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Dos mujeres Javier Dualte.


“Dos mujeres” de Javier Dualte

Personajes:

 Alejandra
 Clara

Alejandra: - ¿Velas?

Clara: - ¿Qué tiene?

Alejandra: - ¿No te parece demasiado? No sé. Digo.

Clara: - Yo creo que queda bien.

Alejandra: - No es que quede bien o no. Pero no sé. Creo que no tiene que resultar tan formal
¿no? (Lo piensa.) no, mejor las sacamos. (Las quita.)

Clara: - ¿Por qué todo tiene que ser como vos decís?

Alejandra: - Bueno, si después vemos que no queda muy mal las volvés a poner. Según cómo
venga.

Clara: - ¿Según cómo venga qué? ¿Y cómo puede venir? Vos me dijiste…

Alejandra: - Ya sé lo que te dije. Pero nunca se sabe ¿no?

Clara: - Qué.

Alejandra: - No sé. Cosas.

Clara: - ¿Cuáles?

Alejandra: - Qué sé yo, Clara. Poné las velas si querés, pero no me vuelvas loca.

Clara: - Ah, ahora yo te vuelvo loca a vos. ¿Me estás jodiendo, Alejandra?

Alejandra: - No te pongas así. No hay nada de raro en lo que te digo. Simplemente, quiero que
entiendas que, bueno, puede que no todo resulte como nos imaginamos, ¿no te
parece?

Clara: - En eso tenés razón.

Alejandra: - ¡Che, qué linda estás realmente!

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Clara: - ¡Vos estás linda! Le dijiste que éramos dos ¿no?

Alejandra: - ¿Cómo le voy a decir?

Clara: - No sé. Por ahí entendió mal.

Alejandra: - Entendió muy bien.

Clara: - Ay, qué nervios. ¿Dónde se va sentar?

Alejandra: - Acá.

Clara: - Mejor que esté en el medio.

Alejandra: - Si es lo mismo.

Clara: - Dijimos que iba estar en el medio.

Alejandra: - No te lo voy a sacar.

Clara: - Que elija él… ¿Por qué decís eso?

Alejandra: - ¿Por qué digo qué?

Clara: - Que no me lo vas a sacar.

Alejandra: - ¿Yo dije eso?

Clara: - Sí, recién. Mirá; yo no es por hinchar. Pero que quede claro: las dos. Somos dos.

Alejandra: - Pero sí. Mujer.

Clara: - No, como dijiste…

Alejandra: - Bueno, era un chiste, se me escapó.

Clara: - Ni en chiste. Tengo miedo de que algo salga mal. ¿Y si le gusto más yo?

Alejandra: - Te la aguantás. Si no se va todo al diablo.

Clara: - Por él lo digo. ¿No irá a sentirse incómodo por eso?

Alejandra: - ¿Y por qué vas a gustarle más vos, se puede saber?

Clara: - Qué sé yo. Es un ejemplo.

Alejandra: - También puedo gustarle más yo.

Clara: - No. No puede ser.

Alejandra: - ¿Por qué?

Clara: - Las dos tenemos que… es decir… Ay, no me hagas caso. Alejandra: yo te quiero mucho,
vos sabés ¿no?

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Alejandra: - ¿Te agarró el amor, ahora? Ay, yo también te quiero mucho, Clarita, perdóname.

Clara: - ¿Qué te perdone? ¿De qué?

Alejandra: - No sé. Es un decir.

Clara: - ¡Qué linda que estás!

Alejandra: - Vos también.

Clara: - Es una suerte que estemos juntas ¿no?

Alejandra: - Yo me siento tanto más tranquila. Cerrate el botón.

Clara: - ¿Qué?

Alejandra: - El botón. Tenés muy escotado.

Clara: - No, dejalo. Está bien así. ¿Y cómo será?

Alejandra: - Cerralo, Clara. Dijimos que sin provocaciones.

Clara: - Si es por eso creo que te pusiste demasiado perfume.

Alejandra: - ¿Te parece?

Clara: - Para mí se te fue la mano. Descompone.

Alejandra: - Vos porqué no estás acostumbrada.

Clara: - Te doy mi opinión.

Alejandra: - Bueno, basta. Abrochate el botón ése. Falta poco ya.

Clara: - ¿Cómo será? ¿Se imaginará algo? También vos, no le preguntaste nada. Pasame el
aviso.

Alejandra: - (Tendiéndole la revista.) Lo vas a gastar tanto que lo lees.

Clara: - No seas exagerada. Dejame ver. ¡Ay! ¡Me olvide!

Alejandra: - ¿Qué?

Clara: - El nombre. ¿Cómo era el nombre? No, no me digas.

Alejandra: - Germán.

Clara: - ¿Germán era?

Alejandra: - (Emulando una voz masculina y sensual.) Yo me llamo Germán, ¿y vos?

Clara: - (Busca en la revista.) Germán… (Lee.) Cuarenta y tres años… Che, si es cierto lo que
pusieron acá ¿no te parece raro que se sienta solo?

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Alejandra: - No sé, no. ¿Por qué iba a mentir? ¿Qué hora es?

Clara: - ¡Y veinticinco! ¿Tu reloj no anda?

Alejandra: - Adelanta un poco me parece. ¿Y veinticinco justas?

Clara: - Van a ser. ¿Pongo las velas?

Alejandra: - Mejor no.

Clara: - ¿Por qué?

Alejandra: - Mejor no. Yo sé lo que te digo.

Clara: - Alejandra: vos sabés algo. ¿Qué pasa? Decime. Cuando hablaron por teléfono te insinuó
algo sospechoso ¿no?

Alejandra: - ¿Cómo qué? Vamos, Clara, estás más nerviosa de la cuenta.

Clara: - ¡No estoy nerviosa! Bueno, un poco sí. Como nunca lo vimos. Debí haber hablado yo
también.

Alejandra: - ¿Para qué?

Clara: - Para saber. Para… A ver… Dejame pensar. Él llega. Se sienta acá. Suponete que a una
la mira fijo. O dice algo. ¿Qué hacemos? Tenemos que ponernos de acuerdo.

Alejandra: - ¿A vos te parece? No. No va a resultar. Mejor dejemos que pase lo que tenga que
pasar.

Clara: - Sí, no va resultar. Tenés razón. Ay, Ale, me duele la panza. Me vas a matar, pero me
parece que esto no me gusta.

Alejandra: - ¿Y ahora se te ocurre pensarlo?

Clara: -¿Y si es un sátiro?

Alejandra: - Mejor.

Clara: - No jodas, che.

Alejandra: - ¿Cómo va a ser un sátiro? Ya no hay más sátiros.

Clara: - Se nota que no leés el diario, querida. Violaciones hay todos días.

Alejandra: - Con ese razonamiento no tendrías ni que salir a la calle.

Clara: - No digo eso. Pero no querrá… es decir…

Alejandra: - ¿Qué?

Clara: - No me retes. Dijimos que las dos. Somos dos.

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Alejandra: - De acuerdo. ¿Cuál es el problema entonces?

Clara: - No sé. Tengo un presentimiento.

Alejandra: - Te duelen los pies.

Clara: - No, eso es cuando va a llover. Me duele el estómago.

Alejandra: - No digas pavadas. ¡Y veintinueve ya!

Clara: - ¿Será puntual?

Alejandra: - Espero.

Clara: - Justo ahora. Con todo lo que está pasando. Tanta gente sin trabajo. ¿Y si quiere
robarnos?

Alejandra: - No empecés a darte manija. Además, si quisiese robar ¿vos pensás que hubiese
armado todo el lío del aviso?

Clara: - ¿Y por qué no?

Alejandra: - Porque es más fácil agarrar un revólver, arriba las manos, y listo.

Clara: - Por ahí no tiene revólver.

Alejandra: - Es mejor que empieces a pensar en cosas más lindas. Son y media pasadas.

Clara: - Seguro que va a querer… ¡Ay! ¡Ay! ¡No! ¡Me muero de vergüenza!

Alejandra: - ¿Qué pasa?

Clara: - Tengo que decirte algo, Ale, pero me muero de vergüenza.

Alejandra: - ¿Qué cosa?

Clara: - Me da vergüenza.

Alejandra: - Dale, ¿qué pasa?

Clara: - No, no puedo.

Alejandra: - ¿Qué es?

Clara: - Me olvide de depilarme.

Alejandra: - ¿Y? ¿Qué querés decir con eso?

Clara: - Nada… Quiero decir que… bueno… si…

Alejandra: - ¿Si qué? ¿Qué hablás si no sabés nada?

Clara: - Pero…

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Alejandra: - Callate, Clara. Callate. No sabés nada. Yo tampoco sé nada. Nada. No sabemos qué
va a pasar. Así que no hablemos porque no se sabe nada.

Clara: - Claro, no se sabe nada ¿no? Pero bien que vos lo tenés todo maquinado en la cabeza
como siempre y a mí no me lo decís. Seguro que vos sí te depilaste.

Alejandra: - Sí. ¿Y con eso qué?

Clara: - Sos una guacha.

Alejandra: - ¿Yo? Basta, Clara. No podemos ponernos a discutir ahora. Es tarde.

Clara: - Por ahí no viene.

Alejandra: - Puede llegar un poco más tarde también. Y abróchate ese botón.

Clara: - ¿Y si fuera parte de la trampa?

Alejandra: - ¿Qué trampa?

Clara: - Quizá, Dios no quiera, quizá todo es una trampa. Él sabe que estamos las dos solas acá
adentro.

Alejandra: - ¿Y?

Clara: - Puede que quiera hacernos algo.

Alejandra: - Vos y tus fantasías.

Clara: - Ah, porque vos no las tenés.

Alejandra: - Sí, pero las mías son más divertidas por lo menos.

Clara: - Me parece que vos querés que pase algo.

Alejandra: - ¿Y si quisiera que alguna vez nos pase algo?

Clara: - Ni lo digas.

Alejandra: - ¿Por qué no puedo querer? ¡Sos increíble! Si las dos sabemos perfectamente lo que
esperamos de ese tipo.

Clara: - No sé a qué te referís. Una cosa es que… Yo quería algo serio, pero me parece que a vos
te da lo mismo cualquier cosa.

Alejandra: - Repetí eso.

Clara: - Yo quería conocer a alguien nuevo, amable, con quien pudiésemos charlar un rato.

Alejandra: - ¿Y para eso te emperifollaste toda?

Clara: - Sabés que me gusta estar bien vestida.

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Alejandra: - Pero no sabía que para charlar un rato tenías que andar mostrando las tetas. (Clara
le da un cachetazo.)

Clara: - Es la última vez que me enganchás para una cosa de éstas.

Alejandra: - Yo no fui la que compré la revista.

Clara: - Pero vos organizaste todo.

Alejandra: - ¡Sí! ¡Yo fui! ¡Yo fui la guacha! ¡Yo soy la loca! Estoy cansada, Clara. No te podés
imaginar lo cansada que estoy. ¿Y sabés de qué? De tener el aburrimiento
organizado. Estoy harta, Clarita. Harta. Odio este departamento. Debemos ser las
únicas mujeres del mundo que tienen el teléfono guardado en un mueble. Por lo
menos esta semana tuvimos una excusa y lo usamos. Una excusa. Lo único que
busqué. ¿Tan tremendo es? Una excusa para arreglarnos. Para pintarnos un poco.
Cumplí cuarenta años y lo único que pido es una excusa.

Clara: - Hace tres. Que cumpliste los cuarenta, digo: hace tres años. Y no va a venir. Y sé que no
va a venir. Sabía que ni iba a venir. Y me hice ilusiones como una estúpida. Perdóname.
Tanto lío ¿para qué? ¿Sabés lo que me salieron las velas?

Alejandra: - Me quiero morir, Clarita.

Clara: - ¿Qué estás diciendo? No. No, Alejandra. Locuras no ¿eh? No me asustes. Dijiste que
nunca más ¿te acordás? ¡El ascensor! ¡Ale! ¡El ascensor! ¡Andá a fijarte!

Alejandra: - ¿Será?

Clara: - ¡Andá a fijarte! (Alejandra sale y regresa.)

Alejandra: - No. La del “F”.

Clara: - Ahora que pienso ¿no estará esperando abajo? ¿Qué le dijiste vos?

Alejandra: - Que si estaba abierto subiera.

Clara: - ¿Y le diste bien la dirección? ¿Y si la perdió?

Alejandra: - No creo.

Clara: - Bueno. No creo que venga ya ¿no?

Alejandra: - No.

Clara: - Me voy a la cama.

Alejandra: - Yo voy al baño.

Clara: - Ojo con lo que hacés. No cierres con llave. (Suena el timbre del portero eléctrico.)

Alejandra: - ¡Ahí está!

Clara: - ¿Será él?


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Alejandra: - ¿Y quién va a ser sino?

Clara: - Bueno, andá a atender.

Alejandra: - Andá vos; yo tengo que ir al baño. Me estoy meando.

Clara: - ¿Justo ahora? No, yo no voy. Vos sos la más interesada.

Timbre.

Alejandra: - ¡Dale, andá!

Clara: - ¿Y si no es él?

Alejandra: - Si no es hay que atender igual.

Clara: - Hagamos de cuenta que no hay nadie.

Alejandra: - No sea ridícula. ¿Cómo vamos a hacer eso?

Clara: - Atendé, entonces.

Alejandra: - ¿Por qué no podés atender vos, eh? ¿No ves que tengo que ir al baño?

Clara: - A vos te conoce la voz. Si atiendo yo va a pensar que se equivocó. Es un lío. (Timbre.)
¡Va a terminar yéndose!

Alejandra: - Bueno, está bien, voy. ¿Qué tal estoy?

Clara: - ¿Qué?

Alejandra: - ¿No te parece que estoy demasiado maquillada?

Clara: - Como siempre.

Alejandra: - Ay, no. Y tanto perfume. Va a pensar que soy una loca. (Timbre.) Andá a atender
vos. Yo me voy a sacar la pintura.

Clara: - ¡Ah, qué viva! Si vos vas a estar con la cara lavada yo no puedo estar así.

Alejandra: - ¡Se va a ir! ¡Ay, me meo!

Clara: - Atendé y decile que espere un poco que todavía no estamos listas.

Alejandra: - Me estoy meando.

Clara: - ¡Atendelo y después vas al baño!

Alejandra: - ¡¡Ay!!

Clara: - ¿Qué pasa?

Alejandra: - Mirá lo que me pasó.

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Clara: - Te measte.

Alejandra: - No aguantaba más.

Clara: - ¿Por qué no fuiste al baño?

Alejandra: - Mirá cómo me quedó la pollera.

Clara: - Andá a cambiarte. Yo atiendo y le digo que espere.

Alejandra: - Me va a quedar todo el olor. No, esperá, no atiendas. Voy a tener que bañarme de
nuevo.

Clara: - ¡¿Pero por qué no fuiste al baño?! Dale, apurate. No te bañes. No hay tiempo. Ponete un
poco de desodorante.

Alejandra: - Bueno, vos atendelo. Yo estoy lista en cinco minutos.

Clara: - ¿No se habrá ido ya?

Alejandra: - ¿Vos creés?

Clara: - Debió pensar que no había nadie.

Alejandra: - Si vuelve a insistir, atendelo.

Silencio.

Clara: - Parece que se fue.

Alejandra: - Todo por culpa mía.

Clara: - A cualquiera le pasa.

Alejandra: - ¡No! ¡A cualquiera no le pasa! No quiero que pienses que lo hice a propósito.

Clara: - No. ¿Por qué voy a pensar eso? ¿Dónde quedó la revista?

Alejandra: - Clara. ¿Qué vamos a hacer?

Clara: - Yo voy a fijarme qué dan por la tele.

Alejandra: - Yo me voy a cambiar.

Clara: - Ya que vas al cuarto, abrí la ventana. A ver si se ventila un poco. (Alejandra sale.)
Alejandra fue a la habitación. Abrió la ventana. Y se cayó. Fue a parar al balcón terraza del
segundo y se esguinzó el tobillo. Tiene moretones por todos lados; y le pusieron un yeso
todo acá. Los del edificio dicen que intentó suicidarse. Ella no quiere hablar del asunto.
Pero yo creo… Yo estoy segura de que fue accidental. Alejandra sería incapaz de dejarme
sola. Reescritura 1985

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