El crecimiento rápido y el coste relativamente bajo de las anuales y bienales hace
que sean ideales para aportar color inmediato a los jardines nuevos, hasta que hayan arraigado plantaciones más permanentes de árboles, arbustos y perennes. También son muy valiosas en disposiciones formales para llenar huecos o crear efectos específicos. Las plantas anuales son plantas que crecen, florecen, echan semilla y mueren en una sola temporada de crecimiento. Las plantas bienales completan su ciclo vital en dos temporadas: la mayoría se siembran en verano para que salgan las hojas en el primer año, luego la flor, echen semilla y mueran al siguiente año. ANUALES El jardín, la terraza y el balcón se llenan de color gracias a las plantas anuales de flor, también conocidas como plantas de temporada. Son plantas herbáceas muy fáciles de cultivar, presentan un color muy variado, y las puedes encontrar de múltiples formas y alturas. Las más interesantes son las de larga floración, por ejemplo: alyssum, anthemis o calendula. Algunas variedades incluso son muy consideradas para decoraciones como flor cortada en jarrones o arreglos florales en los interiores de las casas, aunque la mayoría al separarlas de la planta se deshojan y marchitan. Se desarrollan mejor a pleno sol que en semisombra, si están en sombra la floración será menor y las plantas más pequeñas. Se plantan al exterior al inicio de la primavera o comienzo del verano, entran rápidamente en floración y mantienen la flor durante mucho tiempo, siempre que tenga los cuidados adecuados. En los climas templados y fríos, después de terminar la floración, mueren, pero si el clima es cálido pueden llegar a florecer en invierno, como ocurre en la zona mediterránea, donde apenas hay heladas. En este caso la floración del segundo año es de peor calidad, ya que la planta se va degenerando como ocurre con agerato, cosmos, tagetes, petunias, entre otras. En las zonas extremadamente frías, algunas vivaces, que no resisten o resisten mal el invierno, se tratan como anuales, floreciendo durante un largo periodo del año como las gerberas o geranios. Después si no se protegen de las heladas mueren y se las sustituye por otras nuevas en la primavera. Las anuales de verano son aquellas que crecen, florecen y mueren durante los meses más calurosos del año, como la Digitaria. Las anuales de invierno son las que germinan en otoño o invierno, viven durante el invierno y florecen en invierno o primavera. Mueren después de florecer y dejan semillas, que esperan para germinar hasta que la temperatura del suelo sea fresca nuevamente en otoño o invierno. Suelen crecer a ras del suelo, donde quedan más protegidas en las noches muy frías, y aprovechan los breves períodos templados del invierno para crecer cuando se funde la nieve. Dado su corto ciclo vital, suelen sufrir menos enfermedades que las bianuales o perennes, pero a esar de todo pueden presentar dos tipos: clorosis y podredumbre de raíz. La clorosis se ve por el amarilleamiento de las hojas y la podredumbre es debida a un encharcamiento excesivo. Otra clasificación sería por resistencia:
Anuales resistentes: Aquellas plantas propiamente anuales que empiezan a florecer muy poco tiempo después de germinar. Se siembran durante toda la estación cálida o durante el otoño, para que florezcan a la siguiente primavera. Ejemplo: Calendula, Clarkia, Godetia o Centaurea.
Anuales semirresistentes: Bianuales o perennes originarias de climas cálidos, pero que se convierten en anuales al pasar a climas fríos. Las semillas se plantan a cubierto en primavera y se trasplantan al exterior las plántulas geminadas cuando no hay peligro de heladas. Ejemplo: Lobelias, tagetes y zinnias.
Anuales delicadas: Suelen requerir un cultivo constante bajo invernadero, aunque pueden sacarse al exterior sin problemas durante los meses cálidos para disfrutar de su floración. Ejemplo: Schizanthus, cineraria y celosía. Bianuales Son aquellas que se desarrollan en 2 años distintos, una parte de su vida la pasan en un determinado año y la otra en el siguiente. La consideración de bianual de una planta es relativa porque depende del clima. Hay algunas especies que según la zona es anual o bianual, incluso alguna puede vivir varios años y llegar a ser vivaces o perennes. Dianthus y Althaea por ejemplo, que son vivaces en climas fríos se cultivan como bianules. De todas formas, tanto los anuales como las bianuales conviene plantarlas nuevas cada año, son muy económicas y se reproducen fácilmente por semillas. Se siembran en verano u otoño y florecen la primavera del año siguiente, después de pasar el invierno. Precisan más tiempo para florecer que las anuales. Antes de plantarlas, conviene dar una labor profunda a la tierra, mezclando a la vez una una pequeña cantidad de abono orgánico. Una vez que las plantas ya están asentadas, se puede aportar pequeñas cantidades de abono con el agua de riego, evitando excesos, porque la floración podría verse perjudicada, ya que aparecerían más hojas y tallos, pero no así flores. Viven en casi cualquier tipo de sustrato, ya que no son muy exigentes. Solo unas pocas especies como Digitalis y calceolaria no soportan la cal y precisan un sustrato ácido. Se multiplican por semillas, pero alguna especie como Anchusa, Cheiranthus, Dianthus o Pyrethrum se puede multiplicar por división de mata o esquejes.
Siembra En la mayoría de las especies la época de siembra es en primavera así florecerán en verano y otoño. Si hay riesgo de helada tardía, se deben proteger las plantitas jóvenes. En zonas cálidas se pueden plantar en otoño y así florecerán en la siguiente primavera, al no haber heladas pueden pasar el invierno al aire libre. Aquellas especies que florecen en otoño se siembran a finales de primavera o principios del verano. Las bianuales son más rústicas y aguantan las heladas del invierno al aire libre. En éstas la siembra se hace desde mediados de verano hasta finales de otoño, para que florezcan al final del invierno siguiente o en la primavera. Las semillas se pueden plantar directamente en la tierra, en su lugar definitivo en el jardín, o bien en semillero, y así se protegen de los fríos para luego trasplantarlas al terreno definitivo. Los semilleros de interior necesitan una buena iluminación, pero evitando los rayos de sol directos. El sustrato puede ser muy variado; turba, arena, perlita, vermiculita y mezclas ya preparadas especiales para siembra. Aunque se puede usar únicamente turba, lo ideal sería mezclar con la mitad de arena, perlita o vermiculita, incluso mezclándo una tercera parte de compost.
Cuidados Hay plantas de flor que no soportan la sombra y deben cultivarse a pleno sol, otras toleran alguna sombra y otras deben cultivarse siempre al abrigo de los rayos directos del sol, aunque precisen algún grado de luz indirecta. Si se coloca en una sombra excesiva no florecerá. La mayor parte de las plantas cultivadas en España vive bien en casi todos los climas, aunque algunas dejan de florecer o mueren por exceso de calor y sequía del ambiente y otras no toleren el frío excesivo de determinadas zonas montañosas. La mayor parte de las anuales de flor viven bien en tierras normales, hay pocas especies que no toleran pequeñas cantidades de cal y deben cultivarse en tierras con abundancia de turba. Abonar la tierra en el momento de la plantación, con abono orgánico o fertilizante químico, también les viene bien un abono foliar cada 20 días. Recomendaciones Al tener raíces poco profundas, requieren riegos de medio a alto, no soportan el encharcamiento o la sequedad excesiva del terreno. Procurar no mojar las flores y mejor a primera hora de la mañana o al atardecer. Sería conveniente efectuar una cava superficial para eliminar malas hierbas, airear el terreno y mullirlo, teniendo cuidado de no dañar las raíces. También es recomendable si la planta está demasiado larga y raquítica, pinzarla o despuntarla. Recorte ligeramente las puntas de los brotes para que desarrolle tallos laterales y se ramifique, así se conseguirá más floración. Destacan, tanto anuales como bienales, por sus llamativas floraciones; las hay de todos los colores y en prácticamente todas las estaciones del año (más en verano). Eso sí, cada año hay que plantarlas nuevas, pero son económicas y fáciles de obtener por uno mismo mediante semillas. Son baratas (si las multiplicas tú con semillas, más todavía) y dan esa chispa, ese colorido, esa vistosidad que tanto agradece nuestro pequeño o gran jardín. Además, tienen otra cosa muy buena; y es que por el hecho de renovarlas cada año, vamos cambiando la estética del jardín, podemos experimentar con combinaciones de colores que vamos cambiando cada cierto tiempo. Esto evita la monotonía de ver siempre lo mismo. De esta forma vamos renovando el colorido de los macizos, arriates, macetas, etc. Otro punto interesante es que nos permiten rellenar huecos. Cuando, por ejemplo, hacemos un jardín nuevo o cuando plantamos un grupo de arbustos, al principio quedan muy separados unos de otros. Plantando flores de temporada dará sensación de acabado instantáneo, se tapan esos espacios de tierra y esa desnudez de lo recién plantado. Una vez que crezcan los arbustos cerrarán los espacios vacíos iniciales. Ejemplos de plantas Anuales y Bianuales Bibliografía
José Manuel Sánchez de Lorenzo Cáceres. GUÍA DE LAS PLANTAS
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GRAN ENCICLOPEDIA DE JARDINERÍA Y PLANTAS DE JARDÍN. EDICIONES
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