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ISSN 0210-8461
Revista española de Derecho Administrativo 188
Octubre - Diciembre 2017
Sumario:
I. Introducción
II. Principales características del acto administrativo transnacional
1. El acto administrativo transnacional como una modalidad de actuación
propia de una administración europea integrada (o Unión Administrativa
Europea)
2. Ventajas que reporta el empleo de actos transnacionales
2.1. Desde la perspectiva del reparto de poder entre Unión
Europea y Estados Miembros
2.2. En lo relativo al acierto en la toma de decisión
3. Tipos de actos transnacionales
3.1. Actos transnacionales versus eficacia transnacional derivada
del reconocimiento mutuo judicial
3.2. Acto administrativo transnacional versus acto administrativo
con efectos transnacionales supeditados a reconocimiento
posterior
A. Actos transnacionales en sentido estricto
B. Actos con efectos transnacionales a condición de un
reconocimiento estatal posterior
4. Otros rasgos constitutivos del acto administrativo transnacional
4.1. Alcance de la vinculatoriedad del acto transnacional
4.2. El control jurídico de los actos transnacionales
A. Control jurídico-administrativo
B. Control judicial
III. Modelos regulativos que se corresponden con el empleo del acto transnacional
1. Eficacia transnacional y armonización
2. Eficacia transnacional y modelos de regulación
IV. Tendencias actuales hacia la sustitución de los actos transnacionales por actos
dictados por la Administración Central Europea
V. ¿Cuándo se ha de emplear el acto transnacional?
VI. Breve «excursus» en relación con las «autorizaciones con efectos para todo el
territorio nacional» reguladas en la redacción original de la LGUM
VII. Bibliografía
RESUMEN: ABSTRACT:
El presente trabajo tiene como objetivo el estudio Main goal of present work is to study the figure of
de la figura del acto administrativo transnacional the transnational administrative act in the context
dentro del contexto del Derecho europeo del of the European Law of the internal market and
mercado interior, y especialmente quiere specially to underline its configuration as one of
subrayar su configuración como una de las the forms of European Composite Administration.
modalidades de actuación de la Administración To do this, its delimitation with regards of other
integrada o compuesta, también conocida como different figures although similar and specific to
Unión Administrativa europea, Der Europäische the scope of administrative transnational
Verwaltungsverbund. Para ello se procede a su cooperation is set up and its typical features and
delimitación con respecto a otras figuras distintas advantages and disadvantages that offers its use
aunque afines, propias del ámbito de la are pointed out. Actually this point may help to
cooperación transnacional administrativa, y se explain the tendency, observed currently in the
señalan sus rasgos característicos y las ventajas European Law, of replacement by the direct
que ofrece su utilización, aunque no se quieren administrative acts of the European institutions.
ocultar los inconvenientes que su empleo también Lastly this study tries also to explain how the
puede llevar aparejados. Esto último de hecho transnational act ordered in practice in different
puede ayudar a explicar la tendencia, que se normative contexts is integrated in a model of
observa actualmente en el Derecho europeo, de su mixed regulation in which there are combined in
sustitución por los actos de las instituciones each case with different intensity a “model of
europeas. Finalmente se quiere también reflejar centralized or harmonized regulation” along with
cómo el acto transnacional, dictado en la práctica another of “competitive regulation”. As a
en diversos contextos normativos, se integra en consequence the prediction of its use is
un modelo de regulación mixto en el que se dysfunctional out for this “combined regulatory
combinan, en cada caso con distinta intensidad, model”, as it has occurred in the event of the
un “modelo de regulación centralizada o contestation of the LGUM
armonizada” junto a otro de “regulación
competitiva”. De ello se deriva que la previsión de
su uso resulte disfuncional fuera de este “modelo
regulativo combinado”, como ha ocurrido en el
supuesto de la impugnación de la LGUM.
I. INTRODUCCIÓN
I. INTRODUCCIÓN
Finalmente se quiere reflexionar sobre cómo se inserta el empleo del acto transnacional,
utilizado en la práctica en diversos contextos normativos, dentro de un modelo de
regulación mixto en el que se combinan, en cada caso con distinta intensidad, un modelo
de regulación centralizada o armonizada junto a otro de regulación competitiva (III); de
ello se deriva que la previsión de su uso pueda recomendarse sólo en ciertos supuestos y
resulte en todo caso disfuncional fuera de este modelo regulativo combinado (V).
Desde una perspectiva estatal –que es aquella en la que se resalta su originalidad– se trata
de un acto administrativo que despliega eficacia en un ordenamiento jurídico distinto a
aquel al que originariamente pertenece el órgano administrativo que lo ha dictado 3). Sin
embargo, analizado desde un punto de vista europeo, el órgano que ha producido el acto
sí ejerce su competencia dentro del sistema al que pertenece. Desde un enfoque europeo, el
órgano ejerce una competencia que le corresponde en su calidad de Administración
competente para la ejecución europea, atribuida expresamente por una norma de Derecho
europeo .
Por otro lado, lo relevante de la adopción de estos actos no es solo la perspectiva de la
estructura-organizativa –que el acto despliegue efectos en el ámbito territorial de una
organización administrativa nacional distinta a la que lo ha dictado– sino también la del
Derecho sustantivo y procedimental: y es que en los supuestos en los que se dictan este
tipo de actos concurre, en la mayoría de las ocasiones, una falta de coincidencia plena
tanto del Derecho sustantivo como del Derecho procedimental, de los que resulta la
validez y eficacia del acto, con respecto a aquel Derecho sustantivo y procedimental
vigente en el ámbito territorial en el que el acto despliega sus efectos como válido.Y ésta es
asimismo claramente una de las principales características del régimen de aplicación de
este tipo de actos administrativos (al respecto Vid infra II.4).
Lo remarcable de este tipo de actuación administrativa es, por tanto, que se trata de la
adopción de un acto con eficacia en el ámbito territorial europeo (a veces sólo en parte del
mismo) y que, como tales, estos efectos transnacionales solo podrían tener lugar, en
principio, por otra vía, muy evidente, y es porque el acto administrativo en sí mismo lo
hubiera adoptado la Administración central europea ( art. 298 TFUE).Se trataría en
esos casos de decisiones con las que se procedería a ejecutar directamente el Derecho
europeo.Y, sin embargo, en el supuesto de la producción de un acto europeo transnacional
se opta por un tipo de mecanismo procedimental que despliega eficacia para varios o
todos los Estados miembros aunque no se adopta por los órganos europeos, no se atribuye
la competencia para su aprobación a la Administración europea centralizada 4).Con otras
palabras,se trata de actos dictados por un órgano administrativo nacional que asume
funciones descentralizadas con efectos extraterritoriales que de otro modo habrían sido
desempeñadas por una organización territorial, central y unitaria. 5)
Insistimos que es muy necesario resaltar que la legislación europea o nacional –dictada en
ejecución del Derecho europeo– haya dispuesto la eficacia transnacional de ciertos actos
ha venido a significar así no sólo una nueva forma de adopción de decisiones
administrativas en el ámbito europeo, sino una nueva forma de ejecución (integrada) del
Derecho europeo y de Administración europea.
La funcionalidad del acto transnacional está estrechamente asociada a las ventajas que
reporta el funcionamiento de la Administración integrada o compuesta como tercera
modalidad (junto a la directa e indirecta) de ejecutar y aplicar el Derecho europeo. Sobre
todo, esto es así en lo relativo a los beneficios que se derivan de la implantación de redes y,
con ellas, de flujos de información entre Administraciones de diferentes Estados
miembros y entre éstas y los órganos europeos 17).
2.1. Desde la perspectiva del reparto de poder entre Unión Europea y Estados Miembros
Además hay que tener en cuenta que el acto transnacional consiste, antes que nada, en un
instrumento al servicio del pluralismo gubernativo y administrativo 20), en la medida que
los operadores jurídicos implicados procedentes de diferentes aparatos administrativos
estatales deben contrastar sus opiniones con respecto a los mismos asuntos
administrativos, las cuales vendrán condicionadas por la respectiva praxis y cultura
jurídicas. De esta forma es evidente que esta forma de ejecutar y aplicar con efectos
transnacionales la legislación europea resulta más acorde con un sistema en el que tienen
que coexistir una diversidad de ordenamientos jurídicos. Esto es así, ya sea visto desde la
óptica de ordenamientos que compiten entre sí, ya sea desde un enfoque en el que se
subraye la necesidad de que el constitucionalismo europeo haya de regirse con principios
y reglas que han de ser aceptados por todos, y del que han de derivarse, en todo caso,
ciertas normas de principio que han de resultar aptas para resolver los conflictos entre
normas procedentes de ordenamientos jurídicos vigentes simultáneamente en el territorio
europeo.
En este sentido, el acto administrativo trasnacional presupone que rija cierta concurrencia
normativa –en el sentido de competencia entre ordenamientos– y a que ésta se resuelva
con la primacía aplicativa de la legislación del Estado de origen. Esto es, se decida a favor
de la aplicación del ordenamiento jurídico del Estado que emite el acto y con el
desplazamiento (o pérdida de aplicación) del sistema jurídico del Estado que recibe el acto
administrativo ya dictado, al menos en relación tanto con la regulación de la acción de
ejecución o subsunción del supuesto de hecho fáctico en una norma, como con respecto a
la regulación del régimen jurídico de validez y eficacia aplicable al acto ya emitido. Esto
implica que la norma que prevé el supuesto de hecho normativo del acto administrativo
transnacional y que, por tanto, asimismo establece la vinculación de las consecuencias
jurídicas previstas en el dictado del referido acto (que puede ser tanto una norma europea
común –aplicable en el caso concreto a todos los Estados miembros o solo a varios de
ellos– o una norma nacional europeizada en ciertos aspectos sustantivos, o simplemente
una norma de un Estado miembro que haya de regir por efecto del principio de
reconocimiento mutuo legislativo europeo, esto es, cuando este principio resulte
establecido previamente en una norma europea) 21) se aplica en todo caso tal y como es
interpretada y ejecutada por ese Estado miembro. De este modo, la norma de conducta
resulta conformada en su supuesto de hecho –si este es abierto– por la Administración de
ese Estado de origen atendiendo a su sistema 22), y sus consecuencias jurídicas despliegan
efectos conforme a las previsiones que rigen igualmente en su ordenamiento.
Esta forma de ejecución y aplicación normativa –que se activa por los particulares que
solicitan el acto, si éste es de carácter favorable– es una forma de materializar el
constitucionalismo europeo de forma federal, en el que se abandona la deferencia hacia
las instancias nacionales, individualmente consideradas, y se refuerza la democracia
europea, en el sentido de que se toman en consideración los intereses y forma de entender
e interpretar el Derecho de los demás Estados miembros vecinos, distintos al que recibe
los actos ya dictados 23).
Asimismo hay que tener en cuenta que el acto administrativo transnacional es producto
en la mayoría de las ocasiones –en todas las que actúa la Administración integrada o
compuesta, bien por medio de estructuras organizativas bien a través de la interconexión
procedimental entre distintas Administraciones estatales– del consenso entre los Estados
miembros (logrado en sede del procedimiento administrativo tramitado para su
aprobación, que se diseña abierto a la intervención interestatal y europea), el cual se llega
a alcanzar en un determinado ámbito sectorial de la Unión para finalmente quedar
materializado en una decisión final con efectos extraterritoriales adoptada por un único
Estado.
La adopción de un acto administrativo con efecto transnacional , que surte efectos jurídico-
administrativos en el territorio de otros Estados miembros distintos a aquél al que
pertenece la Administración que lo ha dictado, y que despliega virtualidad en todo o en
parte el ámbito territorial de toda la Unión europea, encuentra su previsión y fundamento
jurídico en normas europeas de Derecho secundario dentro de contextos normativos
sectoriales en los que existe o se ha aprobado previamente una regulación sustantiva o/y
procedimental europea de cierta densidad. Se trata claramente de contextos normativos
en los que se ha producido una armonización normativa 27)y en los que la UE tiene
asignadas intensas competencias o poderes 28). Dicha regulación sectorial ha sido
elaborada en la mayoría de los casos 29) con la finalidad de contribuir a cohonestar la
salvaguarda de la libre circulación de bienes, personas, servicios y capitales en el mercado
único con la protección de otros bienes jurídicos de interés general que forman parte
asimismo en gran medida de los objetivos finales de la Unión y/o de los Estados miembros.
Es obvio que los contextos normativos armonizados han ido suponiendo en cada caso
sectorial un hito en la evolución del Derecho europeo 31), cada vez más fragmentado y
especializado 32). Puede resultar casi una obviedad afirmar que alcanzar un elevado nivel
de armonización normativa es un estadio de desarrollo dentro de la evolución en el
proceso de instauración del mercado interior 33) en tanto que en el mismo se ha
conseguido por esa vía, entre otras cosas, un mayor grado de seguridad jurídica. Esta
situación en la que está presente un alto grado de europeización normativa dentro de
cada ordenamiento jurídico estatal redundaría en beneficio de operadores económicos y
jurídicos, en la medida que se han establecido en el espacio europeo del mercado interior
unos parámetros normativos sustantivos e incluso procedimentales más previsibles,
claros y ciertos, en los que los distintos sujetos sociales y económicos producen, circulan,
ejercen sus diferentes actividades y a los que ajustan su comportamiento.
Este tipo de evolución significa, por tanto, un avance claro desde la perspectiva de la
integración europea. En los sectores plenamente armonizados deja de ser necesario
invocar ante los tribunales el «reconocimiento mutuo» como principio en sí mismo
considerado.
En este sentido hay que tener en cuenta que el principio de reconocimiento mutuo se
puede aplicar directamente con fundamento en las libertades económicas –de libre
circulación de mercancías ( art. 28 TFUE), de libre prestación de servicios ( art. 56
TFUE), de establecimiento ( art. 49 TFUE), de libre circulación de trabajadores ( art. 45
TFUE) y capitales ( art. 63 TFUE y ss.)–, por cuanto es inherente a su contenido 34) al
tratarse de la consecuencia jurídica que se deriva de las mismas, y que concretamente se
traduce en la obligación de inaplicación de las medidas que restringen u obstaculizan su
ejercicio 35). Este principio conduciría a que un Estado miembro deba de proceder a la
inaplicación de sus propias normas limitativas de las libertades económicas, en ocasiones
incluso aunque no sean discriminatorias, y correlativamente le obliga a reconocer los
efectos de las normas y actos del Estado de origen que den cobertura al desarrollo en su
territorio de los intercambios económicos de mercancías, servicios o personas (físicas o
jurídicas) procedentes de ese Estado europeo, con independencia, en ciertos casos 36) –
aunque no en todos 37)–, del criterio relativo a la equivalencia de esos actos y normas.
La mera invocación del principio de reconocimiento mutuo como tal es propia de otras
etapas o de aquellos contextos normativos sectoriales, en los que las legislaciones de los
Estados miembros no se encontrarían armonizadas, y en los que resulta del todo punto
necesario basarse en dicho principio para garantizar jurídicamente y con efectividad, en
su caso a través de la necesaria intervención judicial (reconocimiento mutuo judicial 38)),
que primen las libertades económicas frente a las barreras legales y administrativas
proteccionistas no justificadas impuestas en tales supuestos por uno o varios Estados
miembros.
Aún hoy en la actualidad, en sectores en los que aún no se haya procedido a armonizar
completamente la legislación habrá de regir, cuando sea necesario para el
desenvolvimiento de las libertades económicas, el principio de reconocimiento mutuo por
vía judicial, y no por vía legislativa. El principio de reconocimiento mutuo, aplicable por
decisión judicial, conduce entonces a la aplicación de la competencia de regulación y control
del Estado de origen, y proporciona eficacia extraterritorial (transnacional) a sus normas y,
en su caso, a los actos administrativos dictados por él 40). Pero hay que tener en cuenta que
este resultado no es producto de una atribución competencial general prevista en el
Derecho primario, en el Tratado, en materia de libre circulación 41), de forma que las
normas de Derecho secundario pueden separarse de ello. Vinculado con esto, también se
puede comprobar que, en ausencia de armonización, la trayectoria jurisprudencial del
Tribunal de Justicia de la Unión evidencia que los conflictos se saldan en la mayoría de las
ocasiones a favor de las excepciones y en contra de dicho principio. De hecho, lo ordinario
es encontrar declaraciones judiciales en virtud de las cuales le corresponde con carácter
general al Estado de destino, y no al de origen, aprobar y aplicar las normas
correspondientes al desarrollo de las actividades económicas en su territorio 42).
Ahora bien, para entender este resultado, hay que tener muy en cuenta que la no
prevalencia del principio de reconocimiento mutuo, y la consiguiente aplicación de las
normas del Estado de destino –restrictivas de las libertades económicas en la medida que
impiden de suyo la libre circulación– se halla supeditada a que los límites a las libertades
derivados de las mismas resulten proporcionados y encuentren su fundamento y
justificación, bien en los intereses generales que limitan tales libertades, tal y como han
sido establecidos expresamente en el propio Tratado (en relación a cada una de ellas; así,
por ejemplo, con respecto a la libertad de circulación de mercancías en el art. 36 TFUE,)
bien, y siempre que no se trate de una medida discriminatoria sino indistintamente
aplicable, en los imperativos o razones de interés general que la propia jurisprudencia
europea ha ido con el tiempo admitiendo y decantando a partir de la sentencia de Cassis
de Dijon 43). La doctrina jurisprudencial de esta conocida sentencia, dictada en el ámbito
de la libre circulación de mercancías, se ha ido extendiendo, mutatis mutandi , a otras
libertades 44), de modo que el canon de control aplicado resulta similar en relación a todas
ellas. Lo que empezó estableciéndose con respecto al principio de reconocimiento mutuo y
sus excepciones en el ámbito de la libertad de circulación de mercancías en la
jurisprudencia Cassis de Dijon , pasó a otras libertades, a la de servicios, –señaladamente
con el asunto Sager 45)–, a la de establecimiento –de la que es muy ilustrativa el asunto
Gebhard 46)–, a la de trabajadores, en el caso Bosman 47); a la de capitales, en las que
resulta ejemplificativa, entre otras, la sentencia dictada en el asunto Comisión c. Portugal
(acción de oro) 48).
Asimismo, el canon de control aplicable por el Tribunal en cada supuesto como resultado
de la ponderación (entre la prevalencia de la libertad económica o la de la medida
restrictiva de la misma establecida en la norma del Estado de destino) se hace depender
fundamentalmente, además de la adecuación y necesidad de la medida, del tipo de
intereses públicos a los que sirve la restricción impuesta por el Estado en cada caso. En
este sentido, hay intereses generales a los que la jurisprudencia europea confiere más
peso, de forma que finalmente prevalecen sobre las libertades económicas, por
considerarse de carácter más sensible –por ejemplo, los referidos a cuestiones de moral
pública o que inciden en particularidades culturales, propias de cada Estado miembro– o
por tratarse de intereses más vinculados a la soberanía nacional 50).
Con lo que hasta ahora se ha expuesto, simplemente se quiere enfatizar como el dictado de
actos administrativos con eficacia extraterritorial se adopta en contextos regulativos y
administrativos en los que se ha procedido a armonizar y donde las implicaciones del
principio de «reconocimiento mutuo» se han plasmado en la legislación . ¿De qué forma?
Con el reconocimiento de los efectos transnacionales de las disposiciones generales y/o de
las decisiones administrativas adoptadas por el Estado de origen y con las reglas
sustantivas y/o procedimentales dirigidas a facilitar la producción de esos efectos 51).
Con ello, no se quiere negar que se produciría la eficacia transnacional de aquellos actos y
normas del Estado de origen que rigieran como consecuencia de que el principio de
reconocimiento mutuo fuera impuesto como solución judicial. Pero tales actos no fueron
aprobados inicialmente con esa eficacia y los inconvenientes son claros. Es claramente
una desventaja que el acto administrativo como tal no fuera configurado normativamente
para desplegar efectos transnacionales, pues lo normal será que no se haya tenido en
cuenta en su procedimiento de adopción los intereses, opiniones y preocupaciones de las
Administraciones de otros Estados miembros al respecto del mismo asunto; esto es, que no
se trate de un acto propio de la Administración integrada o Unión Administrativa europea.
Con lo expuesto no se quiere llegar a afirmar que el carácter transnacional de los actos
administrativos dictados por la Administración de un Estado miembro con fundamento en
el Derecho secundario sea una solución trasladable a cualquier sector del mercado
interior. Es claro que dicha cualidad comporta ventajas de diferente índole – vid. supra
epígrafe II.2– que se suman a las que reporta en sí el modelo regulativo por el que se ha
optado –al respecto Vid. infra IV–. A ello se suman beneficios desde el punto de vista de la
seguridad jurídica, y del reforzamiento y ampliación territorial de las posiciones jurídico-
subjetivas que ampara. Sin embargo, también trae consigo, algunos problemas jurídicos,
sobre todo, aquellos relativos a la autonomía estatal –pues es evidente que se desplaza la
normativa y la ejecución que realiza de la misma el Estado de destino– y los derivados de
las dificultades que comporta el control de la oportunidad (a través del derecho de veto,
por ejemplo) y de la legalidad del mismo, como tendremos ocasión de relatar – infra 4 –.
La clasificación de los actos con efectos transnacionales puede efectuarse desde diferentes
criterios.
Uno de ellos podría ser atender al alcance de los efectos extraterritoriales, si estos se
extienden a todo el espacio de la Unión Europea o solo en varios Estados miembros –esto
último es lo que sucede con frecuencia en el caso de las sanciones en materia de la
competencia impuestas con base en los arts. 101 y 102 TFUE, solo cuando su
aplicación corresponde a las Autoridades de los Estados Miembros de forma
descentralizada y no a la Comisión 52); también en el supuesto de la autorización del
traslado transfronterizo de residuos, regulado en el Reglamento 1013/2006, de 14 de
junio–.
Otro criterio de distinción se basa en clasificar los actos atendiendo a si el acto despliega
sus efectos extraterritoriales en otros Estados europeos indistintamente o si es por razón
de sus destinatarios que residen o se desplazan en ellos, o bien, en tercer lugar, si trae
causa de que la Administración de un Estado se desplace a otro Estado miembro para
ejercer sus funciones ejecutivas 53).
El criterio de mayor interés, a nuestro juicio, es aquél que permite diferenciar atendiendo
a la actuación de la Administración estatal que lo recibe. Así, frente al acto administrativo
transnacional que de forma automática extiende sus efectos fuera de las fronteras
nacionales nos encontramos con actos administrativos que solo pueden surtir los mismos
efectos trasnacionales a condición de que se produzca un ulterior reconocimiento de esa
eficacia por parte de cada uno de los Estados miembros en los que la misma ha de
desplegarse 54). Este tipo de clasificación pone en evidencia ante todo que la elaboración y
adopción de un acto transnacional consiste fundamentalmente en un mecanismo de
cooperación interadministrativa en el que de alguna forma, más o menos activa, de forma
anterior o posterior a la adopción del acto, han de ejercer su competencia los distintos
Estados miembros involucrados.
A. Actos transnacionales en sentido estricto
Estos actos se dictan en aplicación de marcos regulativos en los que hay un alto grado de
armonización, y en el que lo amparado por el acto en cuestión –si es un acto favorable el
contenido consistirá normalmente en el ejercicio de las libertades económicas, si es un
acto desfavorable, el contenido puede coincidir con una orden de cesación de una
actividad ilegal o con la imposición de una sanción– tiene efectos inmediatos y con una
incidencia determinante en la esfera de competencias de la Administración receptora de
los mismos, que se encuentra integrada en la Unión europea, pero que pertenece a la
estructura administrativa organizativa de un Estado miembro distinto a aquel en el que el
acto se ha producido.
Ahora bien, los efectos extraterritoriales no implican en todo caso que la Administración
receptora no tenga ninguna potestad de reacción. El carácter automático de la eficacia
transnacional, que se despliega sin necesidad de decisión administrativa posterior de
reconocimiento del Estado de acogida, no significa que se trate de un reconocimiento
incondicional. A este respecto véase infra este mismo epígrafe in fine.
En muchos casos, cuando se trata de decisiones con efectos favorables, suele incorporarse
de todas formas un derecho de veto a favor del Estado de destino 60). Así es por ejemplo en
el caso de la Directiva 2001/18/CE, de 13 de marzo, sobre los organismos genéticamente
modificados no contenidos en sustancias alimentarias ( arts. 18 y ss.) 61). Este modelo de
actos transnacionales con derecho de veto también se prevé en el supuesto del
Reglamento 1013/2006, de 14 de junio, sobre traslado de residuos ( arts. 4 y
ss.).Asimismo responde a esa lógica la autorización para la liberación de sustancias
peligrosas, regulada en la Directiva 92/32/CE 62).
Hay que tener de todas formas en cuenta, que si bien cierto que, como regla general, el
conflicto de intereses suele haberse resuelto previamente, en la legislación europea
armonizada la cual, al tiempo que pondera, asigna al Estado de origen la competencia de
decisión de naturaleza «reglada» con efectos transnacionales (ejemplo de ello sería la
regulación del permiso de conducir, contenida en la Directiva 2006/123/CE). No
obstante, también es posible implantar otro modelo decisorio. Así, en ocasiones el Derecho
secundario europeo no resuelve de forma definitiva el conflicto, no pondera sino que
permite entonces que entre en la ponderación de intereses la valoración de aquellos que
promueve el Estado de destino, bien remitiéndose al nivel de protección que aquellos
reciben en su legislación (así sucede en el supuesto de las autorizaciones con efectos
transnacionales previstas en la Directiva 2006/123/CE, de servicios), bien configurando la
decisión como de naturaleza discrecional –y por tanto integrando en la misma una cierta
capacidad de ponderar de ambas partes (Estado de origen y Estados de destino)–, lo que se
traduce en el diseño procedimental de la toma de decisión que se adopta con intervención
de varias Administraciones estatales, e incluso de la Comisión (como ocurre en el
Reglamento 528/2012, de 22 de mayo, sobre la comercialización y el uso de productos
biocidas). En este último caso, este diseño lo que posibilita es que en cada caso concreto
varíe la ubicación de ese equilibrio entre intereses contrapuestos, por la apertura caso por
caso a diferentes puntos de vista nacionales y europeos.
B. Actos con efectos transnacionales a condición de un reconocimiento estatal posterior
Es cierto que la emisión por parte del Estado de destino, receptor –y no emisor del acto–,
de un acto de reconocimiento puede limitarse a un trámite dotado de poca trascendencia
jurídica, en el que el margen de discrecionalidad es inexistente o muy reducido 65). No se
trata de repetir el procedimiento anterior, sino de reconocer sus efectos. Por ello, puede
consistir en supervisar los resultados de un test técnico o químico en los que se basa el
primer acto administrativo adoptado por otro Estado originariamente. De forma que
dicha supervisión, que no implica repetir los test, lleva asociado el despliegue de eficacia
transnacional por parte del acto administrativo primigenio. Se trata de un tipo de
procedimiento de adopción de actos en los que la verificación del ajuste a Derecho lo
asume la Administración del Estado que dicta el acto 66), no la que lo recibe. Pero hay que
advertir que a pesar de que la decisión estatal del Estado de destino no tenga un gran
alcance, los efectos extraterritoriales no tienen lugar sin la acción positiva de la
Administración de ese Estado receptor.
A esta categoría de actos se les conoce como secuencia de autorizaciones 67). También se
refieren a ella con la denominación de actos de verificación del Estado receptor 68). O bien
se le clasifica dentro de las llamadas decisiones de referencia 69), o autorizaciones sujetas a
reconocimiento 70).
Dentro de esta clase de actos transnacionales también nos encontramos con las decisiones
de mutuo reconocimiento realizado en paralelo o autorizaciones en paralelo 72). En estos
supuestos, en los que hay una autorización del Estado receptor sobre la base de los
análisis y del proceso de investigación realizado inicialmente en otro Estado miembro, se
encuadran ciertas autorizaciones para la comercialización de productos farmacéutico
para uso humano ( art. 27 de la Directiva 2001/83/CE) o para uso veterinario ( art.
32 de la Directiva 2001/82/CE, de 6 de noviembre, sobre el código comunitario de
productos medicinales para uso veterinario). En estos casos el procedimiento de adopción
presenta rasgos propios de lo que, siguiendo a la doctrina, se ha denominado como
decisiones conjuntas o codecisiones . La razón es que se trata de procedimientos con un
alto grado de armonización procedimental, que no sustantiva 73), en los que se busca
integrar funcionalmente las discrepancias que pudieran suscitarse entre Estados
miembros dentro del procedimiento inicial de toma de decisión y, por consiguiente, antes
de que tenga lugar la adopción de la primera decisión al respecto. Hay que tener en
cuenta que los Estados miembros están obligados a reconocer la autorización en todo
caso, salvo que consideren que existen motivos para pensar que ésta puede presentar un
riesgo para la salud pública. En este ámbito el margen de actuación del que dispone el
Estado de acogida es muy reducido. No puede adoptar unilateralmente un acto de
denegación sino que ha de someter al asunto a la consideración de todos los Estados
afectados a fin de alcanzar un acuerdo conjunto. En caso de que éste no sea alcanzado, la
decisión final y vinculante corresponde a la Agencia Europea para la Evaluación de
Medicamentos (art. 29). Esto es así, que aunque estas Directas se aprobaron en una etapa,
en la que las directrices en materia de regulación de libre circulación de mercancías
respondían a un «nuevo enfoque regulatorio» o ( new approach) 74), en el que a diferencia
del «antiguo enfoque regulatorio», la armonización no resultaba detallada y vinculante, y
en la que la integración jurídica necesaria para garantizar la libre circulación, se basaba
en el uso del reconocimiento mutuo como principio de configuración legislativa, en
combinación con la armonización de mínimos de los Derechos nacionales, a través de
normas aplicables a categorías amplias de productos 75).
De esta tipología de actos se desprende que si no hay una intervención previa del Estado
receptor en el procedimiento de elaboración del acto transnacional, esto es, en el proceso
de toma de decisiones, normalmente, y de manera consecuente, la legislación europea no
va a impedir la desvinculación unilateral posterior del Estado, aunque el acto esté
configurado para vincular efectivamente al Estado receptor. Aun así, la desvinculación
sólo procederá, como regla general (al respecto véase infra 4.1), si el Estado miembro en
cuestión invoca excepcionalmente intereses generales de especial envergadura que
resulten dignos de su protección que no hayan sido antes valorados o que sean
sobrevenidos. Por el contrario, como regla general, si en el procedimiento de elaboración
previa se ha tomado en consideración su opinión al respecto, la legislación no va a
permitir su desvinculación del acto, que le vincula y obliga.
La ventaja desde el punto de vista político y organizativo de esta forma de gestionar los
conflictos de intereses entre las Administraciones de los Estados miembros y la Unión
europea es clara, y aboca en un pluralismo administrativo (al respecto supra II.2.2). Ahora
bien, desde el punto de vista de los particulares a los que incumben tales decisiones,
puede considerarse que esa compleja articulación que desemboca en procedimientos
multipolares previos o posteriores a la adopción de decisiones administrativas, acarrea un
alto nivel de incertidumbre desde la perspectiva de los sujetos privados afectados por
ellas 76).
Desde una perspectiva jurídico-administrativa hay que tener en cuenta que los actos
transnacionales en sentido estricto son actos que tienen repercusión directa sobre la
actuación administrativa del órgano administrativo que los recibe y no los ha dictado en
relación con su obligatoriedad de respetarlos, de no interferir en su eficacia y de permitir
así que surtan efectos ad extra y ad intra .Ejemplo paradigmático de los efectos que han de
permitirse hacia el exterior sería cualquiera de los supuestos en que se accede por parte
de la Administración de un Estado miembro a que un ciudadano se beneficie del status
que es consecuencia del dictado del acto, permitiendo y no obstaculizando el ejercicio del
derecho o de las facultades que el acto le confiere.En el caso de los efectos ad intra, se
trataría de permitir el despliegue de todas aquellas consecuencias inherentes a la eficacia
del acto que comportan una actuación u omisión por parte de la Administración
receptora,y que conducen indefectiblemente a la no obstaculización de los resultados
derivados de su contenido obligatorio.
Ciertas limitaciones derivadas del control de los actos transnacionales es lo que ha llevado
a diversos autores lógicamente a considerar que el empleo del acto transnacional conduce
de forma clara a la existencia de competencia regulatoria entre ordenamientos, e incluso a
cierto dumping regulatorio cuando un Estado aprueba actos transnacionales y tiene un
procedimiento más ágil o requisitos de fondo menos estrictos que otros Estados
Miembros. 83). De esta forma y en relación con la adopción de determinados actos, los
operadores, sobre todo los de carácter económico en el ámbito del mercado único
europeo, elegirán actuar en el ámbito en el que rija un determinado ordenamiento, a fin
de activar la actuación de aquellas Administraciones nacionales bajo las cuales sus
intereses pudieran resultar mejor protegidos –por estar amparados por actos
administrativos con un régimen jurídico más reforzado o con unas mínimas posibilidades
de una ulterior revisión jurídica, en vía administrativa y/o judicial en comparación con las
existentes en otros ordenamientos–. Se ha dicho que esto produce desigualdad entre
operadores económicos y beneficia a aquellos que pueden informarse adecuadamente y
aprovechar las ventajas de desarrollar su actividad bajo determinados marcos
normativos 84).
A la vista de ello, hay que aclarar que, en principio, la elección del marco regulatorio más
atractivo y la obtención de beneficios derivados de la diversidad regulatoria presente en la
Unión Europea no es en sí misma considerada como un abuso de derecho prohibido por el
ordenamiento jurídico de la Unión 85), sino una consecuencia asociada al reconocimiento
del ejercicio de las libertades de circulación.
A. Control jurídico-administrativo
En todos los casos es una nota común al acto administrativo transnacional que la
Administración del Estado que lo recibe no puede (unilateralmente) cuestionar, en
principio, su validez 86) y está vinculada las consecuencias jurídicas que se desprenden del
mismo conforme establece el Derecho europeo 87) (o el Derecho nacional europeizado).
Sin embargo sí parece posible adoptar medidas preventivas –al tiempo que un
procedimiento de revisión– cuando así se establece expresamente en el Derecho europeo
que armoniza el sector. Se suele tratar de previsiones con respecto a decisiones aplicativas
que tienen importantes efectos sobre la protección de la salud humana y el medio
ambiente.
En segundo lugar, cabe esta actuación de supervisión por parte del Estado receptor
cuando se trata de autorizaciones de tracto sucesivo, que sirven para dar cobertura a una
actividad, que se ejerce de forma duradera por un operador económico en el contexto del
espacio del mercado interior. Así es, por ejemplo, en el supuesto de la puesta en marcha y
desarrollo de los negocios de seguro directo y reaseguro, regulada de la Directiva
2009/138/CE de 25 de noviembre de 2009. En esos casos, cuando se trata del ejercicio de la
libertad de establecimiento, el Estado miembro de acogida es competente para realizar la
supervisión de la actividad comercial del operador en su territorio, así como para
establecer las condiciones que, por razones de interés general, éste ha de respetar a la
hora de prestar el servicio (arts. 153 ss., y 146.3). El régimen del reconocimiento mutuo
contenido en la versión original de la Directiva 2009/138/CE 89) es análogo al que resultaba
aplicable a las entidades de crédito hasta los años 2013 y 2014 90).
B. Control judicial
De todas formas, también hay que tener en cuenta que se puede acudir a los tribunales
europeos cuando se trate de un acto de la Unión que ha de ejecutarse a través de un acto
de un Estado miembro con efectos transnacionales –como ocurre en los supuestos del
art. 34 de la Directiva 2001/83, que regula las decisiones de la Comisión sobre la renuncia
de un Estado a reconocer la autorización dada por otro Estado de un producto
farmacéutico– 92). También en el caso de la STJCE de 15 de enero de 1987, as. Krohn (c-
175/84), en el que se admitió la posibilidad de exigir una indemnización por daños frente a
la Comisión, por cuanto la Administración alemana había denegado una licencia de
importación por la oposición previa de la Comisión.
Otra excepción es cuando el Derecho europeo secundario permite a los jueces y tribunales
del Estado de destino controlar la legalidad (su ajuste con el Derecho europeo) de los actos
administrativos otorgados por autoridades administrativas de otros Estados miembros de
la Unión europea. Un ejemplo de esto, fuera del ámbito del mercado interior, se prevé en
el ya citado art. 34 del Reglamento 810/2009, de 13 de julio, por el que se establece el
código comunitario de visados.
El derecho a la tutela judicial efectiva frente a los actos transnacionales plantea problemas
tales como los perjuicios derivados de la imposibilidad de impugnar en el Estado de
destino los actos que incurren en infracciones graves del ordenamiento jurídico, incluso
en la lesión de los derechos fundamentales 93). También pueden observarse desigualdades
en cuanto a la legitimación, vías previas de acceso al recurso y plazos que pueden darse
entre los diferentes ordenamientos jurídicos de los Estados miembros cuando se trata de
impugnar los actos 94). Asimismo se plantean problemas cuando se trata de reclamar
frente a los daños derivados de conductas realizadas por sujetos que se encuentran en la
posición jurídico-subjetiva que los mismos actos han creado en el caso concreto. La
solución a todos estos problemas de cierta complejidad –y que aquí quedan solo
sucintamente apuntados– puede venir dispuesta con el tiempo en el Derecho secundario.
Expuesto de manera sintética, de momento se han ofrecido soluciones teóricas bien a
través de una mayor armonización sectorial 95) –se entiende que hacia una mayor
homogeneidad de los diferentes elementos constitutivos de la tutela–, bien mediante el uso
de nuevas técnicas. Entre ellas, se enuncian 96) la adopción de un sistema de legitimación
pasiva transnacional por la que se configure una responsabilidad ficticia de las
Autoridades del Estado receptor en caso de daños derivados de los efectos del acto
administrativo, y la previsión normativa de la interrupción de los plazos cuando se trate
de impugnar un acto transnacional y la vía judicial apropiada no se haya indicado de
forma adecuada en la norma europea.
Por supuesto no hay duda de que también cabe que se active la eficacia transnacional en
el ámbito europeo en relación con los actos administrativos de los Estados miembros
porque opere el reconocimiento mutuo judicial, pero estos actos administrativos no se
configuran jurídicamente como tales ni necesariamente se adoptan desde su inicio para
desplegar tales estos efectos; (al respecto vid. supra I 3.1).
La eficacia transnacional viene prevista en todo caso en una norma europea. A diferencia
de ello, como ya se ha expuesto ( supra I.2.1), la efectiva regulación de los actos
administrativos transnacionales –de su supuesto de hecho y de su consecuencia jurídica–
puede estar contenida en una norma de Derecho europeo secundario aplicable en todo el
territorio de la Unión, la misma que le asigna la transnacionalidad, o puede estar
establecida en una norma nacional europeizada del Estado que lo dicta, o puede estar
prevista en mera una norma nacional del Estado que lo dicta, la cual ha de regir
indefectiblemente por efecto del principio de reconocimiento mutuo legislativo europeo,
previsto asimismo por la norma europea que ha optado por la transnacionalidad. Esto
significa que la elección de la adopción de actos trasnacionales en el Derecho secundario
europeo implica en todo caso un modelo combinado de regulación . Hay dos niveles de
regulación: el propiamente europeo que será centralizado, y armonizado en más o menos
medida, y el nivel estatal 97), en el que se encuadra originalmente la competencia de
ejecución que se ejerce por el órgano del Estado miembro y su forma de ejercicio (al
respecto supra II.2.1), y el régimen jurídico aplicable a la validez y eficacia del acto como
tal, en lo que no haya sido armonizado. Estos dos niveles de regulación implican asimismo
la combinación de dos modelos regulatorios , uno centralizado y otro de regulación
competitiva, con sus posibles ventajas e inconvenientes en cada caso 98).
Por último, puede disponerse una regulación armonizadora europea de mínimos, y que
dentro de este modelo combinado al que responde la introducción del acto transnacional,
predomine, vinculado a un modelo de regulación centralizada minimalista, el modelo de
regulación competitiva. En esta modalidad, el Derecho secundario habría previsto como
regla general que las autoridades del Estado de destino no pudieran impedir la
comercialización de los productos o la prestación de servicios o la circulación de personas
y capitales a los operadores que cumplen la legislación de origen, de manera que les
reconoce un derecho a los operadores económicos a ejercer sus libertades económicas al
amparo de las normas jurídicas aprobadas por el Estado de origen y conforme a los actos
administrativos adoptados por este Estado, al que de esta forma se les dota de efectos
extraterritoriales. Al amparo de este modelo regulatorio combinado en el que coexiste el
modelo competitivo con un modelo centralizado de escasa densidad, despliegan sus
efectos transnacionales las autorizaciones de establecimiento y de prestación de servicios
conforme a lo previsto en la Directiva 2006/123/CE de servicios 101). A partir de esta norma
se implanta el modelo de «one-stop»: una sola Administración nacional controla el
cumplimiento de los requisitos jurídicos para el ejercicio de una actividad prestacional de
servicios en el espacio comunitario 102)-. No obstante, en este caso también hay una
mínima armonización en relación con los requisitos materiales que como listado de
excepciones cabe oponer como razones imperiosas de interés general por el Estado de
destino a las libertades económicas, y con ello al principio de mutuo reconocimiento y a la
eficacia transnacional de los actos. Se trata de una lista de excepciones más reducida en el
caso de la libertad de prestación de servicios, que en el de la libertad de establecimiento –y
con menos excepciones oponibles, que las permitidas hasta ese momento, por la doctrina
del Tribunal de justicia europeo 103)–. En este modelo, al que responde la Directiva de
servicios, la ponderación entre libertades económicas e intereses generales susceptibles de
restringirlas está enmarcada por el Derecho europeo secundario pero, en todo caso, en
manos de los Estados miembros.
Ejemplo de actos dictados por la Administración central europea son las decisiones por las
que se conceden autorizaciones de funcionamiento de las entidades de crédito en la
eurozona (pasaporte europeo), que han pasado a ser competencia desde 2013 del Banco
Central Europeo en la zona euro ( arts. 20 y 21 del Reglamento 1024/2013, de 15 de
octubre, en conexión con el Reglamento 1022/2013, y con el Reglamento 575/2013),
mientras que antes se configuraban como actos de un Estado Miembro con efectos
transnacionales ( arts. 25 y ss. de la Directiva 2006/48/CE, de 14 de junio, sustituida en
este sentido por la Directiva 2013/36/UE y por el Reglamento 575/2013). Para los
demás Estados, rige la Directiva 2013/36/UE y el Reglamento 575/2013, que mantienen el
régimen anterior de la Directiva 2006/48/CE, en la que se regulaba el pasaporte europeo
de las entidades de crédito, como un acto transnacional.
Las razones que pueden haber fundamentado este tipo de cambio del modelo de ejecución
de la legislación europea son, por tanto variadas. Se habla, sobre todo, de la necesidad,
frente a la complejidad del acto administrativo transnacional, de simplificar ciertos
procedimientos administrativos autorizatorios 108). Esto no significa que no se haya de
tomar en consideración el parecer de las autoridades nacionales, en realidad los ejemplos
expuestos ponen de manifiesto, en todos casos, la complejidad del procedimiento con la
introducción de complejas técnicas interadministrativas de colaboración en la que los EM
intervienen activamente en el proceso de decisión, poniendo de manifiesto sus intereses y
preocupaciones específicas bajo el auspicio de los órganos netamente europeos. Se
habla 109) de un procedimiento soft de centralización, con el que entiende que se obtienen
beneficios significativos en cuanto a la protección de los derechos derivados por cuanto se
clarifica la identidad del responsable de la decisión final individualizadamente.
En concreto, los Estados pueden adoptar esta decisión de prohibir o restringir el cultivo
del OGM, ya sea durante el procedimiento de autorización, o de su renovación, de manera
que su territorio quede excluido en su totalidad o en parte del cultivo. En el caso de que
un OMG haya sido autorizado en la UE, el Estado puede excluir su comercialización
siempre que dicha medida sea conforme al Derecho de la Unión, razonada, proporcionada
y no discriminatoria y, además, se base en razones imperiosas de interés general –tales
como las relacionados con objetivos de política medioambiental, la ordenación del
territorio, el uso del suelo, repercusiones socioeconómicas, evitar la presencia de OMG en
otros productos, etc.– 111). Este régimen sustituye al anterior, regulado en la Directiva
2001/18/CE y el Reglamento (CE) núm. 1829/2003, conforme al cual una vez autorizado
para el cultivo y su comercialización, los Estados miembros sólo podían prohibir o
restringir el uso de un OMG en su territorio si tenían nuevas evidencias de que el OMG en
cuestión suponía un riesgo para la salud humana o el medio ambiente.
Por el contrario, los actos que puedan afectar por entero al mercado europeo y aquellos
que afecten a determinados sectores en los que el nivel de la técnica los vuelva muy
complejos, deben ser configurados, a juicio, como actos dictados por las Autoridades
europeas. En estos casos los principios de proporcionalidad y subsidiariedad pueden
conducir, a una centralización justificada. En este sentido coincidimos que para que la
centralización resulte aceptable, debería darse una mejora de la actividad decisoria y
ejecutoria de los órganos de la Unión, evitando mecanismos excesivamente tecnocráticos
en la toma de decisiones, y garantizando el funcionamiento de las Redes por cuanto éstas
representan un factor esencial en la legitimación de las decisiones interestatales
adoptadas en el seno de la Unión europea. A nuestro juicio, que la decisión final sea
adoptada por un órgano de la Unión no debe excluir el empleo en la toma de decisión de
formas de Administración integrada o compuesta, bien sea a través de interconexiones
entre los Estados miembros de carácter procedimental, ya sea a través de la creación de
estructuras organizativas mixtas, con representación tanto de órganos u organizaciones
europeos como de los Estados miembros, o el empleo conjunto de ambas modalidades
(organizativas y procedimentales). Teniendo en cuenta lo anterior, en realidad resulta
bastante menos transcendental, que se trate de una decisión centralizada, o de una
decisión finalmente estatal con efectos extraterritoriales, siempre a condición, en este
último caso, de que la misma resulte susceptible de ser adecuadamente controlada, para lo
que se requiere una regulación a nivel europeo que articule con mayor detalle en cada
caso el efectivo ejercicio del derecho a la tutela judicial.
Asimismo resulta claro que los actos extraterritoriales son dictados en un modelo
combinado de regulación, en el que hay dos niveles, uno de ellos de regulación
competitiva y otro de regulación europea (al respecto supra III.2). Pues bien, también ha
de señalarse a modo de conclusión que, a la vista de lo expuesto aquí y de las últimas
tendencias que surgen en relación con su empleo ( Vid. supra IV), los actos
extraterritoriales dictados en el espacio europeo del mercado interior hasta ahora vienen
requiriendo que los conflictos de intereses entre el mercado y otros bienes colectivos sean
resueltos en esa legislación europea de armonización, esto es, en sede supra territorial
pero, si en la se misma se opta por no resolverlos y no ponderar entre ellos, esto significa
que se ha previsto dejar el conflicto abierto a fin de llegar posteriormente a una solución
de carácter extraterritorial, es decir, a una solución equilibrada que resulte de la
confrontación con los intereses generales no sólo del Estado de origen, sino también de los
Estados de destino. Y a esta solución ponderada se ha de llegar, dentro del marco definido
por la norma europea de armonización, bien a través de la regulación competitiva
dispuesta por los Estados –como en el modelo establecido la Directiva 123/2006/CE, de
servicios-, bien en el nivel de ejecución o decisorio– como en el modelo recientemente
implantado con los organismos genéticamente modificados (al respecto supra IV).
Es claro el paralelismo del acto administrativo transnacional con el acto «con efectos en
todo el territorio estatal» dictado por una Autoridad administrativa perteneciente a una
organización jurídico-público territorial que se rige por su propio ordenamiento jurídico
dentro de un Estado compuesto (con pluralidad de ordenamientos por cuanto a su vez
forman parte del mismo otras organizaciones jurídico-públicas territoriales dotadas de
ellos) 117). También resulta evidente que el acto extraterritorial dentro de un Estado
compuesto da incluso menos problemas, sobre todo, en relación con la responsabilidad
administrativa y el control jurídico, administrativo y judicial, en comparación con los
actos transnacionales a nivel europeo 118). Se reducen los problemas cuando éstos son
actos que se dictan en un Estado que cuenta con un único sistema judicial y con una
regulación de procedimiento administrativo común (en el caso español: art. 149.1.18
CE), aplicable en todo el territorio estatal.
Pues bien, la resolución de los conflictos o la ponderación entre esos intereses generales y
la garantía de las libertades económicas inherentes a la unidad de mercado se puede
realizar de forma básica por las instancias de poder estatal dentro del Estado compuesto,
si éste ha retenido competencias normativas –aquellas que permiten establecer los
principios o bases para la resolución de tales conflictos–, o bien, exclusivamente en el
nivel normativo de las diferentes organizaciones territoriales. Si eso se dejara por
completo en manos de estas organizaciones, y se implantara un modelo de competencia
regulatoria en el que, con el empleo del acto extraterritorial (de ordinario configurado
como una autorización para el ejercicio de las libertades económicas en determinados
sectores), rigiera sin excepciones el principio de reparto competencial a favor de la
Administración de origen (equivalente en este sentido al de Estado de origen) nos
encontraríamos que los intereses de mercado y sus valedores, los operadores económicos,
podrían abocar entonces fácilmente a un dumping regulatorio 119). En otras palabras,
resultaría de ordinario preferible para cualquier operador económico obtener la
autorización o el permiso (el acto administrativo con eficacia extraterritorial) en el
ordenamiento jurídico-territorial que dentro del Estado compuesto dispensara mayor
garantía a esos intereses de mercado y menor protección a los intereses generales que
resultan oponibles a ellos. Y así sería teniendo en cuenta que el único control y derecho
aplicables a la actividad autorizada por el acto extraterritorial resultarían ser los que
rigen en el ordenamiento respectivo de la organización territorial que dicta el acto como
tal. Esto sería además indefectiblemente así, salvo que se optara por la implantación de
otro modelo de concurrencia competitiva no absoluto sino condicionado, en el que el acto
administrativo desplegara eficacia supraterritorial a condición de que fuera sometido a
reconocimiento posterior por la organización territorial de destino –que es un modelo
distinto al del acto trasnacional con efectos automáticos (sobre esta distinción vid. supra
I.3.2.1)– y esta organización pudiera entonces ejercer sus competencias de acuerdo con los
requisitos regulados en sus normas, a fin de proteger, en su ámbito, con mayor rigor e
intensidad los intereses generales en juego 120).
Por todo ello se comprende también por qué resulta disfuncional la inserción de un acto
con eficacia en todo el territorio nacional en la regulación contenida en la Ley 20/2013,
de 9 de diciembre, de Garantía de Unidad de Mercado (LGUM), que implantó en su
momento un modelo de regulación exclusivamente competitiva, sin condiciones; y
también permite valorar positivamente que la sentencia del Tribunal Constitucional
79/2017, de 22 de junio (RTC 2017, 79), (FJ 10-14) haya declarado inconstitucionales los
artículos que preveían el empleo del acto con eficacia en todo el territorio nacional (
arts. 6, 19 y 20 LGUM) y que establecían el desplazamiento ope legis de regulaciones o
condiciones establecidas por la organización de destino –en este sentido también se
anulan, por tanto, específicamente los apartados b), c) y e) de art. 18 LGUM–, aunque lo
haya hecho en la medida en que consideró que su uso –que comporta la exclusiva
aplicación del derecho de la Comunidad Autónoma de origen– vaciaba de contenido las
competencias autonómicas. En este sentido el Tribunal Constitucional ha declarado (
STC 79/2017, FJ 13 (RTC 2017, 79)) que si las Comunidades Autónomas ven desplazadas sus
regulaciones al erigirse en derecho aplicable el de la Comunidad de origen, en la que se
dicta el acto con eficacia nacional, se les está desapoderando material, aunque no
formalmente, de sus competencias normativas en ese ámbito 125).
Esto no hubiera ocurrido si el Estado hubiera dictado una legislación básica, esto es,
armonizadora, que dispusiera unas normas comunes sustantivas de regulación de
concretas actividades económicas que sirviese para ponderar, en principio, entre intereses
generales contrapuestos y al mismo tiempo insertara para su aplicación como mecanismo
decisorio el acto con eficacia en todo el territorio nacional, pues la constitucionalidad de
este mecanismo como tal se admite en nuestro sistema 126).
VII. BIBLIOGRAFÍA
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Las tendencias actuales se dirigen hacia ese tipo de Administración. Al respecto vid. infra IV.
Constatado, desde hace años, y antes del Tratado de Lisboa, por GALERA RODRÍGUEZ, S. (1998), La
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CHINCHILLA PEINADO, J.A. (2015) «Las redes administrativas de la seguridad alimentaria en el
derecho de la Unión Europea: procedimientos y estructuras» en MENÉNDEZ REXACH (Dir.)
Estudios jurídicos sobre seguridad alimentaria , pp. 143-180.
11
12
El uso de estas modalidades de Unión administrativa europea como mecanismos para compensar
la descentralización y la eficacia transnacional de los actos puede observarse en el ámbito de la
ejecución del Derecho europeo de la Competencia. Al respecto ORTEGA BERNARDO, J. (2015), «La
europeización de la Administración que aplica el Derecho de defensa de la competencia. ¿Hasta
qué punto influye el derecho europeo en la configuración de su estructura organizativa, en su
procedimiento y en el control de sus decisiones?», Revista española de Derecho administrativo
núm. 170, pp. 87 y ss.
13
BOCANEGRA SIERRA, R. GARCÍA LUENGO, J. (2008) p. 14, por su parte, consideran que es una
opción, posiblemente la más extrema de las que existen, para alcanzar el objetivo de cooperación
administrativa transnacional.
14
16
17
ALONSO DE LEÓN, S. (2017), Composite administrative procedures in the European Union, Marcial
Pons,p. 213.
18
19
PERNAS GARCÍA, J.J. (2016), «The EU’s Role in the Progress. Towards the Recognition and
Execution of Foreign Administrative Acts: The Principle of Mutual Recognition and the
Transnational Nature of Certain Administrative Acts», en RODRÍGUEZ-ARANA MUÑOZ, J. (ed.),
Recognition of Foreign Administrative Acts , Ius Comparatum-Global Studies in Comparative Law
10, p. 17.
20
21
22
Sobre cómo se completa o se «construye» por la Administración la norma aplicable al caso a partir
del texto de la regla que vincula jurídicamente su actuación, para el sistema español, Vid.
RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, J.M. (2016), Metodología del Derecho administrativo. Marcial Pons.
23
24
25
26
27
Al menos técnica, o una estandarización y normalización de las políticas públicas. Este proceso se
estudia con detalle en BARNARD, C. (2013) The substantive Law of the EU , The four freedoms. 4.ª
Ed, especialmente en pp. 10-12.
28
Sin perjuicio de que estos actos puedan también dictarse en el contexto de acuerdos con terceros
Estados. De hecho la Comisión europea decidió a finales del siglo XX celebrar acuerdos de mutuo
reconocimiento con terceros Estados (Australia, Canadá, Nueva Zelanda y USA). PERNAS GARCÍA,
J.J. (2016), p. 16.
29
Se señala que también funciona el reconocimiento mutuo en otras áreas distintas al mercado
único, como el área de libertad, seguridad y justicia. DE LUCÍA, L. (2016), p. 91., ARROYO JÍMENEZ,
L. UTRILLA FERNÁNDEZ-BEREJO, D. (2017) «El reconocimiento mutuo en el Derecho europeo del
mercado interior». En prensa p. 12.
30
En torno a ellas Vid. supra II.1. y las tendencias actuales infra IV.
31
Esta tendencia evolutiva como estrategia de la Comisión está claramente expuesta en el Libro
COM (85) 310 Libro blanco de la Comisión para la realización del mercado interior, COM (85) 310
FINAL, de 14 de junio de 1985, en el párrafo 64.
32
ZILLER, J. (2012) «¿Es necesaria una ley de procedimiento administrativo para las instituciones de
la Unión? Comentarios preliminares y perspectivas», en FUERTES M. Un procedimiento
administrativo para Europa, pp. 106-107.
33
34
35
36
37
39
WEILER J.H.H., (1999) «The Constitution of the Common Market Place: Text and Context in the
Evolution of the Free Movement of Goods», en CRAIG, P., DE BÚRCA, G. The Evolution of EU Law ,
p. 368. DE LUCIA, L (2016), p. 92. Otra lectura en AGUDO GONZALEZ, J. (2015) «La Administración
del reconocimiento mutuo. Un análisis a partir de la libre circulación de profesionales… hasta la
unidad de mercado». Revista de Administración pública núm. 197, p. 370 quien considera esta
evolución a golpe de sentencias como una evolución favorable al ciudadano.
40
Este fenómeno de reenvío al ordenamiento del Estado de origen se puede describir como una
especie de «domesticación» de la regulación extranjera, así en AGUDO GONZÁLEZ, J. (2014) «La
Administración del espacio europeo», en Revista Vasca de la Administración pública , núm. 99-100,
p.139.
41
42
43
44
Puede leerse, al respecto, un análisis de cómo ha ido configurado el Tribunal de Justicia las
excepciones al principio de reconocimiento mutuo en las distintas libertades económicas y cuál es
el alcance de estas excepciones desde un planteamiento general en BARNARD, C. (2013), ARROYO
JIMÉNEZ, L. UTRILLA FERNÁNDEZ-BERMEJO, D. (2017), pp. 3-34.
45
46
STJUE de 30 de noviembre de 1995 (TJCE 1995, 212), as. C-55/94, Reinhard Gebhard c Consiglio
dellÓrdine degli Avvocatti e Procuratori di Milano , EU:C:1995:411.
47
STJUE de 15 de diciembre de 1995 (TJCE 1995, 240), as. C-415/93, Bosman , ECLI:EU:C:463,
parráfo 98 y ss.
48
49
Ibidem
50
51
52
Sobre el reparto de competencias entre la Comisión y los Estados miembros conforme al criterio
de la «Autoridad mejor situada» y la implantación de un sistema alternativo de ejecución,
centralizada o descentralizada, con base en el Reglamento 1/2003, del Consejo, de 16 de
diciembre de 2002, relativo a la aplicación de las normas sobre competencia, para imponer las
sanciones en esta materia dentro del espacio europeo Vid. ORTEGA BERNARDO, J. (2015) y la
bibliografía allí citada.
53
Esta tipología de actos en a RUFFERT, M. (2001), p 457, BOCANEGRA SIERRA, R., GARCÍA LUENGO,
J. (2008), pp. 19-20.
54
Se sigue por ello en esta clasificación, la tipología derivada de SYDOW, G. (2008), p 78 y ss. en
relación con las decisiones transnacionales de los Estados miembros, que cabe desde un principio
diferenciar de las decisiones adoptadas mediante ejecución directa por la Administración
europea, y de las dictadas por un Estado miembro, como ejecución indirecta, con efectos
estrictamente nacionales, limitados a su territorio. También referida por AGUDO GONZÁLEZ, J.
(2014), pp. 141-143. Asimismo adoptada por DE LUCÍA, L. (2016), y por PERNAS GARCÍA, J.J. (2016),
aunque éste introduce en los actos transnacionales aquellos actos que despliegan eficacia
extraterritorial sin estar amparados en una regulación de Derecho secundario, simplemente
derivada de Derecho primario, lo que permite que, como se ha expuesto supra I. 3.1, sus efectos
queden enervados en caso de que un Estado miembro se oponga justificada y
proporcionadamente basándose en las excepciones de interés general previstas en el Tratado o en
las razones imperiosas de interés general aceptadas o que acepte, en su caso, la doctrina
jurisprudencial.
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SCHNEIDER, JP. (2008), p. 38, RÓHL, H.C. (2008), p. 136-137., DE LUCÍA, L. (2016), p. 96.
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Dice DE LUCÍA p. 97 y nota 24 que en general este modelo basa su estructura en las reglas de la
Corte de Justicia sobre reconocimiento mutuo, de modo que como se declaró ya en la STJUE de 17
de diciembre de 1981, C-272/80, Frans-Nederlandse Maatschappij voor biologische Producten
C:1981:312, párrafo 14: las Administraciones del Estado receptor no tienen derecho a requerir
innecesariamente análisis técnicos o químicos o test de laboratorio que haya sido realizados en
otro Estado miembro y cuyos resultados estén disponibles, o puedan ser entregados a su
solicitud». La misma doctrina en la STJUE de 11 de mayo de 1989 (TJCE 1989, 121), C-25/88,
Wurmser y otros , C:1989:184, párrafos 18-19.
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RÖHL, H.C. (2008), pp. 135-136. El modelo de decisiones de referencia en SYDOW, G. (2004), p. 181
y ss.
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Sobre cómo éstos dos tipos de armonización pueden darse a la vez o por el contrario
alternativamente, para compensar uno –normalmente el procedimental– la ausencia del otro. Vid.
ARROYO JIMÉNEZ, L., UTRILLA FERNÁNDEZ-BERMEJO, D. (2017), II. 4.a). p. 52.
74
Dictadas partir de 1985 con las propuestas de la Comisión en el Libro blanco de la Comisión para
la realización del mercado interior, COM (85) 310 FINAL, de 14 de junio de 1985.
75
Sobre esta cuestión Vid. ARROYO JÍMENEZ, L., UTRILLA FERNÁNDEZ-BERMEJO, D. (2017), epígrafe
III.1., pp. 35-40 .
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Esto no obsta para que la regulación del procedimiento administrativo nacional esté abierta a la
participación o integración de distintas Administraciones públicas en la tramitación del mismo,
también por qué no, europeas. En el caso español, esto lo pone de manifestó VELASCO
CABALLERO, F. (2008), p. 445.
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En este punto BOCANEGRA SIERRA, R., GARCÍA LUENGO, J. (2008), p 27, sostienen que de facto se
impone una armonización a la baja, al utilizarse la tramitación y regulación del Estado menos
exigente con la tutela de los intereses públicos.
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Salvo que el ejercicio de la libertad económica en un Estado miembro distinto sea un montaje
puramente artificial, es decir, cuando se obtengan ventajas de la normativa comunitaria creando
las condiciones exigidas para su obtención sin lograr el objetivo perseguido por dicha normativa.
Esta matización puede verse en la jurisprudencia del TJUE sobre el abuso de derecho en relación
con el ejercicio de la libertad de establecimientos, citada por ARROYO JIMÉNEZ, L., UTRILLA
BERMEJO, D. (2017) pp. 33-34.
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RUFFERT, M. (2001) «Der transnationale Verwaltungsakt», Die Verwaltung Band 34, p. 473 y ss.
88
Así lo declaro el TJCE de 10 de septiembre de 1996 (TJCE 1996, 148), Comisión-Reino de Bélgica,
C-11/95.
89
Directiva 2009/138/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de noviembre de 2009, sobre
el seguro de vida, el acceso a la actividad de seguro y de reaseguro y a su ejercicio (Solvencia II),
DO L 335 de 17.12.2009.
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BOCANEGRA SIERRA, R., GARCÍA LUENGO, J. (2008), p. 27. PERNAS GARCÍA J.J. (2015), p. 27.
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A esta combinación de niveles en el modelo regulatorio del acto transnacional se refiere RUFFERT,
M. (2011), p. 281.
98
Sobre las características, y las ventajas e inconvenientes inherentes a los distintos modelos de
regulación y su relación con el reconocimiento mutuo Vid. ARROYO JÍMENEZ, L., UTRILLA
FERNÁNDEZ-BERMEJO, D. (2017), epígrafe IV. No se hace mención en el texto del modelo de
regulación descentralizada porque a nuestro juicio se trata exclusivamente de un modelo
regulatorio ideal, que no se da en ninguna medida o grado (a diferencia de los otros) en la práctica
legislativa europea, aunque se tenga en cuenta en ella como modelo teórico de referencia.
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Considera que hay una ausencia de armonización en este caso JANSSENS, C. (2013), pp. 85-86, ya
que, a su juicio, al igual que sucede en la regulación contenida en la Directiva 2001/24/CE de
reorganización de las entidades de crédito, más que una combinación de mutuo reconocimiento y
armonización, prevalece lo primero de modo exclusivo.
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Lo constata AGUDO GONZÁLEZ, J. (2014), La Administración del espacio europeo. Revista vasca de
Administración pública núm. 99-100, p. 123. DE LUCIA, L (2016), se refiere a ello con los ejemplos
que también se enumeran supra en el texto.
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Las mismas también se configuraban anteriormente como actos administrativos con efectos
transnacionales automáticos ( arts. 20 y ss. de la Directiva 2008/57, de 17 de junio, sobre la
inter-operatividad del sistema ferroviario comunitario).
107
Sobre el antiguo sistema de actos trasnacionales en ese ámbito sectorial Vid. CHINCHILLA
PEINADO, J.A. (2015), pp. 154-157.
108
En este sentido, lo pone de manifiesto DE LUCIA, L. (2016), pp. 104-15, quien cita el Documento de
la Comisión de la Agencia ferroviaria, de 1 de enero de 2013, párrafo3, N.º 881/2004, SWD (20013)
8 final, de 1 de enero, de 2013, párrafo 3, o la propuesta de Regulación del Parlamento europeo y
del Consejo de nuevos alimentos COM/2013/0894 FINAL-2013/0435 (COD), en particular los
párrafos 2, 3 y 6.
109
DE LUCÍA, L. (2016), p. 101, que también recuerda que la jurisprudencia del Tribunal de Justicia
ya había que la centralización en las instituciones comunitarias de la función de dictar
autorizaciones es uno de los instrumentos a los que puede acudirse para asegurar la unidad de
mercado cuando hay un riesgo de que difieran las actuaciones de los distintos estados ( art. 114
TFEU), STJUE de 22 de enero de 2014 (TJCE 2014, 17), C-240/12, Gran Bretaña versus Parlamento
and Council, C:2014:18, párrafo 110.
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CANO CAMPOS, T. (2002), El permiso de conducción en España: significado y régimen jurídico. pp.
55-57.
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TORNOS MAS, J. (2014): «La Ley 20/2013, de 9 de diciembre, de garantía de la unidad
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Esta segunda solución fue enunciada por AGUDO GONZÁLEZ, J. (2015), p. 385; PERNAS GARCÍA,
J.J. (2016) p. 29.
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A esta conclusión también había llegado la doctrina académica, claramente CIDONCHA MARTÍN,
A. (2015), «Sobre la ley de garantía de unidad de mercado: una reflexión jurídico-constitucional»,
CEFCEGAL, CEF núm. 179, p. 134. Y en la misma dirección ya se pronunciaban, entre otros,
GRIFEU FONT, J. (2014), «La impronta de la Directiva de servicios y de la normativa de
transposición interna estatal en las técnicas interventoras urbanísticas. Parada y fonda: la Ley de
garantía de la unidad de mercado», Revista Vasca de Administración Pública, 98 . p. 205, TORNOS
MÁS, J. (2014), p. 156 y AGUDO GONZÁLEZ, J. (2015), p. 381 y ss.
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Pueden citarse en este sentido la STC 100/1991, de 13 de mayo (RTC 1991, 100) y la STC
236/1991, de 12 de diciembre (RTC 1991, 236), en las que se declaró conforme a la CE la
regulación que reconocía validez en todo el territorio del Estado a los controles metrológicos
efectuados por las Comunidades Autónomas, en un ámbito en el que al Estado le corresponde
ejercer la competencia plena en materia de pesas y medidas (conforme al art. 149.1.12 CE).
También en la STC 87/1985, de 16 de julio (RTC 1985, 87) se declaró conforme a la CE la
previsión normativa de que la comprobación de si un producto se ajustaba a determinadas
reglamentaciones técnico-sanitarias válidas para toda España fuese verificada por la autoridad
sanitaria autonómica.
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Otra cosa es que se podría decir que resulta «innecesario» imponer un requisito de acceso a una
actividad económica en una Comunidad Autónoma, si éste ya se ha exigido de forma»
equivalente» en la Comunidad en la que se ha accedido por primer vez a la actividad, pero esto no
llevaría a desplazar la legislación autonómica de la segunda Comunidad y a aplicar la de la
primera, sino a exigir la supresión de esa exigencia cuando ya haya sido requerido previamente
para algo equivalente en otra Comunidad.
Este estudio se ha realizado en el marco del proyecto de investigación “La competencia entre
regulaciones. Un enfoque analítico y constitucional”, DER2014-57572-P.