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El CORAZÓN DE JESÚS
ESTÁ EXHALANDO VIRTUD
4
¿QUÉ HACE Y QUÉ DICE
EL CORAZÓN DE JESÚS EN EL SAGRARIO?
SAN MANUEL GONZÁLEZ, OBISPO DE LOS SAGRARIOS ABANDONADOS
Me lo dice el Evangelio
¿Quieres que nos detengamos a saborear esas palabras? ¡Descubren a tu fe, a
tu confianza y a tu dicha un mundo tan dilatado!
De Él, es decir, del Jesús que entonces andaba por las calles y plazas y que
ahora vive en los Sagrarios, de Él salía virtud.
¿Cuándo?
El Evangelio no señala tiempo ni pone limitaciones.
De Él salía virtud siempre; lo mismo cuando se inclinaba ante el joven
muerto de Naín para resucitarlo, que cuando era cercado y oprimido por la
muchedumbre que quería oírlo; lo mismo cuando recién nacido atrae sobre su
cuna los cánticos de los ángeles del cielo y los cariñosos obsequios de pastores y
reyes, que cuando muerto hace oscurecer el sol, estremecer a los cadáveres en
sus sepulcros y quebrantar las piedras.
De Jesucristo salía siempre virtud.
Y ¿alcanzará a muchos?
¡No tengáis miedo, enfermos que esperáis que os toque la virtud de
Jesucristo!
Que no es virtud para uno solo por cada año como en la piscina de Bethesda,
que no es virtud para los hombres de una edad o de un pueblo, como la que han
tenido los santos taumaturgos; no tengáis miedo, que esta virtud es para todos.
¿Lo oís bien? Para todos los hombres, de todos los tiempos y de todos los
pueblos.
¿No os habéis fijado en la palabra tan amplia del Evangelio: todos?
¡Cómo ensancha mi alma esa palabra, todos!
De modo que yo, pobrecilla criatura, que he venido al mundo veinte siglos
después de haber pasado por él Jesucristo exhalando virtud, ¿puedo esperar que
a mí me toque también esa virtud?
¿Sí?
Pero, ¿en dónde me encontraré con Él?
¡Soberana realidad de los Sagrarios cristianos, ven a dar a mi alma la
respuesta y la seguridad de su dicha! Dile que sí que el Jesús de la virtud aquella
vive todavía y vive muy cerca de mí, junto a mi casa, ¡en el Sagrario!
Di a mi alma y di a todas las almas que quieran oír, que en el Sagrario vive el
mismo Jesús de Jerusalén y Nazaret, con su mismo Corazón tan lleno, tan
rebosante de virtud de sanar y tan abierto para que salga perennemente en favor
de todos...
Desde que he meditado así el Sagrario, ¡cómo se ha agrandado ante mis ojos
y ante mi corazón!
El Sagrario no está ya limitado por las cuatro tablas que lo forman, ni aun
por los muros que lo cobijan. El Sagrario se extiende mucho más. El Sagrario
será el límite de las especies sacramentales, pero no de la virtud que debajo de
ellas constantemente brota.
Yo ya miro al Sagrado Corazón de Jesús en el Sagrario como un sol que
irradia luz, calor y vida del cielo en torno suyo en una gran extensión, como un
manantial de agua medicinal siempre corriente en muchas direcciones, como un
delicioso jardín esparciendo siempre los aromas más exquisitos...