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Observen la bondad de la Providencia al levantar a José para salvar del hambre a la casa de Israel,
y aún a todas las personas de Egipto y alrededores, y compárenlo con la grandeza de la gracia
soberana que levantó a Jesús para salvar a su pueblo y ser salvación de Dios hasta los fines de la
tierra.
José había llenado de antemano los vastos graneros, y nuestro texto nos muestra cómo usó sus
depósitos: «José abrió todos los graneros.» ¡Cuánto más ha sido hecho por Jesús! ¡Y qué privilegio
es ser participantes de su gracia!
1. El fue el que inventó aquel recurso de los grandes graneros, y era la persona señalada
para controlarlos (versículos 33 a 36 y 38).
1. Para este propósito los había llenado. La gracia de Dios es para ser usada.
3. Los mantuvo abiertos mientras duró el hambre. Nunca fueron cerrados mientras
hubiera cerca un necesitado que lo requiriera.
a. Al rey de Egipto sólo se podía ir por medio de José (vers. 55). Así es con Jesús (Juan
14:6).
b. El rey ordenó que todos obedeciesen a José (vers. 56) (Juan 5:23).
c. En todo el país nadie podía abrir los graneros excepto José (Juan 3:35).
Sin embargo, José vendía el alimento; mientras que Jesús da sin dinero ni precio, pues lo ha
pagado con el precio de su sangre. ¿No acudirías a Él para obtener el pan celestial?
JESÚS ES SUFICIENTE
William Bridge dice: «Hay suficiencia en Jesús para satisfacer a todos nosotros. Si dos, seis o veinte
personas sedientas fueran a beber de una botella, mientras el uno bebe el otro tendría ansiosa
envidia, pensando que quizá no habría suficiente para él; pero si un centenar de sedientos va a un
río, mientras uno bebe el otro no siente ninguna envidia ni ansia, porque hay suficiente para
todos.»
Así como Jesús lo entregó todo por nosotros, también nosotros debemos estar preparados para
“abrir nuestros graneros” y entregar a nuestro prójimo lo que el Señor ha puesto en nuestras
vidas, sean talentos, dones espirituales, frutos, bendiciones espirituales o materiales, etc.
Debemos estar preparados para abrir nuestros graneros que representan a nuestra vida y
entregarlo todo, nuestra vida entera (sin escatimar nada) para el beneficio del reino de Dios.
CONCLUSIÓN
1- Tú eres la persona apta y llamada por Dios para edificar y llenar esos graneros de tu
corazón que sirvan de bendición a muchos.
2- Necesitas usar (no solo acumular) y disponer con eficacia lo que Dios te ha entregado,
pues así como te lo entregó te va a demandar.
3- Nuestro dar debe ser sin acepción de personas, no mirando familiaridad, ni raza, ni
condición, sino por obediencia al mandato del Señor. (Jn 13:34-35)
Esto debe ser desarrollado en nuestro servicio dentro de la iglesia, teniendo a nuestro
gran ejemplo que es Jesús. (Rom 8:32)