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Curso de lógica (I): ¿Qué es un argumento?

13 de noviembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Comenzamos un curso de lógica en este blog, del cual daremos una entrega cada
semana. Como se puede apreciar en el título, en esta entrada responderemos a la pregunta
¿Qué es un argumento? En la medida en que la lógica estudia la forma de los
argumentos. Bien, por el momento ya hemos introducido una noción que nos ayudará a
saber no qué es un argumento, sino qué estudia la lógica, a saber, la noción de «forma de
los argumentos». Sin embargo, antes de desentrañar esta noción y la noción de argumento,
hemos de elucidar otras, tales como la de enunciado, la de proposición, la de premisa, la de
conclusión, la de cadena argumentativa y la de validez.

1. Enunciados y proposiciones

De estas dos nociones, la noción de enunciado es la más sencilla de definir. Un enunciado


es una oración declarativa afirmativa o negativa, esto es, una oración de la que tiene
sentido preguntarse si es verdadera o falsa. Un ejemplo de enunciado es la oración (1)

(1) Groucho es el nombre artístico de Julius Henry.

De (1) tiene sentido preguntarse si es verdadera o falsa, pero no de (2)

(2) ¿Qué hora es?

(2) es una oración, pero no es un enunciado. Es absurdo preguntarse si (2) es verdadera o


falsa.
Con esto queda aclarada la noción de enunciado. Pasamos a la más difícil, aunque más rica
filosóficamente, noción de proposición. Emitidos en un contexto, los enunciados
expresan algo, eso que expresan son las proposiciones. Es decir, un enunciado en un
contexto dado expresa una proposición. Aquí nos encontramos con los siguientes
fenómenos: en primer lugar, con distintos enunciados podemos expresar la misma
proposición. Por ejemplo, con (3)

(3) el nombre artístico de Julius Henry es Groucho.

expresamos la misma proposición que con (1), sin embargo (1) y (3) son distintos
enunciados. En efecto el sujeto de (1) es «Groucho», el de (3) es «el nombre artístico de
Julius Henry». En segundo lugar, con el mismo enunciado podemos expresar diferentes
proposiciones. Así, pensemos en (4)

(4) Hoy he comido macarrones.

(4) emitida por distintas personas o emitida por la misma persona en días distintos expresa,
en cada caso, distintas proposiciones.

Ahora bien, ¿todo enunciado expresa una proposición? La respuesta es no. No


expresamos una proposición cuando el contexto en el que se usa no determina la referencia
de los términos que la componen. Así,

(5) él es elocuente

emitida sin referirnos a alguien en particular, no expresa ninguna proposición. Igualmente,


no expresamos proposiciones cuando los términos referenciales que aparecen en nuestros
enunciados son vacíos, como es el caso de (6)

(6) el mayor número natural es impar.

En (6) no expresamos ninguna proposición, puesto que para cada número natural, siempre
hay otro mayor y, por tanto, ninguno es mayor que todos los demás. Así, la expresión «el
mayor número natural» no tiene referente, es vacía, como lo es «unicornio».

La dificultad respecto de la noción de proposición surge cuando nos preguntamos


qué tipo de cosa es. Está claro lo que son las oraciones, son fenómenos físicos (manchas
o sonidos) que se articulan según ciertas reglas sintácticas y semánticas. Pero, ¿qué hay de
lo que estas expresan, las proposiciones? Esta es una cuestión de filosofía de la lógica y
aquí nos limitaremos a hacer esta mención al problema.

2. Premisas, conclusiones, cadena argumentativa y validez

Toda proposición que compone un argumento es o una premisa o la conclusión. Las


premisas son proposiciones cuyo valor de verdad conocemos o suponemos
(sabemos o suponemos que son verdaderas o falsas). De ellas extraemos la conclusión.
A la conexión entre las premisas y la conclusión se le llama cadena argumentativa. Se
trata de una sucesión de razonamientos que ponen de manifiesto cómo se sigue la
conclusión de las premisas.

Si la conclusión se sigue de las premisas, será verdadera. Y este fenómeno nos lleva a la
noción de validez. Un argumento es válido cuando la conclusión se sigue de sus
premisas, en caso contrario no lo es. La validez es importante en la medida en que la
validez conserva la verdad, esto es, si las premisas son verdaderas y la conclusión se
sigue de ellas, entonces la conclusión es verdadera. Y al contrario, si la conclusión de un
argumento es falsa, eso significa que al menos una de las premisas que lo componen es
falsa.

3. La noción de argumento y la forma de los argumentos

Un argumento es un método indirecto para conocer el valor de verdad de una


proposición. Para ello tratamos deducir la proposición cuyo valor de verdad queremos
conocer a partir de un conjunto de premisas, de las cuales sabemos que son verdaderas.
En otras ocasiones, suponemos la falsedad de la proposición cuyo valor de verdad
queremos conocer y tratamos de extraer de ella como conclusión una proposición que
sabemos que es falsa. En el primer caso, habremos probado la proposición cuyo valor de
verdad queríamos conocer; en el segundo caso, habremos refutado la proposición.

Supongamos que queremos conocer el valor de verdad de un enunciado. Para hacerlo


existen varios métodos. Si el enunciado es (7)

(7) nuestro vecino Juan tiene barba

y queremos conocer su valor de verdad (saber si es verdadero o falso), podemos hacerle


una visita a nuestro vecino Juan y ver si tiene o no tiene barba. Otras veces, elucidamos el
valor de verdad de una proposición mediante otros métodos menos directos, por ejemplo a
través de un argumento.

Pasamos ahora a explicar la noción de forma de un argumento. La mejor manera de


explicar qué es la forma de un argumento es con ejemplos de argumentos.

Argumento 1

P1: Los humanos son mortales.

P2: Federico es humano.

C: Por tanto, Federico es mortal.

El argumento 1 es un argumento particular. Es decir, trata sobre un tema particular.


Este argumento particular tiene una forma lógica, la forma del argumento, que es
compartida por otros argumentos particulares. Para ver la forma de este argumento lo
podemos formalizar. Como estamos en un tema introductorio de nuestro curso de lógica,
haremos una semiformalización. El argumento 1, puede quedar formalizado, como el
argumento 1′.
Argumento 1′:

P1: Todo H es M.

P2: A es H.

C: Por tanto, A es M.

El argumento 1′ es la forma del argumento 1. Veamos otro argumento particular:

Argumento 2:

P1: Los hombres son del sexo masculino.

P2: Fernando es un Hombre.

C: Por tanto, Fernando es del sexo masculino.

La forma del argumento 2 es, de nuevo, 1′ que volvemos a recordar:

P1: Todo H es M

P2: A es H.

C: Por tanto, A es M.

Las letras H, M y A son elegidas arbitrariamente. Podríamos utilizar otras. Lo importante


aquí son las expresiones «todo», «es» y «por tanto», más los huecos que hay a los
lados de esas expresiones, en los que colocamos esas letras. Es evidente que la
estructura de 1′ es lo que tienen en común los argumentos 1 y 2, comparten esa misma
forma lógica. La lógica no estudia los argumentos particulares, 1 y 2, sino la forma de
los argumentos, esto es, la lógica se interesa, en este caso concreto, por 1′.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (II): sintaxis del lenguaje de la lógica


proposicional

22 de noviembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Como dijimos en la anterior lección de este curso de lógica, a la lógica le interesa la forma
de los argumentos, siendo la noción central de esta ciencia la de “argumento válido”. Para
estudiar las formas de los argumentos, se construyen lenguajes formales. En esta lección
y en las siguientes estudiaremos el lenguaje de la lógica proposicional. Es un lenguaje
formal diseñado para el estudio de aquellos argumentos para los cuales la validez depende
de la validez de los enunciados vertitativo-funcionales que aparecen en los argumentos.
Comenzaremos esta lección de nuestro curso de lógica elucidando la recién introducida
noción de “expresión veritativo-funcional”. Después introduciremos la sintaxis del lenguaje
de la lógica proposicional.

1. Expresiones veritativo-funcionales

Si bien en lógica trabajamos con lenguajes formales, la sede de la lógica está en los
lenguajes naturales, por ello utilizaremos ejemplos del lenguaje natural para introducir esta
noción. Pensemos en los siguientes enunciados:

(1) David Hume es ateo

(2) Carlos Marx criticó la economía política y David Hume es ateo.


(1) es un enunciado simple. (2) es un enunciado compuesto. La verdad o falsedad de (2)
depende de cada uno de los enunciados que lo componen, en este caso de la verdad o
falsedad de (1) y de la verdad o falsedad del enunciado “Carlos Marx criticó la economía
política”, que es otro enunciado simple. El enunciado (2) lo hemos formado con la partícula
“y”. Lo importante está en que algunos enunciados como (1) tienen la propiedad de que
el valor de verdad de los enunciados que formamos con ellos, por ejemplo (2),
depende únicamente de la verdad o falsedad de estos enunciados simples.

Con el ejemplo, (1) tiene la propiedad de que podemos formar con él enunciados como (2) y
que el valor de verdad de (2) depende del valor de verdad de (1). A las expresiones que
tienen esta propiedad las llamamos veritativo-funcionales y decimos de ellas que se
comportan veritativo-funcionalmente.

En las lecciones siguientes profundizaremos más en este concepto.

2. La sintaxis del lenguaje de la lógica proposicional

Los lenguajes formales, como el de la lógica proposicional, tienen un componente


sintáctico y otro semántico. En esta lección veremos la sintaxis del lenguaje de la lógica
proposicional. La sintaxis de la lógica proposicional está formada por una gramática y
un alfabeto. El primero consta de símbolos, los cuales se dividen en tres categorías:
signos lógicos, no lógicos y signos de puntuación. Estos últimos pueden ser
prescindibles, los símbolos lógicos y los no lógicos son necesarios.

La gramática, por su parte consiste en un conjunto de reglas que nos permite generar
fórmulas del lenguaje a partir de otras fórmulas. Para entender la noción de fórmula
hemos de introducir previamente los símbolos del alfabeto del lenguaje de la lógica
proposicional. Este consta de:

1. Letras proposicionales (símbolos no lógicos). No hay un número determinado. Para


los fines de este curso de lógica, estipularemos las letras “p”, “q”, “r” y “s” como nuestras
letras proposicionales.

2. Conectivas (símbolos lógicos). ̚ , →, ↔, ˄, ˅

3. Signos de puntuación. Paréntesis ( ).

De las conectivas, la primera se llama negación y es una conectiva monaria. El resto son
conectivas binarias. A continuación veremos el nombre de cada una y cómo se leen.

“ ̚ “ se llama negación y se lee “no”

“→” se llama condicional y se lee “si…entonces”.

“↔” se llama bicondicional y se lee “si y solo si”.

“˄” se llama conjunción y se lee “y”.


“˅” se llama disyunción y se lee “o”.

Una vez que hemos introducido nuestro alfabeto, podemos elucidar la noción de fórmula.
Dado un lenguaje proposicional L, una fórmula de L es una secuencia de símbolos de
L generada por un número finito de aplicaciones de estas reglas:

1. Toda letra proposicional de L es una fórmula.

2. Si A es una fórmula ̚ A es una fórmula.

3. Si A y B son fórmulas, A˄B, A˅B, A→B y A↔B son fórmulas.

Algunos ejemplos de fórmulas del lenguaje de la lógica proposicional:

̚p

p˄q

̚ ̚ ̚p

(p → q) ˅ r

(p ↔ q) ˅ (r → s)

La primera de las fórmulas es una fórmula atómica, el resto son fórmulas compuestas.
Las fórmulas compuestas tienen una conectiva principal o dominante, que es la introducida
por la última regla aplicada al construir la fórmula. Las fórmulas suelen llamarse por el
nombre de la conectiva principal o dominante. Así, la segunda fórmula es una negación, la
tercera una conjunción, la cuarta una triple negación, la quinta y la sexta son disyunciones.
Para obtener ̚ p hemos aplicado la regla 2 a p. Igualmente, p ˄ q la hemos obtenido
aplicando la regla 3 a p y a q. Y así todas las fórmulas. Con estas reglas finitas, aplicadas
un número finito de veces pueden obtenerse infinitas fórmulas.

Finalmente, de regreso a nuestras reglas, hay que precisar que, con el objetivo de evitar
ambigüedades sintácticas, las reglas que hemos precisado más arriba cumplen estas dos
condiciones:

1. La misma regla aplicada a distintas fórmulas da como resultado fórmulas distintas.

2. La misma fórmula no se puede obtener mediante la aplicación de reglas distintas.

A la hora de evitar las ambigüedades sintácticas, los paréntesis desempeñan un papel


fundamental.

La importancia de evitar las ambigüedades sintácticas la veremos en la lección del curso de


lógica dedicada a la semántica del lenguaje de la lógica proposicional.
Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (III): lenguaje objeto y metalenguaje.


Descomposición de fórmulas

28 de noviembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

En la anterior lección de este curso de lógica vimos la sintaxis de la lógica proposicional.


Ahora tocaría pasar a la semántica, sin embargo antes es preciso hacer un inciso para
explicar la descomposición de fórmulas y la distinción entre lenguaje objeto y metalenguaje.
Todo ello nos será útil tenerlo en cuenta para las lecciones siguientes. De este modo, a
continuación pasaremos a explicar estos puntos.

1. Lenguaje objeto y metalenguaje

Cuando hablamos de un lenguaje, sea natural o artificial, cabe hacer la distinción entre el
lenguaje del que se habla y el lenguaje en el que se habla. Al primero lo llamamos
lenguaje objeto, al segundo metalenguaje. En nuestro caso, el lenguaje objeto es el
lenguaje de la lógica proposicional, que es el que estamos especificando aquí. El
metalenguaje, por otra parte es el castellano, que es el que estamos utilizando para hablar
de y describir el lenguaje de la lógica proposicional. Un lenguaje dado puede ser unas veces
lenguaje objeto y funcionar otras como metalenguaje, puesto que podemos hablar de él o
utilizarlo para hablar de otro lenguaje.

Por ejemplo, si decimos

(1) si A y B son fórmulas, A ˄ B es una fórmula

tenemos que las letras A y B pertenecen al metalenguaje, son variables metalingüísticas. En


este caso, utilizamos expresiones del metalenguaje para referirnos a expresiones del
lenguaje objeto. Cuando se trata del lenguaje natural, también se hace, sin embargo se
utilizan comillas, así en (2)

(2) “Napoleón” tiene 8 letras

“Napoleón” es una expresión del metalenguaje, con la que nombramos un objeto lingüístico
del lenguaje objeto, Napoleón (en (2) el castellano es el lenguaje utilizado para hablar de
una palabra del castellano, de tal modo que lenguaje objeto y metalenguaje coinciden). Los
símbolos lógicos, como ˄ también se pueden nombrar en el metalenguaje utilizando
comillas, sin embargo, para los fines de este curso, nosotros nos abstendremos de
utilizarlas, para mayor comodidad. Además, los símbolos de nuestro lenguaje objeto se
diferencian claramente de nuestro metalenguaje, el castellano, al contrario de lo que ocurre
en (2).

2. Descomposición de fórmulas

Toda fórmula compuesta se puede descomponer en sus fórmulas más simples. En


esta descomposición se muestra el árbol genealógico de la fórmula, en el que queda
reflejado su proceso de construcción. Se trata de un proceso de análisis en fórmulas cada
vez más simples, hasta llegar a las letras proposicionales, las cuales ya no se pueden
descomponer más. Este proceso se puede mostrar en un esquema en árbol.
Descompondremos la fórmula (p ˄ q) → (̚ q ˅ ̚ ̚r) para mostrar este proceso.

(p ˄ q) → (̚ q ˅ ̚ ̚r) se descompone en las subfórmulas (p ˄ q) y (̚ q ˅ ̚ ̚r). Por su parte, la


fórmula (p ˄ q) se descompone en las subfórmulas p y q, que ya no se pueden seguir
descomponiendo en subfórmulas puesto que son letras proposicionales. Sigamos con la
otra subfórmula, (̚ q ˅ ̚ ̚r). Esta se descompone en las subfórmulas ̚ q y ̚ ̚r. La fórmula ̚ q se
descompone en la fórmula q, que al ser una letra proposicional no se puede descomponer
más. A su vez, la fórmula ̚ ̚r se descompone en la fórmula ̚r, que se descompone en r, que
ya no se puede seguir descomponiendo por ser, al igual que p y q, una letra proposicional.

Todas las fórmulas que aparecen en el árbol genealógico son las subfórmulas de una
fórmula dada. A continuación tendremos en cuenta tres reglas que nos sirven para generar
todas las subfórmulas de una fórmula dada A.

Regla 1: Si A es una letra proposicional, entonces la única subfórmula de A es A misma.

Regla 2: Si A = ̚ B, las subfórmulas de A son A más las subfórmulas de de B.


Regla 3: Si * es una conectiva binaria y A = (B * C), las subfórmulas de A son A misma más
las subfórmulas de B y las subfórmulas de C.

Hemos de tener en cuenta aquí las siguientes observaciones. La regla 1, garantiza que dos
fórmulas distintas tengan las mismas subfórmulas. En segundo lugar, si una fórmula A es
una subfórmula de una fórmula B y B es una subfórmula de C, entonces A es una
subfórmula de C.

Curso de lógica (IV): Semántica de la lógica


proposicional. Asignaciones y tablas de verdad

10 de diciembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

En las lecciones anteriores de nuestro curso de lógica hemos hablado de la sintaxis de la


lógica proposicional. Ahora pasaremos a la semántica de la lógica proposicional. Para
introducirnos en este campo, elucidaremos lo que es una asignación, para después pasar
a explicar el método de las tablas de verdad.

Tabla de verdad de las conectivas del lenguaje de la lógica proposicional

1. Asignaciones de valores de verdad

A cualquier letra proposicional de nuestro lenguaje le podemos asignar dos valores:


el valor verdadero (en adelante V) y el valor falso (en adelante F). Estos se llaman
valores de verdad. El número de asignaciones varía en función del número de letras
proposicionales que tenga nuestro lenguaje. Un lenguaje con n letras proposicionales tendrá
2 elevado a n asignaciones de verdad.

En el caso de las fórmulas compuestas, su valor de verdad depende del valor de


verdad de las letras proposicionales que las formas y del significado de las
conectivas lógicas. En este caso se utilizan funciones veritativas. Se trata de funciones
que asignan un valor de verdad a combinaciones de verdad, en función de la conectiva.
Antes de continuar, introduciremos la noción de tabla de verdad.

2. Tablas de verdad

En función de los valores de verdad que nos dé una asignación de verdad para una
fórmula dada, esta puede ser una contradicción, una tautología o una fórmula
contingente. Si para toda asignación de verdad de una fórmula obtenemos que la fórmula
es verdadera, entonces tendremos una tautología; si para toda asignación obtenemos una
fórmula falsa, entonces estaremos ante una contradicción. Por último, si para toda
asignación de verdad obtenemos que la fórmula es unas veces verdadera y otras falsa,
entonces obtendremos una fórmula contingente.

Las tablas de verdad son un procedimiento que nos permite calcular el valor de
verdad de una fórmula dada para cada asignación. Con el método de las tablas de
verdad podemos decidir si una fórmula dada es una tautología, una contradicción o una
fórmula contingente.

Dado todo lo dicho hasta ahora, a la hora de aplicar las tablas de verdad hemos de tener en
cuenta las posibles asignaciones de verdad para cada letra proposicional de nuestro
lenguaje (2 elevado a n), así como el significado de las conectivas. Respecto de lo primero
ya hemos hablado. Pasemos a ver el significado de las conectivas en términos de
valores de verdad, mediante una serie de reglas, cada una de las cuales rige sobre una
de las conectivas de nuestro lenguaje:

Regla 1: Si el valor de verdad de p es V, entonces el valor de verdad de ̚ p es F y viceversa,


si el valor de p es F, entonces el valor de ̚ p es V.

Regla 2: toda fórmula de la forma (p ˄ q) es verdadera si y solo si p es verdadera y q


también lo es. Es falsa si p es falsa o q es falsa.

Regla 3: toda fórmula de la forma (p ˅ q) es verdadera si y solo si p es verdadera o q es


verdadera. Si ambas subfórmulas son falsas, entonces la disyunción es falsa.

Regla 4: toda fórmula de la forma (p → q) es verdadera si y solo si el antecedente (p, en


este caso) es falso o el consecuente (q) es verdadero. Es falso cuando el antecedente es
verdadero y el consecuente es falso.

Regla 5: toda fórmula de la forma (p ↔ q) es verdadera si y solo si las subfórmulas que lo


componen tienen los mismos valores de verdad y falso cuando sus subfórmulas tienen
distintos valores de verdad.

Para ver la aplicación de estas reglas y del procedimiento de las tablas de verdad, veremos
la tabla de verdad de la fórmula (p ˅ q) → ̚ (r ˄ p)
Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (V): semántica de la lógica


proposicional: equivalencia lógica.

19 de diciembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Vistas las tablas de verdad en la lección anterior de nuestro curso de lógica, pasaremos en
esta lección a exponer el concepto de equivalencia lógica. Una vez expuesto este
concepto, veremos cómo se puede utilizar para eliminar conectivas.

Dos fórmulas lógicamente equivalentes

La noción de equivalencia lógica

De forma intuitiva, si llevamos a cabo el procedimiento de las tablas de verdad y vemos que
dos fórmulas tienen los mismos valores de verdad, para toda asignación, entonces
diremos que esas fórmulas son lógicamente equivalentes. Para decirlo de manera
formal, utilizaremos algunos signos del metalenguaje, que introducimos a continuación:

Utilizaremos el signo ν para referirnos a las asignaciones de valores de verdad, así ν(p) = V,
significa que ν asigna a la letra p el valor verdadero».Y si le asignamos a p el valor falso, lo
podemos expresar así: ν(p) = F.

Utilizaremos el signo ≡ para referirnos a la equivalencia lógica. Lo haremos así A ≡ B,


significa que «A es lógicamente a B». Para negar la equivalencia lógica, utilizaremos este
símbolo: /≡. A/≡B se lee «A no es lógicamente equivalente» o «A y B no son lógicamente
equivalentes».

Y ahora expresamos la noción de equivalencia lógica formalmente:

A ≡ B si y solo si para toda asignación ν, ν(A) = ν(B).

Dada la tabla de verdad del bicondicional, «↔», es fácil confundirlo con la equivalencia
lógica. Sin embargo debe tenerse en cuenta que el bicondicional es un símbolo del lenguaje
de la lógica proposicional y que el símbolo de equivalencia lógica, «≡», pertenece al
metalenguaje. En este caso, es un símbolo que introducimos en el castellano para
expresar una relación entre fórmulas. Así, A ≡ B es un enunciado del castellano, mientras
que A ↔ B es una fórmula del lenguaje de la lógica proposicional.

No obstante, la posible confusión del bicondicional con la equivalencia lógica tiene su base,
puesto que A ≡ B si y solo si A ↔ B es una tautología . De este modo, podemos utilizar
las tablas de verdad para averiguar si dos fórmulas son lógicamente equivalentes. Para
saber si la fórmula A es equivalente a la fórmula B, basta con utilizar el procedimiento de las
tablas de verdad para saber si la fórmula A ↔ B es una tautología.

La equivalencia lógica tiene tres propiedades básicas, evidentes por si mismas. Estas son
las siguientes:

1. Toda fórmula es lógicamente equivalente a sí misma: A ≡ A ( reflexividad).

2. Si A ≡ B, entonces B ≡ A ( simetría).

3. Si A ≡ B y B ≡ C, entonces A ≡ C ( transitividad).

Por último, respecto del concepto de equivalencia lógica, mostraremos una tabla de
equivalencias lógicas famosas.
Eliminación de conectivas

Todas las conectivas de nuestro lenguaje proposicional se pueden eliminar,


sustituyéndolas por otras, a excepción de la negación. Es decir, para cada conectiva,
todo lo que se exprese con ella se puede expresar también utilizando otras conectivas. En
la tabla de abajo se puede ver la lista de equivalencias entre las conectivas.

A continuación enumeraremos tres principios que nos ayudarán a eliminar conectivas.

Principio 1: Toda fórmula es lógicamente equivalente a una que tiene las mismas letras
proposicionales y cuyas únicas conectivas son la conjunción y la negación.

Principio 2: Toda fórmula es lógicamente equivalente a una que tiene las mismas letras
proposicionales y cuyas únicas conectivas son la disyunción y la negación.
Principio 3: Toda fórmula es lógicamente equivalente a una que tiene las mismas letras
proposicionales y cuyas únicas conectivas son el condicional y la negación.

Esto implica que nuestro conjunto de conectivas, puede reducirse a dos. Según el
primer principio, a la conjunción y la negación; según el segundo, a la disyunción y la
negación y según el tercero, al condicional y la negación.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (VI): del lenguaje natural al lenguaje de


la lógica proposicional

16 de enero de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Vistos los aspectos sintácticos y semánticos fundamentales del lenguaje de la lógica


proposicional, pasaremos al apartado de la formalización o simbolización. La simbolización
consiste en encontrar, para un enunciado E del lenguaje natural, en nuestro lenguaje
proposicional una fórmula A que satisfaga las siguientes condiciones:
El análisis de los enunciados es la única herramienta con la que contamos para formalizar
enunciados del lenguaje natural.

1. Cuando en A se reemplazan las letras proposicionales por enunciados del lenguaje


natural y las conectivas se leen como indicamos en el post correspondiente se obtiene un
enunciado cuyas condiciones de verdad son las mismas que las de E. A los enunciados
obtenidos de este modo los llamaremos interpretaciones de A.

2. La estructura de A refleja en la medida de lo posible la estructura sintáctica de E.

Para ver claramente lo dicho hasta aquí pondremos algunos ejemplos:

(1) Si Grecia sale del Euro, entonces las paredes llorarán sangre.

(2) Si llueve, entonces el suelo se mojará.

(3) p → q

(3) es una simbolización correcta tanto del enunciado (1) como del enunciado (2).
Igualmente, (1) y (2) son interpretaciones posibles de la fórmula (3). (3) es una fórmula
condicional y, como sabemos, su lectura es «si… entonces». Por su parte, cada elemento
del condicional puede ser simbolizado con una letra proposicional. Por «p» en (3), ponemos
un enunciado, por ejemplo «Grecia sale del Euro»; por «q» ponemos el enunciado «las
paredes lloran sangre» y colocamos la interpretación de la conectiva, en este caso, «si…
entonces» y obtenemos una interpretación de (3), en este caso (1).

No obstante, las anteriores condiciones no se deben considerar como reglas, en la medida


en que son imprecisas. En el primer caso, que las condiciones de verdad de A y E son las
mismas es una idealización. En realidad no siempre es así. Con la segunda condición
debemos ser flexibles, ya que su sentido es evitar formulaciones extravagantes de
enunciados que tienen una formulación natural y sencilla. De hecho no existen reglas para
formalizar enunciados, aunque existe un método para hacerlo, a saber, analizar los
enunciados para determinar qué es lo que se quiere decir para después pensar en cómo
expresarlo utilizando las conectivas y las letras proposicionales de nuestro lenguaje formal.
Hay que tener en cuenta que a la hora de simbolizar enunciados del lenguaje natural al
lenguaje de la lógica proposicional, solo podremos obtener una formulación precisa
de aquellos que se comporten veritativo-funcionalmente. De este modo, un enunciado
como (4)

(4) Antonio compró lotería porque confía en la suerte

no puede tener una formulación precisa en nuestro lenguaje proposicional. En efecto, el


valor de verdad de (4) no depende únicamente del valor de verdad de los enunciados que lo
forman. Tal vez sea verdadero que «Antonio compró lotería» y también que «Antonio confía
en la suerte», sin embargo la razón por la que «Antonio compró lotería» no tiene porque ser
que «confía en la suerte». Tal vez la compró para hacer un regalo. Ahora bien, toda
expresión veritativo-funcional de nuestro lenguaje natural puede ser simbolizada con
la ayuda de nuestras conectivas, en la medida en que cada expresión veritativo-funcional
puede representarse mediante una tabla de verdad y que para toda tabla de verdad existe
alguna fórmula que tiene esa tabla de verdad.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (VII): Teoría de conjuntos (I): ¿Qué es


un conjunto?

30 de enero de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Vista la lógica proposicional en los capítulos II-VI de este curso de lógica, pasamos a
continuación a la teoría de conjuntos, la cual nos será muy útil para el estudio de la lógica
de predicados de primer y segundo orden. Esta primera lección la dedicaremos a esclarecer
la noción de conjuntos, así como algunas otras nociones que utilizaremos.
Un conjunto es una colección de objetos. A estos objetos los llamamos elementos del
conjunto. Cada objeto dado puede ser elemento de un conjunto. De este modo, una
palabra, un elefante, un número, un país o un conjunto pueden ser elementos de un
conjunto. Por supuesto, los conjuntos son objetos y pueden ser elementos de un conjunto,
esto es, hay conjuntos de conjuntos. Bien, dado un objeto x y un conjunto A, podemos
expresar que «x es un elemento de A» o que «x pertenece a A», mediante la siguiente
fórmula: «x ϵ A». Para decir que «x no es un elemento de A» o que «x no pertenece a A»
utilizaremos la fórmula siguiente: «x ϵ/ A».

Los tres conjuntos son el mismo en virtud del principio de extensionalidad.

Para indicar que dos objetos cualesquiera, x e y, son el mismo objeto utilizaremos la
fórmula «x = y». Para expresar que son objetos distintos utilizaremos la fórmula: «x ≠
y». Los objetos estarán clasificados en dos categorías: objetos primitivos, que son aquellos
objetos que no tienen elementos, y conjuntos, que son aquellos objetos con elementos.
Para referirnos a conjuntos utilizaremos letras latinas en mayúscula: A, B, C, etc. Para
objetos, utilizaremos letras latinas minúsculas: a, b, c… Las letras mayúsculas son variables
de conjuntos, las minúsculas de objetos.

Según el principio de extensionalidad, si un conjunto A y un conjunto B tienen


exactamente los mismos elementos y ninguno más, entonces A = B. Dicho de otro modo, si
todo elemento de A pertenece a B y todo elemento de B pertenece a A, entonces A = B . De
aquí se sigue que lo que define en última instancia a los conjuntos son los elementos
que lo forman.

Por último, dedicaremos en este capítulo para hablar sobre el modo en el que nos
referiremos a los conjuntos. Los conjuntos son objetos abstractos y, como tales, no
están ni en el espacio ni en el tiempo. No son objetos que se puedan señalar, sin embargo,
sí que los podemos nombrar. Esto lo podemos hacer de dos maneras: por comprensión o
por enumeración.

Para denotar un conjunto por comprensión, seleccionamos una propiedad que sea
poseída por todos los elementos del conjunto y únicamente por ellos. De este modo
podemos hablar del conjunto de los números naturales menores de 6, del conjunto de los
satélites de la Tierra o el conjunto de los filósofos atenienses que formaron parte de una
tiranía en el siglo V a. C. La notación utilizada para referirnos a los conjuntos por
comprensión es la que sigue:

{x: x es un número natural menor que 6}

{x: x es un satélite de la Tierra}

{x: x es filósofo ateniense que formó parte de una tiranía en el siglo V a.C.}

Para denotar un conjunto por denotación hemos de nombrar cada uno de los
elementos del conjunto. De este modo,m los conjuntos anteriores nombrados por
extensión serían el conjunto cuyos elementos son el 0, 1, 2, 3, 4 y 5; el conjunto cuyo
elemento es la Luna y el conjunto cuyo único elemento es Platón. Estos conjuntos se
denotan, formalmente, como sigue:

{0, 1, 2, 3, 4, 5}

{la Luna}

{Platón}

Del conjunto cuyo único elemento es la Luna, decimos que es el conjunto unitario de la
Luna, igual ocurre con el conjunto cuyo único elemento es Platón, del que también decimos
que es el conjunto unitario de Platón.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (VIII). Teoría de conjuntos (II): la


relación de inclusión y el conjunto vacío

7 de febrero de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

En el anterior post dedicado a nuestro curso de lógica introdujimos la teoría de conjuntos,


con un post dedicado a definir la noción de conjunto. En este capítulo vamos a
dedicarnos a explicar una relación entre conjuntos, a saber, la relación de inclusión.
Después hablaremos del conjunto vacío.

1. La relación de inclusión

El conjunto vacío

Como hemos dicho más arriba, la relación de inclusión es una relación entre conjuntos.
Dados los conjuntos A y B, se dice que A es un subconjunto de B o que A está
incluido en B, en símbolos A ⊆ B, siempre que todo elemento de A sea un elemento
de B, es decir

A ⊆ B si y solo si para todo objeto x, si x ∈ A, entonces x ∈ B

Dados un conjunto A, B y C, hemos de hacer las siguientes observaciones respecto de la


relación de inclusión:

1. A ⊆ A, es decir, todo elemento de A, pertenece a A (la relación de inclusión es reflexiva).

2. Si A ⊆ B y B ⊆ C, entonces A ⊆ C, esto es, si todo elemento de A pertenece a B y todo


elemento de B pertenece a C, entonces todo elemento de A pertenece a C (la relación de
inclusión es transitiva).

3. Si A ⊆ B y B ⊆ A, entonces A = B, o sea, que si todo elemento de A pertenece a B y


todo elemento de B pertenece a A, entonces A y B son el mismo conjunto (la relación de
inclusión es antisimétrica).

Cuando se da el caso de que A ⊆ B y A ≠ B, entonces decimos que A es un subconjunto


propio de B y lo expresamos así: A ⊂ B. Para expresar que A no es subconjunto de B, lo
hacemos así A ⊆/ B. Dada la definición de la relación de inclusión, hay que tener presente
que

A ⊆/ B si y solo si hay al menos un objeto tal que x ∈ A y x ∉ B.

Por otra parte, hemos de tener claro que la relación de inclusión y la relación de
pertenencia no son la misma. Se puede ver con un ejemplo:

(1) Rocinante es un caballo.

(2) Los caballos son mamíferos.

En (1) se está diciendo que Rocinante, a, pertenece al conjunto de los caballos: a ∈ A,


mientras que en (2) se dice que el conjunto de los caballos, C, está incluido en el conjunto
de los mamíferos, M: C ⊆ M.

2. El conjunto vacío

Existen conjuntos que no tienen elementos, tales como el conjunto de los círculos
cuadrados, el conjunto de los unicornios o el conjunto de los huevos de gallo. Dado que
todos poseen los mismos elementos, es decir, ninguno, todos son el mismo conjunto,
a saber, el conjunto vacío. Se simboliza así: «Ø». Se trata del único conjunto sin
elementos. Para definir el conjunto vacío podemos utilizar una propiedad que ningún objeto
posea, como por ejemplo ser distinto de sí mismo, de modo que podemos definir el conjunto
vacío como aquel cuyos elementos son distintos de sí mismos:

Ø = {x: x ≠ x}

Sobre el conjunto vacío hemos de hacer algunas observaciones:

1. Dados A y B, si son conjuntos sin elementos, entonces no pueden ser distintos. En caso
de que lo fueran implicarían, según el principio de extensionalidad, que A y B no tendrían
los mismos elementos, lo cual significaría que existiría algún objeto que sería o elemento de
A o elemento de B, pero esto es imposible puesto que A y B son conjuntos sin elementos.

2. No hay que confundir el conjunto vacío con el conjunto unitario del conjunto vacío, el
primero no tiene elementos y el segundo tiene un elemento, el conjunto vacío. Así: Ø ≠ {Ø}.

3. El conjunto vacío es un subconjunto de todo conjunto. Así, para todo conjunto A, Ø ⊆ A.


De no ser así, según el principio de inclusión, existiría un objeto x tal que x ⊆ Ø y x ⊆/ A, lo
que no puede ser el caso pues, por definición, el conjunto vacío no tiene elementos.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
Curso de lógica (IX): teoría de conjuntos (III). El axioma
de separación

25 de febrero de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

En el anterior post dedicado a nuestro curso de lógica, vimos la relación de inclusión y el


conjunto vacío. Hoy lo vamos a dedicar al axioma de separación. Este, como se verá, es
una forma de poner solución a las contradicciones de la teoría de conjuntos de
Cantor-Frege, la cual ser comprometía con el principio de abstracción, que llevaba a
resultados paradójicos, tal y como descubrió Bertrand Russell en 1901.

1. El principio de abstracción

Según el principio de abstracción, toda propiedad determina un conjunto. Esto quiere


decir que para toda propiedad Φ que imaginemos, existe un conjunto cuyos elementos
tienen dicha propiedad. Esta concepción es, por supuesto, falsa. En efecto, existen
propiedades que no determinan o definen conjunto alguno, esto es, que no existiría el
conjunto de los elementos que tendrían la propiedad en cuestión. Lo demostraremos a
continuación.

En teoría de conjuntos decimos de un conjunto que es normal si no se contiene a sí


mismo, es decir, si el conjunto no es un elemento de sí mismo. Por otra parte, decimos de
un conjunto es anormal, si se pertenece a sí mismo, esto es, si el conjunto es uno de sus
propios elementos. Para dar ejemplos de conjuntos normales no tenemos que ir a
Salamanca, basta con que reflexionemos un segundo. Sin ir más lejos, el conjunto V de las
películas de Lars von Trier es un conjunto normal, puesto que V no es una película de Lars
Von Trier, sino un conjunto. Sin embargo, el conjunto de los objetos abstractos, es un
conjunto anormal, puesto que los conjuntos son objetos abstractos y, por tanto, el conjunto
de los objetos abstractos se pertenece a sí mismo. Lo que vamos a demostrar es que la
propiedad de ser normal no define ningún conjunto y que, por tanto, el principio de
abstracción es falso.

Pensemos en el conjunto de todos los conjuntos normales. ¿Es un conjunto normal o


anormal? Desde luego, por la definición de estos conceptos es una cosa u otra y no puede
ser las dos a la vez. De este modo, partiremos de la suposición de que es un conjunto
normal. En este caso, puesto que es normal debe pertenecer al conjunto de los conjuntos
normales y, por tanto, se pertenecería a sí mismo, por lo que sería anormal. De modo que si
es normal, es anormal, lo cual es contradictorio.

Supongamos ahora que es un conjunto anormal. Bien, si es anormal se pertenece a sí


mismo, pero es el conjunto de los conjuntos normales, de modo que si es elemento
de dicho conjunto es normal y no se pertenece a sí mismo. Pero de nuevo estamos en
una contradicción, porque partiendo de que es anormal llegamos a la conclusión de que es
normal.

Esta fue la paradoja descubierta por Russell, que pasó a llamarse paradoja de Russell.
Esta paradoja dio al traste con la teoría de conjuntos de Cantor-Frege, que era atrevida y
ambiciosa. En efecto, el axioma de abstracción divide el universo en dos conjuntos.
Así, dada una propiedad Φ, el universo queda dividido en dos conjuntos: el de los objetos
que poseen tal propiedad y el de los que no la poseen. No obstante, hoy en día se trabaja
con la teoría de conjuntos de Zermelo-Fraenkel, que es mucho más modesta, como
veremos a continuación.

2. El axioma de separación

En lugar de dividir todo el universo en dos conjuntos a partir de una propiedad dada, en la
teoría de conjuntos de Zermelo-Fraenkel se divide un conjunto en dos, dada una
propiedad. Así, si pensamos en la famosa propiedad Φ, dado el conjunto A, esta versión
light de la teoría de conjuntos nos permite dividir A en dos conjuntos, el de aquellos
elementos de A que tienen la propiedad Φ y el conjunto de los elementos de A que no la
tienen. Entonces, podemos enunciar el principio de separación como sigue: Si Φ es una
propiedad y A es un conjunto, existe un conjunto cuyos elementos son aquellos elementos
de A que poseen la propiedad Φ.

Gracias al principio de separación, podemos obtener el conjunto vacío a partir de


cualquier conjunto. Así, si pensamos en el conjunto M de los mamíferos y en la propiedad
«tener motor» (Π), podemos obtener el conjunto vacío, puesto que ningún elemento de M
tiene motor. Así, como hemos dicho en el párrafo precedente, a partir de M y Π obtenemos
los sigguientes conjuntos: {x ϵ M : Π (x)}, por un lado y {x ϵ M : y no Π (x)}, por otro. Ahora
bien, dado que ningún elemento de M tiene la propiedad Π, obtenemos que

Ø = {x ϵ M : Π (x)}, de modo que


Ø = {x ϵ M : x ≠ x} = {x ϵ M : x /ϵ x}

Por otra parte, con el principio de separación se puede construir una adaptación de la
paradoja de Russell que nos permite demostrar que el universo no es un conjunto, lo
que equivale a decir que no existe un conjunto cuyos elementos son todos los
objetos del universo. Dado el conjunto de universal, U y dada la propiedad de ser un
conjunto normal, obtenemos a partir del principio de separación el conjunto A, que es el
conjunto de aquellos objetos que son conjuntos normales y pertenecen a U. Ahora bien, ¿A
se pertenece a si mismo o no? Como sabemos, los conjuntos son objetos y, como tales,
pertenecerían a U. Así que hemos de saber si A pertenece a A o no. Si A pertenece a A,
entonces es un conjunto anormal, pero resulta que partimos de que A pertenece a A.
Caemos en una contradicción: si A pertenece a A, entonces no pertenece a A. Por su parte,
si A no pertenece a A, entonces es un conjunto normal y, por tanto, pertenece a A. De
nuevo estamos en una contradicción, puesto que suponer que A no pertenece a A nos lleva
a la conclusión de que A pertenece a A.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (X): teoría de conjuntos (IV).


Operaciones con conjuntos I

5 de marzo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Con dos o más conjuntos podemos aplicar ciertas operaciones que combinando los
elementos de estos conjuntos nos permiten obtener conjuntos nuevos a partir de los
anteriores. En este post de nuestro curso de lógica dedicado a la teoría de conjuntos,
veremos las operaciones básicas con conjuntos, así como sus propiedades.

1. La unión de conjuntos
Unión de los conjuntos A y B representada mediante diagramas de Venn

Dados dos conjuntos A y B, la unión de A y B, en símbolos, A∪B, es el conjunto cuyos


elementos pertenecen a A o a B:

A∪B = {x:x ∈ A o x ∈ B}

En este caso, para todo objeto x, x ∈ A∪B si y solo si x ∈ A o x ∈ B

A continuación exponemos las propiedades de la unión, para cualesquiera conjuntos A, B


y C.

1. A ∪ B = B ∪ A (la unión es conmutativa).

2. (A∪B)∪C = A∪(B∪C) (la unión es asociativa)

3. A ∪ ∅ = A

4. A ∪ A = A (la unión es idempotente)

5. A ⊆ A ∪ B y B ⊆ A ∪ B

6. Si X es un conjunto tal que A ⊆ X y B ⊆ X, entonces A ∪ B ⊆ X

7. A ⊆ B si y solo si A ∪ B ⊆ B

Para ver con claridad la operación en cuestión, veremos un ejemplo de unión de dos
conjuntos. Si A = {«, 4, g, $} y B = {6,9,&,4}, A ∪ B = {«, 4, g, $,6,9,&}.

2. La intersección de conjuntos

Dados los conjuntos A y B, la intersección de A y B, en símbolos, A ∩ B, es el conjunto


cuyos elementos pertenecen tanto a A como a B. Así,

A ∩ B ={x: x ∈ A y x ∈ B}

De modo que para todo objeto x, x ∈ A ∩ B si y solo si x ∈ A y x ∈ B. Veamos ahora las


propiedades de la intersección, para cualesquiera conjuntos A, B y C.

1. A ∩ B = B ∩ A (la intersección es conmutativa).


2. (A ∩ B) ∩ C = A ∩ (B ∩ C) (la intersección es asociativa).

3. A ∩ ∅ = ∅

4. A ∩ A = A (la intersección es idempotente).

5. A ∩ B ⊆ A y A ∩ B ⊆ B

6. Si X es un conjunto tal que X ⊆ A y X ⊆ B, entonces X ⊆ A ∩ B

7. A ⊆ B si y solo si A ∩ B = A

Para comprender bien estas propiedades, veremos un ejemplo de intersección de dos


conjuntos A y B. Si A = {1,3,5,7} y B = {2,4,6,7}, A ∩ B = {7}.

3. La diferencia de conjuntos

Dados los conjuntos A y B, la diferencia de los conjuntos A y B, en símbolos A – B, es


el conjunto formado por aquellos elementos que pertenecen a A, pero no a B.

A – B {x: X ∈ A y x ∉ B}

De esta manera, para todo objeto x, x ∈ A – B si y solo si x ∈ A y x ∉ B. Las propiedades


de la diferencia, como veremos a continuación, difieren de las propiedades de la unión y la
intersección.

1. La diferencia no es conmutativa.

2. La diferencia no es asociativa.

3. A – ∅ = A, ∅ – A = ∅

4. A – A = ∅

5. A – B ⊆ A y (A – B) ∩ B = ∅

6. Si X es un conjunto tal que X ⊆ A y X ∩ B = ∅, entonces X ⊆ A – B

7. A ⊆ B si y solo si A – B = ∅

Hemos de aclarar qué quiere decir que la diferencia no es conmutativa. Esto significa, ni
más ni menos, que existen conjuntos A, B tales que A – B ≠ B – A. Así, si A = {1,2} y B =
{2,3}, entonces {1,2} – {2,3} = {1} pero {2,3} – {1,2} = {3}.

Por su parte, que la diferencia no es asociativa, significa que hay conjuntos A, B, C tales
que (A – B) – C ≠ A – (B – C). De este modo, dados A = {1,2}, B = {2,3} y C {2,7}, entonces
({1,2} – {2,3}) – {2,7} = {1} pero {1,2} – ({2,3} – {2,7}) = {1,2}.
Además, hemos de tener en cuenta las siguientes dos observaciones respecto de la
diferencia de conjuntos.

1. Si A = B, entonces A – B = B – A y A – B = B – A si y solo si A = B.

2. Para cualesquiera conjuntos A, B y C se cumple que (A – B) – C ⊆ A – (B – C) y que (A –


B) – C = A – (B – C) si y solo si A ∩ C = ∅

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (XI): teoría de conjuntos (V).


Operaciones con conjuntos (II): complementación

18 de marzo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

En un post anterior de nuestro curso de lógica demostramos que el universo no es un


conjunto, es decir, que no existe un conjunto de todos los objetos. Ahora bien, esto no
representa ningún problema pues, en la práctica rara vez nos interesamos en todos los
objetos del universo, sino solo en un dominio. Cuando hablamos de las elecciones, por
ejemplo, estamos interesados en los votantes. En este sentido, cuando nos interesamos
por un determinado dominio del universo, fijamos un conjunto, es decir, el conjunto
de elementos que nos interesan en función del dominio del universo del que
queremos hablar. A este conjunto lo llamamos universo del discurso y se denota
mediante la letra «U». Este contiene todos los objetos por los que estamos interesados,
aquellas cosas de las que hablamos en un determinado contexto. En este caso, también
estaremos interesados en determinados conjuntos, a saber, los subconjuntos de U.

Bien, de este modo, dado un conjunto U y un subconjunto de U, el conjunto A, existe otro


conjunto cuyos elementos son aquellos elementos de U que no forman parte de A. A
este conjunto lo llamamos conjunto complementario de A con respecto a U y lo
representamos así: ÃU. Nótese que ÃU = U – A.
Representación del complemento mediante diagramas de Venn. Utilizan una notación
diferente a la nuestra.

Por otra parte se ha de tener en cuenta que no existe el complemento absoluto de un


conjunto, es decir, hablar del complemento de un conjunto solo tiene sentido para un
universo del discurso determinado. De este modo, si hubiera un conjunto que contuviera
todos los elementos que no están en A, lo que hemos llamado el «complemento absoluto de
A» y aplicáramos la unión entre ese conjunto y A, obtendríamos un conjunto universal, el
cual, como se demostró en una entrada de este curso de lógica, no existe.

El complemento de un conjunto (en adelante omitiremos hablar del complemento de un


conjunto respecto a U y omitiremos la U al lado de Ā para representar al complemento. Así,
ÃU = Ã) tiene, al igual que otros conjuntos, una serie de propiedades. A continuación las
enumeraremos.

1. El conjunto vacío y el universo del discurso son mutuamente complementarios.

2. Todo conjunto es el complemento de su propio complemento.

3. A ∩ Ã = U.

4. Si X es un subconjunto de U tal que A ∩ X = Ø entonces X ⊆ Ã.

5. A ∪ Ã = U.

6. Si X es un conjunto tal que A ∪ X = U, entonces à ⊆ X.

7. Ã es el único conjunto de X tal que (i) A ∩ X = Ø y (ii) A ∪ X = U

8. A ⊆ B si y solo si ~B ⊆ Ã.
9. A = B si y solo si ~B = Ã.

10. A ∩ B = Ø si y solo si A ⊆ ~B.

11. A ∪ B = U si y solo si à ⊆ ~B.

12. A – B = A ∩ ~B.

13. ~(A ∩ B) = Ã ∪ ~B.

14. ~(A ∪ B) = Ã ∩ B

15. A ∩ B = ~(Ã ∪ ~B).

16. A ∪ B = ~(Ã ∩ ~B).

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (XII): teoría de conjuntos (VI). Conjunto


potencia. Existencia de conjuntos

27 de marzo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Lo último que vimos en nuestro curso de lógica fue la complementación. En este apartado
hablaremos sobre la existencia de conjuntos, una vez que hayamos visto el conjunto
potencia. Pasaremos a ello si más ambages.

El conjunto potencia

Dado un conjunto A, existe un conjunto cuyos elementos son todos los subconjuntos
de A. Este es el conjunto potencia, en símbolos Ƥ(A). De este modo, Ƥ(A) = {x: x ⊆ A}. El
conjunto potencia es un conjunto de conjuntos, es decir, un conjunto cuyos elementos son
conjuntos. A continuación veremos algunos ejemplos de conjuntos potencia:
El conjunto potencia es un conjunto cuyos elementos son subconjuntos.

Ƥ(∅) = {∅}

Ƥ({a}) = {∅,{a}}

Ƥ({a,b}) = {∅,{a},{b},{a,b}}

Ƥ(a,b,c} = {∅,{a},{b},{c},{a,b},{a,c},{b,c},{a,b,c}}

Además en la siguiente tabla relacionaremos los anteriores conjuntos en relación con sus
respectivos conjuntos potencia, tomando el número de sus elementos como criterio. Desde
esta perspectiva, obtendremos una serie de observaciones sobre las propiedades del
conjunto potencia de un conjunto dado.

Las observaciones que se pueden hacer aquí son las siguientes:


1. Ƥ(A) siempre tiene más elementos que A.

2. ∅ es un subconjunto de todo conjunto. ∅ siempre forma parte de Ƥ(A).

3. Si A tiene n elementos, entonces Ƥ(A) tiene 2 elevado a n elementos.

4. Si tenemos en cuenta la definición de conjunto potencia, entonces dados un conjunto A y


un conjunto X, X ∈ Ƥ(A) si y solo si X ⊆ A.

5. Para todo objeto a, a ∈ A si y solo si {a} ⊆ A, por tanto a ∈ A si y solo si {a} ∈ Ƥ(A).

7. Para todo conjunto A, A ∈ Ƥ(A) y ∅ ∈ Ƥ(A).

Introducción a las relaciones

Como dijimos en otro lugar, los objetos abstractos son ficciones útiles, se postulan porque
en la práctica prestan algún servicio. Los conjuntos son objetos abstractos. Hasta ahora
hemos hablado de diversos conjuntos, tales como el conjunto vacío o el conjunto potencia.
La existencia de estos conjuntos viene garantizada por los axiomas de la teoría de
conjuntos (la teoría de conjuntos es una teoría axiomática). Sin embargo, desde que
comenzamos con la teoría de conjuntos en nuestro curso de lógica solo hemos mencionado
dos de estos axiomas o principios, a saber, el axioma o principio de extensionalidad y el
axioma de separación. El primero no garantiza la existencia de ninguno de los conjuntos
de los que hemos hablado; por su parte, el axioma de separación garantiza la existencia del
conjunto vacío, como vimos en su momento en nuestro curso de lógica. A continuación
enumeraremos algunos de los axiomas en los que se basa el trozo de teoría de conjuntos
que veremos aquí.

1. Axioma de no vacuidad: existe un conjunto por lo menos.

2. Axioma de separación: dados los objetos a y b, existe un conjunto, {a,b}, cuyos


elementos son a y b.

La teoría de conjuntos se compone de varios axiomas más. Los axiomas de


extensionalidad, de separación, del conjunto potencia, de la unión y de infinitud no han sido
mencionados aquí. Los dos primeros han sido ya comentados en otras entradas anteriores.
Por su parte, el axioma del conjunto potencia aparece más arriba. En cuanto al axioma de la
unión y de la infinitud, no los veremos aquí, ya que la parte de la teoría de conjuntos que
veremos en este curso de lógica es únicamente la necesaria para introducirnos en la lógica
de predicados de primer y segundo orden.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
Curso de lógica (XIII). Teoría de conjuntos (VII): pares
ordenados, relaciones y producto cartesiano

15 de mayo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Llevamos varias semanas con nuestro fabuloso curso de lógica aparcado y esto es
inadmisible. Y como somos conscientes de la inadmisibilidad de tal cosa hemos decidido
retomarlo hoy. En la entrada anterior hablamos sobre el conjunto potencia y sobre la
existencia de conjuntos. Hoy daremos un paso más en términos de complejidad,
profundizando más en la teoría de conjuntos. Veremos los pares ordenados y las relaciones.

Introducción: el orden de las relaciones

En teoría de conjuntos existe, como es natural, la irremediable costumbre de hablar sobre


conjuntos y sobre los elementos de estos. Hemos aprendido como el principio de
separación nos permite utilizar el lenguaje de la teoría de conjuntos para hablar de las
propiedades de un conjunto dado. Sin embargo, ocurre que algunos elementos de algunos
conjuntos están en una relación determinada con otros elementos. Es el caso del conjunto
de los números naturales, en el que el 1 y el 2 caen bajo la relación «_es el sucesor de_».
¿Cómo expresamos las relaciones en teoría de conjuntos? Antes de nada conviene
observar que las relaciones tienen un orden o una dirección. En efecto, en el caso de
nuestro ejemplo, una de las relaciones entre el 1 y el 2 es que el 2 es sucesor del 1. Si
cambiamos la posición del 1 con la del 2 observamos que esa relación (el 1 es sucesor del
2) no se da en el conjunto de los números naturales. Para expresar el orden de las
relaciones se introduce el concepto de par ordenado. Con ayuda de pares ordenados se
puede formular una teoría de las relaciones.
Pares ordenados

Un par ordenado es una función que nos permite distinguir un primer componente de un
segundo componente. Es un nuevo conjunto creado a partir de dos elementos de ese
conjunto que caen bajo una relación. Así, el par ordenado de a y b es el conjunto

(a,b) = {{a},{a,b}}

Al elemento que aparece a nuestra izquierda, a en este caso, lo llamamos primer


componente del par ordenado (a,b). Al que aparece a nuestra derecha, b, lo llamamos
segundo componente del par ordenado (a,b).

Relaciones

Las relaciones de un conjunto dado son conjuntos de los pares ordenados de dicho
conjunto. Para expresar las relaciones utilizaremos las letras «R», «S» y «T», serán
variables de relaciones. Para expresar que una relación dada, R pongamos por caso, se da
entre dos elementos de un conjunto lo haremos así: aRb o de este otro modo: (a,b) ϵ R ,
que se lee como «a está relacionado con b por R» o R se da entre a y b. Cuando queramos
expresar que dos elementos de un conjunto no caen bajo la relación R, entonces lo
haremos así: (a,b) ∉ R. En este caso se lee «a no está relacionado con b (por R)» o «R no
se da entre a y b».

De este modo, para definir por ejemplo la relación de sucesión, dentro de los números
naturales, diremos que esta es el conjunto de los pares ordenados (a,b) tales que a es
sucesor de b. Así, si llamamos a esta relación S, entonces S es el siguiente conjunto:

S = {(1,0),(2,1),(3,2)…(n+1,n),(n+2,n+1)…(n+n+1,n+n)}.

Producto cartesiano

Vistos los pares ordenados y las relaciones conviene que introduzcamos una nueva
operación entre conjuntos: el producto cartesiano. Dados dos conjuntos A y B, el producto
cartesiano de A y B, A x B, es el conjunto de los pares ordenados tales que el primer
componente del par es un elemento de A y el segundo un elemento de B. De este modo,

Si A = {a,b,c} y B = {d,c,e}, entonces A x B = {(a,b),(a,c),(a,e),(b,a),(b,c),(b,e),(c,a),(c,c),(c,e)}


y B x A = {(d,a),(d,b),(d,c),(c,a),(c,b),(c,c),(e,a),(e,b),(e,c)}

Cuando uno de los conjuntos es vacío, entonces el producto cartesiano es también vacío.
Así:

Si A = Ø o B = Ø, entonces A x B = Ø y B x A = Ø.

Además, como se ve en el ejemplo anterior, el producto cartesiano no es conmutativo, es


decir

AxB≠BxA
Ahora bien, si A = B, entonces A x B = B x A. Con un ejemplo:

A = {1,2} y B = {1,2} entonces A x B = {(1,1),(1,2),(2,1),(2,2)} y B x A = {(1,1),(1,2),(2,1),(2,2)}

Curso de lógica (XIV). Teoría de conjuntos (VIII):


operaciones con relaciones

24 de mayo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

En el último post dedicado a nuestro curso de lógica introdujimos una nueva noción de la
teoría de conjuntos: las relaciones. Hoy profundizaremos algo más en ellas. De este
modo, lo primero que vamos a hacer es presentar tres conjuntos nuevos que se pueden
extraer de toda relación. Después, en segundo lugar, veremos algunas operaciones con
relaciones. Esto nos será útil para el estudio de las funciones, que lo dejaremos para el
siguiente post de nuestro curso de lógica dedicado a la teoría de conjuntos.

Dominio, recorrido y campo de una relación

Dada una relación R, el dominio de R, dom(R), es un conjunto formado por los primeros
elementos de los pares de R. Su recorrido, rec(R), es el conjunto formado por los
segundos elementos de R. Finalmente, el campo de R, campo(R), es la unión de su
dominio y su recorrido o, lo que es lo mismo, el conjunto formado por todos los
componentes de los pares de R. Así, dado un objeto a,
a ∈ dom(R) si y solo si hay algún objeto b tal que aRb.

a ∈ rec(R) si y solo si hay algún objeto b tal que bRa.

a ∈ campo(R) si y solo si hay algún objeto b tal que aRb o bRa.

Dado un conjunto A, decimos que R es una relación en A si R es un conjunto de pares


ordenados de elementos de A. Es decir, R es una relación en A si y solo si R ⊆ A x A.

Operaciones con relaciones

Cuando realizamos cualquiera de las operaciones con conjuntos utilizando conjuntos


de pares ordenados, obtenemos como resultados conjuntos de pares ordenados.
Esto se aplica por igual para la unión, la intersección y la diferencia. De este modo, dadas
las relaciones R y S, los conjuntos R ∪ S, R ∩ S, R – S y S – R también son relaciones. Por
su parte, dados dos objetos a, b,

(a,b) ∈ R ∪ S si y solo si (a,b) ∈ R o (a,b) ∈ S.

(a,b) ∈ R ∩ S si y solo si (a,b) ∈ R y (a,b) ∈ S.

(a,b) ∈ R – S si y solo si (a,b) ∈ R y (a,b) ∉ S.

(a,b) ∈ S – R si y solo si (a,b) ∉ R y (a,b) ∈ S.

O también,

a(R ∪ S)b si y solo si aRb o aSb.

a(R ∩ S)b si y solo si aRb y aSb.

a(R – S)b si y solo si aRb y no aSb.

a(S – R)b si y solo si no aRb y aSb.

Si una relación R se da entre dos objetos a y b, aRb, se puede obtener una relación entre b
y a, a la que llamamos relación inversa de R, ~R. Expresado con mayor precisión:

~R = {(x,y) : (y,x) ∈ R}

De este modo, dados dos objetos a y b, a~Rb si y solo si bRa.

Por último, dadas dos relaciones R y S se puede obtener una nueva relación a partir de
estas a la que llamamos producto relacional, R|S. Este se define como sigue:

R|S = {(x,y) : hay algún z tal que (x,z) ∈ R y (z,y) ∈ S}

De este modo, dados los objetos a,b,


a(R|S)b si y solo si hay algún objeto z tal que aRz y zSb.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (XV). Teoría de conjuntos (IX):


funciones

30 de mayo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

En las dos anteriores entradas de nuestro curso de lógica dedicadas a las relaciones
dejamos sentadas las bases para pasar a ver las funciones. Una vez vistas estas daremos
por terminado el grupo de entradas del curso de lógica dedicadas a la teoría de conjuntos.
Con todo esto tendremos las nociones suficientes para pasar a ver la lógica de predicados
de primer y segundo orden. De este modo pasamos ya a ver las funciones sin más dilación.

¿Qué es una función?

Una función es un tipo específico de relación. En una función unas cosas se


relacionan con otras de un modo tal que ningún objeto se relaciona a la vez con más
de un objeto. De este modo estamos ante funciones cuando asignamos a este blog su
número de entradas en un momento dado, cuando identificamos personas haciendo
referencia a otras («la madre de Fulanito, por ejemplo»), cuando determinamos el peso de
un perro, etc. Como se puede observar si se piensa en estos ejemplos se verá que el
número de entradas de este blog en un momento dado es único, al igual que la madre de
Fulanito o el peso de un perro. Para definir una función con mayor rigor podemos decirlo
así: una función es una relación R tal que para cualesquiera objetos a,b,c, si (a,b) ϵ R
y (a,c) ϵ R, entonces b = c. O lo que es lo mismo: dada una relación R, esta es una función
si y solo si para todo a ϵ dom(R) hay un único objeto b tal que (a,b) ϵ R.

Para referirnos a funciones utilizaremos las letras «f», «g» y «h». Estas letras serán
nuestras variables de funciones.

El valor de una función

Dada una función f, si a ϵ dom(f), f(a) es el único objeto b tal que (a,b) ϵ f. De este modo,
para todo a ϵ dom(f), f(a) = b si y solo si (a,b) ϵ f. Pues bien, en este caso f(a) es el valor que
f asigna al argumento a. «Argumento» significa aquí «elemento del dominio».

Dado un objeto b, este es un valor de la función f si y solo si hay un objeto a ϵ dom(f)


tal que f(a) = b o, lo que es lo mismo, (a,b) ϵ f. De este modo, b es el valor de f si y
solo si b ϵ rec(f) y esto significa que rec(f) es el conjunto de los valores de f. Así, rec(f)
= {f(x) : x ϵ dom(f)}.

Como hemos dicho al principio, las funciones son un tipo particular de relaciones y, como
tales, son conjuntos de pares ordenados. Ahora bien, eso significa que se rigen por los
mismos principios por los que se rigen el resto de conjuntos. De este modo, las
funciones cumplen el principio de extensionalidad, son extensionales. De este modo, f =
g si tienen los mismos elementos. O dicho con mayor precisión: f = g si y solo si dom(f) =
dom(g) y si para todo par (a,b), (a,b) ϵ f si y solo si a ϵ dom(f) y f(a) = b y (a,b) ϵ g si y solo si
a ϵ dom(g) y g(a) = b.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de Lógica (XVI): introducción a la lógica de


predicados

7 de junio de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Visto el lenguaje de la lógica proposicional y la teoría de conjuntos, vamos a pasar ya a
nuestra parte culminante de nuestro curso de Lógica. Se trata de la lógica de predicados.
Dado que en lógica nos interesa la validez de los argumentos, necesitamos herramientas
formales que nos ayuden a ello. Por otra parte, la lógica proposicional resulta
insuficiente para dar cuenta de la validez de muchos argumentos. Por ejemplo, el
argumento (1)

(1) Todas las aves tienen alas, Piolín es un ave; por tanto Piolín tiene alas.

Una deducción en lógica de predicados. Más adelante aprenderemos a hacer deducciones


de este tipo.

La lógica proposicional no puede dar cuenta de la validez de este argumento, en la medida


en que trata cada uno de los enunciados que forman (1) como si fueran simples. La
formalización de (1) es la siguiente:

____

(1) es un argumento que es válido, pero cuando lo formalizamos al lenguaje de la lógica


proposicional obtenemos un argumento inválido. Esto se debe a que la validez de (1)
depende de la estructura de los enunciados que lo componen. Y esto es algo que con el
lenguaje de la lógica proposicional no podemos representar, puesto que no considera la
estructura de los enunciados de este tipo. Es por esta razón que para estudiar la validez de
argumentos como (1) necesitamos un aparato formal más preciso que el
proporcionado por el lenguaje de la lógica proposicional. Estas herramientas nos las
da la lógica de predicados.
El lenguaje de la lógica de predicados

La lógica proposicional no es solo insuficiente para estudiar la corrección de argumentos


como (1). En efecto, con el aparato formal que nos proporciona tampoco podemos dar
cuenta de la validez de argumentos como (2) y (3).

(2) La ciudad de París es más grande que Madrid; por tanto, hay alguna ciudad que es más
grande que Madrid.

(3) Si Cicerón es Tulio, entonces si Cicerón es calvo, Tulio es calvo.

La lógica de predicados, por el contrario, nos da herramientas formales para estudiar


argumentos como (2) y (3), además de argumentos como (1). En primer lugar, si
consideramos los argumentos (1), (2) y (3) observaremos los siguientes tipos de
expresiones:

1. Nombres propios: «Madrid», «París», «Cicerón», «Piolín» y «Tulio». Con estas


expresiones nos referimos a un objeto determinado.

2. Adjetivos y nombres comunes, con los que predicamos propiedades de los objetos:
«calvo», «ave» y «alas».

3. Expresiones relacionales, con las que expresamos que un objeto está relacionado de
determinada manera con otro. En nuestros ejemplos tenemos la expresión «es más grande
que», que aparece en el argumento (2). La relación que aparece en (2) es binaria, porque
relaciona dos individuos, sin embargo estas pueden ser ternarias, como por ejemplo, «b
está entre a y c».

4. La relación de identidad, el «es» de (3). Es una relación especial.

5. Expresiones que nos ayudan a hablar de la totalidad de un dominio de objetos o de parte


de él, como «todos», «hay» y «algunos». Estas expresiones se llaman cuantificadores.

6. Las conectivas que ya vimos cuando estudiamos el lenguaje de la lógica proposicional.


Estas son expresiones veritativo-funcionales.

De este modo, como veremos en la próxima entrega de nuestro curso de lógica, la lógica de
predicados incluye símbolos para expresar todas los tipos de expresiones de más arriba. De
este modo, con la lógica de predicados podremos dar cuenta de argumentos cuya
validez no depende únicamente de las conectivas, sino también del significado del resto
de expresiones que hemos identificado en nuestra lista.

Curso de lógica (XVII): los lenguajes de primer orden


25 de junio de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Tras haber dedicado un post introductorio a la lógica de predicados, vamos a pasar a


caracterizar los lenguajes de primer orden. Todos ellos tienen en común los siguientes
símbolos:

1. Variables: son infinitas. Para representarlas utilizaremos las letras «x», «y» y «z».

2. Conectivas: ¬, →, ↔, ˄, ˅.

3. Cuantificadores: el cuantificados existencial, ∃, y cuantificador universal, ∀.

4. Símbolo de identidad: =.

5. Paréntesis.

Los símbolos lógicos del lenguaje son los cuantificadores, las conectivas y el símbolo de
identidad. Por su parte, los símbolos auxiliares son los paréntesis. Lo que distingue a cada
lenguaje de primer orden de los demás son sus símbolos propios, los cuales pueden ser de
tres tipos: símbolos de predicado, símbolos relacionales y constantes individuales. Con los
primeros expresamos propiedades, con las segundas relaciones y las constantes
individuales se comportan como nombres propios.

Como constantes de nuestro lenguaje de primer orden utilizaremos las letras «a», «b» y
«c»; como símbolos de predicado utilizaremos las letras «P» y «Q». Por último, utilizaremos
las letras «R», «S» y «T». Las relaciones pueden ser binarias, ternarias, …, n-arias.

Dado un lenguaje L de primer orden, una expresión de L es una sucesión finita de símbolos
de L; un término de L es una variable o una constante de L.

Fórmulas
Sea L un lenguaje de primer orden con los siguientes símbolos {t, t’, t», P, R}, donde t, t’, t»
son términos de L, P un símbolo de predicado de L y R un símbolo relacional n-ario de L, las
fórmulas atómicas de L son las expresiones que tienen la siguiente forma: t = t’, Pt, Rtt’.

Una fórmula puede ser obtenida a partir de la aplicación del siguiente conjunto de reglas:

1. Toda fórmula atómica de L es una fórmula.

2. Si A es una fórmula (recordemos que utilizamos las letras A y B como variables de


fórmulas), también lo es ¬A.

3. Si A y B son fórmulas, también lo son (A ˄ B), (A ˅ B), (A → B) y (A ↔ B).

4. Si A es una fórmula y x es una variable, ∀xA y ∃xA también son fórmulas.

El menor conjunto de expresiones de L que contiene todas las fórmulas de L y está cerrado
respecto de 2-4 es el conjunto de las fórmulas de L. A partir de aquí obtenemos un principio
de inducción para fórmulas: si L es un lenguaje de primer orden, P es una propiedad y

1. todas las fórmulas atómicas de L tienen la propiedad P,

2. si A es una de L con la propiedad P, ¬A también tiene la propiedad P,

3. si A y B son fórmulas de L con la propiedad P, las fórmulas (A ˄ B), (A ˅ B), (A → B) y (A


↔ B) también tienen la propiedad P,

4. si A es una fórmula de L con la propiedad P y x es una variable, las fórmulas ∀xA y ∃xA
también tienen la propiedad P,

entonces toda fórmula de L tiene la propiedad P.

Estas expresiones son fórmulas no atómicas: ¬ x = y, ¬Qx, Qx → Ryx, ∀xQx, ∀x¬Qx,


∀x∀y (Qx → Sxy)…

Subfórmulas

Del mismo modo que hacíamos en lógica proposicional, podemos describir la generación de
una fórmula dada, de acuerdo con las reglas que hemos dado anteriormente, asociándole
su árbol genealógico. Así, por ejemplo, la fórmula ∀x∃y(Qx ˄ Sxy) → ¬Saa se
descompone de la siguiente manera:

Nivel 1: ∀x∃y(Qx ˄ Sxy), nivel 1′: ¬Saa

Nivel 2: ∃y(Qx ˄ Sxy), nivel 2′: Saa

Nivel 3: (Qx ˄ Sxy), nivel 3′: –

Nivel 4: Qx, Sxy, nivel 4′: –


Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (XVIII): variables

8 de julio de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Nuestro curso de lógica avanza al mismo ritmo al que avanza la miseria en España, así
que nos vemos ya en el tema de las variables, un paso imprescindible en el que nos
tenemos que parar para hacer frente más adelante a los modelos y al cálculo deductivo.

Variables libres y variables ligadas

A las expresiones de la forma ∀x y ∃x las llamaremos expresiones cuantificadas. Son


expresiones formadas por un cuantificador seguido por una variable. Pues bien, en una
fórmula un mismo símbolo puede aparecer varias veces, pudiendo presentar distintas
apariciones. Y esto se aplica también a las variables. En el caso de estas, pueden aparecer
como variables libres o variables ligadas.

En este caso, x es una variable ligada a un cuantificador existencial

Una variable es ligada cuando dada una fórmula en la que tal variable aparece, esta
forma parte de una subfórmula del tipo ∀xB o ∃xB. En este caso, decimos que x es
una variable ligada por el cuantificador universal o existencial, respectivemente. Y, al
contrario, cuando la aparición de una variable en una fórmula no es ligada, decimos
que es una variable libre. Vamos a poner un par de ejemplos de variables libres y ligadas:

∀x(Qx ˄ Rxy), en esta fórmula la x es una variable ligada por un cuantificador universal,
tanto en Qx como en Rxy, y la variable y es libre.
∀x(Qx ˄ Rxy) → (∃yQy → Rxz), en esta fórmula, la primera aparición de x, en Qx y en
Rxy, es ligada por un cuantificador universal. Por su parte, la segunda aparición de x, en
Rxz, es libre. En cuanto a y, en su primera aparición es libre, mientras que en la segunda,
∃yQy, aparece ligada por un cuantificador existencial. Por último, z aparece una sola vez y
es libre.

A las fórmulas con una o más variables libres las llamamos fórmulas abiertas,
mientras que a las fórmulas sin variables libres las llamamos fórmulas cerradas o
sentencias. Estas se corresponden con enunciados del lenguaje natural y cuando se las
interpreta tiene sentido preguntarse si son verdaderas o falsas. Las siguientes son fórmulas
cerradas:

a=b

∀x(Px ˄ Qx)

Pc → Rac

∀x∃y(Sxy ˄ ¬Syx)

Y las siguientes fórmulas son ejemplos de fórmulas abiertas:

a=x

∀x(Px ˄ Qy)

Pz

∀x∃y(Sxy ˄ ¬Syx) ˅ (Px ↔ Sxy)

Sustitución de variables

Las fórmulas abiertas pueden transformarse en sentencias sustituyendo las variables libres
por términos. Al hacer tal sustitución obtenemos una nueva fórmula. De este modo, si en
una fórmula, A, aparece libre la variable y, si sustituimos y por un término, t,
obtenemos la sustitución de y por t, que expresamos formalmente así A(y/t). Así,

1. Py(y/c) su sustitución es la fórmula Pc

2. Qx ˄ ∀x(Px → ∃yQy)(x/a) su sustitución es la fórmula Qa ˄ ∀x(Px → ∃yQy)

3. Rxy ↔ Ryx(y/c) su sustitución es la fórmula Rxc ↔ Rcx

4. ∀x(Px ˄ Qy)(x/a) su sustitución es la fórmula ∀x(Px ˄ Qy)

5. Py(x/c) su sustitución es la fórmula Py


En los ejemplos 4 y 5 no hay que reemplazar símbolo alguno, puesto que en ningún caso la
variable a sustituir aparece libre en estas fórmulas. En cuanto al ejemplo 2, solo se
reemplaza la x en la primera aparición, Qx, que es en la única en la que aparece libre.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica (XIX): formalización

15 de julio de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Como dijimos en el primer post de nuestro curso de lógica dedicado a la lógica de


predicados, esta nos permite formalizar más tipos de argumentos que la lógica
proposicional. Sin embargo, como ocurría en lógica proposicional, no hay reglas para
traducir expresiones del lenguaje natural al lenguaje de la lógica de predicados. Así que
para formalizar enunciados correctamente tenemos que valernos de nuestro olfato. En este
post nos vamos a dedicar a formalizar algunos enunciados y argumentos, explicando cómo
lo hacemos. Comenzaremos con enunciados simples e iremos subiendo el nivel de
complejidad poco a poco. Así que sin más preámbulos, vamos ya a pasar a la formalización
comentada de enunciados.

1. Antonio es cómico
Para formalizar es de ayuda desentrañar la estructura de los enunciados

Pa es la fórmula para traducir «Antonio es cómico». «Antonio» es un nombre propio, una


palabra que siempre designa al mismo objeto. Para formalizar este nombre utilizamos una
letra para constante, en este caso la «a». Por su parte, en este enunciado predicamos una
propiedad de un objeto. Decimos que «Antonio es cómico«. Para formalizar este predicado
utilizamos una letra de predicado, la P.

2. Algunos políticos son honestos

∃xPx es la fórmula para traducir el enunciado 2. En 2 se dice que, dentro del universo de
los políticos, hay algunos individuos que tienen la propiedad de ser honestos. Para expresar
esto en lógica de predicados, utilizamos el cuantificador existencial, ∃, con una variable, x.
Esta va por cualquiera de los individuos del universo de los políticos. Después predicamos
la propiedad «ser honesto», P, de la variable.

3. Todo el mundo tiene alguien que le quiere

∀x∃yRyx en este caso tenemos dos variables ligadas, x e y, cada una a un cuantificador.
Lo que tenemos es un universo de individuos sobre el que cuantificamos dos veces.
Decimos que todos (cuantificador universal) los miembros del universo están con algunos
(cuantificador existencial) de ellos bajo la relación «ser queridos por».

4. No es oro todo lo que reluce

¬∀x(Qx → Px) es la fórmula para formalizar 4. Se dice que dentro de un universo no todos
los individuos que tienen la propiedad de relucir pertenecen a la clase del oro. Esto lo
expresamos con un cuantificador universal negado. Después de la variable se predica que
tiene la propiedad de relucir y que no pertenece a la clase del oro. También podríamos
utilizar la siguiente fórmula equivalente: ∃x(Qx ˄ ¬Px). Lo que se dice en esta variante es
que hay algo que reluce y no es oro.

5. La Tierra tiene un único satélite

∃xRxa ˄ ∀y(Rya → y = x) es la fórmula para traducir 5 al lenguaje de la lógica de


predicados. En este caso comenzamos diciendo que dentro de nuestro universo hay un
único objeto que es satélite de la Tierra, a. Para ello utilizamos un símbolo relacional, R, ya
que lo que se dice es que algo está con la Tierra en la relación «ser satélite de». Después
cuantificamos universalmente sobre el mismo universo y, utilizando otra variable, decimos
que todo lo que esté en la relación «ser satélite de» con la Tierra es siempre el mismo
individuo, es decir, que si decimos que «x es satélite de la Tierra» y que «y es satélite de la
Tierra», entonces x e y son variables que van por el mismo individuo del universo sobre el
que cuantificamos.
Curso de lógica (XX): estructuras

5 de agosto de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Una vez hemos visto la sintaxis y la formalización al lenguaje de la la lógica de primer


orden, vamos a pasar al ámbito del significado, de la interpretación de fórmulas y
argumentos. La semántica de los lenguajes de primer orden se representa utilizando
una estructura para ese lenguaje. Por su parte, una estructura para L es un par A = (U, F),
donde U es un conjunto no vacío, el universo del discurso, formado por aquellos objetos
sobre los que hablamos. Por su parte, F es una función cuyo dominio está formado por los
símbolos propios de L y que cumple las siguientes condiciones:

1. Si P es un símbolo de predicado de L, F(P) es un subconjunto de U.

Interpretando los símbolos de un lenguaje para una estructura podemos determinar el valor
de verdad de una sentencia de este tipo.

2. Si S es un simbolo relacional n-ario de L (donde n > 1), F(R) es una relación n-aria en U.

3. Si c es una constante de L, F(c) es un elemento de U.

En resumidas cuentas, lo que estas tres condiciones vienen a decir es que dado un
símbolo propio de L, s, F(s) es la interpretación de s en la estructura A. Fijar el
significado de los símbolos propios de un lenguaje nos sirve para determinar el valor de
verdad de una sentencia de ese lenguaje. Para hacer tal cosa necesitamos también echar
mano del significado de las expresiones veritativo funcionales, esto es, de las conectivas.
De este modo, una conjunción entre dos sentencias es verdadera en una estructura si y
solo si cada una de ellas es verdadera; una disyunción de dos sentencias es verdadera si y
solo si al menos una de ellas es verdadera; la negación de una sentencia es verdadera si y
solo si la negación de esa sentencia es falsa; el condicional es verdadero si y solo si el
antecendente es falso o el consecuente verdadero y el bicondicional es verdadero si y solo
si ambas sentencias son falsas o ambas verdaderas. El cuantificador universal, por su
parte, es verdadero si y solo si, dado un símbolo relacional o de predicado de L, en una
fórmula de L con un cuantificador universal, todos los objetos del dominio de la estructura A
pertenecen al conjunto con el que se interpreta a dicho símbolo de predicado o relacional de
L. Del mismo modo, el cuantificador existencial es verdadero si y solo si hay algún objeto
del dominio de la estructura A que pertenece al conjunto con el que se interpreta este
hipotético símbolo de predicado o relacional.

Con un ejemplo. Supongamos que estamos hablando de los habitantes de la casa de La


noche de los muertos vivientes (1968), de George A. Romero. Nuestro universo de discurso
está formado por estos individuos, a los que nombramos con letras del alfabeto. Barbara, la
chica catatónica, es a; Ben, el héroe afroamericano, es b; Karen Cooper, la niña herida, es
c; Harry Cooper, el marido calvo, machista y dominante, es d; Hellen Cooper, la esposa del
anterior, es e; Tom, el chico joven, es h y Judy, la chica joven, novia del anterior, es k. De
este modo, U = {a,b,c,d,e,h,k} y ahora definamos los símbolos de L. Este cuenta con dos
letras de predicado, P y Q, y un símbolo relacional, R. Asimismo, cuenta con siete
constantes: a, b, c, d, e, h y k.

P es el conjunto de los habitantes que mueren devorados por los muertos vivientes.

Q es el conjunto de los habitantes que mueren por causas ajenas a los muertos vivientes.

R es una relación binaria discutir con entre individuos de la casa, de la forma (x,y) ϵ R si y
solo si x discute con y.

a es Barbara

b es Ben

c es Karen Kooper

d es Harry Cooper

e es Hellen Cooper

h es Tom

k es Judy

Y ahora, en términos de nuestra estructura, vamos a determinar el valor de verdad de las


siguientes sentencias:

¬Pb

∃xQx

∃xRxy ˄ ∀yQy

Veamos el valor de verdad de estas sentencias. Para todo el que haya visto la película, está
claro que Ben, b, muere de un disparo en la cabeza, al ser confundido por un zombie, por
tanto ¬Pb es verdadera, puesto que b no es un elemento de P, ya que P = {a,d,e}. Por su
parte, ∃xQx es verdadera. En efecto, Q = {b,c,d}. Para quien no recuerde la película, Ben
muere como ya hemos mencionado, en cuanto a Tom y Judy mueren cuando explota el
depósito de gasolina. Finalmente, ∃xRxy ˄ ∀yQy es falsa. Por una parte, ∃xRxy es
verdadera, pues R = {(b,d),(d,b),(d,e),(e,d)}. Sin embargo, ∀yQy es falsa, puesto que no
todo miembro de U es miembro de Q, es decir, algunos habitantes de la casa mueren a
causa de los muertos vivientes.

Bibliografía:

BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.

Curso de lógica XXI: cálculo deductivo

11 de abril de 2014
Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Lamento comunicaros que los posts dedicados al curso de lógica finalizan hoy. Es una
lástima, cierto, pero no iban a ser infinitos. En cualquier caso, hoy vamos a ver uno de los
trucos más flamantes que podemos hacer utilizando la lógica formal. Se trata del cálculo
deductivo, introducido en 1934 por Gerhard Gentzen, un lógico alemán. Gracias a este
cálculo podemos demostrar con rigor formal que todo lo que dicen los demás son
estupideces. No, es broma. En realidad no sirve para eso. Lo que el cálculo deductivo
nos permite es extraer conclusiones a partir de un conjunto finito de premisas. Para
hacer tal cosa, contamos con una serie de reglas de inferencia, las cuales nos permiten
derivar enunciados a partir de otros enunciados.

Antes de meternos en faena, hay que decir que el cálculo de deductivo no es nuevo en este
blog. En efecto, en el segundo artículo dedicado al significado de los nombres echamos
mano de este cálculo para reducir al absurdo la tesis de que los nombres son etiquetas.
Bien, dicho esto, vamos al lío, como dicen en mi pueblo.

Las reglas de inferencia


Lo primero que vamos a hacer es presentar las reglas de inferencia. Estas son las reglas
que nos permitirán extraer enunciados a partir de otros enunciados. Lo que hacen las
reglas, generalmente, es eliminar o introducir alguna conectiva. El cálculo deductivo se
representa en tres columnas y un número finito de filas. En la columna de nuestra izquierda
ha de aparecer el número de fila junto a nuestro conjunto de secuentes, esto es, las
premisas con las que trabajamos; en la central la fórmula que ocupa esa fila, que puede ser
una del conjunto de premisas inicial (la representamos así: PI) sobre el que se realiza el
cálculo o una que hayamos derivado al aplicar las reglas de inferencia. Finalmente, a la
derecha, especificamos si la fórmula central es una premisa inicial, una premisa auxiliar
(PA) o una fórmula obtenida a partir de una regla (se pone el nombre de la regla y los
números de las filas sobre las que esta se ha aplicado). Bien, vamos ya a por las reglas.

La primera regla se llama introducción a la conjunción (IConj.) esta nos permite introducir
una conjunción a partir de otras dos premisas. Por ejemplo, si tenemos Pa en una línea y
Pb en otra, podemos aplicar IConj. sobre ambas líneas y obtener Pa˄Pb. Funciona así:

1. {Pa,Pb} Pa PI

2. {Pa,Pb} Pb PI

3. {Pa,Pb} Pa˄Pb IConj. en 1 y 3

¿Fácil, no? Veamos la regla que nos permite eliminar una conjunción, (EConj.,
eliminación de la conjunción). Es inversa a la anterior. En efecto, si tenemos una
conjunción, podemos extraer cualquiera de los enunciados de esta. Funciona de este modo:

1. {Pa˄Pb} Pa˄Pb PI

2. {Pa˄Pb} Pa EConj. en 1

Las dos siguientes reglas sirven para el condicional, →. La primera de ellas es la simple y
sencilla eliminación del condicional, EC (también es conocida como Modus Ponens),
la cual nos permite obtener el consecuente de un condicional si contamos con el
antecedente. Así:

1. {Pa→Qa,Pa} Pa→Qa PI

2. {Pa→Qa,Pa} Pa PI

3. {Pa→Qa,Pa} Qa EC en 1 y 2

La regla de introducción del condicional (IC) es algo más complicada que las anteriores.
Para obtener un condicional, tenemos que tener, por un lado, el antecedente. Después, por
otro lado, hemos de demostrar el consecuente utilizando la el antecedente, que será una
premisa o un supuesto o un paso al que hayamos llegado mediante la aplicación de una
regla en líneas previas. Y una vez que tenemos el consecuente demostrado y el
antecedente, usamos ambas líneas para introducir el condicional. Por ejemplo, queremos
deducir Pa→(Qa˄Rab) a partir del siguiente conjunto de premisas: Pa, Pa→Qa, Pb˄Rab.

1. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Pa PI

2. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Pa→Qa PI

3. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Pb˄Rab PI

4. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Rab Econj. en 3

5. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Qa EC en 1 y 2

6. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Qa˄Rab IConj. en 4 y 5

7. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Pa→(Qa˄Rab) IC en 1 y 6

Las dos reglas siguientes se aplican a la disyunción, ˅. La primera es la Introducción de la


disyunción (ID). Esta regla es sumamente sencilla. Podemos extraer Pa˅Qa a partir de Pa.

1. {Pa} Pa PI

2. {Pa} Pa˅Qa ID en 1

Es sumamente fácil. Desgraciadamente, la regla de eliminación de la disyunción (ED) es


un quebradero de cabeza. Esta nos permite deducir un enunciado, Qa pongamos por
caso, a partir de una disyunción, Pa˅Qb. Para realizar tal proeza, hemos de deducir Qa
tanto a partir de Pa como a partir de Qb. De este modo, supongamos que tenemos el
siguiente conjunto de premisas: A = {Pa˅Qb, Qa→Qb, Pa→Qa}

1. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa} Pa˅Qb PI

2. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa} Qb→Qa PI

3. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa} Pa→Qa PI

4. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa,Pa} Pa PA

5. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa,Pa} Qa EC en 2 y 4

6. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa,Qb} Qb PA

7. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa,Qb} Qa EC en 4 y 6

8. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa} Qa EC en 1, 4 y 7
Para eliminar e introducir negaciones utilizamos una sola regla, la reducción al
absurdo (Abs.) en este caso, para negar un enunciado (o eliminar la negación) hemos de
derivar a partir de él una contradicción. Por ejemplo, si tenemos el siguiente conjunto de
premisas, {Pa→Qb, ¬Qb}, podemos demostrar que ¬Pa mediante la reducción al absurdo.

1. {Pa→Qa,¬Qb} Pa→Qb PI

2. {Pa→Qa,¬Qb} ¬Qb PI

3. {Pa→Qa,¬Qb,Pa} Pa PA

4. {Pa→Qa,¬Qb,Pa} Qb EC en 1 y 3

5. {Pa→Qa,¬Qb,Pa} ¬Qb˄Qb IConj. en 2 y 4

6. {Pa→Qa,¬Qb} ¬Pa Abs. en 3 y 5

La regla de introducción del bicondicional (IB),↔, es otra de las complicadas. En este


caso, para obtener un condicional hemos de derivar el antecedente a partir del
consecuente. Después, hemos de derivar el consecuente a partir del antecedente. Una vez
hecho esto, podemos introducir el bicondicional. Por ejemplo, si tenemos este conjunto de
premisas A = {Pa→Qb,Qb→Pa} y queremos obtener Qb↔Pa, haremos esta derivación:

1. {Pa→Qb,Qb→Pa} Pa→Qb PI

2. {Pa→Qb,Qb→Pa} Qb→Pa PI

3. {Pa→Qb,Qb→Pa,Pa} Pa PA

4. {Pa→Qb,Qb→Pa,Pa} Qb EC en 1 y 3

5. {Pa→Qb,Qb→Pa,Qb} Qb PA

6. {Pa→Qb,Qb→Pa,Qb} Pa EC en 2 y 5

7. {Pa→Qb,Qb→Pa} Qb↔Pa IB en 4 y 6

Con la regla de eliminación del bicondicional (EB) podemos eliminar esta conectiva de
manera muy parecida a como eliminamos un condicional. Por ejemplo, si queremos obtener
Qb a partir de Qa↔Qb y Qa, entonces:

1. {Qa↔Qb,Qa} Qa↔Qb PI

2. {Qa↔Qb,Qa} Qa PI

3. {Qa↔Qb,Qa} Qb EB en 1 y 2

Además de estas conectivas, tenemos los cuantificadores. Para ellos también hay
respectivas reglas de introducción y eliminación. Estas pueden resultar algo más complejas
que las anteriores. En primer lugar, comenzaremos por la más sencilla, la eliminación del
cuantificador universal (E∀). Esta me permite obtener un enunciado de la forma Pa a
partir de enunciados cuantificados universalmente. Para ello, debo contar con un enunciado
de la forma ∀xPx y, a partir de aquí, puedo aplicar E∀ para obtener Pa. Supongamos que
tengo este conjunto de premisas: A = {∀xPx˄∀yQy}

1. {∀xPx˄∀yQy} ∀xPx˄∀yQy PI

2. {∀xPx˄∀yQy} ∀xPx EConj. en 1

3. {∀xPx˄∀yQy} Pc E∀ en 2

La regla de introducción del cuantificador universal (I∀) nos ayuda a demostrar que
todo objeto tiene determinada propiedad, es decir, a partir de un enunciado de la forma Pa
podemos obtener uno de la forma ∀xPx. Para ello lo que hacemos es demostrar que un
objeto arbitrario cualquiera, a (esta constante es auxiliar y no debe aparecer en las
premisas), tiene esa propiedad. Por ejemplo, vamos a demostrar ∀xPx a partir de A =
{∀x(Qx˄Px)}

1. {∀x(Qx˄Px)} ∀x(Qx˄Px) PI

2. {∀x(Qx˄Px)} Qa˄Pa E∀ en 1

3. {∀x(Qx˄Px)} Pa EConj. en 2

4. {∀x(Qx˄Px)} ∀xPx I∀ en 3

Pasamos ya a las reglas del cuantificador existencial, ∃. La introducción del


cuantificador existencial, I∃, es una regla sencilla. Si tenemos un enunciado de la forma
Pa, entonces podemos introducir uno de la forma ∃xPx. Así, para un conjunto de premisas
A = {∀xPx˄∀yPy} podemos deducir ∃xPx como sigue:

1. {∀xPx˄∀yPy} ∀xPx˄∀yPy PI

2. {∀xPx˄∀yPy} ∀xPx EConj. en 1

3. {∀xPx˄∀yPy} Pb E∀ en 2

4. {∀xPx˄∀yPy} ∃xPx I∃ en 3

La regla de eliminación el cuantificador existencial E∃ nos permite obtener una fórmula


de la forma ∃xPx a partir de otra de la forma ∃xQx. Para hacer tal cosa, tenemos que
introducir una nueva constante auxiliar, b pongamos por caso, que no esté en nuestro
conjunto de premisas ni en la fórmula que queremos demostrar ni en aquella de la cual
partimos. Por ejemplo, vamos a deducir ∃xPx a partir de A = {∃xQx˄∀xPx}

1. {∃xQx˄∀xPx} ∃xQx˄∀xPx PI

2. {∃xQx˄∀xPx} ∀xPx EConj. en 1


3. {∃xQx˄∀xPx} Pb E∀ en 2

4. {∃xQx˄∀xPx} ∃xPx I∃ en 3

5. {∃xQx˄∀xPx} ∃xPx E∃ en 1 y 4

Finalmente, nos quedan las dos reglas de la identidad, =. En este caso, tenemos, en primer
lugar, la regla de reflexividad, R=. Esta nos permite derivar, de todo conjunto de premisas,
una fórmula del tipo a = a. Podemos hacer esto aunque nuestro conjunto de premisas esté
vacío. La otra regla de la identidad, la sustitución, S=, es bastante más compleja. Si
tenemos que a = b, por un lado, y Pa, por otro, podemos deducir Pb mediante el uso de esta
regla. Vamos a ver cómo se aplica con un ejemplo. Nuestro conjunto de premisas es A =
{∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx}

1. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} ∀xPx→a=b PI

2. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} ∀xPx→Pa PI

3. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} ∀xPx PI

4. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} Pa EC en 3

5. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} a=b EC en 1

6. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} Pb S= en 4 y 5

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