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A mediados del siglo XIX, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, Esteban
Echeverría y Domingo Faustino Sarmiento, entre otros escritores, proponen un modelo
ideal de sociedad y política, organizados en un grupo de intelectuales conocidos como la
generación del 37 idealizan un proyecto de nación. Inspirado en modelos europeos se
manifiestan y buscaban explorar y representar las tensiones entre los valores europeos, el
mundo indígena y de los gauchos y las diferentes clases sociales presentes en la sociedad
argentina de la época.
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La generación romántica de 1837
Se consolidaban como una nueva opción política y social que se manifestaban en contra de
la principal figura política de la época, Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia
de Buenos Aires. Las obras de los escritores del 37 abarcaron todos los géneros, pero en
todos ellos aparecía una problemática en común, el de la organización de una “nación”. Los
temas debían estar necesariamente supeditada a la necesidad que imponía un país nuevo,
cuya tarea primordial era alcanzar el conocimiento de su propia realidad y así definir su
propia identidad nacional. (cfr. Myers, 1961).
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p.360-361) Muchos de estos aspectos serán tratados y manifestados por toda esa generación
literaria de argentinos que lo plasmarán en sus diferentes obras.
Puesto que, tal como lo sostiene Martin Prieto (2006) en la introducción a su obra
Breve Historia de la literatura argentina, que la imagen que tenemos de la historia de la
literatura argentina es la impuesta por el romanticismo del siglo XIX y de dos ideales
complementarios: por un lado, el rescate de la estética de la literatura y por el otro la
literatura en relación al entramado de un proyecto específico de nación. (Cfr. Prieto, 2006
p, 9).
En esa línea de batalla retórica, se coloca gran parte de la literatura política del
destierro rosista primero y de la organización nacional después. Los escritos, en
este caso, se mueven en el espacio enunciativo de lo que Marc Angenot llama
discurso agónico, cuya característica distintiva es la presencia de un antagonista
indispensable para concretar la doble estrategia de demostrar la tesis propia y
descalificar la ajena– y su vinculación consecuente con la polémica y la
refutación.» (Angenot, 1982) (p. 83)
Por ende, será en este marco que los discursos de los intelectuales románticos
inscriben los ideales de las élites liberales, infundadas en la estética romántica intentan
construir una nación, no solo delimitando un territorio, sino también atreves de sus
discursos ideológicos, políticos y culturales legitiman su proyecto de nación civilizada,
proponiendo la exclusión de todo lo disonantes a sus ideales. En este proceso, que se
idealiza a través de la premisa “civilización y barbarie” se delimitan fronteras que separa el
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blanco, civilizado y letrado, de los otros que impiden el progreso de una nación, esto es, la
barbarie de los gauchos, matreros e indios.
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pampa argentina está la barbarie, y en la ciudad, en Buenos Aires la civilización. Así lo
expresa el autor:
Como señala Noe Jitric, (1968) Sarmiento no define claramente ambos conceptos,
pero el antagonismo se describe en el despliegue de la trama textual a través de otros
elementos,
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escrita. Para Sarmiento saber es descifrar el secreto de las analogías: la
semejanza es la forma misteriosa, invisible que hace visible el sentido. (p.99)
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Por otra parte, su admiración hacia lo europeo y el rechazo hacia lo americano
también se veían reflejados en la conformación de la población argentina, a favor de los
inmigrantes europeos, puesto que, traen consigo beneficios para el país, los consideraba
inteligentes y superiores. La idea de Sarmiento era convertir a una Argentina progresista e
industrializada, modelo de los países europeos, y para ello habría que eliminar la población
primitiva que impedían el avance ya que “[…] viven en la ociosidad y se muestran
incapaces, aun por medio de la compulsión, para dedicarse a un trabajo duro y seguido”
(Sarmiento 2018, p. 62)
En El Matadero escrito por Esteban Echeverría entre 1839 y 1840, el conflicto entre
civilización y barbarie ya aparecía implícito antes del Facundo de Sarmiento. Loprete
(1980) lo describe como “la obra es un apasionado sarcasmo contra el régimen rosista a
través de un realismo descriptivo y narrativo de tremenda fuerza expresiva”. (p. 366). Así,
desdé el punto de vista costumbrista que Noe Jitik (2010) caracteriza a la obra y al autor,
Echeverría transciende en su escritura una historia verdadera a través de una sensibilidad
que no se quiere perder, ignora la ficción, no pretende ser verosímil, si pretende ser
verdadero, pero siempre a través de una manera de juzgar, de una óptica personal. (cfr.
Jitrick (2010, p.5)
Puesto que, las elecciones del Echeverría de contrastar y comprar ambos mundos
antagónicos dan cuenta de un autor comprometido con los ideales románticos y los
intereses políticos de su generación, separa a ambos y constriñe de su visión de la realidad.
Tal como lo enfatiza Jitrik (2010)
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Conclusión
Bibliografía:
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Piglia R. (2012). Literatura argentina:1830-1930. Bernal: Universidad Virtual de Quilmes.
Prieto, M. (2006). Notas sobre Facundo en Jitrik, Noé, Historia critica de la literatura
argentina. Sarmiento. Buenos Aires: Emecé.
Pigna, Felipe, (s/f). Juan Manuel de Rosas. Revista El Historiador. Edición digital.
Recuperado de http://www.elhistoriador.com.ar/biografias/r/rosas.php
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Jitrik, N., (2010), Para una lectura de "Facundo", de Domingo F. Sarmiento, Alicante:
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Disponible en:
https://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcsx6v5
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