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Los Programas de Debate en Los Medios - Entre La Reducción y La Ampliación de Lo Público
Los Programas de Debate en Los Medios - Entre La Reducción y La Ampliación de Lo Público
ampliación de lo público
Tanto en Hora 20 de Morales, como en la copia que se hizo en la cadena rival, Voces
RCN, dirigido por Juan Carlos Iragorri, o en sus equivalentes televisivos como Semana
en Vivo, empezó a adquirir relieve una figura que se ha naturalizado en los medios sin
que se hayan analizado del todo sus alcances: la del experto. Este colonizó también
algunas franjas de los noticieros de radio y televisió n hasta convertirse en la voz
magistral sobre toda suerte de temas. El experto, por lo general, no viene de los
medios sino de la academia, de la política, del mundo empresarial o —caso má s
delicado entre todos— de uno de las instancias má s opacas del poder en el mundo
contemporá neo: los famosos centros de pensamiento —o think tanks como se les
conoce en inglés—. Cuando proviene de los medios el fungido experto es por lo
general un periodista consolidado, o el director o editor de una revista o un perió dico.
Es decir, alguien con una voz de peso o poder de decisió n en la definició n de las
agendas noticiosas; con la presencia de estos periodistas en los programas de debate
los medios se alimentan y replican entre sí.
Estos programas se llenaron también de políticos de los partidos con intereses, por
supuesto, alineados a los intereses de estos. Los directores de los programas o
espacios noticiosos que acogen las voces de los expertos dicen promover el debate
amplio y la pluralidad, pero el panorama suele ser muy desalentador. Má s que libertad
de pensamiento, el oyente o televidente asiste a un desfile de voces prefabricadas
donde las opiniones son previsibles hasta la ná usea. Son excepcionales las veces en
que, sobre todo en los programas de este tipo que cuentan con mayor audiencia o que
son emitidos por medios poderosos como RCN, Caracol, Blu Radio o Semana, se
despliega un pensamiento que difiera de los intereses del poder de turno o de los
partidos má s visibles.
En su editorial de la primera emisió n de Dominio Pú blico, que fue una suerte de carta
de intenciones del programa, Sanín propuso, precisamente, un debate sobre lo pú blico
desligado de los intereses del gobierno de turno. La suspicacia encendió entonces las
redes. Es cierto que los canales pú blicos, entre ellos los locales, han sido usurpados
con frecuencia y convertidos en cajas de resonancia de los gobernantes. Pero también
hay antecedentes de lo contrario. Recuerdo, a finales de la década de 1990, la estatura
que, como televisió n al servicio de los intereses pú blicos, tuvieron Telemedellín o
Señ al Colombia. Sospechar y hacer permanente veeduría ciudadana es indispensable.
Pero la paranoia generalizada también puede ser paralizante. Por otra parte, la
informació n y la opinió n son bienes pú blicos, también cuando detrá s de ellos está n
entidades privadas. La veeduría se debe extender a todo tipo de medios.