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Se propone abordar el fenómeno del acoso laboral causado a las víctimas y la manera para
hacer efectiva su reparación tomando como referencia, además del ordenamiento jurídico
colombiano, las importantes decisiones jurisprudenciales de las Altas Cortes después de la
promulgación de la Ley 1010 de 2006 mediante la cual se adoptó el régimen de protección
para las víctimas de acoso laboral. En este breve ensayo primero que todo vamos a definir
literalmente ¿Qué es el Acoso Laboral?, después nos adentraremos a saber ¿Por qué surge
el fenómeno del acoso laboral en Colombia?, y daremos una breve explicación de los
efectos y características. También explicaremos las protecciones jurídicas que surgen frente
al acoso laboral dictadas por la Ley 1010 de 2006 como son: las acciones preventivas; las
correctivas; las sancionatorias; las indemnizatorias y la acción de tutela, y también de los
presupuestos fácticos del acoso laboral, las conductas que se consideran como acoso
laboral y las que no, la importancia del método de la prueba. Y por último haremos una
síntesis de la jurisprudencia más relevante sobre acoso laboral después de la promulgación
de la Ley 1010 de 2006 para así concluir.
¿Qué es el Acoso Labora?
El acoso laboral o acoso moral en el trabajo, conocido comúnmente a través del término
en inglés mobbing: ‘asediar’, ‘acosar’, ‘acorralar en grupo’, es tanto la acción de un
hostigador u hostigadores conducente a producir miedo, terror, desprecio o desánimo en
el trabajador afectado hacia su trabajo, como el efecto o la enfermedad que produce en el
trabajador. Esta persona o grupo de personas reciben una violencia psicológica injustificada
a través de actos negativos y hostiles dentro o fuera del trabajo por parte de grupos
sociales externos, de sus compañeros ("acoso horizontal", entre iguales), de sus
subalternos (en sentido vertical ascendente) o de sus superiores (en sentido vertical
descendente, también llamado bossing, del inglés boss, jefe). Dicha violencia psicológica se
produce de forma sistemática y recurrente durante un tiempo prolongado, a lo largo de
semanas, meses e incluso años, y a la misma en ocasiones se añaden "accidentes fortuitos"
y hasta agresiones físicas, en los casos más graves. Una situación de acoso muy prolongada
en el tiempo, además de enfermedades o problemas psicológicos, puede desembocar, en
situaciones extremas, en el suicidio de la víctima.
Lo que se pretende en último término con este hostigamiento, intimidación o perturbación
(o normalmente la conjugación de todas ellas) es el abandono del trabajo por parte de la
víctima o víctimas, la cual es considerada por sus agresores como una molestia o amenaza
para sus intereses personales (necesidad de extorsión, ambición de poder, de riquezas,
posición social, mantenimiento del statu quo, etc.).
De acuerdo con la Ley 1010 de 2006, los bienes jurídicos afectados en situaciones de acoso
laboral son el trabajo en condiciones dignas y justas, la dignidad, la integridad física y
moral, la intimidad, el buen nombre y la honra (art.1º.).
En este sentido, el derecho a trabajar en condiciones dignas y justas encuentra relación con
los principios establecidos en la Constitución Política, tales como la igualdad de
oportunidades para los trabajadores, la estabilidad laboral, la garantía a la seguridad social,
la irrenunciabilidad de las garantías laborales y la remuneración mínima vital y móvil.
Para la materialización de estos derechos, se ha desarrollado la acción pública de tutela
contemplada en la Constitución Política como un mecanismo sumario y preferente
mediante el cual toda persona tiene la posibilidad de reclamar ante los jueces la protección
inmediata de los derechos fundamentales que le han sido vulnerados o amenazados por la
acción u omisión de cualquier autoridad pública o de particulares en los casos
contemplados por la ley. Adicionalmente, también existe la posibilidad de que el juez
ordene en abstracto la indemnización del daño emergente causado si ello fuere necesario
para asegurar el goce efectivo de los derechos conculcados. Es rescatar que bajo estas
condiciones, la acción de tutela puede ser utilizada para evitar, cesar o incluso hasta exigir
la reparación para garantizar el goce efectivo de los derechos fundamentales vulnerados
con conductas constitutivas de acoso laboral.
La jurisprudencia de la Corte Constitucional, Sentencia T- 882 de 2006 estableció que frente
al caso de las víctimas de acoso laboral que tienen los funcionarios públicos por vía
disciplinaria no es suficiente para la protección de sus derechos, ya que a través de ella no
es posible, entre otras cosas, lograr el traslado del trabajador, impartir una orden al
superior tendiente a la cesación de la conducta o exigir a las aseguradoras de riesgos
laborales la práctica de exámenes médicos cuando estas se nieguen a calificar el origen de
una enfermedad profesional. Por consiguiente, debido a que la vía disciplinaria no resulta
un mecanismo efectivo para la protección de los derechos de los trabajadores, la acción
pública de tutela es concebida como una medida de protección indónea considerando la
ausencia de mecanismos judiciales a los cuales acudir en presencia del acoso laboral.
En el caso de los trabajadores particulares, la acción de tutela resulta en principio
improcedente, ya que estos pueden acudir a la vía judicial para lograr el amparo de sus
derechos y cuentan con garantías contra actitudes retaliatorias, pues, de acuerdo con el
art. 11 de la Ley 1010 de 2006 cuentan con un fuero “la destitución del cargo o la
terminación unilateral del contrato de trabajo dentro de los seis meses siguientes a la
presentación de la queja carecerá de efecto siempre que esta situación sea corroborada
ante las autoridades administrativas o judiciales competentes. Sin embargo, la Corte
permitió la interposición de la tutela por parte de trabajadores particulares en los casos de
conductas de acoso laboral, en la Sentencia T-238 de 2008 argumento que “los actos de
violencia física o psicológica que se desarrollan en el ámbito laboral tendientes a ultrajar la
dignidad de las personas constituyen una violación al derecho al trabajo en condiciones
dignas y justas y comprometen la realización efectiva del art. 25 de la CPC.”.
PRESUPUESTOS FÁCTICOS DEL ACOSO LABORAL
Conductas que no constituyen acoso laboral.
No se pueden considerar acoso laboral aquellas conductas que impliquen un conflicto,
acaecido en el marco de las relaciones humanas, y que evidentemente afecten el ámbito
laboral e influyen en la organización y en las relaciones laborales.
Tampoco tendrá consideración de acoso aquellas situaciones donde no existan acciones de
violencia en el trabajo realizadas de forma reiterada o prolongada en el tiempo (por
ejemplo, un hecho de violencia psicológica aislado y de carácter puntual). (Sentencia T-461
de 1998).
Asimismo, no constituirá acoso laboral el estilo de mando autoritario por parte de los
superiores, la incorrecta organización del trabajo, la falta de comunicación, etc.,
tratándose, no obstante, de situaciones que deberían tratarse en el marco de la prevención
de riesgos psicosociales. Aquí podemos indicar algunas conductas que no son constitutivas
de acoso laboral aunque generen malestar en el trabajo y son:
Un hecho violento singular y puntual (sin prolongación en el tiempo).
Acciones irregulares organizativas que afectan al colectivo.
La presión legítima de exigir lo que se pacta o las normas que existan.
Un conflicto.
Crítica constructiva, explícita, justificada.
La supervisión-control, así como el ejercicio de la autoridad, siempre con el debido
respeto interpersonal.
Los comportamientos arbitrarios o excesivamente autoritarios realizados a la
colectividad, en general.
Algunas sentencias de la corte nos permiten analizar los conceptos jurisprudenciales acerca
de estas. Ejemplo de la Sentencia C-960 la Corte Constitucional estimó que las personas
con contrato de prestación de servicios no están protegidos por las normas de acoso
laboral salvo que se demuestre la relación de subordinación. Para la corte las personas con
un contrato laboral y aquellas que tengan una relación civil o constitucional no son
comparables, y por tanto no exige la obligación constitucional de tratarlos de la misma
forma ya que el elemento diferenciador de estos dos grupos es la subordinación y es
entendido que, del segundo grupo, no existe dicha característica.