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El Pájaro Tihui

Parte de la leyenda que acompaña casi siempre a la historia del pueblo


azteca, menciona que en su peregrinaje hacia el sitio en donde debían
asentarse definitivamente, los ancianos, mujeres y niños resentían las duras
jornadas de caminata. Los alimentos escaseaban, sobre todo cuando el
paisaje se tornaba árido. Además, los mismos líderes parecían no estar muy
convencidos del rumbo que habían tomado, los hombres de guerra estaban
hastiados de la incertidumbre, del hambre que día a día aumentaba porque
sabían que en esos momentos eran vulnerables, presa fácil de cualquier otra
tribu. Llegaba el momento en que la razón cedía el paso a los instintos de
conservación.

El pueblo se detuvo a mitad del desierto, justo bajo un solitario árbol, cuyas
ramas desnudas y muertas no pudieron ofrecerles cobijo y ahí
desfallecientes, hambrientos, descorazonados, cayeron para esperar la
muerte que en esos instantes les parecía el único medio para terminar con su
desventurada empresa.

Entonces, venido de quien sabe dónde un pájaro diminuto, se posó en el


árbol y empezó a trinar, el trino era “tihui” “tihui”, que en lengua azteca
significa: adelante, adelante. Y el pueblo se levantó, para escuchar con
detenimiento lo que el pájaro decía, Los líderes se convencieron de ir por el
camino correcto, los hombres de guerra encontraron un mensaje
esperanzador. Y cómo un solo hombre se levantó el pueblo en medio del
desierto para continuar su caminata y construir así una de las naciones más
grandes de América.

Nosotros somos el pueblo de Dios, hemos sido llamados para marchar


victoriosos, para caminar con gozo a la meta, estamos en camino y es posible
que hoy estemos en el desierto de la desesperanza, en valle de sombra de
muerte, en el valle de los huesos secos. Tal vez nos hemos refugiado en algo
que no puede proporcionarnos ayuda, ni cobijo, menos ánimo o entereza.
Pero escucha, el Espíritu de Dios, que habita en tu corazón, está cantando.
Porque esta leve tribulación momentánea, produce en nosotros un cada vez
más excelente peso de gloria.
Escucha con detenimiento, El Espíritu Santo está hablando, lo mismo que le
dijo a Josué te lo dice a ti. “Esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes
porque Jehová tu Dios estará contigo, donde quiera que vayas”.

Ahora te menciona lo mismo que le dijo a Elías: Levántate, porque largo


camino te resta. Y ahora escucha lo que Jesús le dice al Padre: De los que me
diste, ninguno se perdió. Ahora escucha lo que te dice a ti: “Talita Cumi”
Joven a ti te digo, levántate. Y Ahora camina presuroso porque levantaremos
pendón a Jehová nuestro Dios.

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