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N.

o 9653

Viernes 2 de julio de 2021

Palabras de aliento del presidente Ikeda

EL VIAJE DEL MAESTRO Y EL DISCÍPULO,


UN FARO DE ESPERANZA Y DE VICTORIA

El 3 de julio y el espíritu de lucha de los Bodisatvas de la Tierra

El 23 de junio es el Día de Okinawa [feriado en la prefectura homónima y día


en que se recuerda a todos los que perdieron la vida en esa batalla durante la Segunda
Guerra Mundial]. Fue allí, en mi amada Okinawa, donde, animado por mi juramento
de luchar por la paz, empecé a escribir mi novela La revolución humana [en diciembre
de 1964].
«La gran revolución humana de un solo individuo puede generar un cambio en
el destino de un país y, más aún, propiciar un cambio en el rumbo de toda la
humanidad». Con ese tema central, la novela narra la epopeya de nuestro movimiento
popular desde el día en que mi maestro Josei Toda es liberado de la cárcel, el 3 de
julio de 1945.
Armado del mismo compromiso y de idéntico espíritu que su mentor,
Tsunesaburo Makiguchi, quien había fallecido en prisión en defensa de sus
convicciones, el señor Toda se puso de pie en una ciudad en ruinas y devastada por la
guerra. En su corazón palpitaba la conciencia de ser un Bodisatva de la Tierra, tras la
profunda revelación experimentada en la celda.
Ese fue, para la Soka Gakkai, el punto de partida de su tremendo avance hacia
el logro del kosen-rufu y del ideal postulado por el Daishonin de «establecer la
enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra». Cuando pensamos en la
determinación del señor Toda, sentimos que fluye en nuestro ser el intrépido espíritu
de lucha de los Bodisatvas de la Tierra.

En la edición revisada de Nichiren Daishonin Gosho Zenshu (Obras completas


de Nichiren Daishonin), que se publicará en japonés en noviembre de este año, se
incluirá por primera vez un texto probablemente dirigido a la monja laica Myoichi.
Fue a esta seguidora a quien el Daishonin le escribió la carta con las célebres
palabras «el invierno siempre se convierte en primavera».1
En el nuevo texto que se incluirá en la compilación, el Daishonin elogia la fe de
Myoichi, quien perseveró en su práctica budista y le envió constantes ofrendas,
mientras él resistía incólume el hostigamiento que culminaría con su destierro a la isla
de Sado. 2 Compara la fe de su discípula con la práctica del buda Shakyamuni,
diciéndole: «Usted es una mujer común del Último Día de la Ley, mientras que
Shakyamuni fue un venerable de épocas pretéritas. La determinación de usted ya es
superior a la de él. ¿Cómo podrían las futuras recompensas [de la práctica de Myoichi]
no ser iguales a las del Buda?».3
Con esas palabras, el Daishonin promete que una mujer con fe más firme aún
que la de Shakyamuni recibirá con certeza grandes beneficios iguales a los del Buda.
Siento hondamente que este pasaje también puede leerse como un elogio a todas las
mujeres Soka que están consagrándose al kosen-rufu con el decidido espíritu de los
Bodisatvas de la Tierra.
Las integrantes de la División Femenina que lucharon conmigo en los días
pioneros de nuestro movimiento siempre tenían presentes estas claves de nuestra
práctica budista para la felicidad y la victoria:

1) El espíritu de valorar a cada persona y de orar por su felicidad.


2) La determinación de perseverar en las metas con actitud positiva hasta
cumplirlas.
3) La unión de «distintas personas con un mismo propósito» para apoyar y
alentar a los miembros que enfrentan dificultades.

Esa postura cálida y benevolente sigue resplandeciendo hasta el día de hoy. Por
eso la familia Soka es invencible y da pruebas rotundas de que «el invierno siempre se
convierte en primavera».

El 3 de julio de 1957, doce años después de la liberación de mi mentor, fui


arrestado por las autoridades con el pretexto de unos cargos fraguados.
En vísperas de dicho acontecimiento, se había fundado la División de
Estudiantes (30 de junio), cuyos miembros habían jurado cumplir la misión de
proteger al pueblo.

1
El invierno siempre se convierte en primavera, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio:
Soka Gakkai, 2008, pág. 561.
2
Exilio a Sado: Exilio de Nichiren Daishonin a la isla de Sado, situada en el mar del Japón, que se
extendió desde 1271 hasta 1274. Tras el fallido intento de quitarle la vida en Tatsunokuchi, las
autoridades lo sentenciaron al destierro en la isla de Sado, lo cual en aquel entonces equivalía a la pena de
muerte. Sin embargo, cuando se cumplieron las dos calamidades predichas por el Daishonin —la rebelión
interna y la invasión extranjera—, el gobierno emitió un indulto en marzo de 1274, y el Daishonin regresó
a Kamakura.
3
Traducción tentativa.

2
El Daishonin escribe: «En esta época, como en aquella, no son nuestros aliados
los que más nos ayudan a avanzar, sino nuestros enemigos poderosos».4
Los Bodisatvas de la Tierra de genuina valentía se forjan superando obstáculos
formidables. Es en medio de estas grandes contiendas donde se transmite a los
sucesores el espíritu de los leones reyes.
En julio, celebraremos los septuagésimos aniversarios de la División Juvenil
Femenina y la División Juvenil Masculina. 5 Estoy orando por nuestros jóvenes
sucesores y velando por ellos, quienes están poniendo el pecho ante todas las
adversidades y escribiendo sublimes historias de avance a través de su propia y
grandiosa revolución humana.
¡Sigamos marchando de manera triunfal, rebosantes de espíritu de lucha de los
Bodisatvas de la Tierra!

(Traducción del artículo publicado el 21 de junio de 2021 en el Seikyo


Shimbun, diario de la Soka Gakkai).

4
El comportamiento del devoto del «Sutra del loto», en END, pág. 808.
5
La División Juvenil Femenina y la División Juvenil Masculina se fundaron, respectivamente, el 19 y el
11 de julio de 1951.

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