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VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PERÚ Y DD.HH.

EN EL MARCO DE LA CVR
SESIÓN 12

2020-1

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VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PERÚ Y DD.HH. EN EL MARCO DE LA CVR

1. VIOLENCIA POLÍTICA
Lo constituyen aquellas acciones de fuerza que son empleados en contra de personas o grupos de
personas, por razones de orden político, ya sea en medio de una disputa por el poder, o en el contexto
de un conjunto de luchas iniciadas por la población, con el fin de lograr el respeto de sus más
elementales derechos. La violencia política es ejercida y puesta en práctica, por grupos organizados, ya
sea por grupos alzados en armas, o por las fuerzas que representan al Estado, como es el caso de las
fuerzas armadas y policiales.

2. VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PERÚ


La violencia política en el Perú, tiene todo un proceso de desarrollo histórico, pues los episodios
más importantes y transcendentales de nuestra historia, están signados justamente por la violencia.

La invasión de América, y específicamente la invasión del territorio peruano, fue un episodio de


excesiva crueldad, signado por el asesinato, la tortura, la discriminación y por innumerables tipos de
vejación hacia los pobladores nativos que encontraron los invasores al llegar a estas tierras. La toma de
Cajamarca, que constituye el episodio simbólico con el que se inicia la invasión del territorio incaico y
la destrucción de tan grandioso imperio, fue en realidad una masacre, en donde los españoles
tomando como pretexto un hecho por demás comprensible por la diferenciación cultural (Atahualpa
arroja la Biblia católica al suelo), dieron inicio al asesinato de miles de indígenas, los mismos que
fueron despedazados literalmente por las “santas” espadas de los invasores españoles. Este
acontecimiento sería replicado en los diferentes lugares en donde los invasores fueron imponiendo su
dominio.

En todo el proceso colonial, las muestras de violencia en contra los pobladores nativos son
indescriptibles, pues alcanzaron elevados niveles de crueldad.

Con el logro de la independencia del yugo español, y el establecimiento de la república peruana, la


violencia política podríamos decir que se institucionaliza, pues esta va a ser una constante en nuestra
vida política, como consecuencia de las disputas por el poder, y de la inexistencia de una clase
gobernante fuerte y consolidada que hubiera podido asumir la conducción de nuestro país. Es así, que
solamente apenas iniciada nuestra vida republicana, los militares integrante del primer militarismo,
iniciaron una violenta disputa por el poder que duró largos años, y en las cuales las traiciones, los
asesinatos y las agresiones de toda índole, fueron la característica principal.

En los años posteriores del siglo XIX y mayor parte del siglo XX, si bien hubo gobiernos
democráticos elegidos por la voluntad popular, lo que primó fueron los gobiernos dictatoriales salidos
de los constantes golpes de estado, y para los cuales la única de forma de consolidarse en el poder, fue
haciendo uso del asesinato y la persecución en contra de los que se oponía a estos procesos políticos.
La comisión de la verdad, en su informe final, señala que, en los 50 años anteriores al inicio de la
guerra interna, es decir antes de 1980, solo durante 14 años tuvimos gobiernos democráticos, los
demás corresponde a periodos de regímenes dictatoriales.

Todo este largo periodo histórico de nuestra vida republicana, principalmente, signado por la
intolerancia, la violencia y los gobiernos nacidos de la fuerza de las armas, van a ser una de las causas
que va a desencadenar uno de los procesos de violencia política más sangrientos de nuestra historia
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republicana. La pobreza, la exclusión social y el olvido por parte del estado de los pueblos y gentes
alejados de la capital, confluirían para dar origen al periodo de guerra interna que nuestro país vivió
entre el año de 1980 y 2000.

En 1980 irrumpe violentamente en la escena política, el Partido Comunista del Perú, Sendero
Luminoso, para dar inicio a un periodo de confrontaciones, con el fin de intentar tomar el poder
político del Estado Peruano, y edificar un estado de corte socialista según sus planteamientos de orden
marxista. Dentro de las principales acciones violentistas que desarrollo el PCP- SL, se encuentra los
aniquilamientos selectivos de autoridades, dirigentes vecinales y miembros de las fuerzas armadas,
sabotajes con coches bombas, derribamiento de torres eléctricas de alta tensión, emboscada a las
fuerzas del orden, etc. Dichas acciones pusieron a nuestro país al borde del caos y la anarquía, por lo
que el gobierno peruano se vio en la necesidad de enviar a las fuerzas armadas para combatir esta
amenaza a la seguridad nacional. Pero las condiciones en que se desarrolló este enfrentamiento,
caracterizado básicamente por una acción guerrillera por parte de los miembros del PCP- SL, dio como
resultado que en el desarrollo del conflicto se ponga en práctica, una sistemática violación de los
derechos más elementales del ser humano, como es el caso del derecho a la vida. Las fuerzas armadas
con el fin de contrarrestar el accionar guerrillero de las fuerzas subversivas, recurrió a detenciones
arbitrarias, torturas de inculpados, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos masivos de pobladores de
las zonas andinas, etc.; acciones por las que aún hoy en día, muchos de los autores de tan execrables
crímenes aún son procesados.

La violación de los derechos humanos, fue puesta en práctica tanto por las fuerzas subversivas del
PCP – SL, como por las fuerzas del orden, así lo recoge el informe final de la CVR , el mismo que
establece, por ejemplo, que de los 69 280 muertos, el 54% es responsabilidad del PCP – SL y el 1.5%
del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), por lo que se deduce que el restante 44.5% sería
responsabilidad de las fuerzas del orden del Estado peruano, junto a los denominados Comités de
Autodefensa.

Según Johan Galtungl (citado por Rubio, 1990) -cuyas tesis han sido muy populares a la hora de
explicar las causas profundas de los problemas peruanos- los motivos de la "violencia estructural"
provienen básicamente:

a) De una estructura socio-económica injusta que genera miseria colectiva.


b) De la represión política que produce relaciones asimétricas con respecto al poder.
c) De la pervivencia de fenómenos de alienación, los que harían imposible una paz duradera.

3. VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS


Durante los 20 años de este conflicto interno, se puso en práctica una sistemática violación de los
derechos humanos, por parte de los actores involucrados en dicho conflicto, es decir, las fuerzas
subversivas, la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas y los denominados Comités de Autodefensa.
Veamos a continuación, como es que fueron violentados algunos de los derechos más elementales del
ser humano.
3.1 El derecho a la vida
Por increíble que parezca, este elemental y principal derecho del ser humano, fue constantemente
vulnerado, prueba de ello lo son las 69 280 víctimas mortales que dicho conflicto generó según el
informe de la CVR.

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Por el lado del PCP-SL, este recurrió a la ejecución de autoridades políticas, dirigentes vecinales,
miembros de las fuerzas armadas; mostrando en dichos actos una extrema de crueldad, con el
supuesto fin de dar escarmiento a quienes no estaban con ellos o se oponían a su proyecto político. De
igual forma, llevaron a cabo ejecuciones masivas de poblaciones campesinas que se atrevieron a
oponerse a sus planes políticos y militares, o que sencillamente se negaron a colaborar con ellos o que
fueron obligados a prestar a poyo a las fuerzas armadas. En aquellos casos, procedieron a la
eliminación de hombres, mujeres y niños de dichas comunidades campesinas, práctica que se llevó a
cabo de la manera más cruel, pues en la mayor parte de casos, las eliminaciones de las personas, se
hizo haciendo uso de arma blanca o de piedras. Tal es el caso, por ejemplo, de la masacre de sesenta y
nueve comuneros de la comunidad de Lucanamarca ocurrida el 03 de abril de 1983, como represalia
del PCP – SL, por la muerte de uno de sus mandos a manos de estos mismos comuneros. Lucanamarca
es un caso emblemático, pero las masacres de comunidades campesinas fueron numerosas.

Por el lado de las fuerzas del orden, en su afán de combatir a los miembros del PCP- SL, recurrieron
de igual forma a una práctica sistemática de violación de los DD.HH. A las detenciones arbitrarias, le
siguieron las ejecuciones extrajudiciales de dirigentes, estudiantes y comuneros, acusados de ser
miembros o colaboradores del PCP-SL; hecho que no pudo ser demostrado, porque los acusados
terminaron ejecutados y enterrados en fosas comunes clandestinas, las mismas que muchos años
después han sido localizadas y destapadas por las autoridades del Estado. Las fuerzas del orden,
también cometieron numerosas matanzas de miembros de las comunidades campesinas, acusadas de
colaborar con SL.

Son emblemáticos los casos de detención arbitraria y posterior eliminación, de los estudiantes de
la Universidad la Cantuta y de los campesinos de la Localidad del Santa en Ancash. Dichas acciones
atentatorias en contra del derecho más elemental, el de la vida, fueron cometidas por el Grupo
COLINA, escuadrón paramilitar conformado por miembros activos de las FF. AA y con la anuencia y
complicidad del poder político de entonces. Los miembros del grupo Colina fueron también
responsables de la matanza de Barrios Altos, y se le atribuye también otras ejecuciones extrajudiciales
llevadas a cabo en el centro del país.

En las alturas de la sierra sur, las fuerzas del ejército y la policía, cometieron asesinatos masivos, tal
es el caso de los treinta y dos comuneros de la comunidad de Soccos, que en noviembre de 1983
fueron ejecutados por miembros de la ex Guardia Civil; así sucedió también en la zona del alto
Huallaga, en donde efectivos de la marina allí destacados, llevaron a cabo detenciones arbitrarias y
posteriores ejecuciones de pobladores de la zona. Prueba de esto, lo constituye la fosa clandestina
desenterrada en de 50 personas ejecutadas luego de haber sido sometidos a prácticas de tortura.

3.2 El derecho a la seguridad e integridad personal


Este es otro de los derechos que fue sistemáticamente violentado durante el proceso de guerra
interna de nuestro país:
La tortura. “Nadie será sometido a tortura ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes” reza
el artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el mismo que también es recogido
por nuestra constitución política. Sin embargo, durante el conflicto interno de nuestro país, la tortura
fue puesta en práctica principalmente por miembros de las fuerzas del orden, con el fin de lograr
declaraciones inculpatorias o en interrogatorios que buscaban obtener información que les permitiera
la captura de cuadros dirigentes y militantes del PCP – SL. Los testimonios recogidos por la CVR, dan
cuenta de prácticas aberrantes, contrarias a nuestra condición de seres humanos, en los cuales

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hombres y mujeres eran sometidos a largos procesos de tortura que en muchos casos terminaba con
la muerte de las víctimas.
La Comisión ha recibido miles de denuncias sobre actos de tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanas o degradantes producidos durante el período bajo investigación. Sobre 6,443 actos de
tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes registrados por la CVR, el porcentaje
más alto (75%) corresponde a acciones atribuidas a funcionarios del estado o personas que actuaron
bajo su autorización y/o aquiescencia1, el segundo lugar, 23%, corresponde al grupo subversivo PCP-
SL, el tercero con un porcentaje bastante bajo lo constituyen las acciones imputadas al grupo
subversivo MRTA, 1% y el 2% a elementos no determinados”.
“La Comisión tiene evidencias que le permiten concluir que la tortura, así como otros tratos o
penas crueles, inhumanos o degradantes, fueron perpetrados en forma generalizada por miembros del
PCP-SL contra personas que eran consideradas hostiles o insumisas, así como contra sus familiares o
allegados. Esta práctica ocurría como paso previo al asesinato de dichas personas en el contexto de
masacres; incursiones armadas en poblados andinos y amazónicos; en los pseudo procesos
denominados «juicios populares»; y en los campamentos o «retiradas» que constituyeron sobre la
base del desplazamiento forzoso de poblaciones.
Por su magnitud, esta práctica no podía ser ignorada por la dirigencia responsable del PCP-SL. La
Comisión considera que no hubo tan sólo tolerancia hacia esta conducta, sino que incluso se la
consideró necesaria para atemorizar a la población y desalentar a quienes no aceptaban las órdenes y
la política del PCP-SL.”
Las desapariciones forzadas. Otra de las prácticas contrarias a los DD. HH, que los actores de la guerra
interna pusieron en marcha, fue el de las desapariciones forzadas. Cientos de hombres y mujeres
fueron detenidos por las fuerzas del orden según testimonios recogidos por la CVR, recluidos en
establecimientos militares o policiales, pero nunca más se volvió a saber de ellos. Entre los
desaparecidos, figuran estudiantes, dirigentes sindicales y campesinos y pobladores en general. Estos,
fueron muchas veces sacados de sus propios domicilios y conducidos a centros de reclusión de la
policía nacional y de las fuerzas armadas. De muchos de estos desaparecidos, fueron posteriormente
encontrados sus cadáveres, constatándose la ejecución extrajudicial de la que fueron víctimas. La CVR
ha registrado la desaparición de 10, 917 compatriotas nuestros que ya no están y que figuran como
desaparecidos, hoy, todos forman parte de una lista que confeccionada por la CVR y que puede ser
consultada por Internet.

3.3 El derecho a la libertad personal


Al amparo del Estado de Emergencia al que fue sometido gran parte del territorio nacional, miles
de personas fueron detenidas arbitrariamente y encarceladas, en algunos casos sin motivo alguno, y
en otros como consecuencia de la expresión de sus ideas o consideraciones políticas, o por el simple
hecho de protestar por abusos cometidos por autoridades del estado o por el reclamo de derechos
laborales o de otra índole. Por esta causa, muchos ciudadanos tuvieron que huir del país, y vivir en
calidad de asilados políticos en países principalmente de Europa. Muchas personas fueron detenidas
injustamente y privados de su libertad, por el simple hecho de haber coincidido en el lugar y hora en
que se produjeron acciones subversivas; otras, fueron detenidas como consecuencia de supuestos
testimonio de “arrepentidos”, que con el fin de acogerse a beneficios que otorgaba una ley expresa
dada para el caso, no dudaron en señalar como miembros de los aparatos subversivos a ciudadanos
que nada tenían que ver con dichos actos.
Esta práctica atentatoria en contra de la libertad personal llegó a extremos tan altos, que el
propio gobierno de Alberto Fujimori se vio en la necesidad de reconocer dichos “excesos” y nombrar
una comisión especial para que investigue dichos casos, y de ser el caso ordenar su libertad inmediata.
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Durante el trabajo realizado por la comisión presidida por el padre Huber Lancier, se determinó la
detención injustificada de cientos de personas, a quienes se ordenó su inmediata libertad . Sin
embargo, el daño ya estaba hecho. Muchas de estas personas perdieron sus empleos, vieron
truncados sus estudios y planes personales, y les fue muy difícil retomar su vida con normalidad. Aun
hoy en día, se presume de la existencia de personas que aun padecen carcelería, sin haberse
demostrado su culpabilidad en los hechos que se les imputa.

3.4 Derecho al debido proceso


Con el fin de combatir de manera “eficiente” los delitos de terrorismo, como fueron tipificados
por nuestra legislación aquellos actos derivados de la práctica de los grupos alzados en armas, el
Estado recurrió a la realización de una serie de modificaciones en nuestra legislación vigente, las
mismas que por no estar sujetas a la naturaleza de la normatividad para tal fin creada, se
constituyeron en atentatorias del derecho al debido proceso. Entre estas acciones tomadas por el
estado, tenemos:
 La penalización de los actos de colaboración para la comisión de delitos de terrorismo, de esa
manera termina calificando como delitos lo que constituyen según la doctrina actos preparatorios
del mismo.
 Las excesivas atribuciones otorgadas a la policía, para investigar e incluso encausar a los detenidos,
hecho que no podía ser revisado por la autoridad judicial.
 La Ley 25651 determinó que “los condenados por terrorismo no tendrán derecho a libertad
condicional, semilibertad, libertas vigilada, redención de la pena por el trabajo o el estudio o
conmutación. Se eliminaron así los beneficios penitenciarios.
 La recurrencia al derecho penal premial. Por la cual se le reducía la pena o se le podía otorgar la
libertad a quienes, estando en las filas subversivas, decidiera abandonarlo voluntariamente y
delatara a los miembros de esta.
 La detención por sospecha, sin que medie una orden del juez o existencia de flagrante delito.
 La incomunicación absoluta de los detenidos, por periodos que la policía considere necesarios.
 La limitación del derecho al defensa consagrado en nuestra constitución y en la legislación
internacional, al establecer que, en los delitos de terrorismo, el acusado podía nombrar su abogado
defensor, pero que solo podía intervenir a partir del momento en que el detenido rindiera su
manifestación ante el Ministerio Público. La Constitución Política de 1979 y la de 1993, así como la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos consagran el derecho a la defensa desde el momento en que una persona es intervenida o
detenida por la autoridad policial, por lo tanto, ninguna norma legal puede establecer expresa o
implícitamente una restricción al ejercicio de ese derecho en las condiciones establecidas.
 La ampliación de los plazos de detención hasta por un periodo de treinta días, situación que, según
la norma, era determinado por la propia policía y no por alguna autoridad judicial.
 El juzgamiento de civiles en tribunales militares en procesos sumarios, hecho que a su vez violaba el
derecho a un tribunal independiente e imparcial.
 Los tribunales sin rostro: la violación del derecho a ser juzgado por un tribunal competente,
independiente e imparcial
 El derecho a obtener la comparecencia de testigos y a interrogarlos.
La norma antiterrorista dictada para tal efecto, declara que “en la instrucción y en el juicio oral no
se podrán ofrecer como testigos a quienes intervinieron por razón de sus funciones en la
elaboración del atestado policial”. Un elemento fundamental del principio de igualdad de
condiciones y del derecho a la defensa, es el derecho que le asiste al acusado a hacer comparecer a
testigos y a interrogarlos. Esto, a decir del Comité de Derechos Humanos, tiene por objeto
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garantizar al acusado las mismas facultades jurídicas para obligar a comparecer a testigos e
interrogarlos.
 El derecho a obtener la comparecencia de testigos y a interrogarlos garantiza a la defensa la
oportunidad de hacer preguntas a los testigos que prestan declaración a favor del acusado y a
refutar el testimonio de los que lo hacen en contra.
 El derecho a hallarse presente en el proceso. No cabe duda que una de los dispositivos legales más
violatorios de las garantías del debido proceso fue el Decreto Ley 25728109, por el cual se
estableció la facultad de los órganos jurisdiccionales para condenar en ausencia al establecer que
“para el juzgamiento de los delitos de terrorismo y traición a la patria previstos en los Decretos
Leyes 25475 y 25659, dada la naturaleza de éstos y el grave daño que causen al país, los órganos
jurisdiccionales correspondientes están facultados para condenar en ausencia a quienes sean
responsables de la comisión de estos ilícitos penales”.
Estos y otros ilícitos cometidos por el mismo estado en contra del derecho al debido proceso,
dio como resultado que una vez restablecido el Estado de Derecho (pues las prácticas descritas
determinaron el quebrantamiento de este), la mayor parte de lo actuado en los procesos contra los
acusados por terrorismo, fue anulado y sus procesos volvieron a reiniciarse dentro de un clima de
respeto al debido proceso. Las sentencias dadas por los tribunales sin rostro y los tribunales
militares fueron anuladas, y los acusados fueron nuevamente procesados. Quienes resultaron
culpables, fueron drásticamente sancionados, pero dentro del respeto del Estado de Derecho,
demostrando de esta manera, que se puede impartir justicia sin atropellas los derechos
elementales de las personas.

4. LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y LA RECONCILIACIÓN


La Comisión de la Verdad y de la Reconciliación (CVR) fue una comisión peruana encargada
principalmente de elaborar un informe sobre la violencia armada interna, vivida en el Perú durante el
periodo entre los años 1980 y 2000. Fue creada en junio de 2001 por el presidente provisional Valentín
Paniagua, convocando a diferentes miembros de la sociedad civil. Fue presidida por Salomón Lerner
Febres, entonces rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Además de la investigación de la
violencia terrorista de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA),
intentó profundizar en las causas de esa violencia y en la dura represión militar contra estos
movimientos terroristas, que cobró principalmente víctimas civiles en este fuego cruzado. Para ello,
recogió el testimonio de 16985 personas y organizó 21 audiencias con las víctimas de la violencia, a las
que asistieron más de 9500 personas. El Informe Final se hizo público el 28 de agosto del 2003, ante el
presidente peruano Alejandro Toledo.

Resumen del informe final


"La historia que aquí se cuenta habla de nosotros, de lo que fuimos y de lo que debemos dejar de
ser. Esta historia habla de nuestras tareas. Esta historia comienza hoy", dijo el presidente de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación, Salomón Lerner, al presentar el informe final de su grupo que
reveló cifras de muerte y violencia de una guerra interna que azotó al Perú. Cifras que nadie quería
escuchar, pero que se deben asumir para que nunca más esos hechos vuelvan a ocurrir.

El informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación es, ante todo, una invitación a la
reconstrucción social que tenemos que hacer de la historia vivida. Un destacado especialista ha
señalado en reiteradas ocasiones que a lo que aspiran las Comisiones de la Verdad es -apenas- a
establecer las fronteras de lo que no puede en ningún caso ser negado. No se puede ni se podrá negar
que hubo miles de muertos a causa de las acciones de un grupo dogmático y terrorista, por un lado, y
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de respuestas desmesuradas del Estado, por otro. Tampoco se podrá negar que el proceso vivido tuvo
que ver con profundas brechas y exclusiones.

a. Las víctimas: Prueba de este abandono y exclusión social es que el 79% de las más de 69 mil
víctimas fatales del terrorismo vivían en las zonas rurales y el 75 por ciento tenían el quechua y
otras lenguas nativas como su idioma materno.
Si bien la CVR recibió reportes sobre 23,969 peruanos muertos y desaparecidos, sobre esta cifra se
aplicó la Estimación de Múltiples Sistemas. Dicha metodología de cálculo y estimación estadística
-que se utilizó en casos recientes como los de Guatemala y Yugoslavia- permite afirmar que la cifra
total de víctimas fatales del conflicto sería 2,9 veces más esa cantidad: 69,280 personas.

b. Las responsabilidades: Gastón Garatea, miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación


(CVR), manifestó que el gran pecado del Perú ha sido la indiferencia frente a los hechos de violencia
que vivimos en las últimas dos décadas.
"El informe final de la CVR reclama que todos los peruanos nos preguntemos dónde estuvimos y
qué hicimos cuando esos hermanos morían", comentó. Debemos señalar que la CVR ha hecho bien
en rechazar las versiones que señalaban que ambos lados (militares - terroristas) eran igualmente
responsables de la guerra sucia, ya que ambos habían cometido por igual atrocidades.
Esta versión inexacta de lo que ocurrió ha quedado denunciada por las investigaciones de la CVR,
que asignan al senderismo la responsabilidad del 54 por ciento de las violaciones de derechos
humanos acaecidas en la guerra interna.
Esto no quiere decir que se exonere de culpa a las fuerzas militares por la violencia que emplearon
contra el terror, pero sí las colocan en su real dimensión y también las condenan. A los militares se
les atribuye casi la tercera parte del total de las víctimas reportadas a la CVR.

c. Los ataques: Las voces que trataron de empañar el trabajo de la Comisión de la Verdad,
calificándola de “prosenderista” y acusándola de dividir al país con su labor no se hicieron esperar,
ganando espacio en las portadas de algunos diarios locales. Pero al final, incluso antes del 28 de
agosto, los mismos miembros de la CVR se encargaron de desmentir aquellas acusaciones, dejando
en claro las responsabilidades del terrorismo.
"Ante todo, es necesario ratificar que el conflicto armado fue provocado por el Partido Comunista
del Perú Sendero Luminoso, pese a que había entonces condiciones democráticas abiertas. En el
contexto del conflicto armado interno que se desarrolló mediante un uso creciente del terror por
parte de PCP-SL, el Estado democrático tenía la obligación de defenderse y de recurrir a las fuerzas
del orden", dijo Salmón Lerner en la presentación del Informe Final.

d. Reparaciones y reconciliación: El país se enfrenta ahora una segunda etapa del proceso, que pasa
antes por la verdad y luego por la justicia. Por tal motivo, resultan importantísimos esos 73 casos
que la CVR deja en manos de la Defensoría del Pueblo para su denuncia ante el Ministerio Público.
A raíz del informe final de la CVR el gobierno peruano de aquel entonces se pronunció sobre el
Informe Final de la CVR e hizo un anuncio de reparaciones a las víctimas de la violencia mediante el
Plan de Paz y Desarrollo.
A través de este programa se destinará 2,845 millones de nuevos soles a las zonas más afectadas
por la violencia.
Más allá de reparaciones económicas, lo que necesitan hoy más que nunca miles de peruanos
víctimas del terrorismo es encontrar las respuestas para entender por qué les tocó vivir toda esa
barbarie. A todos los peruanos nos toca asumir algo de responsabilidad por el dolor y el sufrimiento
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de esos veinte años. Y es que la verdad es una sola para todos.

Conclusiones de la CVR
La CVR concluye que dentro de las principales secuelas o consecuencias del conflicto interno en el
periodo 1980 – 2000, se tiene.
 Masiva destrucción de la infraestructura productiva y pérdida de capital social y oportunidades
económicas, especialmente en los departamentos que sufrieron con mayor intensidad el conflicto
como es el caso de Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Lima, etc.
 Destrucción y desorganización de la vida social local, especialmente por el asesinato de dirigentes
y autoridades tradicionales como estatales; todo lo cual, produjo un profundo debilitamiento de
la sociedad civil, de los partidos políticos y de la misma estructura del estado.
 Desplazamiento masivo de poblaciones desde las zonas de conflicto hacia otras zonas del país, al
cual la CVR lo considera como un “doloroso proceso de desarraigo y empobrecimiento de miles de
peruanos y peruanas”. Los desplazados, como lo señala la CVR, fueron en muchos casos
estigmatizados y discriminados en escuelas, barrios y centros de trabajo. En las ciudades, durante
las redadas que realizaba el ejército o la policía con el fin de contrarrestar el accionar subversivo,
bastaba con que te identificaran como ciudadano procedente de Ayacucho o Huancavelica, para
que seas catalogado como un potencial “terrorista”, la cual muchas veces fue la única razón para
detener torturar e incluso desaparecer a estas personas. Posteriormente estas poblaciones fueron
retornadas a sus zonas de origen, pero al regresar tuvieron que enfrentar graves problemas de
tierras y ausencia de apoyo suficiente para reorganizarse y sostener a sus familias.
 Miles de niños y jóvenes vieron truncadas o empobrecidas su formación escolar y universitaria
como resultado del conflicto. Recordemos que los grupos terroristas tomares instituciones
escolares y universidades y los convirtieron en centros de adoctrinamiento. Numerosos
estudiantes de educación secundaria y universitaria abandonaron sus estudios para incorporarse
a las filas de estos grupos armados, terminando la mayoría de ellos detenidos, muertos o
desaparecidos.
 Intensificación de los niveles de violencia social, proceso al que aún hoy asistimos de forma
preocupante, pues dicha violencia ha rebasado al propio estado, el cual no puede controlarlo. La
violencia vivida por varios años, llevó a las nuevas generaciones a considerar, incluso
inconscientemente, que la única forma de solucionar los conflictos o controversias era la
violencia. Muchos de los integrantes de los grupos subversivos que quedaron la libertad se
lumpenizaron y pasaron a integrar los grupos delincuenciales actuales, muchas de las armas
pasaron también a manos de narcoterroristas u otras organizaciones al margen de la ley, incluso
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métodos de accionar antes utilizados por grupos subversivos, son utilizados en la actualidad por
las bandas delincuenciales.
 Secuelas en la salud mental que afecta, aun hoy, a amplios sectores de la población que
padecieron el conflicto, lo cual debilita sus capacidades de desarrollarse y superar las heridas del
pasado. Personas que presenciaron ejecuciones, que perdieron a sus familiares cercanos en
masacres realizadas por Sendero Luminoso o las fuerzas armadas, policías y militares que
participaron en la lucha contrasubversiva, ciudadanos que fueron torturados y encarcelados
injustamente, difícilmente podrán olvidar tan dolorosos episodios.
 Favoreció la descomposición moral en la que se hundió el país durante los últimos años de la
dictadura de Alberto Fujimori, lo cual se expresó en la indiferencia y tolerancia hacia las
violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas del estado, motivo por el cual
actualmente purgan condena militar y autoridades estatales de aquella época, entre los cuales se
encuentra el propio ex presidente Alberto Fujimori.
 Destrucción de la democracia tomando como pretexto la lucha contra la amenaza terrorista lo
cual se concretó el 05 de abril de 1992 con el autogolpe de Fujimori y marcando el inicio de largos
años de dictadura y de un gobierno corrupto que terminó por copar o desarticular las
instituciones democráticas y haciendo pedazos el estado de derecho. En muchas oportunidades
los miembros del gobierno de Fujimori, levantaron la “amenaza terrorista” como pretexto o
justificación de su dictadura corrupta y violadora de derechos humanos.

Referencias

Código de
LIBROS, REVISTAS, ARTÍCULOS, TESIS, PÁGINAS WEB.
biblioteca
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2003). Informe final. Conclusiones.
Lima: Quebecor World.

Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Página web


http://cverdad.org.pe/ifinal/index.php

Rubio, M. y Vega, R. (1990). Marco teórico y conclusiones de la investigación


sobre violencia estructural. Lima: APEP.

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