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DERECHO CIVIL
DE LAS OBLIGACIONES
Generalidades.
La palabra Obligación deriva del latín obligare, que significa, atadura, ligadura.
Este término, representa la situación en que se encuentra el deudor, ya que él se
encuentra sometido al acreedor.
Jurídicamente, la obligación se puede definir como “el vínculo jurídico, en virtud
del cual una de las partes llamada acreedor puede exigir de otra, llamada deudor,
el cumplimiento de una determinada prestación debida, que puede consistir en
dar, hacer o no hacer algo”.
Don Fernando Fueyo define la obligación diciendo que es “el vínculo o relación
jurídica entre dos o más personas, en virtud del cual una de las partes debe
cumplir una prestación determinada a favor de la otra, quien tiene la facultad de
exigirle por medios coercitivos”.
Elementos de la Obligación.
1° Los sujetos o partes (acreedor y deudor). Estos sujetos pueden ser personas
naturales o jurídicas. Como mínimo deben ser dos (un acreedor y un deudor), pero
nada obsta para que sean más de dos.
El acreedor o sujeto activo, es quien puede exigir coercitivamente el cumplimiento
de la prestación debida.
El deudor o sujeto pasivo, es la persona que tiene la necesidad de cumplir con
dicha prestación.
Se pueden definir como, los hechos o Actos Jurídicos que dan nacimiento o que
crean una obligación.
Existen varias teorías a este respecto, sin embargo, son tres las más trascendentes;
a saber:
1° Teoría Clásica. Considera que las fuentes de las obligaciones son cinco; a
saber, el contrato, el cuasicontrato, el delito, el cuasidelito y la ley.
Esta teoría deriva del Derecho Romano, el cual en un principio sólo reconoció dos
fuentes, los contratos y los delitos.
Justiniano, teniendo presente los estudios del jurisconsulto Gayo, se dio cuenta que
había ciertas fuentes que no derivaban propiamente de un contrato, y otras, que no
lo hacían propiamente de un delito y las llamó cuasicontrato y cuasidelitos. De ahí
pasó esta clasificación al Código Civil francés y por fin al nuestro.
2ª Teoría. Considera que sólo existen dos fuentes de las obligaciones, que serían el
contrato y la ley. El resto de las fuentes clásicas se encuadrarían en la ley.
V.- Según los sujetos. Se pueden clasificar en: simplemente conjuntas, solidarias e
indivisibles.
a) Civiles (art. 1470 inc. 2°). Son aquellas que dan derecho para exigir su
cumplimiento.
b) Naturales (art. 1470 inc. 3°). Son las que no confieren derecho para exigir su
cumplimiento, pero que cumplidas, autorizan para retener lo que se ha dado o
pagado en razón de ellas.
Las obligaciones naturales tienen su origen en el Derecho Romano. En él existían
pactos que no daban acciones, pero que cumplidas permitían retener lo pagado por
ellas. Asimismo existían los actos de los esclavos, que al no ser personas, no
generaban acciones civiles, pero si voluntariamente se cumplían, no se podía exigir
la repetición; Lo mismo acontecía con los actos de los hijos de familia.
g) Como son excepcionales, nunca se presumen, debe haber texto legal expreso que
las consagre.
Por razones didácticas, la enumeración del artículo 1470 se clasifica en dos grandes
grupos, a saber:
b) Obligaciones naturales civiles o degeneradas. Que serían los casos de los números
2 y 4 del 1470.
Estos casos del 1 y 3 del 1470 se tratan conjuntamente, porque en ambos hay actos
afectos a nulidad; que en el caso del N°1 es relativa, y en el N°3 es absoluta.
1470 N°1. Se entiende que son obligaciones naturales, las contraídas por personas
que adolecen de una incapacidad, pero que tienen suficiente juicio y discernimiento.
De la sola lectura de este número, quedan descartados de él los absolutamente
incapaces.
Dentro de los relativamente incapaces también debe excluirse el disipador
interdicto, porque carece de suficiente juicio y discernimiento para obligarse.
En conclusión, el N°1 del art. 1470 sólo se refiere a aquellas obligaciones contraídas
por los menores adultos que son los únicos incapaces que tienen juicio y
discernimiento.
Respecto a las incapacidades especiales, los actos de las personas afectas a ellas,
tampoco pueden generar obligaciones naturales, porque ellas no están legitimadas
para actuar, y si de hecho celebran el acto o contrato, este no produce obligación
alguna, ni civil, ni natural.
Este N°1 ha dado origen al problema de determinar, desde qué momento existe la
obligación natural. Aquí existen dos posiciones, a saber:
1.- Los profesores Fueyo y Alessandri sostienen que la obligación pasa a ser natural
una vez que la rescisión (nulidad) ha sido judicialmente declarada, porque hasta
antes, el acto se considera válido y produce obligación civil, ya que de acuerdo a las
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reglas generales, la nulidad sólo produce sus efectos cuando es declarada por
sentencia ejecutoriada.
Por lo tanto, para estos autores, si el menor adulto cumple la obligación antes de
declararse la nulidad del acto, estaría cumpliendo una obligación civil, y si la
cumple después de haberse declarado la nulidad, estaría cumpliendo una
obligación natural.
2.- Una segunda posición, que es la mayoritaria y que aglutina, entre otros a los
profesores Claro Solar y Somarriva entre otros, consideran que en este caso, la
obligación es siempre natural, por las siguientes razones:
El N°1 del art. 1470 dice que son obligaciones naturales “las contraídas”, por
lo que se está refiriendo al momento de nacer la obligación.
Además, el art. 2375 N°1, ubicado en la fianza, niega la acción de reembolso
(por lo pagado) al fiador, cuando la obligación del deudor principal es natural,
sin que sea necesario que previamente haya sentencia judicial. Lo que estaría
confirmando que la obligación debe considerarse natural desde que se
contrae.
1470 N°3. En este caso la ley señala, que es obligación natural las que proceden de
actos a que faltan las solemnidades que la ley exige para que produzcan efectos
civiles, y la ley pone como ejemplo el caso del testamento que no se ha otorgado en
la forma debida y que impone la obligación de pagar un legado.
En este caso, si los herederos voluntariamente pagan el legado, pese a que el
testamento es nulo de nulidad absoluta, no podrán pedir la restitución, porque
habrán cumplido con una obligación natural.
Los autores discuten si el N°3 se refiere sólo a los Actos Jurídicos unilaterales o si
también se refiere a los bilaterales. Don Luis Claro Solar considera que se refiere a
ambos tipos de catos, porque el sólo hecho de haber citado como ej. un acto
unilateral, no es motivo suficiente para excluir a los bilaterales.
Sin embargo, para la mayoría de los autores (Alessandri, Fueyo, Somarriva, etc.)
han considerado que la ley se está refiriendo sólo a os Actos Jurídicos unilaterales,
por las siguientes razones:
Otro problema que ha originado el número in comento es, al igual que en el caso
anterior, determinar desde cuando la obligación es natural (se dan los mismos
argumentos ya expuestos).
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1470 N°2. Señala que son obligaciones naturales, las obligaciones civiles
extinguidas por la prescripción. En esta norma el legislador incurrió en un error,
porque la obligación nunca se extingue por la prescripción, lo que se extingue por la
prescripción es la acción; y por lo tanto, lo que el legislador quiso decir en este N°2,
es que son obligaciones naturales, las obligaciones civiles, cuya acción para
perseguir su cumplimiento se ha extinguido por la prescripción.
Los profesores Claro Solar y Rozas Vial, dicen que en este caso la obligación es
natural una vez que ha transcurrido el plazo de prescripción, sin importar si esta
prescripción se ha reconocido o no por sentencia judicial, y ello porque, el
artículo 2514 señala que la prescripción extintiva sólo necesita del transcurso
del tiempo.
Otros autores como Somarriva y Alessandri, dicen que en este caso la obligación
va a ser natural una vez que la prescripción sea reconocida por sentencia
judicial, y ello porque, si bien la prescripción opera de pleno derecho, debe ser
alegada y por lo tanto, antes de la sentencia judicial se estaría cumpliendo con
una obligación civil.
1470 N°4. Señala que son obligaciones naturales, las que no han sido reconocidas
en juicio por falta de prueba. Para que en este caso la obligación se considere
natural, deben darse los siguientes requisitos copulativos. A saber:
a) Que el pago sea voluntario, es decir, el deudor debe cumplir con la obligación
natural en forma libre y espontánea, y por lo tanto, la voluntad del deudor debe
estar exenta de vicios.
b) Que el que paga debe tener la libre administración de sus bienes. El pago es un
acto dispositivo y por lo tanto el que paga debe ser plenamente capaz.
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Respecto a la fianza, El art. 2338 permite que pueda acceder a una obligación
natural, con las siguientes particularidades:
a) El fiador, por regla general tiene un “beneficio de excusión”, que consiste en que
le solicita al acreedor, que primero se dirija contra el deudor principal y sólo si él no
cumple, se dirija en su contra. Este beneficio no lo tiene el fiador de una obligación
natural. Arts. 2357 y 2358 3ª.
b) Una vez que el fiador paga al acreedor, cuando la obligación principal es natural,
el fiador no tiene acción de reembolso. Art. 2375 N°1.
Las obligaciones naturales se someten en esta materia a las reglas generales. Por lo
tanto, se extinguen por los modos que la ley regula en este ámbito, pero con las
siguientes particularidades.
2° En el pago por objeto o causa ilícita, a sabiendas. El art. 1468 establece que
no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a
sabiendas.
También en este caso se da el fenómeno de la irrepetibilidad, pero mayoritariamente
se piensa que no existe obligación natural, sino que al igual que en el caso anterior,
la irrepetibilidad se consagra como sanción.
a) juegos de azar, los cuales están prohibidos por la ley, hay objeto ilícito. Art. 2259
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Son aquellas que se producen de inmediato, sus efectos pueden ser cumplidos
inmediatamente después de contraída la obligación y constituyen la regla general.
Son aquellas que por su naturaleza no pueden ser cumplidas de inmediato, toda vez
que sus efectos nacen y se cumplen a través del tiempo. Ej. las obligaciones que
surgen de un contrato de arrendamiento. Las rentas se van devengando mes a mes.
Son aquellas que producen sus efectos normalmente, sin alteración alguna.
que “la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración
del contrato” prometido. Si no acompaña a la promesa una de las modalidades que
exige la disposición, ella es nula absolutamente. En consecuencia, es requisito
esencial de este contrato una modalidad.
Con todo, como las modalidades son excepcionales, no se presumen, salvo las
situaciones esbozadas; no pueden interpretarse por analogía, sino que
restrictivamente.
Obligaciones a Plazo.
El artículo 1494 define el plazo diciendo que “El plazo es la época que se fija para el
cumplimiento de la obligación”.
Esta definición ha sido criticada por la doctrina, porque sólo se refiere al plazo
suspensivo, sin comprender al extintivo, y por esto, se ha dicho que el concepto más
completo de plazo, es el que dice que es “un hecho futuro y cierto del cual depende
la exigibilidad o extinción de un derecho”.
El plazo al ser un hecho futuro y cierto, existe certeza que va a ocurrir, es ineludible
que llegará, y por esto es que no pueden existir plazos fallidos, su estado sólo puede
ser, pendiente y cumplido.
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Lo normal es que el plazo sea determinado. Uno de los pocos plazos indeterminados
es el día de la muerte de una persona Art. 1081 inc. 2°. Se sabe que tal sujeto debe
morir, por lo cual hay certidumbre en el hecho, pero se ignora cuándo.
3° Plazo Expreso y Tácito. De acuerdo al artículo 1494, inc. 1°, el plazo es expreso
cuando se establece en términos formales y explícitos; y es tácito, el indispensable
para cumplirlo.
Plazo Legal. Es el fijado por la ley; estos plazos legales son escasos en materia civil,
pero son muy comunes en procesal.
Algunos ejemplos en materia civil. El plazo de 24 horas del pacto comisorio
calificado. Art. 1879; El caso del albacea, el cual debe cumplir su encargo en el
plazo que el testador fije, y si nada señala, la ley le fija un plazo de un año. Art.
1304.
Plazo Extintivo. Consiste en un hecho futuro y cierto del que depende la extinción de
un derecho.
La ley no definió este plazo y tampoco lo menciona en el art. 1567, entre los modos
de extinguir. Sin embargo, existe acuerdo en considerar que el plazo extintivo es un
modo de extinguir. La ley no dedica ningún art. para hablar de este plazo en
general, reglamentándolo en los distintos contratos, arrendamiento, sociedad,
mandato, etc.
1.- Antes del vencimiento. Cuando el plazo es suspensivo, el derecho existe, lo que
ocurre es que aún no puede ejercerse. El acreedor tendrá su crédito y el deudor su
obligación, pero todavía no puede exigirse el cumplimiento de ella.
Consecuencia de esto:
e) Si bien el derecho existe, como se dijo, no puede exigirse, y de ahí que el acreedor
no puede demandar el cumplimiento, el deudor no está en mora mientras no se
cumpla el plazo, y asimismo no está corriendo la prescripción.
a) Comienza a correr la prescripción, que de acuerdo al inc. final del art. 2514 se
cuenta desde que la obligación se hizo exigible.
b) Puede operar la compensación, que supone, como se dijo, entre otros requisitos,
que las deudas que se extinguen por este medio sean exigibles.
Mientras el plazo extintivo esté pendiente, el acto o contrato cuya terminación esté
sujeta a él, produce todos sus efectos normales, como si fuere puro y simple. Y así
en un arrendamiento a 3 años plazo, mientras ellos transcurren, el arrendatario
goza de la cosa arrendada y debe pagar las rentas, etc.
Vencido el plazo, se produce de pleno derecho la extinción del derecho y de la
obligación correlativa. Por lo tanto, el plazo extintivo es un modo de extinguir y sólo
opera con efecto futuro.
1.- Vencimiento del plazo. Es la forma normal de extinción del plazo y consiste en
el cumplimiento del tiempo fijado en el plazo.
Para determinar cuando el plazo está cumplido deben aplicarse las reglas generales
para computarlo, contenidas en el Título Preliminar. Arts. 48 y siguientes.
Caducidad convencional.
Caducidad Legal.
Se presenta en los dos casos del artículo 1496. A saber: cuando el deudor es
constituido en quiebra o se encuentra en notoria insolvencia; o, en el caso de
pérdida o disminución de las cauciones del crédito.
1.- Quiebra o notoria insolvencia del deudor. Son dos las situaciones, muy
relacionadas, pero que no deben confundirse, las que contempla la disposición: la
Quiebra, es una situación jurídica o de derecho, ya que necesita una sentencia
judicial; la Insolvencia, es una situación de hecho que se presenta cuando el pasivo
de una persona es mayor que su activo.
Si el deudor es declarado en quiebra o se encuentra en notoria insolvencia, la ley
considera que no tiene sentido que el acreedor espere el vencimiento del plazo,
porque dada la situación patrimonial del deudor, lo más probable es, que él no
cumpla con su obligación, y mientras más tiempo transcurra, más se perjudicará al
acreedor.
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2.- Pérdida o disminución de las cauciones. El N°2 del artículo 1496 permite al
acreedor cobrar su crédito, no obstante existir plazo pendiente, “el deudor cuyas
cauciones, por hecho o culpa suya, se han extinguido o disminuido
considerablemente de valor”.
El legislador considera que el acreedor ha otorgado el crédito por la seguridad que le
conferían las garantías establecidas; si ellas desaparecen o disminuyen
considerablemente, existe el justo temor de que el acreedor no pueda cobrar en su
oportunidad, y por ello se le permite hacerlo anticipadamente.
Pero la caducidad no es irrevocable; nuestro Código, a diferencia del francés, le
permite al deudor detenerla “renovando o mejorando las cauciones”, esto es,
otorgando nuevas garantías o aumentando las disminuidas. Con ello ha
desaparecido el peligro para el acreedor y ya no se justifica la caducidad del plazo.
Con todo, para que ella tenga lugar, el precepto presupone la concurrencia de tres
circunstancias:
a) Que el crédito tenga cauciones, de acuerdo al concepto de estas del artículo 46.
Obligaciones Condicionales.
a) Que sea un hecho futuro (elemento común con el plazo). Si el hecho en que
consiste la condición es presente o pasado, el legislador previó la situación en el art.
1071, para las asignaciones condicionales, aplicable a las obligaciones por la
remisión general del art. 1493 no hay condición y habrá que distinguir dos
situaciones. Si el hecho presente o pasado ocurrió, la condición se mira como no
escrita y el acto se considerará como puro y simple. Y si el hecho presente o pasado
no ocurrió, la disposición no vale.
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Clasificación de la condición.
1.- Condición Suspensiva. De acuerdo a lo que dispone el art. 1479 “la condición
se llama suspensiva, si mientras no se cumple, suspende la adquisición de un
derecho”.
Condición Negativa. De acuerdo al mismo art. es aquella que consiste en que una
cosa no acontezca.
Esta clasificación por sí sola no tiene mayor trascendencia; viene a adquirirla en
relación a la posibilidad y licitud de la condición.
1480, inc. 1°, la condición se considera fallida, porque es evidente que el derecho
nunca podrá nacer; y el mismo tratamiento le da le ley a las condiciones redactadas
en términos ininteligibles inc. 2°. La disposición agrega, que a la misma regla se
sujetan las condiciones inductivas a un hecho ilegal o inmoral, inc. 3°.
Con todo, en este caso, la condición negativa física o moralmente imposible tiene
distintos valores. A saber: Si es físicamente imposible, la obligación es pura y
simple, se entiende que no hay condición. Ej. te doy un millón si no vuelas por ti
mismo.
Si la condición es moralmente imposible, se vicia la disposición, es nula toda la
obligación. En este caso la obligación debería ser pura y simple, pero la ley señala
que la obligación se vicia, porque estima que el hecho de ofrecer algo a cambio de
no ejecutar un hecho moralmente imposible, constituye también una inmoralidad.
En esta norma hay una particularidad, lo normal es que la nulidad se produzca
cuando falta un elemento esencial del acto o contrato, pero en este caso, falta un
elemento accidental, como es una condición y se produce la nulidad.
después fue modificado y quedó en 15 años y luego otra vez se redujo, quedando en
10 y 5 años que es el plazo actual.
La doctrina discute en qué plazo se tiene por fallida una condición indeterminada.
a) Se sostiene que el plazo en que se tiene que tener por fallida una condición
indeterminada es de 5 años, porque en el fideicomiso, el art. 739 señala que toda
condición de que dependa la restitución del fideicomiso y que tarde más de 5 años
en cumplirse, se tendrá por fallida.
b) Otros señalan, que esta es una norma especial, dada para el fideicomiso. Se
afirma que la condición indeterminada se tendrá por fallida en el plazo de 10 años.
Sus seguidores se apoyan en lo que establece el artículo 962, en virtud del cual,
para suceder por causa de muerte, es necesario existir al momento de morir el
causante, sin embargo, se considerarán válidas las asignaciones que se dejan a
alguien que no existe, pero que se espera lleguen a existir, siempre que lo haga
dentro de los siguientes 10 años.
Sin embargo, se contra argumenta, en apoyo de la primera opinión, señalando que
en muchas oportunidades el legislador consagra normas generales en instituciones
especificas. Por ej. la buena fe.
Con todo, la segunda opinión es la mayoritaria.
Efectos de la condición.
En efecto, el art. 1483 señala que la condición debe cumplirse del modo en que las
partes lo han entendido: Por lo tanto, hay que recurrir a la intención de las partes;
el precepto hace aplicar a las condiciones, la regla general de interpretación de los
contratos (art. 1560). Pero el art. 1484 señala que la condición debe cumplirse
literalmente, lo que pareciera contradictorio con la norma anterior.
La doctrina ha señalado que la condición debe cumplirse según lo convenido por las
partes, y agrega que la norma del artículo 1484 tiene una razón histórica, porque en
el Derecho Romano, se permitía el cumplimiento de la condición por equivalencia, y
con esta norma se quiso aclarar, de un modo expreso, que nuestra legislación no
acepta el cumplimiento de la condición por equivalencia.
Por último, la condición debe cumplirse íntegramente. Así lo señala el inc. 1°, del
art. 1485.
Casos en que nuestro código hace operar la condición con efecto retroactivo:
1.- Artículo 1486, inciso 2°, 1ª parte, Este art. señala que pertenecen al acreedor
los aumentos, mejoras, deterioros y pérdidas fortuitas que haya experimentado toda
la cosa debida antes de cumplirse la condición. Por lo tanto, se entiende que el
acreedor siempre ha sido dueño; que el deudor nunca ha tenido la cosa en su
poder, y por eso, todos los aumentos y pérdidas fortuitos son de cargo del acreedor.
La condición opera con efecto retroactivo.
2.- Artículos 1490 y 1491. Estos artículos consagran la misma regla. La primera
disposición se refiere a los bienes muebles; y la segunda a los inmuebles.
Con todo, estas normas tiene la particularidad de que hacen operar la condición
con o sin efecto retroactivo. En efecto, si el deudor condicional constituye sobre la
cosa gravámenes o la enajena y los terceros se encuentran de buena fe, la ley señala
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3.- Artículo 2413, ubicado en la hipoteca, señala que esta se puede constituir bajo
condición suspensiva, y en este caso la hipoteca valdrá cuando se cumpla la
condición, pero cumplida ella, la fecha de la hipoteca será la del día de su
inscripción y no la del día en que se cumplió la condición. Cumplida la condición,
retrotrae la fecha de la hipoteca a la de su inscripción. Por lo tanto, opera con efecto
retroactivo.
1.- El mismo artículo 1486 señala que si las pérdidas o deterioros son culpables,
afectan al deudor. Por lo tanto, en este caso, se está reconociendo que el deudor
tuvo la cosa en su poder, la condición opera sin efecto retroactivo.
2.- Artículo 1488, señala que cumplida una condición no se deben los frutos
percibidos en el tiempo intermedio, a menos que la ley, el testador, el donante o las
partes hayan convenido lo contrario. Si se aceptara la retroactividad, como se
entenderá que el acreedor siempre fue dueño, el deudor debería restituir los frutos,
pero la ley señala que los frutos no se restituyen; por lo tanto, se reconoce el
derecho del deudor y la condición opera sin efecto retroactivo.
3.- Artículos 1490 y 1491, cuando los terceros poseedores están de buena fe, el
acreedor no tiene la acción reivindicatoria. En estas circunstancias la condición
opera sin efecto retroactivo, porque se le reconoce el derecho que tenía el deudor
para constituir el gravamen o la enajenación.
4.- La condición opera sin efecto retroactivo respecto de los actos de administración
del deudor condicional celebrados en el tiempo intermedio. Esto no lo dice ninguna
norma expresa, pero toda la doctrina considera como válidos estos actos y, por lo
tanto, se reconoce el derecho del deudor para haberlos celebrado.
Cumplida la condición, el deudor deberá entregar al acreedor la cosa que debía bajo
condición suspensiva o tenía sujeta a una condición resolutoria.
a) De acuerdo al art. 1486, inciso 2°, parte 1ª, si los deterioros son fortuitos, los
sufre íntegramente el acreedor.
b) Si los deterioros son culpables, se altera la regla anterior y los sufre el deudor.
Art. 1486, inciso 2°, parte final. En este caso, el acreedor tiene el derecho
alternativo del art. 1489, es decir, el acreedor puede pedir el cumplimiento o la
resolución, en ambos casos con indemnización de perjuicios.
4.- Pérdida de la cosa. Esta situación está reglamentada en el art. 1486, inciso 1°,
el cual distingue según si la pérdida es fortuita o imputable al deudor condicional.
En todos los casos, debe tenerse presente lo dispuesto en el inciso final del
precepto: “todo lo que destruye la aptitud de la cosa para el objeto a que según su
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Condición Suspensiva.
+ El acreedor no puede ejercer la acción pauliana, que establece el art. 2468, ya que
aún no tiene la calidad de tal, y, en consecuencia, no lo perjudican los actos del
deudor.
+ No hay obligación exigible. Por lo tanto, la prescripción no está corriendo; no hay
novación pendiente la obligación; no puede operar la compensación Y no puede
haber mora del deudor.
La Condición Resolutoria.
consecuencia, todos los derechos que en ella le otorga su título, con las limitaciones
que derivan del hecho de que su derecho pueda quedar sin efecto.
Cumplida. Se extingue el derecho del que tenía la cosa bajo condición, y por ello el
artículo 1567 N°9 enumera la condición resolutoria como un modo de extinguir las
obligaciones. Nace para él, en cambio, la obligación de restituir (art. 1487), a cuyos
efectos se aplican las normas ya estudiadas en cuanto a mejoras, aumentos,
deterioros y disminuciones, frutos y pérdidas de las cosas.
La unanimidad de los autores y la Jurisprudencia están de acuerdo que la
condición resolutoria ordinaria opera de pleno derecho, por el sólo hecho de
cumplirse el evento de la condición. Toda condición opera en principio de pleno
derecho; se requiere disposición especial para que no sea así, y ello ocurre en la
condición resolutoria tácita. No existiendo nada semejante para la ordinaria, se
aplica la regla general, que es muy fácil de comprobar.
Del hecho de que la condición resolutoria ordinaria opere de pleno derecho, deriva
otra consecuencia: que produce efectos universales, y puede invocarla quien tenga
interés en ella, pues no proviene de una sentencia judicial de efectos relativos que la
declare, sino de la ley.
Fundamento.
1.- La equidad. Es evidente la razón de equidad y justicia que hay en que si una de
las partes no cumple su obligación en un contrato bilateral, la otra puede a su vez
desligarse del vínculo jurídico, dejando sin efecto el contrato.
1.- Que la condición resolutoria tácita tiene lugar únicamente en los contratos con
prestaciones recíprocas es una característica de la institución, como que deriva de
su propio fundamento en la interdependencia de las obligaciones recíprocas de las
partes.
La ley lo dice expresamente en el artículo 1489, disposición que no podría aplicarse
por analogía por ser doblemente excepcional, en cuanto establece una modalidad, y
más aún porque ella es tácita.
Dentro de los contratos bilaterales, en cambio, se aplica a todos ellos. No hay duda,
eso sí, que principalmente tiene lugar en la compraventa, donde incluso se le
reglamenta especialmente.
La resolución no tiene lugar en la partición. La partición, aun cuando se haga por vía
judicial, es un acto complejo, que participa de ciertos caracteres del contrato, y
desde luego puede ser fuente de obligaciones para el adjudicatario, como por
ejemplo, en el caso de la adjudicación con alcances, esto es, si a un interesado se le
dan bienes que exceden su cuota en la comunidad y queda debiendo el saldo.
Hay unanimidad de los autores y jurisprudencia para negar a los demás
interesados la acción resolutoria, en el caso que el adjudicatario no pague los
alcances. Las razones son varias:
3.- Que el incumplimiento del deudor se deba a dolo o culpa. Es decir, debe
tratarse de un incumplimiento imputable. Este requisito está muy vinculado con el
anterior, porque la mora supone, necesariamente, la imputabilidad del
incumplimiento.
No todo incumplimiento dará lugar a la resolución del contrato; debe ser voluntario
e imputable, esto es con culpa o dolo del deudor. Si es por caso fortuito o fuerza
mayor no habrá lugar a la resolución, porque la obligación se habrá extinguido por
otro modo de poner término a las obligaciones: la imposibilidad en el cumplimiento,
que nuestro Código reglamenta bajo el nombre de pérdida de la cosa debida.
4.- Que el acreedor haya cumplido con su obligación o esté llano a hacerlo. No
lo dice expresamente el artículo 1489, pero deriva de las disposiciones que rigen el
incumplimiento. De lo contrario, el deudor podrá oponerle la excepción de contrato
no cumplido del art. 1552.
5.- Que se declare por Sentencia Judicial. Como se dijo, la condición resolutoria
tácita no opera de pleno derecho, no existe ninguna norma expresa del C.C. que así
lo señale, pero todos los autores y la Jurisprudencia, están de acuerdo en que
necesita una sentencia judicial, por los siguientes motivos:
a) El art. 1489 discurre sobre la base de que exista un juicio, y dice en su inciso 2°
“...podrá el otro contratante pedir…”.
Se asimilan por sus características y efectos, que son en general los mismos;
difieren únicamente:
1.- En la ordinaria, el hecho futuro e incierto del cual depende la resolución puede
ser cualquiera, menos el incumplimiento de una obligación de un contrato bilateral,
que es precisamente el evento de que ella depende en la resolutoria tácita.
c) El Pacto Comisorio
El Código se refiere al pacto comisorio en el párrafo 10 del título XXIII, del libro IV,
que es el título de la compraventa, artículos 1877 y siguientes.
Se le puede definir como “la condición resolutoria tácita expresada por las partes en
el contrato”.
La ley reguló este pacto, para el caso en que el comprador en el contrato de
compraventa no pague el precio, sin embargo, todos los autores están de acuerdo
en considerar que pese a que la ley lo reguló sólo en ese caso, el pacto comisorio es
de aplicación general, y por lo tanto, podrá consagrarse en cualquier contrato,
respecto de cualquiera de las obligaciones de las partes y no sólo en la
compraventa, y en ella podrá estipularse para cualquier tipo de incumplimiento y
no sólo para el caso del no pago del precio. Las principales razones para así
concluirlo son varias, a saber:
1.- Es sólo una razón histórica la que llevó al legislador a tratar el pacto comisorio
en la compraventa y referido a la obligación de pagar el precio, como un recuerdo de
la ley comisoria romana limitada a ella.
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3.- Las partes pueden estipular cualquier hecho posible y lícito como condición
resolutoria, aún el más caprichoso, ¿por qué no podrían convenir que lo fuera el
incumplimiento de una obligación?
Nada de raro tiene, pues, que los autores y jurisprudencia se inclinen en este
sentido, y que la cláusula sea muy frecuente en los arrendamientos y promesas de
contrato.
1.- Si el pacto comisorio simple fue regulado en la compraventa para el caso que el
comprador no pague el precio, se van a aplicar todas las normas del artículo 1877 y
siguientes porque la ley lo reguló para ese caso.
Está regulado en el artículo 1879 y lo que lo caracteriza es que en él, las partes
estipulan una cláusula de resolución ipso facto, en virtud de la cual, por el no pago
del precio en el tiempo convenido, se produce de pleno derecho la resolución.
Naturalmente, no es necesario utilizar esta frase o expresión, sino cualquiera
equivalente: sin necesidad de juicio; inmediatamente, sin ulterior recurso, de pleno
derecho, sin más trámite, etc.
Este pacto comisorio calificado, al igual que el simple, la ley lo reguló en la
compraventa para el caso del no pago del precio, y en esa situación, la ley, al igual
que ocurría en el pacto comisorio simple, se entromete en la voluntad de las partes,
y pese a que ellas han manifestado en forma expresa su ánimo de resolver el
contrato, se permite que el deudor se oponga o enerve la resolución, cumpliendo
con su obligación, es decir, pagando el precio dentro de las 24 horas siguientes a la
notificación judicial de la demanda.
Cabe tener presente, que este plazo es el único de horas regulado en el C.C. y se
computa, naturalmente, según la marcha del reloj. No es un plazo de un día.
d) Si el pacto comisorio calificado, en los demás casos distintos al del art. 1879, no
operara de pleno derecho, no tendría ninguna diferencia con el pacto comisorio
simple, y la única distinción que habría, sería el plazo en que el deudor podría
37
La Acción Resolutoria.
Características.
contra del otro contratante que no cumplió algunas de las obligaciones que le
impuso la convención.
Sin embargo de lo dicho, la acción resolutoria puede afectar a terceros,
principalmente en los casos de los arts. 1490 y 1491, que permiten dejar sin efecto
las enajenaciones y gravámenes efectuadas y constituidos por el deudor en las
cosas afectas a la condición resolutoria, tratándose de bienes muebles, si el
adquirente estaba de mala fe, y de inmuebles si aquella constaba en el título
respectivo inscrito.
Lo anterior no significa que la acción resolutoria sea real o mixta, lo que ocurre es
que los terceros pueden verse afectados por el efecto retroactivo que la ley da a la
condición resolutoria cuando los terceros están de mala fe y como consecuencia de
ese efecto, nace en contra de estos terceros una acción reivindicatoria, y ella es la
que en definitiva los afecta, pero no propiamente la acción resolutoria.
4.- Puede ser mueble o inmueble. Aplicando la regla general del art. 580 la acción
resolutoria será mueble o raíz, según lo sea la cosa en que recaiga.
b) Subjetivamente, porque siendo varios los acreedores, todos ellos deben ponerse
de acuerdo para pedir el cumplimiento o la resolución, y siendo más de uno el
deudor no podría el acreedor exigir a uno el cumplimiento y al otro la resolución.
39
En resumen, las reglas dadas en la nulidad resultan más equitativas, y por esto la
jurisprudencia ha señalado que no se puede pedir la resolución de un contrato
nulo, porque en tal caso debe solicitarse la nulidad.
común acuerdo dejan sin efecto una obligación que en sí es válida. En la resolución,
cuando hay acción resolutoria se necesita sentencia judicial, en cambio en la
resciliación, basta el acuerdo de las partes.
Efectos de la Resolución.
Si bien existen varias clases de condición resolutoria, los efectos de ella, sean
ordinarias, tácitas, pacto comisorio simple o calificado, son los mismos. Y hay que
distinguir: entre las partes y respecto de los terceros.
Artículo 1490. Este artículo se refiere a tres situaciones distintas, ya que alude al
caso de la persona que tiene un bien mueble a plazo; también se estaría refiriendo
al caso de quien tiene un bien mueble bajo condición suspensiva y al que tiene un
bien bajo condición resolutoria.
Todos los autores consideran que este art. fue mal redactado por dos razones:
cosa, por lo tanto, este acreedor nada puede hacer respecto de las enajenaciones y
gravámenes que el deudor condicional hubiese constituido.
2° Otra crítica es en el encabezado del artículo, porque empieza diciendo “si el que
debe una cosa mueble” y ya se ha señalado que este artículo sólo se aplica a la
condición resolutoria, y en ella el deudor nada debe, el es dueño, lo que sucede es
que está expuesto a perder su dominio si se cumple la condición.
Artículo 1491. Como se dijo, esta disposición alude a los inmuebles. Los autores
hacen las mismas críticas que en el caso del artículo anterior. También se comienza
diciendo “si el que debe un inmueble” y reiteremos que el deudor condicional de
condición resolutoria nada debe, es dueño. Y, además, este artículo habla de
condición, sin distinguir entre la suspensiva y la resolutoria, concluyéndose, al
igual que en la norma anterior, que sólo se aplica a la condición resolutoria.
Por lo tanto, este artículo se está refiriendo al caso de que una persona tenga un
bien raíz bajo condición resolutoria y lo grave o enajene antes de cumplirse la
condición. Dichos actos, van a quedar protegidos cuando los terceros estén de
buena fe, y por el contrario, habrá acción reivindicatoria en contra de ellos, si se
encuentran de mala fe.
La disposición in comento, en su parte final, establece un caso, que para la mayoría
de la doctrina, es una presunción de derecho, en la cual se entiende que los
terceros están de mala fe. Y esta consiste, en que se presume la mala fe de los
terceros, si la condición constaba en el título respectivo, inscrito u otorgado por
escritura pública.
Esta norma se estableció, porque se entiende que si el acreedor es diligente, antes
de aceptar la enajenación o gravamen, va a revisar los títulos y si la condición
aparece en ellos, y pese a eso se enajena o grava, es porque el tercero estaba de
mala fe.
43
Obligaciones Modales.
En tal caso no vale la disposición, dice el inc. 1° del art. 1093; en consecuencia, sin
necesidad de efectuar las distinciones de la condición, la imposibilidad total, física o
moral, vicia toda la obligación.
2°.- Debe pagarse la cosa debida y no otra. Así lo veremos al tratar del pago (Art.
1569, inc. 2°), y esta característica, impone en el cumplimiento de la obligación una
indivisibilidad de pago, pues la entrega debe efectuarla, en caso de haber varios
deudores, quien posea la especie o cuerpo cierto (Art. 1526, N°2°).
Concepto. A ellas el legislador destinó el título 8° del libro 4°, arts. 1508 a 1510.
Según el primero “obligaciones de género son aquellas en que se debe
indeterminadamente un individuo de una clase o género determinado”. Como se
advierte, no es que en las obligaciones de género exista absoluta indeterminación,
porque ello se traduciría en la ausencia de objeto, y nulidad absoluta de la
obligación. Y así, no podría deberse un animal, un árbol, etc. El género debe estar
determinado, y además, la cantidad del mismo que se debe, y así si se dijera que se
debe trigo sin señalar la cuantía, podría pretenderse cumplir la obligación
entregando un grano del mismo. Por ello no es enteramente correcto el precepto al
hablar de “un individuo”, pues pueden ser varios, con tal que se determine o sea
determinable la cantidad.
1°- No hay obligación de conservación. Así lo señala la parte final del Art. 1510:
“el acreedor no puede oponerse a que el deudor las enajene o destruya (las cosas del
género debido), mientras subsistan otras para el cumplimiento de lo que debe”. El
deudor puede realizar, en consecuencia, toda clase de actos jurídicos y materiales
respecto de las cosas del mismo género que posea.
3°- No existe pérdida de la cosa debida. Se dice que el género nunca perece
(genus nunquam perit), y por ello el Art. 1510, en su primera parte dispone que “la
pérdida de algunas cosas del género no extingue la obligación”. Y si no existe este
modo de extinguir las obligaciones en las de género, tampoco tiene en principio
aplicación la teoría del riesgo.
Se extinguen por los modos generales de extinguir, y por un modo especial que es la
pérdida de la cosa que se debe. En estas obligaciones tiene plena aplicación la
teoría del riesgo que se ha estructurado sobre la base de los Art. 1550 y 1820.
El 1°, señala que el riesgo del cuerpo cierto, cuya entrega se debe, es siempre de
cargo del acreedor.
El art. 1820, refuerza la idea anterior diciendo que la especie que se vende
pertenece al comprador, desde el momento de perfeccionarse el contrato, aunque no
se haya entregado la cosa.
Estos dos arts. han sido sumamente criticados, porque lo lógico es que las cosas
perezcan para su dueño, pero estas normas colocan el riesgo en el acreedor, incluso
el art. 1820, dice que el riesgo es del comprador, aunque no se haya hecho la
entrega, es decir, aunque no haya tradición.
Los autores han explicado estas normas diciendo que constituyen un error del
legislador, porque fueron copiadas íntegramente del Código Civil francés, y en él, de
los contratos nacen derechos reales, perfeccionado el contrato, el acreedor ya es
dueño, y es justo que el riesgo sea de su cargo.
Pero en Chile, Andrés Bello alteró esta regla y de los contratos, sólo nacen derechos
personales.
Sin embargo son tantas las excepciones a los art. 1550 y 1820, que estas normas
pasan a constituir la excepción.
48
i. Obligaciones Acumulativas.
2.- La obligación es una sola, pero para cumplirla el deudor debe efectuar varias
prestaciones, de manera que la obligación no estará cumplida mientras no se
49
satisfaga todos los objetos debidos. Ej. una agencia de viajes organiza un tour, que
incluye traslado, alojamiento, visitas, etc. Hay varias prestaciones y todas ellas
deben efectuarse para que la obligación quede cumplida; el acreedor puede exigir el
pago simultáneo de todas ellas.
Estas están reglamentadas en el Título 6°, del Libro IV, arts. 1499 a 1504.
El primero de ellos las define como aquellas por las cuales se deben varias cosas de
tal manera que la ejecución de una de ellas exonera de la ejecución de las otras. De
ahí su nombre, pues hay una elección del objeto de la obligación, o una cosa o la
otra. Hay varias prestaciones debidas, pero al deudor le basta el cumplimiento de
una de ellas para extinguir la obligación, como si me obligo con una persona a
entregarle o un auto; o un departamento o 40 millones. Las tres cosas se deben,
pero se paga una sola de ellas.
Lo que caracteriza estas obligaciones es el uso de la conjunción disyuntiva “o”; si se
usara la acumulativa “y”, todas las cosas se deberían, y serían varias las
obligaciones o una de objeto múltiple.
1.- La elección es por regla general del deudor, pero puede corresponder al acreedor
(art. 1500, inciso 2°). Asimismo, la Corte Suprema ha señalado que es lícito el pacto
por el que se conviene que elija un tercero.
2.- Los objetos se deben bajo la condición de que sean elegidos para el pago.
La obligación alternativa misma no es condicional, pues no hay ningún hecho
futuro e incierto que suspenda su nacimiento o extinción, pero si las cosas debidas,
que se deben bajo la condición de ser elegidas por el deudor, acreedor o un tercero
según lo que se haya convenido.
3.- La obligación será mueble o inmueble, según lo sea el objeto que se determine
para el pago.
4.- El deudor debe pagar enteramente con una de las cosas debidas. Así lo señala el
art. 1500 en su inciso 1°.
5.- No es indispensable que las cosas debidas sean equivalentes, pues la ley no lo
exige.
1.- Obligación de custodia. Al deudor le basta conservar una sola de las especies
debidas (art. 1502, inc. 1°).
En la obligación de especie el deudor tiene la obligación de conservarla hasta su
entrega, pero como en la alternativa la elección es suya, el deudor puede pagar con
cualquiera de las debidas, le basta con conservar una, y así cumplirá con ella.
2.- El acreedor no puede exigir determinadamente una de las cosas debidas. (art.
1501).
No hay con ello excepción al principio del art. 1569, inc. 2°, según el cual el
acreedor no puede ser obligado a recibir otra cosa distinta de la debida, porque no
se le ofrece un objeto diverso, sino uno de los que se deben, estando el acreedor
obligado a recibir el elegido por el deudor.
3.- Si son varios los deudores, y la elección es de ellos, deben hacerla de consuno
(art. 1526 N° 6), este es otro caso de indivisibilidad de pago.
1.- Obligación de conservación. Debe el deudor conservar todas las especies debidas
si la obligación se refiere a cuerpos ciertos, pues el acreedor o el tercero pueden
exigirle cualquiera y será responsable en caso de haber destruido la que elijan
estos.
2.- El acreedor o el tercero pueden exigir cualquiera de las cosas debidas, incluso la
que se haya destruido.
3.- Si son varios los acreedores, deben ponerse de acuerdo en la cosa que van a
elegir; por lo tanto, también se da la indivisibilidad del pago. (art. 1526 N° 6).
Esto se encuentra reglamentado en el inciso 2° del art. 1502, y en los arts. 1503 y
1504, que no hacen, sino aplicar las reglas generales.
En este sentido, es menester efectuar algunos distingos, en primer lugar, si la
pérdida es total o parcial, fortuita o culpable, y finalmente, según de quien sea la
elección:
Si hay culpa del deudor, en semejante evento, este siempre está obligado al precio
de una de las cosas y a la indemnización de perjuicios, y lo único que varía es el
precio de qué cosa debe, según de quien era la elección. (art. 1504, inc. 2°).
También las reglamenta el Código, en el Título 7°, del Libro IV, arts. 1505 al 1507.
El primero las define diciendo que “obligación facultativa es la que tiene por objeto
una cosa determinada, pero concediéndose al deudor la facultad de pagar con esta
cosa o con otra que se designa”. Por ej. el testador, en su testamento, impone a un
heredero la obligación de entregar una casa al legatario, pero dándole la facultad de
que si así lo prefiere, cumpla su obligación pagándole la suma de $xxx.
Una vez más se altera la ya citada regla del art. 1569, inc. 2°, pues se obliga al
acreedor a recibir otra cosa distinta de la debida, pero desde el nacimiento de la
obligación el deudor tenía esta facultad.
Lo que distingue a la obligación facultativa es que hay un solo objeto debido, en el
ejemplo, la casa; no se debe la casa y el dinero, o una u otro, pero el deudor, al
momento del cumplimiento, puede librarse de la obligación con el objeto debido o
con otro previamente determinado; en tal sentido, la obligación es de objeto
múltiple, pero sólo para el deudor.
1.- El acreedor sólo puede demandar el objeto debido. Así lo dispone la parte
primera del art. 1506.
2.- Pérdida del cuerpo cierto debido. Por la misma razón anterior, si la cosa se debe
específicamente y se destruye sin culpa del deudor y antes de haberse éste
constituido en mora, el acreedor no tiene derecho a pedir cosa alguna (parte final
del art. 1506) o sea, se extingue la obligación, aún cuando subsista la cosa con que
el deudor tenía facultad de pagar.
52
Nada dijo la ley para el caso de pérdida culpable o durante la mora del deudor, pero
resulta evidente que éste pagará con la otra cosa a fin de evitarse el pago de los
perjuicios. Pero el acreedor no está facultado ni aún en este caso para exigirla, y
sólo puede demandar la indemnización de perjuicios, si el deudor no se allana a
entregarla.
1.- En la obligación alternativa se deben varias cosas distintas, pero se cumple con
una sola de ellas, mientras que en las facultativas, una sola cosa es la debida,
quedando al arbitrio del deudor cumplir con la otra.
4.- Por la misma razón, resultan diferentes los efectos de la pérdida de algunos de
los objetos a que se refiere la obligación; en la alternativa, esta subsiste mientras
exista uno de ellos, a menos que siendo la elección del acreedor, exija este el precio
de la cosa destruida y la indemnización de perjuicios. En la facultativa, si el objeto
debido se destruye por caso fortuito, el acreedor no puede reclamar lo que el deudor
tenía facultad de darle en sustitución, y
5.- En la disyunción, la obligación será mueble o inmueble según lo sea la cosa con
que se pague; en la facultativa para la calificación se atenderá siempre al objeto
debido, aunque posteriormente se pague con otro.
53
i. Obligación de Dar.
1.- El art. 1548 dispone expresamente que “la obligación de dar contiene la de
entregar la cosa”.
3.- El art. 1924 señala que el arrendador está obligado a “entregar” la cosa
arrendada, o sea, tiene la misma obligación que el vendedor; etc.
Con los argumentos señalados, no cabe dudas que el Código confundió y refundió
en una sola las obligaciones de dar y de entregar, y ésta, en consecuencia, no es
54
1.- Es importante para los efectos de clasificar las acciones y derechos en muebles e
inmuebles. Así de acuerdo al art. 580, la obligación de dar puede ser, mueble o
inmueble; y, de acuerdo al 581, la obligación de hacer siempre es mueble. Y la
Jurisprudencia y la doctrina por analogía han dicho que la obligación de no hacer
se considera como mueble.
2.- Es importante porque hay ciertos modos de extinguir que sólo operan respecto
de ciertas obligaciones; por ejemplo, la pérdida de la cosa debida, sólo opera en las
obligaciones de dar; la muerte del deudor, sólo opera en las obligaciones de hacer.
55
Clasificación.
Don Fernando Fueyo señala que estas obligaciones son aquellas en que habiendo
varios deudores o acreedores y un solo objeto debido, cada deudor está obligado al
pago de su cuota y cada acreedor no puede exigir, sino la suya.
También se la puede definir como aquella que tiene un objeto divisible y en las que
hay pluralidad de deudores y/o acreedores, pero donde cada deudor está obligado
al pago de su parte en la deuda, y cada acreedor, puede demandar únicamente su
cuota. Por ej. doy en Mutuo $300.000.- a A, B y C, si no se pacta solidaridad, y
como el objeto es divisible, cada uno de ellos pasa a deberme $100.000.-
En el fondo sucede lo mismo que en las obligaciones con varios objetos: existen
tantas obligaciones autónomas como acreedores o deudores concurran, y por eso
hay quienes sostienen que existe más bien disyunción, o sea, separación, que
conjunción, unión.
El Código no reglamentó especialmente esta clase de obligaciones, pero se refirió a
ellas principalmente en los arts. 1511 y 1526, inc. 1°. En estas obligaciones existen
tantos vínculos jurídicos, como personas intervienen, pero estos vínculos son
independientes entre sí.
Características.
3.- Puede ser originaria y derivativa. Será originaria, cuando desde su nacimiento
intervienen en ella pluralidad de sujetos. La derivativa, tiene lugar cuando la
obligación nació como de sujeto único y por el fallecimiento del acreedor o del
deudor, se convirtió en mancomunada.
4.- Por regla general las obligaciones mancomunadas se dividen entre acreedores y
deudores por partes iguales. Así lo comprueba el art. 2307, ubicado en la
comunidad. Semejante forma de división puede ser alterada por la convención o la
ley. Por ej. en el caso de las deudas hereditarias, que corresponden a los herederos
a prorrata de sus cuotas y éstas no tienen porque ser siempre iguales. Así, puede
haber un heredero de la mitad y otros dos por un cuarto de la herencia cada uno, y
en tal proporción se dividirá entre ellos las deudas hereditarias.
Efectos.
2.- Otros modos de extinción. Lo que se dice del pago rige para todos los modos de
extinguir las obligaciones y, así, si entre el acreedor y uno de los deudores se
produce confusión, ello no afecta a los demás obligados. El Código se preocupó
expresamente de la nulidad en el art. 1690.
5.- Insolvencia de un deudor. La cuota del deudor insolvente no grava a los demás
codeudores. Así lo dejó expresamente señalado el artículo 1526, lo que constituye
una notoria diferencia con la solidaridad, en que la solución es la inversa.
6.- Cláusula Penal El artículo 1540 en su inciso 1º, establece que si la obligación
principal es de cosa divisible, la pena del mismo modo que la obligación principal es
divisible.
Excepciones a la conjunción.
A diferencia de las obligaciones conjuntas en que se aplican las reglas generales del
derecho, la solidaridad como excepción que les hace, fue reglamentada
expresamente en el título 9° del libro IV, arts. 1511 a 1523.
El inc. 1° del Art. 1511 ya lo citamos, porque consagra como regla general la
conjunción si la obligación es de cosa divisible, y agrega en el 2°: “pero en virtud de
la convención, del testamento o de la ley puede exigirse a cada uno de los deudores
o por cada uno de los acreedores el total de la deuda, y entonces la obligación es
solidaria o insólidum”.
Según esto, Don Arturo Alessandri las definía como “aquélla en que hay varios
deudores o varios acreedores, y que tiene por objeto una prestación que, a pesar de
ser divisible, puede exigirse totalmente por cada uno de los acreedores o a cada uno
de los deudores, por disponerlo así la ley o la voluntad de las partes, en términos
que el pago efectuado a alguno de aquellos o por uno de estos extingue toda la
obligación respecto de los demás”
Puede sintetizarse la definición diciendo que obligación solidaria es aquella en que
debiéndose una cosa divisible y existiendo pluralidad de sujetos activos o pasivos,
cada acreedor está facultado para exigir el total de la obligación, y cada deudor
puede ser obligado a cumplirla íntegramente.
En todo caso, lo que caracteriza a la obligación solidaria es que su objeto es
divisible y produce el efecto señalado, del cual derivan todos los restantes: cada
acreedor puede exigir el total de la deuda a cada uno de los deudores.
En el ejemplo que venimos utilizando si he prestado a A, B y C $300.000, y hemos
estipulado solidaridad, puedo cobrar a cualquiera de ellos los $300.000, y no
únicamente $100.000, como ocurre en las obligaciones conjuntas.
Clasificación.
Requisitos.
La solidaridad supone desde luego un presupuesto que por obvio no requiere mayor
comentario, la pluralidad de sujetos, pues si hay un solo acreedor, el cobrará todo
el crédito, que únicamente a él le pertenece, ya que de acuerdo al Art. 1.591 el
acreedor puede rechazar un pago parcial.
Pero no basta la existencia de varias partes, pues es necesario, además:
1° Un objeto divisible:
2° Unidad en la prestación, lo cual no obsta a que exista pluralidad de vínculos, y
3° Que se encuentre establecida en la ley, el testamento, la convención, y en un
caso de excepción, la sentencia judicial.
a) Algunos de los vínculos puede estar afecto a modalidades. El mismo Art. 1512
señala como ejemplo de que la cosa única se deba de distintas maneras que lo sea,
“pura y simplemente respecto de unos, bajo condición o plazo respecto de otros”. Y
así, en el caso que estamos usando es posible que A deba pura y simplemente, en
cuya situación puedo exigirle el cumplimiento de inmediato; B debe cumplir a tres
59
b) Puede ser diversa la causa de las obligaciones. Y así, en el mismo ejemplo, los $
300.000 del mutuo le han sido facilitado a A, B y C se han obligado solidariamente
con él para su pago; tratándose de un contrato unilateral, la causa para A es la
entrega que se le ha hecho del dinero, pero para B y C puede ser la mera
liberalidad, a fin de ayudar a A a obtener su crédito lo que sin solidaridad no habría
conseguido, o la recompensa que este les ofrece, etc.
c) Pueden ser diversos los plazos de prescripción, según la naturaleza del vínculo
jurídico.
d) Puede ser nula la obligación respecto de alguno de los obligados y válida para los
demás. Porque hay pluralidad de vínculos independientes, uno de ellos puede
resultar afectado por un vicio de nulidad que no ocurre en los demás, como si en el
ejemplo que venimos utilizando, A es menor de edad y actúo sin su representante
legal. Su obligación adolece de nulidad relativa, pero las de B y C son perfectamente
válidas.
e) Una de las obligaciones puede estar afecta a interés y las otras liberadas de dicha
carga o gravamen.
2ª Porque Bello así lo dijo en nota al margen del Art. 1690 del Proyecto Inédito,
equivalente al citado 1513 actual: “El proyecto se separa aquí del Código Francés y
sigue el Derecho romano”.
Sin embargo, otras opciones sostienen que debe separarse la solidaridad activa y la
pasiva. En cuanto a la primera no hay dudas de que el Código siguió la doctrina
romana, no así en la segunda, porque todas las soluciones del legislador se fundan
en la teoría francesa, y porque así lo prueba la cita de Bello. En efecto, ella fue
colocada al Art. 1513 que reglamenta la solidaridad activa y dijo: “el proyecto se
separa aquí”, en esta parte, lo que quiere significar que la sigue en lo restante.
La jurisprudencia de los tribunales, sin hacer distinción entre activa y pasiva, pero
en fallos referidos exclusivamente a esta última, ha declarado uniformemente que
nuestra legislación acepta la doctrina del mandato tácito y recíproco.
Solidaridad Activa.
Consiste en que habiendo pluralidad de acreedores de una cosa divisible, cada uno
de ellos puede exigir el total de la obligación y cumplida ésta por el deudor respecto
de uno de los acreedores, se extingue la obligación para los demás; por lo tanto, en
esta solidaridad hay varios acreedores y cualquiera de ellos puede exigir el pago de
toda la obligación.
Esta forma de solidaridad tiene muy poca importancia práctica, es muy poco usada
porque presenta muchos problemas prácticos y resulta muy riesgosa.
La fuente principal de esta solidaridad es la convención y jamás puede tener su
origen en la ley.
62
Hay que distinguir entre los acreedores y el deudor y entre los coacreedores.
3) Lo que se le dice del pago es aplicable a todos los modos de extinguir y así el Art.
1513 inc. 2°, lo dice expresamente respecto de la compensación, remisión y
novación.
Una vez que uno de los acreedores ha recibido el pago de toda la obligación la ley
nada dijo respecto de los derechos de los demás acreedores, sin embargo es
evidente que ellos tienen derecho a sus respectivas cuotas y toda la doctrina
considera que en este caso los demás acreedores tienen una acción que se llama in
rem verso para exigir al acreedor que recibió el pago sus respectivas cuotas. Esto se
desprende expresamente del Art. 1668 inc. 2.
La acción de in rem verso, es una acción que la ley la concede a aquella parte que
ha sufrido un perjuicio patrimonial sin que exista una causa legítima, y en virtud de
la cual, puede exigir a la parte que ilegítimamente se ha beneficiado, el
restablecimiento del equilibrio pecuniario. La ley la concede cuando entre el
empobrecimiento y el enriquecimiento no ha mediado una causa legítima, y es una
acción subsidiaria, porque existe cuando su titular no dispone de ninguna otra
acción.
63
Solidaridad Pasiva.
Particularidades.
La solidaridad pasiva es una garantía o caución personal. Las cauciones pueden ser
reales o personales, son reales cuando para garantizar el cumplimiento de una
obligación, se afectan bienes determinados, como la hipoteca y la prenda.
En cambio, las cauciones son personales, cuando para garantizar el cumplimiento
de una obligación, se afecta la totalidad de un patrimonio, que puede ser del propio
deudor o de un tercero, como la cláusula penal, la fianza y la solidaridad pasiva.
La solidaridad pasiva tiene grandes ventajas por sobre la cláusula pena y la fianza;
por lo tanto, es una de las garantías personales más eficaces que existen.
1.- En que el fiador tiene un derecho que el deudor solidario no tiene, que se llama
beneficio de excusión: este consiste, en que el fiador le puede exigir al acreedor que
primero se dirija contra el deudor principal y sólo si este no cumple, se dirija en su
contra. En la solidaridad esto no existe.
3.- En la fianza, el fiador puede limitar el monto que garantiza y fijar un plazo hasta
el cual durara su garantía; en la solidaridad, esto no se puede hacer.
Hay que distinguir: Entre los deudores y el acreedor; Entre los codeudores entre sí.
Efectos entre los deudores y el acreedor: La mayoría de los autores distingue entre
efectos secundarios y efectos principales.
Efectos Secundarios:
mayoría de los autores y la jurisprudencia han señalado que como nuestro Código
adhiere a la teoría francesa, en virtud de la cual, hay un mandato tácito y recíproco,
la sentencia judicial que afecta a uno de los deudores producirá cosa juzgada
respecto de los otros, porque debe entenderse que estos últimos han estado
representado en el juicio por el deudor demandado y esto, sin perjuicio de las
excepciones personales que pudieran existir. Sin embargo, otros arts. y la Corte
Suprema en otros fallos han señalado lo contrario, diciendo que no existe acción de
cosa juzgada para hacer cumplir la sentencia contra uno de los deudores que no era
el demandado. La Corte Suprema ha señalado que no es posible demandar a un
deudor y embargar bienes de otro. Agregando que el embargo debe trabarse sobre
los bienes del deudor demandado.
Una vez que uno de los codeudores cumple con la obligación se producen tres
consecuencias jurídicas, a saber:
a) Se extingue la solidaridad.
b) Se extingue la obligación del deudor.
c) Se produce una subrogación personal, en virtud de la cual, el deudor que pagó se
subroga en los derechos del acreedor para dirigirse contra los demás deudores.
Sin embargo, como la solidaridad se extinguió, esta obligación para ser simplemente
conjunta, y por lo tanto, el deudor que pagó sólo podrá exigirles a los otros sus
respectivas cuotas.
Este fenómeno de la subrogación sólo se produce cuando la obligación se extingue
por el pago u otro modo equivalente; es decir, cuando ha habido un desembolso
económico por parte de los deudores, de tal suerte que, si la obligación se extinguió
por un modo que no implica desembolso económico, por ejemplo la remisión, la
pérdida de la cosa que se debe; en esos casos, sólo se producen los dos primeros
efectos (se extingue la solidaridad y el crédito, pero no se da el fenómeno de la
subrogación).
Extinción de la deuda.
Extinguida la obligación por uno de los deudores, ella perece igualmente para todos
los demás en sus relaciones con el acreedor; es la contrapartida de lo anterior: si el
acreedor puede exigir el cumplimiento íntegro a cualquier deudor, el pago hecho por
este libera a los demás, y lo que se dice del pago es válido para todos los demás
modos de extinguir las obligaciones.
Una vez que el acreedor ha demandado a cualquiera de los deudores, este podrá
defenderse oponiendo excepciones dilatorias o perentorias; el Código se preocupa de
estas últimas y de los Art. 1520 y 2354 se desprende una clasificación de ellas en
reales, personales y mixtas.
1°- La nulidad absoluta, dado que la puede oponer quien tenga interés en ello;
2°- Los modos de extinguir las obligaciones que afecten a éstas en sí mismas, como
pago, novación, prescripción, dación en pago, pérdida fortuita de la cosa debida,
etc.
4°- Las modalidades que afecten a todos los vínculos jurídicos, como si la deuda no
es exigible porque existe un plazo no vencido para todos los deudores;
Tales son:
1° Las causales de nulidad relativa, pues ellas sólo pueden ser invocadas por aquel
en cuyo beneficio se han establecido. Por ejemplo, incapacidad relativa, vicios del
consentimiento.
2° Las modalidades en cuanto afecten al vínculo del deudor que la opone como
excepción;
Contribución a la deuda.
A esta situación se refiere el último inc. del Art. 1522 en los siguientes términos: “la
parte o cuota del deudor insolvente se reparte entre todos los otros a prorrata de las
suyas, comprendidos aún aquellos a quienes el acreedor haya exonerado de la
solidaridad”.
En el ejemplo que nos hemos propuesto, si A ha pagado los $300.000 de la deuda,
puede cobrar $100.000 a B y otro tanto C, pero si este último es insolvente, A y B
deben cargar con su cuota, y, en consecuencia, el primero podrá cobrar a B, $
150.000, $100.000 que es su propia cuota, y $50.000 que le corresponden por la
parte del insolvente.
La solución es inversa a la de las obligaciones conjuntas en que la cuota del
insolvente no grava a los demás deudores, y como la obligación solidaria se vuelva
conjunta en las relaciones entre los deudores, efectuado que sea el pago, aquí se
hace una excepción a dicha regla, muy comprensible, pues en caso contrario, quien
extinguió la obligación, habría tenido que cargar con toda la cuota del insolvente, lo
que evidentemente es injusto.
De acuerdo al precepto transcrito, está obligado a contribuir a la cuota del
insolvente aún el deudor a quien el acreedor ha eximido de la solidaridad, lo que es
igualmente lógico, porque semejante convención entre ellos no puede perjudicar a
los demás codeudores que no han intervenido en su celebración.
Naturalmente que el deudor que no tenía interés en la deuda, según vimos,
tampoco contribuye a la cuota del insolvente.
Extinción de la solidaridad
Formas de Extinción.
La solidaridad puede extinguirse por vía principal o accesoria; en este último caso,
ella termina por haber expirado la obligación solidaria. En cambio, cuando la
solidaridad se extingue por vía principal, la obligación subsiste y es aquélla la que
ha dejado de operar, ella y sus efectos, total o parcialmente.
Esto último ocurre en dos casos; la renuncia del acreedor a la solidaridad, y la
muerte del deudor solidario.
72
1°.- Que el acreedor haya demandado la cuota de uno de los deudores o le haya
recibido el pago de ella; estas dos circunstancias no son copulativas, sino
disyuntivas;
b) Muerte de un deudor solidario. Se refiere a ella el Art. 1523, último del título
9°: “Los herederos de cada uno de los deudores solidarios son, entre todos,
obligados al total de la deuda; pero cada heredero será solamente responsable de
aquella cuota de la deuda que corresponda a su porción hereditaria”.
Es ésta la más importante diferencia entre la solidaridad y la indivisibilidad; ésta se
transmite a los herederos, aquella no.
2°.- Dirigirse contra los herederos, y puede hacerlo también de dos maneras: si los
demanda en conjunto, les puede cobrar íntegramente el crédito, pero si demanda a
73
uno solo de ellos, sólo le puede cobrar la cuota que, como heredero, le corresponda
en la deuda total. En el ejemplo, si A ha muerto dejando dos herederos, D y E, por
partes iguales; el acreedor podrá cobrarle los $300.000 a B o C, sobrevivientes,
porque la solidaridad no se altera respecto a ellos; demandarlos en conjunto a D y
E, pero si demanda a uno solo de éstos, solo puede hacerlo por $150.000.
La alteración que se produce es que los herederos en conjunto están obligados al
total de la deuda, manteniéndose así la solidaridad, pero cada uno de ellos está
obligado sólo a su cuota, y en tal sentido, la solidaridad ha derivado en conjunción.
Si bien la solidaridad no pasa de pleno derecho a los herederos, no hay
inconveniente alguno para que así se estipule. Así lo prueba el Art. 549, inc. 2°, que
permite a los miembros de una persona jurídica que se han obligado
solidariamente, convenirla también para sus herederos.
II) Originaria o Derivativa. La primera tiene lugar cuando desde un comienzo existía
pluralidad de partes y la obligación en sí misma o la estipulación de las partes le
concedieron el carácter de indivisible. La segunda, cuando la obligación tenía un
solo deudor y acreedor, y fallece uno de ellos y la prestación por su forma de ser o la
estipulación de las partes, no puede cumplirse dividida.
74
c.- Indivisibilidad de pago: Se llaman así a los casos del artículo 1526. Cabe
aclarar desde ya, que no todos ellos son convencionales. En efecto, muchos derivan
del modo como las partes han considerado la obligación y que el legislador
interpreta, pero otros son de indivisibilidad legal lisa y llana. El precepto en
realidad, establece excepciones a la divisibilidad, esto es, a la regla general de que la
obligación no siendo solidaria, se divide entre los deudores.
La indivisibilidad puede realmente pactarse por las partes, pero será más bien
extraño, porque el mismo efecto lo otorga más claramente la solidaridad, el único
interés es hacer transmisible a los herederos la circunstancia de poder exigir o ser
obligados al total de la deuda.
1) Cada acreedor puede exigir el pago de todo el crédito y cada deudor puede ser
obligado al pago de todo.
2) La cosa debida debe ser la misma para todos los deudores pero existe una
pluralidad de vínculos jurídicos.
Indivisibilidad Activa.
1) Derecho a exigir el cumplimiento. Cada uno de los acreedores podrá exigir el total
de la obligación al deudor; así lo señala la parte final del Art. 1527.
En esto no hay diferencia alguna con la solidaridad, pero si aparece, cuando el
punto se refiere a los demás modos de extinción, porque en la indivisibilidad el
acreedor no tiene derecho a disponer del crédito. Así lo señala el Art. 1532: “siendo
dos o más los acreedores de la obligación indivisible, ninguno de ellos puede, sin el
consentimiento de los otros, remitir la deuda o recibir el precio de la cosa debida. Si
alguno de los acreedores remite la deuda o recibe el precio de la cosa, sus
coacreedores podrán todavía demandar la cosa misma, abonando al deudor la parte
o cuota del acreedor que haya remitido la deuda o recibido el precio de la cosa”. Lo
mismo se aplicará, por ejemplo si opera una novación, una dación en pago, etc.
cobrar el total, la acción que con tal objeto intente, interrumpe la prescripción
respecto de todos los acreedores.
Indivisibilidad Pasiva.
1º Cada deudor está obligado al pago total de la deuda. Así lo señala la parte
primera de Art. 1527: “cada uno de los que han contraído unidamente una
obligación indivisible, es obligado a satisfacerla en el todo, aunque no se haya
estipulado solidaridad”.
Existe, eso sí, una diferencia con esta última: en la solidaridad, la ley prohíbe al
deudor demandado presentar cualquiera excusa para que el acreedor se dirija
también contra los demás codeudores. Tampoco en la indivisibilidad existe beneficio
de división, pero que sí que el deudor puede, en ciertos casos que señala el art.
1530, pedir un plazo para entenderse con los demás deudores a fin de cumplirla
entre todos.
Para determinar cuándo tiene este derecho el precepto formula un distingo:
Si la obligación es de naturaleza tal que él solo pueda cumplirla, no está el
demandado facultado para solicitar plazo alguno y debe cumplir, “quedándole a
salvo su acción contra los demás deudores, para la indemnización que le deban”.
No siendo así, esto es, si la obligación no tiene tal naturaleza, entonces puede
solicitar un plazo para entenderse con los demás deudores para el cumplimiento.
2º Pago efectuado por uno de los codeudores. Dice el art. 1531: “El cumplimiento
de la obligación indivisible por cualquiera de los obligados, la extingue respecto de
todos”. En virtud de la obligación a la deuda, en la indivisibilidad como en la
solidaridad, según acabamos de ver, cada deudor está obligado al cumplimiento
total.
Como en ésta, extinguida la obligación, viene la contribución a la deuda, esto es, el
que pagó tiene derecho a cobrar a los demás su parte o cuota en la obligación.
Por ello es que el Art. 1530, dispuso que si por su naturaleza la obligación sólo
puede cumplirla el deudor demandado, debe éste pagarla, “quedándole a salvo su
acción contra los demás deudores, para la indemnización que le deban”.
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3) “Si de dos codeudores de un hecho que deba efectuarse en común, el uno está
pronto a cumplirlo y el otro lo rehúsa o retarda, éste sólo será responsable de los
perjuicios que de la inejecución o retardo del hecho resulten al acreedor”, (Art.
1534).
Excepciones a la divisibilidad.
Concepto. Los seis casos de indivisibilidad que contempla el Art. 1526, están
concebidos como excepción a la regla general de la conjunción cuando concurren
pluralidad de acreedores o deudores.
En efecto, el inc. 1° sienta esta norma común, y concluye diciendo: “Exceptuándose
los casos siguientes”, (concordar con el art. 1511, inc.1°). Siendo de excepción, la
enumeración es taxativa, no hay otros casos que se puedan concebir por analogía,
si no que la interpretación ha de ser restrictiva.
Se las ha llamado también indivisibilidades convencionales, porque son las partes
quienes expresa o tácitamente la han deseado. Y también indivisibilidades de pago,
porque la cosa en si misma admite división, pero los interesados o el legislador,
interpretando su voluntad, han establecido que estas obligaciones que por su
naturaleza pueden ser cumplidas por cada deudor en su parte, lo sean en forma
total. En consecuencia, la indivisibilidad aparece sólo en el momento del
cumplimiento, y de ahí esta denominación.
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Todos los casos del precepto son de indivisibilidad pasiva, según ya lo habíamos
advertido; el objeto de ellos es precisamente permitir al acreedor un cobro total en
las circunstancias que prevén; no hay, en consecuencia, indivisibilidades de pago
activas.
Dicho a modo de enunciación, los seis casos de indivisibilidad del Art. 1526 que
estudiamos, son los siguientes:
Ella está establecida en el N° 1° del Art. 1526, y en los Arts. 2405 para la prenda y
2408 para la hipoteca, y abarca varios aspectos:
a) El objeto mismo dado en prenda, o hipoteca. Si son varios los objetos afectos a
una misma prenda o hipoteca, el acreedor puede perseguir a cualquiera de ellos o a
todos ellos por el total de la deuda.
Así lo señalan el Art. 2408, inc. 2°: “cada una de las cosas hipotecadas a una deuda
y cada parte de ellas son obligadas al pago de toda la deuda”, aplicado por Art. 1365
en materia sucesoria.
b) Desde el punto de vista del crédito. Todo el inmueble hipotecado o la cosa dada
en prenda continúa garantizando el crédito hasta la total extinción de éste, y en
consecuencia, si el deudor ha hecho abonos, no podría, por ejemplo, pedir la
restitución de parte de la prenda o un alzamiento parcial de la hipoteca, Así lo
señala el Art. 2408, al decir que cada cosa hipotecada a una deuda, y cada parte de
ellas son obligadas al pago de toda la deuda, “y de cada parte de ella”.
2) Entrega de una Especie o Cuerpo Cierto. Según el N°2 del Art. 1526 “si la
deuda es de una especie o cuerpo cierto, aquel de los codeudores que lo posee es
obligado a entregarlo”.
Hay una excepción a la regla de que las obligaciones se dividen entre los
codeudores, pues ésta corresponde exclusivamente al poseedor de la especie o
cuerpo cierto.
Ella deriva de las características especiales de estas obligaciones; la obligación de
entregar en nuestra legislación está incluida en la de dar, pero en este caso es
evidente que la ley se está refiriendo a la de entregar propiamente tal, a la entrega
material y no a la de dar en su sentido doctrinario, esto es, de transferir el dominio
o constituir un derecho real, que es la entrega jurídica. Esta es perfectamente
divisible, pero, en cambio, la entrega material sí que no puede dividirse, porque la
especie o cuerpo cierto no puede ser objeto de división sin dejar de ser tal. Y por ello
debe entregarlo materialmente quien lo posea.
4) Deudas Hereditarias. Según hemos dicho anteriormente, por regla general las
deudas hereditarias se dividen entre los herederos a prorrata de sus cuotas, de
manera que el pasivo hereditario sin necesidad de esperar la participación, por el
sólo fallecimiento del causante, queda dividido de pleno derecho entre los herederos
a prorrata de sus cuotas, mientras el activo permanece en indivisión. El pago de las
deudas hereditarias es una obligación conjunta por regla general.
El N°4 del art. 1526, en relación con los arts. 1358 a 1360 reglamenta la posibilidad
de que el testador, los coherederos, la partición o la convención con el acreedor
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establezcan una división distinta; a las primeras situaciones se refiere el inc. 1° del
N°4, y a la segunda, los restantes incisos del mismo número.
i.- Caso en que los herederos, el testador o la partición establezcan una división
diferente de las deudas hereditarias. El inc. 1° del N°4 del art. 1526 aplica la regla
más amplia de los arts. 1358 y 1359, que justamente se ponen en el caso de que se
altere en cualquier forma la división legal de las deudas; el art. 1526 N°4, que se
grave íntegramente a un heredero con toda una deuda. La solución es siempre la
misma, los acreedores, si quieren, se allanan a la división distinta, o se acogen de la
legal. Y hay una clara excepción a la divisibilidad, porque bien puede el acreedor
cobrar el total al heredero que se ha gravado con el total de la deuda.
Ello puede ocurrir en cualquiera de las tres formas que señala el precepto: por
disponerlo así el testador; haberlo acordado los herederos o haberse determinado
por acto de partición. En todos los casos hay una alteración voluntaria de la regla
legal de que las deudas hereditarias se dividen a prorrata, y por ello se habla de
indivisibilidad pactada.
El acreedor goza de un derecho alternativo; si quiere se somete a la modificación del
testador, las partes o la partición, pero también, y como ninguno de estos actos
puede afectarles sin su voluntad, está facultado para intentar las acciones propias
del art. 1354 y cobrarle a cada heredero su cuota en la deuda.
En consecuencia, todos ellos continúan obligados a la deuda, pero si la pagan,
viene el problema de contribución a la misma, y podrán repetir en contra del
heredero que está gravado con el total de ella.
5) Cosa cuya división causa perjuicio. Ella está contemplada en el inciso 1º del
Nº 5 del artículo 1526. La diferencia entre este caso y el anterior, es que las partes
no han pactado la indivisibilidad, pero el legislador la establece interpretando su
voluntad, porque si la división le produce grave perjuicio, es obvio que el acreedor
no ha querido que la cosa le sea entregada por parcialidades.
El precepto pone un ejemplo relativo a la deuda de un terreno; debe tratarse de uno
indeterminado y no de una especie o cuerpo cierto, ya que en tal caso estaríamos en
el número 3 del precepto; el número 5 lo deja bien claro al decir “un terreno o
cualquier otra cosa indeterminada”, como si dos personas venden a otra dos
hectáreas de terrenos ubicadas en un sector determinado para que esta última
instale una fábrica. No podría uno de los vendedores entregar una hectárea y el
segundo, otra separada, porque para el fin que se propone el comprador, ello le
ocasionaría un grave perjuicio.
Esta indivisibilidad es también sólo pasiva. Así lo dice el inciso 2º del Nº 2 “pero los
herederos del acreedor no podrán exigir el pago de la cosa entera sino intentando
conjuntamente su acción”.
Los efectos, además, deben analizarse desde dos puntos de vista más; a saber:
2. Efectos de las obligaciones desde el punto de vista de los derechos auxiliares del
acreedor.
Por tanto, de acuerdo a lo que señala el profesor Alessandri, en definitiva los efectos
de las obligaciones deben analizarse desde 3 puntos de vista.
b) También hay que analizar los efectos de las obligaciones desde el punto de vista
del cumplimiento. Aquí nos encontramos con todos los modos de extinguir las
obligaciones.
c) Desde el punto de vista de los derechos auxiliares del acreedor. Estos son el
conjunto de derechos que la ley concede al acreedor para velar por la integridad del
patrimonio del deudor y así asegurar el pago de su obligación.
Nuestro Código Civil al igual que su homologo francés, confundió los efectos de las
obligaciones con los efectos de los contratos; y así los tres primeros artículos del
Título XII, del Libro IV, se refiere a los efectos de los contratos, pese a que el Título
se denomina del efecto de las obligaciones.
Los efectos de los contratos, son los derechos y las obligaciones que el contrato
genera y los efectos de las obligaciones son las cosas o los hechos sobre los cuales
se aplica el derecho o sobre los cuales se va a cumplir una obligación.
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Los autores critican que este derecho se denomine de prenda general, porque
señalan que no tiene ningún elemento en común con la prenda y por esto sería más
propio hablar de garantía general del patrimonio del deudor. Las diferencias entre
este derecho y la prenda son:
D.- La prenda concede derecho de persecución, en virtud del cual, el acreedor puede
perseguir la cosa prendada en manos de quien quiera que se encuentre, el derecho
de prenda general no concede este derecho.
El Incumplimiento.
d) Puede deberse a que haya operado algún modo de extinguir como una
prescripción o declaración de nulidad. Aquí tampoco hay responsabilidad del
deudor.
II.- Puede ser total o parcial. Es total, si no se ejecuta la obligación en todas sus
partes. Es parcial, cuando la obligación se cumple imperfectamente o se retarda su
cumplimiento. En otras palabras, la obligación no es cumplida en forma íntegra u
oportuna, por ejemplo me deben $100.000 y me pagan $50.000 mil. Para que se de
esta forma de incumplimiento, es necesario que el acreedor consienta en recibir un
pago parcial, porque de acuerdo a las normas generales, el acreedor no puede ser
obligado a recibir un pago que no sea íntegro; por lo tanto, él puede negarse a
recibirlo y en tal caso, el incumplimiento no sería imperfecto o parcial, sino que
total.
Otra forma de incumplimiento parcial tiene lugar cuando se retarda el
cumplimiento de la obligación. En este caso, la obligación se cumple, pero después
del tiempo que se había convenido.
En los 2 primeros casos, es decir, cuando la obligación no se cumple o se cumple
imperfectamente, el acreedor tiene derecho a exigir la indemnización de perjuicios
compensatoria, que es aquella destinada a indemnizar los perjuicios que ha causado
el incumplimiento. En cambio, en el tercer caso, es decir, cuando se retarda el
cumplimiento de la obligación, el acreedor tiene derecho a exigir la indemnización de
perjuicios moratoria, que es aquella destinada a indemnizar los perjuicios que ha
causado el retardo.
1) El acreedor puede pedir que se apremie al deudor para la ejecución del hecho
convenido. El procedimiento de apremio está en el C.P.C. (art. 543) y puede
consistir en arrestos o multas que fija el Juez.
En este primer caso, la acción se dirige contra la persona del deudor y no contra
sus bienes, lo que se ha criticado, porque implicaría una suerte de prisión por
deudas.
b) En ese mismo momento el deudor queda constituido en mora (art. 1557 C.C.).
Si el deudor infringe su obligación de no hacer, el acreedor al tenor del artículo
1555, tiene tres caminos a su elección:
Para que el acreedor pueda optar por este primer camino deben darse dos requisitos
copulativos:
b) Que la destrucción sea necesaria para que el objeto que se tuvo en vista al
contraerse la obligación se cumpla.
Dados estos requisitos, el deudor es obligado a la destrucción, o en su defecto, se
autorizará al acreedor para que la efectúe a expensas del deudor.
De esta norma se desprende que la obligación de no hacer, se convierte en una
obligación de hacer, que justamente consiste en la destrucción de lo hecho; y por
esto el artículo 544 del C.P.C. hace aplicable las mismas normas en la ejecución de
las obligaciones de hacer y en las de no hacer.
89
LA CESIÓN DE BIENES.
El art. 1614 establece: “La cesión de bienes es el abandono voluntario que el deudor
hace de todos los suyos a su acreedor o acreedores, cuando, a consecuencia de
accidentes inevitables, no se halla en estado de pagar sus deudas”.
La cesión de bienes se rige por las disposiciones de los arts. 1614 y siguientes del
Código Civil y art. 241 y siguientes de la Ley de Quiebras.
Caracteres de la Cesión.
Abarca aún la cesión los bienes futuros, adquiridos a título gratuito, y los beneficios
líquidos de los bienes futuros, adquiridos a título oneroso (arts. 61, 65 y 255 de la
Ley de Quiebras).
Si el deudor hace cesión de bienes, esto no significa que sus codeudores o fiadores
se encuentren en situación de no poder pagar las deudas a menos que en ellos
concurran igualmente las circunstancias que autorizan este beneficio. El art. 2354
dispone que el fiador no puede oponer al acreedor las excepciones personales del
deudor, tales como la cesión de bienes.
Del mismo modo, el heredero no podrá invocar la cesión de bienes hecha por el
causante, si él se encuentra en estado de pagar sus deudas.
Bienes inembargables.
No son embargables:
Para reforzar esta inembargabilidad, la ley dispone que “son nulos y de ningún valor
los contratos que tengan por objeto la cesión, donación o transferencia en cualquier
forma, ya sea a título gratuito u oneroso, de las rentas expresadas en el número 1º
de este artículo o de alguna parte de ellas” (art. 445 del C. de P. Civil).
Pero la inembargabilidad tiene importantes excepciones:
b) El art. 57 del Código del Trabajo dispone que las remuneraciones de los
trabajadores y las cotizaciones de seguridad social serán inembargables. No
obstante, podrán ser embargadas las remuneraciones en la parte que excedan de
cincuenta y seis unidades de fomento.
Con todo, tratándose de pensiones alimenticias debidas por ley y decretadas
judicialmente, de defraudación, hurto o robo cometidos por el trabajador en contra
del empleador en ejercicio de su cargo, o de remuneraciones adeudadas por el
trabajador a las personas que hayan estado a su servicio en calidad de trabajador,
podrá embargarse hasta el cincuenta por ciento de las remuneraciones
d) “Las pensiones alimenticias forzosas” (arts. 1618 N° 1° del C. Civil y 445 N° 3° del
Procedimiento Civil).
La inembargabilidad se refiere solamente a las pensiones alimenticias que se deben
por ley a ciertas personas. En concordancia con esta norma, el art. 7º de la Ley
N°14.908 previene que el tribunal no podrá fijar el monto de una pensión
alimenticia en una suma que se exceda del 50% de las rentas del alimentante.
e) “Las rentas periódicas que el deudor cobre de una fundación o que deba a la
liberalidad de un tercero, en la parte que estas rentas sean absolutamente
92
necesarias para sustentar la vida del deudor, de su cónyuge y de los hijos que viven
con él y a sus expensas” (art. 445 N° 4° de C. de P. Civil).
Trátese, esta vez, de alimentos voluntarios; pero la inembargabilidad alcanza sólo a
los estrictamente necesarios.
f) Los fondos que gocen de este beneficio, en conformidad a la ley Orgánica del
Banco del Estado de Chile y en las condiciones que ella determine.
i) El bien raíz que el deudor ocupa con su familia, siempre que no tenga un avalúo
fiscal superior a cincuenta unidades tributarias mensuales o se trate de una
vivienda de emergencia, y sus ampliaciones, a que se refiere el artículo 5° del
decreto ley N°2552, de 1979; los muebles de dormitorio, de comedor y de cocina de
93
uso familiar y la ropa necesaria para el abrigo del deudor, su cónyuge y los hijos
que viven a sus expensas.
La inembargabilidad no rige para los bienes raíces respecto de los juicios en que
sean parte el Fisco, las Cajas de Previsión y además organismos regidos por la Ley
del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo (art. 445 N° 8° del C. de P. Civil,
modificado por la Ley N°19.594, de 1 de diciembre de 1998).
j) Los libros relativos a la profesión del deudor hasta el valor de cincuenta unidades
tributarias mensuales y a elección del mismo deudor.
l) “Los uniformes y equipos de los militares, según su arma y grado” (arts. 1618 N°
5° y 445 N°11° del C. de P. Civil).
m) Los objetos indispensables al ejercicio personal del arte u oficio de los artistas,
artesanos y obreros de fábrica; y los aperos, animales de labor y material de cultivo
necesarios al labrador o trabajador de campo para la explotación agrícola, hasta la
suma de cincuenta unidades tributarias mensuales y a elección del mismo deudor.
ñ) “La propiedad de los objetos que el deudor posee fiduciariamente” (arts. 1618 N°
8° del C. Civil y 445 N°14° del C. de P. Civil).
La inembargabilidad se limita a la propiedad; los frutos que la propiedad produzca
son, en consecuencia, embargables.
q) “Los bienes destinados a un servicio que no pueda paralizarse sin perjuicio del
tránsito o de la higiene pública, como los ferrocarriles, empresas de agua potable o
desagüe de las ciudades, etc.; pero podrá embargarse la renta líquida que
produzcan” (art. 445 N° 17° del C. de P. Civil).
En este caso se observará lo prescrito en el art. 444 del Código de Procedimiento
Civil.
94
r) “Los demás bienes que leyes especiales prohíban embargar” (art. 445 N° 18° del
C. de P. Civil).
a) No puede hacer cesión de bienes el deudor que ejerza una actividad comercial,
industrial, minera o agrícola. Este deberá solicitar la declaración de su quiebra
antes de que transcurran quince días contados desde la fecha en que haya cesado
en el pago de una obligación mercantil.
1.) Cuando el deudor que ejerza una actividad comercial, industrial, minera o
agrícola, cese en el pago de una obligación mercantil con el solicitante, cuyo título
sea ejecutivo;
2.) Cuando el deudor contra el cual existieren tres o más títulos ejecutivos y
vencidos, provenientes de obligaciones diversas, y estuvieren iniciadas, a lo menos,
dos ejecuciones, no hubiere presentado en todas éstas, dentro de los cuatro días
siguientes a los respectivos requerimientos, bienes bastantes para responder a la
prestación que adeude y las costas;
95
La cesión puede hacerse a uno o varios acreedores. El art. 1614 deja en claro
que el deudor puede hacer cesión “a su acreedor o acreedores”; la cesión procede
sea que el deudor tenga varios acreedores o uno solo.
a) La solicitud en que haga la cesión será puesta en conocimiento de éste para que
exprese, dentro del plazo de seis días, si la acepta o la rechaza.
La oposición se tramitará conforme a las reglas del juicio sumario.
b) Aceptada la cesión por anuencia del acreedor o por resolución del tribunal, podrá
el acreedor dejar al deudor la administración de los bienes y hacer con él los
arreglos que estime convenientes.
Cesión a varios acreedores. La cesión de bienes hecha por el deudor que tiene
varios acreedores queda sujeta a las siguientes reglas:
b) El síndico debe informar al tribunal sobre las causas del mal estado de los
negocios de este último dentro de los 15 días.
e) Los acreedores pueden exigir al deudor que dentro de los plazos señalados en los
números 3 y 4 del art. 246 de la Ley de Quiebras, aumentados a seis días, pruebe
que no tiene culpabilidad en el mal estado de sus negocios, o rechazar la cesión en
alguno de los casos señalados en el art. 1617 del Código Civil; y
b) Queda el deudor privado de la facultad de disponer de sus bienes y los actos que
ejecute adolecen de nulidad.
El art. 2467 dispone que “son nulos todos los actos ejecutados por el deudor
relativamente a los bienes de que ha hecho cesión”.
c) Produce la cesión de bienes la caducidad de los plazos y las obligaciones a plazo
se hacen exigibles; obviamente la cesión implica un estado de “notoria insolvencia”.
d) El deudor queda libre de todo apremio personal (art. 1619, N°1°), efecto que
carece hoy del interés que ofrecía antaño.
e) El art. 1619, inc. final, previene: “La cesión no transfiere la propiedad de los
bienes del deudor a los acreedores, sino sólo la facultad de disponer de ellos y de
sus frutos hasta pagarse de sus créditos”.
De esta disposición fluye, como una consecuencia obligada, que el deudor puede
recobrar sus bienes, satisfaciendo los créditos íntegramente. El art. 1620 consagra
esta consecuencia de un modo expreso: “Podrá el deudor arrepentirse de la cesión
antes de la venta de los bienes o de cualquiera parte de ellos y recobrar los que
existan, pagando a sus acreedores”. Si pagados los créditos con el producto de la
venta de los bienes cedidos queda un remanente, pertenecerá al deudor.
Por lo mismo “si los bienes cedidos no hubieren bastado para la completa solución
de las deudas, y del deudor adquiere después otros bienes, es obligado a completar
el pago con éstos” (art. 1619, N°3°).
La Ley de Quiebras establece para el pago de este saldo un plazo de prescripción de
5 años: “La obligación que el N° 3° del art. 1619 del Código Civil impone al deudor,
prescribirá en el plazo de cinco años contados desde que se haya aceptado la
cesión” (art. 254 de la Ley de Quiebras).
El art. 251 de la Ley de Quiebras dispone: “La sentencia que rechace la cesión de
bienes declarará a la vez, la quiebra del deudor”
Ahora bien, desde otro punto de vista todas estas instituciones en estudio suponen
también la concurrencia de varios acreedores que pretenden cobrar en un
patrimonio que se ha hecho estrecho para responderles a todos ellos. Pero tampoco
es indispensable, salvo en la prelación de créditos, que no se concibe sin una
elección de estos. Y así, la cesión de bienes puede hacerse a un solo acreedor, y la
quiebra ya hemos visto que se puede obtener también por un solo acreedor.
100
NOCIONES DE LA QUIEBRA.
Al Código siguió la ley del 23 de junio de 1868 que abolió la prisión por deudas
(bajo el imperio del Código, en la misma sentencia de apertura debía ordenarse el
arresto preventivo del cesante).
En vista de los adelantos del derecho concursal y a los vicios que provocaba la
legislación pertinente, vino en Chile la dictación de la Ley N° 4.558, de 29 de enero
de 1929, que derogó el Libro IV del Código de Comercio y las normas pertinentes del
Código de Procedimiento Civil.
Las innovaciones de esta ley son numerosas, entre ellas podemos señalar:
Entre las modificaciones más importantes de esta última ley, cabe señalar las
siguientes:
Entre los del C.C. podemos citar la incapacidad del fallido para ser guardador (Art.
497. N° 4°), la expiración del mandato por quiebra del mandante o mandatario (Art.
2163, N°6°); de la sociedad (Art. 2106), la caducidad del plazo, etc.
Finalmente digamos que el título XII, arts. 169 y siguientes de la ley reglamentan
los convenios entre el deudor y sus acreedores, los que pueden ser de tres formas:
extrajudiciales, convenio judicial preventivo y convenio simplemente judicial; el
convenio judicial preventivo o anterior a la declaración de quiebra toma su nombre
porque todavía no se ha declarado judicialmente la quiebra del fallido, por el
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EL BENEFICIO DE COMPETENCIA.
a) Desde luego hay semejanza en la enumeración que efectúa el Art. 1626 de las
personas que tienen derecho a invocar el beneficio en estudio, con la que el Art.
321, por su parte, efectúa de los sujetos a quienes se deben alimentos, aunque este
último es más amplio.
De ahí que el Art. 1627 disponga que “no se pueden pedir alimentos y beneficio de
competencia a un mismo tiempo. El deudor elegirá”.
Es lógico que sea así, pues en caso contrario, el deudor acumularía dos beneficios
iguales.
b) Que la cesión no haya alcanzado a pagar todas las deudas, y el acreedor persiga
el pago de la parte insoluta en los nuevos bienes adquiridos por el deudor, de
acuerdo a la facultad que le concede el N°3° del Art. 1619, y
c) Que el cobro lo efectúen los acreedores que tenían tal calidad al tiempo de la
cesión, y por las dudas existentes a la sazón.
En virtud del beneficio, debe dejarse al deudor lo indispensable para una modesta
subsistencia, según su clase y circunstancia, lo que equivale al concepto de
alimentos congruos (Art. 323, inc. 2°).
Con el resto, el deudor pagará las deudas hasta el monto en que le alcance, y hasta
ese monto se produce la extinción por pago. El saldo lo queda debiendo para
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El beneficio se extiende a los nuevos bienes adquiridos si con ellos recién el deudor
alcanza una modesta subsistencia.
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS.
pasan con ellos a todas las personas que los adquieran por cesión, subrogación o de
otra manera”.
La preferencia se extiende al crédito y a sus intereses. El art. 2491 prescribe: “Los
intereses correrán hasta la extinción de la deuda, y se cubrirán con la preferencia
que corresponda a sus respectivos capitales”.
El art. 3° del D.L. N° 1.773, de 1997, amplió esta disposición para la primera
categoría de créditos privilegiados, estableciendo: “Las preferencias señaladas en el
art. 2472 del Código Civil cubrirán los reajustes, intereses y multas que
correspondan a los respectivos créditos”.
Los créditos de la 4° clase prefieren entre sí según la fecha de sus causas; pero el
que se tiene contra el propietario de un piso o departamento, en razón de expensas
comunes, prefiere a los demás cualquiera que sea su fecha.
El Código no previó la presencia de varios acreedores de la 2° clase porque no era
viable su concurrencia. En la legislación especial es posible que entren en conflicto,
por ejemplo, los varios acreedores cuyos créditos se garantizan con prenda
industrial o prenda agraria, puesto que es posible la constitución de varias prendas
sobre los mismos bienes.
Tampoco previó el Código la posibilidad de un conflicto entre acreedores de 2° y 3°
clase; pero puede producirse ahora entre acreedores hipotecarios y prendarios,
dado que la prenda agraria puede constituirse sobre bienes a los que se extiende la
hipoteca.
En fin, la legislación minera ha debido prever la concurrencia de acreedores
hipotecarios y aviadores, puesto que el avío genera igualmente una causal de
preferencia.
Algunos autores propugnan la existencia de ciertos créditos que prefieren aun a los
de primera clase que contempla el Código. Se les denomina, por tal motivo, de grado
superior.
Tales serían:
III. El crédito garantizado con prenda industrial. El art. 25 de la Ley N°5.687 dispone
que el contrato de prenda garantiza al acreedor el derecho de pagarse “con
preferencia a cualquiera otra obligación”.
IV. El art. 220 del Código de Minería dispone que salvo estipulación en contrario, la
hipoteca sobre una concesión afecta también a los bienes a que se refiere el art. 3°,
sin perjuicio del derecho de prenda que pueda haberse constituido sobre ellos.
Sobre los demás bienes muebles destinados a la exploración o la explotación de la
concesión y, en su caso, sobre las sustancias minerales extraídas del yacimiento,
podrá constituirse prenda y quedar ésta en poder del deudor, con arreglo a las
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Crítica. Los diversos textos legales expresan que el acreedor goza de preferencia a
los demás acreedores, a cualquiera otra obligación, a todo otro crédito.
Pero la generalidad de estas expresiones se encuentra limitada por la especialidad
del privilegio, que recae sobre el valor de la cosa empeñada, de los medios de
transporte, etc.
De esta manera, por de pronto, estos créditos se pagan prioritariamente con
determinados bienes del deudor.
Deben entenderse estas normas, por otra parte, en relación con el art. 2476 del
Código. En caso de concurrir créditos de 1°y 2° clase, éstos excluirán a aquéllos,
esto es, sobre los bienes empeñados se pagarán primero los de la 2° clase. Y lo
propio lo establece el art. 2478, en otros términos al expresar que los créditos de la
1° clase no se extienden a las fincas hipotecadas y, por ende, se pagan primero los
acreedores hipotecarios.
del deudor insolvente causarían perjuicio a sus acreedores. “Los honores que se
hagan a los restos mortales, no deben ser a expensas de los acreedores”.
i) Los créditos del Fisco por los impuestos de retención y recargo. El art. 2472
trasladó al numeral nueve de los créditos del fisco por impuesto de retención de
recargo.
La antigua redacción del Código señalaba que eran preferentes los créditos del Fisco
por impuestos de retención o recargo. Ello ha dado lugar a que se haya discutido
durante un tiempo, que solo eran preferentes los créditos del Fisco que
copulativamente reunieran la calidad de ser de retención y recargo. Hoy en día esa
discusión está superada.
Los impuestos fiscales sujetos a retención son especialmente los impuestos a la
renta a que se refieren los arts. 73 y 74 de la Ley de Impuesto a la Renta (D.L. 824
de 1974). Dichas disposiciones establecen que las personas naturales o jurídicas
que paguen por cuenta propia o ajena determinadas rentas mobiliarias, deberán
retener y deducir el monto del impuesto al tiempo de hacer el pago de tales rentas.
La prelación especial se justifica, ya que el sujeto del impuesto es el que recibe la
renta y no el que la retiene; éste está sólo cobrando y percibiendo por cuenta del
Fisco una cantidad que pertenece a éste y debe entregar a las arcas fiscales.
Los impuestos de recargo son especialmente los que establece la Ley sobre impuesto
a las Ventas y Servicios (D.L. N°825 de 1974). El art. 69 de dicha ley dispone que
las personas que realicen operaciones gravadas con los impuestos que ella establece
“deberán cargar a los compradores o beneficiarios del servicio, en su caso, una
suma igual al monto del respectivo gravamen”. La situación sería muy similar a la
anterior si no fuera porque la Ley considera sujeto del impuesto de las ventas al que
las efectúa y, en ciertos casos, en el impuesto a los servicios, al que los recibe y no
al que los presta. Al mismo tiempo las sumas a pagarse pueden compensarse total o
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parcialmente a un crédito en contra del Fisco por impuestos de igual naturaleza que
el contribuyente haya pagado.
4.- Los créditos de cada categoría se prorratean. Dentro de cada número los
diversos créditos deben concurrir a prorrata, si los bienes no son bastantes para
pagarlos todos.
El citado art. 2473 previene que “los comprendidos en cada número concurrirán a
prorrata”.
5.- Los créditos de la primera clase prefieren a todos los demás créditos. Los
créditos de la primera clase, como su denominación lo indica, se pagan de
preferencia a todo otro crédito.
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Pero como la preferencia de primera clase es general, mientras que son especiales
las de segunda y tercera, los arts. 2476 y 2478 consagran una solución de equidad
cuando compiten acreedores de estas clases.
En suma, los acreedores prendarios y además de su clase, así como los hipotecarios
y además de la suya, tienen derecho a pagarse con preferencia con los bienes que
les estaban particularmente afectos, aun respecto de los créditos de primera clase,
si el deudor tiene otros bienes. Por cierto que si el deudor no tiene otros bienes o
son insuficientes, los créditos de la primera clase se pagarán, aun con detrimento
de los de la segunda y tercera.
El art. 2476 establece que si concurren créditos de la primera y de la segunda clase,
éstos preferirán a aquéllos: “pero si fueren insuficientes los demás bienes para
cubrir los créditos de la primera clase, tendrán éstos la preferencia en cuando al
déficit”.
Análoga regla establece el art. 2478: “Los créditos de la primera clase no se
extenderán a las fincas hipotecadas, sino en el caso de no poder cubrirse en su
totalidad con los otros bienes del deudor”.
No tolera la ley, en fin, que los acreedores con un crédito privilegiado de primera
clase compitan con los de la segunda y tercera, si el deudor dispone de otros bienes.
Los de la primera clase pueden perseguir estos otros bienes y gozan de preferencia;
los de la segunda y tercera clase no gozan de ninguna preferencia si intentan hacer
efectivos sus créditos en otros bienes del deudor.
El art. 2474 previene que el crédito privilegiado del posadero recae “sobre los bienes
del deudor” y que el acarreador o empresario de transportes goza de la misma
ventaja sobre los efectos acarreados “con tal que dichos efectos sean de la
propiedad del deudor”.
Pero el inc. 2° del N° 3° del art. 2474 dispone que “se presume que son de la
propiedad del deudor los efectos introducidos por él en la posada, o acarreados de
su cuenta”. La presunción es simplemente legal.
3°.- Otros créditos de la segunda clase. La enumeración del art. 2474 debe
adicionarse con numerosos otros créditos. Pertenecen a la segunda clase:
El crédito del acreedor que goza del derecho legal de retención sobre los bienes
muebles, declarado judicialmente (art. 546 del C. de P. Civil);
b. Por regla general no pasan contra terceros; la ley prescribe expresamente que
el posadero y el acarreador o empresario de transportes gozan de preferencia
mientras los bienes permanecen en su poder.
Por excepción pasa contra terceros el privilegio del acreedor prendario, por el
carácter real que el derecho de prenda tiene.
1.- Los créditos hipotecarios (art. 2477). Se incluyen estos créditos los
garantizados con hipoteca de naves y pertenencias mineras.
2.- Los censos debidamente inscritos. El art. 2480 dispone que “para los efectos
de la prelación los censos debidamente inscritos serán considerados como
hipotecas”.
3.- El derecho legal de retención que recae sobre bienes raíces, judicialmente
declarado e Inscrito en el registro de Hipotecas y Gravámenes
correspondiente. El art. 546 del Código de Procedimiento Civil dispone que los
bienes retenidos por resolución ejecutoriada “serán considerados, según su
naturaleza, como hipotecados o constituidos en prenda para los efectos de su
realización y de la preferencia a favor de los créditos que garantizan”.
El art. 2477, inc. 2°, añade: “A cada finca gravada con hipoteca podrá abrirse, a
petición de los respectivos acreedores o de cualquiera de ellos, un concurso
particular para que se les pague inmediatamente con ella, según el orden de las
fechas de sus hipotecas”.
En este concurso se pagarán primeramente las costas en él causadas (art. 2477,
inc. 4°).
1.- Créditos del Fisco. A la cuarta clase de créditos pertenecen “los del Fisco
contra los recaudadores y administradores de bienes fiscales” (art. 2481, N° 1°).
Alcanza el privilegio a los créditos fiscales contra toda persona, cualquier que fuere
su denominación, que haya administrado bienes suyos.
3.- Crédito de las mujeres casadas. La Ley N° 19.335 modificó el N° 3° del art.
2481.
En conformidad al N°3° del art. 2481, las mujeres casadas en sociedad conyugal
tienen un crédito de cuarta clase, por los bienes de su propiedad que administra el
marido, sobre los bienes de éste o en su caso, los que tuvieren los cónyuges por
gananciales.
En conformidad al art. 2483, también modificado por las leyes N°19.335 y
Nº19.585, la preferencia se entiende constituida a favor de los bienes raíces o
derechos reales en ellos, que la mujer hubiere aportado al matrimonio, y hayan
entrado en poder del marido; y a favor de todos los bienes en que se justifique el
derecho, por inventarios solemnes, testamentos, actos de partición, sentencia de
adjudicación, escrituras públicas de capitulaciones matrimoniales, de donación,
venta, permuta u otros de igual autenticidad.
El art. 2481, N°3°, se refiere a los bienes de propiedad de la mujer que el marido
administra. Entendida literalmente, la disposición comprendería sólo los bienes
“propios” de la mujer, cuyo dominio ella conserva y que no ingresan al haber de la
sociedad conyugal.
Tales bienes deben restituirse a la mujer, una vez disuelta la sociedad conyugal.
Pero la mujer no es acreedora del marido por estos bienes ni requiere, como medida
de protección, del privilegio de cuarta clase. La mujer es dueña de tales bienes y el
derecho real de dominio le permite rescatarlos de poder del marido y de terceros y
no pueden ser perseguidos, por regla general, por los acreedores del marido (art.
1750).
El privilegio se justifica solamente respecto de los “créditos” de la mujer casada
contra el marido, provenientes de los precios, saldos y recompensas que se les
deban, por ejemplo, por el dinero o muebles aportados al matrimonio o adquiridos a
título gratuito.
El privilegio se extiende a las acciones que le correspondan contra el marido por
culpa o dolo en la administración de sus bienes (art. 2483, inc. 2°).
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Añade el art. 2481, N°3°, que el privilegio de la mujer casada en contra del marido
recae “sobre los bienes de éste”. Por tales deben entenderse, desde luego, los bienes
“propios” del marido.
¿Puede la mujer hacer efectivo su crédito privilegiado sobre los bienes sociales?
Disuelta la sociedad conyugal, sólo hay bienes de la mujer y del marido ambos se
tornan comuneros en los bienes que se reputaban sociales. El privilegio se extiende,
en consecuencia, a todos los bienes del marido, sean “propios” suyos o le
pertenezcan por recompensas o gananciales.
Corrobora esta conclusión el art. 2473; dicha disposición establece que los créditos
de la cuarta clase afectan “todos los bienes del deudor”.
Matrimonios que confieren a la mujer el privilegio. El art. 2484 establece que los
matrimonios celebrados en país extranjero “darán a los créditos de la mujer sobre
los bienes del marido existentes en territorio chileno el mismo derecho de
preferencia que los matrimonios celebrados en Chile”
Sin embargo, es menester tener presente la regla del art. 135 inc. 2° del Código
Civil, en virtud del cual los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en
Chile como separados de bienes, a menos que inscriban su matrimonio en el
Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago y pacten, en este acto,
sociedad conyugal o régimen de partición en los gananciales dejándose constancia
de ello en dicha inscripción.
Solamente gozará la mujer del crédito privilegiado a condición de que en Chile no se
considere separada de bienes, ya que, en caso de serlo, el marido no administra sus
bienes.
4.- Créditos de los hijos de familia. Pertenecen a la cuarta clase de créditos “los
de los hijos sujetos a patria potestad, por los bienes de su propiedad que fueren
administrados por el padre o la madre, sobre los bienes de éstos” (art. 2481, N° 4°).
La patria potestad confiere al padre o madre la administración de los bienes del
hijo. Los créditos que resulten a favor del hijo sujeto a ella, en virtud de esta
administración, están amparados por el privilegio que se hace efectivo sobre los
bienes del padre o madre que ha ejercido la patria potestad.
5.- Créditos del pupilo contra su guardador. Pertenecen a la cuarta clase los
créditos “de las personas que están bajo la tutela o curaduría contra sus respectivos
tutores o curadores” (art. 2481, N° 5°).
Compete al guardador la administración de los bienes del pupilo (art. 391); debe
conservarlos, repararlos y cultivarlos; expirada la guarda, debe rendir cuenta de su
gestión, pagar los saldos que resulten en su contra (art. 415) y restituir los bienes
(art. 417).
Los derechos del pupilo en contra del guardador derivados del ejercicio de la
guarda, gozan del privilegio de cuarta clase.
6.- Créditos del pupilo contra el marido de su madre o abuela. En fin, el N°6° del
art. 2481 señala como pertenecientes a la cuarta clase de créditos “los de todo
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pupilo contra el que se casa con la madre o abuela, tutora o curadora, en el caso
del art. 511”.
Establecía el art. 511 que la madre o abuela, guardadora de sus hijos o nietos, para
pasar a otras nupcias, debía denunciar su propósito al juez para que se diese al
pupilo un nuevo guardador, so pena de quedar ella y su marido responsables de las
resultas de la omisión.
Pero el art. 511 fue derogado por la Ley N°5.521 y su texto actual es radicalmente
diferente; prescribe, simplemente que la mujer ejerce la guarda continuará
ejerciéndola, aunque contraiga matrimonio, a menos que, como consecuencia de
éste, el pupilo deba quedar sometido a patria potestad del marido o de la mujer.
Por tanto, no adquiere ningún crédito el pupilo, en virtud del actual texto del art.
511, en contra del marido de su guardadora y, por lo mismo, ha desaparecido el
privilegio. El caso del art. 2481, N°6°, en suma, es hoy inoperante.
7.- Créditos del adoptado contra el adoptante. La Ley N°7.613, sobre Adopción,
confiere al adoptado, en contra del adoptante, un crédito privilegiado de cuarta
clase, en los mismos términos que al hijo de familia.
En efecto el art. 20 dispone: “Los créditos que tenga el adoptado contra el
adoptante, originados por la administración de sus bienes, o en el caso que
prescribe el art. 28 de la presente ley, se considerarán incluidos en el N°4° del art.
2481 del Código Civil, y la fecha de su causa será de la inscripción de la adopción”.
Por su parte, el art. 28 previene que el adoptante que tenga la patria potestad o la
guarda del adoptado y se proponga contraer matrimonio, deberá cumplir lo
dispuesto en los arts. 124 y 126, y “si los infringe deberá indemnizar al adoptado
por los perjuicios que la omisión del inventario le irrogue, presumiéndose culpa en
el adoptante por el solo hecho de la omisión”.
Sin embargo, hoy existe una nueva ley sobre la adopción de menores, la Ley 19.620,
la que confiere al adoptado el estado civil de hijo del adoptante, y en su art. 45
establece un caso de ultra actividad de la ley –una ley, no obstante estar derogada,
sigue produciendo efectos legales– respecto de las leyes 7.613 y 18.703 en lo
concerniente a los efectos de la adopción, incluso en materia sucesoria, salvo que
tanto adoptante como adoptado acuerden regirse por la nueva ley, cumpliendo una
serie de requisitos que el mismo artículo establece.
8.- Otros créditos de la cuarta clase. Leyes especiales han agregado otros créditos
privilegiados de cuarta clase:
“con excepción de los que sean de primera, segunda o tercera clase, según el Código
Civil” (art. 37 del Decreto con fuerza de Ley N°251, de 4 abril de 1960).
Con esta modificación legal, ha quedado resuelto con precisión, que el privilegio
alcanza a los bienes propios del marido y los bienes sociales que a éste
corresponden a título de gananciales. La misma regla se aplica, según se desprende
del señalado artículo, para el hijo y el pupilo.
d.- Se pagan después de los créditos de las tres primeras clases. El art. 2486
previene que las preferencias de la cuarta clase “solo tienen lugar después de
cubiertos los créditos de las tres primeras clases, de cualquiera fecha que éstos
sean”.
Para la recta inteligencia de la disposición, es menester recordar que los créditos de
la segunda y tercera clase confieren una preferencia especial y que, en caso de no
ser suficientes los respectivos bienes, el déficit no goza de preferencia y pasan a la
quinta clase de créditos por dicho saldo insoluto (art. 2490).
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e.- Prefieren unos a otros, según la fecha de sus causas. Mientras los créditos de
la primera clase prefieren unos a otros en el orden de su numeración “Cualquiera
que sea su fecha”, los créditos de la cuarta clase “prefieren indistintamente unos a
otros según la fecha de sus causas” (art. 2482).
De este modo, como la fecha de la causa tiene decisiva importancia, el legislador se
ha ocupado de fijar cual es la que corresponde a los diversos créditos de la cuarta
clase.
La fecha de la causa del crédito del Fisco y de los establecimientos públicos de
caridad o educación es la del nombramiento del administrador o recaudador; la
fecha del matrimonio lo es del crédito de la mujer casada en contra del marido, la
fecha del nacimiento del hijo es la que ha de tomarse en cuenta para los créditos de
éste en contra del padre o madre de familia, y la del discernimiento de la guarda, en
los créditos del pupilo en contra del tutor o curador ( art. 2482). En los créditos del
adoptado contra el adoptante “la fecha de su causa será la de la inscripción de la
adopción” (art. 20 de la Ley N°7.613).
La quinta clase de créditos está constituida por los créditos comunes o valistas.
El art. 2489 dispone: “La quinta y última clase comprende de los créditos que no
gozan de preferencia”. Esta clase de créditos se pagará íntegramente, si los bienes
del deudor son bastantes; de otro modo se cubrirán a prorrata.
El citado art. 2489, inc. 2° previene: “Los créditos de la quinta clase se cubrirán a
prorrata sobre el sobrante de la masa concursada, sin consideración a su fecha”.
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LA INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS.
2. Se dice que una sanción civil al acto ilícito o violatorio de la naturaleza jurídica
que implica el incumplimiento.
Para esta teoría, éste cambio de objeto no constituye novación, porque ella supone
la extinción de una obligación y su reemplazo por una nueva; en cambio, aquí la
obligación no se extingue, es la misma que se persigue bajo la forma de
indemnización. De este modo se produce una modificación en el objeto de la
obligación y que se funda en la imposibilidad de obtener el cumplimiento en
naturaleza.
Esta teoría señala que en este evento, se produce una subrogación real, donde la
indemnización de perjuicios pasa a ocupar el mismo lugar jurídico que tenía la
obligación no cumplida, pero es la misma obligación que cambio de objeto y por lo
tanto, las garantías, privilegios y vicios de la obligación no cumplida, afectan la
indemnización.
Nuestro C.C., sigue la teoría clásica, esto se desprende claramente de los arts. 1672
inciso 1º y 1555 inciso 1º; ambas normas dan a entender que es la misma
obligación que sólo cambia de objeto.
Clases de Indemnización:
diferentes, en la moratoria se van a deber los perjuicios desde la mora, porque la ley
entiende que desde ese momento el retardo en el cumplimiento de la obligación ha
perjudicado al acreedor; en cambio, en la indemnización de perjuicios
compensatoria, los perjuicios se van a deber desde el incumplimiento, porque la ley
entiende que desde ese momento el acreedor comenzó a perjudicarse. Por lo tanto,
para cobrar ambas indemnizaciones el deudor tiene que estar constituido en mora,
los perjuicios se deben desde momentos distintos, a saber, en la moratoria desde la
mora, y en la compensatoria desde el incumplimiento.
C.- Indemnización del daño moral: Es aquel que causa un dolor en los
sentimientos de una persona.
En materia extracontractual, la jurisprudencia ha sostenido reiteradamente que el
daño moral es indemnizable. La responsabilidad extracontractual, es aquella que se
presenta cuando una persona causa daño a otra y no existe entre ellas un vínculo
jurídico previo.
Pero en materia contractual, la situación se discute. La responsabilidad
contractual, es aquella que se presenta cuando una persona causa un daño a otra
existiendo entre ellas un vínculo jurídico previo. Los autores señalan que en esta
materia el daño moral no podría presentarse, porque por el hecho de no cumplirse
una obligación, no se causa daño moral alguno; sin embargo, esto es discutible,
porque en ciertos casos excepcionales, podría producirse. Y así la Corte Suprema ha
aceptado la indemnización por el daño moral a consecuencia de accidentes en
contratos de transporte.
En general la jurisprudencia ha sostenido que el daño moral en materia contractual
es indemnizable, siempre que se pueda apreciar pecuniariamente, y esta es una
cuestión de hecho que deberá resolver el tribunal en cada caso.
1) Que exista un incumplimiento en cualquiera de las formas del art. 1556 del
Código Civil.
2) Que el acreedor sufra un perjuicio.
3) Que exista una relación de causalidad entre el incumplimiento y los perjuicios.
4) Que el incumplimiento sea imputable al deudor en grado de dolo o culpa.
5) Que el deudor esté constituido en mora.
6) Si el contrato es bilateral, el acreedor debe haber cumplido con su obligación o
estar llano a hacerlo.
DESARROLLO:
i. Directos Previstos: Son aquellos que las partes pudieron prever como posibles
al contraerse la obligación.
ii. Directos Imprevistos: Son aquellos que las partes no pudieron prever.
De acuerdo al art. 1558, para determinar de qué perjuicios responde el deudor, hay
que distinguir, si éste actuó con culpa o con dolo; en el primer caso, el deudor
responde de los perjuicios directos previstos; en cambio en el segundo, se agrava su
responsabilidad, porque responderá de los perjuicios directos previstos e
imprevistos.
De los indirectos no se responde, porque no son consecuencia del incumplimiento.
Con todo, la Corte Suprema ha declarado válidos los pactos por los cuales el deudor
se obliga a responder de los perjuicios indirectos, como así mismo ha señalado que
son válidos los pactos por los cuales el deudor se hace responsable de los perjuicios
directos previstos e imprevistos, aunque actúe sin dolo. Estos son pactos en los que
se agrava la responsabilidad del deudor y en virtud de la autonomía de la voluntad,
son perfectamente válidos.
En el siguiente caso, si un agricultor que compra un animal en una feria, y el
vendedor no le dice que está enfermo llevándolo el agricultor con el resto del
ganado, el cual muere; y como consecuencia de esto no puede pagar sus créditos y
por lo tanto cae en quiebra y se suicida. El perjuicio directo previsto queda
circunscrito hasta la muerte del ganado; el perjuicio directo imprevisto llega hasta
el momento de no pagar sus créditos; siendo perjuicios indirectos la quiebra y
consecuente muerte del deudor.
Los perjuicios por regla general deben probarse, ellos no se presumen, salvo dos
excepciones:
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3.- Que se trate de un hecho ajeno a la voluntad de las partes. La única causa
que produce que el incumplimiento sea atribuible al caso fortuito, precisa la no
intervención de la voluntad de las partes. La ley es muy exigente al respecto, porque
el efecto normal del caso fortuito es precisamente, eximir de responsabilidad al
deudor.
El del artículo 2178, ubicado en el comodato. Aquí la Ley regula cuatro casos en
que el comodatario responde del caso fortuito, a saber:
ii. Cuando el caso fortuito ha sobrevenido por culpa del comodatario, aunque en
este caso no hay en realidad caso fortuito, porque la culpa excluye a este.
129
La Ley 18.302 del 02 de Mayo de 1984, que tiene lugar en materia de seguridad
nuclear, contempla una situación similar al respecto.
e) El deudor responsable por caso fortuito en el caso del animal fiero (artículo 2327).
El dueño de un animal fiero que no está destinado para la guarda o servicio de un
predio, siempre responderá por los hechos de él, aunque sobrevengan por caso
fortuito.
f) El deudor responde cuando sobreviene por su culpa (artículo 1547). Sin embargo,
en este caso no hay propiamente caso fortuito, porque el caso fortuito excluye la
culpa.
Existen terceros por los cuales se es civilmente responsable; y terceros por los
cuales no se es civilmente responsable.
Lo normal, es que el deudor no deba responder por los hechos de terceros,
asimilándolos la ley al caso fortuito, es decir, si interviene un tercero ajeno a la
relación y produce el incumplimiento, lo normal es que el deudor no debe responder
por los hechos de ese tercero, y si bien no hay un caso fortuito propiamente tal, la
130
ley lo asimila en sus efectos; sin embargo, excepcionalmente el deudor tendrá que
responder por los hechos de ciertos terceros, que son los terceros por los cuales el
deudor responde civilmente, los hechos de estos terceros, la ley los asimila a hechos
del deudor (1679 Código Civil).
La ley no menciona en forma taxativa y ordenada, quienes son los terceros por los
cuales se es civilmente responsable, pero en varios contratos los menciona.
Ejemplos: 1925, 1926, 1929, 1941, etc.
Por lo tanto, y como regla general, si el hecho es de un tercero por el cual el deudor
no es civilmente responsable, este queda liberado de responsabilidad y es un causal
de inimputabilidad.
Se define como “una situación de peligro para un bien jurídico, que sólo puede
salvarse mediante la violación de otro bien jurídico”, es decir, existen dos bienes
jurídicos que están en peligro y sólo puede salvarse uno.
El estado de necesidad presenta un problema de elección, en donde ante la
inminencia del riesgo, el deudor no puede salvar ambos bienes jurídicos.
En materia contractual, el estado de necesidad significa que el deudor deja cumplir,
para evitar otro mal mayor.
Para que opere el estado de necesidad deben darse los siguientes requisitos:
b) Que el bien que se salva sea de mayor valor que el que se sacrifica, porque si es
de un valor igual o inferior, el deudor no queda liberado de responsabilidad.
1.- Art. 2178 n° 3 C.C. (ubicado en el comodato) Ahí se dice que el comodatario
responde, aún del caso fortuito, cuando en la alternativa de salvar una cosa suya y
la prestada, deliberadamente, prefiere salvar la suya.
2.- Art. 847 C.C. (ubicado en la servidumbre de tránsito), aquí se considera como de
mayor valor la salida al camino público del predio dominante que los perjuicios que
sufren los predios sirvientes.
131
Se distingue del caso fortuito, porque aquí, si bien está presente la imprevisibilidad,
el hecho es superable, lo que ocurre es que para superarlo se debe hacer un
extraordinario sacrificio.
Algunos autores señalan que éste sería un caso de lesión enorme, pero no es así,
porque la lesión enorme debe estar presente al contratarse la obligación en
circunstancias que aquí, el hecho que agrava el cumplimiento, surge durante la
vida del contrato y no al tiempo de su celebración.
Los autores que aceptan esta teoría señalan que para que opere deben darse ciertos
requisitos que son:
c) Este imprevisto debe sobre pasar de una manera exagerada el aleas del
contrato, porque todo contrato conlleva un riesgo, pero para que se dé la
imprevisión, la desproporción debe ser manifiesta, y por esto se excluye de esta
teoría a los contratos aleatorios, porque en ellos el equivalente consiste en una
contingencia incierta de ganancia o pérdida.
2) Otros en cambio, consideran que el deudor queda facultado para recurrir ante el
Juez a fin de que sea él quien restablezca el equilibrio patrimonial. Esta posición es
compartida por Fernando Fueyo; sus detractores la critican, por estimar que el Juez
no se puede entrometer en la relación contractual.
Los autores que están a favor de esta teoría dan los siguientes argumentos para
justificarla:
2.- De acuerdo al art. 1546, todo contrato debe ejecutarse de buena fe; y si se obliga
a un contratante a cumplir con una prestación excesivamente onerosa, se estará
actuando de mala fe, aunque es discutible, porque si se ha cumplido con la
obligación propia, es justo exigir que la contraparte también cumpla.
3.- De acuerdo al art. 1558, los perjuicios pueden ser: directos o indirectos y de
estos últimos no se responde por falta de causalidad, y si se obligara al deudor a
cumplir con la excesiva onerosidad, se le estaría haciendo responsable de los
perjuicios indirectos, lo que resulta inaceptable, más si se considera que su
actuación no ha sido ni dolosa, ni culposa.
Posición del Código Civil. Nuestro Código no da una solución clara a este
problema, aceptando y rechazando esta teoría indistintamente.
La acepta en: Art. 2003 regla segunda, se señala que si por circunstancias
desconocidas, surgen costos que no pudieron preverse, el empresario podrá subir el
precio de la construcción, y si no se logra acuerdo, podrá recurrir ante el juez.
133
La tendencia moderna, es aceptar esta teoría y permitirle al juez intervenir para que
restablezca el equilibrio patrimonial.
Es una originalidad de don Andrés Bello. La ley no define la mora del acreedor, pero
se ha dicho que opera desde el momento que el acreedor se resiste ilegítimamente a
que el deudor cumpla con su obligación; por lo tanto se puede definir como “la
negativa injustificada del acreedor de recibir el cumplimiento de la obligación por
parte del deudor”. En este caso, si el acreedor está en mora, deberá indemnizar al
deudor por los gastos de conservación en que incurra, y además se atenúa la
responsabilidad de éste, porque él pasa a responder sólo de la culpa grave o dolo.
La mora del acreedor es distinta de la excepción de contrato no cumplido del art.
1552, porque en ella el acreedor no ha cumplido con su obligación; en cambio en la
mora el acreedor se niega a que el deudor cumpla con su obligación. De igual
manera, la mora del acreedor se diferencia del pago por consignación, porque en él,
el deudor cumple con su obligación y se libera de responsabilidad; en cambio, en la
mora el deudor no queda liberado de responsabilidad, ésta sólo se atenúa.
La ley no lo ha señalado, pero se ha dicho que estará en mora desde que el deudor
manifieste su intención de pagarle, cumpliendo con los requisitos legales y este se
resista.
a.- Señala que la única forma es a través del pago por consignación, sin embargo,
esta posición es criticada, porque confunde, el pago por consignación con la mora
del acreedor.
b.- Señal que debe aplicarse por analogía el Nº 3 del Art. 1551. En este sentido, el
deudor deberá requerir judicialmente al acreedor. Esta posición también se critica,
porque se dice que el art. 1551 no puede aplicarse por analogía.
134
c.- Considera que basta con cualquier ofrecimiento del deudor, aún cuando sea
extrajudicial. Esta posición se apoya en el artículo 1680 del C.C., que habla de
ofrecimiento.
En definitiva, será el juez el que en cada caso deberá determinar si el deudor ofreció
el cumplimiento o no.
Causales de imputabilidad
El art. 44 del Código Civil, clasifica la culpa en tres categorías: Grave; Leve y
Levísima.
Culpa grave o lata: Es la que consiste en no manejar los negocios ajenos con
aquel cuidado que aun las personas negligentes y de poca prudencia suelen
emplear en sus negocios propios; por lo tanto, ésta es la culpa menos exigentes de
todas y de acuerdo a la ley, equivale al dolo en materias civiles. Esto significa, que
aún cuando el deudor no actúe con dolo, es tanta su negligencia, que la ley lo
sanciona como si hubiese tenido una actitud dolosa; y, todos los efectos civiles del
dolo, se aplican a la culpa grave.
135
Culpa de que Responde el Deudor. En esta materia hay que distinguir; ya que la
regla general, es que el deudor responda de la culpa que las partes han convenido
art. 1547 inciso final, y si nada se ha convenido, se aplican las normas legales. Y de
acuerdo a ellas, para determinar de qué culpa responde el deudor, hay que
distinguir a quién beneficia el contrato:
136
1.- Si el contrato sólo beneficia al acreedor. Ejemplo “el depósito”. En ese caso,
como el deudor no obtiene ningún beneficio del contrato, responde de la culpa
grave.
2.- Si el contrato beneficia a ambas partes (regla general). En estos casos responde
de culpa leve, y en esta responsabilidad también incurren las personas que
administran bienes ajenos (padre de familia, guardadores, albaceas, mandatarios,
etc.).
Todas estas reglas pueden alterarse por la voluntad de las partes o por la ley.
Si bien el dolo se encuentra en tres áreas distintas, según la mayoría de los autores,
el dolo es uno solo, pero que se puede manifestar de distintas maneras y esta es la
“Teoría Unitaria del Dolo”.
El dolo; está definido en el artículo 44 como “la intención positiva de inferir injuria a
la persona o propiedad de otro”.
1.- Como vicio de la voluntad, la ley señala que el dolo debe probarse art. 1459.
b.- Al deudor doloso no le sirve el alegato del caso fortuito, por lo tanto se hace
responsable de él, pero este mismo efecto se producía respecto del deudor culposo.
En un principio, la doctrina criticaba que esta norma repitiese la misma idea en los
incisos 1º y 2º; sin embargo, con posterioridad, algunos autores como Alessandri, se
dieron cuenta que el inc. 1º, se refiere a la responsabilidad extracontractual, y el
inc. 2º a la responsabilidad contractual. Por lo tanto, lo extraño es que en una
norma ubicada en la responsabilidad extracontractual, se regule una materia de la
responsabilidad contractual.
La Mora
De esta manera podemos definir la mora del deudor como “el retardo culpable en el
cumplimiento de la obligación, imputable al deudor, que persiste después de la
interpelación que le hace el acreedor”. De manera que si el deudor cumple con la
obligación cuando es interpelado, “no está en mora”, porque ella supone el
incumplimiento después de la interpelación.
La regla general, es que la mora sea necesaria en todo tipo de obligaciones, salvo
una: en las obligaciones de no hacer, pues en ellas basta su sólo incumplimiento
para que en ese mismo momento el deudor caiga en mora, sin necesidad que el
acreedor realice ninguna actividad (art. 1557).
1.- Porque no hay ninguna norma que distinga entre la indemnización moratoria y
compensatoria en esta materia.
2.- El art. 1553, sostiene que para que el acreedor pueda exigir la indemnización
compensatoria, junto a la moratoria, es necesario que el deudor esté constituido en
mora.
Don Fernando Fueyo señala que, si bien para exigir ambas indemnizaciones es
necesaria la mora del deudor, hay que hacer una distinción, porque a la
indemnización compensatoria se tendrá derecho desde el incumplimiento y a la
moratoria desde la mora; así se distingue entre el nacimiento de la indemnización y
el derecho a cobrarla.
También la Jurisprudencia ha señalado, que es válido el pacto por el cual las partes
convienen que por el sólo hecho del incumplimiento el deudor quedará constituido
en mora, sin necesidad de interpelación.
El artículo 1551 C. C. señala las formas en que debe hacerse la interpelación para
que el deudor quede constituido en mora, y la doctrina ha señalado que esta norma
sólo se aplica a las obligaciones voluntarias, pero no se aplica a las tributarias.
a) Se produce el incumplimiento,
b) Se hace exigible la obligación,
c) Se produce el retardo del deudor,
d) El deudor queda automáticamente constituido en mora.
Como este número habla de un término convenido o estipulado, resulta claro que
sólo puede aplicarse a obligaciones nacidas de contratos, porque es en ellos donde
las partes pueden convenir los plazos, y por lo tanto, no se aplica a plazos fijados
unilateralmente, y tampoco a plazos fijados por el Juez o por la Ley.
En la parte final de éste número, se señala que existen casos especiales, en los que
pese a haber un plazo estipulado para que el deudor quede constituido en mora, es
necesario el requerimiento, es decir, hay casos excepcionales, en los que pese a
haberse convenido por las partes un plazo para el cumplimiento, por el solo hecho
de no cumplir dentro de él el deudor, no queda constituido en mora, porque se exige
además el requerimiento.
Ejemplo: contrato de arrendamiento (de acuerdo a los arts. 1949 y 1977 C. C.)para
que el arrendatario quede constituido en mora de pagar la renta, es necesario que
se efectúe una doble reconvención, debiendo mediar entre ellas, al menos cuatro
días, por lo tanto en este contrato, pese a que el plazo para pagar la renta ha sido
convenido, y pese a que el deudor no ha cumplido dentro de él, no está constituido
en mora, porque es necesario que el acreedor recurra ante el Juez, para que sea él
quien requiera de pago al deudor, y una vez hecho esto, todavía no está en mora,
porque es necesario una segunda reconvención, que normalmente se efectúa en el
comparendo del quinto día, en él, el Juez vuelve a requerir de pago al deudor, y si
no paga, recién ahí queda constituido en mora.
1551 N°2 Interpelación Contractual Tácita: Aquí la ley señala, que el deudor
queda constituido en mora, cuando la cosa no ha podido ser dada o ejecutada sino
dentro de cierto espacio de tiempo, y el deudor lo ha dejado pasar sin darla o
ejecutarla.
Este caso, se dice que es una interpelación contractual tácita, porque consagra un
plazo no expresado, pero que se desprende de la forma como las partes han
convenido el cumplimiento, de manera que este cumplimiento sólo le es útil al
acreedor en determinada oportunidad y no en otra.
141
Aquí, en este caso, también existe un contrato entre las partes y en él se ha dejado
claramente establecido que debe cumplirse dentro de cierto tiempo, este tiempo las
partes no lo han expresado, pero se desprende de la naturaleza misma del contrato,
y por lo tanto, el deudor tiene pleno conocimiento de que si no cumple
oportunamente va a causar perjuicios al acreedor.
El deudor queda constituido en mora en estos casos, por la simple notificación legal
de la demanda, no es necesario esperar el término de emplazamiento, ni la
contestación de la demanda.
2.- Hace responsable al deudor del caso fortuito, como vimos, la mora agrava la
responsabilidad del deudor y el alegato del caso fortuito ocurrido durante la mora,
no lo exime de responsabilidad a menos que pruebe que de haber cumplido con su
obligación en forma oportuna igual se hubiese producido la perdida (arts. 1672 y
1590 inc. 1°).
3.- El riesgo de la especie debida pasa a ser del deudor cuando cae en mora. El art.
1550 C. C. señala que el riesgo de la especie cuya entrega se debe es del acreedor,
salvo las excepciones legales, y uno de ellos es la mora del deudor.
El que demanda debe ser el contratante diligente, el que ha cumplido o está llano a
cumplir con su obligación. De lo contrario, la contraparte no estaría en mora: art.
1552, y el demandado podría oponer la excepción de contrato no cumplido (art.
1826).
3.- En cuanto el dolo: Si bien, según la teoría unitaria, el dolo es uno solo; produce
efectos distintos. En materia contractual agrava la responsabilidad del deudor. Y en
materia extracontractual, produce los mismos efectos que la culpa.
es una sola; y tampoco se presume, debe probarla la víctima del hecho ilícito, salvo
las excepciones.
En términos generales, existen tres sistemas para evaluar los perjuicios, a saber:
Sistema de avaluación judicial (regla general); Sistema de avaluación legal (sólo se
aplica a las obligaciones de dinero); y, Sistema de avaluación convencional (la
cláusula penal).
Es la que hace el Juez cada vez que la Ley o las partes no lo han hecho. Constituye
la regla general.
El Juez al hacer esta avaluación deberá considerar –de acuerdo a lo que dispone el
artículo 1556– el daño emergente y el lucro cesante; es decir, existen dos ítems que
deben indemnizarse, a menos que expresamente la ley haya limitado la
indemnización sólo al daño emergente.
El Código Civil no definió el daño emergente y el lucro cesante, pero se puede decir
que, el daño emergente es el empobrecimiento real y efectivo que sufre el patrimonio
del acreedor a consecuencia del incumplimiento;
Es la pérdida efectiva e indiscutible que sufre el acreedor a consecuencia del
incumplimiento o del cumplimiento tardío, y como es un daño real y efectivo se
indemniza siempre.
A ella se refiere la ley 18.010 sobre operaciones de crédito de dinero y el art. 1559
del Código Civil sobre obligaciones de dinero. En este sentido, esta avaluación solo
opera en las obligaciones de dinero, donde es la propia ley la que ha avaluado los
perjuicios.
Ley 18.010.
Esta ley define las operaciones de crédito de dinero en su art. 1° señalando que son
“aquellas por los cuales uno de las partes entrega o se obliga a entregar un cantidad
de dinero y la otra a pagarla en un momento distinto de aquel en que se celebra la
convención”.
Las operaciones de crédito de dinero son muy amplias y la más común de todas es
el mutuo de dinero, que es un contrato, que hasta antes de esta ley era gratuito, sin
embargo la norma en comento, señaló, que la regla general es que sea oneroso, a
menos que expresamente se pacte la gratuidad. La onerosidad se manifiesta en el
pago de intereses.
Esta ley se encargo de definir qué se entiende por intereses, y ahí distinguió, según
si la operación es reajustable o no. Si la operación es no reajustable, los intereses
son todas las sumas de dinero que recibe o tiene derecho a recibir el acreedor a
cualquier título por sobre el capital.
Si la operación es reajustable, el interés está constituido por toda suma de dinero
que recibe o tiene derecho a recibir el acreedor a cualquier título por sobre el capital
reajustado.
Respecto a la reajustabilidad, la ley las permitió en estas operaciones sin importar
el plazo de la obligación; tampoco importa la formula de la reajustabilidad.
En este mismo sentido, la ley permitió el Anatocismo, que consiste en “la
capitalización de los intereses”. La única exigencia que hizo fue que la obligación
fuese a un plazo superior a 30 días.
Esta ley derogó el interés legal que existía hasta antes de su dictación (1981),
reemplazándolo por el interés corriente; por lo tanto, cada vez que se haga alusión
al interés legal debe entenderse esta alusión al interés corriente. A modo de
referencia, el interés legal era de 16% y nunca fue modificado.
El interés corriente es variable y lo fija la Superintendencia de Bancos e
Instituciones Financieras sobre la base del interés que han cobrado los Bancos e
Instituciones Financieras durante el mes anterior. Este interés constituye la regla
general y se presume.
Con todo, la Ley 18.010 creo otro tipo de interés que es el máximo convencional que
lo fijan las partes libremente, pero tiene un límite, y es que no puede exceder en
más de un 50% al corriente que rija al momento de la convención, ya sea que se
pacte tasa fija o variable. Si las partes contravienen el interés máximo convencional,
fijando un interés superior, en ese caso la sanción no es la nulidad, porque en tal
evento el Juez se limitará únicamente, a reducir el interés pactado al corriente, y
esa será la sanción.
146
Asimismo, esta ley permite que el deudor renuncie al plazo, siempre que pague
todos los intereses.
Para esta ley, la reajustabilidad es un elemento accidental, porque debe convenirse
expresamente, al igual que el anatocismo, la diferencia radica, que para la
reajustabilidad no importa el plazo, en cambio para el anatocismo, la obligación
debe ser a más de 30 días. En este mismo orden de ideas, cabe tener presente que
los intereses son elementos de la naturaleza.
Asimismo esta ley, reguló la conversión de la moneda extranjera a moneda nacional
y estableció que en estas operaciones queda prohibida la reajustabilidad, y ello
porque, la moneda extranjera lleva ínsita la reajustabilidad.
a.- Si las partes pactan un interés convencional que supera el corriente, en ese caso
habrá que pagar el interés pactado.
b.- Si las partes no han convenido intereses o han convenido uno inferior al
corriente, se deberá el interés corriente.
c.- Las dos reglas anteriores se alteran, cuando las partes han estipulado de
antemano un interés por la mora, y en los casos en que la Ley expresamente ordena
el pago de un interés distinto.
doctrina (Alessandri; Fueyo; Meza, etc.). Estos autores dan dos razones para fundar
su posición:
Este carácter de garantía se ve confirmado por el artículo 1542, donde se dice que
hay derecho a exigir la pena siempre que se haya estipulado, sin que el deudor
pueda alegar que el acreedor no ha sufrido perjuicios por el incumplimiento. Por lo
tanto, basta que el deudor no cumpla y esté en mora para que se pueda hacer
efectiva la pena.
Como garantía personal, la seguridad que otorga la cláusula penal es psicológica, y
así se dice, que el deudor ante el evento de tener que pagar una pena en caso de
incumplimiento, se verá forzado a cumplir. Por lo tanto, la eficacia de la cláusula
depende de su monto. Es decir a mayor monto, mayor eficacia. Asimismo, el
carácter de garantía de esta cláusula también se ve confirmada por el artículo 1543,
en donde se señala que el acreedor no puede exigir al mismo tiempo la pena y la
indemnización de perjuicios, y esto es lógico, porque la pena es una indemnización
de perjuicios, por lo tanto, habrá un enriquecimiento indebido, a menos que
expresamente se haya convenido.
3.- Se ha resuelto que se puede asegurar con la cláusula penal cualquier obligación,
y no sólo las contractuales; o sea, no importa la fuente de la obligación principal.
Para determinar el valor de esta cláusula en las obligaciones naturales, hay que
distinguir:
1.- Es una garantía personal o caución; esto lo confirman los arts. 1535, 1537,
1542, 1543, etc.
Don Manuel Somarriva sostiene que estos arts. no tendrían ningún sentido si la
cláusula penal no fuera una garantía personal y como lo es, si el deudor o quien lo
constituyó llegan a enajenar el bien que se habían obligado a dar como pena, el
acreedor no tiene derecho de persecución, a diferencia de las garantías reales
(hipoteca y prenda). Por esto la cláusula penal normalmente consiste en una suma
de dinero o en cosas fungibles.
El inc. 2°, (art. 1450), la ley señala que en la promesa de hecho ajeno la pena vale,
aunque la obligación principal no tenga efecto, por faltar el consentimiento de la
persona que debía obligarse.
Los autores señalan que, en este caso la obligación principal no alcanza a nacer,
porque falta el consentimiento de quien tenía que obligarse; y aquí no hay una
excepción al principio que dice que la nulidad de la obligación principal produce la
nulidad de la pena, porque en este caso la obligación principal no es nula, sino
inexistente.
Esto ha llevado a ciertos autores a pensar que la cláusula penal tiene cierta
autonomía en relación a la obligación principal, porque pese a que ella es
inexistente, la pena es válida.
de pactarse una pena para el caso de incumplimiento, no habrá acción para exigir
su cumplimiento, pero una vez pagada se podrá retener lo dado o pagado.
La pena a que se somete uno de los esposos, representa una cláusula penal, y la ley
señala que si bien no hay acción para exigirla, existe excepción para retenerla.
Somarriva dice, que esta es una situación muy excepcional, porque en este caso la
obligación principal no produce efectos y la pena puede llegar a producirlos, y ello,
porque al tenor del art. 98, el contrato de esponsales no produce ningún efecto ante
la ley civil.
¿Cuándo el acreedor puede cobrar la pena? Para que el acreedor pueda cobrar la
pena, deben darse todos los requisitos de la indemnización de perjuicios, menos
uno, que son los perjuicios. Estos no son necesarios que acontezcan, ni menos que
se prueben, porque la ley los presume. Por lo tanto, producido el incumplimiento y
constituido el deudor en mora, el acreedor podrá exigir la pena sin necesidad de
justificar perjuicios.
El acreedor no puede exigir la pena y la obligación principal (art. 1537); es decir,
una vez que el deudor está constituido en mora, el acreedor deberá elegir si opta por
reclamar la pena o si exige el cumplimiento forzado de la obligación, pero no puede
hacer las dos cosas.
Antes de constituirse en mora el deudor, el acreedor sólo puede exigir la obligación
principal, la pena aún no es exigible; esto es lógico, ya que la pena es una
indemnización de perjuicios, y por lo tanto, exige la constitución en mora del
deudor. En definitiva, el acreedor antes de la constitución en mora del deudor sólo
puede exigir la obligación principal, y constituido en mora éste, el acreedor podrá
optar o por la obligación principal o por la pena.
Esto revela el carácter indemnizatorio de la cláusula penal, porque si el acreedor
pudiera exigir ambas cosas, habría un enriquecimiento indebido y la pena dejaría
de ser indemnizatoria.
Si el acreedor alega haber sufrido perjuicios mayores, que no alcanzan a resarcirse
por la pena, deberá probarlos, porque los perjuicios que superan la pena no se
presumen.
152
1er caso; cuando la pena es moratoria. Que el acreedor no pueda cobrar la pena al
mismo tiempo que la obligación principal, se justifica sólo respecto a la pena
compensatoria, que es la que indemniza el incumplimiento, porque en tal caso
estaría obteniendo un doble pago; pero no en la moratoria, que es la que indemniza
el retardo. Por la tanto, ésta puede cobrarse conjuntamente con la obligación
principal.
Así el art. 1537 dice que se puede exigir la pena y la obligación principal si aparece
haberse estipulado la pena por el simple retardo. En este caso no existe un pacto
expreso donde se diga que la pena es moratoria, sino que se desprende del acuerdo
de las partes, y por lo tanto, el juez deberá determinar si la pena que se convino es
moratoria o compensatoria. La Corte Suprema ha dicho, que lo normal es que la
pena sea compensatoria.
2do caso; cuando las partes lo han convenido. La pena compensatoria puede
cobrarse conjuntamente con la obligación principal si así se ha convenido a través
de un pacto expreso. Art. 1537 inc. final.
3er caso; en la transacción. Este es un contrato en que las partes ponen fin a un
litigio pendiente o precaven un litigio eventual, haciéndose concesiones recíprocas.
Es un contrato intuitu personae.
De acuerdo al art. 2463, si se ha estipulado una pena, habrá lugar a ello, sin
perjuicio de llevarse a efecto la transacción en todas sus partes, es decir, se puede
exigir la obligación principal y la pena.
regla general es que la pena, se divide entre los deudores culpables a prorrata de
sus respectivas cuotas; si la obligación principal es indivisible, o bien, siendo
divisible, se ha pactado la cláusula penal con la expresa intención de que no pueda
cumplirse por partes; en estos casos el acreedor tiene una alternativa, a saber: le
cobra al deudor culpable el total de la pena; o le cobra a cada uno de los deudores,
incluido los inocentes su cuota en la pena; sin perjuicio de que después exista
acción contra los culpables.
Cláusula penal garantizada por la hipoteca (art. 1541) En este caso, por la
indivisibilidad de la hipoteca, sea quien fuera el infractor, puede perseguirse el total
de la pena en el inmueble hipotecado, sin perjuicio de los derechos del poseedor
para accionar contra el culpable.
Si existen varios acreedores. En este caso la ley nada ha señalado, pero la doctrina
considera que cada acreedor sólo puede exigir su cuota o parte en la pena, a menos
que ella sea indivisible o se haya pactado la solidaridad activa, porque en esos
casos, cada acreedor puede exigir el total.
obligación principal”; exceso que se rebaja directamente por mandato de la Ley o del
Juez de un modo discrecional.
1.- En virtud de lo que dispone el inciso primero del artículo 1544, para que opere
la cláusula penal enorme en los contratos conmutativos, deben darse los siguientes
requisitos:
2.- El mutuo de dinero, este caso opera si se conviene un interés por sobre el
máximo convencional. Aquí la Ley sostiene que se va a reducir el interés al corriente
(artículo 1544 inciso 3º y Ley 18.010).
En los tres casos enunciados, el derecho del deudor a pedir la rebaja de la pena es
irrenunciable, puesto que de lo contrario se transformaría en una cláusula habitual.
155
1.- Debe tratarse de un contrato bilateral, porque este es el único donde se presenta
la teoría del riesgo ya que en ellos existen las obligaciones recíprocas.
2.- Una de las partes no debe haber cumplido su obligación por un hecho
inimputable (ajeno a su voluntad).
3.- Si bien nuestro Código cuando se refiere a esta teoría sólo hace alusión a las
obligaciones de dar, existe unanimidad en considerar que también pueden aplicarse
a las obligaciones de hacer y no hacer, pero siempre que se trate de obligaciones
determinadas o de especie o cuerpo cierto.
Se dice que es tan errónea la solución de estos artículos que el mismo legislador en
disposiciones particulares consagra excepciones:
riesgo pasa a ser del deudor, que es el arrendador, porque él debía el uso y goce de
la cosa.
Enunciación. Los derechos auxiliares que, de una u otra manera, satisfacen los
objetivos enunciados son:
158
a) Medidas Conservativas.
1.- Pueden los acreedores solicitar la guarda y aposición de sellos. (Art. 1222).
2.- Una finalidad análoga persigue la declaración de herencia yacente. (Del art.
1240).
3.- Con igual propósito, “todo acreedor hereditario que presente el título de su
crédito”, art. 1255 tiene derecho a asistir a la facción de inventario de los bienes del
deudor difunto y reclamar en cuanto le pareciere inexacto.
5.- Medidas de esta índole son el embargo y el derecho legal de retención que
compete al poseedor vencido (art. 914), al comprador (art. 1826), al arrendatario
(art. 1937), al arrendador (art. 1942), al mandatario (art. 2162), al acreedor
prendario (art. 2401).
6.- Puede señalarse, también como una medida conservativa el “desasimiento”, esto
es, la privación impuesta al fallido de administrar sus bienes, facultad que pasa al
síndico de quiebras (art. 64 de la Ley de Quiebras).
7.- Merecen especial mención las medidas precautorias que reglamenta el Código de
Procedimiento Civil.
159
Objeto de la acción Oblicua subrogatoria. En los términos que señala el art. 2469,
pueden los acreedores pedir que se vendan todos los bienes del deudor, afectos a su
derecho de prenda general.
Entre los bienes del deudor se cuentan las acciones y derechos que le pertenecen.
Pero no serán estos derechos y acciones lo que los acreedores realicen para pagarse,
sino los bienes que, mediante el ejercicio de tales acciones y derechos, ingresen al
patrimonio del deudor.
Previamente, pues, será menester ejercitar estos derechos del deudor, a fin de poder
perseguir, en seguida, los bienes que se obtengan como consecuencia de su
ejercicio.
Pero es posible que el deudor, titular de estos derechos, no los ejercite ¿Qué interés
tendrá, a menudo, el deudor insolvente para ejercitar derechos que traerían como
resultado incrementar su patrimonio, si su esfuerzo habría de beneficiar
exclusivamente a los acreedores?
Los acreedores tienen interés en que el deudor ejerza sus derechos y su inercia les
perjudica. La acción oblicua está encaminada a sortear este inconveniente.
La acción oblicua o subrogatoria consiste en el ejercicio por los acreedores de
acciones y derechos que competen al deudor para incorporar al patrimonio de éste
bienes en que hacer efectivos sus créditos.
1.- Con arreglo al art. 2466, pueden los acreedores subrogarse en los derechos
reales de usufructo, prenda e hipoteca pertenecientes al deudor.
Se exceptúan de esta regla los usufructos legales y los derechos reales de uso y
habitación. Dichos derechos son inembargables, de acuerdo con diversas
disposiciones legales (arts. 1618, N°9°; 2466, inc. 3°, y 455, N°15, del C. de P. Civil)
y tienen un carácter de personalísimo.
2.- El art. 2466, asimismo, autoriza a los acreedores para sustituirse al deudor en
el ejercicio “del derecho de retención que le concedan las leyes”.
3.- La misma disposición faculta a los acreedores para “subrogarse en los derechos
del deudor como arrendador o arrendatario, según lo dispuesto.
160
4.- De acuerdo con el art. 1677, aunque se extinga la obligación por la pérdida de la
cosa debida, podrán los acreedores exigir que se les cedan los derechos y acciones
que el deudor tenga en contra de los terceros por cuyo hecho o culpa haya perecido
la cosa.
5.- Según el art. 1238, los acreedores del que repudia una asignación, en perjuicio
de sus derechos, “podrán hacerse autorizar por el juez para aceptar por el deudor”.
La repudiación, en tal caso, quedará sin efecto en favor de los acreedores y hasta
concurrencia de sus créditos y subsistirá en el sobrante. Etc.
c) Será preciso que la negativa o desidia del deudor perjudique a los acreedores. No
habrá perjuicio si el deudor posee bienes suficientes para satisfacer íntegramente
sus obligaciones.
d) Finalmente, es necesario que exista una disposición legal expresa que autorice la
subrogación.
Los acreedores ejercen derechos del deudor; los resultados deben ser los mismos
que si el deudor los ejerciera.
Los bienes que se obtengan ingresarán al patrimonio del deudor para constituir la
prenda general de sus acreedores. Por tanto, la acción oblicua o subrogatoria
beneficia a todos los acreedores. Con los bienes obtenidos podrán satisfacerse sus
créditos, íntegramente si los bienes fueren bastantes o a prorrata de sus créditos,
en caso contrario, cuando no hubiere causas de preferencias establecidas por la
Ley.
Perjudica seriamente a los acreedores que el deudor deje ejercer ciertos derechos
que redundarían en un incremento de su patrimonio. Mayor es aún el daño si el
deudor enajena sus bienes.
En el primer caso, el patrimonio del deudor no se incrementa con el aporte de
nuevos bienes; en el segundo, positivamente disminuye. Cuando el deudor no ejerce
sus derechos, deja de enriquecerse: cuando enajena sus bienes, se empobrece.
Los bienes que el deudor ha hecho salir de su patrimonio escapan a la persecución
de los acreedores; para evitar el daño que de ello puede seguírseles, los acreedores
disponen de la acción pauliana o revocatoria. Mediante su ejercicio pueden obtener
que se dejen sin efecto las enajenaciones hechas por el deudor y que se reintegren a
su patrimonio los bienes enajenados.
De este modo el propósito último de la acción pauliana o revocatoria es el mismo de
la acción oblicua o subrogatoria: incorporar bienes al patrimonio del deudor.
Con lo dicho queda justificado que no todos los actos de enajenación son
susceptibles de atacarse por los acreedores.
Es menester en primer lugar, que el acto perjudique a los acreedores, provocando o
acrecentando la insolvencia de deudor. Pero, como el deudor puede empobrecerse a
consecuencias de negocios desgraciados, el perjuicio no es bastante para justificar
la revocación de sus actos. Es preciso, además, que exista fraude o mala fe de parte
del deudor.
Perjuicio de los acreedores y fraude o mala fe del deudor son los requisitos exigidos
para el ejercicio de la acción. La acción pauliana, en suma, tiene por objeto revocar
los actos ejecutados por el deudor en fraude y con perjuicio de sus acreedores.
1.- El perjuicio de los acreedores. El art. 2468 señala como condición para el
ejercicio de la acción pauliana el perjuicio de los acreedores.
Razón de ser de esta exigencia es obvia; el perjuicio crea en los acreedores un
interés en la revocación del acto.
2.- El fraude o mala fe. El concepto de fraude o mala fe está definido por el art.
2468 que, de este modo, ha zanjado múltiples dificultades teóricas sobre el
particular.
El fraude o mala fe consiste en el conocimiento del mal estado de los negocios del
deudor.
El deudor que sabe que su situación patrimonial es precaria, no puede menos que
saber que el acto que ejecute produce o agrava su insolvencia y, por consiguiente,
perjudica a los acreedores a sabiendas.
Actos a título gratuito y a título oneroso. El acto ejecutado por el deudor supone
una intervención de un tercero. Si el deudor dona, hipoteca o constituye un
usufructo, habrá un donatario, un acreedor hipotecario, un usufructuario a quienes
la revocación afecte.
Siempre es menester que el deudor este de mala fe para que el acto por él ejecutado
sea susceptible de revocarse. ¿Será igualmente necesario que el tercero participe del
fraude?
El art. 2468 hace, al respecto, una distinción que es tradicional. Distingue entre
actos a título oneroso y actos a título gratuito.
Para la revocación de los actos a título oneroso no basta la mala fe del deudor y es
necesario que el tercero con quién contrata esté igualmente de mala fe.
Dispone, en efecto, el N°1° del art. 2468: “Los acreedores tendrán derecho para que
se rescindan los contratos onerosos, y las hipotecas, prendas y anticresis que el
deudor haya otorgado en perjuicio de ellos, estando de mala fe el otorgante y el
adquirente, esto es, conociendo ambos el mal estado de los negocios del primero”.
Para los actos a título gratuito, basta la mala fe del deudor y no es preciso que el
beneficiario de la liberalidad sea participe del fraude.
Tal es la regla del N°2 del art. 2468: “Los actos y contratos no comprometidos bajo
el número precedente, incluso las remisiones y pactos de liberación a título
gratuito, serán rescindibles, probándose la mala fe del deudor y el perjuicio de los
acreedores”.
Como se comprende, el ejercicio de la acción pauliana pone en conflicto los
intereses de los acreedores y de los terceros.
Si el tercero ha recibido del deudor una liberalidad, la invalidación del acto no le
causará propiamente una pérdida, sino que le privará de una ganancia. La ley se
inclina, en tal caso, a favor de los acreedores que sufren un perjuicio concreto. Por
esto no interesa la buena o mala fe de los adquirentes a título gratuito.
Pero si el tercero es un adquirente a título oneroso, su derrota no solamente le
privará de una ganancia, sino que le ocasionará la pérdida de la contraprestación
que suministró al deudor. Su situación no es menos estimable que la del acreedor
y, además, es el poseedor de los bienes que se trata de reincorporar al patrimonio
del deudor. La ley se inclina en su favor, da preferencia a su derecho sobre el
interés del acreedor, a menos que esté de mala fe. Por esto la acción pauliana no
afecta a los terceros adquirentes de buena fe, a título oneroso.
164
a) El tercero que contrató con el deudor no está afecto a la acción pauliana. Por
ejemplo el tercero adquirió a título oneroso e ignoraba el mal estado de los negocios
del deudor.
Es de toda evidencia que si la acción no procede contra el adquirente, tampoco
procede contra el subadquirente.
Prueba del fraude. La prueba del fraude incumbe al acreedor que intenta la acción
revocatoria o pauliana.
Todo medio de prueba es admisible. La prueba de presunciones tiene especialísima
importancia.
d) Beneficio de Separación.
Efectos del beneficio de separación. Que impide que los patrimonios del difunto y
del heredero se confundan, produce los siguientes efectos:
a) Los acreedores hereditarios y testamentarios tienen derecho para satisfacerse
íntegramente de sus créditos con los bienes dejados por el difunto;
b) Satisfechos los acreedores hereditarios y testamentarios, el sobrante, si lo
hubiere, se pagará a los bienes propios del heredero para satisfacer a sus propios
acreedores (art. 1382).
c) Agotados los bienes del difunto, los acreedores hereditarios y testamentarios
podrán perseguir los saldos de sus créditos en los bienes del heredero, pero los
acreedores del heredero podrán oponerse, hasta que se les satisfaga a ellos
íntegramente de sus créditos con los bienes de éste (art. 1383).
166
Transmisión por causa de muerte. La muerte de una persona, por regla general,
no extingue sus obligaciones. En otros términos, las obligaciones se transmiten,
activa y pasivamente, por causa de muerte.
La transmisión puede verificarse a título universal o singular.
Las deudas hereditarias se dividen entre los herederos a prorrata de sus cuotas.
“Así el heredero del tercio no es obligado a pagar sino el tercio de las deudas
hereditarias (art. 1354).
El heredero beneficiario no es obligado al pago de las deudas “sino hasta
concurrencia de lo que valga lo que hereda”.
Si por el testamento, por acuerdo de los herederos o por un acto de participación se
dividen las deudas hereditarias entre los herederos de otra manera que a prorrata,
los acreedores pueden optar por demandar a los herederos lo que
proporcionalmente les corresponda o lo que el testamento, partición o convenio
señalen.
Las cargas testamentarias se dividen entre los herederos de manera análoga (arts.
1360 y 1373).
a) El art. 1962 impone al que adquiere una cosa arrendada, en los casos que
señala, la obligación de respetar el contrato de arrendamiento. El adquirente asume
el papel de arrendador y contrae, lógicamente, las obligaciones que a éste
169
Los modos de extinguir las obligaciones son los actos o hechos jurídicos que operan
la liberación del deudor de la prestación a que se encuentra obligado.
1) El mutuo consentimiento
2) El pago;
3) La novación;
4) La transacción;
5) La remisión;
6) La compensación;
7) La confusión;
8) La pérdida de la cosa que se debe;
9) La declaración de nulidad o rescisión;
10) El evento de la condición resolutoria;
11) La prescripción.
Pero la disposición no señala todos los modos de extinguirse las obligaciones y es,
por consiguiente, incompleta. En efecto, además de los modos indicados, extinguen
las obligaciones:
Es de advertir que la pérdida de la cosa que se debe no es, en verdad, sino un caso
particular de un modo más general de extinción de las obligaciones: La
imposibilidad en la ejecución.
Trata el Código sistemáticamente, en títulos sucesivos (Títulos XIV a XX) del pago,
de la novación, de la remisión, de la compensación, de la confusión, de la pérdida
de la cosa debida y de la nulidad o rescisión.
De la transacción se ocupa el Título XL; del evento de la condición resolutoria, el
Título IV; de la prescripción, el Título XLII. El Código no ha reglamentado la dación
en pago, el término extintivo, la muerte del deudor o del acreedor.
170
a).- Hay modos que extinguen las obligaciones, satisfaciendo al acreedor con la
ejecución de la prestación debida u otra análoga o equivalente. Hay modos que
extinguen la obligación sin procurar al acreedor ventaja alguna.
Al primer grupo pertenecen el pago, la dación en pago, la novación, la
compensación; al segundo, la pérdida de la cosa debida, la prescripción.
b).- Por otra parte, algunos modos extinguen la obligación misma y actúan por vía
directa; otros destruyen la fuente de la obligación y la extinguen por vía
consecuencial.
A la primera categoría pertenecen la prescripción, el pago, la pérdida de la cosa
debida; a la segunda, la nulidad o rescisión, el evento de la condición resolutoria.
EL MUTUO CONSENTIMIENTO.
Artículo 1567 inciso 1º. El Código habla de "darla por nula" (la obligación).
Obviamente no es que sea nula pues una obligación lo es cuando ha surgido de
algún contrato nulo y los contratos no son nulos por voluntad de las partes sino por
la existencia de vicios y que sean éstos declarados judicialmente. En realidad se
refiere a dejarla sin efecto, como quedan también sin efecto las obligaciones nulas.
Pero el mutuo disenso tiene diferencias con la nulidad. Desde luego, opera sin
efecto retroactivo salvo que las partes quieran dárselo. En segundo lugar, no
requiere declaración judicial. Pero es importante destacar que el contrato que
generó la obligación debe ser dejado sin efecto con las mismas formalidades del acto
que la originó. En derecho las cosas se deshacen como se hacen.
El mutuo disenso se funda en el principio de la autonomía de la voluntad. (Artículo
15451).
Excepcionalmente, ciertos contratos pueden ser dejados sin efecto unilateralmente,
como ocurre con el mandato, el arrendamiento o el contrato de trabajo.
Para intervenir en una resciliación es necesario que ambas partes tengan capacidad
de celebrar actos jurídicos y aptitud para disponer de los derechos y obligaciones de
la convención que se rescilia (extinguirlos).
El mutuo disenso tiene aplicación general, salvo en el matrimonio, en las
capitulaciones matrimoniales, en los alimentos forzosos futuros.
EL PAGO.
2
El pago efectivo es la prestación de lo que se debe.
171
que da una suma de dinero sino en general el que da la cosa debida, ejecuta el
hecho debido o se abstiene del hecho del que se había obligado a abstenerse.
Todo pago tiene como causa una obligación pendiente, sea civil o natural.
Quien puede hacer el pago. (Artículo 15723). No solo el deudor, salvo que la
obligación se haya contraído en consideración a las aptitudes del deudor.
a).- Puede pagar el deudor, bajo cuyo nombre podemos incluir a sus mandatarios o
representantes legales, a sus herederos y a los legatarios.
3
Puede pagar por el deudor cualquiera persona a nombre del deudor, aun sin su conocimiento o contra su voluntad, y aun a
pesar del acreedor.
Pero si la obligación es de hacer, y si para la obra de que se trata se ha tomado en consideración la aptitud o talento del deudor,
no podrá ejecutarse la obra por otra persona contra la voluntad del acreedor.
172
Condiciones requeridas para la validez del pago. (Artículo 15754). Hay que tener
presente que el pago es la prestación de lo que se debe y por ende puede tener lugar
en las obligaciones de hacer y de no hacer. El artículo 1575 se aplica sólo a las
obligaciones de dar y ni siquiera a todas sino sólo a aquellas en que "se debe
transferir la propiedad".
a) El que paga debe ser dueño de la cosa que entrega o del derecho que
transfiere. Unos creen que esto está indicando que pago y tradición no es lo
mismo, pues la tradición hecha por quien no es dueño de la cosa o derecho es
válida (si bien no produce su efecto natural cual es el de transferir el derecho o
cosa), en cambio en el caso del pago ello acarrearía la nulidad del pago. Nos parece
que simplemente aquí el Código se equivocó y habló de nulidad cuando en realidad
el pago hecho por quien no es dueño es válido, sólo que no produce el efecto propio
(extinguir la obligación); el legislador analógicamente habló de nulidad (como
también lo hace al hablar del mutuo disenso).
Pero el pago hecho por quien no es dueño es válido en ciertas circunstancias. Desde
luego, cuando se verifica con consentimiento del dueño (artículo 1575 inciso 1º), el
que puede ser previo o a posteriori (artículos 672 y 1818). O cuando quien paga
adquiere después el dominio (artículo 682 inciso 2º) o cuando la cosa pagada es
fungible y el acreedor la ha consumido de buena fe (artículo 1575 inciso 3º).
Como el pago hecho por quien no es dueño no extingue la obligación, el acreedor
podrá demandar del deudor un nuevo pago (restituyendo antes, obviamente, lo que
recibió) y el deudor podrá exigir la restitución de lo que "pagó" (en realidad sólo lo
entregó).
En cuanto al verdadero dueño de la cosa, podrá reivindicarla porque el "pago" le es
inoponible. Esta acción le prescribirá cuando el acreedor adquiera el dominio por
prescripción adquisitiva (Artículo 2517), pero el acreedor podrá renunciar a esa
prescripción y demandar siempre al deudor en tanto no haya prescrito
extintivamente su acción para exigir el pago.
b) El que paga debe ser capaz de enajenar (artículo 1575 inciso 2º), pues el
pago es tradición y la tradición se hace con facultad e intención de transferir
el dominio. Pero el pago hecho por quien no es capaz de enajenar es a veces válido
y eficaz. Desde luego, si se estima nulo, es convalidable por el paso del tiempo
(nulidad absoluta) o incluso por la "ratificación" de las partes (nulidad relativa).
Asimismo, cuando la cosa pagada es fungible y el acreedor la ha consumido de
buena fe (artículo 1575).
c) El pago debe cumplir con las formalidades legales (las formas de la tradición)
artículo 679. Si la ley exige solemnidades especiales para la enajenación, no se
transfiere el dominio sin ellas.
4
El pago en que se debe transferir la propiedad no es válido, sino en cuanto el que paga es dueño de la cosa pagada, o la paga
con el consentimiento del dueño.
Tampoco es válido el pago en que se debe transferir la propiedad, sino en cuanto el que paga tiene facultad de enajenar.
173
c) Se puede también hacer el pago al poseedor del crédito. (Artículo 1576 inciso 2º).
El pago hecho a cualquier persona que no sea de las señaladas es ineficaz, no
extingue la obligación, pero puede convalidarse en ciertos casos (artículo 1577).
Lugar donde debe hacerse el pago. Ante todo hay que estarse a la voluntad de las
partes (artículo 1587), y a falta de convención hay que distinguir si se trata de una
obligación de especie o de género (artículos 1588 y 1589). El lugar del pago
determina la competencia de los Tribunales (artículos 135 y 138 del Código
Orgánico de Tribunales).
Forma en que debe realizarse el pago. (Artículos 1590 y 1591). Debe ser total
(artículo 1569), salvo en las obligaciones facultativas (artículo 1505) o modales
(artículo 1093) y literal (artículo 1591) salvo convención contraria (artículo 1591) o
excepciones legales (artículo 1592, 1625).
174
IMPUTACIÓN DE PAGO.
Prueba de pago.
Lo debe probar el deudor. Como es un acto, le rige la limitación de los artículos
1708 y 1709. Además, hay algunas normas especiales que contienen presunciones:
artículos 1595 inciso 2º; 1570.
Al deudor le puede interesar pagar por varios motivos: evitar la resolución del
contrato, no seguir devengando intereses, evitar que se le aplique una multa,
liberarse de los riesgos de la cosa, recobrar una cosa dada en prenda, alzar la
hipoteca, etc. La negativa del acreedor no puede afectarle. Además, la negativa del
acreedor en recibir no le exime de la obligación de pagar. La mora del acreedor en
cumplir su propia obligación purga la mora del deudor, pero no la purga el sólo
hecho de que el acreedor se encuentre en mora de recibir. Puede igual el deudor
hacer el pago, no obstante la negativa del acreedor (artículo 1598), mediante la
consignación.
El pago por consignación requiere dos operaciones: la oferta y la consignación. La
oferta es el acto unilateral por el cual el deudor da al acreedor la oportunidad de
recibir voluntariamente y pone de manifiesto su resistencia a recibir. El pago
propiamente hablando se hace mediante la consignación, que es el depósito de la
cosa debida, con las solemnidades legales y en manos de un tercero, contra la
voluntad del acreedor, hecho en virtud de la repugnancia o no comparecencia del
acreedor a recibirla o en virtud de la incertidumbre acerca de la persona del
acreedor (artículo 1599).
175
La consignación debe pues ser precedida de la oferta. Las formas de la oferta son
las siguientes:
a) El acreedor está presente. En este caso se debe cumplir con ciertos requisitos de
fondo (artículos 1600 N°1; 1600 N°2 en relación al 1578; 1600 N°3 y 1600 N°4) y de
forma (artículos 1600 N°5, 6 y 7).
La subrogación legal.
Artículo 1610 inciso 1º. Tiene lugar en forma ipso iure cada vez que el pago se hace
bajo ciertas circunstancias legales. Por excepción la subrogación legal requiere de
ciertas solemnidades (artículo 1610 N°6).
La enumeración no es taxativa; el artículo 1610 enumera sólo los principales casos
pues alude a que tiene lugar "especialmente a beneficio" de las personas que indica.
Artículo 1610 N°1: Es necesario que el tercero que paga sea otro acreedor y que el
acreedor que recibe el pago tenga un mejor derecho en razón de que su crédito es
privilegiado o hipotecario. Puede también ocurrir que ambos acreedores sean
hipotecarios pero uno es de mejor derecho que el otro. La utilidad de esta figura es
calmar a un acreedor que se dispone a realizar bienes en condiciones
insatisfactorias para los demás acreedores. Se trata de satisfacer a un acreedor
"apremiado" y buscar con calma la ocasión más propicia para realizar los bienes del
deudor.
Artículo 1610 N°2: Para que esta situación tenga lugar es preciso que el tercero
que paga sea comprador de una finca hipotecada y que el pago se haga a un
acreedor hipotecario de la finca. El objetivo es que el comprador que paga a los
acreedores hipotecarios se pague -una vez realizada la finca a instancias de otro
acreedor hipotecario con crédito insoluto- con preferencia en relación al acreedor
hipotecario cuyo crédito quedó insoluto.
Ramón compra en $15 millones un inmueble con tres hipotecas: por $10 millones
en favor de Pedro, por $5 millones en favor de Juan y por $5 millones en favor de
Diego. Los 15 millones de precio sólo satisfacen a Pedro y Juan. Diego entonces
intentará su acción hipotecaria y sacará a remate la propiedad. El producto se
reembolsará primeramente a favor de Ramón hasta concurrencia de lo que le costó
el inmueble (usando la preferencia de Pedro y Juan) y sólo en lo que reste tendrá
derechos Diego. De este modo, frente al remate hecho a instancias del acreedor
Diego, Ramón habrá perdido el inmueble pero no, al menos, el precio pagado.
La utilidad radica en que de no existir esta norma nadie compraría un inmueble
cuando el precio fuere insuficiente para cubrir a todos los acreedores hipotecarios
(ya que a instancias de los insatisfechos, perderían el inmueble).
La subrogación sólo opera en favor del "comprador". La adquisición a otro título no
queda comprendida dentro de esta situación.
Artículo 1610 N°3: Esta subrogación beneficia tanto a los fiadores como a los
codeudores solidarios. Si son varios fiadores, la obligación se divide entre ellos por
partes iguales (artículo 2378). Si son varios los codeudores solidarios, cada
codeudor se subroga en la acción del acreedor pero sólo respecto de su parte o
cuota (artículo 1522).
Artículo 1610 N°4: Se trata de un heredero que aceptó con beneficio de inventario
y que paga con sus propios dineros (más allá de lo que recibió por sucesión),
convirtiéndose en acreedor de la sucesión. Al heredero le puede interesar pagar con
177
Artículo 1610 N°5: Aquí hay un tercero que en realidad es mandatario del deudor,
pues el mandato no debe ser expreso. Basta con la aquiescencia tácita de una
persona a la gestión de sus negocios por otra (artículo 2123).
Artículo 1610 N°6: Este caso de subrogación legal tiene ciertas características muy
peculiares. Aquí hay que dejar constancia en escritura pública que el dinero se
destina al pago de la obligación y, en la escritura pública de cancelación, que el
pago se hizo con ese dinero prestado. La escritura puede ser una misma.
LA SUBROGACION CONVENCIONAL.
6
Si el acreedor ha sido solamente pagado en parte, podrá ejercer sus derechos, relativamente a lo que se le reste debiendo, con
preferencia al que sólo ha pagado una parte del crédito.
7
Si varias personas han prestado dinero al deudor para el pago de una deuda, no habrá preferencia entre ellas, cualesquiera que
hayan sido las fechas de los diferentes préstamos o subrogaciones.
178
LA DACION EN PAGO.
LA NOVACION.
Para que haya novación es preciso que se reúnan los siguientes cinco requisitos:
8
Se efectúa la subrogación por el ministerio de la ley y aun contra la voluntad del acreedor, en todos los casos señalados por las
leyes, y especialmente a beneficio,
6.º Del que ha prestado dinero al deudor para el pago; constando así en escritura pública del préstamo, y constando además en
escritura pública del pago haberse satisfecho la deuda con el mismo dinero.
9
La ratificación tácita es la ejecución voluntaria de la obligación contratada.
179
b) Creación de una nueva obligación, que debe ser también válida a lo menos
naturalmente (Artículo 163010). Si está bajo condición suspensiva pendiente, no
hay novación mientras no se cumpla la condición. (Artículo 163311).
e) Ánimo de novar. El solo hecho de que un deudor contraiga una nueva obligación
para con el acreedor no supone la intención de novar. Esta intención debe ser clara,
aunque no es necesario siempre que sea expresa. Es tácita la intención de novar
cuando la nueva obligación envuelve la extinción de la anterior (artículo 1634). Sin
embargo, cuando la novación opera por cambio del deudor, el ánimo de novar debe
ser necesariamente expreso (artículo 1635).
Tipos de novación.
10
Para que sea válida la novación es necesario que tanto la obligación primitiva como el contrato de novación sean válidos, a lo
menos naturalmente.
11
Si la antigua obligación es pura y la nueva pende de una condición suspensiva, o si, por el contrario, la antigua pende de una
condición suspensiva y la nueva es pura, no hay novación, mientras está pendiente la condición; y si la condición llega a fallar, o
si antes de su cumplimiento se extingue la obligación antigua, no habrá novación.
Con todo, si las partes, al celebrar el segundo contrato, convienen en que el primero quede desde luego abolido, sin aguardar el
cumplimiento de la condición pendiente, se estará a la voluntad de las partes.
12
La novación puede efectuarse de tres modos:
1.º Substituyéndose una nueva obligación a otra, sin que intervenga nuevo acreedor o deudor;
2.º Contrayendo el deudor una nueva obligación respecto de un tercero, y declarándole en consecuencia libre de la obligación
primitiva el primer acreedor;
3.º Substituyéndose un nuevo deudor al antiguo, que en consecuencia queda libre.
Esta tercera especie de novación puede efectuarse sin el consentimiento del primer deudor. Cuando se efectúa con su
consentimiento, el segundo deudor se llama delegado del primero.
13
El procurador o mandatario no puede novar si no tiene especial facultad para ello, o no tiene la libre administración de los
negocios del comitente o del negocio a que pertenece la deuda.
180
b) Novación por cambio de causa: Tiene lugar cuando sólo esta varía, como si una
persona obligada a pagar un precio en virtud de la compraventa, conviene en seguir
obligada al pago de esa suma pero a título de mutuo la retendrá un tiempo más.
2.- Tiene lugar cuando un deudor (antiguo) es acreedor de otro deudor (nuevo).
Pedro debe a Juan, y Diego es igualmente deudor de Pedro. Entonces Diego se
obliga a pagar a Juan. Es necesario que consienta el acreedor (artículo 163515) y el
nuevo deudor (artículo 163616). El consentimiento del primitivo deudor en cambio
no es necesario (artículo 1631 N° 3 inciso 2º) precisamente porque el artículo 1572
autoriza a pagar "a cualquier persona". Si el cambio de deudor se realiza con
consentimiento del deudor primitivo, se denomina delegación. (Artículo 1631 N° 3).
Es el primitivo deudor el que ha tomado la iniciativa. Si en cambio no interviene el
consentimiento del primitivo deudor, la operación se llama expromisión: el nuevo
deudor ha tomado la iniciativa. Cuando en este caso, el acreedor consiente en
liberar al primitivo deudor, produce novación, o bien puede ser ésta imperfecta
cuando el acreedor no consiente en dar por libre al primitivo deudor y no hay por
ende novación, sino que se ve al deudor como diputado o como codeudor solidario o
fiador.
14
La novación puede efectuarse de tres modos:
2.º Contrayendo el deudor una nueva obligación respecto de un tercero, y declarándole en consecuencia libre de la obligación
primitiva el primer acreedor;
15
La substitución de un nuevo deudor a otro no produce novación, si el acreedor no expresa su voluntad de dar por libre al
primitivo deudor. A falta de esta expresión, se entenderá que el tercero es solamente diputado por el deudor para hacer el pago, o
que dicho tercero se obliga con él solidaria o subsidiariamente, según parezca deducirse del tenor o espíritu del acto.
16
Si el delegado es substituido contra su voluntad al delegante, no hay novación, sino solamente cesión de acciones del
delegante a su acreedor, y los efectos de este acto se sujetan a las reglas de la cesión de acciones.
181
La novación extingue la obligación principal, y con ella los intereses (Artículo 1640 17),
los privilegios inherentes a la antigua obligación (Artículo 164118), las prendas e
hipotecas que aseguraban la obligación antigua (Artículo 1642 19) y cesa la
responsabilidad de los fiadores y codeudores solidarios (artículos 164520 en relación
con el artículo 151921). Siempre las estipulaciones de las partes pueden modificar
estas reglas, pero los privilegios quedan irremediablemente extinguidos. En cuanto a
las prendas e hipotecas, se extinguen salvo que expresamente se reserven (artículos
1641, 1642 y 1643). El código también permite la renovación de las prendas e
hipotecas (artículo 164422).
En la novación por cambio del deudor, son de cargo del acreedor los riesgos de la
insolvencia del nuevo deudor (Artículo 1637), salvo que en el contrato de novación
se haya formulado una expresa reserva para el caso de insolvencia del nuevo
deudor, o salvo el caso en que la insolvencia del nuevo deudor era anterior a la
novación y publica o conocida del primitivo deudor.
LA DELEGACIÓN
17
De cualquier modo que se haga la novación, quedan por ella extinguidos los intereses de la primera deuda, si no se expresa lo
contrario.
18
Sea que la novación se opere por la substitución de un nuevo deudor o sin ella, los privilegios de la primera deuda se
extinguen por la novación.
19
Aunque la novación se opere sin la substitución de un nuevo deudor, las prendas e hipotecas de la obligación primitiva no
pasan a la obligación posterior, a menos que el acreedor y el deudor convengan expresamente en la reserva.
Pero la reserva de las prendas e hipotecas de la obligación primitiva no vale cuando las cosas empeñadas o hipotecadas
pertenecen a terceros, que no acceden expresamente a la segunda obligación.
Tampoco vale la reserva en lo que la segunda obligación tenga de más que la primera. Si, por ejemplo, la primera deuda no
producía intereses, y la segunda los produjere, la hipoteca de la primera no se extenderá a los intereses.
Aunque la novación se opere sin la substitución de un nuevo deudor, las prendas e hipotecas de la obligación primitiva no pasan
a la obligación posterior, a menos que el acreedor y el deudor convengan expresamente en la reserva.
Pero la reserva de las prendas e hipotecas de la obligación primitiva no vale cuando las cosas empeñadas o hipotecadas
pertenecen a terceros, que no acceden expresamente a la segunda obligación.
Tampoco vale la reserva en lo que la segunda obligación tenga de más que la primera. Si, por ejemplo, la primera deuda no
producía intereses, y la segunda los produjere, la hipoteca de la primera no se extenderá a los intereses.
20
La novación liberta a los codeudores solidarios o subsidiarios, que no han accedido a ella.
21
La novación entre el acreedor y uno cualquiera de los deudores solidarios, liberta a los otros, a menos que éstos accedan a la
obligación nuevamente constituida.
22
En los casos y cuantía en que no puede tener efecto la reserva, podrán renovarse las prendas e hipotecas; pero con las
mismas formalidades que si se constituyesen por primera vez, y su fecha será la que corresponda a la renovación.
182
LA REMISIÓN.
LA COMPENSACIÓN.
Compensación Legal.
Se produce por el sólo ministerio de la ley desde que las obligaciones reúnen las
condiciones que la ley señala. Estas condiciones son:
183
c) Que ambas deudas sean líquidas. (Artículo 1656 N°2), esto es, ciertas en cuanto
a su existencia y cuantía. Lo es la obligación liquidable (Artículo 438 del Código de
Procedimiento Civil).
d) Que ambas deudas sean actualmente exigibles. (Artículo 1656 N°3). Por eso,
no son compensables las deudas sometidas a una condición o un plazo suspensivo
(Artículos 1470, 1496 inciso 1º, 1485 inciso. 1º). De ahí que las "esperas"
concedidas al deudor impiden la compensación; no así los "plazos de gracia"
(unilaterales).
e) Que ambas deudas sean pagaderas en un mismo lugar, salvo que se trate de
deudas de dinero y que el que opone la compensación tome en cuenta los
gastos de la remesa. (Artículo 1664).
Con todo, hay casos en que no procede la compensación legal. Artículo 1662.
Tratándose de la demanda de restitución de un depósito o de un comodato
normalmente esta excepción no tendrá aplicación pues la restitución es en especie.
La tendrá cuando la cosa se destruya y deba restituirse en dinero y en el caso del
depósito irregular (artículo 2221).
En cuanto a los alimentos, estos son inembargables cuando son forzosos y futuros
(artículos 1618 N°1 y 336), pues los alimentos voluntarios son siempre
compensables, así como los forzosos devengados.
La compensación legal opera de pleno derecho, aun sin conocimiento de las partes,
desde el momento en que se reúnen las condiciones legales. (Artículo 1656). Aunque
de todos modos debe ser alegada. El juez se limitará a contestar que la
compensación ha operado. Constatada, opera desde que se produjo. En cuanto a la
imputación de la compensación a las diferentes deudas, se aplican las reglas del
pago (artículo 1663).
Ahora bien, la compensación legal puede ser renunciada y la renuncia puede ser
anticipada o posterior y expresa o tácita. Es tácita la renuncia cuando se acepta
pura y simplemente una cesión o cuando no se alega la compensación por quien
tenía el derecho a operarla (artículos 1659 y 1660).
184
LA CONFUSIÓN.
Este modo de extinguir obligaciones parte del supuesto de que a lo imposible nadie
está obligado. Y por ende opera cuando total y fortuitamente la obligación se
extingue por imposibilidad en su ejecución. Tratándose de obligaciones de dar,
operará sólo respecto a las obligaciones de especie, o bien en las de género pero de
un género limitado dentro del cual se han extinguido las cosas o al menos se ha
185
hecho imposible de cumplir con una cosa de una calidad a lo menos mediana
(artículo 151023).
La cosa perece o por su destrucción material (artículo 1486) o porque deja de ser
comerciable o porque desaparece y se ignora si existe (artículo 1670).
Para que la pérdida de la cosa extinga la obligación, es necesario que sea total
(artículo 1590) y fortuita (artículo 1547).
La pérdida es imputable al deudor cuando proviene de su hecho o culpa (artículo
1672) o de las personas por quienes fuere responsable (artículo 1679 en relación al
artículo 2320). Si la cosa debida se destruye por un hecho voluntario del deudor,
que inculpablemente ignoraba la obligación, se deberá solamente el precio sin otra
indemnización de perjuicios. (Artículo 1678).
Si la cosa perece por caso fortuito durante la mora del deudor, habría que
preguntarse si el caso fortuito habría o no sobrevenido igualmente de no haber
habido mora (artículos 1547 y 1672 incisos 2º). El deudor responde de caso fortuito
cuando lo asume voluntariamente o cuando la ley lo grava con responsabilidad por
caso fortuito (artículos 1673 y 1676).
La pérdida durante la mora del acreedor en recibir la prestación, exime al deudor
del cuidado ordinario y lo hace sólo responsable de dolo o culpa grave (artículo
1680).
LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA
23
La pérdida de algunas cosas del género no extingue la obligación, y el acreedor no puede oponerse a que el deudor las
enajene o destruya, mientras subsistan otras para el cumplimiento de lo que debe.
186
a) Que la acción sea prescriptible. Es la regla general. Pero hay casos de acciones
imprescriptibles. (Artículos 320, 937, 35 de la ley de matrimonio civil, 153, 1317).
24
La prescripción que extingue las acciones y derechos ajenos exige solamente cierto lapso de tiempo, durante el cual no se
hayan ejercido dichas acciones.
Se cuenta este tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible.
25
El que quiera aprovecharse de la prescripción debe alegarla; el juez no puede declararla de oficio.
26
El fiador podrá oponer al acreedor la prescripción renunciada por el principal deudor.
27
No puede renunciar la prescripción sino el que puede enajenar.
28
La prescripción que extingue las acciones ajenas puede interrumpirse, ya natural, ya civilmente.
Se interrumpe naturalmente por el hecho de reconocer el deudor la obligación, ya expresa, ya tácitamente.
Se interrumpe civilmente por la demanda judicial; salvo los casos enumerados en el artículo 2503.
29
La interrupción que obra en favor de uno de varios coacreedores, no aprovecha a los otros, ni la que obra en perjuicio de uno
de varios codeudores, perjudica a los otros, a menos que haya solidaridad, y no se haya ésta renunciado en los términos del
artículo 1516.
187
31
La prescripción interrumpida respecto de uno de los deudores de la obligación indivisible, lo es igualmente respecto de los
otros.
32
La prescripción que extingue las obligaciones se suspende en favor de las personas enumeradas en los números 1.º y 2.º del
artículo 2509.
Transcurridos diez años no se tomarán en cuenta las suspensiones mencionadas en el inciso precedente.
33
Se cuenta este tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible.
34
En cuanto a los actos ejecutados antes de la cesión de bienes o la apertura del concurso, se observarán las disposiciones
siguientes:
1.a Los acreedores tendrán derecho para que se rescindan los contratos onerosos, y las hipotecas, prendas y anticresis que el
deudor haya otorgado en perjuicio de ellos, estando de mala fe el otorgante y el adquirente, esto es, conociendo ambos el mal
estado de los negocios del primero.
2.a Los actos y contratos no comprendidos bajo el número precedente, inclusos las remisiones y pactos de liberación a título
gratuito, serán rescindibles, probándose la mala fe del deudor y el perjuicio de los acreedores.
3.a Las acciones concedidas en este artículo a los acreedores expiran en un año contado desde la fecha del acto o contrato.
35
El pacto comisorio prescribe al plazo prefijado por las partes, si no pasare de cuatro años, contados desde la fecha del
contrato.
Transcurridos estos cuatro años, prescribe necesariamente, sea que se haya estipulado un plazo más largo o ninguno.
36
Los legitimarios a quienes el testador no haya dejado lo que por ley les corresponde, tendrán derecho a que se reforme a su
favor el testamento, y podrán intentar la acción de reforma (ellos o las personas a quienes se hubieren transmitido sus derechos),
dentro de los cuatro años contados desde el día en que tuvieron conocimiento del testamento y de su calidad de legitimarios.
Si el legitimario, a la apertura de la sucesión, no tenía la administración de sus bienes, no prescribirá en él la acción de reforma
antes de la expiración de cuatro años contados desde el día en que tomare esa administración.
37
La acción redhibitoria durará seis meses respecto de las cosas muebles y un año respecto de los bienes raíces, en todos los
casos en que leyes especiales o las estipulaciones de los contratantes no hubieren ampliado o restringido este plazo. El tiempo
se contará desde la entrega real.
38
El tiempo en que se podrá intentar la acción de retroventa no podrá pasar de cuatro años contados desde la fecha del contrato.
Pero en todo caso tendrá derecho el comprador a que se le dé noticia anticipada, que no bajará de seis meses para los bienes
raíces ni de quince días para las cosas muebles; y si la cosa fuere fructífera, y no diere frutos sino de tiempo en tiempo y a
188
Desde el punto de vista del transcurso del tiempo las acciones se pueden clasificar
en dos clases:
1.- Acciones de largo tiempo. En este grupo deben considerarse las acciones
personales ordinarias (5 años) y ejecutivas (3 años) (artículo 251539). También las
acciones derivadas de cauciones (artículo 251640, 2381 N° 341 y 243442). Y las
acciones reales, que más que prescribir por el transcurso del tiempo, prescribe por
la prescripción adquisitiva del respectivo derecho real. Pues la regla general es que
todo derecho real puede adquirirse por prescripción, y por las mismas reglas que el
dominio salvo los casos exceptuados en que se adquiere por plazos especiales o
simplemente no se puede adquirir por prescripción (artículos 2517, 2512 N° 1,
1269, 2498, 812, 882).
consecuencia de trabajos e inversiones preparatorias, no podrá exigirse la restitución demandada sino después de la próxima
percepción de frutos.
39
Este tiempo es en general de tres años para las acciones ejecutivas y de cinco para las ordinarias.
La acción ejecutiva se convierte en ordinaria por el lapso de tres años, y convertida en ordinaria durará solamente otros dos.
40
La acción hipotecaria, y las demás que proceden de una obligación accesoria, prescriben junto con la obligación a que
acceden.
41
La fianza se extingue, en todo o parte, por los mismos medios que las otras obligaciones según las reglas generales, y
además:
3.º Por la extinción de la obligación principal en todo o parte.
42
La hipoteca se extingue junto con la obligación principal.
Se extingue asimismo por la resolución del derecho del que la constituyó, o por el evento de la condición resolutoria, según las
reglas legales. Se extingue además por la llegada del día hasta el cual fue constituida.
Y por la cancelación que el acreedor otorgare por escritura pública, de que se tome razón al margen de la inscripción respectiva.
43
Prescriben en tres años las acciones a favor o en contra del Fisco y de las Municipalidades provenientes de toda clase de
impuestos.
Prescriben en dos años los honorarios de jueces, abogados, procuradores; los de médicos y cirujanos; los de directores o
profesores de colegios y escuelas; los de ingenieros y agrimensores, y en general, de los que ejercen cualquiera profesión
liberal.
44
Prescribe en un año la acción de los mercaderes, proveedores y artesanos por el precio de los artículos que despachan al
menudeo.
La de toda clase de personas por el precio de servicios que se prestan periódica o accidentalmente; como posaderos,
acarreadores, mensajeros, barberos, etc.
45
Las prescripciones mencionadas en los dos artículos precedentes corren contra toda clase de personas, y no admiten
suspensión alguna.
Interrúmpense:
1.º Desde que interviene pagaré u obligación escrita, o concesión de plazo por el acreedor;
2.º Desde que interviene requerimiento.
En ambos casos sucede a la prescripción de corto tiempo la del artículo 2515.
189
46
Las prescripciones de corto tiempo a que están sujetas las acciones especiales que nacen de ciertos actos o contratos, se
mencionan en los títulos respectivos, y corren también contra toda persona; salvo que expresamente se establezca otra regla.
47
Todo el que violentamente ha sido despojado, sea de la posesión, sea de la mera tenencia, y que por poseer a nombre de otro,
o por no haber poseído bastante tiempo, o por otra causa cualquiera, no pudiere instaurar acción posesoria, tendrá sin embargo
derecho para que se restablezcan las cosas en el estado que antes se hallaban, sin que para esto necesite probar más que el
despojo violento, ni se le pueda objetar clandestinidad o despojo anterior. Este derecho prescribe en seis meses.
Restablecidas las cosas, y asegurado el resarcimiento de daños, podrán intentarse por una u otra parte las acciones posesorias
que correspondan.
Artículo 929. Los actos de violencia cometidos con armas o sin ellas, serán además castigados con las penas que por el Código
Criminal correspondan.
48
La acción redhibitoria durará seis meses respecto de las cosas muebles y un año respecto de los bienes raíces, en todos los
casos en que leyes especiales o las estipulaciones de los contratantes no hubieren ampliado o restringido este plazo. El tiempo
se contará desde la entrega real.
49
La acción para pedir rebaja del precio, sea en el caso del artículo 1858, o en el del artículo 1868, prescribe en un año para los
bienes muebles y en dieciocho meses para los bienes raíces.
50
El tiempo en que se podrá intentar la acción de retroventa no podrá pasar de cuatro años contados desde la fecha del contrato.
Pero en todo caso tendrá derecho el comprador a que se le dé noticia anticipada, que no bajará de seis meses para los bienes
raíces ni de quince días para las cosas muebles; y si la cosa fuere fructífera, y no diere frutos sino de tiempo en tiempo y a
consecuencia de trabajos e inversiones preparatorias, no podrá exigirse la restitución demandada sino después de la próxima
percepción de frutos.
51
Las acciones que concede este título por daño o dolo, prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del acto.
52
El plazo para pedir la rescisión durará cuatro años.
Este cuadrienio se contará, en el caso de violencia, desde el día en que ésta hubiere cesado; en el caso de error o de dolo, desde
el día de la celebración del acto o contrato.
Cuando la nulidad proviene de una incapacidad legal, se contará el cuadrienio desde el día en que haya cesado esta incapacidad.
Todo lo cual se entiende en los casos en que leyes especiales no hubieren designado otro plazo.
53
Los herederos mayores de edad gozarán del cuadrienio entero si no hubiere principiado a correr; y gozarán del residuo en
caso contrario.
A los herederos menores empieza a correr el cuadrienio o su residuo, desde que hubieren llegado a edad mayor.
Pero en este caso no se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o contrato.
54
Los legitimarios a quienes el testador no haya dejado lo que por ley les corresponde, tendrán derecho a que se reforme a su
favor el testamento, y podrán intentar la acción de reforma (ellos o las personas a quienes se hubieren transmitido sus derechos),
dentro de los cuatro años contados desde el día en que tuvieron conocimiento del testamento y de su calidad de legitimarios.
Si el legitimario, a la apertura de la sucesión, no tenía la administración de sus bienes, no prescribirá en él la acción de reforma
antes de la expiración de cuatro años contados desde el día en que tomare esa administración.