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I. INTRODUCCIÓN
En los últimos años, Bolivia enfrentó, y aún enfrenta, una serie de retos en sus esferas económica
política y social. Dichos retos se complementan con una serie de reformas a lo largo de las últimas dos
décadas. Los cambios llevados a cabo tienen una fuerte esencia en el surgimiento de la Nueva
Constitución Política del Estado promulgada en el año 2009. Pese a los estudios que se pudieron ver
respecto a la Carta Magna y a los sucesos en torno a ella. Un aspecto mediante la cual la Constitución
boliviana podría considerarse como débil es probablemente lo que respecta a la definición de la Seguridad
Interior y a las instituciones encargadas de garantizarla. Además de ello, la aparición de problemáticas
como el narcotráfico, la creciente inseguridad ciudadana, la violencia contra la mujer y los grupos
poblacionales vulnerables, la delincuencia organizada y sumándole a ello, la poca credibilidad de las
instituciones encargadas de brindar seguridad a los ciudadanos, hace necesario pensar en una serie de
reformas que permitan el combate de esos males.
Dicha política no puede llevarse a cabo sin una propuesta que permita una serie de reformas, que, a la
vez, no derive en mal interpretaciones que deriven que ambigüedades y se establezcan políticas
contraproducentes que en lugar de garantizar la Seguridad Interna, sean mecanismos de persecución y
abusos por parte de las autoridades de seguridad hacia la ciudadanía.
Para ello, nos permitimos hacer una revisión de la normativa para proyectar una propuesta de un
Sistema de Seguridad Interna del Estado Plurinacional de Bolivia. En ese aspecto, en primer lugar,
daremos una revisión de la problemática en cuestión, realizando una reseña de la situación de la seguridad
interna en los diferentes países de América del Sur y Bolivia, su normativa e institucionalidad;
posteriormente veremos las principales problemáticas legales que acarrea esta problemática que permita
proyectar nuestra propuesta. En segundo lugar plasmaremos el marco teórico por medio del cuál
deseamos plasmar nuestra propuesta. Posterior a ello, deseamos mostrar nuestras propuesta y su
estructura y las recomendaciones con respecto a la misma. Gran parte de este trabajo esta respaldado con
anexos que permiten complementar y consolidar nuestros argumentos.
Entendemos por Seguridad Interior, al marco constitucional, jurídico e institucional que forma parte
de la seguridad interna de un Estado y de sus habitantes. En su forma básica podríamos indicar que el
Régimen de Seguridad Interior consiste en una fuerza de orden policial y en la entidad encargada de ello,
en el caso que nos atañe, lo que se conoce como Ministerio del Interior, de Gobierno, de Seguridad, etc.
También, cabe indicar que el concepto de por sí padece de una ambigüedad que puede llegar a dar malas
interpretaciones por parte de los gobiernos. Ello se debe a la confusión entre la seguridad nacional y la
seguridad interior; dicha confusión, puede generar una gran problemática que puede ser utilizada para la
persecución más que para brindar seguridad a la población, algo que es una obligación constitucional de
cada uno de los países; ello implica varias acciones como la combinación de las fuerzas policiales y
militares, la declaratoria innecesaria de estados de excepción entre otros 1.
Podríamos afirmar que ese marco nació casi en conjunto con las nacientes repúblicas independizadas
durante el siglo XIX. Sin embargo, ese marco tuvo modificaciones a lo largo del tiempo e incluso llegó a
adaptarse a las realidades vividas o el marco constitucional por cada país a lo largo del tiempo; ello
implica similitudes, y diferencias, en cada país sudamericano, variando su marco institucional y de fuerza
pública (ver Anexo 1). Así podemos citar ejemplos de Seguridad Interior en los cuales las fuerzas
coercitivas del Estado son más institucionalizadas, pero al mismo tiempo cometen diversos casos de
abuso policial2. En otro aspecto podemos citar casos de combinación de la fuerza policial con la de las
fuerzas armadas de cada país, como podría ser el caso de la conocida Guardia Nacional Bolivariana en
Venezuela.
Como lo mencionamos, la Seguridad Interior boliviana prácticamente nace con la propia república
con la creación de la policía nacional en 1826 bajo la jurisdicción del Ministerio de Estado (denominación
con que conocemos al Ministerio de Gobierno). A ello debemos agregar la creación de otras entidades
que cumplían la misma función como los carabineros.
Ese grupo llegó a participar en la revolución nacional de 1952 de parte de los insurrectos
enfrentándose directamente a las Fuerzas Armadas siendo fundamental en el triunfo de los
revolucionarios sobre todo en el área urbana de la paz durante las jornadas de abril. También, cabe indicar
que la participación del otrora conocido Ministerio del Interior fue también partícipe en los procesos
1
Al respecto llegamos a conocer un análisis de la ambigüedad de ese concepto realizado para el caso mexicano
respecto a la Ley de Seguridad Interior del país por parte de Marcos Pablo Moloeznik en la Revista IUS (2019)
2
Como ejemplo, existen dos casos recientes en América Latina que comprueban ese aspecto: En primer lugar
podemos citar el caso del ciudadano colombiano Javier Ordoñez, que fue asesinado por dos oficiales el 9 de
septiembre de 2020, cuyo hecho provocó la indignación de la población provocando disturbios en diferentes
ciudades provocando la muerte de otras 13 personas. Por otro lado, se cita el caso de la crisis política del Perú
producto de la vacancia presidencial, cuyas protestas derivaron en la muerte de 2 protestantes y en la renuncia del
presidente interino en noviembre del mismo año.
dictatoriales, de las que sobresale la tristemente célebre figura de Luis Arce Gómez en la década de los
años 80.
Con la ascensión del gobierno del MAS en el año 2006, la institución policial cambia de nombre de
Policía Nacional a Policía Boliviana, pese a la inconstitucional de dicho procedimiento, se cambia el
nombre de diferentes unidades policiales y se incorporaron otras, que, si bien su objetivo es afianzar la
Seguridad Interior en el Estado, no llegan a cumplir a cabalidad su función llegando a estar siempre en el
ojo de la tormenta cuando salen a la luz hechos criminales en la prensa nacional. A ello debemos agregar
el cambio de constitución en el año 2009, mediante el cual se llega a oficializar el cambio de nombre de la
institución policial, pero al mismo tiempo, no logra cambiar la esencia de sus funciones en comparación
con la anterior carta magna (Ver Anexo 2).
Otro caso de la participación policial en sucesos históricos, no exenta de polémicas, son los tres
amotinamientos en 2003, 2012 y 2019. Dichas acciones, pese a cualquier implicación que pudieran tener,
terminan poniendo en riesgo la propia Seguridad Interior y la estabilidad política de un país tan poco
institucionalizado y económicamente desarrollado como el nuestro. Ello puede deberse a diversos
factores, políticos, económicos y sociales.
Por lo anteriormente visto, queremos resaltar: en primer lugar, como se debe notar, la expresión de
“Seguridad Interior” no está explícita en el marco constitucional y su alcance y aplicación pueden llegar
tener ambigüedades; en segundo, ante esa limitación debemos llegar a entender a la Policía Boliviana y al
Ministerio de Gobierno como las máximas expresiones de la Seguridad Interior dentro el Estado
Plurinacional; y en tercer lugar, las dos anteriores nos debe llevar a analizar sus principales características
que nos permita plantear, una reforma parcial o total que permita consolidad una política de Seguridad
Interior verdadera que confluya con los parámetros constitucionales y legales vigentes.
Así, queremos establecer una propuesta de un Sistema de Seguridad Interna que cumpla los siguientes
objetivos. En primer lugar, eliminar la ambigüedad entre la Seguridad Interna y la Seguridad Nacional
para lograr una mejor cohesión entre la ciudadanía y las instituciones encargadas de la seguridad interna
en el territorio del Estado Plurinacional de Bolivia. En segundo lugar, establecer un sistema de Seguridad
Integral que permita el mejoramiento de las fuerzas del orden público y que permita el crecimiento de su
credibilidad ante la sociedad, y sobre todo, evitar disputas de carácter sectorial que provoquen
insubordinación, amotinamientos y actos de corrupción. En tercer lugar, potenciar el papel de las
entidades encargadas de la lucha contra los principales males que aquejan a la sociedad como ser el
narcotráfico, la delincuencia organizada, la violencia contra la mujer y las poblaciones vulnerables entre
otros.
Para establecer un marco de Seguridad Interior del Estado Plurinacional, debemos regirnos por medio de
los siguientes parámetros legales:
IV. PROPUESTA
La Implementación de este modelo de sistema, podría darse a partir de la promulgación de una ley y su
inmediata reglamentación. Para ello es necesaria la elaboración de dicha ley sobre la base de un consenso
político que evite la ambigüedad citada en el planteamiento del problema, además de las partes
integrantes del proceso, con la excepción de los privados de libertad. Ello podría plantear la elaboración
de un cronograma cuyo seguimiento y cumplimiento debería darse por parte de organizaciones
independientes que supervisen las mismas.
V. CONCLUSIONES
Acorde a lo visto, se pudo ver que, en el marco constitucional e institucional boliviano, existe una
falencia para definir la Seguridad Interior en el Estado Plurinacional. Dicha dificultad, puede caer en una
ambigüedad que de malas interpretaciones que deriven en situaciones de violación a los derechos
fundamentales de cualquier ciudadano, en lugar de garantizar su protección y lograr vivir plenamente a
partir del gozo de sus principales derechos y deberes constitucionales. Además, llegamos a conocer que
este problema no solamente es propio de nuestra realidad, sino también regional con las particularidades
de cada país.
A esta problemática, debemos añadir la débil situación a la cual se encuentran las principales instituciones
que deberían garantizar precisamente la Seguridad Interior del País. Esa situación derivo en una serie de
sucesos que comprometieron, y podrían a llegar a comprometer la propia estabilidad del país en un
mediano y largo plazo, por parte de las mismas fuerzas que debían garantizar su seguridad y
cumplimiento del orden constitucional establecido, más allá de las reivindicaciones o posiciones políticas
que implica ello. Además percibimos que el tema de la seguridad es un problema vigente en nuestra
sociedad, tanto para nuestro cotidiano como para la clase política.
En vista a esta situación, proponemos la implementación de un nuevo marco jurídico que logra la
implementación de un Sistema de Seguridad Interior del Estado Plurinacional. Ese plan consiste en la
reestructuración institucional de la Policía Boliviana y del Ministerio de Gobierno, además de la creación
de nuevas entidades destinadas a afianzar la consolidación del sistema bajo parámetros que no
comprometan la esencia de la constitución y de las principales leyes.
El cumplimiento de esta propuesta dependería de varios factores, sobre todo de la voluntad de la clase
política de y de los sectores de la sociedad en cuestión.
VI. RECOMENDACION
ANEXO 1
ANEXO 2
ANEXO 3
ANEXO 4
En lo que a la sensación de inseguridad se refiere, cuando se preguntó: “Hablando del lugar o barrio
donde usted vive y pensando en la posibilidad de ser víctima de un asalto o robo, ¿usted se siente muy
seguro, algo seguro, algo inseguro o muy inseguro?”, más de la mitad de las personas (65,9 por
ciento) afirmaron que se sienten algo o muy inseguras, algo seguras, 27,6 por ciento, y muy seguras 6,6
por ciento.
En Cochabamba, llega apenas al 4,8 por ciento, por debajo del promedio nacional (6,6 por ciento) el
porcentaje de quienes afirman sentirse “muy seguros”. En el otro extremo, esa cifra llega en Santa Cruz
a 7,5 por ciento. Sin embargo, es en esa ciudad donde es mayor la cantidad de gente que afirmó sentirse
“muy insegura”.
Santa Cruz aparece como la ciudad en la que menos gente (30,2 por ciento) fue directamente afectada
por alguna forma de inseguridad ciudadana, porcentaje que en La Paz se eleva a 38,2 por ciento.
Para evaluar el nivel de confianza de la gente en la justicia, se preguntó: “Si usted fuera víctima de un
robo o asalto, ¿cuánto confiaría que el sistema judicial castigue al culpable? Confiaría… mucho, algo,
poco, o nada?”, como promedio nacional, 42 por ciento de las personas afirmó que no confiaría nada,
33,2 por ciento, un poco. Cochabamba, con 46,2 que no confía nada y 32,9 que confía poco, aparece
como la ciudad con mayor nivel de desconfianza en el sistema judicial. En La Paz, en cambio, es donde
más gente (12,0 por ciento), afirmó que confía “mucho” en la labor del sistema judicial.
El grado de confianza en la labor policial fue puesto a consideración de las personas encuestadas a
través de una reciente experiencia. Se interrogó: “Pensando en el asalto que hubo a una joyería en Santa
Cruz, ¿usted piensa que la policía… hizo lo que tenía que hacer, actuó en forma muy precipitada o fue
muy irresponsable?”, a lo que sólo un 28,5 por ciento expresó una opinión favorable a la actuación
policial, mientras que 37,2 por ciento la juzgó negativamente como “muy precipitada” y “muy
irresponsable”, 34,3 por ciento. Cochabamba, una vez más, se destaca como la ciudad en la que más
duramente se juzga la labor de las instituciones, en este caso de la Policía Boliviana.
Como directa consecuencia de las anteriores percepciones, más de la mitad de la población de las tres
principales ciudades del país (53 por ciento) afirmó que quisiera tener un arma de fuego para su
protección. La Paz, con 58,6 por ciento, aparece como la ciudad más proclive a recurrir al uso de las
armas, mientras que en Cochabamba sólo 46,6 por ciento se manifestó favorable a esa posibilidad.
En lo que a los lugares más inseguros se refiere, casi la mitad de las personas encuestadas (49,2 por
ciento) identificó a su su entorno más inmediato –su hogar y su barrio– como los lugares donde fueron
víctimas de algún acto delincuencial. Cochabamba es la ciudad donde es mayor la cantidad de gente
(21,4 por ciento) que identificó a su propio hogar como un lugar inseguro. En el otro extremo, sólo 13,3
por ciento de la gente encuestada en La Paz hizo esa afirmación.
En Santa Cruz, en cambio, en su propio municipio, pero más allá de su barrio, es donde la mayor parte
de las personas fueron víctimas de la delincuencia. Esa opción fue la señalada por 27,6 por ciento de
quienes viven en la región metropolitana de Cochabamba.
Más de la mitad de la población, 53%, afirmó que quisiera tener un arma de fuego para su protección
Actos delincuenciales relativamente poco violentos, (robo sin arma sin agresión o amenaza física),
fueron los más comunes en las tres ciudades en las que se aplicó la encuesta. Cochabamba es donde más
gente (42,5 por ciento) dijo haber tenido una experiencia de este tipo, ligeramente por encima del
promedio nacional, que es de 38 por ciento.
La segunda figura delictiva más mencionada fue la de “robo sin arma con agresión o amenaza física”, la
que fue señalada por 17,2 por ciento de las personas. La Paz, con con 20,1 por ciento de las menciones,
aparece como la ciudad más afecada por esta forma de robo.
Santa Cruz, en cambio, aparece como la ciudad donde más gente afirmó haber sido víctima por “robos a
la casa. los ladrones se metieron a la casa mientras no había nadie”. En La Paz, en cambio, sólo 7,6 por
ciento de las personas afirmó haber sido víctima de esa forma de robo.
La violencia sexual, identificada en la encuesta como “Violencia o asalto sexual”, fue señalada por 2,8
por ciento de las personas en La Paz. En Santa Cruz y Cochabamba, ninguna de las personas
encuestadas afirmó haber sido víctima de ese delito.
Es también en La Paz donde más gente dijo haber sufrido “extorsión y chantaje” (11,8 por ciento),
figura delictiva menos común en Cochabamba (7,5 por ciento).
ANÁLISIS
Inseguridad y desconfianza
La inseguridad ciudadana es un problema creciente a escala mundial y nacional. Dura realidad con la
cual nos relacionamos de forma cotidiana tanto por el bombardeo mediático –generalista y de crónica
roja– como en muchos casos, de forma vivencial; siendo el caso más frecuente el de hurtos y robos.
Los resultados preliminares de la encuesta del Foro Regional (2017) en las principales regiones
metropolitanas del país (Cochabamba, La Paz y Santa Cruz) nos muestran que entre personas que fueron
víctimas de algún acto de inseguridad ciudadana en los últimos doce meses, el 38 por ciento de los
casos sufrieron hurtos, robos sin arma; es decir, sin agresión ni amenaza física.
En una sociedad regida por un estado de derecho, se espera que los casos delincuenciales sean
castigados por medio del sistema judicial y no queden impunes, determinando que el sentimiento de
vulnerabilidad de la población sea menor y se sienta protegida por las instituciones designadas a esa
función. Esto se pone en duda cada vez más. Cuando se preguntó: “Si usted fuera víctima de un robo o
asalto ¿cuánto confiaría que el sistema judicial castigue al culpable?”, el 41,7 por ciento respondió que
no confía nada en que se castigue al culpable. Esta sensación de impunidad permite explicar que el 52,6
por ciento quiera tener un arma de fuego para su protección.
El sentimiento de vulnerabilidad no sólo es frente el sistema judicial. En esta ronda del Foro se preguntó
sobre la percepción ciudadana sobre forma en la que actuó la policía en el caso del reciente y trágico
atraco en Santa Cruz, como respuesta se tuvo que el 32 por ciento piensa que la policía actuó de forma
muy irresponsable y el 35 por ciento que actuó de forma muy precipitada, mostrando un claro rechazo a
la actuación policial.
Es pertinente analizar cómo el hecho social de la inseguridad nos pone en una posición de guerra.
ANEXO 5
CAPÍTULO V
MINISTERIO DE GOBIERNO
II. El Ministerio de Gobierno, contará además con las siguientes Direcciones Generales: • Dirección
General de Migración • Dirección General de Régimen Penitenciario • Dirección General de Registro,
Control y Administración de Bienes Incautados • Dirección General de Recaudaciones
VIII. BIBLIOGRAFÍA
Estado Plurinacional de Bolivia, (2009), Constitución Política del Estado, Vicepresidencia del Estado, La
Paz.
Estado Plurinacional de Bolivia, (2009), Decreto Supremo N° 29894 de la Estructura Organizativa del
Órgano Ejecutivo, La Paz.
Marcos Pablo Moloeznik, (2019) Seguridad interior, un concepto ambiguo. Revista IUS, vol. 13, N°44,
Puebla México
IX. WEBGRAFIA
www.oep.gob.org/eleccionesgenerales2020
www.lostiempos.com
www.elespectador.com
www.tvperú.com