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UNIDAD 1
Este conjunto de normas constituye una ciencia. La ciencia es una actividad que
pretende describir, predecir y explicar los fenómenos. Es una búsqueda interminable
de conocimientos de acuerdo a un conjunto de reglas. Para ello, los investigadores
deben formular teorías e hipótesis. Una teoría es un enunciado sistemático que
explica por qué dos o más fenómenos están relacionados. Las hipótesis, por otro
lado, son conjeturas informadas sobre la relación entre fenómenos. Estas pueden
derivarse de las teorías o bien plantearse a partir de los datos que se tengan.
Además, pueden ser correctas o incorrectas.
c) Explique los tres momentos desarrollados por Hollander (1981) acerca del
estudio de la conducta social.
Es posible distinguir tres grandes aproximaciones al estudio de la conducta social
que se han originado en momentos históricos muy diferentes, pero que todos ellos
se prolongan hasta la época contemporánea. Estas aproximaciones son la Filosofía
Social, el Empirismo Social y el Análisis Social.
La Filosofía Social surge desde la antigüedad y se basa en la conjetura. Consiste
en reflexiones y especulaciones acerca de la naturaleza humana y la conducta social,
sin ninguna forma sistemática de recolección de datos ni verificación de las
afirmaciones.
El Empirismo Social, que surge a finales del siglo XIX y se basa en la descripción.
Representa un avance hacia un conocimiento más completo de algunos fenómenos
sociales, a través de una recolección sistemática de datos que va más allá de la
mera especulación.
El Análisis Social, surge sólo durante las 7 primeras décadas del siglo XX, y
enfatiza la causalidad. Mientras el Empirismo Social proporciona una descripción de
características de individuos o eventos sociales, el análisis social busca establecer un
fundamento científico para comprender lo que se describe. Busca relaciones
causales utilizando los datos derivados de la investigación sistemática. Va más allá
de la simple descripción para verificar relaciones entre variables, cómo las diversas
variables se interrelacionan para determinar o influir la conducta social de los
individuos.
Moscovici, S., Abric, J.-C., Ibáñez, T., & Rosenbaum, D. (1991). Psicología
social, I: influencia y cambio de actitudes, individuos y grupos. Barcelona:
Paidós Ibérica. Introducción: el campo de la psicología social. Pp. 19 a 37 [P-
E]
a) Explique las dos fórmulas definitorias que utiliza Moscovici para delimitar
planteados por los socialistas, tales como la justicia social. El peronismo y su apoyo
popular, provocaron en el socialismo el debilitamiento de su discurso en la clase obrera
y la pérdida de su capacidad de convocatoria y movilización de masas. Más los
conflictos internos, lo llevaron a una progresiva disgregación partidaria.
Aunque la Iglesia Católica atacaba al positivismo, al cientificismo y al evolucionismo
darwiniano, la concepción positivista triunfó en las ciencias. Surgieron teorías
sociales, intentos de dar respuesta política a la necesidad de integración social y
cultural y de impulsar el progreso material. Estas teorías se relacionaban con ciertas
problemáticas como la criminalidad, analfabetismo, asistencia médica y mental entre
otras. Así a finales del siglo xix se inicia el desarrollo de una psicología argentina
orientada hacia la Psicología Social. Sus preocupaciones estaban referidas a
cuestiones como la raza, el carácter nacional, el alma colectiva, etcétera. En 1908 se
funda la Sociedad de Psicología de Buenos Aires que constaba de una sección
abocada a la Psicología Social. En 1909, en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires, se ofrece el curso de Psicología dictado por José
Ingenieros, donde incluye una unidad de Psicología Social. A partir de 1920 comienza el
auge de los desarrollos fenomenológicos y gestálticos, lo que produjo un cambio de
paradigma en relación al positivismo.
El cosmopolitismo, volvió necesario incorporar una orientación nacionalista en la
escuela elemental. La pedagogía que sirvió de guía era practicista y racional. Esta
perspectiva positivista dominó la formación de los maestros en las Escuelas Normales
de Paraná, Mercedes y La Plata.
Durante la primera década del siglo xx surge una bohemia porteña, donde se vivía un
clima de revolución o de vanguardia iniciática, lo que hizo que aparecieran numerosas
revistas. A las transformaciones en otros ámbitos de la ciencia como Física, Filosofía,
Biología y demás se le suma el predominio del modernismo y el impresionismo,
modificado localmente. Con esta nueva sensibilidad, se valoraba lo nuevo, lo vital, se
percibía una magnífica oportunidad para crear, esto se vivió hasta 1930 cuando se
produce el Golpe de Estado del Gral. Uriburu, que dio inicio a la Década Infame
(1930-1943). La tendencia nacionalista se acentuaba, y la retracción económica
mundial, hizo que los países se retrocedieran sobre sí mismos. En 1928 la Argentina se
cerró el flujo inmigratorio para poder prevenir la desocupación y también para mitigar y
contener el proceso de cambio vinculado a las demandas sociales, asociadas con las
ideologías portadas por los extranjeros.
En la Argentina, entre 1956-1976, los intelectuales, la clase media y sectores
populares, estaban empapados de un imaginario social, una sociedad en crisis, con
ideas, afectos y una sensibilidad que ocupaba una amplia gama como el hipismo y la
rebeldía revolucionaria de Fidel y el Che Guevara.
Se crearon las Facultades de Psicología en varias universidades del Estado: la
primera en Rosario (1956), luego en la UBA (1957) y ese mismo año, la carrera de
Sociología; en Córdoba (1958), en La Plata (1958), en San Luis (1958), en Tucumán
(1959). La Facultad de Antropología se crea en 1958. Las figuras que sobresalían en ese
momento eran José Luis Romero en Historia Social, José Bleger en Psicología y Gino
Germani en Sociología, se planteaba así, un desarrollo científico en cada una de esas
disciplinas, pero a su vez se promovía arduos debates políticos-sociales.
En 1955 comienza el revisionismo histórico y la relectura del peronismo por
parte de la izquierda argentina. Los debates abarcaban todas las áreas disciplinares,
La concepción de Sujeto.
La subjetividad es de naturaleza social en toda experiencia humana, siempre está el
otro social. El individuo humano es un ser de necesidades que se satisface socialmente.
El sujeto no es solo un sujeto relacionado, es un sujeto producido. No hay nada en el
que no sea la resultante de la interacción entre individuos y clases.
Ubica la construcción de la subjetividad en una dimensión interaccional simbólica. El
sujeto es un representante singular de un entrecruzamiento de discursos y de las
tramas vinculares en un momento y lugar determinados. La subjetividad se juega, por
tanto, en el adentro – afuera, en el interior – exterior. La socialización es concebida
como un largo aprendizaje que da lugar a la conformación de un esquema referencial
que va a denominar “aparato para pensar la realidad”
El esquema referencial da cuenta de la reproducción inconsciente que hace el sujeto de
sus condiciones de existencia (inclusive explotación o sometimiento)
Cada subjetividad no es una parte de un todo (la sociedad). El sujeto es una parte total
de la sociedad.
Concepción de salud
Abarca un conjunto de operaciones vitales que el sujeto realiza para transformar el
mundo. Esto requiere de tolerancia al fracaso parcial ante lo real, que siempre se
presenta como enigmático e inasible simbólicamente. La capacidad y la posibilidad de
laborar es expresión social de esa acción transformadora, ya que, de esta forma, se
apunta a que cada sujeto sea incorporado al tejido social a partir del ejercicio de un rol.
En pocas palabras, se vuelve necesaria la plasticidad y el manejo y solución integrador
de conflictos.
Concepción de enfermedad
Como reacción al biologicismo imperante en la psiquiatría, se diferencia de la tradición
medica pensando a la enfermedad como una desviación de la norma. Esta concepción
es una construcción social y de época que responde a posicionamientos ideológicos y
de distribución de poder. El criterio de salud, entonces, es pensado como competencia
social, como condensación de ideas de la clase dominante, funcional con sus intereses
y objetivos.
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importantes. Se trataba de una Psicología Social mucho más social y crítica que la
europea y la de USA, pues sostenía una defensa de la diversidad cultural y una lucha
contra la imposición de un único modo de hacer ciencia
b) Describa en qué consiste la psicología social comunitaria, crítica y de la
liberación.
La Psicología Social Comunitaria, la Psicología Social Crítica y la Psicología Social y
Política de la Liberación constituyen tres expresiones que atienden a las particulares
configuraciones del poder que se instalan en América Latina, a la vez que pretenden
contribuir a la transformación de las sociedades, los grupos, los individuos y sus
relaciones, es por eso que cada una influye sobre las otras.
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construir aquello que llamamos realidad. La Psicología Social Crítica desde sus
inicios se ha propuesto subvertir lo que puede denominarse el modo “natural” de
ver las cosas, evidenciar los mecanismos del poder que sostienen posiciones
establecidas y abrir nuevas perspectivas al conocimiento. Su cuestionamiento a la
racionalidad científica no enfoca meramente la dimensión metodológica, o el uso
de tal o cual técnica, aunque utilice de modo preponderante la investigación
cualitativa, como un modo de acceder a los procesos de construcción de
significados, trabajando en lo que se ha denominado paradigma interpretativo,
desde una posición antipositivista y antirepresentacionista. Para esta Psicología
Social Crítica, aquello que la psicología convencional llama entidades mentales o
aparato psíquico, no tiene su origen dentro de la cabeza de la gente, ni tampoco
son internalizaciones producidas en la vinculación con un ámbito exterior. Éstas
son en sí mismas procesos sociales constituyentes y constituidos de aquello que
llamamos subjetividad.
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mundo en que se vive, sobre uno mismo y el papel social desempeñado en ese
proceso. El paso de una conciencia ingenua a una conciencia crítica no ocurrirá
solamente por predicar normativa, discursiva o abstractamente que las personas
debieran concientizarse sobre determinada realidad insostenible, inmoral o
expropiadora; sino que resulta indispensable incluir la praxis, así como la reflexión
ética y política sobre esa praxis, lo que Freire denominaba “politicidad de la
educación” o bien acción-reflexión-acción. El proceso de liberación, desde la
perspectiva de Dussel puede entenderse como una nueva intersubjetividad de
validez futura.
A lo largo del desarrollo del pensamiento del filósofo estuvo presente la necesidad
de discernir los sistemas de opresión y de trabajar junto a las víctimas,
constituyendo lo que denomina comunidades críticas para lograr transformaciones
sistémicas. En su postura la relación con el Otro es constitutiva del ser, del
conocimiento y de la ética. La relación ética consiste siempre en una tarea
inclusiva, basada en la igualdad y el respeto por las diferencias individuales y la
singularidad. La concepción de Otro que está en juego trata siempre de aquel que
se encuentra a distinto nivel, es decir el huérfano, la viuda y el extranjero; los
indefensos y necesitados frente a los cuales siempre se es rico y afortunado. En la
postura de Dussel es necesario que ese Otro ingrese a la historia, se concrete
políticamente y se supere así la mera especulación filosófica reservada para unos
pocos entendidos. El acto de liberar supone todos estos momentos: el material, el
formal procedimental, las mediaciones factibles (críticamente, desde las víctimas)
y, como transformación no reformista, parte desde una norma, acción, institución
hasta un sistema de eticidad global. El criterio de liberación parte de las
necesidades no cumplidas de las víctimas, materiales, formales y factibles, las que
se cruzan con alternativas discursivas y críticas de los movimientos sociales
emergentes. En síntesis, se trata de argumentar a favor del sentido ético de la
lucha por la supervivencia y la validez moral de la praxis de liberación de las
personas oprimidas y excluidas. El principio ético-crítico reconoce que -a partir de
que existen víctimas de un sistema que les niega la posibilidad de vivir- no puede
aceptarse la bondad del sistema dominador, porque pierde validez y verdad; lo
que implica que se debe actuar creativa y co-solidariamente para transformarlo. A
partir del principio ético material universal se deduce la prohibición de matar a las
víctimas, la prohibición ética de empobrecerlos, de hacerlos sufrir, de provocar la
muerte al Otro. Finalmente, una vez iniciada la crítica por los grupos de
dominados puede comenzar a crecer una comunidad de comunicación
antihegemónica, en un proyecto de bien futuro, democrático, no real pero posible.
Se realizan acuerdos consensuadamente que no son aún válidos para la sociedad
dominante. Esta procesualidad crítico-temática-existencial crece desde diferentes
frentes de lucha de dominación y/o exclusión de la alteridad, y comienza a
comportarse como una nueva intersubjetividad de validez futura. Es el proceso de
liberación propiamente dicho.
UNIDAD 2
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Marvin Shaw define grupo como dos o más individuos que interactúan e influyen el uno
en el otro. Los grupos pueden existir por un cierto número de razones: para satisfacer
la necesidad de pertenencia, para brindar información, para ofrecer recompensas, para
lograr objetivos, etcétera. El proceso para que un conglomerado de personas, reunidas
en un tiempo o espacio determinados, se convierta en grupo depende de factores como
son el grado de integración, y la interacción e interdependencia que demuestren sus
elementos o miembros. Por lo tanto, cualquier reunión incidental de personas donde los
integrantes sólo tienen un interés común emanado de la naturaleza del lugar en que se
encuentran y no requieren de la interacción con los demás para el logro de su meta.
Además, este tipo de reunión de personas carece de expectativas respecto de los roles
que deben desempeñar las otras personas y no desarrollan normas sociales que
regulen el comportamiento en general de los presentes. De aquí concluimos que una
reunión incidental de personas no puede considerarse grupo.
Tipos de grupos
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Definición de norma
Las normas son los lineamientos que regulan el comportamiento y las actividades de
cada uno de los integrantes de un grupo. Las normas sociales en un grupo varían según
la importancia otorgada por éste, lo cual refleja su escala de valores. Características de
las normas:
Las implícitas son aquellas que no están escritas en algún código, pero los integrantes
sobreentienden y aceptan que éstas regulen su comportamiento; por ejemplo, ser
cortés y educado al encontrarse con algún compañero, o mantenerse atento y en
silencio durante la misa.
Las explícitas son las que están escritas en un código creado con anticipación o que
surgen en la convivencia de un grupo. Los integrantes perciben claramente qué se
espera de ellos, así como lo indeseable y las sanciones que se aplicarán en caso de no
obedecerlas; por ejemplo, el reglamento interno de una escuela, el reglamento de
tránsito, la Constitución mexicana.
Las normas verbalizadas, por el contrario, no están escritas en un código; sin
embargo, pueden situarse dentro de la categoría de las explícitas, ya que no sólo son
más claras que las implícitas, sino que también su incumplimiento trae en ocasiones
consecuencias más graves que la no observancia de las implícitas.
Cuanto más inseguros nos sintamos respecto de nuestros juicios, más influenciados
estaremos por los demás. También la naturaleza del grupo ejerce una influencia
importante. La conformidad es mayor cuando el grupo tiene tres o más personas y es
cohesivo, unánime y de alta posición social. También es más alta cuando la respuesta
es pública y se hace sin un compromiso previo.
EL CLIMA GRUPAL
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El ambiente social se refiere al tipo de relaciones que se dan entre los miembros de
un grupo, al grado de cohesión, a la satisfacción o la insatisfacción experimentada por
ellos, sea por la distribución de las tareas, los beneficios obtenidos o el trato recibido, o
a la mayor o menor identidad con el grupo, entre otros.
El ambiente físico se relaciona con las características del medio en el cual el grupo
lleva a cabo sus actividades; por ejemplo, el espacio amplio o reducido.
Existen factores internos en el grupo que determinan el tipo de relaciones que se
originan entre sus miembros y con otros grupos; por ejemplo, el tipo de liderazgo, las
características particulares de cada miembro, la efectividad para lograr las metas
grupales, etcétera.
Los factores externos son aquellos que no dependen del grupo; sin embargo, tienen
incidencia directa o indirecta en él; por ejemplo, la sociedad mayor a la que pertenece
y la cultura.
Según la psicología social, el ser humano es un ser social que vive en grupos pequeños,
como la familia o el pequeño grupo de amigos (psicología de grupos) y en grupos
grandes o colectivos (la nación, el sindicato, el partido, etc.). Ahora bien, la psicología
social llamada científica ha estudiado a lo largo de todo este siglo más los fenómenos
grupales (grupos pequeños) que los colectivos. Esto se debe a dos razones:
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psicología es una ciencia social e histórica porque social e histórica es la naturaleza del
ser humano: Los problemas humanos no son, como los astronómicos o los químicos,
abstractos. Son problemas de máxima concreción, porque son históricos. Y el único
método de pensamiento que proporciona alguna probabilidad de acierto en su
manipulación es la “razón histórica”.
Teoría de la identidad
Existe una fuerte relación entre identidad y comportamiento colectivo, al menos en dos
sentidos:
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Psicología colectiva
La psicología social surge a lo largo de la segunda mitad del siglo xix, y lo hace como
psicología colectiva, principalmente en tres países: Francia, Italia y Alemania. Se generó
una masiva emigración de las masas del campo a la ciudad, lo que, al producir una
gran disrupción de las formas tradicionales de las relaciones sociales e interpersonales,
fue llevando a una nueva clase de importantes problemas sociales. Todo ello fue lo que
dio lugar a la necesidad de analizar las nuevas estructuras y conductas interpersonales,
y de orientar a la gente sobre las conductas sociales e interpersonales a seguir, ya que
las categorías previas de conocimiento social e interpersonal habían quedado
totalmente obsoletas. Así, surgió una nueva disciplina, la psicología social, pero surgió
precisamente como psicología de las masas.
La psicología social surgió para dar cuenta de esta parcela de conocimiento dejado de
lado por las otras ciencias sociales, con lo que la psicología de las masas puso fin a la
indiferencia de las ciencias sociales hacia este nuevo aspecto de la civilización
occidental.
La Psicología Colectiva surge cuando se reconoce que los fenómenos colectivos pueden
y deben ser objeto de la ciencia. Rasgos: a) las leyes psicológicas que rigen las masas
no son las mismas que las que rigen a los individuos; y b) las multitudes son
manifestaciones patológicas de la naturaleza humana.
Las masas siempre, pero sobre todo durante la segunda mitad del siglo xix, produjeron
una mezcla de extrañeza y miedo, a causa principalmente de las enormes dificultades
para predecir su conducta. Esta impredictibilidad del comportamiento de las masas
proviene en gran medida de sus características definitorias:
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2) emocionalidad: que tal vez sea el principal rasgo definitorio de las masas: éstas
no se mueven por razones sino por emociones
Memoria colectiva
Tiene como objeto el estudio de cómo el organismo puramente biológico que éramos al
nacer se ha transformado en la persona que somos ahora, cómo nos hemos convertido,
en definitiva, en sujeto. Es decir, cómo las diferentes colectividades de las que el
individuo ha formado parte, tanto en sentido amplio y sociológico (la nación, la clase
social, el macrogrupo religioso, etc.) como en sentido más restringido y psicosocial (la
familia, el grupo de amigos, etc.), han ido formando la personalidad, las cogniciones,
etc., de ese individuo. En resumidas cuentas, cómo esas colectividades han ido
construyendo al sujeto humano, al sujeto social. De ahí que se trate de una disciplina
eminentemente interdisciplinar, ya que le son absolutamente indispensables las
aportaciones no sólo de la psicología, sino también de la sociología, la historia o la
antropología cultural.
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No posee objetivos comunes y reales muy precisos como ocurre con los grupos
organizados
Son una cantidad de personas relacionadas entre sí por similitud de estados
emocionales
El mecanismo más importante que ayuda a que surja y se desarrolle la conducta
espontánea es la reacción circular (el giro o contagio emocional), el cual se
explica por la estimulación emocional a nivel psicológico.
Muchedumbre
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El pánico
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El rumor
Todos somos miembros de un grupo: cada uno de nosotros participa en diversos grupos
a lo largo del tiempo y por diversos motivos, ya sea por gusto, por trabajo o para tomar
una decisión. En el último caso, decimos que no existe una forma a priori que permita
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fijar las reglas a seguir. Este tema es estudiado por los psicosociólogos debido a que,
por un lado, las decisiones tomadas por este tipo de grupos resultan decepcionantes e
inapropiadas. Esto se da porque, en general, el producto final resulta ser una mezcla de
opiniones de todos los miembros, de modo que, al fin y al cabo, ninguno de ellos
resulta completamente satisfecho. Así, los miembros empiezan a adoptar una visión
negativa acerca de los encuentros y, de manera gradual, las decisiones son sustituidas
por las preferencias de un solo individuo. Por otro lado, dentro de este estudio resulta
interesante destacar las diferencias existentes entre las decisiones tomadas por los
individuos y las que adoptan los grupos.
El pensamiento grupal: el hecho de que las decisiones de los individuos son diferentes
a las decisiones de los grupos permite pensar en la existencia de un pensamiento
grupal. Se parte de la idea de que resulta contradictorio que individuos racionales
opten conjuntamente por una solución que no es racional. Este pensamiento será una
fuente de ilusiones, de imprudencias y de ideas preconcebidas, y tendrá por resultado
una menor eficacia intelectual y un menor contacto con la realidad, un debilitamiento
en los juicios morales.
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UNIDAD 3
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Sesgos en la atribución
Sesgo de la correspondencia: tendemos a sentirnos más a gusto cuando
atribuimos el comportamiento a factores internos, como resultado a esto solemos
subestimar la función de las fuerzas situacionales como causales de la conducta.
Exageramos la parte de las disposiciones personales y suponemos que el
comportamiento de los demás no hace más que reflejarlas.
Inferencias espontaneas de los rasgos (IER): son inferencias automáticas
hechas acerca de las características de una persona con base en el conocimiento
de su conducta.
Sesgo de la preponderancia: cualquier estimulo vívido y preponderante en una
situación nos parecerá la causa del comportamiento en tal contexto.
Un esquema es una estructura cognoscitiva que comprende nuestros conocimientos
generales sobre cualquier persona, objeto o hecho. Como aprovechamos los que
sabemos para conjeturar lo que ocurrirá en el futuro, también podemos pensar en
nuestros esquemas como expectativas generales o preconcepciones acerca de los
demás. Estos esquemas están muy relacionados con los guiones, los cuales son nuestro
conocimiento de cierta situación y de la forma en que se desenvuelven ahí los
conocimientos.
La preparación hace referencia al proceso por el cual traemos a la mente ciertos
atributos, por lo general conductas y características personales. Es decir, los
activamos. En algunos casos, la preparación se hace en forma subconsciente, de modo
que la persona preparada no está al tanto de las ideas activadas.
Inferencia social: juicios acerca de las personas
Desaprovechamiento de la información de tasa base: ignoramos
información general disponible y prestamos atención a casos concretos.
Efecto de dilución: es posible suavizar una impresión si la información de
diagnóstico, la relevante, se diluye con información irrelevante. La tendencia de
dejarse influir o distraer por tal información se denomina efecto de dilución.
Correlación ilusoria: en este caso concluimos en que hay una relación entre
dos elementos cuando tal conclusión no se desprende de los datos.
Hacer juicios sobre la frecuencia o la probabilidad de los acontecimientos con base en
los ejemplos que recordamos de manera fácil o rápida se denomina sesgo de la
disponibilidad.
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Una regla práctica común para juzgar si una persona forma parte de un grupo se
denomina sesgo de la presentatividad. Acostumbramos a saltar a la conclusión de
que una persona con ciertas características habituales de un grupo pertenece
probablemente a él.
Una profecía autocumplida es una falsa creencia que, directa o indirectamente, lleva
a su propio cumplimiento. Este proceso implica tener una falsa creencia sobre alguien,
tratar a la persona de una forma que encaje con la falsa creencia y que la persona debe
responder al tratamiento que recibe confirmando la falsa creencia.
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reflejo del mundo exterior por el marcaje social que contiene y por la función que
cumple en la interacción social.
En resumen, las RS son conjuntos dinámicos, su característica es la producción de
comportamientos y de relaciones con el medio, en una acción que modifica a ambos y
no una re producción de esos comportamientos, o de estas relaciones, ni una reacción
a un estímulo exterior dado.
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vida o que surgen en él, actuar sobre y con otras personas, situarnos respecto a ellas,
saber lo que significan los descubrimientos de la ciencia y el devenir histórico para la
conducta de nuestra vida, etc. En otros términos, se trata de un conocimiento práctico.
El hecho de que la representación social constituya una forma de conocimiento implica
el riesgo de reducirla a un acontecimiento intraindividual, donde lo social tan sólo
interviene de forma secundaria. El hecho de que se trate de una forma de pensamiento
social entraña el peligro de diluirla en fenómenos culturales o ideológicos.
Las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento práctico
orientados hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social,
material e ideal. En tanto que tales, presentan características específicas a nivel de
organización de los contenidos, las operaciones mentales y la lógica. La caracterización
social de los contenidos o de los procesos de representación ha de referirse a las
condiciones y a los contextos en los que surgen las representaciones, a las
comunicaciones mediante las que circulan y a las funciones a las que sirven dentro de
la interacción con el mundo y los demás.
Elementos para acotar la noción de representación social
La representación social se define por un contenido: informaciones, imágenes,
opiniones, actitudes, etc. Este contenido se relaciona con un objeto: un trabajo a
realizar, un acontecimiento económico, un personaje social, etc. Por la otra, es la
representación social de un sujeto (individuo, familia, grupo, clase, etc.), en relación
con otro sujeto. De esta forma, la representación es tributaria de la posición que
ocupan los sujetos en la sociedad, la economía, la cultura. Toda representación social
es representación de algo y de alguien. Así, no es el duplicado de lo real, ni el duplicado
de lo ideal, ni la parte subjetiva del objeto, ni la parte objetiva del sujeto. Sino que
constituye el proceso por el cual se establece su relación.
La representación es el representante mental de algo: objeto, persona, acontecimiento,
idea, etc. Por esta razón, la representación está emparentada con el símbolo, con el
signo. Al igual que ellos, la representación remite a otra cosa. No existe ninguna
representación social que no sea la de un objeto, aunque éste sea mítico o imaginario.
Por otra parte, representar es representar, hacer presente en la mente, en la
conciencia. En este sentido, la representación es la reproducción mental de otra cosa:
persona, objeto, acontecimiento material o psíquico, idea, etcétera. En todos estos
casos, en la representación tenemos el contenido mental concreto de un acto de
pensamiento que restituye simbólicamente algo ausente, que aproxima algo lejano.
Características de la representación:
Siempre es la representación de un objeto
Tiene un carácter de imagen y la propiedad de poder intercambiar lo sensible y
la idea, la percepción y el concepto
Tiene un carácter simbólico y significante
Tiene un carácter constructivo
Tiene un carácter autónomo y creativo.
La representación siempre conlleva algo social: las categorías que la estructuran y
expresan, categorías tomadas de un fondo común de cultura. Estas categorías son
categorías de lenguaje.
Estas ópticas constituyen diversas maneras de formular cómo se elabora la
construcción psicológica y social que es una representación social. Las principales son:
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tiene una función de mediación entre el individuo y su medio, así como entre los
miembros de un mismo grupo. Capaz de resolver y expresar problemas comunes,
transformado en código, en lenguaje común, este sistema servirá para clasificar a
los individuos y los acontecimientos, para constituir tipos respecto a los cuales se
evaluará o clasificará a los otros individuos y a los otros grupos. Se convierte en
instrumento de referencia que permite comunicar en el mismo lenguaje y, por
consiguiente, influenciar.
c) Anclaje y objetivización: La situación experimental a la que se enfrenta un
sujeto moviliza un trabajo de apropiación cognitiva que permite comprenderla,
anticipar lo que se producirá, preparar la interacción con el compañero y dar
sentido al propio comportamiento. Todas las interpretaciones se organizan en
función del núcleo central de la representación de la situación experimental. Este
núcleo depende del objeto representado, de la relación que el sujeto mantiene con
él y de la finalidad de la situación. En los discursos o las respuestas que dan
acceso a las representaciones, estos elementos intervienen efectivamente como
organizadores de contenido y como operadores de sentido: con ellos lo que
alcanzamos es un pensamiento en actos, pues hacen inteligible su
funcionamiento. Por otra parte, son proporcionados por el lenguaje y funcionan
como un lenguaje que sirve para codificar la realidad.
d) El anclaje como enraizamiento en el sistema de pensamiento: Así como no
surge de la nada, la representación no se inscribe sobre una tabula rasa, sino que
siempre encuentra «algo que ya habla sido pensado», latente o manifiesto. El
contacto entre la novedad y el sistema de representación preexistente se halla en
el origen de dos órdenes de fenómenos, opuestos de cierta manera, que dan a las
representaciones una dualidad en ocasiones sorprendente. Esta dualidad consiste
en ser tanto innovadoras como rígidas, tanto movientes como permanentes, y en
ocasiones, en el seno de un mismo sistema. Fenómeno al que S. Moscovici se
refiere con la hipótesis de la «polifasia cognitiva».
La incorporación social de la novedad puede ser estimulada por el carácter
creador y autónomo de la representación social. Las necesidades de la
colectividad que la integra hacen de ella un instrumento que producirá sus
efectos al convertir los marcos habituales de representación de la realidad y al
cambiar el contenido de nuestras experiencias y de nuestras percepciones. De
esta forma, el cambio cultural puede incidir sobre los modelos de pensamiento y
de conducta que modifican de manera profunda las experiencias por mediación
de las representaciones.
La «familiarización de lo extraño», junto al anclaje, hará prevalecer los antiguos
marcos de pensamiento, alineándolo en lo ya conocido. Esta modalidad de
pensamiento caracterizada por la memoria y el predominio de posiciones
establecidas pone en práctica mecanismos generales como la clasificación, la
categorización, el etiquetaje, la denominación y procedimientos de explicación
que obedecen a una lógica específica. Comprender algo nuevo es hacerlo propio
y también explicarlo. El sistema de representación proporciona los marcos, las
señales a través de las que el anclaje clasificará dentro de lo familiar y explicará
de una forma familiar. Las clasificaciones en relación con un prototipo nunca son
neutras. Los prototipos que orientan las clasificaciones no sólo tienen
propiedades taxonómicas, sino que corresponden a expectativas y coacciones
que definen los comportamientos adoptados. La interacción con ellos se
desarrolla de tal forma que confirman los caracteres que se les atribuyen. De
esta forma, el anclaje garantiza la relación entre la función cognitiva básica de la
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UNIDAD 4
Agamben define la vida humana como aquellos modos, actos y procesos singulares
del vivir que nunca son plenamente hechos sino siempre y sobre todo posibilidades y
potencia. Un ser de potencia es un ser cuyas posibilidades son múltiples, es un ser
indeterminado. Un ser de nuda vida es un ser al que se le han consumido sus
potencias, sus posibilidades.
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actos, hechos, pero no hablan de los sujetos. Decidimos distinguir entre actos o datos
reveladores de la expulsión y prácticas de subjetividad, es decir, operaciones que pone
en juego el sujeto en esa situación de expulsión. Las prácticas de subjetividad permiten
rastrear las operaciones que despliegan los sujetos en situaciones límite y las
simbolizaciones producidas. Las formas de producción de la subjetividad no son
universales ni atemporales sino que se inscriben en condiciones sociales y culturales
específicas.
La potencia soberana del Estado fue sustituida por la potencia soberana del mercado.
El Estado-nación se muestra impotente para orientar el devenir de la vida de las
personas. El mercado se dirige a un sujeto que sólo tiene derechos de consumidor, y no
los derechos y obligaciones conferidos al ciudadano. El consumo, entonces, no requiere
la ley ni los otros, dado que es en la relación con el objeto y no con el sujeto donde se
asienta la ilusión de satisfacción. Para satisfacer el "deseo" de consumo necesito del
objeto y no del sujeto; para trabajar necesito que el azar recaiga sobre mí y no sobre el
otro porque no hay lugar para todos; para estar integrado dependo de mi capacidad de
gestionarme dado que es aquí, en la gestión del sí mismo y no en el lazo donde se fija
la ilusión de la posibilidad.
Dufour (1990) destaca que muchos de los valores de la modernidad están aún
disponibles pero ninguno cuenta con el prestigio y la autoridad suficiente para
instituirse, y esta caída de toda narrativa en la que anclar es la que modifica el suelo de
constitución subjetiva. El punto clave desde el punto de vista de este autor es que no
se trataría de un sujeto constituido alrededor de algún sistema de referencia
compartido, sino de un sujeto que se define a partir de sí mismo, un sujeto
fragmentado, despojado del lazo.
La violencia en los ámbitos analizados se presenta bajo cuatro formas: como estallido
(en la escuela), como forma instituida (en los ritos), como componente de un
acontecimiento (en fiestas), o como matriz cotidiana (en la calle).
En la escuela, la violencia no es vivida por sus protagonistas como un acto de
agresividad, sino como un modo de trato habitual y cotidiano. La violencia en la
escuela es identificada como tal por un observador y no por sus agentes. Son los
docentes, en la posición de observadores, quienes hablan de violencia cuando
constatan que los comportamientos habituales de los alumnos son la negación
de la representación que corresponde a la condición de alumno. La violencia con
el otro, la violencia a modo de descarga o pulsión descontrolada es el índice de
la incapacidad del dispositivo para instituir una subjetividad regulada por la ley
simbólica. La violencia como estallido es una suerte de energía pulsional no
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Por su parte, para el psicoanálisis no hay sujeto desde los orígenes sino que se trata de
posibilidades que sólo se materializarán si encuentran una serie de condiciones. El otro
es entonces condición y posibilidad de subjetivación. Ese primer otro es la madre que
nutre, cuida, brinda afecto, toca, habla.
Para Piera Aulagnier es la madre la que dice si el niño tiene hambre, frío, está triste,
prefiere un juguete u otro, un paseo u otro. Se trata entonces de una "violencia
primaria" fundada en una asimetría que será constitutiva del sujeto mientras no se
instale como un modo de relación perdurable que obture las posibilidades de
enfrentarse a las propias decisiones.
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madre e hijo y el que reparará esa "pérdida" con la puesta a disposición de objetos
sustitutos (símbolos, ideas, instituciones, ritos) que facilitarán la exogamia.
¿Qué ha sucedido con estas representaciones familiares? Se han alterado una
serie de condiciones en las que se basa el principio jerárquico: pérdida de la condición
salarial, incertidumbre respecto del futuro, flexibilidad laboral, dilución del trabajo como
pilar de estructuración social, pérdida de las protecciones sociales, borramiento de las
fronteras generacionales, pasaje del saber a la información con sus efectos
concomitantes en la devaluación de la experiencia y la transmisión intergeneracional.
Nuevos modos de vinculación familiar, otros tipos de familia. No se trata de
configuraciones familiares respetuosas de la lógica de la autoridad simbólica tradicional
sino de múltiples modos de relación que rompen la estructura paterno-filial.
¿En qué momento se deja de ser humano? Según Agamben lo propio del humano
es la posibilidad de dejar de ser humano. El sobreviviente se presenta como una figura
ambivalente de lo humano y lo inhumano: se puede sobrevivir sin humanidad; pura
nuda vida, el viviente.
Resistencia: La resistencia expresa cierta actitud de defensa, algo así como un modo de
abroquelarse para protegerse de los efectos riesgosos que acechan la existencia. La
familia aparece aquí como el lugar de refugio y preservación. La alteración del modelo
se registra entonces en el tránsito de una familia que propiciaba la salida al mundo a
una familia que preserva de los riesgos del mundo. Tradicionalmente la familia era la
encargada de instalar al niño en el mundo mediante una serie de prácticas de
socialización que atendían a su autonomización progresiva. El mundo era apetecible en
tanto prometedor de nuevas posibilidades. Los relatos construidos en la investigación
testimonian la alteración del significado de esta mediación. El mundo se ha vuelto
inhabitable y la familia procura entonces dilatar la salida de sus hijos. La calle es
peligrosa, amenazante, y en consecuencia el cuidado familiar no es aquel que fortalece
al hijo para salir al mundo sino el que lo preserva de los riesgos del mundo.
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UNIDAD 5
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religiosas fundamentalismo
Contagio Miedo a contraer una Provenir de un grupo considerado de
enfermedad riesgo, ser portador de un virus o
enfermo de problema de salud
contagioso.
Urie Bronfenbrenner, a través de sus estudios sobre las condiciones importantes que
hay que tomar en cuenta para el desarrollo sano de las niñas y de los niños, elaboró un
modelo ecológico que permite identificar los factores que influyen en el entorno, así
como la complejidad de las interrelaciones que establecen entre sí. Por medio de la
adaptación del modelo circular que maneja tres niveles de interinfluencias: el
microsocial, el mesosocial y el macrosocial, se pueden identificar los obstáculos para
fomentar un ambiente de socialización no contaminado por la discriminación y la
violencia. A partir de allí, se generan estrategias que buscan cambiar las dinámicas
actuales para crear una sociedad más incluyente desde diversos ámbitos.
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lugar a muchos estudios. Pero hay también, más profundamente, una violencia de la
técnica.
El Estado, cuya instauración ha hecho retroceder el salvajismo, el bandidaje, la justicia
sumaria, es precisamente el que instituye la violencia fuera de toda norma moral y
jurídica, puesto que es siempre capaz de recurrir a los medios extremos de la fuerza si
considera que su vida está amenazada. La guerra es esa "situación límite" en la que el
Estado coloca al ciudadano ante el dilema "matar o ser matado". El Estado, tanto para
quien cree que reduce la violencia como para quien considera que la desencadena,
está ligado a ella. A decir verdad, toda institución política está más o menos sumergida
en la violencia. Puesto que no se puede contar con la violencia para detener la
violencia, es preciso que cada sociedad haga prevalecer objetivos económicos sobre
intereses particulares. Es preciso que una práctica de dialogo y una moral del amor, o
simplemente de la comprensión, modifiquen las instituciones y las costumbres.
Los medios de comunicación social: ¿síntomas o causas de la violencia?
A lo largo de la historia ha sido frecuente acusar a las innovaciones en la tecnología de
la comunicación de producir perturbaciones sociales. Sin embargo, crece el sentimiento
de que la representación de la violencia por los medios de comunicación y sobre todo
por la televisión constituye un problema social importante. La gente se queja, forma
grupos y proyecta acciones colectivas con la esperanza de llegar a una solución,
generalmente basada en la censura, del problema que les preocupa. Que la
preocupación esté justificada o no es otra cosa. Todo hace pensar que el proceso de la
influencia, la función de los medios de comunicación social y la índole de la violencia no
se comprenden, y que, en consecuencia, el problema queda mal definido. El problema
de la violencia en los medios de comunicación se debe estudiar en relación con otras
instituciones y con la violencia en la sociedad como un todo, y debe formularse en los
marcos sociales, políticos y económicos adecuados.
Mucho de lo que hoy aceptamos, que damos por supuesto y que disfrutamos es fruto
de una acción violenta anterior, aunque ahora ya esté completamente legitimado. Los
medios de comunicación social, junto con las instituciones educativas y otras,
desempeñan un papel en el proceso de legitimación.
La sociedad puede contribuir a la violencia al dar su aprobación a determinadas formas
de violencia, sobre todo las que han sido Iegitimadas en nombre del orden social.
Muchas de esas personas, conscientes de que sus intereses se identifican firmemente
con el sistema establecido, condenan a gritos la violencia ilegitima y, a la vez,
reclaman que se utilice la que consideran legal o "legitima", para proteger el orden
vigente, y con ello proteger asimismo su propia posición o sus propios intereses. Existe,
naturalmente, una diferencia entre violencia legítima y violencia legal. La primera
depende del consenso. La violencia legal no es necesariamente legítima. Las raíces del
comportamiento violento difieren evidentemente de un país a otro.
Naturalmente, existen otros importantes agentes de frustración que actúan a diversos
niveles, desde los interpersonales hasta los ambientales, pero sería absurdo pasar por
alto la posibilidad de que los medios de comunicación social, en su funcionamiento
diario, mediante la presentación de esas normas y esos valores, están aumentando y
alimentando las expectativas, especialmente de la población más pobre, de un modo
poco realista, agravando los problemas existentes, contribuyendo a la frustración, y por
consiguiente a la agresión y a la violencia que pueden derivarse de todo ello. La
condena del contenido de los medios de comunicación es muy selectiva. No se
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condenan todas las formas de violencia en los medios de comunicación, ni todas las
formas de conducta violenta. Muchos de los que consideran que la violencia en los
medios de comunicación social es un problema grave, no sólo tienden a expresarlo en
forma agresiva, sino que también adoptan un enfoque más bien negativo y punitivo
frente a otros problemas sociales. No se ha demostrado todavía que los medios de
comunicación social tengan efectos considerables sobre el nivel de violencia en la
sociedad.
No hay que descartar la hipótesis de que lo que se dice en los periódicos, se oye por la
radio y se ve en la televisión pueda influir en las ideas del público sobre la índole y la
extensión de la violencia en nuestra sociedad. Lo que realmente debemos estudiar es
la combinación, la interacción o las relaciones mutuas entre, por una parte, las
experiencias de los medios de comunicación social y, por la otra, las experiencias
ajenas a ellos o relativas a situaciones. Estas experiencias diferirán según las
cuestiones, las personas, los países, etc.
La insistencia en los sucesos hace que algunos aspectos de un asunto tengan más
posibilidades que otros de ser considerados como noticia. La cuestión de la violencia,
por ejemplo, es relacionada directamente con las formas visibles de los
acontecimientos en la calle. Pero esta preocupación por los incidentes y los
acontecimientos tiende a excluir el examen de los antecedentes y de los problemas
subyacentes.
Cualesquiera que puedan ser los elevados ideales que se proclamen, el número de
lectores, de radioescuchas y de telespectadores, y la economía de la publicidad,
desempeñan un papel importante en la formación de esos valores y de las noticias a
las que sirven de base.
Se ha podido demostrar que al informar sobre la violencia y los comportamientos
aberrantes los medios de comunicación social incurren en exageraciones,
sensacionalismo y estereotipos, y que las percepciones del público derivadas de estas
formas de presentación pueden modificar o incluso crear la conducta de que se trate. El
efecto global de este tipo de presentación de la conducta aberrante y de los problemas
sociales podría ser el de eliminar o reducir las posibilidades de imaginar un orden social
distinto. El proceso de selección de la información, por lo tanto, puede tener una
significación ideológica para el mantenimiento del status quo del poder y de los
intereses, manipulando los conflictos y las disensiones en beneficio del orden
establecido.
Por lo general, la violencia en los medios de comunicación se considera negativamente,
y es criticada o condenada por sus supuestos efectos perturbadores. Pero estas
presentaciones de la violencia y de la conducta aberrante podrían desempeñar una
función "positiva" actuando como instrumentos de control social y manteniendo el
status quo.
Gerbner considera la violencia en la televisión como el medio dramático más sencillo y
barato disponible para exponer las reglas del juego del poder, para reforzar el control
social y mantener el orden social existente. El mecanismo de mantenimiento parece
funcionar mediante el fomento de una sensación de peligro, riesgo e inseguridad. Esto
conduce, especialmente en lo que respecta a los grupos más débiles de la sociedad, a
la aquiescencia y a la dependencia de la autoridad establecida. Facilita también la
legitimación el uso de la fuerza por las autoridades para mantener su posición.
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registra el tamaño del cerebro humano. Bigelow presenta una impresionante serie de
ejemplos que tienden a demostrar que los grupos humanos primitivos eran
invariablemente hostiles entre sí.
Shorter Oxford English Dictionary presenta la siguiente definición de agresión: «Un
ataque no provocado; el primer ataque en una disputa; un asalto.» Los psicólogos
utilizan la palabra en este sentido; pero también le otorgan, a veces, el antiguo y
original sentido de movimiento activo hacia algo.
Actualmente, algunos psicólogos utilizan la palabra agresión para referirse a conductas
no necesariamente hostiles, ni vinculadas con el odio. La tendencia a dominar el medio
ambiente, a luchar para extraerle los medios necesarios para la supervivencia, es, en el
sentido en que estos psicólogos utilizan el término, un «impulso agresivo»; una
actividad deliberada, contrapuesta a la espera pasiva o la retirada.
El doble uso indica que existe cierta área de experiencia en la cual los dos conceptos
están efectivamente conectados; y al separarlos podría agravarse la confusión. Como
dice Schilder: «Resulta difícil distinguir entre la actividad, que es una característica
general de la vida, y la agresividad... Esta actividad en agresividad tiene una relación
íntima con los impulsos motores y con los instintos en general. Sin duda alguna esto se
funda en la estructura orgánica, y sus variaciones guardan estrecha relación con la
constitución infantil, los procesos orgánicos pueden influir en la descarga general de
energía. El niño hiperkinético demuestra un gran aumento, no sólo de la actividad, sino
también de la agresividad.» En otro pasaje escribe: «El hombre, como animal carnívoro,
tiene que matar para vivir... En su relación con las plantas y el mundo inanimado, el
hombre utiliza su fuerza. Tiene que destruir estructuras y utilizar sus materiales sin
consideración alguna por su organización interna. Existe una íntima relación entre estas
actividades y la agresividad hacia los animales y los seres humanos. De esto deriva la
teoría freudiana de que dichos instintos del ego, que sirven a la autoconservación, son
idénticos a las tendencias destructivas, y que originariamente se dirigen hacia el propio
yo y sólo secundariamente hacia el mundo exterior»
Así como el niño hiperkinético muestra un aumento de la agresividad al mismo tiempo
que incrementa su actividad, la persona cuya agresividad resulta inhibida o reprimida
registra cierta declinación de la actividad. En los casos de grave depresión puede
demostrarse que el paciente suprime o reprime, invariablemente y con toda intensidad,
sentimientos violentos por lo general dirigidos hacia personas que le rodean en la vida
cotidiana. Quienes sufren severas depresiones muestran, también, cierta disminución
de la iniciativa y la actividad motriz que, en casos psicóticos, puede llegar al extremo
de una inmovilización casi total. Los niños en quienes la agresión ha sido castigada con
excesiva severidad suelen mostrar cierta resistencia en cuanto a iniciar actividades y
un exagerado temor por la agresión de los otros niños, ya que no están autorizados a
hacerse respetar; incluso suele registrarse cierta declinación en sus trabajos escolares,
pues se encuentran impedidos de atacar o dominar adecuadamente los temas de
estudio.
Es muy frecuente que al suprimir la hostilidad reprimamos la iniciativa.
Para comprender la destructividad humana resulta vital que distingamos entre la
agresión como actividad deliberada, como impulso hacia el dominio del medio
ambiente, que no sólo resulta deseable sino también necesaria para la supervivencia, y
la agresión como hostilidad destructiva, que en general deploramos y que parece
militar contra la supervivencia.
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estudiar las diferentes dimensiones actitudinales que la comunidad de San Luis tenía
frente a la corrupción. En ese sentido analizamos la percepción del fenómeno, las
ideas, los sentimientos y las disposiciones conductuales ante los hechos que, sobre ese
tema, se iban denunciando a diario. Se trabajó con 150 hombres y mujeres de edades
comprendidas entre los 18 y 60 años y con un nivel económico social medio. La
muestra estaba formada por empleados administrativos, profesionales médicos y
abogados, estudiantes y docentes universitarios y de nivel medio. En la composición de
la muestra se tuvo en cuenta que quienes la integraran no estuvieran afiliados a un
partido político, dado que nos interesaba evitar el posible sesgo en los resultados a
partir de un apoyo u oposición al gobierno provincial o nacional. Se utilizó un
cuestionario ad hoc de nueve ítems, unos presentaban distintas alternativas de
respuestas y otros de respuesta abierta. Se utilizó como recurso metodológico lo que
los encuestados creen que piensan y siente la gente, proyectando así en los otros sus
propias ideas y sentimientos.
En ese estudio el 100% de los sujetos señalaba que “la gente cree que hay corrupción”,
lo cual es un indicador gravísimo de la insalubridad social. Se comparte la idea que es
un problema fundamentalmente ético y se manifiesta en el área económica, política y
administrativa. La Universidad es la institución que en menor porcentaje se percibe
como corrupta, sin embargo, figura con un 39% nada despreciable.
Otro aspecto interesante es que mayoritariamente la gente asocia la corrupción al
ejercicio del poder y a los niveles de toma de decisiones. Frente a ello, se refleja
mayoritariamente un sentimiento de falta de control sobre el que se estructura una
actitud fatalista. Ante la imposibilidad de modificar la situación, la única alternativa es
la salida individual, “irse del país”, expresan los jóvenes; “alentar a los jóvenes para
que se vayan del país”, dicen los adultos, que ven imposible, en sí mismos, esa
posibilidad de fuga. La falta de confianza en la participación y en las acciones
colectivas, se ve reflejado en que el 80% de la muestra atribuye a la gente un
sentimiento de impotencia, es decir, que no se puede hacer nada frente a la
corrupción. En otra sección de la investigación, se les pide a los sujetos que ordenen
ocho situaciones de mayor a menor corrupción, de acuerdo a su propia evaluación y ya
no metaperceptualmente.
Si definimos la corrupción como la utilización del poder público para el beneficio
personal o de grupos que funcionan corporativamente, entonces, la corrupción es un
hecho fundamentalmente político. Se presenta ligado a la vida política de un país, allí
donde esta actividad. Hombres y mujeres aceptan lo que le muestran los medios, sin
valorar, muchos de ellos, las consecuencias que este actuar delictivo tiene sobre su
realidad inmediata y sobre los destinos de toda una sociedad. El enfoque psicosocial
que adoptamos, nos permitió no sólo acercarnos a las implicaciones que este fenómeno
tiene en la vida de nuestra comunidad, sino también ver la resonancia psicológica que
tiene en las personas.
En el curso del año 1998 la consultora Sofres Ibope realizó 500 entrevistas a hombres y
mujeres que viven en la ciudad de Buenos Aires. Este estudio permite concluir que para
el 73% de los entrevistados la corrupción se agravó mucho en los últimos cinco años.
La idea básica es que si bien la corrupción siempre existió, nunca alcanzó los niveles
actuales.
Otro aspecto de este estudio, que es interesante mostrar, se relaciona con el grado de
importancia que la gente le atribuye a la corrupción. Entre los problemas generales
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más importantes del país, se destaca la corrupción, después del desempleo y los bajos
salarios, y un 41,4% sitúa en el sector público de actividad la mayor deshonestidad.
Este nivel de corrupción en el Gobierno y en el sector público se menciona como factor
de riesgo–país, señalándose que el ciudadano medio sitúa la corrupción entre los
principales problemas tanto objetivos como subjetivos.
En la mayor parte de los estudios empíricos sobre el fenómeno de la corrupción se
trabaja sobre el nivel subjetivo del mismo. Esto se debe en parte a la dificultad de
poder acceder a un nivel objetivo, dado el ocultamiento y el secreto con que se
desarrollan estos hechos. O bien, porque cuando emergen a la luz merced a denuncias
periodísticas o de un implicado de segundo nivel, los datos se escurren por los
intersticios que les proveen las estructuras ligadas al poder. Entonces, lo que se mide
es la percepción que las personas y organizaciones tienen de la existencia e incidencia
de la corrupción, no la cuantía ni la profundidad de hechos ilícitos que se producen en
un determinado espacio político geográfico. Como psicólogos sociales no nos interesa
diferenciar ambos niveles, por cuanto la realidad psicosocial de un fenómeno se define
sobre la base de la significación que las personas le atribuyen, en base a la cual
construyen la representación social de los hechos que las afectan como comunidad. La
corrupción es percibida por el ciudadano común y por los empresarios e inversionistas
locales y extranjeros, como un problema instalado en las sociedades contemporáneas,
pero frente al cual los niveles de impunidad e inmunidad imperantes juegan un papel
relevante a la hora de evaluar la extensión y la intensidad del fenómeno.
Estos estudios permiten conocer el impacto subjetivo e intersubjetivo que tiene un
fenómeno objetivo como la corrupción, que prospera en el desequilibrio del sistema
sociocultural como una de las consecuencias de la imposición de políticas neoliberales
que polarizó claramente a la sociedad argentina en ricos y pobres. El síndrome
fatalista, con sus expresiones de impotencia, desesperanza, descreimiento y
desconfianza, son manifestaciones que se relacionan con las dimensiones de anomia
psicológica descritas por Seeman (1959) como correlato subjetivo del estado de
anomia de un sistema social incapaz de contener a sus miembros. Estas dimensiones
representan sentimientos que experimentan las personas cuando se encuentran
ubicadas en posiciones desventajosas para ejercer control sobre poderes reificados en
el imaginario social. También refuerzan esos sentimientos la convicción que sólo a
través de comportamientos desviados es posible lograr los objetivos promovidos
socialmente por, entre otros, los medios de comunicación masiva. Se produce una
ruptura de la cohesión social y de la moral, que las personas experimentan como una
falta de adhesión a las normas y una carencia de sentido a todo intento personal o
colectivo por modificar las situaciones.
Por esto, todo intento de combatir las prácticas corruptas debería contemplar una
transformación sociocultural en la que la sociedad modifique esta actitud fatalista que
impregna la representación del fenómeno naturalizado bajo la creencia rectora de su
inevitabilidad. Es necesaria la recuperación del protagonismo, de los espacios de libre
expresión pero, fundamentalmente, de nuestra conciencia histórica.
Otro aspecto se relaciona con los cambios estructurales bruscos –de tipo político,
económico y social– a los que se ha visto sometida la población, con la instrumentación
de políticas de ajuste económico, producto de la globalización de un modelo neoliberal,
de la que los poderes económicos internacionales hacen participar casi
compulsivamente a cualquier Estado que sea deudor de la deuda externa.
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y servicios, pero también este público suele ser parte activa de las mismas
transgresiones que benefician su interés.
Para Durkheim, la anomia se produce cuando los individuos no encuentran
expectativas de comportamiento adecuadas a los cambios bruscos y rápidos, por lo
tanto pierden el límite de lo esperable. Los cambios súbitos son fundamentalmente de
orden económico financiero y los individuos son expuestos crudamente a un nuevo
orden para el cual no tienen un repertorio de respuestas adecuado con el cual
reaccionar. La falta de regulación por parte del Estado de las relaciones laborales y del
mercado; la indefensión del individuo ante las exageradas y no siempre posibles de
satisfacer demandas de la sociedad de consumo; la progresiva exclusión de amplios
sectores de la población del mercado laboral y de la participación social y política, son
hoy importantes fuentes de anomia. Frente a ello, la corrupción es una forma de
acceder rápidamente a los objetivos para aquéllos que se encuentran ubicados en
lugares privilegiados de posibilidad y oportunidad, ya que son las mismas estructuras
del sistema las que proveen inmunidad e impunidad.
Para poder ser partícipe de los grandes hechos de corrupción es condición necesaria
encontrarse vinculados a las estructuras de poder político y ocupar una posición
estratégica en los niveles de decisión en el momento adecuado. De esa forma las
habilidades y conocimientos que se recibieron en una formación profesional, por
ejemplo, economistas, administradores, contables, abogados, etc., son puestos al
servicio de hechos ilícitos, en una clara transferencia de aprendizajes lícitos a la
comisión de hechos desviados o claramente delictivos. Es más probable que la
oportunidad de realizar actos de corrupción la tengan quiénes se encuentran cobijados
bajo las alas del poder o gozan de la inmunidad que brindan las estructuras públicas,
cuando se han debilitado los controles de una sociedad desesperanzada y
fragmentada. Una sociedad que asiste, por momentos, insensible al enriquecimiento
desmedido de algunos con un fuerte exhibicionismo de sus riquezas, mientras que la
mayoría se debate en la lucha cotidiana por la supervivencia o por encontrar la forma
de acomodarse a los nuevos tiempos, en un sálvese quien pueda es, sin dudas, una
sociedad condenada.
Consecuencias objetivas y subjetivas
Una sociedad es una red de expectativas recíprocas y compartidas. Toda sociedad
alimenta su integración en la fe pública, en esa confianza de que cada uno de sus
miembros hará, desde la función que le haya tocado desempeñar, aquello que los
demás esperan que realice. Cuando esto no es así, cuando durante largos períodos de
tiempo la administración de la cosa pública se ve teñida por la discrecionalidad,
arbitrariedad y ambiciones personales, sobreviene una crisis de confianza, de
credibilidad hacia los políticos, los legisladores, los sindicalistas, los magistrados y los
dirigentes de niveles intermedios en general.
De modo que la corrupción tiene un efecto devastador a todos los niveles en el ámbito
social. En el nivel objetivo se liga al imperio de la pobreza, a la agudización de las
desigualdades, a la polarización socio–económica y la disminución general de la calidad
de vida de la mayoría de los habitantes, por cuanto se desvían ilegalmente importantes
sumas de recursos que deberían cubrir políticas sociales, para las cuales siempre se
dice que no existen fuentes adecuadas para el financiamiento de las mismas.
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motivación de logro aceptan con agrado los cambios, siempre que ello favorezca el
rendimiento.
Las manifestaciones del motivo de poder están relacionados con variables tales como
el sexo, clase social, o maduración. Así, McAdams (1982) argumenta que en los varones
se caracteriza por conductas más competitivas y asertivas que en las mujeres. De la
misma manera, señala que los varones de clase baja se comportan más agresivos que
los de media-alta y que depende del estadio evolutivo para que la necesidad de poder
se plasme mediante comportamientos más o menos espontáneos.
El patrón conductual característico de las personas con motivo de poder elevado se
caracteriza por las siguientes manifestaciones comportamentales:
Aquellos que detentan necesidad de poder intentan convencer y persuadir a los
demás acerca de diversas cuestiones.
Los varones son asertivos, competitivos y agresivos. Las mujeres no manifiestan
dichas características en mayor intensidad que los demás.
Realizan conductas cuyo objetivo es lograr prestigio ante los demás.
Utilizan a los miembros del grupo al que pertenecen para obtener beneficio
personal. Suelen hacer alianzas de conveniencia con otras personas, que las
deshacen en el momento que no obtienen el provecho que habían planificado.
Pueden llegar a ser buenos líderes, en el caso de que su comportamiento se
oriente a la tarea y se rehúya el beneficio personal.
En la evaluación y juicio de los demás, se guían por estereotipos, siendo más
susceptibles de ser influidos por prejuicios.
McClelland (1985) estima que la necesidad de poder cumple con los requisitos
fundamentales para ser considerada como un motivo, debido a que tiene funciones
energizantes, orientadoras y selectivas de la conducta. Así, en cuanto a la función
energizante, según este autor, el motivo de poder está directamente relacionado con
los fundamentos biológicos del mismo, en concreto, por la activación del sistema
nervioso simpático y del catecolaminérgico. La función orientadora viene manifestada
por el hecho de que los individuos con elevada necesidad de poder presentarían mayor
actividad cerebral ante estímulos relacionados con poder que ante estímulos neutros y
manifestarían mayor actividad que aquellos que tenían un motivo de poder bajo. Por
último, la función selectiva se evidencia por el hecho de que recuerdan selectivamente
mejor las escenas y experiencias relacionadas con poder.
Evaluación del motivo de poder
La primera categorización de las imágenes de poder fue realizada por Veroff (1957)
utilizando como modelo los candidatos a unas elecciones de estudiantes. Después de
realizar una investigación en la que se compararon escenas de la imaginación entre
candidatos y no candidatos en instantes antes de la elección de estudiantes, el factor
principal que aparece y que distingue entre ambos grupos es el deseo de tener
repercusión o impacto sobre los demás. Algunas de las escenas habituales que denotan
esta necesidad son las siguientes:
Realización de una acción vigorosa con impacto en los demás.
Intento de convencer y persuadir.
Intento de controlar y dirigir.
No pedir, ni solicitar ayuda.
Realizar acciones que tienen repercusión emocional en los demás.
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relacionadas con el desarrollo psicoevolutivo normal. Tales etapas fueron descritas por
este autor como de recepción, autonomía, aserción y comunalidad, cada una de las
cuales está en función de la solución de diferentes conflictos según la concepción del
desarrollo psicosexual de Freud.
Lo más probable es que el motivo de poder dependa de las pautas educativas
familiares y escolares, de los valores predominantes en el ambiente sociocultural y en
los grupos de referencia, de las exigencias profesionales posteriores, así como de otras
variables difíciles de precisar y cuantificar. Pretender que la necesidad de poder
posterior va a estar determinada exclusivamente por la mayor o menor tolerancia al
sexo y a la agresión en la infancia, es suponer un determinismo insostenible
actualmente en la explicación científica del comportamiento.
Diferencias sexuales en el motivo de poder
Para Winter (1988) no hay diferencias en el motivo de poder entre varones y mujeres,
sino que es de la misma naturaleza en ambos. La diferencia entre los sexos se
manifiesta no ya en la propia necesidad, sino en el tipo de conductas implicadas que
son deseables socialmente para cada uno de los sexos. Existen conductas relacionadas
con el motivo de poder que se asume que forman parte de un rol masculino y que, por
el contrario, son indeseables dentro de un comportamiento típicamente femenino. Tales
patrones de comportamiento hacen referencia a la competitividad, agresividad, o
asertividad.
Aspectos biológicos del motivo de poder
Steele (1977) evocó experimentalmente la necesidad de poder mediante la
presentación de escenas grabadas en las que aparecían situaciones que podían
producir ese motivo. Los resultados de la investigación pusieron de manifiesto que
quienes habían escuchado dichos discursos mostraron mayor número de imágenes de
poder que el grupo control y que los niveles de adrenalina y noradrenalina en sangre
estaban directamente relacionados con los contenidos de poder aparecidos en dichos
relatos. Bajo las demás condiciones (incluso en la condición de producir motivo de logro
elevado) no hubo correlaciones significativas entre motivos y nivel de catecolaminas.
Estos resultados serían coherentes con el hecho de que el hemisferio derecho está más
relacionado con la producción de norepinefrina, lo que supondría que se presenta una
actividad mayor en éste cuando se evoca la necesidad de poder. A su vez, el hemisferio
derecho está implicado en el reconocimiento y evocación de estímulos emocionales, lo
cual es coherente con el hecho de que las personas con motivo de poder elevado son
más capaces de reconocer el tono emocional de un discurso cuando el contenido de
poder no es evidente en la exposición de dicho mensaje.
Relación entre motivo de poder y otras conductas
La necesidad de poder está relacionada con determinados patrones de conducta, entre
los que podemos destacar los siguientes:
Motivo de poder, conductas asertivas y agresión: una de las variables
principales que modulan la aparición de tales patrones de comportamiento
agresivo o asertivo sea el sexo. Las mujeres no suelen mostrar comportamientos
agresivos, ni aún en el caso de poseer una necesidad de poder elevada. Esto
corrobora el hecho de que el comportamiento agresivo está determinado por
muchos otros factores, entre los que el motivo de poder sólo ejercería una
influencia discreta.
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Motivo de poder y profesión: Winter (1973) argumenta que las personas con
elevada necesidad de poder eligen profesiones relacionadas con la persuasión e
influencia sobre los demás, de tal forma que quienes se dedicaban a profesiones
tales como sacerdocio, psicología, enseñanza, periodismo, o actividades
empresariales, obtenían puntuaciones superiores en motivo de poder que
quienes se dedicaban a otras profesiones, en las que también estaban incluidas
derecho y medicina. No obstante, en las investigaciones que estudian la relación
entre estas dos variables, no siempre ha habido una evaluación fiable del motivo
de poder previo a la elección de la profesión, por lo que este motivo puede haber
sido consecuencia del propio ejercicio profesional de dicha actividad. La relación
entre motivo de poder y éxito profesional no es concluyente.
Motivo de poder, necesidad de prestigio y relaciones interpersonales:
Las personas con puntuaciones altas en necesidad de poder se rodean de
personas que admiran su forma de comportarse y que pueden ser seguidores no
competitivos. Prefieren relacionarse con grupos que establecer relaciones con
escasas personas, puesto que de esta manera tienen más oportunidades de
obtener reconocimiento social. Generalmente obtienen mayores beneficios en
las relaciones competitivas y ejecutan con frecuencia alianzas y coaliciones en
su provecho, rompiendo dichas relaciones para comprometerse con otras
personas, si ello le resulta de utilidad. En reuniones de diversa índole, las
personas con elevada necesidad de poder hablan más tiempo que los demás,
influyen más en las decisiones del grupo, no favorecen la discusión de los temas
tratados, buscan su propio provecho personal, abordan los temas que les
interesa, evalúan más negativamente al resto de la gente (y, a su vez, son
percibidos por los demás también de forma negativa) y su comportamiento se
considera excesivamente agresivo. Winter (1973) encontró relaciones
significativas entre el motivo de poder y conductas asociadas al mismo, tales
como posesión de coches extranjeros, o mayor número de tarjetas de crédito.
Parece que las personas con necesidad de poder elevada también demuestran
patrones de conducta de ostentosidad, que no son sino indicadores sociales de
influencia y prestigio.
Motivo de poder y creatividad: Según Fodor (1990), la creatividad es un
factor que acrecienta el sentimiento de poder. Barron (1969) realizó una
investigación en la que una serie de ejecutivos debían autodefinirse en
diferentes aspectos. En lo que se refiere a la originalidad y creatividad, todos los
adjetivos que utilizaron para referirse a ellos mismos en cuanto creativos,
también denotaban motivo de poder.
Motivo de poder y Patrón de conducta Tipo A: El patrón de conducta Tipo A
se caracteriza por un estilo conductual en el que predomina la competitividad,
hostilidad, ira e impulsividad. Cualquier situación se percibe como una amenaza
y debe resolverse exitosamente. La necesidad de poder está asociada a
conductas tales como deseo de influir en los demás, interés por alcanzar un
estatus elevado, o agresividad, manifestaciones conductuales características
también del patrón de conducta Tipo A. Una de las variables relevantes en el
patrón de conducta Tipo A es la inhibición de la expresión de conductas
excesivas. Tal característica estaría directamente relacionada con la inhibición
del motivo de poder, si bien esta última hace referencia especialmente al control
de la expresión de los impulsos de poder, mientras que el Tipo A está
relacionado con la inhibición de conductas excesivas en general. La dificultad de
expresarlas de forma adaptativa (especialmente la ira) está relacionada con la
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Liderazgo
Relacionado con el motivo de poder está el rol de liderazgo, dado que el líder ejerce
una poderosa influencia sobre las conductas del grupo al que pertenece. Existen dos
tipos de líder: el líder socioemocional, cuya función es la de crear un clima de
armonía en el grupo, y el líder de tarea, encargado de que las actividades del grupo y
de sus miembros se realicen adecuadamente. Las funciones más generalizadas de esta
figura son: ser quien inicie y descubra los objetivos del grupo, dirigir al grupo hacia
dichas metas, establecer normas, desplegar mayor actividad para la consecución de los
fines, transmitir seguridad y buscar el beneficio del grupo.
Por lo general, el líder es quien detenta el poder en el grupo y ejerce una mayor
influencia sobre los miembros, de forma que quien posea una elevada motivación de
poder deseará ser su adalid para satisfacer dicha necesidad. Tanto el líder como los
miembros del grupo tienen la expectativa de que es él quien detenta el mayor poder,
por lo que al acceder a una posición de liderazgo su poder e influencia aumentará.
El atractivo social del líder depende de la coincidencia de los motivos de éste con los de
la sociedad en ese momento, teniendo en cuenta que lo relevante es la coincidencia o
discrepancia global, de todos los motivos, no el grado de discrepancia de un motivo
particular.
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participa el sujeto que aprende; sino otros agentes culturales que facilitan el
intercambio.
Benbenaste Narciso, Etchezahar, Edgardo, & Del Río, Marta. (s. f.). Psicología
de la anomia.
El grado y tipo de comportamiento anómico detectable en una población es relevante
para su calidad de vida cotidiana así como un fuerte condicionante de sus actitudes
hacia las instituciones.
La anomia en Durkheim
Durkheim se refiere a la anomia como la falta de regulación jurídica y moral que
caracteriza a la vida económica. Los conflictos que se producen en ese ámbito son
especialmente graves dado que las actividades económicas ya han dejado de tener un
papel secundario en las sociedades que son o tienden a ser industriales. El autor afirma
que el estado de irreglamentación no favorece la expresión de la libertad individual. Por
el contrario la libertad es producto de una reglamentación. En la reflexión
durkheimniana el concepto de anomia se constituye entonces en dos planos, desde la
sociedad y desde el individuo.
La conciencia colectiva es el “conjunto de creencias y sentimientos comunes el
término medio de los miembros de una sociedad”. De acuerdo con las diferentes
sociedades, esta conciencia colectiva implica más o menos extensión o fuerza. En las
sociedades con solidaridad mecánica, la conciencia colectiva engloba a la mayor parte
de las conciencias individuales. En cambio, donde reina la solidaridad orgánica,
Durkheim cree observar simultáneamente una reducción de la esfera correspondiente a
la conciencia colectiva, un debilitamiento de las reacciones colectivas contra la
violación de las prohibiciones, y, subsecuentemente, un margen más amplio de
interpretación individual de los imperativos sociales.
En síntesis la pérdida de influencia de la religión, el papel subordinado del Estado a la
vida económica, el desencadenamiento del deseo por la influencia cada vez mayor del
mercado, determinan que “el estado de crisis y de anomia es allí constante, y por así
decir, normal”.
La anomia en Robert k. Merton
Merton señaló que la teoría funcional intenta determinar cómo la estructura social y
cultural engendra una presión hacia la conducta socialmente divergente sobre
individuos situados en diferente posición en dicha estructura. De esta manera se
deslindaba de las tendencias que desde el individualismo veían la trasgresión
conductual como un fenómeno psicopatológico.
Entre los elementos que componen la estructura social hay dos de gran importancia.
Las metas de la cultura son aquellas por las que vale la pena esforzarse, por ejemplo,
ser rico, ser poderoso, ser culto, etc. Los que alcanzan dichas metas reciben
reconocimiento y prestigio. El segundo elemento de la estructura social son las reglas
que se habrán de emplear para alcanzar las metas culturales. Estas reglas toman
formas concretas en las instituciones que regulan la conducta en sociedad.
Lo que Merton llama anomia social surge cuando la cultura logra más importancia
(valores que definen las metas) que la fuerza social para alcanzar aquellas de forma
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legítima (valores que definen las normas). Cuando los grupos sociales aceptan que
lograr las metas es a pesar de las normas sociales, se fomenta el estado de anomia
social. El término anomia social surge tomando como referencia las desviaciones de las
normas sociales por parte de distintos grupos en la sociedad norteamericana.
La anomia en Carlos Nino
Carlos Nino señala sobre la base de observaciones realizadas en la población argentina
una larga serie de conductas que configuran un conjunto social anómico: la forma en
que se transita por los espacios públicos, la naturalidad con que se evaden las
responsabilidades cívicas (pago de impuestos, por ejemplo), la forma en que se
contamina el ambiente, la extensión de la corrupción etc., Nino distingue tres tipos de
ilegalidad diferentes:
a) La mera desviación individual que ocurre cuando los individuos encuentran
conveniente (para sus intereses) dejar de observar la ley (dado el probable
comportamiento de otros).
b) La que se presenta cuando ocurre un conflicto social que lleva a un sector a
desconocer la legitimidad de la autoridad que dicta las normas en cuestión.
c) La que denomina anomia boba, que implica situaciones sociales en las que todos
resultan perjudicados.
La inobservancia de tales normas, en el caso de la “anomia boba”, adquiere
básicamente tres formas:
a. El comportamiento finalista: cuando se adhiere a los fines generales pero
pretendiendo satisfacerlos a través de una conducta diferente a la prescripta por
la norma.
b. El comportamiento formalista/ritualista: se observa cuando la norma ignora los
fines a la que ella sirve (aun cuando tal comportamiento frustre los fines). Estos
comportamientos distinguen a la conducta típicamente burocrática.
c. El comportamiento “chicanero”: refiere a cuando se aprovechan los intersticios
de las normas para satisfacer fines personales (aun cuando ello frustre los
objetivos del conjunto).
Robert K. Merton había señalado que la conducta anómala puede considerarse como un
síntoma de disociación entre las aspiraciones culturales y los caminos socialmente
estructurados para llegar. Nino sugiere que las normas sociales se formulan para
reducir las anomalías y permitir alcanzar los fines o aspiraciones.
Psicología de una población en que la anomia no es un disvalor
En el caso de sociedades como la argentina se trata de que, vivir al margen o en el
borde de las instituciones es una costumbre. Los rasgos que implicados entre sí,
sostenemos, conforman la estructura psicológica básica en una población con conducta
anómica generalizada son:
El desarrollo individual representado como egoísmo, en particular la búsqueda de
riqueza
Tendencia a representarse la jerarquía como autoritarismo esto es indiferenciar
autoridad y autoritarismo
La primarización de los vínculos secundarios
El machismo.
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Esos cuatro rasgos tienen una vigencia generalizada en la práctica psicosocial cotidiana
de la población, lo que no significa en igual medida su reconocimiento verbal. De ahí
que en esta clase de indagatoria es imprescindible la técnica de la observación. La
eficacia de tales rasgos se debe a que operan desde niveles etarios tempranos y, por
tanto, hacen a la socialización básica de cada miembro de la sociedad.
a) La iniciativa individual como egoísmo: En la acepción cotidiana argentina el
término “individualista” tiende a ser asimilado a egoísta. La representación de que en
la significación de lo individual predomina la satisfacción de los impulsos particulares es
lo que fundamenta esa equiparación. Consecuentemente aquello de lo público que
aparece para regular los impulsos privados, las normas, tiende a ser denegado, resulta
un disvalor. Cada uno imagina que los demás también se erigen como individuos en
tanto se halan sostenidos por la similar búsqueda de satisfacción de lo particularista.
Por tanto se generaliza la idea de lo individual como ser egoísta. Ahora bien, esta
tendencia de buena parte de la población argentina a tildar de individualista a quien
busca el interés personal en especial cuando se trata del beneficio económico, coexiste
con una avidez por el consumo que, psicológicamente analizado, podemos denominar
de placeres inmediatistas.
b) La Jerarquía como disvalor: Cuando en una población la jerarquía social no es un
valor significa que en tal sociedad se tiende a una indiferenciación entre la noción de
autoridad y la de autoritarismo o más bien, a una asimilación de la primera en la
segunda.
c) La “primarización” de los “vínculos secundarios”: En los grupos primarios
prevalece el vínculo incondicional, alguien es aceptado por ser amigo, hermano o hijo
por ejemplo. En cambio lo que caracteriza a los grupos secundarios es el vínculo
condicional, las personas son aceptadas según puedan cumplir sus roles socialmente
instituidos. En una población donde la anomia aparece como lo frecuente, el tipo de
vínculo propio del grupo primario impregna al de los grupos secundarios. Las “excusas”
habitualmente son una expresión de esa insuficiente asunción del cumplimiento de los
vínculos formales. La excusa supone la solicitud de que el otro no lo juzgue con el rigor
supuesto según las pautas impersonales socialmente vigentes para la tarea laboral o
actividad pública en cuestión.
d) Machismo: Definimos machismo como la vigencia del vínculo poder (en el
predominio de su forma autoritarismo) en las relaciones psicosexuales.