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No hay antagonismo entre el arte y la abogacía, abogacía profesión de señores, hay que estudiar,

leer, apreciar el pensamiento ajeno, mantenerse siempre en via de aprendizaje, no basta que un
abogado sea bueno, juntos los abogados podrán hacer algo,

El jurista puede ser político, posee un sentido de la realidad, experiencias y circunstancias que no
posee un hombre ajeno a estos estudios, el apetito del abogado debe de ser la justicia, serenidad y
prudencia.

La riqueza y el poder, fuegos pasionales deben andar en nuestras manos sin que nos quememos.

El autor nos deja con una obra que basta mas que decir, presiento que es un manual para aquellos
que realmente quieren ir encaminados con la justicia, a pesar de que está sea imposible de
alcanzar, se puede trazar el camino, un abogado debe dirigirse por aquello principios rectos, sin
importar la situación que atraviese, el autor es claro y conciso, el no dejó pasar que hay muchos
que se rigen por factores externos, no propios de la abogacía, ejemplos de casos prácticos y reales
aconsejándonos a no dejar de lado la moral sin importar que eso pueda ser el dejar pasar a un
potencial cliente, no dilatar el procedimiento, tener claro que la economía procesal es importante
para los órganos administradores de justicia.

No dejar sin efectos todo aquello que puede nutrir el alma de la abogacía, y para aquellos
encaminados a poder ser abogados que tengan una instrucción de dirigirse al bien, no
corromperse con la riqueza y el poder, fuegos pasionales deben andar en nuestras manos sin que
nos quememos, así debe depender nuestra formación jurídica.

Entender realmente que no hay antagonismo entre el arte y la abogacía, abogacía es profesión de
señores, de caballeros dispuestos a entablar una contienda sumamente leal.

El estudio y la capacitación constante herramientas indispensables, el consejo que aprecio es que


hay que estudiar, leer, valorar el pensamiento ajeno, mantenerse siempre en vía de aprendizaje.

El jurista puede ser político, posee un sentido de la realidad, experiencias y circunstancias que no
posee un hombre ajeno a estos estudios, el apetito del abogado debe de ser la justicia, serenidad y
prudencia. Esto puede ayudar a que podamos llevar una batalla limpia en contra de un mal que
parece un cáncer que se alimenta mas y mas de aquellos se suman y están por sumarse, la
corrupción, desde el proceso legislativo hasta la consecuencia de la misma norma, es posible
creyendo y teniendo fe, no basta que un abogado sea bueno, juntos los abogados podrán hacer
algo,

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