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4.2. Arturo Alessandri, Manuel Somarriva & Antonio Vodanovic. Tratado de Las Obligaciones. Vol. 1. 2 Edición. Editorial Jurídica de Chile. Páginas 74 A 106.
4.2. Arturo Alessandri, Manuel Somarriva & Antonio Vodanovic. Tratado de Las Obligaciones. Vol. 1. 2 Edición. Editorial Jurídica de Chile. Páginas 74 A 106.
94. V Í N C U L O S J U R Í D I C O S P E R F E C T O S Y VÍNCULOS J U R Í D I C O S I M P E R F E C T O S .
Hay autores que estiman que el vínculo jurídico que supone la obliga¬
ción puede ser perfecto o imperfecto: el primero ligaría al deudor en
forma tal que aseguraría al acreedor la plenitud de la protección jurídi¬
ca; el segundo, en cambio, sólo le daría alguna protección o una ate¬
nuada. Tipo de vínculo u obligación imperfecta sería la llamada
obligación natural; los vínculos jurídicos perfectos constituyen las obli¬
gaciones civiles.
Una parte importante de la doctrina moderna estima inadmisible
reconocer existencia, dentro de las relaciones obligatorias, a los víncu¬
los imperfectos que no dan una seguridad jurídica completa al acree¬
dor. Un verdadero vínculo jurídico sólo se concebiría cuando la tutela
del interés del acreedor fuera total. Por tanto, las obligaciones imper¬
fectas no serían en realidad obligaciones, sino otra cosa, un hecho
jurídico o una causa de atribución patrimonial que el ordenamiento
jurídico justifica, así como, en otro campo, el simple ánimo de benefi¬
ciar o "animus donandi" justifica la donación. En el estudio de las
obligaciones naturales, que a continuación iniciaremos, el asunto será
analizado.
N 172, p. 313.
E
Iavolenus, en Digesto, Libro X X X V , título 1, ley 40, párrafo 3: "Ego puto, secundiun
4
* Ruggiero e Maroi, htituzioni di Diritto Civile, volume secondo, nona edizione ¡mera¬
mente riveduta dal Prof. Cario Maiorca, Milano, 1962, p. 9.
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN
r a z ó n un texto legal. Y es lógico que así sea. Porque esa figura es una conce¬
sión del legislador, una excepción a la normalidad o estrictez de sus
principios, y toda excepción necesita mención expresa. Por cierto, lo
anterior no significa, en cada caso, la necesidad de un rótulo; las cosas
se reconocen más por sus caracteres propios que por el nombre.
Las obligaciones naturales forman, pues, un Derecho de excepción;
por ende, su interpretación es restrictiva y no admite la vía analógica.
La duda sobre si una obligación es civil o natural se presentará muy
difícilmente por los caracteres recios de la primera; pero en caso de que
ocurra, claro es que el entendimiento estará a favor de la obligación civil,
que representa el imperio de lo normal. Sin embargo, a principios de
siglo una sentencia hizo abstracción de ésta y otras consideraciones, tal
vez no por olvido, sino por un plausible afán de equidad; declaró: "Es
una obligación natural la impuesta al reo en el decreto de indulto de
constituir una renta vitalicia a favor de la viuda del occiso por un capital
determinado que debería pasar en propiedad absoluta a los herederos
de aquélla. Por consiguiente, el indultado no tiene derecho para repetir
las pensiones que ha pagado". ' En verdad, la obligación del reo era civil,
1
porque la viuda, conforme al decreto, tenía acción para exigir las presta¬
ciones. Por otra parte, dicha obligación era ilegal, porque el Presidente
de la República carecía de facultades para establecerla.
Más frecuente es la duda que ofrecen las leyes que se limitan a
establecer la irrepetibilidad de prestaciones; a veces no se sabe si hay
envuelta una obligación natural o una sanción de una conducta ilícita,
y las dos son figuras de derecho excepcional e interpretación restringi¬
da. En estas hipótesis no cabe sino el análisis de los fines y fundamen¬
tos de las normas legales que las contienen, y derivar de ahí el
diagnóstico diferencial para el caso clínico. Más adelante tendremos
ocasión de aplicar esta pauta.
103. L A S O B L I G A C I O N E S N A T U R A L E S D E L A R T Í C U L O 1470 D E L C Ó D I G O
CIVIL; CLASIFICACIÓN. La doctrina clasifica las obligaciones naturales enu¬
meradas en el artículo 1470 en dos grupos, uno constituido por las obli¬
gaciones civiles abortadas, que también se llaman nulas, rescindibles o
anulables, y otro formado por las obligaciones chiles degeneradas.
105. a) O B L I G A C I O N E S N U L A S C O N T R A Í D A S P O R C I E R T O S INCAPACES.
1. Enunciado. Constituyen obligaciones naturales "las contraídas por
personas que teniendo suficiente j u i c i o y discernimiento, son, sin em¬
bargo, incapaces de obligarse según las leyes, como los menores adul¬
tos" (N I del artículo 1470).
e a
II \INCU.O1)1- LA OBLIGACIÓN 83
8
Véanse Barbero, Sistema delDiritto Privato italiano, volumen I, Torino, 1965, N 8 1 , Q
p. 160; Betti, Teoría general del negocio jurídico, traducción española, Madrid, sin fecha, N 27, s
pp. 176 y 177; Carlos Ferrara, El negocio jurídico, traducción española, Madrid, 1956, N 132,
9
Y resulta que estos medios de validar una obligación civil nula y pura¬
mente natural sólo se conciben antes de la declaración de nulidad;
después ya no hay forma de sanar a la obligación enferma. En conse¬
cuencia, es el propio legislador el que da por supuesto que la obliga¬
ción existe como natural antes de la declaración judicial de nulidad del
acto o contrato de que ella emana.
Esta tesis ha sido acogida por la jurisprudencia. Las sentencias son
todas del siglo X I X . 9
tribunales. 11
9-11
Se inclinan a pensar que en el N 3 del artículo 1470 la palabra actos se refiere sólo
9 9
*- Corte de Santiago, 23 septiembre 1868, Gaceta de los Tribunales, año 1868, N 1879,
b 9
p. 815.
10
A. Alessandri R., Teoría de las Obligaciones, Santiago, 1988, pp. 46 a 4 9 ; Guillermo
Correa Fuenzalida, Las Obligaciones, edición mimeográfica, Santiago, 1933, p. 170; Somarri-
va, en el Curso de Derecho Civil, basado en las explicaciones de clases de él y de A. Alessandri
R., t. III, Santiago, 1941, NT 5 1 , p. 39; F. Fueyo L., De las Obligaciones, volumen I, Santiago,
1958, N 4 6 , p. 7 1 ; Abeliuk, Las Obligaciones, t. I, Santiago, 1933, N 3 2 3 , p. 2 6 9 .
9 9
11
Corte de Santiago, 27 octubre 1876, Gaceta de los Tribunales, 1876, N 2 2 8 5 , p. 1169; 9
Corte de Santiago, 23 septiembre 1868, Gaceta de los Tribunales, 1868, N 1879, p. 815.
12 s
En este sentido, L. Claro Solar, Explicaciones de Derecho Civil chilenoy comparado, t. 10,
13
N 3 4 , p. 50; R. Meza Barros, Manual de Derecho Civil, De las Obligaciones, Santiago, 1997,
e
N 6 1 , p . 43.
s
978 (cons. 3-, I instancia, p. 9 7 9 ) ; Corte de Santiago, 19 agosto 1887, misma Gaceta, 1887,
a
N 1953, p. 1182; Corte de Santiago, 2 agosto 1889, misma Gaceta, 1889, N 2 0 8 4 , p. 1383;
s s
Corte de Valparaíso, 11 septiembre 1897, misma Gaceta, 1897, t. II, N 2 7 0 6 , p. 369 (cons.
Q
r-, p. 372).
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN 91
que haya transcurrido el plazo que señala la ley, sin que sea necesario
que se haya dictado la sentencia que declara la prescripción liberatoria,
porque esta prescripción, que extingue las acciones y derechos ajenos,
exige solamente cierto lapso de tiempo, durante el cual no se hayan ejercido
dichas acciones (artículo 2 5 1 4 , inciso l ) .
9
412' H e n r i L ó
e n et " Corte de Apelaciones de Santiago, 6 de mayo de 1881, Gaceta de los Tribunales, año
1881, N 528, p. 333.
2
'II, TRATADO DE LAS OBLIGACIONES
2. Juegos de azar. La ley, haciéndose eco de tal vez del antiguo prover¬
bio según el cual "las cartas y los dados son los libros y los huesos del
diablo", declara ilícitos los juegos de azar, o sea, aquellos en que predo¬
mina la suerte sobre la inteligencia o destreza de los jugadores. De
acuerdo con el Código Civil, hay objeto ilícito en las deudas contraídas
en j u e g o s de azar; éstas son nulas y de ningún valor (artículos 2 2 5 9 ,
1466, 1682 y 1 0 ) . Su cumplimiento no puede exigirse por el victorioso.
Pero pagada la deuda de j u e g o de azar por el perdedor, éste no está
autorizado para pedir después la devolución, porque es irrepetible lo
dado o pagado por un objeto ilícito a sabiendas (artículo 1 4 6 8 ) .
Lejos del pensamiento debe estar que dicha irrepetibilidad configu¬
ra una obligación natural: el pago no responde a una causa lícita; la
ley, al impedir la devolución, sólo sanciona la conducta torpe del juga¬
dor, conforme se explicó en el párrafo de las características de las
obligaciones naturales (supra N 1 0 0 ) . e
expresa que "la clasificación que el Código Civil hace de los juegos
para determinar su licitud o ilicitud, según sean o no de azar,
lícitos e ilícitos rige igualmente para las apuestas. Son ilícitas las apues¬
tas a base del azar; así lo impone la filosofía de la ley y los fines de
conveniencia pública que ella tutela".
Las apuestas lícitas no producen acción, sino solamente excepción.
El que gana no puede exigir el pago. Pero si el que pierde paga, no
puede repetir lo pagado, a menos que se haya ganado con dolo (artícu¬
lo 2 2 6 0 ) . Hay dolo en el que hace la apuesta si sabe de cierto que se ha
de verificar o se ha verificado el hecho de que se trata (artículo 2 2 6 1 ) .
La irrepetibilidad supone que el pago se haya realizado por perso¬
nas que tienen la libre administración de sus bienes. Rige la misma
norma del artículo 2 2 6 2 transcrita poco más arriba.
No hay duda, pues, que las apuestas lícitas dan origen a obligacio¬
nes naturales.
En cuanto a las apuestas ilícitas, tienen objeto de esta naturaleza y,
por lo mismo, son absolutamente nulas (artículo 1 6 8 2 ) . No producen
obligaciones civiles ni naturales. Y si bien es cierto que no puede repe¬
tirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a
sabiendas (artículo 1 4 6 8 ) , la irrepetibilidad en este caso es una san¬
ción: la ley no permite al que pagó invocar su propia torpeza, según se
explicó oportunamente.
6. Apuestas y juegos de azar autorizados excepcionalmente por leyes. Por
excepción, algunas leyes autorizan juegos de azar y apuestas que, con¬
forme a la legislación común, tienen sanción penal y, desde el punto
de vista civil, adolecen de objeto ilícito. Es el caso de las leyes que
regulan la Lotería de Concepción, la llamada Polla Chilena de Benefi¬
cencia, el Casino de Viña del Mar y otros, los hipódromos establecidos
por autorización del Presidente de la República; estos últimos, cum¬
pliendo determinados requisitos, pueden organizar y mantener el siste¬
ma de apuestas mutuas, con arreglo a los reglamentos que se expidan
por dicho mandatario. Algunas de estas leyes, como las referentes al
22
Ley N 4 . 2 8 3 , de 16 de febrero de 1928, sobre el Casino de Viña del Mar (artículo 8 ) ;
2 9
por el Decreto con Fuerza de Ley N 3 5 2 , de 20 de mayo de 1931 y por la Ley N 5.055, de 12
2 2
Hay, además de los citados, varios otros cuerpos legales que se ocupan de casinos de
juegos, apuestas mutuas, rifas, sorteos y colectas.
23
En este sentido Arturo Alessandri Besa, La nulidad y la rescisión en el Derecho Civil
chileno, Memoria de Licenciado, Santiago, 1949, N 164, p. 145; en una edición posterior,
9
sin fecha, este N 164 figura en la página 145 del tomo primero. Sigue el mismo criterio de
2
Alessandri, Ramón Meza Barros, Manual de Derecho Civil, De las Fuentes de las Obligaciones,
tomo II, Santiago, 1975, N 3 5 2 , p. 2 3 6 .
2
24
En el mismo sentido Avelino León H., El objeto en los actosjurídicos, Santiago, 1958,
N 54, p. 95.
2
1111 TRATADO DE LAS OBLIGACIONES