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«No hay palabras lo bastante elocuentes para exponer cuán necesario, útil y
provechoso ejercicio es orar al Señor» (Juan Calvino).[1]
No hay un día en el cual él no dedique por lo menos tres horas, las más
adecuadas para trabajar, a la oración. En una ocasión tuve la fortuna de escuchar
su oración. Buen Dios, ¡qué fe transmitían sus palabras! Él habla con la gran
reverencia de alguien que habla con su Dios y con la confianza y esperanza de
alguien que habla con su padre y amigo.[3]
Conclusión
Estudiando la vida y enseñanza de los reformadores concluimos que nuestra
comprensión de las doctrinas de la gracia debería llevarnos constantemente al
trono de la gracia, a una profunda comunión con nuestro Dios y Salvador.
https://sdejesucristo.org/la-reforma-y-la-oracion-accediendo-a-dios-por-medio-de-cristo/