Está en la página 1de 5

UNIVERSIDAD AUTONÓMA DE QUERÉTARO TEORÍA

DE LA ARQUITECTURA Y DEL PENSAMIENTO

LAS SIETE LÁMPARAS DE LA ARQUITECTURA


CAPÍTULO SEGUNDO “LA LÁMPARA DE LA VERDAD”
Existe una semejanza marcada entre las virtudes del hombre y las luces del
globo en que habita, la mayor parte de las veces, aunque la oscuridad aumente
en un modo gradual, podemos notas el momento de su desaparición, y podemos
felizmente atajar la sombra en el camino de su descenso. Pero hay algo que la
línea del horizonte es irregular o indefinida, y precisamente es el ecuador y el
círculo de todo: la verdad; la única cosa para la cual no hay grados.

Existen faltas ligeras a los ojos del amor, existen errores ligeros para los
dictámenes de la ciencia; pero la verdad no perdona ninguna falta ni soporta
ninguna mancha. Tenemos el hábito de contemplar la falsedad en sus más
negras consecuencias con las intenciones más nefastas. Esta indignación que
pretendemos experimentar por la mentira, no la experimentamos
verdaderamente más que por la mentira perniciosa. Nos irritamos contra la
calumnia, la hipocresía y la perfidia, porque nos hacen daño, pero no porque
sean contrarias a la verdad. Quitamos a la falsedad la difamación y el perjuicio, y
no queda apenas una leve sombra. Si la transformamos en alabanza, nos causa
placer. No son por tanto, la calumnia ni la perfidia las que producen en este
mundo la mayor parte de los males; es la mentira brillante y dulce a un tiempo, la
falsedad amable, la mentira patriótica del historiador, la mentira calculada del
hombre de Estado, la mentira del sectario celoso, la mentira piadosa del amigo,
la mentira indiferente de cada uno de nosotros para consigo mismo… Esto es lo
que arroja este negro misterio de la humanidad.
Los moralistas no deberían de confundir tan frecuentemente la importancia del
pecado con su falta de merecimiento de perdón. No quiero disminuir la
vituperación del pecado, perjudicial y malo, de la falsedad egoísta y reflexiva,
para lo cual me parece el medio más rápido el evitar las formas más sombrías de
la mentira y velar sobre las que mezclan impunes en nuestra vida ordinaria. No
mintamos jamás. No consideréis la mentira como inofensiva, descartémosla
todas; fútiles o fortuitas, no dejan de ser el hollín del negro humo del abismo. La
verdad, como una bella letra, no se adquiere más que con la práctica. Hablar y
obrar con toda la verdad constante y exactamente, es cosa casi tan difícil y
meritoria como hacerlo bajo, la amenaza del castigo. Es maravilloso observar
cuánta fuerza y universalidad encierra este solo principio de la decadencia de
todo arte y de todo acto del hombre.

Se puede creer que el vasto dominio de la imaginación es semejante al de la


mentira. No. La imaginación es el llamamiento voluntario a la concepción de

VALERIA GARCÍA REA 1


UNIVERSIDAD AUTONÓMA DE QUERÉTARO TEORÍA
DE LA ARQUITECTURA Y DEL PENSAMIENTO

cosas ausentes e imposible. Cuando se abusa de la imaginación se cae en la


locura.
Nuestra dignidad, como seres espirituales, exige que podamos inventar y
contemplar aun lo que no existe; exige que sepamos y reconozcamos al mismo
tiempo que esto no existe. Pudiera creerse, que la pintura no se propone otro fin
que el de engeñar, por el contrario, procura representar los objetos con tanta
claridad. Es la comunicación de un acto de la imaginación, no es una mentira. La
mentira no podrá consistir más que en la afirmación de su existencia o en la falsa
reproducción de las líneas y de los colores.
En arquitectura hay otra violación de la verdad, pero sutil y despreciable; la
cometida con la naturaleza de los materiales o el gasto de trabajo, cuando se les
disimula de modo positivamente falso. En un crimen en toda la extensión de la
palabra.

Las mentiras arquitectónicas se pueden estudiar, de un modo general, desde tres


puntos de vista:
1.- La sugestión de una infraestructura o sostén distinto del verdadero, como los
pedículos de las bóvedas de estilo gótico terciario.
2.- La pintura de las superficies con objeto de fingir otros materiales que aquellos
de que están formados realmente (como el pintar de mármol las maderas) o la
representación falsa de adornos esculpidos sobre estas superficies.
3.- El empleo de adornos modelados o hechos a máquina.

La arquitectura será más noble cuanto más evite todos esto procedimientos
falsos.

1.- Mentiras de construcción. El arquitecto no se halla obligado a hacernos ver la


infraestructura arquitectónica. El edificio más noble será aquel en la cual una
mirada inteligente descubra los grandes secretos de la infraestructura. Un
observador inteligente adivinará el procedimiento de la construcción la primera
vez que la vea.
Con los disimulos engañosos de la infraestructura deben calificarse, aunque la
naturaleza más reprochable aún el uso de falsas atribuciones, la introducción de
partes que deberían tener un fin que no poseen, Cuando las líneas siguen la
infraestructura de las masas originarias, ofrecen el interés de la redecilla fibrosa
de una hoja a la que se ha suprimido su sustancia verde.
Son la verdadera arquitectura lo que sería a un cuerpo vivo y fuerte su sombra,
Los vientos ismos que silban entre sus redes son a los ecos sonoros de las
antiguas murallas lo que a la voz humana el gemido de los espectros.

VALERIA GARCÍA REA 2


UNIVERSIDAD AUTONÓMA DE QUERÉTARO TEORÍA
DE LA ARQUITECTURA Y DEL PENSAMIENTO

Quiero hablar del uso del hierro. La definición del arte de la arquitectura es
independiente de los materiales empleados, practicado este arte hasta
comienzos del siglo XlX en arcilla, piedra y en madera, resulta que el sentido de
la proporción y las leyes de la construcción están basados sobre las necesidades
nacidas para el empleo de estos materiales.
Si la arquitectura es a primera de las artes que se perfecciona, precederá
siempre, como precedió en sus comienzos, a la posesión de la ciencia necesaria
para obtener el hierro. Su primera aparición debe depender del empleo de
materiales como la arcilla, la madera y la piedra. No se puede menos de admitir
que una de las principales dignidades de la arquitectura se deriva de su
naturaleza histórica. Toda idea relacionada con las proporciones, las
dimensiones, la decoración o la construcción depende de la presuposición de
materiales idénticos.

La verdadera arquitectura no admite el hierro como material de construcción. La


regla es que los metales se pueden emplear como cemento o argamasa y no
como sostén. Los otros cementos son a menudo tan resistentes, el muro se
convierte en una masa sólida. Si el empleo del hierro se prodiga y se renueva,
llegará hasta la degradación de la obra, del mismo modo que a su probidad. El
espectador no conoce nada de la cantidad ni de la fuerza del cemento empleado,
pero concibe generalmente las piedras del edificio como separables; su aprecio
de la habilidad del arquitecto se basará sobre la concepción de esta condición y
en las dificultades de ella dependan. Y el estilo de la arquitectura gana en vigor y
en ciencia usando sólo la piedra y la argamasa para conseguir el mejor resultado
posible con la fuerza de la una y la resistencia de la otra, y a veces conviene
sacrificar una gracia o confesar una debilidad.
No encuentro más que una objeción que pudiera hacerse a determinada forma
de adorno por medio de la arquitectura, y es que por poco de adorno por medio
de la arquitectura, y es que por poco deseable que sea el ver construcciones.
Quisiera recordar el arquitecto que puedo suponer limita y estrecha inútilmente
los recursos de su arte, que se atenga a la más alta expresión de grandeza y
sabiduría. La sabiduría divina no nos es ni nos puede ser revelada sino por su
lucha contra las dificultades que la Absoluta Potencia Divina admite de modo
voluntario y como un fin de lucha.
2.- Falsedades sobre las superficies. Generalmente se suele definir como la
osadía de suponer una forma o una materia que en realidad no existe, tal como
la pintura en madera para figurar mármol o la pintura de adornos y relieves
ilusorios, etc.
La voluntad de engañar y lo difícil que es de determinar dónde empieza y donde
acaba la mentira.

VALERIA GARCÍA REA 3


UNIVERSIDAD AUTONÓMA DE QUERÉTARO TEORÍA
DE LA ARQUITECTURA Y DEL PENSAMIENTO

No queda otro recurso que aplicar exactamente el gran principio que


proclamamos: ninguna forma ni materia deben ser representadas con falsedad.
La pintura reconocida como tal no debe ser falsa. Que sea sobre piedra o como
se piensa naturalmente sobre yeso, importa poco. Cualquiera que sea el
material, la pintura le hará más precioso.
Pero cubrir los ladrillos de cemento y dividir este cemento por las junturas para
imitar la piedra, es mentir. En cuanto la falsa representación de materiales, la
cuestión es infinitamente más sencilla y la regla más absoluta. Toda imitación de
este género es vil o inadmisible.
El principio se aplicará igualmente a todos: toda simulación es mala. Está
además prohibido por la excesiva fealdad y la apariencia insuficiente de estos
procedimientos. Pero existe una forma de ficción arquitectural tan frecuente en
los grandes períodos, que necesita ser tratada con respeto. Me refiero al
revestido de ladrillos con piedras de valor. Si pensamos concienzudamente las
exigencias de los principios el sacrificio y la verdad, más valdría a veces reducir
el decorado exterior que disminuir el valor y la estabilidad ocultas de lo que
hacemos.
Al trazar los límites de la ciencia no hemos tenido en cuenta los de esa rectitud
elevada que rechaza la licencia. Así ocurre que no hay falsedad y sí, por el
contrario, belleza en el empleo del color exterior, siendo lícito diseñar ya pinturas.
Dividen la obra en dos partes o géneros, el uno menos durable que el otro que se
le separa y extiende en la noche de los siglos, abandonándole a menos que no
tenga en sí mismo nobles cualidades. A esta nobleza estable es a la que yo
denominaré verdaderamente arquitectónica. Los verdaderos colores de la
arquitectura son los de la piedra natural. Vale más el edifico siendo durable que
deslumbrante.

3.- La última forma de la falsedad que nos proponíamos censurar era, como se
recordará, la sustitución del trabajo manual por el de molde o de máquina, Dos
razone de igual importancia militan contra esta práctica; la primera, que todo
trabajo o molde o a máquina es malo como trabajo; la segunda, que es innoble.
Aún suponiendo que el adorno debido al trabajo manual no se distinguiera del
debido al mecánica lo que un diamante auténtico de otro strass, y que el uno
pudiera por el momento burlar la mirada del constructor, como el otro el examen
de un joyero, y que sólo un estudio atento pudiera diferenciarles, a pesar de todo,
y así como una mujer elegante desdeñaría llevar alhajas falsas, un arquitecto que
se respete desdeñaría estos falsos adornos.
Una de ellas está en el empleo del ladrillo. Puesto que se sabe desde el principio
que ha sido moldeado, no hay razón para que se moldee de diferentes formas.
Nadie habrá de suponer que hubieron de ser tallados y no engañará por
consecuencia para que no se le conceda el crédito que se merece.

VALERIA GARCÍA REA 4


UNIVERSIDAD AUTONÓMA DE QUERÉTARO TEORÍA
DE LA ARQUITECTURA Y DEL PENSAMIENTO

Tales son los tres principales géneros de mentiras que pueden corromper la
arquitectura. Cuando la construcción se convirtió en una ordenada multitud de
línea airosas y paralelas, su forma inesperada y accidentalmente desenvuelta
atrae aún de modo inevitable las miradas. Surge de pronto una forma
independiente y nace un nuevo elemento característico de la obra. El arquitecto
le dedica a su atención y estudia y distribuye sus partes como se ha dicho.
El fenómeno de que hablamos, el rosetón fue, con una alegría pueril, conducidas
a ser una nueva fuente de belleza y los macizos intermediarios se abandonaron
para siempre como elementos de decoración.
El arquitecto se muestra complacido de este nuevo capricho e investiga el modo
de realizarle. Al cabo de algún tiempo, las barras de rosetón resultan a la vista
como si estuvieran entrelazadas igual que las mallas de una red. Era este un
cambio que sacrificaba una gran parte de la verdad; sacrificaba la expresión de
las cualidades de la materia.

VALERIA GARCÍA REA 5

También podría gustarte