales en eso que Edelman y Kordon llaman las pro-
ducciones actuales de subjetividad (2018b:96). Estas psicoanalistas hablan de
la “existencia de una crisis sostenida de las grandes matrices de simboli-
zación, de las referencias de significaciones y sentidos, que afectan a los
procesos de socialización y replantean las identidades individuales
y co-
lectivas” (2018b:95). Ellas destacan ciertas producciones del capitalismo,
como las guerras y las migraciones, aunque también habría
que consi-
derar anteriormente el efecto de la entrada masiva de1
as mujeresal tra-
bajo asalariado y a la educación superior. De ahí que
ciertas creencias y

24
PENSAR LA ÉPOCA

mitos estén profundamente convulsionados. y que el impacto de estos


procesos y de las crisis en las relaciones de pareja y en la familia produz-
ca efectos psicosociales, generando determinadas transformaciones enla
subjetividad.

Los mandatos de género y el postfeminismo

Los mandatos de género, que establecen simbólicamente lo “propio” de


las mujeres y “lo propio” de los hombres, la feminidad y la masculinidad,
son un conjunto de representaciones, simbolizaciones y habitus,* interna-
lizados individualmente y compartidos socialmente, que instauran prohi-
biciones y prescripciones y conectan las dimensiones psicosexuales de la
identidad al amplio rango de los imperativos sociopolíticos y económicos.
Los mandatos de géneroson producto de la socialización, o sea, de la incor-
poración de la cultura y la resultante estructuración psíquica. Su eficacia
reside en que estos mandatossocialmente se ofrecen como modelos iden-
tificatorios cuya cercanía o distancia a ellos opera para personas y grupos
como una medida de la propia valía. La idea que nos hacemos de qué es
“ser mujer” o quées “ser hombre”está filtrada por todo el sistema de re-
presentaciones culturales que nos rodea, y se nos inculca desde la crianza
con las prácticas, no siempre de manera consciente, y también conel len-
guaje y los afectos. Nuestra identidad se va armando a partir de la incorpo-
ración yel aprendizaje de formas de percepción, significación y acción, que
se organizan como procesospsíquicos y se constituyen en modalidades de
acción internalizadas, todo ello mediado por instituciones sociales cuya
función principal, casi nunca transparente, es el mantenimiento del statu
quo. Además, esto ocurre en contextos particulares, de manera tal que la
pertenencia étnica, la “raza” y el colordelapiel, la clase social yla orien-
tación sexual también inciden en el proceso de asunción del género, o
sea, en asumirse como “mujer” o como “hombre”. Para analizar cualquier
conducta humana es imprescindible, además de visualizar las tendencias
sociohistóricas generales, tener una perspectiva que tome en cuenta esos
otros elementos que intersectan conel género.” No hay un sujeto unívoco
H
a
DOLOR Y POLÍTICA A

:
o neutro, sino mujeo
res, hombres, trans,, así como personas con iden-
oe CiS”ri ) trans
ae: edades y perte-
tidades no binarias, disidentes y queer que, a Su vez,
s (clase social) en
nencias étnicas diferentes, OCu pan posiciones distinta
derivadas de sus
zonas geopolíticas diferentes y, aclemás, las diferencias
esdistinciones
capitales sociales, económicosy culturales introducenfuert
:
“interse ccional” se
entre ellas (Bourdieu 1998). Desde esta perspectiva A :
analiza cómo cada uno de dichos elementos impacta,y a se conb;-
nan y entrelazan (intersectan) con los demás. Aunque existen cuestiones
que las jóvenes comparten generacionalmente, cada una encarna las mar-
cas de su clase social y su pertenencia étnica, y no viven lo mismolas de
bachillerato que las que ya trabajan como tampoco las que no estudian.
Las jóvenes urbanasa quienes el acceso ala educación superiorjunto con
la libertad sexual de los métodos anticonceptivosles abrieron un horizon-
te de potencialidades personales hansido las principales destinatarias del
fenómenocultural que se expresa en una subjetividad que ha recibidoel
nombre de postfeminista. Subrayo el término destinatarias porque hace ya
muchos años han sido el público objetivo de la mercadotecnia delas in-
dustrias culturales, y las de la moday la belleza.*
El término postfeminismo transmite simultáneamente una idea de
superación del feminismo, pero también de que el feminismo ya llegó a
su fin, incluso que falló. Es ambiguo, pues denota tanto el agotamiento de
la política feminista como una expresión más avanzada del feminismo, y
se suele interpretar de distinta manera en la academia que en los medios
de comunicación (Genz y Brabon 2009).* A finales de los años ochenta se
empieza a hablar de postfeminismo en los medios de comunicaciónde al-
gunos países europeos, Estados Unidos, Canadáy Australia, y su uso cobra
fuerza en los noventa. Varias autoras analizan el postfeminismo, y retomo la
interpretación de Angela McRobbie (2009), quien plantea que el repudio
al feminismo fue alentado por los medios masivos de comunicación, las
revistas femeninas, los programas de televisión y la literatura “chick lil".
ae calificaron de postfeministas las actitudes de muchas jóvenes que asu-
mían una imagen de feminidad sexyy se comportaban de manera aserti-
va, e
con frecuencia diciendo: ndo: * “Yo no soy
SOV feminista”,
ms ei
aunque en la práctica
asumieran planteamientos feministas.

26
PENSAR LA ÉPOCA

Así, a finales del siglo xx el término postfeminismo adquirió una


connotación simultáneamenteliberadoray despreciativa, y la subjetividad
postfeminista se volvió una tendencia generacional entre muchísimas jóve-
nes de clase media de las urbes en los países desarrollados. Este proceso,
que ocurre en esta etapa del capitalismo tardío enla quelas transforma-
ciones socioeconómicas y culturales del neoliberalismo han generado
cambios en las maneras de sentirse “mujer” y sentirse “hombre”, a su vez
impulsó una nueva dinámicarelacional junto con una mayor visibilización
de identidades no normativas (trans y queers). Surgieron nuevos códigos de
conducta sexual y de apariencia física, que incidieron en la producción
de un psiquismo distinto, y aparecieron nuevas personalidades. El ethos
hedonista del neoliberalismo,tejido en torno a pautas de consumo y com-
petencia alentadas mediáticamente, atravesó porigual tanto a mujeresjóve-
nes como a hombresjóvenes, y les ciudadanes pasaron a ser consumidores
vueltos sobre su propia imagen. En este contexto de individualismo con-
sumista ciertos reclamos feministas —como el derecho a decidir sobre el
propio cuerpo— empataron con un nuevo régimen de significados sexua-
les, y el discurso mediático dirigido a las jóvenes les ofreció una forma de
igualdad, concentrada en la educación yel empleo, pero inserta en la cul-
tura del consumo (Gill 2016). En los medios de comunicación masiva, las
mujeres cis jóvenes empezaron a ser representadas como alivianadas, se-
xys y asertivas, proyectando imágenes de chicas sonrientes y “echadas para
adelante” con sus escotes, tacones y uñas decoradas. El entramado de la
visibilidad mediática de jóvenes atractivas y sexualizadas se llevó a cabo
con el apoyo dela industria de la belleza y la moda. Las jóvenes postfemi-
nistas anhelaron ser autosuficientes, ganar dinero para consumir y, tam-
bién, gustar y ser deseadas. Entre los modelos de feminidad postfeminista
que ofrecieron los medios, Madonna encarnó la imagen paradigmática
de “empoderamiento”, disfrute y orgullo de ser mujer, con su éxito eco-
nómico, su confianza en sí misma y su hipersexualización.'! En México
Gloria Trevi intentó representar algo similar, con nefastas consecuencias.
El fenómeno postfeminista, muy de clase media urbana en países
de Europa y en Estados Unidos, se difunde en clases medias y altas en
otras regiones del mundo. En México, me tocó vivirlo a finales de los años
DOLOR Y POLÍTICA

am
noventa, cuando empecéa darclases en el rramM. En ese Anioness, un
plio grupo de universitarias de clase mediay alta asunila que el feminis-
mo era algo del pasado, aunque disfrutaban de sus “triunfos” (la libertad
sexual y el derecho a ser económicamente independientes); las más po-
litizadas hablaban de “empoderamiento” y veían con buenosojoslas ac-
ciones afirmativas (como las cuotas en puestos políticos). Incluso entre
quienes tomaban mi clase (Género ypolítica) muy pocas se asumían fe-
ministas. En ese entonces lamenté, junto con otras colegas, que las jóve-
nes nose interesaranen el feminismo. Sin embargo, en 2013 me llevé una
sorpresa. Una docena de jóvenes (algunas habían sido mis alumnasyse-
guían estudiando en el ITAM) me propusieron hacer un grupo de lectura
en mi casa para analizar La mística de la feminidad de Betty Friedan, que
cumplía ya mediosiglo. ¡Qué extraño su interés por leer a la pionera de
la Segunda Ola, y además hacerlo porfuera de la currícula académica! En
ese momento, incluso en ese sectorprivilegiado de estudiantes, la postura
calificada de postfeminismo era la generalizada y esas chicas eran una rare-
za. Ellas no se identificaban a sí mismas como postfeministas, sino como fe-
ministas, y crearon un grupo feminista en el rram al que nombraron “La
Cuarta Ola”. Posteriormente escribirían acerca de su proceso (Meltis el
al. 2014), y en ese texto se describen como jóvenes de entre 20 y 25 años,
de clase media yalta, estudiantes de relaciones internacionales y ciencia
política, provenientes de varios estados de la república y distintos entor-
nos académicos ysociales. Pese a las diferencias por haber estudiado en
escuelas católicas o laicas, compartían un común denominador: “el pri-
vilegio de una educación privada” (2014:119). Ellas mismas preguntan:
“¿Por qué jóvenes formarían un grupo feminista? Parece algo del pasado”
(2014:119).

La Cuarta Ola

Sin embargo, ya había un cambioenelaire, y sería precisamente con el


epíteto “Cuarta Ola” que en distintas partes del mundo se empezaría a
hablar de lo que parecía un resurgimiento feminista. Ya señalé que,
. a en ,

28
PENSAR LA ÉPOCA

lugar de enmarcar el movimiento feminista a partir de generaciones, la


perspectiva de Chamberlain acerca de la temporalidadafectiva da cabida
a las cambiantes condiciones de los feminismos, que producen “unacoli-
sión de temporalidades que moldean impulsos intensos de acción políti-
ca” (2017:52). Esto coincide conlo que señalan Goodwin, Jasper y Polleta
(2007) en relación con el fenómeno de cómo en los movimientossocia-
les se dan convergencias de emociones, que sirven para unir voluntades
e impulsan el activismo. Un indicio muycitado comoinicio de la Cuarta
Ola es la "Marchade las Putas” (Slut Walk) que se llevó a cabo en varios
países en 2011, A pesar del nombre, no se trata de una marcha de traba-
jadoras sexuales sino de todo tipo de mujeres para protestar que se justifi-
que la violencia sexual con el pretexto de la apariencia provocadorade las
víctimas. El comentario escandaloso de un policía —“Las mujeres deben
evitar vestirse como putas para no ser víctimas de la violencia sexual”—
encendió en Torontola indignación de las universitarias y más de tres mil
mujeres salierona la calle en abril de 2011 vestidas como “putas” para ex-
presar que no importala vestimenta que se use, nada justifica la violencia
sexual. Además, se burlaron de la idea de que hay hombresa los que esos
atuendos excitan al grado de perderel control. El mensaje fue claro: las
agresiones sexuales son responsabilidad de quieneslas llevan a cabo y no
de las víctimas.'* Así, la Marcha de las Putas se diseminóa otras ciudades:
Montreal, Londres, Matagalpa, Melbourne, Seattle, Los Ángeles, Teguci-
galpa, etcétera. En la Ciudad de México se llevó a cabo el domingo 12 de
junio de 2011.'* Apropiarse del término estigmatizante de puta es una ac-
titud desafiante yliberadora, que marcó un cambio generacional en todo
el mundo
Sería en torno a 2014 que la popularización del feminismo cobraría
un ímpetu mediático inaudito, y en muchas partes del mundo*ser feminis-
ta” se convertiría en algo valorado entre las chicas másjóvenes. En ese año
la onu lanzó, conla joven actriz Emma Watson, su campaña “HeForShe”.
Esta campaña, que logró el apoyo de grandes empresas, gobiernos y uni-
versidades públicas y privadas, ha sido cuestionada por muchas feministas
por alentar a los varones a “apoyar” las demandas feministas de las mujeres,
en lugar de plantear la necesidad de que ellos se hagan una autocrítica y

29
DOLOR Y POLÍTICA

cuestionen sus privilegios masculinos. El libro We Should as Be Pta


que surgió dela charla TED que Chimamanda Ngozi Ep unajoven
escritora nigeriana, dio en diciembre de 2012, se publicó ed Aa Dl
vió un bestsellermundial. El mensaje Todas las personas deberíamos serJeministas
fue velozmente difundido, y así como cl modelo inspirador de Chima:
manda impulsó a muchas jóvenes a asumirse como feministas, también
alentó a Maria Grazia Chiuri, la primera mujer directora artística dela
casa Christian Dior, a incluir en la colección de 2015 una camiseta blanca
conla frase de la autora: We Should AU Be Feminists. A continuación, la in-
dustria de la moda imprimióel término feminista o feminismo en distintas
prendas de ropa, a precios mucho más accesibles que los 550 euros dela
camiseta de Dior. Posteriormente la propia Chimamandadio unaentre-
vista respecto a tal comercialización de su título, donde señaló que: *El
feminismo todavía es muy polémico y controvertido, y todavía está muy
cargadode estereotipos negativos. Una camiseta no va a cambiar el mun-
do, pero pienso que el cambio ocurre cuando diseminamos ideas” (Bird
2019). Sí, pero como diría Wendy Brown, el capitalismo reconfigurato-
dos los aspectos de la vida, incluso los mensajes feministas, en términos
económicos.
Entre 2014 y 2017 un fenómeno inunda los medios de comunica-
ción: celebridades del mundo del entretenimiento y personajes del arte, la
culturay la política proclaman orgullosamente sus identidades feministas.
Un caso muypublicitado fue el de Beyoncé'* por su aparición enel esce-
nario frente a un letrero conletras gigantes iluminadas que decía “rEMt-
NIsT”, Al mismotiempo, algunos libros feministas se vuelven bestsellers ylas
tradicionales revistas femeninas (modaybelleza) incluyen entrevistas con
temas de feminismo. No sólo las mujeres “están de moda” y sus problemas
son noticias de primera importancia (la prensa publica reportajes acerca
de la desigualdad salarial o el abuso sexual que antes hubie ran rechazado),
, a AS
sino que además el
aefeminismose vuelve coo/!* (atr activo) y, por todas par-
tes, personajes públicos se declaran “feministas”. Rosalind Gi" y Shan!
» ” re . » » “ur > . * e A . á

90117
Orgad (2017) as S e
analizan este fenómeno y plantean que ha ocurrido unaes-
pecie de reformulación (remaking) del feminismo a través de la construc-
« . C *

ción de una culturade la seguridad en una misma (confidenc


e) que no sólo

30
PENSAR LA ÉPOCA

exhorta a las chicas y las mujeres a modelarse ellas mismas, sino que tam-
bién reconfigura las preocupaciones feministas.
Una versión anterior de esta “seguridad en una misma” fue el “em-
poderamiento”. Desde los años ochenta empezó a circular el mensaje de
quesi las mujeres nos empoderábamos podríamos cambiar el mundo, en
especial, que podríamos convencer a los hombres de transformarlas in-
justas y desiguales relaciones en que todes estamos inmerses. Pronto, la
problematización crítica que varias feministas hicieron al término lo resituó
dentro dela tendencia empresarial / liberal del feminismo.'” Lascríticas se
centraron en si es posible que todas las mujeres (incluyendoa las indíge-
nas, las campesinas, las viejas, las que tienen una discapacidad, etcétera)
se “empoderen”o si para lograr tal “empoderamiento” se debe trabajar
para una emancipación colectiva. Las conferencias de corte empresarial
hablaban de empoderamiento de las mujeres para referirse a la promo-
ción de éstas en altos puestos de trabajo asalariado, de representación po-
lítica y de gestión pública y, sobre todo, como las nuevas consumidoras.
Obvio que tal empoderamiento político y económico de algunas mujeres
no llega a la inmensa mayoría que sigue inmersa en desigualdades sus-
tanciales, asociadas a su clase, sus orígenes étnicos y demás características
sociales. Y, aun en el caso de las privilegiadas que supuestamente estaban
“empoderadas”, muy pocas lograron emanciparse del mandato cultural
de la feminidad. Sí, de lo que incluso esas mujeres privilegiadas no se han
emancipado aún es de las prescripciones culturales que han internaliza-
do: ser buenas, obedientes, recatadas y hacerse cargo, “por amor”, del cui-
dado de los demás.
Mientras que en el Tercer Mundoel término empoderamiento se uti-
lizó por los grupos feministas para fortalecer a las mujeres que enfrenta-
ban distintas formas de opresión machista, en el Primer Mundo adquirió
una connotación negativa para ciertos sectores críticos del feminismo,
como algunos de izquierda, que lo analizaron desde lo que ahora se de-
nominan tecnologías del yo, siguiendo a Foucault.'* Las tecnologías del yo o
técnicas de sí mismo son mecanismos que permiten a los sujetos hacer, con
sus propios medios o con ayuda de otras personas, un cierto número de
operaciones sobre sus cuerpos y pensamientos, conducta y formasde ser,

31
DOLOR Y POLÍTICA

para transformarse mientras buscan lograr un estado de felicidad o sabi-


duría. Y comoseñala la teórica feminista Teresa de Lauretis (1987), tam-
bién haytecnologías de género. Tenemos pues que, así como antes la cultura
mediática fue instrumental en inculcar aspiraciones respecto a una femi-
nidad tradicional, ahora promueve una especie de feminismo light en esa
formación discursiva contemporánea, a la que Gill y Orgad nombran con-
fidence culture. Ésta implica:

una reformulación del yo, y funciona como una tecnología de género


para producir un nuevotipo de sujeto: una mujer responsable de sí mis-
ma volcada hacia dentro de sí misma, que con trabajo personal y autogo-
bierno, mejora y fortalece su seguridad y su ambición (2017:27).

Desde el poder cultural de los medios masivos de comunicación apare-


cen anuncios comerciales en la televisión y en revistas femeninas llaman-
do a las mujeres a que tengan confianza en sí mismas, con mensajes de
“empoderamiento”del tipo: “Sólo tú te puedes ayudar a ti misma” o “La
seguridad en ti misma es sexy”. Imágenes muy sexualizadas de mujeres
emprendedoras transmiten la idea de que es posible ser sujeto y objeto
de deseo. Estas imágenes, clasistas y racistas en su mayoría, ofrecen un
mismo mensaje para todas las mujeres, sin distinguir diferencias ysin te-
ner la menorinterseccionalidad. Un eje principal de los mensajeses: la
inseguridad femenina es aborrecible y la asertividad es sexy. Esto es par-
te de esos procesossociales que generan una reformulación casi terapéu-
tica de los malestares individuales mediante lo que Nikolas Rose (1998,
1999) califica como “el gobierno del alma” y “el modelamiento del yo”.
En esta tendencia se inscribe la confidence culture, que se ha desplegado
desde principios del siglo XXI, y que habla muy poco delas desigualdades
estructurales, o de cómoel poderpatriarcal se ha inscrito en la subjetivi-
dad de las mujeres mediante exigencias respecto al cuerpo, fomentadas
porla industria de la belleza y la moda. Cuando desde esta perspectiva se
reconocen algunos agravios y daños que viven las mujeres se enfatiza que
su solución depende de ella mismas, pero “no de una acción colectiva
sino de un programaintensivo de reprogramación cognitiva, conductual,

32
PENSAR LA ÉPOCA

corporal, neurolingúística, que logrará sacar a la luz un Yo nuevoy seguro


de sí mismo” (Gill y Orgad 2017).
La intensificación y extensión de las formas de supervisión y vigi-
lancia que monitorean y disciplinan los cuerpos femeninos es muy evi-
dente en síntomas comola anorexia y la bulimia. Hace varios años, en
2003, el jugo gástrico de los vómitos por bulimia de las alumnas en la Uni-
versidad Iberoamericana dañólas cañerías de acero galvanizado en uno
de los baños de mujeres.** El artista visual Yoshua Okón recuperó algunos
tubos dañados para hacer una obra de denuncia de los estándares de be-
leza que exponen a cientos de jóvenes a graves desórdenes alimenticios
comola anorexiay la bulimia. No hay que pensar que este tipo de enfer-
medades son privativas de unaclase social ni hay que despreciar el sufri-
miento de quieneslas padecen.”
La exigencia cultural que viven las mujeres en relación con su apa-
riencia corporal ha sido tema de interés de varias autoras feministas que
investigan los procesos de imposición y normalización del imperativo cul-
tural occidental de belleza, que enaltece la delgadez y repudia la gordura.”
Un aspecto del poder que tiene dicho imperativo se deriva, en gran me-
dida, de lo que Bourdieu (2000) califica de violencia simbólica, o sea,la
manera en que las personas internalizan los mandatos culturales al pun-
to de creer que ellas mismasestán eligiendo la vigilancia sobre su aspecto
y el disciplinamiento del cuerpo. En ese mismo sentido va la propuesta
del “makeover”.* Esta operación de conseguir un nuevo aspecto también
implica una reformulación valorativa de la propia subjetividad. En Mé-
xico, Martha Debayle, quien encarna de forma paradigmática esa figura
postfeminista y segura de sí misma, ha asumido la propuesta del makeover,
y realiza en su programa de radio un concurso para elegir a la persona
“afortunada” que va a tener su cambio total de apariencia, con cirugía es-
tética incluida. Las mujeres que no tuvieronla “fortuna” de ganar,si quie-
ren lograr esa imagen deberán pagar altas sumas para conseguir acercarse
al modeloracista y clasista.

33
DOLOR Y POLÍTICA

El feminismo antisistema

Mientras las llamadas feministas neoliberales buscan cómo realizar ajustes,


incluso en su apariencia física y su conducta, que les permitan un avan-
ce individual (Fraser 2013; Rottenberg 2018), la mayoría de las feministas
latinoamericanascuestionan esos elementos clave del modelo hegemóni-
co. Ésta es una característica de los nuevos feminismos en América Lati-
na, atravesados la mayoría de ellos por un impulso antisistema, que ven a
esas otras feministas como cómplices del capitalismo. Las reflexionesfe-
ministas latinoamericanas abordan los efectos del neoliberalismo en el
continente, y en especial suelen enfocar su análisis en el racismo y en
la vigencia del modelo colonial en las subjetividades, al mismo tiempo
que difundenlas reivindicaciones de poblaciones indígenas, afrodescen-
dientes y marginadas. Sin embargo, también en nuestra región circula esa
Y
>

poderosa difusión cultural y mercantilizada del término feminismo, y coin-


cide conel estallido de las movilizaciones de jóvenes anticapitalistas, anti-
rracistas y antipatriarcales. Aunque el carácter de las luchas feministas en
América Latina es distinto de las que se desarrollan en el Primer Mundo,
también aquí hay grupos de mujeres, especialmente jóvenes, que compar-
ten la cultura de la confidence.
¿Hasta dónde un giro local de la confidence culture es precisamente
la asertividad que se ve en las nuevas movilizaciones feministas, que inclu-
so raya en temeridad? Lucía Alvarez Enríquez cataloga las movilizaciones
de mujeres en México que han ido ¿n crescendo como “un movimiento álgi-
do y novedoso, que en muchos sentidos puede catalogarse como de 'nue-
vo tipo”” (2020:149). Esta socióloga mexicana señala que el movimiento
tiene: “un lenguaje muy *propio”, directo y confrontativo” (2020:149) y
también plantea que

la irrupción y/o expansión del movimiento feminista en México en el


2019 es claramente un fenómeno “diferente” que poco se parece a la tra-
dición que conocemos en nuestro país bajo ese nombre —movimientofe-
minista. Con esto quiero decir que es un proceso de acción colectiva que
ha emergido, se ha mostrado yse ha sostenido a través de modalidades

34
PENSAR LA ÉPOCA

que no habían sido las usuales en el movimiento feminista desarrollado


en México durante las cinco décadas anteriores, desde los años 70 cuan-
do se generaronlas primeras manifestaciones en tornoa la problemática
de género (2020:156).

También para Alvarez Enríquez ha sido la violencia contra las mujeres lo


central en las protestas,y ella señala que el movimiento:

Se ha caracterizado desde el inicio por fuertes exabruptos y explosiones


de rabia contra los hombres, las instituciones, los medios y las complici-
dadessilenciosas; de aquí también los mecanismosradicales y disruptivos
que las protagonistas han implementado; el tono de exigencias sin corta-
pisas, la intolerancia, desesperación y hartazgo ante la falta de respuesta
de las instituciones y el uso incluso de la violencia como medio para sa-
cudir y llamar la atención (2020:158)

Desde hace varias décadas, las manifestaciones públicas en contra de la


violencia hacia las mujeres han estado vinculadas a la fecha emblemática
del 25 de noviembre (Día de Luchacontra la Violencia hacia las Mujeres).*
A partir de 2015 se nota un cambio, pues las tecnologías de la informa-
ción y la comunicación (TIC) convocan y acompañanlas protestas, y posi-
bilitan que la movilización no se dé únicamente en las calles, sino que
también se manifieste virtualmente. Las TIC han sido una herramienta re-
novadora del feminismo:lo que se exige en un lugar llega casi simultánea-
mente hasta otros países, e incluso a los confines del mundo. Plataformas
como Facebook y Twitter han facilitado las convocatorias extendiendo cam-
pañas de denuncia impulsadas por mujeresjóvenes, como +MiPrimerAco-
so, +NoTeDaVergúenza, +NoTeCalles, +NiUnaMenos, *MujeresEnHuelga,
ttNosotrasParamosy finalmente, los variados +Me'Too. Eso ocurrió con la
convocatoria a la megamarcha en Argentina en junio de 2015 que, conel
lema Ni una más, movilizó a cientos de miles (Accossatto y Sendra 2018;
Pisettta 2019). Esa frase ya había sido usada antes, supuestamente desde
1995 en relación con los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, y la mo-
vilización en Argentina la viralizó en todo el continente. Evidentemente

35
|

DOLOR Y POLÍTICA

hay una relación intrínseca entre el medio, el instrumento y el contenido


de los mensajes convocantes, que luego inciden en las modalidades deor-
ganización resultante, y ése es un temaa investigar más.
En México, desde hace tiempo la conmemoración del Día Inter-
nacional de la Mujer había conservando su matiz laboral, y en las tradi-
cionales marchas del 8 de marzo los contingentes de sindicatos y partidos
ocupaban un amplio espacio, incluso en la descubierta (la primera línea
de una marcha). Pero en 2016fue diferente. El 8 de marzo, en la Ciudad
de México, el Ángel de la Independencia se llenó de jóvenes vestidas de
morado para marchar hasta el Zócalo, Esa vez, además de las consignas
que aludían a cuestiones laborales (¡Basta ya, basta ya, de violencia laboral!
¡Mujeres contrael despido, contra el charrismosindical, mujeres organizadas lu-
chando contra la patronal!), aparecieron jóvenes que bailaban y coreaban
consignas feministas contra la violencia machista, comoSe va a caer, se va
a caer, el patriarcado se va a caer. Mes y medio después, el domingo 24 de
abril de 2016, se llevó a cabo la Movilización Nacional contralas Violen-
cias Machistas en más de cuarenta ciudades de México. Ésta fue la mayor
marcha hasta ese momento, ni siquiera las movilizaciones tradicionales,
que conmemoran fechas emblemáticas (8 de marzo, 28 de septiembre y
25 de noviembre), fueron tan nutridas y combativas como ésa, Yo quisie-
ra creer que la fecha también conmemoraba que se cumplían nueve años
desde que la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal aprobó
las reformas parala interrupción legal del embarazo en la Ciudad de Mé-
xico, peroesa coincidencia no fue tema de debate.** El llamado se planteó
principalmente comouna movilización en contrade la violencia. El even-
to, al que se nombróla Primavera Violeta, surgió de “colectivas” indepen-
dientes que la convocaron gritando ¡Vivas nos queremos! En conferencia de
prensa Minerva Valenzuela, Cynthia Híjar, Mar Cruz y Lulú Barrera, todas
ellas activistas feministas, enfatizaron que el movimiento era apartidista y
autónomo:

Saldremos a defenderla alegría, el habitar espacios públicos que es un


derecho que nos hasido despojado conla cotidianidad violenta, desde
lo más microhasta lo político.
PENSAR LA ÉPOCA

La convocatoria especificó que toda persona podría asistir a título perso-


nal, o de colectivos feministas, pero que no se aceptaría la representación
de partidos políticos. La marchasalió de Ecatepec, en el Estado de México,
una de las entidades con mayor número de feminicidios del país, y reunió
en la Columnadela Independencia a miles de mujeres indignadas y espe-
ranzadas que expresaron su repudio y su hartazgo ante la violencia machis-
ta. Participaron mujeresdedistintos estratos sociales, variadas ocupaciones
y diferentes edades, algunas que se autonombran feministas anarquistas
junto con jovencitas de secundaria y prepa, y una gran cantidad portaba
el pañuelo verde que simboliza la lucha por la legalización del aborto.
También cientos de hombres las acompañaron en su protesta, algunos
ubicados en un segundo plano, respetando el protagonismo de quienes
pensaron y organizaron esta movilización, otros contemplándola, descon-
certados o también agresivos. Hubo un Pronunciamiento” en el cual se
reflejaban la amplitud y diversidad de quienes protestaban:

Hoy mujeres obreras, campesinas, indígenas, mestizas, estudiantas, mili-


tantes, maestras, activistas, trabajadoras sexuales y trabajadoras del hogar,
artistas, cocineras, lesbianas, bisexuales, heterosexuales, mujeres trans,
disidentas sexogenéricas, mujeres de todas las corporalidades, mujeres
con discapacidades, mujeres de todas las clases, profesionistas, analfabe-
tas, encarceladas, guerrilleras, presas políticas, parteras, chamanas, mu-
jeres en situación de calle..., tenemos un propósito común: manifestar
nuestro absoluto hartazgo, nuestra rabia acumulada en contra de la vio-
lencia estructural, cultural e institucional que crecientemente provoca
cifras alarmantes de feminicidios, el extremo más grave de estas violen-
cias, que convierten las desapariciones forzadas y asesinatos de mujeres
en manifestaciones brutales de odio y amarillismo.

Desde algunas de las lecturas posibles a este manifiesto me resulta valio-


sa la conexión /confrontación que allí se menciona entre lo macrosocial
(Estado) y lo que se considera micro (colectivas, grupos, subjetividades).
También se puede leer como un llamado a la unidad en la diversidad,
que hace un análisis que amerita difundirse y discutirse. Al denunciarlas
DOLOR Y POLÍTICA

lo hacen
variadas formas de violencia y al exigir al Estado hacerse cargo,
: ; ñ 1e:
detallando cada horror que viven, en especial señalan q

y agresiones sexuales en la calle y


La violencia es cotidiana en los acosos
sy
los transportes públicos, a pesar de me didas fallidas como los vagone
espacios para mujeres.

Ellas formularon una crítica directa al Gobiernodela Ciudad de México:

La Ciudad de México, contra lo que pueda pensarse O quieren hacernos


creer sus autoridades, es un espacio geográfico, socioeconómico,cultu-
ral, administrativo y político donde las violencias machistas las vivimos
diariamente las diversas mujeres que allí habitamos, o que transitamos
porsuscalles y espacios públicos, usamossus transportesy asistimos a sus
instituciones de salud, educación o a sus centros laborales.

Su protesta acerca del acoso en la calle condujo a la campaña +NoEsDe-


Hombres,** dirigida a prevenir y reducir “el acoso sexual y otras formas de
violencia sexual en el transporte público de la Ciudad de México”. Dela
manifestación, en abril de 2016, al lanzamiento de la campaña, en marzo
de 2017, pasó casi un año en el diseño de la campaña,y no es casualidad
que quienes concertaron sus energías para hacerla y lanzarla fueran fun-
cionarias feministas (la directora del Instituto de la Mujer de la Ciudad
de México, Teresa Incháustegui, con el apoyo de la secretaria de Gobier-
no de la Ciudad de México, Patricia Mercado,y la representante de ONU
Mujeres en México, Ana Gúezmes). En el lanzamiento de la campaña es-
tuvieron, además de las tres autoridades feministas, figuras públicas mas-
culinas, como actores, el director técnico del equipo de futbol Pumasy
la activista Tamara de Anda, también conocida como Plaqueta. Ella es la
joven que protagonizó, unos días antes de la campaña quese lanzó el 21
de marzo, un incidente con un chofer quela llamó “guapa”y al que ella
denunció por acoso.”
En el Pronunciamiento de la Primavera Violeta (2016) se expre-
saron el dolory la rabia de miles de mujeres. Y no es de sorprender que

38
PENSAR LA ÉPOCA

en noviembre de ese mismo año ocurriera un fuerte paro feminista en


la UNAM, con estudiantes que tomaronlas instalaciones rumboa la orga-
nización y participación de la marcha por el Día Internacional de la Eli-
minación de la Violencia contra la Mujer. Se retomaron consignas de la
Primavera Violeta, se hizo un tendedero de denuncias anónimas, hubo
asambleas feministas y circuló la consigna “Si tocan a una, respondemos
todas”.

Las marchas,las protestas y las huelgas

El 8 de marzo de 2017 las feministas en México se volvieron a sumaral


Paro Mundial que se llevó a cabo en cincuenta y cinco países alrededor
del mundo. La feminista argentina Verónica Gago señala que: “Con la
huelga, nos hacemos cargo de un mapa global que no nos queda para
nadalejos ni ajeno y que consiste en politizar las violencias contra las mujeres”
(2018:11). En México la convocatoria fue no ir a trabajar, pero sí salir a
protestar. Así, mientras miles de mujeres pararon sus actividades y no asis-
tieron a sus trabajos asalariados, muchas otras salieron en la tarde a ma-
nifestarse. Activistas feministas, trabajadoras sindicalizadas, académicas y
estudiantes universitarias, artistas, militantes de partidos y jefas de hogar,
junto con madres de personas desaparecidas, marcharon con pancartas
que, además de denunciar múltiples afrentas, reivindicaban el derecho a
decidir, los derechoslaborales ysalarios igualitarios. La marcha concluyó
enfrente del Hemiciclo a Juárez, donde las madres de víctimas de femini-
cidio gritaron: “¡Ya basta de tanta asesinada!”.
En mayo de 2017 el caso de Lesvy Berlín Osorio, una estudiante
que apareció estrangulada con el cable de una caseta de teléfono en Ciu-
dad Universitaria, desató una fuerte movilización feminista luego de la
declaración de la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México de que
se trataba de un suicidio. El caso de Lesvy se complicó, pues en la graba-
ción del video faltaban los segundos correspondientesal estrangulamien-
to, y se interpretó que habían sido eliminados deliberadamente, ya que
el novio acusado era hijo de un integrante del sindicato de la UNAM. Las

39
DOLOR Y POLÍTICA

estudiantes crearonel hashtagHtSiMeMatanyel caso de Lesvy se volvió una


de sus banderas de lucha, conel ya citado lema *Si tocan a una, respon-
demos todas”. Dos años después, la condena de cuarenta y cinco añosal
novio amainó las protestas, pero la figura de Lesvy sigue presente en las
luchas hasta la fecha y su madre se ha convertido en una activista contra
los feminicidios: recorre universidades hablando del caso de su hija, par
ticipa en las manifestaciones y ha desarrollado vínculospolíticos con algu-
nas de las feministas de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.
En octubre de 2017 explotó en Hollywood el movimiento ++MeToo
en redes sociales, y como reguero de pólvora estallaron también denun-
cias en muchospaíses. Así, el problema del acoso sexual, que se visibilizó
mundialmente, junto con la huelga mundial de mujeres, convirtió al año
2018 en “el momento de inflexión de la Cuarta Ola” (Varela 2019:144).
En México, el 8 de marzo de 2018 se repitió el Paro Mundial en varias ciu-
dades, y en la Ciudad de México la marcha llegó hasta Palacio Nacional,
con consignas que mezclaban tres temas: violencia, aborto y desigualdad
laboral. La manifestación tuvo un carácter lúdico, e incluso hubo niñas
con rostros pintados, cargando sus mochilas de la escuela, jóvenes con los
senosal aire y varias encapuchadas vestidas de negro que, con aerosoles,
iban pintando consignas como “Verga violadora, ¡a la licuadora!”. Días
después, las estudiantes organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras
(rryL) llamaban a la Primera Asamblea Interuniversitaria de Mujeres en
la UNAMdebido a “el acoso y la violencia sexual que se viven dentro y
fuera de la máxima casa de estudios”. Esta asamblea se llevó a cabo el 22
de marzo de 2018 enel auditorio Ho Chi Minh dela Facultad de Econo-
mía. El medio digital Terceravía.mx registró cinco características de la
Asamblea Interuniversitaria de Mujeres: 1) es separatista; 2) es apartidis-
ta; 3) busca promover la creación y consolidación de una red de mujeres
para combatir el machismo; 4) busca hacer grupos de acompañamiento;
5) plantea que hay que encapucharse para protegerla identidad yevitar
futuras represalias. La mamá de Lesvyse presentó en la asamblea en don-
de agradeció el apoyo que le han dadolas universitarias. El 3 de mayo,
en el aniversario luctuoso de Lesvy, las estudiantes y algunas maestras de
la Facultad de Filosofía y Letras (MOFFYL) organizaron una “marcha inter

40
PENSAR LA ÉPOCA

na” en la UNAM. El cartel, con la foto de Lesvy, dice: “Lesvy no ha muerto,


Lesvy somos todas”. A lo largo de 2018, distintos conflictos llevaron en
diferentes universidades públicas y privadas a protestas en “tendederos”
con denuncias de acoso por maestros y compañeros, y en general contra
la violencia hacia las mujeres. La comunidad estudiantil de la máxima
casa de estudios se dividió con el tema de hacer un paro, pues un amplio
sector propugnó realizar un “paro activo”, que les permitiera seguir es-
tudiando.
El 8 de marzo de 2019 la consigna fue “paramos, marchamos y nos
organizamos”, y el orden de enunciación fue ya una toma de posición polí-
tica con una lógica en acto. Aunqueel llamado fue a hacer huelga de traba-
jo, cuidado y consumo,el +'VivasNosQueremossiguió presente en primera
línea. Las organizadoras establecieron el orden de los contingentes: en la
descubierta, dos compañeras por cada organización convocante del 8M;
luego familiares de víctimas, de feminicidios o desaparecidas; después
mujeres, colectivas feministas y al final organizacionessindicales seguidas
de organizaciones populares para cerrar con organizacionespolíticas. Se
marchó para exigir un alto a la violencia y la desigualdad, dandoel lugar
prioritario a familiares de víctimas; y como había un nuevo gobierno, tam-
bién se protestó por las decisiones de AMLO respecto a la Guardia Nacio-
nal, y porel cierre de los refugios para mujeresy las estancias infantiles. La
marcha mostró que el movimiento feminista no es una masa homogénea
sino que hay grupos e ideas diversas, lo que exige renunciara la tentación
de una representación unívoca.
Semanas después, a finales de marzo de 2019, en Méxicoestallarían
varios ttMeToolocales contra escritores, músicos, académicos, periodistas,
etcétera. Si bien era sabido que en México existen variadas formas de abu-
so y acoso sexual en espacios domésticos y públicos, en ambientes labora-
les? y estudiantiles, y que hay una gran impunidad ante ellos, los 424,867
tuits escritos entre el 21 de marzoy el 4 de abril por 230,578 personas(casi
en su totalidad mujeres)? pusieron en evidencia la trascendencia que tie-
ne ese problema en nuestro país. Las denuncias ofrecieron un panorama
desolador: desde violaciones hasta manoseos, desde amenazas de despido
hasta condicionamiento de la permanencia en el trabajo a cambio de

41
DOLOR Y POLÍTICA

hacían referencia al
“favores sexuales”. Dejan do de lado algunos tuits que
adulterio, al desamor o a la indiferencia de la pareja, las denu
ncias de los
tiMeToo mexicanos fueron un potente indicadordel sufr
imiento, la in-
dignación yel hartazgo de muchísimas mujeres pur los episodios de hos-
tigamientolaboral, abuso, agresión, incluso violación, que han padecido,
Además, junto a la rabia por los abusos de poder llevados a cabo parjefes,
y porlas insinuaciones groseras y los toqueteos de colegas, también fue
notorio el miedo a perderel empleo. Y para muchas denunciantes sus pa-
labras tuvieron un costo personal, pues hubo represalias tanto en el plano
individual como enel social: desde el hostigamiento mediático hasta ame-
nazas telefónicas, además del quiebre de algunas amistades.
Aunque en México hay un consenso social velado acerca de que es
verdad que existen esos horrores, el activismo de las denunciantes exhibió
la magnitud y gravedad de lo que ha estado ocurriendo, y eso que quienes
se expresaron pertenecen básicamente a un sector urbano de clase media:
faltarían todavía t+MeToo de obreras, campesinas e indígenas. Este sesgo
de clase ha sido una de las mayorescríticas que han recibido los +MeToo a
nivel mundial. Las denunciantes suelen ser mujeres de clase media urba-
na, con una presencia mediática mayor de mujeres blancas y famosas. Las
denuncias mexicanas se insertaron en el amplio reclamo contrala violen-
cia hacia las mujeres, pero también se consideraron “acoso” expresiones
sexualizadas, como miradas de deseo o palabras de admiración que pue-
den incomodar a quien las recibe, pero que no necesariamente implican
violencia, ofensa o agravio. Hay, pues, una resignificación semántica, en la
que el términoacosoes utilizado para nombrar actos machistas. El rechazo
de muchas mujeres a expresiones sexualizadas que no son necesariamen-
te dañinas, pero a las que se les otorga una connotación negativa (como
los “piropos”), obliga a revisar cómo llegamos a pensar lo que hoypen-
samos, no sólo del acoso, sino más ampliamente acerca de las relaciones
de coqueteo, cortejo y seducción entre mujeres y hombres.” Aclaro que
lo que estoy relatando tiene que ver con mujeres que habitan
en grandes
ciudades; aunque hay feministas que acompañanlas luchas de las mujer
es
de medios suburbanos y rurales, la información
acerc a de lo que les ocu-
rre a ellas no trasciende igual.

42
PENSAR LA ÉPOCA

Analizar procesosculturales no significajustificarlos. Es unejercicio


intelectual que nosfacilita encontrar las herramientas y las vías para cam-
biar lo que noshiere, y no solamente reprobarlo. Entretejidas en la cultu-
ra están creencias y prácticas que, aunquese vivan hoy como impropias,
no son del mismo orden que ciertos comportamientos agresivos. Esto es
lo que planteó el grupo de francesas que en enero de 2018 cuestionóal-
gunas de las denuncias del +¿MeToo, y señaló que reconocerdiferencias y
matices lleva a ejercer formas de discrepancia tolerante en lugar de bus-
car castigos tajantes, que fortalecen al punitivismo o la censura.” Si bien
hay que frenar todo comportamiento reprobable, ¿será posible desentra-
ñar los deslizamientos de sentido que están surgiendo en torno al acoso
y que amenazan con distorsionar las denuncias? Existen innumerables
ejemplos de cómo en el capitalismo se manipulan y distorsionan ideas
que luego se utilizan con otros objetivos. Eso nos compromete a ser cui-
dadosas en la distinción de términos. Habría que preguntarnos a quién
le sirve la fusión conceptual que revuelve y condensa en el término acoso,
actos e intenciones, tocamientos y miradas, agresiones y torpezas. ¿A qué
proyecto político le sirven las reacciones desmedidas ante conductas que
no son estrictamente abusivas ni acosadoras, aunque sean molestas? ¿No
será que los conflictos que indudablemente padecen las mujeres son utili-
zados por los gruposde derecha para fortalecer una visión conservadora y
puritana? Las mujeres que protestan no son puritanas, pero una perspec-
tiva muy frecuente con la cual se pretende combatir esas expresiones sí lo
es. Foucault resumió el triple decreto del puritanismo moderno respecto
al sexo en “prohibición, inexistencia y mutismo” (1991:11). Este purita-
nismo se debe a resabios de la doble moral sexual,* que hace que ciertas
alusiones sexualizadas se vivan o se interpreten como “ofensivas” o como
“proposiciones indecorosas”.

La diamantina y los destrozos

La sensación de riesgo que muchasjóvenesviven cotidianamente cuando


andan enla calle explotó en agosto de 2019 con la denuncia de violación

43
DOLOR Y POLÍTICA ts A

1a jovencita que Yegresaba 2h qe” de


por parte de cuatro policías a ul a de la denuncia desató una manifes-
madrugada. La filtración a la prens
jóvenes el viernes 16 de
tación de proporciones mayores. La fiwia de las
inédita y, hasta cierto punto,lú-
agosto de 2019 inauguró una reacción
vo rosa de diamantina (glitter).
dica: le esparcieron al jefe de policía pol de vidrio en la ofici
Además, las jóvenes activistas rompieron una puerta de vi 2:18 QUOR
na de la policía e hicieron otros destrozos en la calle. Fue a partir de esa
acción, muy publicitada, que los medios empezaron a hablar de la exis-
tencia de las feministas “anarcas”, no en el sentido del AROuiadO de una
figura como Emma Goldman, sino más vinculadasal Íenómeno del“anar
quismo insurreccional” que analiza Carlos lllades como “la irrupción de
jóvenes encapuchados, vestidos de negro, que rayan las paredes, utilizan
sopletes y destruyen los símbolos del capital global y del Estado” (2019).
Las figuras políticas e intelectuales que se expresan en los medios de co-
municación se manifestaron en dos sentidos: por un lado, en apoyo a
las jóvenes manifestantes y, por otro, repudiando lo que se calificó como
“vandalismo”.* Al comparar las reacciones ante lo ocurrido el viernes 16
de agosto con la desatención o falta de interés que hubo respecto a las an-
teriores movilizaciones, da la impresión de que se “requieren” esos “actos
vandálicos” para que los medios de comunicación, y los editorialistas e in-
telectuales, no ignoren las protestas. Eso lo precisó también una joven en-
trevistada por Elena Poniatowska (2020), que dijo: “Si no somosviolentas,
nadie nos hace caso”. En efecto, a partir de la marcha de la diamantina y
los destrozos varios analistas políticos que no se habían interesado antes
por el tema empezaron a hacerlo. Hubo muchos editoriales en la pren-
sa nacional, y la concatenación de otras protestas mantuvo el temaenel
debate público. Unareflexión de corte académico la hizo la teórica polí
tica Amneris Chaparro (2020a y b), que interpreta que la marcha del 16
de agosto representa también una “ruptura epistemológica” pues: “es una
apertura para darle significado y resignificar el lugar que tienen las per
sonas en condiciones de subordinación”. Ella señala que
dicha ruptura
tiene varios aspectos, entre los que incluye “desafiar formas de feminidad
pEoph
tradicional y la aprop iación de las mujeres del es pacio públic
o mediante
intervenciones simbólicas y/o violentas”

44
PENSAR LA ÉPOCA

En el reclamo que se ha dado en distintas partes del país en rela-


ción conla violencia sexual y el acoso, un sector social fundamental en
las denuncias han sido las universitarias.* Ellas cuestionan el nexo entre
lo que se califica de “vandalismo” y sus condiciones de vida, y encuen-
tran una contradicción social muygrande entre el discurso oficial de las
autoridades universitarias y la desigualdady violencia cotidiana que pa-
decen. Aunquelas protestas se han dado en instituciones públicas y pri-
vadas de todo el país, tengo más información de lo que ha pasadoen la
UNAM por ser mi lugar de trabajo. En la unam el feminismo se ha con-
vertido en un tema importante,y la Revista de la Universidad de México, en
su número 854 correspondiente a noviembre de 2019, estuvo totalmente
dedicada a los feminismos. La imagen de la portada es obra de Sonia Pu-
lido, titulada Las poderosas, y consiste en seis figuras de mujeres, paradas
con los brazos en jarras, en una actitud contestataria y desafiante. Con la
aparición de ese número tan atractivo se inició un mes cargado de tensio-
nes. En distintas Facultades y Escuelas las universitarias se organizaron
en protesta por el acoso de maestros y compañeros, y una de las acciones
más significativas y visibles fue la que surgió en la Facultad de Filosofía y
Letras. Luegodecasi tres años de debatir en asambleas autoconvocadas
y de realizar paros, el 4 de noviembre de 2019 el colectivo Mujeres Or-
ganizadas de la Facultad de Filosofía y Letras (MOFFYL) tomó las instala-
ciones de esa facultad. Cintia Martínez, profesora de la rryL, declaró en
entrevista que las Mujeres Organizadas de la FFyL tuvieron la necesidad
de subir el tono del movimiento porque no eran escuchadas (San Martín
2020). Además de las denuncias sobre acoso, dos cuestiones escalaron el
conflicto con las autoridades y lo llevaron hasta el paro: la negativa del
director Jorge Linares a atender a los familiares de la alumna Mariela Va-
nessa Díaz Valverde, desaparecida desde el 27 de abril de 2018, yla or-
den de borrar uno de los murales elaborados en los paros anteriores, que
representaba a la Victoria alada (también llamada Angel de la Indepen-
dencia) y a Atenea (queesla figura en el escudo de la FFyL) portando el
pañuelo verde de la legalización del aborto y besándose. Borrar ese mu-
ral fue considerado un acto de lesbofobia. Mediante el paro de labores
—y de clases—, el colectivo MOFFYL exigía la reapertura de algunos casos

45
DOLOR Y POLÍTICA

ió n fu e in sa ti sf
; ac to ri
ds a para las víE cti.
de violencia de género cuya res oluc :
A a
a establecer una Comisión Tripartita y una aUnidad
dificaci
mas. Además proponí
S : ificaci
de Atención a la Violencia de Género, junto Con una mo ón de la
iva de genero
gén y fe-
currícula para que se incorporen talleres con perspectiva
Ele * studio p para todaslas ];.]
minismos, y cursos de género en los planes de e
cenciaturas.
to
A cuatro días de iniciado el paro, el 8 de noviembre fue reelec
Enrique Graue porla Junta de Gobierno de la UNAM para Un segundo pe-
riodo como rector. El 14 de noviembre un grupo de estudiantes marchó
pacíficamente para exigir medidas contra el acoso, y cuando ya habían
terminado su movilización, aparecieron grupos de encapuchados que
atentaron contra las instalaciones universitarias, destruyeron vidrieras,
vulneraron el emblemático mural de Siqueiros (Patrimonio de la Huma-
nidad), saquearon y destrozaron la librería Henrique González Casano-
va, robaron pertenencias de los trabajadores y amenazaron al rector de
la Universidad (Gaceta 5098). Se dijo que los encapuchados eran provoca-
dores, pero ¿pagados a cuenta de quién? ¿A quién beneficiaron y a quién
perjudicaron? Más bien parecían integrantes del “bloque negro” que ocu-
pa el Auditorio Justo Sierra/Che Guevara de la Facultad de Filosofía y
Letras.” A esas situaciones de violencia colectiva, donde no se visualiza
lo que está encubierto, pues hay una mezcla de intereses que producen
una confusión que dificulta comprender quién es quién y qué motivoslos
mueve, Javier Auyero (2002) las llama la zona grisun espacio que se pro-
duce en eventos de violencia colectiva, donde interactúan diversos actores
sociales que tienen también intereses diversos.
Los miembros de la comunidad universitaria, las directoras y di-
rectores de las entidades académicas, publicaron el 17 de noviembre un
mensaje titulado “Defender la UNAM”, y dos días después el rector Graue,
en el discurso de su toma de posesión el 19 de noviembre, abordó de ma-
nera directa el tema de la violencia y el acoso;

Si hay algún tipo de violencia que no podemosaceptaresel quelas uni-


versitarias sean acosadas o violentadas en su integridad.
Con el Protoco-
lo para la Atención de Casos de Violencia de Géner
o hemos avanzado; la

46
PENSAR LA ÉPOCA

realidad se ha hecho visible y se han impuesto sanciones y expul


sado o
rescindido a agresores.
Pero para muchas deellas no ha sido suficiente.
Entiendo su indignación ante la vejación histórica de la que han
sido víctimas y que ya no están dispuestasa tolerar.
Necesitamos personal cada vez con más experiencia para atender
estos casos;
Un mayornúmero de unidades de denuncia yatención especializada;
Modificar las acciones que sean necesarias en el protocolo de
atención;
Actuar conforme a nuestra legislación y contratos colectivos y ace-
lerar tiempos de protección y respuesta.
En las semanas siguientes estaré enviando a la comisión de legisla-
ción universitaria, la propuesta para la creación de un órgano indepen-
diente de la administración central que:
Fortalezca el respeto a la diversidad;
Promueva mayor seguridad para ellas;
Implemente nuevas y mejores estrategias, y genere políticas de
equidad de género en toda la Universidad.
La igualdad debe ser una política transversal en nuestras acciones y
la UNAM debe ser ejemplo para toda la sociedad.
Las voces de todos los estudiantes deben ser escuchadas (Gaceta 21
noviembre 2019).

Lo siguiente fue dar a conocer el 28 de noviembre en la Gaceta las “Ac-


ciones contra la violencia de género”, entre las que está la creación de
un “tutorial sobre violencia de género” de ocho minutos, la instalación
de Unidades para la Atención de las Denuncias (UNAD) en las cinco fa-
cultades de Estudios Superiores, en las direcciones generales de la Es-
cuela Nacional Preparatoria y del Colegio de Ciencias y Humanidades, y
una másitinerante que dará atención en las Escuelas Nacionales de Estu-
dios Superiores de otros estados. También la unamhizo un llamado junto
con la Unesco y la Alianza Global de Medios y Género para que los me-
dios de comunicación ylas plataformas digitales firmaran un Pacto porla

47
DOLOR Y POLÍTICA

.Y
Eliminación de la Violencia contra las Mujeresylas Niñas (Gaceta 5101)
por-
aunquela portada de la Gaceta del 5 diciembre reprodujo la atractiva
tada FEMINIsMOSde la Revista de la Universidad que se presentaría en la Fe-
ria Internacional del Libro, junto con una entrevista a Guadalupe Nettel,
su directora, y un fragmento del artículo “Feminismos desde Abya Yala”,
de unade las feministas decoloniales más importantes, Francesca Garga-
llo (Gaceta 5103), de nada sirvieron esas señales de apertura al feminismo.
El año 2019 terminó con la Facultad de Filosofía y Letras en paro.
Sin duda la protesta estudiantil empezó a tener efectos. El 16 de
enero de 2020 la portada de la Gaceta anunciaba: “El protocolo da resulta-
dos. Todas y todos contra la violencia de género”y ponía los númerosen
relación con los alumnos suspendidos o expulsados (108);” los académi-
cos sancionados (159)* y los trabajadores (99).* Al buscar en las páginas
interiores más información, lo único que se encuentra es un breve artícu-
lo titulado “Hay diversas propuestas teóricas del movimiento feminista.
Concibe el poderdiferente al patriarcado”. Ninguna explicación acerca
de cuánto dura la suspensión o qué implica una amonestación. Luego ven-
dría otro gesto simbólico, éste de mayor peso: en la sesión del 12 de febre-
ro de 2020, el pleno del Consejo Universitario de la UNAMresolvió quela
violencia de género “es causa grave de responsabilidad” y modificó la es-
tructura del Tribunal Universitario para “garantizar la equidad de géne-
ro en su integración” (Gaceta 5117). Así se equiparó la violencia de género
como una falta especialmente grave a las que ya lo eran, como la hostili-
dad por razones de ideología o portar armas en los recintos universitarios
(Fuentes 2020). En relación con el aumento del número de vocales en la
composición del Tribunal, principal órgano disciplinario de la Universi-
dad, Diana Fuentes (2020), profesora de la FryL subraya que:

es importante señalar que se dejó intacto el inciso donde se estipula que


su Presidente será la persona de mayor antigúedad de entre los profeso-
res del Consejo Técnico de la Facultad de Derecho, es decir, su decano.
La propuesta alternativa, presentada por el Consejo Técnico de Filoso-
fía y Letras, contemplaba por su parte la posibilidad de reformulareste
apartado, de modo que ese cargo se ocupara por un miembrodela co-

48
PENSAR LA ÉPOCA

munidad sin que necesariamente perteneciera a la Facultad de Derecho,


así comola necesaria e 'aluación de la probidad de su trayectoria. Esta
propuesta, sin embargo, no se incluyó en la modificación aprobada.

Según esta profesora:

las reformas son un logro de las Mujeres Organizadas en la UNAM, quie-


nes, haciendo eco del descontento gestado desde hace unos años, han
puesto las condiciones para su transformación (Fuentes 2020).

Se avecinaba marzo, y dado que en 2020 el Día Internacional de la Mu-


jer era domingo,y no tendría sentido un “paro de labores”, las colectivas
feministas decidieron queel lunes9 sería la fecha para realizar la huelga
(el paro) mundial de mujeres. En la Gaceta del 24 de febrero la UNAMavi-
só que se sumaba a “Un día sin nosotras” y apoyaba a “todas las mujeres
universitarias que decidan no acudir a dar clases o a sus labores académi-
cas o administrativas, sin que ello se vea reflejado comoinasistencia o des-
cuentossalariales.” Concluía su mensaje señalando que la UNAMseguiría
“empeñada en realizar todas las acciones que contribuyan a combatir las
desigualdadesy la violencia de género, y a cambiarla cultura institucional
que las impulsa o las permite” (Gaceta 5119). Días después la unam creó
la Coordinación para la Igualdad de Género, con ocho acciones inmedia-
tas* (Gaceta 5120 del 2 de marzo).

La multitudinaria marcha de 2020

En paralelo,las feministas convocaron a manifestarse en contra de la vio-


lencia hacia las mujeres el domingo 8 de marzo. Hay dudas acerca de
quiénes plantearon tal alternativa, pues algunas organizacionesla reivin-
dican comoiniciativa propia, pero tal parece que inicialmente fue la co-
lectiva Las Brujas del Mar de Veracruz. “Haya sido como haya sido”, en la
manifestación del domingo se estableció que, al igual que en las últimas
marchas, en el primer contingente irían madres y familiares de mujeres

49
DOLOR Y POLÍTICA

despare cidas o asesinadas. Luego irían las mujerese con criaturas peque-
QUA
ñas o con alguna discapacidad, desp ués| as organizaciones feministas y
ch: ymultitudinaria, con
hasta atrás los grupos con hombres. Fue una mar
mujeres de todo tipo, edad yclase social, que salieron a demostrarsu so.
s
lidaridad conla lucha contrala violencia. Hubo pancartas rudimentaria
-
hechas a mano, y también pancartas muy bien impresas. Mujeres en cami
setas con diseño; algunas “aniformadas” con unos sombreros morados.A]
nesles grita-
principio, cuando unos chicos se acercaron a ver, unas jóve
ron: Hombres ¡afuera! e inmediatamente otras dijeron: Hombres¡atrás!, mar-
cándoles el lugar acordado. Cerca de donde yo estaba parada había un
muchacho con uncartel que decía: Por mi madre, por mis hermanas, por mi
novia. También vi dos o tres pancartas que decían: Feminismo no es contra
los hombres, es contra el machismo.
Hubo consignas nuevas, que me sorprendieron: $ nosotras somos
las nazis, ¿por qué somos las que morimos?, Nacer en una familia machista me
hizo feminista, Me prefiero violenta que muerta y Me vestí de pared para que aho-
ra sí te indignes si me pasa algo. Como era de esperarse, hubo protestas con-
tra el gobierno: El Estado opresor es un macho violador y también aludiendo
a AMLO: Sr. Presidente, disculpe las molestias, nos están matando. La mezcla
era alucinante: dolor, rabia, entusiasmo,alegría, indignación, curiosidad.
Grupos de jóvenes cantaban: Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven,
abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer. La ola violeta estuvo salpicada
de pañuelos verdes, incluso hubo un contingente de la Marea Verde: Que
no haya aborto legal, también es violencia patriarcal, Aborto sí, aborto no, eso lo
decido yo; Ni puta por coger, ni madre por deber, ni presa por abortar, ni muerta
por intentar,
Esta movilización se distinguió no sólo por el número enorme de
contingentes organizados, una verdadera ola violeta, sino que logró que
se escuchara lo que Jesús Silva-Herzog Márquez (2020) calificó “El es
truendodelas ausentes”. Las pancartas*! hechas a mano porlas mujeresre-
petían Ni una más. Ya no tenemos miedo. No estás sola. Una somos todas, pero
también había algunas desgarradoras, que recordaban con sus nombres

deestáMardelTambiénlt:, MarchonmisAs parma


yas para no marcharporellas,

50
PENSAR LA ÉPOCA

Nunca tendrán la comodidadde nuestro silencio y Me cuid


an mis amigas, no la
policia. Conel estallido lúdico, miles de jóvenes, mujeres y niñas, con los
tradicionales pañuelos morados y verdes, coreaban: El que no brinque, es
macho y Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América Lati-
na. El espectacular tono combativo se mezclaba con lo lúdico: Defender la
alegría y organizarla rabia. Había grupos de mujeres que nunca ante
s ha-
bían salido a protestar a las calles, y que miraban
azoradas a su alrededor.
Otros gruposllevaron su propia causa, desde el apoyo a los niños con cán-
cer hasta quienes lo hicieron para defender poder fumar mariguanasin
ser molestadas.*
Durante la larga marcha noté la presencia de grupos de jóvenes
vestidas de negro, encapuchadasy cargandoaerosoles y mazos. Parada en
la esquina de Bucareli y Avenida Juárez,vi a un grupodeestasjóvenes ac-
tuar en rapidísima y concertada acción. Primero pintaron con aerosoles
las cortinas metálicas de Banorte, para después rociar con gasolina unos
trapos y prenderles fuego. El espectáculo era, al mismo tiempo,fascinante
y amenazante. Yo estaba cerca, y a mi lado una mujer de unos sesenta
años, pobremente vestida, empezó a mascullar con coraje una especie de
letanía: “Que lo rompan todo, que lo quemen todo, que lo rompan todo,
que lo quemen todo” durante largos minutos. Su rabia me estremeció.
Más adelante otros grupos rompieron cristales e incluso atacaron a una
mujer policía. Su organizado accionar en pequeños grupos, veloces y bien
coordinados, provocó gritos de: “No violencia, no violencia” entre mu-
chas delas asistentes. Hubo manifestantes que a su vez respondían: “No es
violencia, es resistencia”. También algunas decían: “Fuimos todas”. ¿Qué
significa que esasjóvenes de negro que se asumen feministas, igual que lo
hacen las universitarias que han parado las clases en la UNAM, hayan elegi-
do acciones agresivas, muy simbólicas (como prender fuego frente las
puertas de un banco) para expresar su protesta? ¿La declaración de su an-
ticapitalismo y antipatriarcalismo requiere ser enfatizada con destrozos?
Aunque ha habido antecedentes de este tipo de acciones, todavía resultan
sorprendentes.
El lunes 9 de marzo se llevó a cabo el paro delabores, sin el impac-
to mediático que tuvo la marchadel día anterior. Sin embargo, al menos

51
DOLOR Y POLÍTICA

jo de las
en la Ciudad de México, quedóclara la contribución del traba
mujeres, pues muchos lugares tuvieron que suspender las actividades,
Como bien señaló Lucía Melgar, el +$M y H+9M fueron “un paso más por
la justicia y la igualdad” (2020:16). Cinco días después de la marcha,el
13 de marzo el gobierno empezaríaa alertar sobre el peligro de la covip
y a insistir en su recomendación “Quédense en casa”. La pandemia forzó
a las paristas de MOFFYL a terminar con la toma de las instalaciones de la
Facultad, y el 14 de abril levantaron el paro yse retiraron, por considerar
en riesgo su salud. Marisa Belausteguigoitia, profesora investigadora dela
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAMrelata:

Se fueron rumbo al Auditorio Che Guevara cantando “Somos malasy po-


demosser peoresyal que nole guste, sejode, sejode”, “Se va a caer”, “Ni
de la Iglesia ni del Estado ni del marido ni del patrón, mi cuerpo es mío
y sólo mío y sólo mía la decisión”. Enfundadas en negro, dejaban caer la
cortina que cubrió la entrada de la Facultad por cinco mesesydiez días.
Subena las redes un video que muestra los tres niveles de la Facultad “in-
tacta”, en una toma móvil de los pasillos centrales. No muestran el esta-
do de las coordinaciones, despojadas de todas las computadoras, con los
anaqueles rotos y arrancados,las puertas hechas añicos por lo que parece
ser un hacha. Añicos: trozos muy pequeños en los que se divide un obje-
to al romperse. No sabemos quién nos hizo añicos y quién nos despojó,
pero sabemosque sucedió durante la toma. En todo caso, no denuncia-
ron los robos, ni el despojo. Tampoco mencionaronel trabajo arduo de
las autoridades, funcionarios y comunidad para responder a sus 11 de-
mandas vinculadas a la erradicación de la violencia de género.
Dejaron sus pertenencias en uno de los salones más ampliosde la
Facultad. Exigen que se las cuiden y que ese espacio se les adjudique. Lo
pueden todo. Romperyhacer creer enlo intacto; recibir respuestas y tra-
bajo y convertirlo en límites a los que nuncase llega. Lanzar fuego, decla-
rarlo en las paredes y esconder la mano. Dicen que todo arderá, y arde
con fuego que sus simpatizantes intentan preservar atacando con pedra-
das a los bomberos como sucedió en Azcapotzalco. No creo que de las
cenizas salga nada renovado. No comulgo con la violencia. No creo que
PENSAR LA ÉPOCA

el castigo, la radicalidad ciega yla falta de palabra nos lleven a un cam-


bio profundo ysostenido. Nocreo queasí se vaya a caer algo tan sofistica-
do, complejo y estructural comoel patriarcado (Belausteguigoitia 2020).

¿Cómose llegó a este punto? Belausteguigoitia señala que las consignas


pintadas en las paredes, comola de Vivas nos queremos, “dan cuenta de un
dolor y una rabia monumentales” y reconoce que esasjóvenes heridastie-
nen toda su “empatía y apoyo”. Pero tambiénregistra frases e imágenes de
odio a la UNAM (Muera el orgullo UNAM, UNAMFeminicida). Estas pintas han
generado incomodidad y preocupación entre quienes valoran el estatuto
de universidad pública de la UNAM, y temenque la derecha las aproveche
para desprestigiar el proyecto de una universidad pública. Belausteguigoi-
tia, quien además de ser profesora en la FFyL es feminista, reconoce que
la UNAM se ha comprometido con esta lucha, una lucha inmensa,difícil,
y piensa que: “la debilidad de los protocolos, y la de algunos directores y
profesores que defienden a sus colegas sumenen el desconcierto y el do-
lor a las mujeres vulneradas”. El panorama a futuro se avizora complejo,
y no sólo por la COVID.
Este rápido sobrevuelo a las recientes movilizaciones en la Ciudad
de México, que inevitablemente deja otras marchas y protestas fuera, me
lleva a pensar de qué son síntoma. Tomo síntoma en la segunda acepción
de la Real Academia: “Señal, indicio de una cosa que está sucediendo o va
a suceder” (RAE 1992:1337). El hecho de quejóvenes feministas le espar-
zan polvo de diamantinarosa (glitter) al jefe de policía o que estudiantes
de una universidad pública ocupenlas instalaciones, destrocen anaque-
les y rompan computadoras, ¿de qué es síntoma? Obvio que el fenómeno
de las protestas de jóvenes feministas se desarrolla junto con otros proce-
sos políticos que están ocurriendo en nuestra región. Las jóvenes femi-
nistas mexicanas hacen “feminismo” de muchas formas, pero su esfera
de acción más conocida es la calle, donde desarrollan prácticas que inte-
rrumpenycuestionan la transmisión de valores patriarcales, capitalistas y
racistas. Como es de esperarse, ciertas de sus actividades y protestas polí-
ticas (como los escraches o ciertos destrozos callejeros) no son comparti-
dos por otras tendencias feministas. Cantidad de compañeras feministas
DOLOR Y POLÍTICA

discuten y disienten acerca delos límites de la protesta: ¿e) fin justifica los
medios? Aunque no están en disputa Jos hechos, el marco interpretativo
varía. Unas consideran que con violencia no se combate a la violencia,
que existen otros cauces para vehicular el descontento, que los destro.
zos no sientan un precedente precisamente ejemplar para “darla batalla”
en futuras causas. Sin embargo, otras recuerdan que para defenderJa Jj.
bertad, para luchar contra opresiones de todo tipo, para defenderse de
agresiones y para combatir porlo que se cree justo, ha sido indispensable
utilizar la violencia, A mí también me preocupalo que dice Wendy Brown
respecto a no comprender adecuadamente lo que está pasando. Ella se-
hala que nuestra época afronta un buen número de peligros políticos,
muchos delos cuales han sido potenciados “por una comprensióninade-
cuada de las formas de poderespecificamente posmodernas” (1995:33),
Y claro, dudo y me pregunto si es adecuadala comprensión que tenemos
acerca de estas nuevas configuraciones políticas,

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