Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DOI: https://doi.org/10.22518/usergioa/jour/ccsh/2019.1/a12
Keywords
Urban history, Manizales, urban life, republican architecture, urban housing.
198 Rodrigo Santofimio Ortiz
También hizo parte de estas representa- construidas y, por supuesto, las actividades que
ciones la manera en que se respondió ante la se llevaban a cabo al interior de las viviendas,
iniciativa de la industrialización, lo que cier- como la fabricación de fósforos y velas de pa-
tamente derivó en resolver el fenómeno de la rafina, tiendas de comestibles, en donde incluso
urbanización o de lo lleno. Dice Bardet: “todo “se almacenaban además de drogas, municiones
está lleno. Nada es lo suficientemente grande para armas de fuego” (Valencia, 1990, p. 48);
como para contener a las muchedumbres: ni las al igual que Gaviria (1924), quien alude a este
ciudades, ni los edificios, ni las plazas” (1961, tipo de fábricas y adiciona las fundiciones y
p. 5). Otro tanto ocurrió con la circulación, el cerrajerías y, de acuerdo a Fray Pedro Fabo de
problema de la higiene y el confort, los proble- María, funcionaban tres fábricas de velas y una
mas económicos y sociales y, por supuesto, los de fósforos. Cabe mencionar que no toda la res-
problemas intelectuales y espirituales. ponsabilidad de los incendios se atribuían a las
condiciones de las viviendas, pues también se
Ahora bien, si nos quedásemos con la aludía a que el “mal estado de las líneas eléctri-
comprensión imitativa del fenómeno urbano cas; «Es increíble»” (La Patria, 28 de septiem-
que vivieron las ciudades, en particular la Ma- bre, 1922, p. 1). Muchas de esas viviendas eran
nizales de los años 1920, ese acercamiento cabe “estructuras de madera con techo pajizo o ins-
sin duda en la dimensión más analítica del capi- talaciones más estables en tapia y teja de barro”
talismo. Empero, a riesgo de traslapar, incluso (Escobar, 1997, p. 56). Por su parte, Robledo
negar ese carácter particular como dimensión (1997) definía estas viviendas como:
histórica, resulta importante revisar, analizar y
comprender aquel momento histórico de Mani- Ranchos de vara en pie, con techos de paja o
de corteza de cedro los que hoy se pudieran
zales en los años 20, a la luz de dichas relacio-
definir con el genérico nombre de bahareque,
nes sociales de producción y sus dispositivos edificios no sólo susceptibles a cualquier co-
ideológicos. Pretendemos, entonces, en este nato de incendio, sino también de riesgo frente
propósito de historia urbana, acercarnos al or- a los embates de los terremotos. (pp. 71-72).
nato urbano en la medida que significó el inte-
rés de transformar ese nuevo espacio por otro, Por tanto, si este período anticipó futuras
y ello requirió plantear una concepción de ciu- transformaciones urbanas a nivel de edificacio-
dad, un estilo y unas estéticas para ciertas clases nes, esto se constituyó no solo como lo plan-
sociales y grupos en dicha etapa del capitalismo tea Botero (1996), del interés urbanizable de
de la industrialización y la competencia. la ciudad, sino también como la idea de probar
partir de la incorporación del concreto armado,
La Ciudad de Manizales y los incendios con edificios firmes y compactos que evitaran
de 1922, 1925 y 1926 el riesgo de nuevos incendios. Ciertamente el
experimento funcionó, pues además de plantear
Botero sostiene que los incendios de la un formato de arquitectura que privilegiaba el
ciudad de Medellín en los años 1920 estaban re- cemento, se adicionaron materiales no combus-
lacionados con los cambios urbanos suscitados tibles. Incluso se ampliaron las distancias que
en esos años, así como “del factor especulativo, debían guardar las edificaciones entre sí, lo que
que estaba íntimamente ligado a ese imaginario derivó en otros usos para las calles y carreras,
de ciudad” (1996, p. 197); para el caso de Ma- medidas bastante oportunas que reclamaban los
nizales, además de la conmoción que ocasiona- vehículos de ruedas; y se insinuó la “arquitectu-
ron los tres siniestros de 1922, 1925 y 1926, es ra geométrica con la incorporación de la ocha-
preciso señalar que esas conflagraciones tuvie- vada para las nuevas edificaciones, permitiendo
ron un origen directo con la textura urbana de [sic] mayor visibilidad tanto para los conduc-
las edificaciones, los materiales de que estaban tores de vehículos como para los transeúntes”
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
200 Rodrigo Santofimio Ortiz
(Escobar, 1997, p. 60)1. Esta interacción permi- notaron las primeras llamas. También se
tió otra forma de relacionar al transeúnte con ha creído generalmente que pudo ser en la
los conductores: los primeros caminaron por fábrica de velas “La Campana”, situada en la
las aceras que, por supuesto, cobraron la debida calle 14, entre las carreras 10 y 11 (…) fue
el doctor Ricardo Jaramillo Arango: dando
importancia; y las calzadas para los conducto-
gritos de auxilio a los vecinos, consiguió
res, por cierto, no exentas de dificultades como reunir gente que le ayudaran [sic] en su obra
lo muestra una nota periodística de esos años: de salvación y que hicieran tocar plegaria (…)
Entre nueve y diez de la mañana pudimos
Parece mentira, pero ya es materialmente im- ver aplacado el fuego que tan emocionante
posible transitar por la calle de la Esponsión, cuadro dejaba expuesto y que será, como al
nuestra única arteria de ruedas. La actual con- principio dijimos, de memoria eterna a la
figuración del terreno saca a los vehículos de vida de nuestra floreciente y noble capital.
madre y los echa a rodar por los pavimentos (La Patria, 22 de julio de 1922, p. 1).
dando [sic] casi de narices contra los edificios
y poniendo [sic] en gran aprieto a los peatones
Como es natural, en ese incendio hubo “un
que transitan por la vía. Sobre todo los niños
peligran. (La Patria, 8 de abril de 1922, p. 1).
crecido manoteo en que actuaron muchos rate-
ros”, dice la nota periodística; la policía lució
una vez más gran habilidad así como honora-
Así, la organización espacial de la ciudad
bles caballeros y niños que no escasearon en
cobró sentido no por obra y gracia de los in-
vigilancia para proteger la propiedad ajena. La
cendios, ciertamente “aliados de los promoto-
solidaridad también se expresó en unos “maes-
res del progreso y la modernización” (Esguerra,
tros y niños excursionistas”, quienes venidos de
1997, p. 82), sino por ese afán modernizador
Riosucio, Pereira y Aguadas, fueron sorprendi-
que se reclamó para la ciudad capital, por lo
dos por el desastre, sin embargo hicieron “gala
que los incendios no hicieron más que acelerar
de sus buenos sentimientos y filantropía” ayu-
dicha intención. Así mismo cabe decir que los
dando a la extinción del flagelo con lo que caía
incendios intrínsecamente llegaron a poner en
en sus manos. La ciudad no estaba material-
discusión las posibilidades de continuar con el
mente preparada frente a la magnitud del de-
ideal de emplazar una ciudad en esa topografía.
sastre, carecía de bombas extintoras suficientes
Como lo sugiere Fu Tuan (2007) para otro con-
e hidrantes y más aún de un voluntariado con
texto, se trataba de “poner en marcha un ideal,
personas capacitadas en la tarea de extinguir
así como un estilo de vida total que se plasmase
incendios.
en patrones espaciales, en formas arquitectóni-
cas y en escenarios materiales en este rincón del
mundo” (p. 233). En ese propósito, las fuerzas El Consejo municipal, entre otras dispo-
económicas y sociales contribuyeron de forma siciones, insistió en que los propietarios de los
decisiva a constituir “estilos de vida”, pero inmuebles recurrieran al seguro de sus edifi-
como plantea Fu Tuan, “puede hacerse de ma- cios, depósitos, almacenes, etc., como medida
nera inconsciente”, no así los “impulsos idea- de prudencia y como defensa anticipada de los
listas” que en comunidades relativamente inte- perjuicios materiales que trae consigo una cala-
gradas pueden encontrarse expresadas de forma midad. Sin embargo, la persistencia en el ideal
material y a gran escala” (2007, p. 234). Se in- de constituir “el organismo de la urbe nacien-
sistió así en ese ideal para reafirmar un propósi- te y civilizada”, lo tradujo en ese momento la
to y no renunciar a constituir la ciudad, la “ciu- nota periodística que pocos días después del si-
dad civilizada”, aún de cara a las adversidades: niestro hiciera Silvio Villegas, invocando para
Manizales “su futura grandeza”, e insistir en el
El fuego estalló en la cocina de la casa del
ideal traducido con fervor místico –puro y sen-
señor Joaquín Gómez en cuyo tejado se cillo– de clarísima ascendencia castellana:
Figura 1. Incendio de 1922. Fotografía tomada de Historia de la ciudad de Manizales, por P. Fabo de María, 1926, p. 251.
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
202 Rodrigo Santofimio Ortiz
construcción con la Ulen?” (1926, p. 1.). Varios vez que el fuego en esa oportunidad, afectó “las
personajes, miembros conspicuos e importantes zonas más importantes del centro en donde está
de la ciudad manizaleña participaron de la con- situada la riqueza”, y porque con ese incendio
sulta para coincidir en que resultaba “rápido, “la iglesia catedral quedara en escombros”, así
bien y barato” la participación de “La Compa- que: “Dios parece que quisiera probar nuestra
ñía”, pues, diría Aquilino Villegas, se privile- fe, nuestra creencia en él, nuestra resignación,
giaría la construcción en: nuestra energía, nuestro esfuerzo, nuestra con-
fianza en su bondad y en su justicia” (La Voz de
Materiales incombustibles para que dentro de Caldas, 21 de marzo de 1926, p. 1) .
dos o tres años tuviéramos la más bella de las
ciudades, levantada para la permanencia de En esta oportunidad, dice Valencia
los siglos y no el campamento de beduinos (1997), se destruyeron 20 edificios que alberga-
hecho de guadua y otras sustancias mal olien-
ban almacenes, oficinas y casas de habitación;
tas [sic] presa propicia para el fuego, la broma
y la humedad. (La Voz de Caldas, 28 de enero los talleres de La Patria quedaron reducidos a
de 1926, p. 1). cenizas; la nota periodística que siguió el acon-
tecimiento con detalles diría:
Silvio Villegas terció en la consulta
abierta por el periódico para expresar la A las cinco de la mañana del sábado 20 de
marzo, la ciudad todavía estaba tranquila. En
conveniencia en el contrato de reconstrucción
la iglesia catedral decía misa, el Padre Zulua-
con la Ulen “por su probada experiencia en ga quien daba, además la bendición nupcial a
edificaciones modernas; las cotizaciones una sencilla pareja de novios. El salir los fie-
exactas que dan los ingenieros de la Ulen del les de la iglesia, vieron con ojos sorprendidos
costo”, eso sí, agregaba Aquilino: “poniéndonos que las llamas salían ya a la calle, amenazado-
en frente como censores capacidades técnicas y ras por la parte oriental del suntuoso edificio
morales de primer orden” (La Voz de Caldas, 3 del Centro Social (…) Estaba ya terminado el
de febrero de 1926, p. 3)7. edificio del Centro Social y había empezado
a arder con su fuerza inusitada la casa de los
herederos de Don Francisco Vélez (…), y de
Se iniciaba entonces, la era del concreto
ésta las llamas pasaron a la iglesia catedral
armado con la participación de “La Compañía” quedando en pocos momentos envuelta en
para la reconstrucción de Manizales lo que hizo humo negro, como si estuviera teñida de acei-
posible, construir la ciudad para los automóvi- te, la cúpula de la iglesia (…) La emoción en
les, la ciudad del progreso sin “anti-estéticos esos momentos fue extraordinaria en todo el
aleros”, la metrópoli del futuro, una ciudad, mundo. La angustia en los rostros se retrató.
“que sea el modelo de una ciudad moderna que Las lágrimas florecieron en los ojos de todos.
sirva para mostrarla al pueblo colombiano” (Es- Todos estaban unidos a esa casa querida, la
casa de Dios (…) Por fin el fuego (...) se trepó
guerra, 1997, p. 93), en lo que coincide Uribe
a lo más alto de la encumbrada torre, hincó su
(1984) al decir que: “Manizales en sus años aguda punta rojiza sobre los brazos de la cruz,
veinte es un orgullo nacional tras la reconstruc- sonaron algunos golpes trémulos del viejo
ción de la Ulen”8. campanario y se desplomó el maderamen.
(La Voz de Caldas, 21 de enero de 1926, p. 2).
Sin embargo, el incendio del 20 de marzo
de 1926, ocho meses después de la conflagra- De acuerdo con los bomberos, el incendio
ción que hiciera temer en las posibilidades de se localizó en “las droguerías Unidas, frente al
constituir la ciudad capital, retrajo los temores círculo del comercio”. La cercanía de los edi-
más pesimistas sobre el futuro de grandeza de la ficios (a través de los aleros), la brisa o vien-
ciudad, incluso sobre su propia existencia, toda tos que soplaban y por supuesto, los materiales
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
204 Rodrigo Santofimio Ortiz
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
206 Rodrigo Santofimio Ortiz
que respecta al fascismo como tipo ideal en su caso, hubo momentos para la elegía con la cual
despliegue europeo, diríamos que para el caso se pretendía alentar los ideales propiciatorios
de Italia, tiene un origen rural y urbano con para la reconstrucción de la iglesia y, por su-
“aquellos campesinos no integrados y los efec- puesto, no evitaba la insistencia porque se man-
tos de la Gran Guerra en las ciudades” (Payne, tuviera la imagen en el nuevo diseño:
1995, pp. 122-123), y en el caso de Alemania el
fascismo fue una organización de origen neta- La catedral yace en escombros. Sobre su rui-
mente urbana (Nolte, 1975). na levantará de nuevo la raza invencible un
templo grandioso y soberbio que recuerde a
La ciudad se reconstruye: El estilo las generaciones de fin de siglo que por sobre
Republicano ecléctico. las tragedias, flotó siempre la fe (…) Erguida
y severa en su grandiosa arquitectura moder-
No se trataba solo de reconstruir la ca- na, la mueva catedral, de inmensas bóvedas
tedral sino también la ciudad en su totalidad. y columnas gigantescas, entre jardines armo-
En ese sentido, creemos que existe una clara niosos, levantará sus torres desafiadoras, sus
conexión entre este último suceso y los dos colosales cúpulas sobre la nueva ciudad mag-
nífica que surgirá de los escombros. (La Voz
anteriores incendios, para redefinir de manera
de Caldas, 24 de marzo de 1926, p. 5).
sistemática la intención de incorporar la ciudad
por completo a la modernidad, el progreso y la
civilización. Se trataba de coincidir en un estilo no solo
para la iglesia, sino también para la ciudad en su
conjunto, y ello tenía que ver con el estilo Re-
De inmediato se hizo convocatoria públi-
ca para realizar la misa campal organizada en publicano, que ya estaba primando en algunas
el atrio de la asolada catedral y allí fue opor- ciudades de Colombia. Escobar (1997) sostie-
tuno invocar el tema de “levantar el templo” y, ne que “las transformaciones que comenzaron
en ese caso, se trataba de “construir de nuevo a multiplicarse en la arquitectura, con motivo
una casa soberbia para el Señor que siempre de la reconstrucción, han dado la pauta para de-
nos ha asistido”. La concurrencia al evento fue terminar el patrimonio arquitectónico de la ciu-
extraordinaria, tanto de “fieles” como en la re- dad en ese «estilo»” (pp. 57-58); en efecto, las
caudación de: “los billetes y monedas, las joyas búsquedas de estilo y de lo bello, se orientaron
de las mujeres cayeron en los receptáculos, así tomando como referente el Capitolio Nacional
como los cheques y promesas entregadas a los (Bogotá), que no era el mejor ni el más bello,
sacerdotes, como testimonio admirable de la fe pero si ofrecía “las cualidades extraordinarias
y el ardor religioso de nuestro pueblo” (La Voz de solidez y resistencia, sin embargo, la mirada
de Caldas, 22 de marzo de 1926, p. 1). de la élite de Manizales, siempre estuvo orien-
tada “de acuerdo con los dictados del eclecticis-
Así las cosas, y de acuerdo al entusiasmo mo europeo de la segunda mitad del siglo XIX”
con que se congregaron los ciudadanos, la cate- (Esguerra, 1997, p. 103) .
dral sería la primera obra que se emprendería y
se aspiraba “la primera en terminar”: era claro En el caso de la catedral, el edificio sím-
también en ese propósito «que la ciudad de Ma- bolo de la ciudad o la imagen de “la fuerza de
nizales, por ser lo que es, no puede desapare- la fe religiosa”, rezumaba las pretensiones de
cer». El sitio habitual de la catedral se amplió los feligreses en el sentido, cita Esguerra que
para la nueva, apropiando toda una manzana, fuera “una obra grande, bella y arquitectóni-
así también era natural pensar en un nuevo mo- camente que llene las aspiraciones de los ca-
delo de su plano, esto era, “repetir en hormigón tólicos habitantes del departamento de Caldas
armado, el plano de la iglesia destruida con sus (…) parecida a San Pedro en Roma o a la cate-
dos torres delanteras y su gran ábside”15; en ese dral de Colonia” (1997, p. 103).
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
208 Rodrigo Santofimio Ortiz
Figura 3. La antigua Iglesia catedral. Imagen tomada de Monografía de Manizales, por J. Gaviria, 1924, p. 72.
Figura 4. Parque de Bolívar con el Edificio del Banco de Caldas al fondo. Imagen tomada de
Historia de la ciudad de Manizales, por P. Fabo de María, 1926, p. 230.
los estratos más altos y, otros, como el barrio tivas y los materiales de todo tipo, ya sean en-
Colombia, para quienes eran menos favoreci- tramados de bahareque o armadura de concre-
dos por la fortuna” (1997, pp. 63-64). Además to reforzado o sistemas mixtos. Esto explicaría
del empeño con que participó La Compañía las posibilidades arquitectónicas, como sugie-
(Ulen) para la reconstrucción de la ciudad, par- ren Robledo (1997) y Esguerra (1997), para la
ticiparon firmas privadas en la construcción de implementación del estilo Republicano que su-
chalets en el recién constituido barrio de Cam- primía los aleros por áticos, logrando definiti-
po-hermoso, todo ello con la incorporación del vamente por medio de la disposición simétrica
concreto armado. Llegaba entonces, la “era de de los elementos, representar lo más fielmente
las modernas construcciones desafiadoras de la posible el modelo original; Se erigieron como
acción del tiempo y de los peligros del fuego “edificios de tres y cuatro pisos, modificándose
y de los terremotos” (La Voz de Caldas, 25 de así la escala de apreciación por parte del obser-
enero de 1926, p. 7). Uribe sostiene que Ma- vador” (Escobar, 1997, pp. 84-85).
nizales fue “de las primeras ciudades del país
en emplear el cemento armado” (1984, p. 126), Acostumbrados a apreciar y a vivir la ciu-
acotando que en el caso de Medellín, también dad desde la escala humana, esto es, a 170 cm.,
observamos este auge en la construcción, lleva- –la estatura promedio de un hombre, de acuerdo
do a cabo por la firma H. M. Rodríguez e Hijos, a Le Corbusier–, ahora en esas nuevas condi-
fundada en 1903 (Mejía, 1992). ciones arquitectónicas apoyadas en el cemento
u hormigón armado, era claro que la escala hu-
Lo importante a resaltar ahora, tiene que mana se modificaría sustantivamente, al plan-
ver con el papel desempeñado por el cemento tear, sugiere el mismo Le Corbusier (1978), no
armado, para recubrir las estructuras de ma- solo una nueva sensación o instante arquitectu-
dera y guadua con el fin de protegerlas de la ral, como también el crear una síntesis natura-
humedad, a la vez que la plasticidad del mate- leza- arquitectura, tan majestuosa como inespe-
rial posibilitaba moldearlo con cuanto motivo rada17; Burke, entonces, nos dice que “el plano
ornamental propusieran los modelos eclécticos: de un edificio moldea la sociabilidad de la gente
eclecticismo en tanto las tecnologías construc- que lo usa” (2009, p. 14).
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
210 Rodrigo Santofimio Ortiz
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
212 Rodrigo Santofimio Ortiz
para la humedad, el fuego y los terremotos, en Argan, G. (1984). Historia del Arte como his-
síntesis, la ciudad y sus viviendas connotaban toria de la ciudad. Barcelona, España:
una tipología claustral, empero, hubo cierta- Editorial Laia.
mente la “voluntad de estilo”, para cambiar la
apariencia de las viviendas y edificios. Bardet, G. (1961). El Urbanismo. Buenos Ai-
res, Argentina: EUDEBA.
Con la llegada del cemento, los cambios Botero, F. (1996). Medellín 1890-1950, Histo-
que se enuncian para la vivienda urbana fueron ria Urbana y juego de intereses. Mede-
para las fachadas, las cuales sufrirían dos cam- llín, Colombia: Editorial Universidad de
bios fundamentales, de un lado: “reemplazar Antioquia.
el bahareque de tierra por el metálico, prime-
ro y, posteriormente, por el encementado” (Es- Colmenares, G. (1998). Ricardo Rendón: Una
guerra, 1997, p. 85); de otro lado, los balcones fuente para la historia de la opinión pú-
corridos y los anchos aleros: los primeros fue- blica. Bogotá, Colombia: Tercer Mundo
ron remplazados poco a poco y sin mayor resis- Editores.
tencia por balcones asignados individualmente
Burke, P. (2009). Historia social y cultural de la
a las puerta-ventana, con cambios de estilo y de
casa. Historia Crítica, (39), 11-19.
materiales; los segundos, desaparecen no obs-
tante servir de resguardo de la humedad, pero Contardi, B. (1984). Prólogo. En G. C. Argan,
se reemplaza o sustituye por el ático: la vivien- Historia del Arte como historia de la ciu-
da, entonces, aludiendo a Burke, se convertiría dad. Barcelona, España: Editorial Laia.
en “una de las principales formas de consumo
para llamar la atención” (2009, p. 14). Para esto Correa R., J., y Martínez, C. H. (2010). Progre-
se suele obviar el papel del andén en la nueva so, moral y civilización. La preocupación
fisonomía de la vivienda urbana, al establecer a higienista en la Sociedad de Mejoras Pú-
partir de él una relación distinta entre lo “públi- blicas de Manizales (Colombia); primera
co y lo privado”, pues allí están ubicados “los mitad del siglo XX. Revista Gestión &
accesos, el de la vivienda principal se demarca Región, (10), 7-28.
con una especie de postal, diferenciándose de
Escobar, J. (1997). Transformaciones Urbanas.
los demás accesos por sus plásticas proporcio-
En M. Santander y J. E. Arango (Eds.),
nes” (Giraldo, 1991, pp. 89-90), en una época
Arquitectura Republicana en Manizales.
de “exhibicionismo social”, dice Romero, en
Manizales, Colombia: Editorial Nomos.
tanto reclamo de las clases medias y burguesía
en aras de constituir un estilo de vida que quiso Esguerra, J. (1997). Construcción de una ima-
ser “cosmopolita por oposición a las formas gen de prosperidad 1905-1935. En M.
provincianas de vida predominantes hasta en- Santander y J. E. Arango (Eds.), Arqui-
tonces” (1984, pp. 282; 284). tectura Republicana en Manizales. Mani-
zales: Editorial Nomos.
Referencias
Fabo de María, P. (1926). Historia de la ciudad
Almandoz, A. (2008). Entre libros de historia de Manizales. Manizales, Colombia:
Urbana. Para una historiografía de la Mario Camargo y Cía., T. I y II.
ciudad y el urbanismo en América Latina.
Caracas, Venezuela: Editora Equinoccio/ Gaviria T., J. (1924). Monografía de Maniza-
U. Simón Bolívar. les. Manizales, Colombia: Editores Mario
Camargo & Co.
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X
214 Rodrigo Santofimio Ortiz
caballos, el trato de las aurigas, etc.”, “Sobre sino que confiaron la construcción de sus vi-
Locomoción”, La Patria [Manizales], 24 de viendas a los ingenieros y maestros de obra
mayo, 1922, p. 1. manizaleños” (p. 95).
2
Subrayado propio. 8
Esguerra (1997), sostiene que la Ulen no fue
propiamente la que inicio “la era del concre-
3
Para 1926, la capital departamental contaba to armado en la ciudad”, sino el ingeniero
con 57 817 ha., y si bien Pereira le seguía con José María Gómez quien asociado con el
36 156 ha., el municipio de Calarcá, vecino a belga Félix Kleebauer, trajo la primera tri-
Armenia, contaba con mayor población que turadora para la construcción del matadero
aquélla, 38 250 ha.; La Voz de Caldas [Ma- en 1924” (p. 95); empero, admite que “La
nizales], 7 de julio de 1927, p. 5. Compañía” desarrolló “los trabajos comuna-
les más grandes –acueductos y alcantarilla-
dos modernos–”, construyendo también “los
4
No obstante, dicen Correa y Martínez, que
principales edificios de la ciudad, entre ellos
para esos años, el filme no esconde una so-
los palacios de la gobernación y nacional
ciedad dual, pues por un lado aparece “el y la estación del ferrocarril” y a ella estu-
testimonio de una sociedad rica y lujosa”, vieron como interventor el arquitecto Pablo
pero también se expresa una “sociedad cam- de la Cruz y Benjamín Dussan Canals, y no
pesina”; Progreso, moral y civilización”, p. solo colombianos sino también extranjeros
19; Oscar I. Salazar A., “La Cara pública y de origen francés, italiano y, por supuesto,
la cara vergonzante. Imágenes de la urba- norteamericano, que augurarían momentos
nización de Bogotá en la ciudad fílmica y importantes de la construcción y la arquitec-
la fotografía urbana de mediados del siglo tura en Colombia; (pp. 95-96); Uribe C. se
XX”, en Bogotá fílmica. Ensayos sobre cine refiere a “La Casa Ullen”, imprecisamente
y patrimonio cultura (Bogotá, Alcaldía Ma- como firma inglesa (1984, p. 126).
yor de Bogotá, 2012), pp. 117-118.
9
Los estimativos posteriores a la trage-
5
Se trataba del ministro de Hacienda y Cré- dia muestran que las pólizas cubrirían por
dito Público, Jesús María Marulanda, quien lo menos seiscientos cincuenta mil pesos
estuvo en compañía del ministro de Obras ($650 000) y la dotación de la Iglesia cate-
Públicas, Laureano Gómez; La Voz de Cal- dral parece que se pudo recuperar al mo-
das [Manizales], 19 de enero, 1926, p. 1. mento del siniestro; La Voz de Caldas [Ma-
nizales] 24 de marzo, 1926, p. 1.
6
El trazado en lo que corresponde a Caldas,
era Puerto Caldas- Cartago- Pereira, y se es- 10
También llegó a inculparse, como fuera ha-
timó en $1 950 000; La Patria, [Manizales], bitual en la década, a “las empresas de luz y
agosto 6, 1921, p. 1; para la época el peso de energía eléctrica”; “Medidas preventivas
colombiano estaba “pegado” a la divisa nor- y Cuerpo de Bomberos”, La Voz de Caldas
teamericana, es decir, a la par con el dólar; [Manizales] 22 de marzo, 1926, p. 1.
Salomón Kalmanovitz, Economía y Nación.
Una breve historia de Colombia (Bogotá: 11
“Como la autoridad tomó sospechas de al-
Tercer Mundo Editores, 1999, p. 248). gunos individuos los condujo, muy acerta-
damente a la prisión”; “Un nuevo incendio
7
Precisar, de acuerdo a Esguerra (1997), que amenaza destruir la ciudad”, La Voz de
Aquilino Villegas “y otros 40 damnificados Caldas [Manizales] 23 de marzo de 1926,
no esperaron a que la empresa gringa co- pp. 3, 6.
menzara con gran parsimonia los trabajos,
12
La “Liga”, estaba integrada sustantivamente 16
Esguerra menciona 250 edificios, (1997,
por comerciantes, de acuerdo a lo que men- p. 90); Valencia habla de 229 edificios des-
ciona Valencia que para la época represen- truidos en el incendio de 1925 y 20 edificios
taba a “78 casas comerciales mayoristas”, en 1926 (1997, pp. 49-50).
(1997, p. 41)
17
Si bien Le Corbusier está proponiendo en
13
Integraban el equipo del cuerpo de bombe- esos años una arquitectura más funcional
ros, un sargento, un cabo, cuatro bomberos y menos referida al esteticismo que plantea
así como de sus funciones correspondientes; el estilo Republicano, ello no invalida las
“Medida de seguridad”, Editorial, La Voz nuevas sensaciones de habitar la ciudad que
de Caldas [Manizales] 26 de marzo, 1926: 1. plantea este estilo; Precisiones respecto a un
estado actual de la arquitectura y del urba-
14
“Protectores del Proletariado”, Editorial, nismo (Barcelona: Editorial Poseidón, 1978,
La Patria [Manizales] 28 de abril, 1922, p. pp. 82; 95; 122).
1; véase también “Un bolsevique [sic] au-
téntico”, La Patria [Manizales] 31 de mayo, 18
Escobar (1997, p. 56); la expresión “rama-
1922, p. 1; para una mirada sintética sobre das de guadua” es de A. Villegas, refiriéndo-
los temas por los cuales llegaron a dividirse se a los edificios destruidos en la conflagra-
y confrontar los partidos Liberal y conser- ción de 1925; La Voz de Caldas [Manizales]
vador en el siglo XIX y XX, Ch. Bergquist, 28 de enero, 1926, p. 1.
Los Trabajadores en la historia latinoame-
ricana. Estudios comparativos de Chile,
Argentina, Venezuela y Colombia (Bogotá:
Siglo Veintiuno Editores, 1988), 310-339.
15
Con diseño de Mariano Santamaría se cons-
truyó, entre 1888 y 1893, la iglesia principal,
en la que se pueden reconocer algunos ele-
mentos de “estilo”, dice Robledo C. (1996),
refiriéndose a la primera catedral de la ciu-
dad, “a pesar de que se edificó con la tec-
nología sui géneris del bahareque metálico”
(p. 190); “Nuevos detalles del incendio del
sábado”, La Voz de Caldas [Manizales] 22
de marzo, 1926, p. 1.
Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas 19(36): 197-216, enero-junio de 2019 p-ISSN: 1657-8953 | e-ISSN: 2619-189X