Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EL SENTIDO EN PSICOANALISIS
Eric Moreau
Psicoanalista
www.analisisfreudiano.com
resto de cuerpo que corresponde al primer objeto de pulsional, primer objeto perdido desde
el origen. De este modo, lenguaje y cuerpo se cruzan en una intersección mediante una
traducción no congruente que deja afuera del sentido, por una parte, el primer significante
que representa al sujeto y, por otra, el primer objeto pulsional. Esto es la explicación de que
para el psicoanálisis el objeto del deseo será perdido desde el origen y que su falta formará
parte intrínseca de la estructura. Pero la falta explica también, entonces, la búsqueda
incesante del objeto del deseo en el sentido. Como este está excluido desde el principio
lamentablemente no lo encontraremos nunca salvo bajo los espejismos de las imágenes
fascinantes, estéticas, bellas o excitantes, o sea la percepción del brillo de un chiche que
recubre la falta. Esta operación de exclusión originaria en la estructura es lo que Freud
llamó represión originaria. Esta operación estructural que constituye al sujeto del
inconsciente se realiza muy tempranamente mediante la primera relación del niño con su
madre. De modo tal que en esta época el cuerpo del niño queda representado por fonemas
de la lengua materna, melodía de la lengua que simbolizan zonas erógenas excitadas por la
interacción madre-hijo en la relación cuerpo a cuerpo. En este primer tiempo de la
constitución del inconsciente infantil, los símbolos elementales traducen las pulsiones
sexuales del niño y serán reprimidos en la memoria del inconsciente bajo la forma de
huellas mnémicas similares a jeroglíficos. Pero la represión originaria produce un efecto
traumático. Trauma de la pérdida. Todo deseo se topa con el límite del traumatismo
originario del mismo modo que toda búsqueda de sentido termina en el no sentido. Deseo y
trauma, sentido y no sentido son reformulaciones lacanianas del par freudiano deseo de
incesto – angustia de castración. El psicoanalista tiene que considerar a la vez, las
construcciones de los enunciados del paciente a la búsqueda del sentido y las interrupciones
del sentido en los tropiezos, cortes, silencios, equívocos, resistencias, fracturas de la
palabra. Sentido y no sentido se articulan de manera solidaria exactamente como los pares
del deseo y del trauma, el incesto y la castración.
Freud descubre un sentido en las formaciones de lo inconsciente, sentido oculto y
simbólico que soporta un deseo prohibido que circula en la palabra sin saberlo. El
inconsciente se manifiesta de manera privilegiada en los procesos psíquicos no conscientes
fuera del dominio del yo: en los sueños, en la personalidad de los niños, en las fantasías de
los adultos, en los actos fallidos la vida cotidiana, en los síntomas psicopatológicos, olvidos
inconscientes, lapsus y chistes. Por esta razón, los síntomas conversivos, las ideas
obsesivas, las fobias o lo delirios y alucinaciones tienen un sentido. Esta condición
semiótica de las formaciones del inconsciente implica la necesidad de la interpretación.
La teoría del conocimiento no alcanza para explicar al sujeto del inconsciente
simbólico. Su sentido no es posible anticiparlo sino que ocurre a posteriori. No se puede
tomar conciencia del inconsciente porque su expresión se realiza de un modo muy peculiar,
caracterizado siempre por la sorpresa, el quiebre, la ruptura, el corte del pensamiento
consciente. Por esta razón el psicoanálisis produce una herida narcisista en el campo del
conocimiento. En efecto, a tomar en cuenta la hipótesis de la existencia de lo inconsciente,
la conciencia ya no es el centro del psiquismo humano.
La consecuencia lógica de este corpus teórico en relación con la psicopatología es la
siguiente: a saber que ningún trastorno mental cuya causa depende del inconsciente es una
enfermedad. Porque ningún síntoma psicopatológico, que responde a la condición de ser
un retorno de lo Inconsciente es signo de una enfermedad sino representante simbólico del
sujeto del inconsciente. De ahí, la conclusión general se impone: las neurosis, las psicosis y
3
2. El poder de la palabra
3. El síntoma
Lo que Freud descubre en los síntomas es siempre un deseo ignorado por el propio
sujeto. El síntoma implica el deseo del sujeto bajo una forma ambigua, enigmática y
disfrazada. Pero además el síntoma habla en clave, algo se articula. Este punto permite a
Lacan formular una definición del síntoma; “Lo que llamo aquí síntoma, en su sentido más
general, en el síntoma o en el sueño, es lo que es analizable”. (5) Por lo tanto el síntoma
está allí para hacer conocer y reconocer a un otro el deseo reprimido. El síntoma es un
deseo de reconocimiento por lo que es deseo estando reprimido busca hacerse reconocer
por otro sujeto: el padre, la madre, el psicoanalista.... Es decir que todos los semejantes que
pueden ocupar el lugar del universo simbólico.
Si el síntoma es un significante es siempre posible que se asocie con otro
significante para que se produzca un efecto de análisis. Al revés los síntomas pueden
desaparecer si se levanta la represión por el sólo hecho de hablar. Analizar el síntoma es
transformarlo en palabra, encadenarlo con los significantes que hace que la verbalización
del inconsciente conduzca a un automatismo curativo que se pone en acción a partir de la
palabra del paciente dirigida al analista. Es la estructura de lenguaje del síntoma que
permite la eficacia terapéutica. La eficacia terapéutica es entonces una eficacia simbólica.
4. La clínica psicoanalítica.
BIBLIOGRAFIA