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CURSO:
DERECHO PENAL
DOCENTE:
ZURITA MELENDREZ, MAGDIEL
ALUMNO:
CABANILLAS ALCÁNTARA, JHONATAN
TRUJILLO - 2021
Para conseguir la protección de bienes jurídicos que la norma penal persigue, se
desencadenaban en los individuos determinados procesos psicológicos que le inducen a
respetar dichos bienes jurídicos. Cabe recalcar que estos mecanismos de la psique no se
presentan aislados, sino forman parte de un complejo proceso, denominado
“motivación”. Es por ello que el mero concepto de motivación tiene muchas percepciones.
Tomae, H. (1965) menciona que “todos aquellos procesos imputables a un individuo o a
un grupo, que explican su conducto o la hacen comprensible”.
De todas las teorías que mejor han explicado el proceso de motivación del
comportamiento humano, la mejor que lo hizo tan bien y tan convincentemente, fue la
teoría psicoanalista. Tal como explica, Gimbernat, E. (1981) “el psicoanálisis precisamente
suministra explicación y justificación del Derecho penal”. Asimismo, Freud, S. (1966)
manifiesta que, en alguna parte de la psique humana, en la niñez, se forma un órgano de
control que vigila las propias emociones y rige la conducta del hombre conforme a las
exigencias del mundo circundante, posteriormente a este órgano de control lo llamó luego
“superyó”.
Bajo este concepto freudiano, el concepto de superyó, aparece con la introyección del
poder paterno en la niñez y se continua con la autoridad social durante toda la vida, la
autoridad general y estatal, en el Derecho penal se internaliza a través del superyó. El
principal medio de coacción jurídica es la pena, que sirve para motivar comportamientos
en los individuos y que es, además, elemento integrante de la norma penal.
Es claro que, la función motivadora de la norma penal solo puede ser eficaz si va
precedida o acompañada de la función de otras instancias de control social, de ser así un
derecho penal sin esta base social previa sería tan ineficaz como insoportable, que daría
un vacío de contenido. Los modelos de sociedad existentes no han podido renunciar
todavía a esa instancia que es el Derecho penal. De todo lo anterior, ya mencionado se
deduce que la meta preventiva general del Derecho penal no es la motivación
intimidadora de los ciudadanos, sino la motivación integradora del consenso a través de la
confirmación y aseguramiento de las normas básicas que rigen la convivencia social.
En tal sentido, Peña, L. (1982) advierte del “carácter represivo que frente a la prevención
de intimidación tiene la prevención socialmente integradora o estabilizadora entendida
como categoría autónoma y con exigencias propias”.
Es importante recordar lo que dice Marx, C. (1859) “el modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general”. Con un tal
entendimiento el delito no es un producto a histórico o un comportamiento preexistente
a cualquier sistema de control social o jurídico.
Para concluir el Derecho penal permite poner de relieve las graves injusticias y
desigualdades que le son inherentes, puesto que incita a plantearnos la necesidad de
modificar el sistema económico que lo condiciona, lo que ya de por sí sería altamente
positivo y una consecuencia progresiva del planteamiento técnico o dogmático.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS