Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¡Disfruta la lectura!
moderadora de Traduccion
Mich Fraser
traductoras
Mich Fraser ∞Jul∞
Dahi cjuli2516zc
Tannia Maddox Erinea
Moderadora de Correccion
Kari
Correctoras:
Kari Debby
Mich Fraser ∞Jul∞
Pagan Moore Jessibel
Daliam Florpincha
Camila Cullen Clari
Lectura Final: 3
Florpincha
Página
Diseno
Mich Fraser
Sinopsis 20
Prólogo 21
1 22
2 23
3 24
4 25
5 25
6 27
7 28
8 29
9 30
10 31
11 32
12 33
13 34
14 35
15 Epílogo
16 Próximo libro
17 Acerca de la autora
18
19
Gray no hace amistad con mujeres. Tiene sexo con ellas. Hasta Ivy.
La última cosa que la estrella Gray Grayson quiere hacer, es conducir el coche
rosado de la hija de su agente. Pero necesita las ruedas y ella está estudiando en el
extranjero. Algo que ella le explica cuando le manda un furioso mensaje para
hacerle saber exactamente el dolor que le hará pagar si estrella su preciada nave.
Antes de que se dé cuenta, Ivy Mackenzie se convierte en su amiga a través de
mensajes de texto. Pero entonces Ivy regresa a casa y todo enloquece. Ya que la
única cosa que Gray puede pensar es en estar con Ivy.
Ivy no tiene sexo con amigos. Especialmente no con cierto jugador de fútbol
americano. No importa que tan caliente la ponga…
Gray vuelve loca a Ivy. Es irrespetuoso, jodidamente atractivo y completamente
fuera de los límites. Porque, Ivy tiene una regla de oro: no involucrarse con los
clientes de su padre. Una regla que está resultando más difícil de mantener ahora
que Gray está haciendo todo lo posible por seducirla. Su mejor amigo rápidamente
se está convirtiendo en el hombre más irresistible del mundo que ha conocido.
Lo que significa que Gray tendrá que usar todas sus habilidades para salir de la
zona de amigos y entrar al corazón de Ivy. Que empiece el juego.
Game On #2
5
Página
04:13 am. Mensaje a Gray Grayson desde origen desconocido.
Desconocido: Sr. Grayson, mi padre me dice que le prestó mi coche. En
realidad a mí no me importa si usted firmará o no. Como la hija de un agente,
conozco a los jugadores de fútbol y sus movidas. Así que permítame ser clara. No
habrá travesuras en él o tendrá que responder a mí. Si usted quiere ligar con una
de sus mujeres, hágalo en la cama y no en mi coche.
Sinceramente, Ivy Mackenzie.
GrayG: Hola, Srta. Mac. ¿Sabes que tu coche es un fiat 500 rosado, no?
incluso si pudiera conseguir levantar algo a pesar del atroz color rosa, el coche es
más adecuado para un liliputiense1. Así que no te preocupes, no habrá travesuras
(¿travesuras? ¿De verdad? ¿Qué estamos en los ochenta?) de ninguna forma con lo
del coche. No quiero dislocarme en la búsqueda del placer.
Por cierto, las camas están sobrevaloradas. Diversifícate un poco.
IvyMac: ¿Me está educando acerca de mi uso de la palabra travesura? ¿En
verdad, Sr. Liliputiense? No sé si ahogarme en la hipocresía o impresionarme
porque usted conoce lo que es un liliputiense.
No haré mención a su fobia a lo rosado y no me importan sus negocios. Con
tal de que no sean en mi coche.
GrayG: Sí, yo leo. Contén tu asombro. O tal vez, relájate. Creo que alguien
está desarrollando una fascinación con mis negocios.
IvyMac: Está bien. Genial. Fui una imbécil. Claro que sabes leer. Así que lee
esto: un rasguño en el coche y lo pagarás.
GrayG: Es una oferta tentadora. Quiero decir, ¿quién no quisiera ese coche?
Estoy asumiendo que, ¿aceptas gomitas como moneda?
IvyMac: Claro que sí, Pastelito. Pero el coche no está a la venta.
GrayG: Veo que has descubierto mi naturaleza increíblemente dulce y
sabrosa. Espera probar mi glaseado.
GrayG: ¿Y ese lenguaje, Srta. Mac? Me parece terrible. Sigue así y tendré
que traer las travesuras.
IvyMac: ¡Gray! ¿¡Qué carajos le hiciste a mi coche!?
GrayG: ¡Ja ja! Atrapada. Te asustaste. Admítelo.
IvyMac: ¡No admito nada! ¿Me despertaste para aterrorizarme como
venganza por la otra mañana?
GrayG: Mac, son las 8 pm en Londres. ¿Por qué estás dormida?
IvyMac: Tengo que levantarme a las 3:30 am. Soy una aprendiz en la
panadería de mi mamá.
GrayG: ¿Repostería? Oh, Dios, estoy teniendo un momento.
IvyMac: ¿Así que eres un glotón por lo dulce, chico grandote?
GrayG: ¿Mac, me estás hablando sucio?
IvyMac: *Rodando los ojos* ¿Hay una verdadera razón para este mensaje?
GrayG: Supongo que no. Siento molestarte. Buenas noches, Mac.
IvyMac: No me molestas. Solo estoy de mal humor porque odio tener que
levantarme temprano. La gente dice que soy… difícil. No quiero serlo.
GrayG: ¿Difícil? No. Eres… picante. Al igual que la salsa de una Big Mac.
IvyMac: Si me estás llamando salsa especial2, vas a perder una bola.
GrayG: ¡Lo sabía, me estás hablando sucio! ¡¡Traviesa!!
IvyMac: LOL. Idiota.
GrayG: Eso es, Salsa Especial. Vete a dormir, Mac. Estaré trabajando en los
rines.
IvyMac: >:-P
Y la siguiente mañana…
IvyMac: Hoy estaba caminando por la calle Jermyn. Y vi a un tipo con un
traje color rosa brillante, muy llamativo. Estoy pensando en comprarte uno para
que combines con el coche. Podrías hacer un gran conjunto rosa.
GrayG: ¡Genial! Pero estoy bastante seguro que tendría que ser por encargo.
Extra largo también. Por cierto, lo pongo del lado izquierdo.
IvyMac: ¿Soy yo, o estás mencionando y sugieres tus partes privadas en
cada conversación que tenemos?
GrayG: Tú fuiste la que trajo el tema de mis bolas la última vez.
3Juego de Palabras, en inglés es Because Seven ate nine. Que la gracia sería que el ocho, eight lo
pronuncia como ate.
4
Cow es vaca en inglés.
IvyMac: Naah. Sé que estabas siendo el usual tú.
GrayG: Ese soy yo, siempre bromeando. Tengo que salir a practicar. Te
mando mensaje cuando termine.
La siguiente mañana…
GrayG: Así que como somos amigos, ¿puedo decir cosas inapropiadas,
cosas relacionadas con sexo?
IvyMac: Claro. Piensa en mí como si fuera otro chico. Con una vagina.
GrayG: *estremecimientos*. Es A o B, no C. Tuve este sueño donde tú
estabas chupando mi 8==> pero cuando miré hacia abajo, descubrí que en realidad
tú eras una cabra… ya sabes. Entonces realmente me desperté con un fuerte grito
que me hizo caerme de la cama. Y ahora vivo con un terror mortal hacia las cabras.
IvyMac: ¡Me cago de la risa! ¡Gray tuvo una chupada de una cabra!
GrayG: >:-[
IvyMac: ¡Gray tuvo acción con una cabra! ¡Heeeee! *Cae muerta de la risa*
GrayG: Apestas, ¿lo sabías?
IvyMac: No, ¡la cabra lo hace! *muero de nuevo* ¡mis costillas, mis costillas!
GrayG: Sigue riéndote, graciosita.
IvyMac: Está bien. Ya me controlé. Aw, Pastelito, estoy tan contenta que
seamos amigos. Significa mucho para mí. Me siento segura contigo. Como que
puedo ser yo sin preocuparme por el sexo y esas cosas. O algo.
IvyMac: Estoy divagando. No me hagas caso.
GrayG: Cariño, tu amistad es un puto regalo. No vuelvas a dudar de ello.
extrañe?
IvyMac: No. Me gustaría estar allí ahora. También te extraño.
IvyMac: Está bien. Estoy a punto de entrar a otro túnel. Te mensajeo
después, Pastelito.
GrayG: También lo haré. Gracias por escuchar, Mac.
Al siguiente día…
GrayG: Todo con Drew está bien. Se disculpó por ser un idiota. Lanzamos el
balón en el día. Él no había tocado uno en un largo tiempo, así que fue bueno.
IvyMac: Qué bien. Estoy tan contenta. Sé lo mucho que él significa para ti.
GrayG: Pasaré el rato con él y su novia, Anna. Ella te agradaría. También es
una descarada. Pero ya sabes, no una “extra especial salsa” como tú.
IvyMac: Estás arriesgando tus bolas diciéndome salsa especial. No creas que
no lo haré cuando nos encontremos.
GrayG: Allá vas, hablando de mis bolas nuevamente. Un día, alguna vez
tenemos que hablar sobre la fascinación que tienes con ellas.
IvyMax: Claro, podemos hacerle frente, y entonces tu puedes cojear de
regreso.
GrayG: Puras amenazas vacías, Mac. Sabes que no puedes herirme. Me
amas demasiado.
IvyMac: Como sea, Pastelito. Diviértete esta noche. Algún consejo: no
menciones tus nueces esa es la regla básica para una buena amistad.
GrayG: Maldita sea, ¿me lo dices ahora? El tema de mis bolas siempre ha
sido la apertura de las conversaciones. O.o
IvyMac: Mejor cuanto más sepas, Gray.
GrayG: ¿Qué haría yo sin ti como mi guía?
IvyMax: Es mejor no pensar en eso, Pastelito.
GrayG: Sí, la idea es demasiado terrible. Mantente a salvo, Ivy. Te mandaré
mensajes después. ¿Estarás?
IvyMax: Sí. No creo que pueda conciliar el sueño sin un mensaje tuyo todas
las noches.
GrayG: Te echo de menos.
IvyMac: También te echo de menos.
Días más tarde y varios textos…
Gray
Si la vida me ha enseñado algo es a apreciar lo que tienes. Da algo por
sentado y aquello se ha ido antes de que siquiera te des cuenta que lo tuviste.
Aprendí la lección de mi mamá, aunque deseo todos los días que no lo hubiera
hecho. Un día me horneaba pastel de manzana y me recordaba que estudiara
después de la práctica de fútbol, al siguiente día me estaba tirando a un foso
diciéndome que tenía cáncer. Infiernos, recuerdo cada palabra de la conversación.
Cada puta palabra perforando mi carne como si fueran clavos. Pero
particularmente, recuerdo como terminó: Vive cada día al máximo, Gray. Aprovecha tu
vida al máximo, prométeme eso.
Y lo hago. Lo sigo haciendo. Disfruto el momento. Me divierto. Me empapo
de la vida y me follo el resto.
En realidad es muy simple. En parte porque es divertido. Disfruto de las
mujeres porque las amo. Me encanta su dulce aroma, su risa como música y sus
suaves curvas. Juego fútbol porque es el mejor jodido juego en la tierra. Y en su
mayor parte, porque me divierto.
Solo que ahora, vivir el momento es cada vez más difícil de hacer. Mi
atención va hacia el futuro. Me encuentro con ganas del futuro. Aquí. Todo por
culpa de Ivy Mackenzie.
Es extraño. Tengo amigos. Algunos chicos del equipo. ¿Drew? Es como un
hermano para mí. Entonces, ¿por qué siento está intensidad en mi amistad recién
descubierta con Ivy? No estoy seguro. Solo ha pasado un poco más de una semana
de mandarnos mensajes sin parar, pero ya se ha convertido en algo esencial, un
punto brillante en mi vida.
Tal vez demasiado brillante, porque la extraño y quiero verla. Esa es la
15
verdad, tan débil como suena. No quiero estar sobre el banco haciendo
Página
Ivy
La mayoría de las personas odian los aeropuertos. Entiendo eso. Siempre
estás apurado, arrastrando el equipaje, tal vez con miedo a volar, y definitivamente
molesto por las atroces revisiones de seguridad. Aun así, para mí, hay un aire de
emoción en un aeropuerto. Al menos como viajero. Porque vas o llegas de alguna
parte. Solo por eso, me encantan los aeropuertos. ¿Pero mi cosa preferida? Las
puertas internacionales.
Amo esas puertas. Me encanta observar a las personas esperando con
anticipación, casi nerviosos por la llegada de sus seres queridos. Me encanta ver
cómo sus caras se iluminan, la gente llora de la alegría y risa e incluso con lágrimas
cuando ven a esa persona especial. Madres, padres, hermanas, hermanos, amigos,
novios… en un sinfín de reuniones.
Años después del divorcio de mis padres, solía ir al aeropuerto simplemente
a sentarme en una de las sillas de piel agrietadas y absolver todo el lugar. Al
menos aquí, se puede ver el lado bueno del amor.
De nuevo estoy aquí, en la puerta de llegada. Solo que esta vez, soy yo la
que llega. Y no hay nadie aquí para recibirme. Ni mi hermana. Ni mi papá.
Después de estar en un avión casi ocho horas, mis ojos se sientes pesados,
mis rodillas duelen de estar apretadas en un espacio demasiado pequeño y
probablemente huelo mal. Es difícil de decir; pero mis compañeros de viaje
también apestaban, convirtiéndonos en una gran masa móvil de apestosos. O lo
éramos. Ahora la gente es recibida con los brazos abiertos mientras se abrazan.
Exploro la multitud por una cara familiar, tratando de no estar decepcionada
cuando no vea una.
Muy rápido se hace evidente que me han olvidado. La multitud se hace más
pequeña y quedan algunas personas esperando por la próxima ola de pasajeros
para ser atendida por la aduana.
Agarro el mango de mis maletas con enormes ruedas, voy hacia un asiento y
me pongo cómoda. Mi móvil está muerto y la pantalla está inútilmente negra.
—Mierda —murmuro, parpadeando con fuerza antes de pasar una mano
por mi cara. Quiero preguntar por qué mi papá o mi hermana no están aquí, pero
si lo hago, tal vez podría llorar. Y no quiero llorar aquí.
No debería estar sorprendida. Ser la hija de Sean Mackenzie significa
esperar a que sus clientes estén apaciguados, evitando crisis y ocupándose de
contratos. Teniendo en cuenta que mi papá es uno de los mejores agentes
deportivos del país, casi no hay un espacio para mí. Sin embargo, uno pensaría que
el famoso Big Mac, como el mundo de los deportes le apoda, recordaría venir por
mí. O al menos decirle a mi hermana, Fiona, que me buscara.
Solo están atrasados. Están atados al tráfico. Lo han estado un año. No se perderían
tu regreso a casa.
En un minuto me levanto, y busco un contacto para cargar mi teléfono para
entonces llamar a papá. Pero ahora mismo, no me quiero mover. He estado
sentada por horas y de repente estoy demasiado débil para cualquier tipo de cosa,
a excepción de estar sentada. Lo que es peor, sin móvil, no puedo parecer ocupada,
como si estuviera sentada intencionalmente por mi cuenta. No puedo desplazarme
por la pantalla y comprobar Facebook, pretendiendo que estoy haciendo algo
importante. No puedo mandarle mensajes a Gray, lo cual es irónico ya que a
propósito no le dije que estaba aquí, porque en su lugar le quería dar una sorpresa.
Solo puedo quedarme sentada en perfecto silencio mientras el mundo se
mueve más allá de mí.
Los viajeros caminan hacia diferentes partes, unos a paso ligero, otros más
apurados, usualmente van con sus familias. Visto todo junto, esos pasos establecen
un ritmo casi hipnótico. Tal vez por eso me doy cuenta de la persona solitaria
flotando a máxima velocidad por un pasillo. Un chico. Y está corriendo.
Sin hacer nada, lo observo. Fácil, es una cabeza más alto que cualquiera en el
19
aeropuerto. Incluso desde esta distancia, esa cara se cierne sobre el mar en
Página
21
Página
Gray
No puedo creer que la tenga en mis brazos. Ivy Mackenzie. Aparte de Drew,
nunca he hecho clic con alguien con tanta rapidez. Ahora está aquí.
Y Dios, se siente tan bien. Sólida, real. Suave, cálida. Huele a comida del
avión: café y viajeros. No es el mejor aroma. Pero debajo de eso, hay un indicio de
aroma femenino, como azúcar y vainilla. Lleno mis pulmones y siento una
punzada de alarma, ya que en mi cabeza soy codicioso. No es la forma de pensar
de mi mejor amiga. Y si nota mi reacción, me sentiré como un sucio pervertido.
Debería dejarla ir. Dar un paso atrás.
Sin embargo, y no totalmente inesperado, la cautela me golpea. ¿Y si ya no
va como antes? ¿Y si ahora que estamos cara a cara todo se incomoda? Nunca he
tenido una mejor amiga. Realmente nunca quise una.
Una parte de mí no quiere dejarla ir porque entonces tendremos que hablar,
mirarnos a los ojos. Otra parte, solo quiere abrazarla porque se siente tan
condenadamente bien. Perfecto. Pero no podemos estar aquí para siempre.
También se aferra a mí. Sus largas piernas se envuelven en las mías. Tal vez sólo
está nerviosa. La idea me da el valor para soltarla y dejarla deslizarse.
No va muy lejos. Es alta. Una amazona alta. No esperaba eso. Pero me
gusta. Mido 1.98 y peso ciento trece kilos de puro musculo, lo que significa que las
chicas suelen ser muy pequeñas comparadas a mi tamaño. Constantemente me
tengo que agachar para envolver un brazo a su alrededor y mucho más para
besarlas. ¿Y jodidamente aparte? Me preocupo de aplastar algunas chicas.
Literalmente.
¿Pero Mac? Mide alrededor de los 1.80 metros. La parte superior de su
cabeza se adapta muy bien debajo de mi barbilla. Y a pesar que no hay alguna
parte con grasa, no es una ramita cualquiera. Solo hay extremidades largas y
curvas, suaves y dulces.
Mierda. Me la estoy comiendo con los ojos. Doy un paso atrás y la miro a los
ojos. No puedo evitar sonreír. Estoy tan jodidamente feliz de verla, que da un poco
de miedo.
—Lo siento, no te reconocí —le digo, todavía nervioso—. Te ves… diferente
a la foto que tu papá tiene en su escritorio. —Es lo único que había visto de ella.
Mac arruga la nariz en disgusto. —Dios, ¿es una de mis quince años?
—Estoy bastante seguro que es la única. —Estoy tratando de no reírme, pero
es difícil y ella se da cuenta.
Su ceño crece. —Esa es una horrible foto. Voy a matar a papá por dejarla a la
vista del mundo.
No la culpo. Era una adolescente con cara redonda. En mi mente todavía la
miro de esa forma: mejillas regordetas, nariz de botón y grandes ojos marrones.
La realidad es diferente. Sus ojos todavía son grandes y marrones bajo unas
cejas casi en línea recta, pero la grasa en su cara de bebé se ha ido. Sus majillas son
altas y definidas, su mandíbula es una curva suave.
Su brillante cabello castaño oscuro está bastante corto, descansando justo
encima de sus hombros, con un flequillo sobre sus ojos. Normalmente me siento
atraído hacia las mujeres que llevan el cabello largo y fluyente, pero el corte de
Mac es una especie de los setenta.
Mi chica, me doy cuenta, es caliente. No es la obvia gatita caliente o la
vecina de al lado, pero sé que esconde una especie de virtud caliente por debajo.
Con el ceño fruncido, agarro su equipaje. —Vamos a llevarte a casa.
Caemos en un ritmo suave, sus largas piernas al compás de las mías, que eso
es tan nuevo para mí que me encuentro en un relajante paso natural, no como los
más cortos que suelo dar alrededor de las mujeres.
No puedo dejar de mirarla. Es raro, cada línea y curva es completamente
nueva para mí y sin embargo, familiar hasta los huesos. Joder, esta chica se está
convirtiendo en una mina emocional. Pero eso no me hace menos feliz. —Tu padre
envía disculpas.
—Apuesto que sí —murmura, su dolor e ira bajando por la superficie. Y me
siento como una mierda por ella, y más que un poco molesto con Big Mac por la
manera en que la hiere.
—Está atascado…
—Cuidando a un cliente. —Termina para mí con un gesto de mano—. Lo sé.
23
—Un pequeño suspiro la abandona—. Estoy acostumbrada, créeme.
Página
Lo hago. No significa que sea mejor, sin embargo. Me hace ponerme más
furioso con su padre.
—Hubiera estado aquí a tiempo, pero… —Caray no quiero decirle que
acababa de responder la llamada para venir por ella. Pero se da cuenta y su boca se
inclina en una sonrisa.
—Así que supongo que se lo pidió a Fiona. Solo que Fi no podía, así que te
lo pidió a ti. —Frunce el ceño—. ¿Cuál fue la excusa de Fi, lo sabes?
—Al parecer estaba vomitando sus entrañas. Él dijo que tenía fiebre.
—Oh. —El disgusto de Mac baja visiblemente—. Pobre Fi.
No he conocido a la hermana menor de Mac. Solo sé que va en un colegio de
niñas locales, donde he recogido a pollitas durante mi primer y segundo año. Pero
no le voy a decir eso a Mac. En verdad me da pena ser un “puto”. Estúpido
término. Personalmente prefiero, “igualdad de oportunidades para follar como
maestro”. De nuevo, no le diré eso a Mac.
—¿No te importa, verdad? —pregunto mientras nos dirigimos hacia el
brillante sol—. ¿Qué venga por ti?
—No —dice rápidamente, tal vez demasiado rápido—. ¿Por qué debería
importarme?
Me encojo de hombros. —No me dijiste que vendrías a casa. —Hasta que las
palabras salen de mi boca, no creo que lo que he dicho duele.
Es peor cuando ella hace una mueca. —Sí, lo sé… —Mira hacia abajo, a sus
zapatillas converse rojas mientras camina—. Tuve que decirte. Solo que…
—Ivy —advierto, diciendo su nombre por primera vez. De alguna manera
extraña, es íntimo y no sé por qué siento eso.
—Está bien, está bien. —Se apresura hacia delante—. Es una estupidez. Yo
solo. A la mierda. —Me mira y hay acero en esa mirada, como si estuviera
preparándose—. Lo quería hacer, claro que lo hice. Planeaba sorprenderte mañana.
Pero no sé, tenía miedo. Qué pasa si….
—Incómodo —comienzo a decir y aligero el paso, especialmente cuando me
sonríe, con las mejillas sonrojadas.
—¿También te preocupaba?
—Bueno, sí. Quiero decir, ¿qué si no te gustaba en persona? Hemos sido tan
cercanos… —Paro, estrangulado por mi propia incomodidad. Y ahora es tan
jodidamente incómodo. Brillante.
Ella resuelve eso con un brazo alrededor de mi cintura y un apretón. La
acción envía calor directamente a través de mis venas y me encuentro
inclinándome en su abrazo.
—Me alegro que estés aquí, Gray. —Sus dedos presionan mi costado—.
Estoy muy contenta.
Oficialmente acabo de conocer a Ivy Mackenzie, y me doy cuenta que la he
extrañado por lo que parecen años. —Yo también.
25
Página
Ivy
A pesar que es mi coche, le pido a Gray que conduzca. Y,
sorprendentemente, no acepta tan simple. —¿Estás segura? —Cuelga las llaves en
la punta de su dedo, como si quisiera que se las arrebatara.
—En este momento puedo hacer que nos salgamos de la carretera. Sea mi
chofer, señor.
—Bueno, está bien. —Me abre la puerta y señala con un ademán—. Su
rosado coche la espera, mi señora.
Ah, mi pequeño rosado Fiat. Lo he echado de menos. Gray odia el coche, y
entiendo eso. Él es demasiado grande para este, demostrado por la forma en que el
asiento ha sido empujado hasta atrás al ras y sin embargo, todavía tiene que
empujar el volante mientras murmura maldiciones.
Por semanas he tratado de imaginar a Gray conduciendo este coche. Nada le
hace justicia a la realidad. Sus músculos se aprisionan y contraen, sus hombros se
encorvan y sus largas piernas se doblan torpemente. El volante se ve delicado
debajo de sus grandes manos.
—Oh, esto es tan impresionante —digo, apenas conteniendo mi risita.
Gray voltea para verme, sin embargo sus ojos azules están sonriendo. —Por
eso querías que yo condujera, ¿no?
—En parte. Es que te ves tan lindo. —Le doy un pellizco a su mejilla.
Él le da un manotazo a mi mano, conteniendo la risa. —Pequeña punk. Juro
por Dios que encontraré una manera de regresártela.
—Estoy tan asustada.
De pronto estamos conduciendo por la autopista. A pesar de la restringida
posición de Gray, maniobra el coche con facilidad. Lo puedo imaginar en el campo,
con sus reflejos trabajando a la perfección junto con su cuerpo. Debe ser una
hermosa vista. Quise ver grabaciones de sus juegos, pero igualmente estaba
asustada de ver su imagen, por lo que me daba miedo verlo jugar. Una parte de mí
no quería saber. Pude haber estado demasiada tímida, demasiada enamorada de
su talento si sabía esas cosas.
Ruedo la palanca de la ventana para bajarla un poco y el aire frío con olor de
asfalto entra. —He extrañado el olor de América.
Me mira. —¿Estados Unidos tiene olor?
—Sí. No me pidas que lo describa, pero lo hace. Inglaterra tiene demasiados
olores. —Apoyo la cabeza contra el reposacabezas y veo al mundo pasar—. Los
coches se sienten diferentes cuando se están conduciendo del otro lado. ¿Sabes
cuánto tiempo me llevó averiguar la manera de cruzar la calle en el tráfico? —
Suspiro, la sensación de regresar a casa de hunde más en mis huesos—. Me
encantó estar en Inglaterra. Pero ahora que estoy aquí, me doy cuenta de lo mucho
que extrañé mi hogar.
El antebrazo de Gray rosa con mi rodilla mientras alcanza el soporte para su
iPhone. Se desplaza por la selección de canciones antes de dejarlo. American Girl de
Tom Petty llena el espacio. Gray me sonríe descaradamente y también lo hago. —
Solo la mitad americana —digo—. Mi mamá es británica.
Se ríe entre dientes. —Ya lo noté.
En toda la canción, no hablamos, simplemente conducimos. Es tan extraño y
a la misma vez completamente normal. Tengo tanto que decirle a Gray ahora que
no estamos limitados a los mensajes de texto. Pero eso puede esperar. Algo en él
me empuja a solo disfrutar el momento. —¿Puedo hacerte una pregunta? —dice
cuando la canción termina.
Mis labios se aprietan. —Por lo general cuando alguien te dice eso está a
punto de insultarte.
Da una risita, las comisuras de sus ojos se arrugan en buen humor. —
Suficientemente justo. Y mi pregunta probablemente será interpretada como un
insulto. 27
—Mmm. —Lucho contra una sonrisa. No puedo evitarlo; conducir con Gray
me hace feliz—. Bien entonces. Pero cuidado, muerdo cuando me provocan.
Página
el presente. Creo que es más fácil para nosotros simplemente disfrutar de uno al
otro. Pero cuando me enfrento con decirle mis planes, el malestar hincha mi
vientre. He planeado mi vida, pero aquí y ahora no quiero mirar esos planes.
Limpio mis manos con una servilleta antes de dar un largo trago de
limonada. —Técnicamente, no estoy en casa. ¿Sabes que el último año he estado
con mi mamá, aprendiendo como llevar a cabo una de sus panaderías? —Mamá es
una panadera de primera clase. Posee y dirige tres panaderías de gran éxito en
Londres. Su especialidad el pan y los pasteles.
Gray asiente y yo tomo un respiro, mi interior de repente inestable y frío. —
En la primavera, regresaré a Londres y me haré cargo de su panadería en Notting
Hill. —Aparte de su locación en Chelsea, es su tienda más lucrativa. Permitirme
dirigir el lugar es una gran responsabilidad y confianza.
El silencio me saluda. Gray frunce el ceño como si no me hubiera escuchado,
pero después su pecho sube y baja en un soplo y se aclara la garganta. —¿Te vas de
nuevo? ¿Para vivir en Londres?
—Sí.
La luz del sol golpea el lado de su cara, destacando las fuertes líneas de su
nariz y mandíbula, mientras se voltea para mirar fuera de la ventana. La curva de
su labio inferior más carnoso se presiona en una sola línea. Y entonces me mira. —
¿Cuándo regresarás?
—Marzo. —Mis dedos enroscan la servilleta grasosa en mi regazo—. Me
especialicé en negocios. Siempre me gustó repostería. Todo encaja. Y de esa
manera, puedo pasar más tiempo con mi mamá. Estaba tan feliz de tenerme con
ella el año pasado.
Asiente, sin mirarme, pero recoge los huesos de pollos dispersos en la
canasta roja frente a él. —Eso es bueno, Mac. En verdad… bueno. —Se sacude un
poco, entonces levanta la cabeza. Su sonrisa es amplia y sin preocupaciones. Puede
ser forzada. No lo sé. Solo siento esta extraña sensación de pérdida y culpa. Pero él
no me deja hundirme—. Así que tenemos unos buenos meses antes de que tomes
la tormenta de la repostería. ¿Qué harás aquí?
Me relajo contra el asiento de la cabina. —Voy a estar con Fiona. Ella va a la
universidad de aquí y papá también vive aquí por el momento. Tiene un
apartamento en New York y una casa en Los Ángeles, pero papá siempre ha sido
sobreprotector con Fi y no confía en ella para estar sola.
Gray frunce el ceño, haciendo una pausa para comer otro pedazo de pollo.
—¿Pero no se preocupa por ti?
—No, soy como caucho, siempre rebotando. Fi es la frágil. —Me encojo de
hombros—. Siempre ha sido así. “No te preocupes por Ivy, ella es firme”, “protege
los sentimientos de Fi a toda costa, ella se romperá si no lo haces”. Francamente es
una mierda. Fi y yo somos más parecidas de lo que parece. Pero así es como
nuestros padres nos ven.
—Lo entiendo —dice Gray—. Es lo que los padres hacen. Nos ven como
quieren vernos. En términos más simples, en definiciones más convenientes.
—¿Acabas de citarme El Club de los Cinco? —pregunto divertida.
—Buena atrapada. —Sonríe, atrayendo mi atención a su boca. La curva es
exuberante y dulce, así como masculina. Incluso cuando está relajado, sus labios
tienen una sonrisa—. ¿Así que vivirás con Fiona?
—Sí. Fi vive en la casa de huéspedes detrás de la casa de mi papá. Me
quedaré con ella.
Gray chisporrotea su bebida. —Espera. ¿Tu padre tiene una casa lo
suficientemente grande para tener una casa de huéspedes, pero ustedes no viven
con él?
—Fi se niega a vivir con él. Pero a ella le encanta la casa de huéspedes así
que… —Niego—. Lo sé. Somos patos extraños.
—Tú eres un pato lindo. —Gray alcanza mi cabello. Su tacto es cálido,
familiar y sin embargo completamente nuevo para mí. No puedo dejar de mirarlo.
Atrapa mi mirada y simplemente sonríe. —Lo sé.
—¿Qué sabes? —Mi voz extrañamente se ha puesto suave, cálida y con
felicidad extendiéndose a través de mí.
Sonrojo llena sus mejillas mientras se inclina adelante, apoyando los
antebrazos en la mesa. Y noto otra cosa sobre él, su cuerpo de alguna manera
siempre está en movimiento. —Bueno, esto probablemente va a sonar insultante —
dice—, pero no está destinado a serlo.
—Ya estoy totalmente alentada —digo.
Hace una mueca, pero no se detiene. —Cuando tenía dieciséis años, compré
mi primer coche. Mi camión. Era un pedazo de mierda, un Ford F100 1983.
—No me gusta el sonido de esto, pero sigamos. 35
Una sonrisa crece en su cara. —Era viejo, pero pude imaginarme cómo se
vería ella algún día.
Página
—¿Ella?
—Sí, ella. ¿Le prestas atención a la historia, Mac?
—Lo siento. —Sonrío—. Continua.
—Así que pasé el verano en la casa de Drew, arreglándolo con la ayuda de
su padre. John Baylor era impresionante de esa manera. Nos supervisó,
enseñándonos a Drew y a mí lo que teníamos que hacer, pero dejándonos
aprender. Reconstruimos el motor, arreglamos el exterior, encontramos un nuevo
interior para ella. El día llego en que el camión estaba terminado. —La expresión
de Gray se vuelve interna—. Dios, ella era perfecta, negra brillante con un interior
en crema. Me senté en el camión durante todo el día, simplemente mirando sus
líneas, pasando mis manos sobre el asiento de cuero. No podía dejar de mirar. —
Sus ojos se encuentran con los míos y parece que yo estoy conteniendo la
respiración—. Debido a que el sueño finalmente se convirtió en realidad.
Mi garganta se contrae y trago saliva. —Pastelito…
Gray se sonrojó en un rosa profundo. —Sé que es cursi. Pero pensé en eso.
—Su mirada va a la mía—. Tú finalmente estás aquí y no puedo dejar de mirarte.
De repente es demasiado. Las líneas rojas de la mesa se desenfocan mientras
parpadeo hacia él.
—Mierda —murmura Gray—. No debería haber dicho eso. Era un
cumplido, lo juro. Lo retiro si…
—No te atrevas —chasqueo, levantando la cabeza—. Fue lo más bonito que
alguien me ha dicho.
Su sonrisa es de lado y un poco insegura. —Entonces tendremos que
trabajar en el registro.
Sé que está tratando de aligerar las cosas y probablemente lamentó decirme
la historia. Y también como que lo lamento, porque él se ha convertido en una bola
de sentimientos. Mirando al increíble hombre precioso, dulcemente reflexivo que
ahora es mi amigo, siento una punzada de perdida. Desde el principio, lo puse
firmemente en la zona de amigos, no queriendo desarrollar sentimientos por un
chico que sé que es un jugador y me trata como su mejor amigo hombre. Y eso
estaba bien, porque que quiero la amistad de Gray. La aprecio.
Solo que ahora me pregunto si he cometido un error. ¿Hubiéramos sido más
que amigos si no hubiera dibujado esa línea? Pero ahora eso no importa, ahora
somos amigos, y no hay manera de que me arriesgue por soñar con algo más.
Además, en pocos meses estaré de vuelta en Londres con todo un océano
distanciándonos.
Le sonrío a Gray, discretamente poniendo una mano en mi pecho dolorido y
tratando de presionar esa sensación de pérdida lejos.
Ivy
Cuando Gray se detiene en la entrada circular de la casa de mi papá, deja
escapar un lento silbido. —Eso sí que es una casa.
Es una monstruosidad. Es una de las nuevas mansiones del sur que intentan
parecerse a un castillo, pero con ladrillo de piedra y azulejos terracota, y tiene una
evidente novedad que nunca se desvanecerá en la gentileza. Sé que mi papá se
enfurece porque nos negamos a vivir en ella, pero él raramente está en casa y el
lugar hace eco, literalmente, cuando entras. Fi y yo mantenemos la esperanza que
él perderá su esperanza y se encuentre bien viviendo en una bonita casa de pueblo
más adecuada para nuestra pequeña familia.
Miro hacia la casa. —A veces cuando miro este lugar, me siento como la
mayor imbécil.
Gray se ríe por la sorpresa. —¿Por qué?
—Sé que muchas personas matarían por vivir aquí. Y yo no lo quiero. Odio
este lugar. Y, no sé… me siento como una ingrata.
El inclina la cabeza hacia atrás para mirar mejor la casa. —No sé, Mac. No
me parece particularmente hogareña.
Lentamente, niego con la cabeza. —Pero no debería quejarme. He vivido
toda mi vida completamente mimada. Tomo el dinero que mis padres me dan y
nunca he tenido que valerme por mí misma. ¿Qué tipo de persona me hace eso? 37
—Mi amiga. —Cruza sus grandes brazos sobre su pecho y me da una
mirada dura—. No te eches la culpa. Infiernos, Mac, has trabajado hasta el culo y te
Página
cuerpo está pegado al mío. Besa la parte superior de mi cabeza. —Yo también, Ivy
Mac.
Me obligo a soltarlo y suavizar su camisa arrugada antes de retroceder por
completo. —Será mejor que vaya a ver a Fi.
Las comisuras de sus ojos se arrugan mientras acaricia mi barbilla con sus
nudillos. —Te llamo más tarde, ¿bien? —Duda por un momento más. Y después se
va, dejando la casa en completo silencio.
Es decir, hasta que Fi sale con un gemido. —¿Ya puedo salir?
Me río. —No. Quédate donde estás. Voy a buscarte.
—Estoy en tu habitación. Vomitando en tu cama porque no me avisaste que
traerías un chico caliente a la casa, maldita.
Nuestras habitaciones rodean la sala, más cerca de la cocina. Voy hacia allá
con una sonrisa. —¡Lo siento! En verdad lo hago.
—Sí, claro. —La voz de Fi se hace más clara cuando entro a mi habitación.
Pero me detengo y tomo una respiración por el shock. Ya que también mi
habitación está redecorada. —Fi… guau.
—Sorpresa —dice débilmente mientras se deja caer en mi cama.
Toda la habitación está en tonos crema, las paredes, el mobiliario, la
alfombra de felpa. Nunca había pensado en ello, pero es tan tranquilo y sereno,
instantáneamente estoy enamorada. La cama es un enorme dosel blanco. Ya que Fi
conoce mi estilo, optó por hacer algo femenino, pero con algo clásico.
—Quedó hermoso —le digo.
—Bueno, pensé que podríamos añadir algunos toques de color aquí y allá, si
lo deseas. —Me quito los zapatos y me dejo caer en la cama junto a ella. El edredón
me traga con un suspiro.
—Es perfecto. Me siento como en una nube.
Fi me da una sonrisa débil y cierra los ojos. —Bueno. Quería que fuera una
nube.
—¿Cómo estás? —Toco su frente y la encuentro húmeda.
—Me siento como mierda en un zapato. No es la bienvenida que planeaba.
—Lo haremos mejor cuando te recuperes. —Ya que está enferma, le beso el
hombro en vez de la mejilla—. Te extrañé, Fi-Fi.
A esto, ella se gira y sonríe. —También te he extrañado, Ivy Weed. —Pero
hace una mueca y sus cejas se juntan—. ¿Y qué mierda? ¿Por qué no me dijiste que
Gray era guapísimo? Infiernos, podría reconsiderar mi prohibición a los jugadores
de fútbol. —Fi ha canalizado su resentimiento al trabajo de papá en una aversión a
todas las cosas deportivas.
—¿Honestamente? No lo sabía. No habíamos intercambiado fotos o algo.
Ella resopla. —Solo tú te puedes hacerte amiga de un chico y no tener una
idea de cómo luce.
—Y no lo quería saber —admito—. En verdad no lo puedo explicar, pero si
sabía cómo lucía, nuestra distancia se iba a sentir más real, iba ser más difícil estar
a cuatro mil ochocientos kilómetros de distancia. —La confesión me da una
extraña sensación de expuesta y me acurruco más contra mi cama.
—Estoy bastante segura que si lo hubieras descubierto hubiera sido peor —
acuerda Fi con una mueca—. Quiero decir, dime que cuando lo viste por primera
vez no pensaste: ¡Santa biblia caliente, es Batman!
—Estaba… sorprendida. —Había estado anonadada—. Pero nunca pensé
que fuera feo o algo. —Y aunque Gray hubiera sido menos que atractivo, no habría
importado. Tiene carisma a morir.
—Casi se me hace agua la boca cuando lo vi —parlotea Fi—. Je-sús, él es
caliente. Y jodidamente enorme. Una verdadera montaña sexy. —Ella hace
movimientos exagerados—. En serio, Iv… podrías escalarlo como el Everest,
acampar en su polla y quedarte en él el resto de la mañana.
—¡Fi! ¿Quieres parar? —Mis mejillas arden por la imagen que puso en mi
cabeza.
—¿Por qué? Es verdad. Y apuesto que estás de acuerdo. —Estrecha los
ojos—. Lo haces. —No es una pregunta.
Abrazo una almohada. —Es mi amigo. No pienso en él de esa manera.
—Un amigo que me gustaría follar.
Me tambaleo y la miro. —Ni siquiera pienses en eso.
La expresión de Fi es puro placer. —Bromeaba. Pero parece que alguien ya
es territorial.
—Claro que lo soy. Él es increíble. Una de las pocas personas con las que he
hecho clic al instante. Y no voy a estropear eso con… con… emociones. —Muevo
mi mano con irritación, casi golpeando a Fi en la cabeza en el proceso.
41
Ella se agacha y se deja caer de nuevo en la cama. —Algo me dice que las
Página
emociones van estar involucradas después de todo. Pero no tienes que preocuparte
por mí. Tengo novio. Jake. Es de último año y es hermoso.
—¿No es el que usa camisas de cuadros y conduce un Porsche rojo?
—Ja ja. Aunque tiene un parecido con Jake Ryan. Hmm… me pregunto si
podría ir con un Porsche a esperarme frente a la iglesia. —Fi mordisquea su labio
inferior como si estuviera imaginando recrear la escena de la película Dieciséis
Velas.
—Primero tendrías que ir a la iglesia —digo—. Que te pondría en riesgo de
ser tocada por un rayo.
—Como si tú pudieras hablar. —Me mira fijamente—. Te doy un mes antes
de que saltes por los huesos de Gray. Y te doy todo ese tiempo, porque sé que eres
obstinada.
—¿No deberías estar durmiendo?
—Ya dormí mucho. Puede que en un futuro cercano vomite, pero te avisaré
cuando.
Haciendo una cara de náuseas, balanceo mis piernas a un lado de la cama.
—Brillante. Iré a la ducha para sacarme la peste del avión.
La voz de Fi me sigue mientras me escapo al baño. —¡Me alegro que estés
en casa, Iv!
—Me alegro de estar en casa, Fi —digo de regreso.
—¡Te reto a que no pienses en esa montaña sexy de hombre mientras te
tocas tus partes de mujer!
Azoto la puerta ante su malvada risa.
Gray
—Así que… —La voz de Drew viene desde el otro lado en un grito que
golpea mis oídos—. Háblame de esa tal Ivy.
Miro a mi mejor amigo. Estoy en su casa porque finalmente estoy
consiguiendo mi camión de regreso. Anna tomó prestado el coche de su madre que
es automático, así que él ya no necesita el mío. Más o menos protesté que él podía
quedarse con el camión un poco más de tiempo, pero la verdad que he extrañado a
mi vieja chica. Drew, por otra parte…
El hijo de puta está recostado en una silla de sol, tomando una bebida de
frutas que Anna le hizo mientras yo me rompo el culo corriendo de ida y vuelta
entre conos separados por diez yardas cada uno. Mis muslos queman, mis
pulmones están en llamas. Y aún así voy más rápido. Gruño mientras me agacho
para tocar un cono antes de ir por otro.
—Ella no es… “esa Ivy” —jadeo. Me inclino, toco, giro, corro—. ¿Y qué hay
que decir? Ella es… —Toco el siguiente cono—. Mi amiga.
—Hmmm —Drew toma un trago desde la pajita, Jesús, la bebida hasta tiene
una pequeña sombrilla. Juro que él puso esa mierda cuando ya estaba conmigo.
Estamos a cuarenta grados y está actuando como si estuviera en la playa—. Y sin
embargo, te has conectado a tu móvil como si este se hubiera convertido en tu
segundo pene.
—No le veo el problema a eso —gruño—. Dos penes, doble diversión. —
Una. Ronda. Más. Mierda.
Drew me observa con esa mirada suya que siempre ve más de lo que debe.
Hay una luz malvada en sus ojos que parece demasiado contenta para ser cómoda.
—Sí claro, por mucho que me encantaría hablar sobre tus inquietantes fantasías de
tener dos penes, y créeme, en verdad debemos discutir eso, prefiero hablar de tu
nueva novia.
43
Corro hacia el último cono, jadeando mientras agarro mi botella de
Página
Gatorade, lo tomo con suficiente entusiasmo que la bebida corre por mis mejillas y
gotea en mi pecho sudado. El sudor pica mis ojos y me duele todo el cuerpo, una
sensación de zumbido me hace temblar. ¿Es enfermo que me guste la sensación de
empujar mi cuerpo al límite? Es lo más cerca que se puede llegar a sentir del sexo y
sin el incómodo, “gracias nena, nos vemos” en el camino.
Drew me lanza una toalla mientras la botella todavía se encuentra en mis
labios. Atrapo la toalla en el aire sin mirar y después la uso para limpiar mi cara.
Cuando le arrojo la toalla húmeda, Drew se tambalea en sus pies, el yeso
encerrando su pierna izquierda hace sus movimientos torpes.
Aunque nunca lo admitiría, esa visión me duele. Hasta el brutal saqueo que
rompió su pierna, Drew fue nuestro quarterback titular y jefe del equipo. La lesión
le puso fin a su temporada. Y por mucho que odie pensar en ello, me temo que sin
él, nuestro equipo perderá. Éramos una máquina bien aceitada, un equipo
jodidamente brillante. ¿Ahora qué? El campeonato es pronto y nuestra chispa está
apagada.
Peor aún, no me gusta ver a Drew cojeando porque sé lo mucho que lo
tortura. Sin embargo, él parece estar mejor en los últimos tiempos. Gran parte de
ello se debe a su novia, Anna. Según Drew, estar enamorado mejora las cosas para
algunos chicos. Personalmente, creo que una constante dieta de sexo con una chica
caliente lo hace, pero, ¿qué sé yo?
Lo que me recuerda… tiro mi botella vacía y lo miro fijamente. —Ivy es mi
amiga, quien resulta ser una chica. No es mi novia. Hay una gran diferencia con
ello, mejillas dulces.
—Ja. —Agarra una pelota de fútbol desde el lado de su silla—. Te das
cuenta que cuando un chico define esa diferencia, es porque se miente a sí mismo.
Resoplo. —Lo único que quieres es que tenga todos esos ojos tontos de
enamorado como tú lo haces. Y entonces ya no te verás como un tonto en
comparación.
Sonríe. —Buen intento, Gray-Gray. Ahora escúpelo.
Trotando hacia la parte trasera del patio de Drew, consigo que me lance la
pelota. Pude haber ido a practicar al estadio de la escuela, pero quiero hacerle
compañía a Drew y cuanto más pueda conseguir que agarre un balón, mejor para
él.
—Ella es divertida, fácil. Me gusta hablar con ella. —Paro de trotar, me
detengo, doy la vuelta y atrapo el pase de Drew. Metiendo la pelota a mí costado,
me giro y corro y de nuevo se la paso a él—. Y no, no quiero follarla.
Esto es todo cierto. Mac tiene esa sensualidad natural que tendría que ser
sordo, mudo y ciego para no darme cuenta. Pero no tendré pensamientos de sexo y
Mac. De ninguna manera. Eso me haría un sucio, bastardo y no quiero ser así con
ella.
Drew atrapa el balón. —No pregunté eso.
Atrapo otro pase, este lanzado lejos por encima de mi cabeza, obligándome
a saltar alto. —Lo pensabas.
Drew se ríe un poco. —Bueno, está bien, lo hacía. Pero solo porque
usualmente quieres follar a cualquier chica que entra en tu órbita.
—Bueno, está bien —admito, comenzando—. Me atrapaste, soy un Dios del
sexo. —Hablo sobre el desagradable resoplido de Drew—. ¿La verdad? Si la
hubiera conocido antes de los mensajes, hubiera intentado algo. Es divertida e
inteligente y caliente. ¿Quién no la desearía? Mierda, no lo sé, hombre.
Simplemente me gusta. Realmente me gusta. Es la primera persona con la cual
quiero hablar. Cada día.
Drew ladea la cabeza, su boca se retuerce como si estuviera luchando contra
una sonrisa. —Uh, amigo —dice son una sonrisa apenas reprimida—. Eso es lo que
sentí por Anna. Desde el comienzo.
Frunzo el ceño, apretando la pelota en mis manos. —Ivy y yo solo somos
amigos.
Su silencio es ensordecedor. Me resisto a las ganas de cambiar de postura. —
Esta relación es importante para mí. Demonios, ella se siente a salvo conmigo
porque solo somos amigos. No voy a follar con ella. —Quiero algo mejor que eso.
Algo mejor para ella.
Mi amigo más antiguo en el mundo, me mira como si unos cuernos me
hubieran crecido, después parpadea lentamente. —No estás atrapando la pelota lo
suficientemente rápido en la derecha —dice—. Toma un mejor control.
Pendejo. Pero tiene razón, por lo que me relajo. —¿Eso es todo? —pregunto
en su lugar—. ¿No más burlas?
—Nah. —Drew hace girar el balón en su dedo antes de deshacerse de él—.
Solo tenía curiosidad. —Seguro. Por supuesto. Sigo trazando rutas cortas,
capturando los pases de Drew, practicando mis atrapadas rápidas y equilibrio. Él
espera hasta que termine y estoy muerto, con nuevo sudor pegado a mi piel y
mojando mis shorts.
—Quiero conocerla.
45
Por qué esa idea hace que tenga sudores fríos, no lo sé.
Página
Ivy
Gray me envió un pase para ver su práctica. Debido al intenso
entrenamiento de la post temporada, el entrenador ha cerrado el estadio, así no
tenían un montón de aficionados viendo a su equipo mientras se preparaban. Así
que a unas solas personas se les permite entrar.
Ya que ahora tengo mi coche de regreso, voy hacia el lugar, estacionándome
en el aparcamiento de los estudiantes. Estar en el campus me trae recuerdos de la
escuela. Y por mucho que amé la universidad, no siento para nada dejarla atrás.
El equipo ya está en sus cosas cuando llego. Es un día fresco, el sol del
invierno es débil todavía reflejándose en el campo y en mi lugar del estadio.
Acurrucándome con mi taza de chocolate que traje conmigo, observo.
A pesar de que tiene el casco puesto, Gray es fácil de detectar, todo alto y
delgado en comparación del gran y fornido ofensiva junto a él. Están usando sus
uniformes completos el día de hoy. Sigo el número ochenta y ocho de Gray,
mientras se amontonan y después rompen la formación.
Amo los deportes. Siempre han sido parte de mi vida. El fútbol no es la
excepción. Crecí con estrellas viniendo a cenar los domingos. Tengo un montón de
“tíos” que son ganadores del Super Bowl, y he tenido entradas para los más
grandes campeonatos deportivos. Fácilmente me pude haber hartado. Pero no lo
he hecho. Todavía me emociono cuando veo a los atletas yendo al límite.
Sin embargo, es muy claro que el equipo de Gray está apagado. Pases
perdidos, mala sincronización, la defensa es descuidada y la ofensiva no
coordinada. Las peleas estallan, los ánimos de los jugadores están al borde.
Curiosamente, viéndolos individualmente, es claro que son jugadores excelentes.
Su talento es evidente. Es cuando tienen que jugar como equipo que su debilidad
queda expuesta.
El entrenador parece estar de acuerdo. Él casi ajusta las cosas después de
una mala jugada. Siguió casi porque está algo relajado. La mayoría ya estaría
gritando. El coordinador ofensivo lo está, con su cara color púrpura mientras grita
“saquen la cabeza del culo y jodidamente únanse”. El entrenador solo se ha
reducido a maldecir procaz básicamente es un solo “¡joder!”, aun así, el entrenador
simplemente se quita la gorra y da una palmadita antes de pasearse a lo largo de la
línea lateral.
El silbato suena y los jugadores van a sus respectivos entrenadores. El resto
de la práctica es un sinfín de ejercicios brutales.
Cuando finalmente son liberados, los chicos caminan con dificultad fuera
del campo y con la cabeza baja. Hay demasiado silencio y me duele por ellos. Poco
a poco, hago mi camino hasta el campo. Un solo jugador se ha quedado. Gray se
quita las almohadillas y playera de un solo tirón, quitándose el conjunto completo
sobre su cabeza y lo arroja al suelo con una mirada de disgusto.
—Hola, Pastelito —digo suavemente mientras él se deja caer en una
banqueta.
—¿Eso fue como la mierda, no? —Su habitual boca con una sonrisa está en
una línea plana—. Mierda estamos tan mal ahora.
—¿Es por Drew? —Perder al quarterback puede ser un lío para el equipo.
Por las conversaciones con Gray, sé que Drew era el líder de su equipo y su amigo.
Gray se pasa una mano a través de su cabello. Lo tiene corto en un fauxhawk6
desordenado. Con su ceño fruncido y rasgos finos, me recuerda a David Beckham.
—Creo que estamos asustados. Y algo está pasando con Rolando. Joder, si sé
lo que pasa.
—¿En qué posición juega él?
—Es el receptor abierto. El número cuatro.
—Ah. —Había visto un tipo nervioso. Rolando había estado apagado,
dejando caer los pases y consiguiendo que los defensivos retrocedieran.
—Sí —dice Gray con un suspiro—, ah. 47
Su expresión infeliz envía una punzada a mi pecho. Pero mientras que
Rolando pudo haber estado apagado, Gray jugó a la perfección. Ahora sé por qué
Página
6
Corte de pelo.
qué se interponga y sus capacidades de bloqueo son asesinas. Una triple amenaza,
porque también es excelente atrapando el balón en el aire.
Lo que sea que pase en esta temporada, Gray será un gran contendiente con
el tiempo. Pero sé que eso no hará que se sienta mejor ahora mismo. —Ustedes se
van a recuperar chicos —le digo—. Cualquiera puede ver que su equipo es de
primer nivel. Solo necesitan tiempo para reorganizarse.
—Tiempo es lo que no tenemos —con otra maldición, Gray agarra su botella
de agua y da grandes tragos con su garganta trabajando.
El silencio lleva mi atención a otra parte, o la forma en que está medio
inclinado y algo expuesto. Vestido nada más que con un par de pantalones cortos
rojos, su cuerpo es tonificado, brillante por el sudor. Y dulce niño Jesús, él es un
buen espécimen.
Los cuerpos musculosos no me perturban. He visto docenas de ellos. Gray,
sin embargo, está en otro plano. Está tan perfectamente esculpido que podría ser
una clase de anatomía. No solo tiene la atractiva V; su parte baja del abdomen es
tan definida que parecen armaduras grabadas en sus estrechas caderas.
Y mientras que algunos chicos se ponen voluminosos y otros demasiado,
Gray es delgado pero fuerte, con un suave corte.
Y todo ello en piel color miel y oro, brillando en el sol de la tarde.
—¿Has mirado lo suficiente? —El tono de Gray es divertido—. ¿O debo
enviarte una foto de mi cuerpo musculoso? —Atrapada.
Horrorizada, mi mirada va hacia su cara para encontrarlo con una sonrisa
satisfecha. Menea sus cejas mientras abre una pierna a un lado, en un movimiento
abiertamente sexual, si no fuera por el hecho que obviamente me está tomando el
pelo.
Es una lucha por mantener mi expresión neutral. Afortunadamente lo hago.
—No tienes vello corporal. —Es la primera cosa estúpida que digo.
Las mejillas de Gray se sonrojan un poco. —No soy particularmente un
chico peludo. Aunque te puedo asegurar que tengo vellos en algunos lugares
clave.
Debería dejar el tema. Pero es mejor provocarlo que admitir que no puedo
apartar mis ojos de él. —Tus piernas se ven tan suaves como las mías. —La cosa de
sin vello puede ser, pero no hay nada femenino en las gruesas y musculosas
piernas de Gray.
El color rosa en sus mejillas se vuelve rojo. —Sí, bueno, mis piernas tienen
muchos calambres y me tienen que dar masajes. —Gray se aclara la garganta y se
rasca la mandíbula—. Me dolía como una perra cuando los jalaban, así que…
—Te afeitaste las piernas para que te den mejores pasajes. —Rompo en una
amplia sonrisa. Un montón de atletas lo hacen, pero es algo lindo que él esté
avergonzado. Gray frunce el ceño pero luego asiente.
—Lo hice una vez. Luego traté de hacer eso de arrancar el vello, ¿sabes? Eso
picó hasta la mierda.
Me río. —Oh, lo sé. Una vez Fiona me habló sobre conseguir una completa
depilación brasileña…
Gray se ahoga con el agua que estaba bebiendo, escupiéndola. Sus ojos
azules se abren mucho hacia mí mientras se limpia la boca con su antebrazo. —
Jesús, Mac. No me digas esas cosas. No puedo imaginarte toda… —Agita una
mano hacia mí—. Afeitada allí abajo.
Resoplo y lo miro indignada. —Oh por favor. No estoy toda afeitada allá
abajo más que…
—No estás ayudando a la situación —dice roncamente.
—Estoy tratando de compadecerme, bobo. Ya que el picor fue una tortura
cuando volvió a crecer. Y no me refiero al dolor de la depilación. Estaba segura que
una mujer había arrancado mis labios.
—¿Tus labios bajos? Oh, Cristo. —Su risa alegre hace eco a través del
estadio.
—Esto no es gracioso —protesto, con las manos en mis caderas mientras sus
abdominales se aprietan—. Fue el peor dolor de mi vida.
Riéndose con un silbido, Gray se seca una lágrima en su ojo y trata de
controlar su humor. Con un último resoplido, agarra mi muñeca y me tira a su
regazo. Aterrizo con un grito cuando su brazo me envuelve y me da un gran beso
sonoro en la mejilla. —Siempre me haces sentir mejor, Mac.
Ignoro su mirada feliz y la forma en que mi mejilla hormiguea, me inclino 49
lejos de él, arrugando la nariz. —Genial. Estoy contenta que mi pasado traumático
ayude a la situación.
Página
—Creo que yo podría estar traumatizado por los “labios” —Gray contesta
con una risita, su expresión es contenta y su mirada está sobre mí, como si solo
mirarme lo hiciera feliz. Lo cual es una locura de pensar, pero es difícil
interpretarlo de otra manera. No cuando sus ojos viajan por mi cara y sus labios se
rompen en una suave sonrisa.
Y me doy cuenta que estoy en su regazo, sentada en sus gruesos muslos que
se flexionan contra mi trasero. Mi palma está curvada en su fuerte hombro y su
piel es suave y cálida. Todo lo que quiero es acariciarlo, pasar un dedo por el valle
de su pecho, tal vez yendo a su ombligo.
Dejo caer mi mano a mi regazo y me aclaro la garganta. —Los labios pronto
serán un vago recuerdo.
—No —dice, envolviendo un brazo alrededor de mi cerebro—. Aquello ya
se quedó grabado en mi cerebro.
—Entonces, mi trabajo aquí está hecho. Ahora ve a tomar una ducha,
apestoso, antes de que te congeles. —La verdad es que el sudor de Gray no huele
mal. No, es todo lo contrario. Tengo el loco impulso de hundir mi cara en el hueco
de su cuello e inhalar. Lo que es malo.
Se ríe de nuevo, no dejándome ir, pero apretándome más en su pecho. Jesús,
su cuerpo está deliciosamente cerca. Tan sólido y estable que quiero presionarme
en toda esa fuerza, aliviar este repentino dolor en mis pechos. Su voz es un
mormullo delicioso en mi oído. —Ahora mismo, no estoy en peligro de
congelarme, Salsa Especial. Créeme.
No sé cómo interpretar eso. O lo que está pasando conmigo. —Límites,
Gray. —Me hago hacia atrás, porque estoy peligrosamente cerca de hacer algo
estúpido, como babear—. Sudorosos límites.
—Sí, sí —dice aflojando su agarre—. Lo haré. Solo que una cosa antes.
Sus ojos brillan.
—¿Qué? —pregunto.
—¿Esto es sobrepasar los límites? —pregunta con una inocencia fingida,
justo antes que el cabrón agarre mi cabeza y la meta en su axila sudada.
Gray
Todavía estoy sonriendo mientras hago mi camino a las duchas. Los gritos
de horror de Mac son adorables. Ella dio una buena batalla, pero aun así terminó
con la cara llena de mi sudor. Lo que es desagradable, pero extrañamente
satisfactorio para mí, como una manera de ser una clase de hombre de las
cavernas. Podría haberme sentido mal por ello, si no hubiera sido por el hecho que
Mac se estaba riendo hasta el culo todo el tiempo que luchamos. Eso, y que ella dio
unos buenos golpes.
—¿Qué hay con esa mirada petulante, Gray—Gray? —pregunta Dex
mientras me quito mis boxers. El gran centro es demasiado perceptivo y no estaré
bajo su microscopio.
—Nada.
Joshson también me mira. —Uh, uh. ¿Tiene que ver con ese chupetón que
tienes en el pecho? —Él sacude la cabeza, haciendo que su largo cabello rubio se
mueva alrededor de sus hombros—. Maldita sea, chico, solo tú puedes follar con
una chica cinco minutos después que la práctica termine.
Miro mi pecho, donde un pequeño hematoma se está formando cerca de mi
pezón. Mi sonrisa crece y froto la mancha. —No es lo que piensas, hombre. Mac
me pellizcó. —Dolió como una perra pero valió la pena—. Solo estábamos
payaseando un rato.
Los chicos se detienen mirándome con diferentes expresiones de
incredulidad.
—¿Así es cómo lo llaman en estos días? —pregunta Dex.
—Sí, bueno, ella estaba un poco molesta porque la metí en mi axila.
—¿Mac? —Díaz, el gran, usualmente silencioso, puertorriqueño se está
poniendo los zapatos—. ¿Esa bonita chica alta con el cabello oscuro que estaba
51
viendo nuestra práctica? ¿La que se parece a la chica Strawberry Fields de 007
Quantum?
Página
atractiva. Lo combine con unos jeans negros ajustados y con botas de tacón alto,
todo ello es bastante cómodo.
Y ya que Gray es tan alto como un árbol, puedo usar tacones y no me veo
como un elfo. Lo que es un extra en mi mundo.
—No iré a un bar sin verme atractiva —murmuro, secándome el brillo
labial.
—Hablando de cosas atractivas —dice Fiona—. ¿Esa montaña de hombre
viene por ti?
Resoplo por su apodo a Gray. —No. Lo encontraré allí. No es una cita, Fi.
No menciono que voy a tomar un taxi. Gray consiguió su camión de regreso
y se comprometió a ser no solo el conductor designado para la noche, sino también
a traerme de regreso a la casa. Dijo que también iba a pasar por mí, pero iba por
alguno de sus amigos y me negué a sufrir calambres en el paseo. No quise que
Gray me trajera a casa por la misma razón, pero él insistió.
—Confía en mí, Mac —dijo él—, ellos encontrarán su propio aventón a casa.
Ligando. Es estúpido que la idea me molestara. O que hubiera visto a Gray
cuando dijo eso y pensara en él encontrando una chica para ligar esta noche.
Llevarla a casa y…
Incluso ahora me estremezco por el desagrado. Estúpidos estremecimientos.
No tengo derecho a estar molesta. Infiernos, que me molesta, me molesta. Así que
me puse las bragas de chica grande y le sugerí que podría ser la tercera rueda.
Él reaccionó como si estuviera loca, insistiendo que esta noche era nuestra
noche para pasar el rato. Así que dejé el asunto. Pero con el tiempo tengo que lidiar
con la visión de Gray recogiendo mujeres.
Frunciendo el ceño, separo mi móvil de la base y lo meto en mi pequeña
cartera de mano.
—¿Estarás bien? —le pregunto a Fiona antes de irme.
Ella ondea una mano perezosamente. —Estoy casi mejor. Ahora vete y
diviértete con todo el caliente equipo de futbol, tú desvergonzada.
—No es todo el equipo —digo con una sonrisa—. Tal vez la mitad. O las tres
cuartas partes al menos.
Fi me tira una almohada, pero cae con un pequeño y triste golpe debajo de
mí. —Estoy tan celosa. Entonces lárgate, ve a conseguir a tu sexy. ¡Y será mejor que
me mandes fotos de sus grandes brazos! —Fi es amante de los grandes bíceps.
—Lo haré. —Me despido con un movimiento de mano y cabeza.
El bar donde me encuentro con Gray está lleno de gente y al parecer, es una
noche retro. Hip hop de los años ochenta suena desde los altavoces. Mi altura tiene
su ventaja en el lugar, igual que la de Gray; fácilmente lo encuentro por encima de
la multitud, su cabello rubio oscuro brilla como un faro mientras camina hacia mí.
Me encanta que puedo usar tacones y aún así es más alto.
—Hola —dice cuando nos encontramos—. Tenemos una mesa en… —Se
calla cuando realmente me mira y sus labios se abren como si estuviera tomando
una rápida respiración.
—¿Qué? —Mi voz es demasiado alta, con la música tan fuerte es difícil
escuchar cualquier cosa y me inclino más cerca. Basta con sentir el calor de su
cuerpo y atrapar su aroma a jabón. El jabón y hombre más delicioso que he olido.
Por un momento, nos balanceamos alrededor del otro. Igual que dos imanes
demasiado cerca, que deben unirse de golpe o si no separarse. Una danza que nos
tiene un tanto ruborizados.
Gray se aclara la garganta y se aleja un poco como si mi cercanía fuera
demasiado para él. —Te ves… bien, Mac.
—Un gran elogio allí, Pastelito. —Mi ceño crece y él se ríe.
—Está bien, te ves grandiosa. Caliente, incluso. —Una vez más me mira, está
vez por encima de mi top—. Totalmente caliente.
Una oleada de calor se precipita por mi cuerpo, estableciéndose entre mis
piernas y me aclaro la garganta. Eso no detiene la lenta ola de lujuria inesperada.
¿Qué demonios? Es sólo Gray. —Me gusta vestirme bien de vez en cuando. No te
sientas tan sorprendido.
—No estoy sorprendido. —Gray se apodera de mi codo, es un toque ligero y
me guía hacia la parte trasera del club—. Estoy agradecido.
—¿Agradecido? —pregunto sin entender. Todavía me da miradas de reojo,
como si estuviera convencido que el escenario va a cambiar y no quiere que lo
haga.
Gray simplemente sacude la cabeza y se inclina hasta que sus labios rozan
mi oído. Su cálido aliento y voz acarician mi piel. —Mac, soy un hombre
heterosexual. Cada vez que una chica se ve caliente, estoy jodidamente agradecido.
Frunzo los labios, sin hacer ningún comentario. Es tan ridículo que su 57
admiración me guste. Y tan desconcertante, como si me hubiera tomado un trago
de fuerte licor que se ha ido directamente a mi cabeza. Todavía estoy un poco
Página
mareada cuando llegamos a la cabina circular en donde están los amigos de Gray.
Todos ellos me sonríen con diferentes grados de interés, como si hubieran
estado esperando darme una buena mirada.
—Ivy —dice Gray, dando un movimiento de cabeza haca mí a modo de
introducción—. Estos son Díaz, Rolondo, Dex, Marshall, Johnson, Cal, Drew y
Anna.
Anna, una pelirroja con curvas y la única chica en la mesa, tiene la sonrisa
más amplia. Me da un saludo con la mano. —Hola, Ivy. Hemos escuchado mucho
de ti.
Claramente. Soy como la nueva exhibición en el zoológico. —Hola. También
he escuchado mucho de ustedes. —Me deslizo en el espacio que queda libre al lado
de Anna mientras los chicos dicen hola.
Todos son enormes y, probablemente, intimidarían a cualquiera que no
estuviera acostumbrado a estar rodeado de jugadores de fútbol. Sin embargo, para
mí, es un poco como estar en casa. Toda mi vida he estado alrededor de
masculinos atletas, chicos fuertes que utilizan su cuerpo como un músico utiliza
algún instrumento. Muchas veces se comportan como niños, no importa la edad
que tengan.
Gray toma asiento frente a mí, sus musculosos antebrazos se apoyan en la
mesa. Por un segundo solo nos sonreímos y la felicidad inunda mis venas.
Entonces Drew se inclina. —He querido darte las gracias, Ivy, por permitir
que Gray use tu coche. —Su tono es sincero, pero hay un brillo en sus ojos
marrones claros.
—No dejé que Gray condujera mi coche —aclaro, a pesar que no sé por qué
lo hago. Pero estoy dispuesta a meterme un poco con Gray—. En verdad me
molestó. Como que quería patear su culo.
—Ella habla mucho, pero la verdad es que me ama —asegura Gray a todos.
—No le hiciste daño al coche —digo—, así que me siento más caritativa
contigo.
Gray me guiña un ojo y me río.
El brillo en los ojos de Drew crece. —Gray nunca dañaría el coche. Es decir,
se ve tan bien conduciéndolo.
Todos los chicos se ríen. Y Gray tose—: Idiotas.
Drew ignora esto y se inclina atrás con una risa. El chico es ridículamente
guapo de una manera cincelada, de corte limpio con el cabello y ojos castaños
claros. Gray y Drew están sentados juntos, con sus físicos musculosos apartando
buena parte de la cabina, se ven como un cómic en la vida real.
Ellos me atrapan mirándolos fijamente y ambos dicen, “¿qué?” Al mismo
tiempo.
Sonriendo, niego con la cabeza. —Nada. Acabo de tener esta imagen de
Thor y el Capitán América tomándose una cerveza.
Ambos se sonrojan al mismo tiempo. Lo que es algo lindo.
—¡Ja! —chilla Anna a mi lado. Sus mejillas regordetas se juntan en una
amplia sonrisa—. También pensé que Drew se parece al Capitán América.
Con eso Drew se anima. —¿Lo hiciste, eh?
Gray resopla. —Amigo, acabo de ser comparado con Thor. Totalmente te
gano.
—¿Qué demonios tiene Thor? ¿Un pequeño martillo? —Drew ondea su
mano como diciendo, por favor.
Pero Gray sonríe. —Al menos no lo esconde detrás de un escudo marica.
Thor es un Dios. Solo digo.
—Un Dios con una personalidad aburrida —se la regresa a Drew.
—¿Me estás diciendo que el Capitán América no es aburrido? Amigo. Ni
siquiera entiende la cultura moderna. Es como un chico explorador de 1940.
Drew y Gray se miran fijamente por un segundo. Luego Drew se ríe. —
Touché.
—¡Y Thor sale victorioso en la batalla! —Gray lanza sus brazos en forma de
un touchdown.
Todos los chicos gimen. Algunos le lazan una servilleta a Gray.
—¿Siempre son así? —pregunto.
—Siempre —murmura Anna mientras se ríe.
Dex, quien es enorme y lleva una barba completa, se encoge de hombros. —
Algunas veces golpean sus cabezas.
—Quieto ahí, Hulk. 59
Dex rueda los ojos.
Página
Todos se ríen, sin embargo Drew asiente. —Sí, eso sería muy bueno.
—En cuanto a ti. —Miro a Gray y comienzo a reír—. No me vas a dar
mierda, ¿verdad?
La sonrisa de Gray es ladeada mientras apoya los antebrazos en la mesa. —
Golpéame con ello, Mac.
—Modelaje de ropa interior, todo lo que ese cuerpo pueda mostrar en
acción.
Él se sonroja mientras los chicos rugen.
—Eso va para todos ustedes, en verdad —les digo.
—Claro que sí. El mundo necesita ver estos abdominales —Rolondo se
levanta la camisa, revelando unos abdominales increíblemente apretados.
—Bonitos —digo honestamente.
Rolondo me guiña. —Ya lo sabes.
—¿Por qué Drew consigue una posición de comentarista y yo tengo que
modelar ropa? —protesta Gray sobre la risa de sus amigos.
—¿Honestamente? No creo que te gustaría estar sentado tanto tiempo. —Le
doy una sonrisa suave—. ¿Te gustaría ser un comentarista, tener que seguir un
guion? Porque ellos totalmente hacen eso.
Gray inclina la cabeza y me mira. Una expresión de satisfacción suaviza sus
características. —No, no lo creo. —Su voz de reduce, sin embargo lo escucho claro
sobre la música—. Deberías ser agente, Ivy.
—¿Qué? No. —Un nudo incomodo se forma en mi pecho—. Eso es… son…
—Niego con la cabeza—. Eso es cosa de mi papá, no mía. —No puedo decirle a
estos chicos que siempre tuve un resentimiento por el trabajo de papá y la forma
en que se lo llevó lejos, rompiendo mi familia. En verdad, la ira profunda me
atraviesa. No me di cuenta hasta ahora y eso me ahoga.
Mi mano tiembla mientras alcanzo mi cerveza y tomo un trago.
—Firmaría contigo —dice Drew, haciendo que me recueste con un ruido
sordo.
—Sí —dice Dex—. También lo haría. No das una mierda. Eso hace toda la
diferencia.
—La experiencia e influencia importan en la industria, así que… —digo
débilmente. Pero la idea de ayudarlos es tan seductora porque sabría cómo
garantizar su seguridad. Nerviosa, me pongo de pie—. Me encanta esta canción —
le digo a nadie en particular—. ¿Quién quiere bailar conmigo?
Los chicos parecen ciervos en los faros. Me toma un segundo concentrarme
para saber incluso que canción es. Y me muerdo el labio con fuerza. Material Girl
de Madonna está sonando. Hago una lucha por mantener mi cara seria.
—Uh-uh —dice Johnson negando desenfrenado—. Eso es una canción de
chica.
Drew señala su pierna. —Necesito descansarla. Órdenes del doctor.
Anna resopla y pone los ojos en blanco antes de salir de la cabina. —Vamos
a bailar, Ivy.
—Parece que estamos por nuestra cuenta —le digo.
—Sí —Gray se inclina hacia atrás en su asiento, como si estuviera en peligro
se ser empujado—. Tal vez la siguiente canción.
Anna se encoge de hombros y agarra mi mano. La sigo, perfectamente feliz
de perderme en la pista de baile.
63
Página
Gray
—Me gusta —dice Dex cuando las chicas se van.
—Es genial, ¿no? —Miro las largas piernas de Mac dar zancadas hacia la
pista de baile. El top que lleva puesto llega hasta su cintura, revelando un poco de
su espalda. Nunca he sido un chico de espaldas, pero tengo este loco impulso de
seguirla, pasar mi mano por su dulce curva, bajando…
Tomo aire y controlo mis pensamientos caprichosos.
Johnson se gira hacia mí. —¿Es cierto que firmarás para su padre?
—Él es bueno. Y claramente sabe lo que hace si Ivy piensa de esa manera
sobre los agentes. —La cara de ella se había iluminado cuando habló sobre los
negocios. Sin embargo no me gusta la forma en que huyó de la mesa. Mi
sugerencia sobre que debería ser un agente claramente la molestó y no tengo idea
de por qué.
No puedo preguntarle ahora, así que llevo mi atención a otra parte,
levantando mi voz para que pueda ser oída sobre la alta música. —Oye, novato —
le digo a Cal, que ha estado en silencio toda la noche—, Drew y yo vamos a
practicar algunos movimientos mañana por la mañana. Ven con nosotros.
Drew asiente. Hablé de ello y está de acuerdo con ayudar a Cal. El truco es
que Cal acepte la ayuda.
Mi nuevo mariscal de campo mira entre nosotros y frunce el ceño. Pero
antes de que pueda protestar, Drew ataca. —Mira, hombre, me gusta mantenerme
en buenas condiciones. Prefiero que otro mariscal de campo trabaje conmigo.
Cal no es estúpido, gracias a Dios, pero se encoge de hombros, obviamente
dispuesto por el momento. —Claro.
Él está a punto de decir algo más, pero un sonido estrangulado sale de
Rolondo. Es como si estuviera atrapado entre la risa y el horror. —Uh, G-Hombre.
—Él hace un sonido de nuevo, con sus ojos yendo a la pista de baile—. Tu chica…
Todos los chicos se giran y sus expresiones son iguales a las de Londo. Drew
hace una mueca de dolor y murmura—: Maldición. —Como si estuviera
presenciando una atrocidad.
Hago puño mis manos y estoy listo para golpear a alguien hasta la mierda
por molestar a Ivy. Y entonces me congelo. Buen Dios todopoderoso. Mi boca cae
abierta.
—¿Qué está haciendo….? —Dex niega con la cabeza como si estuviera
confundido.
Y yo solo puedo mirar con shock. Ya que Ivy está bailando. O al menos eso
creo que hace. Sus largas extremidades se agitan sin ningún ritmo aparente, sus
caderas van por todo el lugar. Es como si todo su cuerpo se estuviera
convulsionando. Y las personas se hacen atrás por su seguridad. Probablemente,
temerosas de que les dé una paliza en la cabeza, que es una posibilidad muy real.
Mis labios se contraen. Detrás de mí, Rolondo se inclina más cerca. —
Hombre… eso es una mala manera de impresionar con el baile.
Lo miro por encima del hombro y luego agarro la cerveza que Ivy estaba
tomando. Tomándola de un solo golpe y poniéndome de pie. —Señores, un
hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer. —Con una respiración
profunda, me preparo y salgo a la pista de baile para salvar a mi chica.
65
Página
Ivy
Gray es un horrible bailarín. No lo hubiera creído si no lo estuviera viendo
con mis propios ojos. Cuando él se me unió a la pista de baile, di un grito feliz.
Pero entonces empezó a moverse. Y eso no fue bueno.
Iba por alrededor como si estuviera teniendo algún tipo de rabieta de niño.
Aquello es tan malo que el pequeño círculo de personas alrededor de Anna y de
mí, se amplía aún más. Con una buena razón, Gray tiene un largo alcance.
Anna, quien me estaba sonriendo cuando estaba bailando con ella, mira a
Gray con los ojos grandes, conmocionada. Sus ojos van de mí hacia lo que está
haciendo y luego su cara se rompe en una mueca, como si la locura de él la hiciera
feliz.
Pero por otra parte, realmente está emocionado por ello y no puedo evitar
sonreír por su entusiasmo. Dada su excelente coordinación en el campo, esperaba
que fuera mejor en esto, pero no puede ser perfecto en todo.
Bailamos otra canción. El pulso del ritmo nos rodea y pronto los chicos
también están allí. Incluso Drew, quien simplemente se cierne sobre Anna y se
aferran y balancean juntos. El resto de los chicos se unen a Gray y forman una
pared rodeándonos. Ellos son mejores bailando, sin embargo no parecen encontrar
nada malo con el espectáculo de Gray. Como los buenos amigos que son,
simplemente asienten en varios grados de diversión y después bailan.
Y es tan divertido. Rolondo intenta enseñarme algunos de sus movimientos,
poniendo sus manos en mis caderas y guiándome, pero es difícil mantenerme al
día con él. Gray se desliza más cerca, hasta estar frente a mí y sus movimientos
locos se tranquilizan a algo más parecidos a los de Rolondo.
Juntos me hacen un sándwich humano, tomando el control del baile. No tan
cerca para sentirme presionada o abrumada, pero si lo suficiente para hacerme reír
y estar sin aliento. Todos los chicos bailan conmigo. Pero siempre termino
regresando a Gray, quien mejora su baile pero nunca perfecciona la técnica. Creo
que él está tratando tan duro, porque veo destellos de grandeza.
Cuando se termina la canción, Gray se inclina cerca, el olor a sudor limpio
sale de su piel. —¿Quieres sentarte ahora?
—De ninguna manera —le grito de regreso, porque otra canción ha
comenzado—. ¡Amo bailar!
Él hace una mueca, el pobre chico probablemente odie bailar porque lo
hacen tan mal, pero entonces me tira más cerca. —Entonces eso es lo que haremos.
Así que bailamos, parando de vez en cuando para beber más cerveza y
luego volvemos a salir. La noche se convierte en una falta de definición, con Gray
en el centro, riéndose, bailando conmigo. Y eso es maravilloso.
67
Página
Gray
Mi vida corre en patrones. Siempre lo hace, probablemente siempre lo hará.
Ahora hay un nuevo patrón: fútbol, clases, Mac, dormir. Y de verdad no lo quiero
de otra manera.
Cuando no estoy estudiando o practicando, estoy saliendo hacia la dirección
de Mac. Ahora ello se siente como un hogar para mí. Me gusta la tranquilidad y el
hecho de que no tengo que gritarle a algún idiota que limpie el inodoro o no deje
su ropa interior en el sofá. Pero sobre todo, es solo estar con Mac donde la única
interrupción es cuando ocasionalmente llega Fiona, quien siempre sonríe como si
supiera algo que yo no y me dice “la montaña de hombre sexy”.
Mac se puso de color rojo remolacha la primera vez que Fiona me llamo así.
Fue una cosa linda. Pero ahora estamos solos y acurrucados en el sofá, comiendo
pizza y viendo el hockey de la universidad. Mi sanguinaria Mac está gritándole a
la TV mientras un tipo llamado Logan se estrella contra otro jugador en las vallas.
Una punzada de envidia me golpea. Debe ser genial volar a través del hielo.
Pero me río cuando Mac grita—: ¡Buena anotación! —Mientras agarra la corteza de
su pizza como si fuera un palo de hockey.
Se me ocurre que hace un mes, me hubiera reído hasta el culo si alguien me
hubiera dicho que prefería quedarse sin la posibilidad de tener sexo, para estar con
una chica y conectar.
Solo que en verdad quiero poner el brazo sobre los hombros delgados de
Mac y atraerla a mi lado. Tengo el loco impulso de pasar mi dedo por su nariz,
entonces trazar la curva de su labio en forma de corazón. Labios de capullo. Había
escuchado la expresión antes, pero no sabía lo que significaba hasta ahora. Los
labios de Mac son de un perfecto rosa pálido regordetes, como si estuviera en
proceso de soplar un beso, incluso cuando está relajada. Del tipo que me vuelven
loco.
Lo mismo pasa con la forma en que su nariz se arruga cada vez que se ríe.
Que es muy a menudo.
Me desconcentra. ¿Qué demonios me pasa? ¿Estoy tan obsesionado con el
sexo que no puedo tener una amiga sin tener el deseo de probar algo? Quiero que
esta amistad funcione, quiero ser más que un hombre manejado por los impulsos
de su pene. Molesto conmigo, me siento y cruzo los brazos sobre mi pecho. —
¿Tienes algún video juego?
Mac deja su orilla de pizza en la caja y la agarro, no estoy dispuesto a perder
una perfecta orilla. Sonríe por eso, pero me responde. —Nop. Los video juegos no
son lo mío.
—Seguro. Es probable que apestes en ellos. —No creo eso, pero es divertido
molestarla.
Como era de esperar Mac se sienta con la espalda recta y me mira. —Yo soy
una estrella en los video juegos. Cuando lo quiero ser.
—¿Cuándo lo quieres ser? —Doy una risita—. La formalidad en tu discurso
me revela la falsedad detrás de tus reivindicaciones, joven jedi.
Ella gira en su asiento, golpeando su rodilla en mi muslo. —¿Me estás
diciendo mentirosa? —Sus mejillas se vuelven rosadas y sus ojos se oscurecen.
Dios, es bonita. Tanto que me duele el corazón. Quiero tirarla en mi regazo,
sentarla, y besar su pequeña boca atractiva hasta que no pueda mover más los
labios. Desde que no puedo hacer eso, le doy mi mejor mirada condescendiente. —
No hay nada de qué avergonzarte. Solamente no tienes los reflejos necesarios para
competir.
—Tengo los reflejos de un gato.
Resoplo, disfrutando esto totalmente ahora. —Si te refieres a Garfield,
entonces claro que sí.
Una almohada golpea mi cara. Resoplo y me encuentro cara a cara con Ivy, 69
cuyos ojos tienen una chispa de desafío.
—Es mejor que corras, Grayson, ya que en cinco segundos te voy a tener
Página
7Atari Pong fue una consola creada por Atari en 1975, y la segunda videoconsola de la historia.
Las palabras flotan en el aire y nuestras miradas se encuentran, haciendo
que ambos nos detengamos.
—Tú —jadeo a través de una risa—, eres todo un nerd.
—Soy tu jefe —bufa—, y lo sabes.
—Nerd.
Ni siquiera veo a Gray moverse, es tan rápido. En un momento estoy
burlándome, en el siguiente sus musculosos brazos rodean mi cintura y me llevan
abajo. Él controla la caída, tomando el impacto y me abriga cuando golpeamos en
el suelo. Pero aun así caemos en una maraña de extremidades y risa.
—Tonta. —Su sonrisa es tan grande—. Fuiste víctima de uno de los errores
más clásicos.
Debilitada, dejo que mi cabeza descanse contra sus duros bíceps mientras
sonrío y cito a “La princesa prometida”. —¿Nunca te involucraste en una guerra en
tierra en Asia?
Poco a poco mueve la cabeza y su cabello dorado cae sobre su frente. —
Nope.
—¿Nunca fuiste contra un siciliano cuando la muerte está en juego? —
Suavemente, deslizo su mechón hacia atrás. El mira lo que hago, sin embargo su
sonrisa no cae. Crece mientras se inclina más cerca.
Hace que mi aliento se quede atrapado. De repente soy consciente que Gray
está a mí alrededor. Con su masivo cuerpo presionando el mío. Con su grueso
muslo descansando en mis piernas.
Él es cálido, fuerte y lleno de vida. Y no se está moviendo, solo mira mis
labios como si nunca antes los hubiera visto. El suave calor de su aliento me hace
cosquillas en la nariz, sus labios están tan cerca como para rosar los míos. Por un
momento, simplemente intercambiamos aire, y mi cuerpo se siente pesado y
lánguido.
El calor dentro de mí surge. Quiero cerrar la distancia. Quiero conocer el
sabor de él. 71
—Gray —murmuro, el miedo y la urgencia hacen que entre en pánico.
Página
73
Página
Ivy
Estoy esperando el primer ataque. Sin embargo papá golpea en el vientre
bajo.
—Te ves bien, chica. —Mi papá me da una sombra de sonrisa. Está enojado
pero está tratando de disimilarlo—. Me alegro de que estés aquí.
No dice nada sobre que esté en casa. Nunca lo hace. Y nunca me di cuenta
hasta ahora. Eso me golpea; tengo un lugar para alojarme, pero nunca es un hogar.
Nuestra familia es tan transitoria para eso.
Forzando una sonrisa, le regreso mi respuesta estándar—: Estoy encantada
de estar aquí.
Papá se rasca la oreja. —Escucha, siento no ir por ti al…
—Está bien papá. —Lo corto. No quiero oír sus excusas. Y ya que lo he
echado de menos no quiero pelear. Rápidamente muevo mis pies y voy a besarlo
en la mejilla—. También te ves bien.
Papá me da una palmadita en el hombro y en la parte superior de mi
cabeza. Hay tan pocas personas que me hacen sentir pequeña. Mi papá es una de
ellas. Él mide dos metros con dieciséis centímetros, es un formidable oponente en
la cancha. Su tamaño lo hace parecer un espantapájaros demasiado grande, con
todos sus miembros y articulaciones largas.
Me alejo de él. —Por otra parte, Gray fue por mí y estaba feliz de verlo.
—Gray Grayson tiene el potencial para ser una súper estrella. —Su voz es
baja, tanto que necesito un esfuerzo para escucharlo. Es exactamente lo que él
quiere, fuerza a su oponente para que se concentre en él y así tener el control.
Justo así, nuestra burbuja de paz se rompe.
—Él es una súper estrella ahora, papá. —Agarro una cerveza y la aprieto
con más fuerza de la necesaria.
Papá simplemente se me queda mirando desde su gran altura. Ahora tiene
el cabello un poco más castaño con canas. Sin embargo, sus cejas aún son muy
oscuras y eso hace que su mirada sea más penetrante. Me pregunto brevemente si
él se colorea esas malditas cejas solo para dar ese maldito efecto.
—Sabes lo que quiero decir, Ivy. —Papá no bebe su cerveza. Frunce el
ceño—. Estoy tan cerca de que él firme.
—Él es mi amigo.
—Ese pequeño espectáculo no parecía amistoso para mí.
Siento una opresión en el pecho y me siento en la silla. —Estábamos
haciéndonos los tontos, y tengo veintidós años. En verdad no necesito un sermón.
Papá se sienta, solo que con más decoro. Poniendo su cerveza sin tocar en la
mesa, entrelazando sus manos mientras se inclina hacia atrás. —No, cariño, pienso
que si lo necesitas. Ese joven es una súper estrella, con una reputación.
Siento pinchazos en mi pecho y esto es todo lo que puedo hacer que no
parezca una rabieta de un niño. —Sé de su reputación. Eso no me importa.
—Debería, si te estás enamorando de él. —Antes de que pueda protestar, se
inclina hacia delante y me inmoviliza con una mirada—. Los tipos así… infiernos,
Ivy, mi carrera sobre ser un agente está construida sobre ellos. Conoces sus vidas.
Hay mujeres en todos los sentidos, ofreciendo hacer cualquier cosa, cualquier cosa
que ellos quieran. Esos chicos van follando en cada juego y se divierten sin
preocuparse por el daño.
—Los chicos como tú —espeto sin pensarlo. Al instante, estoy aterrorizada
de que le he hablado tan burdamente a mi propio padre.
Papá se congela y su mirada no vacila. —Sí, Ivy. Chicos como yo. Amé a tu
madre con todo mi corazón. Y la engañé constantemente. Ni siquiera lo consideré
como engaños, para serte sincero. Pensé que era mi vida como una estrella.
Encogiéndome de hombros aparto la vista, no estoy dispuesta a enfrentarlo 75
cuando está hablando de herir a mi mamá.
Tal vez él lo sabe, porque su tono es suave. —Lamento el hombre que fui.
Página
Pero eso no quita la realidad de esta vida. ¿Tienes idea de cuántas esposas y novias
he tenido que manejar porque uno de mis chicos ha hecho algo estúpido con un
pedazo de culo joven? Demasiados, Ivy. Veo hasta los huesos el dolor de esas
mujeres y su determinación de simplemente ignorar estás indiscreciones y…
—Está bien, papá —casi susurro—. Lo entiendo. Lo sé. —Mi mandíbula se
cierra mientras me giro hacia él, y necesito todo un esfuerzo para hablar—.
También he vivido esta vida. Pero me niego a juzgar a Gray por lo que otros han
hecho.
Papá da un gran suspiro. —Por el amor de Cristo, él ya juguetea con sus
groupies. Una búsqueda en internet sobre él es una pesadilla para un
representante, por las imágenes de las fiestas y las mujeres medio desnudas.
Fue la razón número uno porque nunca busqué a Gray en google. Ignoro el
espeso dolor de los celos que empuja a través de mis venas. —Solo somos amigos
—insisto, con mi tono subiendo—. ¿Cuántas veces tengo que decir esto?
Su respuesta es una mirada llena de escepticismo. —Por el bien del
argumento, digamos que esta amistad se convierte en algo más. —Papá se lleva
una mano a la boca cuando abro mi boca para protestar—. Hipotéticamente, Ivy.
¿Qué pasa si todo se va al carajo? ¿Crees que querrá seguir trabajando conmigo?
Y así, me quedo totalmente fría, para después ir al rojo vivo. Por un
momento, no puedo hacer que mi boca se mueva.
—Esto no es acerca de ti. —En una niebla, estoy apretando mis puños—. Tú
no das una mierda por mí…
—Cuida tu boca.
—No. ¡Te sientas aquí poniendo todo tipo de temores injustificados en mi
cabeza y es todo porque tienes miedo de perder a Gray como cliente!
Papá se endereza y los bordes de su boca de ponen blancos. Me preparo
para la explosión, conociendo de primera mano cuán fuerte puede gritar cuando
está enojado. Bueno. También estoy enojada. Sin embargo eso no pasa. No, su
reacción es peor porque se desinfla, sus anchos hombros se marchitan en un
suspiro mientras pone sus manos en sus caderas y mira hacia abajo.
—Necesito a Grayson. —Aquello sale en un susurro—. Hay cosas… el
negocio no es lo que solía ser. Los chicos… van hacia las empresas de gran
renombre. Aumentos de dinero, escándalos, malas relaciones públicas. Todo se
trata sobre hacer estragos.
Un bulto doloroso llena mi garganta. Papá nunca me había hablado de esa
manera. Con toda honestidad, no quiero escucharlo. Solía pensar en él como
Batman, con técnicas cuestionables, pero en general, inmejorable. No puedo pensar
en él como menos.
—Solo somos amigos —susurro, como si decirlo suficientes veces, de alguna
manera, me protegerá de ensuciar las cosas.
Papá asiente. —Todo lo que quieras decirte a ti misma, chica.
Su impertinencia me hace rechinar los dientes. Lo odio ahora por
manipularme. Por poner a Gray en medio de esto. Y papá lo ve en mi expresión. Él
palidece, aparentemente conmocionado. —Ivy… puede que no lo parezca, pero
siempre estoy de tu lado. No quiero que te hagan daño.
77
Página
Gray
Mis nervios son un desastre. No dejo de pensar en la mirada en los ojos de
Mac, cuando, como un idiota, me tumbé encima de ella. ¿Qué hubiera pasado si la
besaba? Ella habría… correspondido. ¿No lo habría hecho? Hubiera querido que
lo hiciera. Nunca había querido algo con tantas ganas en mi vida.
Dios, sus labios habían estado demasiado cerca de los míos, demasiado
bonitos, demasiado rosas, viéndose tan suaves y acogedores y follables. La
tentación de simplemente tocarlos con los míos, lamer un camino a través de esa
linda boca en forma de corazón, había sido tan fuerte que todavía me duele hasta
los huesos.
Pero entonces parpadeo y miro a Sean Mackenzie mirándome como si
estuviera contemplando los buenos lugares donde esconder mi cuerpo, y así me
siento frío. Lo comprendo. Peor aún, no sé qué diablos estoy haciendo en lo que
respecta a Ivy. Ella significa tanto para mí que me asusta, y de pronto estoy en una
cuerda floja donde un paso en falso me enviará en una caída en picada.
Con esa nota feliz, le doy vuelta al camión y me alejo de mi casa.
Voy a Palmers, esperando que alguien esté allí para sacar la mierda y dejar
de pensar que eventualmente voy a tener que hablar con Mackenzie. Esa discusión
será divertida. Tiemblo solo de pensar en ella.
Encuentro a Dex en la cabina de la parte posterior de la barra. Es un buen
lugar, lo suficiente oscuro para tener la oportunidad de quedarse solo en una
noche ocupada, pero en un ángulo correcto para ver la televisión que cuelga sobre
la máquina de discos. Dex se extiende a lo largo de la cabina, con la espalda contra
la pared, con las piernas colgando en el borde. Está viendo la televisión y el lugar
es lo suficiente tranquilo para escuchar la voz profunda de Morgan Freeman
dando un rollo sobre el universo.
Me deslizo sobre el lado opuesto de la cabina. —¿Qué estás viendo?
Dex mantiene sus ojos en la tv, la luz azul y púrpura parpadea reflejándose
en su piel.
—La introducción al Agujero Negro.
—Amigo, si quieres aprender sobre lo anal, mira algo de porno como el
resto de nosotros.
Como esperaba, su boca se tuerce y arruga la nariz. —La enfermedad de lo
caliente solo ha subido hasta mi garganta.
—¿Enfermedad de lo caliente? —Me río—. Esa es nueva.
Se frota el pecho como si en verdad estuviera enfermo, mantiene su mirada
en el programa. —¿No tienes a alguien más para molestar con tus malos chistes
sexuales?
—Nah. —Alcanzo su cerveza, tomando un trago antes de que él la agarre de
nuevo—. Es tu turno.
Una camarera deambula, deteniéndose a mi lado. —Hola, guapo. ¿Necesitas
algo?
—Sí. Dame un Shiner Bock y ponlo en su cuenta. —Le sonrío a Dex, quien
me da una mirada de reojo pero asiente y vuelve a poner atención a su programa.
La camarera de queda ahí, sin moverse y la miro. Ella se inclina hasta que
roza mi hombro. —¿Algo más?
—Nop. ¡Espera!
Ella no ha ido a ninguna parte, así que sonríe. —Dime, guapo.
—Añade una cesta de alitas de pollo. No, dos. Y unos tots con queso. —Miro
a Dex—. ¿Tú tienes hambre?
La boca de Dex da unos tirones. —Podría comer.
—Dos hamburguesas con todo, también. La comida va a mi cuenta, gracias.
—Bueno, sí, acabo de comer Pizza con Mac, pero es comer o entrenar, y para sacar,
de una puta vez, esta tensión. Como estoy en un bar, iré con la opción viable.
Me recuesto y veo el espectáculo que ha convertido a Dex en un zombie
social. Bueno más que un zombie. La verdad es que la astrofísica no es mi punto
dulce, no como la mecánica cuántica, pero todavía me resulta fascinante. El silencio
cae mientras escuchamos a los científicos explicando los misterios del espacio a un
nivel simplificado.
A mi lado, la camarera está casi flotando inmóvil. Estoy a punto de
preguntarle por qué no se mueve cuando finalmente se agita y se aleja.
79
Dex toma un momento para mirar por encima. Y sonríe.
Página
—¿Qué? —preguntó.
—La ignoraste totalmente.
—¿A quién? —Miro de nuevo la tv—. Hombre… ellos están explicando una
teoría de tres años a la fecha.
—Sí, porque eso fue filmado en el 2011 —dice lentamente Dex—. La
camarera. La ignoraste.
—No, no lo hice. Hice mi pedido.
Poco a poco niega con la cabeza. —Tenía sus pechos empujando delante de
tus narices. Por no hablar que claramente estaba esperando que le correspondieras.
—Parecía un poco estúpida solo parada allí —murmuro con un
encogimiento de hombros—. Bueno, entonces no me di cuenta. ¿Cuál es el
problema?
—¿Ella está caliente, disponible y esperando?
—Entonces, tú fóllatela. —¿Es demasiado pedir ver la televisión en paz?
Los pies de Dex golpean el suelo con un ruido sordo mientras se inclina en
su asiento y apoya los codos en la mesa. —He sido tu compañero de equipo y
amigo desde hace cuatro años, Gray-Gray, y nunca te he visto rechazar una
oportunidad como esa.
—Tal vez ella no es mi tipo.
—Si tan solo la hubieras visto, podría comprar esa, amigo.
—¿Vamos a tener una charla de chicas? ¿Nos vamos a trenzar el cabello? —
Me inclino hacia delante y trato de rizar el cabello de Dex, pero él me golpea
alejándome.
—Aquí vamos —dice con una voz femenina como ardilla—. Una Shiner.
Una botella helada de cerveza se pone sobre la mesa y levanté la mirada.
Je—sús. Bueno, ahora entiendo lo que Dex está diciendo, porque la camarera es
caliente. Y las tetas que al parecer presionaron debajo de mi nariz son tan enormes
que prácticamente se caen de su blusa escotada. ¿Cómo mierda se me escapó eso?
Ella me da una sonrisa llena de promesas que sé que debería ser aceptada
con mucho entusiasmo. ¿Y qué es lo que quiero hacer? Beber mi cerveza, comer mi
comida, hablar con Dex y después regresar a casa. En ese orden.
—Gracias —le digo antes de tomar un largo trago de cerveza y ella se voltea.
La ceja de Dex se levanta en énfasis. Sí lo sé. Estoy jodido.
La camarera jadea.
—Sabes que eso no va a desaparecer solo porque no vas a reconocerlo —
dice Dex.
—¿Qué no va a reconocer? —pregunta Johnson, de repente a mi lado.
Jó. De. Me.
Él, Thompson y Díaz están aquí y se meten en la cabina sin invitación. Díaz
toma el asiento junto a Dex, mientras que Johnson y Thompson me empujan para
hacer espacio para sus enormes cuerpos.
Lo que significa que estoy aplastado en la esquina. Aunque Johnson es el
tipo de chico de granja, con el cabello color paja y ojos azules claros, y Thompson
es un chico de la ciudad de Detroit con un desteñido retro, hay similitud en su
tamaño y en la forma de moverse y hablar. Hermanos de otra madre, les decimos.
—¿De qué estamos hablando? —Johnson trata de agarrar mi cerveza pero es
demasiado lento.
—De nada.
—De las necesidades especiales de Gray —dice Dex, mientras la camarera
vuelve y reparte la comida. Posesiono mi hamburguesa antes de que desaparezca.
Y justo en el momento, Thompson grita—: ¡Alitas! —Y reclama la cesta.
—¿Quieres decir la forma en que está calenturiento por Ivy? —Johnson
sumerge el tot en el queso. Cabrón. Esos son mis favoritos.
—Hombre —dice Díaz, negando con la cabeza—, no lo hagas.
—¿Por qué no? —pregunta Johnson con la boca llena de tots—. Ella es
malvadamente caliente. Jodería eso.
—Oye. —Le doy una mirada de muerte. Johnson se encoge de hombros a
modo de disculpa, pero no parece que lo siente mucho.
—Ella es la hija de tu potencial agente, cabeza hueca —le dice Thompson a
Johnson—. No follas a las hijas.
Dex nos mira entre bocado y bocado de su hamburguesa. —Cada chica es
hija de algún tipo. ¿Qué si ella quiere estar con Gray? Es su vida, no la de su padre.
—Eso es cierto —dice Díaz.
—Como sea —interrumpo—. Ella es mi amiga. Lo que significa que está
81
fuera de los límites.
Página
—Sí.
Gemimos al unísono.
Johnson se inclina, con una sonrisa maligna en su cara. —Consiguió que una
chica de la hermandad hirviera una tonelada de huevos. Juró que podría comer
cincuenta de ellos o algo así.
Díaz niega con la cabeza mientras escucha. Infiernos, todos lo hacemos.
Marshall es un idiota de primer nivel.
—¿Qué tan lejos llegó? —pregunto, sabiendo que el resultado no será
bonito.
Johnson comienza a reírse. —Hombre, se comió alrededor de dos docenas,
se puso blanco como la tiza y después se retiró.
Todos nos estamos riendo ahora.
—¿Lo hizo fuera de la casa? —pregunta Díaz.
—Mierda, no. se enredó con un montón de chicas —dice Johnson, sin dejar
de reír—. El jodido bastardo vomitó sobre todas ellas. Tendrías que haber
escuchado los gritos.
Me estoy riendo tan fuerte, que tengo que limpiarme los ojos. —Jamás
tendrá sexo de nuevo.
—Ellas ya lo llaman el vomitón.
Nuestra conversación muere allí. Hasta que Dex llama mi atención,
inclinándose sobre la mesa mientras los chicos discuten sus ligas de fantasía sobre
la NFL. —Tengo que preguntar. ¿Si quieres a Ivy, por qué no hacerlo real?
El calor inunda mi cara. Real. Como una novia. La idea hace latir mi corazón
y mis palmas se ponen frías. Como que odio a Dex por preguntar. Pero él es así,
siempre buscando y hurgando en ello. Paso una mano sobre mi mandíbula. —
¿Quién dice que quiero una novia? —Solo decir las palabras hacen que me ponga
frío.
Yo no soy del tipo de avanzar. Soy del tipo de vive ahora. Juega duro. Esas
cosas son seguras. Divertidas.
La mirada de Dex me dice que me lee como un panel de jugadas.
Suspiro, agarrando mi cerveza mientras murmuro en la botella antes que
pase el líquido. —La cosa es, Dex, esto no es como el fútbol. Eso es fácil. Las
amistades son fáciles. ¿Las relaciones? —Aparto mi botella vacía—. No es mi
juego.
Poco a poco él asiente, con sus dedos apretando el vaso.
—Sí, solamente que ya la quieres. Lo que significa que tu juego ya comenzó.
El único camino a seguir es hacia delante, hombre.
A veces, en verdad odio hablar con Dex.
85
Página
Traducido por Michelle M
Corregido por Camila Cullen
Ivy
Esta noche, me encontré con Gray en Palmers de nuevo, para pasar el rato
con sus compañeros de equipo. Ya que su entrenador tiene una estricta política de
no beber en exceso, los chicos se limitan a una cerveza cada uno. También hay una
regla de no ir a fiestas mientras estén en temporada de juegos. Así que aquí
estamos, sentados, hablando idioteces y contando chistes mientras ellos pasan el
rato.
Me gusta estar aquí. Escuchando sus historias y ver el evidente amor que se
tienen entre sí. Ahora están hablando de las aventuras sexuales de Thompson,
Jonhson y Marshall, que son variadas y un poco aterradoras.
—¿Qué tal cuando Thompson nos dejó varados en un bar de mala muerte
en Cancún porque se llevó el coche para llevar a algunas chicas a una fiesta? —
Gray mira a Thompson—. Sin decirnos.
—Tan incorrecto —dice Marshall con un movimiento de cabeza—.
Hermanos antes que coños, hombre.
—Nos heriste profundo —añade Gray.
—No dejes que te engañe Ivy —dice Thompson mientras pone los ojos en
blanco—. Gray es tan loco como cualquiera de nosotros.
Gray se endereza en su asiento. —Oh, no. No me pongas en tu vecindario de
Pueblo Loco.
—Mira al señor ligón de noche, tratando de jugar al santo. Hombre, por
favor.
Drew también hace un ruido de incredulidad. —¿Te olvidaste de la
desnudista que te hizo sexo oral en frente de todo el mundo en tu fiesta de
cumpleaños?
Anna le da unos codazos a Drew, y él la mira dos veces, primero a Anna y
después a mí. La comprensión se establece y sus ojos se abren en evidente
mortificación. Tose y mira hacia otro lado.
Sin embargo, Gray ondea su mano. —Por favor, eso no es nada a
comparación de las payasadas de esas pollas. —A pesar de su tono es ligero,
resueltamente no me mira.
Marshall aprovecha el momento para añadir—: Hombre, esa chica tenía una
buena boca. También me la chupó a mí esa noche. Dios, bendice su corazón.
Solo entonces, todos los chicos se detienen y me miran, haciendo una mueca
como si supieran que fueron demasiado lejos. ¿Y qué puedo decir? ¡Sí, estoy muy
contenta que Gray consiguiera una mamada de una desnudista! ¡Espero que ella se lavara
la boca entre cada golpe! Tomo un sorbo precipitado de mi refresco. Rolondo me mira
por un segundo, sus ojos serios. Luego él sonríe.
—¿Sus chicos nunca les contaron sobre Cheerio? —nos pregunta a Anna y a
mí. Al instante todos los chicos gimen. Drew entierra la cabeza en el hueco del
cuello de Anna, mientras que Gray simplemente se echa a reír y empieza agitar su
cabeza como diciendo, “no, no, no lo hagas”. Así que, ¿cómo se supone que
tenemos que resistirnos a esto? Además, estoy desesperada por escuchar cualquier
historia que no implique a Gray y sexo.
Anna y yo le exigimos a Rolondo que nos ilumine. Pero es Johnson quien
responde. Sus ojos brillan mientras se acomoda mejor en su asiento. —Eso fue
cuando la mayoría de nosotros era de primer año. El tipo era mayor. De defensiva.
—Un hijo de puta con un culo loco —murmura Díaz, a pesar que parece
divertido.
—Sí —dice Johnson—. Cheerio decidió tener una fiesta. Ya sabes, para
introducir a los novatos al equipo. Todo fue bien hasta el final.
—Algunas cosas no pueden no ser vistas, hombre. —Dex le pasa las patatas
87
fritas a Thompson, como si hubiera perdido el apetito.
Página
boca.
Cuando él habla, es bajo y profundo. —Sí, lo sé, Ivy. —Su silla cruje
mientras se inclina hacia delante, con un destello irritado todavía en sus ojos—. Yo
quería salir contigo.
Parece que eso es todo lo que nosotros queremos hacer últimamente. Gray
se ha convertido rápidamente en mi mundo y eso me asusta un poco. Ya que se
está convirtiendo en algo que no puedo controlar, apuñalo mi sopa.
—Es sólo que… ah, bueno, es que los chicos lo hicieron sonar como si tú
fueras a ligar todas las noches. —Y eso hace que mi estómago se revuelva. Lo que
era un desastre por todos lados. Definitivamente Gray no era mío.
Él hace un ruido de molestia. —Los chicos estaban exagerando. Y, ¿qué
demonios? No quería ir con esas chicas. No es la gran cosa.
Su expresión es terca mientras de nuevo pone atención a su sopa. No sé si
quiero sonreír o encogerme. Pero lo he molestado, cosa que no quiero hacer.
—No me gusta la forma en que hablaron de ti —murmura Gray.
Aunque mi cara arde, me encojo de hombros. —No es como si no escuchara
esos comentarios regularmente. Mucho.
—Eso no lo hace correcto.
—No. —Suspiro—. ¿Pero a quién estamos engañando? Mido 1.82 metros. Al
crecer con mi papá y teniendo alrededor a sus clientes, nunca me sentí
particularmente alta. Pero hay días en los que me siento un total árbol alrededor de
otras chicas. —También de los chicos, pero ya he dicho lo suficiente. Fui
demasiado humillada está noche.
Gray me mira. —Eres perfecta. E, infiernos, Mac. ¿Ya me has visto? Yo soy
un puto árbol —bufa—. Todavía me acuerdo que mi estatura me afectaba. Me
mantuvo golpeándome en todo. En verdad me sentí como Gulliver alrededor de
los liliputienses. A veces todavía lo hago.
—Sí, pero tú llevas tu construcción con mucha gracia.
Las comisuras de sus ojos se arrugan. —No los dejes ver tu sudor, ¿no? Lo
digo en serio, Mac. Eres perfecta tal y como eres. Me encanta no tener que
agacharme para tener que mirarte a los ojos. Así que deja de darme la plática de
dejarme ir con un par de idiotas que ni siquiera quería que me tocaran. ¿Bien?
—Bueno, está bien. Dios.
Ambos asentimos, sonriendo lentamente el uno con el otro, pero todavía un
poco incómodos. Y entonces de nuevo estamos en silencio.
—Debes saber —digo poco a poco, porque parece que nunca puedo dejarlo
ir—, soy bastante mala para expresar mi gratitud. Siempre digo algo equivocado.
Ante esto, Gray baja la cuchara y se inclina hacia atrás antes de pasar una
mano por su cabello. La acción hace a sus bíceps agruparse. Hay una pequeña
sonrisa jugando en sus labios. —Creo que me gusta eso de ti, Mac.
A mí me gusta todo de Gray. —Todo lo que quería decir es que estoy feliz
de que estés aquí.
Él sonríe ampliamente. —También lo estoy. —Sin embargo, hace una pausa,
con sus cejas levantándose—. Y no ligo con alguien todas las noches. Solo para
aclarar.
—¿Entonces, cada dos noches? —bromeo.
Sus labios se tuercen de mala gana. —Sí, tal vez. —Sus ojos azules me
miran—. Y los amigos siempre van primero.
—¿Hermanos antes que coños? —digo, recordando la línea de Marshall.
Gray se ríe entre dientes. —Algo así. Solo que mi mamá me enseñó a nunca
llamar a las mujeres putas. —Su mirada se detiene en mis pechos lo suficiente para
que lo sienta y luego atrapa mi mirada—. Y tú, definitivamente no eres un
hermano.
—Me alegro que te dieras cuenta.
—Es difícil no darse cuenta, Mac —dice en un tono seco, pero todo lo que
puedo ver es una evaluación, la mirada interesada que me dio antes y que está
jugando con mi cabeza, haciendo que mi cuerpo se sienta demasiado caliente.
Frunciendo el ceño, tomo un sorbo de la sopa para cubrir mi inquietud.
Ignorando ese hecho, Gray continúa. —Nunca he tenido una amiga antes.
Así que probablemente actué como un idiota de vez en cuando. —El color pinta
sus mejillas—. Es decir, con una amiga que es chica8.
—¿Y una novia? —No puedo evitar preguntar—. ¿Has tenido una?
—Nah. Nunca he tenido esa inclinación.
—¿Nunca? —La palabra hace eco en mi pecho—. Eso es una tragedia. Serías
un buen novio. 93
Sus mejillas se oscurecen, pero niega con la cabeza, como si yo estuviera
perdiendo el punto. —Estoy bastante seguro que la monogamia es un factor clave
Página
en una relación.
8En el original dice girlfriend que puede traducirse como novia o amiga, por eso después dice
amiga que sea chica.
Mi cuchara traquetea en la mesa. —¿Has engañado?
Gray frunce el ceño. —No. nunca. Pero ese es el punto. Nunca he querido
quedarme con una sola chica, ¿así que por qué ponerme en esa situación?
—Creo que eso tiene sentido. —El vacío crece. Lo cual es ridículo. Gray es
un amigo impresionante y eso es todo lo que necesito.
—¿Y tú? —pregunta demasiado casualmente, como si esta conversación
hubiera llegado más allá de la incomodidad para él, pero no puede parar, al igual
que yo—. Creo que eres del tipo de tener novio.
—¿Eso es una cosa mala? Que no esté en los ligues.
Rápidamente me da una sonrisa tensa. —Puedo verte, señorita Monógama,
pasando a través de una serie de novios.
Pongo mis ojos en blanco. —He tenido un novio, culo inteligente. En el
último año del bachillerato.
Las cejas de Gray se levantan. —¿Un novio? ¿Eso es todo?
—Sí. —Me robo su cerveza y tomo un largo trago. El me mira, con un baile
de diversión en sus ojos. Eso me golpea de nuevo, la forma en que me hace sentir
completamente en casa, y, aun así, excitada. Lo cual es extraño; estamos aquí
sentados, hablando y comiendo. Y todo lo que quiero hacer es hundirme en su
mirada, en la forma en que las esquinas de su boca se elevan para hacer una
sonrisa, en las cuerdas fuertes de su cuello, o en como su rastrojo de barba de la
tarde empolva su mandíbula como si hubiera azúcar morena destellando a la luz
de la lámpara. Mi lengua casi puede imaginar cómo se sentiría lamer ese rastrojo
delicioso.
Espera. ¿Qué? No. No habrá lamidas a la mandíbula de Gray. Como si él se
diera cuenta de mi repentino rubor, inspecciona mi cara. —¿Qué? —pregunto en
un triste intento de escapar de mis sentimientos inapropiados.
—Nada. —Gray se rasca la parte trasera de su cuello e ignoro esos músculos
flexionándose—. Me resulta difícil creer que has estado soltera todo este tiempo.
Eres… bueno… eres magnifica.
—Gracias, Pastelito —digo, ante su sonrojo. Eso es lindo. Y porque es Gray,
me siento lo suficientemente cómoda para decirle la verdad—. He tenido a unos
chicos interesados. Sin embargo, pronto se hizo evidente que estaban más
interesados en mi papá o más bien, en a quién conocía. Siempre surgía: ¿Puedes
conseguir entradas para los eventos? ¿Conocía a Peyton Manning? ¿O a Eli? ¿Era
realmente mi papá en esa imagen con LeBron James? Y cuando yo respondía que
sí, era en todo lo que ellos podían pensar. —Me encojo de hombros—. Lo sé, lo sé,
grandes problemas que tener.
—Eso no es lo que estoy pensando —dice Gray en voz baja, con una
expresión sombría—. Estaba pensando en lo que esos cabrones se perdieron.
De nuevo me encojo de hombros, incapaz de enfrentarme a Gray en este
momento.
—Así que —dice Gray—, a ese novio del bachillerato, ¿no le gustaban los
deportes?
—Si le gustaban. Sin embargo, su padre era un productor de música por lo
que tuvo su parte de fama.
Las cejas de Gray se levantan y me siento con la necesidad de explicar con
más detalle.
—Vivíamos en Manhattan en ese momento. La vida allí es un poco
diferente.
—Lo apuesto.
No queriendo seguir con mi cansada, pobre chica rica, me apuro en
terminarlo. —Mi novio estaba bien. Pasamos el rato. Él tomó mi virginidad. El acto
apestó lo suficiente para que no pidiera una repetición. Me fui a la universidad. Fin
de la historia.
—Suena impresionante —dice Gray inexpresivo.
No digo nada.
—¿Nadie en la universidad o en Londres? —presiona Gray, luciendo
sorprendido.
Resisto la tentación de tirar la cuchara. —Conocí chicos, eso es seguro. Pero
a nadie con quien quisiera iniciar una relación, ¿bien?
—Está bien —dice como si quisiera calmarme. Lo cual me hace querer
gruñir más. Pero no lo hago.
Así que seguimos comiendo. Hasta que Gray comienza a moverse en su
95
asiento, poniéndose inquieto, con su pulgar tocando un ritmo agitado en la mesa.
Página
sagrado para el que se necesita enviar invitaciones. Puede ser simple, ya sabes.
Sucio, jodidamente caliente.
Oír la profunda voz de Gray en estos momentos no es lo que necesito. No
cuando ellas recorren la parte posterior de mi cuello y provocan un escalofrío a lo
largo de mi piel. Ignoro esa sensación a favor de la ira. Es más fácil que un anhelo
inútil.
—Siempre se trata de follar para ti. De un acto normal, como conseguir un
bocado para comer o jugar fútbol…
—Ahora, eso me molesta —dice con un tono elevado—. El fútbol es un acto
sagrado.
—Correcto. —Me libero de su agarre—. El fútbol es más importante para ti
que tener intimidad con alguien. —Él resopla, rodando sus ojos como si el término
“intimidad” fuera una broma. Lo apunto con mi dedo—. Justo ahí. Ese desdén.
¿Qué hay de malo con la intimidad? ¿Qué hay de malo tratar el acto como algo
más? Le estás quitando la belleza a ello. Todo el significado.
—Y ahí está tu problema —espeta Gray, su largo dedo empuja mi hombro—
. Estás construyéndolo tan alto en tu mente, que si algún hombre se atreve a
intentarlo contigo, está condenado a fallar por el peso de tus expectativas.
—Esa mierda es ridícula… —Respiro fuertemente, luchando por no torcerle
el cuello—. ¿Te atreves a darme un sermón sobre la espera? ¿Por qué debería
escucharte a ti, entre todas las personas? —Un rubor oscuro llena su cara y sé que
debería dejar esto, sé que estoy siendo injusta, pero estoy rota—. Tú, que dejaste
que una jodida puta te chupara la polla mientras tus amigos te miraban y luego se
ríen sobre ello. ¿Has escuchado de las enfermedades venéreas? Las puedes
conseguir por lo oral, ya sabes.
—Detente —susurra con los ojos vidriosos.
Pero no puedo. La fealdad es un río que se vierte fuera de mí. Pienso en mi
papá engañando a mi mamá, en cómo me sentí esta noche, viendo a esas chicas
colgarse de Gray. —Tal vez a ti no te importa a quién te follas. Pero yo no soy así.
Yo necesito más. Y si no puedes entender eso, bueno… ¡Es una mierda!
Arremete ante eso, agarrando mis brazos y metiéndome en su pecho. Sus
fuertes brazos me envuelven, mi nariz se estrella en sus pectorales. Me aprieta
como si necesitara parar mis palabras, mi juicio.
—Detente, Ivy —dice en voz alta, desesperado—. Por favor, por favor. No
puedo pelear contigo. —Ahora su voz se rompe—. No contigo.
El impacto total de lo que he dicho me golpea. El horror, espeso y oscuro, se
precipita hacia mi garganta en un grito ahogado. —Oh Dios, Gray. —Envuelvo mis
brazos alrededor de su cintura y me aferro a él—. Lo siento. Jodidamente lo siento.
Acaricia mi cabeza, como si mereciera la comodidad. Quiero meterme en un
agujero y quedarme allí.
—No quise decir eso, Gray. —Tiemblo, acercándome más—. Me odio.
—Sí, bueno, no estoy muy contento contigo, o conmigo, en este momento. —
Gray suspira, su agarre más seguro. Un toque ligero en la parte superior de mi
cabeza, un beso gentil—. Pero está bien. Estamos bien.
—No, no lo está. —Cierros los ojos y respiro el limpio y reconfortante aroma
de Gray—. Eres mi amigo y te he herido. No quiero volver a hacer eso.
De pie, justo como lo estamos, no hay ningún centímetro entre nosotros,
noto el calor de su cuerpo, la fuerza absoluta de él. Cuando me abraza, estoy
segura, envuelta.
—Se acabó. —Sus labios se presionan en mi sien—. Y también lo siento.
Estaba siendo un idiota, metiéndome contigo por estupideces.
Entonces estamos tranquilos, Gray suspira, lo que lo acerca más
imposiblemente, con su gran mano acariciando lentamente mi espalda.
Comodidad. Eso es lo que está buscando. Pero yo ya no estoy pensando en la
comodidad porque él está tan cerca de mí, con su abdomen apretándose contra el
mío, el bulto de su pene bajo mi sexo. No está duro, pero está ahí, evidente y
sustancial, lo que me hace pensar en cosas que nunca deberían estar en mi cabeza.
Me tenso profundamente en mi estómago, calor susurrando sobre mi piel.
Quiero fundirme en él, quedarme así todo el día. Quiero abrir mis piernas, y
tenerlo a él llenando ese espacio solitario en medio de ellas. Si inclino mi barbilla,
mis labios van a rozar esa curva satinada donde su cuello se une con su hombro.
Quiero lamer ese punto, saborearlo y morderlo. No quiero pensar en otras chicas
haciendo lo mismo.
Mi corazón se detiene. Toda mi ira, todas las palabras, fueron por los celos.
Tengo celos de las mujeres sin rostro, sin nombre.
La vergüenza se anuda en mi garganta, quemando. Tuve un ataque de celos
y eso está tan mal. Estoy totalmente jodida y no sé qué decir para que sea justo. —
Gray…
—No quiero que tengas sexo como yo lo he estado haciendo, Ivy —dice
repentinamente—. Debería significar algo. Algo para ti. Debería ser tan bueno
99
como eso.
Página
Me duele el corazón por el vacío en su voz y muevo mis manos contra sus
costillas, sosteniéndolo. —¿Por qué no puede ser así para ti? ¿Por qué los
interminables ligues?
Ya que estamos tan cerca, siento la tensión en su espalda. —Es sólo que… —
Traga saliva—. Creo que sigo esperando aquella que me haga querer parar.
—¿De tener sexo? —Estoy helada hasta los huesos, mi corazón late contra
mis costillas. Y soy una hipócrita, porque la idea de él no queriendo tener sexo es
horrible.
Mi cabello se despeina mientras él niega. —Parar de moverme hacia la
siguiente chica. —Su pecho se expande—. Ivy, amo a las mujeres y me encanta el
sexo. Pero tienes razón. Aquello no significa nada para mí que no sea el placer
rápido. No me importa quién es. No me acuerdo de sus nombres. Mierda, soy tan
malo como has dicho.
Suena tan abatido que le doy un apretón. —No, Gray. Por favor, no digas
eso. ¿Podemos solo…? Me gustaría poder borrar nuestra pelea.
Lentamente, él se aleja de mí, aunque sus brazos permanecen sueltos en mis
hombros. Nos toma un momento encontrar nuestras miradas. Es incómodo y su
expresión se tuerce como si estuviera probando algo repugnante. Mi culpa. Pero se
obliga a darme una sonrisa. —Oye, estamos bien. —Acaricia mi cabello con
torpeza poco común, con su pulgar golpeando mi pómulo y casi picándome el
ojo—. No sería normal si no peleáramos.
Haciendo una mueca, me aferro a sus antebrazos, porque no puedo
mantener mis manos alejadas de él. —Eso es verdad.
Gray me mira, sus ojos azules son desconcertantes. El aire entre nosotros es
tan grueso y no puedo respirar bien. Un pliegue crece entre sus cejas, como si
pudiera ver mi culpa y el hecho de que estoy luchando para no moverme y
presionar sus suaves labios. Mierda.
Dios me ayude si en verdad sabía lo que estaba pensando. Probablemente
hubiera corrido. Pero él no se mueve. Aún no. No, el presiona su frente con la mía.
Me calienta de nuevo.
—Me voy a ir ahora —dice después de un momento—. Tengo que
levantarme temprano para una práctica del infierno.
—Está bien.
Pero no se va. Se acerca más, su respiración mezclándose con la mía,
rozando los labios entreabiertos. Es demasiado tranquilo. Sus dedos se contraen y
me agarra con más fuerza. Y luego me deja ir tan bruscamente que casi tropiezo.
La sonrisa de Gray es amplia, tal vez demasiado. Es un respaldo, una maniobra
necesaria.
—Buenas noches, Salsa Especial.
Le doy una sonrisa de regreso. Falsa. Tensa. Jodida. Esta soy yo, la Ivy
jodida. —Buenas noches, Pastelito.
Gray
Por primera vez en nuestra relación le he mentido completamente a Ivy.
Está bien, es una pequeña mentira, sin embargo, es una mentira. No tengo práctica
temprano. Solo tenía que alejarme de ella. Rápido. Ella me hirió. No cuando me
dijo la verdad de cómo me veía. Demonios, yo sé lo que soy. No, fue la pena en su
expresión, como si mi incapacidad de encontrarle algún significado al sexo me
hiciera patético.
Ahora estoy vacilando entre la indignidad y el dolor. El sexo es sexo. A la
mierda si me debería avergonzar de tenerlo tanto como quiero. Pero luego está este
dolor, justo detrás de mi esternón. Ya que ella ha sacado cosas que no me gusta
pensar. Tales como por qué no puedo encontrarle el sentido al acto. Pero lo hago,
¿no? Y ese conocimiento es una costra que no quiero arrancar.
Solo que ella ya la arrancó y ahora estoy sangrando lentamente. Sé que Ivy
se siente mal por herirme. Eso no importa. El gato ya está fuera de la bolsa. Y no
puedo dejar de pensar. ¿Realmente estoy viviendo el momento o estoy huyendo de
la realidad?
Pero incluso, esa no es la razón por la cual escapé de Ivy. Fue porque por un
segundo, había estado a punto de decirle la cosa más estúpida. Haz que pare, Ivy. Sé
la persona que pare todo.
101
Tengo la sensación que ella puede. Me quedé allí, con el dolor, y odiando
que nos quebráramos el uno al otro, y lo único que quería era besarla, explorar la
Página
amigo. Lo sospeché. Pero nunca pregunté. No quería molestarlo. Pero sabía que
estaba preocupado por algo.
La voz de Rolondo se quiebra cuando habla. —¿Por qué me estás diciendo
esto?
Corro el riesgo de mirarlo, parece que se ha puesto de un tono gris. Mis ojos
arden. Me duele pensar en Jason. —Quiero ser claro. No pienses ni por un segundo
que te daría la espalda, que pensaré en ti de diferente manera. Y ni siquiera
imagines que le diría a alguien. Eso es asunto tuyo.
Él mira lejos, entonces asiente. Una vez. Fuertemente. Y respiro un poco más
fácil. Pero no digo nada más, sabiendo que hablará cuando él quiera y si quiere.
Nos sentamos juntos por dos minutos antes de que finalmente decida hablar. —Me
está cansando. Ocultarme. Pretender algo que no soy.
—Te entiendo.
Rolondo se ríe en voz baja y sin humor. —Difícilmente, G. Soy un hombre
del sur, un chico negro que juega fútbol. —Lame su labio inferior con
nerviosismo—. Diablos, mi mamá no me deja de molestar preguntando cuando
tendrá algunos nietos. ¿Qué crees que dirá ella sobre esto?
Los dos nos desinflamos un poco y miramos el suelo en silencio.
—Ese tipo… —Miro hacia las duchas donde los encontré—. ¿Lo amas?
Siento a Londo asentir, pero es abrupto, como si todavía estuviera luchando
contra sus sentimientos.
Quiero ayudar, ¿pero que puedo decir que no suene trillado? Él está en una
posición de mierda y los dos lo sabemos. Me pellizco el puente de la nariz y pienso
en Ivy. Ella sabría qué decir.
—Comprendo lo que es estar asustado de cambiar las cosas —digo—.
Creo… no, mierda, sé que me estoy enamorando de mi mejor amiga.
—Dime algo que no sepamos todos, G. —Por primera vez en esta noche,
Rolondo suena como su viejo ser.
Lucho contra una sonrisa. —Sí, bueno, ella más o menos piensa que soy un
puto, así que…
—De nuevo, dime algo que no sepamos todos.
Lo miro y él se ríe. Me lo merezco. He estado escondido detrás de un
personaje de chico fiestero por tanto tiempo, que todo el mundo piensa que
realmente lo soy. Y eso ya no se siente tan bien conmigo. Seguro, ese chico me ha
cubierto infinidad de veces. Pero estoy cansado de ser superficial.
Niego con la cabeza, me inclino hacia al frente y descanso los brazos sobre
mis rodillas. —Probablemente es lo mejor. De todas formas, ¿qué coño sé yo de las
relaciones?
Rolondo resopla. —¿Me estás preguntando?
—Estoy diciendo que los dos estamos jodidos.
—Sí —dice lentamente, casi sonriendo—. Sí, supongo que lo estamos. Te
voy a decir esto. Será mejor que encuentres la manera de lidiar con su padre si
haces un movimiento. Seguro que Mackenzie te pateará el culo.
Eso podría valer la pena. Suspirando, me enderezo y ruedo mis hombros. —
Me tengo que ir. Solo… eres mi amigo y compañero de equipo, hagas lo que hagas,
estoy contigo. Al cien por ciento.
—Gracias hombre. —Es apenas un susurro. Pero lo escucho.
Mi cara se siente caliente de demasiada emoción fluyendo a través de mí por
un día. Me pongo de pie, le doy un leve golpe en el hombro y me alejo. A pesar de
lo que dije, mi estómago está revuelto con la incertidumbre. Todo está cambiando
a mi alrededor, así que rápidamente se siente como si una alfombra hubiera sido
arrancada de debajo de mis pies.
105
Página
Ivy
Gray vive con un grupo de sus compañeros de equipo en una casa cerca del
campus. Normalmente, esperaría con ansias visitar su casa. He tratado de
imaginarla varias veces. Con Gray en su escritorio haciendo tarea, o en la cama,
haciendo… así que sí, quiero ver en dónde vive. Pero ahora, con nuestra pelea aún
fresca en mi mente, no me atrevo a salir de mi coche.
No nos hemos visto en días, no desde aquella noche. Gray ha estado
practicando y viendo juegos como un demonio, aprendiendo las fortalezas,
debilidades y el estilo de juego de sus contrincantes.
Unos cuantos mensajes es todo lo que hemos intercambiado. Pero ahora él
saldrá de la ciudad por su conferencia del campeonato, la primera parada del
Campeonato Nacional. Prometí venir antes de que se marchara.
Con una respiración profunda, dejo la tranquilidad de mi pequeño coche
que todavía lleva el aroma de Gray.
La casa es blanca estilo colonial, del tipo que podría ser majestuosa y
acogedora, pero su pintura vieja y el césped seco solo la hace parecer triste. Los
cuatro contenedores de basura llenos de botellas de refresco, bebidas energéticas y
cerveza gritan “casa de chicos”.
El sonido de explosiones y disparos hace eco desde detrás de la puerta y un
montón de chicos gritan y ríen. Golpeo la puerta con fuerza, esperando que
alguien me oiga sobre el sonido de explosiones de los videojuegos.
Gray abre al segundo toque. No creo que alguna vez asimile lo grande que
es. Empequeñece la entrada con sus amplios hombros definidos bajo una playera
gastada que lleva. El chándal cuelga bajo sus caderas y los dedos de sus pies se
asoman desde un par de chanclas deportivas. No sé porque me obsesiono con los
dedos de sus pies y el hecho de que parecen extrañamente vulnerables, todos
expuestos al ambiente.
Sin embargo, no puedo evitar mirarlo a los ojos. Especialmente cuando dice
con voz ronca. —Hola.
Me está dando una pequeña sonrisa, una vacilante. Como siempre, cuando
encuentro la mirada de Gray, hay una calidez y felicidad abriéndose paso entre
otros pensamientos.
—Hola. ¡Estoy aquí! —Dios. Suave. Muy suave.
La cara de Gray se ilumina con una sonrisa plena. —Sí, lo estás. Vamos. —
Hace un gesto con un movimiento de cabeza—. Sal de ese frío.
Al instante, soy recibida con el olor de calcetines de gimnasia, desodorante
para hombre y casa vieja. La madera del suelo está raspada y manchada. Y sonrío
porque hay una escoba en la esquina de la sala con una nota pegada que dice:
¡Úsenme, idiotas, antes de que les pateé el culo!
Gray se da cuenta y pone los ojos en blanco. —Un triste intento de Dex para
domesticarnos.
Pasamos junto a una pirámide de bolsas de lona contra la pared del pasillo.
A nuestra izquierda, la sala se expande. Hay dos sofás que no combinan y que se
ven en peligro de romperse bajo el peso de seis chicos masivos alrededor de una
televisión gigante. Están jugando algún video juego de guerra, pero todos los
chicos voltean a la vez cuando entro.
—¡Ivy! —gritan al unísono, sus voces profundas rebotan sobre mí.
—Chicos —grito de regreso. Consigo algunos movimientos de cabeza, un
par de sonrisas, entonces están de regreso en el juego. Los sonidos de guerra
resuenan por toda la habitación.
A mi lado, Gray toca mi codo. —Vamos a mi habitación.
Las escaleras crujen bajo nuestros pies. La habitación de Gray es una
sorpresa agradable. Está en la parte trasera de la casa, es muy sencilla pero limpia.
Ordenada. Su escritorio está impecable, como lo está el suelo. Una cama King size
ocupa la mayor parte del espacio. Un mueble con cajones y una butaca azul
desgastada en la esquina conforman el resto de su mobiliario.
Miro la única obra de arte en el cuarto. —Guau. ¿De dónde sacaste eso?
Colgado en la pared frente a la cama, hay una pintura masiva. Hecha con
tonos grises y azules, se trata del brazo de un hombre sosteniendo un casco
maltratado de fútbol.
—Dex lo hizo —dice Gray, mirándolo—. Me gustó tanto, que lo molesté 107
hasta que me lo dio.
—Es fantástico. —La composición es simple, pero la fuerza en el brazo, la
Página
forma en que agarra el casco habla del sufrimiento, la perseverancia y el amor por
el juego.
—Sí. Él es ridículamente talentoso. No es como si permitiera que cualquiera
viera su trabajo, excepto nosotros.
No me sorprende. Una gran cantidad de atletas han ocultado sus talentos o
pasatiempos. —Hay un chico en la NBA que puede tocar el violín como un Dios.
Pero él solo toca para sus compañeros de equipo.
—¿Quién? —La voz de Gray es curiosa, pero tenue. Nuestra lucha sigue
interponiéndose entre nosotros y me odio por lo que dije en el calor de los celos y
la ira defensiva.
Le doy una sonrisa forzada. —Eso es su secreto para contar.
Gray niega con la cabeza. —Fastidiosa.
Él cae de un salto a su cama, el marco chilla en protesta y rápidamente mete
su brazo detrás de su cabeza. Está bien, entonces tal vez sea yo la que está
pensando demasiado las cosas. Tomando una respiración, me siento al lado de él.
Gray tiene otras ideas, y me jala junto a él. Aterrizo con un “oof” y él sonríe.
—Así que.
—Así que… —repito, rodando sobre mi lado para enfrentarlo—. ¿Estás listo
para el juego?
Aunque su equipo es el favorito para ganar, todo puede pasar en el campo.
—Joder sí. Podemos con esto. —Su sonrisa se desvanece, remplazada por
una mirada de búsqueda—. El autobús sale en tres horas, así que estaremos
saliendo pronto. Cómo quisiera que vinieras.
La culpa me golpea de nuevo. Porque quiero ir a su juego más que nada.
Pero me voy a quedar para celebrar el cumpleaños de Fi, que es la noche antes del
juego. —También me gustaría.
—¿Estás segura que Fi no quiere celebrar con nosotros? Mis chicos saben
cómo divertirse.
Con un suspiro, me doy la vuelta sobre mi espalda. —Tanto como puedo
recordar mi papá abandonando a Fi en su cumpleaños. Cuando éramos pequeñas,
era por los juegos de pelota. Después, por los juegos del campeonato. Era el gran
momento para reclutar de él.
—Eso suena como mierda de su parte.
No sé por qué me siento a la defensiva con mi papá; Gray no está diciendo
nada que no haya pensado, pero nada en la vida es negro o blanco. —Es su trabajo.
Seguir a los jugadores. Cerrar el trato. Cuidar al cliente. Hablar con los
patrocinadores. —Miro a Gray—. ¿Cuándo fue la última vez que no esperaron que
jugaras el día o cerca de una festividad?
—¿El cuatro de julio cuenta? —Me da una mirada descarada, pero luego
resopla—. Yo digo que eso es una mierda, no que no lo entienda. Lo cual es otra
razón por la que no tengo relaciones. —Sus ojos azules se oscurecen—. No me
gusta la idea de hacerle eso a alguien.
La tristeza se asienta en mi pecho. Gray no es el tipo de persona que deba
caminar solo por la vida. Pero no es como si pudiera protestar por sus decisiones.
Una parte egoísta de mí, no quiere animarlo a encontrar una novia, algo que
definitivamente sé que pondría más distancia entre nosotros. Lo que me pone mal
de pensarlo.
Agarro un pedazo de pelusa de su edredón. —De todos modos, Fi es del
tipo sensible con su cumpleaños y el fútbol. No quiere estar cerca de un juego
durante su tiempo. No le pediré que cambie sus planes. No importa cuanto lo
quiero.
La voz de Gray es suave y baja. —Lo entiendo. —Suspira—. Demonios,
cómo lo entiendo. Aparte de mi mamá, estoy en segundo lugar, demonios, más
como en quinto después del futbol.
—Aun así, lo amas. —Le echo un vistazo a su perfil fuerte. Tiene el ceño
fruncido viendo el techo, pero como si sintiera mi mirada, se voltea.
Alegría llena su expresión. —Lo amo, Ivy. Me droga como nada más.
Lo dice con tanta reverencia, que me resulta difícil pasar saliva. Nunca he
amado nada de esa forma. Una extraña especie de anhelo me llena. De amar algo
con tanta intensidad. De ser amada de regreso, ser puesta en primer lugar por
encima de todas las cosas. ¿Cómo sería eso? Si el amor que le tiene Gray al futbol
es una señal, sería la mejor cosa en el mundo.
—Te envidio —digo, mis ojos se fijan hacia delante, así no tengo que ver su
cara.
Pero lo siento observándome. —¿Por qué?
—Quiero eso de la vida, esa emoción.
—¿Y no la tienes con la repostería? —Gray suena realmente sorprendido, 109
pero su voz es suave, casi vacilante. ¿Me tiene pena?
Me encojo de hombros. —No de la forma en que tú amas al futbol.
Página
—¿Sí? —No sé por qué mi corazón late con fuerza. Solo que la expresión en
sus ojos es intensa, casi con miedo, como si estuviera luchando y no estoy segura
de querer que diga cualquier cosa que iba a decir. Pero después, lentamente, su
mano se desplaza sobre mi mejilla. Es una caricia tan tierna que mi corazón da un
salto.
—Por completo, Ivy.
Mis cejas se fruncen mientras miro su cara. —¿Qué significa eso?
Gray niega con la cabeza, con su boca inclinándose en una leve sonrisa. —
En realidad nada. Solo es algo que digo antes de un partido. Para la suerte.
Trago saliva mientras toco su cara. Su mandíbula es cálida y áspera con un
rastrojo. —Bueno, entonces —digo—. Por completo.
La amplia línea de sus ojos se hunde con un suspiro y asiente como si le
hubiera dado un importante regalo.
Lo dejo entonces, alivio mezclándose con un extraño sentimiento de que
algo está mal dentro de mí.
Ivy
Con Gray fuera de la ciudad, me encuentro luchando con un exceso de
energía inagotable. No sé qué hacer conmigo misma. Y la verdad, es que debería
saberlo. Soy una graduada de la universidad sin trabajo. Sé lo que quiero hacer,
pero me aterroriza decirle a mi papá, quién ha estado pagando mis facturas hasta
ahora.
Tensa y con el estómago apretado, me calmo con la única forma que
conozco. Horneando.
Horas más tarde; la casa huele a mantequilla, algo crujiente y dulce. Tengo
suficiente para alimentar a todo el equipo de Gray. Lo que apesta porque no están
alrededor para alimentarlos.
Fi llega en el momento justo en que termino de glasear el último lote.
—Hermey, Rudolph y Yukon Cornelius9, ¿qué demonios huele tan bien? —
Al igual que un perro de rastreo, ella acecha la cocina y casi pega la nariz en una
bandeja de rosquillas—. ¿Eso en la cima es tocino?
—Sí. Con glaseado. Estoy tratando de salir del jarabe estándar para el
tocino.
Ella garra una rosquilla y le da un mordisco, gimiendo mientras lo hace. —
Lo has hecho bien, Iv.
113
Escojo una de relleno de frambuesa y malvavisco tostado. La combinación
de sabores es como mantequilla de maní y mermelada, pero no tan pesado y más
Página
hablar. —No puedo creer que hayas dicho eso. —¿Hace calor o algo así? Porque tal
vez me funda en la cama por la vergüenza.
—Oh, por favor. Él lo haría, sabes que sí. Todo el mundo sabe que el chico lo
haría con cualquier chica caliente que se cruce en su camino.
—Detente —espeto—. Gray no es un jodido puto. —Nunca más me dejaré
menospreciarlo, o a cualquier otra persona.
—¿No lo es? —Ella ni siquiera trata de ocultar su sarcasmo.
—No. Es mi amigo, y te agradecería que no hablarás de él de esa forma. —
Abrazo una almohada fuertemente—. La idea de amigos con beneficios es la cosa
más estúpida en la historia. Nunca funciona. No —agrego—, ni siquiera lo
consideraría. Yo no… —Un gran aliento sale de mí—. No iré allí con Gray.
Solo la idea de sexo con Gray… No, ni siquiera consideraré la idea. Tener
sexo con él sólo conduciría a problemas. Soy una chica de relaciones. Y sé que eso
llegaría a ser demasiado para mí, compartir ese tipo de intimidad y no tener a Gray
más que como amigo. Me aferro a ese hecho como si fuera una balsa salvavidas.
Ella se encoge de hombros. —Bueno, entonces tal vez pueda engancharte
con alguno de sus amigos calientes.
—No tendré sexo con uno de los amigos de Gray. —Todo dentro de mí se
revuelve con la idea. Arruinaría lo que tengo con Gray. ¿No? Además, no quiero a
uno de sus amigos.
—Así que no quieres salir a ligar, no le quieres pedir a Gray que te ayude o
que te arregle algo. —Fi me mira—. Entonces, ¿qué quieres?
Una respuesta surge en mi cabeza, pero la aplasto. Me muerdo los labios y
me niego a decirlo. Una vez más, el calor horrible, la intranquila necesidad surge
entre mis piernas. —Solo quiero sentirme como yo misma de nuevo.
—Buena suerte con eso. Lo caliente no se quita solo porque se lo preguntes
amablemente.
—Genial. —Levanto mis manos con irritación—. ¿Así qué…?
Fi se ríe. —Vuélvete familiar con tu mano.
—Almohada —la corrijo sin pensar.
—¿Qué? —Sus ojos se agrandan y su sonrisa se escandaliza.
—Nada. No dije nada. —Nunca más beberé de nuevo.
—Claro que lo hiciste, señorita roza almohadas.
La almohada sale volando y golpea la cara de ella. —Eew —grita Fi—. ¡Será
mejor que no sea esa almohada!
—Mejor huélela y mira.
La respuesta de Fi es asfixiarme con la almohada y la noche se desarrolla a
partir de ahí.
119
Página
Gray
Por primera vez, antes de un juego, estoy nervioso. Por lo general soy
bombardeado con la anticipación y la adrenalina corriendo por mi cuerpo. Cedo
ante ello, como si fuera buen sexo con un borde de enfoque. En el campo, puedo
dejarme llevar. Dejar salir toda la ira, el dolor, la frustración de la vida. Y, sin
embargo, realmente nunca lo siento como si fuera rabia. Es una batalla, eso es
seguro, pero también es amor. Jodidamente amo este juego. La intensidad. El
dolor. Los juegos de mente. En ningún otro lugar me siento más vivo que cuando
estoy jugando, mi cuerpo y mente trabajan a toda máquina para obtener mis
objetivos.
Así que no voy a mentir; tengo erecciones por el fútbol. Totalmente duro el
día del juego.
Es por eso que estoy enojado ahora. Porque no estoy excitado por ello. La
emoción no corre por mis venas. En cambio, hay una piedra en mi estómago y
unas manos invisibles agarran mi cuello.
A pesar de que una multitud ruge con emoción y el aire casi vibra con
entusiasmo, todo se siente apagado. Mis compañeros no están bromeando como lo
hacen habitualmente. Rolondo está tranquilo y se pasea por las líneas laterales
mientras que se prepara para cantar el Himno Nacional. Los chicos tienen caras
tensas. Cal Alder está sentado en un banco, con la piel pálida y sudorosa, aunque
el entrenador no parece preocupado porque nuestro mariscal de campo esté a
punto de morirse.
Juro que el hedor de la derrota se cierne sobre nosotros y ni siquiera hemos
comenzado el juego.
Mis dedos están fríos mientras se canta el Himno. En el momento que
algunos de nuestros defensas sacan una moneda para lanzarla, estoy a punto de
gritar. Por el rabillo del ojo veo a Alder gatear sobre el banco. Vomita en un cubo y
un par de tipos saltan hacia atrás.
Maldiciendo, corro hacia él mientras vomita de nuevo.
Se limpia la boca con el dorso de la mano y me mira.
—¿Lo vas a conseguir? —pregunto.
Su expresión está en blanco. —Sí.
—Ten. —Agarro una bebida energética y se la paso—. Reabastécete y
enjuágate la boca. No voy a estar oliendo tu aliento cuando digas las jugadas.
No sonríe, pero agarra la botella y bebe. En el campo, la primera patada ya
está en marcha. Nuestro tipo Taylor logra atrapar el balón y corre hacia la yarda
cuarenta. Casi es hora de ir a trabajar.
—¿Qué pasa? —le pregunto a Cal—. ¿Estás enfermo?
Sus ojos se estrechan y no parpadea. —¿Eres mi enfermera?
—Soy tu puto compañero de equipo y ala cerrada —espeto, molesto como la
mierda—. Por lo tanto, responde la puta pregunta.
La expresión de Cal se alivia. Baja la botella. —Muy bien, Grayson.
Bueno, de puta madre. Claro, lo que sea. Estoy a punto de gritarle que me
diga la verdad cuando Dex se acerca. Él tiene su casco en la mano y su cabello
oscuro ya está un poco sudoroso. Le da una larga mirada a Cal y después asiente.
—Miedo escénico.
Los ojos de Cal se amplían un poco, pero asiente. —Todo el tiempo.
—¿Lo puedes controlar? —pregunta Dex, como si todo esto estuviera bien.
—Una vez que comience a jugar sí.
—Lo suficientemente bien para mí. —Dex se pone su casco mientras Cal se
mueve hacia nuestro entrenador ofensivo.
Solo lo observo mientras también me pongo el casco. —Es un poco extraño
lo bien que lees a las personas, Gran D.
Los ojos de Dex se arrugan detrás de su casco. —Es un regalo y una
maldición.
No puedo decir nada más porque el silbato ha sonado.
—Caballeros. —El entrenador se acerca, su voz es plana pero constante—.
En realidad, ya he dicho todo lo que había que decir. ¡Así que consigamos esto!
—¡Red Dogs! —gritamos al unísono. Siempre lo hacemos. Pero este se siente 121
como obligación en vez de como entusiasmo.
En la reunión estamos apagados. Putamente apagados. Esto es intolerable.
Página
—Oye —grito por encima del ruido de la multitud—. Con un empuje bueno,
incluso los cerdos vuelan.
Me miran como si estuviera loco.
—¿Qué mierda, G? —grita Díaz con un resoplido confundido.
—Vamos hacer que esos cerdos vuelen. —Asiento hacia la defensa que se
está poniendo en posición—. Cuando saquemos la mierda de ellos.
Los chicos empiezan a sonreír, pero nuestro viejo espíritu no surge del todo.
La cabeza de Cal se azota hacia arriba. Hay un brillo en sus ojos de hielo que
ninguno de nosotros ha visto antes. Es como si hubiera encendido el interruptor
interno y se iluminara desde el interior. —Vamos a ganar. Porque somos los
jodidos dueños de este juego.
Él no es Drew. Nunca lo será. Él no tiene una sonrisa come mierda o actitud
arrogante. Pero tiene algo más: una serena tranquilidad que exige respeto. Todos
parecemos sentirlo hasta los huesos. Porque de repente, todos estamos sonriendo.
La energía surge durante nuestra reunión en el campo, haciendo que nos
acerquemos más, rugiendo con acuerdo. Mis viejos amigos, la anticipación, la
adrenalina, retornan con venganza, corriendo a mis bolas y levantando los pelos de
mi nuca.
Cal nos mira, su voz es más fuerte de lo que nunca lo he oído al llamar las
jugadas. El termina con un—: ¡Vamos por ellos Dogs!
A lo que hacemos eco. Y luego rompemos la reunión. En la formación, los
gruñidos de la defensiva opuesta tratan de intimidarme, hablando mierda que no
me molesto en escuchar. Solo sonrío. Porque estoy a punto de fumar en su culo.
Que empiece el jodido juego.
Gray
A pesar que la victoria todavía corre por mis venas, decido volver a mi
habitación y pedir servicio a la habitación en vez de ir al club con los chicos a
festejar. La idea de estar afuera es poco atractiva. ¿Qué se supone que haría?
¿Bailar? ¿Conectar con alguna chica?
Ya no puedo bailar sin pensar en las horribles películas de Ivy y las ganas de
volverlas a ver. Y la idea de tocar a alguien que no sea Ivy, no provoca nada en
absoluto para mí. La idea de tocar a otra persona hace que mi pene se quiera
esconder como una tortuga en su caparazón, una imagen que me asusta hasta la
mierda.
Cuando hago claras mis intenciones, Johnson intenta comprobar mi frente,
convencido que me estoy enfermando de algo. Lo alejo de un manotazo. Dex
simplemente regresa su atención a escoger un lugar a dónde ir.
Desafortunadamente, Drew y Anna están con nosotros. Sus miradas de
complicidad me irritan. Le di un infierno a Drew cuando rechazó los clubes porque
claramente estaba enamorado de Anna. Así que no me sorprende cuando él se
inclina cerca de Anna y le dice en voz baja, obviamente con la intención de
molestar—: Cincuenta dólares a que la llama dentro de una hora.
Los ojos verdes de Anna se estrechan mientras me da un vistazo. —Gray se
ve hambriento. Estoy pensando que primero va a comer y después la llamará. 123
—Y yo estoy pensando que ustedes pueden besar mi huevo iz… —El codo
de Drew contra mi estómago corta mis palabras. Frunciendo el ceño y frotando mi
Página
estómago vacío, los dejo en la noche, casi llegando al elevador cuando Anna
grita—: ¡Dale a Ivy lo mejor!
Realmente no estoy molesto. Están en lo correcto; llamaré a Ivy.
Jodidamente no puedo esperar para escuchar su voz. Su ausencia es un vacío en mi
pecho.
Sin embargo, Anna me conoce bien, porque ordeno servicio a la habitación
tan pronto como llego. Después me doy una ducha caliente y la comida ya está
aquí. No me molesto en vestirme pero me siento a comer. Podría llamar a Ivy
ahora, pero me mantengo a raya, jugando solo a esperar. ¿Cuánto tiempo puedo
resistir? ¿Cuánto la necesito?
Las preguntas ruedan por mi cabeza mientras devoro mi filete en velocidad
récord. En el momento en que me recuesto en la cama, agarro mi móvil, mi
corazón late a la espera de escuchar su voz. En otras palabras, estoy
completamente jodido. Pero en todo caso, dispuesto a sumergirme.
Ella responde al tercer tono.
—¡Holaaaa!
—Jesús, mis tímpanos, Mac. —A pesar de que mi oído está zumbando por
su chillido, una enorme sonrisa tira de mi cara.
—Lo siento —dice—. Estoy tan malditamente feliz por ti, Pastelito.
Y ahí está: el calor que ha estado ausente en el centro de mi pecho. Sin dejar
de sonreír, froto la zona, como para evitar que se enfríe de nuevo. —¿Viste el
juego?
—Sabes que lo hice. Brillaste en él.
—Eh, no estuve mal.
—Oh, por supuesto que no tan mal. Solo once pases completos, ciento
veinticuatro yardas y dos anotaciones. —La voz de Ivy es seria—. ¿Estás buscando
cumplidos, Pastelito?
Me encanta que conozca el juego.
—Tal vez —digo con una sonrisa—. Hubiera sido mejor si estuvieras aquí.
Ivy resopla. —¿Me vas echar la culpa por esto por el resto de nuestras
vidas?
—No lo sé. ¿Vamos a estar juntos el resto de nuestras vidas? —Mi
respiración se engancha ante el pensamiento de estar con ella por siempre y me río
para cubrirlo.
Pero ella parece no darse cuenta. Su tono es tan descarado como siempre. —
No si sigues quejándote como un viejo gruñón.
Resoplo y acaricio mi pecho a un ritmo sin rumbo. Pero en realidad eso no
me calma. Estoy demasiado nervioso, mi rodilla doblada se mece mientras hablo
con ella. —Mañana regresamos. ¿Quieres hacer algo?
—Claro. —Hay un ruido de fondo como si estuviera moviéndose,
quejándose de algo. Ivy nunca está quieta. Se parece mucho a mí en ese sentido—.
Entonces, ¿saldrás está noche?
—No, me estoy quedando esta noche.
—¿Qué? ¿Por qué? —Ella es tan linda volviéndose loca cuando está
irritada—. Debes salir a festejar.
Sonriendo, me estiro y agarro mis auriculares, enchufándolos para que
pueda hablar con el manos libres. —Estaré celebrando contigo.
Incómodo silencio sigue y por dentro me maldigo por mi gran boca.
—¿Mac? —pregunto cuando el momento se extiende demasiado—. ¿Estás
allí?
—Sí… estoy aquí. —Su voz es tan suave y vacilante—. Yo solo… desearía
estar allí. Tenía que estarlo para ti.
—Lo estás. —Detengo mi mano sobre mi corazón y abro mis dedos en mi
amplio pecho, presionando como si eso pudiera aliviar el dolor en el interior—.
Ahora, quiero decir. Esto cuenta también.
—¿Gray?
—¿Sí? —susurro.
—¿Estamos bien? Es decir, lo que dije…
—Ya te lo dije, Mac. Estamos bien. ¿Podemos dejar eso en el pasado? —
Joder si quiero esa tensión entre nosotros por más tiempo. Me está matando.
—Está bien, está bien. —Más ruidos de arrastrar los pies vienen—. Gruñón.
—Tú eres la gruñona en todo caso. —Sonrío un poco—. ¿Qué estás
haciendo? Oigo ruidos.
125
—¿Qué ruidos? —dice Mac, en una voz falsa que me hace sonreír—. ¡No
estoy ocultando un cuerpo, lo juro!
Página
—Ja-ja.
—Me estoy metiendo en la cama, si quieres saberlo.
Al instante, mi cuerpo se siente apretado. No ayuda el hecho que estoy
desnudo y acostado en una cama. Tengo tensión por pretender que no estoy
afectado. —¿Quieres que te deje ir?
—No.
De alguna manera puedo oírla deslizarse por debajo de las sábanas. Los
pequeños vellos de mi piel se levantan. Mi mano va hacia mi abdomen, por los
músculos duros y tensos allí. Imagino la mano de Ivy pasando a lo largo de mi piel
y reprimo un gemido.
Y como que un pequeño gruñido se me escapa, me apresuro a hablar. —
También me estoy metiendo a la cama.
—Jesús, realmente estás actuando como un anciano. ¿Seguro que estás bien?
—El afecto en su voz llega fuerte y claro—. Siento que debería estar presionando
una mano en tu frente.
—Estoy cansado, Mac —le digo a la ligera—. Y si no cuelgas, yo lo haré. Te
serviría de lección si estoy enfermo y termino con alguna enfermedad victoriana. Y
entonces, ¿cómo te sentirías por ello? Sabiendo que me dejaste ir.
—¿De qué tipo de enfermedad estamos hablando? ¿Cómo tuberculosis?
¿Cólera? —Mac da unas risitas en el teléfono—. Si es cólera, estás por tu cuenta,
Pastelito.
—Lindo. —Apoyo la mano detrás de mi cabeza, poniéndome más
cómodo—. ¿Mac?
—¿Sí?
—Dijiste que fue malo. El sexo, quiero decir y…
—¡Gray! —Su exasperación es aguda—. ¿Qué no acordamos no hablar de
eso?
Me estremezco, sintiéndome como el culo y maldiciendo por mi gran boca.
—Mierda, sí. Lo sé… bueno, aquello no me molesta, no… —interrumpo antes de
que ella pueda hablar, porque puedo escucharla tomar una respiración de
indignación—, me dijiste que no estabas teniendo sexo. Sin embargo me dijiste que
fue malo. Y quiero saber por qué. —Mi corazón late contra mis costillas—. ¿Él…?
¿Él te hirió, cariño? —Es imperdonable que no me haya asegurado hasta ahora. Y
voy a quemar el puto mundo si él lo hizo.
La voz de Mac viene a través de un zumbido en mi cabeza. —No. Gray. No
es eso. —Se queda en silencio y aprovecho el momento para tomar una respiración
profunda, negando a pesar de que ella no me pueda ver. El alivio me hace hundir
entre las almohadas. Cuando habla su voz es tan baja y tensa—. Solo fue… ¡Ah! El
juego previo fue impresionante. Yo lo quería, Gray. Tan mal, ¿ya sabes?
Una vez más, asiento. Mi voz parece haber salido del edificio. Realmente no
quiero pensar en un hijo de puta dándole un “impresionante” juego previo a Ivy.
¿Por qué tuve que preguntar?
—Quiero decir, planeé eso, fui al médico y dieron la píldora y…
—Eso fue un poco de demasiada planificación para tu primera vez.
Ella hace un ruido molesto. —Lo sé. Pero así soy. Yo planeo las cosas. Me
comprometo. Y no confío en los condones…
—¿No lo haces?
—Para protegerte de las enfermedades, sí, pero si te das cuenta tienen una
tasa de fracaso de aproximadamente el dieciocho por ciento para el control de la
natalidad.
No quiero pensar en el fracaso. La idea de pequeños Grays por ahí me pone
los pelos de punta. Pero me río en su lugar, con ganas de cambiar el tema. —Está
bien, bueno, lección aprendida, Doctora del Sexo.
Ella resopla. —Tenía dieciséis años. No quería quedar embarazada y pensé
que si me preocupaba por ello, no tendría ninguna diversión.
Y esa extraña dicotomía es mi Ivy. Una loca planificadora con espíritu libre
que sigue la corriente. Una oleada de afecto me golpea y me hundo más en las
almohadas.
—De todos modos. —Ella arrastra las palabras como si hubiera perdido el
rumbo y no quiere volver hacerlo—, estaba en todo. Pero cuando nos pusimos en
ello y él básicamente… no…
Casi puedo oír su vergüenza.
—¿No consiguió hacer el trabajo? —Ofrezco irónicamente.
Ella resopla una risa. —Fue tan rápido. ¡Golpe, golpe, golpe, gruñido y fin!
A pesar de ello, también me río. —Estoy seguro que así es como la mayoría
127
de los chicos en la secundaria lo hacen, Mac.
Página
133
Página
Ivy
Me duele la cara, literalmente duele, como si alguien la hubiera usado como
saco de boxeo y la pisoteara un buen rato. Añade el hecho que mi cabeza se siente
como una bola de bolos, balanceándose en la parte superior de mi cuello y quise
llorar cuando fui a la puerta. Sabía quién estaba tocando, y no quería enfrentarlo
cuando me parecía a un muerto viviente. Para ser honesta, no estaba lista para
hacerle frente. No después de lo último que nos dijimos.
La expresión cariñosa de Gray desapareció en el momento en que me vio.
Pero no dio la vuelta y salió corriendo para conseguir un hacha, así que había
estado agradecida por eso.
Y ahora está aquí, su grande y fuerte cuerpo ofreciéndome apoyo,
literalmente, porque no puedo hacer otra cosa más que apoyarme en él y orar para
que esos golpes en mi cabeza terminen pronto.
Él está aquí. No me importa el sexo telefónico. O cualquier otra cosa más
que su presencia haciéndome sentir mejor.
Su pecho retumba mientras habla.
—En verdad te ves mal.
—Gracias —murmuro, demasiado dolorida para hacerle énfasis—. Me
siento mal. —Ahora, eso salió como un puchero lamentable.
Gray deja salir una pequeña risita.
—Sí, apuesto que lo haces. —Viéndose fresco y caliente en una forma
demasiado saludable para mi gusto, descansa su mano fría sobre mi frente—.
Jesús, bebé, estás ardiendo.
—Eso es porque tengo fiebre. Y trataré de ignorar que me llamaste bebé.
¿Me veo como si necesitara pañales?
—Y también veo que estás de mal humor.
Por lo menos, la enfermedad es una defensa excelente contra cualquier
incomodidad del post sexo telefónico.
Gray trata de agarrar mi mano y guiarme a mi habitación cuando la neblina
se levanta completamente de mi cerebro. Al instante, me tambaleo para que no
pueda tocarme.
—¿Qué demonios estás haciendo? —digo y hago una mueca de dolor ante
mi cabeza dolorida.
Frunce el ceño.
—¿Qué demonios parece que estoy haciendo? Te estoy llevando a la cama.
—Oh no, no lo estás haciendo. —Mis manos cubren mi boca, lo que
probablemente es ineficaz, pero no sé qué más hacer. Esto también amortigua mis
palabras cuando continúo gritándole—. Fuera, Gray. No puedes estar aquí.
En verdad se ve herido, su expresión se convierte en una mueca de dolor, y
sigo firme porque, obviamente, está confundido.
—¡Gray, no te puedes enfermar! Necesitas mantenerte sano para jugar,
grandísimo zoquete. ¡Ahora, vete! —Agito una mano en dirección a la puerta, al
mismo tiempo que cubro mi boca—. Fuera.
¿No escucha? No. Se ríe como si yo fuera la zoquete.
—Oh, por favor, nunca me enfermo. He tenido mi vacuna contra la gripe.
Ruedo los ojos y resoplo, lo que realmente no es recomendable con la nariz
tapada.
—Y tengo el sistema inmunológico de un Dios —añade.
—¡Mierda! ¡No digas eso! —Agito mis brazos. En mi indignación, comienzo
a toser y casi pierdo un pulmón.
Sus cejas se levantan con un ceño fruncido. —Déjalo ir, Mac. No hay manera
en el infierno que te deje como estás.
—Estaré bien. En verdad.
Un mundo de escepticismo vive en sus ojos.
—Sí, no estoy comprando eso. Ahora, deja de rezongar. Voy a cuidar de ese
culo lleno de gérmenes, ¿bien?
—Ahora mismo quiero sacar la lengua y hacerte una pedorreta. Tienes
suerte que me importe tu carrera de fútbol tanto que no quiero contagiarte mis 135
gérmenes.
—Estoy conmovido. —Frunce los labios cuando me balanceo sobre mis
Página
141
Página
Ivy
Sigo enferma por días. Fi y papá se mantienen alejados de mí. Fi porque ha
conseguido enfermarse del estómago y no quiero pegarle mi resfriado, y papá
porque se ha convertido en un loco extremista en los últimos años. Solo la mera
mención de la palabra enfermedad y corre hacia las colinas.
Sin embargo tengo a Gray, quien solo me deja para hacer sus exámenes
finales y asistir a las prácticas. Después él regresa. Me ha hecho la comida, ha
acomodado mi almohada, me rogó que tomara líquidos y me dio antibióticos
cuando los necesité para la bronquitis.
Y todas las noches duerme a mi lado, dándome comodidad y acariciando mi
espalda cuando me siento terrible, la tos seca saca lo mejor de mí. Como si fuera un
silencio acordado, ninguno menciona el sexo telefónico y el hecho de que
durmamos todas las noches podría estar cruzando la línea de la amistad. Se siente
demasiado bueno para tenerlo y él no parece querer marcharse.
Pero ahora tumbada en la cama con la luz de la mañana extendiéndose en
mi almohada, sé que estoy bien. No me duele nada. No más tos del infierno. Le
echo un vistazo a la puerta cerrada de la habitación. Desde el otro lado vienen los
sonidos de Gray en la cocina. Él me ha estado alimentando con cantidades
enormes de avena con arándanos en un esfuerzo de “favorecer la curación”.
La avena y yo tenemos una relación tempestuosa. De alguna manera, cada
vez que intento hacerla, la maldita se revuelve y se pega. Pero no la avena de Gray.
Son como los mejores granos. Todos esos pequeños esperando algún día
convertirse en unos hijos de puta deliciosos y nutritivos, palabras de Gray no mías.
La verdad es que desde anoche sabía que estaba mejor. Creo que también
Gray lo sabía. Y ambos lo ignoramos. Él me mimó, me llevó al sofá y me envolvió
en una manta. Y cuando nos acomodamos en la cama, se había producido un
momento incómodo de silencio, con nuestros cuerpos tensos en la fría oscuridad,
antes de que me tirara en esa manera suya que es tierna y posesiva. —Trata de
dormir un poco —murmuró él con voz ronca. No estuve segura si se lo dijo a él
mismo o a mí.
Y había pretendido ser esa mujer enferma, irregular, que necesita consuelo,
quien no disfrutaba de la sensación de su duro cuerpo presionado contra el mío,
una chica necesitada que quería ser envuelta en sus brazos y explorar esos
músculos firmes.
¿Pero cómo podía tomar ventaja de su cuidado? Nunca creí que Gray sería
del tipo que cuida. Lo cual no es justo. Gray es un hombre amable. Y cuanto más sé
de él, más comprendo su manera de hacer felices a los demás. Pero en mi pequeña,
pero cierta experiencia, la mayoría de los hombres no la lleva bien con la
enfermedad. Creo que es por su mamá que murió de cáncer. Lo que hace que mi
corazón duela al imaginar a un Gray más joven cuidando a su madre moribunda.
Rara vez habla de ella, y con nada de profundidad.
Con un suspiro, me incorporo y mi cabeza no gira. Sí. Mejor.
Todo el cuidado de Gray terminará hoy. No puedo ocultar mi buena salud
por más tiempo. Sería un error y algo raro.
De mala gana, voy al baño. Su cepillo de dientes está junto al mío. La suma
total de las cosas personales que trajo. No lo suficiente como para significar algo.
Trato de ignorar eso mientras me lavo los dientes.
Con movimientos lentos me ducho y friego mi cuerpo. El agua caliente es
una bendición, resaltando mi nuevo estado y mejorándolo. Lo que es deprimente.
Fue un error dejar que Gray estuviera tan cerca. Ahora, estoy acostumbrada a él.
Cuando por fin salgo de mi habitación, me visto y mi corazón es un peso muerto
contra mi pecho.
Gray está acomodando algunos cuencos de avena, pero los deja cuando
entro. Nos miramos durante un largo momento, ninguno de los dos se mueve.
—Todo va mejor ahora —le digo.
Él asiente, su mirada se desliza lejos, centrándose en ordenar un par de
cucharas.
143
—Ya me di cuenta. —Y entonces, es como si se estuviera alejando, como un
Página
145
Página
Ivy
Fi me mandó un mensaje para decirme que se está quedando en la casa de
su novio. Cuando llego por la noche, la casa está silenciosa y oscura. Vacía.
Cuando estaba en el bachiller, me encantaba tener la casa para mí, fingiendo que
era mía, viviendo bajo mis propias reglas. Encendía algunas velas, me ponía el
pijama y leía un libro, temiendo por el momento en que alguien más pudiera
volver a casa y la llenara con ruido.
¿Ahora? Camino por la sala, encendiendo las luces. Mi pecho se siente
hueco, y no me gusta esa sensación. O el hecho de que el silencio ya no me
satisface.
Me acostumbré al ruido de Gray. Sus constantes risas y la forma en que
llenaba la casa con su vitalidad. Nunca había conocido una persona que ocupara
tanto espacio como lo hace Gray. No tiene que ver con lo que dice o hace,
simplemente es su energía, su alegría. Instintivamente todo el mundo sabe que él
ama la vida, y quieren empaparse de ella.
¿Yo? Quiero a Gray. Aquí, ahora, la magnífica distracción de hacerme amar
la vida de esa manera. Pero no puedo llamarlo. Ha estado aquí cada noche durante
casi una semana. Y me niego a convertirme en esa amiga necesitada.
Un escalofrío corre a través de mí, y me doy cuenta que aún estoy de pie
frente a la nevera abierta. Arrugo mi nariz por mi elección de cena. Una rebanada
de pizza o un sándwich viejo. No tengo ningún deseo de cocinar sola nunca más.
—Ahh. —Agarro una gaseosa light y cierro la puerta con un suspiro. El
pitido del móvil me hace saltar en el silencio. Aunque sonrío con fuerza suficiente
para hacer doler mis mejillas cuando veo que es Gray.
—¿Qué pasa, Grayson?
Su voz profunda se presiona contra mi oído.
—Mac, eso literalmente es doloroso de oír.
—Está bien. —Suspiro—. Hola, Sr. Grayson, ¿cómo está usted en esta
maravillosa tarde?
—Bueno, me siento muy bien, señorita Mackenzie —dice lentamente—.
¿Estás decente?
—¿Esa pregunta es tramposa? —Sonrío en el móvil—. ¿Por qué quieres
saber?
—Estoy afuera. Abre la puerta.
Suprimiendo un chillido que me haría sonar patética, cuelgo y
prácticamente salto a través de la habitación. Abro la puerta a tiempo para ver a
Gray en los escalones de entrada con bolsas de supermercado en una mano y la
otra con su maleta de deporte. Y estoy en grandes problemas porque, maldición, él
hace que me sienta así.
Al instante, mi corazón tira contra mi pecho, mi respiración se aligera y el
calor se precipita hacia mis muslos. Me está dando esa sonrisa de lado que tiene.
Esa que lo hace ver un poco más joven y algo travieso, como si estuviera
asegurándose que te diviertas mientras te hace cosas sucias.
El viejo jersey de la universidad no puede ocultar el ancho de sus hombros o
la fuerza de sus brazos. Los jeans desgastados cuelgan bajo sus caderas estrechas,
pero se aprietan alrededor de sus enormes muslos y sostienen la protuberancia
entre sus piernas. No debería mirar allí, pero es imposible ignorarlo; Gray,
obviamente, está bien construido.
Mi puño se aprieta alrededor del pomo de la puerta. Porque tengo que
contenerme. Sé que tan caliente puede ser él, la firmeza de su cuerpo y que huele
como a casa y sexo, todo en uno.
Pero lo que más me impacta es la forma en que me hace sentir, como si la
noche se hubiera convertido en día. Todo a mi alrededor se siente más brillante,
más fresco. Gray es mi alegría. Ahora lo sé.
Y tal vez soy la suya, porque sus ojos están en mí y hay una felicidad 147
contenida en su expresión, como si también se estuviera frenando. O tal vez me
estoy imaginando las cosas que yo quiero. No puedo decir más; este hombre ha
Página
puesto mi mundo patas arriba. Solo puedo mirar como sube las escaleras sin
esfuerzo.
—Pensé que podíamos hacer filetes. —Sostiene la bolsa de papel en forma
de saludo.
—Guau, eres un gran derrochador.
—Oye, no juzgues, pero el carnicero es un fan y me dio un dulce descuento.
—Me da una pequeña sonrisa culpable.
—¿Jugaste la carta del fútbol? Lo apruebo, ¡porque son filetes! —Me apoyo
contra la puerta—. También trajiste tu maleta del gimnasio.
La sonrisa de Gray se vuelve tímida. Ahora está tan cerca, el aroma de
vainilla y cítricos de su piel me envuelve como una manta.
—Yo… eh… tal vez podrías tener una recaída.
—Tal vez.
—No te preocupes, Salsa Especial. —Me da un beso en la frente—. Estoy
aquí para salvar el día.
Gray Grayson. Mi héroe.
Gray
Me apoyo en las almohadas con un suspiro de satisfacción. Soy un hombre
bien alimentado y contento. Cenamos lo que fue la mejor comida en mucho
tiempo. Preparé los bistecs al sartén con un poco de cebolla caramelizada,
condimentos, tocino y calabaza asada. Y ahora el postre. Uno hecho por Ivy.
Lo hizo simple, haciendo una súper crema de vainilla. Y era perfecto. Cómo
hacía esto, escoger la cosa perfecta para el momento perfecto, aquello está más allá
de mí. Al igual que ella sugiriendo que viéramos televisión en la cama.
Bien, la tortura perfecta. Estamos sentados bajo las mantas como una vieja
pareja de casados. Me asusta cuánto me encanta esto. Cuánto quiero esto cada
noche.
Claro, nos habíamos estancado un poco cuando entramos a la cama, yo en
mi playera y bóxer, Ivy en su top sin mangas de costumbre y shorts de algodón.
Cuando había estado enferma, fui capaz de bloquear la realidad de ella estando
apenas vestida y concentrarme en su enfermedad. ¿Ahora? Sí, piernas
interminables, yendo al ancho de sus caderas y ese top que se aferra a sus pechos
dulces, están jugando con mi mente. Gracias a Dios, mantuvo el sujetador o de
ninguna manera sería capaz de ocultar el efecto que tiene sobre mí.
Ya era bastante difícil cuando nos encontrábamos a cada lado de la cama,
mirándonos, con la tensión pesada en el aire. Aquí estábamos ahora, metidos en la
cama con la intención de dormir juntos y sin ninguna excusa de alguna
enfermedad. Solo queríamos esto. Yo lo sabía. Ella lo sabía.
Los ojos de Ivy habían estado grandes en su delicada cara, sus labios
rosados se abrieron y exhalaron. Me había mirado tan vacilante y confusa. Y por
un momento, temía que preguntara a qué demonios estábamos jugando, ¿por qué
estaba aquí? Así que me entró el pánico y salté de la cama, diciendo que tenía el
privilegio del control remoto.
149
Eso había agrietado la tensión. Después de una breve, pero fuerte lucha por
el control remoto, todo fue perfecto de nuevo. Bueno, a excepción de que Ivy tiene
Página
el control remoto.
Froto mi pezón que aún arde gracias a la malvada de Ivy y sus dedos de
pinza.
—Ya sabes, tienes suerte de que no tomara represalias de la misma forma —
murmuro.
—Si lo hubieras hecho, estaría sobándote las pelotas en este momento. Con
dolor —agrega Ivy enfáticamente, porque me conoce muy bien.
—Al menos me siento cómodo —digo—. ¿He mencionado lo mucho que
amo tu cama?
Ivy me da una mirada de reojo, sus labios tiemblan.
—¿Entonces qué es exactamente lo que te gusta de mi cama?
Que tú estás en ella. Conmigo.
—Tienes una tamaño King —digo en su lugar, lo cual también es
verdad—. El gran culo de la cama es jodidamente maravilloso. Me puedo tumbar
en ella y mis pies no quedan colgando. ¿Y cómo es que las mujeres tienen esa
capacidad para encontrar las mejores sábanas, edredones, almohadas y ponerlos
juntos para crear una nube de comodidad?
Ivy sonríe con perfecta comprensión.
—Porque prestamos atención a los detalles, como comprar más de una
almohada y una manta. En cuanto al colchón, por lo que puedo recordar cada
cama de nuestra casa ha sido de tamaño King. Estoy bastante segura que mi papá
compra estos bebés en montones.
Dios bendiga al padre de Ivy.
—Creo que cuando mides más de 1.80, el tamaño más grande de colchón
solo se ve normal.
—Sí. Papá ama su comodidad y asumió que a sus hijas les gustaría una
cama igual. —La expresión de Ivy se vuelve feliz—. Cuando éramos pequeñas, Fi y
yo les decíamos las camas de La princesa y el Guisante10.
—La princesa y el guisante tenían una cama de colchones apilados hasta el
techo, no un colchón con un gran culo.
Las cejas de Ivy se elevan.
—¿Y cómo es que conoce los cuentos de hadas, Sr. Grayson?
—Mi mamá me los leía cuando era pequeño. —Dios, todavía puedo
recordar el sonido de su voz mientras me metía en la cama y me leía esas viejas
historias. Mis hermanos, como de costumbre, se habían burlado de ese ritual
—Solo se te permite presumir del pene dos veces por noche, Grayson —dice
inexpresivamente, antes de envolver esos labios gruesos en el sorbete y chupar.
Mis propios labios se abren a medida que veo a la vainilla espesa llegar a su
boca. Me está matando. Ahora estoy tan duro, me estremezco, mi mente imagina lo
bien que se sentiría si ella se inclinara y tomara la punta en su boca. Solo un
poquito. Su lengua se sentiría fría por la crema, calmando mi calor. Y entonces…
Me aclaro la garganta otra vez, sin embargo mi voz es ronca.
—¿Así que estoy limitado?
—Síp. —Ni siquiera me mira, por otra parte está fascinada con la película.
Y me recuesto más, cerrando los ojos con fuerza.
—Eres cruel, Mac. Muy cruel.
—Reina del drama. —Resopla, sin siquiera notar que poco a poco me acerco
a su lado y mi codo la toca—. Mira la película, Sr. Tengo todo grande.
De alguna manera me las arreglo para hacerlo. Pero entonces la película se
termina. Mac apaga el televisor, lo cual nos hunde en la oscuridad. Y soy súper
consciente. Mi piel está zumbando, atenta a cada movimiento de Ivy. El ritmo
sobrecargado de nuestra respiración suena en el silencio.
Y luego Mac se mueve. Mi cuerpo se tensa, la expectativa corre a través de
mí. Sin embargo, no va hacia mi lado. Está removiéndose, su codo me golpea en la
barbilla.
—Lo siento —murmura y me doy cuenta que se está quitando el sujetador.
Infiernos. Visiones de suaves pechos inundan mi cabeza. Mis palmas casi pueden
sentir su peso.
Me pongo rígido como una tabla y trato de regular mi respiración. Dentro.
Fuera. Dentro. Fuera. Mierda.
Ivy se endereza en la cama y una vez más se aleja de mí. Luz de la luna llega
a sus hombros delgados, destacando su piel y convirtiéndola en plata. Mis dedos
se enroscan en las mantas así no la alcanzo y la toco. Todo mi cuerpo vibra con un
por favor, por favor, por favor.
¿Qué mierda estoy haciendo aquí? Es como si fuera masoquista, matándome
lentamente. No debería estar aquí. Pero la idea de irme es tan imposible como que
alguien me lance un pase y me quede inmóvil. No sucederá.
A veces creo que también me desea. Cuando su mirada se centra en mis
labios por un breve momento sin aliento. Pero entonces, me trata como su viejo
amigo Gray, y no lo sé. Quizás solo me sienta culpable de este deseo. Pero la
necesidad no va a desaparecer. Está creciendo, ahogando a la razón.
Mordiendo mi labio inferior, me quedo mirándola en la oscuridad y
contemplo la mejor manera de abordar el tema de que quiero lamer todo su cuerpo
y no matar nuestra amistad en el proceso.
—¿Gray? —Su voz suave me arranca de mis sueños y mis tripas se tensan.
—¿Sí? —digo con voz ronca.
—¿Es raro que me alegre que estés aquí?
Mi corazón golpea contra mi pecho. Por favor, por favor, por favor.
—No. Yo también me alegro de estar aquí.
—En cierto modo me recuerda cuando era niña y dormía con mi mejor
amiga. Nunca quería que se terminara porque era muy divertido. ¿Ya sabes?
La esperanza se estrella contra mi pecho, casi tan fuerte que escucho los
pedazos cayendo en mis costillas.
—Sí. —Divertido. Esto es divertido. Rodando sobre mi espalda, aprieto los
puños contra mis ojos. Dormir. Solo tengo que dormir y esta tortura terminará.
Pero entonces, Mac también rueda sobre su espalda, su cálido hombro
desnudo tocando mi brazo. Y todos los nervios de mi cuerpo se involucran,
centrándose en ese pequeño contacto de piel con piel. Respiro lentamente,
inhalando y exhalando por la nariz.
La voz de Mac es suave y reflexiva en la oscuridad.
—Nuestra familia siempre ha sido tan privada. No tengo muchos amigos
verdaderos. Conozco a un montón de gente y me gusta hablar con ellos. Pero en
realidad ninguno de ellos me conoce.
Trago el nudo en mi garganta, finalmente contestándole.
—No confías fácilmente. —Sé eso porque yo tampoco lo hago. Todo el
mundo conoce una versión de mí, ¿pero toda mi persona? En realidad no.
—No lo hago.
Las mantas se mueven ligeramente y sé que Mac se ha girado hacia mí. En la 153
oscuridad, sus ojos brillan como un ónix por debajo de la línea de su flequillo.
Aparte de mi mamá, nadie me ha visto de esa manera, como si fuera especial. Esto
Página
temblando, Gray empieza a tocarme. Más despacio esta vez, deslizándose sobre mi
sexo, bajando por mi apertura. Ahora estoy jadeando, mi piel se cubre por una
capa de sudor. Estoy tan cerca de llegar, mi cabeza da vueltas.
Como si él pudiera sentir el orgasmo creciendo dentro de mí, Gray presiona
sus labios en mi hombro desnudo y sostiene más apretado mientras su grueso
dedo entra en mí, profundamente. No puedo evitarlo, gimo, mis caderas se
inclinan hacia su contacto. Me folla con su dedo y todo se vuelve brumoso. Me
invade y establece un ritmo ondulante en mis caderas. Estoy jadeando, mi carne
está tan caliente y pulsante. Me corro en una ola de calor y grito impotentemente,
mi cuerpo tiembla atrapado en las garras de su brazo.
—Joder, cariño —dice con voz ronca—. Joder. —Y entonces sus dedos se
alejan. Me está girando, sus dedos se enhebran a través de mi cabello.
Me mira dolorido, su mirada va por toda mi cara como si quisiera decir
algo. Pero no lo hace. Su atención se desplaza a mi boca y Dios, lo siento ahí, como
si en verdad me estuviera besando, como si en verdad estuviera tocando mi boca
de la forma que sé que quiere hacerlo. Mis labios tiemblan de necesidad. Los lamo,
me inclino hacia delante para poder estar más cerca. Quiero probarlo tanto. Un
torturado sonido sale de él, su pecho se eleva y cae mientras una respiración
contenida escapa. —Ivy.
Su boca se encuentra con la mía y estoy perdida.
El primer toque es una explosión sónica, envía olas de calor tan fuertes a
través de mí que rápidamente pierdo el aliento. Recupero un suspiro de puro
placer. Sus labios son más suaves de lo que había imaginado, firmes pero tiernos.
Los roza sobre la esquina de mi boca, encuentra la curva del labio inferior y la
recorre.
Lo siento en mi columna vertebral, entre mis piernas. Y tal vez él siente lo
mismo porque lo hace lentamente, casi gruñendo y besándome de nuevo, está vez
con más firmeza, más exigente.
—¿Qué estamos haciendo? —susurro entre besos rápido. Los dos estamos
temblando tanto, lo suficiente para hacernos frenéticos, sin coordinación, las
narices y mentones chocando mientras nos encontramos desesperadamente una y
otra vez.
—No lo sé…. Oh, mierda, Mac. Sabes tan bien. —Su lengua toca la mía en
un movimiento que me permite saborear el calor del terciopelo—. Solo una vez
más —gruñe, lamiendo mi boca como si lo estuviera haciendo con miel—. Una
probada más.
Gray se inclina en mí, su ancho pecho aplasta mis senos, mientras que
agacha su cabeza y me besa profundamente. Abro mi boca ampliamente y tomo
todo lo que él necesita. Está temblando, su voz es áspera cuando habla. —He
querido esto… querido probar tu boca por tanto tiempo. Es en todo lo que puedo
pensar. Mierda, es tan bueno. Solo una vez más, cariño. Una vez más.
Mis brazos se envuelven alrededor de su cuello, aferrándome mientras él se
tira hacia atrás y regresa a mí desde otro ángulo, una y otra vez. Está estudiando
mi boca, descubriendo cada pulgada de ella. Y eso me pone tan caliente, estoy
dolorida, mi piel está tensa. —Una vez más no es suficiente.
Gray se estremece, aprieta su agarre en mi nuca. —Tienes razón. No te
detengas. Dame tu boca, cariño. —Succiona mi labio inferior, lame lo largo de mi
labio superior—. Déjame cuidar de ti.
Sus besos se convierten en desordenados, abriéndome lo suficientemente
para sentir mi mandíbula estirándose. Mi boca está siendo follada por su lengua.
Cruda y lascivamente, tan bueno que gimo, cierro los ojos y lo follo de regreso
como si fuéramos a morir si nos detenemos. Tal vez yo lo haga.
El gran cuerpo de Gray se desplaza como si no pudiera quedarse quieto.
Con un ruido de impaciencia, empuja su grueso muslo contra mi sexo, empujando
la carne sensible allí. Y gimo, mis piernas abrazan la longitud de su muslo. El
latido de su erección está en mi cadera, exigiendo mi atención. —Gray. ¿Qué
estamos haciendo? —Estoy a segundos de rogarle que me folle fuerte y rápido
contra el colchón.
Sus manos se deslizan por mi espalda, acercándome más. —No pienses —
dice, no dejando mi boca—. No importa. No tiene que importar.
Se necesita de un segundo para que sus palabras se hundan. Y luego lo
hacen. La realización choca como una ola fría, robando mi aliento y haciendo un
nudo en mi pecho. Simplemente estamos haciendo el tonto. Al menos Gray. Y yo
pensé…
Otra ola me golpea, está caliente con humillación. Emocionalmente estoy
incorrecta. Completamente.
Tan estúpida. Sobre todo porque Gray me lo dijo, me dijo que el sexo solo
era sexo. Sé que él se preocupa por mí. Pero lo que estamos haciendo no le importa
de la misma manera, lo que hace que mis entrañas se revuelvan. 159
No se da cuenta que ya me he ido. El palmea mi culo mientras besa un
camino a lo largo de mi mandíbula. —Mmm… tan bueno. ¿Por qué esperamos
Página
161
Página
Gray
IvyMac: ¿Nos vemos a la una? ¿En Java Cup?
GrayG: Allá te veo.
Un mensaje. Eso es todo lo que he recibido de Ivy. He tenido que
abstenerme de llamarla, de darle caza, porque lo había prometido. Pero ha sido un
infierno. Estoy tan nervioso, que podría estallar fuera de mi piel. Casi puedo sentir
el pensamiento de Ivy. Y me aterra porque también siento su huída.
Espero que sea simple paranoia. Pero Ivy pidiéndome vernos en una
cafetería en lugar de su casa o la mía, no es una buena señal. Es como si necesitara
un territorio neutral. Infiernos.
Llego temprano, asegurándome que nuestra mesa esté en una esquina
trasera. Normalmente no soy un gran bebedor de café, sin embargo, estoy en mi
segundo vaso en el momento que da la una.
La primera visión de ella me roba el aliento. Es instantáneo mirar a Ivy, no
puedo respirar bien. Esos ojos oscuros, esa besable boca de capullo, esas mejillas
que quiero acunar mientras la beso.
Dios, deslicé mis dedos por su dulce clítoris, uno todo hinchado y sensible al
tacto. La hice correrse con mi mano. Escalofríos recorren mi piel al recordarlo. Las
puntas de mis dedos palpitan y el latido de mi corazón se siente en mi garganta
mientras se acerca, su mirada no se encuentra con la mía, se centra en algún lugar
de mi hombro. Me duele que no quiera mirarme. Me duele que sea tan insegura.
Le hice esto.
Vestida con jeans negros y un jersey de cuero gris, también parece estar
tratando de ocultar toda la piel que pueda. Joder.
Le había dolido más de lo esperado cuando se apartó de mí y se encerró en
el baño. La esperanza y felicidad se derrumbaron dentro de mí. Ahora no hay nada
más que una caverna hueca en mi pecho. Tengo que arreglar las cosas con Ivy.
Con piernas temblorosas, me levanto para saludarla, buscando a tiendas
acercarme a… ¿qué? ¿Un beso en la mejilla, un abrazo? No lo sé. Solo quiero
tocarla y asegurarle que todo está bien. No importa porque en el momento que me
inclino, lo esquiva con un rápido—: Hola.
Pretende estar preocupada por no derramar su café, bajándolo mientras me
siento frente a ella. Sin embargo, su atención en la mesa envía un golpe de dolor a
través de mi pecho.
—¿No vas a mirarme? —pregunto en voz baja.
En ese momento, su cabeza se mueve bruscamente hacia arriba, con los ojos
oscuros y llenos de dolor.
—No. Quiero decir, claro. Lo siento. Solo que… —Ella se desvanece
mientras se muerde el labio.
—Lo sé. —Descanso mis brazos sobre la mesa mientras me inclino—. Lo
siento, Ivy. No tuve que…
—Oye, Grayson. —Un tipo me da un pequeño golpe en las costillas. Ni
siquiera me di cuenta cuando se acercaba. Sin embargo, me está sonriendo
mientras que su amiga se cierne a su lado. Los brillantes jersey rojos de la
universidad que están usando son mi primer indicio del por qué están aquí. El
chico golpea mi hombro mientras me reconoce—. Que buena temporada, hombre.
Ustedes chicos, van a aplastarlos.
—¡Vamos Perros! —grita el otro tipo. Y hago una mueca de dolor.
Más que nada, quiero decirles a estos dos que se jodan. ¿No pueden ver que
estoy hablando de algo importante? Pero no lo hago. Los aficionados, solo son eso,
aficionados que tienen mi agradecimiento. Asiento hacia ellos.
—Gracias. Muchas gracias. —Trato de dejar claro que estoy en medio de
algo, pero uno quiere que firme su gorra. En seguida la firmo y giro mi atención a 163
Ivy.
Por suerte ellos se alejan.
Página
estará apretado.
IvyMac: Así que, ¿entonces no todo es malo? ;-)
GrayG: Sí, bueno.
GrayG: Buenas noches, Mac. Y ten cuidado allá afuera.
IvyMac: Buenas noches, Gray.
Gray
Odio estas fiestas. Calientes, congestionadas, demasiadas personas miran
cada movimiento tuyo. Demasiadas sonrisas falsas, risas falsas, palmadas en los
hombros de tipos ricos que te llaman “hijo”. Demasiadas mujeres ricas amantes de
los cuerpos ejercitados que se pegan contra ti, mientras tratas de no reaccionar
porque ellas son lo suficientemente mayores para llamarte “hijo”.
El director deportivo, el decano y docena de peces gordos circulan en la sala,
presionando sus palmas.
Un puto circo.
Tiro de mi cuello, el sudor humedece mi camisa enterrada bajo el chaleco y
la chaqueta. A mi alrededor los chicos están haciendo lo mismo, o tratando de no
hacerlo. La mayoría de los estudiantes de primer y segundo año se encuentran
atrapados en trajes mal ajustados que compraron en un gran almacén. Sus bíceps
estiran las mangas, son excesivamente grandes en los hombros. Por lo menos,
puedo decir que me veo bien. El año pasado la liga de campeones nos llevó gratis a
una tienda nacional de lujo. Había estado a un lado de Drew, bromeando que
parecíamos enormes sastres.
Una camarera pasa y atrapo un vaso de cerveza de la bandeja. Está tibia,
porque en verdad debería estarlo ya que pasó lentamente por una habitación
caliente, pero de todos modos tomo un largo trago.
Dentro de mi bolsillo del pantalón, mi móvil vibra con un mensaje. Al
instante, mi ritmo cardiaco empieza hacerse más fuerte. No quiero que sea Mac.
Literalmente, mi pecho duele cada vez que veo un mensaje de ella. Cada vez que
tengo que jugar a ser frío, alguien distante, como un amigo lejano.
Agarro mi vaso demasiado fuerte, yendo a través de la habitación,
deteniéndome cada pocos pasos para aceptar las felicitaciones o con alguien que
quiera hablar.
—Disculpe —le digo a una persona—. La naturaleza llama.
La mejor excusa que tengo, pero todavía eso no impide que alguno trate de
atraparme. En el momento que llego a las puertas de la terraza, estoy listo para
perderlo. Dios, esta gente de relaciones públicas solo van a empeorar en la NFL.
Con el ceño fruncido, me deslizo hacia al aire fresco de la noche y tomo una
respiración profunda para aclarar mi cabeza. Pero mi pulso no se ralentiza
mientras saco mi móvil. Me apoyo contra la pared. No es un mensaje de Mac.
Decepción y alivio brotan en mis entrañas, mientras miro el número desconocido,
listo para eliminar el mensaje.
Desconocido: Hola, sexy montaña de carne. ¿Te diviertes en tu fiesta de
traje?
¿Sexy montaña de carne? ¿Por qué me resulta familiar ese nombre ridículo?
Froto una mano por mi cara y luego me golpea. Fiona me dice así. ¿Qué demonios
hace Fiona mandándome mensajes?
GrayG: Sí, es impresionante. ¿Qué pasa, Fi?
Mientras espero que ella responda, miro a través del césped. Todo es azul y
gris, la luna cuelga en el horizonte mientras las nubes vienen. El olor de la nieve
está en el aire. Mi mano vibra.
PequeñaFi: Solo quería hacerte saber que estoy cuidando a nuestra chica
esta noche. No te preocupes, ella se está divirtiendo. Te veo después, Sexy.
Una imagen aparece, y es un puto puñetazo en mi garganta. Mac en la pista
de baile, sus largos brazos agitándose torpemente en el aire y reluciendo con
sudor, su cabello oscuro pegado a su cara mientras jodidamente brilla de felicidad.
Y un idiota de la fraternidad con sus manos sobre ella. Me concentro en su gran y
jodida mano presionándose contra su vientre, sus caderas moliendo su culo
mientras mira su muslo, acercándola más a su…
Mi grito hace eco en la terraza, seguido por un fuerte chasquido de vidrio
estrellándose. Jadeando, miro hacia mi mano vacía y luego a la carnicería que solía
ser mi móvil, lejos a unos seis metros. Ni siquiera supe que lo había tirado.
Y no me importa. Cada centímetro de mí duele, es un dolor sordo, como si
poco a poco me desgarrara. Mi garganta parece hincharse. Parpadeo. Pero todo lo
171
que puedo ver es esa imagen, escuchar la voz de Ivy en mi cabeza, diciendo que
necesita espacio, que no me quiere.
Página
El sonido de una risa crece y una ráfaga de calor golpea el lado de mi cara.
Me giro. Una chica se encuentra apoyada en la puerta, su cuerpo es delgado y
tonificado, su sonrisa me da la bienvenida.
—Hola —dice, balanceando sus caderas mientras camina—. ¿Qué haces
aquí solo?
Todo en mí retrocede ante la idea de hablar con esta chica. Quiero ir a casa y
meterme en la cama. Tal vez dormir durante una semana. Pero lo empujo muy
dentro de mí, recordando el Gray que solía ser. El que tenía diversión y nunca
pensó en algo real. El Gray que nunca sintió dolor.
Sonrío. —Parece que ya no estoy solo.
Eso es todo lo que ella necesita escuchar.
Ivy
Hacer pain aux raisins (bollo francés) es relajante. Los pasos que tengo que
hacer. El olor a la levadura y la crema de almendras. Me esfuerzo en hacer decenas
de capas delicadas y mantecosas. Envolviendo, doblando, envolviendo, doblando.
Un dolor se extiende a lo largo de mi cuello y hombros. Se siente bien, este
movimiento. La música suena y canto. Envuelvo y doblo. Capa tras capa. La masa
es como un satén frío en mis manos.
El teléfono suena y me limpio las manos antes de contestar.
Es Fi. —Hola, mamá osa.
—Hola. —Trato de poner algo de entusiasmo en mi respuesta. En verdad lo
intento. Pero es un fallo épico.
Por desgracia Fi se da cuenta. —¿Qué pasa contigo?
—Nada. —Lo cual es cierto. La vida se ha convertido en un vacío. Trato de
salir, divertirme. Bailo con chicos y pretendo que me encanta. Pero nunca he sido
buena fingiendo.
Las dos estamos en silencio durante un minuto. No seré capaz de responder
sin sollozar y ella está jugando al detective. Eso se hace evidente cuando dice con
desconfianza. —¿Estás escuchando Shadowboxer?
A veces apesta tener una hermana que me conoce por dentro y fuera. 173
—No —chasqueo.
Página
querido algo en mi vida. Todo es claro y puro cuando él está conmigo. Sin él, todo
es estático.
—Llámalo, Ivy —susurra Fi en el teléfono—. Déjalo entrar.
Mi voz suena entrecortada cuando puedo hablar. —Me tengo que ir.
En el momento que Fi cuelga y marco el número de Gray, mis dedos
tiemblan. No sé qué voy a decirle. Regresa a mí. Te necesito. Lo puedo asustar. Fui
una idiota. Probablemente sea mejor.
Pero él no contesta. Va directo al buzón de voz. Y cuando mando un
mensaje diciéndole que tengo que hablar con él, no responde.
Gray
—Él no está comiendo, Drew. Me está empezando a asustar hasta la mierda.
La voz de Anna se desplaza a través de mi niebla, pero no respondo. No
puedo. Soy un maldito desastre. Traté de ser el viejo yo. Me estrellé y quemé.
Incluso no podía mantener la expresión del contento Gray por más de cinco
minutos con esa chica de la fiesta, me escapé. No consigo enfocarme en el fútbol.
No puedo hacer nada más que sangrar por dentro.
Me duele el pecho, mi garganta se cierra y sigo repitiendo cada palabra que
Ivy dijo cuando hizo trizas mi corazón, mantengo la jodida imagen de ella bailando
con otro chico.
—Tal vez se esté enfermando —responde Drew, antes de patearme bajo la
mesa—. ¿Te sientes bien, Gray-Gray?
—Sí —digo porque no se detendrá si no respondo—. Estupendo.
Fue un error venir a la casa de Anna y Drew para cenar. Está haciendo frío y
lloviendo, no es la mejor noche para conducir. Pero necesitaba la distracción que
una charla feliz podía traer. Ahora solo quiero irme a casa sin más preguntas
siendo arrojadas a mi camino.
—Bueno, no puede ser la comida —dice Anna, levantándose para despejar
el plato de Drew antes de agarrar el mío lleno—. Mi lasaña es asesina. —No está
mintiendo. Anna no hace la versión americana de lasaña pero si una pieza de arte,
con delicados fideos, entre capas de bechamel y salchicha italiana. Me dio la receta
y nunca volveré a la versión anterior. Es una lástima que mi estómago no coopere
esta noche.
—Así que supongo que no hay una tarta sucia, ¿eh, nena? —se burla Drew,
dando una palmada juguetona al culo de Anna.
—Si alguna vez quieres tarta de nuevo —advierte Anna—. Te tragarás esas
177
palabras, amigo.
Página
179
Página
Ivy
Estoy deprimida. Gray me está ignorando y yo estoy evitando a Fi. No
quiero una charla. No quiero salir. No quiero hornear. Solo quiero sentarme en mi
casa e ignorar al mundo. Afortunadamente, Fi me da espacio y se va a la casa de su
novio.
Ha estado lloviendo todo el día. Un miserable aguacero que golpea contra
mi tejado. Estoy acurrucada bajo una manta gruesa, viendo Con la muerte en los
talones. Si hay algo que puede distraer a mi mente de Gray, es Hitchcock.
Me digo esto mientras sorbo mi cocoa caliente y miro perdidamente la
televisión. Mis ojos están secos y calientes. Debería irme a la cama. Pero sé que no
ayudará. El sueño me ha evitado por días.
Mis dedos se curvan fuertemente alrededor de la taza mientras una oleada
de ira se precipita a través de mí. Estoy enojada conmigo misma. No estoy siendo
proactiva. Debí cazar a Gray, obligarlo a hablarme. Disculparme por ser una idiota.
Decirle que él es la cosa más importante en mi vida.
Estoy viendo hacia abajo, a mi cocoa cuando alguien golpea la puerta.
¿Quiero que sea Gray? Con todo mi ser. Pero él no ha llamado o enviado mensajes.
Y nunca se aparece sin previo aviso.
Cautelosa, hago mi camino hacia la puerta. —¿Sí? —digo, con visiones
psicópatas bailando en mi cabeza.
—Ivy. —La voz de Gray es amortiguada por la lluvia y la puerta—. Déjame
entrar.
Dos segundos más tarde, abro y lo estoy enfrentando.
Está empapado, la lluvia rebota en su gran cuerpo. —Ivy.
—Gray. ¿Qué demonios? —La lluvia se ha mezclado con la nieve y cae
granizo. Y él solo lleva una camisa de manga larga mojada—. ¿Dónde está tu
camión?
—Tirado un kilómetro y medio atrás. Creo que es la bomba de combustible.
—Suena como un zombie. Su piel está demasiado pálida, sus labios azules.
Agarro su brazo y tiro de él, cerrando la puerta contra el viento helado. —
¿Por qué no llamaste para que pudiera ir por ti?
—Rompí mi móvil el sábado pasado.
—Oh. —Bueno al menos sé por qué no ha respondido mis llamadas.
Él no se mueve, si no que se queda ahí, goteando. Mechones mojados caen
en sus ojos. Ojos con dolor y desesperación. —Ivy… me duele. Por ti.
Mi respiración se engancha y él escucha eso.
Sus puños se aprietan. —No puedo hacer esto. Estar lejos. No puedo… —Un
temblor en su cuerpo lo desgarra—. N…n… te necesito… Yo he… he…
considerado…
Está temblando tan fuerte, sus dientes traquetean.
—Shhh. Gray. Estás congelado. Ven aquí. —Preocupada, agarro su mano y
lo llevo al dormitorio. Me deja guiarlo, sus pasos son pesados en la madera.
—Quítate los zapatos y calcetines —le digo una vez que estamos en mi
habitación.
Y lo hace, sin mover su mirada llena de dolor de mí. —Ivy…
Quito su playera empapada. Ante la suave luz de la lámpara de mesa, su
torso es pálido. —Vamos a quitar estas cosas en primer lugar —me quejo. Juntos
quitamos sus jeans, nuestros dedos se enredan. Gray lo empuja poco a poco, pero
no lo veo. No puedo en este momento. Mis ojos permanecen en sus hombros
mientras lo llevo a mi cama, levantando el edredón para que se pueda deslizarse
en él.
Completamente vestida, sigo y me acerco a él. Al instante, él envuelve un 181
brazo en mi cintura y entierra su cara en el hueco de mi cuello. Tengo frío
sosteniéndolo y pongo más mantas sobre nosotros.
Página
—Puedo levantar grandes cosas, por lo que podría ser suficiente para tirarte.
—No debería burlarme de Jonas, pero él saca lo peor de mí.
Gruñe enseñando los dientes. —Soy más grande que tú.
—Ya lo creo.
Cuando él hace un ruido, aprieto los puños. Pero la fría mano de Ivy
aterriza en mi estómago. —No vale la pena, Gray.
Sus ojos oscuros son grandes y preocupados, brillando hacia mí con una
súplica silenciosa. Y me calmo. No quiero que vea esta fealdad. Pero mi distracción
es un error. Oigo a Jonas gruñir.
—Pensé que te dije que te metieras en tus putos negocios, niña.
Él se lanza y no puedo pensar en Ivy siendo amenazada. Mi visión se pone
blanca, lágrimas rugen en mi garganta. Apenas soy consciente del movimiento.
Golpeo a Jonas con tanta fuerza que mis huesos revientan. Agarro su playera en un
puño, levantándolo, mis muslos se agrupan con el esfuerzo.
Su masiva figura es una silueta en la farola y luego está chocando en el
pavimento con un ruido sordo. Estoy por encima de él, con mis dientes moliendo.
Una lenta secuencia de palabras viene desde mis entrañas. —Lárgate de aquí, o
acabaré contigo.
Se me queda viendo, sus ojos están bien abiertos y también su boca. Sangre
corre por su labio y mis nudillos palpitan. ¿Lo había golpeado? Ni siquiera
recuerdo hacerlo. Pero él escupe rojo desde su boca mientras se da la vuelta, así
que supongo que lo hice. Poco a poco se pone de pie.
Nos miramos durante un largo momento. Cuando hablo, la finalidad de
nuestra relación se siente como fragmentos pasando por mi garganta. —No
vuelvas a hablar conmigo.
Él niega con la cabeza. —Mamá desperdició su tiempo con el chico
equivocado.
Y entonces me deja allí, destrozado y lleno de rabia inútil.
Ivy
La lluvia ha empezado a caer. Cae contra el techo del camión de Gray con
un traqueteo metálico y riachuelos corren por las ventanas empañadas. Adentro es
cálido, el viejo calentador sopla de manera constante mientras que nosotros no
hablamos.
Estamos estacionados frente a mi casa, escuchando Right Where It Belongs de
Nine Inch Nail que sale de la radio suavemente, el relativo silencio de Gray es
inquietante. Gray no se ha movido y estoy indecisa sobre decir alguna palabra.
Claramente está en su propio mundo, su fuerte perfil está inmóvil como una
piedra tallada mientras mira fijamente a la nada.
Cada línea de su cuerpo está tensa, como si fuera a romperse si se mueve y
odio eso. Había visto la rabia y el miedo nublar sus ojos cuando vio a su hermano.
Pude ver el dolor y la vergüenza. Gray está sufriendo, y eso es inaceptable.
Poco a poco, mi mano se desliza a través del asiento corrido del camión. Sus
dedos se habían cerrado en puños, pero en el momento en que lo toco, abre la
mano, girando la palma hacia arriba para estrechar la mía. Hasta que siento el calor
de su toque, no me doy cuenta de lo mucho que lo necesitaba.
No hablamos. La mano de Gray envuelve la mía. Por un momento,
simplemente me siento y me empapo de esa pequeña conexión entre nosotros. Es
extraño lo bien que se siente solo hacer esto. Casi ausente, el acaricia el dorso de mi
mano, debajo de los bordes sensibles de mis dedos y más allá de mis nudillos. El
placer zumba a lo largo de mi piel.
También lo exploro, deslizando un dedo a lo largo del suyo, mientras que
mi pulgar acaricia la palma de su mano. Me encantan las manos de Gray. Cálidas y
ásperas. Con dedos largos y anchas palmas, y sobre todo fuertes. Él podría aplastar
mi mano sin esfuerzo, sin embargo me acaricia como si estuviera hecha de cristal.
La ternura anota en mi corazón.
199
Le doy a su mano un pequeño apretón. —¿Qué obtienes cuando se cruza un
vampiro y un muñeco de nieve?
Página
—¿Qué?
—Frío.
Gray bufa. Y entonces sus ojos se encuentran con los míos. Ellos brillan con
humor en el interior. —¿Qué es verde y huele a carne de cerdo?
—¿Qué?
—El dedo de Kermit11.
—Eew. —Me río mientras golpeo su brazo—. Eso es vil.
Sus anchos hombros se sacuden mientras se ríe. Tiene la mejor risa,
resonante y contagiosa. Y en este momento, es el mejor sonido del mundo.
Todavía me estoy riendo cuando le lanzo otro. —¿Qué le dijo un pato al
cazador?
Gray se ahoga con una risa antes de preguntar—: ¿Qué?
—No lo sé. —Me encojo de hombros—. No estaba allí para oír.
Y se ríe de nuevo, su expresión es abierta y feliz. —Eso es horrible, Mac.
—Lo sé. Oye. —Cuando me mira expectante, le doy a su mano un tirón—.
¿Qué pasa entre tu hermano y tú?
La expresión de Gray cae tan bruscamente como algo cayendo de golpe y
una punzada me golpea. Es un ataque y una mierda de mí. Pero hay una diferencia
entre darle una bofetada sobre la herida y tratar de ayudarlo a sanar. No puedo
sanar todo el dolor de Gray, pero quiero intentarlo.
—No tienes que decirme —digo cuando no dice nada.
Gray se inclina hacia atrás en su asiento y se pasa una mano por la cara
antes de mirar afuera. —No quiero hacerlo.
Esto no debe doler. Tiene derecho a su privacidad. Pero un nudo en mi
garganta se eleva de todos modos. Y necesita un esfuerzo para sentir. Sin embargo,
no me está mirando.
Una ráfaga de viento golpea el camión y se estremece. Debería llevarlo
adentro, consolarlo con mi cuerpo y olvidar que lo traté de forzar a hablar.
Él suspira y se gira hacia mí. Sus ojos son tristes y me duele el corazón.
—Gray…
—Está bien, Ivy. —Busca mi mano y la sostiene de nuevo. Sus dedos ya se
han puesto fríos. Con la mano libre se frota los ojos como si le doliera la cabeza.
Como si estuviera en la niebla, Gray se queda mirando su mano, con los dedos
11
A punto de estrenar un nuevo filme de Los Muppets, Disney decidió que la rana René, el
famosísimo personaje, vuelva a tener su nombre original: Kermit.
extendidos. Raspaduras rojas estropean sus nudillos. Como si le doliera mirar,
hace un puño la mano y la baja—. No me gusta la violencia. Créeme, entiendo la
ironía de ser un jugador de fútbol americano. Pero no es lo mismo. En el campo,
puede ser controlado. Pues bien, en la mayoría estamos bastante igual. ¿Pero fuera
del campo? —Sacude la cabeza—. Solo un cobarde utilizaría sus puños cuando se
puede alejar fácilmente.
Atrapo algo de aire, completamente sobria. —Siento haber provocado a tu
hermano y hacer que lucharas.
Las cejas de Gray se levantan por la sorpresa antes de fruncir el ceño. —No
vuelvas a pedir perdón por ser tú misma. Siempre te voy a defender, Ivy, y no voy
a perder un pestañeo por ello. —Mira de nuevo su mano—. Quería sacar la mierda
de él por hablarte de esa manera. Eso… me perturba. No quiero ser como ellos.
—¿Como ellos? —pregunto.
—Tengo tres hermanos. Jonas es el mayor, doce más que yo. Después está
Leif quien es diez años mayor, Axel que es tres y yo soy el más joven. Axel es
bueno, sin embargo no somos cercanos. Jonas y Leif son unos imbéciles totales.
Me mira, sus cejas se juntan en un gesto de total desconcierto. —¿En verdad
no me buscaste en google, no? —No hay ninguna acusación en su voz, solo duda.
—No —confieso—. ¿La verdad? Quería que nuestra amistad fuera de Ivy y
Gray. No de lo que el resto del mundo piensa de ti.
Por un largo momento, solo me mira, su expresión no revela nada. Después
su mano se levanta y la punta de sus dedos pasan por mi mejilla. —Lo mismo
digo, Ivy Mac. —Su mano va más allá y su voz se hace más dura—. ¿Así que
supongo que no reconociste a Jonas?
—¿Se supone que lo haría?
Se ríe sin humor. —Supongo que no. A pesar de que posiblemente oíste
hablar de él. —Gray rueda los hombros—. Jonas Grayson, el liniero ofensivo súper
estrella, dos veces ganador del Super Bowl…
—Mierda. —Interrumpo ya comprendiendo—. Jonas y Lief Grayson. Leif es 201
un corredor poderoso. Y Jonas… —Trato de pensar en lo que sé y el terror
aparece—. Hace cuatro años su mujer presentó cargos, diciendo que la golpeó.
Página
Sonriendo, paso mis dedos por su sien—. Tú puedes ser mi Robert Redford y
puedes lavarme el cabello más tarde.
—¿Él no es un poco mayor para ti, Mac? —Frunce su nariz con horror.
—Lo sexy no tiene fecha de caducidad, Pastelito.
—Bueno, al menos sé que te gustan los tipos rubios. —Gray se hunde más
en las sábanas. Su piel es como el ámbar, sus ojos son tan azules. Es tan
malditamente hermoso, que me quita el aliento.
—Me gustas tú —digo.
Como si estuviera igual de hipnotizado, traza un camino a lo largo de mi
cara, sus dedos son hábiles y suaves. —Quería decir eso antes, Ivy. Estoy tan
jodidamente loco por ti. Yo… —Sus dientes se hunden en todo su labio inferior—.
Nunca me he sentido así. No quiero cagarla.
La preocupación y posesividad oscurecen su mirada, como si él quisiera
retener firmemente este momento para que no se pueda escapar de sus manos. La
ternura se hincha en mi garganta. Lamo mis labios, ahora sensible por sus besos. —
Lo sé —susurro—. Esto es grande, Gray. Pero si somos honestos y hablamos
cuando nos estamos volviendo locos, estaremos bien.
—Entonces eso es lo que haremos. —La punta de su dedo corre a lo largo de
mi frente y hacia mi mejilla. —¿Mac?
—¿Si? —Tampoco puedo dejar de tocarlo. Su cuello. La curva de su hombro.
La vena que corre a lo largo de su brazo.
—¿Cuál es tu fantasía?
Hago una pausa en mi exploración. —¿Te refieres a sexual?
—Sí.
El calor va hacia mis mejillas. —Yo no… no, no puedo decirte.
—¿Por qué no? Me dijiste detalladamente cómo querías ser follada. —Él
sonríe ampliamente—. Que por cierto fue increíblemente caliente.
Hundo mi cabeza, presionándola contra su hombro. —Eso fue diferente.
Estábamos en el teléfono.
—Esa vez, jodidamente anhelaba estar en la misma cama contigo, Mac. Creo
que lastimé mi polla por masturbarme con tu voz.
Una risa sorprendida se me escapa y le doy un beso a su pecho. —También
te quería conmigo.
Gray gime. —¿Entonces qué? ¿Cuál es tu profunda fantasía oscura y
traviesa?
—¿Por qué quieres saber tanto?
Un pequeño surco crece entre las cejas de Gray mientras me mira
detenidamente. —Quiero dártelo todo. Cada experiencia que hayas soñado. Y las
cosas que nunca imaginaste querer.
Oh. Mi respiración se engancha.
—Vamos. —Acaricia su nariz con la mía—. Dime, cariño.
Cierro los ojos. —Bueno. No es nada dramático o incluso creativo. Quiero
ser seducida por un extraño.
—¿Seducida? —Gray me besa como si quisiera una rápida probada—
¿Cómo es eso?
Dios. Es tan vergonzoso. Se me escapa un suspiro. —Estoy indispuesta, ¿ya
sabes no? Pero él me engatusa, hablándome. Haciendo que me desvista cuando no
quiero. Y… ya sabes —digo, con un sonido estrangulado—. Me folla.
—Algo perverso. —Hay una sonrisa en su voz—. Estoy impresionado, Mac.
Abro mis ojos para mirar. —No es una fantasía sobre violación. No estoy
dentro de la violencia. No con extraños. En la vida real, le daría un puñetazo en la
garganta si él tratara de…
—Está bien, cariño. —Acuna mis mejillas, su expresión es sincera—. Lo
entiendo. Se llaman fantasías por una razón. —Las comisuras de su boca se rizan—
. Me gusta la tuya.
Mi respuesta es un gruñido. Él se ríe y me da otro ligero beso.
Mi vergüenza se desvanece al mirar su cara. —¿Qué pasa contigo? ¿Cuál es
tu oscura fantasía?
Gray se estremece como si lo hubiera sorprendido. —¿La mía?
—Sí, la tuya. —Frunzo el ceño. Es como si él nunca esperara que me
preocupara por sus necesidades—. ¿Por qué no deberíamos de también hacer la
tuya?
Su toque se detiene mientras que sus párpados ocultan sus ojos de mí. —
Nah. En verdad no tengo una. 211
—Patrañas. Todo el mundo tiene una.
Página
observando, con sus ojos muy abiertos y conmocionados—. ¿Piensas que prefiero
tener la cama llena de putas en vez de a ti?
Dios. Sueno tan insegura cuando expreso mis temores. —No quiero pensar
de esa manera —murmuro.
Él apoya su frente contra la mía, su aliento es una cálida caricia contra mis
labios. —Ah, Mac. Lo entiendes tan mal.
Me resisto con las ganas de retorcerme. Casi ausente su mano de nuevo se
desliza por mi sexo. No más, no buscando, pero es como si no pudiera detenerse
de tocar. Arqueo mi espalda, entrando a su tacto.
Pero su atención se centra en mi cara. —¿Quieres saber cómo fue? —
pregunta—. ¿Todas las cosas que hice?
—En realidad no —digo entre dientes.
—Bueno, te lo estoy diciendo. Prometo no volver a mentir, así que sabes que
lo que estoy diciendo es cierto. —Su voz es solemne, su expresión seria—. Fue
novedoso. La mitad del tiempo estaba fuera de mi mismo, riéndome del hecho de
que estaba haciendo esas cosas. La otra mitad era torpe, codos donde no debían ir,
desesperación, cosas raras de chicas, obviamente fingiendo que les gustaba la otra
chica porque pensaban que eso es lo que yo quería ver. —Se aclara la garganta—.
Sí. No fue caliente. No como lo es contigo.
—Gray…
—No, Ivy —susurra—. Tienes que saber. Me siento más caliente besándote
que en cualquier sexo que he tenido antes. —Para probar eso, sus labios se
encuentran con los míos. Su beso es una lenta exploración, buscando en mi
interior, y su respiración se acelera.
Nuestros labios se funden y él le da una pequeña lamida sexy a mi labio
inferior. —Tan caliente. Tan perfecto.
En un giro, se mueve por encima de mí, con los brazos colocados a un lado
de mis hombros y luego me llena, tan duro, su polla martillea con fuerza constante.
La acción es tan inesperada, tan buena, que me quedo sin aliento, mis piernas se
abren más para poder tomar más de él.
—Sí —dice—. Justo así.
Gruñe cuando empuja, como si tuviera que trabajar duro para meter su
polla gruesa dentro de mí. Mi cuerpo se tensa de esa manera deliciosa que me hace
estremecerme, me llena. Cada vez yendo más profundo.
Ante la luz difusa, él es de color oro, sus ojos azules arden.
Los labios de Gray rozan sobre los míos. —Esto, Mac. Hacer esto contigo es
la cosa más jodidamente caliente que he hecho en mi vida. Porque eres tú. Tú me
pones tan caliente que quiero bombear mi polla en ti. Una y otra vez. —Un
estremecimiento corre a través de su cuerpo—. Es la mejor sensación del mundo.
No quiero que termine. No quiero volver al lugar frío donde nada importa.
En un sollozo, envuelvo mis brazos alrededor de sus hombros y lo acerco
hasta que su sudor se junta contra el mío. Gray entierra la cara en la curva de mi
cuello y gime mientras me folla. Dios, la forma en que se mueve, usa todo su
cuerpo para empujar, en un ondulante ritmo duro que es un poco sucio, como si
estuviera usando mi cuerpo. Y sin embargo, es tan tierno como si me estuviera
adorando.
Él tiene razón; es la mejor sensación del mundo. Mis caderas se elevan para
encontrarlo, mis manos se deslizan a su culo flexionándose en cada golpe.
—Eso es, cariño —gruñe—. Eso es. Mueve ese dulce culo y fóllame. Dios,
eso es bueno. —Ahora está jadeando, el sudor llena su piel—. No te detengas.
Nunca te detengas.
Va más profundo, llegando a un punto donde me hace perder la razón.
Pierdo la noción de cuánto tiempo me folla. Solo hay placer y el anhelo de más
Gray. Siempre más. Y cuando me corro, él se deja ir, sus movimientos son duros y
desesperados. Me sigue con un largo gemido que hace vibrar mi cuerpo.
Lo sostengo, mis labios se presionan en su frente sudorosa. Él piensa que me
ha distraído de lo que secretamente anhela. Pero ahora lo sé y se lo voy a dar.
Tanto como pueda.
215
Página
Ivy
Gray y yo pasamos cada momento que podemos juntos. Lo cual no es nada
diferente a nuestra rutina normal, solo que ahora nuestros momentos involucran
momentos de sexo caliente y sudoroso. Y ni eso es suficiente para nosotros. Las
clases de Gray se han acabado para el semestre, pero los entrenamientos intensos y
regímenes de entrenamiento para los juegos, ocupan la mayor parte de su tiempo.
—Juro por Dios que mis cuádriceps y muslos se sienten como si hubieran
sido arrancados de mis huesos —me dice Gray por teléfono, mientras yo preparo
ensalada de pollo. Miro hacia abajo, a la pechuga que había estado desmenuzando,
y con una mueca la aparto a un lado.
—Tal vez no deberíamos hacer ninguna travesura hasta que puedas tomar
un descanso —digo. De mala gana porque quiero a Gray todo el tiempo.
Él hace un ruido desagradable que casi hace vibrar el móvil. —Voy a fingir
que no dijiste eso, Mac —gruñe—. De lo contrario, mis frágiles sentimientos
podrán dañarse.
Me burlo de eso. —No te preocupes, Pastelito, básicamente en este momento
estoy pensando en tu polla en mi boca.
Gray hace un sonido estrangulado. —Jesús, Ivy. No puedes decir eso
cuando estoy atascado estudiando todo el día las jugadas. ¿Estás tratando de
matarme? Tienes suerte de que me esté dando una ducha helada en este momento.
—¡Gray! No debes usar el móvil mientras estás en el baño. Voy a colgar
ahora mismo.
Se ríe. —Bien, bien. Dios. Voy a colgar, pero primero dime una cosa.
—No tendré sexo telefónico contigo. De nuevo.
—Te encantó. Pero esa no es la cuestión. ¿Has hablado con tus padres acerca
de volver a Londres?
Frunzo el ceño. Gray es demasiado educado para hostigarme. La verdad es
que he estado evitando decirles. Sobre todo, porque soy una total cobarde, pero la
culpa ahora me llega. Diablos, también tengo que decirles sobre Gray. Una cosa a
la vez, sin embargo, contarles sobre Gray no es lo que temo.
—Mierda —le digo a Gray—. Les voy a contar hoy mismo. Después de que
cuelgue contigo.
—Cariño —murmura—. Todo estará bien.
Un suspiro se me escapa. —Solo no quiero decepcionarlos.
El sonido de un chapoteo de agua llena mi oído, luego la voz de Gray, que
es baja y calmante. —Ivy, Mac, no podrías ser una decepción si incluso lo tratarás.
—Gray… —Mi mano se desliza a lo largo del mostrador fresco y estoy
deseando que fuera su piel la que acaricio—. A veces eres muy dulce, ¿sabes?
—Eso es solo mi glaseado espeso y cremoso. Diles. Y me llamas más tarde,
¿bien?
221
Página
hacia atrás, destacando los fuertes huesos de su cara, lo que lo hace parecer más
mayor, elegante. Pero la forma en que me mira enciende mi piel y mi corazón late
contra mis costillas. Él sabe que tiene ese efecto en mí. Está allí, en sus ojos y en la
forma en que la comisura de su boca comienza a levantarse lentamente.
Me ha sonreído docenas de veces, pero nunca de esta manera. Es puro sexo,
sin ternura, sin familiaridad. Debería estar ofendida. Pero en cambio estoy caliente,
resbaladiza entre mis piernas mientras camino hacia él.
Esa mirada viaja a lo largo de mi cuerpo y la punta de su lengua de desliza
por su labio inferior. —Hola —dice cuando paro en el bar—. Nunca te he visto por
aquí antes.
Ni siquiera está mirando mi cara, pero si mi pecho. Mis pezones se
endurecen y se levantan con fuerza, un gruñido retumba de su garganta.
Mis labios se separan, pero las palabras no salen. Me está tratando como a
una extraña. Es como si fuera Gray, pero no el mismo Gray. Y entonces recuerdo el
mensaje. Ve hacia la barra. Un caliente chico rubio estará allí. Deja que te salude primero.
No me dejes decir hola. Mi corazón comienza a golpear y mi vientre
revolotea. Pienso en la fantasía sexual que le conté esa tranquila mañana.
Sus ojos se encuentran con los míos, y una mirada parpadea ahí: ¿Todo esto
es cierto? ¿Quieres jugar?
Es una lucha no sonreír, no arrojarme sobre él y besarlo hasta el infierno. En
cambio, bajo mis parpados y pongo atención al camarero, pretendo que mi interior
no es una masa de nervios y expectación. —Estoy esperando a mis amigos —le
digo al no Gray, es así como elijo pensar en él.
—Claro que lo estás —murmura.
Música suave se escucha, estableciendo un ambiente tranquilo entre
nosotros. Su antebrazo bronceado se apoya contra la barra. Un gran reloj de acero
está en su muñeca. Nunca lo he visto antes. Tampoco bebiendo whiskey. Su fuerte
brazo se levanta y toma su bebida. El aroma a whiskey llena el aire entre nosotros.
Ordeno un martini cítrico y trato de ignorar al no Gray, porque está
haciendo todo lo posible para ponerme nerviosa, estando de pie tan cerca que los
pelos de su antebrazo cosquillean en mi brazo. Tan cerca que siento su mirada. Es
extraño saber que este Gray me esté mirando como si fuera una conquista barata.
Debería estar consternada. Sin embargo nadie en la tierra me excita como él lo
hace. Que esté actuando esto por mí, lo hace más caliente, me pone más mojada y
sin aliento, y ni siquiera me ha tocado.
El vodka se desliza a los lados de mi vaso mientras lo agarro y doy un trago.
Lamo mis labios, saboreando la dulzura y Gray gruñe en lo profundo de su pecho.
—Me gustaría hacer eso —me dice en voz baja.
Mi garganta se seca. Mantengo mi mirada en la barra. —¿Hacer qué?
Se acerca más, su hombro presiona el mío. —Lamer esos labios.
Jugando a la chica tímida, lo miro como si estuviera sorprendida. Lo que no
le importa. Mi piel se estremece cuando el suave roce de sus labios viaja a través
del lóbulo de mi oreja.
—Cuando termine con tu boca, voy a lamer esos dulces pezones. Están
pidiendo por ello, ¿verdad, cariño? —El cálido aliento envía ráfagas bajo mi cuello
cuando él exhala—. Ser lamidos y succionados.
El calor serpentea por mi cuerpo, apretando mi vientre. Y él sigue hablando
de ese modo bajo y ronco. —Tendré un agradable y húmedo juego con esos
pequeños brotes. Tan jodidamente húmedo que cuando finalmente lama esos
labios vaginales hinchados, te correrás en mi lengua a la primera lamida.
Un sonido estrangulado me deja y tengo que apoyarme en la barra, mis
rodillas se debilitan. Mi corazón late con tal fuerza en mi pecho que me pregunto si
él puede verlo.
La punta de sus dedos agarra mi codo, en un agarre ligero pero constante.
—Ven conmigo.
Estoy sin aliento, mi voz es débil. —No, yo… mis amigos…
—No tardaremos —dice en mi cuello antes de lamerlo en un pequeño
movimiento—. Vamos, dulzura. Nadie lo sabrá. Será nuestro pequeño secreto.
Oh, Dios, sé que está actuando, pero mi cuerpo tiembla con lujuria ilícita.
Apenas asiento. Sin embargo, él lo ve, hace un sonido de satisfacción. Entonces
estoy siendo llevada a la parte trasera del club, el sonido de mi sangre corriendo
silba a través de mis oídos. Nadie lo detiene o incluso ve en nuestro camino. Ni
siquiera cuando él abre la puerta de una pequeña habitación y nos encierra en su
interior.
El no Gray se inclina contra la puerta y simplemente me observa. Bañado
por la luz de la bombilla que cuelga encima de nuestras cabezas, su cuerpo parece
más grande, amenazante y tenso. Es tan extraño verlo de esa manera, vestido como
un extraño, actuando como uno, es fácil meterse en el papel, perderme en él.
225
—¿Qué es lo que quieres? —le pregunto, tirando de los pliegues de mi falda
mientras que mi corazón golpea al mismo tiempo en que respiro.
Página
233
Página
Ivy
Es aterrador lo rápido que la vida puede convertirse en mierda. Un segundo
eres la persona más feliz. Al siguiente, tu cabeza está girando y tu corazón se
desangra en tu pecho. Trece horas después de la reacción de Gray, y aún estoy
aturdida. No puedo encontrarlo. Simplemente desapareció.
Aunque me duele el abandono de Gray, hice lo que me pidió. Me tragué las
ganas de llorar o despotricar y fui a ver a un médico de guardia. Un examen y
algunas pruebas más tarde, tengo mis respuestas y soy libre de salir de la clínica
mientras que mis piernas se sienten temblorosas y sin coordinación.
De pie en la acera, me quedo mirando el desierto estacionamiento. Mi
cerebro se ha ido, o algo así, porque parece que no puedo procesar lo que me han
dicho. Los resultados no fueron lo que me esperaba, en absoluto. En la distancia,
mi pequeño Fiat rosado brilla como un faro. Me concentro en él, tratando de
ordenar mis pensamientos. Gray. Necesito decirle. Lo necesito.
Con la garganta caliente. Muerdo mis dientes para no gritar. Me dejó. Se
escapó. Y sé por qué, lo sé. Pero eso no detiene la ira. No especialmente ahora.
Miro los papeles que estoy agarrando. Mi mano tiembla un poco y cojo una
gran bocanada de aire frío de diciembre.
Meto los papeles en mi bolso, y encuentro mi móvil. El temblor se ha ido,
sustituido por una determinación de acero que hace que mis músculos se tensen.
Marcando, comienzo a encender mi coche.
Drew contesta al tercer tono.
—Soy Ivy. —Mi garganta se siente como carne cruda—. No puedo encontrar
a Gray.
Es difícil contarle a Drew toda la historia de mierda. Pero necesita saber por
qué Gray se fue para que así me pueda ayudar.
—Infiernos —dice cuando termino—. Creo que sé a dónde pudo haber ido.
Déjame hablar con él, ¿bien?
—Haz lo que tengas que hacer. —Me sorprende la calma con la que sueno.
Cuando por dentro me caigo a pedazos.
—Ivy —vacila Drew—. Tienes que entender…
—Lo hago —lo corto—. Pero eso no lo hace correcto.
—No —acuerda lentamente.
Suspiro, abriendo la puerta de mi coche. —Solo avísame cuando lo
encuentres. Yo… —Mi voz se rompe. Lo guardo con pura fuerza de voluntad—.
Necesito hablar con él.
—Lo haré —dice en voz baja. Luego cuelga.
Sentada en el pequeño coche que todavía lleva el olor de Gray, envuelvo los
dedos alrededor del volante. Mis uñas se clavan, mi respiración se acelera. No voy
a llorar. No lo haré. Pero un pequeño sollozo se me escapa.
Entonces lloro en el coche donde todo empezó.
235
Página
Gray
Tengo que volver. Necesito a Ivy, e Ivy me necesita. Pero parece que no me
puedo mover. He estado trabajando por horas, hasta que mi cuerpo no aguantó
más. Estar sentado en el suelo de las duchas del gimnasio no es productivo, pero el
olor a lejía y desodorante es familiar. Seguro.
Está tranquilo ahora, el gimnasio cerró hace bastante. Así que me siento,
acurrucado en un rincón, preguntándome qué carajos estoy haciendo. Ninguna
respuesta viene. Solo esta enfermedad, el jodido miedo y la necesidad de
acurrucarme y bloquear todo.
Algunas voces distantes en mi cabeza me dicen que estoy perdiendo la
mierda, de una manera mala. En el campo, soy un luchador. Nunca me rindo.
Tengo que enfocar mi cabeza en esto. Pero todo este silencio me está
entumeciendo.
—Pensé que te encontraría aquí.
Salto ante la voz. Mi cabeza se siente pesada como una roca cuando me
levanto para encontrar a Drew en la puerta. Parece que no puedo decir una
palabra. Sus pasos hacen eco en el suelo mientras se acerca. Lentamente, se sienta a
mi lado, con toda su pierna rota extendida delante de él.
No dice nada, solo se encuentra lo suficientemente cerca para presionar su
hombro con el mío. Y recuerdo. La noche que sus padres murieron, yo lo había
perseguido, lo encontré en el vestuario de la escuela. Me senté en silencio con él
mientras él lloraba en mi hombro.
La memoria funciona como una bala. Todo el terror y el pánico que contuve
sale. —Joder. —Me ahogo, presiono mis puños contra mi frente mientras traigo
mis rodillas al pecho—. Joder.
El hombro de Drew empuja con más fuerza el mío. —¿Qué está pasando,
Gray?
Hay dolor dentro de mi garganta, como si fuera una pelota de béisbol. Lo
trago. —Ivy. Ella tenía un bulto… —Tomo una bocanada de aire—. En ella… y
recordé a mamá. Cuando ella me dijo sobre el bulto y cómo ella… joder.
No puedo respirar. Me ahogo en mi miedo, mi cuerpo tiembla. No supe
cuándo Drew puso un brazo alrededor de mis hombros. Pero me está abrazando. Y
todo sale de mí en forma de lágrimas y mocos. No es mi mejor momento.
—No puedo hacer esto con Ivy —lloro—. No puedo verla… —Mierda, lo
voy a perder de nuevo.
El agarre de Drew se hace más fuerte. —No sabes lo que está pasando con
Ivy.
No lo hago, porque no lo puedo manejar sabiéndolo. Pero parece que no me
puedo controlar no sabiendo, tampoco. Nunca he huido de la adversidad y sin
embargo hui de la persona más importante en mi vida. El pensamiento me pone
enfermo. —La he cagado totalmente.
—Todos metemos la pata. Creo que es un requisito para ser humano.
Resoplo, pero estoy demasiado débil y siento que no hago ningún ruido. —
Tengo que hacer esto bien.
—Sí. —Drew le da un pequeño golpe a mi cabeza—. Pero primero
recomponte. Porque te ves como una mierda.
Limpiando mi cara con la mano, lo miro. Él sonríe, pero su expresión es
demasiado grave. —Gracias. Por estar aquí.
—Hombre, sabes que no tienes que decir eso.
Lo sé. Es el hermano que me gustaría tener en vez de los idiotas con los que
he estado lidiando.
Justo así recuerdo todas las cosas de familia que he dejado y me he perdido.
Parpadeo rápidamente, muelo mis puños contra mis labios. Porque tengo que
encontrar a esa persona que quiero que sea mi familia. Ivy.
Y me doy cuenta que ella está aquí. Ella me encontró en su lugar.
237
Página
Traducido por Michelle M
Corregido por Florpincha
Gray
La siento antes de verla. Es una lucha por levantar mi cabeza, y enfrentarla.
Pero lo hago. Ella se merece eso y más.
Ivy se encuentra en la puerta, su expresión está en blanco. Tiene la cara tan
pálida, que parece que se echó lejía encima. Hay manchas rojas alrededor de sus
ojos y nariz. Ha estado llorando. Algo dentro de mí se sujeta. Necesidad, miedo,
culpa, deseo, odio a mí mismo. No me puedo mover. Quiero decirle que lo siento,
pero estoy congelado.
Su oscura mirada se desplaza a Drew, quien se está poniendo de pie. Él le
da una inclinación de cabeza y sé que le dijo a ella dónde encontrarme. Con un
último apretón a mi hombro, Drew camina hacia fuera, dejándome solo con Ivy.
—Ivy, yo… —Me faltan las palabras.
Ella da un paso hacia delante, extendiendo su brazo. —Ven acá.
Agarro su mano y me pongo de pie. No me deja ir, no dice una palabra.
Como un zombi, sigo su ejemplo, sujetando su mano en la mía. Ella me ignora,
sacando su móvil y enviando mensajes sabrá Dios a quién. No pregunto, porque
debería disculparme. Lo sé. La vergüenza me mantiene en silencio. No hablamos
mientras ella conduce, apenas me he acomodado en el lado del pasajero de su
coche rosado.
Dentro de su casa, es fresco y oscuro. Ivy me lleva a la habitación de Fi y me
detengo confundido.
—Fi no está aquí —dice, tirando de mí—. Y tiene una bañera.
La habitación es oscura. Una sola lámpara se enciende creando sombras en
la habitación. Entramos al baño. Alguien había preparado un baño y dejó las luces
encendidas.
—Le pedí a Fi que me ayudara antes de que se fuera. —La voz de Ivy es
tenue. Me esperaba ira, o por lo menos acusación. Pero ella simplemente se gira y
tira de mi camisa sudada por encima de mi cabeza.
Me quedo ahí, dejando que me desnude, observándola. Ella es tan
jodidamente hermosa. Conozco cada línea y curva de su cara mejor que la mía y
sin embargo, cada vez que la miro, es como si fuera la primera vez.
—Entra —dice, sin mirarme.
Y ya que voy hacer cualquier cosa por ella, obedezco. El agua está caliente,
tranquilizadora. No quiero ser aliviado; su bondad me está matando. Me inclino
hacia delante y presiono las manos en mis ojos.
Ella da un paso más cerca y mis ojos se abren. Ni siquiera me di cuenta que
se desvistió, pero ahora sus sedosas largas piernas se deslizan por las mías, me
envuelve en su abrazo. Agua recorre mi espalda mientras me empieza a lavar.
Es simple, pero eficaz. Con cada golpe de su mano, lo feo se va, la sensación
de malestar me deja y estoy tan agradecido con ella que mi visión se nubla.
—Di algo —susurro con un nudo en la garganta.
—Algo —repite de manera tranquila. Sus fuertes dedos masajean mi cuero
cabelludo y picor se forma detrás de mis ojos.
Rápidamente parpadeo, obligándome a calmarme. —¿Por qué no me gritas?
Sigue moviéndose y descansa sus antebrazos en mi espalda. —Eso sería más
fácil para ti, ¿no? Si te gritara, aliviaría tu conciencia.
Me estremezco, porque sé que tiene razón.
Ivy suspira y me empieza a lavar de nuevo, ahora más rápido, agarrando
una pastilla de jabón y fregándola en mis brazos. —Quería gritarte. Cuando no
podía encontrarte quería hacer eso. —Ella hace movimientos más lentos y estoy 239
medio distraído por sus dedos pasando por mi pezón y sus labios rozando entre
mis omóplatos mientras toma una respiración profunda—. Pero parecías…
parecías estar destruido, Gray. Y me duele cuando tú estás herido. Así que no, no
Página
te voy a gritar ahora. No quiero volver a ser la que te pateé cuando te estás
destruyendo.
Esta chica. Lágrimas me abandonan y capturo su mano delgada, trayéndola
a mi boca para mantenerla ahí. —Lo siento mucho, Ivy. Lo siento jodidamente
tanto por huir de ti. —Porque ella está en lo correcto, es más doloroso sabiendo
que soy la casusa de su dolor.
Ivy no dice nada. De manera eficiente regresa a enjuagarme. Un movimiento
de muñeca y el agua de nuevo está cayendo. Antes que pueda decir otra palabra,
ella se sale de la bañera con todos sus miembros largos y su piel resbaladiza.
—Ivy…
—Estoy enojada. —Agarra una túnica y me la lanza—. ¿Bien? No quiero
gritar, pero… —Sus ojos se ponen vidriosos y hace una mueca de disgusto—. Me
has herido, Gray.
Dios, la decepción en su voz estalla en mi pecho. El agua chapotea en los
bordes de la bañera mientras me levanto. —Lo sé, cariño, y estoy…
Pero ella ya está saliendo del cuarto. Salgo de la bañera mientras pongo una
toalla alrededor de mí. —Ivy…
Ella me enfrenta en el dormitorio. —Entiendo por qué te asustaste. Por el
cáncer de tu mamá. Lo entiendo, Gray. De verdad. Pero tú huiste de mí como si
tuviera la peste. Te necesitaba… —Toma una respiración inestable—. Más de lo
que sabes. Necesité que me hablaras. Prometiste que…
Doy dos pasos y la tengo en mis brazos. Sin pausa, la levanto y la saco de la
habitación de Fi y entro a la de ella, solo me detengo mientras estamos en la cama.
Está tensa mientras la tengo en mi regazo. Pero eso no me detiene de besar sus
labios, de comprobar cualquier lugar que puedo.
—Lo siento, Ivy. Entré en pánico y si pudiera volver atrás y cambiar eso, lo
haría.
Está temblando, su cuerpo se inclina más contra el mío, pero no cede. —
Corriste lejos de mí.
Mis dedos se enroscan en su cabello y los mantengo mientras encuentro sus
ojos. —Me escapé de mí mismo. Mierda, Ivy, tienes razón. Me asusté. Desde
mamá… no me preocupaba por nada. Vivo el día a día, disfruto del momento,
nada profundo. Lo curioso, Ivy, es que estar enamorado de ti es tan fácil como
respirar. El mejor momento de mi vida.
—¿Entonces por qué…?
—Es fácil amarte, pero aquello me asustó hasta el infierno. —Nuestras
frentes se tocan y cierro los ojos—. Sentí ese bulto y vi a mi mamá morir otra vez.
Me golpeó. No puedo perderte. No a ti. Así que sí, entré en pánico. Porque yo… si
tú…
El terror intenta correr a través de mí de nuevo. No sé qué hacer con él.
Nada me asusta en el campo. ¿Pero esto? Me cuesta respirar.
Hasta que toca mi mejilla. Sus oscuros ojos se encuentran con los míos y
todo lo que puedo pensar es que estoy en casa.
—Oye —dice suavemente—. Puedo ver que estás enloqueciendo de nuevo,
pero todo está bien.
—No lo está. —Niego con la cabeza—. Te lastimé.
Entonces ella sonríe. Nada en el mundo me afecta como su sonrisa. Solo la
miro, con mi corazón latiendo con fuerza.
—Ya no estoy herida, Pastelito.
La beso. Suave. Reverente. Ella es mi todo. Mi mundo. Mi felicidad. Mi
mano se desliza debajo de su bata abierta para así ahuecar su cálido pecho. Las
yemas de mis dedos se desplazan sobre su piel, con cuidado de no hacerle daño. —
¿Y tienes…? —No puedo terminar.
Ivy acuna mi mano, presionándola en su carne. —Está bien. No es cáncer, lo
juro. —Sin embargo, su expresión de repente se llena de miedo y se aleja de mí.
Con respiraciones agitadas, se pasea de un lado a otro delante de la cama, sus
manos temblando.
—¿Qué va mal? —Mis labios están rígidos, mi corazón late con fuerza, pero
no me estoy alejando de esto—. Dime.
—Lo que pasa Gray…. —Toma una respiración profunda—. No es cáncer,
pero…. Mierda.
—¡Mac!
Ella se detiene frente a mí y aprieta sus puños hasta que los nudillos se
ponen blancos.
—Sea lo que sea estoy…
—Son las hormonas. El bulto. —Ondea una mano agitadamente—. Tengo
pechos fibrosos, que en realidad solo significa que las hormonas forman tumores 241
no cancerosos. Debido al exceso de hormonas ya que… mierda. Mierda.
Me pongo de pie y la alcanzo.
Página
Pero también vamos muy por delante de la mayoría de la gente de nuestra edad. A
salvo de las imprevistas calamidades, y en verdad estaré haciendo una ridícula
cantidad de dinero en menos de un año. E incluso si algo pasara, ambos tenemos
excelente educación y nuestros cerebros son masivamente impresionantes… —Le
sonrío y él mueve las cejas—. Así que no estaremos sufriendo por dinero. Por no
hablar de que tus padres son dueños…
—¡Gray!
Él levanta una mano, pero la sonrisa se detiene en sus ojos. —Solo estoy
diciendo que no estaremos sufriendo por fondos.
—Está bien. —De nuevo apoyo la cabeza contra él—. Tienes razón. ¿Pero un
bebé? No lo sé. —Hago una pausa y lo miro—. No te estás volviendo loco. ¿Por
qué no estás enloqueciendo?
Se le escapa una risa y de repente estoy en mi espalda y el gran cuerpo de
Gray se cierne sobre mí. —¿En verdad pensaste que me volvería loco, no?
—Bueno, yo… —Mierda, si yo casi enloquecí, ¿por qué no él?
Pero Gray mueve la cabeza lentamente, una sonrisa se arrastra en su rostro.
—Mac, eres el amor de mi vida. Estoy dentro pase lo que pase. ¿Esto? Sí, es una
sorpresa, no me lo esperaba. Pero esto eres tú y yo hablando de las cosas. Por favor
no guardes lo que hice en mi contra. Me puedo adaptar a un cambio de juego.
—Lo sé —le digo—. Y no lo haré.
Asiente, como si se sintiera aliviado con ello, entonces sus labios rozan los
míos. —Tal vez debería estar en pánico. Pero no lo estoy. Sí quieres este bebé,
entonces vamos a aprender a través del camino. Si no. —Me besa de nuevo—.
Entonces voy a tomar tu mano en cada paso del camino.
Gray
—Entonces… —le digo a Drew. Estamos sentados en el bar, con una cerveza
de jengibre en la mano, ya que el entrenador nos puso la regla de no cerveza blanca
y Drew está tratando de ser de apoyo. Buen hombre.
—Entonces… —dice Drew y después toma un trago.
—Ivy está embarazada.
Casi vale la pena mi ansiedad actual por verlo asfixiándose y escupir toda la
cerveza en el bar. La camarera le da una mirada molesta y se acerca para limpiar
las salpicaduras con un trapo.
—Pequeños pasos, cariño —murmura antes de dejarnos.
Me río en mi vaso.
Drew se me queda viendo, pero entonces su expresión se pone seria. —
Mierda, Gray-Gray. ¿No estás bromeando, verdad?
—Nop. —Tomo otro trago y me concentro en la sensación de frías burbujas
deslizándose por mi garganta.
—Santo infierno. —Drew apoya sus manos en la barra—. ¿Qué van hacer?
—Todavía no lo sabemos. Ivy está pensando más las cosas. —Juego con el
extremo húmedo de mi servilleta de papel, haciendo caso omiso de la mirada de 245
Drew. No quiero ver la compasión.
—Estás bien con… quiero decir, si ella decide quedarse con… —Se calla.
Página
251
Página
casarme contigo. Quiero que seas mi familia. Y yo seré la tuya. —Me mira con
esperanza y anhelo—. ¿Di que sí?
La conmoción ha capturado mi aliento. Temía esto. Sin embargo, sus
palabras, la mirada en sus ojos, me dan ganas de abrazarlo. Lo que me hace más
difícil responder.
—No puedo.
Él hace una mueca, pero no aparta los ojos de mí. —¿Por qué?
Lo dice tan razonable, como si me hubiera negado a otra taza de cacao. Una
risa ahogada me deja. —Ah. Porque tenemos veintidós, por eso.
—Estoy bastante seguro que jóvenes de veintidós se casan, Mac.
Sí, y yo estoy bastante segura del por qué él quiere casarse conmigo. Lo amo
por ello. Y lo odio. Rechinando mis dientes, me cuesta trabajo pensar en algo que
decir para hacerle comprender. —Eres el mejor ala cerrada que he visto.
Gray ladea la cabeza. —Está bien, no es lo que esperaba. ¿Hay algún punto
en ello?
—Podrías ser el número uno.
—Eso espero. —Me mira como si me hubiera vuelto loca—. De nuevo, ¿cuál
es el punto?
—Es un montón por asimilar. Preocuparte sobre una esposa no debe ser
parte de ello.
Con una maldición, Gray aparta la mirada, se centra en los soportes
verticales en el campo. Cuando su mirada regresa a mí, es tan intensa que lo siento
en mi vientre. —¿Estás tratando de botarme, Ivy?
Su ira vibra a través de mí. —No. Claro que no.
—¿Entonces porque traes a colación esto? ¿Y qué pasa con tus deseos y
necesidades?
—Estoy pensando en eso. —No quiero que se me proponga por razones
equivocadas.
—¿Entonces no me quieres en tu vida por completo? —Se aparta, sus ojos
están muy abiertos y con dolor.
—Eso no es lo que quise decir.
—Entonces dime lo que quieres decir, Ivy.
—Yo fui un error. —Suelto.
Gray parpadea, con una expresión preocupada. —¿Un error? ¿De qué?
¿Crees que te veo como un error?
—No. —Respiro profundamente—. Fui un embarazo accidental. Mis padres
apenas estaban saliendo cuando mamá quedo embarazada. Se suponía que tenía
que volver a Inglaterra, no quedarse aquí. Se casaron por mí. —La ironía revuelve
mis entrañas.
Por un segundo, Gray solo se queda observando. Pero entonces me alcanza
y me abraza fuertemente contra su pecho. —Cariño, no. No.
Acurrucada en contra, me agarro de su cintura. —¿Cómo puedes decir que
no, cuando ni siquiera entiendes lo que quiero decir?
—Porque te conozco. —Se inclina un poco hacia atrás para mirarme a los
ojos—. ¿Crees que somos como ellos? ¿Por eso piensas que me siento obligado?
Jodidamente no. —Sus dedos trazan mi mandíbula—. No somos en nada como
ellos. En primer lugar, no estamos saliendo. —Su boca se retuerce como si fuera una
palabra fea—. Estamos juntos, cada mañana me despierto y pienso, jodidamente
gracias porque Ivy me quiere. ¿Cómo puedo convencerla de que me mantenga
para siempre?
Resoplo y apoyo la cabeza en su pecho. —Te amo —susurro—. Pero eso no
significa que tengamos que casarnos. No me preguntes acerca de este embarazo.
Aquello sería la peor manera de empezar un matrimonio. Lo lamentarás, Gray.
Créeme.
Gray resopla frustrado. —¿Tu padre alguna vez te dijo por qué hizo
trampa?
Tomada por sorpresa, la respuesta se me escapa. —Dijo que lo sintió como si
fuera debido. Mujeres y fama.
—Bueno; ese no soy yo. Ya he tenido eso y solo… —Sacude la cabeza—. No.
Tengo veintidós y me siento como un viejo con esa mierda. La idea de perder mi
tiempo me agota, me pone enfermo. Ni siquiera he mirado a otra mujer desde que
nos empezamos a mandar mensajes. Porque solo te quiero a ti. Con un bebé o sin
él, te amo, Mac. Solo a ti.
—Pero me estás pidiendo que me case contigo, Gray.
—Uh, sí y me sigues rechazando, maldición. —Se ríe, pero la vulnerabilidad
en su voz me hiere.
255
Pongo mi mano contra su corazón. —¿Vas a decirme que me lo hubieras
preguntado si no estuviera embarazada?
Página
257
Página
Traducido por ∞Jul∞
Corregido por Mich Fraser
Gray
Durante casi dos semanas, mi casa ha sido un hotel en Nueva Orleans. Vivo
y respiro el fútbol ahora.
Práctica, estudio, ejercicios y dormir. Comunicados de prensa y entrevistas
sin sentido. Esa es mi vida. El partido de eliminatoria es mañana, y todo el mundo
está tan emocionado, nosotros solo queremos que el partido sea ya. No más batalla
a través de un mar de los agentes y de exploradores y patrocinadores. No más
sonrisas para la cámara, mientras comemos nuestra cena gratis. No más leer libros
de jugadas y ver imágenes hasta que pasen a través de nuestras cabezas en nuestro
sueño. Solo vamos a jugar fútbol.
Esto es lo peor que ha sido para mí. Ivy pensó que al mantenerse alejada,
ella me ayudaría a mantener la concentración.
Realmente no. He descubierto que la necesito conmigo o me siento
desequilibrado. La extraño tanto que mi pecho se siente hueco, todavía apretado.
Pero finalmente ella está en su camino y está prevista su llegada en unas
pocas horas. Estoy ansioso como el infierno por verla. Tanto es así que físicamente
tengo que mantenerme en movimiento para distraerme. Un entrenamiento brutal
después, y me llega un mensaje de Sean Mackenzie que me pide reunirme con él
en el bar del hotel.
Lo he estado evitando durante un tiempo. Principalmente porque Ivy y yo
no hemos decidido qué hacer con el embarazo. Sé lo que quiero, pero no voy a
empujar a Ivy. Voy a exponer mi caso, pero no voy a empujar.
Al salir de la ducha, me seco y envío un mensaje a Mackenzie para
establecer una hora.
Ya que no me parece bien esconderme de él por más tiempo.
261
Página
Traducido por Dai & ∞Jul∞
Corregido por Mich Fraser
Gray
Poco después de que dejé a Mackenzie en el bar, Ivy me escribió.
IvyMac: Estoy aquí. Por cierto, Dex ya ha enviado tus cosas a mi habitación.
GrayG: Espera, ¿Dex te vio antes de que yo lo hiciera? ¡Falta! ¡Falta
personal!
IvyMac: *Pongo los ojos en blanco* Eso solo significa que no tenemos que
salir de la habitación cuando llegues, pastelito.
GrayG: Sigue hablando….
IvyMac: Despilfarré en una suite…
GrayG: ¿Una suite? Nena, eso es demasiado.
IvyMac: Es un obsequio.
GrayG: Un caro obsequio.
IvyMac: Junté mi sueldo de cuando trabajaba con mamá. Ahora quiero
gastarlo mimando a mi hombre.
GrayG: Mimándome, ¿eh? Estás perdonada por lo de Dex. Ahora, ¿dónde
estás Ivy Mac?
IvyMac: Estoy muy contenta de haber sido perdonada. :-P Piso 12
Habitación 1210.
GrayG: Espeluznante. Mi número de habitación es 1184
IvyMac: Ehh… ¿Por qué es espeluznante?
GrayG: 1184 y 1210 son números amigos.
IvyMac: Me encanta cuando hablas empollón. Tan atractivo.
Golpeo el botón del ascensor, con una amplia sonrisa escribiendo mi
próximo mensaje.
GrayG: Casi allí. Estate desnuda.
IvyMac: Mandón.
GrayG: Si pudieras comenzar a jugar contigo, estar agradable y húmeda
para mí, sería bueno también. ;-)
Ella me está tomando. Yo, el que siempre está en control. Ella me hace el
amor a mí con su boca y me folla con su dedo. Es tan intenso, que no pienso, sólo
jadeo y se mueven con ella como si mi vida dependiera de ello.
Mi mano se desliza de su cabello, se cierra de golpe a la cama para agarrar
las cubiertas mientras arqueo en la boca, mi cuerpo entero se aprieta. El placer
perfora a través de mí. Me vengo tan duro, que la habitación se vuelve turbia.
Y ella sólo lo toma, bebiéndome, chupando mi pene con tirones que me
tiene balbuceando demandas. —Dios, cariño, prométeme que te vas a casar
conmigo un día. Tengo que tener esto para el resto de nuestras vidas. Por siempre.
Siempre. Mierda.
Ella me libera con un largo trago, deslizando su dedo lejos. Mi piel pica. Me
siento vagamente vacío, mi cuerpo duele en lugares que no quería pensar. Y
mientras lentamente besa su camino hasta mi estómago, todavía estoy
balbuceando—. Dámelo en Navidad. Cumpleaños. —Da golpecitos con su lengua
en mi ombligo. Gruño, mis caderas sacudiéndose—. Mis días de descanso. Días de
fiesta importantes. Sorprende a la medianoche... —Mac lame mi pezón, y tiemblo,
mi voz sale ronca—. Dos veces los martes.
Sus ojos oscuros brillan intensamente como ella mira hacia mí. —¿Sólo los
martes?
—Dos veces los martes. ¿Tal vez todos los días? —Estiro la cabeza, dándole
una mirada esperanzada, y ella pronuncia una risa ronca que es tan jodidamente
sexy. Mis muslos se aprietan y mis palabras salen estranguladas—. Sólo, ya sabes,
vamos a mantener esta diversión particular, en secreto…
Un rubor inunda mis mejillas. Jesús, no puedo creer que ella hizo eso. Y lo
jodidamente bien que se sentía. He subestimado a mi chica.
Los labios de Mac se contraen pero su expresión es más solemne que se
eleva por encima de mí y se inclina para besarme suavemente.
—Tu secreto está a salvo conmigo, chico grande.
Ella sabe como yo, con la boca hinchada y roja. Quiero más. Mi mano se
desliza sobre su cuello, sujetándola allí, así que puedo darle un beso más
profundo, un deslizamiento lánguido de lengua y labios. Los pequeños pulsos de
calor ondulan a través de mi pene como réplicas. Santo infierno. —Sin duda, dos
veces los martes, Mac.
Ivy
Gray se deja caer en la cama conmigo, haciéndome rebotar en el colchón.
Está llevando un par de pantalones para correr que se desplazan bajo sus caderas
estrechas y nada más. —¿Comprobaste la mochila?
La mochila es la gran bolsa de lona que estoy recogiendo llena de golosinas
que varios patrocinadores le han dado a Gray y a sus compañeros de equipo. —
Papá solía traer a casa de los viajes los jabones y las camisetas. —Saco una elegante
caja de plástico que personas inteligentes estarían muriendo por tenerlas en sus
manos.
—Nada como este botín.
Gray menea las cejas. —Muy dulce, ¿eh? Creo que hay un vale para filetes
durante un año.
—Me sorprende que no lloraras.
—Podría haber derramado una lágrima o dos. —Gray empuja el dobladillo
de la camiseta que llevo y descansa su cabeza en mi muslo desnudo. Con un poco
de zumbido de placer, me acaricia la pierna, su expresión es contenida, su cuerpo
desgarbado y perezoso.
Dale al hombre una mamada, y un poco de inesperado juego de culo, y está
prácticamente ronroneando. Probablemente hay una lección en eso, solo soy
susceptible. Gray solo tiene que mirarme de una manera determinada, y estoy lista
para ofrecerle cualquier cosa.
—¿Ivy?
—¿Sí? Oh, mira, los auriculares inalámbricos. He estado esperando un par
de estos.
—Son tuyos. —Su mano se mueve a lo largo de mi pantorrilla, el tacto es 269
suave y constante—. Cuando le dije a Drew sobre que estás embarazada, me di
cuenta que no tenía miedo. Que la idea de tener un bebé contigo era algo genial.
Página
Mi corazón se hincha.
Era evidente que me sentía rígida porque su agarre se aprieta en mi
espinilla. —No estoy tratando de empujarte —dice—. Pero una vez me
preguntaste qué quería. —La cama cruje cuando se eleva sobre su codo. Los ojos
azules de Gray son serios, sin embargo, casi tímidos—. Lo quiero todo contigo.
El calor revolotea a través de mi pecho al mirar hacia abajo, hacia él.
Suavemente, cepillo hacia atrás un mechón de su cabello. —Pensé que podrías
hacerlo.
Su mirada se mueve por mi cara como si estuviera leyendo mi mente. —
¿Pero tú?
Pasando los dedos por su pelo me quedo mirándolo fijamente. —Cuando
pienso en este bebé tuyo y mío, quiero protegerlo con todo lo que soy.
Gray le da a mi pierna un suave apretón, pero continúo hablando.
—Pero cuando pienso en tratar de ser una madre en este momento… —Me
voy apagando con una respiración ahogada—. Es decir, un niño que necesita
atención constante. No puedo hacer eso por mi cuenta. No quiero hacer eso.
Las cejas de Gray se unen. —¿Quién dijo algo sobre estar por tu cuenta?
Estamos en esto juntos. Cien por ciento.
—Gray, vas a comenzar en la NFL. Desde julio hasta enero, ellos son
básicamente los dueños de tu culo.
—Está bien, sí, eso apestará. —Gray suspira y apoya su frente en mi muslo
nuevamente—. Pero podemos trabajar en eso. Y nunca pienses ni por un segundo
que no voy a hacer todo cuando estoy allí. —Su gran cuerpo se deja caer
nuevamente en la cama, y él parpadea hacia el techo—. Mierda, no sé. Tal vez
deberíamos esperar.
Me tumbo también, mi cabeza junto a la suya. —Solamente sé que estoy
embarazada ahora. Cuando pienso en acabar con él, simplemente no puedo. —
Con una maldición entre dientes, prosigo con mi antebrazo sobre los ojos—. ¿Por
qué es tan difícil, Gray?
Gray gira hacia mi lado y levanta el brazo de mi cara. —Me gustaría tener la
respuesta correcta —dice lentamente—.Todo lo que puedo decir es que las
decisiones más difíciles en la vida, son a menudo las cosas que más significan.
Entonces, ¿Qué significa más para ti, Ivy?
—Tú. Estar juntos.
Su expresión se vuelve tierna. —¿Y qué es a lo que más temes?
—Tomar la decisión equivocada.
—Entonces has la elección que más te asuste.
Ahuecando su fuerte mejilla, me acerco hasta él. —Nunca dejas que nada te
detenga, ¿no?
—No por mucho tiempo, Ivy Mac. —Su gran cuerpo se mueve sobre mi
hasta que estoy rodeada por él—. Está en mi naturaleza trabajar y superar los
obstáculos. —Sus labios vuelan por encima de mi cuello, mordiendo y degustando
a medida que avanza—. Y mira lo que tengo para demostrártelo. En la parte
superior el deporte, y en mi cama, la mujer que amo más que a nada.
—Nuestra cama. —Lo corrijo, tirando de él hacia mí. Su cuerpo duro se
presiona contra el mío, y hay todo tipo de corto circuitos. Se siente tan bien, toda la
piel satinada y calor, músculo duro. Lo necesito de nuevo.
Ahora. Grueso y lento dentro de mí. En una neblina, pienso en la suerte y en
cuan mío siempre me había parecido. Pienso en lo feliz que estoy en este momento
con Gray, sabiendo que él es mío. Que en realidad podría ser un poco familiar. Y
siento miedo. Tal vez sentir un poco de miedo es una buena cosa.
271
Página
Ivy
Día de juego. Gray sale de la habitación, y es todo lo que puedo hacer para
no tragarme mi lengua. Todos los chicos llevan trajes al estadio, pero no esperaba
que Gray se viera tan caliente en uno. Vestido con un traje carbón a rayas de tres
piezas, con una camisa blanca y una corbata azul hielo, es largo, delgado y
maravilloso. Como mi propio James Bond extra-alto.
Muerdo mi labio y resisto el impulso de desnudarlo. Desafortunadamente
no hay tiempo, porque está previsto que baje en unos cinco minutos.
Me da una mirada inquisitiva y una risa incómoda. —¿Por qué me miras de
esa manera? Mierda. —Él cambia el peso en sus pies—. Me veo como un idiota,
¿verdad?
Sacudiendo mi cabeza, me acerco a él. O mejor dicho, lo acecho, porque
todavía quiero un bocado. Su sonrisa es desequilibrada cuando me detengo
delante de él.
—Maldita sea —digo con un suspiro—, te ves muy bien en este traje. —
Aliso mi mano debajo de una solapa sedosa y presiono contra el muro sólido de
músculos que se ocultan debajo.
Gray gruñe como si estuviera hablando locuras, pero se sonroja mientras
sus manos se posan sobre mis caderas. —¿Quieres jugar a disfrazarte más tarde?
—Sí. —Suavemente, corro mis nudillos por su estómago, deteniéndome en
la hebilla de su cinturón, amando la forma en que aspira una bocanada de aire y
empuja hacia adelante con sus caderas, como para instarme a bajar más. Deslizo mi
nudillo de un lado a otro a lo largo de la cintura de su pantalón—. Podemos jugar a
interrogar al espía.
Gray baja su cabeza y muerde el lóbulo de mi oreja. —¿Vas a ser un espía,
Mac?
—No. Tú lo serás. Voy a atarte a una silla y hacer cosas sucias para hacerte
hablar.
Un estremecimiento en todo el cuerpo resquebraja a Gray, y sus dedos
aprietan mis caderas. Pero él toma un respiro y da un paso atrás. —Maldición, Mac
—dice con una risa ronca—, no puedo subir al autobús del equipo con una enorme
erección.
—Me gusta la imagen, pero está bien. —Poniendo un poco de distancia
necesaria entre nosotros, me apoyo contra el brazo del sofá—. He oído que tu papá
va a estar en el juego.
Su nariz se arruga en un ceño fruncido. —Esa es la manera de apagarlo. Sí,
supongo que irá. —Gray juega nerviosamente con los puños blancos asomando
fuera de las mangas de su chaqueta—. ¿Y cómo demonios sabías eso, de todos
modos?
—Pfft. Tengo conexiones que solo puedes soñar. —Mi burla se desvanece—.
¿Vas a hablar con él?
Gray se encoge de hombros sin mirarme. —Tal vez. Supongo que después
del partido.
—Solo acaba de una vez, Gray. Es como arrancar una venda.
Hace un ruido desagradable, entonces sus ojos están mí. —¿Y luego
celebramos con un poco de bondage y ligera tortura sexual?
Me río, pretendiendo que el calor no está hinchándose entre mis piernas. —
No es mi elección de palabras, pero sí, eso es lo que haremos.
Su sonrisa es malvada. En dos pasos me tiene. Suaves labios besan mi frente,
ojos, nariz, barbilla, boca.
—Cada pulgada, Mac.
Presiono un beso en sus labios. —Cada pulgada, Gray. Ahora ve a patear
algún culo.
273
Página
Traducido por Tannia Maddox & Erinea
Corregido por Kari
Gray
—¿Así que ahora estás comprometido? —pregunta Dex, mientras se mira en
el espejo de su casillero y se empieza a manchar el ojo de negro.
Sonriendo sigo envolviendo mis muñecas. —Es más como comprometido a
estar comprometido.
Con lo cual estoy totalmente a favor. Ivy usa mi anillo y alegra al hombre de
las cavernas que llevo en mí. Mejor aún, me quiere tanto como yo a ella. Eso es
todo lo que necesito.
—Y los sueños de polluelas calientes en todo el mundo del deporte se
desvanecen —dice Johnson a mi otro lado.
—Supongo, ahora solo tienen que conformarse contigo, chico grande. —
Golpeo su vientre y él se sacude, ganándome una mirada enojada de Johnson
mientras se cubre el estómago con una mano.
—¿Matrimonio? —repite como un loro Marshall desde atrás—. Hombre, no
lo puedo creer. Eras el último tipo que esperaba que cayera en la trampa, Grayson.
—Sacude la cabeza—. Lo que sigue es que uno de ustedes confiese que es gay.
Ni siquiera tengo que mirar a Rolondo para saber que se ha puesto rígido.
Me preocupo por él, preguntándome cuánta mierda tendrá una vez que salga, y lo
difícil que será mantener su secreto en la vida. Pero por ahora sigo con los ojos a
Marshall. —Cuidado hombre, tu mierda se está mostrando.
—¿Qué? —Marshall se da vuelta rápidamente, estirando el cuello para
mirar su culo.
Y los chicos se ríen.
—Estaba siendo sarcástico —dice Díaz inexpresivo—. Como tú siendo un
idiota.
Marshall frunce el ceño, su cara se pone roja. —¿Sabes lo que puedes besar,
D?
Pero Díaz simplemente sonríe y continúa atando sus zapatillas.
Terminamos de vestirnos y el entrenador ingresa con cosas. —Arrodíllense,
señores.
Es hora de la charla previa al partido. Ahora, algunos entrenadores gritan y
alzan la voz para revivir a su equipo. No el nuestro. Siempre está tranquilo, casi
meditando. Le gusta la filosofía, visualizar la victoria, pensar en dureza mental. Y
ninguno de nosotros se ha quejado alguna vez. Ya que su métodos funcionan. Él
habla y nosotros escuchamos cada palabra.
Todos nos dejamos caer sobre una rodilla, formando un círculo en torno a él.
El entrenador está en medio, su cuerpo es suelto y relajado, su voz firme y baja. —
Aquí estamos. Las eliminatorias. Es en lo que hemos trabajado. Lo que sabíamos
que podíamos lograr. —Mira a su alrededor.
»Conozco a todos y cada uno de ustedes. Sé sus puntos fuertes. Sé sus
debilidades. Y si esos chicos han hecho su tarea, entonces ellos lo saben también.
Fortalezas y debilidades. Todo el mundo tiene miedo a la debilidad. No lo hagan.
Utilícenla a su ventaja. ¿Ellos creen que ustedes tienen ego? Déjenles pensar eso.
¿Se quieren burlar? Déjenlos. Conviertan sus debilidades en fortalezas para
ustedes. Confúndanlos. Hagan lo inesperado. —El entrenador golpea su sien—.
Este juego está más aquí que en el campo.
Nos quedamos en silencio, mirando mientras él se pasea ante nosotros.
»En este juego hay una gran cantidad de cabezas de chorlito. Chicos que
piensan que serán los héroes y todo por sí solos. Pero en ese campo… —Apunta
hacia la puerta—. Jugamos como equipo y ganamos como equipo. Trabajo en
equipo. Eso es lo que somos. Quieren vencernos. —Su mirada pasa sobre
nosotros—. Ya que somos el mejor maldito equipo de la nación.
—¡Red Dogs! —gritamos todos al unísono.
275
—“Los guerreros victoriosos primero ganan y después van a la guerra,
Página
mientras que los guerreros vencidos primero van a la guerra y después buscan
ganar”. Sun Tzu. —La voz del entrenador se eleva—. Hombres, ahora salgan y
hagan el trabajo.
—¡Sí, entrenador! —Es un rugido.
Los ojos del entrenador atrapan los míos y le doy una pequeña inclinación
de cabeza. Cada equipo tiene sus tradiciones, pequeños rituales que hacen antes de
los partidos. El nuestro no es diferente. La tradición universitaria es juntarnos y
chocar nuestros cascos antes del salir al campo. Aquí en el vestuario, tenemos el
discurso del entrenador.
Todo empezó cuando era de primer año y camisa roja. Enchufé mi móvil a
unos altavoces, por lo que los chicos escucharían música antes del partido.
Arrasamos ese día y al ser unos hijos de puta supersticiosos, decidimos que
teníamos que escuchar la misma canción antes de cada juego.
Como ritual ahora, pongo Radioctive de Imagine Dragons.
Algunos chicos cierran los ojos y dejan que la música ruede sobre ellos.
Otros se balancean, empieza a funcionar, bombea tu sangre.
—Visualícense —dice el entrenador sobre la música—. Vean el triunfo. Es
suyo.
Ocurre lentamente, cabezas se balancean al ritmo pesado. Nos une. Entonces
saltamos, somos una masa de cuerpos al ritmo de la música. Somos uno. Cuando el
estribillo impacta, un grupo de personas gritan. —¡Woah-oh!
La energía fluye a través de nosotros, vibrando. El poder de ochenta chicos
saltando sacude el suelo. La música se desvanece y solo estamos nosotros. Mi
corazón late, mi cuerpo se tensa con la anticipación. Esa tensión alcanza su pico y
como si lo hubiéramos planeado gritamos al mismo tiempo. —¡Vamos, Red Dogs!
Ivy
—Dios, estoy nerviosa —dice Anna a mi lado—. Y Drew no está ni jugando
aún. No sé cómo llevarlo.
Es el tercer cuarto, el marcador va 35-30, y nuestro equipo va perdiendo.
Fi encoge los hombros. —Yo llevo observando cómo la gente mira y se pega
en el buffet.
Asiente hacia el impresionante buffet extendido en la parte posterior de la
caja donde nos sentamos.
Anna se ríe. —Solía probar todo de ese buffet. Bueno, no ese, pero ustedes
entienden.
Intento no prestarle mucha atención, puesto que el estómago me da vueltas.
¿Son los nervios o las náuseas matutinas? No lo sé.
Más allá de la leve fatiga y la sensibilidad en el pecho no he tenido ningún
síntoma de embarazo. Aún es pronto, así que supongo que se desarrollarán más
adelante. Mis dedos también están fríos, así que puede que sean los nervios.
Respiro profundamente.
—Van a ganar.
—Desde luego que lo harán. —Asiente Anna, luego me mira—. Estás un
poco pálida. ¿Quieres que te traiga un Ginger Ale?
—Sí, eso estaría genial. Gracias.
Por el rabillo del ojo, veo a mi padre hablando con el director de los
entrenadores de la universidad y me golpea la culpabilidad de que mis amigas
sepan lo de mi embarazo pero mis padres no. Todo a su tiempo. Primero el
partido, luego se lo confieso a mis padres. Yuju
Recostándome en mi silla, agito el gran dedo de espuma que Fi me pasa y lo
277
fuerzo a que me dé algo de aire. Hace mucho calor aquí y estamos confinados. Le
doy un repaso a los asientos que hay por debajo en el estadio. Quiero ir allí, donde
Página
es agradable y está abierto. Pero Anna, Fi y yo estamos aquí arriba con mi padre, el
personal de la universidad y un par de promotores.
Veo a Gray en el campo otra vez. No es fácil perderlo de vista, se eleva como
una torre sobre la mayoría de sus compañeros de equipo, el número ochenta y
ocho, claro en su espalda amplia. Los uniformes de futbol americano no son sexys
precisamente. Las hombreras y el casco ocultan mucho. ¿Pero los pantalones? Una
brillante licra aprieta con amor el culo de Gray, que sale ahora en las múltiples
pantallas a lo largo de las paredes, mientras las cámaras hacen zoom en el corrillo
de su equipo. Tengo que sonreír; si Gray estuviera aquí estaría haciéndome bromas
sobre el fútbol americano.
Parece centrado ahora. Tienen mucho tiempo, pero sé que Gray no estará
complacido. Él empujará y luchará por cada yarda lograda. Siempre lo hará. Su
confianza en el campo lo convierte en un engreído. Lo único es que no presume,
simplemente juega con el corazón.
Anna vuelve con mi soda, y tomo un trago agradecida. El Ginger Ale es
hielo frio y gas. Pero no aplaca la creciente náusea que siento. Si esto continúa,
tendré que renunciar a una buena parte del partido por el Dios de porcelana.
Haciendo muecas, recorro con mi mano mi dolorido cuello.
Un calor opresivo sube por mi cuerpo. La saliva recubre mi boca y la envía a
mi estómago revuelto. Dejando a un lado mi soda, me levanto. La parte baja de mi
barriga se siente pesada, como si una pelota de bolos estuviera corriendo entre mis
caderas. Una sensación extraña crece desde dentro. La pesadez se transforma en
tirones, y apoyo mi mano en el centro.
Siento gente hablando levemente. Alguien me está llamando. Pero mis
entrañas se retuercen mucho y no puedo prestarle atención. La habitación se
desenfoca, y mi corazón empieza a latir fuerte. Necesito llegar al lavabo. El
pensamiento apenas pasa por mi cabeza cuando un violento calambre me
atraviesa, sacando el aire de mis pulmones. Me doblo, y noto un chorro de algo
caliente cayendo entre mis piernas.
—¿Ivy? —La voz de Anna me llega desde lejos, como un zumbido
indistinguible.
Las lágrimas empañan mis ojos mientras intento hablar. Algo me recorre las
piernas. Sangre. Levanto la cabeza, encontrando a Fi alcanzándome.
—Esto es malo —digo, a través de mis labios fríos.
La habitación me da vueltas. Papá se encuentra a mi lado de repente.
—¿Qué le pasa?
Fi le dice algo a la oreja. Él se pone pálido y mira hacia abajo, a mis piernas.
Se estremece.
Ellos me mueven hacia atrás, formando un círculo alrededor mío. La sala se
llena de murmullos, con caras embobadas.
—Papá —digo—. Lo siento. —Quiero decirle que estoy embarazada, pero
creo que ya no lo estoy.
Alguien llama al médico, y todo lo que puedo decir es —No se lo digas a
Gray. No ahora. Prométeme que no se lo vas a decir aún.
La mano de Fi sujeta fuerte y caliente la mía congelada.
—Está bien, Ivy. Todo irá bien.
Pero sé que es mentira.
279
Página
Gray
Último cuarto, tercer down y diez minutos en el reloj y mi sangre bombea.
Hay un fuerte olor metálico en mi nariz. El estadio abarrotado zumba a mí
alrededor, es un ruido sordo en comparación con el zumbido de mis oídos. Cada
pulgada de mi cuerpo duele, mis huesos, mis articulaciones. Tengo una herida en
la rodilla que arde. El sudor corre por mis ojos. Y no cambiaría nada de ello. Todo
mi cuerpo está vivo y trabajando para lograr una sola cosa: ganar este puto juego.
Un touchdown y lo conseguimos.
De nuevo regreso y un defensa mira mi hombro mientras paso, teniendo un
momento para burlarse. —Te derribarán, coñazo.
—Me encanta el coño —digo frente a él, mientras camino hacia atrás—. Pero
el tuyo huele un poco mal. Deberías ir a que lo revisen.
El Señor Sin Humor me señala. —Vas a caer.
—Primero tendrás que alcanzarme. Lo más cerca que has estado es en mis
talones. —Con eso me voy y me uno con mis chicos, ignorando cualquier otra cosa
que el idiota tenga que decir.
—Por favor dime que puedo patear el culo del nueve —le digo a Cal
mientras nos reunimos.
Detrás de su casco, Cal sonríe. —Es divertido que digas eso, Grayson. Ya
que es tiempo de que te conviertas en Gray El Fantasma.
Gray El Fantasma. Ya que detenerme es tan imposible como atrapar un
fantasma. Lo cual es apropiado e impresionante. —Entonces seré Gray el
Fantasma, Frost —le digo a Cal.
Él simplemente asiente. —Acabemos con este juego, chicos.
Cal nos da la jugada sonrío con dientes y todo. Para mí, es un simple juego
de gancho, con muchas hazañas complicadas por parte de mis compañeros para
derribar al defensa de la escena. Mi cuerpo zumba con anticipación.
El defensa Señor Sin Humor, se manifiesta. —¿Estás listo para mí, rubia?
Pongo la punta de mi pie sobre la línea, agachándome lo suficientemente
bajo para hacerle pensar que tomaré el centro. —Ahora, bloquearé tu culo —le
digo agradablemente—. Pero eso no significa que quiera tu coño, ¿de acuerdo?
Los tontos son los que caen más duro. Es casi demasiado fácil. Él
prácticamente vibra con furia. —Voy a correr sobre tu cara bonita.
Le soplo un beso, fingiendo que le presto atención, cuando en realidad estoy
respirando duro y profundo, atrapando más oxígeno para enriquecer mi sangre,
mi peso se balancea a las puntas de mis pies para que así pueda despegar. Mi
cuerpo se ajusta como una ballesta a punto de ser lanzada.
La voz de Cal resuena. —¡Hut!
El mundo estalla en movimientos. Pensando que voy a bloquear el defensa
que va hacia la izquierda, rugiendo con agresión. Doy un paso a la derecha. Jadea
lejos mientras corro por el camino abierto que mis chicos han hecho para mí. La
sangre corre por mis venas; todo es gruñidos sordos, cuerpos chocando contra
otros y mis pies moliendo el camino. Paso diez yardas, corto a la derecha, giro
hacia el ángulo de Cal y la pelota navega en mis manos.
Es todo lo que necesito. Otra ráfaga de energía surge. Corro por el campo,
con un defensa detrás de mi cuello. En mi periferia, un defensa de última línea se
dispara hacia mí. Ellos no saben lo que yo sé. Ahora todo es sobre la física. La
velocidad, la masa, el impulso.
Él liniero engancha sus brazos alrededor de mí, con la intensión de
tumbarme al suelo. Pero soy más grande, más fuerte. Sostengo la pelota fuerte, me
agacho, dejo caer mi centro de gravedad. Lo arrastro conmigo, la mayor parte de
su cuerpo choca contra el mío y en realidad eso me impulsa. Y cuando el defensa
de última línea nos golpea, es inútil porque viene contra mi peso y el del defensa.
Es demasiada masa para que pueda manejarla un solo hombre. 281
Su peso muerto trabaja contra ellos, arrastrándolos por mi movimiento.
Rompo ante la libertad. Uno, dos, tres, entonces estoy yendo a máxima velocidad
Página
hacia la zona de anotación. Hay pasos detrás de mí. Aliento caliente en mi cuello.
A la mierda. Corro más rápido. Mis pulmones arden, mis músculos gritan,
pero no me detengo. Otro defensa de última línea viene hacia mí desde la
izquierda.
Sigo en marcha. Estamos a toda velocidad por el campo, casi en la zona de
anotación. Él cae delante de mí y salto, mi pie pega en su casco.
Estoy dando tumbos, aprieto la pelota. No pierdo de vista ese pequeño cono
naranja, sin embargo. Está justo ahí. Cuerpos chocan contra el mío en explosiones
de dolor y gruñidos profundos.
Nos estrellamos en el césped con tanta fuerza que nuestros huesos se
sacuden. Veo estrellas. Pero lo he conseguido. Touchdown. Silbatos soplan, brazos
se sacuden arriba. Y el rugido de la multitud se precipita sobre el campo.
encargamos de esto. —Se gira, despejando la multitud de mí—. ¿Quién tiene una
pregunta?
Corto a través de la multitud como una cuchilla caliente. Mi cabeza palpita
en el momento que llego al vestuario. Estoy en mis jeans cuando mi padre entra.
Me las he arreglado para evitarlo todo el día y ahora él aparece.
El tiempo y la vida han dejado a mi padre con arrugas y barriga. En verdad
no me parezco en nada a él. Él es delgado y de cabello oscuro, su cuerpo es unos
diez centímetros más bajo que el mío. Me parezco a mi mamá, algo que sé que a él
le molesta. La única característica que compartimos es el color de nuestros ojos. No
me importa si es el responsable de darme la vida; cada vez que estamos en la
misma habitación de inmediato quiero irme.
—Gray…
—No tengo tiempo para esto —digo con esfuerzo, atascándome en mis
zapatillas deportivas. Mis dedos tiemblan mientras trato de atarlas.
Papá da un paso hacia delante con fuerza, su cara está roja. —Hablarás
conmigo, maldita sea.
—No —espeto—. En verdad no lo haré.
—Escucha, jovencito…
—Mi chica me necesita. —Paso más allá de él.
Él agarra mi brazo. —Estás corriendo hacia un pedazo de…
Me libero. —Ella es la mujer que amo. Así que muestra un poco de respeto.
Está embarazada. —Un feo sonido crudo sale de mí—. O lo estaba. Lo perdió.
Mientras estaba en ese campo…
Maldiciendo, me giro yendo hacia la puerta. Me toma un segundo darme
cuenta que mi papá me está siguiendo. —Te llevo —dice con gravedad.
—No necesito que me lleves. —Pero se estrella contra mí el hecho que no
tengo como ir.
Algo que sabe mi padre, también. —Me importa una mierda lo que crees
que necesitas, hijo. Lo estoy haciendo. —suspira, mientras sostiene la puerta
abierta—. Veré que llegues a tu chica con seguridad. Ahora vámonos.
Gray
Pegado en el asiento del sedán que papá alquiló, apenas puedo mantenerme
quieto. Mis rodillas rebotan y me balanceo hacia adelante y atrás, como si de
alguna manera el maldito movimiento pudiera hacer más rápido el coche. Debería
detenerme, pero no puedo. El tráfico me está matando. No estar con Ivy me mata.
¿Ella está bien?
En mi prisa deje mi móvil atrás. Me maldigo a mí mismo.
Presiono mis dedos contra mis ojos adoloridos, trato de concentrarme en
respirar. Necesito calmarme antes de perderlo por completo y terminar haciendo
un agujero en el piso del coche.
—¿Entonces es verdad? —La voz de mi padre corta a través del silencio—.
¿Estás con la hija mayor de Mackenzie?
—Ivy —grazno—. Sí. —No me preocupo de cómo lo sabe. El chisme es
como una enfermedad del fútbol.
Lo miro con incredulidad. Pero entonces niego con la cabeza. Claro que
papá conoció a Ivy. Ella parece conocer a todo el mundo del deporte. Él atrapa mi
mirada y se encoge de hombros. —No la he visto desde que era una adolescente.
Pero parecía tener una buena cabeza sobre sus hombros. También es bonita, de una
manera sutil.
Resoplo y muelo mi puño contra mi boca.
285
—¿Y la amas?
Página
—Quiero casarme con ella. —No es que necesite saberlo. Pero se siente bien
decirlo. Porque nada cambiará esa verdad.
Finalmente el tráfico abre espacio y él gira el coche hacia la carretera
principal. Por alguna razón me encuentro mirando sus manos. Esas manos grandes
que siempre se sintieron como un martillo chocando contra mi cráneo cuando
abofeteaba mi cabeza por algo tonto. Ahora se ven viejas, con nudillos hinchados,
y piel manchada por la edad. Una estaca me atraviesa.
Me recuesto mirando por la ventana.
—Ha pasado mucho tiempo desde que fuiste a casa —dice papá en voz baja.
—Estoy en casa —le digo. Cuando no responde, lo miro—. ¿En verdad
creíste que iba a volver?
Su perfil es como granito. —¿Por qué no?
Mi risa es amarga y corta. —Aquí, un consejo. ¿Quieres que tu hijo vaya a
visitarte? No golpees su culo cuando era un niño indefenso. No dejes que sus
hermanos le pateen el culo. —Ahora estoy gritando, mi voz resuena en el espacio
entre nosotros—. Y jodidamente no lo dejes solo para que cuide a su madre
moribunda.
Papá estuvo estoico hasta la mención de mi mamá. Pero su mirada se
desliza hacia la mía. Un rubor rojo cubre sus mejillas. —En primer lugar nunca te
pateé. Te empujé para vencer. —Ante mi maldición me mira—. Y mírate ahora. El
mejor en tu posición. Infiernos, sino no serías el número uno. Esa disciplina te
ayudó a ser un campeón.
—Sobresalí por mi talento innato y trabajo duro. No por ti, Jonas o Leif.
Sus labios se presionan. Durante un momento no dice una palabra. Lo cual
está bien para mí.
—No sabía que tan mal se pusieron ellos —dice finalmente en silencio—.
Trataba de hacer lo correcto por ti. Hacerte duro.
—Bueno, brillante. Solo no esperes que me importe. —Apoyo la cabeza
contra la ventana. ¿Este viaje nunca terminará? Mi pecho está tan tenso que me
duele respirar. Me niego a pensar en Ivy en este momento. No en este coche.
Una vez más mi papá habla. —No tendría que haberte dejado lidiar con Liv.
Rechino los dientes para tratar de no gritar, sin embargo, fuerzo un tono
tranquilo. —No “lidié” con mamá. Estaba allí para ella. Quería estar. Simplemente
no quería ser el único en hacerlo. —Algo se pega en mi garganta y me esfuerzo
para bloquearlo—. Necesitaba ayuda. Necesitaba a toda su familia, papá.
Él asiente, concentrándose en la carretera. —Lo sé. Me equivoqué. —Sus
nudillos se vuelven blancos—. No pude… no era lo suficientemente fuerte. Pero tú
lo eras. Eres el mejor de nosotros, Gray.
Sus palabras se sienten como una roca en mi pecho. No digo nada.
—Estoy orgulloso de ti, hijo.
—Eso es porque gano los juegos. —Ni siquiera es una pregunta.
—No. Estoy orgulloso de mi hijo. Del hombre en el cual te has convertido.
—Gira en una esquina y estamos entrando en el camino del hotel. Papá estaciona
antes de mirarme—. Y siento escuchar sobre tu pérdida.
Mi garganta se agita y apenas puedo asentir. Ivy se encuentra en una
habitación arriba. Probablemente devastada. También lo estoy, mis piernas se
sienten como plomo. Tomo una respiración profunda y trato de alcanzar la manilla
de la puerta.
—Gray —dice papá mientras quiero salir. Sus ojos azules, exactamente
como los míos están rojos—. Trataré de hacerlo mejor.
En verdad no sé qué decir. Que se preocupe debería hacerme sentir mejor.
Pero ahora estoy entumecido. Así que contesto de la única manera que puedo. —
Está bien. Adiós.
Y entonces todos mis pensamientos se dirigen a la persona que más amo en
la tierra.
—Tan bien como se puede esperar, Grayson —dice el Dr. Rakin—. Los
abortos involuntarios en embarazos tempranos no son infrecuentes e Ivy es joven y
saludable. —Son las palabras que quiero escuchar, pero hay una gran diferencia
entre bien físicamente y bien mentalmente.
—¿No debería estar en el hospital? —Presiono.
No me mira a los ojos. —Realmente no hay nada que puedan hacer por ella.
Eso es un puñetazo a mi corazón. Pero asiento.
—Solo tienen que mirar que no tenga fiebre o sangrado excesivo. Le dije eso
a la señorita Mackenzie.
—Correcto. —Mis manos tiemblan tan duro que las meto en mis bolsillos,
entonces hago la pregunta que más temo.
—¿Fue porque….? —Mi garganta se cierra al mismo tiempo que mi visión
se pone borrosa—. Porque tuvimos relaciones sexuales. Hoy. Y… —Mierda. Voy a
perderlo. El padre de Ivy está aquí. Jodidamente me tiene que odiar. Yo me odio.
Sin embargo Rakin niega con la cabeza, con una expresión casi compasiva.
—No, hijo. Saca eso de tu mente. Cuando un embarazo aborta generalmente es por
la anomalía cromosómica en el feto.
Lógicamente sé eso. Pero no puedo dejar de pensar en cómo me estrellé
contra Ivy. La tomé duro y rápido, como un hijo de puta en celo. Respiro
temblorosamente. —Bien. Correcto. —No sé a dónde mirar—. Gracias por estar ahí
para ella.
—No es un problema —responde el Dr. Rakin—. Me enteré de la victoria.
Buen trabajo, Gray.
En este momento podría dar una mierda por la victoria. Ivy está en la otra
habitación. Esperando. Soy un jodido cobarde. La sensación de pérdida me inunda.
No sé qué hacer con esa emoción o incluso cómo manejarla. Rakin dice algo sobre
que Ivy tiene que ir a su ginecólogo cuando llegue a casa. Asiento, pero mi mirada
va hacia Mackenzie. Ha estado en silencio todo este tiempo.
Ahora me está mirando, esas espesas cejas negras se fruncen sobre sus ojos.
Quiero disculparme con él. Pero habla primero. —Lo siento, hijo. —Se acerca a mí
y atrapo una gran bocanada de aire. Su gran mano se posa sobre mi hombro—. En
verdad lo hago.
—Sí —digo entrecortadamente—. También lo hago.
Me vuelvo hacia la puerta de la habitación y avanzo hacia ella, pero paro y
miro a Mackenzie. —Sé que eres el padre de Ivy, pero no me escondas algo así de
nuevo.
Sabe lo que quiero decir. Le dejé ver la rabia y miedo que sentí cuando me
enteré que Ivy estaba herida y no estaba para ella.
Mackenzie asiente. —Nunca más.
Gray
Abrir la puerta es difícil. No quiero verla llorar. Tengo que ser fuerte para
ella. Sin embargo, mi garganta está trabajando como fuelle, abriendo y cerrándose.
Tomo una gran respiración y entro.
Está en el centro de la cama, acurrucada contra las almohadas y usando una
de las playeras de mí equipo. Se ve frágil, derrotada, con sus ojos castaños muy
abiertos y su cara pálida. Mi corazón se desangra por ella, es un dolor físico que
me hace apoyarme en el marco de la puerta.
Me mira y sus labios tiemblan. Creo que los míos también.
—Hola —susurro.
—Hola —dice. Y después estalla en lágrimas.
Al instante voy hacia ella, quitándome mis zapatos mientras me muevo. Mis
jeans son los siguientes. Solo que entonces me doy cuenta que Fi está sentada junto
Ivy. Ella se levanta, dejándonos, mientras que voy al lado de Ivy. Sin pausa,
empujo a un lado las almohadas y me deslizo detrás de ella. Ahora seré la
289
almohada. Mis piernas con facilidad rodean las suyas. Suavemente como puedo
nos pongo de cucharita.
Página
291
Página
Ivy
A la mañana siguiente nos vamos a casa. Gray no se va de mi lado. No por
tres días. Me sostiene cuando lloro; me abraza cuando no lo hago. Me lleva al
médico para hacerme el chequeo, entonces me lleva a casa y me hace sopa de letras
y sándwiches de queso a la plancha, porque una vez le conté que eran mis
favoritos cuando era niña. Y cuando quiero ver una película, descarga toda la
colección de John Hughes.
Esta mañana le dije que estaba bien, que me dejara un rato. Él tiene práctica
y una reunión para iniciar la preparación del campeonato nacional.
Es de noche cuando llega a casa, me atrapa en el acto, bailando ¿Why Can’t
Be You? Alrededor de la sala. Hay una sonrisa en su cara cuando me tropiezo
deteniéndome y jadeo. Enrojecida empujo una mano por mi cabello sudoroso. —
Hola. ¿No amas a The Cure?
—Nunca los he escuchado antes —dice Gray, dejando su mochila abajo—.
Suena como algo que Anna escucharía. Tiene una cosa por los Siouxsie and The
Banshees.
—Oh, ellos también son muy buenos. Solía encontrar discos retro de ellos en
Londres. Mamá los ponía… —Juego con el dobladillo de mi playera—. Cuando
estaba muy inquieta. Sentí ganas de bailar. —No sé por qué le estoy explicando. Ya
que no hacía nada malo, aunque parece de esa manera.
Solo que su sonrisa aún sigue allí. —Puedo ver eso. Siéntete libre de seguir
adelante. —Inclina un hombro contra la pared y agita las cejas para animarme. Con
un resoplido apago los altavoces.
—¿Por qué tengo la sensación de que te gusta verme bailar? ¿Y no es porque
sea muy genial para ello? —La verdad es, que sé que no soy muy buena bailando.
Pero me gusta hacerlo, así que no me importa.
Su sonrisa crece. —Porque eres linda como un bicho raro.
Poco a poco se acerca. Su cuerpo está caliente y huele a jabón. Tarareo de
placer mientras me abraza y da pequeños besos a mi cara. —Estoy feliz de que
sientas ánimo para bailar, Ivy Mac.
Con un brazo alrededor de mi cintura, me guia al sofá con su nariz
acariciando mi cabello. —Está bien que te dejes ser feliz de nuevo, cariño.
Sé que tiene razón. De alguna manera sus palabras me hacen sentirme libre,
me relajan.
Nos quedamos sentados, Gray apoya los pies en la mesa de café y yo me
apoyo en su pecho. Su mano descansa en mi muslo y noto que todos sus dedos
están vendados. Las dos manos.
—¿Qué paso? —Alarmada, agarro una de sus manos—. ¿Te metiste en una
pelea?
—No —dice con facilidad—. Nada de eso. —Gray se mueve un poco y
empieza a tirar del vendaje de su mano izquierda—. Conseguí esto más temprano.
Más allá de lo hinchado de su piel, veo que tiene un número negro tatuado
en cada uno de sus cuatro dedos. —Uno, uno, ocho, cuatro —leo en voz alta.
—Sí. —Gray desenreda el resto de los vendajes. Extiende su mano delante
de nosotros, con sus dedos extendidos miro los números: uno, dos, uno, cero, antes
de que ponga la mano de nuevo en mi pierna—. Estuve pensando en hacerme otro
tatuaje, un par de números amigos. Pero después de New Orleans, supe cual.
—No tengo idea de qué es un número amigo —le digo.
—Es como esto. La suma de todos los divisores naturales de 1184 es 1210, y
viceversa. Es como el número de tu alma gemela. —Sus ojos azules me ven—.
Como tú y yo.
Comienzo a sonreír, entonces me enderezo. —Espera, ¿estás tratando de
decirme que este tatuaje es de nosotros?
—Por supuesto. Probablemente no lo recuerdes, pero mi número de
habitación en New Orleans era 1184. Y el tuyo era 1210.
Una pequeña sacudida de sorpresa me golpea. —Me mandaste un mensaje
de eso.
—Sí —dice suavemente porque se da cuenta con claridad que he tenido
otras cosas en la cabeza—. Es por eso los tatuajes. Fue como una señal. —El pulgar
de Gray acaricia mis nudillos—. Cuando te vi por primera vez en ese aeropuerto,
parecías tan familiar para mí, tan correcta, que pensé que éramos como un par de 293
números amigos.
El calor inunda mi pecho. —Gray. Eso es… —Me inclino y beso sus labios
Página
suaves—. Perfecto.
Sus dedos tocan brevemente mi mejilla mientras me devuelve el beso. —El
hecho, Ivy, es que para mí es la pura verdad. La suma de mi existencia es igual a ti.
Instantáneamente quiero esos números tatuados en mi piel. Mi visión se
pone borrosa mientras lo sostengo, reclamo su boca con la mía, susurrando su
nombre en sus labios.
Amor. He estado rodeada de ello toda mi vida. Sé lo afortunada que soy por
tenerlo. Y sin embargo, siempre fue ese tipo de amor cómodo que se espera de la
familia. ¿Lo que siento por Gray? No es cómodo. Es tan intenso y enorme, a veces
temo que mi alma no pueda soportarlo.
Lo beso más profundo, con los brazos entrelazados en su cuello,
sosteniéndolo cerca. Cada vez que lo beso, quiero más y más. Quiero atraerlo hacia
mí y mantenerlo allí. Seguro. Protegido. Una parte de mí.
Gray acuna mi mejilla. Su mano me hace sentir pequeña y delicada, sin
embargo, sus palabras me hacen sentir fuerte e invencible, aun cuando mi corazón
ha sido partido en dos por nuestra pérdida.
Me besa de nuevo. No es frenético, pero si lento, constante, fusionándonos.
Como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para explorarnos entre sí. Como si
pudiera vivir aquí, envuelto alrededor de mí.
—Te amo —digo en su boca. Porque debe escuchar eso. Todos los días.
Gray gruñe, acaricia un camino a lo largo de mi mejilla con sus labios. Besa
mis parpados cerrados. —Te amo más, Mac.
—Eso es imposible. —Lo empujo para mirarlo. Los ojos de Gray están un
poco enrojecidos e hinchados. No ha dormido bien, todos sus esfuerzos se centran
en mí. Pienso las veces que lloró conmigo, tratando de ocultarlo cuando presionaba
su cara en mi pelo. Me di cuenta, pero estuve tan rota para hacer algo al respecto.
La ternura se hincha en mi pecho. —Oye —susurro—. Estaremos bien.
Porque ahora lo sé. En verdad, lo supe en el segundo en que entró en esa
habitación de hotel después del aborto, su enfoque estaba enteramente en mí. Se
sintió como una pieza faltante que nunca me di cuenta que estaba perdida, hasta
que hizo clic en su lugar. No importa cuan dañada estoy, o que tan perdida me
siento, la presencia de Gray hace que todo sea soportable.
Los parpados de Gray bajan un poco mientras se inclina a mi toque. —Claro
que lo estamos. —Ni siquiera hay duda en su voz.
Le doy un beso. Me encanta su boca. Me encanta la forma en que se siente
contra mí.
Gray suspira. Está cálido y relajado y me sostiene como si nunca me quisiera
dejar ir.
Amor. Es la cosa que corre ferozmente por mis venas, haciendo que mi
corazón bombeé con fuerza. Tengo veintidós años y sé con cada latido de mi
corazón que amo a este hombre. Es mi roca. Mi amante. Mi mejor amigo. —¿Gray?
—¿Hmmm? —Con los ojos cerrados pasa sus dedos lentamente por mi
espalda.
—Quería preguntarte algo. —A pesar del tono ligero que uso, hay
mariposas en mi estómago.
—Suéltalo, cariño.
—¿Te casarías conmigo?
Los ojos de Gray se abren de golpe, su gran cuerpo se congela. Puedo ver
que debajo de esas pestañas doradas su profunda mirada azul se estrecha como si
hubiera oído mal. —¿Qué? —dice roncamente.
Mi corazón todavía duele. Pero me lanzo hacia la felicidad porque puedo.
Porque casarme con Gray ya no parece una locura. Suena perfectamente correcto.
Así que sonrío y le pregunto de nuevo, usando sus palabras. —Gray
Grayson, quiero casarme contigo. Quiero que seas mi familia. Y yo seré la tuya. —
Lo miro con toda la esperanza, miedo y anhelo que una vez él me mostró—. ¿Di
que sí?
Una lenta sonrisa amplia aparece en su cara. —Santa mierda, es enserio.
—Claro que lo es… ¡aaah!
Gray en un instante me tiene sobre mi espalda. Se inclina sobre mí,
sonriendo, viéndose tan feliz. —¿Me vas a poner un anillo, Mac?
—Déjame adivinar, quieres uno grande, uno con muchos diamantes.
Su pecho retumba con una sonrisa. —Oh, conseguiré uno de esos muy
pronto, cariño.
No lo dudo. —Te verás muy bien usando un anillo del Super Bowl.
—Mmm —acuerda, hundiéndose para acariciar mi oído—. No me
distraigas, Ivy Mac. Quiero un anillo. Platino. Banda ancha. Él grabado opcional,
295
pero de preferencia.
Página
Fin
301
Página
Un reto relacionado con una barba y
un beso caliente como el infierno lo
cambia todo.
El defensa de la NFL, Ethan Dexter
siempre ha estado centrado en jugar
futbol y un poco más. Excepto
cuando se trata de una mujer en
particular. La preciosa Fiona
Mackenzie podría no preocuparse
por su fama, pero también nunca lo
ha mirado como algo más allá que el
mejor amigo de su cuñado. Eso
termina ahora.
Fi no sabe qué hacer con Dex. El
barbudo, tatuado, montaña de
hombre musculoso que parece más
un motorista que un jugador de
futbol. Los rumores dicen que es
virgen, pero lo encuentra difícil de
creer. Porque desde el momento en
que él decide encender su intensidad
sobre ella, la deja con las rodillas
débiles y dolorida de ver que su famoso control está totalmente desatado.
Dex está buscando una chica para siempre, pero ellos viven vidas muy diferentes
en ciudades separadas. Fi debería proteger su corazón y alejarse. Pero Dex ha
aumentado su juego y usa todo su encanto para convencer a Fi que él es su hombre
para siempre.
Que empiece el juego.
Game On #3
Kristen Callihan es un autor porque no hay nada más
que prefiriera ser. Es ganadora y tres veces nominada a
los premios “Escritores Románticos de América” y dos
veces ganadora de RT Reviewer’s Choise Awards. Sus
novelas han cosechado criticas buenas en Publisher's
Weekly y Library Journal. Cuando no está escribiendo,
está leyendo.
303
Página