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EL SENTIDO EN PSICOANALISIS

Eric Moreau
Psicoanalista
www.analisisfreudiano.com

El psicoanálisis es una práctica de discurso. Tiene como objetivo levantar la


represión de una verdad de un sujeto alienado en la dependencia de su propia palabra. La
práctica clínica del psicoanálisis apunta a superar el olvido para reencontrar el recuerdo
ocultado. De este modo, el trabajo de la terapia analítica consiste en visibilizar el sentido
del inconsciente buscándolo en la palabra. Pero en su diferencia con la filosofía, el
psicoanálisis focaliza la interpretación más allá de los enunciados buscando la verdad a
nivel de la articulación del lenguaje con el cuerpo. Por eso más allá de la interpretación
simbólica del inconsciente, el analista atiende las pulsiones en tanto restos del cuerpo
erógeno.

1. Ruptura epistemológica constituyente del campo del psicoanálisis es con la teoría


del conocimiento, primero ruptura con la neurología y segundo con la filosofía de la
conciencia.

La ruptura epistemológica instituyente del psicoanálisis, es la ruptura con la


neurología. El gesto freudiano divide el conocimiento de la psicopatología en dos sectores.
Por una parte, el campo orgánico de las enfermedades mentales que requiere una
explicación científica basada sobre el método científico de la biología, necesitando el
conocimiento de las neurociencias, y, por otra parte, el campo de la realidad psíquica,
donde el sufrimiento mental corresponde a una modificación de la subjetividad global de la
personalidad y que requiere, para su terapia, una interpretación en la palabra y en lenguaje
del sujeto dentro de su propio sistema simbólico donde este realizo sus identificaciones.
Porque las preguntas que el sujeto se hace se refieren a su existencia ¿Soy?¿Qué soy? ¿Qué
es ser un hombre? ¿Qué es ser una mujer? El paciente se pregunta sobre el sentido de la
vida y de la muerte, su existencia, la procreación, la sexualidad, el amor, la paternidad, la
maternidad, su lugar que el ocupa en su familia, el deseo…Las repuestas a esta preguntas
requieren la búsqueda del sentido.
Así, el pensamiento crítico de Freud pone en cuestión la neurología para intervenir
en lo humano fundando un campo clínico nuevo con respecto al tratamiento psíquico. La
ruptura epistemológica freudiana consiste en dibujar una línea divisoria estricta y hermética
entre la red neuronal, por una parte, y la red simbólica de las representaciones psíquicas,
por otra. Estos dos registros son heterogéneos de tal manera que no existe paralelismo entre
lo biológico y lo psicológico. No hay traducción congruente posible del sistema nervioso al
sistema del inconsciente porque no hay congruencia alguna entre la neurona y el símbolo.
La no congruencia entre el organismo y los sistemas simbólicos explica el origen de la
estructura del inconsciente. En el primer tiempo de la constitución de la estructura se
realiza una operación psíquica que Freud denomino represión originaria. Dicha operación
instituyente consiste en la expulsión de un significante primordial, llamado el Uno, que va a
inscribirse en una parte de la memoria, memoria inaccesible a la conciencia. El Uno en
tanto símbolo fundacional del sujeto arrastra en la operación de exclusión originaria un
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resto de cuerpo que corresponde al primer objeto de pulsional, primer objeto perdido desde
el origen. De este modo, lenguaje y cuerpo se cruzan en una intersección mediante una
traducción no congruente que deja afuera del sentido, por una parte, el primer significante
que representa al sujeto y, por otra, el primer objeto pulsional. Esto es la explicación de que
para el psicoanálisis el objeto del deseo será perdido desde el origen y que su falta formará
parte intrínseca de la estructura. Pero la falta explica también, entonces, la búsqueda
incesante del objeto del deseo en el sentido. Como este está excluido desde el principio
lamentablemente no lo encontraremos nunca salvo bajo los espejismos de las imágenes
fascinantes, estéticas, bellas o excitantes, o sea la percepción del brillo de un chiche que
recubre la falta. Esta operación de exclusión originaria en la estructura es lo que Freud
llamó represión originaria. Esta operación estructural que constituye al sujeto del
inconsciente se realiza muy tempranamente mediante la primera relación del niño con su
madre. De modo tal que en esta época el cuerpo del niño queda representado por fonemas
de la lengua materna, melodía de la lengua que simbolizan zonas erógenas excitadas por la
interacción madre-hijo en la relación cuerpo a cuerpo. En este primer tiempo de la
constitución del inconsciente infantil, los símbolos elementales traducen las pulsiones
sexuales del niño y serán reprimidos en la memoria del inconsciente bajo la forma de
huellas mnémicas similares a jeroglíficos. Pero la represión originaria produce un efecto
traumático. Trauma de la pérdida. Todo deseo se topa con el límite del traumatismo
originario del mismo modo que toda búsqueda de sentido termina en el no sentido. Deseo y
trauma, sentido y no sentido son reformulaciones lacanianas del par freudiano deseo de
incesto – angustia de castración. El psicoanalista tiene que considerar a la vez, las
construcciones de los enunciados del paciente a la búsqueda del sentido y las interrupciones
del sentido en los tropiezos, cortes, silencios, equívocos, resistencias, fracturas de la
palabra. Sentido y no sentido se articulan de manera solidaria exactamente como los pares
del deseo y del trauma, el incesto y la castración.
Freud descubre un sentido en las formaciones de lo inconsciente, sentido oculto y
simbólico que soporta un deseo prohibido que circula en la palabra sin saberlo. El
inconsciente se manifiesta de manera privilegiada en los procesos psíquicos no conscientes
fuera del dominio del yo: en los sueños, en la personalidad de los niños, en las fantasías de
los adultos, en los actos fallidos la vida cotidiana, en los síntomas psicopatológicos, olvidos
inconscientes, lapsus y chistes. Por esta razón, los síntomas conversivos, las ideas
obsesivas, las fobias o lo delirios y alucinaciones tienen un sentido. Esta condición
semiótica de las formaciones del inconsciente implica la necesidad de la interpretación.
La teoría del conocimiento no alcanza para explicar al sujeto del inconsciente
simbólico. Su sentido no es posible anticiparlo sino que ocurre a posteriori. No se puede
tomar conciencia del inconsciente porque su expresión se realiza de un modo muy peculiar,
caracterizado siempre por la sorpresa, el quiebre, la ruptura, el corte del pensamiento
consciente. Por esta razón el psicoanálisis produce una herida narcisista en el campo del
conocimiento. En efecto, a tomar en cuenta la hipótesis de la existencia de lo inconsciente,
la conciencia ya no es el centro del psiquismo humano.
La consecuencia lógica de este corpus teórico en relación con la psicopatología es la
siguiente: a saber que ningún trastorno mental cuya causa depende del inconsciente es una
enfermedad. Porque ningún síntoma psicopatológico, que responde a la condición de ser
un retorno de lo Inconsciente es signo de una enfermedad sino representante simbólico del
sujeto del inconsciente. De ahí, la conclusión general se impone: las neurosis, las psicosis y
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la perversión no son enfermedades. Por ejemplo, la depresión, el ataque de pánico, la


esquizofrenia etc. no son enfermedades.
Es efectivo que para el método clínico de la medicina, el diagnóstico requiere el
silenciamiento de la palabra del paciente porque su palabra no tiene ninguna validez en
cuanto a que la enfermedad descansa sobre un sistema semiológico cerrado constituido de
signos encadenados entre sí. Ciertamente, el método científico requiere expulsar al sujeto
de su procedimiento. La exclusión de la subjetivación y de la subjetividad es un imperativo
epistemológico de la ciencia. El sistema semiológico del médico es exterior a la
subjetividad del paciente. De tal manera que nada puede esperarse de que la medicina
pueda ayudar al paciente realizar un cambio a nivel de la subjetividad.
En cambio, el método analítico requiere la palabra del paciente, a partir de asociaciones
libres de ideas y la escucha del analista para reconocer las identificaciones del sujeto e
interpretarlas. De este modo es esperable que una modificación subjetiva ocurra para
resolver los conflictos psíquicos subyacentes al sufrimiento generado por el síntoma.

2. El poder de la palabra

Con Lacan la cura analítica encuentra su eficacia psicoterapéutica a partir del


discurso del paciente que asume la regla fundamental de la asociación libre. De este modo
la cura analítica instala un lazo social particular caracterizado por la relación entre
psicoanalista y paciente integrada en una discursividad abierta a todos los significantes y
significados. Para ilustrar su tesis Lacan la ejemplifica a través de la búsqueda del sentido
que la práctica budista realiza: “El maestro zen interrumpe el silencio con cualquier cosa,
un sarcasmo, una patada. Así procede, en la técnica zen, el maestro budista en la
búsqueda del sentido. A los alumnos les toca buscar la respuesta a sus propias preguntas.
El maestro no enseña ex cátedra una ciencia ya constituida, da la respuesta cuando los
alumnos están a punto de encontrarla. Esta enseñanza es un rechazo de todo sistema.
Descubre un pensamiento en movimiento: que, sin embargo, se presta al sistema, ya que
necesariamente presenta una faz dogmática. El pensamiento de Freud está abierto a
revisión. Reducirlo a palabras gastadas es un error. Cada noción posee en él vida propia.
Esto precisamente es lo que se llama dialéctica. Lo que Freud introdujo en psicoanálisis
con la interpretación de los sueños, es re-introducir algo de esencia diferente, de densidad
psicológica concreta, a saber el sentido” (2)
Como Freud, Lacan reintroduce el problema del sentido en el campo de la
racionalidad, es decir que retoma una pregunta rechazada por el método científico. La
asociación libre de ideas produce un sentido y significaciones mediante un movimiento de
su asociación automática del pensamiento inconsciente, el ello habla solo sin necesitar la
conciencia. Es por esta razón que soñamos. El inconsciente es una matriz significante que
permite a Lacan definirlo con el lema: el inconsciente es estructurado como un lenguaje. Es
decir como un sistema simbólico. Además, este lema se completa por la hipótesis de un
sujeto de lo inconsciente que emerge como efecto del lenguaje. Para sostener dicha tesis
Lacan se apoya sobre el fundamento epistemológico del estructuralismo de la escuela
francesa de las ciencias sociales. El estructuralismo es un método de análisis que surgió en
Francia en los años sesenta como una nueva manera de plantear los problemas en las
ciencias sociales. El estructuralismo estudia la realidad a partir de los sistemas de signos
que permiten interpretarla como discurso. Así todo fenómeno psicológico puede ser
explicado como fenómeno de lenguaje y de palabra. Partiendo de la definición del signo de
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Ferdinand de Saussure, signo constituido por un significante unido con un significado en


una red de comunicación. Por lo tanto, es estructuralista una ciencia que estudia los
representantes, signos y significantes de un objeto. Es estructuralista un método que trata
del significante y de su relación con el signo. Por ejemplo, son estructuralistas la
lingüística de Ferdinand de Saussure, la antropología de Claude Levi – Strauss, la
semiología de Roland Barthes, el marxismo de Louis Althuser, la filosofía de Michel
Foucault y Jacques Derrida. El análisis estructural de los discursos aísla una estructura
estable que podrá remitir a un sentido y significado a posteriori. Una estructura es, pues, un
modelo simbólico constituido por un conjunto de elementos en el cual el énfasis está
puesto en las leyes que rigen las relaciones entre estos elementos. Por lo tanto existe según
este enfoque una primacía del significante por sobre el significado, el pensamiento y la
conducta, es decir, que el lenguaje en tanto que estructura verbal, organiza, delimita,
encausa y posibilita la cognición. Así no es el pensamiento que se sirve del lenguaje como
un mero instrumento para explicar la realidad. Es el lenguaje con sus representaciones
semióticas, sus significantes y significados que antecede y produce el pensamiento, que
construye a posteriori los conceptos que, a su vez hace posible la percepción consciente de
la realidad. La realidad no es objetiva, sino que permanentemente interpretada por los
discursos de los sujetos concretos. Toda realidad humana está incluida por definición en el
sistema de la lengua y comunicada socialmente. Así, los juegos de palabras, las
asociaciones de significantes proponen un molde al pensar y lo determinan. Si esta
hipótesis está verificada, a saber que las ideas son el producto de las asociaciones de
palabras, entonces el viejo postulado cartesiano “pienso luego soy” tiene que caer para ser
sustituido por una nueva afirmación “hablo luego soy”, soy un hablanteser. Y en
consecuencia el sicoanalista no va a poder intervenir sobre la realidad de las personas sino
sobre los discursos considerados como tejidos de significantes. El psicoanálisis opera sobre
un sistema simbólico muy acotado: la familia. Los significantes de la estructura son Madre,
padre, niño. El triangulo familiar al cual Lacan agrega un cuarto elemento: el falo
simbólico. Este último significante permite el ordenamiento de las relaciones de deseo entre
madre-padre-niño.

3. El síntoma

Freud había introducido el sentido en la sicopatología para dar cuenta de los


síntomas neuróticos dándoles la significación de un deseo inconsciente reprimido.
La cura psicoanalítica tiene como objetivo hacer emerger el sujeto a partir del análisis del
síntoma interpretado como un mensaje. Lo que interesa al sicoanalista con respecto al
síntoma es la puesta en palabra de éste y la interpretación que le da el paciente mismo. El
psicoanálisis encausa el síntoma en palabra porque el planteamiento analítico afirma que
los síntomas remiten a significaciones y que tienen un sentido que hay que descifrar. Para el
Psicoanálisis el síntoma no es el signo de una enfermedad, sino un significante asociado
con otros significantes formando cadenas en las cuales el sujeto espera una respuesta del.
Por lo tanto un síntoma es un significante desplazado o metaforizado en conexión con otros
significantes y que como tal constituye un saber hablado que soporta el deseo inconsciente.
Este saber no puede ser conocido en el sentido de una relación directa y adecuada entre un
sujeto y un objeto sino reconocido por Otro, el analista, lugar del lenguaje en una
modalidad que la cura específica como escucha del significante inconsciente dentro de este
lazo social peculiar que constituye la relación terapéutica analítica.
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Lo que Freud descubre en los síntomas es siempre un deseo ignorado por el propio
sujeto. El síntoma implica el deseo del sujeto bajo una forma ambigua, enigmática y
disfrazada. Pero además el síntoma habla en clave, algo se articula. Este punto permite a
Lacan formular una definición del síntoma; “Lo que llamo aquí síntoma, en su sentido más
general, en el síntoma o en el sueño, es lo que es analizable”. (5) Por lo tanto el síntoma
está allí para hacer conocer y reconocer a un otro el deseo reprimido. El síntoma es un
deseo de reconocimiento por lo que es deseo estando reprimido busca hacerse reconocer
por otro sujeto: el padre, la madre, el psicoanalista.... Es decir que todos los semejantes que
pueden ocupar el lugar del universo simbólico.
Si el síntoma es un significante es siempre posible que se asocie con otro
significante para que se produzca un efecto de análisis. Al revés los síntomas pueden
desaparecer si se levanta la represión por el sólo hecho de hablar. Analizar el síntoma es
transformarlo en palabra, encadenarlo con los significantes que hace que la verbalización
del inconsciente conduzca a un automatismo curativo que se pone en acción a partir de la
palabra del paciente dirigida al analista. Es la estructura de lenguaje del síntoma que
permite la eficacia terapéutica. La eficacia terapéutica es entonces una eficacia simbólica.

4. La clínica psicoanalítica.

Ejemplo clínico. El encadenamiento de significantes recorre el trayecto discursivo que se


inicia desde el síntoma y termina en una fantasía sexual inconsciente llamada fantasma.
Esto son dos momentos lógicos de un psicoanálisis. Síntoma y fantasma. Así esta paciente
de 45 años que me consulta a partir de una disfonía, este síntoma aparece como reacción
defensiva frente a una angustia surgida en el medio laboral. Sorpresivamente su empleador
le anuncia su despido de la empresa en la cual desempeñaba satisfactoriamente sus
funciones. Los significantes encadenados que representan al sujeto para esta paciente son:
la disfonía como consecuencia el despido, el sentimiento de injusticia de haber sido víctima
de una decisión arbitraria de su jefe, su rabia que la lleva a gritar su enojo a su superior.
Luego en su relato me comente que percibía el ambiente laboral como hostil, machista y
misógino. A los 20 años, realizando su práctica profesional de asistente social, me comenta
el antecedente de una afonía anterior consecutiva a la realización de una entrevista social a
padres de una niña que había sido violada. A los cuatro años el recuerdo infantil de un
intento de abuso sexual en el patio de su casa por parte del viejo jardinero. El efecto
terapéutico es instantáneo. No se recordaba de este abuso sexual. El recuerdo del trauma
sexual la pillo de sorpresa durante la sesión y se acompaño de una fuerte angustia. A la
sesión siguiente la paciente había recuperado una parte importante de su voz. La dirección
de la cura muestra que las asociaciones de esta mujer se desplazaron del síntoma, la afonía,
al recuerdo infantil reprimido de una escena traumática sexual cuyo sentido es una
construcción de la castración femenina. Una suerte de simbolización de la castración. El
recuerdo del intento de abuso sexual juega el papel de instalar en la terapia las preguntas
fundamentales para todo sujeto femenino en cuento a su sexualidad, el deseo femenino, su
identidad. Qué es ser una mujer? Qué quiere la mujer? Qué significa la violencia sexual de
un hombre mayor sobre una niña chica. Porqué una dimensión de la sexualidad humana
remite siempre a un traumatismo que a fin de cuenta es en su origen es un fantasma
estructural. La búsqueda del sentido condujo a la paciente a enfrentarse a su angustia
estructural y existencial. La angustia de castración. La solución terapéutica consistió en una
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deconstrucción del síntoma y en la construcción con sus palabras del fantasma de


castración. La lógica de la cura va del síntoma al fantasma.

BIBLIOGRAFIA

(1) Freud. S. Estudios sobre la Histeria. Amorrortu ed. B.A.


(2) Lacan J. El Seminario, libro II , El yo en la teoría de Freud y en la técnica del
psicoanálisis (1956-1955) Paidós, B.A., 1992.
(3) Lacan J. El Seminario libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis
(1964), Paidós, B.A., 1997.
(4) Lévi – Strauss C. Antropología estructural, Paidós , Barcelona 1987.
(5) Lacan J. El Seminario libro V, Las formaciones de lo inconsciente, Paidós, B.A.,
2000.
(6) Lacan J. El Seminario, libro VI, El deseo y su interpretación (1958-1959) inédito

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