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Carlos Altamirano
Entonces, las figuras del orientalismo se despliegan bajo la atracció n de esos dos
polos: el polo doctrinario de la tesis y el polo literario del exotismo romá ntico. En
relació n a lo primero, Sarmiento habla de lugares diferentes ubicados en la
frontera de la civilizació n y quiere el encanto que ejercen los escritos que evocan
horizontes distantes. En relació n a lo segundo, hay un esquema conceptual
asociado al uso de la imaginería orientalista, pero ¿cuá l es la significación que
media y anuda las funciones del símil oriental en el libro de Sarmiento?
El saber docto por excelencia, el de la ciencia y las teorías sociales, es, para
Sarmiento, el saber europeo. Y el Oriente de sus libros, con sus estereotipos
intelectuales y literarios, pertenece a ese dominio. “Nuestro Oriente es la Europa, y
si alguna luz brilla má s allá , nuestros ojos no está n preparados para recibirla, sino
a través del prisma europeo” (Sarmiento, Viajes). El oriente que aparece ante sus
ojos, una Argelia que expone todos los signos del colonialismo francés, se inscribe
sobre el fondo estético e ideoló gico de ese otro Oriente, el de las lecturas.
Pero para Altamirano, la cita orientalista no está solo para ofrecernos una figura de
la alteridad, del otro no civilizado, sino que hay que darle peso al cotejo de ideas e
imá genes del despotismo para aferrar la significació n en que se acoplan las
funciones de esa imaginería. Lo oriental en Sarmiento está destinado también a dar
figura a una idea y a un fantasma, la idea y el fantasma del despotismo.