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Los hallazgos del Informe son mixtos, pues en la década algunos indicadores del desarrollo
humano mejoraron mientras que otros empeoraron. En el lado positivo está la ampliación
de la cobertura en salud que ha elevado la esperanza de vida del colombiano promedio, el
mayor acceso a la educación que redujo la tasa de analfabetismo de la población y el
avance en la equidad entre hombres y mujeres. En el lado negativo, el impresionante
aumento del número de compatriotas que viven en situación de pobreza y de miseria, y
sobre todo, la ampliación de la brecha entre ricos y pobres que ha llevado a que Colombia
sea uno de los países con mayor nivel de desigualdad en el mundo entero. En resumen, al
cabo de 10 años de Consenso de Washington, aperturas y reformas, el pueblo colombiano
es más longevo y está mejor educado, pero es más pobre y las desigualdades se han
incrementado.
Cómo explicar estos resultados disímiles? Cuáles son las causas de las mejorías y los
deterioros de la situación social del país? Por qué el progreso económico, y también la
crisis, han ido acompañados de una mayor concentración de la riqueza? Como era de
esperarse la respuesta a estas preguntas volvió a encender el debate entre los defensores
y críticos de las políticas económicas de la última década.
Para los autores del Informe, así como para muchos analistas cuya opinión comparto,
ambos resultados son fruto de las reformas de los noventa y de los programas de
liberalización de los mercados y ajuste macroeconómico. Así, los avances en materia de
salud y educación se ven como una clara consecuencia del notable incremento en el gasto
social y del proceso de descentralización del mismo que ordenó la Constitución del 91. Por
su parte el aumento de la pobreza se debe a la recesión económica de finales de la
década, en particular a la explosión del desempleo, y a la reducción del gasto social
llevada a cabo para cumplir las metas de ajuste fiscal pactadas con el FMI.
En cuanto al aumento de la desigualdad, el Informe constata que se ha dado tanto en los
momentos de expansión económica como en la recesión, y la atribuye principalmente a
las reformas laborales aprobadas en la administración Gaviria, que afectaron los ingresos
de los trabajadores de menores recursos. El editorial de el diario El Tiempo recalca que la
inequidad sigue siendo la gran enfermedad nacional, y la atribuye a un claro responsable:
"un modelo de desarrollo excluyente e injusto".
Por supuesto los defensores del modelo económico neoliberal que ha predominado en la
última década no se han quedado callados, y para exculparlo arguyen otras causas. Por
ejemplo el editorial de este diario atribuye el terreno perdido a cuatro motivos: la
violencia, la corrupción, el gigantismo y la ineficiencia del Estado. No hay duda que los dos
primeros son factores que han contribuido al deterioro social, y que el exceso de gasto
público es causa de muchos problemas económicos, pero atribuirle el aumento de la
pobreza y la desigualdad al crecimiento del Estado es buscar el ahogado río arriba.