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13 de noviembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Comenzamos un curso de lógica en este blog, del cual daremos una entrega cada
semana. Como se puede apreciar en el título, en esta entrada responderemos a la pregunta
¿Qué es un argumento? En la medida en que la lógica estudia la forma de los
argumentos. Bien, por el momento ya hemos introducido una noción que nos ayudará a
saber no qué es un argumento, sino qué estudia la lógica, a saber, la noción de «forma de
los argumentos». Sin embargo, antes de desentrañar esta noción y la noción de argumento,
hemos de elucidar otras, tales como la de enunciado, la de proposición, la de premisa, la de
conclusión, la de cadena argumentativa y la de validez.
1. Enunciados y proposiciones
expresamos la misma proposición que con (1), sin embargo (1) y (3) son distintos
enunciados. En efecto el sujeto de (1) es «Groucho», el de (3) es «el nombre artístico de
Julius Henry». En segundo lugar, con el mismo enunciado podemos expresar diferentes
proposiciones. Así, pensemos en (4)
(4) emitida por distintas personas o emitida por la misma persona en días distintos expresa,
en cada caso, distintas proposiciones.
(5) él es elocuente
En (6) no expresamos ninguna proposición, puesto que para cada número natural, siempre
hay otro mayor y, por tanto, ninguno es mayor que todos los demás. Así, la expresión «el
mayor número natural» no tiene referente, es vacía, como lo es «unicornio».
Si la conclusión se sigue de las premisas, será verdadera. Y este fenómeno nos lleva a la
noción de validez. Un argumento es válido cuando la conclusión se sigue de sus
premisas, en caso contrario no lo es. La validez es importante en la medida en que la
validez conserva la verdad, esto es, si las premisas son verdaderas y la conclusión se
sigue de ellas, entonces la conclusión es verdadera. Y al contrario, si la conclusión de un
argumento es falsa, eso significa que al menos una de las premisas que lo componen es
falsa.
Argumento 1
P1: Todo H es M.
P2: A es H.
C: Por tanto, A es M.
Argumento 2:
P1: Todo H es M
P2: A es H.
C: Por tanto, A es M.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
22 de noviembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Como dijimos en la anterior lección de este curso de lógica, a la lógica le interesa la forma
de los argumentos, siendo la noción central de esta ciencia la de “argumento válido”. Para
estudiar las formas de los argumentos, se construyen lenguajes formales. En esta lección
y en las siguientes estudiaremos el lenguaje de la lógica proposicional. Es un lenguaje
formal diseñado para el estudio de aquellos argumentos para los cuales la validez depende
de la validez de los enunciados vertitativo-funcionales que aparecen en los argumentos.
Comenzaremos esta lección de nuestro curso de lógica elucidando la recién introducida
noción de “expresión veritativo-funcional”. Después introduciremos la sintaxis del lenguaje
de la lógica proposicional.
1. Expresiones veritativo-funcionales
Si bien en lógica trabajamos con lenguajes formales, la sede de la lógica está en los
lenguajes naturales, por ello utilizaremos ejemplos del lenguaje natural para introducir esta
noción. Pensemos en los siguientes enunciados:
Con el ejemplo, (1) tiene la propiedad de que podemos formar con él enunciados como (2) y
que el valor de verdad de (2) depende del valor de verdad de (1). A las expresiones que
tienen esta propiedad las llamamos veritativo-funcionales y decimos de ellas que se
comportan veritativo-funcionalmente.
La gramática, por su parte consiste en un conjunto de reglas que nos permite generar
fórmulas del lenguaje a partir de otras fórmulas. Para entender la noción de fórmula
hemos de introducir previamente los símbolos del alfabeto del lenguaje de la lógica
proposicional. Este consta de:
De las conectivas, la primera se llama negación y es una conectiva monaria. El resto son
conectivas binarias. A continuación veremos el nombre de cada una y cómo se leen.
Una vez que hemos introducido nuestro alfabeto, podemos elucidar la noción de fórmula.
Dado un lenguaje proposicional L, una fórmula de L es una secuencia de símbolos de
L generada por un número finito de aplicaciones de estas reglas:
̚p
p˄q
̚ ̚ ̚p
(p → q) ˅ r
(p ↔ q) ˅ (r → s)
La primera de las fórmulas es una fórmula atómica, el resto son fórmulas compuestas.
Las fórmulas compuestas tienen una conectiva principal o dominante, que es la introducida
por la última regla aplicada al construir la fórmula. Las fórmulas suelen llamarse por el
nombre de la conectiva principal o dominante. Así, la segunda fórmula es una negación, la
tercera una conjunción, la cuarta una triple negación, la quinta y la sexta son disyunciones.
Para obtener ̚ p hemos aplicado la regla 2 a p. Igualmente, p ˄ q la hemos obtenido
aplicando la regla 3 a p y a q. Y así todas las fórmulas. Con estas reglas finitas, aplicadas
un número finito de veces pueden obtenerse infinitas fórmulas.
Finalmente, de regreso a nuestras reglas, hay que precisar que, con el objetivo de evitar
ambigüedades sintácticas, las reglas que hemos precisado más arriba cumplen estas dos
condiciones:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
28 de noviembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Cuando hablamos de un lenguaje, sea natural o artificial, cabe hacer la distinción entre el
lenguaje del que se habla y el lenguaje en el que se habla. Al primero lo llamamos
lenguaje objeto, al segundo metalenguaje. En nuestro caso, el lenguaje objeto es el
lenguaje de la lógica proposicional, que es el que estamos especificando aquí. El
metalenguaje, por otra parte es el castellano, que es el que estamos utilizando para hablar
de y describir el lenguaje de la lógica proposicional. Un lenguaje dado puede ser unas veces
lenguaje objeto y funcionar otras como metalenguaje, puesto que podemos hablar de él o
utilizarlo para hablar de otro lenguaje.
“Napoleón” es una expresión del metalenguaje, con la que nombramos un objeto lingüístico
del lenguaje objeto, Napoleón (en (2) el castellano es el lenguaje utilizado para hablar de
una palabra del castellano, de tal modo que lenguaje objeto y metalenguaje coinciden). Los
símbolos lógicos, como ˄ también se pueden nombrar en el metalenguaje utilizando
comillas, sin embargo, para los fines de este curso, nosotros nos abstendremos de
utilizarlas, para mayor comodidad. Además, los símbolos de nuestro lenguaje objeto se
diferencian claramente de nuestro metalenguaje, el castellano, al contrario de lo que ocurre
en (2).
2. Descomposición de fórmulas
Todas las fórmulas que aparecen en el árbol genealógico son las subfórmulas de una
fórmula dada. A continuación tendremos en cuenta tres reglas que nos sirven para generar
todas las subfórmulas de una fórmula dada A.
Hemos de tener en cuenta aquí las siguientes observaciones. La regla 1, garantiza que dos
fórmulas distintas tengan las mismas subfórmulas. En segundo lugar, si una fórmula A es
una subfórmula de una fórmula B y B es una subfórmula de C, entonces A es una
subfórmula de C.
10 de diciembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
2. Tablas de verdad
En función de los valores de verdad que nos dé una asignación de verdad para una
fórmula dada, esta puede ser una contradicción, una tautología o una fórmula
contingente. Si para toda asignación de verdad de una fórmula obtenemos que la fórmula
es verdadera, entonces tendremos una tautología; si para toda asignación obtenemos una
fórmula falsa, entonces estaremos ante una contradicción. Por último, si para toda
asignación de verdad obtenemos que la fórmula es unas veces verdadera y otras falsa,
entonces obtendremos una fórmula contingente.
Las tablas de verdad son un procedimiento que nos permite calcular el valor de
verdad de una fórmula dada para cada asignación. Con el método de las tablas de
verdad podemos decidir si una fórmula dada es una tautología, una contradicción o una
fórmula contingente.
Dado todo lo dicho hasta ahora, a la hora de aplicar las tablas de verdad hemos de tener en
cuenta las posibles asignaciones de verdad para cada letra proposicional de nuestro
lenguaje (2 elevado a n), así como el significado de las conectivas. Respecto de lo primero
ya hemos hablado. Pasemos a ver el significado de las conectivas en términos de
valores de verdad, mediante una serie de reglas, cada una de las cuales rige sobre una
de las conectivas de nuestro lenguaje:
Para ver la aplicación de estas reglas y del procedimiento de las tablas de verdad, veremos
la tabla de verdad de la fórmula (p ˅ q) → ̚ (r ˄ p)
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
19 de diciembre de 2012
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Vistas las tablas de verdad en la lección anterior de nuestro curso de lógica, pasaremos en
esta lección a exponer el concepto de equivalencia lógica. Una vez expuesto este
concepto, veremos cómo se puede utilizar para eliminar conectivas.
De forma intuitiva, si llevamos a cabo el procedimiento de las tablas de verdad y vemos que
dos fórmulas tienen los mismos valores de verdad, para toda asignación, entonces
diremos que esas fórmulas son lógicamente equivalentes. Para decirlo de manera
formal, utilizaremos algunos signos del metalenguaje, que introducimos a continuación:
Utilizaremos el signo ν para referirnos a las asignaciones de valores de verdad, así ν(p) = V,
significa que ν asigna a la letra p el valor verdadero».Y si le asignamos a p el valor falso, lo
podemos expresar así: ν(p) = F.
Dada la tabla de verdad del bicondicional, «↔», es fácil confundirlo con la equivalencia
lógica. Sin embargo debe tenerse en cuenta que el bicondicional es un símbolo del lenguaje
de la lógica proposicional y que el símbolo de equivalencia lógica, «≡», pertenece al
metalenguaje. En este caso, es un símbolo que introducimos en el castellano para
expresar una relación entre fórmulas. Así, A ≡ B es un enunciado del castellano, mientras
que A ↔ B es una fórmula del lenguaje de la lógica proposicional.
No obstante, la posible confusión del bicondicional con la equivalencia lógica tiene su base,
puesto que A ≡ B si y solo si A ↔ B es una tautología . De este modo, podemos utilizar
las tablas de verdad para averiguar si dos fórmulas son lógicamente equivalentes. Para
saber si la fórmula A es equivalente a la fórmula B, basta con utilizar el procedimiento de las
tablas de verdad para saber si la fórmula A ↔ B es una tautología.
La equivalencia lógica tiene tres propiedades básicas, evidentes por si mismas. Estas son
las siguientes:
2. Si A ≡ B, entonces B ≡ A ( simetría).
3. Si A ≡ B y B ≡ C, entonces A ≡ C ( transitividad).
Por último, respecto del concepto de equivalencia lógica, mostraremos una tabla de
equivalencias lógicas famosas.
Eliminación de conectivas
Principio 1: Toda fórmula es lógicamente equivalente a una que tiene las mismas letras
proposicionales y cuyas únicas conectivas son la conjunción y la negación.
Principio 2: Toda fórmula es lógicamente equivalente a una que tiene las mismas letras
proposicionales y cuyas únicas conectivas son la disyunción y la negación.
Principio 3: Toda fórmula es lógicamente equivalente a una que tiene las mismas letras
proposicionales y cuyas únicas conectivas son el condicional y la negación.
Esto implica que nuestro conjunto de conectivas, puede reducirse a dos. Según el
primer principio, a la conjunción y la negación; según el segundo, a la disyunción y la
negación y según el tercero, al condicional y la negación.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
16 de enero de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
(1) Si Grecia sale del Euro, entonces las paredes llorarán sangre.
(3) p → q
(3) es una simbolización correcta tanto del enunciado (1) como del enunciado (2).
Igualmente, (1) y (2) son interpretaciones posibles de la fórmula (3). (3) es una fórmula
condicional y, como sabemos, su lectura es «si… entonces». Por su parte, cada elemento
del condicional puede ser simbolizado con una letra proposicional. Por «p» en (3), ponemos
un enunciado, por ejemplo «Grecia sale del Euro»; por «q» ponemos el enunciado «las
paredes lloran sangre» y colocamos la interpretación de la conectiva, en este caso, «si…
entonces» y obtenemos una interpretación de (3), en este caso (1).
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
30 de enero de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Vista la lógica proposicional en los capítulos II-VI de este curso de lógica, pasamos a
continuación a la teoría de conjuntos, la cual nos será muy útil para el estudio de la lógica
de predicados de primer y segundo orden. Esta primera lección la dedicaremos a esclarecer
la noción de conjuntos, así como algunas otras nociones que utilizaremos.
Un conjunto es una colección de objetos. A estos objetos los llamamos elementos del
conjunto. Cada objeto dado puede ser elemento de un conjunto. De este modo, una
palabra, un elefante, un número, un país o un conjunto pueden ser elementos de un
conjunto. Por supuesto, los conjuntos son objetos y pueden ser elementos de un conjunto,
esto es, hay conjuntos de conjuntos. Bien, dado un objeto x y un conjunto A, podemos
expresar que «x es un elemento de A» o que «x pertenece a A», mediante la siguiente
fórmula: «x ϵ A». Para decir que «x no es un elemento de A» o que «x no pertenece a A»
utilizaremos la fórmula siguiente: «x ϵ/ A».
Para indicar que dos objetos cualesquiera, x e y, son el mismo objeto utilizaremos la
fórmula «x = y». Para expresar que son objetos distintos utilizaremos la fórmula: «x ≠
y». Los objetos estarán clasificados en dos categorías: objetos primitivos, que son aquellos
objetos que no tienen elementos, y conjuntos, que son aquellos objetos con elementos.
Para referirnos a conjuntos utilizaremos letras latinas en mayúscula: A, B, C, etc. Para
objetos, utilizaremos letras latinas minúsculas: a, b, c… Las letras mayúsculas son variables
de conjuntos, las minúsculas de objetos.
Por último, dedicaremos en este capítulo para hablar sobre el modo en el que nos
referiremos a los conjuntos. Los conjuntos son objetos abstractos y, como tales, no
están ni en el espacio ni en el tiempo. No son objetos que se puedan señalar, sin embargo,
sí que los podemos nombrar. Esto lo podemos hacer de dos maneras: por comprensión o
por enumeración.
Para denotar un conjunto por comprensión, seleccionamos una propiedad que sea
poseída por todos los elementos del conjunto y únicamente por ellos. De este modo
podemos hablar del conjunto de los números naturales menores de 6, del conjunto de los
satélites de la Tierra o el conjunto de los filósofos atenienses que formaron parte de una
tiranía en el siglo V a. C. La notación utilizada para referirnos a los conjuntos por
comprensión es la que sigue:
{x: x es filósofo ateniense que formó parte de una tiranía en el siglo V a.C.}
Para denotar un conjunto por denotación hemos de nombrar cada uno de los
elementos del conjunto. De este modo,m los conjuntos anteriores nombrados por
extensión serían el conjunto cuyos elementos son el 0, 1, 2, 3, 4 y 5; el conjunto cuyo
elemento es la Luna y el conjunto cuyo único elemento es Platón. Estos conjuntos se
denotan, formalmente, como sigue:
{0, 1, 2, 3, 4, 5}
{la Luna}
{Platón}
Del conjunto cuyo único elemento es la Luna, decimos que es el conjunto unitario de la
Luna, igual ocurre con el conjunto cuyo único elemento es Platón, del que también decimos
que es el conjunto unitario de Platón.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
7 de febrero de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
1. La relación de inclusión
El conjunto vacío
Como hemos dicho más arriba, la relación de inclusión es una relación entre conjuntos.
Dados los conjuntos A y B, se dice que A es un subconjunto de B o que A está
incluido en B, en símbolos A ⊆ B, siempre que todo elemento de A sea un elemento
de B, es decir
Por otra parte, hemos de tener claro que la relación de inclusión y la relación de
pertenencia no son la misma. Se puede ver con un ejemplo:
2. El conjunto vacío
Existen conjuntos que no tienen elementos, tales como el conjunto de los círculos
cuadrados, el conjunto de los unicornios o el conjunto de los huevos de gallo. Dado que
todos poseen los mismos elementos, es decir, ninguno, todos son el mismo conjunto,
a saber, el conjunto vacío. Se simboliza así: «Ø». Se trata del único conjunto sin
elementos. Para definir el conjunto vacío podemos utilizar una propiedad que ningún objeto
posea, como por ejemplo ser distinto de sí mismo, de modo que podemos definir el conjunto
vacío como aquel cuyos elementos son distintos de sí mismos:
Ø = {x: x ≠ x}
1. Dados A y B, si son conjuntos sin elementos, entonces no pueden ser distintos. En caso
de que lo fueran implicarían, según el principio de extensionalidad, que A y B no tendrían
los mismos elementos, lo cual significaría que existiría algún objeto que sería o elemento de
A o elemento de B, pero esto es imposible puesto que A y B son conjuntos sin elementos.
2. No hay que confundir el conjunto vacío con el conjunto unitario del conjunto vacío, el
primero no tiene elementos y el segundo tiene un elemento, el conjunto vacío. Así: Ø ≠ {Ø}.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
Curso de lógica (IX): teoría de conjuntos (III). El axioma
de separación
25 de febrero de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
1. El principio de abstracción
Esta fue la paradoja descubierta por Russell, que pasó a llamarse paradoja de Russell.
Esta paradoja dio al traste con la teoría de conjuntos de Cantor-Frege, que era atrevida y
ambiciosa. En efecto, el axioma de abstracción divide el universo en dos conjuntos.
Así, dada una propiedad Φ, el universo queda dividido en dos conjuntos: el de los objetos
que poseen tal propiedad y el de los que no la poseen. No obstante, hoy en día se trabaja
con la teoría de conjuntos de Zermelo-Fraenkel, que es mucho más modesta, como
veremos a continuación.
2. El axioma de separación
En lugar de dividir todo el universo en dos conjuntos a partir de una propiedad dada, en la
teoría de conjuntos de Zermelo-Fraenkel se divide un conjunto en dos, dada una
propiedad. Así, si pensamos en la famosa propiedad Φ, dado el conjunto A, esta versión
light de la teoría de conjuntos nos permite dividir A en dos conjuntos, el de aquellos
elementos de A que tienen la propiedad Φ y el conjunto de los elementos de A que no la
tienen. Entonces, podemos enunciar el principio de separación como sigue: Si Φ es una
propiedad y A es un conjunto, existe un conjunto cuyos elementos son aquellos elementos
de A que poseen la propiedad Φ.
Por otra parte, con el principio de separación se puede construir una adaptación de la
paradoja de Russell que nos permite demostrar que el universo no es un conjunto, lo
que equivale a decir que no existe un conjunto cuyos elementos son todos los
objetos del universo. Dado el conjunto de universal, U y dada la propiedad de ser un
conjunto normal, obtenemos a partir del principio de separación el conjunto A, que es el
conjunto de aquellos objetos que son conjuntos normales y pertenecen a U. Ahora bien, ¿A
se pertenece a si mismo o no? Como sabemos, los conjuntos son objetos y, como tales,
pertenecerían a U. Así que hemos de saber si A pertenece a A o no. Si A pertenece a A,
entonces es un conjunto anormal, pero resulta que partimos de que A pertenece a A.
Caemos en una contradicción: si A pertenece a A, entonces no pertenece a A. Por su parte,
si A no pertenece a A, entonces es un conjunto normal y, por tanto, pertenece a A. De
nuevo estamos en una contradicción, puesto que suponer que A no pertenece a A nos lleva
a la conclusión de que A pertenece a A.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
5 de marzo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Con dos o más conjuntos podemos aplicar ciertas operaciones que combinando los
elementos de estos conjuntos nos permiten obtener conjuntos nuevos a partir de los
anteriores. En este post de nuestro curso de lógica dedicado a la teoría de conjuntos,
veremos las operaciones básicas con conjuntos, así como sus propiedades.
1. La unión de conjuntos
Unión de los conjuntos A y B representada mediante diagramas de Venn
A∪B = {x:x ∈ A o x ∈ B}
3. A ∪ ∅ = A
5. A ⊆ A ∪ B y B ⊆ A ∪ B
7. A ⊆ B si y solo si A ∪ B ⊆ B
Para ver con claridad la operación en cuestión, veremos un ejemplo de unión de dos
conjuntos. Si A = {«, 4, g, $} y B = {6,9,&,4}, A ∪ B = {«, 4, g, $,6,9,&}.
2. La intersección de conjuntos
A ∩ B ={x: x ∈ A y x ∈ B}
3. A ∩ ∅ = ∅
5. A ∩ B ⊆ A y A ∩ B ⊆ B
7. A ⊆ B si y solo si A ∩ B = A
3. La diferencia de conjuntos
A – B {x: X ∈ A y x ∉ B}
1. La diferencia no es conmutativa.
2. La diferencia no es asociativa.
3. A – ∅ = A, ∅ – A = ∅
4. A – A = ∅
5. A – B ⊆ A y (A – B) ∩ B = ∅
7. A ⊆ B si y solo si A – B = ∅
Hemos de aclarar qué quiere decir que la diferencia no es conmutativa. Esto significa, ni
más ni menos, que existen conjuntos A, B tales que A – B ≠ B – A. Así, si A = {1,2} y B =
{2,3}, entonces {1,2} – {2,3} = {1} pero {2,3} – {1,2} = {3}.
Por su parte, que la diferencia no es asociativa, significa que hay conjuntos A, B, C tales
que (A – B) – C ≠ A – (B – C). De este modo, dados A = {1,2}, B = {2,3} y C {2,7}, entonces
({1,2} – {2,3}) – {2,7} = {1} pero {1,2} – ({2,3} – {2,7}) = {1,2}.
Además, hemos de tener en cuenta las siguientes dos observaciones respecto de la
diferencia de conjuntos.
1. Si A = B, entonces A – B = B – A y A – B = B – A si y solo si A = B.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
18 de marzo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
3. A ∩ Ã = U.
5. A ∪ Ã = U.
8. A ⊆ B si y solo si ~B ⊆ Ã.
9. A = B si y solo si ~B = Ã.
12. A – B = A ∩ ~B.
14. ~(A ∪ B) = Ã ∩ B
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
27 de marzo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Lo último que vimos en nuestro curso de lógica fue la complementación. En este apartado
hablaremos sobre la existencia de conjuntos, una vez que hayamos visto el conjunto
potencia. Pasaremos a ello si más ambages.
El conjunto potencia
Dado un conjunto A, existe un conjunto cuyos elementos son todos los subconjuntos
de A. Este es el conjunto potencia, en símbolos Ƥ(A). De este modo, Ƥ(A) = {x: x ⊆ A}. El
conjunto potencia es un conjunto de conjuntos, es decir, un conjunto cuyos elementos son
conjuntos. A continuación veremos algunos ejemplos de conjuntos potencia:
El conjunto potencia es un conjunto cuyos elementos son subconjuntos.
Ƥ(∅) = {∅}
Ƥ({a}) = {∅,{a}}
Ƥ({a,b}) = {∅,{a},{b},{a,b}}
Ƥ(a,b,c} = {∅,{a},{b},{c},{a,b},{a,c},{b,c},{a,b,c}}
Además en la siguiente tabla relacionaremos los anteriores conjuntos en relación con sus
respectivos conjuntos potencia, tomando el número de sus elementos como criterio. Desde
esta perspectiva, obtendremos una serie de observaciones sobre las propiedades del
conjunto potencia de un conjunto dado.
5. Para todo objeto a, a ∈ A si y solo si {a} ⊆ A, por tanto a ∈ A si y solo si {a} ∈ Ƥ(A).
Como dijimos en otro lugar, los objetos abstractos son ficciones útiles, se postulan porque
en la práctica prestan algún servicio. Los conjuntos son objetos abstractos. Hasta ahora
hemos hablado de diversos conjuntos, tales como el conjunto vacío o el conjunto potencia.
La existencia de estos conjuntos viene garantizada por los axiomas de la teoría de
conjuntos (la teoría de conjuntos es una teoría axiomática). Sin embargo, desde que
comenzamos con la teoría de conjuntos en nuestro curso de lógica solo hemos mencionado
dos de estos axiomas o principios, a saber, el axioma o principio de extensionalidad y el
axioma de separación. El primero no garantiza la existencia de ninguno de los conjuntos
de los que hemos hablado; por su parte, el axioma de separación garantiza la existencia del
conjunto vacío, como vimos en su momento en nuestro curso de lógica. A continuación
enumeraremos algunos de los axiomas en los que se basa el trozo de teoría de conjuntos
que veremos aquí.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
Curso de lógica (XIII). Teoría de conjuntos (VII): pares
ordenados, relaciones y producto cartesiano
15 de mayo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Llevamos varias semanas con nuestro fabuloso curso de lógica aparcado y esto es
inadmisible. Y como somos conscientes de la inadmisibilidad de tal cosa hemos decidido
retomarlo hoy. En la entrada anterior hablamos sobre el conjunto potencia y sobre la
existencia de conjuntos. Hoy daremos un paso más en términos de complejidad,
profundizando más en la teoría de conjuntos. Veremos los pares ordenados y las relaciones.
Un par ordenado es una función que nos permite distinguir un primer componente de un
segundo componente. Es un nuevo conjunto creado a partir de dos elementos de ese
conjunto que caen bajo una relación. Así, el par ordenado de a y b es el conjunto
(a,b) = {{a},{a,b}}
Relaciones
Las relaciones de un conjunto dado son conjuntos de los pares ordenados de dicho
conjunto. Para expresar las relaciones utilizaremos las letras «R», «S» y «T», serán
variables de relaciones. Para expresar que una relación dada, R pongamos por caso, se da
entre dos elementos de un conjunto lo haremos así: aRb o de este otro modo: (a,b) ϵ R ,
que se lee como «a está relacionado con b por R» o R se da entre a y b. Cuando queramos
expresar que dos elementos de un conjunto no caen bajo la relación R, entonces lo
haremos así: (a,b) ∉ R. En este caso se lee «a no está relacionado con b (por R)» o «R no
se da entre a y b».
De este modo, para definir por ejemplo la relación de sucesión, dentro de los números
naturales, diremos que esta es el conjunto de los pares ordenados (a,b) tales que a es
sucesor de b. Así, si llamamos a esta relación S, entonces S es el siguiente conjunto:
S = {(1,0),(2,1),(3,2)…(n+1,n),(n+2,n+1)…(n+n+1,n+n)}.
Producto cartesiano
Vistos los pares ordenados y las relaciones conviene que introduzcamos una nueva
operación entre conjuntos: el producto cartesiano. Dados dos conjuntos A y B, el producto
cartesiano de A y B, A x B, es el conjunto de los pares ordenados tales que el primer
componente del par es un elemento de A y el segundo un elemento de B. De este modo,
Cuando uno de los conjuntos es vacío, entonces el producto cartesiano es también vacío.
Así:
Si A = Ø o B = Ø, entonces A x B = Ø y B x A = Ø.
AxB≠BxA
Ahora bien, si A = B, entonces A x B = B x A. Con un ejemplo:
24 de mayo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
En el último post dedicado a nuestro curso de lógica introdujimos una nueva noción de la
teoría de conjuntos: las relaciones. Hoy profundizaremos algo más en ellas. De este
modo, lo primero que vamos a hacer es presentar tres conjuntos nuevos que se pueden
extraer de toda relación. Después, en segundo lugar, veremos algunas operaciones con
relaciones. Esto nos será útil para el estudio de las funciones, que lo dejaremos para el
siguiente post de nuestro curso de lógica dedicado a la teoría de conjuntos.
Dada una relación R, el dominio de R, dom(R), es un conjunto formado por los primeros
elementos de los pares de R. Su recorrido, rec(R), es el conjunto formado por los
segundos elementos de R. Finalmente, el campo de R, campo(R), es la unión de su
dominio y su recorrido o, lo que es lo mismo, el conjunto formado por todos los
componentes de los pares de R. Así, dado un objeto a,
a ∈ dom(R) si y solo si hay algún objeto b tal que aRb.
O también,
Si una relación R se da entre dos objetos a y b, aRb, se puede obtener una relación entre b
y a, a la que llamamos relación inversa de R, ~R. Expresado con mayor precisión:
~R = {(x,y) : (y,x) ∈ R}
Por último, dadas dos relaciones R y S se puede obtener una nueva relación a partir de
estas a la que llamamos producto relacional, R|S. Este se define como sigue:
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
30 de mayo de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
En las dos anteriores entradas de nuestro curso de lógica dedicadas a las relaciones
dejamos sentadas las bases para pasar a ver las funciones. Una vez vistas estas daremos
por terminado el grupo de entradas del curso de lógica dedicadas a la teoría de conjuntos.
Con todo esto tendremos las nociones suficientes para pasar a ver la lógica de predicados
de primer y segundo orden. De este modo pasamos ya a ver las funciones sin más dilación.
Para referirnos a funciones utilizaremos las letras «f», «g» y «h». Estas letras serán
nuestras variables de funciones.
Dada una función f, si a ϵ dom(f), f(a) es el único objeto b tal que (a,b) ϵ f. De este modo,
para todo a ϵ dom(f), f(a) = b si y solo si (a,b) ϵ f. Pues bien, en este caso f(a) es el valor que
f asigna al argumento a. «Argumento» significa aquí «elemento del dominio».
Como hemos dicho al principio, las funciones son un tipo particular de relaciones y, como
tales, son conjuntos de pares ordenados. Ahora bien, eso significa que se rigen por los
mismos principios por los que se rigen el resto de conjuntos. De este modo, las
funciones cumplen el principio de extensionalidad, son extensionales. De este modo, f =
g si tienen los mismos elementos. O dicho con mayor precisión: f = g si y solo si dom(f) =
dom(g) y si para todo par (a,b), (a,b) ϵ f si y solo si a ϵ dom(f) y f(a) = b y (a,b) ϵ g si y solo si
a ϵ dom(g) y g(a) = b.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
7 de junio de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Visto el lenguaje de la lógica proposicional y la teoría de conjuntos, vamos a pasar ya a
nuestra parte culminante de nuestro curso de Lógica. Se trata de la lógica de predicados.
Dado que en lógica nos interesa la validez de los argumentos, necesitamos herramientas
formales que nos ayuden a ello. Por otra parte, la lógica proposicional resulta
insuficiente para dar cuenta de la validez de muchos argumentos. Por ejemplo, el
argumento (1)
(1) Todas las aves tienen alas, Piolín es un ave; por tanto Piolín tiene alas.
____
(2) La ciudad de París es más grande que Madrid; por tanto, hay alguna ciudad que es más
grande que Madrid.
2. Adjetivos y nombres comunes, con los que predicamos propiedades de los objetos:
«calvo», «ave» y «alas».
3. Expresiones relacionales, con las que expresamos que un objeto está relacionado de
determinada manera con otro. En nuestros ejemplos tenemos la expresión «es más grande
que», que aparece en el argumento (2). La relación que aparece en (2) es binaria, porque
relaciona dos individuos, sin embargo estas pueden ser ternarias, como por ejemplo, «b
está entre a y c».
De este modo, como veremos en la próxima entrega de nuestro curso de lógica, la lógica de
predicados incluye símbolos para expresar todas los tipos de expresiones de más arriba. De
este modo, con la lógica de predicados podremos dar cuenta de argumentos cuya
validez no depende únicamente de las conectivas, sino también del significado del resto
de expresiones que hemos identificado en nuestra lista.
1. Variables: son infinitas. Para representarlas utilizaremos las letras «x», «y» y «z».
2. Conectivas: ¬, →, ↔, ˄, ˅.
4. Símbolo de identidad: =.
5. Paréntesis.
Los símbolos lógicos del lenguaje son los cuantificadores, las conectivas y el símbolo de
identidad. Por su parte, los símbolos auxiliares son los paréntesis. Lo que distingue a cada
lenguaje de primer orden de los demás son sus símbolos propios, los cuales pueden ser de
tres tipos: símbolos de predicado, símbolos relacionales y constantes individuales. Con los
primeros expresamos propiedades, con las segundas relaciones y las constantes
individuales se comportan como nombres propios.
Como constantes de nuestro lenguaje de primer orden utilizaremos las letras «a», «b» y
«c»; como símbolos de predicado utilizaremos las letras «P» y «Q». Por último, utilizaremos
las letras «R», «S» y «T». Las relaciones pueden ser binarias, ternarias, …, n-arias.
Dado un lenguaje L de primer orden, una expresión de L es una sucesión finita de símbolos
de L; un término de L es una variable o una constante de L.
Fórmulas
Sea L un lenguaje de primer orden con los siguientes símbolos {t, t’, t», P, R}, donde t, t’, t»
son términos de L, P un símbolo de predicado de L y R un símbolo relacional n-ario de L, las
fórmulas atómicas de L son las expresiones que tienen la siguiente forma: t = t’, Pt, Rtt’.
Una fórmula puede ser obtenida a partir de la aplicación del siguiente conjunto de reglas:
El menor conjunto de expresiones de L que contiene todas las fórmulas de L y está cerrado
respecto de 2-4 es el conjunto de las fórmulas de L. A partir de aquí obtenemos un principio
de inducción para fórmulas: si L es un lenguaje de primer orden, P es una propiedad y
4. si A es una fórmula de L con la propiedad P y x es una variable, las fórmulas ∀xA y ∃xA
también tienen la propiedad P,
Subfórmulas
Del mismo modo que hacíamos en lógica proposicional, podemos describir la generación de
una fórmula dada, de acuerdo con las reglas que hemos dado anteriormente, asociándole
su árbol genealógico. Así, por ejemplo, la fórmula ∀x∃y(Qx ˄ Sxy) → ¬Saa se
descompone de la siguiente manera:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
8 de julio de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Nuestro curso de lógica avanza al mismo ritmo al que avanza la miseria en España, así
que nos vemos ya en el tema de las variables, un paso imprescindible en el que nos
tenemos que parar para hacer frente más adelante a los modelos y al cálculo deductivo.
Una variable es ligada cuando dada una fórmula en la que tal variable aparece, esta
forma parte de una subfórmula del tipo ∀xB o ∃xB. En este caso, decimos que x es
una variable ligada por el cuantificador universal o existencial, respectivemente. Y, al
contrario, cuando la aparición de una variable en una fórmula no es ligada, decimos
que es una variable libre. Vamos a poner un par de ejemplos de variables libres y ligadas:
∀x(Qx ˄ Rxy), en esta fórmula la x es una variable ligada por un cuantificador universal,
tanto en Qx como en Rxy, y la variable y es libre.
∀x(Qx ˄ Rxy) → (∃yQy → Rxz), en esta fórmula, la primera aparición de x, en Qx y en
Rxy, es ligada por un cuantificador universal. Por su parte, la segunda aparición de x, en
Rxz, es libre. En cuanto a y, en su primera aparición es libre, mientras que en la segunda,
∃yQy, aparece ligada por un cuantificador existencial. Por último, z aparece una sola vez y
es libre.
A las fórmulas con una o más variables libres las llamamos fórmulas abiertas,
mientras que a las fórmulas sin variables libres las llamamos fórmulas cerradas o
sentencias. Estas se corresponden con enunciados del lenguaje natural y cuando se las
interpreta tiene sentido preguntarse si son verdaderas o falsas. Las siguientes son fórmulas
cerradas:
a=b
∀x(Px ˄ Qx)
Pc → Rac
∀x∃y(Sxy ˄ ¬Syx)
a=x
∀x(Px ˄ Qy)
Pz
Sustitución de variables
Las fórmulas abiertas pueden transformarse en sentencias sustituyendo las variables libres
por términos. Al hacer tal sustitución obtenemos una nueva fórmula. De este modo, si en
una fórmula, A, aparece libre la variable y, si sustituimos y por un término, t,
obtenemos la sustitución de y por t, que expresamos formalmente así A(y/t). Así,
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
15 de julio de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
1. Antonio es cómico
Para formalizar es de ayuda desentrañar la estructura de los enunciados
∃xPx es la fórmula para traducir el enunciado 2. En 2 se dice que, dentro del universo de
los políticos, hay algunos individuos que tienen la propiedad de ser honestos. Para expresar
esto en lógica de predicados, utilizamos el cuantificador existencial, ∃, con una variable, x.
Esta va por cualquiera de los individuos del universo de los políticos. Después predicamos
la propiedad «ser honesto», P, de la variable.
∀x∃yRyx en este caso tenemos dos variables ligadas, x e y, cada una a un cuantificador.
Lo que tenemos es un universo de individuos sobre el que cuantificamos dos veces.
Decimos que todos (cuantificador universal) los miembros del universo están con algunos
(cuantificador existencial) de ellos bajo la relación «ser queridos por».
¬∀x(Qx → Px) es la fórmula para formalizar 4. Se dice que dentro de un universo no todos
los individuos que tienen la propiedad de relucir pertenecen a la clase del oro. Esto lo
expresamos con un cuantificador universal negado. Después de la variable se predica que
tiene la propiedad de relucir y que no pertenece a la clase del oro. También podríamos
utilizar la siguiente fórmula equivalente: ∃x(Qx ˄ ¬Px). Lo que se dice en esta variante es
que hay algo que reluce y no es oro.
5 de agosto de 2013
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Interpretando los símbolos de un lenguaje para una estructura podemos determinar el valor
de verdad de una sentencia de este tipo.
2. Si S es un simbolo relacional n-ario de L (donde n > 1), F(R) es una relación n-aria en U.
En resumidas cuentas, lo que estas tres condiciones vienen a decir es que dado un
símbolo propio de L, s, F(s) es la interpretación de s en la estructura A. Fijar el
significado de los símbolos propios de un lenguaje nos sirve para determinar el valor de
verdad de una sentencia de ese lenguaje. Para hacer tal cosa necesitamos también echar
mano del significado de las expresiones veritativo funcionales, esto es, de las conectivas.
De este modo, una conjunción entre dos sentencias es verdadera en una estructura si y
solo si cada una de ellas es verdadera; una disyunción de dos sentencias es verdadera si y
solo si al menos una de ellas es verdadera; la negación de una sentencia es verdadera si y
solo si la negación de esa sentencia es falsa; el condicional es verdadero si y solo si el
antecendente es falso o el consecuente verdadero y el bicondicional es verdadero si y solo
si ambas sentencias son falsas o ambas verdaderas. El cuantificador universal, por su
parte, es verdadero si y solo si, dado un símbolo relacional o de predicado de L, en una
fórmula de L con un cuantificador universal, todos los objetos del dominio de la estructura A
pertenecen al conjunto con el que se interpreta a dicho símbolo de predicado o relacional de
L. Del mismo modo, el cuantificador existencial es verdadero si y solo si hay algún objeto
del dominio de la estructura A que pertenece al conjunto con el que se interpreta este
hipotético símbolo de predicado o relacional.
P es el conjunto de los habitantes que mueren devorados por los muertos vivientes.
Q es el conjunto de los habitantes que mueren por causas ajenas a los muertos vivientes.
R es una relación binaria discutir con entre individuos de la casa, de la forma (x,y) ϵ R si y
solo si x discute con y.
a es Barbara
b es Ben
c es Karen Kooper
d es Harry Cooper
e es Hellen Cooper
h es Tom
k es Judy
¬Pb
∃xQx
∃xRxy ˄ ∀yQy
Veamos el valor de verdad de estas sentencias. Para todo el que haya visto la película, está
claro que Ben, b, muere de un disparo en la cabeza, al ser confundido por un zombie, por
tanto ¬Pb es verdadera, puesto que b no es un elemento de P, ya que P = {a,d,e}. Por su
parte, ∃xQx es verdadera. En efecto, Q = {b,c,d}. Para quien no recuerde la película, Ben
muere como ya hemos mencionado, en cuanto a Tom y Judy mueren cuando explota el
depósito de gasolina. Finalmente, ∃xRxy ˄ ∀yQy es falsa. Por una parte, ∃xRxy es
verdadera, pues R = {(b,d),(d,b),(d,e),(e,d)}. Sin embargo, ∀yQy es falsa, puesto que no
todo miembro de U es miembro de Q, es decir, algunos habitantes de la casa mueren a
causa de los muertos vivientes.
Bibliografía:
BADESA, C., JANÉ, I., JANSANA, R. Elementos de lógica formal. Ariel Filosofía, 2000.
Barcelona.
11 de abril de 2014
Publicado por Esteban Galisteo Gámez
Lamento comunicaros que los posts dedicados al curso de lógica finalizan hoy. Es una
lástima, cierto, pero no iban a ser infinitos. En cualquier caso, hoy vamos a ver uno de los
trucos más flamantes que podemos hacer utilizando la lógica formal. Se trata del cálculo
deductivo, introducido en 1934 por Gerhard Gentzen, un lógico alemán. Gracias a este
cálculo podemos demostrar con rigor formal que todo lo que dicen los demás son
estupideces. No, es broma. En realidad no sirve para eso. Lo que el cálculo deductivo
nos permite es extraer conclusiones a partir de un conjunto finito de premisas. Para
hacer tal cosa, contamos con una serie de reglas de inferencia, las cuales nos permiten
derivar enunciados a partir de otros enunciados.
Antes de meternos en faena, hay que decir que el cálculo de deductivo no es nuevo en este
blog. En efecto, en el segundo artículo dedicado al significado de los nombres echamos
mano de este cálculo para reducir al absurdo la tesis de que los nombres son etiquetas.
Bien, dicho esto, vamos al lío, como dicen en mi pueblo.
La primera regla se llama introducción a la conjunción (IConj.) esta nos permite introducir
una conjunción a partir de otras dos premisas. Por ejemplo, si tenemos Pa en una línea y
Pb en otra, podemos aplicar IConj. sobre ambas líneas y obtener Pa˄Pb. Funciona así:
1. {Pa,Pb} Pa PI
2. {Pa,Pb} Pb PI
¿Fácil, no? Veamos la regla que nos permite eliminar una conjunción, (EConj.,
eliminación de la conjunción). Es inversa a la anterior. En efecto, si tenemos una
conjunción, podemos extraer cualquiera de los enunciados de esta. Funciona de este modo:
1. {Pa˄Pb} Pa˄Pb PI
2. {Pa˄Pb} Pa EConj. en 1
Las dos siguientes reglas sirven para el condicional, →. La primera de ellas es la simple y
sencilla eliminación del condicional, EC (también es conocida como Modus Ponens),
la cual nos permite obtener el consecuente de un condicional si contamos con el
antecedente. Así:
1. {Pa→Qa,Pa} Pa→Qa PI
2. {Pa→Qa,Pa} Pa PI
3. {Pa→Qa,Pa} Qa EC en 1 y 2
La regla de introducción del condicional (IC) es algo más complicada que las anteriores.
Para obtener un condicional, tenemos que tener, por un lado, el antecedente. Después, por
otro lado, hemos de demostrar el consecuente utilizando la el antecedente, que será una
premisa o un supuesto o un paso al que hayamos llegado mediante la aplicación de una
regla en líneas previas. Y una vez que tenemos el consecuente demostrado y el
antecedente, usamos ambas líneas para introducir el condicional. Por ejemplo, queremos
deducir Pa→(Qa˄Rab) a partir del siguiente conjunto de premisas: Pa, Pa→Qa, Pb˄Rab.
1. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Pa PI
5. {Pa, Pa→Qa,Pb˄Rab} Qa EC en 1 y 2
1. {Pa} Pa PI
2. {Pa} Pa˅Qa ID en 1
1. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa} Pa˅Qb PI
2. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa} Qb→Qa PI
3. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa} Pa→Qa PI
4. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa,Pa} Pa PA
5. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa,Pa} Qa EC en 2 y 4
6. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa,Qb} Qb PA
7. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa,Qb} Qa EC en 4 y 6
8. {Pa˅Qb,Qa→Qb,Pa→Qa} Qa EC en 1, 4 y 7
Para eliminar e introducir negaciones utilizamos una sola regla, la reducción al
absurdo (Abs.) en este caso, para negar un enunciado (o eliminar la negación) hemos de
derivar a partir de él una contradicción. Por ejemplo, si tenemos el siguiente conjunto de
premisas, {Pa→Qb, ¬Qb}, podemos demostrar que ¬Pa mediante la reducción al absurdo.
1. {Pa→Qa,¬Qb} Pa→Qb PI
2. {Pa→Qa,¬Qb} ¬Qb PI
3. {Pa→Qa,¬Qb,Pa} Pa PA
4. {Pa→Qa,¬Qb,Pa} Qb EC en 1 y 3
1. {Pa→Qb,Qb→Pa} Pa→Qb PI
2. {Pa→Qb,Qb→Pa} Qb→Pa PI
3. {Pa→Qb,Qb→Pa,Pa} Pa PA
4. {Pa→Qb,Qb→Pa,Pa} Qb EC en 1 y 3
5. {Pa→Qb,Qb→Pa,Qb} Qb PA
6. {Pa→Qb,Qb→Pa,Qb} Pa EC en 2 y 5
7. {Pa→Qb,Qb→Pa} Qb↔Pa IB en 4 y 6
Con la regla de eliminación del bicondicional (EB) podemos eliminar esta conectiva de
manera muy parecida a como eliminamos un condicional. Por ejemplo, si queremos obtener
Qb a partir de Qa↔Qb y Qa, entonces:
1. {Qa↔Qb,Qa} Qa↔Qb PI
2. {Qa↔Qb,Qa} Qa PI
3. {Qa↔Qb,Qa} Qb EB en 1 y 2
Además de estas conectivas, tenemos los cuantificadores. Para ellos también hay
respectivas reglas de introducción y eliminación. Estas pueden resultar algo más complejas
que las anteriores. En primer lugar, comenzaremos por la más sencilla, la eliminación del
cuantificador universal (E∀). Esta me permite obtener un enunciado de la forma Pa a
partir de enunciados cuantificados universalmente. Para ello, debo contar con un enunciado
de la forma ∀xPx y, a partir de aquí, puedo aplicar E∀ para obtener Pa. Supongamos que
tengo este conjunto de premisas: A = {∀xPx˄∀yQy}
1. {∀xPx˄∀yQy} ∀xPx˄∀yQy PI
3. {∀xPx˄∀yQy} Pc E∀ en 2
La regla de introducción del cuantificador universal (I∀) nos ayuda a demostrar que
todo objeto tiene determinada propiedad, es decir, a partir de un enunciado de la forma Pa
podemos obtener uno de la forma ∀xPx. Para ello lo que hacemos es demostrar que un
objeto arbitrario cualquiera, a (esta constante es auxiliar y no debe aparecer en las
premisas), tiene esa propiedad. Por ejemplo, vamos a demostrar ∀xPx a partir de A =
{∀x(Qx˄Px)}
1. {∀x(Qx˄Px)} ∀x(Qx˄Px) PI
2. {∀x(Qx˄Px)} Qa˄Pa E∀ en 1
3. {∀x(Qx˄Px)} Pa EConj. en 2
4. {∀x(Qx˄Px)} ∀xPx I∀ en 3
1. {∀xPx˄∀yPy} ∀xPx˄∀yPy PI
3. {∀xPx˄∀yPy} Pb E∀ en 2
4. {∀xPx˄∀yPy} ∃xPx I∃ en 3
1. {∃xQx˄∀xPx} ∃xQx˄∀xPx PI
4. {∃xQx˄∀xPx} ∃xPx I∃ en 3
5. {∃xQx˄∀xPx} ∃xPx E∃ en 1 y 4
Finalmente, nos quedan las dos reglas de la identidad, =. En este caso, tenemos, en primer
lugar, la regla de reflexividad, R=. Esta nos permite derivar, de todo conjunto de premisas,
una fórmula del tipo a = a. Podemos hacer esto aunque nuestro conjunto de premisas esté
vacío. La otra regla de la identidad, la sustitución, S=, es bastante más compleja. Si
tenemos que a = b, por un lado, y Pa, por otro, podemos deducir Pb mediante el uso de esta
regla. Vamos a ver cómo se aplica con un ejemplo. Nuestro conjunto de premisas es A =
{∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx}
1. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} ∀xPx→a=b PI
2. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} ∀xPx→Pa PI
3. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} ∀xPx PI
4. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} Pa EC en 3
5. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} a=b EC en 1
6. {∀xPx→a=b,∀xPx→Pa,∀xPx} Pb S= en 4 y 5