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EN LAS MANOS DEL ALFARERO

Jeremías 18: 1-6

INTRODUCCIÓN:
La alfarería es el nombre del arte que consiste en la elaboración de vasijas de barro cocido.
Las herramientas de los alfareros son sus manos, llenas de magia, que convierten el barro en
piezas hermosas: vasijas, cántaros, barriles, platos, botijos, piezas de nuestra vajilla de fiesta o
cotidiana. La alfarería es pues la técnica de utilizar las manos para dar forma a una bola de arcilla
blanda sobre una rueda giratoria, guiando y controlando la pieza a medida que el efecto de giro
de la rueda empuja la arcilla hacia arriba y hacia afuera.
El trabajo del alfarero requiere tener paciencia, resistencia física (ya que se pasan muchas horas
amasando la arcilla), buena coordinación visual, seguridad para manejar cosas delicadas,
creatividad y ser detallista como nuestro Dios lo es con cada uno de sus hijos.

1.- OIREMOS SIEMPRE LA VOZ DE DIOS Vs 1-2


 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:
El profeta Jeremías era hijo del sacerdote Hilcías, cuando era muy joven a los 20 años fue
llamado por Dios al ministerio profético y el Señor le dijo que desde antes de formarle en el
vientre de su madre le había designado para el ministerio. (Jer 1:5-10), un profeta del 7 siglo que
profetizó para el reino del Sur (Judá).
Jeremías fue un hombre íntegro que vivió incomprendido, criticado y perseguido por anunciar la
Palabra de Dios, invitaba al pueblo al arrepentimiento a cambiar su manera de vivir, pero ellos
no hacían caso y rechazaban su mensaje.
Además, anunció al pueblo la destrucción del reino de Judá que se cumplió cuando
Nabucodonosor rey de Babilonia, se apoderó del territorio y saqueó el Templo que Salomón
había construido; los objetos sagrados que se utilizaban para el culto fueron destrozados y
robados. Llevó cautivos a Babilonia a los habitantes de Jerusalén, dejando en la ciudad
solamente a los mendigos y lisiados. Sentó en el trono de Judá a su tío Sedequías.
Bajo el reinado de Sedequías, el profeta Jeremías profetizó de nuevo la destrucción total de
Jerusalén. Los nobles de la ciudad arrojaron a Jeremías a una cisterna para que muriera de
hambre y no predijera más catástrofes (Jer 38:6). Sedequías, temeroso de Dios hizo sacar a
Jeremías de la cisterna sin que nadie se enterase.
A lo largo de su vida Jeremías anunció la Nueva Alianza que Dios haría con su pueblo, una
alianza que Dios escribirá en el corazón de cada persona y que los transformaría hasta ser
hombres nuevos. (Jer 24:7)

Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.
Jeremías fue instruido por Dios para que fuera a la casa de un alfarero donde Él pudiera ilustrar
su relación con Israel. El profeta comunica una lección de la vida cotidiana que aprendió de Dios
de una manera única. Pues, Dios le dijo a Jeremías que fuera a la casa de un hombre en su pueblo
que hacía alfarería, y una vez que llegara allí, Dios le revelaría un mensaje significativo.
La alfarería fue un oficio común e importante en las culturas antiguas (4000 a.C.), de lo cual
existen muchos vestigios, así como documentos sobre esta actividad, pinturas y grabados.
El alfarero se dedica a hacer ollas, platos y otras vasijas de barro cocido. El significado literal del
término hebreo correspondiente es formador o uno que forma.
Los pasos que solía seguir el alfarero eran:
Lavar y limpiar el barro de impurezas, dejarlo en reposo y hollar el material húmedo con los pies
para hacerlo pastoso y maleable. (Isa 41:25 Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del
sol invocará mi nombre; y pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero)
A continuación, lo amasaba a mano y luego lo colocaba sobre la rueda de alfarero.
De todo ese proceso y enseñanza visual que Dios le estaba mostrando Jeremías iba a desarrollar
un profundo e impactante mensaje, no solo para el pueblo de Israel sino para nosotros hoy en la
actualidad.

2.- APRENDEREMOS UNA LECCIÓN DE VIDA Vs 3-4


Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda.
El alfarero israelita trabajaba sentado en un banco y teniendo en frente una rueda horizontal, la
antigua rueda o torno de alfarero por lo general estaba hecha de piedra (aunque algunas veces era
de madera) y consistía básicamente en un disco plano centrado de tal manera que pudiera girarlo
con los pies.
Encima de la rueda se colocaba el barro. Y mientras giraba la rueda iba con sus manos dándole a
ese barro la forma que quería.
Usualmente el alfarero mismo preparaba ese barro tratando de que tuviera la consistencia óptima
para ese tipo de trabajo. Para ello se pisaba el barro muchas veces.
El alfarero trabajaba el barro sobre su rueda, le daba forma una y otra vez y lo iba moldeando. El
barro, era sometido a la acción del torno (rueda), para que vaya tomando una consistencia más
suave, más dócil, más consistente y hasta un poco brillante por los líquidos y minerales que
contiene el barro.
El alfarero no usa cualquier material para hacer sus vasijas. El alfarero busca, selecciona el
terreno de donde va a extraer el barro que necesita. Este barro tiene que contar con las
características necesarias para que pueda ser seleccionado. Significa que el alfarero le va a poner
manos sólo si reúne con estas condiciones, o por lo menos si tiene un mínimo de lo necesario
para que él pueda trabajarla.
APLICACIÓN: El barro era el pueblo de Israel y todos nosotros que hemos sido rescatados y
escogidos por Dios. Sólo el amor de nuestro Salvador convierte en milagro el barro (1 Cor 1:28
De lo vil y menospreciado escogió Dios).
El proceso del barro en las manos del alfarero es duro pero necesario ¿A quién le gusta el
proceso de ser preparado y amasado en pureza y santidad, y que cada rato le saquen las piedritas
de pecado y las burbujitas de orgullo y de ira? ¿Quién se deleita en ser tirado en el torno y con
solidez ser centrado en la voluntad del alfarero?
¿A quién le gusta la idea de que tenga que doblar las rodillas y derramar lágrimas al ser
partícipes de los giros de la rueda de la vida que el alfarero determine?


Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija,
según le pareció mejor hacerla.
Mientras el profeta Jeremías observaba, la vasija se dañó en las manos del alfarero. Aunque hubo
fallas, Y LA VASIJA SE MALOGRÓ EN LAS MANOS DEL ALFARERO, él no se dio por
vencido. Él comenzó de nuevo, y remodeló el barro hasta que se convirtió en una vasija perfecta
que lo complaciera.
El alfarero transformó ese barro que no tenía valor alguno en una verdadera obra de arte, único,
útil y muy valioso.
El profeta Jeremías percibió que la primera vasija de barro en el taller del alfarero se echó a
perder, no fue por error de parte del alfarero, sino por la naturaleza del mismo barro. Esta
representación se refiere a su Pueblo Israel que él formó con mucho amor lo libertó de la
esclavitud, en cada proceso Dios estuvo con ellos mediante la columna de nube y fuego en el
desierto, pero aun así su corazón se alejó de Jehová e iban en pos de dioses paganos,
desobedeciendo y deshonrando a su Creador.
APLICACIÓN: En la infinita misericordia de Dios el no quiso desechar a su pueblo, sino que
volvió a tratar con ellos a través de las duras pruebas (exilio) para que el corazón del pueblo
volviera al único Dios real y verdadero. Así también nuestro Padre Santo no nos desecha, sino
que tiene paciencia y su gran amor está OBRANDO CON NOSOTROS, Y EN NOSOTROS
formándonos y moldeándonos a su voluntad.
Todo lo que nuestro alfarero hace con nosotros, se siente fuertemente, duele, causa heridas, pero
todo es necesario para que nosotros como vasijas de barro seamos elaboradas como Él quiere.
3.- RECONCERÉMOS NUESTRA CONDICIÓN Vs 5-6

Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que
como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
Fue por Palabra de Dios que el profeta Jeremías fue a casa del alfarero. Una vez en el taller del alfarero
recibió el mensaje de la Palabra de Dios, mensaje que luego comunicó a la casa de Israel (Judá).
Dios estaba haciendo recordar a su pueblo que, como alfarero, Él tomó el barro y formó al hombre. En
Génesis 2: 7 nos dice: Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su
nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente.
El profeta Isaías también nos dice en el capítulo 64:8 Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre;
nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.
Dios es soberano. El alfarero tiene un poder absoluto e ilimitado sobre el barro.
Ninguna clase de barro puede detener al Alfarero, o resistir Su voluntad; nadie puede decirle que
no o alterar Sus planes en nuestras vidas. El barro no le puede contestar ni discutir con El. No
puede hacer nada. Solo puede rendirse a las manos del alfarero.
El profeta Jeremías muestra una imagen muy gráfica de la soberanía de Dios. El hombre, el barro
sobre la rueda del alfarero, y Dios, el alfarero.
Nuestro alfarero Dios Todopoderoso cuya voluntad y designios son incuestionables. En el N. T
Dijo el apóstol Pablo en Romanos 9:20-21: ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: «Por qué me
has hecho así»? 21¿Acaso no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma
masa un vaso para honra y otro para deshonra?
Jesucristo es nuestro alfarero, podemos ver sus pies trabajando con los pedales, haciendo girar la
rueda (vida, prueba). Vemos sus manos que hábilmente, artísticamente, con tanta atención y
delicadeza y amor, trabaja con el barro (nosotros). Y al observarlo, vemos que aquellos pies
tienen heridas de clavos en ellos, igual que en sus manos.
En el Evangelio de Mateo, según leemos en 27:3-10, Judas arrepentido devolvió las treinta
piezas de plata y se ahorcó. Como ese dinero no podía ser echado en las ofrendas, los principales
sacerdotes compraron el campo del alfarero (Antes del uso como cementerio de extranjeros,
pobres había sido un sitio donde los alfareros recolectaban arcilla de color rojo intenso de alta
calidad para la producción de cerámica, de ahí el nombre de campo de alfareros., que pasó a
llamarse "campo de sangre". Ellos probablemente no sabían lo que estaban haciendo cuando lo
llamaron "campo de sangre", pero nosotros no debemos pasar por alto este detalle. Nuestro Señor
Jesucristo derramó Su sangre preciosa para que en sus manos nuestros trozos rotos
(consecuencia del pecado) fuéramos puestos nuevamente en Su rueda del alfarero para hacernos
vasos nuevos de honra para su gloria.
2 Cor 4: 7-9 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios, y no de nosotros,
8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;

CONCLUSIONES:
Nuestro alfarero está trabajando en nuestras vidas así que:
• Cuando sintamos sus manos alrededor de nosotros, presionándonos para hacernos más
simétricos y equilibrados, agradezcamos y alabemos su Nombre.
• Cuando sintamos sobre nuestras vidas los hilos y los alambres de Dios que nos cortan y nos
quitan de donde ya no debemos de estar, adoremos a Dios.
• Cuando sintamos sobre nuestro carácter, nuestras actitudes y nuestro comportamiento, los
cuchillos de Dios que nos raspan y nos liman para que seamos más limpios y pulidos
bendigamos su grandeza.
• Cuando sintamos sobre nosotros las herramientas filudas que Dios usa para marcarnos,
decorarnos y adornarnos seamos agradecidos por su amor, gracia y bondad.

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