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COMENTARIO PERSONAL:
El trabajo de Alain Touraine contiene aspectos innovadores y necesarios para el
estudio sobre movimientos sociales. En primera medida, ingresar a construir el
objeto de estudio a través de una disciplina tan hermética en sus posiciones como
la sociología, sin duda, es de gran aporte, en tanto compone un campo de estudio
fundamental para el entendimiento de la vida social, más allá de cualquier búsqueda
de totalidad o estructural que dejase afuera a los actores sociales. En segundo
lugar, su incorporación del papel de la cultura en el marco de los estudios sobre la
acción social logra dar oxígeno a las lecturas contemporáneas sobre los
movimientos sociales, en tanto aparece un campo de disputa, producción y
reproducción de la sociedad tan fundamental.
No obstante, existen una serie de límites, que se entienden para su contexto pero
que no está de más mencionarlos. Por un lado, la visión de la sociedad como un
‘sistema social’, que se liga mucho a ciertos elementos del funcionalismo, y que en
muchos casos así queda explicitado en su texto. Cuando se habla del sistema social
como algo que debe tender al orden como principio (aún con momentos de
conflictividad siempre latentes) existe una relativa paradoja, ya que el análisis
sociológico del movimiento social puede limitarse a verlo como una exterioridad,
amenaza o enfermedad, lo cual supone, de antemano, presupuestos
epistemológicos que desestiman la acción social misma, o al menos la que tiene
una tendencia al cambio. Si bien Touraine no cae propiamente en ello, resulta,
cuando menos, curioso, que en la primera parte de su texto ingrese en el combate
por la conceptualización de la sociedad, la desestime parcialmente y se defina por
el sistema social.