Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Autoría y participación.
1. Clases de autoría.
2. Clases de participación.
Artículo 30: “1. En los delitos y faltas que se cometan utilizando medios o
soportes de difusión mecánicos no responderán criminalmente ni los
cómplices ni quienes les hubieren favorecido personal o realmente.
2. Los autores a los que se refiere el artículo 28 responderán de forma
escalonada, excluyente y subsidiaria de acuerdo con el siguiente orden:
1.º Los que realmente hayan redactado el texto o producido el signo de que
se trate, y quienes les hayan inducido a realizarlo.
2.º Los directores de la publicación o programa en que se difunda.
3.º Los directores de la empresa editora, emisora o difusora.
4.º Los directores de la empresa grabadora, reproductora o impresora.
3. Cuando por cualquier motivo distinto de la extinción de la responsabilidad
penal, incluso la declaración de rebeldía o la residencia fuera de España, no
pueda perseguirse a ninguna de las personas comprendidas en alguno de
los números del apartado anterior, se dirigirá el procedimiento contra las
mencionadas en el número inmediatamente posterior”.
Artículo 61: “Cuando la Ley establece una pena, se entiende que la impone
a los autores de la infracción consumada.”
1
Artículo 62: “A los autores de tentativa de delito se les impondrá la pena
inferior en uno o dos grados a la señalada por la Ley para el delito
consumado, en la extensión que se estime adecuada, atendiendo al peligro
inherente al intento y al grado de ejecución alcanzado.”
Concepto de autor
2
subjetivas, por ejemplo, casi siempre han ido unidas a un concepto extensivo
de autor. Alguna relación con las teorías subjetivas y el concepto extensivo de
autor tiene la llamada “doctrina del acuerdo previo” (se efectúa una escueta
referencia a ella porque ha sido muy utilizada por nuestro TS). La misma
sostiene que todos los que intervienen en un hecho delictivo existiendo previo
concierto entre ellos son autores (coautores) del mismo con independencia de
cuál sea su aportación material al delito (en la mayoría de las sentencias el TS
no requería que el acuerdo fuera previo, le bastaba con que fuera simultáneo a
la ejecución e incluso no requería que fuera expreso). Esta doctrina es
absolutamente criticable, porque aunque el acuerdo signifique disposición a
realizar el tipo, una cosa es estar dispuesto a ello y otra realizarlo
efectivamente. Aunque al margen de esta doctrina, la jurisprudencia sobre
autoría y participación (salvo excepciones) ha sido durante mucho tiempo
caótica, con mezcla de criterios y a veces sin criterio alguno. En los últimos
años se detecta una notable mejoría.
3
Posición de Miguel Díaz y García: Considera que autoría y realización del
tipo (entendiendo por tal el de cada delito de la parte especial) en un concepto
restrictivo de autor, han de estar estrechamente ligadas: autor ha de ser quien
realice la conducta que más directamente realice el tipo correspondiente de la
parte especial, que más directamente se enfrente a la norma prohibitiva o
imperativa contenida en el mismo y, por tanto, que esa norma tenga mayor
perentoriedad o urgencia en evitar (fundamento normativo jurídico de la
autoría). Esa conducta no puede ser otra que la realización de la acción típica
nuclear, que, en los tipos puramente resultativos (aunque la idea es válida para
otros tipos) se concreta mediante el siguiente criterio: autor es quien con su
conducta determina (o domina, si es que al dominio se le puede privar de
carácter subjetivo) objetiva y positivamente el hecho. Que se trate de una
determinación o dominio objetivos hace que el criterio sirva también para los
delitos imprudentes. El que se exija que sea positivo (es decir, que decida el sí
y el cómo del hecho y no meramente su no posible producción) evita
extensiones del concepto de autor que harían perder las ventajas de un
auténtico concepto restrictivo, extensiones innecesarias, dada la regulación de
las formas de participación en el CP español, como veremos. Se critica a esta
concepción, entre otras cuestiones, que en los delitos que tienen más de una
acción típica no cabe distinguir entre acciones típicas nucleares y acciones
típicas no nucleares, sino que toda acción descrita en el tipo es de autoría.
Pero esta crítica olvida, en cierta medida, que no se afirma que en todas las
ocasiones en que un tipo describe más de una acción haya acciones
típicamente nucleares, sino que simplemente se admite la posibilidad que los
criterios de interpretación generales aplicados a los tipos de la parte especial
hagan constatar que, en algún caso, la ley puede configurar una parte de la
conducta como central y otra u otras como meramente instrumentales.
Clases de autoría
4
acción realizada a través de otro es de autoría, pues también a través de otro
pueden realizarse acciones de participación.
Supuestos de autoría mediata: pueden agruparse de diversas maneras.
a) Utilización de coacción u otros procedimientos que obligan a actuar al
instrumento: son casos en que quien actúa detrás fuerza, intimida o da
órdenes vinculantes o coloca en situaciones de necesidad de actuar a otro o
aprovecha una ya existente para que realice una determinada conducta. Para
que haya instrumentalización no basta una influencia en la voluntad de quien
actúa. Debe haber una auténtica coacción o intimidación, que normalmente
dará lugar a que el instrumento actúe amparado por estado de necesidad o
bajo miedo insuperable. Cuando se crea un estado de necesidad ajeno, pero
no por coacción, se podrá afirmar también la autoría mediata del sujeto de
atrás (se provoca el hundimiento de un barco con medios limitados de
salvamento, para que unos maten a otros para salvarse). También se podrían
incluir en este grupo supuestos en que un sujeto actúa obedeciendo una orden
vinculante contraria a Derecho, cuando la actuación de este último resulta
amparada por la obediencia debida. En general, en los casos en que el
instrumento actúa justificadamente, para apreciar la autoría mediata del sujeto
de atrás, tendrá que tratarse de una causa de justificación que excluya sólo el
desvalor de acción (en este caso de la acción del instrumento), pues si se trata
de una causa de justificación que también excluya el desvalor del resultado, la
justificación alcanza también al sujeto de atrás, porque no hay resultado injusto,
prohibido. El fundamento de este primer grupo de casos es la falta de voluntad
libre del instrumento. Por ello hay supuestos dudosos, como el jefe de la banda
de delincuentes que no utiliza la amenaza o la coacción para que cumplan sus
órdenes sino que se limita a organizar la comisión del delito con instrucciones
que los demás cumplen; o de ciertas “órdenes” no acompañadas de violencia o
intimidación de padres a hijos, o de profesores a alumnos o el de situaciones
producidas en ciertas relaciones amorosas de dependencia (donde los deseos
son órdenes para el otro). Existen dudas, pero normalmente en estos casos no
habrá autoría mediata, salvo que se trate de relaciones de dependencia
patológica, en cuyo caso se entraría en el terreno de la autoría mediata por
utilización de inimputables. En general se trata de casos de inducción. Además,
se considera que constituye un caso de autoría del sujeto de atrás, aquel en
que el delito se realiza actuando como instrumento un sujeto que se halla en un
supuesto de falta de acción.
b) Creación o aprovechamiento de un error en el que actúa de modo
inmediato: el fundamento de la autoría mediata en este grupo de casos sería
que el sujeto de atrás domina o determina o domina en mayor grado que el que
actúa inmediatamente la situación por tener el único o mejor conocimiento de la
misma o de su contrariedad a Derecho, conocimiento que falta o no es
completo en quien actúa como instrumento, con la consiguiente desaparición o
disminución de factores de inhibición de su conducta. Lo que
fundamentalmente se discute en este ámbito es qué clase de error es suficiente
para fundamentar la autoría mediata en el sujeto de atrás. Se suele admitir que
existe autoría mediata del sujeto de atrás en los casos en que el error del
ejecutor inmediato es un error de tipo, excluyente del dolo (artículo 14.1 CP).
Ejemplo: enfermera que pone la inyección al paciente con la jeringuilla que le
pasa el médico, creyendo que se trata de un medicamento, cuando el médico
dolosamente ha puesto un veneno letal que produce la muerte del paciente.
5
c) Utilización de inimputables: la utilización de un menor, de un enajenado,
etc., constituye uno de los supuestos clásicos de autoría mediata. Aquí el
fundamento radica precisamente en la incapacidad (o anormal capacidad) de
comprender la ilicitud del hecho o motivarse según esa comprensión de los
inimputables, que es lo que permite hablar de una instrumentalización del
inimputable a manos del sujeto de atrás. Habrá que efectuar en cada caso un
juicio material de la real imputabilidad o inimputabilidad del que obra de manera
inmediata para comprobar la real instrumentalización del sujeto, por ejemplo,
en el caso de los menores.
d) Utilización de aparatos organizados de poder: se trata de un supuesto
discutido, que daría lugar a la autoría mediata por la utilización de esos
aparatos. La figura ha sido tratada sobre todo en relación con los crímenes del
aparato estatal de poder nacionalsocialista en la Alemania hitleriana, pero
podría ser –y en ocasiones ha sido- aplicable a supuestos similares de
organizaciones no estatales (algunas organizaciones terroristas o mafiosas,
como las dedicadas al tráfico de drogas o de armas). Se trata de casos en que
alguien ordena la realización de una acción delictiva y el ejecutor material no
actúa (o no siempre actúa, porque se darán a menudo casos en que sí)
coaccionado o en situación de miedo insuperable, estado de necesidad,
obediencia debida o en error (en cuyo caso nos hallaríamos ante otros
supuestos de autoría mediata), sino que podría no obedecer la orden y siempre
habría otro dispuesto a cumplirla (la máquina de delinquir en que consiste la
organización funciona aunque falle alguno de sus engranajes). Un importante
sector doctrinal defiende aquí la autoría mediata de quien da la orden (ocupe el
puesto que ocupe en la organización y aunque él hubiera recibido la orden de
más arriba), pese a que exista plena responsabilidad del autor inmediato
(estaríamos ante un caso del autor detrás del autor), por el hecho de la
fungibilidad de éste. La propuesta es interesante, porque separa claramente la
situación del supuesto de inducción (en la inducción, al no existir fungibilidad
del autor inmediato el inductor no puede contar que por el mero hecho de
proponerlo él, el delito se cometerá). Pero los supuestos pueden hallar mejor
acomodo considerándolos supuestos de participación en sentido estricto
(según las circunstancias y según el lugar que el sujeto ocupe en la cadena
que sigue la orden, se tratará de inducción o de alguna forma de cooperación)
pues pese a todo, la decisión pasa siempre por la decisión voluntaria libre de
un (uno u otro) autor inmediato doloso (consciente) y responsable, que “ve” la
situación (en sentido amplio incluyendo también su valoración jurídica) igual
que el que da la orden.
6
por la función que realiza el sujeto en el hecho que sería la que le daría el
dominio compartido del mismo, derivado de tres elementos que distinguirían la
coautoría de la participación (en concreto de las diversas formas de
cooperación. a) El plan o acuerdo común. El plan o acuerdo común entre los
sujetos se concibe de distintas maneras, pero la mayoría de los autores lo
conciben como un “dolo común”, es decir, cada sujeto sabe que está actuando
junto a otros y qué realiza cada cual. En opinión de Díaz, tal acuerdo mínimo
(no requiere ser expreso ni previo, puede ser tácito y simultáneo) es
efectivamente un requisito de la coautoría: en la coautoría dolosa, porque nadie
puede responder a título de dolo por lo que no conoce o no quiere; pero
además en la coautoría dolosa y en la imprudente, ese acuerdo permite que
cada coautor responda no sólo por lo que hace él sino por lo que hacen los
otros coautores. Más concretamente el acuerdo, unido a la división de
funciones o a la acumulación de esfuerzos, es lo que permite hablar de una
acción conjunta de varias personas, que forma una unidad superior a las
acciones individuales de cada una de ellas, y esa acción conjunta es básica en
la coautoría, en la que se produce una imputación recíproca de los coautores.
El acuerdo es necesario pero no suficiente: será importante que la acción
conjunta que se realice sea de autoría (o sea, que se trate de la acción (o
acciones) típica nuclear). b) Esencialidad de la contribución del sujeto. Para
esta concepción (dominio del hecho) la contribución del sujeto debe ser
esencial para el conjunto del hecho, y se da cuando el sujeto, si retira su
contribución desbarata todo el plan común, hace que no se realice el delito (lo
que le da el dominio sobre el mismo). Se pide algo más que el poder de
interrumpir el delito (cosa que puede realizar todo partícipe o incluso terceros
ajenos al delito, llamando, por ejemplo, a la policía), sólo es esencial la
contribución si la interrupción se produce con la sola retirada de aquella. Esta
idea ha sido criticada, sobre todo porque el dominio así configurado es un
dominio negativo, puede decidir la no producción del delito, pero no su
producción y hace que se produzca una extensión del concepto de autor. c)
Prestación de la contribución en fase ejecutiva. El requisito de que la
contribución al hecho se realice en fase ejecutiva es minoritario y aunque es un
intento de poner límite a la extensión del concepto de autor que provoca el
requisito anterior, resulta contradictorio con él, ya que hay acciones muy
esenciales en la fase preparatoria que darían al sujeto un claro dominio
funcional –negativo- del hecho.
Caracterización de la coautoría según la posición de Díaz y García. Ante el
fracaso (en su opinión) de la idea del dominio funcional del hecho, el criterio
que le parece más adecuado para caracterizar la coautoría es el de la
realización conjunta y compartida de la acción (o acciones) típica nuclear, que
se concreta con el material de la determinación (o dominio) positiva conjunta o
compartida del hecho. Será acción de coautoría la acción típica nuclear
realizada conjuntamente por varias personas, lo que, especialmente en los
delitos puramente resultativos, significará acción conjunta que determine
positivamente (y no de modo meramente negativo) el hecho. Se trata de la
misma acción que sería de autoría en un autor individual, pero realizada por
varios, no pudiendo decirse que la acción de cada uno de ellos que por sí sola
sea de autoría, sino sólo de la acción conjunta (que supone la existencia de
acuerdo y reparto o división de funciones o acumulación de esfuerzos): así, por
ejemplo, varios acordados y con ánimo de matar, asestan a un sujeto varias
7
puñaladas, ninguna de las cuales es por sí sola mortal, pero sí lo es el conjunto
(y sólo el conjunto). Desde esta perspectiva el campo de la autoría se reduce
considerablemente frente a otras concepciones. Así, por ejemplo, el jefe de la
banda que se limita a dar instrucciones sobre la forma de realizar el delito,
aunque sea en la fase ejecutiva, pero no hace más que eso, no será coautor
del delito, sino cooperador necesario del mismo. Tampoco serán supuestos de
coautoría a menudo calificados de tal, como el mero vigilante en un robo. Todo
ello no da lugar a consecuencias materiales insatisfactoria en un CP que
contiene la figura de la cooperación necesaria castigada con la misma pena
que la autoría.
2. Participación
Concepto. Partícipes son los sujetos que intervienen en un delito sin ser
autores del mismo (sin realizar la acción típica nuclear ni determinar objetiva y
positivamente el hecho) siempre y cuando sus conductas estén recogidas en
algunos de los preceptos del CP que describen formas de participación.
La intervención puede revestir diversas modalidades que tienen en
común fomentar, favorecer, facilitar e incluso posibilitar la realización del hecho
típico del autor.
8
Naturaleza de la participación: Posee el carácter de causa de
extensión de la tipicidad (si se admite el concepto restrictivo de autor) y de la
punibilidad en sentido amplio. El castigo se hace posible, poniendo en conexión
los tipos de la parte especial referidos a conductas de autoría, con los de la
parte general referidos a la participación.
Accesoriedad de la participación
9
impidan o intenten impedir seria, firme y decididamente la consumación, sin
perjuicio de la responsabilidad en que pudieran haber incurrido por los actos
ejecutados si estos fueren ya constitutivos de otro delito o falta.”). b) Cuando
se habla sin más de accesoriedad, se hace referencia a la cualitativa o
interna en la que se pregunta cuáles de los elementos del delito han de
concurrir en el hecho del autor para que la participación sea punible. Respecto
a esta cuestión existen diversas posiciones: 1ª Accesoriedad máxima: el autor
ha de realizar la conducta típicamente antijurídica y culpable; 2ª Accesoriedad
mínima: basta que el hecho sea típico (en el sentido de que encaje en el tipo
estricto o positivo), aunque esté justificado. Esta posición se defiende en
España por un sector minoritario. No debe aceptarse porque favorecer hechos
justificados, no prohibidos ni desvalorados por el derecho no debe ser prohibido
ni desvalorado; 3ª Accesoriedad limitada: exige que el hecho del autor sea
típicamente antijurídico, con independencia de que además sea culpable (o
incluso punible). Esta concepción es casi unánime dentro del concepto
restrictivo de autor.
Inducción
10
respecto de la propia actividad inductora. La conducta del inductor debe ser
objetivamente adecuada para producir el efecto que produce.
Los medios inductivos no están tasados, así que cualquier medio capaz
de producir el influjo psíquico es posible. El límite superior estaría dado por los
que son constitutivos de autoría (normalmente mediata), aquellos que impiden
un cierto grado de libertad de decisión del inducido.
La inducción debe tener carácter directo. Se hacen diversas
interpretaciones de esta exigencia: que sea a las claras (no son directas las
sugerencias aunque se hagan ante quien se sabe que fácilmente puede tomar
la decisión, las no dirigidas a sujeto determinado, y, más dudoso, aunque no
descartable, parece que carezca de carácter directo la inducción en cadena, y
sobre todo la mediata.
En relación con el dolo del inductor, se acepta normalmente la
posibilidad de dolo eventual. Aunque los ejemplos de inducción con dolo
eventual que se suelen dar, como el caso del que cuenta a otro las
infidelidades de su mujer sin pretender que su marido la lesione, pero sabiendo
que dado su modo de ser, ellos es muy posible, no rechazándolo, lo que falta
es el carácter directo de la inducción (que se efectúe a las claras). Con cierta
frecuencia se habla de que la inducción requiere un doble dolo, el de que el
inducido se decida a hacer el hecho principal y de que ese hecho realmente se
consume. Cuando el inductor instiga a más de un sujeto a cometer el mismo
delito (sobre un grupo como coautores) no se le castigará por varias
inducciones al mismo delito en concurso de delitos, sino por una sola inducción
al delito.
La imposición al inductor de una pena idéntica a la del autor se justifica
por la trascendencia que esta forma de participación tiene en la lesión o puesta
en peligro de bienes jurídicos al poner el inductor en marcha un curso causal
delictivo y peligroso sobre el que luego pierde el control.
Cooperación necesaria
11
Este es uno de los más importantes problemas que tiene, además,
trascendencia en cuanto a la magnitud de la pena. Hay multitud de opiniones.
La doctrina antigua proponía seguir el criterio de la necesidad de dos
maneras diferentes según los autores: a) en abstracto: hay cooperación
necesaria si, en abstracto, la contribución resulta necesaria para el delito; b) en
concreto: que a menudo sigue usando el TS, aunque combinando la idea con
otros criterios: basta que la contribución resulte necesaria para el caso
concreto, tal y como se produjo, aunque no sea en abstracto para ese delito.
Puede criticarse entre otras cuestiones el hecho de que estos criterios no
tienen virtualidad diferenciadora, pues en abstracto prácticamente nunca es
necesaria una aportación para la comisión de un delito, ya que casi siempre es
posible hallar un modo alternativo de realización que no requiera tal aportación.
Mientras que en concreto toda contribución resulta necesaria pues sin ella el
hecho ya no sería el mismo, y por tanto “ese” hecho no se habría efectuado.
Otros autores proponen partir desde el punto de vista concreto,
exigiendo que la contribución sea necesaria para la producción del resultado,
aunque no lo sea para el concreto modo de llevar a cabo la acción (que la
acción sea necesaria para el sí, aunque no para el cómo del hecho). Aquí
también, como en los supuestos anteriores hay que acudir a un juicio
hipotético. ¿Qué habría pasado?, ¿se habría producido el resultado?; pero
aunque pueda parecer indeseable acudir a juicios hipotéticos no sería
caprichoso porque de alguna manera viene impuesto por el propio tenor literal
del precepto: “la ejecución del hecho…no se habría ejecutado”.
Un criterio de amplia acogida en doctrina y jurisprudencia es el siguiente:
sostiene que hay que evitar la realización de juicios hipotéticos y partir de la
idea basada en el tenor y en el sentido de la ley, de que la contribución ha de
ser de especial importancia (por eso se castiga igual que al autor). En el
lenguaje ordinario cuando se dice que sin esto no habríamos podido hacer lo
otro, significa, no que de ningún otro modo se podría haber hecho lo segundo
sin lo primero, sino que lo primero tiene una gran importancia para lo segundo,
porque es difícil de conseguir, porque es un bien escaso o una actividad
escasa (un inventor diría que sin los x millones –bien escaso- que le han dado
no hubiera podido construir su máquina, pero no dirá que no podría hacerlo sin
el destornillador –bien abundante-, aunque es muy posible que, en un juicio
hipotético, sin destornillador, no hubiera podido construir la máquina. Se trata
del criterio de la escasez. Teoría de los bienes y actividades escasos: hay
cooperación necesaria si lo que se aporta es un bien o una actividad escasa.
Hay complicidad cuando se aporta un bien o una actividad abundantes. El
criterio se matiza con la exigencia de otros requisitos: en las aportaciones
consistentes en la entrega de una cosa, ha de realizarse junto a juicio general
sobre la escasez, un juicio particular sobre la misma en las circunstancias del
caso concreto. En las contribuciones consistentes en una actividad, para que
se dé la escasez deberían concurrir tres factores: que la actividad tenga un
inequívoco carácter criminal, que sea causal para el resultado (aquí recibe las
mayores) y que suponga la remoción de un obstáculo serio para la comisión del
delito, dadas las circunstancias del caso concreto.
Otra posición defendida recientemente sostiene que cooperador
necesario es quien, sin realizar actos típicos, incrementa ex ante
sustancialmente el riesgo de lesión o puesta en peligro del bien jurídico por el
autor, de manera que la retirada de su aportación pueda desbaratar el plan
12
delictivo (cosa que no sucede con la aportación del cómplice), siempre y
cuando ex post resulte efectivamente causal para el resultado. Esta forma de
caracterizar la cooperación necesaria es interesante. En su referencia al
incremento sustancial del riesgo de lesión o puesta en peligro del bien jurídico
por el autor, refleja de un modo material la importancia de la cooperación
necesaria para la realización del tipo (del hecho típico). Para la concreción del
criterio se acude a la idea del dominio negativo del hecho que posee el
cooperador necesario y no el cómplice, en el sentido de que la retirada de su
contribución puede desbaratar el plan delictivo, y, para precisar más, recurre,
con algunos matices, a la teoría de los bienes escasos.
Las dos últimas formulaciones son las más interesantes, pero son
innegables las dificultades para encontrar criterios seguros de diferenciación.
13
imprudente en hechos dolosos. Sí resulta punible la participación dolosa en
hechos imprudentes.
14
o agravan la pena. De esta forma se habría dejado clara la posibilidad de
aplicación tanto a los delitos especiales propios como a los impropios.
15