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Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019

DOI: https://doi.org/10.22518/usergioa/jour/ccsh/2019.1/a12

Manizales años 1920:


Arquitectura Republicana y vida urbana1
Manizales 1920's: Republican Architecture and Urban Life

Rodrigo Santofimio Ortiz2


1
El autor reconoce la participación en
el proceso de investigación de los es-
Resumen tudiantes Diego F. Tabares P.; Daniel
El presente artículo tiene que ver con la investigación Trazos de vida urbana en S. González C.; Leonardo Cubides P.
la ciudad de Manizales años 1920-1930; aquí referimos al ornato urbano, en tanto y Manuel F. Patiño A., del Programa
de Sociología de la Universidad de
propósito estratégico de rediseñar la ciudad de acuerdo a cánones civilizatorios y de Caldas e integrantes del Seminario
progreso ínsitos en la modernidad, y en ese caso, las nuevas clases sociales. Mirando a Práctica de Investigación Sobre lo
Europa, se planteó no solo la arquitectura Republicana, sino también modificar la traza Social I (2014-II), quienes apoyaron
urbana y una nueva forma de habitar la ciudad; en los años 20, Manizales no se sustrajo al investigador en la búsqueda de in-
formación, discusión y proceso, pro-
a esos procesos, pero los incendios, la actitud de los agentes sociales y las formas piciando sistematizar y producir los
fascistoides, hicieron que el proceso fuera merecedor de particular atención. El método resultados del trabajo: Del ornato ur-
se apoyó en la historia cultural urbana con aportes de Almandoz, Romero y Uribe. bano en la ciudad de Manizales años
1920, que se transforma en el presen-
Palabras clave te artículo de investigación.
Historia urbana, Manizales, vida urbana, arquitectura republicana, vivienda urbana.
2
Magíster en Análisis de problemas
Económicos, Políticos e Internacio-
nales Contemporáneos. Docente Titu-
Abstract lar del Departamento de Antropología
This article relates to the investigation Trazos de vida urbana en la ciudad de Manizales y Sociología, Universidad de Caldas,
años 1920-30 (Traces of urban life in the Colombian city of Manizales between 1920 Manizales, Colombia.
and 1930). Here we refer to the urban ornament as a strategic purpose of redesigning Correo electrónico:
rodrigo.santofimio@ucaldas.edu.co
the city according to civilizing and progress canons inherent in modernity and, in that 0000-0002-6671-0887
case, the new social classes. Europe was the referent to adopt no only the republican
Citación:
architecture but also to modify the urban layout and a new way of inhabiting the city. Santofimio-Ortiz, R. (2019). Mani-
In the 1920s, Manizales did not escape these processes, but events such as the fires, the zales años 1920. Civilizar: Ciencias
attitude of the social agents and the fascistic forms made them worthy of particular Sociales y Humanas, 19(36), 197-
216. doi: 10.22518/usergioa/jour/
attention. The method utilized based on urban cultural history with contributions from
ccsh/2019.1/a12
Almandoz, Romero and Uribe.

Keywords
Urban history, Manizales, urban life, republican architecture, urban housing.
198 Rodrigo Santofimio Ortiz

Introducción otros, para poder así nutrirse de los diversos


discursos de los que ha surgido esa disciplina
En las últimas dos décadas, los estudios en muchos contextos nacionales. (2008, p. 211).
de Historia Urbana vienen cobrando impor-
tancia en Colombia gracias a trabajos que, si En ese contexto, estimamos que el trabajo
bien permanecen en la perspectiva económica, Los años veinte en Colombia. Ideología y cultu-
muestran las formas de vida que acontecieron ra, del sociólogo Carlos Uribe Celis (1984), ini-
en ese estadio de lo que Uribe (1984) denominó cia el giro urbano para mostrarnos que los 20:
la reproducción del capitalismo: el emergente
proceso de industrialización simultáneo a la ur- Son años de urbanización (Urbs = ciudad),
banización de algunas ciudades en Colombia a son años de “civilización” (civitas = ciudad);
finales del siglo XIX y las primeras décadas del la civilización, en efecto, nos invade con
siglo XX; entre ellas la moda y el esteticismo aquellos productos cuya sola presencia no
que inspiraron a la naciente burguesía local, así puede menos que cambiar la mentalidad total
como sus ideales y representaciones en el inte- de un pueblo: el avión, el automotor, el cine
(cinematógrafo), la radio (radiófono), produ-
rior de esas nuevas ciudades. En ese sentido, los
cen mentalidades correlativas, nuevos modos
trabajos de Botero (1996), Urrego (1997), Mejía de ser, de vivir y de pensar; el capital es amigo
(2000), González (2006) y Correa y Martínez exigente; requiere actitudes propias y entregas
(2010), por solo mencionar algunos, expresan el totales: hombres nuevos. (p. 26).
interés por una sub-disciplina que, más allá de
focalizar la industrialización y la urbanización Si bien la obra en mención es profusa
a secas, ahonda en lo que Almandoz (2008) ex- en detalles de todo ese universo que significó
puso como la historia cultural urbana, esto es, el paso decisivo hacia la modernización del
el detallado cadre de vie de un lugar, personajes país, no se atiene a los procesos y experiencias
o episodios para comprender «la significación para cada una de las ciudades que empezaron a
de esa época, con su mentalidad y categoría so- despegar en el ámbito nacional y solo admite
cial», o «el corazón de una realidad histórica, que allí, esto es, en las ciudades, dice Uribe:
la globalidad de la unidad». Para nuestro caso, “nuestra tendencia a crear resultó ser muy
Latinoamérica, Almandoz (2008) señala: reducida, en tanto que la dirigida a imitar es
protuberante” (1984, pp. 132-133).
La explicación de las formas de represen-
tación parece ser especialmente necesarias,
Todas y cada una de las ciudades en Co-
cuando más que investigar los orígenes de la
urbanización en su dimensión demográfica o
lombia, y la élite o burguesía en su interior, ad-
del urbanismo en su sentido técnico, se intenta quirieron lo que Ginzburg (1989) llama el ca-
indagar la formación de la cultura urbana y el rácter particular como dimensión histórica. Lo
despertar de la conciencia sobre la ciudad en hicieron con el propósito de ordenar, disciplinar
una sociedad. (p. 187). y orientar en ese nuevo espacio que connotó y
definió a la ciudad bajo el presupuesto de unas
Así pues, cuando el análisis intenta retro- nuevas relaciones sociales de producción y, con
traerse hasta antes de los orígenes del urbanis- ellas, ciertos dispositivos ideológicos (repre-
mo moderno en los comienzos del siglo XX, sentaciones). Fueron ellos la idea de civiliza-
expresa Almandoz: ción y progreso, el ornato urbano y la esteti-
zación de la vida social; la higiene, la impronta
Hace falta entonces traducir este vocablo a del individuo o ciudadanización; las sociabili-
sus antecedentes históricos: ciudad, progreso, dades o el altruismo –como se denominó para
civilización, ornato urbano (o recurrencia al la época–, entre otros cánones que irrigaron la
esteticismo, diríamos nosotros), higiene, entre nueva trama social y urbana que se inauguró.

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También hizo parte de estas representa- construidas y, por supuesto, las actividades que
ciones la manera en que se respondió ante la se llevaban a cabo al interior de las viviendas,
iniciativa de la industrialización, lo que cier- como la fabricación de fósforos y velas de pa-
tamente derivó en resolver el fenómeno de la rafina, tiendas de comestibles, en donde incluso
urbanización o de lo lleno. Dice Bardet: “todo “se almacenaban además de drogas, municiones
está lleno. Nada es lo suficientemente grande para armas de fuego” (Valencia, 1990, p. 48);
como para contener a las muchedumbres: ni las al igual que Gaviria (1924), quien alude a este
ciudades, ni los edificios, ni las plazas” (1961, tipo de fábricas y adiciona las fundiciones y
p. 5). Otro tanto ocurrió con la circulación, el cerrajerías y, de acuerdo a Fray Pedro Fabo de
problema de la higiene y el confort, los proble- María, funcionaban tres fábricas de velas y una
mas económicos y sociales y, por supuesto, los de fósforos. Cabe mencionar que no toda la res-
problemas intelectuales y espirituales. ponsabilidad de los incendios se atribuían a las
condiciones de las viviendas, pues también se
Ahora bien, si nos quedásemos con la aludía a que el “mal estado de las líneas eléctri-
comprensión imitativa del fenómeno urbano cas; «Es increíble»” (La Patria, 28 de septiem-
que vivieron las ciudades, en particular la Ma- bre, 1922, p. 1). Muchas de esas viviendas eran
nizales de los años 1920, ese acercamiento cabe “estructuras de madera con techo pajizo o ins-
sin duda en la dimensión más analítica del capi- talaciones más estables en tapia y teja de barro”
talismo. Empero, a riesgo de traslapar, incluso (Escobar, 1997, p. 56). Por su parte, Robledo
negar ese carácter particular como dimensión (1997) definía estas viviendas como:
histórica, resulta importante revisar, analizar y
comprender aquel momento histórico de Mani- Ranchos de vara en pie, con techos de paja o
de corteza de cedro los que hoy se pudieran
zales en los años 20, a la luz de dichas relacio-
definir con el genérico nombre de bahareque,
nes sociales de producción y sus dispositivos edificios no sólo susceptibles a cualquier co-
ideológicos. Pretendemos, entonces, en este nato de incendio, sino también de riesgo frente
propósito de historia urbana, acercarnos al or- a los embates de los terremotos. (pp. 71-72).
nato urbano en la medida que significó el inte-
rés de transformar ese nuevo espacio por otro, Por tanto, si este período anticipó futuras
y ello requirió plantear una concepción de ciu- transformaciones urbanas a nivel de edificacio-
dad, un estilo y unas estéticas para ciertas clases nes, esto se constituyó no solo como lo plan-
sociales y grupos en dicha etapa del capitalismo tea Botero (1996), del interés urbanizable de
de la industrialización y la competencia. la ciudad, sino también como la idea de probar
partir de la incorporación del concreto armado,
La Ciudad de Manizales y los incendios con edificios firmes y compactos que evitaran
de 1922, 1925 y 1926 el riesgo de nuevos incendios. Ciertamente el
experimento funcionó, pues además de plantear
Botero sostiene que los incendios de la un formato de arquitectura que privilegiaba el
ciudad de Medellín en los años 1920 estaban re- cemento, se adicionaron materiales no combus-
lacionados con los cambios urbanos suscitados tibles. Incluso se ampliaron las distancias que
en esos años, así como “del factor especulativo, debían guardar las edificaciones entre sí, lo que
que estaba íntimamente ligado a ese imaginario derivó en otros usos para las calles y carreras,
de ciudad” (1996, p. 197); para el caso de Ma- medidas bastante oportunas que reclamaban los
nizales, además de la conmoción que ocasiona- vehículos de ruedas; y se insinuó la “arquitectu-
ron los tres siniestros de 1922, 1925 y 1926, es ra geométrica con la incorporación de la ocha-
preciso señalar que esas conflagraciones tuvie- vada para las nuevas edificaciones, permitiendo
ron un origen directo con la textura urbana de [sic] mayor visibilidad tanto para los conduc-
las edificaciones, los materiales de que estaban tores de vehículos como para los transeúntes”

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(Escobar, 1997, p. 60)1. Esta interacción permi- notaron las primeras llamas. También se
tió otra forma de relacionar al transeúnte con ha creído generalmente que pudo ser en la
los conductores: los primeros caminaron por fábrica de velas “La Campana”, situada en la
las aceras que, por supuesto, cobraron la debida calle 14, entre las carreras 10 y 11 (…) fue
el doctor Ricardo Jaramillo Arango: dando
importancia; y las calzadas para los conducto-
gritos de auxilio a los vecinos, consiguió
res, por cierto, no exentas de dificultades como reunir gente que le ayudaran [sic] en su obra
lo muestra una nota periodística de esos años: de salvación y que hicieran tocar plegaria (…)
Entre nueve y diez de la mañana pudimos
Parece mentira, pero ya es materialmente im- ver aplacado el fuego que tan emocionante
posible transitar por la calle de la Esponsión, cuadro dejaba expuesto y que será, como al
nuestra única arteria de ruedas. La actual con- principio dijimos, de memoria eterna a la
figuración del terreno saca a los vehículos de vida de nuestra floreciente y noble capital.
madre y los echa a rodar por los pavimentos (La Patria, 22 de julio de 1922, p. 1).
dando [sic] casi de narices contra los edificios
y poniendo [sic] en gran aprieto a los peatones
Como es natural, en ese incendio hubo “un
que transitan por la vía. Sobre todo los niños
peligran. (La Patria, 8 de abril de 1922, p. 1).
crecido manoteo en que actuaron muchos rate-
ros”, dice la nota periodística; la policía lució
una vez más gran habilidad así como honora-
Así, la organización espacial de la ciudad
bles caballeros y niños que no escasearon en
cobró sentido no por obra y gracia de los in-
vigilancia para proteger la propiedad ajena. La
cendios, ciertamente “aliados de los promoto-
solidaridad también se expresó en unos “maes-
res del progreso y la modernización” (Esguerra,
tros y niños excursionistas”, quienes venidos de
1997, p. 82), sino por ese afán modernizador
Riosucio, Pereira y Aguadas, fueron sorprendi-
que se reclamó para la ciudad capital, por lo
dos por el desastre, sin embargo hicieron “gala
que los incendios no hicieron más que acelerar
de sus buenos sentimientos y filantropía” ayu-
dicha intención. Así mismo cabe decir que los
dando a la extinción del flagelo con lo que caía
incendios intrínsecamente llegaron a poner en
en sus manos. La ciudad no estaba material-
discusión las posibilidades de continuar con el
mente preparada frente a la magnitud del de-
ideal de emplazar una ciudad en esa topografía.
sastre, carecía de bombas extintoras suficientes
Como lo sugiere Fu Tuan (2007) para otro con-
e hidrantes y más aún de un voluntariado con
texto, se trataba de “poner en marcha un ideal,
personas capacitadas en la tarea de extinguir
así como un estilo de vida total que se plasmase
incendios.
en patrones espaciales, en formas arquitectóni-
cas y en escenarios materiales en este rincón del
mundo” (p. 233). En ese propósito, las fuerzas El Consejo municipal, entre otras dispo-
económicas y sociales contribuyeron de forma siciones, insistió en que los propietarios de los
decisiva a constituir “estilos de vida”, pero inmuebles recurrieran al seguro de sus edifi-
como plantea Fu Tuan, “puede hacerse de ma- cios, depósitos, almacenes, etc., como medida
nera inconsciente”, no así los “impulsos idea- de prudencia y como defensa anticipada de los
listas” que en comunidades relativamente inte- perjuicios materiales que trae consigo una cala-
gradas pueden encontrarse expresadas de forma midad. Sin embargo, la persistencia en el ideal
material y a gran escala” (2007, p. 234). Se in- de constituir “el organismo de la urbe nacien-
sistió así en ese ideal para reafirmar un propósi- te y civilizada”, lo tradujo en ese momento la
to y no renunciar a constituir la ciudad, la “ciu- nota periodística que pocos días después del si-
dad civilizada”, aún de cara a las adversidades: niestro hiciera Silvio Villegas, invocando para
Manizales “su futura grandeza”, e insistir en el
El fuego estalló en la cocina de la casa del
ideal traducido con fervor místico –puro y sen-
señor Joaquín Gómez en cuyo tejado se cillo– de clarísima ascendencia castellana:

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Arquitectura Republicana y vida urbana

Figura 1. Incendio de 1922. Fotografía tomada de Historia de la ciudad de Manizales, por P. Fabo de María, 1926, p. 251.

Manizales, definitivamente, no será jamás El siniestro puso en consideración la con-


víctima del fuego propiciatorio de los dioses tinuidad de la capital departamental teniendo
(pues) en continuo devenir, de ella puede de-
en cuenta que Pereira, a cincuenta kilómetros
cirse que cada diez años se renueva, hasta el
punto de no conservar ni pedazos de su exis- de distancia e importante ciudad comercial, ya
tencia anterior. El fuego –el dios tormentoso le competía a Manizales3; sus dirigentes la pro-
de la vida y de la muerte– ha desgarrado ahora pusieron ante el presidente General Pedro Nel
sus entrañas mismas de la ciudad amada. Que Ospina “para que se trasladara la capital del
esta aspereza lamentable sea para ella por re-
Departamento a esa ciudad”, pero él respondió
flejo, tan sólo el albur de un futuro gloriosísi-
mo. (La Patria, 29 de julio, 1922, p. 5)2. que “Manizales en cenizas seguirá siendo la ca-
pital de Caldas” (Valencia, 1997, p. 50). Corre-
El otro siniestro que avivó aún más la vo- lativo a ese pronunciamiento del presidente, al
luntad y el interés por un ideal para la consti- día siguiente de la calamidad, convocados por
tución de la ciudad moderna, aconteció el 3 de el alcalde y el personero, los ciudadanos ini-
julio de 1925, cuando: ciaron la remoción de escombros, para lo cual
acudieron “todos los sectores sociales con he-
A las diez de la noche el tañido de las cam- rramientas en mano a preparar el terreno y de-
panas de la iglesia produjo un pánico general jarlo listo para la reconstrucción de la ciudad”
(…) el incendio sólo se detuvo a la mañana (Valencia, 1997, p. 50).
del día siguiente, pero las ruinas siguieron ar-
diendo durante ocho días más: se habían des-
truido 229 edificios en 32 manzanas; la con- Es de notar que la magnitud del incendio
flagración fue de tal magnitud que se tuvieron quedó registrada en lo que Salazar (2012) intituló
que destruir con dinamita edificios alrededor “la revista fílmica”, esto fue, el documental
del incendio con el fin de tender un anillo de urbano Manizales City, y que por esos años
campo raso para aislar el fuego. (Valencia, se difundió para mostrar las evidencias del
1997, pp. 49-50).

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progreso y la cultura a través de actividades el acueducto, alcantarillado, pavimentación de


como el carnaval y los bailes, así como los las calles, reparación y mejora de la plaza de
grandes y hermosos edificios modernos, lo mercado y la plaza para la venta de carnes; “La
que hizo ver “como una de las ciudades más Compañía”, también ensancharía la planta de
progresistas del momento” (pp. 117-118)4. energía eléctrica para aumentar el alumbrado,
entre otras obras, en síntesis, había que cons-
Meses después, la visita del ministro Ma- truir, dice Esguerra:
rulanda al lugar de la conflagración permitió di-
mensionar la situación que se vivía en la ciudad: Doscientos edificios: palacio de la goberna-
ción, nacional y episcopal, los bancos y hote-
Cuando llegué a la ciudad me sobrecogí ante les importantes de la ciudad; los destinados a
la vista de la magnitud de la catástrofe; la ha- viviendas y negocios de varios de los grandes
bía considerado de proporciones menores. Me y medianos comerciantes, cafeteros y ganade-
pasó como cuando se encuentra uno al frente ros de Caldas; como también la casa de habi-
de un problema que no es de resolver. Creí en tación de muchos tenderos y artesanos cuyos
un momento que fallaban mi entusiasmo y mi recursos económicos estaban limitados exclu-
fe; pero mi entusiasmo y mi fe son superiores sivamente a estas actividades. (1997, p. 90).
al esfuerzo que requiere la reconstrucción de
Manizales. (La Voz de Caldas, 19 de enero, El coste de la reconstrucción se calculó en
1926, p. 1)5. cuatro millones de dólares, es decir, comparable
al coste de la ruta ferroviaria Cartago - Pereira,
El entusiasmo que rezuma, al final, la in- multiplicada por dos, que tanto se publicitó para
tervención del ministro Marulanda fue traduci- la época6; se constituyó una junta compuesta
do seguidamente, de acuerdo con J. Palex, cola- por miembros del nivel nacional, departamen-
borador del periódico La Voz de Caldas, como tal, municipal y también del sector privado,
“espíritu valeroso que forma el alma colectiva que se llamó Junta de Reconstrucción de Ma-
de Manizales, espíritu que nació y se templó al nizales y tendría por funciones de interventoría
fragor de la llamarada”, por tanto, el entusias- para “la ejecución del presente contrato”, em-
mo y la fe, serían “lábaros de la reconstrucción pero, llegó a objetarse el que “La Compañía”
de Manizales, con ellos asistiremos al triunfo” cobrase el 7% de comisión anticipadas por los
(La Voz de Caldas, 19 de enero de 1926, p. 2). dineros que se recibieran de las Casas Asegura-
doras, “sin haber siquiera dado principio a los
No cabe duda de que el punto de inflexión trabajos preliminares de cada edificio que va a
en la reorganización urbanística de la ciudad fue reconstruirse” (La Voz de Caldas, 21 de enero
ese hito del siniestro de 1925, que puso un sello de 1926, p. 3).
netamente moderno a la textura urbana, esto es,
un semblante republicano a prueba del fuego y Las objeciones al contrato que proponía
los terremotos, al iniciarse la reconstrucción de “La Compañía”, fueron expuestas por los dos
Manizales que congregó a sectores sociales de periódicos importantes de la ciudad, La Patria
diversa índole: industriales, comerciantes, po- y La Voz de Caldas, expresándose en términos
líticos y la prensa escrita, así como al ciudada- de un “No al monopolio de la Ulen” (Esgue-
no del común. La iniciativa más importante fue rra, 1997, p. 94); dada la dificultad que afec-
el contrato hecho con la Ulen & Company del taba, según se infiere, a sectores de medianos
Estado de Delaware (Estados Unidos), avala- y pequeños comerciantes, el periódico La Voz
do por los gobiernos nacional, departamental y de Caldas hizo una consulta a los lectores en la
municipal, quienes firmaron la póliza respectiva que planteó durante algunos meses la siguiente
en la que sustantivamente “La Compañía” haría inquietud: “¿Es conveniente para los particu-
varios edificios en la ciudad, incluso también lares y la ciudad en general el contrato de Re-

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construcción con la Ulen?” (1926, p. 1.). Varios vez que el fuego en esa oportunidad, afectó “las
personajes, miembros conspicuos e importantes zonas más importantes del centro en donde está
de la ciudad manizaleña participaron de la con- situada la riqueza”, y porque con ese incendio
sulta para coincidir en que resultaba “rápido, “la iglesia catedral quedara en escombros”, así
bien y barato” la participación de “La Compa- que: “Dios parece que quisiera probar nuestra
ñía”, pues, diría Aquilino Villegas, se privile- fe, nuestra creencia en él, nuestra resignación,
giaría la construcción en: nuestra energía, nuestro esfuerzo, nuestra con-
fianza en su bondad y en su justicia” (La Voz de
Materiales incombustibles para que dentro de Caldas, 21 de marzo de 1926, p. 1) .
dos o tres años tuviéramos la más bella de las
ciudades, levantada para la permanencia de En esta oportunidad, dice Valencia
los siglos y no el campamento de beduinos (1997), se destruyeron 20 edificios que alberga-
hecho de guadua y otras sustancias mal olien-
ban almacenes, oficinas y casas de habitación;
tas [sic] presa propicia para el fuego, la broma
y la humedad. (La Voz de Caldas, 28 de enero los talleres de La Patria quedaron reducidos a
de 1926, p. 1). cenizas; la nota periodística que siguió el acon-
tecimiento con detalles diría:
Silvio Villegas terció en la consulta
abierta por el periódico para expresar la A las cinco de la mañana del sábado 20 de
marzo, la ciudad todavía estaba tranquila. En
conveniencia en el contrato de reconstrucción
la iglesia catedral decía misa, el Padre Zulua-
con la Ulen “por su probada experiencia en ga quien daba, además la bendición nupcial a
edificaciones modernas; las cotizaciones una sencilla pareja de novios. El salir los fie-
exactas que dan los ingenieros de la Ulen del les de la iglesia, vieron con ojos sorprendidos
costo”, eso sí, agregaba Aquilino: “poniéndonos que las llamas salían ya a la calle, amenazado-
en frente como censores capacidades técnicas y ras por la parte oriental del suntuoso edificio
morales de primer orden” (La Voz de Caldas, 3 del Centro Social (…) Estaba ya terminado el
de febrero de 1926, p. 3)7. edificio del Centro Social y había empezado
a arder con su fuerza inusitada la casa de los
herederos de Don Francisco Vélez (…), y de
Se iniciaba entonces, la era del concreto
ésta las llamas pasaron a la iglesia catedral
armado con la participación de “La Compañía” quedando en pocos momentos envuelta en
para la reconstrucción de Manizales lo que hizo humo negro, como si estuviera teñida de acei-
posible, construir la ciudad para los automóvi- te, la cúpula de la iglesia (…) La emoción en
les, la ciudad del progreso sin “anti-estéticos esos momentos fue extraordinaria en todo el
aleros”, la metrópoli del futuro, una ciudad, mundo. La angustia en los rostros se retrató.
“que sea el modelo de una ciudad moderna que Las lágrimas florecieron en los ojos de todos.
sirva para mostrarla al pueblo colombiano” (Es- Todos estaban unidos a esa casa querida, la
casa de Dios (…) Por fin el fuego (...) se trepó
guerra, 1997, p. 93), en lo que coincide Uribe
a lo más alto de la encumbrada torre, hincó su
(1984) al decir que: “Manizales en sus años aguda punta rojiza sobre los brazos de la cruz,
veinte es un orgullo nacional tras la reconstruc- sonaron algunos golpes trémulos del viejo
ción de la Ulen”8. campanario y se desplomó el maderamen.
(La Voz de Caldas, 21 de enero de 1926, p. 2).
Sin embargo, el incendio del 20 de marzo
de 1926, ocho meses después de la conflagra- De acuerdo con los bomberos, el incendio
ción que hiciera temer en las posibilidades de se localizó en “las droguerías Unidas, frente al
constituir la ciudad capital, retrajo los temores círculo del comercio”. La cercanía de los edi-
más pesimistas sobre el futuro de grandeza de la ficios (a través de los aleros), la brisa o vien-
ciudad, incluso sobre su propia existencia, toda tos que soplaban y por supuesto, los materiales

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combustibles propiciaron su propagación. Si ron las cavilaciones que sobrevinieron a fin de


bien la ciudad contaba con un cuerpo de bom- intentar descifrar las posibles causas del si-
beros, también era cierto que más allá de la he- niestro10; sin embargo, las versiones más au-
roicidad con que atendieron el siniestro, care- torizadas concluyeron que hubo negligencia y
cían de elementos de dotación para intervenir descuido con materiales inflamables, dado que
con mayor efectividad; las pérdidas, incluyendo aparecieron fogones de viruta, los que supues-
los objetos valiosos al interior de la iglesia ca- tamente se manipularon con una porción de fós-
tedral, se calcularon alrededor de un (1) millón foros, que también fueron hallados en el sitio de
de pesos; las pólizas de seguros cubrían hasta la conflagración, lo que pudo haber originado
trescientos mil pesos y la iglesia catedral no es- el incendio; a partir de esos registros periciales
taba asegurada9. llegó a plantearse la hipótesis de “movimientos
criminales”, por lo que el periódico La Voz de
Mencionar que luego del incendio el des- Caldas hizo eco sobre la supuesta provocación
concierto fue general como se deriva del am- del incendio por “manos criminales”, y coli-
biente que tradujeron no solo la prensa, sino giendo que de ser verídica la hipótesis, “el lin-
también uno de los actores presentes: chamiento nos parece poco” (La Voz de Caldas,
1º de marzo de 1926, pp. 3; 6).
Cuando una mañana, nuestra campana –la
nuestra, la más sonora y cristalina que jamás Sin embargo, tal supuesto más que suges-
oímos– gritó su grito de angustia que se fue tivo no pasó a mayores, dado que aún sin obrar
saltando sobre los tejados y sobre las ruinas con intención criminal, cualquier “peón o ca-
(del anterior incendio). Otra vez el incendio,
ballero” podía llevar en sus bolsillos el agen-
otra vez la brega, desesperada. (Versión
te destructor, esto era, el cigarrillo, el tabaco,
de Aquilino Villegas, citada por Valencia,
1997, p. 50). los fósforos, los cuales dadas las condiciones
de la ciudad la hacía más vulnerable, aún con
Ahora no solo era reiterativa la amenaza ese sencillo acto de “arrojar al suelo una colilla
sobre la ciudad, que parecía incluso también de cigarrillo o una cerilla encendida”; era pues
arrebatar los fundamentos de la fe y la esperan- evidente que la angustia del momento llegó a
za que representaba la iglesia catedral, puesto percibirse e interpretarse no sólo como un “acto
que el espíritu y los ideales encarnados en el de incivilidad”, sino también como: “un gran-
proyecto de constituir la ciudad capital, pare- de atentado contra la seguridad social”, mejor
cían desvanecerse en ese instante con ella en es- dicho contra la ciudad11.
combros. Para parodiar la alusión que hace Har-
vey para la sociedad postmoderna, “en que allí Así las cosas, se constituyó de inmedia-
se reafirma la verdad de Dios, sin abandonar los to La liga de acción y defensa de Manizales,
poderes de la razón” (2004, p. 54), nosotros di- cuyo presupuesto de acción derivaba de inter-
remos que en esa oportunidad con ese incendio pretar que “los derechos colectivos deben pri-
llegado de manera menos oportuna, los poderes mar sobre los individuales”, y que “los intereses
de la razón no estaban mejor salvaguardados permanentes de nuestra ciudad valen más que
que la verdad de Dios, es decir, que el proyec- los de cada uno de sus componentes”, y en ese
to de la ciudad así como la voluntad en Dios, caso “estamos resueltos a imponer por todos los
todo parecía envuelto en “humo negro”, tal cual medios a nuestro alcance así como en la gestión
quedó la cúpula de la iglesia: y la angustia en pública –legislativa y ejecutiva– como en el de-
los rostros se retrataba. sarrollo de las actividades particulares en cuan-
to puedan afectar los intereses colectivos”, por
“Castigo de Dios”, “manos criminales”, tanto, concluía la nota editorial: “combatiremos
“intereses de fuera” u “odios regionales”, fue- a los particulares que pretendan interponer su

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Arquitectura Republicana y vida urbana

intereses a los de la colectividad” (La Voz de y su supervivencia y por supuesto, su referente


Caldas, 24 de marzo de 1926, p. 2). más caro, la iglesia catedral; acotar en ese senti-
do que la ciudad de manera análoga a la iglesia,
Se observa, entonces, el nivel alcanzado alude Contardi, “es representativa de un valor
en los ánimos que expresa la “Liga”12, la cual ideológico” (1984, p. 6); así que nunca estuvie-
a manera de cruzada se disponía a emprender ron más en riesgo esas dos identidades: pues el
acciones contra los particulares que pusieran en ser ciudadano presupone intrínsecamente a la
riesgo el proyecto civilizatorio de la ciudad, es ciudad a través de ese sentimiento espacial de
decir, su avance y progreso; la cota en ese es- la ciudad o sentimiento visivo, pero también un
tado de angustia y desazón que parecía poner sentimiento hecho de relaciones asociativas y
los semblantes en máxima tensión y disposición como partícipes de una comunidad de valores,
de alerta, frente a cualquier propósito de atentar esto es, la fuerza de la fe religiosa, por lo que
contra la ciudad, se alcanzaba, sin duda, con la cualquier salvaguarda a esos valores que expre-
destrucción de la Iglesia catedral, que dejaba a san la identidad, cualquier recurso era menester,
esos hombres sin resguardo espiritual, de espe- incluido, claro está, el reclamo desde la postura
ranza y de fe; a la manera en que alude Argan, fascista:
refiriéndose a la ciudad como “espacio visi-
vo”, la ciudad “no está hecha de piedras sino El honor es para el soldado fascista una ley
severa, de justicia absoluta, aunque tenga que
de hombres, pues son los hombres quienes le pasar por encima de la ley escrita formal. Es
atribuyen un valor a las piedras” (1984, p. 28). lo que nosotros necesitamos en esta hora de
De hecho, el valor de una ciudad es el que le serias amenazas: ir contra la ley escrita cuan-
atribuye toda una comunidad, de tal forma que do ella sólo sirve para amparar el propósito
los hechos arquitectónicos, en nuestro caso, la anguloso de quienes se constituyen en obstá-
culos del progreso y en peligros contra la se-
iglesia catedral, se experimentan no solo fun- guridad social (La Voz de Caldas, 25 de mar-
cionalmente, esto es, a partir de su razón de ser zo, 1926, p. 1).
–lugar para el culto y la ritualidad–, sino tam-
bién como un punto de valor, una especie de Una de las decisiones que emergieron en
topos privilegiado que, más allá de su funciona- esa disposición y aliento con claro acento fas-
lidad, se percibe y se juzga: “lo vivo en su di- cista, tiene que ver con la creación y nombra-
mensión funcional o lo contemplo, quedándose miento de un Inspector de canalización eléc-
como imagen sedimentada en los diversos ni- trica, adscrito o dependiente de la inspección
veles de la memoria: esas imágenes pueden ser de Policía de Seguridad. Entre sus funciones,
visivas o auditivas y, como todas las imágenes, no solo inspeccionaría las canalizaciones eléc-
pueden ser mnemónicas, perceptivas o eidéticas tricas dentro del área de la ciudad, tanto en las
(o morales)” (Argan, 1984, pp. 219; 222). calles como dentro de los edificios, sino que
también haría inspección de “las cocinas, tri-
Aquello parece explicar los ribetes que lladoras, fábricas y demás establecimientos que
alcanzaron las exhortaciones para la defensa puedan ser causa de incendio y velar porque en
del interés colectivo y su acción solidaria, que ellos se cumplan las disposiciones de la Inspec-
llegaron a traducir expresiones de contenido ción de Policía de Seguridad”; correlativo a esa
fascistas. Se daba a entender que, de cara a la disposición de vigilancia, el “cuerpo de bom-
asociación o interés colectivo (la ciudad en este beros”, ahora remozado con más miembros, se
caso) relegado a un orden inferior (es decir, un encargaría también de la “vigilancia nocturna
pueblo ferozmente individualista), era preciso, en la ciudad, especialmente en la parte ocupada
entonces, sustraer o negar cualquier derecho por el comercio, a fin de dar aviso inmediato de
individual o corporativo que pusiese en riesgo todo caso de incendio que se presente” (La Voz
aquellos derechos, en ese caso, los de la ciudad de Caldas, 26 de marzo, 1926, p. 1)13.

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206 Rodrigo Santofimio Ortiz

Se debe advertir que las expresiones y ac-


titudes fascistas no fueron extrañas en este am-
biente de emergencia y relativa consolidación
del nacionalismo, como empeño ideológico
adicional al del progreso y la civilización que
aguardan el despliegue de las ciudades en Co-
lombia (Uribe, 1984). Manizales no fue la ex-
cepción. Sin embargo, lo particular en este caso
fue que dichas actitudes fascistas hundieron raí-
ces, de un lado, en el carácter conservador de
la sociedad manizaleña para la época: carácter
constituido al tenor y refriega en el siglo XIX
e inicios del XX, contra su alter-ego, el parti-
do liberal, al concebirlo como estimulador de
“las pasiones y los apetitos del pueblo (…) para
volcar el orden establecido” (La Patria, edito-
rial, 28 de abril de 1922, p. 1)14; de otro lado, la
actitud fascista se ajusta al ambiente local, en
el sentido de apremios y angustias que se susci-
taron para reconstruir la ciudad capital y, cierta-
mente, el baluarte en ese propósito tiene que ver
Figura 2. Aquilino Villegas. Tomada de Ricardo Rendón: Una
con el papel e incidencia de la iglesia en la vida fuente para la historia de la opinión pública, por G. Colmenares,
social, la cual no solo llegó a verse amenazada 1998, p. 46.
por riesgos materiales, sino también que éstos
mismos parecen traslaparse causalmente en el De momento no ahondaremos en las pos-
partido liberal, el bolchevismo y el socialismo. turas fascistas que expresaron sectores de la so-
ciedad de cara a una situación difícil de la ciu-
No era casual que el periódico La Patria, dad, solo diremos sobre ese aspecto que autores
hiciera eco para la época de la interpretación como Ocampo (1972) aluden a las ideas falan-
que se tenía del fascismo al justificarlo porque: gistas y corporativistas en esos años a través
de uno de sus personajes. Por su parte, Uribe
Ante la impotencia del gobierno para ampa- (1984) logra ubicar estas expresiones en el ám-
rar a los dueños, Benito Mussolini organizó la bito del flujo de las generaciones ínsitas a las
defensa violenta entre todos los que tenía algo ciudades para los años veinte en Colombia; y
que perder de las violentas acometidas de los Tirado, describe al fascismo en Colombia como
bolseviques [sic]. De allí nació el fascismo, fuerzas organizadas: “las derechas del partido
organización debida a la iniciativa privada de la derecha”, las cuales confrontan el primer
para atacar a los comunistas allí donde se re- gobierno de López Pumarejo y llegan también
uniesen, (…) en una palabra la organización a discutir la preeminencia al jefe del partido
de la revancha contra el socialista violento, conservador Laureano Gómez (1889-1965),
absorbente y agresivo. Toda la parte sana de viendo en él “un encarnizado rival, un enemigo
la sociedad italiana, sin distinción de partidos, acérrimo al que se enfrentarán en innumerables
pertenecen al fascismo, que es hoy el enemigo ocasiones a lo largo de toda su vida política”
más formidable con que tiene que luchar el (1995, p. 297); por último, Tirado muestra que
socialismo bolsevique [sic]” (La Patria, 15 de la fuerza de esas organizaciones estaban en de-
mayo de 1922, p. 1). partamentos como Caldas y Antioquia; en lo

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Manizales años 1920: 207
Arquitectura Republicana y vida urbana

que respecta al fascismo como tipo ideal en su caso, hubo momentos para la elegía con la cual
despliegue europeo, diríamos que para el caso se pretendía alentar los ideales propiciatorios
de Italia, tiene un origen rural y urbano con para la reconstrucción de la iglesia y, por su-
“aquellos campesinos no integrados y los efec- puesto, no evitaba la insistencia porque se man-
tos de la Gran Guerra en las ciudades” (Payne, tuviera la imagen en el nuevo diseño:
1995, pp. 122-123), y en el caso de Alemania el
fascismo fue una organización de origen neta- La catedral yace en escombros. Sobre su rui-
mente urbana (Nolte, 1975). na levantará de nuevo la raza invencible un
templo grandioso y soberbio que recuerde a
La ciudad se reconstruye: El estilo las generaciones de fin de siglo que por sobre
Republicano ecléctico. las tragedias, flotó siempre la fe (…) Erguida
y severa en su grandiosa arquitectura moder-
No se trataba solo de reconstruir la ca- na, la mueva catedral, de inmensas bóvedas
tedral sino también la ciudad en su totalidad. y columnas gigantescas, entre jardines armo-
En ese sentido, creemos que existe una clara niosos, levantará sus torres desafiadoras, sus
conexión entre este último suceso y los dos colosales cúpulas sobre la nueva ciudad mag-
nífica que surgirá de los escombros. (La Voz
anteriores incendios, para redefinir de manera
de Caldas, 24 de marzo de 1926, p. 5).
sistemática la intención de incorporar la ciudad
por completo a la modernidad, el progreso y la
civilización. Se trataba de coincidir en un estilo no solo
para la iglesia, sino también para la ciudad en su
conjunto, y ello tenía que ver con el estilo Re-
De inmediato se hizo convocatoria públi-
ca para realizar la misa campal organizada en publicano, que ya estaba primando en algunas
el atrio de la asolada catedral y allí fue opor- ciudades de Colombia. Escobar (1997) sostie-
tuno invocar el tema de “levantar el templo” y, ne que “las transformaciones que comenzaron
en ese caso, se trataba de “construir de nuevo a multiplicarse en la arquitectura, con motivo
una casa soberbia para el Señor que siempre de la reconstrucción, han dado la pauta para de-
nos ha asistido”. La concurrencia al evento fue terminar el patrimonio arquitectónico de la ciu-
extraordinaria, tanto de “fieles” como en la re- dad en ese «estilo»” (pp. 57-58); en efecto, las
caudación de: “los billetes y monedas, las joyas búsquedas de estilo y de lo bello, se orientaron
de las mujeres cayeron en los receptáculos, así tomando como referente el Capitolio Nacional
como los cheques y promesas entregadas a los (Bogotá), que no era el mejor ni el más bello,
sacerdotes, como testimonio admirable de la fe pero si ofrecía “las cualidades extraordinarias
y el ardor religioso de nuestro pueblo” (La Voz de solidez y resistencia, sin embargo, la mirada
de Caldas, 22 de marzo de 1926, p. 1). de la élite de Manizales, siempre estuvo orien-
tada “de acuerdo con los dictados del eclecticis-
Así las cosas, y de acuerdo al entusiasmo mo europeo de la segunda mitad del siglo XIX”
con que se congregaron los ciudadanos, la cate- (Esguerra, 1997, p. 103) .
dral sería la primera obra que se emprendería y
se aspiraba “la primera en terminar”: era claro En el caso de la catedral, el edificio sím-
también en ese propósito «que la ciudad de Ma- bolo de la ciudad o la imagen de “la fuerza de
nizales, por ser lo que es, no puede desapare- la fe religiosa”, rezumaba las pretensiones de
cer». El sitio habitual de la catedral se amplió los feligreses en el sentido, cita Esguerra que
para la nueva, apropiando toda una manzana, fuera “una obra grande, bella y arquitectóni-
así también era natural pensar en un nuevo mo- camente que llene las aspiraciones de los ca-
delo de su plano, esto era, “repetir en hormigón tólicos habitantes del departamento de Caldas
armado, el plano de la iglesia destruida con sus (…) parecida a San Pedro en Roma o a la cate-
dos torres delanteras y su gran ábside”15; en ese dral de Colonia” (1997, p. 103).

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Figura 3. La antigua Iglesia catedral. Imagen tomada de Monografía de Manizales, por J. Gaviria, 1924, p. 72.

A principios de 1927 se hicieron los con- No obstante, las pretensiones de la re-


tactos respectivos en la capital francesa, di- construcción de la ciudad en ese período de los
rectamente con la Academia de Bellas Artes a años veinte no se quedaron ahí, pues para julio
fin de que avalara el concurso de “planos”; se de 1927, en la zona incendiada, diría el periódi-
trataba, dice Esguerra (1997), de optar entre el co La Voz de Caldas:
espíritu de la ciudad que recogía el Neo-gótico
de J. Polty o el Art- Decó, que planteaba para Ya se ven edificios, muchos de ellos hermo-
la época el modernismo, el cual Fabo al cues- sos, de fachada verdaderamente arquitectó-
tionarlo definía como: “la inmoralidad y la im- nicas, cómodos y elegantes construidos con
piedad [y] son el vitriolo –léase lo diabólico– materiales incombustibles en su mayor parte;
de la civilización, [pues] enervan las energías luciendo en calles anchas, dándole un aspecto
del individuo y destruyen las naciones” (1924, de ciudad moderna y joven que hará honor a
la República y será timbre de orgullo de nues-
p. 291), en un genuis loci como el mismo Fabo
tro pueblo enérgico, laborioso y emprendedor.
define a la ciudad “obra de católicos tradiciona-
(7 de julio de 1927, p. 4).
listas, de hombres que creen en Dios, que co-
mulgan frecuentemente y rezan en sus hogares
De los 219 edificios destruidos en los
el santo Rosario” (1924, p. 292).
siniestros de 1925 y 192616, se habían construido
46 y, estaban en construcción otros 62. La nota
El neo-gótico fue la propuesta que ganó
periodística agrega que se habían otorgado por
finalmente, considerada para la época como la
lo menos 416 permisos para nuevas construc-
más apropiada para la casa de Dios, de acuerdo
ciones, no solo de carácter institucional como
al padre Nazario Restrepo, una autoridad en la
el hospital, el orfanato, la estación del ferroca-
materia: “el hálito de la divinidad parece soplar
bajo esas bóvedas. Por eso, al ver los planos de rril, sino también para la construcción de casas
Polty se siente instintivamente, deseo de doblar en barrios como Vélez, Versalles y Estrada, re-
la rodilla” (citado por Esguerra, 1997, p. 109); cién constituidos, y sobre la avenida paralela a
cabe mencionar que la construcción de la nueva la Avenida Cervantes. Luego vinieron otros ba-
iglesia catedral duró más de diez años, toda ella rrios como Santa Elena, Lleras, Palogrande y
en concreto armado y tuvo un costo de 1 500 000 La Estrella, que emergían rompiendo el marco
dólares. de la traza fundacional, según Escobar: “para

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Arquitectura Republicana y vida urbana

Figura 4. Parque de Bolívar con el Edificio del Banco de Caldas al fondo. Imagen tomada de
Historia de la ciudad de Manizales, por P. Fabo de María, 1926, p. 230.

los estratos más altos y, otros, como el barrio tivas y los materiales de todo tipo, ya sean en-
Colombia, para quienes eran menos favoreci- tramados de bahareque o armadura de concre-
dos por la fortuna” (1997, pp. 63-64). Además to reforzado o sistemas mixtos. Esto explicaría
del empeño con que participó La Compañía las posibilidades arquitectónicas, como sugie-
(Ulen) para la reconstrucción de la ciudad, par- ren Robledo (1997) y Esguerra (1997), para la
ticiparon firmas privadas en la construcción de implementación del estilo Republicano que su-
chalets en el recién constituido barrio de Cam- primía los aleros por áticos, logrando definiti-
po-hermoso, todo ello con la incorporación del vamente por medio de la disposición simétrica
concreto armado. Llegaba entonces, la “era de de los elementos, representar lo más fielmente
las modernas construcciones desafiadoras de la posible el modelo original; Se erigieron como
acción del tiempo y de los peligros del fuego “edificios de tres y cuatro pisos, modificándose
y de los terremotos” (La Voz de Caldas, 25 de así la escala de apreciación por parte del obser-
enero de 1926, p. 7). Uribe sostiene que Ma- vador” (Escobar, 1997, pp. 84-85).
nizales fue “de las primeras ciudades del país
en emplear el cemento armado” (1984, p. 126), Acostumbrados a apreciar y a vivir la ciu-
acotando que en el caso de Medellín, también dad desde la escala humana, esto es, a 170 cm.,
observamos este auge en la construcción, lleva- –la estatura promedio de un hombre, de acuerdo
do a cabo por la firma H. M. Rodríguez e Hijos, a Le Corbusier–, ahora en esas nuevas condi-
fundada en 1903 (Mejía, 1992). ciones arquitectónicas apoyadas en el cemento
u hormigón armado, era claro que la escala hu-
Lo importante a resaltar ahora, tiene que mana se modificaría sustantivamente, al plan-
ver con el papel desempeñado por el cemento tear, sugiere el mismo Le Corbusier (1978), no
armado, para recubrir las estructuras de ma- solo una nueva sensación o instante arquitectu-
dera y guadua con el fin de protegerlas de la ral, como también el crear una síntesis natura-
humedad, a la vez que la plasticidad del mate- leza- arquitectura, tan majestuosa como inespe-
rial posibilitaba moldearlo con cuanto motivo rada17; Burke, entonces, nos dice que “el plano
ornamental propusieran los modelos eclécticos: de un edificio moldea la sociabilidad de la gente
eclecticismo en tanto las tecnologías construc- que lo usa” (2009, p. 14).

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Figura 5. Palacio de Gobierno. Imagen tomada de Monografía de Manizales, por J. Gaviria,


1924, p. 88.

Se construyó entonces el Palacio de la proliferación de balcones en las viviendas; el


Gobernación, que de acuerdo con lo reseñado otro elementos innovador en la vida social de la
en septiembre de 1927 por el periódico La Voz ciudad, tiene que ver con el uso de los primeros
de Caldas, “este gran edificio será un lujo posi- pisos; en efecto, dice Giraldo (1991),
tivo, no solo para Manizales, sino para el país”
(citado por Esguerra, 1997, p. 103); también Dejó de ser funcional y económico el uso ex-
el palacio episcopal, bancos y hoteles, y en lo clusivo del edificio para una sola familia (…)
que respecta al palacio nacional (1928), el cual el primer piso se destinará a la renta, que re-
adicional a su estilo Republicano, se expresaba percutirá en su espacio (…) nuevos espacios
dedicados a actividades de comercio y bode-
“renacentista por su cúpula con linterna”, ade-
gaje, contemporizando las actividades, revita-
más de resaltar el “Gran Olimpia” (1930), con
lizando los edificios en una mayor producción
capacidad para 3000 espectadores y con “once económica y social. (p. 89).
puertas de salida para casos de emergencia”
(Uribe, 1984, pp. 120; 126).
Robledo (1996), adiciona a este nuevo
espacio el alquiler “para comercios y talleres o
A modo de cierre para habitación de familias de artesanos y obre-
ros” (p. 196).
Como se colige, el auge de la
reconstrucción de Manizales a partir del
Por su parte, el segundo piso se ha inde-
cemento armado produjo transformaciones
pendizado del primero, institucionalizándose
urbanas, tanto en la ciudad donde se apreció
“el hall o vestíbulo”, lo dice Giraldo M. (1991):
y se vivió de manera distinta, como también
transformaciones sociales que se reflejaron
Que va a ser las veces de un claustro cerrado
en la vivienda urbana; estas últimas no fueron
y se va a poder utilizar el espacio central a
menos importantes; en primer lugar, la relación cualquier hora o clima. El resto de la casa gira
corredor-calle, dice Giraldo (1991), adquiere su en torno a él; (…) es el nuevo espacio público
máximo significado plástico, pues la fachada de la casa, el más dinámico, El patio: La plaza
expresa una relación espacial que se traduce de la casa. (p. 89).
en valor a través del estatus social, con la

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Manizales años 1920: 211
Arquitectura Republicana y vida urbana

Figura 6. Palacio Municipal. Imagen tomada de Monografía de Manizales,


por J. Gaviria, 1924, p. 230.

Robledo (1996), reitera el que la “vida so-


cial de la familia propietaria se realizaba en el
segundo piso. (…) el patio central desapareció
del primer piso y se trasladó al segundo”, lo que
Rufino Gutiérrez, personaje de la época, citado
por Robledo (1996), retraía de este modo:

Los patios, en el nivel superior (…) se han


aprovechado (…) para construir sobre ellos
lujosos salones de recibo o vestíbulos, y en
los más centrales, en la calle del comercio, los
patios se han convertido en productivos alma-
cenes en lo bajo. (p. 198).

Ahora bien, más que un contraste dramá-


tico, como lo sugiere Burke (2009), a propósito
de la historia social, entre las dos partes de la
casa, donde la parte baja, estaría “asociada con
la naturaleza, la obscuridad, las mujeres, el sexo
Figura 7. Escuela Modelo. Imagen tomada de Historia de la
y la humedad” y la parte alta de la casa asociada ciudad de Manizales, por P. Fabo de María, 1926, p. 127.
“con la cultura, la luz, los hombres, el tejido y
los invitados” (p. 14), creemos también que los guadua (también denominados para la época
negocios, en la parte baja de la casa, requerían “ranchos de vara en tierra”)18: el sistema cons-
ser refrendados socialmente en la parte alta, tructivo era el mismo para todas sin excepción,
esto es, el nuevo espacio público de la casa. conformado por armadura de madera y guadua,
recubiertos de tierra y cagajón (el tradicional
Por otro lado, las casas de estructuras de bahareque caldense), reitera Esguerra (1997);
madera con techo pajizo a instalaciones más este tipo de vivienda no sólo se le resistía al
estables en tapia y teja de barro o ramadas de nuevo estilo, sino que también era propiciatoria

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212 Rodrigo Santofimio Ortiz

para la humedad, el fuego y los terremotos, en Argan, G. (1984). Historia del Arte como his-
síntesis, la ciudad y sus viviendas connotaban toria de la ciudad. Barcelona, España:
una tipología claustral, empero, hubo cierta- Editorial Laia.
mente la “voluntad de estilo”, para cambiar la
apariencia de las viviendas y edificios. Bardet, G. (1961). El Urbanismo. Buenos Ai-
res, Argentina: EUDEBA.
Con la llegada del cemento, los cambios Botero, F. (1996). Medellín 1890-1950, Histo-
que se enuncian para la vivienda urbana fueron ria Urbana y juego de intereses. Mede-
para las fachadas, las cuales sufrirían dos cam- llín, Colombia: Editorial Universidad de
bios fundamentales, de un lado: “reemplazar Antioquia.
el bahareque de tierra por el metálico, prime-
ro y, posteriormente, por el encementado” (Es- Colmenares, G. (1998). Ricardo Rendón: Una
guerra, 1997, p. 85); de otro lado, los balcones fuente para la historia de la opinión pú-
corridos y los anchos aleros: los primeros fue- blica. Bogotá, Colombia: Tercer Mundo
ron remplazados poco a poco y sin mayor resis- Editores.
tencia por balcones asignados individualmente
Burke, P. (2009). Historia social y cultural de la
a las puerta-ventana, con cambios de estilo y de
casa. Historia Crítica, (39), 11-19.
materiales; los segundos, desaparecen no obs-
tante servir de resguardo de la humedad, pero Contardi, B. (1984). Prólogo. En G. C. Argan,
se reemplaza o sustituye por el ático: la vivien- Historia del Arte como historia de la ciu-
da, entonces, aludiendo a Burke, se convertiría dad. Barcelona, España: Editorial Laia.
en “una de las principales formas de consumo
para llamar la atención” (2009, p. 14). Para esto Correa R., J., y Martínez, C. H. (2010). Progre-
se suele obviar el papel del andén en la nueva so, moral y civilización. La preocupación
fisonomía de la vivienda urbana, al establecer a higienista en la Sociedad de Mejoras Pú-
partir de él una relación distinta entre lo “públi- blicas de Manizales (Colombia); primera
co y lo privado”, pues allí están ubicados “los mitad del siglo XX. Revista Gestión &
accesos, el de la vivienda principal se demarca Región, (10), 7-28.
con una especie de postal, diferenciándose de
Escobar, J. (1997). Transformaciones Urbanas.
los demás accesos por sus plásticas proporcio-
En M. Santander y J. E. Arango (Eds.),
nes” (Giraldo, 1991, pp. 89-90), en una época
Arquitectura Republicana en Manizales.
de “exhibicionismo social”, dice Romero, en
Manizales, Colombia: Editorial Nomos.
tanto reclamo de las clases medias y burguesía
en aras de constituir un estilo de vida que quiso Esguerra, J. (1997). Construcción de una ima-
ser “cosmopolita por oposición a las formas gen de prosperidad 1905-1935. En M.
provincianas de vida predominantes hasta en- Santander y J. E. Arango (Eds.), Arqui-
tonces” (1984, pp. 282; 284). tectura Republicana en Manizales. Mani-
zales: Editorial Nomos.
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Ocampo, J. (1972). Dominio de clase en la ciu-


1
Se vio la necesidad de ampliar las calles
dad colombiana. Medellín, Colombia: en un metro con cincuenta en cada uno de
Editorial Oveja Negra. los costados, de tal forma que los vehículos
pudieran circular más fácilmente”; también
Payne, S. (1995). Historia del Fascismo. Barce- estaba en curso para aprobación como
lona, España: Editorial Planeta, S. A. Acuerdo, el proyecto sobre reglamentación
de vehículos “dado el número (…) que cada
Robledo C., J. (1996). La Ciudad en la coloni- día es aumentado por un nuevo elemento.
zación antioqueña: Manizales. Bogotá, Serán señaladas las calles por donde han
Colombia: Editorial Universidad Nacional. de transitar los autos, las que han de seguir
Robledo C., J. (1997). Arquitectura Republi- los carros y autocamiones y por fin las vías
cana, ¡y de bahareque!. En M. Santan- que han de recorrer los coches, los cuales
der y J. E. Arango (Eds.), Arquitectura sufrirán también la vigilancia estricta de
la policía en lo que atañe al manejo de los

Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
214 Rodrigo Santofimio Ortiz

caballos, el trato de las aurigas, etc.”, “Sobre sino que confiaron la construcción de sus vi-
Locomoción”, La Patria [Manizales], 24 de viendas a los ingenieros y maestros de obra
mayo, 1922, p. 1. manizaleños” (p. 95).

2
Subrayado propio. 8
Esguerra (1997), sostiene que la Ulen no fue
propiamente la que inicio “la era del concre-
3
Para 1926, la capital departamental contaba to armado en la ciudad”, sino el ingeniero
con 57 817 ha., y si bien Pereira le seguía con José María Gómez quien asociado con el
36 156 ha., el municipio de Calarcá, vecino a belga Félix Kleebauer, trajo la primera tri-
Armenia, contaba con mayor población que turadora para la construcción del matadero
aquélla, 38 250 ha.; La Voz de Caldas [Ma- en 1924” (p. 95); empero, admite que “La
nizales], 7 de julio de 1927, p. 5. Compañía” desarrolló “los trabajos comuna-
les más grandes –acueductos y alcantarilla-
dos modernos–”, construyendo también “los
4
No obstante, dicen Correa y Martínez, que
principales edificios de la ciudad, entre ellos
para esos años, el filme no esconde una so-
los palacios de la gobernación y nacional
ciedad dual, pues por un lado aparece “el y la estación del ferrocarril” y a ella estu-
testimonio de una sociedad rica y lujosa”, vieron como interventor el arquitecto Pablo
pero también se expresa una “sociedad cam- de la Cruz y Benjamín Dussan Canals, y no
pesina”; Progreso, moral y civilización”, p. solo colombianos sino también extranjeros
19; Oscar I. Salazar A., “La Cara pública y de origen francés, italiano y, por supuesto,
la cara vergonzante. Imágenes de la urba- norteamericano, que augurarían momentos
nización de Bogotá en la ciudad fílmica y importantes de la construcción y la arquitec-
la fotografía urbana de mediados del siglo tura en Colombia; (pp. 95-96); Uribe C. se
XX”, en Bogotá fílmica. Ensayos sobre cine refiere a “La Casa Ullen”, imprecisamente
y patrimonio cultura (Bogotá, Alcaldía Ma- como firma inglesa (1984, p. 126).
yor de Bogotá, 2012), pp. 117-118.
9
Los estimativos posteriores a la trage-
5
Se trataba del ministro de Hacienda y Cré- dia muestran que las pólizas cubrirían por
dito Público, Jesús María Marulanda, quien lo menos seiscientos cincuenta mil pesos
estuvo en compañía del ministro de Obras ($650 000) y la dotación de la Iglesia cate-
Públicas, Laureano Gómez; La Voz de Cal- dral parece que se pudo recuperar al mo-
das [Manizales], 19 de enero, 1926, p. 1. mento del siniestro; La Voz de Caldas [Ma-
nizales] 24 de marzo, 1926, p. 1.
6
El trazado en lo que corresponde a Caldas,
era Puerto Caldas- Cartago- Pereira, y se es- 10
También llegó a inculparse, como fuera ha-
timó en $1 950 000; La Patria, [Manizales], bitual en la década, a “las empresas de luz y
agosto 6, 1921, p. 1; para la época el peso de energía eléctrica”; “Medidas preventivas
colombiano estaba “pegado” a la divisa nor- y Cuerpo de Bomberos”, La Voz de Caldas
teamericana, es decir, a la par con el dólar; [Manizales] 22 de marzo, 1926, p. 1.
Salomón Kalmanovitz, Economía y Nación.
Una breve historia de Colombia (Bogotá: 11
“Como la autoridad tomó sospechas de al-
Tercer Mundo Editores, 1999, p. 248). gunos individuos los condujo, muy acerta-
damente a la prisión”; “Un nuevo incendio
7
Precisar, de acuerdo a Esguerra (1997), que amenaza destruir la ciudad”, La Voz de
Aquilino Villegas “y otros 40 damnificados Caldas [Manizales] 23 de marzo de 1926,
no esperaron a que la empresa gringa co- pp. 3, 6.
menzara con gran parsimonia los trabajos,

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Manizales años 1920: 215
Arquitectura Republicana y vida urbana

12
La “Liga”, estaba integrada sustantivamente 16
Esguerra menciona 250 edificios, (1997,
por comerciantes, de acuerdo a lo que men- p. 90); Valencia habla de 229 edificios des-
ciona Valencia que para la época represen- truidos en el incendio de 1925 y 20 edificios
taba a “78 casas comerciales mayoristas”, en 1926 (1997, pp. 49-50).
(1997, p. 41)
17
Si bien Le Corbusier está proponiendo en
13
Integraban el equipo del cuerpo de bombe- esos años una arquitectura más funcional
ros, un sargento, un cabo, cuatro bomberos y menos referida al esteticismo que plantea
así como de sus funciones correspondientes; el estilo Republicano, ello no invalida las
“Medida de seguridad”, Editorial, La Voz nuevas sensaciones de habitar la ciudad que
de Caldas [Manizales] 26 de marzo, 1926: 1. plantea este estilo; Precisiones respecto a un
estado actual de la arquitectura y del urba-
14
“Protectores del Proletariado”, Editorial, nismo (Barcelona: Editorial Poseidón, 1978,
La Patria [Manizales] 28 de abril, 1922, p. pp. 82; 95; 122).
1; véase también “Un bolsevique [sic] au-
téntico”, La Patria [Manizales] 31 de mayo, 18
Escobar (1997, p. 56); la expresión “rama-
1922, p. 1; para una mirada sintética sobre das de guadua” es de A. Villegas, refiriéndo-
los temas por los cuales llegaron a dividirse se a los edificios destruidos en la conflagra-
y confrontar los partidos Liberal y conser- ción de 1925; La Voz de Caldas [Manizales]
vador en el siglo XIX y XX, Ch. Bergquist, 28 de enero, 1926, p. 1.
Los Trabajadores en la historia latinoame-
ricana. Estudios comparativos de Chile,
Argentina, Venezuela y Colombia (Bogotá:
Siglo Veintiuno Editores, 1988), 310-339.

15
Con diseño de Mariano Santamaría se cons-
truyó, entre 1888 y 1893, la iglesia principal,
en la que se pueden reconocer algunos ele-
mentos de “estilo”, dice Robledo C. (1996),
refiriéndose a la primera catedral de la ciu-
dad, “a pesar de que se edificó con la tec-
nología sui géneris del bahareque metálico”
(p. 190); “Nuevos detalles del incendio del
sábado”, La Voz de Caldas [Manizales] 22
de marzo, 1926, p. 1.

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