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una sexualidad sana

1. Ama tu cuerpo y conócelo

La autoexploración fue considerada por muchos años como “mala”, pero es parte fundamental de
una sexualidad sana y constituye la mejor manera de saber en forma precisa a qué estímulos
responde nuestro cuerpo. Somos seres sexuales desde que nacemos hasta que morimos, por lo
que la exploración y el autoconocimiento comienza desde nuestra más temprana infancia.

2. Identifica tus zonas erógenas

Las zonas erógenas o erotógenas son aquellas más sensibles a la excitación o que nos producen la
misma. Aunque cada persona pueda disfrutar de su cuerpo de manera muy diferente y existan
preferencias en cuanto la estimulación de ciertas zonas, no se han encontrado diferencias
significativas en cuanto a la edad, la raza, el sexo, la cultura de las personas, ni a su orientación
sexual, al elegir sus zonas erógenas.

Prácticamente cualquier parte del cuerpo con una alta concentración de terminaciones nerviosas
puede hacerte experimentar una infinita sensación de placer. Pero, ¿qué zonas son esas
exactamente? Generalmente los puntos más sensibles son: orejas, labios, boca, nuca, cuello,
hombros, axilas, pecho, pezones, cintura, parte interior del codo, monte de venus, clítoris, labios
mayores y menores, pene, escroto, perineo y muslos. Lo complicado es que no son las mismas
para todas, lo bueno es que tendrás que explorar para descubrirlo.

3. Cultiva la erotofilia

Existen dos formas de responder ante un estímulo sexual. El polo negativo corresponde a la
erotofobia y el positivo a la erotofilia. Es importante cultivar la erotofilia, que no es más que tener
una actitud positiva ante lo erótico y sexual. Para ello es fundamental descartar los prejuicios y los
sentimientos de culpa que la sociedad ha impuesto sobre el sexo, especialmente a las mujeres.

Cultiva la erotofilia, ten una actitud positiva hacia lo erótico y sexual, descarta los prejuicios y los
sentimientos de culpa que la sociedad ha impuesto sobre el sexo, especialmente a las mujeres. Es
necesario dejar de lado la erotofobia, que alberga todos esos sentimientos negativos e impide un
pleno disfrute.

4. Cuida tu autoestima sexual

Este muy importante cuidar tu autoestima sexual , porque determina nuestra manera de
relacionarnos con nosotros mismos y con otras personas, sobre todo con aquellas que nos atraen
físicamente. Cuando tenemos una baja autoestima sexual: Rechazamos nuestro cuerpo y/o
nuestros genitales. Calificamos negativamente nuestro desempeño sexual.

5. Busca el placer
Parte de una sexualidad sana abarca el placer propio. Para permitirnos el placer, debemos actuar
dentro de los valores que nosotras consideramos fundamentales en lo individual. Por eso no
podemos olvidar la comunicación: decir qué nos gusta, cómo nos gusta, permitirnos experimentar
y poner límites cuando sean necesarios, hace de nuestra sexualidad en pareja un juego sano a
disfrutar.

6. Conoce tus derechos

Los Derechos Sexuales se refieren a la libertad de las personas para ejercer su sexualidad de
manera saludable, sin ningún tipo de abuso, coerción, violencia o discriminación.

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