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ENSAYO LA CRISIS DE LA SEGURIDAD PUBLICA EN MEXICO

Hablar de la crisis de la Seguridad Pública en México, es sin duda hablar de un tema


bastante amplio y complejo para muchos ciudadanos, sin embargo para nosotros
los estudiosos del Derecho es una obligación fundamental, debemos desentrañar y
analizar el tema de manera oportuna y de acuerdo a los tópicos vistos durante la
clase, esto, con la única finalidad de desentrañar y analizar el problema realizando
una propuesta fiable para la ciudadanía mexicana; es por ello que comenzaremos
este ensayo analizando la situación federal, que de acuerdo a las cifras y datos del
gobierno federal la inseguridad en nuestro País se manifiesta de dos formas, la
primera es la inseguridad que vive la población, afectada por el aumento de los
delitos, y el auge del narcotráfico, que se explica por la incorporación de México a
la ruta de la cocaína proveniente de Colombia con destino a Estados Unidos, Esto
se manifiesta diariamente en una creciente violencia, concentrada en los
enfrentamientos entre organizaciones criminales y entre estas y las fuerzas de
seguridad así mismo yo considero que la crisis de seguridad también está
relacionada con el gran número de personas desaparecidas en el país, ya que es
un delito que afecta directamente al seno familiar, lo que a largo plazo fomenta el
surgimiento de nuevos delitos, de otra índole pues considero a la familia como el
pilar principal de la sociedad, y que; de esta misma dependen los valores que se
inculcan a sus miembros los cuales son reflejados al interactuar con los demás
miembros de la sociedad, ahora bien la incidencia delictiva en México ha ido en
aumento en los últimos años, pues según los datos obtenidos al consultar al
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública los cuales han
sido actualizados al día 20 de septiembre de este año, nos indican que Las cifras
de incidencia delictiva se refieren a la ocurrencia de presuntos delitos registrados
en carpetas de investigación iniciadas en las Agencias del Ministerio Público de la
Federación y reportadas por la Fiscalía General de la República, instancia
responsable de la veracidad y actualización de las cifras han ido en aumento y en
términos del artículo 12, fracción XII, del Reglamento del Secretariado Ejecutivo del
Sistema Nacional de Seguridad Pública, el objetivo de los datos que se presentan
es para contribuir a analizar la incidencia criminológica y, en general, la problemática
de seguridad pública en los ámbitos federal y local. Ahora bien, hablemos lo que
desde hace más de una década se ha considerado por muchos estudios de la
seguridad pública, así como críticos en materia de seguridad pública y la misma
oposición al gobierno de aquel entonces pues desde fines de 2008, han comenzado
a difundirse afirmaciones de académicos, militares estadounidenses e incluso de la
CIA indicando que México es un «Estado fallido», fracasado, al borde del caos. En
todos los casos, se da a entender que el gobierno pierde el control de la situación,
las mafias del crimen organizado se apoderan del Estado a través de la corrupción
y la población se siente cada vez más desprotegida, pierde la confianza en la
justicia, la policía y los gobernantes y recurre a la autoprotección. En realidad, estas
percepciones se explican por el incremento desmesurado de las ejecuciones por
parte de los narcotraficantes, que superaron las 6.000 en 2008, así como por la
reaparición trágica de los secuestros de alto impacto, dos de las cuales afectaron
profundamente el sentimiento de los mexicanos: el de Fernando Martí, un joven de
14 años secuestrado y asesinado cuyo padre, el empresario Alejandro Martí, creó
una organización civil de lucha contra la inseguridad; quien hasta este año 2022 aun
siguen en búsqueda y prosecución de sus secuestradores, y el de Silvia Vargas, de
18 años, también secuestrada y asesinada, hija del empresario Nelson Vargas. A
esto se suman los escándalos provocados por las capturas por narco corrupción de
algunos de los máximos responsables de combatir el crimen organizado de la
entonces Procuraduría General de la República (PGR), la Interpol México y la
Secretaría de Seguridad Pública (SSP), además de los asesinatos de ciudadanos
extranjeros para robarles el dinero tras su ingreso al país. En general, los analistas
mexicanos coinciden en que México no es un Estado fracasado, aunque algunas de
sus instituciones sí lo son. Básicamente, las encargadas de la seguridad pública y
del combate contra el crimen organizado. El último recurso de un Estado ante una
situación de esta gravedad, recurrir a las fuerzas militares, ya comenzó a llevarse a
la práctica. Se podría afirmar, entonces, que se trata de un Estado solo parcialmente
fallido, en la medida en que el fracaso se concentra en las estructuras de seguridad,
inteligencia, policiales y de justicia para combatir el narcotráfico. Una de las razones
que explican esta grave situación es que la transición a la democracia en México,
desde fines de los 80 hasta inicios de los 90, no contempló como parte de la reforma
del Estado la transformación de los sistemas de seguridad pública, justicia, defensa
e inteligencia. Hoy ese déficit se refleja en la crisis de seguridad, que afecta a la
democracia en la medida en que ya golpea la gobernabilidad y estabilidad social y
política. El crimen organizado, que antes era un poder paralelo y oculto, ha ampliado
su radio de acción, con una descarnada lucha de poder entre los carteles, y se ha
lanzado a la ofensiva contra el Estado y la sociedad. Y si hablamos de que la
inseguridad está contra la democracia podemos decir que la inseguridad se vive con
distinta intensidad según el estado y el grupo social al que se pertenezca. Los
graves problemas socioeconómicos que arrastra el país repercuten en la seguridad
y la gobernabilidad: por ejemplo, la emigración masiva de población hacia Estados
Unidos incluye la trata de personas, una actividad de crimen organizado que, a su
vez, repercute en las violaciones de los derechos humanos de los migrantes. Al
mismo tiempo, crece la transnacionalización del crimen, por ejemplo el tráfico de
armas desde EEUU o la emergencia del fenómeno de las maras, que provienen de
América Central y California. La transición a la democracia generó cambios de
distinta profundidad en las estructuras del Estado. En el caso de la seguridad, la
defensa y la justicia, hay notables inconsistencias, contradicciones e incluso
elementos que impiden la reforma de ciertas estructuras. No es posible, por ejemplo,
guardar en la gaveta de pendientes la reforma de los sistemas de justicia, más allá
de las reformas legales implementadas. Tampoco se ha avanzado en la reforma de
las estructuras de defensa (ninguna fuerza política ha incluido este tema en su
agenda) ni en la profesionalización de los servicios de inteligencia (se afirma que no
están adoctrinados y entrenados para combatir el crimen organizado). Asimismo,
persiste la herencia de un pasado caciquil y semi feudal de muchas estructuras de
poder, principalmente en las zonas rurales, pero también, por ejemplo, en los
sindicatos. Finalmente, hay que mencionar la reforma de las estructuras policiales.
Hoy coexisten en México más de 1.600 corporaciones policiales (federales,
estatales y municipales) bajo un sistema legal que genera atomización, falta de
profesionalidad y corrupción. Todo esto, por supuesto, facilita su penetración por
parte de las fuerzas del crimen organizado. En otras palabras, hay democracia, pero
su calidad es precaria. Por ello, la gobernabilidad democrática en México es débil y
el crimen organizado tiene una alta capacidad de penetración en las estructuras
gubernamentales a través de la corrupción. Este fenómeno se produce en el poder
político –federal, estatal y local– y, en menor medida, en las Fuerzas Armadas y en
los servicios de inteligencia. La pregunta clave en esta etapa de transición es:
¿cómo construir instituciones para garantizar el Estado de derecho, fortalecer y
profesionalizar a los organismos de seguridad y lograr una gobernabilidad
sustentable? Y si bien es cierto que hablamos de la crisis de la seguridad pública
en México también es real que existe una influencia fundamental de los Estados
Unidos en las políticas públicas encaminadas a la seguridad de nuestro país, pues,
uno de los principales elementos que define la política de seguridad de México es
la situación creada tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. En
la década de 1990, la relación México-EEUU pasó sin grandes tensiones del
esquema de la Guerra Fría al de la Posguerra Fría, y el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN) fue el motor de ese ajuste. A partir de los atentados,
la tensión en las relaciones internacionales afectó a México en forma directa. En la
confusión reinante en los momentos posteriores a los ataques, se especuló con que
los terroristas habían ingresado por las fronteras terrestres de Canadá o de México.
En forma abrupta, México, al igual que la gran mayoría de los países del mundo, se
vio obligado a responder a las demandas estadounidenses de seguridad. Sin
embargo, por su condición de vecino, fue, junto con Canadá, uno de los primeros
países en ser requeridos para cooperar contra el terrorismo. La estrategia
estadounidense abarcó dos frentes: la protección de la patria (homeland security) y
la estrategia de acción preventiva contra el terrorismo (preemptive action). Para el
primer punto, la colaboración de México y Canadá era vital, por lo que muy
rápidamente se firmaron los acuerdos gubernamentales de fronteras inteligentes,
con Canadá en diciembre de 2001 y con México en marzo de 2002. En México, no
se produjeron grandes cuestionamientos al nuevo esquema de seguridad firmado
con EEUU. Por el contrario, las críticas se concentraron en la política internacional
estadounidense: México no respaldó el esfuerzo diplomático de Washington para
involucrar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la guerra contra el
terrorismo, lo que generó una situación de fricción entre ambos gobiernos. En otras
palabras, el gobierno de México, en las relaciones con su vecino del Norte, dividió
la labor de sus secretarios de Estado. Desde el 11 de septiembre, la Secretaría de
Gobernación, la Procuraduría General y los sistemas de inteligencia desarrollaron
una fuerte cooperación con sus contrapartes estadounidenses. Pero al mismo
tiempo se produjo una notable diferencia –y hasta una tensión abierta– con la
Secretaría de Relaciones Exteriores, por su oposición a la estrategia contra el
terrorismo de EEUU y al esfuerzo por derrocar a Saddam Hussein en Iraq; tampoco
se vio con agrado la creación del Comando Norte de Estados Unidos en 2002. Esta
aparente contradicción en las políticas de México ante EEUU fue resultado de un
debate en el seno de las elites mexicanas, divididas a grandes rasgos en dos
sectores: los nacionalistas y los globalistas. Los primeros están a favor de una
mayor independencia respecto de EEUU, mientras que los segundos se muestran
proclives a impulsar cualquier iniciativa de cooperación internacional y defienden un
estrechamiento de las relaciones con Washington. Esta tensión se refleja en varios
puntos. Por ejemplo, los nacionalistas se oponen a la salida de tropas al exterior,
mientras que los globalistas apoyan la participación de las Fuerzas Armadas en
operaciones de paz y acciones cooperativas de seguridad hemisférica. En este
caso, las Fuerzas Armadas parecen más proclives a mantener una distancia en
relación con EEUU y la ONU. Así, el principal acuerdo de cooperación en materia
de seguridad entre ambos países se centra en el intercambio de inteligencia,
entrenamiento de policías –y, en menor medida, militares– y refuerzo del sistema
de justicia en México. Si bien estos programas comenzaron a implementarse
gradualmente desde la década de 1990, cuando se conformó un Grupo de Contacto
de Alto Nivel (GCAN), dieron un salto importante tras los ataques del 11 de
septiembre. Poco después de los atentados, como ya se señaló, se firmaron los
acuerdos de fronteras inteligentes. En 2005, estos acuerdos se institucionalizaron
mediante la creación de la Alianza por la Prosperidad y la Seguridad de América del
Norte, y luego se consolidaron con el diseño y la implementación de la Iniciativa
Mérida, en 2008. En México –como en EEUU, Colombia y algunos países de Oriente
Medio y África– hay una cantidad de armas en manos de la población totalmente
fuera de control. Esta amplia disponibilidad de armas se explica en buena medida
por la legislación estadounidense, que permite la venta libre. Estas armas son el
alimento principal tanto del crimen común como del crimen organizado y conforman
un enorme mercado negro, que se nutre también de armas provenientes de
Guatemala –donde su comercio es legal– y otros países de Centroamérica. El
control de las armas en México, a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional
(Sedena), es muy deficiente. La Secretaría de la Defensa ha informado que desde
1972 a la fecha se ha registrado un total de 2.824.231 armas, de las cuales el 85%
corresponde a uso civil y 15% son usadas por personal de seguridad. Sin embargo,
según estimaciones de la prestigiada publicación Small Arms Survey, en México
existían entre 3,5 y 16,5 millones de armas en 2004. El comercio ilegal de armas se
explica por la facilidad para cruzar ambas fronteras –la de México-EEUU y la de
México-Guatemala–, por la ausencia de un control efectivo del comercio de armas
en el sur de EEUU y por el gran negocio que realizan los comerciantes
guatemaltecos. En EEUU, organizaciones de enorme peso, como la Asociación
Nacional del Rifle, consiguieron que el gobierno estadounidense boicoteara una
iniciativa impulsada por un grupo de países de América Latina para regular y
controlar el tráfico transfronterizo de armas ligeras1. De esta manera, lo ilícito se
vuelve parte de la convivencia entre ciudadanos y aparece como un elemento
importante para las economías, debilitando al Estado y fortaleciendo poderes
clandestinos y mafiosos. Como veremos a continuación, el tráfico de armas alimenta
y garantiza la supervivencia de los dos principales fenómenos de seguridad nacional
que afectan a México: la inseguridad pública y el narcotráfico. El crimen común es
la principal amenaza que la población mexicana siente en carne propia, en todos
los estratos sociales. Las fuerzas de seguridad no logran reducir los índices de
delito. Los cuerpos policiales son acosados por los políticos que los conducen y les
exigen eficiencia; por la población, que exige el fin de la corrupción, y por los
carteles, que los buscan para que trabajen para ellos. Todo esto ha generado una
realidad dramática que ha hecho que los militares comiencen a encargarse del
trabajo de la policía. A inicios de 2009, casi la mitad de los cuerpos policiales
estatales eran conducidos por militares, sin que ello haya demostrado una mayor
eficiencia en la reducción del delito. Uno de los principales debates relacionados
con el combate contra el delito y la inseguridad pública gira en torno de la
participación de los militares. A diferencia de lo que ocurre con la policía, la
población tiene una elevada confianza en las Fuerzas Armadas. Después de las
universidades, son las instituciones que generan más confianza en México. La
dispersión de las fuerzas de seguridad es clara. Según el actual secretario de
Seguridad Pública, hoy existen en México 1.661 corporaciones policiales. En 2008
existían casi 340.000 policías distribuidos entre policías municipales, estatales y
federales. De ellos, muchos son militares. Cuando se inició el gobierno de Vicente
Fox, en 2000, casi la mitad de la Policía Judicial Federal (PJF), dependiente de la
Procuraduría General de la República (PGR), estaba conformada por militares.
Evidentemente, no había ninguna confianza en los policías civiles. De igual manera,
al crearse la Policía Federal Preventiva (PFP), en 1998, su base fueron las Fuerzas
Armadas. Una importante reforma policial implementada durante el gobierno de Fox
fue la transformación de la PJF en la Agencia Federal de Investigaciones (AFI).
Cuando se inició el proceso, el principal problema fue enfrentar la corrupción: en
2001, 7,61% de los policías judiciales tenían procesos penales en su contra; en
2002, 3,64%; en 2003, 6,56%; en 2004 y 2005 ya se había erradicado a los policías
de la AFI que tenían cargos penales. En México, los delitos se dividen entre el fuero
común y el federal. En el primer fuero se incluyen aquellos que afectan
habitualmente a la población: robo, homicidio, violación, secuestro y fraude. En total,
suman más de 90% de la actividad delincuencial. El resto corresponde al crimen
organizado. Junto con la creciente participación de militares, el debate sobre la
inseguridad está dominado por las estrategias de mano dura. Sin embargo, la
mayoría de los análisis coincide en que la mano dura no constituye una solución
efectiva al crimen común y en que la clave pasa más bien por buscar estrategias de
acercamiento comunitario, lograr más profesionalidad y honestidad e incluso la
participación activa de la ciudadanía2. El problema en México es que la mano dura
se identifica con el empleo de las Fuerzas Armadas, con la impunidad y con posibles
violaciones a los derechos humanos. Así, el debate sobre qué tipo de policía se
requiere para enfrentar las distintas modalidades de crimen incluye la necesidad de
una policía de proximidad con la población, orientada a atacar el crimen común, y
una policía militarizada (o el empleo directo de los militares por la ausencia de
policías profesionales) para combatir al crimen organizado. El problema es que se
recurre a una estrategia de militarización sin distinción del tipo de delito. Es por ello
que podemos CONCLUIR que La crisis fundamental de seguridad de nuestro país
debe ser atendida por el gobierno federal de manera más eficaz y eficiente es por
eso que mi propuesta para la creación de una Policía nacional que realmente
atienda las demandas de seguridad de la población mexicana no debe estar
condicionada al control militar de la misma, sino todo lo contrario debe ser cercana
a la ciudadanía mexicana, debe contar con valores, debe contar con estrategias y
preparación adecuada y brindada por el gobierno federal además de buenos
sueldos que permiten llevar una calidad de vida aceptable y así evitar la corrupción.
De la misma manera el gobierno federal debe actuar con más eficacia y mano dura
y evitar la proliferación desde el seno familiar y los primeros años de vida del
individuo esto con la implementación de políticas públicas adecuadas y programas
sociales qué fortalezcan la seguridad pública, y que estos a su vez formen buenos
ciudadanos, Ya que como lo dije al principio de mi ensayo considero que la familia
es el pilar fundamental para la formación de una sociedad sin delincuencia. Ahora
bien pasando al ámbito de la seguridad en el Estado de México podemos decir que
de acuerdo a las cifras oficiales del Gobierno y publicas por el diario Milenio en
primero de agosto de este año, Julio se convirtió en el segundo mes más violento
del año, por debajo de mayo que se mantiene en primer lugar, al cerrar con 2 mil
331 víctimas de homicidio doloso en el país; un promedio de 75 diarias. Según las
cifras preliminares del reporte de víctimas reportadas por delito de homicidio en las
fiscalías estatales y federales, el séptimo mes del año arrojó incremento del 2 por
ciento en los asesinatos con respecto a junio, en el que se contabilizaron 2 mil 289
víctimas, así mismo el informe nacional de Seguridad de Julio de 2022 informó que
la incidencia de robo de vehículo, los estados con mayor número de robos desde
2018 a julio de 2022 son el Estado de México con 223 mil 782 unidades, 25 por
ciento de tendencia nacional; seguidos por Jalisco con 73 mil 511, 8.4 por ciento;
Baja California con 69 mil 310, 7.9; Guanajuato con 62 mil, 587, 7.1 por ciento; y
Ciudad de México con 53 mil 630, 6.1 por ciento. Siendo por lo tanto el estado de
México el primer lugar a nivel nacional en éste delito de alto impacto. Ahora bien de
acuerdo al programa sectorial pilar de seguridad 2017-2023, La planeación
estratégica del desarrollo es un proceso progresivo que involucra el diseño de
instrumentos que consignen la política gubernamental para impulsar proyectos en
apego a las necesidades del Estado junto con una amplia participación de la
sociedad, así el gobierno conformará estrategias integrales para la consecución del
bien común, con el fin último de mejorar las condiciones de vida de la población.
Para la integración y ejecución de la estrategia contenida en el Plan de Desarrollo
del Estado de México (PDEM) 2017-2023, la Ley de Planeación del Estado de
México y Municipios (LPEMM) determina en su artículo 26 que: “[…] se deberán
elaborar Programas Sectoriales, Regionales y Especiales que permitan alcanzar
sus objetivos y metas […]”. Asimismo, en su artículo 30 señala que para cumplir con
lo dispuesto en el artículo 26: Las dependencias, entidades públicas, organismos y
unidades administrativas participarán en la integración de Programas Sectoriales y
Regionales de corto, mediano y largo plazo congruentes entre sí y con las
estrategias contenidas en los planes de desarrollo, que regirán las actividades de la
administración pública y se considerarán para la conformación del presupuesto por
programa, salvo el caso de programas especiales cuyo plazo de ejecución podrá
ser distinto. Por su parte, el Reglamento de la Ley de Planeación, en su artículo 39,
consigna que: Los Programas Sectoriales deberán formularse asegurando su
debida congruencia con las prioridades, objetivos, estrategias y líneas de acción
que establezca el Plan de Desarrollo del Estado de México, cuidando que su
desagregación a detalle sea la adecuada para constituirse en un instrumento eficaz
de orientación del quehacer gubernamental y que identifique claramente las
responsabilidades que correspondan a las partes involucradas y a los tiempos de
ejecución de los programas y proyectos incluidos. Por otro lado, el artículo 40 del
Reglamento de la Ley de Planeación establece que: “[…] el Comité de Planeación
para el Desarrollo del Estado de México (COPLADEM), a través de los grupos
interinstitucionales respectivos que al efecto establezca, convocará y coordinará las
reuniones de trabajo necesarias para elaborar, integrar, difundir, dar seguimiento y
evaluar los Programas Sectoriales […]”. Por lo anterior, los Programas Sectoriales
serán los instrumentos de planeación estratégica donde se establezcan prioridades,
propongan proyectos específicos que promuevan y fortalezcan el desarrollo del
estado en concordancia con lo previsto en el PDEM 2017-2023, sin olvidar su
contribución a las metas propuestas por Naciones Unidas en su estrategia
internacional de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), por ello, de
manera paralela, se considera en todo momento la alineación con la Agenda 2030
signada en septiembre de 2015 por los 193 países miembros. Los Programas
Sectoriales, comprenden los aspectos relativos a un tema o hito fundamental del
desarrollo que es coordinado por una dependencia o por un conjunto de ellas, por
lo tanto rigen el desempeño de sus actividades en estricto apego a las normas y
lineamientos que emiten para su integración e incorporan las propuestas de las
dependencias, entidades públicas, organismos y unidades administrativas que
participaron en su integración, las recomendaciones de los municipios, las
aportaciones de los grupos sociales interesados así como de expertos y
empresarios involucrados a través de los foros de consulta, todo ello bajo la
supervisión del COPLADEM. Por definición, los Programas Sectoriales son un
conjunto de objetivos, prioridades y políticas que regirán el desempeño del sector
administrativo, tendientes a elevar la calidad de vida de la población y que tienen
como objetivo fundamental lograr una mayor integración de todos los grupos
sociales al proceso de desarrollo y crecimiento económico de la entidad. Estos
programas se sustentan en diversos análisis que se integran dando como resultado
un diagnóstico de la situación actual, lo que permite determinar los objetivos de las
políticas públicas y los proyectos específicos para atender esa realidad asignando
responsabilidades institucionales, así como un presupuesto adecuado y claramente
definido para lograr las metas previstas a lo largo del tiempo. En cumplimiento a lo
previsto en la Ley de Planeación del Estado de México y Municipios, y con el
propósito de instrumentar, coordinar y orientar las políticas públicas establecidas en
el PDEM 2017-2023, el COPLADEM coordinó la integración de cinco Programas
Sectoriales en materia social, económica, territorial, seguridad pública y
modernización del sector público o de política transversal, como respuesta a los
Pilares en los que descansa el PDEM 2017-2023. En particular, el Programa
Transversal considera los temas de Igualdad de género, Gobierno capaz y
responsable y Conectividad y tecnología para el buen gobierno, que no
corresponden directamente a una dependencia específica, sino que se atienden de
manera integral al interconectarse desde todos los ámbitos de la administración
pública. Los Programas Sectoriales incorporan las directrices sustantivas que dan
vida y vinculación al logro de objetivos y metas establecidas en el PDEM 2017-2023,
así como su relación al presupuesto correspondiente como un factor determinante
para su cumplimiento, con base en las acciones relacionadas directamente con
cada uno de los sectores considerados para un desarrollo coherente, integral y
coordinado, atendiendo a la definición de las áreas responsables, los instrumentos
que sustentarán las acciones, los resultados esperados y la forma en que estos se
medirán, proveyendo los elementos necesarios para el adecuado seguimiento y
evaluación. Finalmente, la importancia de seguimiento y la evaluación radica en
observar el cumplimiento, a lo largo del tiempo de los objetivos y metas establecidos
en los Programas Sectoriales con la finalidad de realizar los ajustes pertinentes con
oportunidad para orientar la consecución de lo planeado en los tiempos establecidos
originalmente. Lo anterior en cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 41 del
Reglamento de la Ley de Planeación, en el que señala: “que los Programas
Sectoriales contendrán los siguientes elementos: […] V. Lineamientos para la
instrumentación, seguimiento y evaluación del programa”. Los problemas públicos
son complejos, por lo que requiere de una visión integral y articulada entre las
diferentes instancias de gobierno (federal, estatal y municipal), así como de los
sectores social y privado para lograr acciones integradas y coordinadas que
permitan potenciar los esfuerzos de la intervención pública. Por lo tanto, disponer
de mecanismos de coordinación efectivos es un elemento indispensable de un buen
gobierno. Como ya se señaló, la política sectorial está orientada a desagregar las
estrategias y líneas de acción en el PDEM 2017-2023 a través de actividades
específicas, las cuales pretenden dar pie a la operación de las dependencias del
ejecutivo en un marco coordinado y colaborativo. Cabe destacar, que el nivel
siguiente de especificidad es competencia de los Programas Operativos Anuales
(POA) que instrumenta de forma anualizada cada sector. Una justicia efectiva para
todos, implica garantizar el acceso a ella y recuperar la seguridad de sus habitantes,
hacerlo efectivo es uno de los mayores desafíos que enfrenta el Estado de México.
El Pilar de Seguridad previsto en el PDEM 2017-2023, establece la necesidad de
impulsar la modernización de las instituciones de seguridad y justicia, la
capacitación y depuración de policías, el fortalecimiento de la inteligencia policial y
de las capacidades de los ministerios públicos, garantizando el irrestricto respeto a
los derechos humanos. Se reconoce que la seguridad pública es una de las
principales exigencias sociales y asume que es obligación y deber del Estado
proporcionarla para salvaguardar la integridad y los derechos de las personas, así
como de preservar la libertad, el orden y la paz social. La función de proveer de
seguridad a los mexiquenses requiere la coordinación de los órganos de seguridad
y justicia en los diferentes órdenes de gobierno y de los tres poderes, con la
participación de instituciones de desarrollo social, educación, salud, la sociedad civil
organizada, así como de sector académico y privado, garantizando el respeto y la
vigencia de los derechos humanos, dando prioridad a los grupos más vulnerables
de la sociedad incluyendo a mujeres, niños, niñas y adolescentes. Las
responsabilidades que la administración pública cumple, implican la vigencia de una
capacidad de respuesta confiable y efectiva para procesar e incluir en zona de
solución institucional, la diversidad de planteamientos y requerimientos del
quehacer social. El control y la evaluación son herramientas para ordenar y
racionalizar la acción de las instituciones administrativas, y su eficacia se relaciona
con los contextos de la institucionalidad que los definen y estructuran a partir de
disposiciones, procesos y acciones concatenadas. El Gobierno del Estado de
México destina la mayor importancia al diseño de los planes y programas públicos,
pero un aspecto crucial de los mismos es cómo se cumplen y qué impacto final
dejan en beneficio de los mexiquenses. Por ello el único modo de conocer y
destacar el resultado final, es la evaluación. Para tal efecto, la consistencia de las
acciones es un aspecto medular a cumplir, y tanto el control como la evaluación
pública han de considerarse como palancas creativas para favorecer un ambiente
de realización institucional que produzca ventajas compartidas a todos los
habitantes de la entidad. La administración pública en la entidad ha trabajado en
favor de un enfoque basado en resultados con el objetivo de impulsar el
mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad, para alcanzar resultados
óptimos es necesario una vigilancia de las políticas gubernamentales y del quehacer
de la función pública. Las desigualdades sociales en la entidad hacen que esta
vigilancia sea continua y conjunta entre el gobierno estatal y municipal y los
diferentes grupos que integran a la población mexiquense. Para conocer el avance
de una política pública es necesario hacer la medición y valoración de sus alcances
en la población, las condiciones socioeconómicas de cada región y municipio de la
entidad hacen que la evaluación sea indispensable para alcanzar los compromisos
establecidos en el mediano y largo plazo. Por lo que con respecto a la seguridad en
materia Estatal podemos CONCLUIR que el estado de México es una de las
entidades más inseguras de nuestro país, sin embargo según datos oficiales del
gobierno y los planes de desarrollo consultados en el desarrollo del presente ensayo
y de acuerdo a la estrategia estatal de seguridad, la misma está encaminada a
favorecer la seguridad de los mexiquenses, posiblemente habido avances sin
embargo aún hay muchas esferas del gobierno del estado en materia de seguridad
que deben de cubrirse comenzando con un salario digno para la policía encargada
de la seguridad de los mexiquenses. También se debe de trabajar en la
profesionalización y especialización de la policía, desde la academia y considerando
también a los policías en activo, también se debe de luchar con la corrupción que
también irrumpe Cómo células cancerosas cada día más fuerte en la ya olvidada
policía del estado de México; finalmente también hemos de considerar nuestra
responsabilidad como ciudadanos para contribuir desde nuestros lugares a mejorar
la seguridad de nuestro estado. Y para finalizar este ensayo hemos de abordar la
problemática de la seguridad desde el ámbito municipal, ya que es el primer
contacto que tenemos los ciudadanos con la inseguridad pública pues corresponde
en primera instancia a los municipios brindar la seguridad de primer contacto con la
ciudadanía, pues corresponde a la policía municipal el conocimiento de los delitos
de menor impacto y de primera mano; ahora bien En el marco del ejercicio de los
recursos del Fondo de Aportaciones para la Seguridad (FASP) y el destinado al
Fortalecimiento del desempeño en materia de seguridad pública a los municipios y
demarcaciones territoriales de la Ciudad de México (FORTASEG), coordinados por
el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se llevó a
cabo la reunión de capacitación para el ejercicio de los recursos en las 32 entidades
federativas y los 252 municipios beneficiarios de dichos recursos. A través de estos
fondos se distribuyen 11 mil millones de pesos que deberán ser destinados a las
diez prioridades relacionadas con el fortalecimiento institucional en materia de
seguridad a nivel nacional. Durante la reunión el Secretario Ejecutivo, Franco Fabbri
Vázquez expresó su decisión de impulsar el uso eficiente de los recursos, así como
la máxima transparencia que debe acompañar a todo proceso de adquisición de
bienes o servicios a cargo del erario público. Enfatizó que la transparencia es una
de las herramientas más eficaces para prevenir el desvío de los recursos públicos.
Al respecto, informó que se ha invitado a diversas entidades nacionales e
internacionales, con el objeto de que las mismas acompañen los procesos
orientados a ejercer correctamente los recursos de la seguridad pública. Asimismo,
añadió: “combatiremos frontalmente a la corrupción, porque ésta ha impedido
reducir la violencia y la delincuencia que afecta gravemente a nuestras
comunidades.” En presencia de los representantes de los estados y municipios
participantes en el evento, convocó a su equipo de trabajo a invertir su máximo
esfuerzo en consolidar estos objetivos: Construir un nuevo Modelo Nacional de
Policía, sustentado en la formación ética, la profesionalización, y en condiciones
laborales justas y adecuadas para el personal, así como en el perfeccionamiento de
sus instrumentos de trabajo, entre los que destaca el informe policial homologado.
Una operación eficaz de la línea 911, que la convierta en un referente universal de
todas las personas para pedir y obtener auxilio en situaciones de emergencia.
Proteger y garantizar la calidad de la información y las bases de datos que
comparten las autoridades competentes en materia de seguridad pública, y
Encontrar soluciones técnicas y administrativas para garantizar la interconectividad
de la Red Nacional de Radio Comunicación. Asimismo, resaltó la relevancia de
impulsar el programa nacional antisecuestro, y el programa de prevención y
readaptación social, destacando el compromiso de trabajar colectivamente en la
construcción de la Universidad de la Seguridad Pública. A partir de la premisa de
que los cuerpos policiales de los estados y municipios son los primeros llamados a
desempeñar la misión constitucional de garantizar paz y seguridad pública a las
personas en nuestro país, el Secretario Ejecutivo precisó que la Guardia Nacional
no es ajena a esta concepción de la seguridad pública, sino que se inscribe en ella
y se articula con las demás instituciones del sistema, para contribuir al cumplimiento
de sus objetivos. Aclaró que esta institución no pretende sustituir a los cuerpos
policiales municipales y locales. Por el contrario, será un complemento de las
fuerzas policiales locales y contribuirá al cumplimiento de sus fines. Por su parte,
Eunice Rendón Cárdenas, Secretaria Ejecutiva Adjunta, consideró la inseguridad y
la violencia como una problemática multicausal, frente a la cual es importante
trabajar tanto en el control y reacción, como en la prevención y raíces estructurales
del problema. El titular del Órgano Interno de Control, Fernando Amozurrutia,
recalcó que la Auditoría Superior de la Federación hará un esfuerzo sin precedentes
para el acompañamiento, prevención, fiscalización y rendición de cuentas de los
recursos relacionados con el FASP y el FORTASEG. El titular del Centro Nacional
de Información (CNI), David Pérez Esparza, habló sobre los retos específicos que
se tienen a nivel nacional en materia de infraestructura tecnológica para mitigar el
delito. Una prioridad sugerida a los estados y municipios fue fortalecer la Red
Nacional de Radiocomunicación con el objetivo de mejorar la comunicación entre
las policías y corporaciones federales. En representación del titular del Centro
Nacional de Prevención, Luis García López Guerrero, la directora general adjunta,
Karla Obregón Alvear, mencionó entre las prioridades el fortalecimiento de los
Centros Estatales de Prevención y la puesta en marcha de estrategias que enfoquen
recursos y esfuerzos en aquellos que por sus contextos y entornos tienen mayor
riesgo de incidir en actos de violencia y delito. Mauricio Ibarra Romo, titular del
Centro Nacional de Certificación y Acreditación, mencionó la importancia de cumplir
con las metas de certificar y evaluar los cuerpos policiales a nivel local, para
garantizar que la población cuente con policías confiables. Además, detalló algunos
de los retos sobre el control de confianza y la cobertura del Certificado Único Policial.
Asimismo, el Director General de Planeación, Ángel Pedraza López, explicó la
mecánica a seguir en las reuniones de concertación para definir el destino de gasto
de los recursos correspondientes a cada beneficiario, e informó sobre los
lineamientos y fechas para las concertaciones que tendrán lugar próximamente, a
fin de lograr implementar en tiempo y forma los proyectos de las entidades
federativas. Finalmente, en representación del Secretario de Seguridad y Protección
Ciudadana, el jefe de su oficina, Ricardo Mejía Berdeja transmitió a los presentes
un saludo del Secretario Alfonso Durazo e invitó a los participantes a apoyar desde
sus instituciones el proyecto de la Guardia Nacional, considerando que esta nueva
institución será complementaria de los esfuerzos que desempeñan las policías
estatales y municipales. Por eso mismo y en relación a la crisis en materia de
seguridad pública a nivel municipal podemos CONCLUIR que hace falta mayor
coordinación entre los niveles de gobierno que permitan una mayor estrategia para
los delitos de bajo impacto y de primer contacto, es por eso que se requiere ´de un
mayor esfuerzo de nuestros gobernantes municipales por establecer esa
coordinación entre todos los niveles de gobierno para lograr la mejora deseada en
materia de seguridad pública.
CONCLUSIONES GENERALES

La crisis fundamental de seguridad de nuestro país debe ser atendida por el


gobierno federal de manera más eficaz y eficiente es por eso que mi propuesta
para la creación de una Policía nacional que realmente atienda las demandas de
seguridad de la población mexicana no debe estar condicionada al control militar de
la misma, sino todo lo contrario debe ser cercana a la ciudadanía mexicana, debe
contar con valores, debe contar con estrategias y preparación adecuada y brindada
por el gobierno federal además de buenos sueldos que permiten llevar una calidad
de vida aceptable y así evitar la corrupción. De la misma manera el gobierno federal
debe actuar con más eficacia y mano dura y evitar la proliferación desde el seno
familiar y los primeros años de vida del individuo esto con la implementación de
políticas públicas adecuadas y programas sociales qué fortalezcan la seguridad
pública, y que estos a su vez formen buenos ciudadanos, Ya que como lo dije al
principio de mi ensayo considero que la familia es el pilar fundamental para la
formación de una sociedad sin delincuencia. Ahora bien pasando al ámbito de la
seguridad en el Estado de México podemos concluir el estado de México es una de
las entidades más inseguras de nuestro país, sin embargo según datos oficiales del
gobierno y los planes de desarrollo consultados en el desarrollo del presente ensayo
y de acuerdo a la estrategia estatal de seguridad, la misma está encaminada a
favorecer la seguridad de los mexiquenses, posiblemente habido avances sin
embargo aún hay muchas esferas del gobierno del estado en materia de seguridad
que deben de cubrirse comenzando con un salario digno para la policía encargada
de la seguridad de los mexiquenses. También se debe de trabajar en la
profesionalización y especialización de la policía, desde la academia y considerando
también a los policías en activo, también se debe de luchar con la corrupción que
también irrumpe Cómo células cancerosas cada día más fuerte en la ya olvidada
policía del estado de México; finalmente también hemos de considerar nuestra
responsabilidad como ciudadanos para contribuir desde nuestros lugares a mejorar
la seguridad de nuestro estado. Y para terminar en el ámbito municipal podemos
concluir que hace falta mayor coordinación entre los niveles de gobierno que
permitan una mayor estrategia para los delitos de bajo impacto y de primer contacto,
es por eso que se requiere ´de un mayor esfuerzo de nuestros gobernantes
municipales por establecer esa coordinación entre todos los niveles de gobierno
para lograr la mejora deseada en materia de seguridad pública.
BIBLIOGRAFÍA

Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública

https://www.gob.mx/sesnsp/acciones-y-programas/incidencia-delictiva-
299891?state=published

La crisis de seguridad en México, Ed. Nueva Sociedad, México 2009

https://transparenciafiscal.edomex.gob.mx/sites/transparenciafiscal.edomex.gob.m
x/files/files/Programas%20Sectoriales/2017-2023

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2972/4

https://www.gob.mx/sesnsp/acciones-y-programas/incidencia-delictiva-
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Reglamento del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública

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