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Más allá de una epopeya del sujeto en búsqueda de certeza para la construcción del edificio
de la ciencia, la división cartesiana entre la res cogitans y la res extensa se consolida como
una asimetría entre el pensamiento y el cuerpo, entre lo racional y lo material, como la
dignificación y teización del uno -el humano-razón- y el envilecimiento y desprecio del
otro -el humano-cuerpo-, fundando la llamada modernidad. En última instancia, la
concepción cartesiana repercute hasta nuestros días cuando pensamos el progreso en
términos de cuantificación y no de cualificación. Importa más el humano-número en el
1
Baruch Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico (Madrid: Editora Nacional, 1980).
2
Jacobo Grinberg Zylberbaum, Sintergia. La creación de la experiencia (México: Lunaria Ediciones, 2020),
11.
sistema capitalista, ya sea como fuerza de trabajo o como consumidor, que el humano-
viviente, el cual es olvidado incluso por sí mismo. No obstante, no significa que toda
concepción ontológica sea condenada al antropocentrismo -aún si toda ontología u
ontocosmología es evidentemente un producto humano-, ni siquiera que el signo
racionalista cartesiano haya determinado a todo pensar en su modernidad o en la posteridad.
Es por eso que la concepción ontológica de Spinoza se erige sobre la particularidad de
trascender al dualismo cartesiano entre el pensamiento y la extensión, y los consolida
únicamente como perspectivas, como dos de los infinitos atributos de la substancia 3, por lo
que no sólo no existe una genuina división entre uno y otro, pues la substancia es en sí
indivisible4, sino que ambas son puestas en igualdad de condiciones ontológicas, o sea, no
existe asimetría y predominancia del pensamiento sobre la extensión, sino que a cada una
corresponde algo según su género, y puesto que la naturaleza de ambas es la misma, ya que
se remiten a la substancia, las diferencias entre ellas son más un producto del ser que las
experimenta, del humano, que una realidad conformada y dada independientemente de él.
El hecho mismo de que la substancia sea entendida por Spinoza como totalidad,
como lo que absolutamente es, evoca un cierto juego dialéctico entre la perspectiva de la
totalidad y la de la particularidad, pues desde la totalidad la substancia es lo Uno, lo
indiferenciado, lo autodeterminado, lo genuinamente libre, mientras que desde la
particularidad, desde el modo finito mediato, la substancia se presenta en su multiplicidad,
como una serie de cosas conformadas en pensamiento y extensión, atributos de los cuales
participa la intelección y percepción humana. Esto nos puede acercar a la comprensión de
dos planteamientos propiamente contemporáneos, uno de la fenomenología husserliana y
otro de la teoría sintérgica de Grinberg.
3
“Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos,
cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita” E, I, D6
4
“No puede verdaderamente concebirse ningún atributo de una substancia del que se siga que esa substancia
puede ser dividida” E, I, P12
5
“El mundo de la vida es, en concreto, el horizonte y el contexto que posibilita la experiencia humana y, por
lo mismo, el prerequisito de toda conciencia de mundo” Daniel Herrera Restrepo, «Husserl y el mundo de la
vida», Franciscanum, vol. 52 (2010): 260
factum, algo dado, que existe una correlación de codeterminación entre ambos6 en el
horizonte del Mundo de vida, por lo que toda concepción gestada desde la subjetividad
-como la multiplicidad misma de las cosas dadas a la consciencia- es un producto, un
resultado de la correlación originaria entre el humano y su mundo circundante. Grinberg
dirá al respecto que la filosofía y la fisiología comparten la convicción de que “el mundo
exterior es una descripción basada en procesos y operaciones que tienen lugar en nuestro
interior”7, o sea, que todo aquello que experimentamos desde nuestra experiencia personal
en primera persona es el resultado de nuestra interacción corporal con la matriz
informacional del espacio8, por lo que “la materialización es un producto de la actividad del
cerebro. (…) Es más una creación nuestra que del espacio”9.
Spinoza nos deja en claro que no es licio posicionar al humano en una torre de
marfil respecto de los demás entes, pues son todos constitutivos de la misma substancia, y
por ello es necesaria una especie de ontología cosmológica, en donde el kósmos sólo puede
ser tomado como la substancia en tanto que totalidad, y la ontocosmología sería entonces
una perspectiva nacida desde la particularidad que logra dar cuenta también de la
perspectiva de la totalidad, y dado que Spinoza establece y demuestra esto
geométricamente, el carácter de simetría y coherencia de su pensamiento es genuinamente
ejemplar. La posibilidad misma de dar cuenta de la totalidad desde la particularidad ha sido
puesta en duda desde antaño, y se reconoce la primacía que la concepción platónica ha
tenido al respecto, al plantear la representación y remisión de la multiplicidad a la unidad
por una vía mimética, en un sistema que se fundamenta en la relación de reproducción entre
los arquetipos y sus copias10. Pero la ontocosmología de Fink, a través de la interpretación
del símbolo, puede acercarnos a la forma en que la que -en el pensamiento de Spinoza- la
particularidad es siempre perteneciente original y esencialmente a la totalidad, y no como
una reproducción e ilusión de ésta.
Llegado a este punto, debe de ser más clara la relación que guarda la ontología de
Spinoza con la neurofisiología de Grinberg, e incluso con la fenomenología del viejo
Husserl: son sistemas que dan cuenta de la totalidad y la particularidad entendidas como un
todo, en donde el humano juega un papel comprensor y constitutivo pero no nuclear, que al
profundizar en sí mismo termina por difuminarse, por desdibujar sus fronteras y
campo global energético como resultado de la respuesta de una población. (…) Ese campo, como hemos visto
anteriormente, se llama el campo neuronal” Jacobo Grinberg Zylberbaum, Sintergia. La creación de la
experiencia, 94.
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“El sonido escuchado, el color considerado como experiencia visual, o el sabor y el olfato vividos como
experiencias son diferentes y únicos en el sentido de que pertenecen a dimensiones no contenidas en la
actividad física de las neuronas, axones y dendritas, pero tienen, con bastante seguridad, alguna relación con
estas actividades” Jacobo Grinberg Zylberbaum, Sintergia. La creación de la experiencia, 28. “La cualidad de
la experiencia, por tanto, no es la actividad del sistema nervioso, sino su resultado. Este producto es una
distribución espacio-temporal de la energía que fluye como información en regiones específicas del sistema
nervioso” Jacobo Grinberg Zylberbaum, Sintergia. La creación de la experiencia, 31.
19
“El campo neuronal, hablando en términos generales, tiene su capacidad de interactuar con el campo
cuántico de forma continua y congruente porque su organización concuerda con aquella del campo cuántico,
cuyos rasgos distintivos son la convergencia de la información, el alto grado de conexión entre las partes y la
existencia de diferentes niveles de coherencia. A pesar de la diferencia de complejidad, el campo neuronal y
el campo cuántico comparten una organización común debido a que el cerebro ha evolucionado como modelo
del espacio” Jacobo Grinberg Zylberbaum, Sintergia. La creación de la experiencia, 66.
fundamentalidad, para integrarse con el todo, sin desapegarse de su aquí y ahora. Resta
pensar en cómo esto puede integrarse con una praxis y modo de habitar en nuestra
actualidad.
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“«οὐκ ἐµοῦ, ἀλλὰ τοῦ λόγου ἀκούσαντας ὁµολογεῖν σοφόν ἐστιν ἓν πάντα εἶναί»”, Hippol., Refut., IX, 9.
Cuando escuchamos o proferimos el término panteísmo, rápidamente es generada
una asociación al pensamiento de Spinoza, y para nada en vano, pues explícitamente
Spinoza piensa sinonímicamente a la substancia y a Dios, y puesto que la substancia
extiende su espectro de existencia a la absoluta totalidad, el todo es Dios, todo está lleno de
Dioses. Grinberg también estriba en una posición de sacralidad del mundo tras su
experiencia con los enteógenos, las técnicas de meditación budistas y el contacto con las
prácticas chamánicas mexicanas y latinoamericanas. ¿Por qué el mundo, tras la experiencia
psicoactiva-enteogénica, cobra un sentido sagrado en su amplitud? Grinberg pensará que es
porque las propias experiencias límite y enteogénicas, producto de la ingesta de medicinas
ancestrales o de prácticas meditativas profundas, generan en el cerebro -a través de la
interacción entre el campo neuronal y el campo cuántico- una experiencia y vivencia
originaria de la totalidad, desde un nivel genuinamente fisiológico hasta uno
completamente simbólico, pues todo en la constitución del individuo se da de manera
sintérgica, o sea, de forma interconectada y convergente. La experiencia límite y originaria
de la totalidad trasciende el ego, pero no desactivándolo o pasando sobre él, sino
expandiéndolo.
5. Bibliografía
Fink, Eugen. Play as Symbol of The World and other writings. Traducción de Alexander
Moore y Christopher Turner. USA: Indiana University Press, 2016.
Spinoza, Baruch. Ética demostrada según el orden geométrico. Traducción de Vidal Peña.
Madrid: Editora Nacional, 1980.