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Un acercamiento
desde Benjamin y la fenomenología”
Estética Contemporánea
1. Técnica
1
Platón, Ión (Madrid: Editorial Gredos, 1986).
2
Platón, Ión 532c.
3
Platón, Ión 533e.
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Platón, República (Madrid: Editorial Gredos, 1986).
y la llevará a un estrato de mímesis y engaño: no será ya comunicación con lo divino, sino
mera producción humana que no hace más que reproducir lo que ya es, de suyo, una
reproducción5.
Por otro lado, al margen del pensamiento platónico, nos interesa pensar a la techné
como técnica, pues hablar de técnica no resulta ajeno -ni una mera traducción- de aquello
que podemos decir al respecto de la techné, pero sí desbordante. Cuando hablamos de
técnica nos referimos -grosso modo- a lo dicho de la techné en su horizonte histórico,
extendido a una dimensión en la cual no nos delimitamos al kósmos griego, tomando a la
técnica como un conjunto de conocimientos teórico-prácticos -e instrumentales- que se
dirigen a la realización adecuada de una acción de producción, localizando la finalidad de
la técnica no en el producir como fin en sí mismo, sino en el producto como un fin fuera de
la acción, como su resultado. Hemos, además, de distinguir entre aquello a lo que la técnica
puede referir como concepto, ya que denomina cosas diacrónica o anacrónicamente, y lo
que a ella corresponde pensar histórica y materialistamente como un fenómeno inserto en el
devenir de la humanidad. Esto nos lleva a hacer una importante demarcación: nos interesa
pensar la técnica no en general, sino con relación al arte, y no a lo largo de la historia, sino
sólo con respecto al estado del arte en nuestro horizonte contemporáneo, signado por la
reproducción técnica, pensada de manera ejemplar por Walter Benjamin 6, pues incluso si
nuestra reflexión ha de dirigirse a desarrollos de la tecnociencia que Benjamin no llegó a
vivenciar, su prognosis sí que nos permite pensar y reflexionar en torno a ellos.
5
“The sensible thing is a reproduction of the idea. Poetry is a reproduction of life entangled in reproductions.”
Eugen Fink, Play as Symbol of The World (USA: Indiana University Press, 2016) 99.
6
En su texto: Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (México: Ítaca,
2003).
7
“The explicit groundwork of metaphysics is carried out in Plato in a manner that always operates with the
distinction between archetypical actuality and the reproduction of afterimages [urbildicher Wirklichkeit und
nachbildlicher Abbildung], in order to carry out fundamental ontological separations” Eugen Fink, Play as
Symbol of The World, 93.
lo más conocido al respecto de la mímesis en Platón es su afronta interminable con los
poetas, cuya actividad, señala Platón, yace esencialmente en hacer mímesis de la mímesis,
pues la realidad material, siendo ya una copia de la inteligible, es nuevamente retratada por
los poetas. Para Platón esto no tiene implicaciones únicamente estéticas o de corte
valorativo, sino principalmente epistemológicas y políticas: los poetas son la base de la
educación de la polis -cimiento mismo de su edificación-, pues son tomados por maestros
de verdad y aquello que expresan en sus cantos, con supuesta proveniencia divina, es lo que
ha de ser tomado por modelo a imitar; de ahí la importancia sobre el contenido de la
poiesis y su regulación. Pero la concepción platónica participa también del devenir, y la
diferencia entre el original y la copia dejó de responder a un interés y sentido ontológico-
político y se tornó en uno mercantil.
Ya no importaba si la obra de un artista plástico era una copia de la copia, sino que
importaba que esa obra fuese la creación propia y única del artista y no una reproducción
de ésta; no importa el contenido de la obra para determinar su estatuto ontológico, sino su
origen genético como objeto producido por un autor. Lo importante es, en términos de
Benjamin8, la autenticidad de la obra, el hecho de que ésta tenga un aura, algo que la ha
acompañado histórica y materialmente a lo largo de su duración en el tiempo y el espacio
siendo siempre idéntica a sí misma, y desplegando un abanico de elementos que suman en
otorgar un valor a la cosa.
8
Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, 42-44.
subjetiva y personal de codeterminación con las cosas, del modo de dirigirse y relacionarse
con ellas más allá de la mera forma de la mercancía.
La muerte del aura, o incluso, la muerte del Arte, alude a la pérdida de la unicidad
como fundamento del valor y la significación de lo que ha de ser tomado por arte. La
unicidad es inseparable de la historicidad y la tradición, pues es lo que emana del aura de la
obra, es lo que hace de un objeto ser un objeto artístico, y que da lugar al surgimiento de la
obra de arte. Esto determina también el puesto que ocupa la obra en un contexto que
excede al puramente artístico, pues la obra es sacada de su relación íntima entre el autor-
productor y los espectadores bajo la forma de la contemplación y es inserta en dimensiones
de crítica estética, valoración histórico-cultural o tasación y oferta en el mercado. Pero que
9
Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, 44.
10
Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, 40-41.
esto muera, con el advenimiento de la fotografía y el cine, no implica que tal dinámica
multicausal y polifacética se vea impedida o afectada fatalmente, pues no hay desaparición
sino reconfiguración de horizontes y parámetros de valor, dando entrada a aquello que
niega rotundamente las formas en que se habían entendido el arte y sus vertientes, quitando
al arte aurático de su lugar privilegiado y único en la expresión artística y la configuración
misma del arte, aunque sin abandonarlo del todo.
Si bien Benjamin focaliza su análisis en el cine y la fotografía como formas del arte propias
de una época signada por la reproducción técnica, pensar desde nuestra actualidad implica
ir más allá de tales formas y ubicar la mirada en lo que desde la masificación del uso de las
redes inalámbricas de comunicación y el desarrollo tecnocientífico relacionado a estas ha
devenido para configurarse en una aparente nueva dimensión: lo virtual. La prognosis de
Benjamin permite extender sus posicionamientos prácticos sobre el uso revolucionario de la
técnica a las expresiones de la tecnociencia que hoy experimentamos, pues incluso la
fotografía y el cine han mutado en nuevas dinámicas que, si bien tienden a conservar lo
tradicional de la exhibición en un espacio físico, también han encontrado su lugar predilecto
en la dimensión de la virtualidad.
Con Benjamin es posible ver que incluso si no interactuamos directamente con los
procesos que generan tal realidad virtual, sí que somos participes en su sustento, pues
somos consumidores que pagan por servicios y tal pago es destinado a mantener y legitimar
los modos de producción capitalistas, ya que los servidores, satélites y antenas no se
desarrollan y dan mantenimiento por sí mismos, ni los programadores e ingenieros se
contratan y pagan solos. Y es justamente el hecho de que no somos conscientes del
entramado causal que subyace detrás de nuestro uso de la técnica lo que nos sume en la
dinámica cíclica de consumo, enajenación y alienación por medio de la industria cultural,
por el uso fascista y capitalista de la técnica, que nos bombardea con publicidad y moldea
nuestro deseo con formas subliminales y arquetípicas a través del entretenimiento
hegemónico y la implantación de tendencias. Por esto es siempre necesario el ilustre
llamado a la consciencia crítica como una actitud de lucidez y autoconocimiento que es
capaz de identificar los procesos económicos, políticos, sociales, etc., que constituyen a los
fenómenos de los que somos participes y testigos, como el hecho mismo del uso de la
virtualidad y sus dispositivos.
La cuestión acá es, ¿en qué medida algo dado en un ámbito de irrealidad, de imagen
y virtualidad, puede afectar y ser efectivo en el ámbito de la realidad, entendida como la
base material que produce lo inmaterial-irreal? Aparentemente esto querría partir en la
dirección contraria, pues el materialismo nos indica que es por la base material por donde
se ha de realizar un cambio radical y efectivo, y por ello parece que toda presunta actitud
práctica o praxis que se dé únicamente en el ámbito de lo irreal, de lo virtual, no es -valga
la redundancia- irreal ni negativa, sino únicamente insuficiente, o en el peor de los casos,
ilusoria. Cosa distinta parece ser una praxis artística en la virtualidad. Ésta puede consistir
en la difusión de obras digitalizadas o de obras digitales a través de distintas plataformas
-como redes sociales, aplicaciones o sitios web-, pero no se reduce a ello, pues también
observamos el uso de las redes como medio de organización para el desarrollo de
actividades colectivas tanto en la virtualidad como en la corporalidad, es decir, en una
integración entre la imagen y el cuerpo, por lo que ésta praxis virtual no es más que la
apropiación y utilización de la técnica para fines determinados de comunicación de la
información y la organización y articulación de las subjetividades. Quizás esto no sea
exclusivo del arte, pues podríamos pensar en que cualquiera puede hacer uso de la técnica
con esos fines -aún si en lo particular puede dirigirse a diversísimas pretensiones
personales-, no obstante, el arte forma parte de una esfera de constitución de lo humano
signada por funciones catárquicas, cognitivas o espirituales, que son valiosas dependiendo
de su uso y diligencia, ya sea para la movilización de las masas o la organización del
sonidero, pero también para el adoctrinamiento y la opresión. Lo determinante, pues, yace
en el uso que le demos al arte como vehículo cognitivo, catárquico o espiritual, a partir de
la asunción y toma de consciencia crítica y de uso de la técnica en una praxis articulada
movilizada desde los frentes y horizontes acorde a las condiciones y posibilidades de su
organización, apropiándose de la virtualidad y domándola nuevamente desde la
corporalidad y la materialidad. Si la virtualidad sigue siendo una tentativa de abandono de
la realidad o la vía para su confirmación, sólo podrá determinarlo nuestro actuar presente,
arraigado al pasado, que se proyecta hacia el porvenir.
4. Bibliografía
Fink, Eugen. Play as Symbol of The World and other writings. Traducción de Alexander
Moore y Christopher Turner. USA: Indiana University Press, 2016.
Platón. Ión en Diálogos. Tomo I. Traducción de Emilio Lledó Íñigo. Madrid: Editorial
Gredos, 1986.
Platón. República en Diálogos. Tomo IV. Traducción de Conrado Eggers Lan. Madrid:
Editorial Gredos, 1986.