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Revista de Literatura, 2010, julio-diciembre, vol. LXXII, n.

o 144,
págs. 563-665, ISSN: 0034-849X

POZUELO YVANCOS, José Mª. Desafíos ría del lenguaje literario (1988) y su mo-
de la Teoría. Literatura y géneros. nografía sobre El canon en la teoría lite-
Mérida (Venezuela): El otro el mismo, raria contemporánea (1995), pronto am-
2007, 288 pp. pliada en su contribución a Teoría del ca-
non y literatura española (2000), escrita en
Cuando la obra teórica y crítica de José colaboración con Rosa Mª Aradra; pero
Mª Pozuelo se ha convertido en una refe- combinaba teoría y práctica Del formalis-
rencia en la universidad española, sería de mo a la neorretórica (1988), donde ya se
lamentar que Desafíos de la Teoría no re- apreciaba su interés por el género narrati-
cibiera la atención que merece. Como otros vo y su técnica, que se matizaba y profun-
de sus libros es una recopilación de artí- dizaba en Poética de la ficción (1993),
culos de variada procedencia, pero no se donde también figuraban excelentes lectu-
trata de un centón sino de una obra muy ras de textos narrativos, y alcanzaba exce-
pensada que sin llegar a constituir un ma- lentes resultados crítico-teóricos en Venta-
nual, podría llegar a ser utilizada como tal, nas de la ficción. Narrativa hispánica, si-
tan completo es su índice (sin pretender glos XX y XXI (2004); recogiendo una
abarcar todos los temas posibles) y tanto primera aproximación a la autobiografía
es su alcance teórico. En esta obra Pozue- expuesta en Poética de la ficción, ofrecía
lo da otra muestra de su capacidad no sólo después un brillante análisis de ese género
de mantenerse al día sino de discriminar fronterizo en De la autobiografía. Teoría
con criterio y acierto, de tomar las opcio- y estilos (2006), acompañando la teoría con
nes teóricas que estima más adecuadas a su sugerentes lecturas de obras de C. Castilla
talante y aplicarlas con sumo rigor, no del pino, J. M. Caballaro Bonald, Ph. Roth
aquí, sino en sus artículos de crítica lite- o R. Barthes, en una clara demostración de
raria. Del vasto panorama de la teoría li- un amplio compás de intereses. Sus obras
teraria contemporánea, Pozuelo sabe selec- más recientes confirman la recurrencia del
cionar las líneas de pensamiento más fe- modelo teórico-práctico, Poética de poetas.
cundas, sabe extraer de ellas los conceptos Teoría, crítica, poesía (2009), resumen de
más representativos y, sobre todo, destaca una reflexión espaciada a lo largo del tiem-
por su capacidad para exponer unas y otros po en una intersante serie de artículos, pero
con precisión y claridad envidiables. también del modelo estrictamente crítico,
En este último sentido es de destacar su 100 narradores españoles de hoy (2010),
opción por las teorías que ponen la lectu- en que se resumen su intensa actividad
ra como su centro de interés. Porque en como crítico de narrativa en la prensa pe-
última instancia, Pozuelo es un lector, un riódica, actividad que ha convertido a Po-
lector atento, minucioso, informadísimo. zuelo en un referente indiscutible de la
No es de extrañar que una buena parte de crítica de la novela española actual.
sus libros consten de una parte dedicada a El libro que me ocupa, Desafíos de la
la teoría y de otra parte de aplicaciones, teoría, es, en efecto, una recopilación de
de lecturas en suma. Como la obra que me artículos publicados entre 1994 y 2005,
ocupa, eran excusivamente teóricas su Teo- cabe decir que todos ellos plenamente vi-
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gentes hoy en lo teórico. Consta el libro bate que se produjo sobre el canon en la
de una primera parte dedicada a las «Teo- universidad americana, debate del que Po-
rías» en la que se halla, en primer lugar, zuelo sabe extraer los problemas teóricos
un panorama de la teoría literaria del si- básicos, que se concretan en la práctica
glo XX (pp. 17-53). Fue publicada su pri- histórica de la selección y jerarquización
mera versión en 1994 (en un muy valioso de las obras literarias, que no se pueden
Curso de teoría de la literatura que reco- resolver con criterios ideológicos sino teó-
piló D. Villanueva), pero lo interesante de ricos, y en este sentido propone Pozuelo el
la versión actual es que Pozuelo ha redu- modelo de las teorías sistémicas de I.
cido a tres los cinco apartados originales, Even-Zohar y, sobre todo, de la sociolo-
prescindiendo de las páginas dedicadas a la gía de la cultura de I. Lotman. El canon
sociología y al psicoanálisis, para centrar- debe ser considerado, en efecto, como una
se en la poética estructuralista y formalis- «estructura histórica», y de ello es mues-
ta, la pragmática y semiótica de la litera- tra tanto el notable estudio de Rosa Mª
tura y la estética de la recepción y la poé- Aradra en Teoría del canon y literatura
tica de la lectura, una elección muy española, como las páginas programáticas
sintomática de sus intereses teóricos y crí- del mismo Pozuelo en ese libro y una se-
ticos. Dichos intereses se precisan en un rie de artículos posteriores dedicados a la
artículo que su autor no ha juzgado opor- historiografía literaria española. La aten-
tuno incorporar a este libro, y para el que ción de Pozuelo a los debates de actuali-
quien esto firma cree que hubiera servido dad se pone de manifiesto otra vez en
de sugerente prólogo (o acaso epílogo), «Posmodernidad y literatura» (pp. 75-104),
«Una crítica descentrada» (1992), agudo artículo de 2001 ya recopilado en Venta-
análisis de la crisis de la crítica y la teo- nas de la ficción, que adquiere aquí un
ría literaria en el final del siglo XX, en el valor más general, pues aunque se propon-
que su autor afirma que «habrá la crítica ga una lista de novelas representativas de
de convertir en su actividad principal la la posmodernidad (p. 88), lo que en ver-
explicación histórica de esa cultura y la dad le interesa al autor es dar los rasgos
explicitación concreta de las convenciones principales de la narrativa finisecular (he-
históricas y sistemáticas que han favoreci- teroglosia y multiplicidad de normas y
do las distintas lecturas posibles». De ahí, modelos estéticos, fungibilidad y mercado
pues, la elección de las corrientes teóricas editorial, predominio de la privacidad, des-
citadas y no otras, prestando gran atención confianza hacia la «literariedad» y carác-
a Lotman y Even-Zohar sin ignorar a ter metaliterario y subrayado de la conven-
Bourdieu. Por ahí se explica también el ción); como tales, pueden ser discutibles,
interés de Pozuelo por el análisis de los pero lo que no se puede negar es el aco-
géneros en tanto que convenciones histó- pio de argumentos y la suma de autorida-
ricas y sistemáticas y por su evolución y des que de manera convincente allega Po-
fronteras, como es el caso de la autobio- zuelo como apoyo para su discurso.
grafía o el ensayo respecto a la narrativa. En la segunda parte del libro, dedica-
Las «Teorías de la Ficción Literaria» da a los géneros, Pozuelo aborda, en pri-
(pp. 55-74) son una muestra representati- mer lugar, la «Teoría de la Narración» (pp.
va del libro Poética de la ficción, cuyas 165-201), artículo de 1994 (publicado tam-
tesis principales se ofrecen aquí en un efi- bién en el citado Curso de teoría de la
caz y preciso resumen, como es también el literatura), que es una síntesis eficaz y
caso de «El canon en la Teoría Literaria completa del legado de la narratología es-
de hoy» (pp. 105-162), que sintetiza con tructuralista, de la que quisiera destacar la
gran acierto y claridad el enmarañado de- rigurosa presentación de la teoría del «pac-

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to narrativo» que ha desarrollado el autor. lo para dejar al desnudo sus mecanismos


La «Teoría de la Lírica» (pp. 203-234), artificiales» (p. 270).
tiene otro tono, puesto que no se trata de Sólo me resta insistir en que Desafíos
una presentación sistemática del género, de la Teoría merece toda la atención de los
sino que se limita a abordar un problema interesados en la teoría y en la literatura,
central: la enunciación lírica, que Pozuelo pues en esta obra encontrarán ideas y con-
tiene la habilidad de introducir mediante la ceptos, herramientas en suma, para la re-
cita de un cuento de Kafka de lo más su- flexión y el estudio de la una y la otra.
gerente. Conecta este artículo con la re-
flexión de Pozuelo sobre la ficcionalidad, ENRIC SULLÀ
dentro de la que asigna a la lírica un «es-
pacio enunciativo propio» (p. 216) en el
que el «yo, el tú y el él, comunican pre-
cisamente en la medida en que “ficticia- LAFARGA, Francisco y PEGENAUTE,
mente se traducen como yo”» (p. 222). El Luis (eds.). Diccionario histórico de la
siguiente artículo, «Teoría del Ensayo» traducción en España. Madrid: Gredos,
(pp. 235-252), examina el problema del 2009, 1192 pp.
ensayo como género literario; situado en
una frontera de lo literario (de la «litera- Pasando revista al espectacular desarro-
riedad»), el género es abordado como un llo que han tenido los estudios de traduc-
ejemplo de las «escrituras del yo» (como ción en España durante las últimas cuatro
lo es también la autobiografía, a la que ha décadas, desde su implantación hasta la
dedicado páginas de tanto interés), sirvién- rápida proliferación de facultades e insti-
dose de Montaigne, y llegando a una de- tutos universitarios dedicados a su difusión,
finición según la que el ensayo sería la la reciente publicación del nuevo Diccio-
«tensión del discurso desde el autor» (p. nario histórico de la traducción en Espa-
247), en la que convergen el análisis de la ña, editado por Francisco Lafarga (Univer-
enunciación y de la ficción según las lí- sitat de Barcelona) y Luis Pegenaute (Uni-
neas que hemos visto que caracterizan la versitat Pompeu Fabra), no podía llegar en
reflexión teórica de Pozuelo. Y en relación mejor momento.
con ellas y con la lectura hay que situar el Ya a comienzos de los años setenta,
último artículo, «Teoría de la Parodia» (pp. coincidiendo con la apertura de las prime-
253-273), que Pozuelo analiza con los ins- ras Escuelas Universitarias de Traducción
trumentos que le proporciona la teoría de e Interpretación, España se apuró por dar
la intertextualidad, adoptando también una alcance a una tendencia internacional cada
perspectiva histórica coherente con sus vez más pujante; me refiero a la creciente
postulados, lo que le permite ofrecer una popularidad que fueron adquiriendo los lla-
brillante síntesis de la evlución de la pa- mados Estudios de traducción como disci-
rodia a lo largo del tiempo (pp. 257-261). plina autónoma entre los círculos académi-
Quizá no muy atendida por la teoría, la cos extranjeros. Desde entonces, ese impul-
parodia ha adquirido notoriedad con la so que condujo al establecimiento de unas
práctica literaria posmoderna, puesto que bases académicas sólidas en la materia ha
«tiene como referente otra palabra y de sido imparable. Hoy en día, en casi una
ella obtiene la imagen de su signicidad» veintena de universidades en España se
(p. 271). Exacerbación de la textualidad, el ofrecen programas relacionados con la tra-
objeto de la parodia es una «realidad mo- ducción y la interpretación, multiplicándo-
delada», exponiendo las representaciones se exponencialmente cada año el número
paródicas «la convencionalidad del mode- de publicaciones, coloquios, congresos, te-

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sis doctorales, monografías y recursos elec- de más de 400 redactores, dirigidos por un
trónicos dedicados a la materia. comité asesor compuesto por veinte reco-
Si bien es cierto que actualmente el nocidos especialistas: una esmerada plani-
conjunto de temas amparados bajo los es- ficación y organización que ha producido
tudios de traducción es complejo y diver- las más de 850 entradas con que cuenta el
so, la atención que han suscitado las inves- diccionario. Quizás no haya sido casuali-
tigaciones de corte histórico en los últimos dad el interés demostrado por Gredos, edi-
años es reveladora. Y es que el reclamo torial ligada a la traducción desde su mis-
que hiciera en su día Antoine Berman so- ma fundación, allá por 1944. Cómo no
bre la importancia del estudio de la histo- recordar que sus cuadros directivos conta-
ria de la traducción para reencauzar la teo- ban, por ejemplo, con figuras pioneras en
ría moderna, en su tantas veces citada este ámbito como Valentín García Yebra.
L’épreuve de l’étranger (París, Gallimard, Este nuevo diccionario, a grandes ras-
1984), no ha sido desatendido en España. gos, se estructura cubriendo dos ejes temá-
Ya el acervo finisecular producido en la ticos, que son a su vez reflejo de los po-
Península fue importante, consistente sobre los clásicos en el mundo de la traducción.
todo en multitud de artículos especializa- Por un lado están las culturas emisoras,
dos y bibliografías. Sin embargo, en esta aquellos ámbitos culturales extranjeros que
nueva centuria han visto la luz dos impor- han tenido presencia y acogida en España
tantes volúmenes a cargo de nuestros in- a través de las obras transvasadas; por el
vestigadores. El primero fue la Aproxima- otro encontramos a las culturas receptoras.
ción a una historia de la traducción en Todo un repertorio que circula desde el
España, de José Francisco Ruiz Casanova mundo de los textos originales hasta el
(Madrid, Cátedra, 2000), que presenta un mundo de los textos meta.
panorama histórico particular en el que El lector del DHTE, en el amplio es-
vincula la historia de la literatura españo- pectro que pretende abarcar el eje de las
la –respetando su periodización académica culturas emisoras, encontrará una distribu-
habitual– con la historia de la traducción. ción de tres tipos de entradas. El primero
En segundo lugar apareció la Historia de atiende a los ámbitos culturales foráneos
la traducción en España (Salamanca, Am- que han tenido más presencia en la cultu-
bos Mundos, 2004), editada por quienes ra hispánica. Son artículos que ofrecen una
han coordinado la obra que aquí reseña- visión panorámica sobre la materia en
mos. Además de combinar referencias a la cuestión y procuran dar voz a aquellos au-
actividad traductora en distintos períodos tores que no cuentan con una entrada pro-
históricos y hacer alusión a las poéticas pia en otros apartados del cuerpo enciclo-
traductoras vigentes, atienden a otros ám- pédico. Nos referimos, por supuesto, a las
bitos lingüísticos y culturales españoles diferentes tradiciones literarias extranjeras
aparte del castellano, tales como el cata- (griega, italiana, latina, francesa, etc.) tra-
lán, el vasco y el gallego. tadas de forma genérica.
El Diccionario histórico de la traduc- El segundo tipo de entrada en este do-
ción en España pretende ser, como decla- minio está dedicado a aquellos grandes
ran sus propios editores, complementario a autores de la literatura y el pensamiento
la Historia de la traducción en España. Se universales, no elegidos siguiendo cánones
trata de un volumen con visos enciclopé- impostados, sino ante la evidencia de tem-
dicos, que procura reunir de forma com- peramentos creativos que han trascendido
pacta informaciones hasta ahora dispersas épocas y fronteras y han repercutido espe-
o fragmentarias. Su elaboración ha supues- cialmente en España. No se trata sólo de
to la laboriosa coordinación de un equipo celebridades literarias, sino de la manera en

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que han hablado en nuestras lenguas penin- ropeas, como la albanesa, búlgara, checa o
sulares a través de sus traductores. Cada rumana, entre otras).
artículo incluye una breve biografía; enfa- El complemento a las fuentes que re-
tiza la importancia del autor en su propio presentan los ámbitos de salida —el otro
sistema literario y examina el impacto de gran eje que estructura el DHTE— está de-
su obra en el contexto receptor, en ocasio- dicado a las culturas receptoras. Y el plu-
nes por el estilo o la temática, o incluso ral no es accidental, puesto que si la in-
por su influencia en otros escritores con- tención es la de abarcar con rigor el en-
temporáneos. Como es de esperar, las tra- torno de acogida, esta obra no puede
ducciones de que han sido objeto en nues- ignorar la realidad de la diversidad lingüís-
tro país son observadas cuidadosamente (en tica y cultural española. Es la misma in-
algunos casos se comenta en detalle algu- tención que prevaleció en la Historia de la
na de ellas que sea de especial significan- traducción en España. Aquí también podrá
cia), y también pueden encontrarse comen- encontrar el lector diferentes tipos de en-
tarios acerca de las posibles críticas que tradas.
tanto obras como traducciones hayan po- Primeramente, intentando respetar la
dido suscitar. exposición diacrónica que justifica el ad-
Finalmente, se han reservado apartados jetivo «histórico» del volumen, y adoptan-
especiales para algunas obras de singular do periodizaciones comunes al campo de
relevancia, por ejemplo la Biblia o el Co- la Historia de la Literatura, se ha encarga-
rán, cuya larga línea de traducciones (o do la tarea de documentar la actividad tra-
adaptaciones, omisiones, manipulaciones y ductora española a un inmejorable grupo
tergiversaciones, según los intereses) resul- de autoridades. Así, para el ámbito caste-
ta como mínimo fascinante desde el punto llano, Carlos Alvar ha coordinado el espa-
de vista del historiador o filólogo. Se glo- cio dedicado a la Edad Media, el cual de-
san las diferentes versiones y se ponen en para sorpresas que van más allá de la
relación con la obra original, mencionan- —incorrectamente— denominada «Escuela
do asimismo críticas y comentarios, o in- de traductores de Toledo»; Josep Maria
cluso la incidencia de dichas obras en di- Micó se encarga de los Siglos de Oro;
ferentes momentos del contexto histórico María Jesús García Garrosa ha organizado
receptor. el siglo XVIII; Luis Federico Díaz Larios el
Todos estos artículos han sido elegidos siglo XIX; y Miguel Gallego Roca el siglo
y supervisados por figuras tan reconocidas XX , con todos sus azares y fluctuaciones.
en su campo de especialización como Ja- Para el ámbito catalán, el consejo asesor
vier Martínez García (literatura griega), ha contado con Enric Gallén; con Camino
José Luis Vidal (literatura latina), Salvador Noia para el espacio dedicado al gallego
Peña (literaturas en lenguas semíticas), y con Karlos del Olmo en el caso del eus-
Albert Galvany (literaturas orientales, con kera.
dedicación especial a China y Japón), Àn- En la obra de Anthony Pym, Method in
gels Santa (literaturas en lengua francesa), Translation History (Manchester, St. Jero-
Mª de las Nieves Muñiz (literatura italia- me, 1998), aparte de defender la necesidad
na), Elena Losada Soler (literaturas en len- de los estudios históricos en traducción, el
gua portuguesa), Julio César Santoyo (li- autor insiste en que parte fundamental del
teraturas en lengua inglesa), Miguel Ángel objeto de dicho estudio deben ser los mis-
Vega (literaturas en lengua alemana), En- mos traductores, la figura humana de car-
rique Bernárdez (literaturas de países es- ne y hueso. A través de ellos podemos
candinavos) y Fernando Presa González entender por qué las traducciones se pro-
(literaturas eslavas y en otras lenguas eu- dujeron en un lugar y momento concretos.

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Por ello, un tipo de artículo obligado en dad: mecenas, editores, editoriales, colec-
este diccionario histórico es el dedicado a ciones o series de traducciones, antologías
los traductores y su labor, remontándose a de traducciones, instituciones relacionadas
figuras tan emblemáticas en nuestro ámbi- con la traducción, teóricos, críticos y es-
to como Alonso de Cartagena o Gerardo tudiosos de la traducción, asociaciones de
de Cremona, pasando por las obligadas traductores profesionales, etc. Cada una de
semblanzas de personalidades como Juan estas instancias ha sido escogida atendien-
Boscán o Juan Luis Vives, y llegando hasta do a su importancia en el espacio de aco-
la última centuria, cargada de notables in- gida, detallando, según el caso, su rol en
telectuales (p. e. Luis Cernuda, León Feli- el fomento de la actividad traductora, la
pe, Juan Ramón Jiménez o Javier Marías), historia de su formación y desarrollo en
cuya labor como traductores ha pasado España, el impulso que han dado a la di-
muchas veces desapercibida, al menos para fusión cultural a través de la traducción, la
el público no especializado. La selección importancia de su labor crítica y de re-
ha sido ardua, y aunque copiosa, necesa- flexión, y su aporte a la construcción de
riamente limitada al espacio disponible y una imagen social acerca de la actividad
realizada en función de varios factores: la que nos ocupa.
importancia histórica de la tarea de cada El carácter multidisciplinar que han
traductor, sus criterios de calidad, su pro- adquirido los Estudios de traducción en los
lífica labor, o incluso por la singularidad últimos años, en sintonía con las crecien-
de su personalidad (relevancia como escri- tes y variadas demandas de la «sociedad de
tores, intelectuales o políticos, o porque la información», apremia a dar cabida en
lograron destacar en facetas a veces insos- el diccionario a entradas que atienden a sus
pechadamente trascendentes en el mundo dimensiones más actuales. Es por ello que
de la traducción). Así, la entrada de cada un último tipo de artículos en el eje de las
traductor contiene una breve biografía; una culturas receptoras se ha dedicado al do-
relación de las formas y contenidos de la minio de la «Traducción en ámbitos no
actividad traductora en el contexto de su literarios» y a la «Interpretación». Coordi-
época; descripciones de su intervención nados por Carmen Valero Garcés, los co-
como autores «originales» (cuando proce- laboradores de esta sección han redactado
de); información bibliográfica sobre sus entradas que versan sobre la traducción
traducciones y referencias a las críticas de audiovisual; la traducción científica y téc-
que pudieron ser objeto. Al final de cada nica; la traducción económica; la traduc-
una de las entradas puede encontrarse, ade- ción jurada; la traducción de textos infor-
más, una bibliografía crítica adecuada y máticos y la localización; la formación de
actualizada. traductores y la enseñanza de lenguas; el
Más recientemente, en los círculos es- pensamiento y la investigación sobre la
pecializados se ha sabido reconocer que la traducción; las ayudas y premios a la tra-
acción comunicativa que supone la traduc- ducción; la traducción en el mercado edi-
ción forma parte de un proceso producti- torial; la profesionalización de la traduc-
vo más abarcador, casi de tipo industrial, ción y la interpretación y sus modalidades.
que incluye otras instancias. Una larga De esta manera, quien trashoje las pá-
cadena que comienza con un autor, un tex- ginas del Diccionario encontrará, en estric-
to original y un iniciador del encargo, y to orden alfabético, no sólo los documen-
acaba con un lector de la traducción. Es tados artículos con antropónimos que con-
por ello que el DHTE dedica varias entra- signan a los traductores, a los principales
das a las entidades y agentes intermedia- autores traducidos y a los intermediarios
rios en el conjunto de fases de esta activi- más relevantes en la actividad traductora

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española (editores, teóricos, críticos, insti- enciclopédica y por su provocativa reivin-


tuciones, premios, etc.), sino también en- dicación de la metafísica y la teología,
tradas dedicadas a grandes obras anónimas, como por su reflexión política y por su
a las literaturas extranjeras que han goza- conciencia de la condición epilogal, para-
do de eminente presencia en las letras es- dójicamente posmoderna, de su apuesta por
pañolas y a las modalidades de traducción el humanismo clásico.
más vigentes en el ámbito actual. A todo Califico este volumen de aportación
lo anterior, cabe hacer mención al esfuer- peninsular, porque, aunque si bien es cier-
zo añadido de crear nexos entre cada uno to que la obra steineriana ha recibido en
de los estudios, interrelacionando las entra- los últimos veinte años una intensa aten-
das con múltiples referencias que remiten ción editorial tanto en España como en
a otras voces del diccionario cuyos redac- Portugal mismo, ésta no ha suscitado un
tores han considerado complementarias, parejo interés crítico en nuestro ámbito
bien asociando unos autores con otros, o cultural, más allá de las reseñas y recen-
con sus respectivos traductores, o bien re- siones especializadas. Esta situación se re-
lacionando literaturas nacionales entre ellas. fleja al menos de dos maneras en esta co-
En suma, una obra completa y redonda, un lectánea. Por un lado, los textos originales
instrumento de referencia indispensable en que se recogen aquí apenas sobrepasan un
cualquier biblioteca, sobre todo las univer- tercio del total, mientras que, por otro, una
sitarias, y que sin duda satisfará la curio- cuarta parte del conjunto podría conside-
sidad inicial de estudiantes, investigadores, rarse circunstancial: relatos breves, recen-
profesores y especialistas. Invita a avanzar siones, presentaciones de libros, artículos
en el conocimiento de una disciplina cada publicados en la red, entrevistas, etc.
vez más en boga, la Historia de la traduc- No quiere ello decir que este libro sea
ción, particularmente en España, y alum- desigual, pues, pese a que la extensión de
bra el camino hacia ulteriores profundiza- las contribuciones oscilan entre las dos y
ciones. las treinta páginas, su distribución está dis-
puesta hábilmente para trazar un itinerario
GERMÁN LOEDEL coherente. No conviene obviar que dos ter-
cios de los ensayos que componen este
volumen adoptan un carácter académico.
De hecho, en el prefacio (pp. 11-16) Gil
GIL SOEIRO, Ricardo (org.). O pensamen- Soeiro intenta dar cuenta de dicha solven-
to tornado dança (Estudos em torno de cia señalando la progresión entre los suce-
George Steiner). Lisboa: Roma Edito- sivos capítulos, la cual, en un nivel estruc-
ra, 2009, 239 pp. tural, se fundamenta en un contrapunto
temático y lingüístico que quiere hacer
Cabe alegrarse de la publicación del honor a la alusión musical implícita en el
exquisito volumen coordinado por Ricardo título general: ese pensamiento convertido
Gil Soeiro, un joven profesor de la Uni- en danza.
versidad de Lisboa, en homenaje a Geor- Es preciso destacar la decisión del coor-
ge Steiner. Este libro aparentemente mar- dinador no tanto de reunir autores de di-
ginal, aunque resultaría más preciso defi- ferentes nacionalidades, la cual, tratándose
nirlo como extraterritorial, constituye una de un autor tan cosmopolita como Steiner,
aportación peninsular al pensamiento de es casi obligatoria, sino de respetar la len-
uno de los críticos literarios más mediáti- gua original de cada contribución. Obvia-
cos y, sin embargo, más inquietantes del mente, de las quince aportaciones recogi-
último medio siglo tanto por su cultura das casi dos tercios pertenecen al dominio

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portugués, pero en extensión van a la par radical». Tomando como punto de partida
los textos en las otras lenguas empleadas Presencias reales y constatando la melan-
(inglés, español y francés). No sólo respe- colía del pathos steineriano, Gil Soeiro tra-
ta así uno de los rasgos definitorios de la za un paralelismo entre su reflexión y el
obra del autor de After Babel, como es su proyecto del filósofo norteamericano John
permanente reflexión sobre el lenguaje y la D. Caputo. Distinguiendo un posmodernis-
posibilidad de la traducción, reflejo biográ- mo profético, en el que cabría incluir a
fico de su formación trilingüe, sino que Steiner, del dionisiaco, de raíces nietzs-
además se aparta de la práctica habitual en cheanas, Gil Soeiro, a la luz de Pasión
los volúmenes colectivos sobre un autor de intacta, que no cita pero que late bajo su
traducir las aportaciones escritas en otras discurso, sostiene que la experiencia de la
lenguas diferentes de la de la nación en inhumanidad manifestada en la Shoah, que
que se publica. Con ello, esta colección es una herida irreparable en el ser occiden-
añade la conciencia del esencial plurilin- tal, impulsa a nuestro crítico a afirmar un
güismo europeo a esa perspectiva peninsu- Dios abstracto que garantice el sentido del
lar a las que nos referíamos hace un mo- sentido, pues lo que desea es «trazer Deus
mento y que ha tenido escaso eco en la de volta â cena filosófica e, com Ele, res-
obra steineriana, como lo prueba simbóli- suscitar o desolado Orfeu, insuflando vida
camente el hecho de que su obra más co- à sua lira apagada» (p. 43). Este gesto
nocida, Real Presences, se desarrolló a hermenéutico ayudaría a comprender la
partir de una conferencia publicada por matriz judía de la mirada teológica de Stei-
primera vez simultáneamente en francés, ner que encuentra en la tragedia el espa-
inglés y alemán (Le Sens du sens, 1988). cio propicio de su acontecer. En «Steiner
En este sentido, resulta interesante ob- e a Incandescência da Tragédia» José Pe-
servar el equilibrio entre las lenguas em- dro Serra cartografía los hilos con que el
pleadas y la evolución de los temas plan- autor de La muerte de la tragedia, al de-
teados. Los ocho primeros capítulos, en sarrollar el significado de este concepto
portugués, se acercan a las principales literario desde Grecia hasta Auschwitz, teje
cuestiones tratadas por Steiner. Tras un un esbozo de teología política de raíz es-
doble escorzo de su personalidad y del tética por su carácter apocalíptico. Los orí-
lugar que ocupa su reflexión en la cultura genes modernos de esta discusión sobre los
europea contemporánea, en forma ficcional fundamentos políticos de la moral que
una («O medo de George Steiner», de implica tanto una ontología como una an-
Gonçalo M. Tavares) y la otra en clave de tropología son presentados por Irene Bor-
divulgación («Apresentação de George ges-Duarte en «O Homem com fim em sí?
Steiner», de Vasco Graça Moura), João De Kant a Heidegger e Jonas». Pese a su
Lobo Antunes divaga en «Llições de Geor- interés, tanto en esta contribución como,
ge Steiner» sobre los valores del libro Lec- sobre todo, en la siguiente («Estará o Di-
ciones de los maestros como síntesis de vino nos Recortes e nos Pormenores? A
toda una trayectoria intelectual: el sentido Questão da Mobilidade en George Steiner
de la paideia, las relaciones del maestro y e Aby M. Warburg» de Anabela Mendes)
del discípulo y los cambios en el concep- Steiner es más la excusa que el motivo de
to de libertad en una sociedad que ha sus- los respectivos ensayos. En el caso de
tituido la palabra por la imagen. A conti- Mendes se traza un paralelismo con War-
nuación, Gil Soeiro se interroga por el burg a partir de la figura de la biblioteca,
ambiguo trasfondo teológico de la obra de cuya función alegórica adquiere una con-
nuestro crítico en «Quase a nossa morada sistencia real, arquitectónica, en la que
incerta»: George Steiner e a hermenêutica fundó el propio Warburg en Hamburgo.

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RESEÑAS DE LIBROS 571

Por último Rui Magalhães plantea un jue- La parte final de este volumen incluye
go de espejos entre Steiner y Nietzsche tan tres contribuciones en español, de autores
sugerente como opinable, aunque funda- latinoamericanos, entre las que se intercala
mentado en la admiración que por el ale- una en francés. Todas ellas afrontan la obra
mán profesa expresamente el primero. En steineriana desde la perspectiva de la críti-
«Um Steiner nietzscheiano?» se lee Erra- ca literaria que hoy en día ya es inseparable
ta como un reflejo nietzscheano de Steiner de la crítica cultural y que aquí se atreve a
precisamente en su carácter de lectura stei- afrontar la incómoda dimensión teológica y
neriana de Nietzsche: la tristeza de su pen- religiosa de Steiner. En su versión más de-
samiento no sería sólo expresión de su purada, Adolfo Castañón nos ofrece su lec-
resentimiento mesiánico sino también una tura de las dos obras con que aquél ha in-
afirmación irónica de su indeclinable per- tentado exponer el alcance teológico de las
sonalidad. afirmaciones contenidas en Presencias rea-
A estos ensayos en portugués le suce- les («El arte de preguntar: Sobre No Pas-
den dos en inglés que funcionan a la vez sion Spent y Grammars of Creation, de
como interregno y como capítulos centra- George Steiner»). A propósito de la prime-
les de todo el conjunto, pues presentan ra, Castañón deja una definición precisa del
sendos aspectos capitales del pensamiento entendimiento steineriano de la crítica lite-
steineriano que han abierto y cerrado la raria «como un ejercicio singular de autoco-
primera parte que acabamos de ver: la in- nocimiento […], como un noviciado de la
humanidad totalitaria en el corazón de la comunión artística y como una empresa ini-
cultura y su dimensión pedagógica en una cial de la filosofía de la cultura» (p. 159).
época posmoderna. En «We Come After: Alejandro Bayer Tamayo, autor de la tesis
The Holocaust in Steinerian Thought, doctoral más completa en español sobre el
1952-1971», Catherine D. Chatterley pre- crítico norteamericano, lamentablemente
senta una síntesis de la evolución de la inédita, entrega la conclusión de aquella ti-
reflexión de Steiner sobre el significado del tulada «La Obra de George Steiner: la Lec-
Holocausto y su impacto en la cultura oc- tura del hombre», en que se plantea de un
cidental a través de calas en algunos ensa- modo riguroso pero matizable la tensión
yos significativos, especialmente el prime- entre el componente cristiano y judío del
ro de su carrera, «Malice» (1952), que humanismo de Steiner frente al nihilismo
escribió con tan sólo veintidós años. La deconstructivo. De Juan Asensio leemos la
autora concluye que nuestro autor situó en introducción de su libro-ensayo «La Parole
el centro de sus análisis el genocidio ju- Souffle sur notre Poussière: Essai sur
dío a manos del nazismo mucho antes de l’oeuvre de George Steiner», en que combi-
que se le reconociese su significatividad na los temas y los estilos steinerianos en
actual, por lo que «he can be interpreted una reflexión teórica que está movida por la
as one of the key international interlocu- pasión de la escritura, heredera reactiva de
tors involved in the early study of the la época epilogal sobre la que el protagonis-
Holocaust» (p. 113). Por su parte, Saran- ta de todas estas páginas ha reflexionado
ne Magennis discute la aplicabilidad peda- una y otra vez. En «George Steiner: Frag-
gógica de algunas de las intuiciones que mentos sobre un pensador de (la) excep-
Steiner desarrolló en sus primeras obras: su ción», Marcelo Pelegrini nos presenta una
interpretación de la Sprachphilosophie; el recapitulación de toda su obra donde vuel-
concepto cambiante de alfabetismo; lengua- ve a surgir ese nombre ocultado en la críti-
je, género y educación; y las implicacio- ca literaria del siglo XX: Dios; un Dios cuya
nes que el papel del crítico tiene para el imagen a través del lenguaje es «una pre-
maestro. sencia de muchos nombres» (p. 196).

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572 RESEÑAS DE LIBROS

Finalmente, como en otros volúmenes creta y supone, a mi entender, una nece-


dedicados a Steiner, una entrevista trans- saria aportación a la recopilación bibliográ-
crita en portugués por José Eduardo Reis fica de la crítica feminista. En la introduc-
cierra éste («Ouvir Steiner: o código de ción –como hará luego en la conclusión–
Pasternak»). El círculo queda completado la autora expone su objetivo que no es otro
y tan sólo se le añade como coda unas que dar a conocer la abundante aportación
útiles referencias bibliográficas y las notas del feminismo a la literatura española. Para
biográficas de los autores. ello, no dará una visión particular de una
No es éste un libro ni mucho menos determinada época, autora/s o movimiento
definitivo ni tampoco lo pretende. Pero sino que —y ahí radica en parte que este
refleja algunas cualidades intelectuales que estudio sea ya imprescindible a la hora de
a veces parecen olvidarse en una Acade- afrontar cualquier estudio de la literatura
mia no sólo más tecnificada sino también española de índole feminista—, como dice
cada vez más burocratizada en aras de la la autora, se trata de «ofrecer una visión
excelencia, una palabra comodín que pare- global de la literatura española leída por
ce haber perdido de vista el sentido que le una mujer, es decir, interpretada en clave
atribuía el humanismo del que Steiner feminista» (p.14).
siempre se ha sentido heredero. Sorteando En el primer capítulo: «Buscando el
el escollo de la hagiografía, este volumen modo». Teorías literarias feministas en
se propone construir un relato intelectual España, Navas Ocaña, hace un recorrido
original de uno de los principales críticos histórico desde las traducciones de los hi-
de la segunda mitad del siglo XX. El re- tos del feminismo literario hasta la re-
sultado merece su lectura. flexión acerca de quiénes escriben la his-
toria literaria y si es posible una teoría
ARMANDO PEGO PUIGBÓ feminista de la historia de la literatura. Se
detiene en la aportación de Carmen Mar-
tín Gaite y en su ensayo «La chica rara»,
en el que Gaite se refiere a la coinciden-
NAVAS OCAÑA, Isabel. La literatura cia de una serie de protagonistas de nove-
española y la crítica feminista. Madrid: las escritas por mujeres en la posguerra
Fundamentos, 2009, 350 pp. española: la importancia que para ellas ten-
drán los espacios privados y la rebeldía
El hecho de encontrarnos ante un rigu- que de este hecho derivará. Advierte la
roso estudio que abarca la historia de la autora que a la altura ya desde los ochen-
literatura española desde el punto de vista ta, Rosa Montero —de la misma manera
de la crítica feminista, nos permite, por una que antes lo hicieran Montserrat Roig o
parte, una relectura de dicha historia de la Soledad Puértolas— se aleja del feminis-
literatura y, de otra, la posibilidad de co- mo militante. El mismo debate que pueda
nocer una serie de autoras a las que no se darse entre escritoras respecto al concepto
suele considerar parte del canon. La auto- de literatura femenina lo encontramos en la
ra, especialista en crítica literaria feminis- academia. Será Marina Mayoral de las
ta, Isabel Navas Ocaña, ha conseguido una pocas que aceptará este concepto. Quien,
excelente estructura para un estudio de tan desde el punto de vista de la creación, lo
amplia envergadura. defiende —«casi en solitario», nos advier-
El libro está dividido en tres capítulos te Isabel Navas— sin duda alguna es Lu-
y un último apartado dedicado a la biblio- cía Etxebarría. Este debate surge, sobre
grafía citada a lo largo de cada capítulo, todo, ligado a la novela: el discurso auto-
lo que permite al lector una consulta con- biográfico aparece así como el rasgo fun-

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damental de la novela escrita por mujeres. do que permite situar a una serie de escri-
Y no solo en relación a la novela será re- toras, sobre todo las anteriores al siglo XIX,
levante el elemento autobiográfico, la au- en su lugar en la historia literaria. Cues-
tobiografía como género —explica la au- tiones tales como el cultivo de la poesía
tora— recibirá mucha atención desde los por parte de las escritoras hispanoárabes,
años noventa. la no escritura de las hebreas o la impor-
Dentro del primer capítulo, quiero re- tancia y atención que han recibido en los
saltar la atención que presta la autora al últimos años a las autoras de cartas priva-
pensamiento sobre «la escritura femenina» das nos permiten adentrarnos en espacios
en Hispanoamérica: la colaboración que se habitualmente silenciados en las historias
produce entre el postcolonialismo y el fe- de la literatura. Encontramos el rescate de
minismo ha producido muchos frutos; para nombres como el de la «primera gran es-
las feministas hispanoamericanas es obvio critora» de la lengua catalana» Isabel de
el paralelismo entre los pueblos coloniza- Villena o la importancia de la literatura
dos y «la mujer colonizada». Elena Ponia- femenina en otras lenguas peninsulares: las
towska va más allá al referirse a la situa- canciones de amigo, las jarchas mozárabes
ción marginal de la escritora en Hispano- y algunas poesías en castellano. Isabel
américa con respecto a sus colegas Navas señala los aspectos concretos que se
masculinos. Finaliza esta primera parte se- han estudiado de esta literatura y resalta
ñalando la importancia de las historiadoras —algo que se mantendrá hasta nuestros
a la hora de llevar a cabo el proceso de días— la importancia de la figura de la
«acercamiento de la llamada ‘historia de madre. Quiero destacar la distancia crítica
las mujeres’ a la historia de la literatura» que mantiene Navas Ocaña cuando plantea
(p.66), con Cristina Segura Graíño a la también los casos en los que la crítica fe-
cabeza. Isabel Navas destaca la Breve his- minista puede caer en «argucias interpre-
toria feminista de la literatura española tativas tradicionales para encumbrar a una
(en lengua castellana) de la crítica puer- escritora» (p.106).
torriqueña Iris M. Zavala, apuntando los La primera escritora que habla del de-
elementos fundamentales de dicha historia: recho femenino a la escritura —y así lo
Bajtín, la crítica poscolonial y la revisión señala Margarita Nelken— es Teresa de
del concepto de diferencia. Y, por último, Cartagena, a quien también le prestará una
analiza las aportaciones de tres críticas: la espacial atención Juan Marichal o Alan D.
chilena Myriam Díaz-Diocartez que parte Deyermon para quien Teresa de Cartagena
de las teorías de Bajtín, y consigue una es, sin duda, una escritora feminista. La
«definición más o menos coherente de la crítica la sitúa, asimismo, como anteceso-
escritura femenina» (p.75); en esta línea se ra de Santa Teresa. Se suceden los nom-
sitúa Antonia Cabanilles al aplicar las re- bres de escritoras y quiero hacer hincapié
flexiones de Lotman y la escuela de Tartu en un dato que aporta la autora y que me
sobre la cultura, también de Bajtin parte parece muy relevante, me refiero al hecho
Alicia Redondo Goicoechea para habar de de que la vida de Luisa Sigea, será nove-
«feminismo polifónico». lada más tarde por Carolina Coronado, tal
El segundo capítulo —Las escritoras es- como hará Fernán Caballero en su relato
pañolas y la crítica feminista—, núcleo «La Hija del Sol» con la de María Gertru-
fundamental, a mi entender, de este estu- dis Hore, es decir, las escritoras románti-
dio, abarca la historia de la literatura es- cas convierten en heroínas a sus anteceso-
pañola femenina: así, desde el período ras en un momento en el que la literatura
medieval hasta nuestros días, hace Isabel no se explica sin el concepto de historia.
Navas un exhaustivo e iluminador recorri- Se detiene Isabel Navas en los estudios de-

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dicados a escritoras más consagradas como tener en cuenta, esto es, cómo ha sido si-
Santa Teresa o Sor Juana. Respecto a esta lenciada la aportación de las escritoras de
última la relaciona de manera muy perti- estas dos generaciones y, cuando se las ha
nente con la cubana Gómez de Avellane- mencionado en las historias de la literatu-
da: ambas en su autobiografía utilizarán el ra, ha sido etiquetándolas en relación a
modelo epistolar. Como vemos, la autora, algún escritor, adjetivándolas como, por
a la vez que rescatar del olvido a una se- ejemplo, «lorquiana» o «juanramoniana»
rie de escritoras, las enmarca desde el pun- (p.157). En la narrativa contemporánea si-
to de vista del género literario que culti- guen siendo elementos característicos de
van y las diferentes posibilidades que les las novelas escritas por mujeres el autobio-
ofrece cada uno de los géneros elegidos. grafismo, la relación con mujeres mayores
A la hora de estudiar el siglo XIX, Na- o la relación con la madre.
vas Ocaña da una serie de claves que ayu- Ya en el tercer capítulo, señala la au-
dan a entender y clarificar el lugar y la im- tora la cualidad anticipadora de los ensa-
portancia de muchas escritoras decimonó- yos de María del Pilar Oñate y de Marga-
nicas: por ejemplo, el hecho de que la rita Nelken, y las apunta como precurso-
crítica presente a Bécquer como un genio ras de la crítica feminista norteamericana.
aislado y haya obviado hasta hace poco el A lo largo de este capítulo, y desde un
«boom de las románticas de los años cua- punto de vista diacrónico, nos encontramos
renta y cincuenta» (p.151). Señala también un análisis de la imagen de la mujer en la
la atención que, en los últimos tiempos, le literatura escrita por hombres. Resulta in-
ha dedicado la crítica a la cubana Gertru- teresante comparar el modelo de la viuda
dis Gómez de Avellaneda ya que se trata en la época medieval, modelo que requie-
de una autora que creará un «yo femeni- re fidelidad al marido muerto, frente a al
no» desde la novela, las cartas, el teatro, modelo de viuda del teatro decimonónico,
la poesía e «incluso como traductora» donde la viudez será —para la mujer— un
(p. 151). La segunda generación de escri- status deseado por la libertad que implica.
toras decimonónicas es la que hace posi- La fragmentación petrarquista y el silencia-
ble que el modelo femenino del ángel de miento que esto supone para la voz feme-
hogar se asuma y perdure tanto en la lite- nina contrastan con la actitud de Cervan-
ratura como en la vida cotidiana. Son las tes ante la mujer.
propias autoras las que perpetúan este Así, y como pretende Isabel Navas
modelo. Es conocida la importancia de las Ocaña, este estudio nos ofrece un panora-
publicaciones periódicas en la época ro- ma crítico de la literatura española y la
mántica —en realidad, a lo largo de todo crítica feminista desde la Edad Media has-
el XIX—, pues bien, son varias las escrito- ta nuestros días, que permite tanto la de-
ras que dirigirán y alentarán revistas lite- nuncia de las actitudes misóginas como la
rarias, lo que supone la profesionalización «recuperación para el feminismo de algu-
de la escritora. En esta generación desta- nos autores canónicos como Cervantes, San
ca, claro está, la figura de Rosalía de Cas- Juan de la Cruz o Miguel de Unamuno»
tro que, precisamente, se alejará del mo- (p.180). Este panorama se completa, como
delo de ángel de hogar. Y con la tercera hemos dicho, con una exhaustiva aporta-
generación decimonónica nos encontramos ción bibliográfica. Nos encontramos, pues,
con las críticas y eruditas cuyo máximo ex- ante un libro ya imprescindible a la hora
ponente sería Emilia Pardo Bazán. de afrontar cualquier estudio acerca de la
A la hora de referirse la autora a las literatura española y la crítica feminista.
escritoras de las generaciones del 98 y del
27, hace Isabel Navas una apreciación a ISABEL GIMÉNEZ CARO

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MARTÍ MONTERDE, Antoni. Poética del sayo), donde se lee la prensa, se debate de
café. Un espacio de la modernidad li- literatura, cultura y política, donde el in-
teraria europea. Barcelona: Anagrama, dividuo está a la vez solo y acompañado,
2007, 491 pp. donde vive y exhibe su crisis, donde se
exalta y se padece con la historia. Si hi-
Este es un libro que desde su mismo ciera falta justificar esa elección, baste in-
título suscita dudas respecto a su conteni- vocar a G. Steiner, para quien «Europa está
do, Poética del Café, ¿qué querrá decir? compuesta de cafés» (La idea de Europa.
¿Quizá se trata de un examen de la litera- Madrid: Siruela, 2008, p. 38), o a C. Ma-
tura escrita sobre los Cafés? ¿Incluso en gris, de quien se citan a menudo páginas
los Cafés? El subtítulo parecería corrobo- de indudable relevancia y brillantez. A
rar tal expectativa, Un espacio de la mo- todo ello se suma la impagable antología
dernidad literaria europea. Pero no se trata de citas que el libro colecciona sobre los
de eso, aunque mucho hay de ello. Este Cafés, de las que destacarían pasajes me-
libro, que su autor, profesor de Literatura morables de R. Gómez de la Serna o J.
Comparada de la Universidad de Barcelo- Camba, pero también de K. Kraus, S.
na, propone como un ensayo, es una vasta Márai-o S. Zweig.
exploración de la relación entre la litera- Para situarse con mayor precisión Poé-
tura y el Café, vasta en su arco histórico, tica del Café podría ser considerado un
pues cubre la entera modernidad, y en su notable ejemplo de historia literaria, de
amplitud geográfica, adopta una perspecti- análisis de las ocasiones, medios y figuras
va europea, comparatista. Pocos libros de la vida literaria, o, en términos de P.
como éste se publican por aquí, pocos que Bourdieu, del campo literario; en otro sen-
exhiban tanta ambición, tanta audacia y tido, es un sugerente estudio de la forma-
que se arriesguen tanto en su misma escri- ción, evolución y crisis de la esfera públi-
tura, en la documentación manejada (esco- ca según propuso J. Habermas, concretada
gida con tanta decisión como acierto), en en la formación y expresión de las opinio-
las síntesis y generalizaciones, alguna qui- nes, literarias o políticas, en los Cafés y
zá discutible para quien piense de manera su pronta comunicación mediante la pren-
más tradicional. Es un reto acotar un tema sa, que surge de ellos y a ellos vuelve.
sin tradición académica, lo que le confiere Pero no presenta el libro la disposición
innegable originalidad, determinar sus va- previsible, narrativa y acumulativa, de una
gos perfiles, y perseguirlo desde el siglo historia, sino que se organiza alrededor de
XVIII hasta mediados del siglo XX fijándo- momentos, casi de estampas, que se pre-
se tanto en Londres como en París, Madrid tenden significativos, representativos, de
o Viena. los avatares de la modernidad. Por otra
Conviene explicar, como lo hace el parte, al lado del componente temporal se
autor al inaugurar su libro, que en éste se pone de manifiesto una preocupación sos-
distingue el Café como espacio del café tenida por lo espacial, no sólo por el Café
como bebida. Y el Café es explorado no mismo, sino por la ciudad que lo puede
tanto en sí mismo cuanto «lugar fundamen- albergar, de la que aquél se convierte en
tal, central y marginal al mismo tiempo» una representación.
donde se origina, desarrolla y vive su cri- Así «El primer Café» (pp. 23-42) rea-
sis la modernidad (pp. 13-14), como esce- liza una exposición de orden sociocultural
nario de la vida literaria, donde se lee y de la aparición de los primeros Cafés con-
se escribe, donde se definen las profesio- dicionados por el modelo de los salones
nes de las letras, donde toman cuerpo cier- aristocráticos (respecto a los que eran cla-
tas formas literarias (el periodismo, el en- ramente democratizadores), el comercio

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(era necesario abonar la consumición) y los ce europeo (y con algo de bibliofilia), cabe
medios de transporte (que determinaron la destacar de este capítulo tanto el sugeren-
disposición de las mesas). El segundo ca- te y sólido examen de la transformación de
pítulo, «Lectura de Café» (pp. 43-76), se París, como la de las figuras del flâneur,
centra en las coffeehouses inglesas que el chroniqueur y sobre todo el bohemio,
proliferan a lo largo del siglo XVIII (para habitual de Cafés y tabernas, cuya vertiente
desaparecer poco después), y en las que patética se ilustra con Verlaine visto por
nace el periodismo y con él la opinión dos admiradores hispanoamericanos (pp.
pública política (p. 58), —como se puede 175-177). «El Café como Academia» (pp.
seguir a través de acertados ejemplos ex- 189-231) examina un aspecto fundamental
traídos de las revistas The Tatler (1709) y de la vida cultural del Café, su contribu-
The Spectator (1711), que sirven también ción a la formación de los parroquianos y
como índice de nuevas formas de escritu- a la difusión del saber; oponiendo la rigi-
ra (p. 56) o de una incipiente crítica lite- dez de la universidad o la Academia a la
raria profesional (p. 59). El siguiente ca- fluidez y accesibilidad del Café, Martí
pítulo, «La vida interior de la ciudad» (pp. pone una fina lupa sobre el discurso de
77-137), es casi una monografía que arran- ingreso de P. Baroja en la Real Academia
ca de la idea del Café como «cruce de y la respuesta de G. Marañón (1935), que
voces»; en él se teje una densa descripción polemiza por un lado con Unamuno y por
de la formación del espacio literario fran- el otro con Ramón y Cajal, a cuyas Char-
cés centrado en París, como no podía ser las de Café (1922) dedica una demorada
de otra manera, y un extenso y minucioso y matizada atención como síntoma. El si-
análisis de Larra (y del Madrid en que le guiente capítulo, «Desaparición de los Ca-
tocó vivir) desde el punto de vista del fés» (pp. 233-25), examina otro aspecto de
Café, lo que permite establecer la relación la bohemia, el decadentismo, cuyos rastros
de Larra con sus modelos franceses ade- en París, Berlín y Viena descubre Martí,
más de una descripción del precario espa- que afirma que «el cierre de un Café con-
cio literario español que tan difícil hacía creto permitió reescribir completamente la
la práctica del periodismo crítico;-unas relación literaria con la idea misma del
breves páginas sobre Galdós (a propósito cierre de los Cafés, en términos generales;
de La Fontana de Oro) y el Café propi- la demolición del Greinsteidl implica la
cian tanto un sugerente examen de la no- clausura de la bohemia», pero, cambiando
ción de realismo como una consideración de plano, subraya la crisis finisecular al
de la vida política del momento. fijarse en el individuo, que «puede conti-
«El Café y la bohemia» (pp. 139-188) nuar sentado en una mesa tomando un
prosigue el examen del espacio literario café, con la mirada perdida y las manos
francés a lo largo del siglo XIX y de la extendidas sobre unos papeles; pero en esa
evolución de la figura del hombre de le- mirada ya debe haber una interrogación
tras (recurriendo a Bourdieu) tomando por exigente, implacable, sobre el derecho a
un lado al Balzac de Les illusions perdues hacerlo y sus consecuencias, sobre las res-
y por otro a Baudelaire como muestras sig- ponsabilidades ficticias que se asumen,
nificativas del proceso (en este caso con el escribiéndolas» (p. 255).
apoyo de Benjamin); sostiene Martí en una Cabe considerar los tres capítulos que
precisa síntesis que el café es «el gabinete siguen como el núcleo el libro, donde sus
de trabajo del nuevo hombre de letras, análisis alcanzan la excelencia crítica. En
entendiendo que la calle es su hábitat y el «La mancha manuscrita» (pp. 257-301) se
pasaje su salón» (p. 158). Exhibiendo un ocupa Martí con atención de fino lector de
gran dominio de una bibliografía de alcan- dos imágenes relacionadas con el Café: la

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RESEÑAS DE LIBROS 577

ventana, puesto de observación privilegia- amplio como profundo de la obra de


do, y la puerta (con particular atención a Zweig, procede Martí a ir leyendo paso a
la puerta giratoria), fronteras ambas entre paso el cuento poniéndolo en relación con
el recogido interior y la populosa ciudad, el resto de la producción del autor y con-
sinécdoque de la realidad y de la historia, textualizando con admirable precisión su
siempre dispuesta a irrumpir en ese espa- acción y su personaje central, y la obra de
cio liminal que es el Café; desde esa pers- su autor, en su tiempo (por ejemplo, pp.
pectiva lee Martí «El hombre de la multi- 379-381 o 385-386). Martí sabe tanto de
tud», de Poe, y pasajes relevantes de Pla Zweig que no se resiste a paráfrasis algu-
(p. 267), Cela (pp. 267-268) y J. Roth (pp. na, a seguir todos los hilos que surgen
271-272), así como un interesante cuento durante su minuciosa lectura (como la re-
de Schniztler, «Yo» (pp. 279-281); una lación entre judaísmo y literatura que se
delicada descripción de lo que supone leer apoya en Levinas), cuyo resultado es, sin
en el Café le confiere a éste mayor relie- embargo, un vivo cuadro de la crisis de ese
ve si cabe (pp. 272-273). Pero lo impor- «espíritu europeo» (ilustrada con Freud,
tante es diagnosticar otra crisis, pues aho- Valéry, Husserl y Ortega), anunciada en la
ra el Café, «como la ciudad, no es el es- Primera Guerra Mundial y a punto de hun-
cenario donde se enuncia ese cambio: es dirse definitivamente con el inminente as-
ese cambio. Se le dé el nombre de mo- censo del nazismo y la Segunda Guerra
derno o contemporáneo, el individuo se Mundial (pp. 387-400), que empujó a
disgrega, y esta disgregación resulta su Zweig al exilio y al suicidio, perdida su
nueva identidad: la disolución en lo ya, de biblioteca, su cultura y su pasaporte, su
por sí, disuelto: la realidad» (p. 275). Con identidad toda. Para abundar en su argu-
un título muy significativo, «Invención y mento, ofrece también unas breves notas
destrucción de la soledad» (pp. 303-325) sobre Zipper y su padre, novela de J. Roth,
prosigue el examen de la crisis del indivi- también relevante para redondear (como si
duo apoyándose en Simmel (p. 305) y re- hiciera falta) el contundente argumento
lacionándola con el espacio urbano, el central.
ámbito doméstico y la asistencia al Café Después de tan estimulante lectura e
(p. 311), con particular atención en este interpretación, sabe a poco el capítulo «Si-
capítulo a los Cafés de Viena a los que lencio en el Café» (pp. 433-450), que no
concurrían lúcidos testigos del proceso aporta elementos fundamentales a la narra-
como R. Musil, A. Polgar, P. Altenberg tiva desplegada hasta el momento, pero en
o K. Kraus, sin olvidar el concurso de el que se lee con atención a Sandor Má-
R. Gómez de la Serna (pp. 313-316) o rai, que sirve tanto de testigo de un París
una reveladora anécdota de E. Zamacois que se le hace inaccesible a pesar de sus
(pp. 322-324). Cafés como de la vida en estos en su
El extenso capítulo dedicado a «La Hungría natal. Aunque no aparece como
periferia de la historia» (pp. 327-432) ad- tal, sirve el último capítulo, de transparente
mite ser considerado una monografía sobre título, «Café frío» (pp. 451-467) como
Stefan Zweig al hilo de la lectura de uno conclusión del libro. Explica Martí que
de sus cuentos, «Mendel, el de los libros» hacia mediados del siglo XX los Cafés em-
(1929), de indudable valor, que Martí pre- piezan a cambiar, perdiendo peso en la
senta como «una encrucijada del espíritu vida ciudadana, como le ocurre también a
europeo» y, de hecho, sintomático de la la mima literatura, y, claro, también se
inminente crisis de la «unidad espiritual de diluye su íntima relación, una de las tesis
Europa» que su autor tanto se esforzó en del libro (p. 451).-La descripción del Café
defender (p. 400); con un conocimiento tan como «espacio diferente» (pp. 452-453), la

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reivindicación de su posible dimensión cro- VALBUENA PRAT, Ángel. Paisaje, mar,


notópica (p. 453), contribuyen a poner de reinos interiores. Ensayos sobre la poe-
relieve que la vida del Café languidece, sía canaria. González Ramírez, David
como se expone mediante citas de perti- (ed., intr. y notas). Santa Cruz de Te-
nentes Borges, Benjamin, Márai, Gil de nerife - Las Palmas de Gran Canaria:
Biedma y Sebald; claro que, a diferencia Ediciones Idea, 2008, 260 pp.
de capítulos anteriores, Martí no profundi-
za en este proceso. El capítulo se cierra Paisaje, mar, reinos interiores. Ensayos
con unas páginas que suponen un cambio sobre la poesía canaria es el título que da
respecto al discurso narrativo, descriptivo David González Ramírez a la colección de
e interpretativo habitual, en las que se ex- escritos sobre lírica canaria y a los poemas
ponen «tres estructuras posibles para el publicados en las Islas (algunos verdade-
Café u su relación con la literatura desde ramente desconocidos) por el historiador de
los años sesenta hasta nuestros días; tres la Literatura Ángel Valbuena Prat. El títu-
estructuras inestables o formas confusas», lo proviene de unas palabras de Valbuena,
que serían las formas epilogales (p. 459), en el artículo «La lírica canaria», publica-
epigonales (pp. 459-460, con una breve do originariamente en La Gaceta Literaria
mención a Sartre y su época, que quizá de Madrid, y que el lector puede encon-
hubiera merecido un cpítulo) y atópicas trar en la página 110: «Paisaje, mar, rei-
(pp. 464-466), con la inclusión de unas nos interiores… la poesía canaria nos trae
formas paródicas no previstas en el enca- un elemento doble. En las islas colocaron
bezamiento (pp. 460-464), en las que se los poetas griegos divinidades o reinas de
incluye un divertido comentario sobre la índole bien diversa: Calipso y Penélope.
aparición del café soluble. Da la impresión Calipso representa el ensueño; Penélope, la
que Martí haya esbozado un programa de intimidad. La poesía canaria nos lleva al
investigación para un presente en el que la mundo de dentro, sobre todo. El mar, para
relación entre el Café y la literatura ten- los portugueses, fue el camino del ensue-
drá ocasión de replantearse, porque «lite- ño […]; para el canario es el encanto del
ratura y Café, en tiempos de pérdida, vuel- retorno al hogar, al reino de Penélope». El
ven a proponerse, en silencio, para una libro lleva el sello editorial tinerfeño de
generación —que nunca se afirmará como Ediciones Idea, y fecha de 2008. Es la
tal— de individuos desleídos en una nebu- octava publicación de la Colección Ínsula
losa, donde leen incansablemente y se es- de Ensayo. Paisaje, mar… tiene una muy
criben» (p. 467). atractiva presentación, sobria, pero elegan-
No duda quien esto escribe que Antoni te. Su tamaño, tipo de papel y letras em-
Martí seguirá leyendo y escribiendo en los pleadas conforman un producto que entra
Cafés, seguramente saboreando un café, y por los ojos.
es muy probable que desarrolle esa parte Este trabajo es un complemento a otro
final de su extenso ensayo que ha queda- del mismo autor, titulado Historia y van-
do en un esbozo. De la que también está guardia. La aventura crítica de Ángel
convencido, gusten el Café y el café o no, Valbuena Prat en Canarias (Ediciones
es que Poética del Café es un libro que Ideas, 2008). Se trata de la tercera obra
merece una lectura atenta, generosa de que González Ramírez dedica al muy co-
tiempo y esfuerzo, porque la compensará nocido autor de la Historia de la literatu-
con creces con formación, información y ra española que ha servido de referente
bastante diversión. para la formación de tantas promociones de
filólogos en España. Anteriormente había
ENRIC SULLÀ publicado David González Ramírez la his-

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toria de la depuración política por el régi- gunos excursos sobre las apostillas de Fer-
men franquista del entonces catedrático de nando González a la Historia de la poesía
la Universidad de Barcelona bajo el título canaria»); por mi parte, he advertido la
La historiografía literaria española y la existencia del original manuscrito del tex-
represión franquista. Ángel Valbuena Prat to sobre Saulo Torón (que se integra en la
en la encrucijada (Universidad de Málaga, edición que comento entre las pp. 121-
2007). En este primer libro sobre Valbue- 124), hallado en el archivo del poeta, y
na se nos muestran las fintas hechas a la que puede servir a González Ramírez para
censura en el texto ya editado de la His- enriquecer su obra en una futura edición.
toria de la literatura española (1937), La atención de Valbuena Prat al estu-
adaptado, a marchas forzadas en 1939, a dio de la lírica canaria, en la segunda mi-
los nuevos aires sociopolíticos impuestos tad de los años veinte, mientras tuvo a su
férreamente por la dictadura. Estos tres li- cargo la cátedra de Literatura Española de
bros en los que se presta atención a la Universidad de La Laguna, coincidía,
Valbuena Prat vienen precedidos y conti- además, con su cercanía a este modo de
nuados por artículos en revistas especiali- expresarse, ya que él mismo cultivaba esta
zadas donde el autor aborda aspectos de parcela de la creación literaria, de la que
esta investigación. se muestra al final del libro una sorpresi-
Ya señala David González en su con- va manifestación, incluso para los que
cisa Introducción, ajustado esbozo de la creíamos conocer la obra de Valbuena.
densa monografía Historia y vanguardia…, Esta atención tiene sus raíces en el desbro-
los avatares de los textos reunidos, las ce del joven catedrático de un tema que
mutilaciones que en publicaciones de dis- bullía en los centros de cultura donde es-
tinto tipo han sufrido, e incluso las incon- tudió: la abundancia de poemas de autores
gruencias de algunos datos que Valbuena nacidos en las Islas Canarias en diversas
presenta, como pueden ser los bailes de publicaciones nacionales y extranjeras de la
fechas para el nacimiento de un autor, o época (léanse, entre otras, La Nación y
el cambio de nombre de otro. También nos Nosotros de Buenos Aires; Intentions, de
cuenta los arreglos que ha tenido que ha- París, o la alemana Berliner Tageblatt), y
cer para que estos textos aparezcan ahora de libros de poesía que no pasaron des-
lo más limpios posible, justificando siem- apercibidos para la crítica literaria de en-
pre las versiones que elige para su edición. tonces (en especial, de Tomás Morales y
Como afirma el editor en un momento de Alonso Quesada).
de su Introducción (p. 17), «futuros ras- Hoy sabemos que el material para su
treos por la prensa local» (y por archivos, lección inaugural del curso de la Univer-
habría que añadir) pueden «deparar nuevos sidad de La Laguna se lo proporcionó un
hallazgos», que completarán lo que cono- amigo canario que conoció en la Univer-
cemos de estos textos de Valbuena. Así ha sidad de Madrid y en los entornos litera-
ocurrido desde que se publicó el libro, rios de la época, en los primeros años vein-
pues se ha encontrado el artículo sobre te (durante los años de su formación). Fue
Domingo Rivero, integrado en la Historia el teldense Fernando González, que com-
de la poesía canaria, gracias a la genero- paginó la creación poética con la labor
sidad de Manuel González Sosa, y que ha profesoral, crítica, y de animador de em-
llevado al autor del libro y a quien firma presas editoriales. Esto lo conocemos por-
esta reseña a publicarlo en el número 14 que F. González lo dejó por escrito.
de la revista de la Universidad de Murcia Valbuena se lo agradece en la lección de
Monteagudo («El responso de Valbuena comienzo de curso, a la vez que a Domin-
Prat dedicado a Domingo Rivero (con al- go Cabrera (p. 89). Habría que investigar

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si este último dejó consignada por escrito otros, en difundir la personalidad de Cai-
su aportación al trabajo del novel profesor. rasco de Figueroa, y publicar algunas de
El estudio que no fue capaz de elaborar F. sus poesías, y en especial su Templo Mili-
González, quizás por estar dentro del pro- tante en folletín de periódico en el último
pio movimiento literario más importante tercio del siglo XIX, ni otras iniciativas de
que habían visto las Islas hasta entonces, aquellos momentos, encontraron al hombre
se lo endosa a su amigo Valbuena Prat preparado para elaborar una historia de la
(que acababa de obtener la cátedra de Li- literatura canaria.
teratura Española de la Universidad de La Los intelectuales de las Islas occiden-
Laguna), tal vez con el legítimo prurito de tales estaban muy orgullosos de que la
que su valor poético subiera enteros ante generación neovianista de carácter regiona-
la opinión pública. lista (finales del XIX y principios del XX)
Es una pena que no se hayan podido era lo mejor que había dado nuestra lite-
ver aún las cartas cruzadas entre ambos ratura, y no perdían ocasión de ensalzar los
con este motivo. Nos aclararían quizás el escritos demodados de Crosita y de Ma-
camino que F. González señalaría a nuel Verdugo, incluso algunos de Rodrí-
Valbuena, y cómo éste sabe esquivarlo y guez Figueroa. El empuje y modernidad de
hablar con libertad de los autores y textos Tomás Morales y Alonso Quesada puso las
que aquél le ha proporcionado. Años más cosas en su sitio, con las naturales reticen-
tarde, F. González se dolía de que Valbue- cias; pero no hubo quien se atreviera a
na no hubiera incluido en su estudio a un elaborar un cuerpo de interpretación como
amigo de su juventud, imitador de Tomás lo hace Valbuena, a pesar de que desde
Morales, pero al que le faltaba rigor en su hace tiempo se considere el armazón fun-
escritura. ¿Estarán en esas cartas aún no damental de su propuesta (los cuatro ras-
leídas la reticencia del canario a dejarse gos definitorios de la poesía canaria) como
encasillar como seguidor de Domingo Ri- poco elaborado y falto de mayor rigor.
vero, hecho que luego explicitaría en un Quizás lo pudo hacer Fernando Gonzá-
arranque de elevadísima autoestima al ano- lez, pero con frecuencia fue hombre de
tar los márgenes de su ejemplar de la His- acomodos. Me da la sensación de que no
toria de la poesía canaria (1937) de quería molestar a unos para ensalzar a
Valbuena, secuestrada por la censura? El otros. Una antología de la poesía canaria
caso es que Valbuena, después de haber que tenía en proyecto, y para la cual ha-
escrito un «Responso a D. Domingo Rive- bía pedido textos y datos biográficos a
ro», que por derecho propio debe incluir- muchísimos escritores, y a los amigos de
se en una posible reedición del libro que éstos, nunca vio la luz. Incluso una míni-
comento en estas páginas, y después tam- ma antología de autores de Gran Canaria
bién de haber incluido a Rivero en su obra que había iniciado Claudio de la Torre
sobre la lírica canaria, lo olvida en la His- para publicarla en la madrileña revista
toria de la literatura española. España, idea retomada algo más tarde por
Entre los críticos canarios maduros por Fernando González, con textos ya recogi-
los años 20, ninguno se encontraba con dos, dejó de aparecer, por lo visto, debido
arrestos para elaborar el trabajo que hará a la negativa de Alonso Quesada a cola-
Valbuena. Ni los intentos de elaborar una borar en ella. Algún periódico madrileño
antología de la poesía canaria de la revis- tomó a chacota el anuncio de La Gaceta
ta Castalia de Tenerife (1917), ni los es- Literaria de las obras que Fernando Gon-
tudios sobre Viera y Clavijo que se hicie- zález tenía en preparación («Lo que pre-
ron en su centenario (1913), ni los ante- paran los escritores. Fernando González»,
riores empeños de Millares Torres, entre 15-VIII-1928). «Y esto es sólo el Sr. Gon-

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zález, con que imagínense nuestros lecto- aunque haya muchos estudios entre 1926-
res el resto…», decía El Imparcial, después 1930, después Valbuena se olvidó comple-
de citar los 10 títulos que había anuncia- tamente del tema. La falta de estímulos
do la revista de Giménez Caballero. Agus- posteriores, la atención a su gran Historia
tín Espinosa, reseñando en la misma revista de la literatura, los estudios calderonianos,
(15-XII-1930) la monografía de Valbuena el portazo de la dictadura de Franco con
La poesía española contemporánea, del su depuración, etc., alejaron a Valbuena de
que alaba, entre otras cosas, su capacidad completar el proceso iniciado (el capítulo
panoramista, da noticias de otras obras por sexto de Historia y vanguardia, «Un pro-
salir en la colección «Las cien obras edu- yecto fallido y truncado: la Historia de la
cadoras» de la CIAP, entre las cuales se poesía canaria», abunda en estas notas
encuentra el título jamás publicado «Poe- esbozadas). Su empeño ha servido para que
sía hispanoamericana, por Fernando Gon- otros tomaran conciencia de que había
zález». El mismo Valbuena lo afirma en la materia de estudio en la producción litera-
primera nota a pie de página que coloca ria de unas Islas Canarias alejadas de la
en su volumen de la CIAP: «Sólo estudia- curiosidad de muchos estudiosos peninsu-
mos a los poetas españoles; de los hispa- lares, pero también olvidadas por la desi-
noamericanos (que serán estudiados en otro dia de quienes debieron empeñarse en ha-
volumen por F. González) sólo hago la cer ese trabajo desde su misma tierra.
absolutamente necesaria excepción para Los que podían de la generación vieja
Rubén Darío». entonces (Franchy y Roca, Ángel Guerra,
Durante este período estaba elaborando etc.) se dedicaron a la política; de los jó-
Agustín Millares Carlo su Ensayo de una venes que se formaban en la Universidad
Bio-bibliografía de Escritores Naturales de en los primeros años de 1900, el único que
las Islas Canarias (Siglos XVI, XVII y XVIII) trabajó en el empeño fue Millares Carlo,
(Madrid, Tipografía de Archivos, 1932), como he indicado, arrancando de las notas
premio de la Biblioteca Nacional. Su deri- bibliográficas de Viera y Clavijo. De los
va hacia otros estudios, además de la con- más jóvenes que empezaban por los años
tienda española, le impidieron culminar una 20, no se atrevió Fernando González, qui-
obra básica de amplísimos horizontes, con- zás por las razones aducidas. Los que si-
vencido de que primero había que saber guieron: Agustín Espinosa, Juan Manuel
quién es quién, para pasar luego a la ela- Trujillo, etc., posiblemente hubieran hecho
boración de la ansiada historia. algo interesante si no se encuentran con los
El compromiso del discurso de apertu- problemas de la dictadura. Posteriormente
ra de curso de la Universidad de La La- ya sabemos la historia de nuestra crítica.
guna de 1926, donde Valbuena estudió Aún hoy, hay que leer a tirios y troyanos
«algunos aspectos de la moderna poesía para tener una idea cabal de nuestra pro-
canaria», y los posteriores asedios en artí- ducción literaria.
culos a autores y obras de otros tiempos, De los ensayos presentados, el más li-
como Cairasco y Viana, o a autores y terario, y lleno de guiños a los lectores, es
obras del presente (Domingo Rivero, Sau- el prólogo a la tesis doctoral de Agustín
lo Torón, Unamuno, etc.), que son los tex- Espinosa. Cronológicamente este bellísimo
tos que se presentan en este libro prepara- texto está fuera del aura de estudioso de
do por David González, conforman un pri- los demás. A momentos, nos da la sensa-
mer gran intento de sistematizar una ción de estar leyendo poesía. En los otros
materia que había resistido a la crítica has- ensayos podemos gozar del clásico, nove-
ta entonces. Entre los textos recogidos hay doso entonces en España, acercamiento de
un lapso de tiempo de más de 20 años; y, Valbuena a los temas que trata, acudiendo

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a toda clase de apoyos (ya sean estos Guide littéraire de France (Paris, Hachet-
musicales, de cultura ambiental, de histo- te, 1963). Pocas veces se han realizado
ria, de filosofía, de mitología, de pintura, estudios sistemáticos dedicados a este fin,
de música…, o de otros ámbitos literarios, como la emprendedora Geografía literaria
como la novela y el teatro) para explicar de la provincia de Madrid, que publicó
tal obra o tal autor. Cuando le viene bien, hace muchos años José Fradejas (Madrid,
no duda en tomar prestada de otro autor Instituto de Estudios Madrileños, CSIC,
una larguísima cita que ilumina lo que 1958) o la meritoria Guía literaria de So-
quiere decir (tal ocurre con la glosa de ria (Madrid, CSIC, 1972), que escribió
Eugenio d’Ors que se puede leer en las José Antonio Pérez Rioja. Las Rutas lite-
pp. 72-77), o transcribe entero un poema rarias de España (Madrid, Aguilar, 1990),
o parte amplia de él (en la mayoría de los que realizaron numerosos escritores espa-
textos presentados). ñoles, abrió un nuevo camino, que fue se-
Ya que la misma editorial que nos ofre- guido en algunas regiones, como en la de
ce este libro realizó también la edición de Murcia, con sus Rutas literarias de la Re-
la Historia de la poesía canaria de gión de Murcia (Murcia, Comunidad Au-
Valbuena en 2003 y ésta presenta ciertos tónoma de la Región de Murcia, 1992).
descuidos, sería conveniente que González Pero es muy cierto que, con frecuencia,
Ramírez se plantease en un futuro ofrecer surgen estudios que podríamos enmarcar en
a Ediciones Idea una reedición de este la inexistente disciplina de la geografía li-
hermoso librito, Paisaje, mar, reinos inte- teraria, como el que ocupa estas reflexio-
riores. Ensayos sobre la poesía canaria, nes, Ínsulas forasteras. Canarias desde
con la adición de esa Historia, y con los miradas ajenas. Parte este volumen colec-
nuevos hallazgos que vayan apareciendo en tivo de un proyecto de investigación finan-
la investigación sobre las aportaciones que ciado por el Cabildo Insular de Gran Ca-
Valbuena Prat dedicó a la lírica insular, naria a través de la Casa de Colón, que
parcela a veces olvidada en las historias de pretendía, en principio, dejar constancia de
la literatura nacionales. todos aquellos autores foráneos que a lo
largo de la historia hubieran acogido las
ANTONIO HENRÍQUEZ JIMÉNEZ Islas Canarias en sus escritos, empresa sin
duda demasiado ambiciosa, ya que la rela-
ción de escritores y obras de diversas épo-
cas y geografías es inmensa. Pero una vez
GALVÁN GONZÁLEZ, Victoria; GUTIÉ- acotados los límites, el volumen se ocupa
RREZ, José Ismael; MATEO DEL no sólo de escritores de creación, sino tam-
PINO Ángeles; QUEVEDO GARCÍA bién de marineros, eclesiásticos, historiado-
Francisco J. y RODRÍGUEZ PÉREZ, res, hombres de acción, viajeros, botánicos,
Osvaldo. Ínsulas forasteras Canarias científicos..., que han tenido al Archipié-
desde miradas ajenas. Madrid: Verbum, lago presente en sus obras, y no sólo des-
2009, 309 pp. de la perspectiva de los que han visitado
las islas, sino también de otros varios que
La geografía literaria es materia que no nunca han viajado allí, pero que el espa-
ha llegado a cuajar en el campo de los cio insular ha formado parte de sus escri-
estudios literarios, a pesar de que algunos tos. Se analizan así diversas formas litera-
lo intentaron en el pasado, siguiendo me- rias como la novela, el relato y la poesía,
todologías que procedían de la cultura fran- pero también crónicas, diarios y ensayos.
cesa, al establecer ensayos recopiladores, Se ocupan también de algunos conceptos
cuyo origen podemos situar en la popular cruciales como el de «imagen» o el de

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«isla» y sus múltiples implicaciones, míti- sos, recuperar imágenes dispersas influidas
cas, psicológicas o literarias. por los conocimientos previos y determi-
El volumen se compone de cinco estu- nadas en ocasiones por los lugares comu-
dios distintos en su enfoque y perspectiva, nes atesorados a lo largo del tiempo en las
pero es muy cierto que los cinco trabajos diferentes representaciones imaginarias tó-
aúnan una visión muy completa de lo que picas. La relación entre la realidad y la
Canarias, en sus diferentes islas, ha supues- representación, entre lo verdadero y lo
to para un selecto grupo de escritores de imaginado, producto de la observación y
diversa índole. de la experimentación de estos escritores
Se inicia el libro con la investigación revela la pervivencia de apreciaciones su-
de José Ismael Gutiérrez, «Canarias en la jetas a ideas preconcebidas. Los autores
historiografía indiana: un archipiélago por analizados en estas calas son el alemán
inventar», realizada sobre las crónicas de Alexander von Humboldt, los franceses
Indias y en otros escritos procedentes de Figaro y Sabin Berthelot y la inglesa Oli-
hombres de mar, misioneros, historiadores via Stone.
y soldados, que captan en sus textos sig- El capítulo de fuentes más enjundiosas
nos peculiares de las islas, desde el Gaoré le corresponde a Francisco J. Quevedo
de la isla de El Hierro, el Teide en Teneri- García, que se ocupa de «Canarias desde
fe, la leyenda de San Borondón, el carác- los escritores españoles contemporáneos en
ter de los guanches, etc. Los cronistas de los siglos XX y XXI». Son numerosos los
Indias, los historiadores de la conquista de escritores españoles modernos han elegido
América, revelan múltiples inquietudes, el Archipiélago para situar los argumentos
destacables por su interés documental e de sus ficciones, no tanto como un mero
imaginario, además de histórico. Tras el telón de fondo de sus creaciones sino como
descubrimiento de América, Canarias se un entorno esencial que adquiere intensa
convierte en un atractivo destino comercial entidad e importancia literaria en las obras.
o campo fértil para la evangelización cris- Pero hay una circunstancia peculiar que
tiana, además de objetivo para todo tipo de distingue este presencia de Canarias en la
exploraciones militares y científicas, tal literatura española contemporánea o actual,
como se refiere detalladamente en este y es que estamos ante un conjunto de
capítulo, en el que queda dilucidado el manifestaciones literarias caracterizada por
planteamiento articulado por el cronista y sus visiones diferentes de las que disfruta
el historiador de la época renacentista. habitualmente el escritor y sus propios los
El segundo capítulo del libro, «Imáge- lectores inmediatos, que son los destinata-
nes de Canarias en la literatura europea rios lógicos de sus creaciones literarias.
hasta el siglo XIX», está a cargo Victoria Merecen recordarse algunos ejemplos
Galván González, quien se sirve de los valiosos: De Fuerteventura a París, de
diarios de viajes y las misceláneas, perte- Miguel de Unamuno; Parte de una histo-
necientes a viajeros que visitaron las Islas ria y Cuaderno de godo, de Ignacio Alde-
en esos siglos, a los que se añade un caso coa; La isla y los demonios, de Carmen
específico, el de Jean Marie Jéróme Fleu- Laforet; Los buscadores de agua, de Juan
riot de Lange (más conocido por el seu- Farias; En Canarias se ha puesto el sol,
dónimo de Figaro), que escribió un diario de Jordi Sierra i Fabra; Picadura mortal,
a partir de la lectura de otras obras, ya que de Lourdes Ortiz; La regla de tres, de
no se tiene seguridad de que en algún Antonio Gala; La niebla y la doncella, de
momento viajase a Canarias. Logra la au- Lorenzo Silva; La sombra del drago, de
tora de este capítulo, a través de las expe- José Luis Sampedro, y Sona Mona de Es-
riencias de ilustrados y románticos curio- pido Freire, aunque Francisco J. Quevedo

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concreta su estudio en tres de estos auto- raísos encontrados: Manuel Díaz Martínez,
res: Unamuno (1925), Laforet (1952) y otro escritor cubano, cuya conciencia de lo
Silva (2002), por ser equidistantes en el insular analiza, a pesar de las pocas las
tiempo, por la diversidad de motivos de su referencias explícitas a su insularidad y
elección de las Canarias como fondo de escasas las imágenes que tienen que ver
sus libros, por el diferente interés perso- con el componente isleño, y a pesar tam-
nal del autor por este territorio, su atrac- bién de que el destino lo transfirió de una
ción por el paisaje de las Islas y la identi- isla —Cuba— a otra —Gran Canaria—.
dad de sus gentes y su trato de favor ha- Los afectos y los amigos, una temperatura
cia el nativo, hacia el isleño, huella estacional y sentimental, más que otros de-
indeleble de la idea ilustrada del buen sal- talles evidentes y concretos se hacen pre-
vaje. Las diferentes miradas captan una sentes en Memorias para el invierno
imagen distinta de las Canarias con un (1995), en el que aromas, sabores, histo-
gran enriquecimiento de puntos de vista: rias y acentos, ámbitos del recuerdo, de lo
simbólica y trascendente, en Unamuno; ganado y lo perdido, revelan el «paraíso
maternal y telúrica, en Laforet; paradisía- encontrado», su isla poética.
ca, ecologista y crítica, en Silva. Osvaldo Rodríguez Pérez se ocupa en
El estudio de Ángeles Mateo del Pino, el quinto y último trabajo del libro de «La
titulado «Entre el mundo del deseo. Escri- recreación imaginaria de Lanzarote en tres
turas del ámbito insular», se componen de escritores foráneos», que no son otros que
tres partes diferentes: la primera está de- José Saramago, Carlos Fuentes y Michel
dicada al estudio de la isla como símbolo: Houellebecq. Con referencia al escritor
Paraíso, Infierno y Purgatorio, y, en él, portugués, premio Nobel en 1998, habitan-
analiza el concepto de isla a través de sus te desde 1993 en la isla, y contribuyente
múltiples implicaciones míticas, psicológi- de excepción a su fama universal, se re-
cas, literarias, etc., que, desde la noche de fiere Rodríguez a la imagen de este espa-
los tiempos, han desarrollado los compo- cio canario a través de sus Cuadernos de
nentes del imaginario insular. La segunda Lanzarote I y II (1993-1995 y 1996-1997)
parte la constituye un estudio de la isla o y de su relato El cuento de la isla desco-
el espacio de la muerte con referencia al nocida (1998), de intenso contenido auto-
escritor cubano Severo Sarduy y a su obra biográfico, por una parte, y, por otra,
Pájaros de la playa (1993), con Lanzaro- abiertos a un renovado imaginario insular,
te como escenario, aun cuando nunca cite metáfora en forma de espejo que refleja su
su nombre, una especie de «ínsula maldi- propia existencia. Respecto al mejicano
ta», en la que se concilian la idea del pa- Carlos Fuentes, que hace de Lanzarote el
raíso y la del castigo, dolor, sufrimiento, refugio de su personaje Jorge Maura en su
fatiga y muerte. Ínsula siempre innomina- novela Los años con Laura Díaz (1999),
da que se inmortaliza como el «reflejo la isla es un espacio clave para el desarro-
puntual de la otra en el azogue del océa- llo del argumento novelesco porque se
no», identificable, además, porque la rela- configura como lugar de reencuentro, pero
ción y predilección de Sarduy por la isla al mismo tiempo como lugar del definiti-
es evidente: la arena seca, las piedras po- vo desencuentro entre los personajes prin-
rosas y azuladas «como vestigios lunares», cipales de la narración. Mientras la prota-
los jameos o cráteres de volcanes apaga- gonista, Laura Díaz, resuelve salir de la
dos y sobre todo la alusión al arquitecto, isla, su antagonista, Jorge Maura decide
tan vinculado a la isla, César Manrique. permanecer en ella para experimentar su
La tercera parte del estudio de Ánge- singular pasión en busca de sí mismo. La
les Mateo del Pino está referida a los pa- isla volverá a adquirir una formulación

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RESEÑAS DE LIBROS 585

simbólica relacionada con la perspectiva simbólica, una «posibilidad de regenera-


interior del personaje atormentado que se ción», imagen de la isla, que impulsa al
refugia en Lanzarote para huir de sí mis- personaje un signo de esperanzadora rege-
mo y de su circunstancia. Lanzarote ad- neración.
quiere, así, como indicamos, un sobresa- Como señala al comienzo de su traba-
liente sentido simbólico, muy complejo, ya jo uno de los autores de este interesante
que es liberación pero también es aisla- libro, Francisco J. Quevedo, «que Canarias
miento, es independencia pero también es es un espacio universalmente proyectado
sepultura en vida. en el ámbito literario da cuenta el amplio
El francés Michel Houellebecq evoca la número de autores, de diversas latitudes y
isla en sus libros Lanzarote. En el centro de distintas épocas, que han puesto su
del mundo (2000) y La posibilidad de una mirada en estas islas atlánticas. Desde Pla-
isla (2005). Surge ahora una Lanzarote más tón a Joyce, desde Shakespeare a Lope de
real y más actual, ese espacio contempo- Vega, desde García Márquez a Umberto
ráneo lleno de turistas que anhelan enrique- Eco, Canarias como entorno literario se
cer sus vidas hastiadas en el descanso de registra no sólo en el panorama insular,
las vacaciones con experiencias excitantes sino también más allá de sus fronteras
e insólitas. Reproduce un complejo contras- pelágicas.» Justamente por ello surge este
te entre el urbanita despreocupado y super- volumen colectivo, porque «importan los
ficial que se desorienta ante la naturaleza motivos que atraen las miradas exteriores
virginal y fértil del entorno paisajístico sobre estas islas» y «para aquilatar bien
insular. El extranjero está de paso y no esas razones es evidente que el mejor ca-
muestra interés alguno, desinteresado por mino es analizar cada uno de esos acerca-
las peculiaridades insulares tan notorias, de mientos literarios». Y eso es lo que han
manera que sus opiniones sobre la isla, su conseguido los cinco autores valiéndose de
naturaleza y su geografía son inaguantables cinco calas múltiples, que desarrollan otros
y atroces. En realidad lo que se está pro- muchos espacios de investigación, con lo
duciendo es una trivialización de la reali- que han logrado variedad y eficacia en la
dad, que por un lado afecta a la propia isla constatación y reflejo de un contexto his-
pero, por otro, a la misma vida de un pro- tórico y literario que se ofrecía inmenso e
tagonista hastiado, desacorde consigo mis- inabordable. Pero los ejemplos propuestos
mo y con lo que hay a su alrededor. Pero han conseguido ofrecer la representación
será la propia isla, con su portentosa natu- de una imagen y de unas islas, que, a la
raleza, la que ejerza un proceso de cam- vista de lo recogido y sugerido en este
bio en su personalidad y el contexto vol- volumen, también en lo literario hemos de
cánico y oceánico característicos del am- considerar sin ambages «islas afortunadas».
biente de Lanzarote se pondrá en relación
con los signos del Apocalipsis y del Gé- FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA
nesis, que sorprenden al protagonista, por-
que la isla se convierte en una revelación
para aquel frívolo turista que llega a la isla
desencantado de su tiempo y parte de ella FUNES, Leonardo. Investigación literaria
esperanzado en un presente mejor. El plan- de textos medievales: objeto y prácti-
teamiento utópico y metafórico lo desarro- ca. Buenos Aires: Miño y Dávila, 2009,
lla el autor en un libro posterior, La posi- 160 pp.
bilidad de una isla. Los cataclismos de
lava y de fuego apocalípticos de Lanzaro- El Dr. Leonardo Funes presenta en este
te manifiestan, en su fuerza genésica y volumen lo que a menudo debe deducirse

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o presuponerse en los trabajos académicos: como allí mismo se declara, el capítulo se


la definición del texto literario y la meto- basa en la clase de apertura dictada durante
dología en su abordaje. La referencia al el primer curso como profesor regular en
objeto ya desde el título como «investiga- el año 2004. No se pretende, a excepción
ción literaria» anticipa la toma de posición del enfoque y el tratamiento de determina-
respecto de la posibilidad del carácter cien- dos problemas concernientes a la literatu-
tífico de los estudios literarios; carácter ra y cultura medievales, exponer lecturas
científico, por otra parte, que adquiere una originales o rupturistas de los textos sino
identidad propia respecto de la cientifici- definir la investigación literaria, sus carac-
dad empleada en las llamadas ciencias terísticas y el recorte de un objeto de es-
duras. En efecto, el saber histórico produc- tudio, la producción verbal medieval, que
to de la investigación literaria que se per- abarca «el amplio abanico de procedimien-
fila a lo largo de los capítulos se define tos formales, de recursos técnicos, de es-
forzosamente fragmentario y necesariamen- trategias discursivas, de efectos de sentido
te provisorio pero a la vez más sugerente, que constituyen la práctica del arte verbal
más productivo y más profundo dado que más allá de los textos y los autores con-
no se refugia en el estudio formalista ni en cretos» (17). En segundo lugar, porque se
la especulación sobre el abstracto mundo apropia de una práctica poco habitual en
de las ideas del autor al considerar la di- la Universidad de Buenos Aires, la clase
mensión social de los productos culturales magistral, con el doble objeto de, por un
del pasado (68). Este saber, asimismo, se lado, destacar el valor de la enseñanza
encuentra ligado no sólo a un trabajo con universitaria y, por otro, establecer los
la imaginación histórica sino a la función «presupuestos y convicciones» que guiaron
explicativa de la narración como legítima la práctica docente, indisociable de la la-
herramienta de investigación. No es difícil, bor de investigación a lo largo de toda una
por lo tanto, percibir el entusiasmo que carrera. El capítulo inicial constituye, final-
transmiten estas páginas —entusiasmo que mente, una propuesta metodológica tan
ha sabido contagiar a quienes nos hemos productiva como original en el campo del
formado con él— a través de un relato hispanomedievalismo, inaugurando de este
sobre la investigación que nos introduce en modo un horizonte de acción para futuros
los «senderos poco transitados del bosque investigadores: «de lo que se trata es de
de la literatura española medieval» para recuperar la significación histórico-cultural
establecer conexiones inadvertidas entre de toda una textualidad mediante lecturas
textos canónicos y marginales poniendo de no-canónicas (ni canonizantes) de los tex-
relieve la serie de textos y discursos de una tos canónicos» (43). Funes esboza a gran-
época que abarca mucho más que la serie des rasgos las líneas teóricas implicadas en
literaria en el vasto juego histórico de los su metodología y que se verán en detalle
textos y los discursos (145). en los siguientes capítulos: la compleja
El primer capítulo, «Lección inaugural: relación entre los textos y sus condiciones
objeto y práctica del hispanomedievalis- históricas de posibilidad, difusión y super-
mo», presenta los lineamientos teóricos de vivencia; un enfoque histórico-cultural que
lo que es ante todo una práctica, la inves- interpela dialécticamente el presente de
tigación literaria, que concilia distintos enunciación; la revisión crítica del propio
campos de trabajo a veces arbitrariamente marco teórico.
disociados: la enseñanza universitaria, la El segundo capítulo, «La apuesta por la
historia de la literatura y la edición crítica historia de los habitantes de la Tierra Me-
de textos literarios. Esta lección es inau- dia», da precisiones acerca del enfoque
gural en múltiples sentidos. En principio, histórico y define una postura anti-antihis-

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toricista que «apoya la búsqueda de una inscripción pone el acento en el ámbito de


superación del estudio inmanentista de la una praxis bidireccional y dialéctica: la
literatura pero a la vez está atenta a la acción de la historia sobre los textos y la
especificidad de los discursos, al problema acción discursiva de los textos sobre la
de la mediación y al carácter narrativo (por historia. Pero esta inscripción se da funda-
lo tanto formal y convencional) de toda mentalmente en el plano de la forma y en
historia» (64). La conciliación que Funes el ámbito de los procedimientos de cons-
propone entre la filología y la teoría lite- trucción de los discursos (77). Funes des-
raria abre, sin embargo, otro frente: la pro- taca la productividad de la anécdota para
blemática abierta a la disciplina histórica lograr sortear el mayor obstáculo del «efec-
por el giro lingüístico, problemática que to Funes», «la masa inabarcable de datos
incide directamente en el estatuto epistemo- que constituye el contexto y la aparente
lógico del saber histórico. Es precisamen- imposibilidad de discernir allí lo relevante
te el enfoque cultural del hecho literario para el objeto de análisis». Asimismo, en-
formulado por Funes el que permitirá salir cuentra en la anécdota extraída del archi-
de este callejón sin salida dado que «las vo medieval un «punto de cruce de la es-
condiciones, elementos y operaciones que tructura y del acontecimiento, de la regu-
confluyen en su producción material [del laridad y de contingencia, la base para
texto, sea su soporte un códice medieval afirmar la posibilidad de una relación en-
o una página web] proveen una informa- tre el texto y la historia» (77). Funes pro-
ción básica, una suerte de suelo firme a pone en este punto que la ficción narrati-
partir del cual superar el estancamiento va es el mejor modo de lidiar con el «efec-
pantextualista y construir un saber históri- to Funes»: lejos de reproducir el pasado,
co del texto» que exige del investigador un el historiador literario se vale de un traba-
análisis histórico-cultural tan profundo y jo imaginativo que se cumple en la selec-
sofisticado como el análisis textual (65) al ción de determinados elementos represen-
considerar la dimensión social de los pro- tacionales del archivo de la cultura (textos,
ductos culturales del pasado. objetos, discursos) y mediante el uso de
En el capítulo 3, «Lidiando con el efec- técnicas de montaje para, de este modo,
to Funes: en torno de la posibilidad de una dar cuenta de una configuración nueva del
historia literaria», Funes trata puntualmen- pasado con un valor descriptivo y explica-
te dos cuestiones: la posibilidad de contex- tivo propio (82).
tualización histórica de los textos y la na- En el cuarto y último capítulo, «Opus,
rrativización de un pasado literario como textus, scriptum», se hace patente una par-
forma legítima de conocimiento. Cabe acla- ticularidad que atraviesa todo el volumen:
rar que, más que a nuestro autor, el título la construcción de una figura de lector. La
hace referencia al artículo de David Gies, primera sección de este capítulo, advierte
«The Funes effect: making literary history» Funes, no está destinada a los colegas ya
que dialoga a su vez con el renombrado que se exponen las nociones básicas de la
cuento de Borges. La idea, entonces, es disciplina. Por otra parte, pide luego al
sustentar la posibilidad de la investigación «lector curioso no especializado» (87) lo
histórico-literaria frente a «las aporías y li- acompañe en la segunda sección del traba-
mitaciones que se presentan a quien inten- jo en el que se discuten cuestiones concre-
ta escribir historia literaria» (74). Introdu- tas y bastante más complejas. Atacando el
ce el concepto de inscripción que, como meollo del capítulo, lo que aquí se plan-
herramienta crítica para la investigación tea es una abierta toma de posición dentro
literaria, viene a complementar el concep- de un debate interno a la disciplina que
to de práctica discursiva. El concepto de hace a las pretensiones de cientificidad de

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la crítica textual y a la necesidad de un como lengua literaria» (124). De este


establecimiento del texto para construir un modo, la «contienda» entre dos prácticas
saber histórico sobre la producción verbal discursivas específicas, la performance ju-
de la Edad Media. En contienda directa glaresca y la prosa narrativa castellana en
con la propuesta de John Dagenais que su surgimiento y derivaciones en el siglo
privilegia la lectura directa del códice con XIV, proporciona un modo diferente de tra-
la ayuda de nuevos medios tecnológicos y zar la historia de los discursos en la cul-
descartando no sólo las herramientas pro- tura medieval. El «Apéndice II. Mundos en
vistas por la ecdótica y la filología sino crisis: inscripción de la historia en el tex-
también la edición crítica como objetivo de to medieval», por su parte, pone en con-
la investigación, Funes considera el traba- tacto distintos textos, desde el Libro de
jo con el códice como una fase necesaria buen amor, el Libro del Conde Lucanor et
de la investigación en vistas a alcanzar, en de Patronio a la Crónica de tres reyes y
una instancia superadora del énfasis exclu- una colección de fazañas castellanas (el
yente en la lectura y la figura del lector discurso didáctico-ejemplar, el discurso
individual (reducciones ambas efecto del historiográfico y el discurso jurídico), cuyo
«paradigma escriptural» propuesto por análisis revela la recurrencia de parámetros
Dagenais) (101), la edición del texto con- de intelección basados en la arbitrariedad
cebida como la elaboración crítica de una y el fragmentarismo y evidencia la necesi-
hipótesis de conocimiento sobre un fenó- dad de ir más allá del análisis inmanente
meno literario alejado en el tiempo, es de los textos y abarcar la problemática del
decir, la opción por una instancia de sen- contexto histórico para encontrar una res-
tido y un compromiso con la construcción puesta plausible para explicar las condicio-
y difusión de un saber histórico (99). nes de producción, circulación y aceptación
El volumen se cierra con dos apéndi- de los relatos (133). Funes sostiene que es
ces que vienen a ilustrar —en un sentido el contexto de la crisis del siglo XIV el que
medieval, es decir, a iluminar y ejemplifi- provee las particulares condiciones de po-
car— las líneas teóricas expuestas en los sibilidad para que procedimientos compo-
primeros cuatro capítulos siguiendo un sitivos y estrategias discursivas que violen-
exhaustivo análisis de distintos textos. El tan principios elementales de coherencia
primero de ellos, «La evolución literaria sean socialmente aceptables y describe así
como contienda de prácticas discursivas», un fenómeno de interdiscursividad que
presenta una perspectiva diacrónica de aná- constituye «el punto de encuentro de los
lisis y presenta el concepto de prácticas textos y el contexto, en la medida en que
discursivas, basado en la noción de signi- cada uno de esos textos reproduce condi-
fying practice acuñada por Wlad Godzich ciones históricas y culturales, y al mismo
y Jeffrey Kittay, con el fin de «esbozar, a tiempo actúa sobre esas mismas condicio-
partir de las herramientas conceptuales for- nes para consolidarlas, impugnarlas o mo-
muladas, las líneas generales de un proce- dificarlas en un proceso dialéctico» (139).
so que abarca más de dos siglos de cultu- El volumen, en definitiva, considera en
ra narrativa en Castilla. Por supuesto que su análisis un amplio espectro de perspec-
el análisis general encontrará excepciones tivas teóricas en las que fundamenta su
y matizaciones, pero me interesa aquí tra- acercamiento a los textos medievales. De
zar una suerte de cuadro general que nos este modo, la investigación literaria explota
permita inteligir una cierta lógica evoluti- la interdisciplinariedad de su enfoque para
va, algunos hilos de la trama en que se proveer lecturas sensibles a la complejidad
asienta el sistema de géneros narrativos en de factores no textuales, culturales, socio-
el período de emergencia del castellano históricos que inciden en la producción y

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circulación de los textos y con la rara vir- analizados, salvo en contadas excepciones
tud de presentar de una manera simple y (como las de Cervantes y Góngora) en las
con todo detalle el complejo estudio del que el estudioso ha decidido llevar a cabo
fenómeno literario. un comentario detenido de determinados
poemas. Esta decisión le permite a La rú-
MAXIMILIANO SOLER BISTUÉ brica del poeta alcanzar la extensión men-
cionada, pues Ruiz Pérez nos ofrece pro-
fundas lecturas y teorías sobre muy diver-
sos poetas áureos, algo que no sería
RUIZ PÉREZ, Pedro. La rúbrica del poe- factible si el autor hubiera optado por el
ta. La expresión de la autoconciencia modelo de cita y comentario de texto. Sin
poética de Boscán a Góngora. Vallado- embargo, la escasez de textos hace que La
lid: Universidad de Valladolid, 2009, rúbrica del poeta sea un libro difícil para
305 pp. legos. Se trata de un estudio para especia-
listas en poesía áurea, a los que la capaci-
La rúbrica del poeta es la metáfora que dad de síntesis y la originalidad de Ruiz
Pedro Ruiz Pérez ha escogido para repre- Pérez permite remontarse a alturas no vis-
sentar la singularidad —o voluntad de sin- tas en el hispanismo actual.
gularidad— del escritor en la sociedad En segundo lugar, La rúbrica del poe-
áurea, la conciencia de esa situación, y ta destaca por su mareante dominio de la
cómo podemos percibirla en los textos de crítica española y extranjera, que va desde
la época. La rúbrica del poeta es también los estudios sobre elegía latina y lírica tro-
el oportuno título de un libro realmente vadoresca hasta los trabajos sobre la Ita-
singular, que sólo un estudioso con el im- lia, Inglaterra o Francia de los siglos XVI
presionante bagaje y capacidad de análisis y XVII. Ruiz Pérez sintetiza, asimila y apli-
de Ruiz Pérez podría haber escrito. ca de modo original ideas procedentes de
Concretamente, la excepcionalidad de diversos campos, y escritas en un desplie-
La rúbrica del poeta estriba en la combi- gue de idiomas infrecuente en el hispanis-
nación de diversas cualidades que rara vez mo, aparte de en los trabajos de Ignacio
se encuentran juntas en estudios sobre li- García Aguilar, no en vano discípulo de
teratura del Siglo de Oro. Para empezar, Ruiz Pérez. El libro es, además de una
Ruiz Pérez ostenta un dominio del enorme construcción lógica formidable y un suge-
corpus de la poesía áurea sin par entre rente teatro de ideas, un repertorio biblio-
nuestros contemporáneos. Así, La rúbrica gráfico comentado de lo mejor que se ha
del poeta abarca consideraciones y análi- escrito sobre lírica e imprenta en los últi-
sis que van desde Juan de Mena hasta Luis mos cincuenta años. Al igual que ocurría
de Góngora, con una extensión digna de un con los textos de los poetas, Ruiz Pérez
manual de poesía del Siglo de Oro, pero condensa sus análisis de estas ideas de
con una profundidad y originalidad propia modo eficaz, y a veces solamente alusivo.
del género de la monografía: tal es el caso, Por ejemplo, a la hora de explicar las im-
en particular, de las reflexiones sobre Bos- plicaciones de la recusatio de Garcilaso a
cán, Herrera, Cervantes y Góngora, que la épica, Ruiz Pérez la relaciona con re-
deberán hacernos leer a estos poetas de cientes ideas sobre los poetas elegíacos
modo diferente. Ruiz Pérez maneja este romanos, que resume y luego aplica (136).
corpus con soltura y libertad casi propias De modo semejante, el autor utiliza las
de un ensayo, puesto que en la mayoría de ideas y recientes teorías sobre el trobar
los casos los textos de estos autores apa- clus provenzal con la voluntad de origina-
recen más bien mencionados que citados y lidad estilística en la España áurea, y las

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disputas canónicas con las reflexiones de concepto decimonónico que Ruiz Pérez
Vélez Sainz sobre el Parnaso. encuentra esbozado en la propuesta estéti-
La estructura de La rúbrica del poeta ca de algunos poetas áureos, que culmina
también es singular, pues parte de una pro- en la de Góngora.
funda base teórica (los apartados «Premi- Ruiz Pérez considera que este gran cam-
sa» y «Fuertes y Fronteras») que luego se bio en la visión de las letras (el estudioso
aplica a diversos hitos en la evolución de analiza también la evolución de estos con-
la poesía áurea (el apartado «Hacedores del ceptos, desde «letras humanas» y «poesía»
Parnaso»): Boscán, Herrera, Cervantes, a nuestro «literatura») fue provocado, o por
Lope, Quevedo, Góngora, y la poesía post- lo menos permitido y fomentado, por el
gongorina. La primera parte, lo que hemos paso de la oralidad a la textualidad, en pri-
denominado la base teórica, es lo mejor mer lugar, y de la textualidad a la impren-
que se ha escrito sobre poesía del Siglo de ta, en segundo lugar. Gracias a este cambio
Oro en los últimos años. Se trata de una los textos comenzaron a fijarse, y ello per-
justificación del tema del libro —la apari- mitió que fueran tratados de modo artístico,
ción de una conciencia especial en los enfatizando el estilo y la originalidad (dis-
poetas— y de una explicación de las ideas tinción), y con ello su identificación con
centrales del mismo, acompañadas de una una determinada personalidad y su concien-
revisión del estado de la cuestión, una cia o rúbrica. De este modo, para Ruiz Pé-
cuestión tan compleja y tan estudiada como rez la conciencia de la novedad (luego estu-
es la identidad, autoconciencia y autorre- diada en Cervantes y Góngora) es una con-
presentación. Estas fecundas 131 páginas dición sine qua non de la moderna
resultan modélicas, alcanzando —y supe- conciencia del poeta. Y es que el énfasis en
rando— los mejores estudios sobre el el trabajo original sobre el texto hace que la
campo literario áureo y las estrategias de nueva escritura se libere de la tradicional
nuestros grandes poetas, estudios, por otra sumisión a la retórica, alejándose de la in-
parte, que Ruiz Pérez aprovecha juiciosa- tención de conmover o enseñar y acercán-
mente: los de Ignacio Navarrete (1996), dose a una pura intención estética, de delei-
Elizabeth R. Wright (2001), Carlos Gutié- te no justificado. Se trata de una dinámica
rrez (2005) y Julio Vélez Sainz (2006). del paso de la retórica a la libertad poética
Como estos estudiosos, Ruiz Pérez identi- que Xavier Tubau ha estudiado en la polé-
fica una serie de fenómenos —sobre todo mica entre Lope y Colmenares, y que Ruiz
la aparición de la imprenta y el mercado Pérez contextualiza, analiza a fondo y ejem-
literario— que influyen en los hábitos de plifica con el caso, también, de Góngora.
lectura y, consecuentemente, en las ideas Además, Ruiz Pérez explica cómo el énfasis
sobre la poesía y en la identidad y con- en la originalidad está ligado al surgimien-
ciencia de los poetas. Muy brevemente to de una nueva idea del escritor, una con-
expuesto, Ruiz Pérez considera que existe ciencia del autor —colectiva e individual—
una serie de características aparentemente que va acompañada de reclamaciones sobre
románticas y decimonónicas que ya apare- la posición social del poeta. El estudioso
cen apuntadas en el Siglo de Oro: se tra- analiza estas exigencias con la sugerente
ta, especialmente, del énfasis en la singu- analogía de la polémica contemporánea so-
laridad («rúbrica», según la apta metáfora bre el paso del pintor desde el estatus de
que vertebra el libro) y en el genio del artesano al de artista, y también con la ima-
creador, en oposición a las reglas codifi- ginería del Parnaso y las luchas en el cam-
cadas de la retórica. Estas ideas abren el po literario. Son páginas preñadas de ideas,
camino a la concepción del arte literario y sorprendentemente clarificadoras, que el
del mundo estético como campo autónomo, lector llenará de anotaciones. En suma, esta

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RESEÑAS DE LIBROS 591

introducción teórica resume, reorganiza y una paradójica exhibición de la intimidad


solventa, creemos que definitivamente, la del escritor en el campo público del libro
cuestión del nacimiento de la identidad y impreso para ser vendido. Este tipo de
conciencia de los poetas y del nacimiento autores encuentran su modernidad en la
del campo literario, y su relación con el capacidad de forjar —y alterar según sus
concepto del canon. Por ello, por sus re- necesidades— la imagen propia, y de in-
flexiones sobre el concepto mismo de litera- tentar navegar con ella el difícil piélago del
tura, y por la síntesis de literatura secun- mercado y campo literario, afectado por
daria que contienen, estas páginas son una nueva paradoja creada por el merca-
realmente modélicas: pueden servir perfec- do: la poesía es aquello que se vende pero
tamente como lectura final para cursos de que, por naturaleza, no se puede vender.
doctorado sobre la poesía áurea. Si las usa- Frente a esta actitud, Ruiz Pérez desgrana
mos así, estaremos asegurando la capacidad la contraria, la pudorosa reticencia a la
crítica de las futuras generaciones de hispa- proyección de la anécdota íntima que
nistas. muestran autores como Góngora. Estos
Podemos destacar en esta sección algu- autores, y singularmente el cordobés, en-
nas ideas especialmente sugerentes, como fatizan su identidad al rechazar la identifi-
la que relaciona marca (copyright) y capi- cación de persona y texto, y centrarse úni-
talismo con el nacimiento de la concien- camente en el texto, en el estilo, que se
cia autorial. Se trata de un tema estudiado convierte así en la persona, en la identi-
en otras literaturas (donde ha tomado el dad y singularidad del poeta.
nombre de branding), pero que Ruiz Pé- La segunda parte del libro estudia es-
rez aplica a la nuestra con un rigor extraor- tas cuestiones a fondo en una serie de es-
dinario, basándose en datos concretos so- tudios de caso, que hemos resumido ante-
bre los paratextos y la legislación al res- riormente. Entre ellos destacan el de la
pecto, tema y metodología que, de hecho, edición de 1543 de las obras de Boscán y
es uno de los Leitmotive del libro. Otra Garcilaso, en la que Ruiz Pérez relaciona
idea destacada es la del lugar de la lírica dispositio textual y conciencia autorial, el
en la jerarquía de estilos, cuya evolución caso del comentario herreriano de 1580 de
estudia Ruiz Pérez desde un momento de las obras de Garcilaso y la subsiguiente
inferioridad por la asociación con el ser- aparición de Algunas obras (1582) (ya
mo humilis o, como mucho, medio, y el avanzado en trabajos anteriores del propio
estadio inferior de la rueda de Virgilio, Ruiz Pérez), el caso cervantino, y los ca-
hasta un momento en que la lírica se libe- sos de Lope, Quevedo y Góngora. Particu-
ra de la clásica división tripartita. Por úl- larmente interesante es el modo en que
timo, entre las muchas ideas que podría- Ruiz Pérez utiliza las letrillas de este últi-
mos espigar sobresale la de la confesiona- mo poeta como profundos comentarios
lidad: la pretendida relación entre el yo metapoéticos que revelan una revoluciona-
poético y el referente de la personalidad ria concepción de la poesía como campo
del autor. Para Ruiz Pérez, la confesiona- autónomo. En estas páginas Ruiz Pérez
lidad o ilusión de confesionalidad va liga- muestra cómo se debe hacer un análisis de
da al petrarquismo, y se puede percibir en texto y cómo debemos leer con atención y
la ordenación de los libros de poesía, que cuidado incluso estos poemas, que ya no
siguen, o se apartan, del modelo biográfi- podremos considerar como «menores».
co establecido por la ordenación de los La rúbrica del poeta expone estas fe-
textos de Petrarca. Ruiz Pérez estudia cundísimas ideas de un modo elegante, con
cómo algunos poetas áureos —como un vocabulario amplísimo, no exento de
Lope— adoptan esta confesionalidad en guiños para los lectores eruditos. Resulta

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difícil explicar algo tan profundo y denso duda alguna, uno de los tópicos más difun-
de modo tan perspicuo, hasta el punto que didos en la poesía del periodo conocido
una de las cosas que se pueden achacar al como el Siglo de Oro español. A pesar de
libro sea la disposición textual a doble co- esta difusión o quizá debido a ella, es un
lumna, que deja en los márgenes muy poco tema que apenas ha sido tocado por los
espacio para las innumerables anotaciones estudiosos de la literatura áurea. Se han
que sugiere el texto. El libro también podría publicado varios artículos dedicados sobre
mejorar si se aprovechara de algunas ideas todo al análisis de obras específicas, como
procedentes de otros campos que sustentan por ejemplo el Viaje del Parnaso de Cer-
las ideas de Ruiz Pérez. Así, por ejemplo, vantes. Sin embargo, hasta hace muy poco
las reflexiones sobre el trobar clus, que no teníamos a nuestra disposición una se-
Ruiz Pérez relaciona con la posibilidad del ria monografía sobre el tópico parnasiano.
trabajo sobre el texto y la originalidad esti- Podríamos especular que las referencias al
lística, han sido desarrolladas por Amelia Parnaso resultan tan convencionales en la
van Vleck (1991; 1995), mientras que la literatura del Siglo de Oro que no mere-
analogía entre la posición social del pintor cen mucha atención de la crítica. En efec-
y el poeta ha sido analizada a fondo por to, ¿qué puede representar la desgastada
Javier Portús Pérez (1992; 1999; 2008; invocación a las Musas o la habitual ima-
2009). Sin embargo, es de notar que Ruiz gen del poeta laureado, excepto un simple
Pérez no pretende citar exhaustivamente recurso retórico más? El brillante estudio
todos los estudios escritos sobre los temas de Julio Vélez-Sainz, responde a esta pre-
que toca, pues de hacerlo no podría jamás gunta al ofrecer un análisis metodológico
regalarnos un trabajo tan extenso y profun- de la enorme complejidad del tema del
do. Ruiz Pérez ha decidido, sabiamente, Parnaso en la poesía áurea española.
ofrecernos un conjunto de ideas vertebradas La monografía consta de una introduc-
con apuntes bibliográficos, y no una simple ción, que delinea varios significados cla-
reseña bibliográfica. Por ello, y por el ame- ves de la imagen del Parnaso en la tradi-
no y profundo desarrollo de las ideas aquí ción occidental, cuatro capítulos y unas
esbozadas, y de otras que no tenemos espa- breves «Reflexiones finales». El primer ca-
cio para reseñar, La rúbrica del poeta se pítulo, «Peregrinación al Parnaso español
revela como una joya. Algunos libros nos (historia cultural del Parnaso)», nos presen-
proporcionan datos útiles, otros, ideas reve- ta, tal y como lo indica el título, con un
ladoras; La rúbrica del poeta hace todo esto recorrido de la historia del tópico parna-
magistralmente, y además nos ofrece mucho siano desde la Antigüedad griega hasta el
más: simplemente, nos enseña a leer la poe- siglo XVI español. Tomando como punto de
sía áurea. partida la cordillera situada en el centro de
Grecia, el autor discute sus múltiples me-
ANTONIO SÁNCHEZ JIMÉNEZ tamorfosis en el imaginario literario. El
capítulo hace una sinopsis del desarrollo
temprano del topos en los escritores grie-
gos y romanos y examina el proceso me-
VÉLEZ-SAINZ, Julio. El parnaso español: diante el cual se le siguen añadiendo nue-
canon, mecenazgo y propaganda en la vos motivos, significados y usos. Una bre-
poesía del Siglo de Oro. Madrid: Vi- ve pero interesantísima discusión de las
sor, 2006, 237 pp. funciones adscritas a las Musas en la tra-
tadística medieval sirve como un paso in-
Los múltiples motivos relacionados con termedio entre los antiguos y el inicio de
la imagen del Parnaso constituyen, sin Parnaso vernáculo con Dante y sus segui-

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dores. Aquí, además de discutir el proceso mas de la obra poética de Góngora (el
de la consolidación del canon moderno, Manuscrito Chacón) y Quevedo (El Par-
Vélez-Sainz examina el desarrollo del mo- nasso español).
delo de poesía erótico-parnasiana en las El tercer capítulo, «’El circo de Heli-
obras de Petrarca y Boccaccio que sirve de cona’: certámenes y academias literarias
inspiración a los poetas castellanos de la (Cervantes, Quevedo, Góngora y otros in-
Baja Edad Media. En el siguiente aparta- genios)» trata las funciones del tópico par-
do el autor analiza la producción parnasia- nasiano en la producción artística relativa
na castellano-medieval, centrándose en el a las academias literarias y a las luchas
intercambio poético entre Juan de Mena y entre los poetas por el poder poético y
el Marqués de Santillana, y concluye que político en el siglo XVII. La primera mitad
«el discurso parnasiano medieval con res- del capítulo establece importantes conexio-
pecto a Castilla mencionaba una serie de nes entre las obras de Jacinto Malvenda,
autores hispano-latinos, que se reunían al- Alfonso de Castillo Solórzano, Alonso Sa-
rededor del Guadalquivir y de Córdoba las Barbadillo y Jerónimo de Cáncer y Ve-
como centro de producción cultural» (58). lasco, quienes combinan el discurso parna-
Las últimas páginas, dedicadas a Garcila- siano con el uso de la burla, la sátira y la
so de la Vega y su inauguración del ‘Par- fiesta en el proceso de «la negociación del
naso español’, sirven al mismo tiempo de poder y prestigio dentro de la estructura
introducción al segundo capítulo, que ofre- del mecenazgo» (111). El siguiente apar-
ce una admirable exploración del papel que tado explora el juego con el tópico parna-
la poesía garcilasiana desempeña en el pro- siano en las sátiras entre Quevedo y Gón-
ceso de la formación del canon poético del gora (aunque con más énfasis en el prime-
siglo XVII. ro), presentadas como un certamen
El capítulo, titulado «’La cumbre difí- académico. Cierra el capítulo un brillante
cil’: las exequias textuales (Garcilaso, Gón- estudio del Viaje del Parnaso de Cervan-
gora, Quevedo y sus editores)», comienza tes en relación con el ambiente literario y
con un análisis perspicaz de dos sonetos político de la época. Según el autor, la
garcilasianos: XXIV y XXXIII. Vélez- obra cervantina constituye «una verdadera
Sainz examina ante todo la función del poética de la desautorización . . . que des-
motivo del peregrinaje al Parnaso (cursus) acredita tanto las Letras como las Armas
en los dos textos y muestra cómo, median- de su momento» (156).
te el uso del tópico, Garcilaso dialoga con La última sección del libro es consagra-
la poesía de Virgilio y Petrarca y al mis- da enteramente a «Lope de Vega como
mo tiempo presenta su propia carrera lite- poeta laureado», puesto que, «de todos los
raria como modelo para el futuro. El resto escritores del Siglo de Oro es ... el más
del capítulo se organiza alrededor de la continuamente alabado dentro del contex-
idea de las exequias textuales o «textos que to propagandístico del Parnaso» (162). Para
intentan rescatar a una persona, en este empezar, el autor regresa a la idea de las
caso un poeta, para la posteridad de ma- exequias textuales y examina el proceso de
nera que lo inscriben en la Historia» (63). canonización del Fénix mediante la crea-
El autor examina el proceso de la canoni- ción de su propio Parnaso en la Fama
zación de Garcilaso como el primer poeta póstuma de Pérez de Montalban, las Es-
en el Parnaso español por sus comentaris- sechie poetiche de Marino y la introduc-
tas y sucesores. Son de especial interés los ción a La Vega del Parnaso de Ortiz de
apartados sobre el discurso parnasiano (li- Villena. La segunda parte del capítulo ex-
terario y visual) y su relación con la tra- plora la obra poética del propio Lope en
dición garcilasiana en las ediciones póstu- relación con su búsqueda constante del

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mecenazgo real. Centrándose en los poe- tica, social y política del sistema literario
mas escritos para las fiestas de Toledo de de la poesía del Siglo de Oro» (27).
1605, las Rimas y el Laurel de Apolo, el
autor establece un vínculo incuestionable VERÓNICA RYJIK
entre el uso de la imaginería parnasiana
por parte del Fénix y sus pretensiones
(frustradas) al puesto del poeta nacional. Es
dentro de este contexto que Vélez-Sainz MIDDLEBROOK, Leah. Imperial Lyric.
estudia convincentemente el tema del des- New Poetry and New Subjects in Early
engaño en dos obras del ‘ciclo de morte’ Modern Spain. University Park: The
(según su propia denominación): «El Siglo Pennsylvania State University Press,
de Oro» y el soneto que lo acompaña. La 2009, 197 pp.
parte final del capítulo incluye un magní-
fico análisis del juego burlesco creado por Ya hace tiempo que quedaron de ma-
Lope con los elementos establecidos de su nifiesto las limitaciones del formalismo
propio Parnaso en los poemas de Tomé de aplicado a la labor de historiar la literatu-
Burguillos y en La gatomaquia, con el ra del pasado (también la del presente),
objetivo de parodiar su propia imagen de inserta en una compleja red de relaciones
poeta laureado. proyectadas en las instancias de autor y
En resumen, El parnaso español cons- lector, pero también en unos cauces y
tituye un estudio extraordinario, original y modelizaciones sin una explicación convin-
de suma utilidad para los estudiantes y cente desde una mera historia de las for-
aficionados a la literatura áurea. Desde el mas. En el camino de una verdadera his-
punto de vista formal, se debe destacar la toriografía crítica no es lo mismo descri-
formidable claridad de presentación. Cada bir que analizar y, desde luego, mucha más
capítulo comienza con una exposición de distancia es la que separa la mera consta-
los temas que serán investigados en los tación de la interpretación de los hechos.
apartados que siguen y termina con una Sin embargo, constatación y descripción
recapitulación de las conclusiones principa- son los elementos que han predominado,
les del análisis efectuado. De ese modo, el hasta la tradición más reciente, en la cró-
libro resulta muy fácil de seguir tanto para nica (más que una verdadera historia) de
un especialista como para los lectores poco las letras hispánicas, incluso en lo tocante
familiarizados con el campo de los estudios a los episodios más trascendentales, origen
sobre las letras áureas. En lo que respecta de giros radicales en el orden literario. Es
al contenido, el trabajo de Vélez-Sainz al- lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la
canza, al menos, un doble objetivo. Por introducción o, mejor dicho, la aclimata-
una parte, los lectores pueden emplear el ción de los metros italianos en la lírica
libro como introducción general a la his- hispana en el segundo tercio del siglo XVI,
toria del conjunto de topoi relacionados cuya explicación no puede sostenerse en
con el Parnaso, pues encontrarán en el exclusiva en razones de índole formal.
mismo amplia información sobre el desa- Mientras las repercusiones del cambio pro-
rrollo histórico-cultural de esta imagen. Por sódico derivado del paso del octosílabo al
otra parte, mediante un análisis magistral endecasílabo han recibido brillantes ilumi-
de varias representaciones literarias y vi- naciones en el escenario de la estilística,
suales del Parnaso en la España de los si- no se ha reflexionado sobre las razones de
glos XVI y XVII, el autor ofrece «una llave dicho cambio ni sus repercusiones más
privilegiada para la descodificación en un profundas, como las que afectan a la na-
tapete plástico, visual de la situación poé- turaleza misma del poema y su lugar (au-

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tores y lectores incluidos) en el orden so- ca y a los impulsos de acomodación al


cial. Y menos aún se ha hecho de una modelo imperial al que obedece una poé-
manera sistemática para lo relativo a las tica renovada, que no es sólo la utilización
nuevas formas estróficas y genéricas en de unas formas importadas, sino una ver-
que tomó cuerpo el metro italiano y que dadera redefinición del papel desempeña-
conformaron, más que el escenario en el do por la lírica en el marco abierto al cor-
que se proyectó un cambio histórico, la tesano en la fase de apogeo del imperio.
manifestación misma, cuando no el motor, La fecunda propuesta crítica de Middlebro-
de dicha transformación. ok se une, desde el contacto directo con
En un panorama en el que empiezan a una bien escogida serie de textos represen-
apreciarse indicios de cambio en la pers- tativos, a recientes revisiones panorámicas
pectiva crítica resulta particularmente va- del proceso de acomodación del modelo
lioso un estudio como el de Leah Middle- humano entre la corte medieval y la ciu-
brook en el que el acercamiento a una dad del barroco, a través de los círculos en
política de las formas italianistas, en con- torno al trono de Carlos V. Es el caso de
creto el soneto y la canción, se confirma la monografía de M.ª Teresa Ricci (Du
como una productiva vía de acercamiento cortegiano au discreto: l’homme accompli
a la relación entre la nueva poesía del chez Castiglione et Gracián, 2009), que ac-
Quinientos y las estrategias ideológicas y tualiza el ya clásico e incompleto estudio
los conflictos aparejados a la constitución de Bernardo Blanco-González (Del corte-
de la España imperial, aquella que prota- sano al discreto. Análisis de una «deca-
gonizaron, a la vez con la pluma y con la dencia», cuyo primer y único volumen data
espada, algunos de los más notables poe- de 1962), o, en una perspectiva más deli-
tas del renacimiento español. Su lectura del mitada el trabajo de Romulo Runcini (Il
italianismo ofrece una perspectiva de este sigillo del poeta. La missione del letterato
fenómeno, de complejas raíces y aún más moderno dalle corte alla città nella Spag-
complejas manifestaciones, como un movi- na del Siglo de Oro, 1991), caracterizados
miento histórico y lírico no circunscrito a todos ellos por abordar de manera similar
los límites del petrarquismo, cuyo desarro- las prácticas culturales y poéticas en rela-
llo en la España posterior en dos siglos al ción con el cambiante entorno social y
autor del Canzoniere, ofrece límites cada político en que discurren. Así, los moldes
vez más precisos y menos generalizadores. líricos quedan iluminados en sus directos
Así, la autora se ciñe, a partir de la lectu- y estrechos vínculos con los modelos hu-
ra minuciosa y apoyada en algunos de los manos y sociales en transformación desde
más productivos presupuestos y procedi- los siglos XV a XVII.
mientos de la desconstrucción, al caso par- Bien es cierto que Imperial Lyric se
ticular del soneto, con el análisis de algu- ciñe a un número no muy extenso de au-
nas significativas muestras de Acuña, Ce- tores y textos, quedando fuera, de manera
tina y Boscán, constrastadas con la mirada justificada por la autora, figuras del relie-
crítica de Castillejo, desde su apuesta por ve de Garcilaso, Hurtado de Mendoza y
otra forma de actualización de la poesía fray Luis de León, y, en menor medida, la
heredada del modelo cortés del siglo ante- obra de Herrera y, en otro plano, los au-
rior. Su tesis sobre el proceso de «soneti- tores que cabría situar al margen del en-
zación» se apoya en las conclusiones del torno inmediato del trono, como los auto-
significado ideológico de las formas extraí- res situados en la periferia geográfica y
das del perspicaz análisis de unos textos social o los que continúan el legado ita-
que revelan bajo la tersura de sus versos lianista en la segunda mitad de siglo. En
las tensiones inherentes a la nueva prácti- el caso del sevillano el interés de extender

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a su producción este análisis radica, por gíacos romanos, frente a la grandiosidad,


una parte, en su tarea de revisión y actua- de tema y estilo, del patrón homérico. Así,
lización del legado del primer italianismo, la postergación del canon heroico queda
elevado a la altura de 1580, a la categoría vinculada a una mentalidad emergente, más
de canónico, si bien se trata de un canon ligada al individuo, aunque no sólo en la
en proceso de revisión; y en esta labor, dimensión sentimental de la problemática
como segundo elemento de interés, desta- amorosa, sino más bien en el de las ten-
ca la posición de Herrera, como miembro siones con el horizonte social e ideológico
de una nueva generación, arraigado en el que se le impone desde un discurso impe-
humanismo urbano de una Sevilla proto- rial en el que se ve constreñido a partici-
burguesa y distanciada de la corte y desde par e incluso a darle forma con la nueva
una posición personal alejada del modelo lírica. De ahí el cambio de paradigma y su
del poeta soldado; por último, la doble rechazo de unos modelos de canción he-
dimensión, creativa y teórica, de Herrera roica, de Píndaro a Dante, que, precisamen-
representa, justamente, la culminación del te, es uno de los componentes que Herre-
proceso de reflexión sobre formas como la ra busca recuperar en su propuesta de unos
del soneto y su acomodación a las necesi- pocos decenios después. Los cambios
dades de la nueva edad. Baste recodar en apuntados por la sociología histórica, como
este sentido, como se apunta en unas bre- en los estudios de Norbert Elias (bien apro-
ves páginas del capítulo final de Middle- vechados por la autora), quedan así con-
brook, la acomodación herreriana de la trastados y confirmados en el seno mismo
consideración del soneto por Lorenzo de de la dinámica poética, pero sin encerrarla
Medicis y su interesada identificación, ya en la torre de marfil de las puras formas
al margen de su valor en la estructura del ni prescindir de su arraigo (y su condición
cancionero petrarquesco, de la forma de los de respuesta) en una situación de exigen-
catorce versos con el epigrama clásico y cias de transformación en el orden cultu-
aun con el emblema, de donde se deriva ral para avalar el estatuto de la sociedad
una profunda reflexión sobre la arquitec- imperial. El propósito queda declarado
tura interna de este molde, cuyas posibili- desde las páginas introductorias: «I will
dades y límites ensayaron sus primeros argue that the lyric’s rise to privilege was
practicantes españoles, como se analiza en conditioned by the radical revision of the
el capítulo dedicado a la «Sonnetization». social role assigned to the aristocracy in
En esta línea, Middlebrook analiza las early modern Spain [...]. Another way of
diferencias de proyección del modelo del framing the forthcoming argument, then, is
soneto en la construcción de una secuen- that Imperial Lyric links the «new lyric»
cia lírica al modo de Petrarca, con las di- with the emergent modern figure, the in-
ferencias, cuando no oposiciones, entre las dividuated, «split,» and interpellated sub-
opciones de Boscán y Cetina, y apunta una ject» (p. 3).
no menos productiva relación entre el Lo determinante en un planteamiento
modelo de sprezzatura formulado por Cas- ya de interés como el aquí adoptado es su
tiglione y la noción de «small stile», en la minucioso contraste con la lectura de los
que se inscribe la nueva poesía, en oposi- textos; aun cuando los poemas elegidos
ción al modelo de las coplas cancioneriles para su análisis no son muy numerosos,
y aun el de canzone propuesto por Dante. pueden considerarse muy representativos de
El libro sitúa el cambio de paradigma en una línea mayor de la lírica culta del pe-
una situación homologable al giro hacia la ríodo en su dinámica de renovación, en
lírica impuesto por el modelo calimaqueo una muestra que incluye, junto a los sone-
y, posteriormente, por Horacio y los ele- tos, la canción, la bucólica y la «heroic

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lyric», correspondiente ya a la fase herre- europea. Y lo hace partiendo de un análi-


riana. El apoyo en la escritura misma de sis tan sólido en sus fundamentos teóricos
los poetas interpelados y una muy positi- como inteligente y fino en su diálogo con
va combinación de los planteamientos crí- los textos, demostrando que el hispanismo
ticos habituales en ambos lados del Atlán- norteamericano tiene aún mucho que apor-
tico da como resultado una indagación en tarnos.
la que aflora el análisis y la interpretación,
elementos imprescindibles para la construc- PEDRO RUIZ PÉREZ
ción de una historiografía crítica como la
que reclama la poesía y la literatura en
general del período. En ella la decantación
de tesis como la sustentada y argumentada GÓNGORA, Luis de. Antología poética.
por Leah Middlebrook será de importancia Carreira, A. (ed.). Barcelona: Crítica,
capital. 2009, 711 pp.
Finalmente, otra valiosa aportación del
volumen es su reivindicación de la impor- Si los albores y la primera mitad del
tancia de las letras españolas en la consi- siglo XX resucitaron a Góngora como cor-
deración de los rasgos definitorios de un dillera máxima de nuestro Parnaso, según
período trascendental en la construcción de verifican Lucien Paul Thomas (Le lyrisme
la modernidad, frente al silencio generali- et la preciosité cultistes en Espagne. Étu-
zado sobre las mismas en los panoramas de Historique et Analytique, Halle, Verlag,
críticos de la época, tanto en el ámbito 1909; Étude sur Góngora et le Gongoris-
anglosajón como en la generalidad de los me considerés dans leurs rapports avec le
estudios europeos: «this book addresses a Marinisme, París, Champion, 1911), varios
curious phenomenon in early modern stu- miembros del 27, con Dámaso Alonso a la
dies: despite the fact that in 1990s and the cabeza (Góngora y el gongorismo, Madrid,
early 2000s the humanities began to move Gredos, V-VI-VII, 1978, 1982, 1984), o
beyond the traditional focus on Europe to Antonio Vilanova (Las fuentes y los temas
develop a global reach, and the role of del Polifemo de Góngora, Madrid, CSIC,
imperial Spain in the Renaissance became 1957, reed. 1992), durante las últimas tres
central to our reinvention of cultural his- décadas los ensayos sobre su poesía han
tory, the scholarly conversation about ear- crecido de manera exponencial. Con otras
ly European and global madernity has yet palabras: hoy leemos a un Góngora muy
to fully «place» the significance of Spain distinto del reivindicado por Lorca, Cernu-
and Spanish cultural production. Imperial da y compañía. Y por qué no decirlo: más
Lyric demonstrates the importance of pe- cercano a una interpretación sólida desde
ninsular letters to our understanding of una perspectiva filológica. Así las cosas, la
shifting ideologies of the self, language, aparición en castellano de la tesis de Ro-
and the state that marks whatersheds for bert Jammes (La obra poética de Luis de
European and American modernity» (p. 1). Góngora, Madrid, Castalia, 1987) fija el
En definitiva, una doble llamada de inicio de semejante revival, que llega –fe-
atención surge de este libro: a una filolo- cundo, con renovados bríos– hasta este ter-
gía excesivamente tradicional y anclada en cer milenio.
una lectura descriptiva, entre el positivis- No en vano, se puede afirmar que vi-
mo y la estilística, y a unas perspectivas vimos la Edad de Oro del gongorismo. Un
críticas de nuevo cuño que, sin embargo, Góngora para todos los gustos y miradas:
prescinden de una parte sustancial en la estilísticas, temáticas, comparatistas, métri-
construcción de la modernidad literaria cas o ecdóticas. Tampoco es difícil obser-

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var que si sus devotos disponen de un alu- ahora nos presenta este libro, que valoro a
vión de trabajos que se aproximan a su la luz de los anteriores, fue Antonio Ca-
mágica palabra, los impugnadores podrán rreira: Luis de Góngora, Antología poéti-
recrearse en un caladero de asedios tan ca, Madrid, Castalia, 1986. La que pare-
prolífico como heterogéneo. Baste un ejem- cía una edición humilde —dado que se ins-
plo: a la zaga del esfuerzo que viene rea- cribe en la colección «Didáctica»— pronto
lizando el Grupo de Investigación Góngo- se destapó como un volumen revoluciona-
ra y el Gongorismo (HUM-562), cuyos rio. En sus páginas, Carreira sepultaba para
frutos han visto la luz en diez volúmenes siempre la oposición entre culteranismo y
incluidos en la colección del mismo nom- conceptismo, probando en tres epígrafes
bre (Córdoba, Diputación, 2002-2009), la tan breves como lúcidos («Conceptismo
Junta de Andalucía –que lo designó autor simple», «La poesía de la sal», «El con-
del 2007– y otros organismos han finan- ceptismo sacro») que ambos pertenecen a
ciado las siguientes publicaciones: Una un tronco común. Lo mismo cabría decir
densa polimorfía de belleza: Góngora y el de sus lazos con las tesis desarrolladas por
grupo del 27, ed. Andrés Soria, Sevilla, Gracián («El conceptismo complejo»,
Junta de Andalucía, 2007; La hidra barro- «Teoría de la agudeza»). Finalmente, de
ca. Varia lección de Góngora, ed. Rafael modo sugestivo —por más que sonara y
Bonilla y Giuseppe Mazzocchi, Granada, suene a sordina en más de un oído—, de-
Junta de Andalucía, 2008; el Seminario nunciaba la necesidad de brindar notas
Internacional organizado por el Grupo derivadas del cotejo de los numerosos
PASO (Universidad de Sevilla, 2009); y la manuscritos que no habían sido manejados.
edición crítica de sus textos que, liderados Con inapelable honradez, Carreira admitía
por José María Micó (Universidad Pompeu que «excepto para los sonetos, romances y
Fabra), acometen en la actualidad gongo- letrillas, el texto de los otros poemas aquí
ristas de las prendas de Mercedes Blanco, incluidos dista mucho de poder llamarse
Laura Dolfi, Juan Matas, Antonio Pérez crítico; pero tampoco es el resultado de
Lasheras y Jesús Ponce. picotear aquí y allá en busca de la varian-
Tamaño excurso viene a ratificar una te que más acomode, sino de un conoci-
evidencia: no hemos disfrutado de una miento razonable de la transmisión textual
edición completa y rigurosa de sus Obras de Góngora y del grado de fiabilidad de
hasta hace dos lustros. Es cierto que se cada uno de sus componentes» (p. 79).
sucedieron las de sus romances (Carreño, Varios años después alumbró su colectánea
2000), letrillas (Jammes, 1963; 1991), so- Gongoremas (Barcelona, Península, 1998),
netos (Ciplijauskaite, 1981), canciones y brújula para quien se adentre en cuestio-
poemas de arte mayor (Micó, 1990), el nes tan espinosas como la preeminencia del
Polifemo (Parker, 1996 (6); Micó, 2001), manuscrito Chacón, el «yo» del poeta, la
las Soledades (Beverley, 1980; Jammes, maurofilia y loci critici de sus romances o
1994) y el teatro (Dolfi, 1983; Jammes, un detalle sobre el que volveré enseguida:
1984). Pero unos empeños y otros arrojan los registros musicales. Encabezaba el li-
lauros dispares: los hay magistrales, dignos, bro un horizonte del gongorismo después
medianos, contradictorios e incluso pobres. de Dámaso Alonso que pone los puntos
No es el momento de glosar aquí sus mé- sobre las «íes» surgidas a uno y otro lado
ritos y lagunas. del Atlántico.
Conviene remontarse a 1986 para datar Faltaban aún los que por el momento
la primera muestra de lo que tendría que son sus capolavori: 1) la primera edición
haber sido la edición crítica de los versos de las Obras completas (Biblioteca Castro,
de don Luis. Su firmante, el mismo que 2000) con un texto fiable, asentado en el

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rastreo de la difusión manuscrita e impre- de su producción; así como de los poemas


sa y en el obligado distingo de poemas de mayores (sobre todo las Soledades, 1613-
autoría segura, dudosa y atribuida. Aun 1614) y de la polémica que suscitaron en
cuando la editorial exigiera la desnudez de España e Hispanoamérica. Dicotomía —que
notas, continúa siendo el vademécum gon- en Góngora siempre es fusión— cimentada
gorino de la modernidad; 2) el Epistolario sobre la base del romancero viejo, el refra-
completo de don Luis (Lausanne-Zaragoza, nero y la lírica tradicional, por una parte,
Hispanica Helvética, 1999); y 3) la edición y la poesía latina e italiana, por otra. Tras
crítica en cuatro volúmenes de los Roman- subrayar el impulso que dio a los roman-
ces (Barcelona, Quaderns Crema, 1998). ces de cautivos, las parodias de los moris-
Mucho se ha escrito sobre este último tra- cos, pastoriles y mitológicos o la nutrida
bajo y mucho se escribirá todavía. Más allá presencia de su «jánica musa» en las Flo-
de su puntuación, algo cartesiana, casi todo res de poetas ilustres (1605), Carreira tra-
lo dicho puede resumirse en este sintagma: za el que a mi juicio es el prólogo más
un monumento de la Filología. musical sobre el cordobés de cuantos se
Y ahora, cuando parecía que Carreira hayan escrito. La primera nota tiene que ver
había pronunciado su última palabra sobre con el Polifemo (1612), presentado como
el autor de «la última rebeldía literaria idilio de asunto ovidiano «y acaso el más
anterior al siglo XIX», en sentencia de Bell, eufónico poema de nuestra lengua» (p. 11);
nos sorprende con una Antología poética definición que prolonga al bosquejar las
tan completa y remozada que casi sustitu- Soledades como un milagro de musicalidad,
ye a la de 1986. Hasta cierto punto. To- una «sinfonía inacabada que, como la de
das sus tesis continúan vigentes y el edi- Schubert, iba a constar de cuatro movimien-
tor se sujeta a ellas con manos firmes. Sin tos y sólo alcanzó a tener dos. El símil no
embargo, el amplio florilegio que nos re- es caprichoso: una sinfonía se genera a par-
gala, al menos en lo tocante a su «Intro- tir de la contraposición y el desarrollo de
ducción» (pp. 7-65), brinda una serie de unos temas. Y de la calidad de los temas
claves que los seguidores de sus estudios depende, en gran medida, la de la obra mis-
encontrarán coherentes. Junto a la semblan- ma» (p. 15). Que Carreira es un melómano
za biográfica del poeta, para acercarlo a se deduce de la lectura de sus páginas. Que
curiosos, estudiantes e investigadores, su- su teoría musical sobre las Soledades –tan
braya desde el comienzo su carácter incla- sugestiva– no es nueva sólo lo sabrán quie-
sificable. Si el famoso retrato de Veláz- nes conozcan un valioso ensayito no inclui-
quez, donde Góngora aparecía altivo, ce- do en Gongoremas: «Pedro Espinosa y
ñudo, desdentado, puede dar idea de un Góngora», Revista de Filología Española,
clérigo adusto, enseguida se sobreponen LXXIV, 1994, pp. 167-179.
sus letrillas y romances rebosantes de hu- Conjeturaba allí en términos similares
mor; a la imagen de un ingenio que cele- que don Luis, señor de las letras a la ma-
bra a los poderes fácticos, religiosos o pro- nera antigua, formado en la imitación de
fanos, esa veta de rebelde independencia los clásicos, no abre sino que «cierra, es-
que se permite maldecirlos sin ambages. pléndidamente, una época de gran poesía
Góngora se muestra, pues, en el propio española —como después J. S. Bach cerra-
Barroco, como «el mayor poeta en caste- rá más que abrirá otra de gran música ger-
llano y uno de los más grandes en cual- mánica—. Seguir sus pasos para llegar más
quier lengua europea» (p. 9). allá parecía muy difícil, apartarse de ellos
Esta premisa deja paso al análisis de la o ignorarlos era imposible, como lo hubie-
polaridad entre lo culto y lo popular, lo se- ra sido intentar escribir teatro sin referirse
rio y lo cómico, que domina buena parte a Lope. [...] A Bach le sucedió —no le si-

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600 RESEÑAS DE LIBROS

guió— Mozart, que sí inauguró una nueva Para Carreira hay un aspecto esencial:
época, aquella en que las formas arcaicas «Góngora es un enamorado de la vida, un
dejan paso a la forma sonata, correlato vividor. Las gallinas, las cabras, los cone-
exacto de la forma novela, las cuales van a jos, como los róbalos, las aceitunas, el
señorear sus respectivos dominios desde fi- queso, las nueces, el vino que aparecen en
nes del siglo XVIII hasta bien entrado el XX» las Soledades, como el requesón o la em-
(1994: 171). En la misma órbita se sitúan panada que agradece en unas décimas, le
varios párrafos de «La maurofilia en el ro- gustaban, se regodeaba con sus formas,
mancero de Góngora» (Gongoremas, pp. colores y sabores» (p. 21). Y donde Ca-
345-349) donde, a propósito de «Triste pisa rreira escribe «vividor» yo añadiría que se
y afligido» (1586), hablaba de un ritmo de trata de uno de las plumas más lucrecia-
barcarola. De ahí que no sorprenda esta nas –en cuanto a la percepción de las for-
conclusión: «Góngora usa las palabras mas de la Naturaleza– del Siglo de Oro.
como un compositor las notas: con entera Recomiendo además el cotejo de uno de
libertad, dentro del sistema de leyes que él los escasos trabajos que no figuran en su
mismo establece» (2009, p. 16). Y me atre- apabullante bibliografía: el artículo de Olga
vería a decir que como Picasso usará sus Perotti, «Un formaggio barocco: Soledades
visionarios pinceles. (I, vv. 852-882)», La torre di Babele, I,
No faltan algunas apostillas sobre las 2003, pp. 49-57.
huellas musicales que puedan suscitar dos Y junto a la música siempre la pintu-
de los elementos constitutivos del lengua- ra. Cuando observa que en las Soledades
je gongorino —el hipérbaton y el neolo- «supo apreciar, como algunos bodegonis-
gismo— ni la ratificación de los presupues- tas o paisajistas del XVII, la belleza ence-
tos conceptistas enunciados en la Antolo- rrada en las cosas humildes, incluido el tra-
gía de 1986: «es preciso dejar claro que bajo manual, y al cantarlas con fastuoso
no existe la menor oposición entre concep- lenguaje, reservado hasta entonces a los
tismo y culteranismo, sino que el segundo asuntos heroicos, provocó la admiración o
es, por lo general, un subconjunto del pri- la repulsa de sus contemporáneos» (p. 13),
mero, aunque en principio son perfecta- pensamos de inmediato en los vínculos que
mente imaginables un estilo culto no con- estableció con Hobbema, Van Ostade o los
ceptista y un conceptismo de raíz popular» dos Van Ruysdael en «La novedad de las
(p. 25). Se permite, en cambio, un par de Soledades» (Gongoremas, pp. 225-237).
pinceladas deliciosamente iconoclastas: 1) No en balde –permítase la licencia–, gra-
el lenguaje gongorino, con menos vocabu- cias a este tipo de hallazgos gongorinos
lario que el de Quevedo, es normalmente puede entenderse con pureza la relección
mucho más eficaz, porque no se deja arras- de Neruda tanto en las Odas elementales
trar por la ebriedad verbal (p. 19); 2) a como en el Canto General. Una última
pesar de su devoción por Garcilaso, nunca glosa: tal como indica Carreira, «difícil-
se sintió tentado por escribir una lira, ni mente se encontrará un texto donde la
sextinas ni ovillejos. Desde un punto de humilde gallina clueca aparezca tan enno-
vista métrico casi parece un poeta conser- blecida como en las Soledades» (2009, p.
vador (p. 14). Sobre este punto me adhie- 21), pasaje que tal vez nos llega influido
ro parcialmente a su tesis, en la medida en por la Cinegética de Opiano.
que si la métrica no resulta innovadora sí Si atendemos al punto de vista filoló-
lo son los efectos que consigue con el ri- gico, la Antología es la más completa de
mario, tal como prueba la reciente mono- las impresas hasta la fecha. El gongorista
grafía de Monique Güell en la Colección avezado y el lector que tenga la suerte de
de Estudios Gongorinos. adentrarse por vez primera en el laberinto

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RESEÑAS DE LIBROS 601

del andaluz gozarán con joyas como el valor crítico —Vicuña (1627) y Hozes
romancillo «Hermana Marica»; letrillas (1633)— como de los exégetas (Salcedo
como «Ándeme yo caliente», «Que se nos Coronel, Pellicer, Salazar Mardones...) y un
va la pascua, mozas» o «Buena orina y rico elenco de códices integri hospedados
buen color»; sonetos petrarquistas («De en bibliotecas nacionales y extranjeras
pura honestidad templo sagrado», «Mien- (Universidades de Estados Unidos, Argen-
tras por competir con tu cabello», «La tina, Hispanic Society...); sin obviar los
dulce boca que a gustar convida»); roman- mutili significativos: Poesías de autores
ces paródicos de caballerías («Diez años andaluces (Real Academia Española) o el
vivió Belerma»); romances de cautivos Cancionero antequerano (Caja de Ahorros
(«Amarrado al duro banco» o «Ya que de Ronda). El lector hallará dos tipos de
rompí las cadenas») y moriscos («Triste anotación: 1) la relativa a las cuestiones
pisa y afligido»); el célebre soneto a Cór- léxicas esenciales para la recta compren-
doba («¡Oh excelso muro, oh torres coro- sión de los versos; 2) una serie de apreta-
nadas»!); o aquel que comienza «Descami- dos y utilísimos apuntes acerca de las
nado, enfermo, peregrino», preludio de las mejores páginas críticas sobre cada com-
Soledades; los dirigidos contra diversas posición. No hay duda de que ha asimila-
sedes de Madrid («Téngoos, señora Tela, do, cribado y digerido todo lo escrito so-
gran mancilla»); el cómico y dialogado bre el autor del Polifemo hasta el año
sobre la jornada de Larache («¿De dónde 2009; sin obviar los más recónditos libros
bueno Juan con pedorreras?»), reverso en de actas, las publicaciones de gongoristas
miniatura de la canción «En roscas de cris- europeos, norteamericanos y asiáticos; e
tal serpiente breve»; los romances jocose- incluso las traducciones al castellano de
rios sobre Hero y Leandro («Arrojose el volúmenes que apenas han circulado por la
mancebito», «Aunque entiendo poco grie- piel de toro. Con esta Antología, Carreira
go»); el de Angélica y Medoro («En un vuelve a demostrar su fulgor en la —a
pastoral albergue»), de corte ariostesco; la veces— «mal distinta lumbre» del gongo-
espléndida canción «Qué de invidiosos rismo.
montes levantados»; las décimas con estri-
billo «De un monte en los senos donde»; RAFAEL BONILLA CEREZO
los tercetos morales «Mal haya el que en
señores idolatra»; el Polifemo, las Soleda-
des, la Fábula de Píramo y Tisbe («La
ciudad de Babilonia»), con la que acuñó el FARRÉ, Judith (ed.). Dramaturgia y espec-
estilo «heroicómico»; y los sonetos del lla- táculo teatral en la época de los Aus-
mado ciclo de senectute. trias. Madrid / Frankfurt am Main: Ibe-
El etcétera sería tan largo como seduc- roamericana / Vervuert, 2009, 390 pp.
tor, pues Carreira justiprecia el mérito de Biblioteca Áurea Hispánica, 59.
piezas menos conocidas: las tandas de vi-
llancicos, los romances dedicados a la bea- El volumen aquí reseñado recoge las
tificación de Santa Teresa o al hidalgo intervenciones presentadas en el congreso
pobretón que se dispone a acompañar a la Dramaturgia y espectáculo teatral en la
corte en su viaje a Behobia con motivo de época de los Austrias. España y América,
las bodas reales... celebrado en el mes de octubre de 2007 en
Si algo caracteriza los trabajos de este el Instituto Tecnológico de Monterrey.
hispanista es su rigor ecdótico y la finura Tras unas palabras preliminares de la
para separar el trigo de la paja. De ello dan editora, abre el libro un primer apartado
fe tanto su consulta de las ediciones con integrado por las tres conferencias plena-

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rias impartidas durante la reunión académi- grave y la ridícula. La primera de ellas


ca. Las dieciocho intervenciones restantes consiste en la representación, por medio de
figuran agrupadas en cuatro bloques te- elementos propios de la literatura emble-
máticos que tratan respectivamente la pro- mática, de una serie de pasajes biográficos
ducción teatral en España y Portugal, la ejemplares del homenajeado; por su parte,
literatura virreinal, cuestiones escenográfi- la segunda supone una breve escenificación
cas y, por último, el análisis de ciertos de tipo burlesco propia de un contexto
temas y motivos propios del teatro aurise- carnavalesco. Sobre estas bases, la autora
cular. estudia minuciosamente dos ejemplos con-
Estamos, por tanto, como ya avanzan el cretos de máscaras graves y ridículas in-
título y los temas objeto de estudio, ante sertadas en una serie de celebraciones
un volumen de imprescindible lectura para jesuíticas a propósito de la canonización de
los estudiosos del teatro áureo, que ahon- san Francisco de Borja.
da en el análisis de diversos aspectos rela- Al análisis de los elementos que inte-
cionados con el teatro ibérico y virreinal gran la técnica dramática de Bances Can-
poco estudiados hasta el momento, al lado damo dedica Aurelio González la tercera
de otro tipo de manifestaciones espectacu- de las conferencias plenarias («La técnica
lares características de la fiesta en el Si- dramática de Bances Candamo»). Tras en-
glo de Oro. marcar al dramaturgo en unas determina-
En la primera de las conferencias ple- das coordenadas generacionales, estéticas y
narias, a cargo de Ignacio Arellano («Doc- artísticas, A. González propone una exce-
trina y espectáculo: escenografía mimética lente revisión de algunas piezas del drama-
y escenografía mística en los autos de turgo atendiendo a ciertos aspectos que sin-
Calderón»), se aborda, de manera notable, gularizan a Bances frente a otros autores,
el estudio de la escenografía de los autos tales como la aparición de la doble o múl-
sacramentales de Calderón de la Barca, a tiple trama, el uso del disfraz, el ritmo
partir del análisis de las memorias de apa- dramático o la especial inclinación del dra-
riencias así como de los propios textos maturgo por los temas históricos.
dramáticos de los autos. Tal y como seña- El bloque inicial de comunicaciones se
la el autor, esta modalidad teatral integra abre con la intervención de Jaime Cruz-
en su puesta en escena los elementos mi- Ortiz («Lealtades divididas: las alianzas
méticos, que confieren verosimilitud a la literarias y políticas del dramaturgo lisboeta
trama y los episodios, junto a los simbóli- Jacinto Cordeiro»), centrada en el estudio
cos o alegóricos, apoyados en «tradiciones de la dramaturgia de Jacinto Cordeiro. Tras
culturales, doctrinales y artísticas» (p. 40), apuntar una serie de datos biográficos so-
lo que convierte al auto en un género con bre el autor, Cruz-Ortiz analiza una parte
mayores posibilidades de explotación artís- del corpus del portugués sobre el que ex-
tica que otros como el teatro cortesano o plica la vacilación que, por razones políti-
el de corral. cas, se observa en la producción de este
De distinta índole es la segunda de las dramaturgo entre la celebración de las re-
conferencias, de María Dolores Bravo laciones hispano-portuguesas y un anticas-
Arriaga («Aspectos jocoserios de un mis- tellanismo expresado de manera mordaz.
mo género dramático: máscaras serias y Robert Lauer («La figura trágica del
máscaras facetas»), quien, tras referirse a poder en Amor destrona monarcas, y rey
la labor pedagógica realizada por los jesui- muerto por amor») estudia, por su parte,
tas en México, se ocupa del análisis de una la figura del rey trágico en el teatro ba-
de las manifestaciones espectaculares ense- rroco tardío que, frente a lo que sucedía
ñada en el ámbito indicado: la máscara en el del XVI o durante todo el XVII, se

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ha transformado en un ser patético. Desde enmarcado en el ámbito de la fiesta corte-


este punto de vista, Lauer analiza en la sana, se consagra al estudio de la delimi-
comedia Amor destrona monarcas, y rey tación del espacio festivo de la ciudad de
muerto por amor la representación trágica México, a través de una serie de elemen-
de la figura del poder trazada de acuerdo tos que la embellecen y dan cuenta de la
con el cercano gusto ilustrado. exaltación del poder encargado de la orga-
De las fiestas cortesanas que inician el nización de los fastos, para una ocasión tan
reinado de Felipe IV se ocupa George señalada como la bienvenida y toma de
Peale, con un magnífico trabajo dedicado posesión de un nuevo virrey. Su minucio-
a la representación en el año 1623 de la so estudio se centra en dos ejemplos con-
pieza de Antonio Hurtado de Mendoza cretos: la toma de posesión del marqués
Querer por sólo querer. El hispanista ame- de la Laguna en 1680 y la llegada del
ricano aporta cuarenta y tres documentos conde de Moctezuma en 1697. En ambas
de la época referidos a esta fiesta teatral fiestas se detecta, según indica la autora,
que le permiten, por una parte, fijar la fe- una función pedagógica antes inexistente,
cha concreta de la representación y, por que surge de la combinación de la «rendi-
otra, afirmar la riqueza de los medios es- da pleitesía hacia el poder emanado de la
cenográficos empleados en dicho evento, lo metrópoli» con «una sutil y orgullosa rei-
cual convierte esta comedia, junto a otras vindicación del espacio americano» (p.
más estudiadas como La gloria de Niquea, 180). El trabajo de Farré concluye con un
en un verdadero hito del teatro cortesano útil apéndice en el que se recogen una
español. serie de documentos, inéditos hasta el
Cierra este primer apartado un intere- momento, relacionados con luminarias y
sante artículo de Héctor Urzáiz («Noticia fuegos artificiales celebrados en México
que no es bien que se toque: el teatro del con ocasión de distinto tipo de conmemo-
Siglo de Oro frente a la censura») centra- raciones entre 1667 y 1701.
do en la censura, que comienza con un Le sigue a éste un análisis de María
estado de la cuestión en torno a las distin- Águeda Méndez («Sentimiento íntimo y
tas aportaciones críticas que ha recibido la exequias públicas a una ilustre dama po-
actividad censora de la Inquisición para blana (1681): un túmulo poco común»),
centrarse a continuación en el ejemplo del centrado en otro tipo de celebración rela-
teatro áureo. Llegado a este punto, señala cionada con las exequias públicas organi-
el autor que fue habitual el ejercicio de la zadas para la despedida de doña Jacinta de
actividad censora sobre contenidos religio- Vidarte y Pardo, una ilustre dama pobla-
sos, aunque un porcentaje muy elevado de na. La importancia de estas exequias radi-
la vigilancia recaía también sobre aquellas ca fundamentalmente en la erección de un
piezas que contenían temas de tipo políti- túmulo en honor de la fallecida, una prác-
co que, en ocasiones, provocaron el cierre tica reservada a hombres y, en ciertos ca-
de los teatros. La doble condición del gé- sos, también a algunas religiosas.
nero dramático, como texto literario y texto Al estudio de los festejos religiosos
espectacular, que permitía llegar a un pú- celebrados en poblaciones cercanas a Méxi-
blico más amplio, supuso, según explica el co está dedicado el trabajo de Sara Poot-
autor, que el teatro resultase un ámbito Herrera («El Mercurio encomiástico, una
especialmente afectado por la censura. compilación de festejos religiosos novohis-
El segundo apartado lo inaugura el ex- panos en náhuatl y en español»). Median-
celente trabajo de Judith Farré («Cartogra- te el análisis de El Mercurio encomiásti-
fía simbólica de la ciudad de México y co, de Joseph Pérez de la Fuente, la auto-
pedagogía de virreyes (1665-1670)»), que, ra estudia la existencia de un teatro

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religioso híbrido, tanto en el texto como en para la conversión al cristianismo de los


la representación, que combina elementos indígenas. Estas primeras representaciones
propios de la cultura hispana con otros de teatro misionero, llevadas a cabo en la
tomados de la mexicana en la segunda primera mitad del siglo XVI, estaban pro-
mitad del siglo XVII. tagonizadas únicamente por actores indíge-
El análisis de las fiestas consagradas a nas. A continuación trata el autor el teatro
la celebración de la entrada de los nuevos criollo, desarrollado en la segunda mitad
virreyes en México ocupa el trabajo de del XVI , cuyos representantes, españoles,
Dalmacio Rodríguez («Acerca de los gene- constatan la existencia de los primeros ac-
ra dicendi en los arcos triunfales novohis- tores profesionales en Nueva España. Por
panos en la época de los Austria»). Como último, se ocupa Rivera del teatro jesuita,
bien indica el título del artículo, el autor representado por los propios estudiantes de
se centra en el estudio del estilo conteni- los colegios.
do en los testimonios escritos que explican El interesante y completo estudio de
las intenciones políticas y simbólicas que José A. Rodríguez Garrido («El teatro cor-
conlleva la construcción de los arcos triun- tesano en la Lima colonial: las obras y su
fales erigidos con motivo de la entrada de recepción») estudia las producciones dramá-
nuevos virreyes. ticas cortesanas llevadas a cabo en el Pala-
El apartado dedicado al estudio de cio Virreinal de Lima, entre 1672 y media-
cuestiones escenográficas se abre con un dos del siglo XVIII , según los parámetros
trabajo de Edith Mendoza Bolio («Entre fa- marcados por la corte madrileña. El autor
bricantes de apariencias: El gran teatro del establece un listado del corpus de piezas
mundo en siete proyectos de Remedios representadas, cuya finalidad estudia, así
Varo») centrado en el estudio del dise- como el contexto y espacio en el que se re-
ño y realización de las máscaras que en presentaron, con un escenario a la italiana
1958 ideó Remedios Varo para una repre- que permitía el despliegue espectacular que
sentación de El gran teatro del mundo en caracterizaba este tipo de montajes.
México. Este apartado se cierra con el trabajo
Le sigue a éste un artículo de Claudia de Javier Rubiera («El teatro en palacio y
Parodi («Indianización y diglosia del tea- el palacio en el teatro. El licenciado Vi-
tro criollo: los tocotines y los cantares driera de Moreto»), en el que el autor es-
mexicanos») en el que la autora estudia la tudia, de modo novedoso, los procedimien-
incorporación al teatro cortesano novohis- tos presentes en un texto dramático áureo,
pano de elementos americanos, lo que concretamente de El licenciado Vidriera de
constituye una muestra de la integración de Moreto, para lograr incorporar al especta-
la población indígena en este tipo de fes- dor cortesano en el espacio de la ficción.
tejos. Sobre esta base teórica la autora se Dos son las formas que distingue Rubiera:
ocupa del análisis de los cantos y bailes el aparte al público y la locución dirigida
indígenas y, de manera concreta, de los al público. Este análisis permite concluir al
tocotines, de los cuales realiza una recons- autor que, si bien la apelación directa al
trucción musical aportando al final de su público no es un recurso habitual en el
trabajo un apéndice con ejemplos de este teatro áureo, con la excepción del parla-
tipo de piezas. mento final del gracioso, sí lo es en el caso
El trabajo de Octavio Rivera («Repre- del texto de Moreto, en cuya última parte
sentantes, gente de teatro y del espectácu- «la acción se abre de forma explícita a los
lo en Nueva España en el siglo XVI») se espectadores» (p. 320) tanto para incorpo-
centra en la importancia que adquirieron rarlos a la ficción como, especialmente,
las fiestas religiosas como herramientas para hacerlos partícipes del mensaje críti-

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co de desengaño que pretende transmitir la Príncipe don Iuan de Austria tuvo con el
comedia estudiada. Turco de Fernán González de Eslava, com-
El bloque final se inaugura con un ar- puesto muy probablemente en 1572 como
tículo de Serafín González G. («El tema de parte de las celebraciones del Corpus en la
la nobleza en La crueldad por el honor de ciudad de México.
Ruiz de Alarcón»), quien analiza, a través Cierra el volumen el estudio de Lilian
de la pieza de Ruiz de Alarcón, temas von der Walde Moheno «De la apariencia
como la lealtad, el honor o la virtud me- horrible en El burlador de Sevilla», en el
diante el estudio del personaje protagonis- que, a partir del tópico del engaño a los
ta, Sancho Aulaga, en las dos vertientes ojos, analiza la oposición que se establece
que configuran las tramas de la comedia: en el personaje de don Juan, perteneciente
la política y la amorosa. a un estamento social privilegiado, entre su
En el siguiente trabajo, a cargo de bella apariencia y un alma horrible, produc-
Dalia Hernández Reyes («Festín de las to de la vida pecaminosa que frecuenta.
morenas criollas: danza y emblemática en En vista de lo leído, se confirma que
el recibimiento del virrey Marqués de Vi- nos encontramos ante un volumen de ines-
llena (México, 1640)»), se estudian las timable calidad, tanto por el interés que sus-
fiestas celebradas en honor de la entrada citan los variados temas en él tratados,
de un nuevo virrey, Diego López Pache- como por el rigor académico con que se
co, marqués de Villena. La autora se de- estudian. En el libro se encuentran trabajos
tiene, concretamente, en el análisis de una relativos a celebraciones hispanas y, sobre
atractiva fiesta de música y danza ejecuta- todo, novohispanas, con sus manifestacio-
da en este contexto por mujeres de origen nes espectaculares correspondientes, teatra-
africano, lo que supuso que se entendiera les o parateatrales; análisis de conjunto de
como imagen idealizada de una sociedad la dramaturgia de determinados autores, al
unida que celebra a su nuevo gobernante. lado de trabajos centrados en piezas con-
El tercer estudio, de Blanca López de cretas mediante las cuales se estudian te-
Mariscal («A propósito del teatro doctrinal mas, tópicos, personajes... y, en fin, artícu-
en la América hispánica. Una comedia a la los que prestan atención a la escenografía
Virgen de Guadalupe (1601-1602)»), está y otros signos escénicos propios de los au-
dedicado a las fiestas que se realizaron para tos sacramentales y las comedias palacie-
la entronización de la imagen de la Virgen gas. Se trata, en definitiva, de una publica-
de Guadalupe en las ciudades de La Plata, ción que, a través de novedosos trabajos,
Los Charcas y Guaraní, en cuyo contexto aporta nueva luz tanto al texto dramático
se representó una comedia dedicada a esta como al espectáculo, inscrito en su contex-
Virgen, la primera de una serie de piezas to festivo, a ambos lados del Atlántico.
creadas posteriormente en España.
El tratamiento teatral de la batalla na- ALEJANDRA ULLA LORENZO
val de Lepanto es objeto de análisis por
parte de Beatriz Mariscal Hay en su traba-
jo «La batalla naval de Lepanto en el tea-
tro de Fernán González Eslava». Tal y ARMAS, Frederick A. de; GARCÍA LO-
como explica la autora, el triunfo de Le- RENZO, Luciano y GARCÍA SANTO-
panto se convirtió en fuente de producción TOMÁS, Enrique (eds.). Hacia la trage-
literaria que exaltaba la victoria en el mun- dia áurea. Lecturas para un nuevo mile-
do cristiano; un ejemplo es el estudiado en nio, Frankfurt-Madrid: Universidad de
este interesante trabajo, el Coloquio Doze. Navarra-Iberoamericana-Vervuert, 2008,
De la Batalla Naval que el serenísimo 448 pp. Biblioteca Áurea Hispánica, 55.

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Como en otras ocasiones, la Biblioteca funciona muy bien cuando se trata del
Áurea Hispánica de Iberoamericana-Ver- examen de textos concretos, que represen-
vuert ha publicado, bajo la coordinación de tan una aplastante mayoría dentro de los
Frederick A. de Armas (University of Chi- artículos recogidos. Aun así, no sólo po-
cago), Luciano García Lorenzo (CSIC) y demos encontrar análisis monográficos de
Enrique García Santo-Tomás (University of obras teatrales entre los trabajos presenta-
Michigan), un volumen en que se recogen dos al congreso organizado por el Institu-
las ponencias y comunicaciones que se le- to Cervantes de Chicago; es fácil distinguir
yeron dentro del marco del congreso titu- también entre las ponencias y comunicacio-
lado Teatro español clásico: hacia la tra- nes planteamientos más teóricos en que se
gedia que tuvo lugar en Chicago en el mes persigue establecer la pertenencia o no de
de noviembre de 2007. Para la ocasión se los textos áureos a la categoría trágica
han reunido un número significativo de —entendida bien desde un punto de vista
estudiosos del teatro de nuestro Siglo de aristotélico o bien desde una consideración
Oro provenientes de los ámbitos europeo menos normativa— así como cuestiones re-
y americano. Estos profesores e investiga- lativas a la recepción escénica y la lectura
dores, cuyos nombres a ninguna persona personal de las obras.
familiarizada con nuestro teatro clásico le En función de esta división, dentro del
resultarán extraños, pasan revista en las primero de estos apartados, el relativo al
páginas del libro a algunos de los temas y análisis de los textos, son numerosos los
de las obras principales de las considera- trabajos dignos de mención: Alfredo Her-
das como tragedias (explícitamente o no) menegildo abre las ponencias con un pa-
desde su momento de composición en los norama general de la tragedia finisecular
siglos XVI y XVII. en que distingue de entre las corrientes
El enfoque plural de esta aproximación dramáticas del siglo XVI varios estadios
«hacia la tragedia áurea» pretende desde un —la tragedia clasicista, la tragedia de fi-
principio poner al día los estudios sobre el nalidad didáctica, la tragedia de tradición
tema y, a la vez, desentrañar las posibles cortesana y el «teatro de horror» de Juan
«lecturas para un nuevo milenio», como de la Cueva o de Andrés Rey de Artieda,
dice el subtítulo, y la recepción actual que, entre otros— que se completa con los tra-
en diferentes ámbitos geográficos y cultura- bajos más específicos sobre el teatro de
les, se hace de estas tragedias nacidas de un Cristóbal de Virués de Enrique García San-
régimen imperante de comedias. Todo ello to-Tomás, entendido este como reflexión
permite además una mejor comprensión de bélica del que fuera capitán de la milicia
uno de los géneros dramáticos del Siglo de española, y sobre la Numancia cervantina,
Oro que ha resultado más conflictivo para «tragedia pathética» y alegórica con mucho
la crítica especializada del siglo XX. de autobiográfico, de Margarita Peña.
El volumen presenta una clara estruc- Los estudios lopescos del volumen, por
tura externa que responde a la configura- su parte, proponen como objeto de estudio
ción del congreso en cuyo seno se enmar- no solo las obras mayores del Monstruo de
can los diversos estudios, conteniéndose las Naturaleza: El castigo sin venganza o El
ponencias en la primera parte y las comu- caballero de Olmedo nos vienen de la
nicaciones en la segunda. Sin embargo, hay mano de Edward H. Friedman, que desta-
una unidad mayor más allá de esta impo- ca las peculiaridades de las tragedias de
sición en la ordenación de los textos; tan- Lope de Vega estructural y temáticamen-
to en la primera como en la segunda par- te, carentes de una catarsis en su sentido
tes se sigue un criterio cronológico a la clásico en virtud de la ironía presente en
hora de presentar los estudios, pauta que los textos; sino también tragedias mitoló-

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RESEÑAS DE LIBROS 607

gicas como el Adonis y Venus en que Fre- comunicaciones contenidas en el libro in-
derick A. de Armas, en paralelo con la ciden en el estudio de la tragedia áurea
pintura del Tiziano basada en el mismo desde otras perspectivas teóricas: las nocio-
motivo ovidiano, destaca los elementos nes de orden y desorden sirven como prin-
eróticos y bucólicos en detrimento de los cipio hermenéutico para el análisis de La
más puramente trágicos. destrucción de la Numancia en el estudio
Por su parte, Margaret R. Greer plan- de Martha García; para Benjamín Torrico
tea la posible compatibilidad de una trage- se puede entender alguna de las comedias
dia en el Siglo de Oro con la presencia de bélicas de Lope como El asalto de Mas-
la fe cristiana, centrándose para el desarro- trique dentro de la línea de renovación de
llo de su tesis en la historia de la Casa de la comedia nueva por medio de argumen-
David y sus reescrituras dramáticas: La tos trágicos; las nociones en torno a la
venganza de Tamar de Tirso y Los cabe- autoría de Roland Barthes le sirven de guía
llos de Absalón de Calderón. De sus coor- para el análisis de las dos versiones de La
denadas históricas y culturales dentro de la estrella de Sevilla a John C. Parrack; el
España católica de los siglos XVI y XVII na- concepto de «chivo expiatorio» de René
cen las peculiaridades de estas tragedias o Girard funciona para el análisis de la co-
de otras como las que Rojas Zorrilla adapta media lopesca Las paces de los reyes y
a partir de dramas de la antigüedad en una judía de Toledo que hace Javier Lorenzo;
búsqueda de renovación de la comedia, nos la idea del role-play presente en La ven-
dice Melchora Romanos. ganza de Tamar tirsiana le permite a Es-
Por su parte, Santiago Fernández Mos- ther Fernández plantear un estudio de los
quera, encargado del análisis de las come- personajes y de la técnica metateatral de la
dias mitológicas de Calderón, es el prime- comedia; la filosofía estoica y moral se
ro que lanza una teoría literaria en diso- plantea también como hermeneusis aplica-
nancia con los estudios anteriores. El caso ble a La gran Cenobia calderoniana en el
calderoniano de Los tres mayores prodi- artículo de Jonathan Ellis; las nociones «on
gios, cuando menos, muestra para el pro- the mimetic faculty» de Walter Benjamín,
fesor de la Universidad de Santiago de en función de la correlación renacentista
Compostela el reflejo de un ambiente fes- entre macrocosmos y microcosmos, hacen
tivo cortesano en que se alterna la presen- posible que Nicolás M. Vivalda entienda al
cia de lo cómico con la recurrencia al mito rey Basilio de La vida es sueño como per-
y a un aspecto externamente serio que sin sonaje ridículo, etc.
duda haría las delicias de sus espectadores La multiplicidad de teorías literarias es
durante las representaciones palaciegas que probablemente uno de los principales atrac-
tuvieron lugar en la noche de San Juan de tivos de este panorama en torno a la tra-
1636. gedia de los dramaturgos del Siglo de Oro,
Pero si Fernández Mosquera plantea la «nuestros contemporáneos», en palabras de
comicidad y el divertimento en las supues- García Santo-Tomás. La aplicación de las
tas tragedias calderonianas, no es el único diferentes teorías hermenéuticas, con ma-
que entiende el análisis de este tipo de yor o menor fortuna según los casos, per-
teatro desde cánones diferentes a la teoría mite ampliar el punto de vista con respec-
aristotélica o a la preceptiva áurea de tra- to a los textos trágicos de los siglos XVI y
tadistas como Alonso López Pinciano y XVII y completa, además, el corpus de tra-
González de Salas que reflejan los textos gedias analizadas en el congreso. Si mu-
dramáticos de Cervantes, Lope o Calderón, chos son los textos ofrecidos como objeto
como queda bien expuesto en la ponencia de estudio, muchos son también los textos
de Evangelina Rodríguez Cuadros. Las que caen fuera de los artículos recogidos.

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Se agradece por eso mismo la idoneidad de J. Hilner, por su parte, dirige su atención
algunas de las comunicaciones en la elec- hacia la traducción que Voltaire hiciera de
ción del tema por su complementariedad la pieza calderoniana En la vida todo es
con respecto a las ponencias de la primera verdad y todo es mentira concebida tan
parte del volumen. Autores como Rojas solo como botón de muestra de su inferio-
Zorrilla o Alarcón, estudiados por María ridad con respecto al Héraclius de Pierre
Reyna Ruiz y por Daniel Lorca respecti- Corneille.
vamente, vienen a llenar algunos de los Los resultados de estos tres últimos tra-
huecos que más se echan de ver en la pri- bajos parecen estar incidiendo en la nece-
mera parte, mientras que otras de las co- sidad de un público consciente de lo que
municaciones vienen a incidir en la drama- la tragedia de los Siglos de Oro significa:
turgia trágica de Cervantes, Lope o Calde- desde las obras de Cristóbal de Virués
rón. hasta las grandes tragedias calderonianas
La última de las líneas de investigación pasando inexcusablemente por la Numan-
en torno a la tragedia del Siglo de Oro que cia y el ciclo de Argel de Miguel de Cer-
se deja entrever en las páginas del libro es vantes o por las controvertidas «tragedias»
una de las más interesantes y menos ex- y «tragicomedias» del Fénix de los Inge-
ploradas en el panorama crítico y escéni- nios. Sin embargo, si ni siquiera por parte
co actual: la recepción de los textos trági- de la crítica se tiene aún una visión clara
cos. Acompañan a la ponencia de Luciano y uniforme de cómo entenderse, desde cá-
García Lorenzo principalmente las comu- nones de la época o desde otros puntos de
nicaciones de Kerry Wilks y de David J. vista más contemporáneos, el teatro trági-
Hildner en este tipo de consideraciones. co de nuestros clásicos, mucho más difícil
García Lorenzo recupera en su artículo las será conseguir que el ciudadano de a pie
versiones para ballet de los dramas calde- se interese y comprenda la complejidad
ronianos La vida es sueño, La hija del aire trágica y humana de estos textos.
y A secreto agravio, secreta venganza de En la labor nada sencilla de avanzar
José Ruibal y se lamenta del desconoci- «hacia la tragedia áurea» encaminan sus
miento general y el silencio escénico que pasos Frederick A. de Armas, Luciano
se ha creado en torno a este dramaturgo García Lorenzo y Enrique García Santo-
vinculado a las corrientes simbolistas de Tomás llevando a sus espaldas un bagaje
mediados del siglo XX. Pero si poca es la complicado de asimilar y unos compañe-
repercusión que ha tenido el teatro de José ros de camino inmejorables: investigadores
Ruibal, poca parece ser también la impor- del Consejo Superior de Investigaciones
tancia escénica —en algunos casos desde Científicas, de la Université de Montreal,
el mismo momento de su creación— de al- de la University of Michigan, de la Uni-
gunas de las tragedias que se traen a cola- versity of Chicago, de la Universidad Na-
ción. Kerry Wilks analiza las puestas en cional Autónoma de México, de la Univer-
escena de El caballero de Olmedo que se sidad de Buenos Aires, de la Universidad
pusieron en pie en el centro de arte de la de Santiago de Compostela o de la Uni-
Universidad Virginia Commonwealth en versitat de València, por citar apenas unas
1989, en la Universidad de Nuevo México cuantas instituciones y nacionalidades de
en 1991 y en la Universidad de Brigham todas las que se pueden apreciar en el
Young en 2005. Con desilusión, Wilks volumen. Entre todos se arman de valor
concluye que ninguno de los tres monta- para marcar en el mapa de la tragedia del
jes, más o menos acertados escénicamen- Siglo de Oro los pasos seguros e insegu-
te, supo trasmitir correctamente el texto ros por los que deberá discurrir en este
lopesco a sus respectivos públicos. David recién estrenado milenio el teatro de un

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Cristóbal de Virués, de un Andrés Rey de centrados en el Arte nuevo lopesco. El tra-


Artieda, de un Miguel de Cervantes, de un bajo de Felipe Pedraza Jiménez es un pre-
Lope de Vega, de un Tirso de Molina, de ciso repaso al contexto en el que Lope
un Francisco de Rojas Zorrilla o de un escribió, leyó y publicó su breve precepti-
Calderón de la Barca. Estudiosos, lectores va teatral, y en él se incide en la ligereza
y público de teatro agradecerán, sin duda, del tono de esta pieza. María Luisa Loba-
el viaje que, comenzado en Chicago en to repasa las alusiones negativas al vulgo
2007, da hoy sus frutos en forma de libro. que Lope hace en varias de sus comedias,
así como en algunos de los prólogos y
GUILLERMO GÓMEZ SÁNCHEZ-FERRER dedicatorias que las acompañaron. La in-
vestigadora muestra cómo el sentido que el
dramaturgo madrileño dota a este término
se sitúa en la línea del empleado por Sé-
SÂMBRIAN-TOMA, Oana Andreia (co- neca, pues no alude a una clase social, sino
ord.). El Siglo de Oro antes y después que tiene una denominación moral y esté-
de El arte nuevo. Nuevos enfoques des- tica, dirigida a aquel sector del público
de una perspectiva pluridisciplinaria. incapaz de apreciar el arte dramático del
Craiova: Sitech, 2009, 300 pp. Fénix por no comprenderlo.
José Ignacio Barrio Olano indaga sobre
Al calor de las celebraciones por el la imagen de la viola con la que se compa-
cuarto centenario de la publicación de El ra al sufriente amante en el poema, metáfo-
arte nuevo de hacer comedias de Lope de ra que vincula con la vihuela al ser un ins-
Vega aparece este volumen, que da a luz trumento musical relacionado con el mal de
las ponencias y una selección de las comu- amores en la literatura y pintura de la épo-
nicaciones presentadas en el congreso de ca. María del Pilar Chouza-Calo pone de
título homónimo al del libro celebrado en manifiesto cómo la representación que Lope
la ciudad rumana de Craiova del 7 al 9 de lleva a cabo del personaje bíblico de María
mayo de 2009. El sumario del volumen Magdalena en el poema de las Rimas sacras
apunta a las aspiraciones de su contenido: que a ella le dedica se fundamenta en una
evaluar distintos aspectos del Siglo de Oro imaginería retórica que mezcla arrepenti-
español desde una variedad de perspecti- miento y sensualidad, favoreciendo así una
vas disciplinarias, entre las que domina la identificación del penitente poeta. Lucia
literaria, pero con presencia también de la Gabriela Barbu repasa algunas composicio-
histórica, la artística o la didáctica, por nes claves de este poemario religioso que se
citar algunas otras. En total se presentan caracterizan por presentar un fuerte compo-
veintiocho trabajos, la mayoría de ellos en nente biográfico, en las que el poeta expre-
español, aunque también hay varios en in- sa un sincero amor hacia lo divino. Carmen
glés. La nómina de autores cuenta con una Popescu propone un acercamiento narratoló-
fuerte presencia de investigadores rumanos, gico al género picaresco a partir de una
junto con otros provenientes de institucio- perspectiva comparatista, que tome en con-
nes españolas, europeas y americanas. sideración un corpus de obras tanto españo-
Los trabajos están agrupados en ocho las como extranjeras, del período altomoder-
secciones: El Arte Nuevo, Poesía y poéti- no y contemporáneas, a partir del cual po-
ca, Reflexiones sobre la comedia, El arte der sistematizar los rasgos esenciales del
del Siglo de Oro, La España colonial, La género en el plano estructural, el retórico y
recepción del Siglo de Oro en Rumanía, el pragmático.
Historia del Siglo de Oro y Miscellanea Dos trabajos se centran en la comedia
(sic). Abren el volumen los dos artículos burlesca: Emilia Inés Deffis traza un rápido

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y útil repaso bibliográfico a los avances he- intertextualidad empleados por dos poetas
chos en el estudio del género por la crítica novohispanos en sendos poemas mitológi-
desde los años 80 del siglo pasado, mientras cos (de matiz serio y burlesco respectiva-
que María José Casado Santos estudia un mente), en los que se encuentran ecos de
caso concreto, fijándose en la caracteriza- composiciones peninsulares anteriores de
ción burlesca y paródica que se hace de los Zárate y Góngora. Javier Vargas de Luna
personajes (poderosos, galanas y damas) en sugiere una lectura de la estructura de la
la mencionada comedia de Carrillo. Por su comedia alarconiana según la cual la obra
parte, Francisco Sáez Raposo muestra cómo se mostraría como un proceso de aprendi-
el dramaturgo madrileño, en las primeras zaje de la ciencia nigromántica abierta a
doce comedias que publicó, utilizó el com- todos. Según el autor, ésta sería una pos-
ponente auditivo como un elemento imbri- tura demasiado aperturista para España y
cado con la acción representada y como un respondería al origen novohispano del dra-
efecto evocador de ciertos momentos de la maturgo mexicano.
trama, y no como mero ornato espectacular. Posiblemente una de las secciones más
Irina Maciue reivindica los usos didácticos atractivas del volumen es la dedicada al
que se pueden dar al teatro en las aulas de estudio de la recepción del Siglo de Oro
educación secundaria y su función como español en Rumanía, un fenómeno apenas
vehículo para el aprendizaje de valores, de esbozado por la crítica y, por consiguien-
habilidades interpersonales y del aprecio es- te, poco conocido por los investigadores
tético. del período. Especialmente interesante es el
Sugestivos son los dos artículos que se trabajo de la coordinadora del volumen,
acercan al Siglo de Oro desde una perspec- donde analiza una serie de referencias a
tiva artística. Begoña Fernández Cabaleiro España presentes en obras de autores ru-
ofrece un análisis de varias obras de artistas manos —especialmente historiadores— du-
contemporáneos inspiradas en episodios y rante los siglos XVI al XVIII. Particularmente
personajes de la novela cervantina, compa- relevante fue el papel desempeñado por los
rando la realización formal y los sentidos de nobles moldavos Miron Costin y su hijo
estas obras con los pasajes literarios que sir- Nicolae, quienes aparentemente entraron en
vieron de inspiración. En este sentido, es contacto con la cultura española coetánea
una lástima que el estudio no pudiera estar durante una estancia en Polonia a finales
acompañado por imágenes de algunas de del siglo XVII (y sobre la presencia de la
estas obras, aunque el ejercicio de ecfrasis cultura española en tierras polacas durante
que lleva a cabo la investigadora solventa este período hay todavía mucho que inves-
en parte esta limitación. Maria Portmann tigar). Si Miron Costin dio cuenta en las
dedica su artículo a estudiar cómo el orfebre obras que escribió de diversos hechos his-
Juan de Arfe describió para los artistas la tóricos relativos a España, a su hijo Nico-
manera de representar la proporción del lae le cupo el honor de ser el autor de la
cuerpo humano en su De Varia Commensu- primera traducción al rumano de una obra
racion para la arquitectura y la escultura, literaria española, el Relox de príncipes de
atendiendo tanto al lenguaje empleado (téc- Antonio de Guevara, hecha a principios del
nico en ocasiones, literario en otras) como a siglo XVIII y que circuló manuscrita durante
los modelos teóricos e ideológicos que sir- su época entre círculos cortesanos rumanos.
ven de fundamento para su exposición. En el estudio de Ileana Scipione, la autora
El apartado dedicado a la España colo- reflexiona sobre las diversas metodologías
nial cuenta con dos trabajos con un enfo- que ha empleado al abordar la traducción
que muy distinto. En primer lugar, Juan M. al rumano de obras de Antonio Gala, Luis
Escudero estudia algunos mecanismos de García Jambrina, Arturo Pérez-Reverte,

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Torrente Ballester y Federico Andahazi. realizada por el director inglés Peter Yates,
Marin Sâmbrian-Toma dedica su trabajo a trabajo en el que muestra algunos de los re-
la primera traducción rumana del Quijote, cursos empleados para dotar de significado
de carácter parcial y aparecida en 1840, la artístico las relaciones temporales y espacia-
cual se compara con la traducción france- les de la película. Jorge González Garrido
sa que le sirvió de fuente. Por último, hace un alegato a favor del empleo de sen-
Constantin Ittu estudia los fondos de la tencias clásicas y de un registro formal en el
biblioteca Brukenthal de Sibiu y da cuen- lenguaje literario, arguyendo cómo el uso de
ta de la existencia en ella de cuatro volú- ciertos sociolectos, sobre todo el coloquial,
menes dieciochescos relacionados con Cer- suelen condenar las obras al olvido y desco-
vantes y su Don Quijote. nocimiento pasado el tiempo, como ha suce-
Tres trabajos componen el apartado de- dido en el caso de los poemas de germanía
dicado al enfoque histórico. En el primero de Quevedo. El trabajo de Adrian Damses-
de ellos, Cezar Avram e Ileana Cioarec re- cu complementa los otros estudios del volu-
pasan varios proyectos políticos en la Euro- men sobre las conexiones literarias y cultu-
pa altomoderna —especialmente en Ruma- rales entre España y Rumanía, fijándose en
nía— que pretendían lograr una coordina- la presencia de elementos culturales hispá-
ción política europea inspirada en el ideal nicos y temas propios de la literatura áurea
del imperio romano. Un trabajo complemen- en textos de escritores rumanos del siglo
tario es el de Mãdãlina Strechie y Roxana XIX. Cierra el volumen un artículo de Lavi-
Vigaru, quienes observan puntos de seme- nia Similaru en el que muestra cómo el per-
janza entre el desarrollo del imperio español sonaje de don Juan en El burlador de Sevi-
y el modelo del gobierno y crecimiento mi- lla no responde al modelo del seductor, sino
litar romanos en su época de esplendor. al del antihéroe cuyas conquistas amorosas
Anca Parmena Olimid, por su parte, analiza se fundamentan en el engaño y la lisonja.
algunos de los rasgos de la vida religiosa en Sin duda, la pluralidad de perspectivas
España durante el período altomoderno y la es uno de los mayores atractivos de este
vinculación de la estructura eclesiástica con libro. Esta variedad de enfoques invita al
el poder político, centrada especialmente en lector a pensar en la producción literaria
la institucionalización de una educación y cultural del Siglo de Oro español desde
controlada por los religiosos. múltiples disciplinas, un ejercicio estimu-
Por último, el apartado misceláneo final lante para todo investigador, que puede
acoge siete estudios de variada índole. conducir a que nos hagamos preguntas más
Gheorghe Constantinescu hace un somero allá de nuestras áreas habituales de traba-
repaso a la presencia de elementos autobio- jo. Damos por ello la bienvenida a la apa-
gráficos en los grandes
§ poemarios de Lope. rición de este libro.
Oana-Adriana Duţa atiende a las variaciones
de la concordancia del verbo con sujetos ALEJANDRO GARCÍA REIDY
coordinados que presentan cuatro textos ca-
nónicos de la literatura áurea española (La
Celestina, Don Quijote, El caballero de Ol-
medo y La vida es sueño). Florina-Adriana VEGA, Lope de. El caballero de Olmedo.
Andreca reflexiona acerca de la cordura del Arellano, I. (ed.). Madrid: Editex, 2009,
personaje cervantino y su vinculación con 157 pp.
un ideal basado en las ilusiones del protago-
nista. Carmina-Irina Leu ofrece un intere- La presente edición inicia la colección
sante análisis cronotópico de la adaptación «El caldero de oro» desarrollada por Edi-
cinematográfica de la novela de Cervantes torial Editex S. A. y el GRISO (Grupo de

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Investigación Siglo de Oro) de la Univer- aspectos de esta obra maestra. En «El tema
sidad de Navarra, colaboración que se pre- del caballero de Olmedo» (pp. 10-17) se
sume muy fructífera. Este proyecto preten- analiza primeramente la cuestionada data-
de publicar una selección de grandes obras ción: publicada en 1641, se discute la fecha
de la historia de la literatura española, en de redacción, decantándose Arellano por los
ediciones divulgativas y didácticas prepa- años 1621 y 1623. Las fuentes del drama
radas por destacados especialistas coordi- son históricas y literarias: la raíz real de la
nados por Ignacio Arellano. Todos los tí- leyenda es la muerte de don Juan de Vive-
tulos ofrecen un texto depurado y anotado ro, caballero de Olmedo, a manos de Mi-
con sencillez. Asimismo, en aras de facili- guel Ruiz en 1521, en el camino entre Me-
tar la lectura y comprensión de las obras, dina y Olmedo, por razones en las que di-
se incluyen apartados adicionales acerca fieren los testimonios. Sin embargo, no se
del contexto histórico y cultural, el autor estudian los detalles históricos, sino sus re-
y su obra y el análisis de ciertos aspectos creaciones literarias, que ya estudiara Rico
del texto. Igualmente, la bibliografía y los en su edición: un romance perdido debió
recursos electrónicos son de gran utilidad versar sobre la muerte del caballero aunan-
para la aprehensión de los textos clásicos. do el detallismo cercano al suceso y la li-
El honor inaugural corresponde a El bertad poética, siendo aludido en ocasiones.
caballero de Olmedo de Lope, obra cuya En 1604 se recupera el tema, siendo un
maestría justifica a todas luces su preemi- Baile del caballero de Olmedo el punto de
nencia. Y es Ignacio Arellano, coordinador partida para las recreaciones restantes del
de la serie y buen conocedor de la obra, siglo XVII : la comedia El caballero de Ol-
quien se estrena en ella. El estudio intro- medo o la viuda por casar de autor incier-
ductorio se articula en dos secciones, so- to, varios entremeses y poemas, la obra de
bre la vida y obra de Lope de Vega y Lope y una parodia burlesca de Monteser,
acerca de la tragicomedia que se edita, además de la famosa seguidilla «Que de
respectivamente. noche le mataron / al caballero…», conside-
Al mismo tiempo, en una síntesis muy rada el germen del drama lopiano y emplea-
del gusto de Lope, enlaza sus obras con sus da por el propio Lope en otras ocasiones.
peripecias biográficas, relatando cuándo se Tras exponer el argumento, en «Los
componen y publican La Dorotea, La Dra- protagonistas y los temas» (pp. 17-23) se
gontea, las Rimas sacras, El castigo sin parte analizando uno de los temas principa-
venganza… Por lo que respecta a sus come- les de El caballero, a saber: el amor, que
dias, él asegura haber escrito más de mil combina elementos de distinta procedencia
quinientas, de las cuales se conservan unas y que es crucial, ya que mueve la acción, y
cuatrocientas. Se explica que sus comedias la pasión no correspondida, junto con la
se publicaron en veinticinco partes entre humillación y los celos, provocará el fatal
1604 y 1647, tras haber agotado su atracti- desenlace (p. 19). Don Alonso y doña Inés
vo sobre las tablas y sin excesivo cuidado. son situados dentro de las convenciones de
El editor discute con acierto y brevedad la la Comedia Nueva y analizados con rigor,
difícil ordenación de las comedias lopescas, descartando ciertas interpretaciones erróneas
repasando los criterios planteados: el crono- o parciales que buscan fallas morales o de
lógico, el genérico, el genético–argumental conducta en los protagonistas para justificar
y el temático, propuestos por Menéndez el trágico final, pues carecen de defectos
Pelayo, Oleza y Rozas. conformes a la catástrofe que sufren. El
En el segundo y más extenso capítulo, criado Tello es uno de los ayudantes de las
«La tragicomedia de El caballero de Olme- primeras figuras, con rasgos de gracioso.
do» (pp. 10-33), se estudian los principales De singular valor es la exégesis de Fabia.

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RESEÑAS DE LIBROS 613

Construida como homenaje patente a La bién convenciones trágicas. Como otras


Celestina, es alcahueta, bruja, etc., pero se- tragicomedias, es una tragedia («a la espa-
gún Arellano no es un personaje maligno ñola») debido al terror y la compasión que
causante de la tragedia. Sus poderes mági- suscita y por la estructura, pero con liber-
cos son ambiguos y se apuntan especial- tad de integrar elementos cómicos. Esta
mente en los agüeros y apariciones del ter- fusión es, en opinión del editor, posible-
cer acto. En lo que atañe a los amantes, no mente el punto capital de la estructura.
cumple más que la función de mensajera, Organizada en gradación, la comicidad rei-
debido a las dificultades de entablar una nante en los dos primeros actos es paula-
entrevista con su amada debido a la condi- tinamente sustituida por la tensión trágica,
ción de forastero de don Alonso en Medina. hasta el clímax y desenlace, aunque se
No es, por tanto, la responsable del enamo- apunta desde el comienzo con las referen-
ramiento de doña Inés, ya prendada de don cias a la muerte y la declamación de ver-
Alonso antes de su conjuro. sos de la célebre seguidilla.
Otro tema omnipresente es la muerte, «El estilo» (pp. 28-32) brinda unas
analizada en «La muerte en El caballero observaciones sobre el estilo poético y el
de Olmedo» (pp. 23-25): el espectador lenguaje de la obra. Estudia Arellano cómo
conoce el desenlace desde el comienzo los personajes se adaptan perfectamente al
gracias a la famosa copla. El editor des- decoro y a la verosimilitud, al emplear
tierra dos erradas interpretaciones: la muer- Tello y Fabia un registro jocoso, con di-
te de don Alonso como una suerte de jus- minutivos, neologismos, frases populares,
ticia poética merecida por sus faltas es una etc., mientras que los amantes se expresan
de las más frecuentes, acusándole de recu- en un lenguaje más elevado, combinación
rrir deshonrosamente a la hechicera Fabia. del discurso poético del amor cortés y el
Este recurso no es un pecado, como ya platónico del petrarquismo. Y destaca, por
explica antes, pero si lo fuese, no merece- supuesto, el alarde de ingenio presente en
ría un castigo tan desproporcionado. Por toda comedia, con juegos lingüísticos de
otro lado, las acusaciones de orgullo des- diversa índole: dilogías, polípotes, anfibo-
medido que le impide atender a los avisos logías, paradojas, etc., de sentido serio para
y agüeros carecen de fundamento, porque los amantes, pero cómico para los criados,
el caballero cristiano no debe prestar aten- sin olvidar la elaboración retórica (quias-
ción a tales supersticiones, como se esta- mos, paralelismos…) y las metáforas pro-
blecía en la época. Su muerte obedece a cedentes de la mitología clásica, el bestia-
otros imperativos de raigambre histórica y rio simbólico, los emblemas, el recuerdo
literaria: la historia previa del caballero, celestinesco, etc. Además, el ámbito de lo
que debe acabar con la muerte, sin estar misterioso, la sombra y el sueño, se dis-
exponiendo una teoría negadora del libre ponen de modo que permanezca la ambi-
albedrío. Y principalmente es el antagonis- güedad propia del reino poético (p. 31).
ta don Rodrigo quien aclara el final, pues Por último, Arellano dedica un subcapítu-
abandona las convenciones exigidas por su lo a «La escenificación» (pp. 32-33), don-
nobleza y acaba con su rival de modo in- de sondea el texto en busca de claves de
digno. La respuesta está en la acción, no representación, muy escasas en didascalias
en el tema ni en la justicia poética (p. 25). explícitas: el vestido, el disfraz, los cam-
La reflexión genérica ocupa el aparta- bios de vestuario, variados objetos, se su-
do «La estructura trágica de El caballero man al ritmo, el movimiento, el gesto y
de Olmedo» (pp. 25-27): se alternan ele- otros recursos paralingüísticos. Concluye
mentos trágicos y cómicos, los protagonis- afirmando que un análisis detenido de la
tas son propios de la comedia y hay tam- escenificación revelaría el gran cuidado

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creador de Lope en El caballero de Olme- CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro. El


do, una de sus obras maestras. árbol de mejor fruto. Arellano, I. (ed.).
La bibliografía selecta está actualizada Kassel: Reichenberger, 2009, 150 pp.
hasta el año 2008, acogiendo las ediciones
más difundidas y recopilando las aportacio- El auto sacramental El árbol de mejor
nes críticas de mayor relevancia o valor fruto se basa en un conjunto de leyendas,
exegético en torno a la vida y la obra de tradiciones e historias bíblicas sobre Salo-
Lope de Vega en general y específicamente món, la reina de Sabá y el madero de la
acerca de El caballero de Olmedo, desde cruz. La presente edición, preparada por
ángulos distintos y complementarios (es- Ignacio Arellano, sigue las pautas genera-
tructura, trasfondo mítico, análisis de los les de la colección a la que pertenece:
personajes, temas y escenificación). El tex- Autos sacramentales completos de Calde-
to base es el incluso en Veinticuatro parte rón de la editorial Reichenberger, que su-
perfeta de las comedias del Fénix de Es- pera ya los sesenta títulos.
paña (Zaragoza, 1641). Debido a las líneas La «Introducción» aborda en primer
generales de la colección, no se discuten lugar la fecha, las fuentes y las relaciones
largamente las variantes, sino que se repa- intertextuales de la pieza. Como ninguna
ran erratas y se enmiendan lecturas detur- de las dataciones propuestas hasta ahora se
padas sin indicarlo, señalando solamente apoya en datos seguros, concluye Arella-
aquellos pasajes que no pueden corregirse. no que «no se sabe exactamente cuál pue-
A pesar de que no se señale en los crite- de ser la fecha de este auto» (p. 7). Revi-
rios editoriales, la grafía se moderniza sa después las leyendas y fuentes más im-
cuando no afecta a la fonética, según los portantes: lugares concretos de la Biblia y
criterios adoptados por el GRISO. La ano- de la Eneida de Virgilio, comentaristas
tación aclaratoria procura aclarar sucinta- como Flavio Josefo y autores españoles
mente aquellos motivos o expresiones que como Juan de Pineda, que narran o men-
pudieran resultar más dificultosos para el cionan la historia de Salomón, la reina de
lector actual, sin afán de exhaustividad y Sabá o, relacionada con esta última, la tra-
sin apelar a pasajes paralelos. dición de las sibilas. Más compleja es to-
Si bien estas ediciones no cuentan con davía la leyenda del leño de la cruz, trans-
un aparato de notas tan amplio como otras mitida en diferentes versiones por multitud
conocidas, ni discusiones textuales porme- de textos desde el Evangelio de Nicodemo,
norizadas, debe tenerse en cuenta que ello anterior al siglo V. Arellano reproduce
responde a la motivación de este proyec- fragmentos de algunas de las fuentes y los
to. No obstante, es igualmente cierto que compara con otros del auto, mostrando así
la perfección de esta edición, incluso en el cómo Calderón reelabora este vasto com-
aspecto exterior y material (se agradece la plejo de materiales. Varias obras teatrales
tapa dura y la cuidada tipografía), convier- del Siglo de Oro utilizan motivos de estas
te a los textos publicados en «El caldero tradiciones, pero es sin duda Calderón el
de oro» en una útil herramienta para to- dramaturgo que más veces acude a ellas:
dos aquellos que no sólo desean leer una así ocurre en los autos La humildad coro-
obra clásica, sino estudiarla y analizarla nada, La lepra de Constantino, Primero y
con detalle. En suma, por las aportaciones segundo Isaac, Primer refugio del hombre
que atesora esta edición y (esperamos) las y probática piscina, La redención de cau-
que le seguirán la hacen digna también de tivos y El jardín de Falerina. Destaca so-
la atención de los especialistas. bre todos ellos la comedia La sibila del
Oriente, pues muchos de sus materiales se
ADRIÁN J. SÁEZ reutilizan en el auto, según práctica cono-

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RESEÑAS DE LIBROS 615

cida en el dramaturgo. Arellano establece sallos vuelven pues a Jerusalén con el leño
los paralelos y repeticiones de pasajes en- y con Sabá. Esta le propone a Salomón
teros y las similitudes y diferencias entre una serie de acertijos con los que preten-
La sibila del Oriente y este auto, a la vez de probar su conocimiento, los cuales a su
que advierte problemas textuales todavía vez permiten el desarrollo de doctrinas
sin resolver en la comedia. escolásticas. Para cruzar el arroyo Cedrón
La segunda parte de la «Introducción», utilizan como puente el leño traído por
titulada «Glosas a El árbol del mejor fru- Cadances; al verlo, Sabá entra en trance y
to», delimita la estructura de la pieza según revela que es el árbol salvático, cuya le-
la métrica, los espacios dramáticos y escéni- yenda relata, y profetiza la crucifixión de
cos y los motivos temáticos: el auto está Cristo. La reina se convierte a la ley de
dividido en dos partes principales bastante Dios y aparta de su lado a la Idolatría,
equilibradas en su extensión, unos mil ver- mientras que Salomón anuncia la construc-
sos cada una. Se establecen a su vez las dis- ción de la probática piscina, en la que
tintas subpartes con sus formas estróficas colocará el tronco prodigioso.
correspondientes. El editor desarrolla el ar- Las notas a pie, algunas bastante exten-
gumento para aclarar el significado de mu- sas, aclaran aspectos de diverso tipo: los
chos pasajes de la pieza, la técnica teatral, problemas lingüísticos que puede plantear
el escenario, la música o la simbología. el texto son solventados con frecuencia
Sigue a este epígrafe una sinopsis métri- mediante definiciones extraídas de diccio-
ca y un estudio textual en el que Arellano narios de la época; cuando la retórica o la
justifica el texto editado. Ofrece una infor- sintaxis del texto resultan especialmente
mación completa de cada uno de los nueve difíciles, el editor ofrece la paráfrasis ne-
testimonios (ocho manuscritos y una edi- cesaria. La reproducción de pasajes para-
ción impresa), cuya compulsa «muestra una lelos (tanto del propio Calderón como de
situación bastante habitual en la transmisión sus fuentes, especialmente de la Biblia)
de los autos calderonianos, es decir, la cer- facilita la comprensión de los vocablos,
canía estrecha entre los textos» (p. 72). evidencia lugares comunes en el dramatur-
Después aduce las lecturas pertinentes para go y descubre su modo de reescribir ma-
la elaboración del estema y defiende el ma- teriales previos. También explica el editor
nuscrito elegido como principal referencia cuestiones teológicas y simbólicas, reque-
para su edición. Tras la bibliografía y un ridas para el entendimiento del texto, ade-
listado de abreviaturas de los autos sacra- más de aspectos estilísticos, como el em-
mentales de Calderón se presenta ya el tex- pleo de tópicos. A veces indica las solu-
to de El árbol de mejor fruto. ciones que ha tomado para problemas
La obra comienza cuando Salomón re- textuales concretos, que el lector puede
cibe en sueños el encargo divino de cons- comprobar si acude al exhaustivo aparato
truir un templo para albergar el arca de la crítico, situado inmediatamente después del
alianza y envía a dos vasallos suyos, Irán texto. Las últimas páginas las ocupa un
y Cadances, a buscar materiales. Irán va a «Índice de notas» que incluye las mencio-
pedirle perfumes a Sabá, quien desea co- nes y alusiones bíblicas en la entrada co-
nocer a Salomón después de que aquel le rrespondiente.
hable de su saber proverbial; esto inquieta Para comprender este auto resulta va-
al personaje alegórico de la Idolatría, quien lioso conocer el mosaico de historias y
teme que la reina tenga noticia del Dios de leyendas de las que parte y su importan-
Israel. Cadances, por su parte, encuentra un cia en el teatro del Siglo de Oro, especial-
árbol extraordinario en el Líbano, en cuya mente en Calderón, así como las peculia-
tala suceden hechos asombrosos. Los va- res condiciones de su representación, la

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simbología y las cuestiones teológicas que años dedicado al estudio de las circunstan-
en él se desarrollan. A todo ello atiende cias excepcionales que rodearon su repre-
Arellano en la introducción y en las notas sentación en mayo de 1640.
a pie, y aclara así con pertinencia cualquier Como sostiene el editor, resulta sor-
aspecto que pueda obstaculizar el entendi- prendente que este auto se desconociera o
miento de la obra. Se suma a esto la ga- fuera dado por perdido en catálogos y en
rantía de estar leyendo un texto fijado con prestigiosas obras modernas de referencia
rigor, tarea que se propone la colección de bibliográfica (Cotarelo, Valbuena, Profeti-
autos sacramentales de la que forma parte. Zancanari), pues ya en 1860 Cayetano A.
Esta edición, en resumen, presenta el tex- de la Barrera había recogido noticia fide-
to en su contexto, lo comenta con buen digna del auto de El hereje, identificándo-
criterio y esclarece interesantes detalles que lo con la pieza publicada, con el título
podrían pasar inadvertidos, de manera que original de Auto en alegoría del sacrílego
facilita la lectura más apropiada y precisa y detestable cartel que se puso en la ciu-
de Él árbol de mejor fruto, al tiempo que dad de Granada contra la Ley de Dios y
refleja el profundo conocimiento del dra- su Madre Santísima, en el libro de Luis de
maturgo y su obra por parte del editor y Paracuellos Cabeza de Vaca Triunfales
la ejemplaridad de su labor filológica. celebraciones que en aparatos magestuo-
sos consagró religiosa la ciudad de Gra-
ISABEL HERNANDO MORATA nada a honor de la Pureza Virginal de
María Santísima en sus desagravios, a
quien devota las dedica esta ciudad, en
todo Ilustre, en todo grande, el mismo año
CUBILLO DE ARAGÓN, Álvaro. El he- de 1640. Tanto el título original del auto
reje. (Auto en alegoría del sacrílego y como el del libro de Paracuellos orientan
detestable cartel que se puso en la ciu- ya al lector sobre las circunstancia de la
dad de Granada contra la Ley de Dios composición y de la representación de esta
y su Madre Santísima). Domínguez pieza dramático-religiosa: forma parte de
Matito, F. (ed., int. y notas). Vigo: Edi- los actos de desagravio en honor de la Vir-
torial Academia del Hispanismo, 2008. gen que se llevaron a cabo en Granada tras
142 pp. la colocación, durante la noche de Jueves
Santo en una de la puertas del Ayunta-
La Editorial Academia del Hispanismo miento, de una cartel ofensivo contra la
sigue enriqueciendo el catálogo de su co- pureza de María. Nada menos que de
lección «Biblioteca de Theatralia» con nue- «suçia» y de «publyca puta de mansebia»
vos títulos de gran interés. A finales de se calificaba a la Virgen en este libelo que
2008, publicó la edición, cuidadosamente contenía otras afirmaciones de carácter
anotada por Francisco Domínguez Matito, herético. La ciudad granadina viviría una
de uno de los tres autos de los que es autor auténtica conmoción desde esa Semana
seguro el dramaturgo granadino Álvaro Santa hasta el mes de diciembre en que se
Cubillo de Aragón. Aunque el auto de El hizo un Auto de Fe que puso fin a las
hereje no brille por su valor estrictamente celebraciones para reparar el buen nombre
literario, su interés para la historia del tea- de María. Falsas acusaciones, juicios pre-
tro español es muy alto por la dimensión cipitados, agitación social, manifestaciones
socio-política que se suma a su carácter extremas de religiosidad… de todos los
alegórico religioso, como nos recuerda hechos, muy complicados y hasta rocam-
Domínguez Matito, quien ha decidido muy bolescos, sucedidos durante esos meses
oportunamente su recuperación, tras varios quedó buena constancia, ya que el cronis-

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ta local de la época los siguió muy de ficado: el primero [el de Cubillo] actuali-
cerca, se conserva el proceso oficial del zaba los acontecimientos y animaba a los
Inquisidor que tuvo que intervenir en el devotos espectadores a continuar con aque-
asunto y, además, el padre Paracuellos re- lla exhibición de histeria colectiva; el se-
cogió muy detalladamente la relación de gundo daba consistencia teológica a una
los episodios más importantes en el libro creencia compartida que había sido injus-
ya indicado. Domínguez Matito se ha ba- tamente atacada» (p. 50).
sado en toda esa documentación para ela- Tras una breve introducción a la obra
borar, con gran pulso narrativo, el relato dramática de Cubillo de Aragón, comedió-
de una investigación casi de carácter poli- grafo sobre el que Domínguez Matito viene
ciaco en la que el lector se sorprenderá al trabajando en los últimos años, el estudio
saber quién resultó ser finalmente el que preliminar de esta edición de El hereje se
escribió y colgó el sacrílego cartel, y qué centra en dar cuenta concisamente tanto del
retorcidos motivos le condujeron a hacer- contexto histórico-social de 1640 (pp. 27-
lo. No desvelaré aquí tales informaciones, 31) como del contexto teológico-religioso
pero este extraño acontecimiento, digno de (pp. 31-36), mediante un breve panorama
haber sido recogido por Borges en la His- que retrata con agudeza la España conflicti-
toria universal de la infamia, contiene toda va en la que tuvieron lugar los hechos que
una lección de historia social que pone propiciaron la representación del auto, los
bien a las claras las formas complejas de sucesos granadinos que se relatan con más
la vida religiosa en España durante el si- detenimiento (pp. 36-48). Particularmente
glo xvii y quizás un aviso para los tiem- Granada, y no sólo de modo simbólico, era
pos que corren. centro de una tensión irresuelta entre cris-
Parece que el 13 de mayo de 1640 se tianos viejos, conversos, moriscos y judíos
llevaron a cabo las celebraciones más apo- que se manifestará claramente en los acon-
teósicas y aparatosas, «la gran fiesta a los tecimientos de 1640, sin olvidar que dentro
desagravios de Nuestra Señora», durante la del seno del propio catolicismo las luchas
cual la compañía de Antonio del Prado entre dominicos, franciscanos y jesuitas
representó dos autos. Uno, La hidalga del contribuían a enconados debates que no se
valle, había sido compuesto por Calderón ventilaban solamente en el mundo de la
de la Barca para otra ocasión y trasladaba ideas sino que tenían consecuencias muy
al teatro cuestiones doctrinales sobre el concretas y materiales. El posicionamiento
pecado original y en torno a la controver- de las diferentes órdenes en torno al dogma
sia sobre la Inmaculada Concepción, que de la Inmaculada Concepción de María tie-
se relacionaban con la cuestión de la pu- ne particular relevancia y Domínguez Mati-
reza virginal de María. El otro, El hereje, to recuerda la polémica que enfrentó duran-
lo compuso Cubillo de Aragón para este te siglos a franciscanos y dominicos sobre
momento preciso, pues son inequívocas las esta cuestión, con la que a veces se confun-
referencias al contexto granadino (ya des- día, como ya hemos dicho, la de la virgini-
de la «Loa en diálogo entre la Fuente la dad de María.
Teja y el río Darro») y las alusiones al La edición del auto de El hereje, de
impío cartel y al «hereje» que compuso las 1061 versos, es muy pulcra. La puntuación,
«nefandas letras», probablemente un «judi- uno de lo aspectos más controvertidos al
güelo» inducido por el dragón de siete editar textos clásicos, resulta siempre ade-
cabezas. Como bien resume Domínguez cuada. La anotación es tan pertinente como
Matito, los dos autos sacramentales, con equilibrada, bien atenta a explicar, a veces
sus respectivas loas, «constituían, pues, dos extensamente, conceptos o referencias (al
actos de un programa perfectamente plani- medio granadino, por ejemplo) y a aclarar

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pasajes de cierta dificultad o alusiones KOPRIVITZA ACUÑA, Milena; RAMOS


concretas a la circunstancia de la represen- MEDINA, Manuel; TORALES PA-
tación. Por mi parte añadiría tan sólo que, CHECO, María Cristina et al. (eds.).
en el pasaje de la aparición de Granada Ilustración en el mundo hispánico:
ante el Tribunal de la Fe (vv. 856 y ss.), preámbulo de las independencias.
quizás habría sido conveniente adelantar en México: Gobierno del Estado de Tlax-
nota al lector las condiciones de enuncia- cala, 2009, 533 pp.
ción y los detalles del espectáculo que sólo
de modo implícito se descubrirán más ade- Para Kant la Ilustración se definía como
lante. La edición cuenta con una bibliogra- «la liberación del hombre de su culpable
fía muy completa y se remata con un siem- incapacidad». De tal modo, resulta pertinen-
pre útil «Índice de voces anotadas». Lite- te que en la portada del libro que nos ocu-
ralmente, las erratas se cuentan con los pa, la Ilustración —en sentido literal y ale-
dedos de una mano. górico—sea una mujer que porta un libro y
El auto de El hereje pone en acción dra- unas cadenas rotas. Durante largo tiempo, la
mática el enfrentamiento entre la ciudad de historiografía afirmó que allende los Piri-
Granada (ayudada por la Fe, el Celo y la neos, las luces de la Ilustración habían bri-
Caridad) y las fuerzas de la Apostasía, la llado por su ausencia. No obstante, diversas
Seta de Mahoma y el Judaísmo, mientras el obras escritas a partir de la segunda mitad
río Genil se introduce como un elemento de del siglo XX refutaron tal aseveración y
graciosidad, aunque como es normal en poco a poco empezaron a valorarse las ma-
nuestro teatro este tipo de personaje cumpla nifestaciones ilustradas en España, Portugal
otras funciones. Todo termina en fiesta y América, así como sus repercusiones en
musical y procesión que proclama el triun- estos territorios. Cualquier libro de historia
fo de María, fundiéndose el acto de devo- de educación primaria menciona que una de
ción sobre el tablado con las celebraciones las «causas externas» de la independencia
de toda una ciudad enfebrecida. No impor- de las naciones latinoamericanas fue la in-
ta cuál sea el juicio sobre su valor como fluencia de las ideas ilustradas.
poema dramático, pues lo verdaderamente En los últimos meses, ante la celebra-
relevante se encuentra en su función politi- ción del bicentenario de los movimientos
co-social, en su carácter de «obra de cir- de independencia, han surgido numerosos
cunstancias» en la que se superpone el ca- foros para la discusión de temas relaciona-
rácter historial del auto al sentido alegórico- dos. Uno de ellos fue el Congreso inter-
religioso. La edición de Domínguez Matito nacional «Ilustración en el mundo hispáni-
no sólo tiene el mérito de aclarar rigurosa- co: preámbulo de las independencias», el
mente un punto oscuro en la bibliografía de cual tuvo lugar en la ciudad de Tlaxcala
Cubillo de Aragón sino que pone bien de en septiembre de 2008. El resultado de ese
manifiesto la integración, en el siglo XVII encuentro académico se plasmó en un li-
español, de la práctica teatral en la vida del bro que reúne las ponencias presentadas
pueblo, recuperando un caso de excepcional por investigadores provenientes de países
importancia en el que el teatro se convier- como España, Portugal, México, Colombia,
te en vehículo de expresión de los conflic- Argentina y Filipinas. Además de la diver-
tos sociales y religiosos, y no representa un sidad de nacionalidades, destaca la varie-
mero divertimento o un ingrediente más de dad de los enfoques, lo cual resulta uno de
lucimiento en diferentes manifestaciones los mayores aciertos de la obra en conjun-
festivas. to, pues permite al lector configurar una
visión más completa de las últimas déca-
JAVIER RUBIERA das del siglo XVIII y las primeras del XIX.

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Los textos, agrupados en nueve seccio- sante —y controvertido— debate respecto


nes, dan cuenta de las expresiones de la a la «modernidad» de la enseñanza que se
Ilustración en diferentes ámbitos: la litera- impartía en los colegios jesuitas, así como
tura, la economía, la cultura, la ciencia e el destino de la educación novohispana tras
incluso en las prácticas devotas (Ricardo su exilio. José Arcilla se centra en los
González) o en la definición de un concep- debates que se suscitaron en Manila como
to tan esquivo como «el buen gusto» (Ana consecuencia de la expulsión.
Hontanilla). En el ámbito de la literatura, el último
Los protagonistas que pueblan estas tercio del siglo XVIII en España fue un pe-
páginas son numerosos. Algunos autores riodo fértil para el debate y la búsqueda
como Manuel Olimón y Manuel Ramos de nuevas vías de expresión. El texto de
estudian a personajes específicos —céle- José Checa nos recuerda que en aquellos
bres como el arzobispo Lorenzana, o poco agitados años, los versos y las novelas no
conocidos, como un fraile carmelita novo- sólo buscaban producir un gozo estético,
hispano, respectivamente— a través de sus sino que servían como estandartes de la fi-
obras y de sus biografías; otros, en cam- liación política de sus autores. Al mismo
bio, analizan agrupaciones como la Real tiempo se gestaba un proceso de reivindi-
Sociedad Bascongada de Amigos del País cación de historias legendarias, cuyo ori-
(Cristina Torales) o la Real Sociedad Eco- gen resultaba francamente dudoso, con el
nómica (Benito Legarda), cuyo deseo prin- propósito de afianzar la identidad nacional
cipal era cultivar las ciencias y fomentar (Joaquín Álvarez).
las actividades productivas para el mayor Los escenarios de las expresiones ilus-
beneficio de la sociedad. En este rubro tradas también fueron variados. Las gran-
también entran los salones literarios orga- des capitales virreinales resultaron lugares
nizados por mujeres, cuyo papel en la di- propicios para los afanes de los gobernan-
fusión de la cultura comienza a ser reeva- tes que deseaban cambiar la faz de las
luado por la historiografía contemporánea urbes, normar sus actividades y embellecer-
(José Antonio Feliz). las con obras públicas (Germán Mejía). No
Los jesuitas no podían pasar de largo obstante, más allá de las ciudades, la Ilus-
en este libro debido a la influencia que tración se hizo presente en las diferentes
ejercieron en el ámbito intelectual hispáni- provincias hispánicas, ya sea en Cantabria
co, razón por la que ocupan una sección (Ramón Maruri), en Filipinas (Fernando
aparte. Antonio Astorgano y Jeffrey Klai- Zialcita y Cristina Barrón) o en Tlaxcala
ber revisan las trayectorias individuales de (Milena Koprivitza, Jesús Barbosa, Luis
cuatro jesuitas. Astorgano se ocupa de las Pérez y Cristina Torales). Algunas ponen-
relaciones que sostuvo Lorenzo Hervás y cias hacen visible el vínculo que existía
Panduro con algunos jesuitas americanos, entre regiones ultramarinas, lo cual expli-
mientras que Jeffrey Klaiber analiza la in- ca que un valenciano, Manuel Tolsá, haya
fluencia de Francisco Xavier Clavigero, realizado algunas de las obras más emble-
Juan Ignacio Molina y Juan Pablo Viscar- máticas que, hasta la fecha, adornan la
do en la formación de una conciencia pa- Ciudad de México (Vicente León).
triótica; los dos primeros contribuyeron con El avance científico y la educación son
obras repletas de conocimientos científicos elementos a los que se concedió principal
y amor al terruño distante, en tanto que importancia durante el siglo XVIII, como
Viscardo escribió textos políticos, abierta- ocurrió en la Nueva España, donde surgie-
mente incendiarios, a favor de la indepen- ron personajes e instituciones dedicados a
dencia de los dominios de ultramar. Por su la divulgación del conocimiento. Un ejem-
parte, Enrique González plantea un intere- plo es el del sacerdote José Antonio Alza-

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te, quien publicó diversas gacetas de con- éditos o bien los analizan a partir de un
tenido científico, además de ser un estudio- enfoque novedoso, de manera que se ma-
so de disciplinas como la botánica y la tizan, cuestionan o refutan afirmaciones
cartografía (José Ruiz de Esparza). Pero el que se habían vuelto «lugares comunes» en
suyo no fue un caso aislado: el auge de los la historiografía. Todos los autores compar-
colegios y los seminarios permitió que al- ten el rigor científico. En síntesis puede
gunos indígenas pudieran forjar una sólida afirmarse que la obra ofrece un extenso
carrera eclesiástica y académica (Margari- panorama de la situación social, política,
ta Menegus). Además, la preocupación por económica y cultural en los albores de los
la instrucción de los niños dio como resul- movimientos de independencia latinoame-
tado el establecimiento de numerosas es- ricanos, lo cual permite una mejor com-
cuelas gratuitas, así como el uso de mate- prensión del pensamiento que animaba tan-
riales novedosos creados especialmente to a los que permanecieron leales a la
para la alfabetización; o bien, de fábulas, monarquía, como a aquellos que a la larga
a través de las cuales se transmitían ense- emprendieron la lucha por la emancipación.
ñanzas morales e incluso datos de la his- Por tanto cabe felicitar el esfuerzo de di-
toria natural de su región de origen (Do- fusión de los contenidos del Congreso In-
rothy Tanck). Como parte de esas iniciati- ternacional, pues el resultado es una autén-
vas ilustradas también se encuentra la tica muestra de que en el ámbito hispano
erección del Hospital de San Andrés, don- las luces de la Ilustración irradiaron res-
de varias generaciones de médicos conocie- plandores propios de Manila a Madrid y de
ron y pusieron en práctica los tratamien- la Nueva España al Río de la Plata.
tos más avanzados de la época (María del
Carmen Barbabosa). ODETTE MARÍA ROJAS SOSA
Destaca la presencia del texto de Mi-
guel Corréa, relativo a la ilustración en
Portugal, ya que a pesar de la proximidad
entre el mundo hispánico y el lusitano HERRERA NAVARRO, Jerónimo. Petime-
poco sabemos —al menos en México— de tres y majos. Saineteros madrileños del
los procesos históricos en los dominios siglo XVIII. Madrid: Ediciones del Orto,
portugueses. 2009, 158 pp.
La lectura de estos textos devela la
gran cantidad de proyectos que surgieron El siglo XVIII es una época bien cono-
a partir de la segunda mitad del siglo XVIII; cida y ejemplarmente estudiada en lo que
muchos se quedaron en la esfera de las se refiere al teatro español. Y esto se debe
ideas, mientras que otros se llevaron a la a la labor de estudiosos como Jerónimo
práctica con resultados variados, pues su Herrera Navarro, autor de numerosos estu-
aplicación no estuvo exenta de resistencia dios sobre esta centuria, entre los que hay
por parte de amplios sectores de la socie- que destacar su imprescindible Catálogo de
dad. La Ilustración suele asociarse con el autores teatrales del siglo XVIII, publicado
cambio y la ruptura total respecto al orden en 1993 por la Fundación Universitaria Es-
anterior, no obstante, en el mundo hispá- pañola.
nico frecuentemente se intentó conjuntar la Sin embargo, aún quedan lagunas, a
innovación con las tradiciones propias. veces muy extensas, en el dilatado territo-
Los contenidos del libro, apenas esbo- rio del teatro dieciochesco. Una de ellas es
zados en estas líneas, resultan por demás el teatro breve, que en general ha queda-
sugerentes. En muchos casos, los investi- do reducido a Ramón de la Cruz y José
gadores exploran temas prácticamente in- Ignacio González del Castillo, objeto de la

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atención prioritaria de los estudios dedica- El estudio de estos saineteros sigue un


dos a los géneros breves. Esta situación ha esquema repetido en todos ellos y que res-
quedado paliada por obras como la Histo- ponde a un modelo positivista que tiene fir-
ria del teatro breve en España, dirigida mes e ilustres antecedentes en don Emilio
por Javier Huerta y publicada por Hispa- Cotarelo y Mori: una presentación de los
noamericana en 2008. Sin embargo, no le datos conocidos del autor, reseña bibliográ-
falta razón a Jerónimo Navarro cuando fica de las obras conocidas del mismo, des-
indica que «falta todavía por hacer la his- cripción pormenorizada de cada una de
toria del teatro breve en el siglo XVIII si ellas, con algunas citas de las más significa-
nos queremos acercar a la mentalidad co- tivas, y una breve recapitulación final. Con
lectiva de la que intentaba ser reflejo y a todo, no deja Herrera Navarro de señalar
la que respondía, puesto que la razón de algunos rasgos definitorios de cada drama-
ser última de estas piececitas era satisfa- turgo, como el carácter todavía entremesil
cer la demanda de diversión de un públi- de las obras de Antonio Pablo Fernández, la
co concreto, que además era heterogéneo» influencia de Ramón de la Cruz en los sai-
(p. 7). neteros de mediados de siglo, como Rejón
De acuerdo con estos presupuestos, el de Silva o Furmento Bazo, y la tendencia
autor se propone dibujar el vasto panora- moralizadora con tintes ilustrados de Valla-
ma del teatro breve de aquel siglo sin de- dares de Sotomayor y Zavala y Zamora.
dicarse a las grandes figuras, sino a una Así pues, aunque no se hace estricta-
serie de autores que se dedicaron con asi- mente un recorrido histórico por el teatro
duidad al sainete y otros géneros breves, breve del XVIII, el autor aporta una gran
que gozaron de cierto éxito y que forma- cantidad de datos que permiten trazar lí-
ron el sustrato sobre el que se elevaron neas de continuidad, señalar momentos de
Ramón de la Cruz y los escritores más ruptura y marcar temas y preocupaciones
conocidos hoy día. Así, en una primera propias de determinados periodos históri-
parte, Herrera analiza los aspectos genera- cos, así como incardinar a cada uno de los
les referidos al sainete y los saineteros escritores tratados dentro del ámbito de
durante el XVIII: número y condición de los influencia de figuras clave como la de
saineteros, el precio de los sainetes y las Ramón de la Cruz.
polémicas alrededor de este género que Por todo ello Petimetres y majos am-
proliferaron en su tiempo. plía notablemente nuestro conocimiento del
Una vez establecido el panorama gene- teatro breve del siglo XVIII, permitiendo en-
ral, gracias al cual sabemos que hubo al cuadrar a las grandes figuras del género
menos doscientos autores de piezas breves dentro de un contexto mucho más amplio.
en el Setecientos, además de numerosas Y todo ello con un extraordinario rigor fi-
obras anónimas (cerca de la mitad de las lológico: Herrera Navarro utiliza siempre
conservadas), Jerónimo Herrera dedica la documentación de primera mano, en gene-
segunda parte, la más amplia, de su estudio ral manuscritos de la Biblioteca Histórica
al análisis de ocho «saineteros desconocidos Municipal de Madrid y la Biblioteca Na-
del siglo XVIII ». Son estos ocho, no total- cional, pero también de la Biblioteca de
mente desconocidos, ya que el propio autor Antonio Rodríguez Moñino, como es el
cita estudios sobre alguno de ellos, Antonio caso de las obras de Diego Rejón de Silva
Pablo Fernández, Nicolás González Martí- y Lucas, así como primeras ediciones cuan-
nez, Antonio Furmento Bazo, Diego Ventu- do existen, todos ellos reseñados con pre-
ra Rejón de Silva y Lucas, Antonio Vidau- cisión en las notas a pie de página. A esto
rre, Antonio Valladares de Sotomayor y hay que sumar una amplia bibliografía
Gaspar Zavala y Zamora. sobre los autores y los géneros tratados.

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Con este libro y con Don Juan llega a Iriarte, nacido en Tenerife en 1750, no
Italia, de Laura Dolfi, comienza su anda- vio ese fracaso. Había comenzado a con-
dura la nueva colección del Instituto del feccionar la obra en 1783, «año clave»
Teatro de Madrid «Breviarios de Talía», para él (según su editor moderno) porque
dirigida por Javier Huerta Calvo y Anto- inicia una importante etapa en su produc-
nio López Fonseca, y publicada por Edi- ción literaria. Es a partir de ese año cuan-
ciones del Orto. El propósito de esta nue- do se entrega a la creación de las tres
va colección es publicar ensayos de todos obras que le han ganado reconocimiento y
los aspectos de la literatura dramática y del respeto en el mundo teatral: El señorito
mundo del teatro, así como ediciones de mimado, La señorita malcriada y El don
textos poco conocidos, raros y curiosos. Se de gentes.
trata de libros de pequeño formato, muy Saca del cajón donde los tendría guarda-
manejables, que parecen seguir el ideal de dos los «preludios» o primeras versiones de
Rafael Alberti en el Madrigal al billete del todas sus comedias, para repasarlas y reanu-
tranvía, cuando hablaba de «la violeta / dar poco a poco el trabajo en las tres come-
contemporánea, viva, / del libro que viaja dias que hemos llamado «maduras» (28).
en la chaqueta». Con estas obras, Iriarte inaugura el
«moderno teatro de costumbres» (57). El
FERNANDO DOMÉNECH RICO cuidadoso análisis que hace Sebold de las
tres obras, cada una con su historia, contex-
to, personajes, temas, lenguaje y elementos
realistas/costumbristas, nos invita a volver a
IRIARTE, Tomás de. Teatro original com- leer las comedias con ojos frescos; con la
pleto. Sebold, Russell P. (ed.). Madrid: ayuda del gran crítico, vemos cosas que
Cátedra, 2010, 708 pp. antes o no queríamos ver o no podíamos
ver por falta de tiempo o interés. El mismo
Cuando El señorito mimado volvió a Sebold ve estas obras como precursoras del
estrenarse en el Teatro del Príncipe duran- tipo de comedia natural de Moratín hijo,
te el reinado de José Bonaparte, decepcio- Gorostiza, Bretón, López de Ayala y otros
nó al público. ¿Por qué? Siendo una de las costumbristas/realistas decimonónicos. Si el
mejores comedias escritas según las normas romanticismo es una evolución, no una re-
neoclásicas, tenía muchas posibilidades de volución (concepto que ha defendido Se-
esperar una recepción exitosa en el Madrid bold a través de los años), también lo son el
del rey intruso. Pero según el informe pu- costumbrismo y el realismo.
blicado en la Gaceta de Madrid el 23 de Sebold insiste una y otra vez en el «no-
marzo de 1811, la representación, que se table realismo» de estas obras y, como es
hizo sin las distracciones normales de «en- habitual en los trabajos que ha publicado
tremeses, tonadillas y sainetes en los inter- desde hace ya casi cincuenta años, defien-
medios de los actos. Cosa inaudita hasta de la integridad de la literatura diecioche-
entonces», aburrió a un público acostum- sca española en términos contundentes:
brado a ir al teatro dispuesto a «hacer ges- «Ha pasado el tiempo de esa tan absurda
tos a las cómicas y a tirarlas dulces a la como fácil seudocrítica que no encontraba
silla». Vaya: una representación teatral dig- nada humanamente admirable sino en la
na, que se centraba en la obra (no en esas angustia de los escritories barrocos o en los
«distracciones» tan deseadas por un públi- tormentos de los románticos» (48). Y na-
co mal educado y poco respetuoso del tex- die como Sebold para iluminar, defender,
to literario), pero, quizá por eso, condena- escribir, elaborar, publicar y encontrar esas
da al fracaso. cosas «humanamente admirable[s]» en di-

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cha literatura (de hecho, de las 81 notas a de todas las obras dedicadas al tema del
pie de página de la introducción, 22 se héroe nacional.
refieren a estudios que él mismo ha escri- Esta edición es lo que esperamos de su
to). Y entre los admiradores se incluían editor: es obra de convicción, excelente do-
individuos del circuito internacional. Cuan- cumentación, amena lectura, originalidad y
do salieron a la luz las Obras en verso y utilidad. Le hubiera encantado a don Tomás.
prosa, que se vendieron por suscripción en
1787, llegaron a las manos de muchos in- DAVID T. GIES
telectuales de la época, entre ellos Benja-
min Franklin y Thomas Jefferson.
La gracia de El señorito mimado, La
señorita malcriada y El don de gentes fue SAMANIEGO, Félix María de. Medicina
producto de un concentrado esfuerzo por fantástica del espíritu y espejo teórico-
parte del autor, porque, aunque poseía, práctico en que se miran las enferme-
según su editor moderno, ese «don de gen- dades reinantes desde la niñez hasta la
tes» (Sebold habla de su «encantador per- decrepitud, con recetas y aforismos que
fil humano» [35] y de una «extraordinaria suministra la moral. Escrita en metro
entereza de ánimo» [44]), padecía de la joco-serio y prosa por el Dr. D. Da-
gota, que le producía dolores impensables, mián de Cosme. Dedícase a los santos
especialmente hacia el fin de su vida en médicos san Cosme y san Damián. Pa-
1791. Una de las revelaciones más sorpren- lacios Fernández, E. (ed.). Madrid: Bi-
dentes del estudio de El don de gentes es blioteca Nueva, con la colaboración
la sugerencia de que Forner copió el figu- de la Real Sociedad Bascongada de
rón que domina su obra El filósofo ena- Amigos del País, Delegación en Corte,
morado (1792) de la versión inédita de la 2010, 239 pp. (Clásicos de Biblioteca
comedia de Iriarte (aunque inédita en su Nueva, 64).
versión original de 1780, fue representada
en el teatro particular de la Condesa-Du- Si la solvencia del profesor Emilio Pa-
quesa de Benavente, donde la pudo ver el lacios Fernández como investigador, editor,
escritor extremeño). crítico e historiador de la literatura, y en
El viejo y la niña, de Moratín hijo (a especial en las letras del setecientos, se ha-
quien, por un lapsus, Sebold confunde con lla más que contrastada luego de una tra-
su padre, Flumisbo [51], al hablar de La yectoria que abarca ya cuatro decenios de
petimetra), no supera a El don de gentes sólida y fecunda labor, cuando de Sama-
en cuanto a su costumbrismo moderno, niego se trata, llega a alcanzar el rango de
idea que defiende el editor con ameno lo incuestionable. Desde que en los prime-
detalle y convicción. Habla de las acota- ros años setenta iniciara el hoy catedrático
ciones «realistas» y los detalles que «re- de la Universidad Complutense las inves-
velan la acción creativa del moderno rea- tigaciones que poco más tarde darían lu-
lista» (103); señala cómo, en La señorita gar a su tesis doctoral (1974) y a su fun-
malcriada, es la primera vez que un per- damental Vida y obra de Samaniego
sonaje «se dedica a una actividad tan vul- (1975), se cuentan por decenas sus apor-
gar y por tanto ran realista y tan moderna taciones sobre el escritor alavés, tanto en
como la lectura de la prensa diaria» (104). el ámbito de la edición de sus obras como
Pero el editor no se olvida de otras dos en el del estudio de las mil facetas de for-
obras menos conocidas: La librería («tea- mas, temas, ideas, fuentes, influencias, con-
tro de costumbres») y Guzmán el Bueno, textos, polémicas, relaciones..., hasta aven-
que califica como la «más artística» (125) turarse en fechas recientes (2003 y ulterio-

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res actualizaciones) a surcar los procelosos rales abre el volumen: «1. Introducción: la
mares de la red al timón de la espléndida formación, la Bascongada, la educación, el
página de autor dedicada al fabulista de literato ilustrado» (pp. 9-38); «2. Medici-
Laguardia en la Biblioteca Virtual Miguel na fantástica del espíritu (1786)» (pp. 38-
de Cervantes (<http://www.cervantesvirtual. 82); «3. Conclusión: una evaluación de
com/bib_autor/samaniego/>). Samaniego» (pp. 82-88), y «4. Imágenes
Procelosos, decíamos; porque en los sobre Samaniego a comienzos del XIX» (pp.
mares —de ayer y de hoy, de lo real y de lo 88-107). Expone el primero el perfil ilus-
virtual— no falta el espécimen del saquea- trado del autor: su formación, su tarea
dor: bibliopirata ayer, ciberpirata hoy, pi- educativa en el seno de la Real Sociedad
rata al fin y al cabo. Es precisamente lo que Bascongada de los Amigos del País, y su
le había caído encima a esta Medicina fan- producción escrita en las fábulas y en los
tástica del espíritu, un opúsculo de conteni- cuentos verdes de El jardín de Venus.
do e impulso educativo que, atribuido antes Considera Palacios a continuación la Me-
a diversos ingenios (Forner, García de la dicina partiendo de sus posibles fuentes y
Huerta, el propio Samaniego), la autoridad subrayando la originalidad de su plantea-
de Palacios Fernández adscribió al alavés en miento satírico y de su «perfecta estructu-
la mencionada página web (2003, con edi- ra ternaria» (p. 52), con el examen al de-
ción digital incluida del texto) y en dos co- talle del contenido y con el estudio del
municaciones a sendos congresos de 2005 y estilo, que hacen de la obrita «una pieza
2007, donde, apoyándose en el testimonio [...] compleja y original que la aleja de
de Jovellanos, acertaba a situar la Medicina otros modelos de sátira al uso entre los
(1786) en una onda que procedía directa de poetas ilustrados» (p. 80), en la medida en
sus por entonces recién impresas Fábulas en que trasciende los estrechos límites estable-
verso castellano (1781 y 1784). cidos por Luzán en su Poética («Del esti-
Pues bien, si en los últimos tiempos los lo jocoso», libro II, cap. XX), recordados
piratas tendían a transitar del libro a la red, por Palacios, quien recalca también la va-
he aquí que a nuestra obrita le salió un riedad de su versificación (en un útil cua-
corsario que invirtió la singladura: ello dro, pp. 81-82). Finalmente, a la revisión
explica la aparición en 2008 de una pri- comprensiva de Samaniego abordada en la
mera edición moderna en libro, extraña- tercera parte suceden tres interesantes imá-
mente titulada Espejo teórico-práctico en genes de nuestro literato proyectadas por
que se miran las enfermedades reinantes sendos autores de la generación posterior:
desde la niñez hasta la decrepitud..., esto Martín Fernández de Navarrete (1765-
es, con marbete mutilado... por la pantalla 1844), José Marchena (1768-1821) y Ma-
del ordenador, ya que todo conduce a pen- nuel José Quintana (1772-1857). Los cri-
sar que ésta constituye la fuente textual terios de edición (p. 109), la excelente y
única del susodicho viajero, de cuyo nom- nutrida Bibliografía (pp. 111-133) y una
bre más valdrá no querer acordarse. El Cronología (pp. 135-145, debida a Coro-
lector intrigado puede alimentar su curio- nada Pichardo) cierran las piezas prelimi-
sidad, claro está, acudiendo a la convincen- nares del libro.
te argumentación de Palacios Fernández, Preceden asimismo a la Medicina es-
que en un pasaje de su estudio introducto- tricta, de entrada, una dedicatoria («A los
rio (pp. 24-27) nos descubre la pata de santos médicos san Cosme y san Damián»,
palo del mentiroso. pp. 149-153) que muestra ya, al hilo de los
Supercherías aparte, es esta Introduc- prejuicios al uso ante los médicos, el fino
ción, tan amplia como documentada (pp. 7- ingenio satírico que el autor irá vertiendo
107), la que en sus cuatro apartados gene- en la obra toda, y, a continuación, un «Pró-

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logo» (pp. 156-159) que, con suma clari- rismo» en prosa, al que sigue la «Descrip-
dad y orden lógico, anticipa y justifica su ción de la enfermedad», más extensa y en
recorrido posterior, marcado por su natu- verso, para incluir otro «Aforismo» en pro-
raleza didáctica («Le pintaré tal el vicio,/ sa que antecede a la «Receta», de nuevo
que al querer abandonarse,/ de temor a la versificada y de nuevo generalmente corta
pintura,/ huya de las realidades», vv. 25- (con excepción del segundo del segundo
28) y por un tono menos serio que jocoso libro, II, 2, en el que falta por razones en
(«Será el estilo agridulce,/ y el dulce pre- las que no cabe detenerse). Destacan en
dominante», vv. 29-30), explicando porme- estos capítulos, según se indicó, la extraor-
norizadamente el título (vv. 36ss.) y razo- dinaria variedad y riqueza de los versos y
nando el porqué de la variedad métrica estrofas, que combinan desde el pentasíla-
(«Los metros también alternan,/ procuran- bo al endecasílabo (pasando por los metros
do que se adapten,/ pues son el modo y de 6, 7, 8 y 10 sílabas), y de la silva a la
sustancia/ hermanos de padre y madre», quintilla (con sonetos, décimas, octavas,
vv. 73-76). romances y romancillos, pareados, octavi-
El núcleo de la obrita se divide en tres llas, sextillas y seguidillas), y que, como
partes o libros, de cuatro, ocho y cuatro apunta Palacios, «se van acomodando a los
capítulos, respectivamente, en una cuidada dos tonos [serio y jocoso] que emplea el
disposición correlativa, paralela y simétri- autor» (p. 82).
ca que primero recoge las enfermedades de En este sentido, cabe subrayar la curio-
la niñez (pp. 163-170), a saber: la mala sa musicalidad de las octavillas de III, 3,
crianza, la mala inclinación, la falta de donde los pentasílabos esdrújulos van re-
respeto desde niños a los padres, y el cibiendo el contrapunto de los agudos a
aprender lo malo antes que lo bueno (re- mitad y final de estrofa en el discurrir de
cuerde el lector que son del espíritu). En- casi cien versos como estos: «Si fuiste tór-
cabeza las de la juventud, en el libro se- tola,/ si fuiste águila,/ hoy por tarántula/ te
gundo (pp. 171-210), el amor profano, al has de juzgar;/ que seas crítica,/ seas en-
que acompañan otros males que particula- fática,/ seas irónica,/ no pegarás» (p. 225,
riza en los hijos e hijas (la violencia de los vv. 25-32). No es el único caso, por otra
padres para que se casen contra su gusto parte, de enfoque grotesco, que más de una
y para que entren en religión), en las her- vez (III, 4, por ejemplo) remite al Queve-
mosas (ser desgraciadas), en las mujeres do desengañado, aunque no al desvergon-
(ser feas), en los petimetres (ser presumi- zado. A don Francisco recuerdan también
dos y afectados), en los mayorazgos (pa- varios capítulos en su expresividad léxica
sar plaza de tontos), y de nuevo en los coloquial (II, 2) e incluso vulgar (III, 2),
jóvenes en general (ser poco devotos). con voces como morlaco, giba, estantigua,
También se presentan parcialmente focali- espantajo, escupen, gorro, calva, mamalu-
zados tres de los capítulos del libro terce- ca, peluca, embustera, marrullero, maulón
ro, que trae las enfermedades de la vejez o cecina. Pero si de aciertos se trata, des-
(pp. 211-233): ser codiciosos, ser cortejan- cuella la nota costumbrista de época en
tes (ambas de los viejos), querer parecer torno a la figura del petimetre (II, 6), don-
jóvenes (de las viejas), y que se remata en de el estilo enumerativo confiere al texto
el cuarto y último con la «enfermedad de singular viveza: «¡Qué terso!, ¡qué lim-
la decrepitud, las cenizas o sombras del pio!,/ ¡qué rizos!, ¡qué olores!,/ ¡qué gus-
amor y codicia». to en vestidos!,/ ¡qué puesto en las mo-
Igualmente minuciosa e igualmente pa- das!,/ ¡qué arte!, ¡qué brío!/ Las damas le
ralela resulta la estructura externa de cada aclaman/ por parisién fino./ [...] Ninguno
capítulo, que se inicia con un breve «Afo- le gana/ de cuantos se han visto,/ a coger

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pañuelos,/ alzar abanicos,/ saber dar el bra- San José de Pignatelli, etc. Actualmente
zo,/ dulces exquisitos,/ llevando dos cajas/ está preparando la edición de la segunda
de rapé y palillos/, a doblar mantillas,/ parte de la Biblioteca jesuítico-española.
componer un rizo,/ mondar una pera,/ trin- Apéndices de Catálogos de manuscritos
char de lo lindo» (pp. 192-193, vv. 10ss.). hispano-portugueses existentes en las Bi-
Valga todo ello como muestra del in- bliotecas de Roma, y una biografía de
terés del texto recuperado y estudiado por Hervás.
el profesor Palacios Fernández. Habrá tal El libro-discurso que comentamos, con
vez quien estime que la puntuación moder- el que Astorgano ingresó como socio de
nizada permanece por momentos apegada número en la R.S. Bascongada de Amigos
en exceso al original. O quien lamente que del País, está dedicado a la memoria del
la anotación se oriente en ocasiones hacia inolvidable José Ignacio Tellechea, recien-
un lector escasamente avezado. Pero no temente fallecido, quien dio una admirable
hay matices que puedan rebajar la deuda panorámica de la producción literaria de
contraída —una más— por los que ama- los jesuitas vascos antes de ser desterrados,
mos las letras con quien ha librado del estudiando las figuras señeras de Agustín
olvido esta pequeña joya, trasladándola y de Cardaveraz, Sebastián Mendiburu y,
analizándola con la honradez, dedicación, sobre todo, de Manuel Larramendi.
penetración y sabiduría que le son propias. La importancia del estudio de los jesui-
tas vascos del siglo XVIII reside en que sus
ESTEBAN GUTIÉRREZ DÍAZ-BERNARDO tesis, como ha apuntado recientemente
Martín Almagro Gorbea, «mantenidas de
manera más o menos consciente pero siem-
pre con contumacia, han constituido las
ASTORGANO ABAJO, Antonio. La lite- bases para los modelos interpretativos de
ratura de los jesuitas vascos expulsos la Prehistoria del País Vasco desde sus
(1767-1815). Madrid: Delegación en inicios, en el siglo XIX, hasta la actualidad.
Corte de la Real Sociedad Bascongada Ade-más, dicha visión fue asimilada al
de los Amigos del País, 2009, 501 pp. ideario político del tradiciona-lismo carlis-
ta, del que pasó al nacionalista vasco».
El catedrático Antonio Astorgano Aba- Justificado el posible interés que toda-
jo, leonés (1950), miembro de numerosas vía mantiene el mundillo del jesuitismo
asociaciones culturales, es un investigador vasco dieciochesco, Astorgano se centra es-
reconocido en la literatura y la historia del pecíficamente en la producción literaria de
siglo XVIII. Dentro de su abundante produc- los jesuitas vascos que fueron extrañados
ción bibliográfica se pueden destacar sus de su patria en la primera de las cinco
ediciones y estudios sobre Godoy y Melén- expulsiones que han sufrido los jesuitas
dez Valdés. Pero también por sus numero- españoles desde entonces.
sas investigaciones sobre los jesuitas expul- Pero el libro es algo más que un ba-
sos, que lleva trabajando durante cerca de lance de la producción literaria en el exi-
veinte años, como los Padres Vicente Re- lio de los jesuitas vascos, a la que califi-
queno y Lorenzo Hervás y Panduro, de los ca, de una manera conscientemente provo-
que ha publicado, en dos voluminosos to- cadora, de «pobre». Poco a poco nos va
mos, los Escritos filosóficos y la Bibliote- mostrando lo que pasó con el prometedor
ca jesuítico-española (1759-1799) respec- movimiento literario euskaldún, liderado
tivamente, aparte de diferentes artículos por el P. Manuel de Larramendi, después
sobre ellos, y también sobre los Padres Te- de abril de 1767, cuando el decreto de
rreros, Clavigero, Arévalo, Cardiel, Isla, expulsión arrancó de cuajo a estos hombres

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de sus nativos e idílicos valles y monta- quez», «amigos entre sí, destacados escri-
ñas. En su estudio Astorgano no sólo nos tores y líderes respetados no sólo en Eus-
descubre las huellas de los jesuitas nacidos kadi, sino también dentro de la Provincia
en Euskadi sino también de muchos de jesuítica de Castilla», los cuales redactaron
Navarra y algunos riojanos, pues las inte- estudios sobre la religión y la moral, la
rrelaciones entre los colegios y los jesui- cultura, el euskera y las letras, antes del
tas de esas regiones así lo exigen. exilio. Basta recordar la relevancia del gran
Dos aspectos relevantes quedan claros misionero popular Pedro Antonio de Cala-
desde la introducción: el sentido en el que tayud y la del P. Agustín de Cardaveraz,
se utiliza el término literatura y el de la insigne pionero y místico de la devoción
escasa producción literaria de los jesuitas al Corazón de Jesús en España. El autor
vascos en el exilio. Sobre el primero, afir- dedica unas acertadas páginas a la impor-
ma el autor que entiende por «literatura», tancia del culto al Sagrado Corazón entre
en su acepción más amplia, cualquier tipo los jesuitas vascos expulsos, consideración
de escrito y de cualquier materia, como se que se puede extender a toda la Compañía
interpretaba en el siglo XVIII, a saber, «todo de Jesús durante su supresión, de tal modo
lo que pertenece a las letras, ciencias o que los jesuitas de entonces atribuyeron a
estudios», como se recoge en el Dicciona- ese culto el don de la restauración.
rio académico de 1780. Sobre el segundo, Fueron al destierro, igualmente, algunos
mantiene que la productividad de los jesui- jesuitas vascos que eran profesores en la
tas vascos en el exilio fue escasa. universidad, como los bilbaínos Miguel
Centrándonos en el amplio y esclarece- Ignacio de Ordeñana y Gabriel del Barco,
dor panorama de Astorgano sobre La Li- o en el colegio de Salamanca, donde im-
teratura de los jesuitas vascos expulsos partían diversas cátedras, entre otros, el
(1767-1815), diremos que es un laborioso famoso P. Francisco Xavier de Idiáquez, o
trabajo de investigación, estructurado en Antonio Eusebio Samaniego, hermano del
once capítulos, seguidos de unas conclusio- fabulista.
nes y de un muy valioso y erudito apén- En el capítulo siguiente ordena las no-
dice con una treintena de semblanzas de ticias sobre los provinciales vascos expul-
escritores jesuitas expulsos vascos. sos, que fueron las personas de mayor re-
En el capítulo 2 «Fuentes para conocer lieve dentro de la Orden, pero también
la literatura del exilio de los jesuitas vas- socialmente. El citado pamplonés Francis-
cos», se nos da un perfecto retrato de las co Javier de Idiáquez, «humanista, provin-
fuentes actuales de su trabajo. En el capí- cial y líder de los jesuitas de la Provincia
tulo 3, «El jesuitismo vasco inmediatamen- de Castilla», cuyas Prácticas de Villagar-
te anterior a la expulsión», pone número a cía hemos conocido y usado como manual
los jesuitas desterrados y aclara que entre los jesuitas españoles hasta el siglo XX. El
España y América hubo unos 6.000, de los vizcaíno P. Lorenzo de Uriarte, profesor en
que unos 600, eran literatos, y que de la varios colegios y rector, también fue pro-
Provincia de Castilla, a la que pertenecía vincial de Castilla. El guipuzcoano P.
el País Vasco y Navarra, procedían unos Manuel Balzátegui era provincial en el
80, entendiendo el concepto de literatura Nuevo Reino de Granada (actuales Colom-
según la aludida acepción amplia que se bia y Venezuela) y autor de varias obras
tenía en el XVIII de lo literario. Destaca en filosóficas y científicas para la Universidad
particular «el liderazgo de los «cinco mag- Javeriana de Bogotá, y luego redactó otras
níficos» del jesuitismo vasco-navarro ante- en italiano durante el exilio; o el guerni-
rior al exilio: la amistad de Larramendi, qués Bernardo Pazuengos, quien fue pro-
Calatayud, Cardaveraz, Mendiburu e Idiá- vincial en las Islas Filipinas.

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628 RESEÑAS DE LIBROS

En el capítulo 5 Astorgano estudia la quedarse y los que intentaron librarse del


«Permanencia del jesuitismo después de la destierro», Astorgano muestra gran habili-
expulsión entre 1767 y 1773». Afirma, con dad, siguiendo a Hervás y otras fuentes,
agudeza, que los jesuitas, que tenían gran para saber leer las incidencias sentimenta-
influencia en la sociedad rural vasca ante- les de los exiliados vascos, que recordaban
rior a la expulsión, empiezan a perderla su tierra como un lugar idílico. También
con las campañas laicistas del gobierno ofrece abundante casuística, con nombres
ilustrado, y con la prohibición de la corres- y apellidos, de los jesuitas navarros min-
pondencia entre el País Vasco y los deste- usválidos y los vasco-navarros que amaban
rrados, aunque parece que encontraron a su tierra, y, a pesar del peligro de ser
maneras para burlarla. buscados por las autoridades policiales, se
Por el contrario, existían en el interior asentaron en Francia para vivir cerca de la
de Euskadi algunos reductos de ex-novicios frontera española.
que nunca ocultaron su filiación jesuítica, En el capítulo 7, «La vida cotidiana de
o sacerdotes seculares pro-jesuitas descara- un jesuita desterrado vasco», recuerda que,
dos, expuestos a sufrir los castigos del re- al principio, pasaron muchas penalidades
galismo gobernante. Por otra parte, dedica físicas, intelectuales y religiosas, según los
dos apartados para estudiar el devenir de lugares de residencia, pero, «con el tiem-
dos centros emblemáticos de los jesuitas po, mejorarán esas circunstancias y los je-
relacionados con la Real Sociedad Bascon- suitas más pudientes, como Antonio Sama-
gada, que describe con gran precisión: el niego o el P. Idiáquez, irán solicitando
colegio de Loyola y el colegio de Azkoi- permiso para tener sus oratorios privados
tia. Del primero, de gran relevancia para en sus respectivos domicilios, como se
la Orden y archivo de importantes libros puede comprobar en los archivos episco-
y manuscritos, dice que estuvo medio pales de las ciudades en las que residieron,
abandonado hasta que fue ocupado por los como Bolonia o Ferrara». Después de la
monjes premonstratenses de Urdax (Nava- supresión de la Orden en 1773, los jesui-
rra) entre 1798 y 1806, al serle arruinado tas se convirtieron en simples clérigos se-
su monasterio por los revolucionarios fran- culares, y la vida de cada uno cambió
ceses en septiembre de 1793 durante la mucho según anota el estricto P. Luengo,
Guerra contra la Convención. En Azkoitia que seguía defendiendo las esencias jesuí-
las relaciones de los jesuitas con la Bas- ticas. Respecto a los socorros recibidos por
congada fueron correctas pero no amisto- los exiliados éstos variaban según las fa-
sas. En dicha ciudad había un pequeño milias de las cuales dependían, pues si eran
colegio, pero que había tenido profesores nobles y tenían bienes era más fácil la
ilustres como el P. Cardaveraz, el filólogo ayuda. De todas las maneras, la casuística
José de Beovide o el P. Juan Bautista Iriar- respecto a este punto fue muy variada, lo
te, su director en el momento de la expul- mismo que sobre la conservación de las
sión. costumbres y hábitos ignacianos y sobre
Astorgano estudia el fenómeno de la las profesiones que adoptaron para sobre-
expulsión desde todos los puntos de vista: vivir.
los que tuvieron que quedarse en su tierra Descrito el contexto social de la nueva
por enfermedad y vejez, así como la «di- vida de los jesuitas, se introduce el autor
fícil», dice, vida cotidiana que desarrolla- en el meollo de la obra: la producción li-
ron los exiliados fuera de su patria. En el teraria misma. El capítulo 8 se titula «Ha-
siguiente capítulo, «La atracción del ‘pa- cia una periodización de la literatura del
raíso’ vascongado: los jesuitas vascos que exilio de los jesuitas vascos expulsos»,
se quedaron en Euskadi, los que debieron donde descubre la polémica existente so-

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RESEÑAS DE LIBROS 629

bre este tema, de si se debe hacer por gé- dos a emprender un segundo destierro en
neros o por etapas cronológicas. Astorga- Italia y se reintegraron a la Compañía»,
no es partidario de esto último, siguiendo como Joaquín Solano y Roque Menchaca,
el modelo que ya adelantaba él mismo en o vivieron libres y aislados en Italia.
el «Estudio Introductorio» de su edición a En el capítulo 9 hace un recuento de
Hervás en su Biblioteca jesuítico-españo- los jesuitas vascos por provincias, aclaran-
la, añadiendo ahora también los nombres do que la extensión de la Compañía de
de los vascos. Distingue cuatro etapas: Jesús en ellas era muy desigual, teniendo
Período 1: los jesuitas escritores vascos en cuenta la diferencia de los colegios que
que murieron antes de 1777. Es la litera- atendían en cada una: seis en Guipúzcoa,
tura de la expatriación y extinción de los tres en Vizcaya y uno en Álava. Con todo,
jesuitas, en una época caracterizada por la de esta provincia eran oriundos algunos
mayor persecución por parte del regalismo literatos notables como José Cardiel,
madrileño, pero en la que aparecen obras Adrián Antonio de Croce, Roque Mencha-
importantes de expulsos vascos, como José ca y Manuel Joaquín Uriarte Rodríguez de
Cardiel o Manuel Uriarte, Esteban Terre- Baquedano. Guipúzcoa tenía más colegios
ros, Miguel Ignacio de Ordeñana, Patricio y mayor número de jesuitas, pero, a pesar
Meagher...; período 2: los jesuitas escrito- de que la labor de algunos de ellos en
res vascos que murieron entre 1778 y defensa del euskera fue destacada en épo-
1789, que Astorgano denomina «período ca temprana y anterior al exilio con la obra
de esplendor», con las principales trabajos de Larramendi, Cardaveraz y Mendiburu,
de Llampillas, Hervás, Juan Andrés, Vicen- después no aparecieron literatos tan rele-
te Requeno, Juan Francisco Masdeu, An- vantes, porque apenas si hallamos alguno
tonio Eximeno, Juan Ignacio Molina, Es- que escribiera algo interesante o su litera-
teban de Arteaga, segoviano de origen vas- tura se ha perdido casi enteramente, certi-
co, y entre los euscaldunes José Cardiel, fica Astorgano. Si bien los jesuitas vizcaí-
Manuel Uriarte, Lorenzo Echave, Sebastián nos tuvieron gran predicamento en los es-
Mendiburu, Juan Hermenegildo Aguirre, pacios directivos de la Orden, Vizcaya
Blas Miner...; 3: los jesuitas vascos que producirá escritores de menor relevancia
fructificaron entre 1789 y 1798, que es un literaria, como Miguel Ignacio Ordeñana,
«período de contracción en la producción Joaquín Láriz y Martín Xarabeitia, aunque
literaria», que coincide con la Revolución «el príncipe de los escritores jesuitas viz-
Francesa y el mayor control por el Estado caínos expulsos fue el lexicógrafo Esteban
de la producción literaria en general, in- Terreros que estuvo toda su vida adscrito
cluida la de los jesuitas, y sólo se pueden a la Provincia de Toledo», en cuyo espa-
recordar algunos autores vasco-navarros, cio geográfico se estudia. También pasa
como Roque Menchaca y Domingo de Astorgano revista a los jesuitas de origen
Zuloaga, organizados en torno a una aca- vasco que estaban destinados en las colo-
demia de Historia eclesiástica en Bolonia; nias, como las provincias de Nueva Gra-
período 4: los jesuitas vascos que murie- nada, Nueva España y Filipinas, donde
ron después de 1798, que Astorgano lla- agrupa noticias desconocidas de los igna-
ma acertadamente «período de descontrol cianos de tales lugares.
y de decadencia de la producción literaria Finaliza el discurso con dos nuevos
de los ex jesuitas», durante el cual algu- capítulos sobre «La producción literaria de
nos jesuitas vascos retornaron a España y los coadjutores vascos expulsos», muchos
fallecieron en Euskadi, como Francisco de de los cuales posteriormente adquirieron el
Bazterrica, Manuel Uriarte o José de Be- orden sacerdotal o se casaron, de los que
obide, mientras que otros «fueron obliga- recuerda Astorgano que hubo pocos que

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realizaran labores intelectuales y literarias. pesquisas en distintas bibliografías, histo-


En «Los jesuitas que no escribieron nada rias coetáneas y archivos, resultará espe-
en el destierro, a pesar de sus cualidades», cialmente útil su consulta para todo inves-
reúne a un grupo de jesuitas que tenían tigador. Se cierra el estudio con una am-
habilidades intelectuales, pero que no re- plia Bibliografía que certifica la hondura
dactaron nada en el exilio, tanto a nivel de la investigación. Al final, el correspon-
español como vasco, como se observa en diente discurso de recepción de don Emi-
los casos del P. José Aztina o del P. Joa- lio Palacios Fernández sobre la figura del
quín Solano. recipiendario se lee con mucho interés.
En las conclusiones, el autor recuerda En resumen, el estudio de la Literatu-
que escritores tan eminentes como Juan ra de los jesuitas vascos expulsos, no tan
Andrés, Esteban de Arteaga, Lorenzo Her- pobre y escasa como Astorgano humilde-
vás, Pedro Montengón, José de Isla o Es- mente confiesa con un ánimo evidentemen-
teban Terreros escribieron en las difíciles te sintetizador, tiene, además, un importan-
circunstancias del exilio, y llama la aten- te valor de fuente para los historiadores
ción hacia el hecho de que redactaron sus interesados en el tema de los expulsos, o
trabajos de investigación no sobre las ma- en la trayectoria y el alcance del pensa-
nidas obras sacras, sino que se acercaron miento del jesuitismo euscaldún. Como
innovadoramente a la cultura y a las cien- toda obra de recopilación bio-bibliografía,
cias de su época a la luz de la Ilustración es un testimonio de singular importancia,
cristiana. Por el contrario, «prácticamente pero también tiene un gran valor en sí
ningún jesuita expulso vasco manifestó su misma como ejercicio literario y profesio-
deseo de penetrar en los nuevos campos nal, por diferentes razones: el número de
que la ciencia y la erudición les abrían, no jesuitas reseñados y de obras comentadas,
sintiendo la necesidad de conciliar la tra- mayor que cualquier otra obra de estas
dición y la novedad», donde, salvo el caso características; la buena estructura de sus
de Terreros, apenas se pueden citar algu- contenidos, abarcando la producción litera-
nos nombres y títulos relevantes. Pasaron ria del jesuitismo vasco inmediatamente
la mayor parte de su tiempo apartados, sin anterior y posterior a la expulsión, la cla-
entrar en polémicas, viviendo ensimisma- sificación cronológica y geográfica de su
dos en su espíritu jesuítico. producción literaria, no sólo según las tres
Trae a continuación un valioso Apén- Provincias Vascongadas, sino según las
dice 1. «Semblanzas de escritores jesuitas provincias jesuíticas americanas en las que
expulsos vascos» en el que en 163 pági- estaban encuadrados los distintos escritores.
nas incluye un listado con explicaciones de A la exactitud de estas catalogaciones, que
la vida y las obras de 28 de estos autores. avala el buen juicio crítico de Astorgano,
Esta investigación concluye con una bio- se añade la implícita valoración de los
bibliografía de los jesuitas vascos en el autores reseñados, mediante la mayor o
exilio, con una semblanza biográfica, a menor extensión del comentario que les
veces bastante extensa, de cada uno de dedica.
ellos, las obras que publicaron y las que En conclusión, el amplio y excelente
quedaron inéditas, tanto en español, como discurso sobre la obra literaria de los je-
en latín, en italiano y euskera. Por citar un suitas vascos expulsos del profesor Anto-
nombre, señalo el retrato del alavés Roque nio Astorgano, quien conoce en profundi-
Menchaca, con todos sus manuscritos in- dad la organización de la Compañía de
éditos que se conservan en el Archivo Jesús antigua, no es un trabajo convencio-
Histórico de Loyola. Como, para redactar nal, sino un estudio bien trabado, que apor-
esta parte, el autor ha reunido numerosas ta nueva documentación, con amplia biblio-

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grafía, para el conocimiento del lector vas- que completaría todavía más y mejor su
co y del español, en el que el coraje in- monografía Ensayo biográfico y bibliográ-
vestigador del autor no ha escatimado una fico de D. Ramón de la Cruz.
buena dosis de ingente esfuerzo personal, No son las únicas obras del controver-
lo cual no extraña nada al que haya segui- tido erudito que han merecido ser reedita-
do las publicaciones anteriores de este das en los últimos años. Algo tendrá el
nuevo «caballerito de Azkoitia». agua cuando la bendicen. Algo tendrán
estos voluminosos libros para que hayan
GABRIEL MARÍA VERD CONRADI resistido el paso del tiempo y se acuda a
ellos, aunque sea para criticar sus limita-
ciones —René Andioc las ha mostrado con
singular maestría en sus estudios—, pero
COTARELO Y MORI, Emilio. Isidoro reconociendo siempre la ingente y valiosa
Máiquez y el teatro de su tiempo. Ál- información que contienen. Como poco,
varez Barrientos, J. (est. prel.). Madrid: demuestran que una investigación históri-
Publicaciones de la Asociación de Di- ca bien documentada resiste mejor los
rectores de Escena de España, 2009, embates del paso del tiempo que el más
795 pp. brillante estudio confeccionado al amparo
de la última teoría crítica de moda. Es cier-
Existen libros que ocupan en la histo- to que Cotarelo comete errores y tiene des-
riografía literaria un lugar señero. Uno de cuidos, pero si se tiene en cuenta de dón-
ellos indiscutiblemente es Isidoro Máiquez de partía su labor es más que meritoria.
y el teatro de su tiempo, de don Emilio El paso del tiempo no solo pone las
Cotarelo y Mori. Ha pasado un siglo des- obras literarias en su lugar, sino también a
de su publicación pero continúa siendo una las de historia literaria y de aquí la labor
obra de referencia, tan necesaria como dis- fundamental que cumple una disciplina que
cutida, sobre uno de los actores míticos de por fortuna va encontrando entre nosotros
la historia del teatro español cuya sombra el lugar que le corresponde: la historiogra-
gravitó indeleble sobre el teatro decimonó- fía literaria y en nuestro caso, específica-
nico y aun después. mente, la historiografía teatral. Importa co-
Valía la pena, por tanto, hacer el gran nocer cómo fue el teatro en un tiempo de-
esfuerzo editorial que supone reeditar esta terminado, pero importa igualmente conocer
obra, que roza en la edición que comenta- y saber cómo ha sido historiado después
mos las 800 páginas, tanto por su temáti- porque, a la postre, nunca conoceremos el
ca como por la manera en que fue abor- objeto de estudio –pertenece inevitablemen-
dada por el estudioso. Y le llega al lector, te al pasado– sino a través de las imágenes
además, presentada por quien sin duda que las distintas mediaciones posteriores
conoce actualmente mejor la problemática van estableciendo. El pasado es un país ex-
de los actores españoles en aquel periodo, traño, hay que decirlo una vez más, toman-
Joaquín Álvarez Barrientos, que ya puso su do prestado el título del jugoso libro de
pluma al servicio de la recuperación de Lowenthal, donde el sabio geógrafo realizó
otros dos libros de Emilio Cotarelo sobre una sagaz indagación acerca de qué lleva a
las actrices María Ladvenant y La Tirana los hombres a interesarse por el estudio del
no hace mucho, publicados por la ADE en pasado y los usos que se hacen de este, en
2007. Su libro sobre Máiquez, en realidad, ningún caso inocentes.
lo concibió como la tercera parte de una Trasladado su método al asunto que
serie de las que las biografías de las actri- aquí importa cabe preguntarse, qué llevó a
ces citadas serían la primera y segunda., Cotarelo a interesarse tanto por el teatro

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español y por el actor cartagenero, reunien- nada mejor que volver los ojos al pasado
do cuanto escrito o imagen al respecto para buscar energía regeneradora en el tea-
estuvo a su alcance y realizando un impor- tro español.
tante esfuerzo para categorizarlo y cons- Esta vez lo hacía, sin embargo, refirién-
truir un relato coherente sobre lo sucedido dose a un periodo en que se resintió lo
en el teatro español desde finales del siglo español por influencias foráneas, sobre
XVIII al romanticismo. Y cabe preguntarse, todo francesas. Y lo hacía desde la pecu-
también, qué interés tiene hoy volver, liar perspectiva que supone la escritura de
cuando el presentismo es la única ideolo- la biografía de un cómico, como no hacía
gía predicada por tantos, a remover aque- mucho había hecho con dos cómicas.
llos amarillentos papeles. Como bien señala Álvarez Barrientos, sin
Son las preguntas que ha intentado res- embargo, no se trataba de indagar en la
ponder Joaquín Álvarez Barrientos en su psicología de Máiquez, sino en la literatu-
excelente estudio y para llevarlo a cabo ha ra dramática de su tiempo y el arte de su
trazado una ponderada biografía de Emi- representación, supuestamente sin dejarse
lio Cotarelo, las líneas maestras de su llevar por las opiniones apresuradas, sino
método historiográfico, las posibles razo- fijando unos repertorios minuciosos como
nes por las que abordó el estudio del ac- hacían los estudiosos alemanes con un con-
tor y el resultado alcanzado en su estudio tundente positivismo documental. Elabora-
que hoy es un clásico de la historia del ba así otro de «sus frisos histórico - bio-
teatro español. gráficos», que ofrecía a la contemplación
El atrabiliario personaje que don Emi- de los lectores como una lección de histo-
lio Cotarelo acabó siendo fue antes un ria nacional. Y esta es la clave: la presen-
apasionado y erudito estudioso que dirigi- tación de los documentos no es aséptica
do en buena parte por Marcelino Menén- sino regida por una concepción romántica
dez Pelayo se sumó a su programa de tra- conservadora de la historia propensa a
tar de poner orden en el pasado literario exaltar lo nacional como signo distintivo.
español para que fuera operativo en la so- Como para tantos otros, la cultura era la
ciedad española como un elemento más de expresión de la nación. Y viceversa.
afirmación de la nación que estaba pasan- El centro del libro era un actor que lle-
do malos años y como un reservorio al que gaba a sus manos de historiador precedido
se podía acudir para encontrar alimento por casi un siglo de mitificación romántica,
regenerador apropiado para el alma espa- que había hecho de él un símbolo de la de-
ñola. Y es ahí, no ya en el simple cambio clamación española. Había estudiado los
de siglo, sino de cruce de siglos y mode- métodos franceses, pero después había sabi-
los ideológicos que subyacen en este estu- do adecuarlos a la realidad española, hallan-
dio, donde reside el meollo de la cuestión. do un justo medio entre la tradición españo-
Cotarelo, católico a machamartillo, indaga la y la naturalidad europea propugnada por
en el pasado español para confirmar sus los ilustrados. Habría ofrecido así un mode-
ideas más que para dilucidar las que se lo declamatorio moderno sin dejar de ser
debatieron en los momentos historiados. español a los cómicos españoles, que se
Español y católico eran para él, mucho transmitió a través de las enseñanzas de sus
más todavía que para su maestro, una mis- seguidores desde los escenarios y en los
ma cosa. Y la historia del teatro español conservatorios que reglaron cada vez más
era uno de los campos privilegiados don- las artes escénicas. Y además, Cotarelo tuvo
de se había manifestado esta identidad his- un especial interés en poner énfasis en las
tóricamente. Por lo tanto, si la raza y el actitudes políticas del actor supuestamente
espíritu de la nación andaban alicaídos, antifrancesas con lo que también se ofrecía

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como un modelo de españolidad ante las pregnado de la voluntad regeneracionista


injerencias exteriores y los riesgos de nive- de los primeros años del siglo XX. Es en
lación que la modernidad propiciaba. Él era ese horizonte donde lo sitúa con precisión
por tanto el paladín y el modelo que debían Álvarez Barrientos, mostrando la fuerza
seguir los actores españoles. Un elemento modélica que la monografía de Cotarelo ha
más, y no menor, de la construcción del tenido después incluso para historiadores
paradigma del «teatro español» frente a aficionados cercanos, que confunden una
otros modelos. Y corregida al paso, eso sí, mala refundición acrítica con investigación.
la imagen excesivamente liberal que trans- Un mal resumen del libro de Cotarelo será
mitían muchos de los escritos decimonóni- siempre deplorable, mientras que la lectu-
cos sobre el actor. Allí donde Cotarelo en- ra adecuada —para ello basta tener a mano
contraba una opinión que no le gustaba o y en la memoria los estudios de René
no encajaba en su esquema ideológico, po- Andioc— del libro de don Emilio será
nía unos cuantos documentos y con su des- siempre una provechosa lección de histo-
cripción sesgada atemperaba cuanto menos ria del teatro.
los argumentos contrarios. Poner al alcance de los lectores obras de
No hay espacio aquí, ni es el momen- esta enjundia es una forma de contribuir a
to, para discutir las fallas del estudio de la mejora del teatro español, creando con-
Cotarelo. Joaquín Álvarez Barrientos mues- ciencia de su compleja historia, de su gran-
tra algunas de ellas, sugiere líneas de in- deza, de sus debilidades. Y una última cosa,
dagación en su personalidad muy sugesti- en adelante, habrá que leer el clásico estu-
vas y que serán necesarias para una valo- dio de don Emilio Cotarelo y Mori en esta
ración más completa y equilibrada de lo edición, que ofrece dos libros por uno: el
que significó para el teatro español: su principal, la interpretación que dio desde su
carácter melancólico, su difícil ubicación regeneracionismo conservador Cotarelo y
social en un sistema que aún era excesi- Mori del agitado mundo político y teatral
vamente deudor del Antiguo Régimen, su del crucial momento en que la débil Ilustra-
triste final o que tuvieran que ser otros ción española se estaba inficionando de los
cómicos, los hermanos Romea y Matilde virus del Romanticismo. El otro, la sopesa-
Díez, quienes edificaran y financiaran su da visión historiográfica con que lo introdu-
monumento en Granada, formando parte de ce Joaquín Álvarez Barrientos, en la que
la construcción de su propia imagen social pone en manos del lector no solo las llaves
(Véase al respecto mi estudio introducto- apropiadas para acceder a tan apasionante
rio a Julián Romea, Manual de declama- estudio, sino a muchos otros asuntos que
ción. Los héroes en el teatro, Madrid, interesarán sin duda a quienes quieran saber
Fundamentos-RESAD, 2009). Triste mito algo de ese país extraño que es el pasado
nacional es aquel que se construye sin que del teatro español en los primeros decenios
la nación esté presente a través de sus ins- del siglo XIX sobre todo y de algunos de los
tituciones. Me temo que pocos españoles usos que de él se han hecho después. Valía
saben dónde está el monumento citado y la pena el esfuerzo hecho por la ADE para
me atrevo a decir que somos pocos los que poner al alcance de los lectores esta mono-
nos hemos tomado la molestia de visitarlo grafía que algunos, como es mi caso, desde
para pasar la mano por su grisácea piedra hace años venimos frecuentando en una ya
ennegrecida como pequeño homenaje afec- lastimosa fotocopia llena de anotaciones y
tuoso al singular artista. desleída por la implacable mano arrasadora
El libro de Cotarelo sobre Isidoro Mái- del tiempo.
quez es un monumento dedicado al artis-
ta, pero un monumento nacionalista im- JESÚS RUBIO JIMÉNEZ

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634 RESEÑAS DE LIBROS

ANGULO EGEA, María y MARTÍN pagandística. Su interés fue, ser herramien-


MARTÍN, Francisco. Información, pro- ta política y militar para la defensa de los
paganda y discurso en la prensa de los intereses de Zaragoza. La concepción de un
Sitios de Zaragoza. Zaragoza: IberCa- periodismo veraz, imparcial e informativo
ja, 2009, 157 pp. no existía: «Tendría que estar bien entra-
do ya el XIX, cuando el periodismo defi-
Información, propaganda y discurso en niera claramente sus contornos para no ser
la prensa de los Sitios de Zaragoza tras- solo literatura, solo historia o solo publi-
lada al lector a uno de los escenarios más cidad y propaganda» (p. 79). La prensa
feroces que marcaron la historia aragonesa contribuyó a reforzar en sus lectores los
y la Guerra de Independencia de España. valores patrióticos que permitieron mante-
La sociedad zaragozana se reveló a las ner en alto la valentía, la moral y la leal-
órdenes de Napoleón Bonaparte por sus tad, constantemente atacadas por las tropas
pretensiones de ocupar Zaragoza; defen- napoleónicas. Por otra parte, la resistencia
diendo su ciudad del ejército francés. Los del pueblo fue un símbolo que trascendió
periódicos de la época se hicieron eco de a los eventos noticiosos del conflicto: Los
las ideas de patria y quienes los escribían valores de un pueblo que se defendía de
tomaron parte en el conflicto con un esti- su invasor. La prensa también fue un re-
lo y unos objetivos estratégicamente defi- curso utilizado para conservar los relatos
nidos: defender los intereses de la región. de heroicidad; es decir, testimonios que
María Angulo Egea y Francisco Mar- consideraban debían perdurar en el tiem-
tín Martín, analizan en esta obra los con- po: «Se aprecia un deseo de dejar constan-
tenidos publicados en la prensa local du- cia de lo sucedido, de las batallas, de los
rante los asedios de las tropas napoleóni- triunfos, de hacer historia, de que estos
cas a la ciudad de Zaragoza. Es una lectura sucesos vivieran ‘eternamente en los fas-
que permite al experto contrastar los plan- tos de la historia’» (pp. 77-78)
teamientos de los autores; pero, también La estructura de la obra ofrece una
ayuda al lector interesado a acercarse a un oportuna Introducción para contextualizar
período específico de la historia española la investigación. ¿Cuáles fueron las cir-
siguiendo la guía de expertos en el tema. cunstancias que rodearon a los Sitios de
La prensa ofreció su versión particular Zaragoza? ¿Por qué José de Palafox y
del conflicto y hasta el momento no se Melci, una vez nombrado gobernador de
había realizado un estudio minucioso de la Zaragoza, organiza la ciudad para enfren-
información y de la propaganda que apa- tarse a las tropas de Napoleón Bonaparte?
rece en los periódicos de la época. Con Existía un acuerdo con el Rey de España
todo, los autores son conscientes de las para que las tropas francesas utilizaran el
limitaciones y peculiaridades de la prensa territorio español y llegaran hasta Portugal.
cuando se le otorga la cualidad de fuente Sin embargo, ¿qué ocurrió? Es imprescin-
histórica (p. 54, 95). Ahora bien, fueron dible conocer el contexto histórico para
eventos vividos y escritos por personas que apreciar, en su justa medida, los datos ana-
en su cotidianidad, y sin pretenderlo, iden- lizados por los autores. La Capital del
tificaron en las publicaciones periódicas y Reino de Aragón era valiosa para los inte-
en el incipiente periodismo, una vía para reses franceses y tenía que estar sometida
informar, motivar, arengar, denunciar, exa- bajo las reglas napoleónicas por su ubica-
cerbar, hacer propaganda o defenderse. ción estratégica en el control de España. El
Las premisas de los autores se desglo- primer asedio a la ciudad se inició el 15
san en el transcurso del libro. La prensa de junio de 1808 y culminó el 14 de agos-
informó; pero, con una intencionalidad pro- to. En esa ocasión el ejército francés no

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RESEÑAS DE LIBROS 635

logró el objetivo y Zaragoza se convirtió Entre imágenes, citas textuales, referencias


en un «símbolo de la resistencia españo- a hechos o a otros autores, con los cuales
la» (p. 18). La ciudad era un objetivo mi- comparan sus resultados, reconstruyen para
litar, pero al mismo tiempo una «cuestión el lector algunos de los sucesos más reve-
de honor» para el emperador francés. En ladores de los asedios desde la perspecti-
el segundo sitio, iniciado el 21 de diciem- va de la prensa. Sin embargo, el objetivo
bre, la resistencia ante los ataques france- de los autores es concreto. La aproxima-
ses fue igual de heroica. Pero, con el ejér- ción al objeto de estudio permite deducir
cito francés más fortalecido militarmente y cómo la prensa reflejó el interés de publi-
la epidemia de tifus afectando a los zara- car mensajes, con un discurso apropiado,
gozanos, la capitulación de José de Pala- que permitiera mantener una línea propa-
fox el 21 de febrero de 1809, aún en con- gandística con la defensa de la ciudad:
tra de su voluntad, fue la decisión más «Muchos fueron los que emplearon su plu-
oportuna y conveniente para la población. ma en diversos tipos de publicaciones para
En el capítulo Ideas y lenguaje están propagar ideales y generar una opinión en
las líneas de investigación de la obra. La los ciudadanos en este período bélico» (p.
primera de ellas, Ideas y propaganda en la 38). La prensa fue protagonista. Un perso-
prensa de los Sitios de Zaragoza, Angulo naje más de la historia; un elemento socia-
Egea y Martín Martín concretan la meto- lizador (p. 70). El medio para difundir el
dología utilizada. Tarea ardua, por el tra- conflicto al resto de Europa (p. 49) e in-
bajo técnico e intelectual de identificación, formar a los zaragozanos sobre aconteci-
recolección, organización y procesamiento mientos lejanos a la ciudad (p. 61). Forjó
de los contenidos; pero, por otra parte, con una opinión pública «que colaboró poco a
la precaución de adentrarse en el pasado poco en consolidar lo que hasta el momen-
comprendiendo que el periodismo estaba to era sólo una idea de nación» (p. 67, 78)
«a caballo entre la propaganda, la historia, La otra línea de investigación está en
la literatura y el periodismo» (pp. 50-51). el capítulo Uso y abuso de la prensa du-
Es un trabajo paradójico. En una investi- rante los Sitios de Zaragoza. Los autores,
gación se estudia el objeto de estudio para como expertos e investigadores en el área
buscar la verdad. En la indagación de los de la filología y del uso del lenguaje, sin
autores, la verdad está en el objetivo de los alejarse del periodismo y la literatura, com-
mensajes escritos; es decir, la mentira y la parten su valoración trascendiendo los lí-
propaganda (p. 66). mites informativos o propagandísticos de la
Angulo Egea y Martín Martín plasman prensa desde la esencia del discurso. Es un
un estudio de la cuestión con el cual re- análisis morfológico y sintáctico (p. 96).
conocen el aporte de otros estudiosos en Exponen otra interpretación de los conte-
el tema. Referencias oportunas para preci- nidos divulgados «Los discursos presentan
sar el alcance y la originalidad de su in- la característica común en hacer un uso del
vestigación: «A pesar del interés que des- lenguaje, desde su modalidad especulativa
pierta esta etapa, todavía no se ha acudido hasta su modalidad doctrinal» (p. 95). El
a los periódicos, al menos de una manera lector identificará aportes concretos que
sistematizada» (p.21). Con esta metodolo- evidencian la importancia de sus plantea-
gía realizan una síntesis de los contenidos mientos para el análisis de los contenidos;
publicados en las cabeceras de la época: en definitiva, el valor de las palabras en
Diario de Zaragoza, la Gazeta de Zarago- aquel lapso crucial de la historia: «Dos
za, la Gazeta extraordinaria de Zaragoza, valores: el primero es personal del indivi-
la Gazeta Nacional de Zaragoza, el Dia- duo y va ligado a su propia vida; y el
rio napoleónico y el Semanario patriótico. segundo se inserta en aquél pero alcanza

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a toda la colectividad» (p. 97). Verbos, concreción contextual, es una balanza que
sintagmas, vocabulario, estructura de las posibilita distinguir actitudes y concepcio-
oraciones, sustantivos, adjetivos, propieda- nes literarias bien diferentes. Particular-
des discursivas o deícticos son algunas de mente para la fábula, este uno de los as-
las unidades de análisis con las cuáles se pectos que ha influido en su evolución
pueden descubrir los niveles connotativos histórica, consintiendo nuevas modalidades
en el discurso de una época en la cual la o líneas evolutivas diferentes. No obstan-
palabra expresada y la escrita eran armas te, sus distintas tendencias no han restado
de guerra. el carácter político que la fábula siempre
Finalmente las Conclusiones son perti- ha poseído, y que en ciertos momentos se
nentes. No son exhaustivas; porque en una ha considerado un postizo a ella misma.
gran proporción serán deducidas por el Esta idea es la que el autor de este libro
lector en el transcurso del texto. Por otra asienta y fundamenta, y de la que parte
parte, son los puntos suspensivos de un para el inédito estudio que lleva a cabo
trabajo que motiva a profundizar en el bajo este título.
período de los sitios. Son las rendijas para Esta obra, que como libro-objeto se
la investigación en otras cuestiones sutil- presenta escueto y ligero en formato, res-
mente señaladas por los autores. Las carac- ponde a un notable trabajo de recuperación
terísticas de la publicación no permitían y unificación de un extenso fabulario, y
profundizar en ellas; pero, hay esbozos: sobre todo, a una justa reconsideración li-
Los conceptos de pueblo (p. 41, 67), el teraria de la obra de un fabulista olvida-
papel de la mujer en el conflicto (pp. 42- do. Previamente a la publicación del título
43, 74-75), la prensa como medio de difu- aquí reseñado, Durán López ya había ini-
sión literaria (p. 63), el «mundillo cultural ciado años atrás un acercamiento a la pro-
de la capital aragonesa a principios de ducción de F. P. U. publicada en el perió-
XIX» alrededor de las imprentas (p. 71) o dico Diario Mercantil de Cádiz en los años
el uso de los recursos gráficos existentes de las Cortes gaditanas, y del que resulta-
(p. 80). En definitiva, una sensación que- ron dos artículos de los que, como él mis-
da de la lectura que puede sintetizarse en mo indica, se sirve en esta ocasión para el
la siguiente frase: «En esta guerra de las estudio preliminar y el catálogo final, aun-
letras, como en la de las armas, el fin jus- que unificados, actualizados y ampliados
tificaba los medios…» (p. 138). en este trabajo monográfico.
La obra que aquí nos ocupa, ofrece una
VÍCTOR MANUEL PÉREZ MARTÍNEZ estructura que se resuelve en tres grandes
apartados: un estudio preliminar que se
expone a lo largo de seis apartados en 53
sustanciales páginas; la edición de las cin-
DURÁN LÓPEZ, Fernando. Cincuenta cuentas fábulas políticas que F. P. U. pu-
Fábulas Políticas de las Cortes de blicó en la cabecera periodística ya men-
Cádiz. El Fabulario de F. P. U. en el cionada en los años de 1812 y 1813; y un
Diario Mercantil de Cádiz (1812-1813). último apartado en el que Durán cataloga,
Vigo: Academia del Hispanismo, 2010, comenta y da notas a las mismas junto al
190 pp. resto de aportaciones del periodista en la
misma cabecera.
En la literatura comprometida, la elec- «Uno de los errores comunes sobre la
ción por someter y adecuar la moral a la fábula consiste en tenerla por una modali-
realidad circunstante o anteponerla a ésta dad literaria ingenua, infantil, carente de
como un código abstracto, alejado de toda profundidad o de malicia. No es así» (p.

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RESEÑAS DE LIBROS 637

13). Estas palabras, que son las que inician ras periodísticas del momento, advirtiendo
el estudio de la compilación bajo el epí- que la producción estudiada de esta moda-
grafe «De la fábula a la fábula política», lidad literaria, resulta ser insignificante en
permiten intuir el tono de probidad que se relación a la ingente cantidad de fábulas
imprime en el estudio. El editor de la obra que se publicaron en los años de la Gue-
examina el camino que la fábula como gé- rra de la Independencia. Esto encuentra su
nero —en su significado, función, ideolo- razón en que ésta se consolidó como ins-
gía y forma— recorre desde sus arcaicos trumento literario idóneo para la defensa de
orígenes esópicos hasta principios del XIX, los principios liberales. Efectivamente, el
cuando un «sutil cambio de prioridades» discurso reformista halló en ella la clave
genera «la creación de nuevos subtipos de para su legitimación: le permitía infundir
fábula con especialización de sus temas, «a sus ideas de cambio el prestigio de lo
pretensiones de originalidad y un mayor antiguo, de la continuidad con el pasado y
componente satírico» (p. 18), concretando el respeto al orden» (p. 31).
en el caso español. Es en este momento En el tercer punto de este estudio pre-
cuando la fábula en su renovación, aun liminar, «Un periodista llamado F. P. U.»,
rompiendo con la tradición por su ansia de se trata un aspecto clave para el desarro-
originalidad, paradójicamente retoma un llo de esta fábula política. Hablamos del
tono más crítico, satírico e irreverente, que formato que la soportará de manera desta-
es propio de la fábula griega y del que se cada en los seis años que dura el conflic-
había alejado durante siglos. Por consi- to bélico: la prensa. Tras presentar un es-
guiente, es en el siglo XIX cuando en Euro- tado de la cuestión de los estudios sobre
pa se pueda ubicar el nacimiento de la fá- la producción literaria que en los periódi-
bula política de circunstancias; que como cos de la época se soporta y, acercarnos
insiste en repetidas ocasiones el doctor Du- brevemente a la historia de la cabecera pe-
rán López, es una forma específica de ella, riodística que insertó la producción de F.
puesto que «la fábula nunca ha sido apolí- P. U. —el Diario Mercantil de Cádiz—, el
tica» (p. 18). Ésta, a la moral abstracta y apartado se adentra en los datos deducibles
al carácter didáctico acostumbrados, agre- que a través de sus escritos y otros como
gaba un código de lectura político especí- los del entonces editor del Diario Mercan-
fico y perteneciente a su realidad más in- til, permiten dibujar, aunque de forma su-
mediata, que se propiciaría a favor del im- perficial y difusa, un perfil del escritor.
pulso de la prensa, la cual vivía uno de sus Para cumplir su objetivo con mayor
momentos más florecientes ante la recién rigor, Durán López ofrece los indicios y
estrenada opinión pública. El perfil com- notas contrastadas que le revelan el carác-
bativo que toda la literatura adquiere por ter cerrado, esto es, la consistencia del fa-
entonces, confiere a la fábula un carácter bulario que estudia. Por consiguiente, en
satírico, que no sólo señala lo incorrecto, los apartados «El fabulista y sus fábulas»
sino que incita a una reacción de pensa- y «Un liberal a la defensiva», vehicula un
miento y/o conducta. Es por ello que, Du- detenido análisis de la teoría de la fábula
rán López nos alega que no hay lugar para en este autor, así como del modo en que
el prejuicio que la estanca en una «lectura éste aplica su poética a la coyuntura polí-
simple» y «excluyente» (p. 19). tica y del objeto ideológico de sus textos.
Dando asiento a lo político como cua- Entre los diversos resultados obtenidos,
lidad inherente a la fábula, en el epígrafe Durán López muestra que estas fábulas, en
«La fábula política en la prensa doceañis- contra de las convenciones del género, no
ta», el doctor Durán López realiza un su- arremeten contra sucesos o personajes con-
cinto muestreo de ésta en distintas cabece- cretos. F. P. U. —y esto en palabras del

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doctor Durán López dota de una peculiar dad y «letrillas satíricas» de mayor interés
calidad al autor— desarrolla un didactismo por su más incisiva crítica y menor abs-
y una sátira fabulística de un modo más tracción con respecto a la impresa en las
abstracto y ligero, con el que logra parale- fábulas, y por último, algunos artículos co-
lamente un código de lectura en clave que municados. Aquí encontraremos todas las
acentúa, asimismo, la nota incisiva de su indicaciones oportunas sobre el contenido
sátira. de las composiciones, su interpretación, sus
Se desarrolla además el estudio del fuentes, al igual que los problemas textua-
concepto de la sátira en F. P. U., el exa- les que puedan ocasionar.
men de los personajes y brutos que com- En conclusión, el trabajo de Fernando
ponen sus composiciones y las innovacio- Durán López sobre la producción principal-
nes técnicas del autor con respecto a la mente fabulística de F. P. U. constituye un
idea de fábula política correspondiente a trabajo analítico e interpretativo de inteli-
principios del XIX. Todo ello no quedará en gente proceder que nutre los muy escasos
un análisis desvinculado del elemento con- trabajos sobre la materia, y responde las
textual que, en este caso, dota al fabulario equivocadas convenciones y generalizados
de su verdadero significado, sino que el prejuicios literarios sobre esta modalidad
estudio somete la poética del autor a un que es la fábula política. Lejos de asentar-
valioso examen que cabalmente conecta a se en una adusta y árida presentación de
la misma en un elevado grado de afección una colección de fábulas comentada, pre-
con la esencia política y literaria del Cá- senta un estudio completo y bien documen-
diz doceañista. Esto permitirá vislumbrar tado que da luz a la obra y perfil de un
las singulares aportaciones con las que este reseñable periodista gaditano.
fabulista, buen conocedor de su poesía
coetánea, proporciona de forma versátil a MARÍA ROMÁN
cada una de sus fábulas a través de sus
múltiples recursos técnicos.
El estudio preliminar se cierra con el
examen del objeto ideológico del autor, el RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, Borja. El
que aun siguiendo un «ideario liberal cuento romántico español: Estudio y
usual», adecua a sus personales inquietu- Antología. Santander: Real Sociedad
des y desoladas sensaciones sobre el refor- Menéndez Pelayo, 2008, 952 pp.
mismo. A lo que podremos acceder, gra-
cias a una revisión contrastada y minucio- El romanticismo español se ha caracteri-
sa de cada uno de sus escritos. zado desde sus orígenes por la controversia
Tras la cuidada edición de las 50 fá- y la contradicción, facetas que han conver-
bulas que ocupa las páginas centrales de la tido su estudio en una sucesión de teorías y
obra, se presenta finalmente el catálogo debates que aún hoy en día levantan acalo-
comentado de todas las aportaciones que radas polémicas entre los estudiosos del si-
en orden cronológico F. P. U. publicará en glo XIX. La inherente complejidad del movi-
el Diario Mercantil de Cádiz hasta princi- miento romántico, fenómeno que abarcó di-
pios de 1813. Esto es un total de 73 pie- ferentes niveles del contexto histórico,
zas compuesto por las 50 fábulas, 11 artí- social y literario de la primera mitad del si-
culos numerados «sobre la opinión popu- glo, está en la base de estos debates y ha
lar», el resto de composiciones poéticas hecho necesario, especialmente desde hace
que pueden dividirse —según Durán Ló- algunas décadas, el estudio pormenorizado
pez—, en «poemas celebrativos con moti- de las fuentes primarias que nacieron de la
vos políticos o religiosos» de escasa cali- actividad de los escritores románticos espa-

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RESEÑAS DE LIBROS 639

ñoles. La recuperación de la prensa del pe- guiado la selección de relatos incluidos en


riodo ha sido, dentro de esta línea de traba- su recopilación, la más extensa de las
jo, uno de los campos más fructíferos para mencionadas: aquellos que presentan ras-
el investigador, pues en ella se vertieron las gos propios del movimiento romántico, se
ideas literarias más relevantes del momento encuadren éstos o no dentro de las fechas
y se publicaron los textos más interesantes que algunos críticos han considerado tra-
de nuestros románticos, gracias a la crecien- dicionalmente como los límites cronológi-
te especialización y difusión del medio pe- cos del romanticismo español. Este aspec-
riodístico. to resulta de gran importancia, puesto que
Dentro de los géneros más cultivados permite al autor mostrar cómo, ya desde
en las publicaciones románticas destaca, 1787, año en el que se publica el primer
junto a la poesía y al artículo de costum- relato recogido en la antología, se pueden
bres, el relato breve en sus diferentes ver- apreciar aspectos del movimiento románti-
siones, un género todavía menor en aquel co en España en textos de autores de cor-
momento que no cristalizaría como referen- te neoclásico. No obstante, como reconoce
te literario hasta la segunda mitad del si- Rodríguez Gutiérrez, este criterio de ajus-
glo XIX, de la mano de los escritores rea- te al estilo romántico no es el único sesgo
listas y naturalistas. Ha sido quizá esta utilizado para seleccionar los relatos de la
falta de definición y reconocimiento la ra- antología. El espacio, que ha dejado fuera
zón por la que la narración breve ha que- a los textos más extensos, y el público al
dado relegada a un segundo plano en los que se dirige la obra han actuado como
principales estudios sobre el romanticismo criterios secundarios, puesto que no se han
español durante décadas, abandono que incluido aquellos relatos más conocidos por
justifica por sí sola la labor llevada a cabo los estudiosos del romanticismo español y
por estudiosos como Borja Rodríguez más fácilmente accesibles. Estos criterios
Gutiérrez. En el año 2004, Rodríguez no empañan, no obstante, la valiosa labor
Gutiérrez publicó una interesante y utilísi- de recuperación y difusión que el estudio-
ma Historia del cuento español, que abar- so cántabro ha llevado a cabo, poniendo al
ca la cronología de esta forma de relato alcance de especialistas y lectores en ge-
breve desde 1764 hasta 1850, cubriendo un neral textos hasta ahora difícilmente acce-
extenso periodo en el que el estudioso cán- sibles sin un arduo trabajo de hemeroteca.
tabro asegura haber encontrado rasgos del El libro de Rodríguez Gutiérrez se es-
movimiento iniciado por los hermanos tructura en dos secciones principales, men-
Schlegel. El libro objeto de esta reseña, El tadas en el título del mismo. La primera
cuento romántico español: estudio y anto- es un estudio que contextualiza el corpus
logía, completa en muchos aspectos el tra- principal de la obra y pretende clarificar
bajo señalado, ofreciendo al lector y al algunas cuestiones conceptuales, metodoló-
estudioso una completa colección de cuen- gicas e históricas para permitir una mejor
tos románticos que, en casi mil páginas, comprensión de los relatos románticos.
recoge muchos de los relatos más intere- Rodríguez Gutiérrez se aproxima en primer
santes del periodo. Por otro lado, la obra lugar a las dificultades que el cuento ha
Antología del cuento romántico, publicada atravesado durante centurias, tanto termi-
también en 2008 en Biblioteca Nueva, nológica como conceptualmente. En este
completa el fecundo trabajo de este inves- apartado el autor realiza un recorrido his-
tigador, como referiremos más adelante. tórico por las diferentes definiciones que
En El cuento romántico español: estu- desde el siglo XVI podemos encontrar de
dio y antología, Rodríguez Gutiérrez deli- los diferentes términos asociados con el
mita claramente las directrices que han relato breve, para justificar la ausencia de

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«conciencia de género» de la que adolecían autores que facilita notablemente su con-


los escritores románticos de la primera sulta. Se echan de menos, no obstante,
mitad del siglo XIX, lo que explica la va- anotaciones y quizá un pequeño análisis
riedad de formas en las que se presenta la que indique cuáles son los rasgos román-
narración breve en la época. Esta ausencia ticos que han llevado al autor a seleccio-
de conciencia lleva al estudioso cántabro nar dichos relatos como cuentos románti-
a recurrir a la teoría de los géneros litera- cos, especialmente en aquellos que se si-
rios para ofrecer, si no una definición sa- túan fuera del canon aceptado por la crítica
tisfactoria del cuento, que sería tarea im- tradicional como tales. Sin embargo, cabe
posible e innecesaria en una antología señalar, como habíamos advertido, que
como la que nos ocupa, sí algunas de las Rodríguez Gutiérrez lleva a cabo en parte
características que, bien por su presencia o esa labor de análisis en otra obra de título
por su ausencia, permiten reconocer e iden- semejante y publicada en el mismo año,
tificar el relato breve romántico. Antología del cuento romántico.
Tras dejar atrás estas dificultades con- En definitiva, este estudio y antología
ceptuales el autor se introduce en un deba- del cuento romántico ponen el broche fi-
te aún más peliagudo como es el de ofrecer nal a una serie de trabajos que se comple-
una aproximación breve y concisa al roman- mentan para cubrir un vacío en el estudio
ticismo español, ofreciendo de forma suma- del relato breve romántico, que poco ha-
ria las principales teorías sobre el mismo, bía sido abordado desde la ingente labor
desde el tradicional eclecticismo defendido de Baquero Goyanes y que presenta al
por Allison Peers hasta el más reciente ro- estudioso decimonónico un campo fructí-
manticismo historicista por el que aboga el fero para seguir indagando en el carácter
hispanista Derek Flitter. Quizá echamos en del romanticismo en España.
falta en este aspecto la alusión a estudios
actuales como los llevados a cabo por An- MARÍA ESTER RINCÓN CALERO
drew Ginger, entre otros, que abren nuevas
vías de investigación sobre el tema tratado,
si bien entendemos que no es esta antología
el lugar para profundizar en las mismas. ROMEA, Julián. Manual de declamación
La segunda parte del libro constituye la para uso de los alumnos del Real Con-
antología del cuento romántico en sí mis- servatorio de Madrid. Los héroes en el
ma, con más de ochenta relatos de autores teatro. Rubio Jiménez, J. (ed., int. y
tan destacados como José María Blanco notas). Madrid: Editorial Fundamentos,
White, José Joaquín de Mora, Serafín Es- 2009, 205 pp.
tébanez Calderón, José Zorrilla, Enrique
Gil y Carrasco, así como de otros autores La Editorial Fundamentos lleva un
no tan populares pero de vital importancia tiempo dotando a los interesados en el
para el desarrollo y consolidación del ro- mundo de la interpretación, pero sobre
manticismo español, como Miguel de los todo a los actores y a los que se preparan
Santos Álvarez, Eugenio de Ochoa o Ja- para serlo, de una serie de textos funda-
cinto de Salas y Quiroga. La recopilación mentales, como su nombre indica, sobre la
se inicia con «Rasgos sueltos de la histo- historia de la declamación, que, en cierto
ria de Ciro», publicada en 1787 y atravie- sentido, son una historia del arte de inter-
sa los años más fructíferos del movimien- pretar y muestran, quizá, o dan argumen-
to romántico, para concluir con varios re- tos sobre la posibilidad de que exista o
latos de Milá y Fontanals. Al repertorio haya existido una manera española de de-
acompaña un completo índice de títulos y clamar. Algo que a veces se ha pensado.

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A los tratados de Andrés Prieto (2001) y puesto de relieve no solo la Iglesia, sino
Vicente Joaquín Bastús (2008), se suma también los diferentes grupos políticos que
ahora este de Julián Romea. se enfrentaron en la Guerra de la Indepen-
Dignificar el teatro ha sido objetivo lar- dencia.
gamente perseguido por los políticos y los En la primera parte, Romea ofrece in-
intelectuales españoles desde tiempos remo- formación sobre los géneros de la poesía
tos. Una de las soluciones más reiteradas dramática. Para ello se apoya en los ma-
para conseguir ese objetivo fue la creación nuales de la época, en especial en el Ma-
de escuelas de declamación. A pesar de los nual de literatura, o arte de hablar en
distintos intentos, el proyecto solo prosperó prosa y verso, de 1842, de Gil de Zárate,
en 1831, cuando se creó la Cátedra de De- cuya continuación, histórica, aprovecha
clamación dentro del Real Conservatorio de también en su segundo capítulo, que es una
María Cristina. Guadalupe Soria Tomás ha «rápida ojeada sobre la historia del teatro,
hecho la historia de esta institución, que particularmente en España». El libro de
desembocó en la actual Real Escuela Supe- texto se completa con otras secciones des-
rior de Arte Dramático. tinadas a glosar y explicar las condiciones
Desde muy pronto, prácticamente desde y dotes que debe reunir el actor y a as-
su fundación, se pensó que algunos actores, pectos técnicos como el manejo de la voz
los mejores, podían dar clase en la cátedra, y el aliento, y el desempeño de la acción.
y Julián Romea fue uno de esos profesores. Los héroes en el teatro acogen sus re-
Para su docencia escribió el Manual de flexiones sobre cómo se debe representar
declamación, aparecido en 1865, y Los hé- la tragedia, y son en parte la respuesta a
roes en el teatro, al año siguiente. Hay que la polémica que ocasionó su manera rea-
recordar que Romea murió en 1868, por lo lista de interpretar La muerte de César de
que esos textos son como su testamento ar- Ventura de la Vega; polémica espléndida-
tístico, pues, aunque parte de lo que inclu- mente bien reconstruida por el editor, Je-
ye es común a otros, hay un hilo personal, sús Rubio Jiménez. Un rasgo de estos tex-
basado en su experiencia de actor, que ava- tos es que mezcla su experiencia como
la cuanto dice. En el primero de ellos, no actor consagrado con las informaciones que
demasiado largo, mediante el sistema del proporciona. De hecho, una de las carac-
catecismo, es decir, mediante la pregunta y terísticas, y de los defectos, que arrastró la
la respuesta, presenta la información que cátedra de declamación durante bastante
considera necesaria para sus aprendices. Es tiempo, mientras estos actores famosos la
evidente que ese método supone que no hay desempeñaron, fue que, más que enseñar
alteración en las respuestas y que, por tan- técnicas, enseñaban su propia manera de
to, el conocimiento necesario para ser actor hacer. En el caso de Romea, su libro re-
se encierra en ellas, por lo que cuanto que- frenda su manera de trabajar, que había
da fuera de las mismas, o no existe, o no sido aprobada por el público durante más
tiene importancia. La redacción de esas de veinte años sobre la escena.
contestaciones y el uso de las formas verba- Estos textos aparecen ahora editados
les ponen de manifiesto la unilateralidad de por un gran conocedor del siglo XIX y de
la enseñanza que se ofrece y del método su teatro, a los que ha dedicado importan-
empleado. Es la «verdad» en forma de ins- tes trabajos, Jesús Rubio Jiménez, que en
trumento necesario para ofrecer al público su introducción sitúa al actor y a su obra,
la correcta interpretación. Esta recurrencia así como los conceptos de que se vale éste
al catecismo, además de dar mayor autori- para ordenar su teoría y práctica actoral.
dad al profesor y a la materia, se hacía por Entre otras cosas, debate la idea, compar-
su efectividad memorística, que ya había tida no solo por Romea, de que el teatro

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debía reflejar las costumbres de la socie- loraba como ciudadano, pues, a diferencia
dad. Es cuestión que venía de atrás, que de lo ocurrido en tiempos anteriores, aho-
los ilustraron enfatizaron, y que había te- ra tenía una función central y respetable.
nido cierta crisis en los años treinta, cuan- Es necesario sacar del olvido textos
do proliferaron las traducciones y los pe- como éste, que no solo informan de cues-
riodistas y escritores castizos como Meso- tiones teatrales y de la conquista de un
nero Romanos se preguntaban si el teatro lugar en la sociedad por parte de los acto-
realmente reflejaba la sociedad alrededor. res, pues el teatro ha contribuido como
Como pensaban que no lo hacía, tampoco pocos instrumentos a conformar un punto
los actores cumplían la misión de represen- de vista sobre la sociedad y la nación, que
tar las costumbres sociales. Esta misión, la encontraba su representación en los acto-
de dar imagen a la sociedad, se trasladaba res, guardas, a menudo sin saberlo, del
al alumno, al que también se dotaba, me- patrimonio inmaterial que configura las
diante el bagaje académico, del modelo identidades. Jesús Rubio ha rescatado este
clásico de valoración de nuestra historia manual de interpretación –las instrucciones
literaria y cultural, en la que parte de la necesarias para dar vida a ese patrimonio–
producción del XVII y el XVIII quedaba de- y, con él, el ambiente que se vivía en la
fenestrada por su condición inepta y dege- Cátedra de Declamación y sobre los esce-
nerada. No hace falta desarrollar el com- narios de la época.
ponente político de esta interpretación.
Pero más interés tienen sus ideas sobre JOAQUÍN ÁLVAREZ BARRIENTOS
la práctica de la declamación, sobre el
modo de componer personajes –que expli-
ca y contextualiza Rubio Jiménez–, en lo
que valora mucho la capacidad de obser- GUTIÉRREZ SEBASTIÁN, Raquel y RO-
vación, como modo de reflejar esa socie- DRÍGUEZ GUTIÉRREZ, Borja (eds.).
dad y esas costumbres que mediatiza el Menéndez Pelayo y la novela del siglo
teatro. Hay cierto experimentalismo en sus XIX. Santander: Real Sociedad Menén-
palabras, bastante valoración de la expe- dez Pelayo, 2009, 240 pp.
riencia en tanto que instrumento útil para
mostrar «la verdad», es decir, para educar Este libro colectivo se inscribe en la
a los públicos en un modo de ser y de etapa de intensa actividad que actualmente
entender. Por lo que respecta a los apren- atraviesa la Real Sociedad Menéndez Pe-
dices de actores, eso se enseñaba con el layo, editora del volumen. Reúne un con-
manual, pero además tenían una gran res- junto de conferencias que fueron pronun-
ponsabilidad, pues sobre sus cabezas caía ciadas en el Centro Cultural de la Obra
el trabajo de enseñar el verdadero camino Social de Caja Cantabria en la segunda
y las tradiciones nacionales. quincena de Octubre de 2007, dentro de un
En muchos sentidos, los tratados de ciclo también titulado «Menéndez Pelayo y
Romea repiten las ideas de otros textos la novela del siglo XIX». Con este ciclo y
anteriores, con los que se relaciona, y el libro de él derivado, se trata de desta-
muestra que aún había muchas cuestiones car la intervención personal e intelectual de
que resolver relativas a la condición del Don Marcelino en la marcha de la novela
actor, a la manera de interpretar y al pa- de su tiempo: muchos de los creadores de
pel del teatro en la sociedad. Por otro lado, ese momento mantenían relaciones de
considerar que el intérprete es responsable amistad con el polígrafo santanderino cu-
de mostrar la «verdad» a la sociedad sig- yos consejos y opiniones tuvieron en oca-
nificaba dotarle de una misión que le va- siones muy en cuenta.

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El conjunto de conferencias que origi- tonces en auge, se transparentan en estas


na el libro no se recoge por completo en cartas.
éste. La «nota introductoria» del volumen Adolfo Sotelo Vázquez identifica a Mar-
da cuenta de una ponencia-marco del pro- celino Menéndez Pelayo y Leopoldo Alas
fesor Leonardo Romero Tobar cuyas líneas como los dos grandes críticos de la segun-
generales indica, pero el texto mismo de da mitad del siglo XIX español: agudos, sa-
esta intervención oral no se incluye en el gaces y complementarios. La larga sombra
volumen. Sí se hallan en él las aportacio- de ambos, pese a sus filiaciones ideológicas
nes de un puñado de profesores de reco- divergentes, se proyecta sobre los intelec-
nocida solvencia en lo que respecta al es- tuales y artistas de la nueva generación de
tudio de los grandes novelistas de la Res- fin de siglo. Así en el caso de Unamuno,
tauración; cada uno de los estudiosos se que sin embargo silencia el nombre de
ocupa de las relaciones que M. Pelayo Alas. Las relaciones entre el crítico asturia-
mantuvo con un novelista en concreto. no y el polígrafo santanderino son objeto de
Cristina Patiño Eirín aborda la jugosa análisis, así como las semblanzas que el pri-
relación epistolar que mantuvieron Menén- mero dedica al segundo.
dez Pelayo y Emilia Pardo Bazán, cuya cor- Yolanda Arencibia destaca la amistad
dial amistad terminó sin embargo enfriándo- antigua que unió a Menéndez Pelayo y
se. Los documentos —cartas, prólogos... Pérez Galdós, pese a sus diferencias de
etc.— que dan cuenta de la deriva de esta criterio. Y comenta los aspectos que mar-
amistad, así como la exposición de los po- caron la convergencia entre ambos, así
sibles motivos de antagonismo personal, como el respeto que se profesaron en vida.
son analizados a la luz de largos extractos Utiliza como principal apoyo textual los
textuales. El trabajo concluye con un apén- discursos de ambos frente a la Real Aca-
dice que traslada fielmente al lector las no- demia, con referencias también al discurso
tas que Pardo tomó del tomo III de la His- de José María de Pereda en la misma ins-
toria de las Ideas Estéticas, el relativo a los titución.
siglos XVI y XVII, notas en que se superpo- Anthony H. Clarke se concentra en la
nen muy significativamente los juicios de la relación desarrollada entre Pereda y Me-
novelista a los del erudito. néndez Pelayo; y pone de relieve la dife-
Enrique Rubio Cremades analiza los in- rencia de edad entre ambos, así como el
tercambios epistolares entre Menéndez Pe- decisivo papel que el segundo jugó en la
layo y Juan Valera, ambos considerados difusión de una determinada imagen de la
destacados polígrafos en vida. Valora esas obra y la figura del novelista santanderi-
cartas como interesantísimo material de es- no; en su ejercicio crítico, el gran polígra-
tudio para quienes deseen bucear en las fo promocionó determinados aspectos de la
concepciones estéticas, las ideologías e in- narrativa perediana mientras permaneció
cluso los procesos de gestación y publica- ciego a otros, y su perspectiva dejó una
ción de las obras debidas a ambos autores. larga huella en las estimaciones de su tiem-
El joven erudito —Menéndez Pelayo— y po y posteriores.
el afamado conocedor cultural —Valera— Todos los trabajos contenidos en este
deslizaron en ellas confidencias diversas volumen se apoyan en nutridas bibliogra-
sobre aspectos tanto íntimos como públi- fías, y ofrecen datos o puntos de vista que
cos, y dejaron a la vista su mutua admira- no son hasta ahora de dominio público
ción. La opinión de ambos corresponsales entre los estudiosos; por lo que el libro
sobre cada uno de los grandes novelistas constituye una aproximación rigurosa, plu-
de ese período, así como sus peculiares ral e inédita, a su objeto: la proyección de
actitudes sobre las corrientes estéticas en- Menéndez Pelayo sobre la creación narra-

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644 RESEÑAS DE LIBROS

tiva de su tiempo. Además, en la parte fi- es decir, reducidas a aparatos de control e


nal del libro se ha incluido breve resumen instrumentos punitivos. Para Valis, la reli-
–español e inglés– de cada una de las con- gión –específicamente en su versión cató-
ferencias, así como sucinta noticia biográ- lica—sigue vigente en la modernidad y
fica de autores y editores, lo que facilita forma parte consustancial de ésta, en vez
el manejo de esta publicación. de simplistamente oponerse a ella. Lo que
no se ha hecho –y que Sacred Realism
CARMEN SERVÉN DÍEZ hace– es estudiar la «intrincada relación
entre fe, modernidad y la construcción de
la narrativa española moderna» (10).
Valis se centra en tres periodos repre-
VALIS, Noël. Sacred Realism. Religion sentativos de la historia de nuestro país: 1.
and the Imagination in Modern Spanish los últimos años del siglo XVIII y los pri-
Narrative.New Haven & London: Yale meros del XIX , hasta bien entrados los
University Press, 2010, 356 pp. 1840; 2. La Restauración borbónica (1875-
1902); 3. Y la Segunda República, segui-
Comencemos diciendo que el libro de da por la Guerra Civil (1936-1939). Den-
Noël Valis es un libro valiente: ahora que tro de este marco histórico, la autora or-
la teoría literaria abiertamente rehúye todo ganiza su libro alrededor de una serie de
interés en la religión, Valis se atreve con categorías de naturaleza religiosa o piado-
ella. Como sostiene la autora, para enten- sa, como son la fe (Cap. I: The Relics of
der de verdad la literatura moderna espa- Faith—Las reliquias de la fe), la caridad o
ñola, para «revisar la relación entre creen- la filantropía (Cap. 2: The Philanthropic
cia y novela» hace falta «ir más allá de los Embrace—El abrazo filantrópico), la con-
prejuicios de la academia contemporánea, fesión (Cap. 3: The Confessional Body—
que, sospecho que muchas veces de forma El cuerpo confesional) y el martirio (Cap.
inconsciente, van contra la importancia del 4: The Politics of Martyrdom—La política
pensamiento y el sentimiento religiosos» del martirio).
(6). Pero además de valiente, Sacred Rea- Las obras que se discuten en el primer
lism… es uno de esos libros que rápida- capítulo son Noches lúgubres de Cadalso,
mente se vuelven imprescindibles, por el El evangelio en triunfo de Olavide, y Cor-
hecho de que nos ofrecen una perspectiva nelia Bororquia o la víctima de la Inquisi-
enteramente nueva desde la cual contem- ción, de Gutiérrez. Aquí, las reflexiones
plar la producción literaria. Por de pronto, más iluminadoras son las que giran alre-
su objetivo fundamental y novedoso es dedor del término de narración o narrati-
analizar «la influencia de la religión en las vas humanitarias.» Según Laqueur, a quien
estructuras de la imaginación de la obra cita Valis, la narrativa humanitaria incluye
narrativa» (5). géneros tales como «la novela realista, la
En un estilo directo, Valis cuestiona «la autopsia, el informe clínico, y el reportaje
teoría de la secularización» la cual ha lle- social, todos ellos hijos de la revolución
gado a la precipitada conclusión de que «la empiricista del siglo diecisiete» (61). Pero
religión ya no es importante en el mundo en España, apunta Valis, la narrativa hu-
contemporáneo» (6). Valis va a demostrar manitaria, además de una dosis empiricis-
que lo es «incluso» en ese siglo tradicio- ta, tiene una dosis marcadamente religiosa
nalmente descreído que es el Siglo de las (61), incluso en el siglo XVIII (62), un si-
Luces. Y va a demostrar igualmente que la glo durante el cual el catolicisimo «era a
religión y las instituciones eclesiásticas no la vez fuerte y débil» (62) y que genera
pueden leerse sencillamente a la Foucault, una serie de narrativas que se construyen

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RESEÑAS DE LIBROS 645

alrededor de la conversión y «la promesa Jacinta es criticar las manipulaciones de una


de la resurección» (65), como en el caso burguesía y filantropías opresoras: Para
de El evangelio en triunfo y de Cornelia Valis, y estamos de acuerdo con ella, el
Bororquia. Noches lúgubres cae en la mis- núcleo mismo de la novela de Galdós está
ma categoría. Hay según la autora «una imbuido del más puro espíritu filantrópico.
fuerte conexión entre el regreso de los (122).
muertos, o el impulso resurrector, y el in- Así como en el siglo XIX hay narracio-
terés humanitario» (82). nes filantrópicas, las hay también confesio-
Las reliquias de la fe, los vestigios reli- nales. El tercer capítulo («The Confessional
giosos alrededor de los cuales se construyen Body») analiza otro «modo» religioso, el
una serie de narrativas humanitarias duran- confesional, muy distinto a ese ámbito (pre-
te el siglo XVIII nos llevan al «abrazo filan- cariamente) comunitario, basado en el mo-
trópico» del siglo XIX. El segundo capítulo delo eucarístico, que caracteriza, por ejem-
quiere demostrar cómo «el abrazo filantró- plo, al universio galdosiano. Valis observa
pico» y literario de las clases sociales más con agudeza que la confesión es un sacra-
marginadas «crea un nuevo realismo de ori- mento apenas presente en la obra de Gal-
gen evangélico» (93), el cual se pone de dós. A cambio, se convierte en el eje central
manifiesto en obras como María. La hija del alrededor se construye el universo imagina-
jornalero, de Ayguals de Izco, y culmina en tivo de La Regenta de Clarín.
Fortunata y Jacinta de Pérez Galdós. Al cui- Por fin, el cuarto y último capítulo
dadoso análisis de las obras literarias le pre- («The Politics of Martryrdom»), centrado
cede en ese capítulo una serie de iluminado- en la Guerra Civil (1936-1939), estudia
ras reflexiones sobre la diferencia entre ca- una novela republicana (Réquiem por un
ridad o beneficencia, y filantropía. Así campesino español, Ramón J. Sender) y
como la primera ostenta un claro tinte reli- unas memorias del bando nacional (La re-
gioso –la caridad está siempre en manos de volución de los patibularios, José María
la Iglesia o de damas pías–, la segunda es Carretero). En los dos textos el concepto
peligrosamente secular, y trae recuerdos de de martirio tiene honda importancia, y en
los desmanes de la Revolución Francesa ambos lo religioso y lo secular se dan la
(108). Sin embargo, y como apunta Valis, mano (197). Y por ello mismo, en ambos
esa distinción entre caridad y filantropía no textos se corporeiza la modernidad. Como
la hacían los pobres, empujados como esta- sosiene Valis, en este capítulo y en todos,
ban por la necesidad (109). Era más bien «la fe y la modernidad no son asuntos
algo que preocupaba a las clases privilegia- desligados, sino todo lo contrario. Lo que
das, y a los escritores. Valis señala acerta- hace tan vital y compleja a la modernidad
damente el caso de Fortunata y Jacinta, de es precisamente la obstinada presencia de
Galdós, una novela que, añadimos nosotros, lo religioso» (197).
puede leerse como un comentario persisten- El libro de Noël Valis nos ha enseña-
te al estado de la beneficencia de la España do que la modernidad no se comprende sin
decimonónica. Ahora, ese comentario, como la religión como uno de sus ingredientes
apunta Valis, es un arma de dos filos, ya fundamentales. Nos ha enseñado también
que por un lado Galdós aplaude la filantro- que la religión merece un análisis más
pía, pero por otro, critica severamente los complejo del que nos tienen acostumbra-
defectos de ésta y, por exensión, los de la das las lecturas a la Foucault. Finalmente,
religión católica (122). Importa notar que la nos ha enseñado que la religión está pre-
lectura matizada de Valis supera con mucho sente igualmente en la literatura, como lo
una lectura reduccionista a la Foucault, se- está en la modernidad, y que le da forma
gún la cual el único objetivo de Fortunata y muchas veces a textos no explícitamente

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religiosos. Noël Valis ha escrito un libro protagonistas de las láminas centrales de


riguroso e inquietante; sobre todo, ha es- este tipo de revistas y periódicos.
crito un libro que transforma la manera en El primer capítulo hace un repaso teó-
que contemplamos la modernidad. rico en torno al concepto de fetichismo;
tomando como referencia la teoría psicoa-
MAITE ZUBIAURRE nalítica, Charmon-Deustch se adentra en el
imaginario masculino, como principal
«consumidor» de este tipo de imágenes. El
fetichismo fálico o psicológico, tratado en
CHARMON-DEUTSCH, Lou. Hold that la teoría freudiana durante la década de los
pose. Visual culture in the Late-Nine- veinte, se incorpora a la teoría de la pos-
teenth-Century Spanish Periodical. Pen- modernidad a través de los estudios femi-
nsylvania: The Pennsylvania State Uni- nistas de Anne McClintock, Naomi Schor
versity Press, 2008, 192 pp. y otros. Específicamente, desde los estudios
de McClintock, en los que se integran el
La prensa se erige en el siglo XIX como psicoanálisis y el materialismo histórico, se
un medio fundamental de la vida urbana en aprehende el fetichismo desde una perspec-
la que se ponen de relieve cuestiones como tiva intercultural en la que no quedan des-
la producción, la tecnología y la economía; terradas las condiciones sociohistóricas y
los avances en la impresión fotomecánica económicas bajo las cuales se produjeron
permiten mostrar los atractivos de la Es- este tipo de imágenes. Desde este punto de
paña urbana y los sucesos que ocurrían en vista, el fetichismo se convierte no sólo en
contextos cada vez más alejados; de este un trauma individual de castración, sino en
modo, llega a ser un ingrediente importante un desorden psicológico colectivo. Los
de la vida colectiva actuando como un tes- principales años de producción de esta es-
timonio discursivo de su complejidad y de tética son precisamente los posteriores a la
su idealizada urbanidad. La monografía crisis del 98. De este modo, las imágenes
de Charmon-Deutsch, sustentada en un rico de las que venimos hablando harían refe-
y riguroso aporte documental, se adentra rencia a una pasada diversidad racial que
en las dimensiones políticas y psicológicas necesitaría ser reprimida para continuarse
del género de imágenes que captó más la autoimaginándose como una nación-estado
atención en el momento de mayor éxito de homogénea.
este tipo de publicaciones: la última déca- El segundo capítulo analiza los avances
da del XIX. fotomecánicos que se incorporan a la pren-
Los retratos femeninos se convierten en sa de periodicidad semanal entre 1880 y
la clave visual; alcanzan tal nivel de so- 1910. La fotografía, como valor imprescin-
fisticación y refinamiento que llegan a ser dible de las revistas ilustradas, fue una
asociadas al pasado y a un tipo de arte técnica costosa que encareció notablemen-
superior radicalmente opuesto a lo realis- te las publicaciones, de ahí que su presen-
ta. Entre estos retratos femeninos, la auto- cia fuera limitada. A pesar de ello, una de
ra acude a un tipo específico: se trata de las primeras revistas que entendieron la po-
justamente de aquellos en los que la figu- tencialidad de esta técnica fue Museo Uni-
ra femenina aparece envuelta en un halo de versal cuya presencia en la prensa española
exotismo; casi siempre en poses similares, se remonta a las primeras décadas del XIX;
estas mujeres «orientales» o norteafricanas, en ella y en otras muchas, la fotografía
judías, gitanas, circasianas, tomaron tal convivió con la ilustración hasta el punto
nivel de popularidad que se convirtieron en de la mutua influencia: mientras la fotogra-

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fía tomaba temas y clichés propios de la señalar la actitud hipócrita que, frente a las
ilustración, ésta tomaba la misma sensación cuestiones raciales, sostenía la cultura nor-
de inmediatez y triple dimensionalidad de teamericana; al mismo tiempo, sirven a la
la fotografía. Del mismo modo, la interven- autora para el análisis pormenorizado de
ción del ilustrador en la fotografía fue una las imágenes que suscitaban las nacionali-
constante para mostrar una mayor precisión dades implicadas en el conflicto.
en los contenidos. No obstante, con el Por último, las conclusiones ahondan en
avance del siglo se fueron incorporando las circunstancias contextuales que afecta-
nuevos progresos tales como la captura de ban directamente a la prensa española, la
imágenes en movimiento aplicadas, sobre cual, a pesar de su intensa proliferación en
todo, a los reportajes de guerra y de acon- el último cuarto del XIX y en las primeras
tecimientos de actualidad. décadas del XX, no alcanzó, ni mucho me-
El siguiente capítulo, dedicado especí- nos, los niveles de producción de los prin-
ficamente al Blanco y Negro dirigido por cipales países europeos; en ello tuvo mu-
Torcuato Luca de Tena, se adentra en la cho que decir la variable legislación que a
reproducción masificada de las imágenes a través de distintos gobiernos y regímenes
través de la aplicación de nuevas técnicas políticos limitó tanto las tiradas de las di-
durante las últimas décadas del XIX. El aba- versas publicaciones como la libertad de
ratamiento de los costes de la producción expresión.
de la prensa fue uno de los motivos del
meteórico éxito del semanal Blanco y Ne- EVA SOLER SASERA
gro así como la creación de temas y fic-
ciones que conectaron inmediatamente con
la emergente clase media española; en este
sentido, las ilustraciones centraron su aten- ACUÑA Y VILLANUEVA, Rosario de.
ción en una representación idealizada de la Obras Reunidas. Bolado, J. (ed.). KKK
sociedad: desde las clases trabajadoras que Ediciones, Ayuntamiento de Gijón –
son mostradas ajenas a cualquier concien- Instituto Asturiano de la Mujer – Ca-
cia de clase o problematización de conflic- jastur, t. I y t. II, 2007, t. III, 2008, t.
tos laborales hasta los distintos tipos po- IV y t.V, 2009.
pulares y rurales en los que aparecían re-
presentadas las diferentes regiones La incansable labor de José Bolado bus-
españolas. Del mismo modo, el continente cando pacientemente por los rincones más
americano se erigió en un motivo para el escondidos y reuniendo los dispersos testi-
acercamiento al exotismo que su diversidad monios de Rosario de Acuña ha constituido
étnica podía sugerir al lector. En esta lí- un meritorio y prolífico esfuerzo que ha
nea, la guerra de Cuba fue el verdadero quedado consolidado en cinco tomos para la
detonante para la representación de la otre- posteridad. Estas «Obras Reunidas» cuyo
dad; a ello se dedica íntegramente el últi- acogedor concepto encierra en sí la invita-
mo capítulo: el nacionalismo español flo- ción a la aproximación, al diálogo, están
reció en las caricaturas políticas que proli- formadas por multitud de artículos, cartas,
feraron tanto en publicaciones liberales cuentos, obras de teatro….etc., a los que de
como conservadoras y que recurrían a tó- otra manera sería difícil, en algunos casos
picos nacionales que enfatizaban la supe- imposible, acceder. Esta obra así reunida
rioridad militar e histórica. De este modo, tiene la virtud de haber inmortalizado en su
los ataques contra los Estados Unidos así entidad y conjunto la extensa proyección
como contra los insurgentes cubanos apo- escrita de una mujer reflexiva, activa y lu-
yaban una propaganda que se sustentaba en chadora incansable. El temperamento fuer-

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te y militante de Rosario de Acuña, su trascendente, estimulante a la imaginación,


directa penetración en ciertos temas, sus por la que siempre respira y palpita el alma
preocupaciones sociales, políticas o trans- Rosario de Acuña. El punto final quedará
cendentes, a la par que sus fibras más emo- puesto entre nuevas inclusiones y los con-
tivas y sensibles han traspasado intactas la siguientes agradecimientos. Es de notar
barrera del tiempo. también la precisión con que está elegida
Rosario de Acuña, según va apareciendo la documentación visual. Veamos con ma-
reflejada en estos tomos, tanto podía resul- yor detalle el plan de la obra.
tar, brusca, huidiza o huraña como atractiva El tomo primero recoge artículos escri-
y fascinante; digamos que tenía una poco tos entre 1881 y 1884. Este recorrido cro-
habitual manera de seducir. Sin embargo nológico permite ver el abanico de perió-
fueron bastantes los hombres que sostuvie- dicos, algunas veces bastante distantes en
ron con ella un satisfactorio intercambio de el espacio geográfico, que recogieron las
ideas y complicidades de espíritu, de seme- palabras de la escritora durante las mismas
janzas en las actitudes morales, de afectos y fechas. Facilita la aproximación paso por
sensibilidad hacia ciertas situaciones, pese a paso al recorrido de su vida. La actividad
que no debía de ser fácil penetrar dentro de periodística de Rosario de Acuña estuvo
su círculo más próximo. También mujeres siempre tejida entre las restantes manifes-
dispuestas a mantenerse en tesituras poco taciones de su creatividad, poesías, discur-
convencionales entraron en buena comuni- sos, cuentos o piezas de teatro, y de su
cación con ella. Estamos ante una persona- intimidad personal discreta y sinceramente
lidad fuerte y compleja. Los temas, las pre- insinuada en su correspondencia epistolar.
ocupaciones que manifiesta Rosario de Todas ellas irán quedando recogidas en los
Acuña y aquí aparecen recogidos pertene- tomos siguientes. Este primer tomo cuenta
cen a otro momento histórico. Es evidente, con una magistral y exhaustiva presenta-
pero como quiera que sus reflexiones están ción de la vida y movimientos de Rosario
centradas desde actitudes y valores perma- de Acuña. La biografía escrupulosamente
nentes en el alma humana toman un carác- pensada, tramada en su contexto histórico
ter universal. Es decir, mantienen interés en y bien tomado el pulso cultural, ya mere-
estos momentos y no solo como una mera cería un libro exento por sí misma, pero
curiosidad. queda ahí discreta y en buen hermanamien-
El incesante cuidado de esta edición se to con los primeros artículos.
manifiesta desde la primera hasta la últi- El tomo segundo contiene todos los
ma línea que dan vida a estos cinco tomos. artículos escritos entre 1885 y 1923 año en
La obra se abre con una minuciosa biogra- que muere Rosario de Acuña. El tercer
fía cuidada hasta el detalle, la disposición tomo bajo el título «Prosa» encierra discur-
de todas las piezas queda armoniosamente sos como el leído el 15 de septiembre de
encadenada entre una cronología seguida 1888 en el Ateneo-Obrero de Gijón o el
año por año y contando el género literario pronunciado al año siguiente en la instala-
de las aportaciones. La mano cuidadosa de ción de la logia femenina Hijas del pro-
su editor está permanentemente presente. greso, algunos cuentos y fragmentos lite-
La aparente variedad de los temas desple- rarios. Es imposible aunque solo fuera ci-
gados a lo largo de los cinco tomos queda tar de nombre en este reducido espacio
simplificada por las preocupaciones, cons- otros interesantes discursos, cuentos y con-
tantes, insistentes y recurrentes de Rosario ferencias contenidos este tomo. Y es que
de Acuña. Así como la diferencia de gé- el soporte para la reflexión va desde mi-
neros literarios está homogeneizada en una núsculos pretextos —«Sobre la hoja de un
misma clave de sonido: limpia, traslúcida, árbol»— pasando por otras preocupaciones

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locales, regionales, hasta el país al comple- te parece tuviese el don de levantar las
to —«¡España!»— y continúa rompiendo pasiones por donde ella pasaba.
fronteras llevando la atención a escenarios El tomo quinto bajo el sugestivo título
más lejanos —«El hambre en Rusia» o «Lírica y otras prosas» deja puesto el bro-
«Un saludo a América»—. che final. Este tomo lejos de terminar de
El pensamiento militante de Rosario de manera brusca o cerrada deja libre y esti-
Acuña no descansaba jamás. La panorámi- mulada a la voluntad para seguir buscando,
ca sobre sus inquietudes, obsesiones y si es posible, y sobre todo para volver sobre
compromisos sociopolíticos queda recogi- los tomos precedentes en una especie de
da de una manera integral y completa: la bucle sin fin. Pues, esta obra concluye con
búsqueda de la sintonía con la naturaleza nuevas aportaciones a la biografía personal,
que sólo se encuentra desde el corazón testimonio documental y consiguientes
como en El secreto de la abuela justa; sus agradecimientos a personas que mientras
insistentes preocupaciones por los obreros; esta edición estaba abierta han respondido a
por las educación como en su discurso: «El la insistente búsqueda de detalles y puntos
ateismo en las escuelas neutras» … etc. Y aún no desvelados que continuaban preocu-
sobre todo, repitamos, es destacable su pando a José Bolado. Una manera elegante,
capacidad de sintonizar con la naturaleza generosa y sincera con que su comprometi-
en multiplicidad de registros, dejando siem- do editor ha tratado de poner ese punto fi-
pre interesantes sugerencias morales y so- nal técnicamente requerido. Aunque, la ver-
ciales a desprender entre la metáfora y la dad, particularmente yo más que un «adiós»
personificación, como en «la abeja deste- veo un «hasta siempre».
rrada» o «desde el nido del águila» o ¡Ilu- Una obra que, en efecto, da voz y pa-
sión! … (recuerdos de una alondra)» o «El labra a tan singular mujer cuyos pensa-
primer día de libertad (memorias de un mientos y sentimientos ella siempre nece-
canario)» y el largo etc., que cualquiera sitó ver reflejados sobre el papel propician-
que lea con interés podrá descubrir por sí do así la resonancia sobre otras mentes,
mismo. Otras veces va directa, sin rodeos corazones y sensibilidades. Gracias a ello
«Al público» o a terrenos más explícitos también nosotros podemos ahora compar-
como «La higiene en la familia obrera», o tir aquellas sutiles dimensiones. Todo ello
con claras connotaciones sociales como desde un profundo compromiso con la
«La vuelta de los reservistas». existencia y buscando las posibles armonías
El cuarto tomo está dedicado a los a entablar desde la naturaleza y con la
«Cuentos, cartas y teatro». Comienza con sociedad.
tres cuentos de agradable lectura: Melchor,
Gaspar y Baltasar; la sugerente y precio- M.ª JOSÉ LACALZADA DE MATEO
sa alegoría Certamen de insectos y La casa
de muñecas donde entra a fondo en la
cuestión de la educación de las mujeres.
Queda aquí recogida también su «Valiosí- MADARIAGA DE LA CAMPA, Benito.
sima adhesión» a Las Dominicales del Li- Aventuras y desventuras de un trota-
bre Pensamiento que, además de propiciar mundos de la poesía. Recuerdo y ho-
su ingreso en la masonería meses después, menaje a Pío Fernández Muriedas.
atrajo un sinfín de nuevas adhesiones. En- Santander: Gobierno de Cantabria,
tre las piezas de teatro recogidas en este 2009, 90 pp.
tomo, destacaremos Rienzi el tribuno y El
padre Juan que despertaron no menos re- Benito Madariaga de la Campa, ese gran
vuelo a su alrededor. Y es que ciertamen- conocedor de las cosas de Cantabria, de

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Benito Pérez Galdós, de Marcelino Menén- gran parte de la actividad cultural españo-
dez Pelayo, de José M.ª de Pereda, de Mar- la en los años del franquismo: institutos,
celino Sanz de Sautuola, de José Gutiérrez casinos, cajas de ahorro, universidades. Al
Solana, retrata en este libro la figura del mismo tiempo, el libro ofrece información
poeta, actor y recitador Pío Fernández Mu- para iniciar estudios acerca del modo de
riedas, que inició su trayectoria como actor representar la poesía, sobre cómo la poe-
en la compañía de Margarita Xirgu en la sía culta llegaba a diferentes capas socia-
temporada de 1921-22. Pero Fernández les, y sobre cómo era recibida por éstas.
Muriedas, republicano y secretario de la Hay también testimonios acerca de su
Unión de Escritores y Artistas al servicio de modo de interpretar y usar la voz, que
la República, que tras la Guerra, la conde- interesan para conocer los recursos del
na y el indulto, se llamó Fernández Cueto, «actor». El libro, aunque se centra sobre
fue conocido sobre todo como recitador. el recitador, tiene suficiente información
Madariaga se vale de un volumen de para tratar aspectos relacionados con «lo
información importante, aportada por la popular», en una época cercana en el tiem-
familia, para hacer el retrato del que fue po, y así poder establecer puentes para
su amigo. Gracias a este material se pue- hacer el estudio de las continuidades. Gra-
den conocer sus exiguas ganancias, las cias a esa información (cartas, programas,
actuaciones que llevó a cabo, los circuitos libros de cuentas, recortes periodísticos,
del teatro popular, sus amistades y el re- fotos, caricaturas –mucha de ella reprodu-
pertorio de autores que ofrecía en sus re- cida en el libro–) se puede estudiar la per-
citaciones. Fernández Cueto, en la tradición vivencia de formas de transmisión oral de
del juglar medieval, del ciego y de sus conocimientos cultos y el modo en que lo
descendientes, aquellos actores que reco- popular y lo «sabio» se relacionan. Él se
rrían el territorio improvisando unas veces, mantuvo fiel a una tradición que desapa-
recordando otras escenas teatrales y versos rece (quizá por eso dio un recital en casa
de autores clásicos, incorporó a sus actua- de Menéndez Pidal) y que poco tiene que
ciones las obras de poetas como Miguel ver con el trabajo de otros, como Paco
Hernández, Blas de Otero, Lorca, Alberti, Ibáñez, que también difunden la poesía. A
además de las de Gerardo Diego, Unamu- Fernández Muriedas no le gustaba que los
no, Antonio Machado, Dámaso Alonso y cantantes pusieran música a poemas aje-
otros. Aleixandre, Pemán, Buero Vallejo, nos. Su caso es prácticamente único en la
Gabriel Celaya, Pío Baroja, entre otros, le época, pues aunque existieran otros recita-
ayudaron económicamente, e incluso en dores, casi todos eran actores o cantantes
1963, cuando vuelve a Santander y está (recuérdese a Paco Valladares y al ya ci-
enfermo, ofrece su colaboración en tareas tado Paco Ibáñez). En este sentido, el li-
culturales al Ministerio de Información y bro testimonia un tipo de arte en proceso
Turismo, que el ministro, entonces Fraga acelerado de desaparición: el de los espec-
Iribarne, acepta. No parece, sin embargo, táculos itinerantes sin apoyo institucional
que la relación fuera más allá. que difunden cultura. En cierto modo, Pío
Este libro de Benito Madariaga permi- Fernández Muriedas es el último represen-
te conocer el modo de trabajar de los me- tante de la bohemia ideológica de Max
diadores culturales, los espacios en los que Estrella, que, al apostar por la palabra,
desarrollan su trabajo, en este caso, desde daba la espalda a la época que se aveci-
el escenario de un cine o un teatro a una naba: de efectos visuales y digitales en los
taberna o unas cuadras, pasando por el que el ruido sustituye al verso.
pórtico de una iglesia y demás locales se-
mialternativos en los que se desarrolló JOAQUÍN ÁLVAREZ BARRIENTOS

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RESEÑAS DE LIBROS 651

ESPINOSA, Aurelio M. Cuentos populares comprende (desde la difícil sintonía entre


recogidos de la tradición oral de Es- sencillez y erudición) la riqueza inusitada
paña. Díaz Viana, L. y Asensio Llamas, de esta colección de cuentos y, por ende,
S. (int. y revisión) Madrid: CSIC.. su trascendental importancia para los estu-
2009. 868 pp. Serie De acá y de allá. dios etnográficos. Como se comprenden
Fuentes etnográficas, n.º 4. con igual naturalidad las paradojas vitales
que el objeto folklórico –aquí el cuento–
La colección de cuentos de Espinosa es ha venido experimentando en la historia de
deslumbrante. Pa rece una obviedad. Y la investigación merced a su capacidad
deberíamos saberlo, pero la edición en un identitaria, a su vocación inherente de ac-
solo volumen (reunidos los 280 etnotextos tuar como testimonio del «alma del pue-
con sus estudios correspondientes) que blo» que lo usa.
ahora publica el CSIC desborda el respeto El caso es que la edición (Universidad
que pudiéramos tener al folklorista y lo de Stanford, 1923-26) y la reedición (CSIC,
convierte en devoción. 1946-47) de esta frondosa colección de
Aurelio Macedonio Espinosa (1880– cuentos fueron posibles en buena medida
1958), oriundo de El Carnero, una peque- gracias a la intervención de dos investiga-
ña aldea del Valle de San Luis (Colorado), dores más distantes en la ideología que en
era un ya experimentado profesor de la el tiempo: Ramón Menéndez Pidal y Ángel
Universidad de Stanford cuando en el ve- González Palencia respectivamente.
rano de 1920 llega a España —comisiona- No glosaremos las circunstancias ni los
do por la American Folklore Society— con resultados de la concurrencia de González
el propósito exclusivo de recoger cuentos Palencia en la publicación española de la
de la tradición oral peninsular. Una tradi- obra de Espinosa, pues bien jugosa resulta
ción en la que él había situado la raíz y el la introducción de Díaz Viana y Asensio
fundamento de la narrativa popular ameri- Llamas en este sentido, y a ella remitimos
cana, muy bien conocida por Espinosa a al lector interesado. Sí es sumamente inte-
esas alturas, tras casi veinte años dedicado resante y del todo conmovedor acercarse al
a su recolección y estudio. Al trabajo de momento en que se encuentran Menéndez
campo precede, pues, la teoría, y ésta se Pidal y Espinosa, en el verano de 1920,
funda en la convicción de que la gran ma- cuando el segundo desembarca en España
yoría de los cuentos son de procedencia e inmediatamente se pone en contacto con
oriental, y que ha sido España —y espe- el Centro de Estudios Históricos, conven-
cialmente el crisol de culturas que fue cido de que en la persona del maestro Pi-
España en los siglos medievales— el pun- dal hallaría la llave de su búsqueda.
to de partida de la difusión de esta litera- Así fue. De la entrevista con Menén-
tura en la otra orilla del Atlántico. Sus dez Pidal obtiene Espinosa un mapa orien-
convicciones evolucionistas lo sitúan en la tativo y una indicación certera de por dón-
órbita del folklorismo europeo; sin embar- de comenzar la recolección: Cantabria. Su
go, en ningún momento llega a desvincu- paso por la antigua provincia de Santan-
larse de la escuela norteamericana, con la der y, sucesivamente, por las de Palencia,
que comparte —entre otras cosas— la Burgos, Valladolid, Soria, León, Zamora,
identificación del folklore con folk litera- Segovia…, lleva al investigador americano
ture, a saber: literatura popular. del interés al entusiasmo, de manera que
Es pues Espinosa «un folklorista entre al culminar los cinco meses que duró su
dos mundos», como con claridad explican recolecta llega a manifestar su deseo de
Luis Díaz Viana y Susana Asensio en su que sus protectores de la American Folklo-
estudio introductorio, a la luz del cual se re Society le subvencionen un nuevo viaje

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a España, pero no de cinco meses, sino de gente! Este es el verdadero país de la li-
cinco años. Anécdotas aparte, merece men- bertad personal. Todos me ayudan, nadie
cionarse la correspondencia mantenida en- me molesta. Aquí en esta misma fonda
tre Espinosa y Pidal a lo largo del periplo hablé con el señor de la fonda y anoche
de aquél, hoy depositada en el Archivo me envió al cuarto dos criados que sabían
Menéndez Pidal-Goyri, según he podido romances y cuentos»; y convertido ya en
saber gracias a José Manuel Fraile Gil. sistemático recolector de romances avisa
Cartas de navegante que van trazando el así de sus descubrimientos en una epístola
derrotero del profesor americano y que van enviada desde Calatañazor (Soria), el día
describiendo el deslumbramiento ante la 18 de septiembre: «Aquí van 6 Bodas es-
tradición peninsular que hará expreso en la torbadas, 2 de Burgos, una de Santander,
introducción que pone al frente de la edi- una de Aragón, una de Valladolid y otra
ción de 1923: «Los cuentos populares se de Valencia del Cid; y 2 Gerineldos soria-
encuentran en España en todas partes. Lo nos, muy buenos y con sus respectivas
único que importa es conocer el material Bodas estorbadas y uno sin la Boda».
tradicional y escoger los buenos (…). Los Puede que la comunión establecida con
cuentos y los romances abundan donde- Menéndez Pidal (esa impresión tenemos)
quiera. España es un país viejo, sanamen- generara en Espinosa un interés singular
te viejo, y la tradición oral está todavía en por los cuentos que iba recolectando. De
pleno vigor». hecho, parece que las cuestiones que a él
Ignoramos si, antes de su viaje a Es- le parecen trascendentales a la hora de
paña, Espinosa conocía la médula del ro- afrontar el estudio de la cuentística hispá-
mancero hispánico, ésa que llega a com- nica están íntimamente vinculadas a la
prender emocional e intelectualmente cuan- perspectiva que por aquel tiempo prevale-
do —a instancias de Don Ramón— incluye cía en los estudios del romancero por par-
en sus pesquisas la búsqueda de baladas te del matrimonio Pidal-Goyri. En tal sen-
romancísticas. Lo cierto es que hechizado tido, Espinosa declara en su introducción
—como tantos otros— por la fe pidaliana a la primera edición de Stanford que la
en la vitalidad del romancero, Espinosa re- problemática que afronta en los cuentos
coge con igual entusiasmo tanto los anhe- populares es triple: su origen, su razón de
lados cuentos españoles como los roman- ser (correctamente interpretada por Díaz
ces que le van saliendo al paso. En esas Viana y Asensio Llamas como su «funcio-
cartas que citamos hay innumerables testi- nalidad»), y la transmisión y evolución de
monios de ello. Así, en una fechada el 19 los temas literarios.
de julio de 1920 dice: «Después de moles- Más allá de sus declaraciones explíci-
tarle y hablar con Vd., se aumentó al 100% tas, da la impresión de que el contacto de
el grande interés que siempre tengo por el Espinosa con el mundo del romancero le
Romance Tradicional. Me decido a ayudar- reportó una comprensión esencial de la
le activamente recogiendo cuantos podré dinámica de lo tradicional, de esa «noción
recoger romances. Dígame Vd. qué roman- de apertura» que María Goyri había siste-
ces le hacen falta, como ya convenimos, de matizado casi sin saberlo en su estudio de
qué regiones, etc. y también sería bueno, La difunta pleiteada / de 1909; y, si va-
ya que yo todo lo he de escribir a máqui- mos a sus Notas (a esos comentarios tan
na (me acompaña una máquina Corona), iluminadores que ahora se publican junto
que se sirviese indicarme la forma en que a cada grupo de cuentos), da la impresión
Vd. los pone a máquina»; en otra del 14 incluso de que la obra de Espinosa se ade-
de agosto escrita en la Fonda Ávila excla- lanta a su tiempo percibiendo la vecindad
ma: «¡Qué bella es España, qué buena su entre los géneros tradicionales, cuento y

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romancero, e identificando lo que andan- el deseo carnal en la obra lorquiana y con-


do las décadas habría de formularse como sidera el legado de dichos textos como
«fábulas» y «modelos actanciales». danza y teatro musical. La colección edi-
Proverbial es en este sentido el estudio tada por Federico Bonaddio, A Companion
de los cuentos de encantamiento, y en espe- to Federico García Lorca (Woodbridge: Ta-
cial el correspondiente al grupo de La niña mesis, 2007), explora las diversas interpre-
perseguida. Sin descubrir secretos que es taciones sobre la vida de Lorca cuyos bió-
menester que el lector vaya desvelando y grafos han tratado de dar forma a sus par-
disfrutando, alentamos a la lectura de este ticulares tesis, y considerar el modo en que
puñado de relatos a la luz de sus notas; y al éstas han sido incorporadas en las esferas
goce de bucear en la siempre misteriosa di- literarias y cinematográficas. Mi propio
námica de la tradición oral que muy pocos trabajo, Federico García Lorca (Abingdon:
saben explicar. Espinosa –conocimiento, Routledge, 2008) examina el modo en que
sentido común e intuición a la vez – sabe el fantasma de Lorca atormenta a la Espa-
hacerlo, y conviene leer por ello ese univer- ña contemporánea y el panorama cultural
so entretejido hilo a hilo en el que el cuen- más allá de sus fronteras, explorando el
to popularísimo de La niña sin brazos y legado de sus obras (como montajes ope-
añejas baladas de tema incestuoso como Sil- ráticos, cinemáticos, teatrales y de danza)
vana o Delgadina se entrelazan en la memo- y la vida y muerte del autor (visto a tra-
ria, la expresión y el deseo. vés del cine biográfico, canciones de rock,
Agradecemos, en fin, el regalo que los prosa y poesía, y la industria turística en
editores nos hacen de esta edición de todo Granada).
lo que sabía Espinosa: un corpus y unos En su estudio Jonathan Mayhew ha to-
estudios que estos tiempos nuestros han mado como punto de partida la resonancia
desahuciado. de Lorca en el mundo de habla inglesa
para llevar a cabo una fascinante explora-
MARÍA JESÚS RUIZ ción de los muchos Lorcas que existen en
la imaginación poética de Norteamérica. El
Lorca americanizado que aparece en estas
páginas es una escurridiza entidad multi-
MAYHEW, Jonathan. Apocryphal Lorca: facética, y una construcción abiertamente
Translation, Parody, Kitsch. (Lorca ideológica. Al explorar la variedad de sus
Apócrifo: Traducción, parodia, kitsch). escritos, Mayhew le sitúa como un ‘cosmo-
Chicago: The University of Chicago politan intellectual’ (p. 10) y sus formas
Press, 2009, 240 pp. literarias híbridas demuestran un conoci-
miento erudito de la cultura literaria de su
La vida posterior a la muerte de Fede- país. Por otro lado, el autor no perpetúa los
rico García Lorca ha sido, recientemente, estereotipos de ‘childlike innocent… untu-
el centro de mucha atención por parte de tored folksinger … or duende-possessed
hispanistas, quienes han dejado de lado por surrealist’ (p. 15) sino que intenta separar
un momento el estudio de sus textos tea- al ‘artistic creator’ de la ‘poetic voice’ (p.
trales y su poesía para investigar el lega- 15). Aunque Mayhew reconoce el poder de
do de su vida y obra. El inteligente traba- estos tópicos, se mantiene hábilmente al
jo realizado por Paul McDermid, Love, margen.
Desire and Identity in the Theatre of Fe- En vez de interpretar la poesía de Lor-
derico García Lorca (Woodbridge: Tame- ca a través de su vida (o su muerte), Ma-
sis, 2007) va mas allá de una contempla- yhew analiza varios ejemplos de cómo la
ción de la dinámica del amor metafísico y poesía de Lorca inspira nuevas lecturas

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textuales (a través de formas poéticas y ticas al trasladar la poesía al inglés. El


prosa crítica). En mi opinión, ésta es una método de Blackburn mezcla ‘imagistic
decisión muy acertada. Se articulan así clarity and nuanced musicality’ (p. 69). La
explícitamente las tensiones: hay una sen- versión de Hughes del Romancero gitano
sación de ‘resentment of the virtual mono- es elogiada por ‘its colloquial sharpness
poly of Lorca in the reception of Spanish and its musicality’ (p. 57). En efecto, la
poetry in the United States’ (p. xv) y un intervención del poeta, según Mayhew, no
reconocimiento de que Lorca es el prisma es, ni invisible ni molesta (p. 58), mien-
a través del cual se lee la poesía española tras que las traducciones de Stephen Spen-
en EE.UU. Se considera la forma en que der-J.L. Gili, partiendo del influyente tra-
fue, empleando el término de Venuti, ‘do- tado Selected Poems editado en 1955 por
mesticated’ a través de traducciones diri- New Directions, son más torpes y diluídas
gidas al lector americano. Sin embargo, el (pp. 60-63). Las enrevesadas traducciones
libro también reconoce que Poeta en Nue- de Ben Belitt son asimismo objeto de una
va York, escrito en EE.UU., fue publica- disección precisa por parte de Mayhew, al
do por primera vez en 1940 en edición tiempo que la versión inglesa del mismo
bilingüe y que el texto ‘belongs neither to traductor del ‘Juego y teoría del duende’
Spanish nor to American literature’ (p. 24). de Lorca en 1955 es responsable de ‘trans-
El enfoque principal de Mayhew son formar la recepción de Lorca en los
los poetas que emergieron durante la Gue- EE.UU. (p. 64). Significativamente, por
rra Fría y que se asociaron con The New insuficientes que se juzguen estas traduc-
American Poetry, haciendo crónica de las ciones, no aminoraron el creciente entusias-
formas en que utilizaron a un escritor que mo por la obra poética de Lorca.
ellos percibían como alguien que intenta- La poesía ‘Deep image’ (obras emotivas
ba forjar una poética nacional, para así lle- preocupadas por las cualidades exaltadas de
var a cabo un proyecto parecido en objetos y las relaciones entre cada imagen
EE.UU. La asimilación de Lorca por parte evocada) se examina en el cuarto capítulo,
de un proyecto de nacionalismo america- a través del surrealismo de Robert Bly y
no genera paralelos intrigantes entre James Wright. En el mejor de los casos las
EE.UU. y España, como naciones ‘on the traducciones que Lorca hizo de la obra de
margins of European culture’ que promue- Bly son juzgadas ‘insensitive to the linguis-
ven mitos de ‘extreme individualism’ (p. tic specificity of the original text (p. 95) y,
30). El impacto de Lorca en la música en el peor de los casos, se consideran
americana clásica, folk y popular se con- ‘clumsy and inaccurate’ (p. 96). Jack Spicer,
cibe como una extensión de su legado en el quinto capítulo, se convierte en el au-
poético. Mayhew resalta la influencia de tor que ha presentado ‘the most extended
Lorca como ‘a patron saint’ (p. 27) del and complex instance of Lorquian apo-
multiculturalismo de América, y cita en crypha in any language’ (p. 103). Su traba-
particular su impacto sobre los poetas afro- jo de 1957 ‘After Lorca’ incluye (entre
americanos y gay. Mayhew tampoco igno- otros textos) un prólogo compuesto por Lor-
ra el primitivismo de la visión lorquiana de ca desde el más allá, conferencias de Spicer
la vida afro-americana, ni la domesticación dirigidas a Lorca, y traducciones de poesías
kitsch del duende creado por escritores de Lorca, reales y ficticias. En este caso la
como Edward Hirsch y Nathaniel Mackey. traducción añade un examen del momento
La estrategia de domesticación de tra- ‘where Lorca’s voice ends and where
ductores-poetas (por ejemplo, Langston Spicer’s begins’ (p. 115) — o tal y como lo
Hughes y Paul Blackburn) analizada en el articula Spicer, la idea de que las poesías
tercer capítulo, explora sus decisiones poé- han sido dictadas más que traducidas. Para

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Mayhew es un proceso de ‘metapoetic re- país, operan como iconos a través de los
flection’ sobre el acto de escribir (p. 117). cuales se auto-define una cultura (p. 35).
Como observa en el ‘After Lorca’ de Cre- Para Mayhew, Lorca no goza de una iden-
eley, el poeta español se convierte en ‘a tidad estable. ‘Who, or what, is Lorca?’ se
blank slate onto which any cultural meme pregunta al comienzo del primer capítulo
associated with the Spanish-speaking world’ del libro (p. 1). Al final no hay respuestas
puede ser escrito (p. 106). concretas, pero el viaje original y erudito
La influencia de Lorca sobre Frank que Mayhew crea basándose en la recrea-
O’Hara y Kenneth Koch se retrata en los ción de Lorca por parte de estos poetas
capítulos sexto y séptimo respectivamente. americanos, a través de la traducción y la
O’Hara forja el adjetivo Lorcaesque para configuración literaria, ofrece un tratamien-
describir un rol ‘performed ironically’ (p. to cautivador del duradero legado del mo-
129) y Mayhew describe los puntos de co- delo lorquiano basado en ‘romantic genius
nexión entre ellos sin obviar todo lo que les and cultural essence’ (p. 180).
diferencia. Asimismo en el caso de Koch, su
‘devotion’ a Lorca está contextualizada den- MARÍA M. DELGADO
tro de un conocimiento más amplio de la
cultura francesa que enmarcó su producción
literaria. El arma de Koch es la parodia al
crear una crítica del estereotipo cultural que ATERO BURGOS, Virtudes. Cancionero
ha propuesto una visión altamente selectiva gaditano. Patrimonio oral de la provin-
de la poesía española (p. 154). El análisis de cia de Cádiz. Cádiz: Universidad de
las traducciones que Jerome Rothenberg Cádiz/Diputación de Cádiz, 2009, 828
hizo de Suites, en el capítulo octavo, y sus pp.
divagaciones creativas acerca de las poesías
en The Lorca Variations va más allá de una Recoge el presente volumen una edición
discusión del ‘Lorquian pastiche’ (p. 161) que podríamos considerar monumental ya
para así examinar la idea de ‘versioning’: que en sus más de ochocientas páginas se
múltiples versiones del mismo texto que recopila un extensísimo y nutrido cancione-
proponen un comentario sobre el proceso y ro de la provincia de Cádiz, labor a la que
la historia de la traducción de Lorca al in- su autora, la catedrática de Literatura Espa-
glés además de la espinosa relación entre ñola de la Universidad de Cádiz, Virtudes
traducción y pastiche. Atero Burgos, ha dedicado casi treinta años
Apocryphal Lorca, sin embargo, es de incansable actividad investigadora. Co-
mucho más que un estudio de las vidas menzó hace tres décadas, en efecto, la bús-
posteriores de Lorca en la poesía america- queda y recuperación de la literatura oral de
na entre principios de los años 50 y 70. la provincia de Cádiz, en la que implicó por
También ofrece un acercamiento histórico medio de entrevistas a centenares de muje-
a la traducción de su obra, descubriendo res y hombres de este rincón del sur. Gra-
reseñas de prensa significativas y discu- cias a ellos, la labor iniciada un día de sep-
rriendo acerca de reconocimientos críticos. tiembre de 1979 cuando comenzaba su tesis
El texto es elegante y fresco; el análisis doctoral, se habría de convertir en actividad
amplio e históricamente específico. Músi- permanente en la que ha conseguido un re-
cos afro-americanos enviados al extranjero conocimiento unánime en el hispanismo es-
como embajadores de buena voluntad, des- pecializado.
cribiendo los valores americanos de liber- Virtudes Atero Burgos, licenciada en la
tad y democracia siendo al mismo tiempo Complutense y doctora por la Universidad
víctimas de la discriminación en su propio de Sevilla, es pionera en la investigación de

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la literatura de tradición oral andaluza, a la transmitido oralmente, constituye un patri-


que, como hemos señalado, dedicó su tesis monio intangible que se considera único y
doctoral, Estudio del romancero tradicional el más rico de todo el universo.
de la Sierra de Cádiz. Desde entonces ha Hay que aludir también a las amenazas
capitaneado diversos proyectos de investiga- que sufre hoy esta enorme riqueza a causa
ción y ha dirigido diferentes tesis doctorales de la uniformada cultura urbana que ha aca-
sobre la oralidad, a la que ha dedicado casi bado en los últimos tiempos con la vida tra-
un centenar de publicaciones. Es autora de dicional, con los antiguos ritos colectivos, y
los libros Romancerillo de Arcos de la Fron- con los espacios naturales en los que la tra-
tera (1986), Romancero andaluz de tradi- dición oral surgía espontáneamente en las
ción oral (1986), Romancero de la tradición actividades diarias, en las faenas del traba-
moderna (1987), En la baranda del cielo. jo, en el mar, en el campo, en la mina, en
Romances y canciones infantiles de la Baja las fiestas religiosas y en los acontecimien-
Andalucía (1996), y Romancero de la pro- tos familiares, en las cárceles o en los regi-
vincia de Cádiz (1996), además de un Ma- mientos, en las reuniones amistosas propi-
nual de encuesta de Romancero andaluz. cias para burlas, sátiras y picardías... Con-
Catálogo-Índice (2003). Todos estos traba- vencida de la obligación de todos de
jos publicados, además de la metodología y rescatar y poner en valor esta otra manera
los progresos obtenidos, se han convertido de creación literaria, este despertar de la li-
en obras y actividades de referencia entre los teratura, la autora ofrece en su libro el re-
investigadores de la literatura de tradición sultado de sus investigaciones a través de
oral. un cancionero espléndido, nutrido de joyas
Indudablemente para el mundo de la insuperables, revelador de que en ese rincón
filología, pero también para el ámbito del de España se han mantenido hasta fechas
patrimonio documental, las aportaciones de recientes textos que es necesario preservar,
la profesora Atero y su equipo son impa- y no por un mero afán de arqueología cul-
gables, y la posteridad les reconocerá el tural, sino como una verdadera forma de
inmenso valor y la indiscutible trascenden- integración y de conocimiento.
cia de su labor y de sus aportaciones. Tras la publicación hace algunos años
Como ella señala cumplidamente, no es el por la profesora Atero Burgos del rico ro-
momento de destacar y subrayar la necesi- mancero gaditano, era preciso completar el
dad de preservar el innegable patrimonio panorama total de la oralidad literaria de la
intangible que supone la literatura de tra- provincia de Cádiz con la presentación de
dición oral en todo el mundo hispánico. este estudio riguroso de su cancionero líri-
Estamos refiriéndonos a una supervivencia co, en el que se advierten dos ámbitos cla-
de más de seis siglos, extendida por unos ramente diferenciados: el usado por la co-
territorios geográficos absolutamente exten- munidad adulta y el empleado por los niños
sos, ya que este patrimonio corresponde a en sus juegos. Ambas vertientes han sido
los pueblos que hablan español, portugués, tratadas por separado, ya que suponen mun-
catalán y judéo-español de todos los con- dos poéticos muy diferenciados. Por ello, en
tinentes. Pero también hay que hacer una este primer volumen se estudia y establece
mención de su extraordinaria riqueza de la realidad textual del cancionero lírico
motivos, su variedad temática, que se hace adulto. Para una próxima publicación queda
presente en los millares de textos recopi- pendiente el repertorio infantil.
lados, que ofrecen, además, el valor aña- Interesa hacer una referencia detenida a
dido de ser reflejo indiscutible de nuestra la metodología empleada para la construc-
historia, ya que el corpus de la poesía tra- ción de este inmenso corpus tradicional ga-
dicional, almacenado en la memoria y ditano, elaborado a través de diversas en-

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cuestas llevadas a cabo, entre los años 1975 cio y en su momento todos los textos reco-
y 2007, por distintos colectores en un prin- gidos y se identifican los informantes y sus
cipio y luego por equipos de investigación circunstancias en todos los casos. En marzo
desde las universidades andaluzas y en par- de 1985 se crea en Sevilla la Fundación
ticular desde la Universidad de Cádiz. Algo Machado con el objetivo primordial de la
más de la mitad de los textos fueron sur- recolección, estudio y promoción de la cul-
giendo en trabajos de campo orientados tura tradicional andaluza y su relación con
fundamentalmente a la búsqueda y rescate otras áreas culturales. Desde su nacimiento
de romances, por lo que la historia de la el rescate y estudio de la literatura de tradi-
recolección de estos materiales líricos coin- ción oral moderna de la Andalucía Occiden-
cide en parte con la del romancero. A par- tal se constituyó en una de sus metas prefe-
tir de los años setenta del siglo pasado se rentes. En tal Fundación se integra plena-
inicia en Cádiz una etapa radicalmente nue- mente y allí se depositan los archivos
va en la historia de las recolecciones litera- textuales y sonoros del equipo de la Docto-
rias orales. Desde ese momento, todos los ra Atero, que comienza a recibir ayudas de
trabajos de campo se realizan de forma sis- investigación de la Junta de Andalucía y de
temática, planificados geográfica y cronoló- la propia Fundación, para así continuar con
gicamente, con métodos científicos y, en el ambicioso proyecto que constata que a
muchos casos, con una clara orientación finales de 1986 había visitado ya todos los
académica. En 1979 se incorpora la profe- pueblos de la provincia de Cádiz.
sora Atero, orientada por el Prof. Pedro Pi- Detalla Virtudes Artero la sucesión de
ñero, de la Universidad de Sevilla, a los tra- trabajos hasta el presente por los distintos
bajos de recolección romancística de los equipos de investigación y por los diferen-
catorce pueblos de la Sierra, lo que consti- tes investigadores hasta llegar al fruto ma-
tuiría el corpus de su futura tesis doctoral. duro conseguido con este cancionero com-
El trabajo, que se extendió desde septiem- puesto por más de mil textos diferentes y
bre de 1979 hasta finales de 1982, le permi- originales, agrupados por géneros y por te-
tió comprobar la extraordinaria vitalidad de mas. Previamente, un estudio preliminar de
que gozaba la literatura oral en la zona, y los textos analiza el entorno humano y cul-
no sólo del romancero, que era su primer tural de la lírica oral gaditana con detenida
objetivo, sino también de las canciones líri- referencia a los espacios y la función y a
cas que inevitablemente fueron surgiendo los informantes. Se estudia también el trata-
en las encuestas. A partir de tales experien- miento de los materiales y se descubren los
cias, se plantea la posibilidad de completar criterios de ordenación del corpus, la pre-
la recolección referida a la provincia de sentación de los temas y los procedimientos
Cádiz, en una primera fase, para continuar de ejecución de apéndice e índices. Tablas
después con la de toda Andalucía Occiden- estadísticas y una extensa, precisa y detalla-
tal. Se comienzan los trabajos en equipo da bibliografía completan la parte analítica
para consolidar las técnicas de recolección previa a la parte documental. Se halla esta
y, después, completar el mapa provincial última ordenada, como hemos señalado, por
con encuestas individuales, dadas las mu- géneros y temas, partiendo de las coplas
chas ocupaciones de todos y pensando en (nanas, amor, sabiduría popular, burlas,
posibles trabajos académicos para los jóve- fiestas, juegos, oficios, etc.) y las canciones
nes investigadores. con diferentes conformaciones (monoestró-
Se planifican los trabajos de campo y se ficas con estribillo, seriadas, encadenadas,
respeta la diversidad comarcal, dadas las dialogadas, etc.) y especies (profanas, reli-
particularidades geográficas y culturales que giosas y navideñas, etc.).
ofrece la provincia. Se localizan en su espa- En definitiva, este Cancionero gaditano

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rescata del olvido y de su extravío irreme- abundante bibliografía crítica tanto de Es-
diable, un total de 1166 textos, en gran par- paña como de Europa y de los Estados
te inéditos, que se fijan o establecen debida- Unidos. Asimismo, pretende ser un examen
mente documentados con indicación de lu- más detenido de la relación entre los pa-
gar de procedencia y referencia documental limpsestos de William Faulkner, Euclides
y bibliográfica a sus antecedentes en can- da Cunha y Sir James George Frazer y sus
cioneros de la lírica popular antiguos o con- dos primeros ensayos, La inspiración y el
temporáneos pertenecientes a otros lugares estilo y Puerta de tierra, además de las
del ámbito hispánico, con lo que queda así tres primeras novelas escenificadas en el
muy clara y patente la vinculación de este «atrezzo» mítico de Región, a saber, Vol-
cancionero al universo cultural al que perte- verás a Región, Una meditación y Un viaje
nece. Con labores como ésta, realizadas a lo de invierno. Se examina la retroalimenta-
largo de tantos años, la cultura española y ción entre todos estos elementos para la
el patrimonio nacional están hoy, sin duda, deliberada articulación y desarrollo de un
algo más seguros que antes, cuando estas programa literario de carácter autorreferen-
canciones pervivían ¯milagrosamente en los cial ya germinado en sus ensayos.
últimos tiempos¯ gracias a la tradición oral En la primera parte de este libro se
en un mundo contemporáneo amenazado sostiene que la literatura de Juan Benet es
por la globalización cultural y por la pérdi- esencialmente una defensa del estilo sobre
da y extinción de las propias señas de iden- el argumento y esto se puede apreciar ya
tidad, autóctonas y singulares de cada lugar, en sus ensayos. En su primer libro, La
de cada comarca, aunque conectadas entre inspiración y el estilo, ya se hace mención
sí en el amplio y rico legado de la tradición del gran estilo que, según el madrileño, fue
popular hispánica. desapareciendo de la literatura española
desde la muerte de Cervantes y encontró
FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA su certificado de defunción en la aparición
y apogeo de los movimientos realista, na-
turalista y costumbrista en el siglo XIX. A
este proceso de descomposición lo denomi-
MACHÍN LUCAS, Jorge. El primer Juan nó irónicamente como «La entrada en la
Benet (1965-1972): La forja de un es- taberna». En pocas palabras, aquel suponía
tilo novelístico. Saarbrucken: VDM una vulgarización del estilo y de los con-
Verlag, 2009. 304 pp. tenidos literarios y artísticos para acercar-
se a unas mayorías literarias. En contrapo-
Este libro de Jorge Machín Lucas, pro- sición, la apuesta de Benet, tanto en los
fesor de la University of Winnipeg, supo- ensayos como en la novela, es la de una
ne una nueva, más extensa y exhaustiva literatura de minorías que dé opción al lec-
aportación al estudio de la primeriza obra tor para elevar su nivel cultural y para
novelística del narrador y ensayista madri- participar activamente en la decodificación
leño (1927-1993), creador del magistral de una obra literaria caracterizada por la
cronotopo de Región en alguna zona ini- incertidumbre y las «zonas de sombras».
dentificable del Bierzo leonés. Las líneas Estas últimas zonas son aquellas partes
medulares de esta monografía pretenden marginales o que están más allá del cono-
constituir un avance en el examen de los cimiento convencional o pretendidamente
primeros ensayos, palimpsestos y novelas racional que va a examinar. Para ello, la
de Juan Benet, así como una definición apuesta es la de construir un estilo auto-
más ajustada y con nuevos materiales que rreferencial, plagado de tecnicismos (recor-
llegan a incluir las entrevistas al autor y demos que Benet era ingeniero de obras

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públicas) y arcaísmos que ayuden a escar- mediocridad. Por eso, la gran mayoría de
bar y a producir nuevos significados y re- ellas proceden de la novela o del pensa-
ferentes. Ello, por supuesto, desde una ins- miento anglosajones, de un novelista y
piración que se entiende como producto del periodista como el brasileño da Cunha, de
esfuerzo, marcada por la técnica de una la filosofía nietzscheana o de la historio-
corriente de conciencia más artificial que grafía latina, entre otras fuentes.
pura. Una de las ideas más interesantes del
También es tema predilecto de las re- profesor Machín es que Benet usó el mo-
flexiones de Benet la épica (un tema que delo de da Cunha, deudor del método po-
le permitirá adentrarse en el de la Guerra sitivo que él tanto detestaba, para mostrar
Civil y en el de la estrategia militar, que irónicamente cómo debía ser el distancia-
tanto le obsesionaron y con los que nos miento de la literatura española del realis-
legó su magnífico «Ciclo de Región») y el mo hacia la novela experimental que él
análisis del valor y de las posibilidades de llevó a su cúspide entre finales de los años
la metáfora que ayudará a desentrañar y a 60 y mediados de los 90 cuando se lo lle-
crear esos nuevos significados intangibles vó un tumor cerebral. Eso se produjo ya
que abran la conciencia de la oscura con- que da Cunha narró la rebelión del «Con-
dición humana. Ellos van a presidir, entre selheiro» de finales del XIX primero en la
otros temas de variada cosecha, sus re- prensa y luego en la novela, en su obra Os
flexiones en Puerta de tierra. Las opinio- sertoes. Ese trasvase entre dos estilos, uno
nes de Benet, escritas en una prosa a ve- más referencial y el otro menos, sólo se
ces inextricable pero altamente sugerente, pudo hacer con un estilo más lírico y con
oscilan entre el cientifismo más exagerado la figura estilística de la metáfora. Por su
y la improvisación a vuelapluma, aunque parte, los influjos de la novela lírica y
manteniendo la coherencia temática y la monologal de Faulkner en, por ejemplo,
frescura léxica y conceptual que le convier- The Sound and the Fury y de la erudición
ten en un ensayista de gran interés en mítica de Frazer en La rama dorada ya
nuestras letras, aspecto que tal vez debiera llevaban el elemento autorreferencial en su
ser más estudiado por futuros investigado- seno y sirvieron para sentar las bases de
res de su obra. una tradición ficticia a su obra.
En la segunda parte, se reexaminan y En la tercera parte, en la que se anali-
amplifican los tres intertextos anteriormente zan sus tres primeras novelas, Machín uti-
aludidos, tanto en la confección de su es- liza los elementos ya extraídos de los dos
pacio imaginario regionato como en cues- primeros capítulos en sus tres primeras
tiones relacionadas con el diseño formal, novelas. El resultado es un estudio muy
estilístico, filosófico y de los personajes de detallado, preciso y bien hilvanado que
su obra, centrados estos en la figura capi- combina lo formal y lo temático. Tras la
tal del Numa o guardián del bosque de lectura de estas interpretaciones, se clari-
Mantua. Benet fue un autor heredero de la fican muchos aspectos de una obra tildada
tradición, que despreció la literatura y so- de oscura y de críptica. El reordenamiento
ciedad españolas dada la que él considera- de la trama y la explicación de ciertos te-
ba como mediocridad del «realismo social» mas y símbolos recurrentes arrojan más luz
imperante en la época de la posguerra. En a los estudios benetianos, una «ciencia» de
pocas palabras, estas influencias pretenden notable dificultad. Por otro lado, el texto
propiciar una subversión de los cánones del dialoga in extenso con la abundante biblio-
positivismo que él tanto detestaba y que grafía benetiana, lo que da a esta obra su
consideraba que eran una columna verte- alto calado profesional.
bral perniciosa de nuestra cultura y de su En conclusión, al hilo de lo que se ar-

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gumenta en esta densa y bien organizada Letras arrebatadas parte de dos con-
monografía, la literatura de Benet no es tan ceptos metodológicos interesantes: el de
improvisada como se pudiera haber creído. literatura menor en el sentido desterritoria-
Hay todo un rico entramado de alusiones lizado (y no cualitativo) al que apuntan
directas e indirectas a la propia historia de Deleuze y Guattari en Kafka: por una li-
la literatura, una voluntad de estilo articu- teratura menor (1975), y el de literatura
lada directamente desde los ensayos que si drogada, entendiendo por tal aquella que
bien nunca hablan de programa alguno lo tiene una relación directa con el consumo
dejan entrever de manera dispersa pero de drogas, y diversificado el concepto en
categórica en sus comentarios acerca de una detallada tipología de efectos literarios
ciertos autores hispanos, como su denosta- según la sustancia ingerida (pues cada tipo
do Galdós, y de otros extranjeros, como busca producir efectos distintos, sea de
George Eliot. El excelente trabajo de nues- ampliación o de reducción de conciencia).
tro profesor canadiense así nos lo ha deja- Con la primera metodología desea Labra-
do para uso y disfrute intelectual de nue- dor presentar la conflictiva y marginal si-
vos lectores y críticos del creador de esta tuación en que muchos poetas españoles
obra novelística tan enigmática como inte- desempeñaron el trabajo poético; con la
resante. segunda, se intenta explicar hasta qué pun-
to esa situación tenía unas coordenadas li-
RICARDO DE LA FUENTE BALLESTEROS gadas a la explosión de las nuevas costum-
bres y la libertad a estrenar que llegaba
con la transición a la democracia.
El autor documenta, dentro de lo posi-
LABRADOR MÉNDEZ, Germán. Letras ble, la amplia difusión que la droga tuvo
arrebatadas. Poesía y química en la en la transición española y en los poetas
transición española. Devenir: Madrid, del momento. En efecto, la experimenta-
2009, 504 pp. ción narcótica del momento es rastreable
en algunas escrituras autobiográficas, como
En el año 2009 han aparecido algunos la de Antonio Martínez Sarrión, donde se
libros que han contribuido a perfilar y apuntan los viajes de algunos poetas a
cuestionar, sea directa u oblicuamente, la Londres en los años sesenta y setenta para
historiografía de la poesía española de la probar nuevas sensaciones. Los títulos de
posguerra hacia nuestros días. Títulos como los poemas de muchos autores, las descrip-
Las palabras gastadas (Renacimiento) de ciones sinestésicas en los textos, e incluso
Juan José Lanz, o No todo es superficie. algunas veces la explícita temática de las
Poesía española y posmodernidad (Univer- drogas, duras o blandas, aparecen de con-
sidad de Valladolid), de Alfredo Saldaña, tinuo en la poesía publicada entre 1972 y
presentan como uno de sus objetivos mos- 1985. No en vano este imaginario tiene
trar con ojos nuevos los mecanismos críti- notable importancia en los textos, desde la
cos de conformación, desarrollo y canoni- visión onírica o traspasada de la realidad
zación de diversas promociones poéticas. A hasta en sus efectos sobre el lenguaje em-
ellos se une ahora el denso trabajo de pleado, puesto que la terminología alquí-
Germán Labrador, que a pesar de partir de mica, los campos semánticos de los vene-
una tesis doctoral ha sabido evitar el aca- nos, «la belladona, el láudano o la man-
demicismo y convertirse en un ensayo tan drágora (…) entran de nuevo en el léxico
sugestivo como necesario, por aclarar un de lo poético» (p. 239). En este sentido,
espacio socio-poético hasta ahora carente recupera Labrador el discurso derridiano
de un examen profundo. del pharmakon, remedio y veneno a la vez,

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que curiosamente el poeta y filósofo Alber- Josep M. Sales. Precisamente en el estudio


to Santamaría también utilizaba en El poe- sobre los no canónicos, se echa de menos
ma envenenado. Tentativas sobre estética una lectura más completa, no tan centrada
y poética (Pre-Textos, 2008), si bien con en la relación de los textos o autores con la
fines y planteamientos muy diversos. farmacia utópica, que permitiese a los lec-
Según Labrador, los poetas menores re- tores poco o nada familiarizados con estos
cogidos en Letras arrebatadas habrían teji- poetas un mayor conocimiento de su lírica;
do todo un tapiz, tanto vital como literario, hubiera sido deseable más presentación
como modelo de representación vital, para (algo que no necesitan, en la órbita de po-
oponerlo al por entonces (política, vital, li- sibles compradores de este libro, Aníbal
terariamente) circulante. Siguendo el adagio Núñez o Panero) de estos poetas desconoci-
deleuziano por el cual «una minoría sólo se dos y también más representación: más tex-
constituye a partir de líneas de fuga que tos, más poemas, para hacerse una idea ca-
corresponden a su manera de avanzar y de bal de sus líneas estéticas. Es cierto que esa
atacar» (Conversaciones), las experiencias difusión pública no es el objetivo primor-
personales extremas de estos vates y su li- dial del libro, pero a lo largo del mismo
teratura alternativa se postulaban a juicio también se apela al escaso conocimiento de
de Labrador como un modo de oposición, sus líricas como un mal a combatir. Por
una resistencia total a la realidad que vi- otro lado, el lector tiene en ocasiones la
vían, una forma de «deseo» farmacéutico impresión al recorrer Letras arrebatadas de
cuyo «reverso oscuro es el de la margina- que, en algunos casos, los textos presenta-
ción y la destrucción de los sujetos de los dos pueden guardar relación con la literatu-
sujetos que tomen parte en su engranaje» ra drogada, pero también podrían tenerla
(p. 276). Muchos años después podemos con una concepción visionaria u onírica, no
ver la magnitud del fracaso, pero no es des- necesariamente relacionada con las sustan-
de esa perspectiva historicista como hay cias psicotrópicas (de hecho, en la página
que evaluarlo, sino examinándolo a la luz 298 reconoce Labrador que estos discursos
de su tiempo: «creemos que el hecho de poéticos «deben entenderse en cierto modo
que sus transiciones fuesen simplemente deudores de la tradición irracionalista»). A
virtuales, lingüísticas, o que sólo alcanzasen este respecto, vale recordar que André Bre-
a changer la vie sin transformer un ápice le ton, en el Primer manifiesto surrealista,
monde, no afecta a la coherencia del pro- escribía que «hay imágenes surrealistas que
yecto literario ni a la organización de su son como aquellas imágenes producidas por
máquina de expresión» (p. 190). el opio»; donde el «como» establece un pa-
En la parte filológicamente más densa ralelismo y no una consecuencia necesaria.
del libro, «Diez poéticas del arrebato», exa- Cuando las obras se abren a cierto lengua-
mina Labrador la obra de una decena de je simbólico, a referencias culturales leja-
poetas que escriben en las proximidades de nas, exóticas o antiguas, o a espacios ima-
la estética drogada; algunos son muy cono- ginarios, es muy difícil saber qué tipo de
cidos o canónicos, como Leopoldo María pulsión está detrás de los mismos; en ese
Panero (una curiosa mezcla de maldito en sentido, los textos reproducidos de Carlos
lo personal y canonizado en lo literario), Oroza en las páginas 288 y 289 me han re-
Blanca Andreu o Aníbal Núñez; otros ocu- cordado más al Hart Crane de El puente
pan un espacio de conocimiento intermedio que un que a un Gingsberg, por ejemplo.
o son bastante desconocidos por el lector Son sólo pequeñas precisiones que presen-
no especializado: Fernando Merlo, Carlos tar a un texto excelente, que encuentra sus
Oroza, Haro Ibars, Julio Gómez, Ángel clímax en los autores ya tratados con ante-
Guinda, Eduardo Hervás, o el fantasmal rioridad por Labrador, como Aníbal Núñez,

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de quien había editado los Cartapacios SALDAÑA SAGREDO, Alfredo. No todo


(2007) y las Estampas de ultramar (2007) es superficie. Poesía española y posmo-
en colaboración con Fernando R. de la dernidad. Valladolid: Universidad de
Flor. Valladolid, 2009, 258 pp.
Una de las aportaciones más interesan-
tes del libro es la pregunta de por qué En un libro reciente, La novela espa-
estas poéticas menores siguen tan al mar- ñola posmoderna, 2007, Pilar Lozano Mi-
gen de los estudios críticos al uso. Las jares situaba al profesor y poeta Alfredo
respuestas son varias; para Labrador, una Saldaña en una dirección teórica que de-
de ellas sería que afrontar tales cuestiones nominaba como «la posmodernidad espe-
«supone un replanteamiento de las relacio- ranzada», caracterizada por la deconstruc-
nes entre tiempo histórico y escritura que ción crítica del sistema acompañada de
amenaza el espacio de legitimidad del cual propuestas de reconstrucción. En efecto,
emerge esta institución [la literaria] en su Saldaña es uno de los investigadores más
forma actual en lo referido al estudio de sistemáticos y tenaces en la persecución de
la literatura contemporánea» (p. 453). Otra un concepto actualizado y consistente de
posible respuesta, que (se) dará algún lec- Posmodernidad, sobre todo cuando el tér-
tor malintencionado es que, con algunas mino se vincula con la poesía española
obvias excepciones, estas líricas eran en- contemporánea. Después de varios trabajos
tonces y siguen siendo hoy menos intere- ya publicados al efecto, y cerrándolos en
santes que otras que por aquel momento más de un sentido, aparece ahora No todo
estaban en boga, y que también planteaban es superficie, que ahonda en ese esclareci-
en su seno problemas socioliterarios y no miento y desarrolla algunas de sus líneas
eran en absoluto complacientes; el propio de trabajo.
autor cita algunas de ellas en el último Saldaña se enfrenta, como advierte en
párrafo del libro, no por casualidad. Pero la primera frase del ensayo, a un esfuerzo
creemos que hay un ancho espacio inter- titánico que puede correr (quien lo probó,
medio explorable entre las dos visiones, un lo sabe) la suerte de la mayoría de los atre-
espacio que hablando con propiedad el vimientos: «pensar un tiempo y un lugar
ensayo de Labrador viene a fundar: si es desde sus propias coordenadas» (p. 15). Es
evidente que mucha crítica ha estudiado sin cierto que el riesgo es tan grande como
descanso a autores menores (no en el sen- necesario; la buena salud de una literatu-
tido de Deleuze, sino en el otro) de ese y ra, de una cultura, se contrasta por su ni-
otros períodos, e incluso lo hace con au- vel de compromiso autorrepresentacional,
tores actuales poco brillantes, es ciertamen- en la manera en que esa episteme se con-
te extraño que estos autores marginales de templa y examina a sí misma, de un modo
la transición hayan tenido tan escasísimo realmente crítico, cuestionando sus princi-
tratamiento académico y tan poca repercu- pios epistemológicos y no solo los resul-
sión editorial. Letras arrebatadas viene a tados concretos de su producción artística.
llenar el primer hueco, o a comenzar a lle- Un estudio del presente limitado a las
narlo, haciendo una interesante lectura so- obras y que no bucee en los presupuestos
ciopolítica de la época, que puede compar- que soportan y en parte (solo en parte)
tirse o no, pero que desde luego no sobra explican aquellas obras es un panorama
en un sistema crítico, como el español, tan falso, que se deja llevar por lo que esa
necesitado de empeños historiográficos de producción tiene de tendencia. Hay que ha-
cierta ambición y actitud autocrítica. cerlo incluso aunque pueda llegarse a la
conclusión a que llega Germán Labrador
VICENTE LUIS MORA en su completo estudio sobre poesía y dro-

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gas en la transición española, Letras arre- dernidad, algo de lo que se habla mucho
batadas: «avanzando hacia el cierre de este en las páginas de Saldaña. Una categoría,
discurso, cabe participar una contradicción esta de posmodernidad, sobre la cual si-
sustancial: el mismo discurso que preten- guen siendo más abundantes las visiones
de hallar su motor de búsqueda en una negativas que las positivas. Para Roger
movilidad y proximidad esenciales de los Bartra, Culturas líquidas, poniéndolo como
textos en los que se fundamenta ha seña- ejemplo de la primera visión, The Waste
lado, en su articulación, el cierre y la le- Land de Eliot es una metáfora «para des-
janía de los mismos» ( G. Labrador, Letras cribir la crisis que va fracturando la mo-
arrebatadas. Poesía y química en la tran- dernidad durante el siglo XX hasta alcan-
sición española). En suma, si el análisis zar la tierra baldía de la posmodernidad».
del estado de cosas quiere hablar, como No Sin embargo, Saldaña muestra una actitud
todo es superficie, de las relaciones de un favorable ante cierto entendimiento de lo
entorno textual con la posmodernidad, la posmoderno. Apunta, con mucha razón,
presencia constante de la idea de autocons- que «la posmodernidad ha sido menos be-
ciencia tiene que ser nuclear en la cons- ligerante con su pasado inmediato que la
trucción del estudio, y este debe correr los modernidad con el suyo» (p. 85), y que
riesgos de esa over-selfconsciousness. Sal- pueden encontrarse varias líneas argumen-
daña lo sabe y por eso selecciona para tales y numerosas líneas prácticas que da-
abrir el libro una de las citas más auto- rían una imagen de la posmodernidad
conscientes de la literatura mundial: los como un discurso capaz de ser crítico, ri-
versos del Autorretrato en un espejo con- gurosamente estético y poéticamente feraz.
vexo de Ashbery en que Vasari describe el Lo único reprochable a esta larga introduc-
momento en que el Parmigianino toma el ción es que parece construida como un
pincel y la esfera de cristal para retratar- patchwork de textos diferentes, lo que ex-
se, gesto que Ashbery utiliza para enfocar plicaría algunas repeticiones innecesarias
su propio autorretrato y los límites de la (vgr., el debate sobre la posmodernidad
poesía como representación. como continuación de la modernidad, la
Puede sorprender al lector que se en- idea de Historia según Benjamin, el poten-
frente a un libro sobre poesía española que cial crítico de las vanguardias), que se
No todo es superficie no comience a ha- deslizan a lo largo de la exposición.
blar de este tema hasta la página 103. La Uno de los propósitos centrales del li-
primera parte se dedica por completo a bro es analizar la presencia de lo que lla-
ahondar en el concepto de posmodernidad, ma Saldaña «sensibilidad crítica posmoder-
intentando hacer por un lado una descrip- na» en una serie de textos representativos,
ción y por otro un diagnóstico. La intro- en su opinión, de la poesía española pos-
ducción es larga pero quizá sea necesaria terior a 1960. El concepto de lo que sería
para situar el concepto antes de lanzarse a una «poesía española posmoderna» es, des-
estudiar sus matices y su repercusión en la de luego, complejo y polémico; en reali-
poesía actual. Tanto cuidado se debe a que dad, casi cada autor que lo ha estudiado
la posmodernidad es una categoría muy tiene sus propias ideas al respecto, que van
discutida, donde todo está en cuestión, y desde las visiones amplias y generalistas
donde laten fuerzas contradictorias; no en hasta las más estrechas. En este último
vano dice Eagleton en The Illusions of flanco, el poeta Agustín Fernández Mallo,
Posmodernism (1996) que «posmodernism Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma,
[…] is both radical and conservative toge- 2009, ha dado su propia respuesta, algo
ther», por poner un simple ejemplo en radical: «la poesía que en este país se dio
cuanto al enfoque ideológico de la posmo- en llamar, y aún se da entre la crítica es-

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pecializada y determinados antólogos, poe- la posmodernidad poética más reseñable.


sía postmoderna, poesía que surge en un En este sentido, los autores que destaca
momento muy determinado, a principios de más reiteradamente Saldaña son Leopoldo
la década de los 80 con la consolidación María Panero y Jenaro Talens, seguidos a
de la democracia, poco o nada tiene que mucha distancia por Eduardo Hervás, Fer-
ver con las acepciones sociológicas, filo- nando Merlo, Ángel Petisme, Ignacio Prat,
sóficas y estéticas comúnmente aceptadas Jorge Riechmann, etc. Este tipo de cáno-
por este término; diríamos aún más: es nes alternativos, con selecciones de nom-
absolutamente contraria a los presupuestos bres diferentes a las (casi) siempre utiliza-
de éstas». Esta aseveración, sin embargo, das, enriquecen el panorama y apuntan a
no es del todo desencaminada si pensamos su consideración como un todo, en vez de
en un concepto riguroso de posmodernis- a una metonímica y dominante porción del
mo, caracterizado no por uno sino por to- mismo, algo muy frecuente en los estudios
dos o la mayoría de los caracteres que la al uso.
doctrina tradicional ha ido señalando: me- En cualquier libro que se acerque a la
taliteratura, autorreferencialidad, intertexto, posmodernidad es fácil encontrar elemen-
ironía, pastiche, parodia, post-genericidad, tos con los que disentir, por la misma in-
ideología débil, hibridez, cuestionamiento asibilidad y fluidez de la categoría. Me
del poder y de los grandes relatos, etc. La gustaría discutir algunos elementos plantea-
postura de Saldaña, por el contrario, se dos por Saldaña. El primero de ellos es la
centra en el estudio de aquellos textos que consideración de que «habrá que aceptar
para él representan líneas de sensibilidad con Gianni Vattimo (1987) que el fin de
crítica posmoderna que, a su juicio, tienen la vanguardia es un acontecimiento que
la fuerza estética suficiente como para re- impone transformaciones radicales las re-
presentar una excepción al estado general laciones sociales del ser humano y que el
apuntado por Fernández Mallo. Prescinde propio concepto de vanguardia resulta ino-
así, con acierto, de criterios generaciona- perante para —desde él— teorizar sobre el
les, para examinar la literatura en estudio arte actual» (p. 16). Estamos asistiendo úl-
buscando ciertas líneas de tensión. La más timamente a una tendencia, a mi juicio más
significativa, a su juicio, es la que viene que necesaria, de redefinición de términos
constituida por lo que llama estética de la y conceptos en nuestro tiempo. Steven Sha-
otredad, que se caracteriza por tocar de viro está trabajando en un libro para rede-
cierta manera (renuncia al discurso unifi- finir el tradicional concepto de «lo bello»
cador, discontinuidad, prosaísmo delibera- y ajustarlo a nuestra perspectiva temporal;
do, actitudes transgresoras, cf. p. 109) de- D. Driedichsen intenta actualizar el concep-
terminados temas (sexualidad, erotismo, lo to de «valor añadido», y Boris Groys hace
grotesco, la crítica al lenguaje establecido excelentes esfuerzos para intentar esclare-
y a los discursos de poder; cf. pp. 193 y cer qué pueda ser en nuestros días «lo
ss.), y por una sensibilidad «que se apre- nuevo». Estos tres conceptos tienen varias
cia tanto en la disolución del canon clási- centurias de antigüedad; el más reciente es
co de belleza como en la quiebra y des- el de surplus value y se retrotrae a las teo-
composición de la unidad y totalidad de la rías de Marx, de forma que también va
estructura orgánica de la obra de arte» (p. cumpliendo años. Creo que más que con-
230). Asimismo, también destaca en las siderar inoperante el concepto de vanguar-
que son para mí las mejores páginas del dia lo que hay que hacer es redefinirlo,
ensayo (219 y ss.) la relación entre frag- haciendo reelaboraciones (tan serias como
mento y silencio y su huella en las poéti- las citadas, obviamente) destinadas a saber
cas contemporáneas como nota principal de

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qué puede significar vanguardia en nues- mero de singularidades, el resultado es un


tros días; pero hay un hecho obvio, y es canon. Llámese el resultado «antología»,
que la vanguardia sigue funcionando y «lista de lecturas», o «autores que uno
buena prueba de ello es que, como ha se- considera relevantes», lo canónico es siem-
ñalado Gustavo Guerrero, «La desbandada. pre el resultado de una destilación de sin-
O por qué y no existe la literatura latinoa- gularidades. Sí es cierto que el de canon
mericana», Letras libres, 93, junio 2009, es otro término que habría que redefinir
pp. 24-29. Parte de la mejor renovación de para no confundirlo con ciertas visiones
la narrativa latinoamericana (Bellatin, Aira estrechas que se han hecho populares en
o Tabarovsky, entre otros) está pasando, los últimos lustros.
precisamente, por la reelaboración de las Este libro de Alfredo Saldaña, que en
técnicas vanguardistas, actualizándolas al realidad corona casi quince años de estu-
presente. Miguel Casado utiliza el término dios dedicados al tema por el autor (sea
poesía dilatada (próximo al anglosajón de mediante visiones generales o acercamien-
expanded poetry) para describir aquella tos a poéticas concretas), es una aportación
poesía actual que, de una fórmula próxi- bibliográfica ineludible; a partir de ahora,
ma al surrealismo, hace que el concepto de estudiar la poesía posmoderna española tie-
pensamiento poético tenga que ensanchar- ne que partir (sea para concordar con sus
se hasta incluir dentro de sí al irraciona- ideas, sea para refutarlas) de No todo es
lismo, configurado no como un no-pensa- superficie, por la sólida argumentación de
miento sino como un pensamiento otro. la parte teórica y la definición del marco
«Apuntes del exterior: poesía, y pensa- posmoderno, y por el rigor de la aplicación
miento», Deseo de realidad, Oviedo, Uni- concreta con la que luego particulariza las
versidad de Oviedo, 2006, pp. 20 y ss. premisas antes establecidas. En efecto,
Como vemos, la vanguardia en general y como el mismo autor apunta, los estudios
el surrealismo en particular Vicente Luis que tocan el tema suelen hacerlo de forma
Mora, «Diccionario irracional de surrealis- superficial (p. 103); frente a esa tendencia,
tas», Quimera, 304, marzo 2009, pp. 51- y haciendo caso al título del ensayo, Sal-
55, tienen una importante vida en la actua- daña ha demostrado que hay mucho que
lidad, lo único que necesita es un replan- rascar, mucho que profundizar, sobre la
teamiento terminológico –no un entierro– aparentemente delgada cáscara de lo pos-
. En otro orden de cosas, a la pregunta moderno, y que en el fondo, ocultada tras
formulada por Saldaña, «¿aconseja la va- pilas de papel de crítica anacrónica, críti-
riedad de formas que presenta esa poesía ca mezquina y poesía normalizada, había
prescindir del canon y apreciar su singula- poesía posmoderna que valía la pena revi-
ridad específica en la suma de sus diferen- sitar.
cias?» (p. 19), la respuesta es que, para-
dójicamente, cuando uno acumula un nú- VICENTE LUIS MORA

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