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Manuel Belgrano fue uno de los próceres argentinos que más énfasis puso en impulsar la educación.
Durante su estadía en España había elaborado un plan de acción, que en total abarcaba seis puntos. Uno
de ellos estaba dedicado a la educación:
Antiguamente se halló en la política la máxima siguiente: ´Es bueno, mantener la gran masa del pueblo
en la ignorancia, idea que aunque no fuera indigna del hombre, se opone directamente al verdadero interés
del Soberano. (...) Ése es uno de los objetivos más importantes del gobierno. Vasallos dichosos y Soberano
poderoso, son los resultados del estado actual de las escuelas públicas, y de la educación lugareña, que
después de mil ensayos, se han establecido en varias provincias de Alemania, Suecia, Inglaterra, etc. (...)
Por este medio se logran en la gran masa de una nación costumbres sanas. 32
Al regresar de España con una sólida preparación en materia económica, mostró en su accionar la
influencia que en él habían ejercido las nuevas ideas.
Ya como Secretario del Consulado, y por una real orden de erección de dicha institución (1794), tenía la
obligación de presentar anualmente una memoria al cuerpo relatando las actividades realizadas. Sin
embargo, Belgrano las redactó puntualizando más lo que debiera hacerse que relatando lo efectuado. De
esta manera alertaba a las autoridades sobre las necesidades de la colonia, adoctrinaba a sus paisanos y no
despertaba sospechas de las autoridades.33
Una de las causas a que atribuyo el poco producto de las tierras y el ningún adelantamiento del labrador
(...) [es] porque no se mira a la agricultura como un arte que tenga necesidad de estudio, de reflexiones o de
reglas.
No se crea que es ajeno al ministerio eclesiástico el instruir y comunicar las luces sobre el cultivo de las
tierras, artes, comercio, etc., pues el mejor medio de socorrer la mendicidad y miseria es prevenirla y
atenderla en su origen.
¿Cómo, pues, la pondremos [a la industria] en este estado [de riqueza]? Con unos buenos principios(...)
Los buenos principios los adquirirá el artista en una escuela de dibujo que, sin duda, es el alma de las artes.
A estas infelices gentes (por los pobres) que, acostumbradas a vivir en la ociosidad, como llevo expuesto,
desde niños, les es muy penoso el trabajo en la edad adulta y [son] o resultan unos salteadores o mendigos;
estados seguramente deplorables, que podían cortarse si se les diese auxilio desde la infancia,
proporcionándoles una regular educación, que es el principio de donde resultan ya lo bienes ya los males de
la sociedad.
Uno de los principales medios que deben aceptar a este fin, son las escuelas gratuitas, donde pudiesen
los infelices, [es decir, los pobres] mandar a sus hijos sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción: allí
se les podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues un pueblo donde no reine éste,
decae el comercio y toma lugar la miseria; las artes que producen abundancia que las multiplica después en
recompensa, decaen; y todo, en una palabra, desaparece, cuando se abandona la industria, porque se cree
no es de utilidad alguna.
Igualmente se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñase doctrina cristiana, a
leer, escribir, coser, bordar, etc., y principalmente, inspirándoles amor al trabajo, para separarlas de la
ociosidad.
La ciencia del comercio no se reduce a comprar por diez y vender por veinte, sus principios son más
dignos. (...) Sea el primero [de los medios de fomento del comercio], una escuela titulada de comercio.
Es forzoso se ponga igualmente, como medio de la protección del comercio, una escuela de náutica, sin
cuyos principios nadie pudiese ser patrón de lancha en este río. (...) La utilidad y ventaja que proporcionará
este establecimiento, aun para los que no quieren seguir la carrera de la navegación, no será bien
ponderada jamás, ni yo puedo hacerla ver claramente. 34
En su memoria de 1797, sobre el cultivo del lino y el cáñamo, también hacía numerosas referencias a la
educación. En sí misma, esta memoria puede ser considerada como un manual didáctico sobre agricultura,
explicándose con suficiente nivel de detalle como para ser de utilidad práctica para el labrador. Relataba el
tipo de terreno apto para el cultivo del cáñamo, cómo debían ser las semillas para que fueran aptas para el
cultivo, la forma de sembrarlo, cultivarlo y procesarlo, de modo que fuera directamente utilizable en los
telares.
En su memoria consular de 1802 decía que sin enseñanza no hay adelantamientos y he clamado
siempre por la escuela (...) como medios para la prosperidad del Estado, pero sus fondos adictos a una
deuda contraída por este comercio en beneficio del erario, no han prestado margen para que pudiese
disponer de ellos.35
En el Correo de Comercio
En 1809 Belgrano aceptó la creación de un nuevo periódico (auspiciado por el entonces virrey Cisneros),
que apareció a fines de enero de 1810 con el nombre de Correo de Comercio de Buenos Aires. Su objetivo
principal era popularizar los sanos principios de la economía política y ocuparse de materias científicas y
literarias, impulsando a través de esas publicaciones la Revolución, según afirmaría en su autobiografía.
También exponía acerca de los beneficios económicos que resultaría de una difusión de la educación. De
los siete primeros artículos publicados en el semanario, tres de ellos correspondieron al tema educación,
siendo éstos los más extensos. En el primero, titulado "Educación" expresaba:
No es fácil corresponder en que ha podido consistir, ni en que consista el fundamento más sólido, la
base, digámoslo así, y el origen verdadero de la felicidad pública, cual es la educación, se halla en un estado
tan miserable, que aun en las mismas capitales se resienten a su falta. (...) A la falta de estos
establecimientos debemos atribuir los horrores que observamos. 36
Llegaba a ligar el amor al trabajo y las virtudes básicas de todo ciudadano con la educación primaria.
Según su pensamiento, ninguna sociedad podía progresar si sus habitantes no tenían aprecio por el trabajo
y esfuerzo y eran virtuosos:
¿Cómo, cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas,
que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios y que el gobierno reciba el
fruto de sus cuidados, si no hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en generación con
mayores y más grandes aumentos?36
¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia,
el espíritu, y que estas cualidades son tan necesarias al hombre como la razón de la que preceden.
Ruboricémosnos, pero digámoslo: nadie. (...) Nuestros lectores tal vez se fastidiarán con que le hablemos
tanto de escuelas; pero que se convenzan de que existen en un país nuevo que necesita echar los
fundamentos de su prosperidad perpetua y que aquellos para ser sólidos y permanentes es preciso que se
compongan de las virtudes morales y sociales, que sólo pueden imprimirse bien, presentando a la juventud
buenos ejemplos.36
Debido a la importancia que asignaba a la educación es que se ocupaba que ésta fuese impartida del
modo que él consideraba el más adecuado y eficiente. Limitaba los castigos corporales, que representaban
un hábito muy arraigado en la sociedad. Eliminaba, en gran medida, la humillación pública del alumno
incorregible, por considerar que era contraproducente e innecesaria.
Se ocupaba también de señalar cómo debía ser la selección de los maestros, y de describir cuáles
debían ser sus características principales. Los alumnos sólo tenían una oportunidad de recibir educación, y
ésta debía ser la mejor disponible. La opinión de Belgrano al respecto era contundente, tanto cuando se
refiere a la educación primaria como a la técnica o terciaria:
En su primera memoria alertaba a sus oyentes sobre el tema de la elección de los maestros, cuando
decía que "debía confiarse el cuidado de las escuelas gratuitas a aquellos hombres y mujeres que, por
oposición, hubiesen mostrado su habilidad y cuya conducta fuese de público y notorio irreprensible".
Por sus victorias de Tucumán y Salta, la Asamblea de 1813 le otorgó como premio 40 mil pesos fuertes
(equivalentes a casi 80 kilos de oro). 37 Belgrano respondió que prefería ser un buen hijo de la patria más que
un padre de la misma, y expresó que el dinero de tal premio fuera dedicado para la construcción de escuelas
públicas estatales y gratuitas en las ciudades de Tarija (en la actual Bolivia), Jujuy, San Miguel de Tucumán
y Santiago del Estero.
En el texto de su donación proponía el mecanismo de elección de los maestros, que debía estar basado
en el mérito. Por ejemplo, en cuanto a la educación primaria escribió que la provisión de escuelas se hará
por oposición, y pasaba a establecer con minuciosidad el procedimiento que la regularía. En el artículo
siguiente, el cuarto, establece Cada tres años podrá el ayuntamiento abrir nueva oposición, y convocar
opositores si lo tuviese por convencimiento o hubiese proporción de mejorar el Maestro. El que ha servido o
desempeñado la Escuela en igualdad de mérito y circunstancias deberá ser preferido.38
El privilegio del maestro en actividad era el de conservar su puesto siempre y cuando sus aptitudes para
el cargo no fueran superadas por otro maestro. La importancia que se daba a los educadores puede verse
en el artículo octavo del reglamento de las escuelas donadas en 1813, en el que indicaba que se le debería
dar asiento al maestro en cuerpo de Cabildo, reputándosele como Padre de la Patria.39
En el artículo 18 del mismo reglamento se mencionaban cuáles debían ser los caracteres del maestro,
que amplían la lista que ya habíamos expuesto anteriormente:
El maestro procurará con su conducta, y en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus alumnos amor
al orden, respeto a la Religión, consideración y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la virtud, y
a otras ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, desapego del interés, desprecio de todo lo que diga a
profusión y lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional que les haga
preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de Americano que la de Extranjero. 40
Si se refirió en numerosas oportunidades a estas virtudes, sin duda era porque lo consideraba importante.
Insistía Belgrano en los valores en numerosos ocasiones:
Basta con que los maestros sean virtuosos y puedan con su ejemplo dar lecciones prácticas a la niñez y
juventud y dirigirlos por el camino de la Santa Religión y del honor y pudiendo enseñar a leer bien, poco
importa que su forma de letra no sea de lo mejor; suficiente con que se pueda entender. 41
Porque desengañémosnos, el ejemplo... Si, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las
buenas costumbres. Nada valen teorías, en vano las maestras explicarán y harán comprender a sus
discípulas lo que es justicia, verdad, buena fe, etc., y todas las virtudes, si en la práctica las desmiente, ésta
arrollará todo lo bueno, y será la conducta en los días ulteriores de la depravación. 42
Buscó elevar la condición del maestro mediante el pago de sueldos dignos. Para asegurar la financiación
de la educación, propuso siempre la creación de fondos, para que los institutos tuviesen asegurados su
financiamiento a perpetuidad.
Belgrano exponía que el progreso económico depende del conocimiento técnico y de los valores de la
sociedad. Haciendo referencia a los males que traería el que los habitantes no estaban suficientemente
capacitados, preguntaba: "¿Qué modo de prevenirlos? La extensión de conocimientos, la ilustración general,
el que las luces se difundan por todos, que todos se instruyan, que adquieran ideas, que ni el labrador ni el
comerciante ni el artista ignoren lo que les corresponde, que unos y otros procuren no apegarse tan
íntimamente a los pensamientos de sus antepasados, los cuales sólo deben adoptarse cuando convienen y
cuando no, desecharlos y abandonarlos: que lo fue útil en otro tiempo, hoy es perjudicial; las costumbres
varían; los usos igualmente; y todo, de tiempo en tiempo, cambia, sin que en esto haya más misterio, que el
de la vicisitud de las cosas humanas."
Notas: