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74 I K\l ) 1)1 1 A S < >ffl I ( , A ( IONT.

A veces, el ordenamiento jurídico, atendiendo a especiales considera¬


ciones, fija un máximo de duración a las relaciones jurídicas; en otras
señala un mínimo y, en fin, hay casos en que por razones de interés social
condiciona el derecho de uno de los sujetos a poner término a la relación.

94. V Í N C U L O S J U R Í D I C O S P E R F E C T O S Y VÍNCULOS J U R Í D I C O S I M P E R F E C T O S .
Hay autores que estiman que el vínculo jurídico que supone la obliga¬
ción puede ser perfecto o imperfecto: el primero ligaría al deudor en
forma tal que aseguraría al acreedor la plenitud de la protección jurídi¬
ca; el segundo, en cambio, sólo le daría alguna protección o una ate¬
nuada. Tipo de vínculo u obligación imperfecta sería la llamada
obligación natural; los vínculos jurídicos perfectos constituyen las obli¬
gaciones civiles.
Una parte importante de la doctrina moderna estima inadmisible
reconocer existencia, dentro de las relaciones obligatorias, a los víncu¬
los imperfectos que no dan una seguridad jurídica completa al acree¬
dor. Un verdadero vínculo jurídico sólo se concebiría cuando la tutela
del interés del acreedor fuera total. Por tanto, las obligaciones imper¬
fectas no serían en realidad obligaciones, sino otra cosa, un hecho
jurídico o una causa de atribución patrimonial que el ordenamiento
jurídico justifica, así como, en otro campo, el simple ánimo de benefi¬
ciar o "animus donandi" justifica la donación. En el estudio de las
obligaciones naturales, que a continuación iniciaremos, el asunto será
analizado.

B. IAS OBLIGACIONES NATURALES*

95. C O N C E P T O S DE O B L I G A C I O N E S CIVILES Y DE O B L I G A C I O N E S NATURA¬


L E S ; CONTRAPOSICIÓN ENTRE UNAS Y OTRAS. El Código Civil, basándose
en la fuerza o eficacia del vínculo, clasifica las obligaciones en civiles y
meramente naturales. Civiles son aquellas que dan derecho para exigir
su cumplimiento. Naturales, las que no confieren derecho para exigir
su cumplimiento, pero que cumplidas, autorizan para retener lo que se
ha dado o pagado en razón de ellas (artículo 1470, incisos l a 3 ) . e e

Las obligaciones naturales se caracterizan, pues, porque el hecho


de su incumplimiento no puede dar lugar a una acción de ejecución
coactiva o de resarcimiento, aunque el cumplimiento espontáneo es

* Bibliografía: Hugo Tapia Arqueros, De las obligaciones naturales, Memoria de Prueba.


Concepción, 1 9 4 1 .
K l . V I N C I T . O 1)K I \OBI

válido y, por consiguiente, cuanto se haya pagado no es susceptible de


repetición. 3

Las obligaciones civiles constituyen la regla general; las naturales, la


excepción. Todas las obligaciones de que habla el Código son obliga¬
ciones civiles, salvas las expresamente exceptuadas; en los casos de
duda, debe entenderse que la obligación es civil.

96. O R I G E N H I S T Ó R I C O ; D E R E C H O ROMANO. La obligación natural tiene


su cuna histórica en el Derecho Romano, que, a través de ella, preten¬
de templar el rigor de la ley y satisfacer la equidad, sin que esté ausente
tampoco un interés práctico. Ese Derecho, como siempre, no formula
ninguna teoría general; limítase a reconocer o consagrar casos concre¬
tos de obligationes naturales tantum. Parece que el primero de ellos surge
a raíz de la interpretación de un testamento: un amo, por acto de
última voluntad, liberta a su esclavo y le lega lo que a éste debe. El
jurisconsulto Servius estima nulo el legado, porque un amo nada pue¬
de deber a su esclavo. Pero Iavolenus Priscus (nacido antes del año 60
de nuestra era) afirma la validez del legado, pues la intención del
testador fue legar lo que si no en el derecho, en la realidad de los
hechos debía, y esa deuda - e x p l i c a - , según la mente del testador, debe
ser tenida más como natural que como civil. 4

La idea se desarrolla y aplica a las obligaciones que emanan de los


contratos celebrados por los esclavos. Tales contratos, conforme al De¬
recho Civil romano, carecen de validez; pero resulta que los hombres
libres no ejercen el comercio directamente, sino valiéndose de esclavos
las más de las veces; y entonces es conveniente reconocer al menos el
carácter de naturales a las obligaciones que surgen de los contratos por
ellos celebrados.
El concepto toma mayor vuelo y amplía su órbita. Una serie de
hechos y actos que no producen obligaciones civiles pasan a mirarse
como fuentes de obligaciones naturales: los contratos celebrados entre
el "paterfamilias" y los hijos y los de éstos entre sí; los préstamos con¬
traídos por el hijo de familia violando la prohibición del Senadoconsul-
to M a c e d o n i a n o ; los compromisos asumidos por el pupilo sin
autorización del tutor; el pago del deudor que por error ha sido ab-
suelto por el j u e z ; el pago de una obligación extinguida por la prescrip¬
ción, etc.

M. Rotondi, Instituciones de Derecho Privado, traducción del italiano, Barcelona, 1953,


3

N 172, p. 313.
E

Iavolenus, en Digesto, Libro X X X V , título 1, ley 40, párrafo 3: "Ego puto, secundiun
4

mentem testatoris, naturale magis quam civile debitum spectandum esse".


76 TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

Los romanos atribuyen diversos efectos a las obligaciones naturales.


El esencial y característico es el de la "soluti retentio", o sea, el que ha
recibido la prestación puede retenerla sin estar expuesto a su devolu¬
ción, ni siquiera cuando el deudor hubiera pagado por error, es decir,
creyendo que solucionaba una obligación civil. Basta que el deudor
pague voluntariamente, en forma espontánea, sin que se le fuerce,
para que el pago esté bien hecho.
Además de la retención de lo pagado, las obligaciones naturales
producen otros efectos: pueden transformarse en civiles mediante la
novación o el reconocimiento del débito; son susceptibles de garanti¬
zarse con fianza, prenda o hipoteca; dan lugar a la compensación con
las obligaciones civiles.
Por último, es de advertir que los efectos señalados pueden darse
en las obligaciones naturales; pero, como recalcan los romanistas, no
es necesario que concurran todos, pues la obligación natural no es un
tipo único y fijo. En principio, se dice, cada obligación natural sólo
produce los efectos que no son incompatibles con el motivo que ha
determinado al legislador a rehusarle la sanción, es decir, a privarla de
acción.

97. E L N O M B R E , a) Los jurisconsultos romanos moldean la obligación


natural cuando, con el progreso de las costumbres, el derecho se espi¬
ritualiza y el medio cultural sufre la influencia de la filosofía griega,
particularmente la de los estoicos, en el primer siglo de la era cristiana.
Para el estoicismo, la ley natural gobierna el mundo, y la ley natural
es la recta razón prescribiendo lo que debe hacerse y prohibiendo
aquello que debe evitarse. Este derecho natural, que sólo tiene existen¬
cia en el puro campo de la abstracción filosófica, es el que tomaron los
romanos de la filosofía griega para fundamentar la obligatio naturalis.
De manera que el nombre de ésta no procede del otro ius naturale o tus
gentium, es decir, el que la razón natural ha establecido entre todos los
hombres y se observa uniformemente entre todos los pueblos.
La obligación natural es la que se funda sólo en la ley de esta
especie, en la naturaleza misma de las relaciones sociales y en los co¬
rrespondientes principios del derecho natural, sin que concurra a su
formación el ius civile. Por eso éste no la sanciona.
b) En las fuentes del Derecho Romano se encuentran dos clases de
obligaciones naturales, las propias, llamadas obligationes naturales tan-
tum, verdaderas obligaciones aunque de menor eficacia que las civiles,
y las impropias naturali improprie, que no suponen un vínculo preexis¬
tente y se basan sólo en deberes religiosos, morales, sociales o de con¬
ciencia. En las últimas también rige el principio o efecto de la
irrepetibilidad, pero no porque se las estime comprendidas en la esfera
E L V I N C U L O DE LA OBLIGACIÓN 7 7

jurídica, sino porque el autorizar la devolución de lo pagado sería


inmoral. Ejemplos de obligaciones naturales impropias: la determina¬
ción de la mujer de dotarse por creer estar obligada a ello; la presta¬
ción de alimentos por respeto piadoso sin que ninguna ley la imponga
como obligación; las donaciones o prestaciones de servicios hechas por
el liberto al señor sin que tenga obligación de hacerlas.
En el derecho justinianeo la distinción entre obligatio civilisy obliga-
tio naturalis representa una contraposición de un vínculo de derecho a
un vínculo de justicia o equidad.
c) La obligación natural atraviesa las épocas y llega hasta nuestros
días. Hoy su nómbrese critica por ciertos sectores. Dícese que no resulta
inteligible sino conociendo la evolución del Derecho Romano, y si a
esta consideración se agrega que los casos que él preveía de créditos
sin acción han sido incrementados con otros, parece preferible -se
afirma- cambiar el nombre y hablar de obligaciones imperfectas. En
definitiva, la sugerencia no ha cuajado en las legislaciones más recien¬
tes, que siguen usando la expresión obligación natural (Código Civil
italiano de 1942, artículo 2 0 3 4 ; Código Civil de Etiopía de 1960, artícu¬
lo 2 4 3 2 ) . Pero esto no obsta a que la doctrina emplee las dos denomi¬
naciones, a veces como sinónimas, a veces dando carácter genérico a
las obligaciones imperfectas y carácter de especie a las naturales.

9 8 . NATURALEZA J U R Í D I C A ; DOCTRINAS. Nadie duda de que la obliga¬


ción natural da margen a un efecto jurídico. De lo contrario no se
explicarían las disposiciones que le consagra el Código Civil. El proble¬
ma reside en determinar si ella misma es verdaderamente una obliga¬
ción jurídica o sólo un hecho jurídico. Al respecto, las principales
doctrinas son las siguientes:
1. Según la del débito y la responsabilidad, la obligación natural es la
obligación a la cual falta este último elemento, pues de los dos norma¬
les de la obligación moderna, sólo tiene el débito. Pero se ha observa¬
do, con razón, que el aserto importa limitarse a describir el fenómeno,
y no contiene respuesta a la pregunta sobre si la obligación natural es
jurídica y, en caso de serlo, por qué causa, razón o motivo.
2. Para otra doctrina, la obligación natural no es un vínculo jurídi¬
co, porque no es coercible; es sólo un deber o una obligación moral. La
retención del pago, más que un efecto inmediato de la obligación
natural, representa una consecuencia del voluntario cumplimiento, el
nal crea una situación que sólo desde esle momento la ley considera \
protege. En contra se arguye que la coercibilidad no es nota imprescin¬
dible de lo jurídico, que debe reconocerse existir si hay una tutela
legal, por mínima que sea, y ésta la tiene la obligación natural al autori¬
zar el Código retener lo que se ha dado o pagado en razón de ella. Por
78 TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

otra parte, no puede identificarse el deber moral con la obligación


natural; si bien ambos se parecen en la voluntariedad de su cumpli¬
miento, se diferencian al mismo tiempo en que la prestación del deber
moral es un acto de donación o de liberalidad y la de la obligación
natural un pago, acto esencialmente a título oneroso. Todo esto no
quiere decir que las obligaciones naturales no sean deberes morales; lo
son, pero no simples deberes morales, sino que deberes morales reves¬
tidos de juridicidad, puesto que la ley los provee de una sanción, la de
la irrepetibilidad del pago. Por último, la retención del pago no puede
desconectarse del vínculo natural: si se paga es porque hay un débito, y
no por hacer una donación o una liberalidad, y ese débito no puede
tener su raíz sino en un vínculo jurídico, imperfecto si se quiere y con
sanción atenuada, pero no por eso menos vínculo jurídico, ya que
cuenta al menos con la sanción que significa el no autorizar la devolu¬
ción de lo pagado.
3. Conforme a otra doctrina, la obligación natural es un deber
originariamente no jurídico, que adquiere eficacia jurídica, es decir, se
convierte en una obligación jurídica por efecto del cumplimiento o de
un acto que lo garantice o tienda a sustituir la obligación natural por
una civil (novación, que equivale a un verdadero pago). Se ha replica¬
do que en verdad la obligación natural desde un comienzo es un víncu¬
lo jurídico y que lo que ocurre es que su eficacia como tal la despliega
en el acto en que es reconocido o ejecutado voluntariamente por el
deudor. La irrepetibilidad del pago demuestra que había un vínculo
dotado incluso de una coercibilidad, aunque mínima, indirecta y ate¬
nuada.
4. Por fin, una doctrina que cuenta con muchos partidarios sostiene
que la obligación natural no es un vínculo jurídico, ni antes ni después
del pago; es sólo un hecho jurídico que adquiere relevancia con poste¬
rioridad al pago voluntario, pues se erige, a los ojos de la ley, en causa
justificativa de éste y lo hace firme e irrepetible, sin ser donación ni
liberalidad. Sin duda, la obligación natural justifica el pago, pero la
existencia de ella como obligación jurídica con anterioridad a éste no
puede cuestionarse al menos en derechos como el nuestro, que admi¬
ten constituir garantías (fianza, prenda, hipoteca) para asegurar el pago
de la obligación natural v, además, ofrecen la posibilidad de que ésta
sea novada. Tales garantías y la novación suponen la existencia de
obligaciones jurídicas. En cuanto a que la obligación natural tampoco
es un vínculo jurídico después del pago, cabría decir que es un vínculo
jurídico extinguido.

99. HIPÓTESIS DE OBLIGACIONES NATURALES EN LOS SISTEMAS LEGISLATI¬


V O S , a) Conforme a una tendencia, la obligación natural, si bien imper-
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN 79

fecta, es una obligación, y aunque su voluntario cumplimiento repre-


sente un deber moral, es distinta de éste y preexiste a su ejecución o a
su reconocimiento.
b) Según otra tendencia, la obligación natural es un deber moral o
de conciencia que el derecho no hace sino reforzar una vez que ha
sido ejecutado o reconocido.
El Código Civil chileno sigue el primer punto de vista; el Código
Civil italiano de 1942, el segundo. En efecto, declara:
"No se admite la repetición de cuanto ha sido espontáneamente
prestado en ejecución de deberes morales o sociales, salvo que la pres¬
tación haya sido cumplida por un incapaz.
Los deberes señalados en el inciso precedente, y todos los otros
para los cuales la ley no otorga acción pero excluye la repetición de lo
que ha sido espontáneamente pagado, no producen otros efectos" (ar-
tículo 2 0 3 4 ) .
El Código Civil francés ha sido interpretado por la jurisprudencia
en este último sentido. Dicho Código se limita a disponer: "Todo pago
supone una deuda; lo que ha sido pagado sin ser debido es susceptible
de repetición. No se admite la repetición respecto de obligaciones
naturales que han sido voluntariamente pagadas" (artículo 1 2 3 5 ) . Como
el Código francés no define la obligación natural, la doctrina clásica de
ese país ha expresado que no se trata de un simple deber moral, sino
de una verdadera obligación que, por causas especiales o particulares,
está privada de fuerza coercitiva. Pero la jurisprudencia ha interpreta¬
do con amplitud el texto y declara que existe obligación natural cada
vez que una persona se obliga frente a otra o le entrega una suma de
dinero, no bajo el impulso de una intención de donar, sino a fin de
cumplir un deber imperioso de conciencia y de honor.
Las legislaciones que siguen la concepción de la obligación imper¬
fecta marcan cada caso de obligación natural, sea con este nombre o
atribuyendo expresamente el efecto típico de la irrepetibilidad a la
ejecución de relaciones lícitas que no constituyen obligaciones civiles.
En otras palabras, cada obligación natural exige un texto expreso de la
ley que en una u otra forma la consagre. Por el contrario, los ordena¬
mientos jurídicos que ven en la obligación natural una obligación mo¬
ral o de conciencia reforzada, no exigen un texto expreso para cada
una de esas obligaciones; ellas existen desde que surge un deber moral
con un objeto y un titular precisos. Este último criterio, tan genérico,
conduce, como alguien ha dicho, a la inflación de las obligaciones
naturales.

100. CARACTERÍSTICAS DE LAS OBLIGACIONES NATURALES DENTRO DE NUES¬


T R O C Ó D I G O CIVIL. 1- No confieren acción para exigir su cumplimien-
80 TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

to, pero sí excepción para retener lo que se ha dado o pagado en razón


de ellas.
2 El que cumple la obligación natural no puede repetir, o sea, no
a

está autorizado para pedir la devolución de lo que dio o pagó.


3 La irrepetibilidad ha de fundarse en la licitud o justicia de la causa
a

que movió a dar o pagar, porque el cumplimiento de la obligación natu¬


ral representa un deber moral. En consecuencia, si la irrepetibilidad es
una sanción de una conducta ilícita del que dio o pagó, ella no es
síntoma de una obligación natural y se justifica por el principio de que
no debe escucharse al que alega o invoca su propia culpa (nemo auditur
propiam turpitudinem allegans), y si la culpa o causa torpe es común a
ambas partes, debe quedarse con la cosa el que la posee, porque entre
dos torpes la ley estima que es mejor la condición del que posee (in
parí causa turpitudinis melior es condicio possidentis). Dedúcese de lo ex¬
puesto que no hay obligación natural en la disposición que ordena:
"No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o
causa ilícita a sabiendas" (Código Civil, artículo 1 4 6 8 ) .
Hemos dicho que el cumplimiento de la obligación natural importa
un deber moral. A este respecto, se ha distinguido, para evitar confu¬
siones, entre: 1) la moralidad del debery 2) la moralidad del hecho del cual se
origina el deber, y resulta claro que de un hecho en sí inmoral puede
nacer a veces un deber moral. La discriminación tiene especial relieve
en los ordenamientos jurídicos que, en forma genérica, permiten califi¬
car de obligación natural todo deber de conciencia espontáneamente
cumplido, mediante prestaciones patrimoniales, por una persona ca¬
paz. Por ejemplo, los tribunales franceses e italianos consideran casi
siempre, no como donación remuneratoria, sino como cumplimiento
de una obligación natural las prestaciones patrimoniales que se hacen
a una mujer para indemnizarla del daño económico que se le causó
por la relación "more uxorio", es decir, por haber tenido trato con ella
a la manera de cónyuge.
4 La prestación de las obligaciones naturales es siempre de dar,
a

"porque sólo con relación a una cosa es posible la exclusión de la


repetición de aquello que se ha dado". Además, es obvio que la reten¬
3

ción de lo dado o pagado se refiere a la conservación de una cosa


material que adquiere el acreedor, adquisición que precisamente tiene
como causa justificadora la obligación natural.

101. TAXATIVIDAD DE IAS OBLIGACIONES NATURALES; INTERPRETACIÓN


RESTRICTIVA. No hay más obligaciones naturales que las que establece

* Ruggiero e Maroi, htituzioni di Diritto Civile, volume secondo, nona edizione ¡mera¬
mente riveduta dal Prof. Cario Maiorca, Milano, 1962, p. 9.
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN

r a z ó n un texto legal. Y es lógico que así sea. Porque esa figura es una conce¬
sión del legislador, una excepción a la normalidad o estrictez de sus
principios, y toda excepción necesita mención expresa. Por cierto, lo
anterior no significa, en cada caso, la necesidad de un rótulo; las cosas
se reconocen más por sus caracteres propios que por el nombre.
Las obligaciones naturales forman, pues, un Derecho de excepción;
por ende, su interpretación es restrictiva y no admite la vía analógica.
La duda sobre si una obligación es civil o natural se presentará muy
difícilmente por los caracteres recios de la primera; pero en caso de que
ocurra, claro es que el entendimiento estará a favor de la obligación civil,
que representa el imperio de lo normal. Sin embargo, a principios de
siglo una sentencia hizo abstracción de ésta y otras consideraciones, tal
vez no por olvido, sino por un plausible afán de equidad; declaró: "Es
una obligación natural la impuesta al reo en el decreto de indulto de
constituir una renta vitalicia a favor de la viuda del occiso por un capital
determinado que debería pasar en propiedad absoluta a los herederos
de aquélla. Por consiguiente, el indultado no tiene derecho para repetir
las pensiones que ha pagado". ' En verdad, la obligación del reo era civil,
1

porque la viuda, conforme al decreto, tenía acción para exigir las presta¬
ciones. Por otra parte, dicha obligación era ilegal, porque el Presidente
de la República carecía de facultades para establecerla.
Más frecuente es la duda que ofrecen las leyes que se limitan a
establecer la irrepetibilidad de prestaciones; a veces no se sabe si hay
envuelta una obligación natural o una sanción de una conducta ilícita,
y las dos son figuras de derecho excepcional e interpretación restringi¬
da. En estas hipótesis no cabe sino el análisis de los fines y fundamen¬
tos de las normas legales que las contienen, y derivar de ahí el
diagnóstico diferencial para el caso clínico. Más adelante tendremos
ocasión de aplicar esta pauta.

102. CASOS DE OBLIGACIONES NATURALES EN EL C Ó D I G O C I V I L CHILENO.


a) El artículo 1470 define las obligaciones naturales; a renglón seguido
agrega: "Tales son:"; y enumera cuatro casos. ¿Son éstos los únicos? Induce
a pensar que sí la forma rotunda de la expresión, que contrasta con el uso
que de ella hace el mismo Código en otras disposiciones, complementán¬
dola con las palabras "por ejemplo". Es muestra viva en este senúdo la
norma que declara qué cosas se reputan inmuebles por desuno; luego de
decirlo añade: "Tales son, por ejemplo' (artículo 5 7 0 ) . Si en el artículo 1470
no aparecen estos úlümos vocablos -se piensa- es porque a la enumera-

do, nona edizione intera-


6
Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago, de 3 de enero de 1905, publicada
en la Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo II, segunda parte, sección I , p. 143.
a
TRATADO DE IAS OBLIGACIONES

ción quiso dársele carácter taxativo. Parece abonar la conclusión otro


precepto, el que dice: "No se podrá repetir lo que se ha pagado para
cumplir una obligación puramente natural de las enumeradas en el artícu¬
lo 1470" (artículo 2 2 9 6 ) , o sea, la redacción se presta para divisar la obliga¬
ción natural sólo en la enumeración de dicho artículo 1470.
Sin embargo, no en balde da el Código Civil una fórmula de obligacio¬
nes naturales que registra los caracteres de su esencia. Si un caso puede
encuadrarse o subsumirse en esa definición y también se compadece con
su fundamento, es lógico que deba calificarse de obligación natural.
Donde encontremos, pues, sea en el Código o en cualquiera otra
ley, una figura con las cualidades que la definición atribuye a la obliga¬
ción natural y que no contraríe su fundamento moral, habrá que reco¬
nocer que se está en presencia de ésta.
Por otra parte, si en el legislador hubo pretensión de encerrar las
obligaciones naturales en la enumeración del artículo 1470, su propósi¬
to habría sido objetivamente sobrepasado por él mismo al establecer
otros casos que concuerdan con su definición y el espíritu de la misma.
Y así es: hav hipótesis ajenas al artículo 1470 que reúnen los caracteres
esenciales de la obligación natural, y que no pueden menos de recibir
esta calificación.
b) En resolución, el Código Civil señala obligaciones naturales en el
artículo 1470 y en otras disposiciones, como oportunamente se verá.
Aquella enumeración no es taxativa; pero las obligaciones naturales sí
lo son, es decir, éstas sólo existen donde un texto expreso las consagre,
sea con el nombre o con los caracteres que les son propios.

103. L A S O B L I G A C I O N E S N A T U R A L E S D E L A R T Í C U L O 1470 D E L C Ó D I G O
CIVIL; CLASIFICACIÓN. La doctrina clasifica las obligaciones naturales enu¬
meradas en el artículo 1470 en dos grupos, uno constituido por las obli¬
gaciones civiles abortadas, que también se llaman nulas, rescindibles o
anulables, y otro formado por las obligaciones chiles degeneradas.

104. A. OBLIGACIONES CIVILES ABORTADAS. El artículo 1470 contiene


dos casos de esta clase de obligaciones naturales: las contraídas por
ciertos incapaces de obligarse según las leyes, y las que proceden de
actos a que faltan las solemnidades que la ley exige para que produz¬
can efectos civiles.

105. a) O B L I G A C I O N E S N U L A S C O N T R A Í D A S P O R C I E R T O S INCAPACES.
1. Enunciado. Constituyen obligaciones naturales "las contraídas por
personas que teniendo suficiente j u i c i o y discernimiento, son, sin em¬
bargo, incapaces de obligarse según las leyes, como los menores adul¬
tos" (N I del artículo 1470).
e a
II \INCU.O1)1- LA OBLIGACIÓN 83

Trátase de obligaciones civiles nulas en razón de la incapacidad del


sujeto. Este celebró el acto de que deriva la obligación sin la autoriza¬
ción de su representante legal, formalidad que, de haberse cumplido,
lo habría habilitado para contraer una obligación civil válida.
2. Incapaces a los que se circunscribe la disposición legal. La disposición
legal que reconoce la obligación natural en referencia no comprende a
todos los incapaces, sino a una categoría de ellos, a las personas que
adolecen de incapacidad relativa. La letra misma de la ley excluye a los
incapaces absolutos (dementes, impúberes y sordomudos que no pue¬
den darse a entender por escrito), porque, evidentemente, ellos no
tienen suficiente juicio y discernimiento. Por lo demás, el Código pro¬
clama a los cuatro vientos que los actos de los absolutamente incapaces
"no producen ni aun obligaciones naturales, y no admiten caución"
(artículo 1447, inciso 2 ) .
f i

Pero es de preguntarse, todavía, si todos los incapaces relativos pue¬


den dar margen a obligaciones naturales. La ley marca con la incapaci¬
dad relativa a los menores adultos y a los disipadores que se hallen bajo
interdicción de administrar lo suyo. Está fuera de toda duda la posibili¬
dad de los menores adultos de ser deudores de obligaciones naturales,
pues la ley misma los menciona por vía de ejemplo. Pero la situación
del pródigo o disipador interdicto es incierta para los intérpretes.
3. Caso de los disipadores que se hallan bajo interdicción de administrar lo
suyo. Pródigo o disipador, según se desprende del artículo 445 del Código
Civil, es el sujeto que en forma reiterada comete hechos de dilapida¬
ción de sus bienes que manifiestan una falta total de prudencia. Es el
individuo que, sin justificación lógica, gasta habitualmente en forma
desproporcionada a sus haberes.
Si para ser sujeto pasivo de obligaciones naturales es preciso tener
"suficiente j u i c i o y discernimiento", la falta total de prudencia (artícu¬
lo 4 4 5 ) que revela el disipador es la negación misma de ese supuesto.
Consecuentemente, el disipador que se halla bajo interdicción de ad¬
ministrar lo suyo no queda comprendido entre los incapaces relativos
que pueden contraer obligaciones naturales.
Por vía ilustrativa, agregaremos que si bien los psiquiatras no consi¬
deran la prodigalidad, o disipación en sí misma como una enfermedad
mental, creen, sin embargo, que es el síntoma de una anormalidad
psíquica, a veces grave, a veces menos grave. En algunas ocasiones el
pródigo es un alienado en el sentido psiquiátrico, no porque la disipa¬
ción constituya por sí una alienación mental, sino porque ella es la
"expresión sintomática de una entidad cualquiera, como la parálisis
general, la demencia precoz, un estado delirante". En otros casos, la
disipación "es la consecuencia o la compañía de una anormalidad psí¬
quica menos grave, pero evidente, como la epilepsia, la histeria, la
TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

debilidad de espíritu, la toxicomanía, el alcoholismo, la constitución


perversa. Y aun cuando ella sea pura, hay autores que la catalogan no
como un vicio, sino como una anormalidad mental".'
El fundamento inmediato de la interdicción del pródigo, más que el
trastorno psíquico, lo constituye la conveniencia de que no se malbarate o
destruya un patrimonio que después acaso nunca se reconstruya. Pues
bien, ese fundamento no se opone al aserto de que los repetidos actos de
dilapidación demuestran que el pródigo -un "loco lúcido", según algunos
especialistas- no es hombre con suficiente juicio y discernimiento.
4. La incapacidad particular o legitimación para el negocio. Las incapacida¬
des absoluta y relativa son incapacidades generales, es decir, inhabilitan
para realizar la generalidad o serie indeterminada de actos respecto a los
cuales la incapacidad juega. Pero, al decir de nuestro Código Civil, "ade¬
más de estas incapacidades hay otras particulares que consisten en la
prohibición que la ley ha impuesto a ciertas personas para ejecutar cier¬
tos actos" (artículo 1447, inciso final). Por ejemplo, los cónyuges no
divorciados perpetuamente no pueden celebrar entre sí el contrato de
compraventa (artículo 1 7 9 6 ) ; el guardador tiene prohibición de com¬
prar bienes raíces del pupilo o tomarlos en arriendo (artículo 4 1 2 , inci¬
so 2 ) , y respecto a otros actos o contratos en que directa o indirectamente
S

tenga interés, sólo puede ejecutarlos o celebrarlos si lo autorizan los


otros tutores o curadores generales, que no estén implicados de la mis¬
ma manera, o el j u e z en subsidio (artículo 4 1 2 , inciso l ) . Como se ve, la
9

llamada incapacidad particular es siempre una falta de idoneidad de


ciertas personas, capaces en general para realizar determinados actos
por las circunstancias en que se encuentran frente al otro sujeto.
La doctrina moderna ha esclarecido que la "capacidad" para realizar
un acto singular y concreto frente al otro sujeto con que se está, no
consútuye una especie o tipo de capacidad, sino algo diferente: la legiti-
mación para el negocio. Defínese ésta como la idoneidad jurídica del agen¬
te para ser sujeto de la relación que se desarrolla en un determinado y
concreto acto jurídico. Otros dicen que es la justificación, frente a la ley,
de ser o poder ser sujeto de una singular relación jurídica. Para celebrar
un acto no basta, pues, tener capacidad, por plena que sea, sino que es
necesario además, estar legitimado, o sea, tener calidad o ser un sujeto
calificado para ejercitar el derecho de que concretamente se trata en
cada caso. Si no se tiene dicha calidad, falta la legitimación para el
negocio, que nuestro Código hace equivalente a la prohibición impuesta
por la ley a ciertas personas para ejecutar ciertos actos.
Los autores contemporáneos han puesto de relieve las diferencias
que separan la capacidad de ejercicio de la legitimación. Señalan que

Nerío Rojas, Medicina legal, Buenos Aires, 1959, p. 4 4 6 .


FL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN 85

la primera es sólo una aptitud intrínseca del sujeto, al paso que la


segunda es una relación de éste con el objeto del acto jurídico; que la
capacidad depende de un modo de ser del sujeto en sí, mientras que la
legitimación resulta de un modo de ser suyo frente a otra persona; que,
en fin, la capacidad de ejercicio revela una idoneidad del sujeto para
un tipo de actos, idoneidad que se mensura en relación con un grado
de desarrollo psíquico general, en tanto que la legitimación considera
la idoneidad para un acto singular, que se mide o valora en relación
con circunstancias particulares, diversas de caso en caso. 8

De todo lo anterior se concluye que no producen obligaciones na¬


turales los actos o contratos celebrados por personas a quienes afecta
una "incapacidad particular". Ellas en realidad no son incapaces, sino
sujetos faltos de legitimación. Esta terminología moderna no está en el
Código, como no lo está, en otro terreno, el concepto de inoponibili-
dad; pero la idea corresponde a lo que inadecuadamente revela la
expresión "incapacidad particular".
Por otra parte, el número l del artículo 1470 al hablar de las perso¬
y

nas que teniendo suficiente j u i c i o y discernimiento son, sin embargo,


incapaces de obligarse según las leyes, se refiere a una categoría de
sujetos con incapacidad general de ejercicio, a los incapaces relativos,
como lo demuestra con los ejemplos que pone; no comprende a las
personas que tienen una "incapacidad" particular para ejecutar deter¬
minados actos. Con estas últimas, por lo demás, es imposible formar
categoría alguna, comoquiera que a dicha "incapacidad" están expues¬
tos accidentalmente todos los sujetos con capacidad plena.
Tradicionalmente se dice que el acto del sujeto con incapacidad
particular no es fuente de obligación natural, porque es un acto prohi¬
bido por la ley y, como tal, nulo absolutamente, pues conforme a la
norma general del artículo 10 del Código Civil, "los actos que prohibe
la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe expresa¬
mente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención",
otro efecto que en este caso no se contempla. Pero esa justificación no
sirve en las hipótesis en que la incapacidad particular constituye sólo
una ley imperativa sancionada con nulidad relativa.
La verdadera justificación, y única para todas las diversas posibilida¬
des, está en las razones expuestas anteriormente.
5. Momento desde que existe la obligación natural de los relativamente incapa¬
ces. Al respecto, hay dos interpretaciones. Según algunos, la obligación

8
Véanse Barbero, Sistema delDiritto Privato italiano, volumen I, Torino, 1965, N 8 1 , Q

p. 160; Betti, Teoría general del negocio jurídico, traducción española, Madrid, sin fecha, N 27, s

pp. 176 y 177; Carlos Ferrara, El negocio jurídico, traducción española, Madrid, 1956, N 132,
9

p. 5 2 8 ; Carnelutti, Teoría genérale del diritto, 3 edizione, pp. 2 3 8 y siguientes.


a
86 TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

nace desde el momento en que ha sido declarada por sentencia firme la


nulidad del acto realizado por el incapaz. Ajuicio de otros, la obligación
es natural desde el momento mismo en que el incapaz la contrae.
6. Tesis de la existencia de la obligación natural a partir de la declaración
judicial de nulidad del acto realizado por el incapaz. Los actos jurídicos se
presumen válidos mientras la justicia no declare lo contrario, porque
ella es la única llamada a pronunciarse sobre la nulidad. Esta sólo
produce efectos, respecto de las partes y los terceros, en virtud de
sentencia judicial que la compruebe y declare (argumento: artículos 1684
y 1 6 8 7 ) . Por consiguiente, si una de las obligaciones en examen se
paga antes que se declare nula por sentencia firme, hay pago de una
obligación civil, aunque los vicios que la hacen anulable o rescindible y,
por lo mismo, potencialmente natural, no hayan desaparecido. Sólo es
pago de obligación natural el que se hace después que la justicia decla¬
ra nula la obligación como civil.
7. Tesis según la cual la obligación de los incapaces relativos es natural
desde que se contrae. Parece absurdo que una obligación sea civil antes
que se declare la nulidad del acto o contrato de que emana, y que sea
natural después. Los mismos términos de la ley señalan que la obliga¬
ción es natural desde que se contrae, pues el Código dice que son
obligaciones naturales "las contraídas por personas que teniendo sufi¬
ciente juicio y discernimiento...". Y hay una disposición que rotunda¬
mente transparenta el pensamiento del legislador en el sentido de que
antes de la declaración de nulidad ya la obligación es natural. Sabemos
que el fiador tiene acción contra el deudor principal para el reembolso
de lo que haya pagado por él con intereses y gastos (artículo 2 3 7 0 ) .
Pues bien, la disposición esclarecedora niega esa acción "cuando la
obligación del principal deudor es puramente natural, y no se ha vali¬
dado por la ratificación o por el lapso de tiempo" (artículo 2 3 7 5 , N l ) . s s

Y resulta que estos medios de validar una obligación civil nula y pura¬
mente natural sólo se conciben antes de la declaración de nulidad;
después ya no hay forma de sanar a la obligación enferma. En conse¬
cuencia, es el propio legislador el que da por supuesto que la obliga¬
ción existe como natural antes de la declaración judicial de nulidad del
acto o contrato de que ella emana.
Esta tesis ha sido acogida por la jurisprudencia. Las sentencias son
todas del siglo X I X . 9

Corte de Concepción, 24 octubre 1865, Gaceta de los Tribunales, 1865, N 2 4 8 4 , p. 1016;


9 9

Corte de Santiago, 25 septiembre 1871, misma Gaceta, 1872, N 4 2 3 , p. 2 0 0 ; Corte de


e

Santiago, 28 septiembre 1874, misma Gaceta, 1874, N 2 2 7 2 , p. 1096; Corte de Santiago, 11


9

noviembre 1879, misma Gaceta, 1879, N 1768, p. 1239.


9
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN

1 0 6 . b) O B L I G A C I O N E S QUE P R O C E D E N D E A C T O S A Q U E FALTAN LAS SO-


LEMNIDADES QUE IA LEY E X I G E PARA QUE PRODUZCAN EFECTOS CIVILES.
1) Enunciación. Corresponde estudiar ahora el segundo caso de obliga¬
ciones naturales que representan obligaciones civiles abortadas, nulas.
Y el caso lo forman las obligaciones "que proceden de actos a que faltan
las solemnidades que la ley exige para que produzcan efectos civiles;
como la de pagar un legado, impuesto por un testamento que no se ha
otorgado en la forma debida" (Código Civil, artículo 1 4 7 0 , N 3 ) . S Q

Esta disposición es un excepcionalísimo homenaje a las obligacio¬


nes naturales. Porque los actos de que ellas derivan son absolutamente
nulos, ya que importa nulidad absoluta la producida por la omisión de
algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de
ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no
a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan
(artículo 1 6 8 2 , inciso l ) .
s

En el número 3 del artículo 1 4 7 0 el legislador parece haber pensa¬


S

do que aunque la forma, las solemnidades son de importancia capital


para la ley civil, bien pueden no serlo en algún caso para una concien¬
cia justa que, pasando por alto la nulidad del acto, prefiere cumplirlo,
y al hacerlo, realiza un pago válido y no una donación.
Huelga decir que los actos generadores de estas obligaciones natu¬
rales son los nulos por falta de solemnidades legales, y no por alguna
otra causa de nulidad absoluta. La analogía está proscrita.
2. Inteligencia de la palabra actos. El Código dice que son obligaciones
naturales las que "proceden de actos a que faltan las solemnidades que la
ley exige para que produzcan efectos civiles" (artículo 1 4 7 0 , N 3 ) . Aho¬
S S

ra bien, ha surgido la gran duda de si en esta disposición la palabra actos


se refiere sólo a los actos jurídicos unilaterales o si también comprende
los bilaterales. Porque nuestro Código Civil, a veces, alude con ella a las
dos especies de actos, y en otras ocasiones sólo a los unilaterales. Por
ejemplo, comprende unos y otros actos cuando dispone que "los actos
que prohibe la ley son nulos y de ningún valor..." (artículo 1 0 ) . Pueden
citarse en el mismo sentido varias otras disposiciones (artículos 1 1 , 4 9 ,
1 4 4 5 , 1 4 4 7 , 2 4 6 7 , 2 4 6 8 ) . En cambio, en otros casos las normas del Códi¬
go restringen el alcance de la palabra actos a los unilaterales, como
queda de manifiesto cuando la contraponen a contratos. Así, verbigracia,
declara una disposición que "el error de hecho vicia el consentimiento
cuando recae sobre la misma especie de acto o contrato que se ejecuta o
celebra" (artículo 1 4 5 3 ) . Varias otras disposiciones mantienen la mencio¬
nada contraposición y de esta manera con la palabra actos sólo alude a
los unilaterales (artículos 1 6 1 , 1 4 6 9 , 1 6 8 1 , 1 7 0 1 , 1 7 0 6 , 1 7 0 9 ) .
Entre los autores las opiniones están divididas en cuanto al alcance
de la palabra actos empleada en el número 3 del artículo 14 7 0 .
9
88 TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

3. Interpretación que restringe la palabra actos a los unilaterales. Las razo-


nes que se dan para sostener que la palabra actos en la disposición
cuestionada está tomada en sentido restringido, comprensivo única¬
mente de los unilaterales, son las que a continuación señalamos.
a) El N 3 del artículo 1470 aparece inspirado directamente en una
a Q

ley de las Siete Partidas que recoge precedentes romanos y se refiere


nada más que a los legados hechos en un testamento nulo. Declara que
si de su voluntad los herederos pagan, no pueden después repetir
alegando que, conforme a derecho, no les correspondía pagar, porque
"las mandas (legados) eran dexadas en testamento que no fue fecho
como deuía" (ley 3 1 , título 14, Partida 5 ) . En nuestro Código pode¬
a

mos observar el rastro de los términos de esta disposición española:


"como la de pagar un legado, impuesto por un testamento que no se
ha otorgado en la forma debida". Es de notar que el N 3 del artícu¬
s 9

lo 1470 no figuraba en el proyecto de 1853; fue agregado por la Comi¬


sión Revisora, que generalizó el caso particular de la ley de Partidas,
dejándolo sólo como un ejemplo de los actos en referencia. Parece
lógico pensar que en la mente de los autores de la nueva disposición
sólo estuvo presente una clase de actos, los unilaterales, a que pertene¬
ce el que sirvió de modelo, el testamento.
b) Es decidor el ejemplo del testamento que no se ha otorgado en
forma debida, y el testamento constituye un típico acto unilateral. El
Mensaje con que el Proyecto de Código fue enviado al Congreso para
su aprobación resalta la importancia de los ejemplos al decir que ellos
"ponen a la vista el verdadero sentido y espíritu de una ley en sus
aplicaciones".
c) Si se interpretara la palabra actos como comprensiva también de
los actos bilaterales resultaría, en muchos casos, injusto y absurdo apli¬
car a éstos la disposición en análisis. Así sucedería en el caso en que
habiendo cumplido una de las partes la prestación debida en virtud de
un contrato nulo absolutamente por falta de la solemnidad exigida por
la ley, no podría repetir lo pagado, ya que habría cumplido voluntaria¬
mente una obligación natural, ni podría exigir su prestación a la otra
parte, porque hallándose ésta también obligada sólo naturalmente, ca¬
recería aquélla de acción en su contra. Incluso aunque a veces esta
última parte quisiera, también por su lado, cumplir voluntariamente su
obligación natural no podría hacerlo. Supongamos una compraventa
de bienes raíces nula absolutamente en razón de no haberse otorgado
por escritura pública sino por una privada, en que el comprador pagó
voluntariamente el precio y el vendedor estuviera llano a que esa escri¬
tura se inscribiera en el Registro Conservador de Bienes Raíces, no
podría efectuarse porque ninguna escritura privada puede inscribirse
en ese Registro. En caso de que el vendedor consienta en otorgar otra
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN 89

escritura, ahora pública, se salvaría la nulidad y la compraventa pasaría


a ser perfecta y ya no cabría en el número 3 del artículo 1 4 7 0 2 9 a

Debe observarse que no resulta absurdo ni injusto aplicar la disposi¬


ción del N 3 del artículo 1470 a los contratos unilaterales. Por eso se ha
s 9

fallado que una donación nula absolutamente por no haberse insinua¬


do, si se cumple no admite repetición "Se entiende por insinuación
915

la autorización de juez competente, solicitada por el donante o donata¬


rio" (Código Civil, artículo 1 4 0 1 , inciso 2 ) . 9

d) Las obligaciones naturales, como excepcionales que son, deben


interpretarse restrictivamente, y de ahí que ha de preferirse el alcance
de la palabra actos limitado a los unilaterales.
En resumen, de acuerdo con esta opinión las únicas obligaciones
que pueden valer como naturales, según el N 3 del artículo 1470, son 9 9

las que provienen de un acto unilateral, nulo por incumplimiento de las


solemnidades legales. La mayoría de los autores nacionales sostienen
este punto de vista; lo mismo cabe decir de las sentencias de los
10

tribunales. 11

4. Inteligencia de la palabra actos en sentido amplio, comprensivo de los actos


uni y bilaterales. Una minoría de autores no concuerda con la idea de
restringir la palabra actos empleada en el N 3 del artículo 1470 a los 9 9

actos jurídicos unilaterales en los casos en que la ley no lo evidencia así


por oponer los actos a los contratos o por manifestar su contexto clara¬
mente que sólo alude a los actos unilaterales, como sucede con la dispo¬
sición que define el testamento (artículo 9 9 9 ) . En la disposición
controvertida no hay ningún indicio objetivo que permita afirmar que la
expresión actos está tomada en su acepción estrecha y, por ende, debe
dársele su inteligencia amplia y es preciso concluir que también son
naturales las obligaciones procedentes de un contrato a que faltan las
solemnidades que la ley exige para que produzca efectos civiles. Agregan

9-11
Se inclinan a pensar que en el N 3 del artículo 1470 la palabra actos se refiere sólo
9 9

a los unilaterales: Alessandri y Somarriva, según lo manifestado en sus clases; Guillermo


Correa F., ob. cit., p. 172; Stitchkin, ob. cit., 1.1, N 9 3 , p. 6 3 ; Fueyo, ob. cit., vol. I, N 4 6 ,
fi e

p. 7 1 ; Abeliuk, ob. cit., 1.1, N 3 2 3 , p. 269.


9

*- Corte de Santiago, 23 septiembre 1868, Gaceta de los Tribunales, año 1868, N 1879,
b 9

p. 815.
10
A. Alessandri R., Teoría de las Obligaciones, Santiago, 1988, pp. 46 a 4 9 ; Guillermo
Correa Fuenzalida, Las Obligaciones, edición mimeográfica, Santiago, 1933, p. 170; Somarri-
va, en el Curso de Derecho Civil, basado en las explicaciones de clases de él y de A. Alessandri
R., t. III, Santiago, 1941, NT 5 1 , p. 39; F. Fueyo L., De las Obligaciones, volumen I, Santiago,
1958, N 4 6 , p. 7 1 ; Abeliuk, Las Obligaciones, t. I, Santiago, 1933, N 3 2 3 , p. 2 6 9 .
9 9

11
Corte de Santiago, 27 octubre 1876, Gaceta de los Tribunales, 1876, N 2 2 8 5 , p. 1169; 9

C. de Santiago, 28 diciembre 1876, misma Gaceta, 1877, N 16, p. 5; Corte de Talca, 26 9

mayo 1896, misma Gaceta, 1 8 9 6 , 1 . 1 , N 1853, p. 1261 (cons. 9 , I instancia, p. 1 2 6 2 ) .


Q e a
TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

los partidarios de esta opinión que la importancia de los ejemplos escla-


recedores sólo es aceptable cuando se da más de uno. En seguida argu¬
mentan que hay hipótesis de contratos nulos por falta de solemnidades
que pueden operar perfectamente como fuente de obligaciones natura¬
les. Así sucede con los contratos unilaterales; por ejemplo, según vimos,
el donante de una donación no insinuada y cumplida voluntariamente
no puede repetir por haber cumplido una obligación natural. Tampo¬ 12

co hay inconveniente para mirar como fuente de obligaciones naturales


un contrato de promesa que reúne las solemnidades mencionadas por la
ley. Subrayan, todavía, los sostenedores de la acepción amplia de la pala¬
bra actos, que la compraventa misma de bienes raíces otorgada por
escritura pública ante notario incompetente, compraventa por tanto nula,
no hallaría obstáculo para ser inscrita en el Conservador, ya que éste no
examina la legalidad de los títulos. Respecto del caso de la compraventa
celebrada por escritura privada, estos autores nada dicen.
Pocos son los tratadistas que estiman que la palabra actos de la dispo¬
sición del N 3 del artículo 1470 se encuentra tomada en su acepción
s Q

amplia, comprensiva de los actos uni y bilaterales. También son mino¬13

ría los fallos judiciales que se pronuncian en este mismo sentido. 14

5. Momento desde que existe la obligación natural procedente de actos nulos


por falta de solemnidades legales. La misma pugna de interpretaciones que
en el caso de las obligaciones de los incapaces relativos, se presenta
aquí. Para algunos, la obligación natural que emerge del acto nulo por
falta de solemnidades legales, existe desde que se celebró el acto y no a
partir de la declaración judicial de nulidad, por manera que si el deu¬
dor paga antes, no puede después pedir dicha declaración para repetir
lo pagado. A j u i c i o de otros, la obligación natural nace sólo después
que se declara por sentencia judicial firme la nulidad absoluta del acto;
antes éste se reputa válido y produce efectos civiles hasta que la conde¬
na de nulidad no los borre con efecto retroactivo. Las razones que se
dan por ambas tesis son las mismas que en el caso de las obligaciones
naturales de los incapaces relativos (véanse los párrafos 6 y 7 del núme¬
ro 105 "Obligaciones nulas contraídas por ciertos incapaces").

Corte de Santiago, 23 septiembre 1868, Gaceta de los Tribunales, 1868, N 1879, p. 815.
12 s

En este sentido, L. Claro Solar, Explicaciones de Derecho Civil chilenoy comparado, t. 10,
13

N 3 4 , p. 50; R. Meza Barros, Manual de Derecho Civil, De las Obligaciones, Santiago, 1997,
e

N 6 1 , p . 43.
s

Corte de Concepción, 12 septiembre 1879, Gaceta de los Tribunales, 1879, N 1416, p.


14 2

978 (cons. 3-, I instancia, p. 9 7 9 ) ; Corte de Santiago, 19 agosto 1887, misma Gaceta, 1887,
a

N 1953, p. 1182; Corte de Santiago, 2 agosto 1889, misma Gaceta, 1889, N 2 0 8 4 , p. 1383;
s s

Corte de Valparaíso, 11 septiembre 1897, misma Gaceta, 1897, t. II, N 2 7 0 6 , p. 369 (cons.
Q

r-, p. 372).
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN 91

107. B . OBLIGACIONES CIVILES DEGENERADAS. Toca analizar ahora el se¬


gundo grupo de obligaciones naturales enumeradas en el artículo 1470,
constituido por las obligaciones civiles degeneradas: a) las extinguidas
por la prescripción, y b) las que no han sido reconocidas enjuicio por
falta de prueba.

108. a) OBLIGACIONES CIVILES EXTINGUIDAS POR IA PRESCRIPCIÓN. Las


obligaciones civiles se extinguen por la prescripción (artículo 1567,
N 10) y pasan a tener entonces el carácter de naturales (artículo 1470,
Q

N 2 ) . Para que esta transformación suceda basta, ajuicio de algunos,


Q

que haya transcurrido el plazo que señala la ley, sin que sea necesario
que se haya dictado la sentencia que declara la prescripción liberatoria,
porque esta prescripción, que extingue las acciones y derechos ajenos,
exige solamente cierto lapso de tiempo, durante el cual no se hayan ejercido
dichas acciones (artículo 2 5 1 4 , inciso l ) .
9

En el sentir de otros, la obligación civil degenera en natural sólo


después que la prescripción ha sido declarada judicialmente, porque el
que quiera aprovecharse de esta última debe alegarla (artículo 2 4 9 3 ) , y
mientras el deudor no lo haga, la prescripción no puede ser declarada:
la acción del acreedor no se extingue y la obligación subsiste como
civil. Por eso, si cumplido el plazo de prescripción, el deudor, en vez de
alegar ésta, paga intereses o pide plazo al acreedor, renuncia a la pres¬
cripción (artículo 2 4 9 4 ) y reconoce la subsistencia de la obligación
civil. El deudor que paga después de declarada judicialmente la pres¬
cripción, paga una obligación natural. Renuncia de la prescripción y
cumplimiento de obligación natural son dos actos distintos, que la tesis
contraria confunde; pero los partidarios de ésta replican de inmediato
que tal confusión no representa un escándalo jurídico, porque el cum¬
plimiento de una obligación natural siempre importa la renuncia a
usar una excepción: la de nulidad o rescisión, tratándose de los actos
nulos por falta de solemnidades legales o por haber sido celebrados
por incapaces relativos, y la de prescripción, en el caso que se examina.
Por último, los que sostienen la necesidad de la declaración judicial de
la prescripción para que la obligación civil extinguida por ésta se trans¬
forme en natural, observan que el argumento de los contrarios de que
según la ley la prescripción liberatoria "exige solamente cierto lapso de
tiempo, durante el cual no se hayan ejercitado las acciones correspon¬
dientes" (artículo 2 5 1 4 ) , no significa, como pretenden ellos, que la
declaración judicial es requisito no exigido para que opere la prescrip¬
ción liberatoria; el Código sólo ha querido contraponer los requisitos o
supuestos propios de ella, lapso de tiempo e inactividad del titular, a
los de la prescripción adquisitiva, que además del transcurso del tiem¬
po exige la posesión, un hecho positivo de prescribiente. La declara-
92 I R A 1 A D O I)E LAS OBLIGACIONES

ción judicial es un supuesto común para que operen ambas clases de


prescripción, porque ninguna de las dos extingue automáticamente el
derecho o la acción.
Nosotros pensamos que mientras el acreedor puede pretender el
crédito, es decir, mientras tenga el poder de demandar la prestación, la
obligación es civil; la prescripción no extingue automáticamente la
obligación civil; sólo faculta al deudor para rehusar la prestación, y
únicamente cuando ejerce dicha facultad y el j u e z la declara proceden¬
te, la obligación deja de ser exigible, y se transforma en un crédito
meramente natural.

1 0 9 . b) O B L I G A C I O N E S NO RECONOCIDAS E N J U I C I O POR FALTA DE PRUE-


B A . Son obligaciones naturales "las que no han sido reconocidas en
j u i c i o por falta de prueba" (artículo 14 7 0 , inciso l ) . e

La hipótesis considera obligaciones civiles cuya existencia no se


logró probar dentro del j u i c i o en que fueron demandadas; no se trata
de obligaciones que jurídicamente no existen, o cuya existencia está
viciada por dimanar de un acto solemne en que la solemnidad no se
cumplió. La obligación civil degenera en natural por no haberse podido
probar, y no por otra causa. Si más tarde, por un impulso de su concien-
cia, el deudor victorioso en el j u i c i o paga, paga una obligación natural:
hay un pago justificado por la obligación natural y no un acto de
liberalidad o de donación.

110. E F E C T O S DE LAS O B L I G A C I O N E S NATURALES. Tradicionalmente se


llaman efectos de las obligaciones naturales los hechos jurídicos que
ellas justifican. En nuestro derecho se reducen a los siguientes: a)
autorizan para retener lo dado o pagado en razón de ellas (soluti reten-
tio, retención del pago); b) admiten novación; c) pueden servir de base
para una caución, y d) no admiten que se les extienda la cosa juzgada
de la obligación civil.
Todos estos efectos pueden darse respecto a las obligaciones natura¬
les; pero no es necesario que concurran todos. Y esto porque las obliga¬
ciones naturales no presentan todas las mismas características, salvo la
que es de su esencia y que genéricamente las define, o sea, el de ser
obligaciones que no confieren derecho para exigir su cumplimiento,
pero que, cumplidas, autorizan para retener lo que se ha dado o paga¬
do en razón de ellas. Con razón algunos romanistas dicen que es me¬
nester examinar cada obligación natural de por sí, para apreciar sus
caracteres propios y, consecuentemente, sus efectos. La pauta general
sería la de que cada obligación natural no produce sino los efectos que
no son incompatibles con el motivo que ha determinado al legislador a
negarles carácter civil.
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN 93

111. a) D E R E C H O DE RETENER LO PAGADO. Este es el efecto común a


todas las obligaciones naturales. La obligación natural es causa que
justifica el pago, que es un acto esencialmente a título oneroso y no
una liberalidad o donación, acto a título gratuito.
El que paga una obligación natural paga, pues, realmente una deu¬
da, y por eso la ley dispone que no se puede repetir lo que se ha
pagado para cumplir una obligación puramente natural de las enume¬
radas en el artículo 1470 (artículo 2 2 9 6 ) , agregando, todavía, que pue¬
de repetirse lo que se ha pagado por un error de derecho, cuando el
pago no tenía por fundamento ni aun una obligación puramente natu¬
ral (artículo 2 2 9 7 ) .

112. CARACTERES QUE DEBE REUNIR EL PAGO PARA QUE AUTORICE I A


RETENCIÓN DE LO PAGADO. El inciso final del artículo 1470, después de
enumerar cuatro clases de obligaciones naturales, termina diciendo:
"Para que no pueda pedirse la restitución en virtud de estas cuatro
clases de obligaciones, es necesario que el pago se haya hecho volunta¬
riamente por el que tenía la libre administración de sus bienes".
De aquí y de las normas generales se desprende que para que el
pago hecho por el deudor pueda ser retenido por el acreedor y aquél
no pueda repetirlo, esto es, pedir la devolución, se necesita: 1) que el
pago sea voluntario; 2) que se haga por quien tiene la "libre adminis¬
tración de sus bienes", y 3) que este pago se ajuste, como es lógico, a
las reglas generales de todo pago.
1. Pago voluntariamente hecho. Pago voluntario es el que se hace con
una voluntad exenta de vicios, es decir, sin error, fuerza ni dolo. Sin
embargo, si el error consiste en creer que la obligación que se paga es
civil, no puede repetirse lo pagado alegando pago de lo no debido,
pues no se trata de un pago de lo no debido, ya que existe realmente
deuda. Por eso el Código establece que "se podrá repetir aun lo que se
ha pagado por error de derecho, cuando el pago no tenía por funda¬
mento ni aun una obligación puramente natural" (artículo 2 2 9 7 ) . En
consecuencia, la interpretación de que el pago debe ser hecho "con
conocimiento de causa", es decir, sabiendo que se paga una obligación
a la cual no se puede ser constreñido judicialmente, está condenada
por el texto de nuestra ley.
2. Pago hecho por quien tenía la libre administración de sus bienes. Para
que no pueda pedirse la restitución en virtud de estas cuatro obligacio¬
nes, es necesario que el pago se haya hecho no sólo voluntariamente,
sino también "por el que tenía la libre administración de sus bienes"
(artículo 1470, inciso final).
No hay duda de que en este caso al hablar el Código del que tenía
la libre administración de sus bienes, se refiere a un sujeto con plena
•I-I TRATADO DE IAS OBLIGACIONES

capacidad de disposición, no sometido a potestad de padre, madre o


guardador. Porque el pago de las obligaciones naturales es pago de
obligaciones de dar, que se encaminan a transferir el dominio, y la
transferencia del dominio requiere capacidad de disposición. Así tam¬
bién lo corrobora y aclara una norma aplicable a una especial obliga¬
ción natural, la nacida del contrato de j u e g o en que predomina la
inteligencia. Dice esa norma: "Lo pagado por personas que no tienen
la libre administración de sus bienes, podrá repetirse en todo caso por
los respectivos padres de familia, tutores o curadores" (artículo 2 2 6 2 ) .
La irrepetibilidad supone, pues, que el pago lo haga un sujeto con
capacidad plena de ejercicio, que no esté sometido a potestad ajena.
3. El pago debe hacerse con arreglo a la ley. En cuanto a sus requisitos de
validez, el pago de la obligación natural está sometido a las normas
generales que sobre el pago da el Código Civil (artículos 1568 y si¬
guientes). Aunque el artículo 1470 no menciona la exigencia, ella es
obvia: la ley regula expresamente el pago, y no distingue entre el de las
obligaciones civiles y el de las naturales; comprende a ambos, pues uno
y otro importan el cumplimiento de una deuda.

113. b) NOVACIÓN. La novación es la sustitución de una nueva obliga¬


ción a otra anterior, la cual queda por tanto extinguida (artículo 1 6 2 0 ) .
En otros Derechos se discute si la obligación natural puede ser
novada. Entre nosotros no hay problemas; el Código dice: "Para que
sea válida la novación es necesario que tanto la obligación primitiva
como el contrato de novación sean válidos, a lo menos naturalmente'
(artículo 1 6 3 0 ) . Por tanto, acreedor y deudor de obligación natural
pueden acordar en sustituir ésta por otra civil o, a la inversa, en reem¬
plazar la de este carácter por una natural.
En el Derecho francés la novación opera sólo entre dos deudas de
la misma naturaleza. Por eso no se admite que una obligación civil
pueda ser novada por una natural, y viceversa. Pero se reconoce que si
el deudor de una obligación natural promete voluntariamente ejecu¬
tarla, la promesa es válida y obliga civilmente a su autor; la obligación
natural sirve de causa al compromiso asumido por éste. Dicha promesa
constituye un acto jurídico que necesita ser probado por los medios de
prueba del derecho común de los actos jurídicos y contratos. 15

Una vieja sentencia de nuestros tribunales parece aceptar el naci¬


miento de una obligación civil válida del reconocimiento voluntario de
la obligación natural y de la correspondiente promesa de ejecutarla;

Marty et Raynaud, Droií Civil, t. I, París, 1960, N 2 7 6 , p. 4 1 2 ; Henri, León et Jean


15 Q

Mazeaud, Lecons deDroit Civil, 1.1, París, 1959, N 367, p. 386.


s
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN 95

dice el fallo: "Si el causante reconoció deber una obligación natural, y


la sucesión tiene bienes bastantes, debe pagarla". 6

114. c) CAUCIÓN. Caución significa generalmente cualquiera obligación


que se contrae para la seguridad de otra obligación propia o ajena. Son
especies de caución la fianza, la hipoteca y la prenda (Código Civil,
artículo 4 6 ) . Y valen las fianzas, hipotecas, prendas y cláusulas penales
constituidas por terceros para seguridad de las obligaciones naturales
(artículo 1 4 7 2 ) . Respecto a la fianza, se reitera el criterio al decirse por
la ley que "la obligación a que accede la fianza puede ser civil o natu-
ral" (artículo 2 3 3 8 ) .
En todos estos casos, la deuda de la caución será civil, mientras que
la obligación del deudor principal es y continuará siendo natural.
¿Por qué no valen las hipotecas, prendas y cláusulas penales consti-
tuidas por el mismo obligado "naturaliter"? Porque ellas son o confie¬
ren derechos accesorios, que, como tales, se impregnan de la misma
naturaleza del derecho principal y siguen su misma suerte, es decir,
pasan a ser inexigibles, y en estas condiciones mal podrían cumplir
alguna función útil. Ahora bien, si el legislador abandonara el princi¬
pio de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal y reconociera
carácter civil a las cauciones del obligado naturalmente, en los casos en
que éste no fuera incapaz, automáticamente atentaría contra la volun¬
tariedad del cumplimiento de la obligación principal y natural, porque
el sujeto pasivo se vería en la necesidad de pagar ésta para evitar ser
demandado por la hipoteca, prenda o cláusula penal. En cambio, tra¬
tándose de terceros este peligro no se presenta: haciendo excepción al
principio sobre la suerte de lo accesorio, el tercero garante asume
como obligación propia independiente la de pagar la obligación natu¬
ral si el titular pasivo de ésta no lo hace; la exigibilidad de aquélla no se
extiende a ésta.
En síntesis, las obligaciones de los terceros que caucionan una obliga¬
ción natural son obligaciones civiles perfectas; el acreedor puede per¬
seguirlas, aun cuando no puede hacer lo mismo con la obligación
principal.
Alguien ha creído que hay un caso de excepción en que la obliga¬
ción del garante sería natural: la que cauciona obligaciones naturales
que proceden de actos desnudos de las solemnidades que la ley exige
para que produzcan efectos civiles (número 3 del artículo 1 4 7 0 ) . Como
Q

se trata de obligaciones absolutamente nulas - d i c e - , "es obvio que el

412' H e n r i L ó
e n et " Corte de Apelaciones de Santiago, 6 de mayo de 1881, Gaceta de los Tribunales, año
1881, N 528, p. 333.
2
'II, TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

tercero puede invocar la nulidad, que compete a todo el que tenga


interés en ello (artículo 1 6 8 3 ) . La obligación del tercero -termina-, como
la del deudor principal, es puramente natural". Pero se olvida, en
17

primer lugar, que las obligaciones que proceden de dichos actos no se


miran como civiles, sino como otra cosa, precisamente como obligacio-
nes naturales, y esto excluye las consecuencias que dicho autor saca; en
segundo lugar, la ley, al dar valor a las cauciones constituidas por terce¬
ros, hace excepción al principio sobre la suerte de lo accesorio e inde¬
pendiza la obligación del garante respecto de la del deudor principal.

115. FIANZA. La fianza es un contrato en virtud del cual un sujeto (el


fiador) se obliga personalmente frente al acreedor a responder de una
obligación ajena, comprometiéndose a cumplirla en todo o parte, si el
deudor principal no la cumple. 18

Normalmente, la fianza da al fiador que paga el beneficio de excu¬


sión y la acción de reembolso. Por el primero el fiador tiene el derecho
de pretender que el acreedor, antes de obrar contra él, persiga el pago
de la deuda en los bienes del deudor principal (artículo 2 3 5 7 ) . La
acción de reembolso es una acción personal del fiador contra el deudor
principal para exigir el reintegro de lo que haya pagado por él, con
intereses y gastos, y la indemnización de perjuicios según las reglas
generales (artículo 2 3 7 0 ) .
Es lógico que al fiador de la obligación natural se le niegue el
beneficio de excusión (artículo 2 3 5 8 ) , porque el acreedor no tiene
acción para perseguirla. Del mismo modo, si se piensa que el acreedor
carece de todo derecho para cobrarle algo al obligado naturalmente,
se comprende que sería absurdo dárselo al fiador; por eso a éste se le
rehusa también la acción de reembolso. Dice el Código Civil que las
acciones concedidas al fiador para repetir lo pagado y para obtener la
indemnización de perjuicios no tienen lugar "cuando la obligación del
principal deudor es puramente natural, y no se ha validado por la
ratificación o por el lapso de tiempo" (artículo 2 3 7 5 , N l ) . En estos
9 s

dos últimos supuestos en que el fiador puede ejercer la acción de


reembolso, ya no hay obligación natural, sino civil. Es el caso de las
obligaciones naturales que son civiles abortadas por la incapacidad
relativa de las personas que las han contraído, vicio que determina la
nulidad relativa, saneable por el lapso de tiempo o por la ratificación
de las partes (artículo 1 6 8 4 ) .

Ramón Meza Barros, Manual de Derecho Civil, De las Obligaciones,


17
Santiago, 1S
N 77, pp. 5 0 - 5 1 ; la cita corresponde a esta última página.
s

Véase A. Vodanovic H., La Fianza, Santiago, 1999.


18
El. VINCULO DE IA OBLIGACIÓN "7

116. LA CAUCIÓN A QUE SE REFIERE I A LEY ES IA CONSTITUIDA RESPECTO


A I A OBLIGACIÓN NATURAL, y no a la que existía respecto a la obligación
civil que se extingue, pues j u n t o con el desaparecimiento de ésta se
desvanece también la caución respectiva (artículos 1536, 2381 N 3 , fi a

2 4 3 4 inciso l ) , ya que lo accesorio sigue la suerte de lo principal. De


9

nada serviría, por otra parte, considerar que si la obligación principal


se transforma en natural, también ocurre lo mismo con la caución,
porque como natural la caución no desempeñaría ninguna función
útil o práctica, amén de que para ligar al garante a un deber moral
como es la obligación natural se necesitaría una declaración expresa
del legislador, que no existe.
En consecuencia, y por ejemplo, si una persona garantiza con
hipoteca una deuda, y pasan más de cinco años sin que el acreedor
demande ésta, la obligación principal se extingue (artículo 2 5 1 5 ) y
conjuntamente con ella la hipoteca (artículo 2 4 3 4 , inciso l ) , ape¬
9

nas transcurrido el plazo, según algunos, o una vez que el j u e z


declare la prescripción por sentencia firme, según otros. No es a esa
caución a la que se refiere la ley, que muere con la obligación civil,
sino a la que se constituya después, cuando de la obligación civil
prescrita emerge como residuo la obligación natural, a la cual viene
a garantizar civilmente la caución, conforme se explicó más arriba
(número 114 " C a u c i ó n " ) .

117. d) LA COSA JUZGADA RESPECTO A IA OBLIGACIÓN CIVIL NO SE E X -


TIENDE A LA OBLIGACIÓN NATURAL. Por eso dispone el Código que "la
sentencia judicial que rechaza la acción intentada contra el natural¬
mente obligado, no extingue la obligación natural" (artículo 1 4 7 1 ) . Si,
por ejemplo, el acreedor de un menor de edad que contrajo una obli¬
gación sin autorización de su representante legal, intenta contra el
menor la acción de cumplimiento, y el j u e z la rechaza por incapacidad
del deudor, esto sólo significa que el menor no debe una obligación
civil, pero no entraña un pronunciamiento sobre la obligación natural,
y menos su extinción. Si había una obligación natural, ella subsiste y el
pago que después del fallo se haga es irrepetible.
Claro que la cosa juzgada respecto a la obligación civil no se exten¬
derá a la obligación natural si el fallo no se ha pronunciado también
sobre esta última. Puede suceder que el demandado alegue, y por
razones morales tenga interés en hacerlo, que no está obligado civil ni
naturalmente, y el j u e z , con el mérito del proceso, así lo declare. En tal
caso habrá cosa juzgada también respecto a la supuesta obligación
natural. Y de aquí se deriva una consecuencia práctica: si después el
demandado paga por error, podrá repetir lo pagado, porque se puede
repetir aun lo que se ha pagado por error de derecho, cuando el pago
TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

no tenía por fundamento ni aun una obligación puramente natural


(artículo 2 2 9 7 ) . La existencia de ésta no podrá discutirse, porque a ello
se opone la cosa juzgada del fallo que declaró que el demandado no
estaba obligado ni siquiera naturalmente.

118. LA COMPENSACIÓN. En el Derecho Romano la obligación natural


podía oponerse en compensación al acreedor que demandaba el cum¬
plimiento de una obligación civil. Entre nosotros no cabe la compensa¬
ción legal, esto es, la que opera por el solo ministerio de la ley,
concurriendo los requisitos legales, porque entre éstos se encuentra la
actual exigibilidad de las dos deudas (artículo 1656), condición que no
cumple la natural, comoquiera que carece de acción.
Por cierto, nada se opone a que la obligación natural sea compensa¬
da voluntariamente, es decir, por convención de las partes en razón de la
falta de un requisito necesario para que opere la compensación legal.

119. E X T I N C I Ó N DE LAS O B L I G A C I O N E S NATURALES. En principio, las


obligaciones naturales admiten todos los modos de extinción compa¬
tibles con su carácter peculiar. Desde luego, las partes interesadas,
capaces de disponer libremente de lo suyo, pueden dejarlas sin efecto
por una convención (mutuo disenso o resciliación, artículo 1567, in¬
ciso I ) . También se extinguen las obligaciones naturales por el pago,
a

la transacción, la remisión o perdón de la deuda, la pérdida de la


cosa que se debe, la novación. En cambio, es inaplicable la compensa¬
ción legal, pues supone la exigibilidad actual de las dos deudas, y la
compensación judicial, que supone una acción en j u i c i o . Tampoco
cabe la prescripción, según se desprende del propio carácter de las
obligaciones naturales y de la norma (artículo 2 5 1 4 , inciso 2 ) al te¬ a

nor de la cual el lapso de tiempo de la prescripción extintiva se


cuenta "desde que la obligación se haya hecho exigióle", y la natural
por definición nunca lo es.

120. E X A M E N DE CASOS DUDOSOS DE OBLIGACIONES NATURALES. Conclu¬


yóse oportunamente que la enumeración del artículo 1470 del Código
Civil no es taxativa y que a través de este cuerpo legal hay otros casos
de obligaciones naturales. A continuación se tratará de determinarlos
entre las diversas hipótesis dudosas.

121. a) M U L T A EN LOS ESPONSALES. LOS esponsales, o promesa de matri¬


monio mutuamente aceptada, no pueden alegarse ni para pedir que se
lleve a efecto el matrimonio, ni para demandar indemnización de per¬
juicios (artículo 9 8 ) . Tampoco puede pedirse la multa que por parte de
uno de los esposos se hubiere estipulado a favor del otro para el caso
E L V I N C U L O DE IA O B L I G A C I Ó N 99

de no cumplirse lo prometido. Pero si se hubiere pagado la multa, no


puede pedirse su devolución (artículo 9 9 ) .
La multa pagada es, por tanto, irrepetible. ¿Constituye por esto
obligación natural? La respuesta negativa arguye que, ante la ley civil,
la promesa de matrimonio "no produce obligación alguna" (artícu¬
lo 9 8 , inciso l ) , es decir, ni obligación civil ni obligación natural. Y lo
e

que se dispone para el acto principal, los esponsales, también debe


regir para el accesorio, el acto que establece la multa. El no poder
demandar la devolución de la misma sólo se explica y justifica como
una sanción al que después de haberse desentendido del deber de
honor y conciencia que importan los esponsales, también pretende
desdecirse de un acto consumado, como es el pago de la multa.
Ajuicio de otros, la multa de los esponsales reviste la característica de
las obligaciones naturales: mientras no se paga, no se puede exigir; pero,
pagada, no puede pedirse su devolución. Nada autoriza ver en la irrepe-
tibilidad una sanción. Si bien en aras del principio de la absoluta espon¬
taneidad del consentimiento matrimonial, la ley no admite exigir el
cumplimiento de los esponsales, y tampoco de la multa, por la presión
indirecta que ésta puede envolver para llevar a cabo el matrimonio, una
vez roto el compromiso y pagada la multa, no hay motivo para no reco¬
nocer en este pago el cumplimiento de un deber de conciencia.
En la práctica, como lo revela la ausencia de fallos judiciales, el
problema no se ha planteado. Por otra parte, en la mente de todos los
que proponen una reforma general del Código Civil está la idea de
suprimir el título "De los esponsales". Considérase que es una institu¬
ción fuera de época o, como se complacen en decir algunos, totalmen¬
te obsoleta.

122. b) OBLIGACIONES QUE EMANAN D E L J U E G O Y LA APUESTA. 1. Diferen-


ciación previa deljuego y la apuesta. Los contratos aleatorios de juego y de
apuesta se han tratado de diferenciar conforme a diversos puntos de
vista.
Según una tesis, "hay contrato de juego cuando los contratantes
loman posición activa, contribuyendo al resultado final del aconteci-
auento incierto de que se trate, es decir, cuando el ganar o perder se
somete a un suceso dependiente de la actividad de las partes (así: los
contratantes contienden en lucha, carrera, partida de cartas); y contra-
as de apuesta cuando las partes acuerdan que, según el resultado de
algo en lo que no intervienen, uno realice cierta prestación a favor del
o r o . o éste a favor de aquél (así: corriendo terceras personas, Primus
pagará a Secundus si triunfa el corredor que éste señala de antemano,
y viceversa). Según otra tesis, hay contrato de apuesta cuando existe
certeza objetiva sobre el acontecimiento de que se trate, y el ganar o
1(1(1 TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

perder depende sólo de cuál de las partes haya mantenido la opinión


que resulte exacta (por ejemplo, apuesta sobre la edad de una persona,
sobre el número de páginas que tiene determinado libro); y hay con¬
trato de j u e g o cuando actualmente el acontecimiento es objetivamente
inseguro, y ganará una u otra parte, según el resultado (aunque éstas
no contribuyan al m i s m o ) " . 19

2. Juegos de azar. La ley, haciéndose eco de tal vez del antiguo prover¬
bio según el cual "las cartas y los dados son los libros y los huesos del
diablo", declara ilícitos los juegos de azar, o sea, aquellos en que predo¬
mina la suerte sobre la inteligencia o destreza de los jugadores. De
acuerdo con el Código Civil, hay objeto ilícito en las deudas contraídas
en j u e g o s de azar; éstas son nulas y de ningún valor (artículos 2 2 5 9 ,
1466, 1682 y 1 0 ) . Su cumplimiento no puede exigirse por el victorioso.
Pero pagada la deuda de j u e g o de azar por el perdedor, éste no está
autorizado para pedir después la devolución, porque es irrepetible lo
dado o pagado por un objeto ilícito a sabiendas (artículo 1 4 6 8 ) .
Lejos del pensamiento debe estar que dicha irrepetibilidad configu¬
ra una obligación natural: el pago no responde a una causa lícita; la
ley, al impedir la devolución, sólo sanciona la conducta torpe del juga¬
dor, conforme se explicó en el párrafo de las características de las
obligaciones naturales (supra N 1 0 0 ) . e

Caen dentro de la categoría de deudas contraídas en juegos de azar,


no sólo las que resultan directamente del contrato de j u e g o , sino tam¬
bién las que derivan de otros actos que constituyen medios o modos de
ejecución de éste y realizan entre los jugadores, en forma indirecta, la
misma finalidad práctica de aquel contrato. Es el caso de la cesión, por
la casa de j u e g o , a un tercero de un cheque a la orden, dejado en
blanco por el deudor del j u e g o al casino vencedor con el nombre del
tercero como tomador. Esta cesión tiende en concreto, aunque indirec¬
tamente, a realizar entre los jugadores el fin práctico del contrato de
j u e g o , la entrega al ganancioso de la suma debida por el perdedor. 20

Ha de observarse que no está en el mismo caso el mutuo hecho al


jugador por una persona extraña aljuego: el contrato es lícito y genera
un derecha perfecto, provisto de acción."^
Las autorizaciones legales para practicar el juego en determinados
locales sustraen de las sanciones penales a las personas que, conforme
a la ley común, podrían recibirlas: empresarios de casas de j u e g o s ,

Albadalejo, Manuel, Instituciones de Derecho Civil. Parte General y Derecho de Obligaciones


19

Barcelona, 1961. N 324, p. 946.


e

Corte de Casación italiana, 4 de octubre de 1962, N 2 8 0 1 ; Giustizia civile, Massimario,


20 e

Milano. 1962. p. 1321.


Corte de Casación italiana, 21 de abril de 1949. IIForo Italiano, 1 9 4 9 , 1 . 1 , p. 1177.
21
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN

administradores, etcétera, y público ahí concurrente; pero ¿alteran el


sistema normativo civil de las obligaciones que pueden surgir entre los
que participan en el juego? Más adelante se dilucida el punto.
3. Juegos de fuerza o destreza corporal. Los juegos de armas, carreras a
pie o a caballo, pelota, bolas y otros semejantes de fuerza o destreza
corporal, producen acción y excepción, con tal que en ellos no se
contravenga a las leyes o a los reglamentos de policía (artículo 2 2 6 3 en
relación con el 2 2 6 0 ) .
Estos juegos generan, pues, obligaciones civiles. El legislador les ha
dado una protección amplia por estimar que tienen un fin socialmente
útil, como es el de contribuir al desarrollo del cuerpo humano y, en el
caso de las carreras a caballo, al mejoramiento de la raza equina.
4. Juegos en que predomina la inteligencia. Los juegos, como el ajedrez,
en que predomina la inteligencia no producen acción, sino solamente
excepción. El que gana no puede exigir el pago. Pero si el que pierde
paga, no puede repetir lo pagado, a menos que se haya ganado con
dolo (artículo 2 2 6 0 , aplicable a estos juegos por exclusión de otros
especialmente regulados).
Las obligaciones nacidas de los contratos de juego en que predomi¬
na la inteligencia no tienen la categoría de civiles, porque, ajuicio del
legislador, carecen para ello de una suficiente importancia económico-
social; pero como moralmente no son tachables, permiten al ganancio¬
so retener lo que espontáneamente le pagó el perdedor. Trátase de
obligaciones naturales; revisten su rasgo característico.
La regla de que para no poder solicitar la restitución en virtud de
las obligaciones naturales, es necesario que el pago se haya hecho por
el que tenía la libre administración de sus bienes (artículo 1470, inciso
final), vuelve a reiterarse en términos más claros en una norma espe¬
cial relativa al juego y la apuesta, que dice: "Lo pagado por personas
que no tienen la libre administración de sus bienes, podrá repetirse en
todo caso por los respectivos padres de familia, tutores o curadores"
(artículo 2 2 6 2 ) .
5. Las apuestas. Las apuestas pueden ser lícitas o ilícitas, según las
tolere o prohiba la ley.
En la jurisprudencia no hay unanimidad para fijar el criterio de
distinción entre unas y otras.
La Corte Suprema, en una sentencia de 9 de diciembre de 1 9 3 5 , 21a

expresa que "la clasificación que el Código Civil hace de los juegos
para determinar su licitud o ilicitud, según sean o no de azar,

"" Gaceta de los Tribunales, año 1935, 2 semestre, N 100, p. 3 1 8 ;


2 s

Jurisprudencia, t. 3 3 , sec. 1 , p. 125.


III'J TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

respecto de las apuestas, porque la naturaleza misma de éstas no per-


mite atribuirles las calidades propias de los juegos de fuerza o destreza
personal o de habilidad; pero nada se opone a que las apuestas se rijan
por las reglas generales que determinan qué es causa ilícita en un
contrato (Código Civil, artículo 1 4 6 7 ) . Por ello las apuestas que depen¬
den del mero azar deben encontrarse ante la ley civil en iguales condi¬
ciones que los juegos de suerte y no pueden contar con su amparo".
La misma Corte Suprema, en otra sentencia fechada el 22 de marzo
de 1 95 5 , sostiene que "la distinción que hace la ley entre los juegos
21b

lícitos e ilícitos rige igualmente para las apuestas. Son ilícitas las apues¬
tas a base del azar; así lo impone la filosofía de la ley y los fines de
conveniencia pública que ella tutela".
Las apuestas lícitas no producen acción, sino solamente excepción.
El que gana no puede exigir el pago. Pero si el que pierde paga, no
puede repetir lo pagado, a menos que se haya ganado con dolo (artícu¬
lo 2 2 6 0 ) . Hay dolo en el que hace la apuesta si sabe de cierto que se ha
de verificar o se ha verificado el hecho de que se trata (artículo 2 2 6 1 ) .
La irrepetibilidad supone que el pago se haya realizado por perso¬
nas que tienen la libre administración de sus bienes. Rige la misma
norma del artículo 2 2 6 2 transcrita poco más arriba.
No hay duda, pues, que las apuestas lícitas dan origen a obligacio¬
nes naturales.
En cuanto a las apuestas ilícitas, tienen objeto de esta naturaleza y,
por lo mismo, son absolutamente nulas (artículo 1 6 8 2 ) . No producen
obligaciones civiles ni naturales. Y si bien es cierto que no puede repe¬
tirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a
sabiendas (artículo 1 4 6 8 ) , la irrepetibilidad en este caso es una san¬
ción: la ley no permite al que pagó invocar su propia torpeza, según se
explicó oportunamente.
6. Apuestas y juegos de azar autorizados excepcionalmente por leyes. Por
excepción, algunas leyes autorizan juegos de azar y apuestas que, con¬
forme a la legislación común, tienen sanción penal y, desde el punto
de vista civil, adolecen de objeto ilícito. Es el caso de las leyes que
regulan la Lotería de Concepción, la llamada Polla Chilena de Benefi¬
cencia, el Casino de Viña del Mar y otros, los hipódromos establecidos
por autorización del Presidente de la República; estos últimos, cum¬
pliendo determinados requisitos, pueden organizar y mantener el siste¬
ma de apuestas mutuas, con arreglo a los reglamentos que se expidan
por dicho mandatario. Algunas de estas leyes, como las referentes al

" Revista deDerechoy


b
Jurisprudencia, t. 52, sec. 4 , p. 128.
a
EL VINCULO DE LA OBLIGACIÓN

Casino de Viña del Mar y a los Hipódromos, declaran expresamente22

que respecto a esas instituciones no regirán las normas penales (Códi-


go Penal, artículos 277, 278 y 2 7 9 ) que sancionan a los banqueros,
dueños, administradores, agentes de casas de juego, envite o azar, y a
los que concurrieren a jugar a tales casas. Como éstas, las leyes excep¬
cionales de que se habla sólo sustraen del derecho común las sanciones
penales, se ha deducido que las disposiciones liberatorias de esas leyes,
por su mismo carácter restringido, no pueden extenderse al campo
civil y que, por ende, adolecen de objeto ilícito todas las deudas prove¬
nientes de los juegos de azar permitidos por las normas de excepción. 23

La opinión anterior debe rechazarse. Justo y exacto es el aserto de


que la liberación expresa de las sanciones penales no puede extender¬
se por analogía al terreno civil. Pero hay otras circunstancias que sacu¬
den del objeto ilícito a los juegos de azar y las apuestas permitidos, bajo
determinadas condiciones, por las leyes excepcionales. Desde luego, la
autorización que esas leyes contienen implica, para los casos regulados,
una derogación tácita de la prohibición general y común. En seguida,
si hay objeto ilícito en todo contrato prohibido por las leyes (Código
Civil, artículo 1 4 6 6 ) , no lo hay, evidentemente y a contrario sensu, en
los contratos autorizados y regulados por éstas. Y , por último, sería
absurdo pensar que las subvenciones que dichas leyes excepcionales
acuerdan a diversos institutos de bien público lo hacen sobre la base de
contratos civilmente nulos. En conclusión, los juegos y apuestas autori¬
zados y regulados por leyes de excepción son contratos con objeto
lícito, plenamente válidos y generan obligaciones perfectas, civiles. 24

123. c) P A G O D E INTERESES NO ESTIPULADOS EN E L MUTUO. El mutuo


civil, en la concepción del Código de Bello, es un contrato gratuito por
su naturaleza; no devenga intereses, a menos que se hayan pactado. Si
a pesar de no haberse convenido, se pagan, el acreedor, conforme a la

22
Ley N 4 . 2 8 3 , de 16 de febrero de 1928, sobre el Casino de Viña del Mar (artículo 8 ) ;
2 9

Ley N 4 . 5 6 6 , de 27 de marzo de 1929, sobre Hipódromos (artículos l y 3 ) , ley modificada


Q 2 9

por el Decreto con Fuerza de Ley N 3 5 2 , de 20 de mayo de 1931 y por la Ley N 5.055, de 12
2 2

de febrero de 1932. La Ley N 4 . 5 6 6 excluye de sus sanciones a las carreras a la chilena.


2

Hay, además de los citados, varios otros cuerpos legales que se ocupan de casinos de
juegos, apuestas mutuas, rifas, sorteos y colectas.
23
En este sentido Arturo Alessandri Besa, La nulidad y la rescisión en el Derecho Civil
chileno, Memoria de Licenciado, Santiago, 1949, N 164, p. 145; en una edición posterior,
9

sin fecha, este N 164 figura en la página 145 del tomo primero. Sigue el mismo criterio de
2

Alessandri, Ramón Meza Barros, Manual de Derecho Civil, De las Fuentes de las Obligaciones,
tomo II, Santiago, 1975, N 3 5 2 , p. 2 3 6 .
2

24
En el mismo sentido Avelino León H., El objeto en los actosjurídicos, Santiago, 1958,
N 54, p. 95.
2
1111 TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

regla general, estaría obligado a restituirlos, porque habría pago de lo


no debido (artículos 2 2 9 9 y 23 0 0 ) . Una norma especial, sin embargo,
dispone que "si se han pagado intereses, aunque no estipulados, no po-
drán repetirse ni imputarse al capital" (artículo 2 2 0 8 ) .
Según algunos, en este caso no hay obligación civil ni natural. ¡Vaya!
¿Qué hay entonces? ¿Qué cosa justifica el pago que no puede repetir-
se? A j u i c i o de un autor, una presunta o supuesta convención entre
mutuante y mutuario que alteraría los términos del pacto primitivo en
que no se estipularon intereses. La conjetura es artificiosa. La ley
25

habla claramente de intereses no estipulados, y entonces mal se hace en


suponer que se pactan a última hora.
Para otro intérprete, el pago de los intereses no estipulados en el
26

mutuo no es un caso de obligación natural, porque sólo se produce el


efecto de la irrepetibilidad del pago, pero no los otros, como la caución y
la novación. Cabe responder que los romanistas -y no olvidemos que
Bello se inspiró en el Derecho Romano para regular las obligaciones
naturales- advierten que sería un error creer que todas ellas producen los
mismos efectos y todos los efectos reseñados. Sohm, por ejemplo, dice:
"Todas estas características pueden darse en las obligaciones naturales,
pero no es necesario que aparezcan todas. En realidad, no existe concep¬
to fijo de obligación natural; bajo esta expresión inclúyense diversas ma¬
nifestaciones. Será, pues, menester examinar cada obligación natural en
sí, para apreciar sus características y efectos". Agregúese que en el Dere¬
27

cho contemporáneo la tendencia es reducir los efectos de las obligacio¬


nes naturales únicamente al que las caracteriza, la irrepetibilidad o
irrevocabilidad del pago voluntariamente hecho (Código Civil italiano de
1942, artículo 2 0 3 4 ; Código Civil de Etiopía de 1960, artículo 2 1 6 6 ) .
La Ley N 18.010, de 27 de junio de 1981, sobre operaciones de crédi¬
a

to y otras obligaciones de dinero que indica, establece que "la gratuidad


no se presume en las operaciones de crédito de dinero. Salvo disposicio¬
nes de la ley o pacto en contrario, ellas devengan intereses corrientes,
calculados sobre el capital reajustado, en su caso" (artículo 12).
Cuando se pacta expresamente el no pago de intereses si se pagan por
error, hay derecho a repetirlos como pago de lo no debido (artícu¬
los 2299 y 2300).

124. d) PAGO HECHO CON SUS B I E N E S POR EL H E R E D E R O QUE GOZA DE


BENEFICIO DE INVENTARIO. El beneficio de inventario consiste en no hacer

Meza Barros, De las Obligaciones, N 82, p. 53.


25 Q

Manuel Somarriva U., en las explicaciones de su cátedra.


26

Sohm, Instituciones de Derecho Privado Romano, traducción del alemán de Wenceslao


27

Roces, México, 1951, p- 214, al final.


I-I V1NCI [.() 1)1 I Al l(,A< II )\ lo;.

a los herederos que aceptan la herencia responsables de las obligacio¬


nes hereditarias y testamentarias, sino hasta concurrencia del valor to¬
tal de los bienes que han heredado (artículo 1 2 4 7 ) .
Si no obstante este beneficio, los herederos pagan con sus bienes
más del antedicho valor, no pagan una deuda natural, sino una civil.
Porque lo único que hacen es renunciar tácitamente al beneficio que
les limitó la responsabilidad normal por todas las deudas hereditarias y
testamentarias.

125. e) PAGO HECHO P O R EL D E U D O R Q U E GOZA D E L B E N E F I C I O D E COM-


PETENCIA. Beneficio de competencia es el que se concede a ciertos deudo¬
res para no ser obligados a pagar más de lo que buenamente puedan,
dejándoseles, en consecuencia, lo indispensable para una modesta sub¬
sistencia, según su clase y circunstancias, y con cargo de devolución,
cuando mejoren de fortuna (artículo 1 6 2 5 ) .
Lo que buenamente puede pagar el deudor con beneficio de com¬
petencia lo determina el j u e z . Se ha creído que si dicho deudor paga
más de la cuota que le fijó el j u e z , paga una obligación natural; pero se
olvida que el beneficio de competencia no es un modo de extinguir
parcialmente la obligación, pues la parte de la deuda que no se cancela
subsiste, y debe pagarse "cuando mejore de fortuna"; el acreedor con¬
serva su acción. Si el deudor paga más de lo que buenamente puede o
antes de que su mejoría patrimonial se produzca realmente, se limita a
renunciar al beneficio, pero paga una obligación civil que nunca se
desvaneció antes ni se transformó en obligación natural.

126. f) PAGO HECHO POR EL D E U D O R QUE HA C E L E B R A D O CONVENIO CON


S U S ACREEDORES. Si el deudor que no está en situación de hacer frente a
sus compromisos en forma cumplida, celebra un convenio con sus acree¬
dores y se acuerda que aquél pagará sólo una parte de la deuda, remitíén-
dose el resto, y si, por error, paga más de lo pactado, ¿hay pago de obligación
natural? No; lo que hay es pago de lo no debido, porque la remisión,
condonación o perdón de la deuda es un modo de extinguir las obligacio¬
nes (artículos 1567, N 4 y 1652 a 1 6 5 4 ) ; por tanto, el pago por error de la
e e

parte condonada es un caso de pago de lo no debido y puede pedirse su


devolución (artículos 2295 y 2 2 9 7 ) . Si esa parte se pagó a sabiendas, hay
donación sujeta a todos los requisitos de validez de este contrato.

127. PAGO DE OBLIGACIONES CON OBJETO O CAUSA ILÍCITA. Al hablar de


las características de las obligaciones naturales (número 100) se dijo ya
por qué no constituye obligación natural la irrepetibilidad de lo dado o
pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas (artículo 1 4 6 8 ) . Nos
remitimos a lo ahí expresado.

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