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N.

o 9253

Lunes 16 de marzo de 2020

Ensayo del presidente Ikeda

NUESTRA BRILLANTE REVOLUCIÓN HUMANA

El invierno siempre se convierte en primavera

Sin arredrar ante el viento y la nieve,


somos los abanderados
de los Bodisattvas de la Tierra
y de su noble causa.
Aquí estamos, firmemente unidos,
izando el estandarte de nuestra misión.
....................
¡Ah, el pueblo victorioso de Tohoku...!1

Esta mañana, mi esposa y yo escuchamos una grabación de «El juramento de


Aoba», la canción de la Soka Gakkai de Tohoku. 2 La melodía me embargó de
recuerdos de esa entrañable región norteña, tan cercana a mis afectos, que en la
Antigüedad respondía al nombre de Michinoku.
Han pasado ya nueve años del devastador terremoto y tsunami de marzo de
2011 que afectó la zona de Tohoku. Nuestros preciados miembros de esta y de otras
áreas damnificadas han sobrellevado tremendas dificultades y penurias.
Uno las palmas de mis manos en gesto de profundo respeto y reverencia por
estos «abanderados de los Bodisatvas de la Tierra y de su noble causa», que se han
puesto de pie con admirable fortaleza y determinación después de ese desastre natural
sin precedentes, y que no han hecho más que ayudar a sus vecinos y amigos,
trabajando con denuedo en la reconstrucción y el restablecimiento de sus amadas
comunidades.

1
Versos de la canción de la Soka Gakkai de Tohoku, «El juramento de Aoba». En la estructura organizativa de
la Soka Gakkai, la región de Tohoku se compone de las prefecturas de Aomori, Akita, Iwate, Miyagi,
Yamagata y Fukushima.
2
El «Juramento de Aoba» se refiere al compromiso que un grupo de miembros pioneros de la División de
Jóvenes hizo al presidente Toda en abril de 1954, en las ruinas del Castillo de Aoba, en la ciudad de Sendai,
capital de la prefectura de Miyagi, en la región de Tohoku. En respuesta a la famosa declaración que el señor
Toda hizo ese día —«El castillo que construirá la Soka Gakkai estará hecho de valores humanos de enorme
capacidad»—, ellos juraron construir un castillo así en Tohoku.
Sin duda, Nichiren Daishonin ha de estar consciente de la labor que han hecho
estos últimos nueve años; a todos ellos les diría que, a lo largo de esos casi tres mil
trescientos días, han acumulado incontables e indestructibles «tesoros del corazón».3
Estoy entonando Nam-myoho-renge-kyo sinceramente en memoria de quienes
perdieron la vida en esta catástrofe y de los que fallecieron después como
consecuencia de ella.
No tengo la menor duda de que todos los familiares, compañeros de fe y amigos
que hoy ya no están con nosotros vivirán eternamente envueltos en la infinita luz de
felicidad de la Ley Mística, una luz universal que trasciende la vida y la muerte.

Una parte de la letra de «El juramento de Aoba» dice «irradiando


verdaderamente el sol del tiempo sin comienzo».
Me encanta la personalidad franca y sencilla del pueblo de Tohoku. Creo ver en
ella el resplandor del «sol del tiempo sin comienzo». Como estos amigos son el sol, no
necesitan darse aires de grandeza ni estar pendientes de las apariencias. Su naturaleza,
que refleja lo «no elaborado, no mejorado, que existe tal como es»,4 transmite a todos
los que están a su alrededor la cálida y brillante luz de la bondad.
En medio de la persecución de las autoridades militares del Japón durante la
Segunda Guerra Mundial, nuestro presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi
—quien al tiempo fallecería en la cárcel por sus convicciones— viajó a Koriyama y a
Nihonmatsu, en la prefectura de Fukushima. Uno de los propósitos de esa visita fue
hablar sobre el budismo Nichiren a los padres de un joven.
Hay unas palabras del Daishonin que el señor Makiguchi valoraba
especialmente. También las había subrayado en su ejemplar personal del Registro de
las enseñanzas transmitidas oralmente, que le fue confiscado por la Policía Especial
Superior: «El Buda del verdadero aspecto de la realidad reside en mitad del fango y en
la ciénaga de los deseos mundanos. Esto se refiere a nosotros, los seres. Ahora, a
Nichiren y a sus seguidores que entonan Nam-myoho-renge-kyo se los puede
denominar el Buda del Loto que es la entidad de la Ley».5
Los que se zambullen en la ciénaga de la sociedad llena de problemas y
aflicciones, y trabajan por la dicha y el bienestar del prójimo, son auténticamente el
«Buda del Loto que es la entidad de la Ley».
Nuestros miembros de Tohoku rehusaron ser vencidos por la tiniebla de la
adversidad insondable. Aunque hubo veces en que derramaron lágrimas de dolor o se
enfurecieron contra los crueles reveses del destino, siguieron entonando
Nam-myoho-renge-kyo, alentándose mutuamente a no ser vencidos y arremetiendo en
su lucha por el kosen-rufu.

3
Las tres clases de tesoros, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 892.
4
The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente),
traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 141.
5
Ib., pág. 91.

2
Estoy seguro de que el señor Makiguchi los elogiaría como emblemas vivientes
de la nobleza propia de los budas, tal como describe el Daishonin.
Nuestros miembros de la División Futuro y de la División de Jóvenes que
tuvieron que afrontar el trauma del terremoto y tsunami hoy han crecido de manera
admirable. Estos inspiradores jóvenes son una enorme esperanza para todos; habiendo
superado la peor adversidad, están abriendo y desplegando su vida como
extraordinarias flores de loto.

En la fría mañana, antes de que salga el sol, nuestros «héroes sin corona» están
recorriendo las calles casa por casa para repartir el Seikyo Shimbun, nuestro diario de
la Soka Gakkai. A ellos, a quienes les debo una gratitud infinita, quiero decirles:
¡cuiden su salud y su seguridad cada día!
El Seikyo Shimbun, un baluarte de la pluma, hoy tiene la tremenda misión de
llevar a sus lectores palabras de esperanza y de valor.
Una señora de la División Femenina de Higashi-Matsushima —ciudad de la
prefectura de Miyagi afectada por el desastre de marzo de 2011 en Tohoku—, está
repartiendo el diario con el orgullo de poner en manos de otros la posta de la felicidad
y de la victoria. Superando el dolor personal de haber perdido a su madre y a uno de
sus hijos en el tsunami, se ha dedicado a apoyar y a alentar a los demás con el sincero
deseo de hacer todo cuanto esté a su alcance.
La doctora Sarah Wider, expresidenta de la Asociación Ralph Waldo Emerson
con quien publiqué una compilación de nuestros diálogos, viajó desde los Estados
Unidos para visitar a las miembros de la División Femenina de Tohoku (en octubre de
2012). La impresionó profundamente esa «gente de corazón fuerte» que halló en cada
preciado encuentro y, en un mensaje que escribió a algunas de estas amigas, dijo estar
agradecida de compartir con ellas la determinación de hacer siempre lo mejor, a cada
instante.

Hace poco, recibí una hermosa carta de una señora de Tohoku que vive en la
zona de Sanriku, dentro de la prefectura de Iwate.
A comienzos de febrero de este año, el Coro Shinano de la Banda Juvenil
Masculina de la Soka Gakkai ofreció un ciclo de conciertos titulado «Conexiones de
esperanza» en seis localidades de la costa de Sanriku: Otsuchi, Yamada, Miyako,
Tanohata, Fudai y Hirono.
Cada uno de estos lugares recibió con beneplácito las voces de nuestros
gallardos intérpretes, que inspiraron a todos una brisa primaveral de valentía. Muchos
miembros locales invitaron a sus amigos, quienes luego elogiaron los conciertos y
dijeron sentirse vigorizados por el espíritu de los miembros de Gakkai, o inspirados a

3
seguir viviendo muchos años más, sin dejarse derrotar por el reto permanente que
enfrentan.
Nuestros miembros no han dejado de trabajar infatigablemente en ayuda de su
comunidad, sembrando un jardín florido de amistad y de confianza. Están avanzando
sin flaquear, día tras día, dedicados a apoyar a quienes los rodean con sinceridad
conmovedora. El fulgor de su humanismo es un faro de esperanza que irradia la luz de
la felicidad, y es también una potente fuerza impulsora de la recuperación y la
reconstrucción.

Pronto (el 14 de marzo de 2020) reanudará sus servicios completos, después de


nueve años de interrupción, la línea Joban de los Ferrocarriles del Japón.
Este tren me trae hermosos recuerdos de un encuentro que mantuve con los
miembros del este de la prefectura de Fukushima en noviembre de 1960, año en que
asumí la tercera presidencia de la Soka Gakkai.
Cuando estaba por regresar a Tokio desde Morioka (capital de la prefectura de
Iwate), un grupo de miembros se reunió conmigo en la estación Yumoto de la línea
Joban (en lo que hoy es la ciudad de Iwaki, en la prefectura de Fukushima). Debido a
una demora imprevista en el horario del tren, pude pasar quince minutos dialogando
con ellos en un banco de la estación.
Seis décadas después, una de las jóvenes a quienes alenté en esa oportunidad
hoy sigue trabajando activamente por el kosen-rufu como integrante del grupo
Muchos Tesoros. Me hizo muy dichoso escuchar este y otros informes sobre las
victorias de los miembros de Iwaki.
Estoy hondamente conmovido por los incontables triunfos de revolución
humana que han obtenido los integrantes de nuestra familia Soka de Tohoku luchando
juntos con el mismo espíritu que yo.
Aunque algunos de nuestros queridos camaradas hayan caído enfermos en el
transcurso de su ardua y larga lucha por reconstruir su vida y sus comunidades
después del desastre, todo lo que hacen estos miembros para ayudar a los semejantes
no es sino la noble ofrenda de su propia vida. Por eso, es seguro que recibirán enormes
beneficios, a través de «disminuir la retribución de su karma adverso» y de «convertir
el veneno en remedio». Y tienen absolutamente asegurado el eterno avance por el
camino de la eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza.

Nuestros compañeros de Hokkaido (la más septentrional de las cuatro islas


principales del Japón) han avanzado en estrecha solidaridad con los miembros de
Tohoku, poniendo el pecho a los vendavales de la adversidad.

4
Este 11 de marzo se recuerda, asimismo, el 65.o aniversario del histórico debate
de Otaru,6 celebrado en Hokkaido, donde demostramos ante la sociedad japonesa la
justicia de la Soka.
Justo antes de la solemne ceremonia del 16 de marzo de 1958, donde el
presidente Toda transfirió la misión del kosen-rufu a sus jóvenes sucesores, él alentó
afectuosamente al primer responsable del cabildo Otaru:

En la vida —le dijo— uno tiene que experimentar situaciones


desagradables, tristes o dolorosas. En cierto modo, la existencia no es más
que una serie de hechos de esa índole. [...]. Pero si usted persevera en la fe
y en la práctica durante toda la vida, sin falta al final triunfará. Aunque en
el proceso deba afrontar diversos problemas, podrá decir que ha adquirido
un estado de absoluta felicidad.

El maestro Toda tenía grandes esperanzas en Hokkaido y en Tohoku; por mi


parte, yo he vivido toda mi existencia junto a los miembros de estas regiones norteñas
del país con el mismo sentimiento que mi mentor.

Los inviernos en el norte del Japón son largos e implacables. Pero incluso
mientras soplan los vientos fríos, las plantas conservan pacientemente su fuerza vital y
esperan el momento de dar nuevos brotes verdes y tiernos.
En setiembre de 2011, seis meses después del terremoto y tsunami, comencé a
escribir el capítulo «La luz de la felicidad» de mi novela La nueva revolución humana
(perteneciente al volumen 25). Allí narro la visita de tres días que hice a Fukushima,
el 11 de marzo de 1977, para alentar a los camaradas de Tohoku. En ese momento, les
dediqué varias obras caligráficas que llevaban la palabra «cerezo», como «Cerezo de
la montaña de la Soka».
Lo hice para expresar mi deseo de que, por mucho que duren los inviernos de la
adversidad y de los contratiempos, nuestros miembros sin falta puedan sortearlos y
florecer espléndidamente, y transmitan el mensaje esperanzador que dice: «Los que
creen en el Sutra del loto parecen vivir en invierno, pero el invierno siempre se
convierte en primavera».7
Nuestros compañeros que con espíritu valiente e invencible han probado que «el
invierno siempre se convierte en primavera» son como hermosos cerezos que crecen
en la montaña de la Soka, envueltos en la luz de la felicidad y adornados de flores.
Nichiren Daishonin escribe: «Hay algo extraordinario en [...] la forma en que el
verano, el otoño, el invierno y la primavera se suceden unos a otros. También ocurre

6
Debate de Otaru: Debate público realizado entre representantes de la Soka Gakkai y sacerdotes de la secta
Nichiren Shu (escuela Minobu de budismo Nichiren), en el Centro Cívico de Otaru, Hokkaido, el 11 de marzo
de 1955. En el debate, que contó con la participación del joven Ikeda como moderador, se estableció la
superioridad de la posición planteada por la Soka Gakkai.
7
El invierno siempre se convierte en primavera, en END, pág. 561.

5
algo inusitado cuando una persona común logra la Budeidad. En ese momento,
invariablemente aparecen los tres obstáculos y los cuatro demonios; pero cuando ello
sucede, los sabios se regocijan, mientras que los necios se echan atrás».8
No tengamos miedo a los cambios. Sigamos, todos y cada uno de nosotros,
creando valor como personas de bravura y de sabiduría.

En el Japón y en el mundo, la profesión médica y la sociedad en general están


dedicando ingentes esfuerzos a detener la expansión del coronavirus (COVID-19).
Estoy infinitamente agradecido a los incontables individuos que trabajan sin descanso,
noche y día, en diversos frentes de esta lucha. Asimismo, estoy orando con fervor,
desde lo más profundo de mi corazón, para que esta amenaza cese cuanto antes y se
restablezca la normalidad y la seguridad.
El eminente historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) dijo que
quienes viven en épocas de crisis deben ser los pioneros de una era mejor, enfocados
en hallar soluciones positivas que den paso a un período de avance.9
Estoy seguro de que nuestros valientes jóvenes Bodisattvas de la Tierra se
unirán a sus amigos del mundo y trabajarán juntos con fortaleza, sabiduría y
optimismo para crear una época mejor.
Una vez más, grabemos en nuestra vida el famoso pasaje de La apertura de los
ojos que tantas veces cité con nuestros miembros de Tohoku, de Hokkaido y del
mundo: «Aunque mis discípulos y yo encontremos toda clase de dificultades, si no
albergamos dudas en nuestro corazón manifestaremos la Budeidad en forma
natural».10
Los maestros y discípulos de la Soka, forjados en la lucha contra «toda clase de
dificultades», nunca hemos olvidado estas palabras en los momentos cruciales y
siempre hemos perseverado en el avance. Por eso, hemos podido manifestar nuestra
budeidad «en forma natural».
¡Superando con espíritu triunfal cada adversidad que surja en nuestro camino,
difundamos en el mundo un movimiento cada vez más potente que libere el estado de
vida de la budeidad, que es la expresión más elevada de toda la humanidad!

(Traducción del artículo publicado el 11 de marzo de 2020 en el Seikyo


Shimbun, diario de la Soka Gakkai).

8
Los tres obstáculos y los cuatro demonios, en END, pág. 668.
9
Véase Toynbee, Arnold J.: Democracy in the Atomic Age: The Dyason Lectures 1956, Melbourne: Oxford
University Press, 1957, pág. 16.
10
La apertura de los ojos, en END, pág. 300.

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