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IX Conferencia Dominicana de Estudios de Genero

Feminismos y movimientos sociales.

Lourdes Contreras

Resumen:
Abstract:
Palabras clave:

Introducción

Me propongo presentar, como premisa en el desarrollo de la IX Conferencia de Estudios de


Género, (CEG-INTEC) algunos de los elementos clave sobre el concepto de movimiento social y
cambio social en interés de propiciar el análisis sobre la constitución-conformación y expresiones
del movimiento feminista, motivando la interacción con otros movimientos como la defensa y
protección del medio ambiente, y la identidad racial que interesan en el escenario de hoy día en
nuestro país.

La idea es trabajar fundamentalmente tres elementos:

1ero. Una perspectiva teórica sobre los movimientos sociales, significado alcances y limites en
términos de perspectiva política, así como también pertinencia, manifestaciones y características
acorde con los problemas sociales más relevantes en cada momento de una sociedad, sin
adentrarnos en la clasificación sociológica de viejos y nuevos movimientos.

2do. El feminismo como movimiento social en tanto teoría y práctica política, que explica y se
plantea superación de la subordinación de las mujeres, y que supone la toma de conciencia de las
mujeres como grupo humano sobre la opresión, dominación y explotación de que son objeto, así
como los sujetos y las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales que se favorecen de
tales situaciones y los antagonismos que se derivan de su comprensión.

3ero. La importancia de la interacción entre movimiento feminista y otros movimientos sociales


en el espectro de las expresiones de los que hoy estaremos debatiendo en esta jornada, que son
los relacionados con el medio ambiente, la defensa de las aguas, el suelo y el subsuelo, el
territorio en general, y el racismo en tanto base ideológica en sus históricas expresiones
antihaitianas en nuestro país.

La propuesta es dejar planteada la reflexión sobre pensamiento y acción desde el feminismo


como movimiento social y la interacción con otros movimientos sociales.

Intento esbozar planteamientos básicos de estos temas, en interés de crear condiciones para el
debate sobre relaciones de género-pensamiento feminista, y corrientes del feminismo,
visualizando la diversidad de pensamiento feminista, y con ello la importancia de la interconexión

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en las luchas de las mujeres con luchas que también son nuestras, pero que nos convocan desde
otras formas del quehacer social.

Movimiento social, sujeto y acción colectiva:

En relación este primer tema, sobre conceptualización de movimientos sociales, pertinencia,


manifestaciones y características acorde con los problemas sociales de cada época, en esencia y
desde los enfoques teóricos de autores y autoras que han profundizado en ello, me detengo en lo
siguiente:

Dos elementos trascienden en la identificación y valoración de los movimientos sociales, que son:
1ero. La constitución de sujeto a partir de la identidad colectiva, y 2do. la acción colectiva con
direccionalidad, lo que al mismo tiempo deriva de la conformación de sujetos.

Defiendo la idea de que hay movimiento social cuando se entrelaza la conformación de sujeto
colectivo identificado ante sí mismo y ante su entorno, con la acción colectiva que deriva del
sujeto, evidenciando propósitos comunes en perspectiva de transformaciones sociales. En ese
sentido el movimiento social es tal en tanto establece, propone y proyecta cambio con sentido
alternativo en las relaciones sociales.

Los movimientos sociales poseen significados, alcances y limites en términos políticos,


así como también pertinencia, manifestaciones y características acorde con los
problemas sociales más relevantes en la sociedad y de cada momento histórico.

Desde los enfoques teóricos de autores y autoras que han profundizado en ello (Fals
Borda, xxxxxx, Melucci, xxxxx, Tilly xxx), me detengo en los elementos que trascienden
en la identificación y valoración de los movimientos sociales, que son, la constitución de
sujeto a partir de la identidad colectiva, y la acción colectiva con direccionalidad, desde
seres situados. La conformación de sujeto remite a análisis de intereses y formas de
acción, dentro y más allá de las reglas formales del juego político, y la acción colectiva
refiere a necesidades originadas en el tejido social de la vida cotidiana, muchas veces
evadidas por el sistema político.

Entiendo que hay movimiento social cuando se entrelaza la conformación de sujeto


colectivo identificado ante sí mismo y ante su entorno, con la acción colectiva que deriva
de ese sujeto, evidenciando propósitos comunes en perspectiva de transformaciones
sociales. En ese sentido, el movimiento social es tal en tanto establece, propone y
proyecta cambios con sentido alternativo en las relaciones sociales.

Un movimiento social, como red de relaciones sociales, según lo concibe Revilla (2015),
se define como “proceso de reconstitución de una identidad colectiva que dota de sentido
a la acción individual y colectiva en la articulación de un proyecto de orden social” (p. xx).
Un movimiento social se articula alrededor de la identidad, conforma sentido político
alternativo y es el resultado de un proceso participativo que genera acción participativa
como estrategia de acción (Apilánez, 2016). El movimiento social, por tanto, surge desde
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la sociedad y no desde las instituciones, aunque pueda tener impulso desde ellas.

El principal recurso de un movimiento social es la movilización, y la organización del


movimiento es el resultado de la acción. Por tanto, no se conciben como movimientos
sociales las acciones aisladas que pueden ser calificadas como comportamientos
colectivos o protestas específicas, y tampoco las acciones dirigidas desde el Estado.

Es necesario, sin embargo, tener en cuenta que bajo la definición de movimientos


sociales también caben movimientos conservadores. Esto significa que los movimientos
sociales no son progresistas per se, ya que pueden existir movimientos sustentados en
fundamentalismos religiosos o nacionalismos étnicos, (Tilly,1978). Destaco, sin embargo,
que esos movimientos no son transformadores de la realidad, sino reafirmadores de las
opresiones, y que el análisis de realidad se supone que ha observado necesidad de
cambios. Desde movimientos sociales con esas características solo se forjan espacios
generadores o reforzadores de segregación y exclusión.

Entiendo que un movimiento social es tal en tanto sea expresión de carácter colectivo y
transformador, en perspectiva renovadora de la realidad social. No obstante, esto no
significa necesariamente comportamientos colectivos pues, ya que se puede colocar el
concepto de acción colectiva, como actuación conjunta de personas en defensa de
intereses comunes.

La diferencia entre movimiento social y acción colectiva queda establecida en que el


primero parte de identidades y articulaciones conformadas, estructuradas, activas y con
determinado sentido de permanencia. Es decir, procesos que conectan grupos en
dirección a cambios en las relaciones sociales, y en las formas de organización de la
sociedad, mientras la segunda, la acción colectiva, refiere más directamente a
movilización social, implica procesos conectados con protestas, muchas veces
expresados en estallidos sociales.

En ese orden García Montes (xxx) analiza muestras de movilizaciones que se traducen
en movimientos sociales, partiendo de que la acción colectiva se compone de cuatro
elementos: intereses, organización, movilización y contexto. Citando a Villasante (2002),
explica que para que surja una acción colectiva de protesta tienen que existir unos
intereses comunes compartidos, (públicos, -sectoriales o parcializados- o intereses
privados), cierta organización y persistencia de la colectividad implicada. Señala además
que la acción colectiva requiere de procesos, pasando de la reflexión a la auto-
organización y a la acción movilizadora, con la interacción entre los distintos actores
sociales, y dentro de un determinado contexto político-social-cultural-económico, al que
ubica en el concepto de estructura de oportunidad política.

Por otra parte desde este análisis e García Montes, se afirma que la acción colectiva de
base está “caracterizada por mantener una estructura informal, por el voluntarismo de sus
participantes y por la concepción de la movilización como un medio para influir en el
poder” Subraya que la acción colectiva de base debe diferenciarse de la promovida por
grupos de interés, en tanto esta última tiene “una estructura formal, cierta
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profesionalización de los participantes y busca influir en el poder a través de la presión y
negociación”, diferenciándola también de la promovida por los partidos.

Por ultimo señalar que desde una perspectiva más general, Tilly (1978), definía una
acción colectiva como aquella llevada a cabo por un grupo de personas que comparten
unos intereses comunes, que se organizan en unas estructuras más o menos formales y
que ponen en marcha acciones movilizadoras, bajo una determinada estructura política
que facilitará o dificultará su influencia en el poder en función de sus características.

Acorde con el examen histórico que sobre la acción colectiva hace el Dr.Tilly, 1978, los
intereses comunes explícitos son los que desarrollan capacidad de movilizaciòn
impulsores de la interacción para grandes cambios estructurales.

De ahí que la acción de un movimiento social se convierte en un signo: el hecho mismo


de su existencia es el principal mensaje que el movimiento ofrece a la sociedad, e “indica
que existe un problema que concierne a todos y en torno al cual se ejercitan nuevas
formas de poder” (Melucci, 1992, p. 296). De esta manera, se ensayan nuevas formas de
acción y se pueden configurar identidades colectivas distintas a las existentes.

En interés de mencionar expresiones de movimientos sociales recientes que han


hecho historia, tiene sentido referir, por ejemplo, el movimiento antiglobalización, y
siguiendo en el ámbito internacional, otros movimientos de indignados como Occupy Wall
Street en NY, el 15M en Madrid, Passe Livre en Brasil, y la Defensa del Parque Taksim
Gezi en Estambul, Turguìa, (Dussel, 2011).

A nivel nacional, vale citar el surgimiento de los Comités de Lucha Popular (CLP) en
los años 80 (Pérez y Artiles, 1983), precursores del espacio organizativo surgido a finales
de 1983 e inicios de 1984, y que impulsó importantes protestas en los barrios populares
de Santo Domingo y otras ciudades de la República Dominicana, aglutinados en el
Colectivo de Organizaciones Populares, que llegó a producir una huelga general de 48
horas en noviembre de 1990, de carácter político-reivindicativa, otra huelga general de 24
horas, en octubre de 1992, a propósito de la conmemoración del V Centenario del arribo
de los colonizadores, y los asesinatos del momento. Posteriormente en el 2001 desde
ese espacio se impulsaron muchas otras movilizaciones y acciones con apoyo masivo.

También es importante señalar que se definen como “nuevos movimientos sociales”


a aquellos que se sustentan en la identificación de formas de opresión más allá de las
históricas relaciones de producción, para alcanzar grupos sociales calificados como
transclasistas, y que se cimientan en el análisis y crítica de los sistemas de dominaciones
múltiples y/o bajo el enfoque de la colonialidad del poder (Quijano, 2000). Este enfoque
analiza el concepto de la dominación en todas las dimensiones y desde los múltiples
simbolismos que se expresan en el imaginario colectivo (Sader 1990). , La Emergencia
de los nuevos Sujetos Sociales, Acta Sociológica, Vol.III,2, 55/88.

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Un poco más sobre la perspectiva teórica de los movimientos sociales, vemos a Raúl
Zibechi (2003:1) que identifica tres matrices de pensamiento y prácticas que han nutrido
estos “nuevos movimientos sociales en América Latina y las ejemplifica en: a) las
comunidades eclesiales de base vinculadas a la teología de la liberación, b) la
insurgencia indígena portadora de una cosmovisión distinta de la occidental, y c) el
guevarismo inspirador de la militancia revolucionaria” . Cada uno de ellos podría ser
objeto de análisis específico, desde la observación de qué propusieron y en qué han
derivado o están derivando. (Pensamiento Crítico:1).

Los análisis referidos a los nuevos movimientos sociales permiten considerar las
prácticas de dominación que se han profundizado en la etapa del neoliberalismo, como
son la exclusión social o la política resultante de las llamadas democracias formales o
democracias electorales, que se constituyen en reforzadoras de discriminaciones de todo
tipo, en especial de discriminaciones socioculturales (étnicas, raciales, etarias, de género
o por identidades sexuales, entre otras).

Se incluyen en estas consideraciones las exclusiones derivadas de las enajenaciones


mediático-culturales. Ejemplo de ello son las expresiones del antihaitianismo en
República Dominicana que son exacerbadas por los propios medios de comunicación, o
aquellas que consignan depredación ecológica, manipulación de los bienes de la
naturaleza, desprotección de ríos y bosques, explotación minera, o el impedimento de
recuperación de territorios frente a diversas formas de dominio del capital (Valdés, 2008).

El feminismo como movimiento social

El feminismo es un movimiento social que expresa la rebeldía de las mujeres frente a


las múltiples e históricas opresiones de que ha sido objeto. Es la manifestación
organizada de la sublevación de las mujeres. Expresión de lucha y resistencia, es un
gran movimiento social, con múltiples manifestaciones y formas de organización según
las diferentes corrientes, acorde con los momentos históricos, con formas de lucha,
reclamos y demandas según los procesos de cambio social y cultural.

Cada etapa histórica significa una expresión diferente del movimiento feminista. Sin
pretender enumeración cronológica, que ya se ha estudiado en las denominadas olas del
feminismo, -y sin entrar en las particularidades del enfoque de género como categoría de
análisis-, un agrupamiento panorámico del feminismo nos lleva a múltiples corrientes, a
ver:
1) El feminismo libertario que devela la incongruencia de la Revolución Francesa cuando
bajo el lema de “igualdad, libertad y fraternidad” negó derechos a las mujeres, y llevó a la
gillotina a las mujeres que se reclamaban reconocimiento como sujetas de derecho, y en
su momento llevó al surgimiento de las sufragistas, con sus logros sobre el derecho al
voto, -aunque aún haya significado poco frente al derecho a ser elegidas-, junto a entorno
del feminismo liberal centrado en legislaciones y reclamo de políticas públicas que
consideren necesidades diferenciadas entre mujeres y hombres.
2) Las diferentes expresiones del feminismo socialista, marxista, anarquista, o radical.

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Luego las corrientes del feminismo de la igualdad y de la diferencia, y el feminismo
antirracista y reivindicador de la negritud y la afrodescendencia.
3) El feminismo que reclama democracia paritaria dentro de esquemas electorales
amarrados por las estructura de sistemas de partidos que no trascienden el modelo
actual dominación.
4) El feminismo que denuncia el desconocimiento de la diversidad sexual, rechaza la
heteronormatividad impuesta, o postula las apuestas descoloniales, dentro de la gama
del feminismo crítico, en clara decantación frente a feminismos con pretensiones
hegemónicas por su conexión con privilegios clasistas y racistas.

Precisamente el feminismo crítico surge de la práctica política y del cuestionamiento al


análisis histórico de la modernidad. Con un planteamiento de fuerte quiebra a los
modelos eurocéntricos o nortcentrados para postular y proyectar nuevas miradas de lo
que somos y hemos sido como pueblos. Me refiero a la perspectiva de la colonialidad del
poder, (Quijano, 2000), del saber, del ser y del pensar, estructurando una propuesta
analítica que apunta a quebrar modelos dominadores del pensamiento, llamando la
atención sobre el origen de la riqueza en el Norte vs. la expoliación del Sur, y alertando
sobre la presunción de dominio sobre la producción de conocimientos y al interpretación
del mundo, al tiempo que observa que el patriarcado no es homogéneo, (Lugones 2008),
problematiza el enfoque de género, y observa el hecho colonial sobre los territorios con la
extracción de recursos, apropiación de nuestros medios de producción, nuestras riquezas
naturales y culturales, visibilizando reconocimientos de lo propio en culturas negras o
indígenas, y relegando enfoques excluyentes de las diferencias que intentan sostener la
hegemonía del poder en la propiedad y el control desde lo blanco masculino, y la élite del
poder económico.

Todo lo anterior solo por mencionar las expresiones más relevantes de diferentes
corrientes en el movimiento feminista.

¿Cuál es son los hilos conductores en este movimiento? ¿Qué es lo que une a todas
esas corrientes para considerarse feministas?

Entiendo que esa conexión está en la adscripción a la rebeldía contra todas las formas de
opresión y explotación propias de cada época. Y ¿en todas las expresiones de opresión
qué es lo que une al opresor o a los opresores? ¿Dónde está el centro de atención que
persiste en diferentes épocas o ámbitos, aun en diferentes tipos de sociedades, y …. ?

Buscando respuestas a estas interrogantes, en este análisis, aun dentro de la amplitud


que recoge luchas reivindicativas de múltiple tipo, no caben aquellas que representan
nuevas o viejas formas de dominación -políticas, económicas o culturales-. No caben los
movimientos o agrupamientos que imponen subordinaciones o mandatos de regímenes
autoritarios, aun haya autoetiquetas en búsqueda de reconocimientos.

El feminismo es rebeldía, es libertario, propugna por autonomía y conquista de derechos.


Es por tanto un movimiento social diverso, pero coherente.

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 Evidencia el conflicto social de la opresión de las mujeres como resultado de la
preminencia del patriarcado en tanto cultura dominante, sistémica, institucionalizada y
naturalizada. Es la expresión organizada de un pensamiento estructurado que se
sustenta en la teoría feminista, en tanto conjunto coherente e interrelacionado de ideas
que explican y permiten interpretar la realidad social en base a principios. La teoría
feminista refiere a las múltiples formas de desigualdad que jerarquizan a los seres
humanos según identidades sexuales.
 Es un movimiento que se opone a una opresión, que modela y justifica otras opresiones
que se articulan entre sí, y que se hayan derivadas de la condición de clase, raza, edad,
nacionalidad, creencias, origen, actitud frente a la heterosexualidad impuesta, entre otras,
y que, al reconocerlas y reconocerse entre sí, permiten identificaciones entre quienes se
perciben receptoras de dicha opresión.
 El feminismo es un movimiento de conciencia respecto a todo lo anterior y que en tanto
tal contribuye a forjar alternativas políticas y condiciones de acción con sentido político
generador de transformaciones.

Llegado este punto, tiene sentido establecer algunas distinciones relacionadas con
feminismo y movimiento de mujeres, y entre las diversas corrientes que se adscriben al
feminismo desde distintos puntos de partida, enfoques, perspectivas analíticas y
consideraciones múltiples, en las que lo común queda establecido por el sentido de
pertenencia a un grupo humano configurado en oposición a la jerarquía de lo masculino.

Para decirlo en muy pocas palabras, el feminismo tiene como característica que se
sustenta en una teoría de la subordinación, con análisis histórico de causas,
manifestaciones y consecuencias. En tal sentido, plantea y desarrolla una práctica
política de ruptura con el patriarcado, entendido éste como la forma de organización
social en la que se ha impuesto la superioridad de los varones por su condición de tal, a
través de un sistema familiar, social, político e ideológico que ha generado la división
sexual del trabajo y que determina el papel y los roles desiguales de hombres y mujeres
en la sociedad.

La filósofa Celia Amorós,(1991) en su libro ¨Hacia una crítica de la razón patriarcal¨ plantea
que el pensamiento feminista pone de manifiesto todos los sesgos androcéntricos que
predominan en las decisiones y las acciones de las personas en una sociedad, reivindicando la
lucha contra el prejuicio, con fuerte peso en actitudes y comportamientos individuales y
colectivos.

Tradicionalmente se han distinguido dos grandes denominaciones de movimientos


sociales que tienen a mujeres como principales actoras que son: a) movimiento de
mujeres y b) movimiento feminista. Aquí es preciso rescatar una tercera denominación
incorporada en los análisis regionales, los llamados “movimientos por una justicia de
género” (Revilla B., M, 2019 y Molyneux, 2010).

Los primeros, movimiento de mujeres, además de su integración, están definidos por su


carácter reivindicativo, básicamente demandas de políticas sociales, o ejecución de
proyectos de desarrollo, -muchas veces proyectos de subsistencia-. Un enriquecimiento
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al análisis de estos grupos es la distinción (Alvarez, 1990:24, citado por Revilla), al
clasificar las organizaciones entre proactivas y reactivas, ubicando como proactivas a
aquellas que procuran cambios en los tradicionales roles asignados, o que impulsan
procesos que podrían significar cambios estratégicos en las relaciones de poder, -con lo
cual se acercan al movimiento feminista, y calificando de reactivos, aquellas
organizaciones cuyos planteos no trascienden roles de género, sino que se concentran y
muchas veces refuerzan estos roles, como lo hacen por ejemplo, muchos grupos de
iglesias. Hay que decir que, en ocasiones, cuando trabajan temas de violencia de género,
se acercan a análisis y consideraciones propiamente feministas.

Los segundos, los movimientos propiamente feministas tienen como característica su


beligerancia en el cambio cultural, las transformaciones en el pensamiento y las acciones
que significan desmantelamiento del discurso y el modelo patriarcal, y que tienen su
sustento en la teoría feminista. Mientras los terceros, venidos a llamar como movimientos
de justicia de género tienden a centrarse en algunos tipos de desigualdad social basadas
en las identidades sexuales, (grupos lésbicos, trans, o bisexuales), con análisis y
propuestas centrados en sus propias necesidades de inclusión.

En términos concretos, las distancias entre estos tipos de agrupamientos pueden ser tan
profundas que se diluya la consideración de su composición o integración por la
condición mujeres aunque en momentos críticos las diferencias desaparezcan para
coincidir en luchas y actividades específicas en particular frente a políticas públicas.

Ana De Miguel.. En la teoria feminista se plasman los efectos reflexivos de las luchas de las mujeres por

su liberacion. Celia Amoros sostiene en esta obra -y como minimo una o dos veces en todas sus

intervenciones- que conceptualizar es siempre politizar, y mas aun para el feminismo, teoria critica de la
sociedad donde las haya. Ana de Miguel explora esta tesis en las redes del movimiento feminista,

autenticos laboratorios de experimentacion con los conceptos y teorias que desafiaran los codigos
patriarcales dominantes. Este libro de Teoria feminista, de la Ilustracion a la Globalizacion, muestra

claramente que uno de los problemas del feminismo ha sido la ceguera casi total que han sufrido tantas
tradiciones emancipatorias ante la especificidad del sistema de dominación patriarcal. Ceguera que,

segun que temas, sigue afectando a buena parte de la sociedad y continua haciendo necesaria la
apasionada exhortacion de Mary Wollstonecraft a las mujeres para que dejen de sacar brillo a sus

cadenas y se dispongan a quitarselas. Los tres volumenes -que recogen el trabajo conjunto y a lo largo
de mas de una decada de sus numerosas autoras-, sistematizan el esfuerzo plural de todo un

movimiento social y sus teoricas por poner nombre al sistema de dominacion humana mas antiguo y
universal de los existentes.

Esta teoría tiene una tradición de tres siglos. No es un pensamiento lineal ni homogéneo, lo que está

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en consonancia con la complejidad y variedad de estas luchas, cuyas dinámicas son diferentes de
acuerdo con la especificidad de los grupos de mujeres que las protagonizan y de sus contextos

históricos. Sin embargo, ha sido posible reconstruir los principales ejes temáticos y las modulaciones más
significativas de esta tradición de pensamiento, que lo es, en cuanto que tiene sus referentes clásicos y

sus propias fuentes de autoridad conceptual: en suma, sus liderazgos epistemológicos ligados con sus
liderazgos políticos.

Algunos factores impulsores de movilizaciones de mujeres en América Latina, han sido


las protestas contra las reformas económicas de carácter neoliberal, en especial las
derivadas de los procesos de privatización, reducción de servicios y las políticas de
llamado libre comercio, que han afectado de manera desproporcionada a las mujeres en
el cruce de las categorías clase y género, dada la mayor precarización de las condiciones
de trabajo. (Horton, L. 2017).

El movimiento de mujeres, del que los movimientos feministas pueden formar parte, se
define por el propósito reivindicativo de su accionar, procurando fundamentalmente
mejorar las condiciones de vida y trabajo de las mujeres y sus familias, sin plantearse
necesariamente cambios sustantivos de quiebra en las relaciones de poder. De ahí la
posibilidad de amplitud y diversidad del movimiento de mujeres, pero de ahí también la
importancia de diferenciar espacios y características de las formas de organización, así
como de movilización, objetivos y propuestas.

Destaco que, según momentos históricos y temas, se estrecha la brecha entre


movimiento de mujeres y movimiento feminista. Ejemplo de esto es cuando se definen
demandas colectivas de las mujeres que, al mismo tiempo, constituyen cobertura de
necesidades básicas y que pueden significar cambios en las relaciones de poder en la
pareja, el hogar o la comunidad. La violencia contra las mujeres y la lucha por la
despenalización del aborto son ejemplos significativos, de que los temas o problemas de
las mujeres siguen siendo casi exclusivos de las mujeres, pues hasta ahora pocos
movimientos e incluso organizaciones, fuera de las de mujeres, han sido sistemáticas y
significativamente activos en la lucha frente a estos problema de gran dimensión y
dramatismo.

Generación de alianzas
Más allá de lo que ya he expresado, está la importancia de la interacción entre el
movimiento feminista y otros movimientos sociales, centrada en los temas que nos
ocupan hoy día. Me voy a permitir destacar dos elementos:

 Se reconoce un feminismo defensor del medio ambiente y analítico del estudio del
fenómeno ambiental como un todo, involucrado en una relación de reciprocidad a
seres humanos y naturaleza. Postula un interés conjunto de la protección y la defensa
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de la humanidad y su entorno natural, en el sentido más incluyente del concepto. En
esa perspectiva el feminismo se reconoce en movimientos como el ecofeminismo,
expresión de la reacción de las mujeres frente a la apropiación masculina de la
agricultura, la propiedad de la tierra y la reproducción, y de la relación entre fertilidad-
fecundidad, expresado en el ecofeminismo social que relaciona la opresión de las
mujeres con el deterioro del medio ambiente.

 El feminismo antirracista cruza las categorías raza y clase, y devela los procesos
colonizadores que presentan las diferentes y complejas caras de la opresión. Esta
corriente del feminismo se sitúa más allá de la categoría género, y proyecta un feminismo
latinoamericano de color e indígena, con fuerte presencia del feminismo defensor de
todas las manifestaciones de la sexualidad, y que denuncia la heterosexualidad
obligatoria y adscribe el feminismo lésbico. Desde esta corriente se presenta el desafío
de la lucha contra el heteropatriarcado con el planteamiento de que el feminismo desde
su autonomía solo puede tener lugar en la apuesta antirracista, decolonial y
anticapitalista.

Los ejemplos anteriores remiten a la idea de la importancia de las conexiones que


puedan consolidar movimientos expresados en acciones con cohesión conceptual y con
fuerza orgánica desde la comunidad de intereses construidos desde las identidades y la
participación. Así como expresa el documento de Bridge (2011),

Los movimientos de mujeres pueden formar alianzas de corto o largo plazo con otros
movimientos sociales en el contexto de campañas, levantamientos y protestas o como
parte de una solidaridad general y búsqueda de una causa común. Puede haber
resultados positivos de tales alianzas, aunque los movimientos de mujeres a veces
enfrentan el reto de la solidaridad recíproca –situaciones en las cuales actoras del
movimiento de mujeres suelen estar ‘hombro a hombro’ con movimientos más amplios
pero otros actores de los movimientos sociales no siempre se pronuncian o activan al
lado y junto a las mujeres en defensa de las agendas del movimiento de mujeres” (p. 4)

Es necesario remarcar que, históricamente, la mayoría de los movimientos sociales


progresistas no ha asumido el compromiso de considerar la desigualdad de género o
desafiar el patriarcado. De ahí el sentido de la interconexión desde el feminismo del
cambio, para llamar de alguna manera a un movimiento feminista crítico y radical que se
plantee transformaciones de fondo, y no solo propuestas de carácter liberal, y que se
articule de manera horizontal hacia una agenda política que lleve la acción colectiva. Por
eso, “cuando se trata de tener impacto para transformar las relaciones de poder entre los
géneros, los movimientos sociales importan”. (Brigde, 2011, p. xx). Para la

Cerrando conexiones:

En relación con los temas que motivan estas notas, que es el examen de la acción
colectiva en perspectiva de sujetos transformadores, y dadas las características del
contexto actual, me permito sintetizar en dos grandes esferas los temas motorizadores de
los cambios sociales:
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Primero, las desigualdades sociales que afectan a mujeres y a hombres, ensañándose
contra las mujeres en sus diferentes condiciones, -mujer, trabajadora, madre, ciudadana-
y según sus condiciones –negra, indígena, transgénero o lesbiana, migrante,
indocumentada, con alguna discapacidad-, o cualquier otra característica, todo en la
perspectiva de la interseccionalidad del análisis;

Segundo, la crisis medioambiental que afecta la vida, humana y no humana, lesiona


seres humanos y naturaleza, y consecuentemente daña la generación de vida.

Ambas esferas, la de las desigualdades sociales y la de la cuestión ambiental, tienen de


raíz el modelo económico político y cultural dominante, y la manera como se ha
conducido a pensar la condición humana, la valoración de lo social y lo ambiental bajo
control del capital y no de la vida misma.

El examen de ese contexto en una perspectiva de reflexión consciente, intenta orientar a


nuevas miradas sobre lo humano y lo ambiental pensando en procesos colectivos para
perspectivas de análisis, posicionamientos y formulación de propuestas en dirección a
cambios radicales en la manera de pensar los problemas y las soluciones.

Repensar puntos de partida desde los cuales se ha planteado la propia historia de la


humanidad, las fuentes, enfoques y bases del proceso de construcción de conocimientos,
para desde nuevas miradas tratar de responder inquietudes sobre la relación del ser
humano con la naturaleza.

La desigualdad se sostiene en la opresión y la explotación. Toman como punto de partida


la consideración de supremacías –de clase, raza, sexo, edad, procedencia, creencias, y
otras, y de un modelo de pensamiento que desde la “naturalización” de lo social, genera
pobreza, indigencia y marginación. La desigualdad parte de la perspectiva colonializada
de concebir las relaciones sociales como conflictos en disputa por los resultados del
trabajo humano por parte del capital, es decir la ganancia, junto al control de la
naturaleza, ydel control de la sexualidad de las mujeres, y con ello la reproducción de la
especie.

He ahí el punto de encuentro para las consideraciones de los grupos de acción colectiva -
feminismo y ambientalismo-, en dirección a la confluencia de intereses comunes.

Para adentrarnos en esta relación propongo observar la relevancia que en el análisis de


los problemas de nuestras sociedades tienen el sexismo, el clasismo y el racismo, para
entender formas de opresión y explotación.

Insisto, entender como lógicas, naturales y propias de nuestra condición de seres


humanos las diferencias que nos caracterizan como especie, se ha llegado a “naturalizar”
temas y problemas que son sociales, construidos por formas impuestas de pensar y de
actuar, y que orientan a procurar el control sobre los ríos, las montañas, los bosques, las
costas, las playas, y la vida y la salud de otras personas en particular de las mujeres, por

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vía de las cuales se justifica la opresión sexual y la violencia contra las mujeres y las
niñas y la trata y el tráfico de personas.

Todo esto en estrecha conexión con todas las formas de racismo, exclusión a la negritud
o lo indígena, y el desprecio hacia lo no blanco, de donde las condiciones de mujer,
negra y pobre confluyen hacia al extremo receptor de la marginación social.

La crisis medioambiental y la destrucción de los ecosistemas, remiten a la crisis del


conocimiento en tanto los puntos de partida del examen propuesto, y a la revisión de la
política de privatización de los bienes colectivos, de los bienes de la naturaleza, como
metales, minerales, y muy especialmente el agua. La política extractivista en tanto la
más alta expresión del control de los bienes de la naturaleza, que constituye expresión
de la racionalidad dominante del capitalismo global.

Lo ambiental, en consecuencia, como ha planteado Leff, 1998 no se restringe a una


cuestión de carácter ecológico, sino que remite a una crisis del conocimiento y de la
racionalidad instrumental a través de la cual se ha buscado dominar la naturaleza y las
relaciones sociales envueltas. En base a ello, es pertinente el análisis crítico del proceso
de generación de conocimientos desde las ciencias naturales y desde las ciencias
sociales, considerando, acorde con el referido autor, que muchas de las formaciones
ideológicas que cubren el terreno ambiental tienden a producir narrativas discursivas
dirigidas a neutralizar conflictos de intereses en juego en la problemática ambiental.

De ahí la importancia de que los procesos de acción colectiva se desarrollen desde una
concepción que propicie una base de pensamiento sustentada en principios ambientales
y en principios de igualdad y equidad social, en la perspectiva de que, en definitiva la
naturaleza se impone, aunque para ello tenga que “prescindir de la humanidad, como ha
sucedido con otras especies que no han logrado la adaptación”. (4 leyes …)

Vale en este momento destacar el valor del ecofeminismo como movimiento social que
propicia el desarrollo de conciencia verde en las mujeres, en una tendencia que evita
paralelismo entre dominación y destrucción, y que ante el conflicto con la naturaleza se
plantea el predominio de lo social, y que en particular potencia la conexión entre el
derecho a la alimentación para toda la sociedad y la protección de la naturaleza, cerrando
barreras frente a la producción de transgénicos. En esa labor destaca la importante
científica Vandana Shiva, histórica feminista de la India, laureada internacionalmente, con
firme posición contra las multinacionales que patentizan semillas, cuqndo dice “hoy dia se
produce más alimento que nunca antes, y sin embargo, mil millones de personas pasan
hambre”, (fuente) y continúa diciendo “la responsabilidad está en el científico que crea
una semilla que afectará al medioambiente y el político que redirecciona hacia los
transgénicos un presupuesto que debería ir a la agricultura orgánica”. (Entrevista
xxxxxx).

Concluyendo en este aspecto, lo concreto es que parece que nunca, en la historia


conocida, la humanidad había estado como ahora tan amenazada por la magnitud de los
cambios en el medio ambiente. La relación entre ser humano y naturaleza alarma hoy

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más que nunca por el impacto directo sobre el clima, la temperatura de mares y ríos, los
vientos y los suelos, afectando gravemente la vida de los seres humanos y agravando las
condiciones medioambientales.

El análisis de todos estos procesos necesariamente conduce a considerar que vivimos


las consecuencias de una concepción xxxxxx de la condición humana, de supremacía de
nuestra especie, y de un modelo de desarrollo que tiene como mandato central y único la
generación de ganancias, a cualquier precio, -costos en vidas humanas o costos en
recursos naturales-. A partir de esa manera de pensar se ha conformado una forma
jerarquizada de organización de la sociedad, según relaciones de propiedad, condición
sexual, o color de piel entre otras condiciones.

De ahí la importancia de conectar reflexiones en relación con los propósitos de los


movimientos sociales, desde los postulados que le dan sentido de transformación social a
estos movimientos.

En ese orden tiene sentido el pensar en la satisfacción de necesidades humanas


diferenciadas según características sexuales, de identidades y de raza, y su relación con
la protección de la naturaleza. Asi, dentro de las desigualdades, no es lo mismo ser
indígena en México, Ecuador o Centroamérica que afrodescendiente en Estados Unidos,
o no es lo mismo ser migrante haitiana indocumentada en RD que dominicana de
ascendencia haitiana en la propia RD, o mujer migrante dominicana en Nueva York.

Los condicionantes culturales que imponen las relaciones de género o de racialidad


tienen sus expresiones en la acción social, en los procesos de organización colectiva, en
las características de las luchas sociales, y en todos los movimientos sociales.

El común que puede dar sentido transformador en estos procesos entiendo que hay que
encontrarlo en el análisis, no solo en el por qué y el para qué producir los cambios, sino
en la perspectiva conceptual desde la que se parte, y en la definición del proceso hacia
cómo lograr hacer realidad esas transformaciones. Cuáles van a ser las consideraciones
capaces de entrelazar preocupaciones, intereses y propósitos.

Para ello un punto nodal está en revertir el sentido aceptar y validar la apropiación de
bienes, riquezas y productos del esfuerzo humano como si fuesen derechos adquiridos o
válidos para unos cuantos privilegiados en detrimento de una mayoría. Esto es,
encontrar el sentido común del cambio social en la superación de las distancias sociales
generadas en base a jerarquías culturalmente construidas y económicamente
sustentadas.

Esa superación se ha de encontrar en la idea de que los seres humanos,


independientemente de nuestras características raciales o sexuales, o del desarrollo de
capacidades logradas, podamos enfrentar a quienes en base al dominio del capital y el
ejercicio de la fuerza política, militar o eclesial, se apropian del valor de nuestro trabajo,
de nuestros pensamientos y esfuerzos generadores de riquezas.

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Sustentar y fortalecer la idea de que el tema es la generación de valor, pero valor no a
partir del precio que algo pueda tener en el mercado capitalista, sino valor por el
significado de su aporte a la sociedad, sea científico, educativo, cultural, ético-moral,
artístico, deportista, en la protección de la salud física o mental, o en cualquier actividad
independientemente del precio que esa labor represente en el mercado.

Entender que tiene valor –aunque haya diferencias en la manera de remunerar tiempo y
esfuerzos-, tanto en trabajar la tierra produciendo alimentos como insertar microchips en
un equipo electrónico, orientar en valores éticos a nuestros niños o escolarizarlos en
enseñanza de matemáticas, ciencias o letras, o el esfuerzo de las madres o mujeres
criadoras, por una alimentación sana y nutritiva o en el desarrollo de actividades
recreativas. Todo ello es generador de valor, lo ejecutemos mujeres y hombres. El
problema está en que la mercantilización ha modificado la manera de valorar los aportes.

Ese hilo conductor de nuestros procesos de lucha social se constituye en el centro y


punto de encuentro de los movimientos sociales transformadores. De ahí la importancia
del desarrollo de niveles de conciencia de los movimientos sociales ambientalistas y
feministas en relación con sus propios nexos en torno a la lucha anticapitalista.

Mujeres en lucha contra la violencia basada en género, contra los feminicidios, por
derecho a una sexualidad sana y libre, o por aborto seguro en respeto a sus decisiones
sobre sus vidas y sus cuerpos, o contra diferentes formas de exclusión social de tipo
racista. Mujeres en lucha por acceso al empleo, por salario iguales por trabajo de igual
valor, o por derecho a toma de decisiones libre sobre su participación social y política.
Mujeres en lucha el acceso al agua potable en zonas donde el extractivismo contamina y
condena a la miseria enriqueciendo a quienes extraen nuestras riquezas naturales.

Un punto de inflexión se halla en la capacidad para separar y colocar en su justa


dimensión y lugar lo más importante de lo coyuntural, sin darle preminencia a esto último,
aunque haya prisas porque la sobrevivencia apremia, con el aseguramiento de la
relevancia de ambas perspectivas.

La propuesta anticapitalista, antipatriarcado racializado que ha llevado la discriminación,


la exclusión social, la opresión y la explotación a las situaciones extremas de hoy día, ha
estado impidiendo ubicar que el centro de la acción colectiva para la transformación
social, hay que encontrarla no en los elementos que nos separan como actores y
actoras de la transformación, sino en la identificación de los sujetos de apropiación del
territorio, de la naturaleza y de sus bienes, del trabajo como generador de valor, y de la
vida humana y no humana, la vida que históricamente ha sido centro de control en el
pensamiento, en el discurso dominante y la comunicación, abarcando múltiples ámbitos
de la vida individual y colectiva.

Conclusiones
El análisis de conceptos sobre cambio social y acción social pensados desde el
feminismo que presenta este trabajo, expresa la idea de que los hilos comunes de

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interacción entre el feminismo y otros movimientos sociales se hallan en los ejes de poder
que, conformados por el género, la raza y el conjunto de elementos que dan
resignificación desigual a los sujetos, (mujeres, personas racializadas) derivan en
capacidad para apropiación del valor del trabajo -remunerado o no-, y bienes de la
naturaleza, entendidos como propiedad de quienes tienen poder, económico, político,
militar o eclesial.

La jerarquía social, formalizada en la cultura, que desvaloriza a las personas por su


condición sexual o racial, y la riqueza medioambiental conformada en los diferentes
elementos de los ecosistemas en el planeta, se constituyen en sujetos de propiedad para
favorecer intereses de clase y recursos de poder político.

Entender la esencia de las relaciones de poder en esta matriz puede ser base para
transformar líneas de pensamiento que sustentan agrupamientos y formas organizadas
generadoras de movimientos sociales, capaces de articularse para potenciar
transformaciones sociales.

Bibliografía

Bio

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