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PARDO
TERRITORIALIDADES CÍVICAS,
ESPACIO PÚBLICO Y CULTURA
URBANA EN BOGOTÁ
Impreso en Colombia
Primea in Colombia
Prohibida la reproducción o cita impresa o electrónica total o parcial de esta obra, sin autorización
expresa y por escrito del Departamento de Publicaciones de la Universidad Externado de
Colombia. Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad del autor.
CAPÍTULO I
Esta primera ciudad es moderna porque está concebida de forma racional por individuos
diferenciados. (...) Esta ciudad explica la instauración del Estado-nación, la expansión
La necesidad de aplicar el concepto de espacio público fue la que condujo a eliminar los
monopolios de las plazas y a tumbar los cercos de los jardines, creando en este último
caso la noción de parque. En realidad, el parque nació como un lugar público tan sólo
a finales del siglo xvm y a comienzo del siglo xix y, concretamente, fue la respuesta a
la necesidad de crear espacios de recreación para los habitantes de unas ciudades que
se ensanchaban cada vez más a causa de la próspera actividad industrial.
2 Cfr. también PÉRGOLIS (2000), BRAUDEL (1984), MUMFORD (1979) y BENÉVOLO (1979).
3 "Existían por ejemplo las plazas de los zapateros, de los sastres o de los carniceros y en cada una sólo
podía exponer sus productos el gremio correspondiente quien, además, tenía el derecho de restringir
el acceso a ella a quienes no pertenecían a su organización" (ZAMBRANO, 2003: 36).
32 Territorialidades cívicas
excluyó a los sectores más pobres de la sociedad. Desde esta perspectiva, po-
demos indicar que las razones por las que los espacios públicos se crearon y
desarrollaron no fueron siempre las de promover la civilidad y el intercambio
político y cultural entre los ciudadanos (ZAMBRANO, 2003; FOUCAULT, 1980).
1.2 E L I M P A C T O D E L A R E V O L U C I Ó N I N D U S T R I A L
EN LOS ESPACIOS P Ú B L I C O S
Con el desarrollo del capitalismo industrial surge una nueva ciudad. Al cre-
cimiento demográfico acelerado se unió una expansión espacial urbana que
empobreció a una buena parte de la población. Como lo señala VALENZUELA
(2002: 38), "Aparecen los primeros indicios de segregación espacial planificada.
Los edificios son diseñados bajo una lógica de subdivisión socioeconómica de
los habitantes y, en consecuencia, las clases populares empiezan a ser relegadas
hacia los sectores menos valorizados de la ciudad". Los principios reguladores
de la industria intentan influenciar la nueva ciudad y la noción fundamental
que se desarrolla es la especialización: la necesidad de adaptar la ciudad a las
nuevas necesidades del comercio y la industria. En esta ciudad la movilidad
de personas, informaciones y bienes cobra una gran importancia y, en conse-
cuencia, la ciencia y la técnica son activadas en este sentido. Como lo señala
GAMBOA (2003: 16) "si en el siglo xix el protagonista es el peatón, que pasea
por las aceras y los bulevares, en el siglo xx va a ser el automóvil, símbolo del
movimiento y del progreso".
El estado interviene diversificando los servicios públicos, incluyendo la red
de transporte colectivo y un plan de ordenamiento -la planificación urbana de
la ciudad interviniendo en las aspiraciones de la propiedad privada- (AcEVE-
IX), 2003)4. La máxima preocupación del urbanismo de la época fue adaptar el
crecimiento de las ciudades a las necesidades propias de la sociedad industrial.
Bajo este nuevo ordenamiento físico se crean estructuras urbanas jerarquizadas
al servicio de los sistemas de producción, bajo un Estado llamado de bienestar,
Ejemplos del uso del planeamiento urbano y el comienzo de los planes reguladores en las nacientes
ciudades industriales europeas son las políticas de "ensanche ilimitado" trabajadas por HII.DENFONSO
CF.RDÁ en Barcelona a partir de 1859, basadas en la comunicación y las redes para integrar las fábricas,
los almacenes y las viviendas y, las primeras ideas de zonning —seguidas luego por LE CORBUISKR y la
Carta de Atenas—, implementadas en Alemania desde comienzos del siglo xix. La zonificación pretendió
clasificar los usos del suelo urbano y preservar grandes espacios unitarios en las áreas periféricas para
sustraerlos del aumento de los precios de los terrenos en manos de los capitales privados (ACEVEDO,
2003: 89-93).
34 Territorialidades cívicas
Con la crisis del movimiento urbano moderno, en los años setenta, se experimenta
la necesidad de organizar la ciudad de otra manera. Se produce un regreso a
la ciudad histórica, en búsqueda de aquel elemento socio-cultural del cual los
nuevos barrios y las nuevas zonas de las ciudades-creadas después de la Segunda
Guerra Mundial- estaban desposeídos, con el fin de demostrar que la ciudad es
algo más que un conjunto de sistemas bien organizados e interconectados-\n
este contexto de renovación de la reflexión urbana, el espacio público es restituido
en su calidad de elemento estructurador del territorio urbano y generador de
una experiencia social, cultural y política colectiva. Igualmente, como territorio
privilegiado para contrarrestar el aceleramiento de la privatización en las ciuda-
des contemporáneas (CARRIÓN, 2004; GAMBOA, 2003; ASCHER, 2004).
En el contexto contemporáneo, en parte como resultado del movimiento
urbano moderno, la ciudad confronta el hecho de la fragmentación urbana y
social unida a una creciente privatización y a la disolución continuada de los
espacios públicos generadores de cultura y sociabilidad, lo que lleva a CARRIÓN
(2004: 55) a afirmar que "(•••) hay un embate privatizador que hace que la ciudad
se rija más por el peso del mercado que por efecto de las políticas públicas".
Este proceso de privatización y fragmentación ha contribuido fuertemente a
reducir la importancia de los espacios públicos como constructores de ciudad
y de territorialidades colectivas.
Como consecuencia, junto a los espacios públicos tradicionales, como las
plazas, los parques y jardines públicos, surgen otros espacios que han sido
calificados como no lugares, pseudo-públicos o espacios postmodernos, como el
malí, las comunidades enrejadas o las burbujas turísticas, que han conducido a
algunos urbanistas a idealizar el espacio público ubicado en alguna etapa de la
modernización (HANSEN, 2002; DAGGER, 2000). Se considera que estos espacios
fragmentados han desvirtuado el significado de los espacios públicos, esto es,
la multiplicidad de usos, la superposición de funciones y la interacción social
que da vida a los espacios; aspectos que estos nuevos espacios contemporáneos
intentan contener y controlar. Es el caso de los espacios comerciales, donde el
mercado representaba no solo un espacio de intercambio de bienes sino tam-
bién de ideas y experiencias, mientras que el malí, de naturaleza esencialmente
5 GAMBOA señala entre los estudios de esta época los siguientes: los estudios deJANKJACOBS sobre la calle,
de KF.VIN LINCH sobre la percepción del espacio urbano, de GORDON GUI.I.I.N sobre el diseño urbano,
de SAVF.RIO MLRATORI en los años cincuenta y las investigaciones de GARLO AYMONINO, GIANFRANCO
CANIGGIA, Ai.ix) Rossi y VTTTORIO GREGOTTI en el contexto italiano (2003: 17).
36 Territorialidades <
Si un lugar puede definirse como lugar histórico, de identidad, de relaciones; un espacio que
no puede definirse ni como histórico, ni de identidad, ni de relaciones, definirá un no-lugar.
La hipótesis aquí defendida es que la sobre-modernidad es productora de no-lugares, es
decir, de espacios que no son ellos mismos lugares antropológicos y que, contrariamente a la
modernidad de Baudelaire, no integran los lugares antiguos: estos repertoriados, clasificados
y promocionados "lugares de memoria", que ocupan un lugar circunscrito y específico''.
Hay otro aspecto de la disolución de los espacios urbanos que se manifiesta de modo
evidente. El abandono del centro de las ciudades es estimulado por la construcción
Traducción de la autora.
El espacio público y la cultura urbana: aproximaciones conceptuales 37
7 Traducción de la autora.
8 Como lo señala SASSF.N (2001: 185), "en los Estados Unidos importantes ciudades como Nueva York
y Chicago tienen grandes centros que han sido reconstruidos muchas veces dado el brutal descuido
que sufren gran parte de la infraestructura urbana y la obsolescencia impuesta, tan característica de
las ciudades de los Estados Unidos (...) en Europa, los centros urbanos están mucho más protegidos
y muy rara vez contienen porciones significativas de espacio abandonado. La expansión de los sitios de
trabajo y la necesidad de contar con edificios inteligentes necesariamente tendrán que darse en parte
fuera de los centros antiguos (...) Otra variante de esta expansión del 'centro' hacia una zona periférica
puede verse en el sector del puerto de Londres. Similares proyectos para centralizar áreas periféricas
fueron emprendidos en varias ciudades en Europa, América del Norte y Japón durante los años 8o.
En América Latina, podemos ver esto en la década de 1990, por ejemplo, el proyecto Puerto Madero
en Buenos Aires".
38 Territorialidades cívicas
Los interrogantes a los que nos confronta el espacio público en la ciudad del
siglo xxi se enmarcan dentro de la noción misma del ejercicio pleno de la ciu-
dadanía y de la necesidad de reorientar la dinámica urbana hacia la expansión
de la multiculturalidad y el fortalecimiento del carácter político y cultural de los
espacios públicos (CARRIÓN, 2004; BORJA y Muxí, 2003; ENGIN, 2000; GARCÍA
CANCLINI, 1990).
Al concepto de espacio público se halla asociado el concepto de esfera pú-
blica'*, la cual va más allá del los espacios físicos y se refiere a un espacio social
en el que los ciudadanos expresan libremente sus opiniones, emiten juicios,
intercambian informaciones y presentan demandas socio-políticas al Estado.
Se destaca la compleja relación entre la esfera pública y el espacio público en
la ciudad, en tanto que ámbitos de interacción entre la política y el espacio
(GARBER, 2000; BENIIABIB, 1992). JÜRGEN HABERMAS (1986:43) hace un análisis
histórico sobre el surgimiento de la esfera pública:
Cfr. HANNAII ARENDT (1993142), donde reflexiona sobre los conceptos de esfera pública y esfera privada
en la época contemporánea y señala que: "Lo que nos interesa en este contexto es la extraordinaria
dificultad que, debido a este desarrollo (aparición de la dimensión social contemporánea), tenemos para
entender la decisiva división entre las esferas pública y privada, entre la esfera de la polis y la familia,
y finalmente, entre actividades relacionadas con el mundo común y las relativas a la conservación de la
vida, diferencia en la que se basaba el antiguo pensamiento político como algo evidente y axiomático".
También, LEONARDO AVRITZKR (2002), quien siguiendo las ideas sobre la esfera pública de HABERMAS,
argumenta que la democracia puede ser más inclusiva y que la acción colectiva democrática está abriendo
un nuevo "espacio público" para la participación política en América Latina.
El espacio público y la cultura urbana: aproximaciones conceptuales 39
las personas tienen una multi-pertenencia social, son socialmente plurales. Sus
costumbres, sus sistemas de valores, sus decisiones individuales son el resultado de
socializaciones y de circunstancias diversas (...). El tejido social constituido por los
vínculos sociales contemporáneos cambia de textura. Está compuesto por múltiples
"hilos", muy finos, de todo tipo, que no le restan solidez sino que le confieren mucha
más finura y elasticidad. Este tejido de fibras diversas es además social y culturalmente
heterogéneo.
como los centros comerciales, las comunidades cerradas, los parques temáticos,
aeropuertos, estaciones de metro y bus, etc., y la manera como estos no-lugares
(AucÉ, 1994) pueden devenir lugares en determinados contextos urbanos. Una
visión que exige ampliar la concepción burguesa de los espacios públicos y del
dominio público originada en el París del siglo xvm, para evitar una reflexión
artificial sobre las nuevas experiencias de lo público en la ciudad (2001).
(...) vivir en una gran ciudad no implica disolverse en lo masivo y anónimo. La violencia
y la inseguridad pública, la inabarcabilidad de la ciudad (¿Quién conoce todos los ba-
rrios de una capital?) llevan a buscar en la intimidad doméstica encuentros confiables,
formas selectivas de sociabilidad. Los grupos populares salen poco de sus espacios,
periféricos o céntricos; los sectores medios y altos multiplican las rejas en las ventanas,
cierran y privatizan calles del barrio.
Esta predisposición propia de las clases media y pudientes de las ciudades, está
ampliamente amparada por políticas públicas y administrativas, que ignoran
los efectos para la sociedad en su conjunto (CARRIÓN, 2004; BORJA y Muxí,
2003).
Se une a este fenómeno la tendencia de las administraciones locales a cerrar
o enrejar los espacios públicos, que ha conducido a definirlos como lugares
peligrosos, inseguros, que hay que evitar. Es lo que CARRIÓN (2004: 69) llama
el asedio al espacio público: "Hay una especie de "agorafobia", asedio, rechazo
o desprecio por el espacio público, al extremo de que la población los considera
peligrosos y les tiene miedo porque no protegen ni son protegidos". Este hecho,
que transforma el aspecto físico de los espacios públicos, limita la movilidad del
citadino, lo confina a espacios artificialmente protegidos y despoja a la ciudad
de su carácter de espacio productor de ciudadanía y de espacio de ejercicio de
la misma. Desde esta perspectiva desafortunada, seguridad significa aislamiento
y desvinculación social cuando, en realidad, la seguridad urbana depende so-
bre todo de la presencia de gente en la calle, es decir, de la intensidad de usos
42 Territorialidades cívicas
Una de las definiciones comunes del espacio público es aquella que lo describe
como "todo espacio que no es privado", es decir, todos aquellos espacios que
pertenecen a la colectividad, y que pueden ser usados por todos sin discrimi-
nación alguna. Como lo señala CARRIÓN (2004: 57), "una concepción predo-
minantemente jurídica y muy difundida es aquella que proviene del concepto
jo Cfr. sobre ciudad y globalización, entre otros: SASSKN, 2001; HAI.I., igg8;CASTF.i.i.s, 1996; KING, 1990;
SIIORTV KIM, 1999.
44 Territorialidades cívicas
I.y LA C U L T U R A U R B A N A EN EL C O N T E X T O
CONTEMPORÁNEO
11 Traducción de la autora.
12 Cfr. también: SIMMKL, 1950.
48 Territorialidades cívicas
dades y en las áreas rurales. Este autor influyó de manera particular las futuras
reflexiones de la Escuela de Chicago.
Con los aportes de la escuela de Chicago, la ciudad se convierte en objeto
de investigación para sociólogos y antropólogos, ya que afirma de manera clara
la existencia y la originalidad del contexto sociocultural urbano, como lugar
donde surgen formas diferentes de comportamiento y, a su vez, como espacio
de desarrollo de una cultura urbana (GRAFMEYER y JOSEPII, 2004). WIRTII (1938),
en la búsqueda de una conceptualización sociológica de la ciudad, la define
como un asentamiento permanente, relativamente grande y denso de indivi-
duos socialmente heterogéneos13. A partir de esta definición, el autor describe
las características principales de la experiencia urbana, las cuales se mantienen
aún hoy en las reflexiones sobre el tema: aislamiento social; secularización;
segmentación de los roles o papeles desempeñados; normas poco definidas;
relaciones sociales caracterizadas por la superficialidad, el anonimato y el ca-
rácter transitorio y utilitario; especialización funcional y división del trabajo;
espíritu de competencia frente a la solidaridad en las sociedades rurales; gran
movilidad; economía de mercado, predominio de las relaciones secundarias e
impersonales sobre las primarias -que serían características de las ciudades
rurales-; debilitación de las relaciones familiares en relación con ese paso de la
comunidad a la asociación; dimisión del individuo respecto a las asociaciones,
y control de la política por asociaciones de masas (CAPEL, 1975: 265-361).
Las opiniones de WIRTH fueron posteriormente muy criticadas, esencial-
mente porque al intentar definir las particularidades de una cultura urbana
estaba describiendo los impactos de la industrialización en las sociedades mo-
dernas1^ También porque su caracterización geográfico-espacial no daba cuenta
de los procesos históricos y sociales que engendraron las estructuras urbanas,
la dimensión, la densidad y la heterogeneidad (GARCÍA CANCLINI, 1997: 71).
La escuela de Chicago desarrolló su visión de lo urbano como una nostalgia
por la vida comunitaria de las sociedades tradicionales, razón por la cual fue
confrontada posteriormente por pensadores que en los años sesenta introdujeron
en sus reflexiones el surgimiento de nuevas formas de solidaridad social en las
grandes urbes modernas (SojA, 2000; DHOOGE, 1961; GREER, 1962). El concepto
de cultura urbana está íntimamente ligado a los procesos de transformación
histórico-políticos de las ciudades y a su composición social. Para CASTELLS
(1974:95): "La 'sociedad urbana' es ante todo como una cierta cultura, la cultura
urbana, en el sentido antropológico del término, es decir, un cierto sistema de
valores, normas y relaciones sociales que poseen una especificidad histórica y
una lógica propia de organización y transformación".
A lo largo del siglo xx se fue acrecentando la importancia de los factores
culturales en la orientación de los procesos urbanos. Se amplía la conciencia
sobre las desigualdades sociales y sobre el impacto de la privatización y la
fragmentación en la dinámica colectiva de apropiación de los espacios urbanos
(BoRjA, 2005; SCOTT, 2000). La acelerada urbanización puso en evidencia
nuevos fenómenos culturales y nuevas formas de organización del territorio
urbano. En el transcurso del siglo xx, las ciudades experimentaron un proceso
de expansión acelerada que condujo al surgimiento y la consolidación de las
llamadas megaciudades. En 1900 sólo el 4% de la población mundial vivía en
ciudades y, en la actualidad, la mitad de los habitantes se encuentran en las urbes
y se incrementan las megaciudades, sobre las que GARCÍA CANCLINI (1997: 74)
señala lo siguiente:
Hace sólo medio siglo las megalópolis eran excepcionales. En 1950, sólo dos ciudades
en el mundo, Nueva York y Londres, superaban los ocho millones de habitantes. En
1970, ya había once de tales urbes, cinco de ellas en el llamado tercer mundo, tres en
América Latina y dos en Asia. Estas megalópolis impresionan tanto por su desaforado
crecimiento como por su compleja multiculturalidad; nos desorienta su heterogeneidad,
el cruce de inmigrantes de muchas regiones del país y de gente procedente de otros
países. Esto puede ocurrir tanto si estamos en el primero, en el segundo o en el tercer
mundo. Dentro de la lista de las megaciudades están Los Ángeles, México y París,
Moscú, Sao Paulo, Tokio y Buenos Aires. En estas ciudades se está transformando el
punto de vista en que podemos analizar lo urbano.
1.8 E L C A R Á C T E R M U L T I C U L T U R A L D E L A S C I U D A D E S
CONTEMPORÁNEAS