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La guerra civil ecuatoriana

El general Guillermo Franco Herrera, Jefe Supremo del Guayas.


Simultánemente al bloqueo de la costa ecuatoriana y al sitio de Guayaquil, se
desarrolló una guerra civil entre las diversas facciones políticas del Ecuador.

El gobierno ecuatoriano de Robles se trasladó a Guayaquil, a principios de 1859;


pasaron tres meses sin mayores incidentes, pero en abril de 1859 estallarón dos
revoluciones casi al mismo tiempo. En Guayaquil el general Maldonado intentó
aprisionar a Robles y Urbina, pero el general Guillermo Franco Herrera, que
presenciaba lo sucedido, se opuso e hizo fracasar el golpe. Maldonado insistió y se
retiró al Cerro de Santa Ana, pero la intervención de los representantes de Chile y
de la Nueva Granada lo hicieron capitular. Todo esto sucedía en presencia de la
escuadra peruana, que bloqueaba el puerto. La otra revolución fue en Quito, en
donde fue proclamado un triunvirato formado por Gabriel García Moreno, Jerónimo
Carrión y Pacífico Chiriboga. García Moreno estaba en Lima donde le llegó la
noticia de su elección. Partió inmedíatamente y pasó disfrazado por Guayaquil, para
llegar a Quito el 25 de mayo y tomar posesión de su puesto. García Moreno volvió a
Guayaquil y siguió hasta Lima a realizar una conferencia con Castilla, y mientras
tanto Urbina y Robles regresaban a Quito y reasumían el poder.

El 20 de junio de 1859 García Moreno se entrevistó con Castilla en Lima; Castilla


le ofreció apoyo decidido para derrocar a Robles y a Urbina. García Moreno envió un
manifiesto a Ecuador diciendo:

"El ejército y la escuadra del Perú son vuestros auxiliadores, no vuestros


enemigos, y a la patria no le quedan más adversarios que los malvados que la
tiranizan y los forajidos que intentan defenderlos".
Robles y Urbina lanzaron un decreto considerando a García Moreno como un traidor, y
Franco, en Guayaquil, lo comparó con Huáscar y Atahualpa. Robles y Urbina
cometieron infinidad de atropellos, que sublevaron contra ellos la opinión y
tuvieron que retirarse.

Quedaron solamente enfrentados Franco en Guayaquil y el triunvirato en Quito. El 17


de agosto decidieron Franco y García Moreno realizar elecciones en Guayas, para ver
a quién le quedaría el poder. Las votaciones a favor del uno y del otro se
equilibraron. Entonces García Moreno se dirigió a Paita para reunirse nuevamente
con Castilla, en donde ocurrió la ruptura entre ambos, al darse cuenta García
Moreno que Castilla también se reunía con un representante de Franco.

Exponiéndose imprudentemente, García Moreno se reunió con Franco en Guayaquil. Le


ofreció a Franco su puesto en el triunvirato, en vez de que lo reemplazara otro de
Guayas. Franco no aceptó y ordenó prender a García Moreno; este hábilmente logró
escapar y viajó hacia el norte; llegó a Quito y encontró dominada completamente la
situación.

Protocolo Mosquera-Selaya
Como Colombia había firmado con Ecuador en 1856 un tratado de ayuda mutua, el Perú
temió la intervención de aquel país en el conflicto y envió a Bogotá como ministro
plenipotenciario a Buenaventura Seoane, con la misión de obtener su neutralidad.
Seoane se reunió con el presidente colombiano Mariano Ospina y logró su objetivo;
además, se contactó con el general Tomás Cipriano de Mosquera, entonces gobernador
del estado colombiano del Cauca, de quien se decía que acudiría en auxilio del
Ecuador. El 16 de septiembre de 1859, se celebró un convenio secreto entre el
general Mosquera y el secretario de Seoane, de apellido Selaya. Por este “Protocolo
Mosquera-Selaya”, el Perú se comprometía a suministrar a Mosquera recursos bélicos
y económicos, para que pudiera llevar adelante la independencia del Cauca y su
confederación con las provincias ecuatorianas, con excepción de las provincias de
Guayaquil, Manabi y Loja, que pasarían a poder del Perú. Es probable que este
convenio lo realizaran los representantes peruanos solo con la intención de
neutralizar a Mosquera de una posible intervención a favor de Ecuador; lo cierto es
que nunca se puso en práctica.56

Ocupación peruana de Guayaquil

La fragata peruana Amazonas.


Ramón Castilla concentró frente a Guayaquil su escuadra de 15 barcos, en los que
llevaba 6000 hombres, los cuales desembarcaron en las inmediaciones de Guayaquil y
se posesionaron de las alturas de Mapasingue, al sur de dicha localidad, el 25 de
noviembre de 1859. Ramón Castilla invitó al Jefe Supremo de Guayas, general
Guillermo Franco, a conferenciar a bordo del buque de guerra Amazonas. Allí
acordaron suspender las operaciones de guerra y convocar a los cuatro gobiernos del
Ecuador establecidos durante su guerra civil, para elegir un gobierno general, que
se entendiera con Castilla y firmara la paz.

El 1º de enero de 1860 se verificó en Guayaquil la reunión de los ocho


representantes de los cuatro gobiernos. Acordaron estos autorizar al general
Guillermo Franco para reunirse con el mariscal Ramón Castilla, sin alterar en forma
alguna los límites de los dos países. Pero Franco no quiso que le impusieran
condiciones y el 3 de enero ordenó arrestar a los representantes de Quito y luego
los expulsó. Con ello quedó declarada la guerra entre Quito, gobernado por García
Moreno y Guayaquil, gobernado por Guillermo Franco.

El presidente peruano se entendió, pues, con la facción ecuatoriana entonces más


importante, la que encabezaba el general Guillermo Franco, que había establecido un
gobierno de facto en Guayaquil, que dominaba gran parte de la costa ecuatoriana.
Castilla solicitó a Franco que se le dieran cuarteles en la misma Guayaquil, pedido
que le fue concedido, en la parte norte de la ciudad. Fue así como el ejército
peruano entró en Guayaquil, el 7 de enero de 1860.

Castilla tuvo la precaución de llevar un original de la Real Cédula de 1802, que


encontró en Lima de casualidad, en poder de un particular, el mismo que lo había
adquirido de un archivo de Bogotá. Ya en Guayaquil, exhibió la cédula para que lo
revisaran las autoridades políticas, los ministros plenipotenciarios ecuatorianos y
los notables de la ciudad. Ese documento se convirtió así en el pilar básico de la
defensa peruana en el litigio de límites con el Ecuador y así se le citó en el
Tratado de paz, amistad y alianza que se firmó en Mapasingue.

El Tratado de Mapasingue del 25 de enero de 1860

Pintura anónima del siglo XIX, que representa la toma de Guayaquil por parte del
ejército peruano en 1860.
Los representantes de Castilla y Franco, señores Manuel Morales y Nicolás Estrada
respectivamente, suscribieron el Tratado de Mapasingue, el 25 de enero de 1860, en
la pequeña localidad del mismo nombre. Bajo los términos de este tratado, se
restablecieron las buenas relaciones entre ambas repúblicas; asimismo, el Ecuador
declaró nula la venta de territorios peruanos a los acreedores británicos,
reconoció la validez de la Real Cédula de 1802 y el uti possidetis de 1810 y sobre
la base de ello convino en demarcar sus límites, comprometiéndose a integrar una
comisión bipartita con el Perú; se reservó también su derecho a comprobar sus
títulos sobre los territorios de Quijos y Canelos dentro del plazo de dos años,
pasados los cuales, si no llegaba a presentar la documentación que contradijese a
la del Perú, caducaría su acción.

El Perú no cobró gastos de campaña y más bien, en agradecimiento de las atenciones


recibidas en Guayaquil, Castilla regaló uniformes, calzados y fusiles a las tropas
ecuatorianas, que las carecían. Rechazó sin embargo, la solicitud de ayuda de parte
de Franco para combatir a García Moreno.57
Firmada la paz, el presidente peruano Castilla se retiró de Guayaquil
tranquilamente, y arribó con su flota al Callao el 19 de febrero de 1860. Al entrar
a Lima, fue silbado por la población. La guerra nunca contó con el apoyo de la
ciudadanía peruana, mayoritariamente pacifista y contraria al derroche desplegado
en una campaña de tal envergadura. En cambio, los habitantes de Guayaquil quedaron
complacidos con la visita del ejército peruano, pues ello había movilizado
enormemente el tráfico comercial en el Guayas.58

Así culminó esta guerra, en la que no hubo grandes encuentros bélicos, ya que al
Perú solo le bastó desplegar su poderío para obtener las satisfacciones de parte de
Ecuador.

Fin de la guerra civil ecuatoriana


En Quito, la noticia de la firma de este tratado, tuvo la mágica virtud de unificar
la opinión pública en contra de general Guillermo Franco. Gabriel García Moreno,
hizo una proclamación en términos violentos, que decía así:

Guerra a los traidores y a los bandidos, guerra a los bárbaros opresores de las
desgraciadas provincias litorales, guerra, guerra sin tregua a los enemigos de la
patria.
García Moreno, que había permanecido algún tiempo en el Perú, conocía perfectamente
el poder militar de que disponía Ramón Castilla; por lo tanto consideraba que era
indispensable hacer un esfuerzo supremo para poder enfrentarse al Perú. Puso al
servicio de su patria toda su capacidad y toda su energía, y el país en su
totalidad lo apoyó, pues era inmensa la reacción contra el tratado de Mapasingue. A
pesar de ser un terrible enemigo de Juan José Flores, quien se hallaba en el Perú,
fue llamado por García Moreno para que prestara sus servicios al Ecuador y así unir
más todas las voluntades. El 27 de mayo de 1860, aclamado fervorosamente, entró
Flores a Quito, después de haber permanecido en el ostracismo quince años.

Juan José Flores fue nombrado jefe del ejército. Algo más de un mes duraron los dos
caudillos en reorganizarlo. Marcharon sobre Guayaquil y el 24 de septiembre de 1860
el ejército de Quito lo ocupó. El jefe supremo de Guayaquil, general Guillermo
Franco, salió en fuga, embarcándose hacia Perú; al entrar a Guayaquil, García
Moreno y Juan José Flores se informaron de que Franco, antes de partir, había hecho
firmar a civiles y militares una petición al gobierno del Perú, a fin de que
incorporara a ese país la provincia de Guayas.

Repercusiones del Tratado de Mapasingue


Para Ecuador, este tratado de Mapasíngue fue de inmensa gravedad, pues en su
artículo VI aceptaba de plano la rectificación de los límites con el Perú en la
región amazónica, lo que lógicamente vino a repercutir en su contra, al liquidar en
1942 su pleito con ese país. Tal artículo decía:

Artículo VI. Los gobiernos del Ecuador y del Perú rectificarán los límites de sus
respectivos territorios, nombrando dentro del término de dos años, contados desde
ratificación y canje del presente tratado, una comisión mixta que, con arreglo a
las observaciones que hiciere y a los comprobantes que se le presenten por ambas
partes, señale los límites de las dos repúblicas.
Entre tanto éstas aceptan por tales límites los que emanan del uti possidetis,
reconocido en el artículo 5° del tratado del 22 de septiembre de 1829 entre
Colombia y Perú, y que tenían los antiguos Virreinatos del Perú y Santa Fe,
conforme a la Real Cédula de 15 de julio de 1802.
Sin embargo, a menos de dos años de la firma de este tratado, el gobierno
ecuatoriano del presidente Gabriel García Moreno, luego de derrocar al gobierno de
Franco en Guayaquil y unificar el país bajo su mando, procedió a desaprobar el
tratado, declarándolo “insubsistente” (1861); solo ratificó lo concerniente a la
derogación del convenio con los británicos (1862). Debido al descontento de la
población peruana hacia el gobierno de Castilla, ya muy desgastado tras 8 años en
el poder, no se intentó en obligar al Ecuador a respetar el tratado por la vía
militar, pues habría sido una medida muy impopular dentro del Perú.

Por su parte, el Congreso peruano, ya bajo el gobierno del mariscal Miguel de San
Román, también desaprobó el tratado (1863). Las razones de los legisladores
peruanos se basaban en el hecho de que se hubiese firmado un tratado con el jefe de
una facción política ecuatoriana instalada en el departamento del Guayas y no con
un gobierno legal que representara a todo el Ecuador; asimismo, observaron que una
de sus cláusulas, aquella que daba a Ecuador un plazo de dos años para sustentar
sus derechos sobre Quijos y Canelos, era perjudicial a los intereses del Perú, que
siempre sostuvo su posesión de dichos territorios.59

En definitiva, permaneció el statu quo en la frontera, a la espera de un acuerdo


definitivo de límites.

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