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El orientalismo y la idea de despotismo en Facundo

Carlos Altamirano

Sistema de comparaciones---realidad argentina con imá genes orientales. La


América de Rosas es bá rbara como Asia, despó tica y sanguinaria.

Barrenchea--- Sarmiento traza paralelos para afianzar su tesis de la influencia del


suelo en las costumbres y de estas en la historia de los pueblos, pero ademá s por el
prestigio del color local y la lejanía que las carga de valor poético en la época
romá ntica.

Entonces, las figuras del orientalismo se despliegan bajo la atracció n de esos dos
polos: el polo doctrinario de la tesis y el polo literario del exotismo romá ntico.  En
relació n a lo primero, Sarmiento habla de lugares diferentes ubicados en la
frontera de la civilizació n y quiere el encanto que ejercen los escritos que evocan
horizontes distantes. En relació n a lo segundo, hay un esquema conceptual
asociado al uso de la imaginería orientalista, pero ¿cuá l es la significación que
media y anuda las funciones del símil oriental en el libro de Sarmiento?

Segú n Piglia, la analogía es un procedimiento central en el Facundo porque para


Sarmiento conocer es comparar. Altamirano aclara que comprar era un recurso
comú n para la época, pero que la singularidad de Sarmiento radica en que, cuando
compara, establece semejanzas entre lo conocido y lo desconocido. Lo que
Sarmiento conoce no es aú n parte del saber letrado, es decir, no integra todavía el
campo de lo desconocido; por el contrario, lo que él no conoce (Europa u Oriente)
ya es sí, al menos a sus ojos, conocido, territorio del saber, porque como dice Piglia
“ya ha sido juzgado y definido por el pensamiento europeo”. Al incurrir en
analogías y comparaciones, Sarmiento utiliza lo que da por conocido para hacer
comprender lo desconocido (lo que hubiera hecho un Tocqueville que usando
teorías sociales se internara en la vida rioplatense para revelá rselo a Europa).

El saber docto por excelencia, el de la ciencia y las teorías sociales, es, para
Sarmiento, el saber europeo. Y el Oriente de sus libros, con sus estereotipos
intelectuales y literarios, pertenece a ese dominio. “Nuestro Oriente es la Europa, y
si alguna luz brilla má s allá , nuestros ojos no está n preparados para recibirla, sino
a través del prisma europeo” (Sarmiento, Viajes). El oriente que aparece ante sus
ojos, una Argelia que expone todos los signos del colonialismo francés, se inscribe
sobre el fondo estético e ideoló gico de ese otro Oriente, el de las lecturas.

Lectura de Ramos: Sobre la particularidad americana se impone la figura


(europea) del “oriental”. Pero el “conocimiento” que busca producir la analogía es
imaginado. El discurso se desliza del mundo referido al archivo orientalista que
comprueba ser un discurso histó ricamente ligado al expansionismo decimonó nico
y a la propia construcció n de un territorio de identidad europeo, mediante la
exclusió n de los “otros” y la consecuente delimitació n del campo “civilizado”. La
cita orientalista en Sarmiento proyecta, por parte de quien no es europeo, un deseo
de inscribirse en el interior de la cultura occidental. Implica un lugar de
enunciació n ficticio fuera de la “barbarie” (lo no europeo), enfá ticamente
“civilizado”.

El Oriente de Facundo nos reenvía así a un conjunto discursivo dominado por


significaciones imaginarias (el archivo orientalista) constitutivo de la realidad
europea y, durante el siglo XIX, entrelazado con la expansió n colonial. El uso del
símil asiá tico cobra un sentido ideoló gico que la noció n de exotismo literario no
daba cuenta.

Pero para Altamirano, la cita orientalista no está solo para ofrecernos una figura de
la alteridad, del otro no civilizado, sino que hay que darle peso al cotejo de ideas e
imá genes del despotismo para aferrar la significació n en que se acoplan las
funciones de esa imaginería. Lo oriental en Sarmiento está destinado también a dar
figura a una idea y a un fantasma, la idea y el fantasma del despotismo.

Montesquieu: amplía el estudio de las formas de gobierno a nivel planetario.


Relació n entre costumbres y formas de gobierno. Define al despotismo--- el poder
está en manos de uno solo, quien gobierna, pero “sin ley ni regla, impulsado
ú nicamente por su voluntad y su capricho”. Ordena bajo este concepto un enorme
material y usa el exotismo orientalista para dotar de figura una idea, la del mal
político absoluto. Asia era el medio natural de ese espectro político. Sarmiento no
recibe estas ideas directamente, pero hizo suya esta constelació n de nociones e
imá genes del despotismo y las insertó como piezas intelectuales y literarias de
Facundo.

¿Cuá l es la funció n de la idea de despotismo en la economía de la obra de


Sarmiento? Una funció n argumentativa, a medias teó rica a medias retó rica, que
tiene en la analogía una fó rmula bá sica. Papel semiteó rico, la idea de despotismo
opera como uno (solo uno) de los esquemas de referencia para la doctrina el
relato sarmientinos del caudillismo sudamericano.

“Despotismo”---forma parte del vocabulario ideoló gico de Dacundo (ej: orden


rosista). Correlació n entre llanura y despotismo (para justificar la necesidad de un
gobierno unitario). El lector entra en el espacio del despotismo, a la vez espacio
sensible (las imá genes de la pampa, los signos del asiatismo) y espacio inteligible
(el de la idea); ninguna cadena de razonamientos ha ligado aquella tesis general y
estas imá genes asiá ticas que se imprimen en el cuadro de la llanura pampeana. Sin
embargo, el ector puede desde ahora reconocer, en virtud de esa conjunció n, qué
familia de fenó menos pertenece aquello que se va a representar, y que el mismo
tipo de escenario natural que engendra el despotismo en Asia engendra el
caudillismo bá rbaro en Argentina. ¿Cuá l es el lector presupuesto? El de la élite
ilustrada americana o europea de mediados del siglo XIX, con el bagaje de lecturas
y de lugares comunes intelectuales (ej: Alberdi y la disputa con Sarmiento en
1852).

Fó rmula interpretativa de Facundo: barbarie---mundo donde reina la fuerza y la


arbitrariedad, tendrá ocasió n de expresar toda su potencia destructora a partir de
la Revolució n de Mayo. Interpretació n histó rica de Sarmiento: las dos sociedades,
ciudad y campañ a, coexistían sin conocerse, hasta la revolució n de mayo, que fue
un hecho de ciudad, se trasladó a la campañ a en busca de apoyo y le dio un
escenario nacional a las tendencias contenidas hasta entonces en los límites de la
pampa. Finalmente, los patriotas triunfaron sobre los españ oles, pero la barbarie
de la campañ a terminó por triunfar sobre la civilizació n de la ciudad.

El esquema inspirador del despotismo tiene ademá s un funcionamiento implícito.


Ejemplo: el cará cter de Quiroga---- es “temido” (Maquiavelo/Montesquieu---temor,
miedo---Facundo). Para Montesquieu el miedo es el principio o la pasió n que hace
obrar a la forma de gobierno del despotismo. Este principio no solo viene del
desierto sino que produce desierto a su alrededor. Arbitrariedad---inherente a esta
forma de gobierno.

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