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LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA
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En Argentina, por ejemplo, nos encontramos con diversos emprendimientos en este sentido. A
nivel nacional, por ejemplo, el Programa de Articulación Universitaria, impulsado por la SPU
(Secretaría de Políticas Universitarias) que, durante 3 años (2003 – 2005), apuntó al desarrollo
de Ciclos Generales de Conocimientos Básicos entre familias de carreras, mediante la
conformación de consorcios de universidades. A nivel internacional, se ha promovido la
participación de las UUNN (Universidades Nacionales) en proyectos internacionales tales como:
“UEALC- Proyecto Seis carreras por Cuatro ejes”; o el Proyecto Tuning América Latina.
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Es necesario, por lo tanto, confrontar ciertos supuestos sobre las
características de las diversas carreras, sus actuales alcances y posibilidades
con lo que el ejercicio de determinada profesión involucra. Las clásicas
certezas sobre la inserción de los graduados universitarios se han
desmoronado y las posibilidades de “éxito profesional” no están aseguradas de
manera lineal para nadie. En el actual escenario, los campos de inserción
laboral y profesional son inciertos, mutantes, se bifurcan, incluso los
vinculados a las denominadas “carreras tradicionales”. A esto se suma el hecho
de que en situaciones de crisis económica disminuyen las ofertas de empleos y
de ocupación efectiva (hasta en los países “desarrollados”).
En tal sentido, debemos diferenciar profesión, trabajo y empleo: los
campos profesionales se transforman y generan nuevos nichos de tareas, o
sea, nuevos trabajos y, paralelamente, anulan o disminuyen las posibilidades
de otros. Estudios recientes señalan que una persona cambiará varias veces de
trabajo y, por ende, de empleo, durante su etapa laboral activa. Por lo tanto,
la versatilidad es, cada vez más, una capacidad fundamental para desarrollar
en la formación profesional. Es decir que, la flexibilidad mental, la capacidad
para adaptarse a nuevos desafíos, el saber cómo resolver problemas y
situaciones problemáticas, la preparación para la incertidumbre son las nuevas
habilidades mentales que requerirán los profesionales del mañana y en las que
la universidad que debe formarlos.
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- En la distribución ocupacional: preeminencia de clases profesionales y
técnicas, lo que traerá aparejado cambios en la distribución de las
ocupaciones.
- Nuevos principios de estratificación social, a partir del surgimiento y
consolidación de nuevas jerarquías en las elites técnicas.
- La centralidad del conocimiento teórico como fuente de la innovación y
formulación política de la sociedad.
- Planificación de la tecnología: implica el desarrollo de una nueva
prognosis y de técnicas de proyección, que requerirá de la anticipación
consciente y planeada del cambio tecnológico.
- Consolidación de una particular habilidad intelectual: sustitución de
juicios intuitivos por algoritmos (normas para la resolución de problemas), lo
que requiere – a su vez- de la capacidad heurística que supone el definir una
acción racional e identificar los medios para llevarla a cabo.
- Desde una perspectiva más acotada al campo de la formación
universitaria, agregamos: el incremento de la movilidad e intercambio
estudiantiles y docentes y la asociatividad entre instituciones superiores.
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Por otra parte, desde la problemática de la gestión curricular, supone un
trabajo dirigido a compatibilizar programas de formación para el intercambio y
la movilidad mediante la articulación de modelos y estructuras curriculares, a
partir de formulaciones que permitan su comparación.
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pedagógico-didáctica. Por ello es conveniente tener en cuenta algunos
conceptos relacionados y convenir en conceptos que permitirán utilizar un
lenguaje común y facilitar la comprensión de la importante tarea de encarar el
desarrollo del curriculum basado en competencias con unidad de criterio
institucional
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El desarrollo de las competencias es un proceso que se va construyendo
a lo largo de la vida, de acuerdo con las experiencias y prácticas en diversas
situaciones de la vida personal, académica /o profesional. Esta construcción
procede en sucesivas etapas o momentos, en cada uno de los cuales se van
logrando mayores grados de dominio o experticia; esta progresión creciente
del desarrollo de la competencia es la que le da su carácter de “espiralado”
(con forma de, o a modo de espiral).
El concepto de competencia ha adquirido, en las últimas décadas una gran
presencia tanto en el mundo del trabajo como de la educación y la bibliografía
especializada.
La diversidad de enfoques desde los cuales se analizan las
competencias, a saber: cognitivo, pedagógico, disciplinar y profesional,
permite que hoy podamos conceptualizarlas con mayor riqueza. Por ello,
podemos afirmar que las competencias integran conocimientos internalizados
(saberes), actitudes, valores y habilidades relacionadas entre sí que permiten
desempeños satisfactorios en un campo de prácticas sociales dado, lo que nos
lleva a afirmar que las competencias abarcan:
conocimientos generales y específicos (saber/es)
la capacidad de internalizar conocimientos (saber conocer)
destrezas técnicas y procedimentales (saber hacer)
desarrollos de actitudes (saber ser)
competencias sociales (saber convivir)
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La competencia puede adquirirse a través de la experiencia y no sólo
a través de programas de formación. Más aún, muchas veces los
cursos u otras instancias formales no son suficientes para el
desarrollo de una competencia.
Un desempeño competente está sujeto a un referencial de
competencias – una competencia o norma de competencia que tiene
establecido el desempeño – y es evaluado conforme a los estándares
prescritos para la competencia.
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- La voluntad y la perseverancia son fundamentales a la hora
de la afirmación y perfeccionamiento de las competencias,
como también el poder lograr un nivel más complejo de
competencia a partir de otra cuya estructura es más simple.
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la concepción de contenidos y la forma de organizarlos: ¿cómo
enseñar?
su distribución en el tiempo: ¿cuándo enseñar?
su desarrollo en el espacio: ¿dónde enseñar?
las modalidades de aprendizaje: ¿cómo aprender?, o ¿cómo
generar ese aprender?
Cabe aclarar que para una mejor comprensión de este panorama hay que
recordar que la propuesta del trabajo por competencias aparece en el contexto
laboral en los albores de la era industrial, donde se instaló la concepción del
esfuerzo para optimizar la producción desde un mínimo de gasto y un máximo
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de producción y rendimiento. Esta concepción, que primó en los ámbitos del
mercado (y que, podemos decir, con alguna certeza, hay todavía un resabio de
la misma en sectores de la producción), ha sido la que ha producido fuertes
resistencias en el ámbito pedagógico, por una falta de análisis profundo y claro
que deslinde el concepto de competencia en el sentido laboral y educativo.
También es preciso destacar que las competencias laborales hoy, se
entienden y se desarrollan desde un contexto pedagógico y se fundamentan en
el paradigma de la complejidad congregando en su construcción los
componentes que se registran como sustantivos en las competencias
propuestas en el ámbito formativo del sistema educativo.
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