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Capítulo 1 Historia del desarrollo

económico
¿Qué es el desarrollo económico y cómo ha
evolucionado ese concepto a lo largo de los años?
Se diría que su componente meramente económico es relativamente fácil de
comprender. A buen seguro, la forma habitual de medir un crecimiento sostenido de la
renta per cápita constituye una base conceptual y real sólida. Sería muy curioso
describir el desarrollo económico en función de una disminución de la renta per cápita.
Sin embargo, el incremento de este indicador, aunque necesario, no basta en modo
alguno para hablar de desarrollo, ni siquiera de desarrollo económico.

Es lógico que la distribución de este incremento de renta entre la población se


encuadre en el ámbito del desarrollo económico. Dos elementos esenciales de esta
distribución son la desigualdad y la pobreza. Si la renta media se incrementa, pero
también crece la desigualdad en su distribución, la perspectiva igualitaria calificará de
negativo este último aspecto del desarrollo económico. Si también crece la pobreza, es
decir, la cantidad de personas cuya renta se sitúa por debajo de un nivel aceptable,
esto supondrá otra nota negativa, que contrastará con la creciente renta media a la
hora de evaluar el desarrollo económico. Como es lógico, la verdadera repercusión que
este tenga sobre la pobreza dependerá de la interacción entre renta media y
desigualdad y de cuál de las dos fuerzas se imponga empíricamente.

Sin embargo, identificar el desarrollo económico solo con la renta es una concepción
demasiado restrictiva. Seguramente también sean relevantes otros aspectos del
bienestar. Por ejemplo, la educación y la salud son elementos que van más allá de la
renta. Constituyen por sí solos importantes indicadores del bienestar, aunque influyan
en la renta y se vean influidos por ella. Un elevado nivel de renta puede proporcionar
una población formada y sana, pero una población formada y sana también contribuye
a un elevado nivel de renta. En consecuencia, cualquier evaluación del desarrollo, e
incluso del desarrollo económico, tendrá que tener en cuenta una gama más amplia de
medidas del bienestar, no solo la renta y su distribución. También son importantes la
educación y la salud, así como su distribución entre la población.
La distribución no solo tiene que ver con la desigualdad entre individuos. También es
esencial considerar la desigualdad entre grupos definidos por ciertos rasgos generales.
La desigualdad de género socava el desarrollo económico, ya que prescinde del
potencial de la mitad de la población. En consecuencia, hay que tratar de mejorar los
indicadores de desigualdad de género, porque son importantes en sí mismos y
también por las aportaciones que hacen al crecimiento económico y a la forma de
afrontar la desigualdad económica. Del mismo modo, las desigualdades entre grupos
étnicos y regionales avivan la tensión social e influyen en las condiciones que rodean la
inversión, con lo que también afectan al crecimiento económico. Es difícil separar estas
dimensiones en apariencia no económicas de las estrictamente económicas. En
consecuencia, el desarrollo económico también está relacionado con una concepción
más general del desarrollo.

Si nos fijamos solo en indicadores que miden los ingresos procedentes de las rentas del
trabajo y del capital perdemos de vista la utilización de recursos que el mercado no
valora adecuadamente. De ellos, el más importante es el medio ambiente, sobre todo
teniendo en cuenta las emisiones de efecto invernadero y el cambio climático. El
incremento de la renta nacional, tal como suele medirse, no incorpora el precio que
tiene la pérdida de recursos medioambientales insustituibles de índole nacional, ni, en
el caso del cambio climático, medidas irreversibles que generan riesgos catastróficos
para nuestro planeta.

La comunidad internacional ha adoptado una concepción más global del desarrollo,


primero a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de 2000, y después
mediante los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2015. Los ocho ODM se
ampliaron y modificaron hasta quedar en 17 ODS, que incluyen medidas económicas
convencionales como el crecimiento de la renta y la pobreza de ingresos, pero también
indicadores como la desigualdad, las disparidades de género y la degradación
medioambiental (Kanbur, Patel y Stiglitz, 2018). De hecho, la cristalización y el
asentamiento de esta concepción general del desarrollo, e incluso del desarrollo
económico, ha sido uno de los indudables avances intelectuales de la última década, y
sin duda apunta en la dirección de una «nueva ilustración» respecto a la evaluación de
las trayectorias de éxito. Pero, ¿cuáles han sido estas trayectorias en las siete décadas
transcurridas desde la Segunda Guerra Mundial? De ello se ocupa el siguiente
apartado.
EL PASADO

Las seis décadas posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial, hasta la crisis de
2008, fueron una época dorada desde la estricta perspectiva del desarrollo económico,
de la renta per cápita real (o el producto interior bruto, PIB). Entre 1950 y 2008 aquella
se multiplicó por cuatro en el conjunto del mundo. A modo de comparación, digamos
que antes de este periodo hicieron falta mil años para que el PIB per cápita mundial se
multiplicara por 15. Entre los años 1000 y 1978, la renta per cápita de China se
multiplicó por dos, pero en los treinta años siguientes se multiplicó por seis. La de la
India se multiplicó por cinco desde su independencia en 1947, después de haberse
incrementado solo el 20% en el milenio anterior. Sin duda, la crisis de 2008 supuso una
grave mella para la tendencia a largo plazo, pero no fue más que eso. Aun teniendo en
cuenta el acusado descenso de la producción que generó la crisis, el crecimiento
económico posterior a la Segunda Guerra Mundial resulta espectacular si se compara
con lo logrado en los mil años anteriores.
Pero, ¿qué podemos decir sobre la distribución de la renta y, en concreto, de las rentas
de los más pobres? ¿Llegaron de verdad a participar de ese crecimiento medio? En
este caso no disponemos de datos tan antiguos como los de renta media. De hecho,
solo contamos con información razonablemente fiable sobre las últimas tres décadas.
Sin embargo, según los cálculos de Banco Mundial, que sitúan la línea de pobreza en
1,90 dólares (en paridad del poder adquisitivo) por persona y día, en 2013 vivía en la
pobreza algo mas de un cuarto de la población mundial que la sufría en 1981, el 11%
frente al 42% anterior. Los países más poblados del mundo —China, la India, pero
también Vietnam, Bangladesh y otros— han contribuido a esta reducción sin
precedentes de la pobreza mundial. De hecho, se ha apuntado que el comportamiento
a este respecto de China, donde cientos de millones de personas han superado el nivel
de la pobreza en las últimas tres décadas, ha constituido el proceso de reducción de la
pobreza más espectacular de la historia de la humanidad.
Sin embargo, en la historia del periodo de posguerra no solo hay incrementos de
rentas y reducción de la pobreza de ingresos. Los promedios mundiales de los
indicadores sociales también han registrado una drástica mejora. El índice de
finalización de la educación primaria ha pasado de poco más del 70% en 1970 al 90%,
ahora que nos acercamos al final de la segunda década del siglo XXI. En el último
cuarto de siglo, la mortalidad materna se ha reducido a la mitad, pasando de 400 a 200
muertes por cada 100.000 niños que nacen vivos. En la actualidad, la mortalidad
infantil representa un cuarto de la que había hace medio siglo (30 muertes frente a
120 por cada 1.000 nacidos vivos). Estas mejoras de los índices de mortalidad han
contribuido a aumentar la esperanza de vida, que ha pasado de cincuenta años en
1960 a setenta en 2010.

entrarse solo en la renta, la salud y la educación oculta otra gran tendencia mundial
observada desde la guerra. Esta ha sido verdaderamente una época de
descolonización. La pertenencia a la ONU se disparó al irse incrementando el número
de colonias que se independizaba políticamente de las potencias coloniales: se pasó de
alrededor de 50 miembros en 1945 a más de 150 tres décadas después. Al mismo
tiempo se produjo un aumento constante del número de democracias, y después de la
caída del muro de Berlín la efusión ha sido todavía mayor, ya que casi 20 países han
entrado en el redil democrático. A estas tendencias generales y bien cuantificadas
podríamos añadir otras, más difíciles de constatar; por ejemplo, la relativa a la
participación política de la mujer.

En vista del historial de espectaculares éxitos mundiales, ¿qué nos va a impedir


proclamar victoria en materia de progreso humano? La respuesta es que no podemos
declamar tal cosa, porque los buenos promedios mundiales, aun siendo positivos,
pueden ocultar alarmantes tendencias adversas. Hay países de África sumidos en
conflictos que ni siquiera tienen datos de crecimiento dignos, ni desde luego
crecimiento económico. También en África, en los países de los que sí tenemos datos,
aunque el porcentaje de población pobre ha ido disminuyendo, en términos absolutos
el número de pobres ha aumentado en casi 100 millones de personas durante el
último cuarto de siglo a consecuencia del crecimiento demográfico.
Un caso similar, con dos vertientes, es el que presenta la desigualdad de renta en el
mundo. Se puede decir que la desigualdad entre todos los habitantes del planeta se
compone de dos elementos. El primero se expresa en las rentas medias de los países y
plasma el desfase entre países ricos y pobres. El segundo indica la desigualdad que hay
dentro de cada país, a su vez relacionada con la media de ingresos. Si tenemos en
cuenta el rápido crecimiento que han experimentado grandes países muy pobres como
la India o China en comparación con países más ricos como Estados Unidos, Japón y los
europeos, podemos decir que la desigualdad entre países ha disminuido. Más
complejo es el panorama dentro de cada país, pero el acusado incremento de la
desigualdad en Estados Unidos, Europa y China indica que, en conjunto, las
desigualdades internas han aumentado. Si combinamos esos dos indicadores, se
aprecia que, en términos generales, la desigualdad mundial se ha reducido (Lakner y
Milanovic, 2016). La importancia de la desigualdad entre naciones ha mermado de
forma drástica, ya que hace un cuarto de siglo suponía cuatro quintos de la
desigualdad general. Sin embargo, su aportación sigue superando los tres cuartos del
total mundial. Estos dos rasgos, la creciente desigualdad interna en los grandes países
en desarrollo y el peso todavía descomunal que tiene la desigualdad entre países en la
desigualdad mundial son la otra cara de esa moneda que, en las tres últimas décadas,
presenta una media de crecimiento positivo en el conjunto de los países en desarrollo.

EL PRESENTE

Por supuesto, el presente del discurso sobre desarrollo económico lo conforman las
tendencias del pasado lejano y reciente. Un interesante e importante rasgo del
panorama actual es el cambio registrado en la geografía global de la pobreza. Según las
definiciones habituales, hace cuarenta años el 90% de los pobres del mundo vivía en
países de renta baja. Hoy en día, tres cuartos de los pobres del planeta viven en países
de renta media (Kanbur y Sumner, 2012). El rápido crecimiento de algunos países
grandes, acompañado de una creciente desigualdad interna, supone que los
incrementos de la renta media no se hayan reflejado en la misma medida en la
reducción de la pobreza. De manera que, aunque esos países ya han cruzado la
frontera que los separaba de la categoría de países de renta media, que depende del
promedio respecto a los ingresos, en términos absolutos siguen teniendo una enorme
cantidad de pobres. Los de los países de renta media compiten con los pobres de los
países pobres por el interés y la atención mundiales.
Esta desconexión entre la pobreza individual y la pobreza nacional está perturbando el
sistema de asistencia global al desarrollo, que se basaba en la idea de que el grueso de
los pobres del mundo vivía en países pobres. Así se aprecia en los criterios de
«exclusión de la categoría de países menos avanzados» que utilizan la mayoría de los
organismos de ayuda, y en función de los cuales la ayuda se reduce drásticamente y se
interrumpe cuando la renta media de un país supera cierto umbral, por lo común el de
acceso a la categoría de país de renta media. Este enfoque suscita la pregunta
planteada por Kanbur y Sumner (2012): ¿hay que hablar de «países pobres o de gente
pobre?». En líneas generales, la respuesta ha sido atenerse al patrón de la renta
media. Lo cual ha conducido al establecimiento de una dicotomía, que cada vez se
agudizará más, entre países muy pobres, con frecuencia asolados por conflictos, y
países de renta media, en los que ahora vive el grueso de los pobres de la Tierra. De
manera que, si la política de créditos blandos del Banco Mundial se atiene a esos
criterios, en realidad se desentenderá de la inmensa mayoría de los pobres del mundo,
centrándose solo en los países más pobres. Este desentendimiento es complicado de
justificar desde un punto de vista ético, pero también es difícil de comprender si
tenemos en cuenta que los países de renta media también son origen de problemas
medioambientales mundiales y, en algunos casos, de migraciones originadas por
conflictos.

Las migraciones, tanto las resultantes de conflictos como las económicas, nos llevan a
otro importante rasgo del panorama actual del desarrollo económico que emana de
tendencias históricas y que sin duda tendrá repercusiones globales en el futuro. El
aumento de la desigualdad en los países ricos ha coincidido con una mayor presión
migratoria desde los países pobres. A pesar del estrechamiento de la brecha entre
países ricos y pobres que ha producido el rápido crecimiento de algunos de estos
últimos, la brecha sigue siendo enorme, en promedio y, sobre todo, en el caso de los
países más pobres que no han crecido tan rápido. A estos desfases han contribuido las
presiones generadas por conflictos armados y el agravamiento del estrés
medioambiental.
El vaciado de la clase media en los países ricos ha coincidido con un aumento de las
migraciones, lo cual ha intoxicado los sistemas democráticos en esos países,
impulsando las tendencias de extrema derecha, chovinistas y xenófobas en el cuerpo
político (Kanbur, 2018). La elección de Trump, el referéndum del Brexit o la entrada de
Alternativa por Alemania en el parlamento germano son solo algunas de las
manifestaciones externas más evidentes del malestar político actual. Y tampoco es
este un problema exclusivo de los países ricos. Las turbas antinmigrantes de Sudáfrica
y el conflicto étnico en países como Myanmar forman parte de la misma pauta de
tensiones generadas por la emigración que tiñen el desarrollo económico de hoy en
día.
Está claro que en el panorama del desarrollo económico actual ha influido la crisis
financiera de 2008. Más recientemente, la crisis global ha resultado perjudicial para las
mejoras en el desarrollo, aunque se puede decir que las pérdidas se han concentrado
sobre todo en los países ricos. Sin embargo, las reacciones y retrocesos que ahora se
observan en estos están teniendo y tendrán también consecuencias para el desarrollo
económico de los países pobres. Es más, la génesis de la crisis puso de relieve las
fracturas existentes en el modelo económico aplicado por los países ricos, basado en
una desregulación generalizada de los mercados y, sobre todo, de la banca y los flujos
de capital.

EL FUTURO

El pasado y el presente del desarrollo económico sientan las bases del futuro a largo
plazo. No cabe duda de que la degradación medioambiental y el cambio climático
empeorarán las perspectivas de desarrollo y agudizarán los conflictos y las tensiones
ambientales relacionadas con la emigración. De los problemas aquí planteados ya se
han ocupado adecuadamente los textos académicos (ver, por ejemplo, Kanbur y Shue,
2018). Y las acciones que se precisan están más o menos claras: el problema radica
más bien en si hay voluntad política para llevarlas a cabo.

Al margen de los desafíos que plantean el cambio climático y la degradación


ambiental, desde la década de 1980 ha surgido otro problema importante: la
reducción en todo el mundo de la participación de las rentas del trabajo en el producto
interior bruto (PIB) de las naciones, o en el total de las rentas empresariales. Esta
tendencia descendente mundial queda patente tanto si observamos datos
macroeconómicos (Karababounis y Neiman, 2013; Grossman et al., 2017) como si
tenemos en cuenta datos de las empresas (Autor et al., 2017). La reducción del peso
de este indicador en el PIB es un síntoma de que el conjunto del crecimiento
económico está creciendo mas que el monto total de las rentas del trabajo. Entre
finales de 1970 y la década de 2000 la participación del trabajo en el PIB se ha reducido
en casi cinco puntos, pasando del 54,7% al 49,9% en las economías avanzadas. En
2015, la cifra se recuperó ligeramente, situándose en el 50,9%. En los mercados
emergentes, la participación del trabajo en el PIB también se ha reducido, pasando del
39,2% al 37,3% entre 1993 y 2015 (FMI, 2017). La incapacidad de articular respuestas
políticas adecuadas y coordinadas ante estos procesos puede tener preocupantes
repercusiones para el desarrollo económico futuro. De hecho, la reducción del peso de
las rentas del trabajo en el PIB, a pesar del desarrollo económico generalizado, a
menudo se considera el combustible que ha extendido el fuego de las reacciones
antinmigración y antiglobalización en los últimos años, amenazando con invertir la
tendencia de décadas de progreso basadas en la liberalización del comercio y del
mercado de capitales en todo el mundo.
Es preciso señalar que la participación de las rentas del trabajo en el PIB y la
desigualdad de rentas van irremisiblemente unidas. De hecho, el primer indicador se
suele utilizar para medir el segundo (por ejemplo, Alesina y Rodrik, 1994). La
comprensión de las fuerzas que determinan el peso de las rentas del trabajo en el PIB
ha sido un aspecto de especial importancia para el panorama del desarrollo
económico. De hecho, esa búsqueda ha orientado durante décadas las investigaciones
sobre el comercio y la economía del desarrollo, y durante esa época se han definido las
fuerzas de la globalización y sus múltiples y matizadas repercusiones sobre el peso de
las rentas del trabajo en el PIB (Bardhan, 2006; Bourguignon, 2017).

Sin embargo hay buenas razones para pensar que los modelos económicos al uso no
suelen ofrecer pronósticos que encajen con la pauta actual de reducción del peso de
las rentas de trabajo en la economía global. Sobre todo porque detrás del velo de la
reducción de la participación de ese indicador en el PIB mundial se esconde una
enorme diversidad subyacente, en el sentido del cambio en la participación de las
rentas del trabajo en cada nación, y en la que las economías emergentes y las
avanzadas se sitúan en extremos opuestos (Karababounis y Neiman, 2013). Estas
observaciones van en contra del pronóstico canónico de los modelos económicos
basados en presupuestos como la evolución constante de la tecnología, la
competencia perfecta y la ausencia de anomalías en el mercado. Partiendo de dichos
presupuestos, el pronóstico habitual es que los trabajadores de países con una relativa
abundancia de mano de obra se beneficiarán abiertamente de la participación en el
comercio mundial, tanto en términos absolutos como en relación con los propietarios
de otros factores productivos. Sin embargo, muy por el contrario, después de asumir el
papel de principal fábrica del mundo, China ha experimentado una de las tasas de
reducción del peso de las rentas del trabajo en el PIB más apreciables de las
registradas desde 1993 (FMI, 2017).

No cabe duda de que la búsqueda de nuevas fuerzas que puedan estar influyendo en
estos procesos está justificada.2 Para alcanzar este fin, podemos decir que la
trayectoria del peso de las rentas del trabajo en el mundo se sitúa en la confluencia de
tres grandes transformaciones de los rasgos que definen a las economías en desarrollo
y desarrolladas. Son las siguientes: (i) la adopción de cambios tecnológicos que
ahorran mano de obra, (ii) el cambio en la importancia que tiene el empleador en el
mercado, y (iii) la creciente prevalencia de formas de empleo alternativas en el
mercado de trabajo.

CONCLUSIÓN

Al volver la vista atrás a las siete décadas transcurridas desde el final de la Segunda
Guerra Mundial, observamos que el desarrollo económico presenta una serie de
contradicciones. Se han producido aumentos nunca vistos en la renta per cápita y
muchos países grandes han cruzado el umbral entre la renta baja y la media. Esos
incrementos de renta han ido acompañados de mejoras también inéditas en la
pobreza de ingresos y en los indicadores de educación y sanitarios.

Sin embargo, al mismo tiempo, la mecánica del desarrollo, su sostenibilidad y sus


repercusiones para la economía global suscitan una inquietud patente. A pesar del
rápido aumento de la renta en los países más pobres, sigue habiendo grandes desfases
entre estos países y los ricos. Esto, unido a los conflictos y las tensiones
medioambientales, ha producido presiones migratorias, sobre todo en los países más
ricos, pero también en los países en desarrollo más acomodados. La conjunción de las
presiones migratorias y la creciente desigualdad ha generado un tóxico incremento del
populismo antiliberal que está poniendo en peligro los avances democráticos
posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Aunque aquí nos hayamos referido con frecuencia al cambio medioambiental y


climático, y también al crecimiento de la desigualdad en general, hemos subrayado la
especial relevancia que, como amenaza constante para el desarrollo económico, tiene
un factor en concreto. La decreciente participación del trabajo en la economía no
dejará de acentuarse y, a menos que se contrarreste con políticas muy decididas, en
las próximas décadas pondrá en peligro el desarrollo inclusivo.

También hemos subrayado cómo ha respondido el pensamiento económico a las


fuerzas de cambio subyacentes. El concepto de desarrollo se ha ampliado hasta
desbordar lo meramente económico. También se han analizado las raíces de la gran
crisis financiera de finales de la primera década del nuevo milenio, de la que cabe
esperar que se hayan aprendido algunas lecciones. Y la atención se está desplazando
hacia la interpretación de la inexorable decadencia de la participación del trabajo en la
economía. Solo el desarrollo que se registre en las próximas décadas nos dirá si todo
esto equivale a una Nueva Ilustración para el pensamiento económico.
Capítulo 2 Crecimiento de la economía en
el mundo

conceptos de economia(crecimiento y desarrollo economico)

La palabra crecimiento alude al aumento de la magnitud de algo. Es un concepto cuantitativo,


capaz de medirse.

Cuando hablamos del crecimiento de la economia generalmente se hace referencia al


aumento de la produccion de bienes y servicios. Es decir: lo que la economia produce, o lo que
esta en condiciones de producir.

Dado que el crecimiento economico asi definido, significa que la economia produce mas y
genera mas ingresos, se suele asociar el concepto a un mayor bienestar. Aunque es necesario
tener en cuenta que:

*si la poblacion crece mas que los ingresos totales, en promedio, la capacidad productiva
estara parcialmente desempleada.

*si se produce mas, pero los mayores ingresos son apropiados por los mas ricos, haciendose
mas desigual la distribucion, los beneficios del crecimiento no llegaran a gran parte de la gente

*si la poblacion crece, pero gran parte de los beneficios son girados al exterior, el crecimiento
no implicara que los habitantes del pais esten mejor

*si el crecimiento esta basado en politicas que no pueden mantenerse en el tiempo, sera “pan
de hoy, hambre para mañana”.

*el aumento de la produccion puede darse a costa de un deterioro en aspectos que


generalmente no se miden pero que son importantes para el bienestar

deterioros consecuentes del aumento de la produccion. Y principios


de desarrollo economico.

Como se menciono anteriormente en el capitulo, cuando se produce un aumento en la


produccion, como consecuencia habra un deterioro en varios aspecto. Por ejemplo:

*el progresivo agotamiento de las riquezas naturales asi como erosion de los suelos,
eliminacion de bosques, agotamiento de los yacimientos, minerales, depredacion de la riqueza
pesquera, etc.

En esas condiciones, se esta “consumiendo” riqueza, lo que en un futuro afectara al mundo no


solo en lo economico sino tambien en general.

*el deterioro del medio ambiente puede provocar, ademas, consecuencias negativas para la
salud, por, por ejemplo, la mayoria de industrias contaminantes como la nuclear.

*la mayor produccion puede verse acompañada por cambios negativos en las condiciones de
vida. En muchos casos el aumento de la productividad ha obligado a los trabajadores rurales a
transladarse en busca de trabajo a las ciudades, y los obliga a habitar en villas de emergencia
y/o a realizar trabajos insalubres

El desarrollo economico, a diferencia del aumento en la produccion, hace referencia a cambios


cualitativos en la estructura de la economia, generalmente asociados al uso de tecnologias mas
avanzadas y de mejoras en el nivel de vida de la poblacion.

economia del desarrollo en el tiempo

A lo largo de este estudio, al referirnos a la Economía del Desarrollo, hablamos de un concepto


desplegado en todo su potencial tras el final de la Segunda Guerra Mundial, a raíz de la
apertura y evolución de multitud de nuevas ramas de la Ciencia Económica. Desde la fecha
indicada, hemos visto surgir multitud de debates académicos e intelectuales sobre la
idoneidad o no de ciertas políticas en países emergentes, sus esperados efectos.

En las últimas décadas, gracias a la internacionalización de la iniciativa privada a través del


comercio global, se han logrado avances en el desarrollo de la economía mundial sin parangón.
La pobreza se ha reducido a mínimos históricos, se ha asegurado el acceso a la educación de
miles de millones de personas, a la par que se ha reducido la malnutrición severa y las muertes
a causa de esta. Todo ello no significa, ni de lejos, que no quede nada por hacer, pero, como
diría el académico Hans Rosling, la situación es bad but better.

Muchos analistas, como Noam Chomsky o Naomi Klein, afirman constantemente que el mal
llamado “neoliberalismo” ha supuesto un aumento dramático de las desigualdades y un
retorno masivo de la pobreza. Generalmente, dicho error deriva de que, a la hora de analizar
los niveles de pobreza y riqueza en el mundo, se suelen entremezclar en la misma comparativa
renta y riqueza, cuando se tratan de dos conceptos absolutamente diferentes. Cuando, por
parte incluso de algunos organismos como Oxfam, se contrasta lo acumulado por un
determinado porcentaje de población, situada en el percentil más alto de distribución de la
riqueza, con el agregado del resto de percentiles, se comete un grave error metodológico.

Tratan de relacionar correlación con causalidad, a la par que introducen un factor de


simultaneidad en el tiempo para establecer la supuesta relación entre el desarrollo económico
a nivel global (fijando como fecha inicial la década de 1980, en muchos casos debido al
advenimiento del Washington Consensus) y el aumento de la desigualdad intranacional, que
no internacional

¿Cuál ha sido y es el verdadero resultado de la globalización


reciente a escala mundial?

En primer lugar, y antes de comenzar con el análisis, cabe destacar que todos los datos se
encuentran ajustados en términos de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA).

El recorrido histórico comienza por uno de los países más representativos del proceso de
globalización moderna y de la adopción tardía del modelo capitalista: China. En 1990, más del
66% de su población vivía con menos de 1,90 dólares al día, empleando el baremo de pobreza
absoluta establecido por el Banco Mundial. Este solo dispone de estadísticas fiables sobre los
datos de pobreza de China a partir de dicha fecha, ya que anteriormente el flujo de
información hacia el exterior resultaba prácticamente nulo. Hoy en día, según el Banco
Mundial, la tasa de pobreza absoluta, con datos de 2015, se encuentra en el 0,7% del conjunto
de la población. Pero, ¿cómo se pudo reducir de tal manera la pobreza en China?

Su desarrollo económico real comenzó en 1978, cuando el gobierno del país pasó a manos de
Deng Xiaoping. Si bien es cierto que en la década de los 80 se acometieron grandes progresos,
no sería realmente hasta el año 2001, con la entrada de China en la Organización Mundial del
Comercio, cuando avanzaría realmente en la internacionalización de su economía.

La causa principal de este desarrollismo reside en el objetivo, por parte del Partido Comunista
Chino, de mantenerse en el poder, a través de una garantía del bienestar material de la
población. Es por ello por lo que, incluso dos años antes de 1978, y bajo la batuta de Hua
Guofeng, se emprendieron ciertos planes de industrialización, que pretendían hacer resurgir al
país de las cenizas a las que había quedado reducido por el Gran Salto Adelante y la Revolución
Cultural.

A partir de 1978, y tras sucesivos planes de reforma, se fueron dando incentivos de mercado
en la economía china, otorgando licencias de operación a empresas privadas, con lo que se
logró aumentar el nivel de productividad del gigante asiático. Aun así, el gobierno no abdicó de
su control sobre ciertos sectores de la economía, y continuó reforzando miles de empresas
públicas -la mayoría de ellas inviables- para mantener dicho férreo control.

Otro punto que se debe resaltar en la política económica y de desarrollo del Gobierno chino
consistió en la creación de las Zonas Económicas Especiales, es decir, determinadas áreas en
las ciudades en las cuales se permitía una mayor libertad económica y se ejercía una menor
presión regulatoria. Estos lugares lograron generar una cierta riqueza y reducir la miseria en
zonas marginales del país, permitiendo a la población disfrutar de un mayor nivel de vida y
salir de la pobreza absoluta. Dar paso a la competencia en China fue un factor absolutamente
clave para su desarrollo, que permitió tasas de crecimiento superiores incluso al 8% en los
años 80, hasta asentarse en tasas cercanas al 6% desde mediados de la segunda década del
siglo XXI.

Un ejemplo contrario al de China se encuentra en Nigeria. La situación allí ha ido agravándose


con los años, precisamente por su rechazo al proceso de globalización y su negativa a cooperar
a nivel internacional con agentes económicos externos en áreas como la formación de capital o
la extracción de recursos naturales. Con una población de 196 millones de habitantes y
abundancia de petróleo, gas natural, carbón o estaño, su potencial productivo supera con
mucho a aquel del que actualmente hace gala. A lo largo de estos últimos 30 o 40 años, Nigeria
ha sido uno de los países de la región con menores tasas de crecimiento medio sobre PIB: lleva
sin superar el 2,5% desde 2002, cuando, previamente, sus tasas ya se mantenían en ese
entorno. Algunos años ha llegado a crecer por debajo del 2%, incluso en plena recuperación
económica global, por ejemplo, en 2011. Esto hace que presente uno de los mayores output
gaps de todo el continente africano. Pero, ¿cómo ha podido ocurrir esto?

Los últimos 40 años se han desaprovechado absolutamente por los dirigentes nigerianos de
cara a lograr un mayor rendimiento de sus recursos naturales, reducir la pobreza, y
consecuentemente, garantizar un mejor nivel de vida y un mayor desarrollo a sus ciudadanos.
El problema principal se encuentra en que Nigeria sufre de la archiconocida “maldición de los
recursos naturales”, y más que promover el crecimiento económico del país, a lo largo de las
últimas décadas, estos han supuesto un foco de corrupción y han propiciado que se formara
una oligarquía en la sociedad y en la estructura económica. En Nigeria, los dos deciles
superiores en cuanto a distribución de la riqueza han sido los que se han estado lucrando de
una explotación subóptima de los recursos naturales a lo largo de los últimos años, debido a
una oligopolización de los mismos.

Esto ha devenido en una incipiente fuente de extracción de rentas para las clases gobernantes
y ha desincentivado cualquier atisbo de reformas institucionales y/o estructurales, al rechazar
la introducción de competencia en el mercado y la internacionalización de la explotación y
distribución de sus recursos naturales. Esto se ha traducido en un fuerte control sobre la
entrada de capital extranjero en la economía nigeriana, y ha mermado el volumen de la
inversión extranjera directa y su eficiencia en relación con la de otras economías similares.
Esto, entre otros tantos factores, ha causado que la tasa de pobreza no solo no descendiese,
sino que aumentase de un 34% en 1990 a, actualmente, cerca de un 70% del total de la
población, a la par que el nivel mediano de renta crecía a tasas mucho menores que en los
países de su entorno.

Ambos ejemplos constituyen el claro reflejo de dos trayectorias completamente diferentes a lo


largo de los últimos 40 años. El tren de la globalización ha proporcionado un robusto y
persistente progreso socioeconómico a todo aquel que ha optado por subirse a él, a la vez que
ha mostrado las más que evidentes deficiencias de los sistemas autárquicos y el
proteccionismo, sobre todo aplicado a economías emergentes.

LA ECONOMÍA DEL FUTURO

El mundo evoluciona rápidamente y la economía lo hace a un ritmo equivalente.


Además, no se libra de los efectos de terremotos como el causado por la pandemia de
COVID-19 que ha hecho tambalearse a numerosos sectores. La actual crisis ya ha
esbozado un futuro en el que los sectores que tradicionalmente lideraban el impulso
del PIB van a quedar desbancados a medio plazo por nuevos sectores en alza. Las
nuevas tecnologías y los servicios a las personas, con especial atención a los mayores,
serán motores de crecimiento.

La digitalización, alineada con un escrupuloso respeto por el medio ambiente,


marcará la economía del futuro. Un buen ejemplo de esta sinergia es el smart
farming, que permite a los agricultores maximizar sus recursos y regar, fertilizar y
fumigar cada porción de terreno con precisión quirúrgica de acuerdo a sus
particularidades y a las previsiones meteorológicas. Así, esta revitalización, que ya es
una realidad en las ciudades (smart cities), dará el salto a los pueblos (smart villages).

Herramientas como el big data y su capacidad para exprimir el jugo a cantidades


masivas de información, el Internet de las Cosas (IoT), la inteligencia artificial o
el machine learning han revolucionado el mundo empresarial e industrial favoreciendo
tanto la eficiencia y calidad de los procesos productivos como la optimización de la
toma de decisiones. La Cuarta Revolución Industrial está marcada por estas nuevas
tecnologías y ha forzado a las empresas a adaptarse a ellas (darwinismo digital) para
no sucumbir.

La Industria 4.0 también plantea un reto en cuanto a los países en desarrollo.


Actualmente, alrededor de 3.600 millones de personas en el mundo no tienen acceso
a la red, viéndose privadas de los recursos esenciales para desarrollarse y generar
riqueza en pleno siglo XXI. Esta desigualdad en el acceso a Internet se conoce
como brecha digital y su reducción, clave para que todo el mundo avance al mismo
ritmo, está contemplada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 9) de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La COVID-19 ha castigado con dureza la economía mundial. Ante esta crisis,


organismos multilaterales, gobiernos y miembros destacados del sector empresarial y
financierohan insistido en la necesidad de emprender una recuperación verde como,
por ejemplo, la propuesta en el Pacto Verde Europeo aduciendo razones que pueden
agruparse en dos categorías:

*Generación de empleo y riqueza. De acuerdo a un informe liderado por la


Universidad de Oxford [PDF], las políticas de estímulo verdes, en comparación con
las tradicionales, generan un mayor número de empleos. En concreto, para la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) los cambios en la producción y el uso
de la energía para combatir el cambio climático podrían crear 18 millones de
puestos de trabajo, así como superiores retornos a corto plazo y un efecto
multiplicador a largo.

 *Lucha contra el cambio climático. Algunos de los efectos asociados


al calentamiento global (aumento del nivel del mar, pérdida de
biodiversidad, mayor riesgo de pandemias, etc.) amenazan con ocasionar
impactos económicos similares o peores a los del coronavirus, advierten los
expertos. De ahí la importancia de apostar por iniciativas como la alimentación,
la movilidad y el diseño sostenibles para minimizarlos.

Capítulo 3: Países subdesarrollados para


la economía
¿Qué son? ¿de qué se tratan?
Cuando se habla de un país subdesarrollado, se dice que es aquel que tiene un nivel
bajo de producto bruto interno y presenta impedimentos estructurales para su
crecimiento económico. Es decir, los países subdesarrollados no tienen un bajo ingreso
por persona, sino que enfrentan problemas sociales, culturales y políticos que frenan
su expansión de esta forma se diferencian de los mercados emergentes.
Sus Características
 Son vulnerables a los choques externos. Así, los hechos que sucedan en las
economías más grandes les afectarán directamente. 
 Muestran un escaso de nivel de desarrollo humano que se evidencia en altos
porcentajes de pobreza, desempleo y mortalidad materna e infantil. Asimismo,
son bajos los niveles de alfabetización y escolaridad.
 La vulnerabilidad del país puede explicarse por la concentración de
sus exportaciones en un solo sector o producto, lo que implica gran
dependencia. Así, si el país exporta cobre, su economía se verá muy afectada si
caen los precios de los metales.
 Sus recursos humanos suelen ser débiles. Esto, debido a que están expuestos a
bajos niveles de salud, educación y nutrición.
 La Organización de las Naciones Unidas (ONU) utiliza el término Países Menos
Desarrollados o LCDs. Esto, por sus siglas en inglés (Least Developed Countries).
 Suelen tener una economía altamente dependiente de sectores primarios o
extractivos. Estos son, por ejemplo, la agricultura, la minería o la pesca.
 Son países con altas tasas de natalidad. Por esa razón, normalmente apuntan a
emprender políticas de planificación familiar.
 Muchos académicos han intentado explicar el subdesarrollo, relacionándolo
con el clima, la disponibilidad de recursos naturales, la posición geográfica, el
pasado del país como colonia de otra nación más avanzada, etcétera. Sin
embargo, al día de hoy, no hay un consenso sobre esta materia.
 Para la Real Academia Española, el subdesarrollo es una situación de un país o
región que no alcanza determinados niveles económicos, sociales o culturales.
Es decir, no se trata solo de lograr bajos niveles de pobreza, sino mostrar
buenos indicadores, por ejemplo, de alfabetización.
 Tienen con un bajo nivel de infraestructura, tanto de carreteras como de
aeropuertos y puertos. De igual modo, presentan hospitales y centros
educativos públicos en mal estado.

Causas, consecuencias y soluciones

Subdesarrollo es la situación en la que puede encontrarse un territorio, por presentar


carencias relacionadas con la riqueza, las capacidades y oportunidades y los servicios.
Esta situación se aproxima, pues no existe un criterio uniforme para establecer un
umbral objetivo.
Subdesarrollo, por tanto, es una situación en la que puede encontrarse un
determinado país, como los numerosos ejemplos que encontramos en el continente
africano. Este, por determinadas razones, presenta una situación en la que carece de
oportunidades, de capacidades, de servicios o de riqueza entre su población.

Aunque hablemos de una carencia, debemos saber que esta carencia no está
establecida de forma universal, pues no se ha logrado un consenso que establezca, y
de una forma objetiva, un umbral que sirva para clasificar y calificar el subdesarrollo.

Debemos saber que el subdesarrollo es un concepto muy utilizado por los


economistas, pues hablamos de un concepto de gran importancia para el bienestar. En
este sentido, el subdesarrollo es uno de los principales problemas que presenta la
economía, y que los organismos combaten para erradicarlo. El subdesarrollo es el
causante de la pobreza, de la pobreza infantil, de la desigualdad económica, así como
otras consecuencias.

Entre las causas que provocan el subdesarrollo de un país, veamos las principales:

 La corrupción.
 La falta de libertades y falta de democracia.
 El clima.
 La deuda de los países.
 Las guerras.

Otras causas que se han asociado al subdesarrollo han sido:

 La raza.
 La religión.
 El colonialismo.
 Actuación de las naciones ricas.
 El dominio mediante la deuda externa.
 El control sobre las materias primas.

Soluciones
 Necesidad de mejorar el comercio exterior y sus condiciones para facilitar el
desarrollo de los países subdesarrollados y que estén dispuestos a incrementar
y sostener el comercio.
 La creación de un comercio justo, ya que para los bienes transformados se
necesita una gran cantidad de bienes básicos.
 El apoyo de instituciones internacionales hacia países subdesarrollados.
 Un equilibrio económico.
 Los países desarrollados dejen y ayuden a los países subdesarrollados a crecer
ya que esto beneficiaria ambos países.
Consecuencias del subdesarrollo

Como veíamos en las características, los países subdesarrollados presentan una serie
de características que son consecuencia directa de este subdesarrollo. Entre estas,
destacan las siguientes:

 Elevada mortalidad.
 Desnutrición.
 Baja esperanza de vida.
 Enfermedades y epidemias.
 Bajo nivel educativo.
 Falta de libertad y oportunidades.

Por estas, y por todas las consecuencias que podrían citarse, debemos seguir
trabajando por erradicar este lastre.

¿Cómo medir el subdesarrollo?


Como hemos comentado al inicio, no existe una metodología universalmente aceptada
como medición oficial, o criterio oficial, para calificar el subdesarrollo. Al margen,
existen instituciones dedicadas a esta tarea que componen indicadores que tratan de
aproximarse a una medición oficial, o una calificación con validez objetiva.

Entre estas, nos encontramos la que hace el Banco Mundial, que basa su medición el
en el producto interior bruto (PIB) y el PIB per capita. Por otro lado, destaca el que
hace la ONU, conocido como Índice de Desarrollo Humano (IDH); para el que emplea
el producto nacional bruto (PNB) en su medición.

Por otro lado, organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo


Económico (OCDE) han elaborado criterios que implementan en su medición aspectos
como la esperanza de vida o la alfabetización, tratando de aproximar los indicadores a
un bienestar más amplio.

En resumen, existen diversos indicadores y organismos que han elaborado mediciones


que tratan de aproximar el subdesarrollo de los países. No obstante, los economistas
siguen trabajando en una mejor calificación de este subdesarrollo, así como los
mejores mecanismos para combatirlo y, en un futuro próximo, erradicarlo.

Sus exportaciones en el mercado mundial de la economía


En las últimas décadas se ha visto un incremento en la exportación por parte de países
subdesarrollados lo cual ha causado una inquietud en los países desarrollados, esto
debido a que afecta los intereses de estos países hablando económicamente. Esto ha
tenido como consecuencia que estos países subdesarrollados tengan poco a poco más
participación en los mercados internacionales y por ende una mayor participación en la
economía global.

Debido a esto los países desarrollados han tomado diferentes tipos de medidas como
la compra de materias primas a estos países y luego la venta de el producto
manufacturado ya concluido. Esto últimamente tuvo demasiada importancia ya que
algunos países han estado intentando el desarrollo de su economía para ya no
depender de los países desarrollados, pero estos no se lo permiten o les ponen muchas
trabas para el proceso de desarrollo económico de cada país.

Capítulo 4: ingresos, pobres y


desocupados.
¿Cuál es la diferencia entre ingreso y riqueza?

Muchas veces la distribución del ingreso y de la riqueza se usan de manera indistinta, sin
embargo, no son lo mismo. El ingreso es un flujo de dinero que se recibe en muchos casos
mensualmente, como por ejemplo un sueldo, o una vez por año en el caso de la venta de una
cosecha. La riqueza es un stock, que se puede definir como la suma de activos, todos los bienes
o patrimonio que una persona posee, menos pasivos, todo lo que una persona debe. Por
ejemplo, una casa o un departamento sería el bien, menos, si están hipotecados, lo que falta
pagar de la hipoteca: esa sería la riqueza de una persona o su capital si no tuviera otros
activos. Los activos pueden tener la forma de bienes físicos, como un campo, un comercio, una
fábrica o un camión, o de activos financieros, como acciones, bonos del gobierno, depósitos en
bancos, por ejemplo, menos los préstamos que pueda tener, y todo ello constituiría capital o
riqueza.

La distinción entre flujos y stocks es importante a la hora de analizar la distribución del ingreso.
Porque una forma de analizar cómo se distribuyen los ingresos es la distribución por el origen
de los mismos o distribución funcional del ingreso, por la función que una persona ocupa en la
economía, es decir, si es asalariado o jubilado o si no es asalariado. Si sus ingresos son
determinados por el trabajo que realiza o por el capital que posee, o sea, los bienes físicos y
financieros que tiene. Entonces, si tiene un campo y lo arrienda, el ingreso que se tiene es una
renta por esa propiedad que se posee. Si el campo lo trabaja el dueño, su ingreso cuando se
vende la cosecha y se paguen los costos de la misma va a corresponder en parte a su trabajo si
administra o trabaja en el campo, en parte al beneficio que obtiene por el capital, maquinarias
y equipos que ha invertido para la producción, y en parte a la renta que da el campo por las
características de fertilidad del suelo y la ubicación, entre otras. Entre los costos, se consideran
los insumos y el trabajo, y por lo tanto existe una relación entre el ingreso de los trabajadores
y el ingreso del capital incluido la renta; cuanto menor sean los ingresos de los trabajadores,
mayores serán los ingresos del capital y viceversa.
Finalmente, los ingresos del capital van a contribuir posteriormente a incrementar el stock de
capital o de riqueza y los ingresos que se originan en los mismos. Esta distribución está
definida por las relaciones de poder entre el trabajo y el capital y las instituciones y leyes que
se van conformando en un proceso histórico. Gobiernos que se identifican con los trabajadores
buscan mejorar de manera más equitativa la distribución del ingreso y la riqueza, gobiernos
que se identifican con el capital orientan la distribución hacia los que más ganan (ingresos) y
más tienen (riqueza).

Generalmente se usa el índice o coeficiente de Gini para medir la distribución del ingreso, sin
importar el origen de esos ingresos, y para la distribución de la riqueza. Este coeficiente divide
a la población en partes iguales, que pueden ser 5, quintiles; o en 10 partes iguales, deciles; o
en 100 partes iguales, percentiles, y se calcula cuánto recibe de ingreso o cuánta riqueza posee
cada una de estas partes de la población. Cuando el coeficiente de Gini esté más cerca de 1, la
distribución va a ser más desigual; por el contrario, cuando esté más cerca de 0 va a ser más
igualitaria. Sin embargo, todavía en la mayoría de los países no se realizan recopilaciones de
estadísticas sobre riqueza y su distribución y los datos que se conocen provienen de fuentes
privadas.

El ingreso nacional se calcula como la suma de los ingresos de los factores productivos: esto
incluye los salarios de los trabajadores, ganancias de empresas, intereses a prestamistas de
capital y rentas. La suma se refiere a un país en particular en un período determinado de
tiempo (usualmente un año).

DESARROLLO ECONOMICO

Todas las economías desarrolladas tienen un nivel de ingreso por habitante relativamente alto.
Para los países subdesarrollados el crecimiento económico es una condición necesaria para el
desarrollo. Sin embargo, no es una condición suficiente, hay casos de países en general, con
gran producción de petróleo y poca población que tienen un PBI por habitante alto, pero no
son desarrollados: no tienen casi industrias ni capacidad técnica para adaptar o crear
conocimientos tecnológicos el ingreso se distribuye en forma muy desigual. Hay países que en
las últimas décadas han logrado desarrollarse, pero la gran mayoría de los países que eran
subdesarrollados hace 3, 4 o 5 décadas lo siguen siendo, y en gran cantidad de casos, las
diferencias que tienen con los países desarrollados han aumentado.

¿Cómo puede mejorar un país su ingreso por habitante? El principal factor de progreso de las
naciones ha sido el aumento sostenido de la productividad de trabajo, y esta productividad
depende de:

•La utilización de otros factores productivos, fundamentalmente de capital, por ejemplo; un


obrero que usa una grúa en el puerto podrá hacer más que todo un grupo de trabajadores que
trasladen los bultos a mano

•La calificación laboral de los trabajadores: una sociedad con gran cantidad de profesionales
universitarios podrá producir bienes y servicios de mayor valor que otra cuya población, en su
mayoría, no haya concluido ni si quiera los estados elementales. La importancia de la
educación se dice que es una inversión en capital humano. Esta inversión puede llegar a ser
más productiva para un país que la realizada en capital físico.

•La tecnología que se utilice: con los mismos recursos productivos, la población puede crecer
por el hecho de utilizar tecnologías más avanzadas.
Además, el ingreso por habitante depende de la proporción de gente que trabaje. Así, el
aumento de la ocupación es otro factor que hace aumentar ese ingreso.

Los países desarrollados poseen gran cantidad de capital productivo, tanto físico como
humano. Esto les permite obtener altos ingresos por habitante, una mayor capacidad de
ahorro y, por lo tanto, mayor posibilidad de acumulación adicional de capital. Al mismo
tiempo, son los creadores de nuevas tecnologías. Por otra parte, en general los países
desarrollados tienen estabilidad macroeconómica (no suelen atravesar por recesiones
profundas, como las que han vivido muchos países de menor desarrollo) y jurídica (las
llamadas “reglas de juego” mantienen en el tiempo, las normas y los contratos se respetan).
Esto hace que las inversiones en esos países sean menos riesgosas que en aquellos que no
tenga esa estabilidad

¿qué deberían hacer los países subdesarrollados -y los de desarrollo intermedios como
Argentina- para progresar hacia el desarrollo total? Dentro de la gran disputa de opiniones al
respecto, se podrían destacar dos visiones en gran medida opuestas

LA PROPUESTA DEL CONSENSO DE WASHINGTON: La visión liberal postula


que el motor de la economía debe ser las fuerzas del mercado. El papel del estado, en este
esquema, debería limitarse a cumplir bien lo que serían sus misiones específicas: proveer
bienes públicos, mantener la situación macroeconómica (por ejemplo: evitar recesiones y
bruscos aumentos de precios) y no provocar cambios imprevistos en las normas que afecten la
rentabilidad de los negocios. Sin intervención estatal en la economía que modifique las señales
que da el mercado a través de los precios, y sin alteraciones en sus planes, las fuerzas del
mercado se liberarían impulsando el crecimiento económico, aunque al principio esta situación
puede beneficiar a solo unos pocos, tarde o temprano beneficiaria a toda la población. de
acuerdo con esta visión, deben eliminarse las barreras con el exterior para que la economía se
integre con el resto del mundo lo más rápido posible; en particular, las inversiones extranjeras
son bienvenidas porque traen adelantos tecnológicos. El estado no debe tener empresas
públicas en sectores en los que podría haber empresas privadas, ni favorecer algunos sectores
en prejuicio de otro. esta visión fue impulsada por los organismos internacionales de crédito
con sede en la capital de los estados unidos, en lo que se llamó el consenso de Washington

La otra mirada sería la de intervención estatal:

Una visión más favorable a la intervención del Estado sostiene que el mercado está dominado
por las grandes empresas multinacionales, que no necesariamente tiende a un crecimiento
sostenido; y que, aun lográndolo, la distribución del ingreso seguiría siendo injusta y la
economía sería muy dependiente del exterior, por lo que sería vulnerable ante las crisis
internacionales. Frente a eso, proponen que el Estado oriente una transformación productiva
del país, tendiente al desarrollo de la industria y de la investigación tecnológica. El Estado
identificaría las transformaciones necesarias y, en función de ellas, modificaría las “señales”
del mercado, a través de regulaciones, impuestos y subsidios. Además, el Estado puede usar
las empresas públicas para actuar directamente en sectores que considere de gran
importancia económica. El caso extremo de intervención estatal es el de naciones comunistas,
como la antigua Unión Soviética, donde las decisiones principales de producción e inversión las
tomaba el Estado, a través de empresas públicas. Esto le permitió tener un nivel de inversión
muy alto y un crecimiento muy importante durante varias décadas, la Unión soviética
demostró tener una economía muy rígida y poca capacidad de adaptación a los cambios, y se
terminó disolviendo.
No siempre el Estado tiene la mejor capacidad para saber qué es lo que más le conviene al
país. Al favorecer a un sector (como el industrial) en general perjudica a otros (como el
agropecuario o el minero), y eso podría ser perjudicial en el largo plazo, al no desarrollarse la
economía en los sectores donde tiene mayor capacidad de competir.

En la medida en que los funcionarios estatales tienen la capacidad de favorecer a algunos


sectores y de perjudicar a otros, esa capacidad podría usarse en beneficio personal y no de
toda la sociedad. Algunos empresarios podrían sobornar a los funcionarios para que los
favorezcan a ellos.

Pobreza y desempleo:

La pobreza se define como la falta de algunas capacidades fundamentales en cuanto a


alimentación, vivienda y participación social y el desempleo se entiende como la falta de
trabajo o imposibilidad de trabajar pese a la voluntad de la persona. Habiendo mencionado
esto se debe recalcar que la pobreza y el desempleo son causados por factores como la
educación, el mal manejo político de los recursos, la inequidad, el conflicto armado, nuestra
cultura, los grupos económicos, la economía subterránea y el manejo de la información en los
medios de comunicación, esto nombrando algunos de los principales.

En argentina, y en el mundo, se conocen dos tipos de pobreza la objetiva que es aquella en la


cual no se pueden suplir las necesidades básicas como lo son la comida, el abrigo y la vivienda.
La pobreza objetiva es aquella en donde los ingresos no alcanzan para tener una vida digna.
Por su parte la pobreza subjetiva es aquella en la que nos comparamos con ciertos estilos de
vida que quisiéramos tener o a los que quisiéramos acceder, en este tipo de pobreza el
pensamiento es que se tienen carencias con respecto a otras personas y con respecto a ciertos
estándares de vida que quisiéramos tener o que la sociedad nos define o nos impone. Es
importante señalar que la pobreza objetiva se define como una situación de carencia de
ingresos para adquirir una canasta básica de consumo aceptable socialmente, así como una
situación de condiciones materiales inadecuadas para vivir. Por el contrario, la pobreza
subjetiva considera la percepción de los individuos u hogares sobre su bienestar y cotidianidad,
definiéndose como aquella situación en la cual, pese a tenerse ingresos que superan el mínimo
de subsistencia, se gana menos de lo que se necesita para no sentirse pobre. En otras palabras,
es el grado de insatisfacción con la situación en la que se está, al no tener el nivel de vida
deseado. Así, hogares catalogados como pobres objetivos puede que no se auto perciban
como pobres, mientras que quienes no son ubicados como pobres puede que sí se consideren
pobres al no tener el nivel de vida que desearían tener.

Se sabe que la pobreza no solo se presenta por la falta de oferta laboral, el sector en que
vivimos o el estilo de vida que hemos decidido llevar, sino también por cuantos ingresos
recibimos como retribución a nuestra labor en nuestros empleos. Hoy en día se dice que
subsistir con un mínimo es bastante difícil ya que las familias de hoy en día se ven obligadas a
que todo el núcleo familiar tenga que trabajar para tener apenas un sostenimiento económico
digno para las necesidades impuestas en esta sociedad y salir adelante en unión
Otro de los factores influyentes dentro de las causas de pobreza y desempleo es el manejo e
influencia de los grupos económicos más poderosos, porque son aquellos que toman las
decisiones a nivel económico, social y cultural del país, ya que son los dueños de gran parte de
la industria comercial habiendo logrado importantes desarrollos en diversos sectores que los
han llevado a la posición privilegiada en la que están hoy día.

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