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Facultad de Derecho “Dr.

Alberto Trueba Urbina”

Concepto, evolución histórica, elementos, clases, fuentes de


las obligaciones y los contratos.

Alumna: Karen Guadalupe Castillo Pech.


Matricula: 66392.
Unidad de Aprendizaje: Derecho Romano.
Docente: Eduardo Xavier Castro Rodríguez.
Fecha de entrega: 6 de octubre de 2023
Primer Semestre Grupo D
Concepto, evolución histórica, elementos, clases, fuentes
de las obligaciones y los contratos:

1.1. Derechos reales y personales:


Los derechos reales de garantía son llamados así porque son constituidos a favor de
un acreedor para reforzar el cumplimiento de la obligación por parte del deudor,
asegurándole su cumplimiento al conceder al acreedor ciertas facultades sobre
pertenencias del mismo deudor. El acreedor tiene sobre esas cosas acciones reales
para perseguirlas en manos de quien se encuentren, para hacerse poner en posesión
de ellas. Los derechos reales de garantía son derechos accesorios, se adhieren a una
obligación cuyo cumplimiento garantizan. Estos derechos no tuvieron un gran
desarrollo, pues los romanos prefirieron la garantía personal. Los derechos reales de
garantía son la prenda y la hipoteca, pero les precede la enajenación con fiducia.

1.2. Las fuentes según Justiniano:


Las fuentes de las obligaciones son los hechos jurídicos que dan origen a ellas.
Justiniano señaló cuatro fuentes de las obligaciones: contratos, delitos,
cuasicontratos y cuasidelitos. Sin embargo, a lo largo del Corpus iuris encontramos
varias citas que demuestran que, para los bizantinos, estas cuatro fuentes no
agotaban la materia en cuestión, mencionando como fuentes adicionales la
pollicitatio y el votum. En cuanto a las cuatro fuentes justinianeas, considerando
que:
1. El contrato puede definirse como un acuerdo entre varias personas, que tiene
por objeto producir una o más obligaciones civiles considerados como pactos.
2. El delito es un hecho humano contrario al derecho y castigado por la ley.
3. El cuasicontrato es una figura parecida al contrato por su licitud y sus
consecuencias, pero en el cual no se encuentra el consentimiento entre los sujetos
como elemento constitutivo, lo cual separa los cuasicontratos de los contratos.
4. El cuasidelito es un acto ilícito, pero que el derecho romano no clasificaba entre
los delitos. Produce una obligación entre el autor del acto y el perjudicado.
LOS PACTOS: Los pactos tenían diferentes formas de clasificarse y materializarse,
sin embargo, aunque no existe unanimidad de opiniones entre los romanistas sobre
este punto, hay argumentos que permiten suponer que los simples pactos, los pactos
nudos, tenían cierto efecto jurídico; engendraban obligaciones naturales, de modo
que su cumplimiento voluntario no podía considerarse como un pago de lo indebido
o una donación. En el derecho Justinianeo, si el pactum nudum no producía acción,
cuando menos ofrecía una defensa al producir una exceptio. Este principio general
tuvo antecedentes en plena época clásica. Entre éstos, se distinguen tres categorías:
1. Pactos adyectos. Puesto que en contratos de buena fe el juez debía tener en
cuenta la intención de las partes y las demás circunstancias del caso, era
natural que los pactos concertados por las partes en el momento de
celebrarse un contrato de buena fe tuvieran eficacia procesal.
2. Pactos pretorios. En interés de la vida económica, el pretor concedía acciones
y excepciones con fundamento en algunos pactos, los cuales, por esta razón,
pasaron de la categoría de pactos nudos a la de pactos vestidos.
3. Pactos legítimos. Varias constituciones imperiales concedían una actio ex lege
para exigir el cumplimiento de algunos pactos, hasta entonces nudos. Como
tales pactos legítimos debemos mencionar:
• Lo promesa de dotar.
• La promesa de donar.
• El convenio de someter eventuales pleitos futuros a la opinión de uno o varios
árbitros.
DELITOS: En la antigua Roma encontramos delitos públicos (crimina) y delitos
privados (delicta). Los primeros ponían en peligro evidente a toda la comunidad. Se
perseguían de oficio por las autoridades o a petición de cualquier ciudadano y se
sancionaban con penas públicas. Tenían orígenes militares y religiosos. Los
segundos causaban daño a algún particular y sólo indirectamente provocaban una
perturbación social. Se perseguían a iniciativa de la víctima y daban lugar a una
multa privada en favor de ella. Fueron evolucionando desde la venganza privada,
pasando por el sistema del talión y por el de la "composición" voluntaria. Esos delitos
privados eran actos humanos, contrarios al derecho o a la moral, de consecuencias
materiales a veces intencionadas, pero de consecuencias jurídicas no intencionadas,
que daban lugar, no sólo a una indemnización, sino también a una multa privada en
favor de la víctima, y que únicamente podían perseguirse a petición de ésta. No se
trataba necesariamente de actos dolosos
CUASIDELITO: Existen 4 formas de los cuasidelitos como:
1. Effusum et deiectum. Cuando un líquido arrojado o un objeto sólido caído desde
un edificio sobre la vía pública causaba un daño, el habitante principal del edificio
respondía por el doble del valor causado.
2. Positum vel suspensum. Cuando se ha colocado o colgado sobre la vía pública un
objeto que podría causar un daño, cualquier ciudadano podía denunciar el peligro y
recibía entonces, en recompensa, una multa privada de diez mil sestercios.
3. El juez que "hacia suyo el litigio", dictando una sentencia injusta. Es posible que,
originalmente, este cuasidelito se basara en la culpa del juez y que esta figura, una
vez establecida, se extendió luego al caso de dolo judicial.
4. Robos y daños sufridos en naves, hoteles y establos. Aquí debemos distinguir
varias posibilidades. Si el culpable resultaba ser esclavo del hotelero, barquero o
propietario del establo, a su dueño le correspondía pagar la indemnización, más la
eventual multa privada, pudiendo, empero, optar por el abandono noxal. En cambio,
si el culpable era un empleado libre, el patrón respondía eventualmente con
fundamento en la Lex Aquilia, por haber seleccionado torpemente a su personal.
CUASICONTRATO: Se parecían a los contratos por ser lícitos y engendrar
obligaciones, pero diferían de ellos por la falta de consentimiento.
Los tres cuasicontratos más conocidos son:
a. Gestión de negocios. Para evitar un daño a algún amigo o vecino ausente, alguien
podía intervenir en su favor, sin haber recibido instrucciones al respecto.
b. Enriquecimiento ilegítimo. Este cuasicontrato nació como repercusión de varias
acciones, creadas por los pretores en los casos en que había un traspaso de riqueza
entre dos personas, no completamente justificado por la conciencia jurídica.
c. La lex rhodia de iactu. Según esta ley, la pérdida que sufrían los propietarios de
mercancías, arrojadas de un barco para salvar éste, debía repartirse entre todos los
interesados, en proporción a su interés.

1.3. División de las obligaciones:


Justiniano en sus Instituciones nos dice que todas las obligaciones se reducen a una
división principal de dos clases y son e civiles o pretorias: Omnium autem
obligationum summa divisio in duo genera diducitur: namque aut civiles sunt aut
pretorire, En un fragmento de Marciano en donde se trata de la hipoteca, se habla
incidentalmente de la división de las obligaciones y se dice que la hipoteca puede
constituirse “no solo por una obligación civil, sino también honoraria o meramente
natural”, En un fragmento de Ulpiane se alude a la división de las obligaciones al
hablar de la novación y dice: “No interesa cómo sea la obligación precedente (la que
se va a novar) si natural, civil u honoraria," 13131, D20.1.5 y D462.11 La verdad es
que las obligaciones son susceptibles de diversas divisiones, y asi podremos
dividirlas:
a) según la naturaleza de su vínculo,
b) según su objeto y
e) según los sujetos que en ellas intervenga.
a) División de las obligaciones según la naturaleza de su vínculo,
1. Según la naturaleza de su vínculo, tenemos las obligaciones civiles, pretorias, del
derecho de gentes y naturales. En las civiles la parte activa o acreedor, siempre
cuenta con una acción para que la parte pasiva pueda ser coaccionada y le preste
la conducta prometida o debida. Estas obligaciones en un principio sólo Ligaban a
los ciudadanos romanos, a los quirites. Las obligaciones son pretorias cuando el
pretor las ha establecido en virtud de su jurisdicción, esto es, se encuentran en su
álbum, dando al acreedor una acción para hacer valer su derecho frente al deudor;
la fuente principal de estas obligaciones es, desde luego, el pretor, pero también
tienen como fuente al edicto de los ediles curules y a las disposiciones del prefecto
del pretorio, cuyos edictos adquieren fuerza obligatoria por arden del emperador
Alejandro Severo, Las obligaciones dimanadas del derecho civil eran unilaterales,
esto es, obligaban tan solo al deudor para con su acreedor, éste no contraía ninguna
obligación. Las obligaciones de los contratos de buena fe, introducidos por el
derecho pretorio y provenientes del derecho de gentes, eran obligaciones
sinalagmáticas imperfectas y perfectas. Imperfectas, cuando al celebrarse el
contrato contraía sólo obligación el deudor y, a veces, por el desarrollo del contrato,
podía verse también obligado el acreedor; sinalagmáticas perfectas eran cuando al
perfeccionarse el contrato surgían obligaciones para ambas partes. Las obligaciones
del del derecho de gentes eran las que procedían de los contratos derivados de este
derecho, tales como el comodato, el depósito, la compraventa, etc., y las
obligaciones que hacían nacer comprometían tanto a ciudadanos romanos como a
ins. derecho de gentes eran las que procedían de los contratos derivados de este
derecho, tales como el comodato, el depósito, la compraventa, etc., y las
obligaciones que hacían nacer comprometían tanto a ciudadanos romanos como a
peregrinos.
Las obligaciones naturales son aquellas en las que el acreedor no cuenta con una
acción procesal para hacer valer su crédito, éste se encuentra, pues, desprovisto de
acción, aunque no de consecuencias jurídicas: si el deudor cumple lo que debe, su
pago es válido y no le da lugar a la condictio indebiti condiccion de lo indebida el
cumplimiento de una obligación natural puede garantizarse con garantías reales o
cornitias personales; la obligación natural puede ser objeto de una novación y ser
transformada en una obligación civil, también pudo ser compensada con una
obligación civil en el derecho postclásico, Todos pueden contraer una obligación
natural: ciu0, peregrinos e incluso los esclavos.
2. Obligaciones stricti iuris de derecho estricto. Son aquéllas que provenían de
negocios del antiguo derecho quiritario que eran rigoristas y formales, como el
nexum, la estipulación, etc. En las Saló el deudor se encontraba obligado a lo
contratado sin que razones de justicia 0 de equidad pudieran aumentar o disminuir
el contenido de su deber. El juez que conoce de una controversia originada de estos
contratos debe examinar si las solemnidades y formalidades del contrato se han
cumplido para dar nacimiento a la obligación, si esto asi fuere, condenará al deudor,
sin tomar en cuenta otros elementos del contrato, tales como la intención de las
partes al obligarse, el fin que perseguían, la interpretación.
Estas obligaciones se originaron de los contratos de buena fe introducidos por la
benéfica influencia del derecho de gentes. Los contratos bilaterales que daban lugar
a estas obligaciones de perfección había bien re, por la entrega del objeto, o bien
por el simple consentimiento de las partes, y el alcance de la obligación es
susceptible de ser aumentado o disminuido por razones de justicia o de equidad y
por la interpretación del juez para fijar responsabilidades entre las partes. Estas
obligaciones de buena fe dieron Ingar a figuras como el dolo, la culpa, etc. A fin de
que gráficamente podamos darnos cuenta de las diferencias entre las obligaciones
de derecho estricto y las del derecho de gentes o de buena fe.
3. Estas obligaciones se originaron de los contratos de buena fe introducidos por la
benéfica influencia del derecho de gentes. Los contratos bilaterales que daban lugar
a estas obligaciones se perfeccionaban bien re, por la entrega del objeto, o bien por
el simple consentimiento de las partes, y el alcance de la obligación es susceptible
de ser aumentado o disminuido por razones de justicia o de equidad e por la
interpretación del juez para fijar responsabilidades entre las partes. Estas
obligaciones de buena fe dieron Ingar a figuras como el dolo, la culpa, etc. A fin de
que gráficamente podamos darnos cuenta de las diferencias entre las obligaciones
de derecho estricto y las del derecho de gentes o de buena fe, haremos una breve
comparación.
4. Obligaciones perfectas e imperfectas. Son obligaciones perfectas aquéllas
provistas de acción, lo cual permitía al acreedor obligar judicialmente al deudor a su
cumplimiento; dentro de éstas tenemos n las obligaciones civiles y a las obligaciones
pretorias. Las obligaciones imperfectas están desprovistas de acción y no permiten
al acreedor compeler judicialmente al deudor omiso, pero si se cumplen el derecho
les reconoce efectos; éstas son las obligaciones naturales. La obligación natural es
aquella fundada en el derecho natural y en la equidad y que por tanto no dan acción
para exigir su cumplimiento, pero que, una vez cumplidas por el deudor, autorizan
al acreedor a retener lo pagado por razón de ellas. División de las obligaciones según
su objeto. Según la naturaleza de la prestación, desde el punto de vista del objeto,
tenemos, entre otras, las siguientes obligaciones:
1. Obligaciones de dar daré que son aquéllas cuyo objeto consiste en la transmisión
de la propiedad de una cosa o en la constitución de otro derecho real sobre la misma:
asi, por ejemplo. en el contrato de mutuo se transmitía al través de la mutui datio
entrega en mutuo la propiedad de las cosas al mutuario.
2. Obligaciones de hacer (facere), Papiniano dice: El término “hacer” comprende
toda clase de hacer: dar, pagar, entregar dinero..., pasear.” Las obligaciones de
hacer conllevan la realización de un hecho por parte del obligado, como cavar un
foso, pintar una casa. D.50.16.218 3. Obligaciones de prestar (priestare), que son
aquellas cuyo objeto no consiste en transferir la propiedad de una cosa 9 en
constituir un derecho real sobre la misma, sino tan solo en conceder el simple uso
de una cosa a una persona, como en el caso del comodato o la locación. Algunas
veces también el objeto de la obligación de prestare consistía en transmitir a una
persona la tenencia de una cosa, como en el caso del de- pósito. En otros casos, el
objeto de la obligación de prestare consistia únicamente en la restitución de una
cosa a su dueño, tal erá el caso de las obligaciones que tenían el comodatario, el
depositario, el locatario, al término del contrato respectivo.
A esta última obligación la lex Rubria de Gallia Cisalpina la llamaba de restituir
(restituere), Obligaciones de priestare también eran aquellas que se re- ferian a la
necesidad de indemnizar los daños y perjuicios de rivados de un hecho ilícito, o el
pago de intereses provenientes de la mora, la culpa, etc. 4. Obligaciones de no hacer
(non facere), éstas consisten en una abstención, en un no hacer por parte del
deudor, es decir, que se cumple con esta obligación, y. gr, no elevando una
construcción más allá de cierta medida, como lo impone al fundo sirviente la
servidumbre altius non tollendi (no elevar más alto) no cultivando parte de un
terreno, no vendiendo un objeto a cierta persona, etc., 5. Obligaciones positivas y
negativas, éstas se encuentran resumidas en las anteriores divisiones: positivas
serían las de dare, preestare y facere; obligaciones negativas serían las de no hacer
(non facere), como no quitar la vista panorámica a una mansión, 6. Obligaciones
simples y obligaciones compuestas. Las primeras serán aquellas que sólo
comprenden una prestación; las segundas, las que implican varias prestaciones
como, por ejemplo, la que comprende las entregas de un esclavo, de una yurita y la
de un fundo. 7. Obligaciones divisibles y obligaciones indivisibles. La obligación se
considera divisible cuando, por razón de su objeto, se puede ejecutar en partes,
como el pago de una suma de dinero. Son indivisibles cuando su objeto no puede
fraccionarse, pero como el objeto de la obligación finalmente puede ser apreciado
en dinero, casi no habrá obligación que no pueda ser reducida a divisible, Las
obligaciones cuyo objeto consiste en dare, por lo común son divisibles, las
obligaciones cuyo objeto consiste en facere son indivisibles, Esta división de las
obligaciones tiene su importancia cuando el objeto es debido por varios deudores,
si es divisible, el acreedor dirigirá su acción contra cada deudor por la parte
correspondiente, si por el contrario el objeto es indivisible, el acreedor accionará por
el todo en contra de un solo deudor, el que él escoja. 4. Obligaciones genéricas y
obligaciones específicas, Las obligaciones genéricas son aquellas cuyo objeto
consiste en la entrega de cuerpos que ere, numero, mensura, continentur, esto es,
que se pesan, se cuentan o se miden.
Tienen como objeto las cosas llamadas genéricas, fungibles o consumibles, cosas
que son intercambiables y cuya pérdida no libera de su obligación al deudor: genera
non pereunt (las cosas genéricas no se extinguen). Por el contrario, la obligación
específica tiene como objeto Ja entrega de tal cuerpo, determinado individualmente,
de modo que si perece el deudor queda liberado de su obligación, generalmente.
Esta división tiene gran importancia en la materia de los riesgos, pues por lo común
el que es deudor de cosas genéricas si éstas se pierden no quedará liberado; pero
si el deudor debe una cosa especifica, esta se pierde para el acreedor, quedando
liberado el deudor. Esto es válido en condiciones normales, pues en caso de mora,
la mora del acreedor hace que la cosa genérica al parecer libere al deudor; en caso
de mora en la entrega de una cosa específica, la pérdida del objeto no libera al
deudor, quien al menos deberá la estimación de la cosa. c) División de las
obligaciones según los sujetos que en ellas intervienen, De acuerdo con este criterio
de división de las obligaciones, tendremos: 1. Obligaciones de sujeto fijo,
determinado o invariable y obligaciones de sujeto indeterminado o variable y 2.
Obligaciones de sujeto activo o pasivo único y de sujeto activo o pasivo múltiple, 1,
Obligaciones de sujeto fijo, determinado o invariable y obligaciones de sujeto
indeterminado o variable, Lo común es que tanto el sujeto activo como el pasivo de
la obligación sean los mismos desde que ésta nace hasta que se extingue, (salvo en
el caso de la cesión del crédito) en esta circunstancia los sujetos de la obligación
son fijos, determinados o invariables, como cuando por una estipulación Juan
promete pagar Luis ases y asi lo cumple a la llegada del término. Pero puede
deuterio a are meno ae des en el momento del nacimiento de la obligación o que
cambien desde que la obligación se contrae hasta que se extingue, en cuyo caso se
dice que los sujetos son inde- terminados o variables. “Asi, si Ticio es víctima de un
daño causado en sus bienes por un esclavo ajeno, tendrá derecho a ser indemnizado
por quien invista la calidad.
Al mismo en el momento de promover la acción correspondiente, de moda que, por
una parte, la persona del deudor no está individualizada en el momento de nacer la
obligación y, por la otra, cambiará tantas veces como el esclavo sea transmitido á
un nuevo dueño,” 2. Obligaciones de sujeto activo o pasivo único y de sujeto activo
o pasivo múltiple. Comúnmente en la obligación no hay más que dos sujetos: el
acreedor y el deudor; pero nada se opone A que concurran varios, sea-desde el
punto de vista activo, como también del pasivo, así tendremos las obligaciones
correales y las solidarias o in solidum y en el caso de las estipulaciones y promesas
accesorias. La enumeración anterior de la división de las obligaciones no es
exhaustiva, tenemos también obligaciones puras y simples y otras que están sujetas
a una modalidad; obligaciones principales y accesorias; obligaciones ciertas e
inciertas; obligaciones alternativas y facultativas, etc.

1.4. Definición de contrato:


El término convenio puede definirse como simple acuerdo de voluntades que, sin ser
un contrato, produce consecuencias jurídicas en orden al nacimiento, modificación
o extinción de obligaciones. El convenio es el consentimiento de dos o más personas
que se ponen de acuerdo respecto a un objeto determinado (et est pactio duorum
pluriumve in idem placitum et consensus). Las partes que celebran un convenio
pueden proponerse cresr, modificar o extinguir un derecho. Las partes que celebran
un pacto casi siempre se proponen crear o extinguir una obligación, aunque no
siempre alcancen su finalidad, pues si el consentimiento no ha sido revestido de una
forma solemne ni acompañado de un acto material no presenta un carácter
suficiente de certidumbre, de ahí esta sentencia ex pacto actio neque nascitur neque
tollitur (el pacto no dará acción fi la quitará) , pero en derecho natural si el objeto
de la convención es lícito, el que se ha comprometido está obligación aunque su
acreedor no tenga acción para conmocionarlo. D.50.12.3 El convenio tiene mayor
extensión que el contrato, de modo que todo contrato es una convención, pero no
toda convención según contrato. Laos contratos, por lo mismo que son la obra
común y consciente de dos o más partes, son también la más usual de las fuentes
de las obligaciones y la única verdaderamente normal.
Los jurisconsultos no se preocuparon en definir a los contra- tos, aunque pusieron
un gran celo en clasificarlos y en precisar el carácter distintivo de cada uno de ellos.
Podemos dar una definición de los contratos, diciendo que son unas convenciones
destinadas a crear obligaciones, que han sido sancionadas y nombradas por el
derecho civil. En el fondo de todo contrato, como elemento vital y esencial, se
encuentran dos cosas: tuna convención o pacto, es decir, el con- sentimiento de dos
o más personas; después, como un fin inmediato de esta convención, la creación de
una o varias obligaciones. Pero no creamos que siempre que las partes lo quieran
se puedan crear obligaciones, hay unas reglas tan como el mismo Derecho Romano,
que dicen que el simple acuerdo de las partes no tiene virtud para obligar mida
(pactio obligationem non parit y ex pacto actio non nascitur) ¿Qué hace falta
entonces para que una convención de obligatoria? Es necesario que el legislador la
haya distinguido de las demás convenciones sancionándola con una acción y, como
consecuencia, es necesario que la haya nominado; de manera que todo contrato
presenta las siguientes características: 1. Contiene una convención, 2. Esta
convención tiende a obligar, 3. Lleva un nombre técnico, ha sido nominada, 4. Da
una acción: “Las que engendran acciones no se llaman simplemente convenciones,
sino que pasan a tener el nombre de un contrato.

1.4.2 Elementos esenciales y accidentales de contrato:

Los jurisconsultos romanos nunca se ocuparon de hacer un estudio sistemático de


los elementos del negocio jurídico, aun- qué tratan de ellos en sus numerosos
escritos; tampoco unificaron su criterio para formular un vocabulario común, pero
tienen el mérito de haber sentado las bases para que siglos después vinieran los
jurisconsultos modernos y elaboraran la gran- diosa teoría del acto jurídico. El
contrato para que sea tal debe contener una serie de elementos que se denominan
esenciales o de validez, a éstos puede llevar a no llevar elementos accidentales. Los
elementos esenciales del contrato son los sujetos, el consentimiento de las partes,
el objeto, la causen y la forma, éstos serán vistos a continuación y cuando se
estudien las distintas clases de contratos ya no se mencionará ellos, sino que tan
solo se verán sus elementos particulares o característicos. Los elementos
accidentales son aquellos por los cuales los efectos del contrato se subordinan a un
acontecimiento futuro por la naturaleza misma del contrato celebrado o por la
voluntad expresa de las partes. Estos elementos son el término, designado en latín
jurídico como dies, la condición y el modus 0 carga que se impone a una de las
partes, además, la accessio para la constitución de un adiectus solutionis gratia
(persona encargada de cobrar).

1.4.3 interpretación de los contratos:

Diseminadas a lo largo del Digesto encontramos varias in- dicaciones para la


interpretación correcta de los contratos, dadas entre otros jurisconsultos, por
Papiniano, Ulpiano, Paulo, Pomporio, lulienus, Florentino y Celso: En las
convenciones y contratos se debe buscar cuál ha sido la común intención o voluntad
de las partes contratantes, más que las palabras por ellos expresadas. Cuando las
palabras de un contrato son ambiguas, es lo más práctico interpretarlas con el objeto
o fin de procurar se consiga el resultado del negocio querido por las partes. Admiten
los antiguos que un pacto oscuro o ambiguo perjudica al vendedor y al arrendador,
en cuyo poder estaba el redactar una cláusula más clara, por cuyo motivo ésta debe
interpretarse en el sentido más favorable para el declarante. D45.1.80, D.214-39 y
D.5.1.66 Cuando en un contrato los vocablos son susceptibles de tener varios
sentidos, se debe interpretarlos de acuerdo con el sentido que mejor convenga a la
naturaleza del contrato. En las estipulaciones y demás contratos, debe atenderse a
lo que se ha querido hacer, y si esto no resultare muy será conveniente seguir lo
que es más usual en el lugar en que se celebró el negocio. El uso tiene unía autoridad
tan grande en cuanto a la interpretación de los contratos, que en todo contrato se
sobreentienden las cláusulas que son usuales, aunque no se hallen expresadas,
como las de garantía contra Ja evicción y los vicios ocultos en la compraventa. En
los contratos cuando se indaga qué se ha convenido, las palabras deben
interpretarse en contra del estipulante y a favor del promitente, pues el estipulante
pudo haberse expresado con mayor claridad. Todo lo que sirve para agravar la
obligación, si no se declara expresamente, deberá tenerse por no puesto. En caso
de duda, una cláusula debe interpretarse contra aquel que ha estipulado para
obtener un beneficio y en alivio del que ha contraído la obligación, para evitarle un
perjuicio. Por extensos que sean los términos en que se haya contratado, no
comprenderán más que las cosas por las cuales las partes contratantes han
entendido contratar, y no aquellas en las que no han pensado. Si se añade a la
estipulación algo extraño y que nada tiene que ver con el acto que se está haciendo,
se tiene como superficie o inútil 3 no invalidará Ja obligación. En los contratos como
regla general, hay que estar a las palabras y pocas veces habrá que interpretar que
se implica en lo dicho un plazo o una condición, y nunca el nombre de una persona,
a no ser que se señale expresamente.

1.4.4 ineficiencia, convalidación y conversación:

El negocio jurídico adolecerá de ineficacia o de invalidez cuando tiene faltas o vicios


graves, esto es, cuando no cuenta con uno o varios de sus elementos esenciales, en
estos casos se dice que es nulo y no producirá los efectos jurídicos desea dos por
las partes. Por la nulidad el negocio no produce sus efectos propios, aunque puede
producir otros efectos: el pago hecho en virtud de un negocio nulo puede dar Jugar
a la condictio indebiti. En caso de nulidad la ineficacia del negocio jurídico es total y
puede ser invocada por cualquiera de las partes o por un tercero afectado. El negocio
jurídico es anulable cuando reúne los requisitos esenciales para su existencia, pero
alguno de los elementos de validez tiene un vicio, por el cual sé autoriza a la parte
afectada a pedir que se le prive de eficacia; esto puede lograrse, cuando el contrato
no ha sido ejecutado y se pide su cumplimiento mediante una exceptio, pero si el
negocio ya se realizó, se puede pedir la rescisión del acto, Si no se objeta el negocio
jurídico que es anulable, produce normalmente sus efectos entre las partes. Los
medios de anulabilidad del negocio por lo común son ofrecidos por el derecho
pretario: actio y exceptio doli, qued metus causa, etc.
Sólo es posible hablar de convalidación cuando el contrato reúne sus elementos
esenciales o de validez, es decir, que el acto no es nulo, pero puede ser anulado,
sólo que en este caso las partes no desean resolverlo, sino darle plena eficacia; para
esto cuentan con varias vías: /, Dejar transcurrir el tiempo del que disponian pare
impugnarlo, como cuando la acción es anual y pasa el año sin que se ejercite; 2.
Ratificar o confirmar, renunciando expresamente a los medios procesales de los que
se dispondría para anular el contrato.
3. De mover el vicio de que adolecía el contrato. La conversión se da cuando las
partes no alcanzan el efecto deseado en un negocio, por adolecer éste de algún
vicio, pero ese mismo negocio sería válido en otro orden, así una acceptilatio que
sería nula por cierto defecto en su forma, puede valer como pactum de non petendo
si asi lo acuerdan.

1.5 Los sujetos


1.5.1 Quienes tienen capacidad:

En la celebración de los negocios jurídicos intervienen dos o más personas, que


toman unas el carácter de acreedor y otras el de deudor, pero para esto es necesario
que sean capaces para obligarse, La capacidad es la regla, la incapacidad es la
excepción y en cada caso especial es señalada por la ley La capacidad es el estado
de una persona que puede con- sentir y a cuyo consentimiento se le da validez bajo
la sola condición de que se manifieste en la forma por la ley. Son incapaces aquellos
a quienes la ley anula el consentimiento, aunque su manifestación sea real y
revestida de las formas - En materia de capacidad tenemos la de goce y la de
ejercicio. La capacidad de goce la tienen todos los hombres libres ciudadanos
romanos, independientemente de su edad; la capacidad de ejercicio sólo la disfrutan
los mayores de edad varones; las mujeres, los menores de edad y los dependientes
(alieni iuris) la tienen res El hombre libre es sujeto de derechos, por el contrario, el
esclavo es objeto de derechos: sobre él su amo ejerce el derecho de propiedad
quiritaria o bonitaria. El esclavo no tiene min- guna capacidad jurídica y si actúa en
los negocios jurídicos es ue su amo le presta su personalidad para que obre. Se
tomar aquí de les incapacidades generales, pues las muriera e bio: cunde as hat
imtallo del cm trato correspondiente, que le otorga su calidad, pero son incapaces
los impúberes, los pródigos interdictos y los locos (furios). En el antiguo derecho son
incapaces las mujeres púberas, colocadas en tu- tela y muy probablemente, en el
Bajo Imperio, los menores veinticinco años provistos de un curador. Conviene que
su incapacidad es establecida tanto para protegerlos contra los arrebatos de su
inexperiencia y ligereza, como para evitar que consuman su patrimonio en perjuicio
de sus lus deros legítimos, La incapacidad de estas personas se restringe A los actos
que pueden comprometer su patrimonio; pero su incapacidad es remediada por la
autócratas del tutor o por el consensus del curador, Cuando terminó la tutela
perpetua de las mujeres púberas, sólo se les prohibió la intercessio pro alio (afianzar
a un tercero) por disposición del 5C Velleiano. Sólo los infantes y los impúberes alieni
iuris (sometidos) no pueden ser relevados de su incapacidad, los unos por carecer
por completo de voluntad, los otros porque no tienen necesidad de obligarse. No
figuran entre los incapaces los hijos de familia, pues si contratan, el crédito es
adquirido por el paterfamilias; la deuda recae en su peculio, si lo tienen.
Los latini veteres (los antiguos latinos), podemos equipararlos con los romanos en
cuanto a capacidad se refiere, no asi a los libertos manumitidos en forma solemne
que en el orden privado no gozaban del connubium con las familias senatoriales y
en el orden público no podían desempeñar las ma- gistraturas, Los Jatinos de las
colonias (colonarii) perdían su calidad de ciudadanos romanos, salvo cuando la
colonia era romana, en cuyo caso conservaban su capacidad. Los Intinos junmianos,
fueron creados por la ley Tunia Norbaña, la que los asimiló a la condición de los
latinos de las co- lonias; de donde se sigue que están privados de derechos políticos
y en el orden privado no tienen conmubium, pero si el ius commercii, aunque
limitado en el orden sucesorio. Los peregrinos son los habitantes de los pueblos
independientes y los extranjeros que están sometidos a la dominación rs entre estos
peregrinos, la mayoría pertenecen a una ciudad determinada, los demás no tienen
ningún derecho de ciudadanía, como son aquellos que la han perdido por efecto de
una condena y también los libertinos deícticos. Los peregrinos no gozan de ninguna
de las ventajas que confiere la ciudadanía romana, pero fueron tan numerosos que
se nombra un pretor peregrino para que les impartiera justicia, El peregrino tiene su
personalidad reconocida no solamente por el derecho natural, sino también por el
derecho de gen- tes. Puede, por tanto, figurar como acreedor o deudor en todos los
contratos del derecho de gentes y, a menos de haber recibido, como los latinos, el
beneficio del commercium, no podrá figurar en los contratos civiles, eminentemente
quiritarios, aun- que posteriormente pudieron utilizar la estipulación. Finalmente,
entre Jos incapaces, sin ninguna personalidad, tenemos al esclavo personam
servilem mulla cadit obligatio (el esclavo no es capaz de obligarse), la incapacidad
del esclavo no es más que una consecuencia del principio que ve en él una cosa, en
lugar de una persona. Cualquier papel que desempeñen en una convención será
nulo, pero el interés práctico vio en el esclavo un instrumento útil para adquirir y
pudieron contratar con el consentimiento de sus amos, haciéndolos en estos casos
adquirir el crédito, pero no podían obligarlos a comprometer su patrimonio, de donde
un amo poco escrupuloso podía desconocer los tratos hechos por su esclavo que le
comprometieran y aceptar sólo los que le beneficiaran, situación que corrige el pretor
con las acciones adiec titiee qualitatis. El esclavo se obliga válidamente por sus
delitos y naturalmente por sus actos lícitos.

1.5.2 Sujetos activos y pasivos:


Lo corriente es que el lazo obligacional se forme entre sólo des personas: uno
acreedor y el otro deudor; pero hay ocasiones en que puede haber un acreedor y
varios deudores, varios acreedores y un solo deudor y varios acreedores y varios
deudores también; en estos casos, siguiendo el derecho común, la deuda viera y
éstos sólo respondían de la parte proporcional del erádito. La.16 Utilizando la
stipulatio podía crearse una situación diferente: que, siendo un solo objeto debido
por varios deudores, el heredero pudiera reclamarlo todo a un deudor y el pago de
éste liberaba a los demás, o, habiendo un solo objeto debido a varios, cada acreedor
podía reclamarlo todo y el pago hecho a uno de ellos extingue el crédito de los
demás. Al referirse A esta situación un texto de Ulpiano utiliza la palabra conreus:
ne etiam conreus meus liberetar... dum A conreo meo petitur (no también quede
liberado mi codetidor... enando se reclame de mi codeudor), por lo que a esta
situación especial se le designó como correalidad, y 4 Lo que caracteriza a las
obligaciones correales es la unidad de objeto y la pluralidad de vínculos. La unidad
de objeto requiere que la cosa debida sea una e idéntica para todos por lo que toda
causa que extinga al objeto produce un efecto Alberto para todos los acreedores y
los deudores: a aquéllos les extingue su crédito y a éstos los libera de su obligación.
La pluralidad de vínculos señala que hay una relación distinta entre cada deudor y
el acreedor, por lo que la nulidad de un vínculo no impide la validez de los restantes.
D.45.2.19 Cuando existe un acreedor y varios deudores correales, cada deudor está
obligado por un vínculo distinto y en su relación con el acreedor es como si estuviera
sólo, por lo que el acreedor puede exigirle el pago y el pago hecho por este deudor,
al extinguir el objeto que es único, liberará a sus codeudores. Si el acreedor no
obtiene el pago de éste, puede dirigirse a otro deudor, pero si la persecución es
judicial, la litis contestatio produce su efecto extintivo, el acreedor ha consumido su
derecho, el objeto de la obligación se transforma en uno nuevo y ya no podrá obrar
en contra de los demás deudores; pero este inconveniente se abrió por acuerdo de
las partes.
Cuando hay un deudor y varios acreedores correales, el deudor puede pagar al
acreedor de su elección, como el objeto debido es único, el derecho de los demás
acreedores se extingue. Si uno de los acreedores demanda al deudor, le litis
contestatio produce su efecto ordinario y el derecho de los demás acreedores se
extingue. D.4522., 13161 Relaciones de los acreedores y de los deudores correrles,
El deudor que ha pagado pagó lo que debía, el acreedor que recibió el pago no debe
nada a los coacreedores, la correalidad par si misma no les da ningún recurso, pero
puede haber entre ellos otras relaciones que les permitan obrar entre sí;
frecuentemente se da en estos casos la sociedad, un estado de indivisión, la
correalidad testamentaria cuando el testador ha legado una misma cosa a varios,
Cuando había varios copromitentes (deudores) se le permitió al perseguido por el
acreedor bue no le pagara a menos que éste le cediera sus acciones, asi le era fácil
repetir en contra de los codeudores sin tener que demostrar la relación que hubiera
entre ellos, por otra parte, a más de sus acciones propias contaba con las acciones
del acreedor que podían tener garantías; La correalidad entre deudores era una
comodidad para el acreedor y una seguridad, lo primero porque con una sola
persecución obtenía lo que le era debido, lo segundo porque podia dirigirse en contra
del deudor más solvente; A los deudores correales les era más fácil encontrar
crédito. La utilidad práctica de la correalidad entre acreedores era menor, de ahí se
usará poco, sin embargo, era conveniente para cuando el acreedor estaba ausente,
pues su acreedor correal sí podía perseguir al deudor.
1.5.3 contratos a favor de terceros:
El contrato debe producir sus efectos normalmente entre las partes que en él
intervienen, de ahí que el derecho clásico pronunciara la nulidad de estos negocios
a favor de terceros; si estipula a pagar a algo, esta estipulación era nula y ni A ni C
tenían acción en contra de B, el contrato valía sólo en la hipótesis en que A estuviera
bajo la potestad de C. La razón de la nulidad de este contrato estriba en que el
derecho clásico excluía el principio de la representación directa: per extraneam
personam adquiri nobis non potest (no podemos adquirir por mediación de una
persona ajena). Pero posteriormente este principio admitió excepciones, así, cuando
alguien se hace estipular una prestación en favor de tercero y él se halla obligado
por precedentes negocios a procurar al tercero idéntica prestación, este contrato era
válido, admitién- dose el principio de que cuando el estipulante tuviera algún interés
en el cumplimiento de la prestación en favor de ter- cero, el contrato sería válido.
Este principio fue reforzado mediante un artificio creado por la jurisprudencia: el de
la stipulatio pene, en el ejemplo señalado arriba, B promete a pagar algo a C, A le
hace estipular a B que le satisfará a título de pena determinada cantidad si no ejecuta
er favor de C la prestación que ha convenido; asi se fijaba de antemano el interés
de A en la ejecución del contrato y aseguraba su resarcimiento para el caso en que
B no cumpliera en favor de C.

1.6 Consentimiento:

El consentimiento es el acuerdo de las voluntades de las partes que se entienden


para producir un efecto jurídico determinado. Este acuerdo debe emanar de todas
ellas, la oferta unilateral, policitación, no obliga por regla eral mientras no haya una
aceptación de la otra parte. El consentimiento debe ser real, manifestado por signos
exteriores que provengan de las personas capaces, no existirá si proviene de
personas que no tienen voluntad como el loco y el menor de edad (furiosum, sive
stipulatur sive promittat, nilil agere natura manifestum est. Huic proximas est; qui
eius mtatis est, ut nondum intellegat, quid agatur). Veamos con más detalle los
casos en los cuales falta el consentimiento de las partes: Faltará el acuerdo cuando
las dos partes o una de ellas se encuentra en la imposibilidad de consentir, lo que
acontece en caso de locura, embriaguez completa o cualquiera otra circunstancia
que perturbe las facultades. Tampoco habrá consentimiento: a) cuando las partes a
consentir, no e in em catas cratna lies cios Taide Aga bajo condición y ésta acepta
pura y simplemente o a término: “Si se le hubiera preguntado insertando una
condición y respondiera sin ella, ha de decirse que el promitente no queda obligado";
56) cuando el objeto de la obligación es substituido por otro: “Si estipulo un esclavo,
pero yo estoy pensando en uno y tú en otro, el acto es nulo, pues la estipulación se
funda en el acuerdo de las partes"; e) cuando el objeto de la obligación es
aumentado 0 disminuido: “Cuando el promitente aña- de o quita algo a lo dicho en
la estipulación, debe admitirse que la obligación es inválida” Faltará también el
acuerdo cuando las partes han creído consentir, pero un error ha destruido su
consentimiento, Algunos textos aislados y tomados a la letra hacen creer que los
jurisconsultos consideran sin distinción al error como destructivo del consentimiento
y como oponiéndose a la formación del contrato in omnibus negotiis contrahendis si
error aliquis intervenit nibil valet quod acti sit (en todos los negocios que se
contratan sí hay algún error no es válido lo actuado) y non videntur qui errant
consentire, no parecen consentir los que se equivocan. Pero si hay errores que
anulan el acuerdo de las voluntades, hay otros que no ejercen influencia sobre ¿l y
que aún contribuyen a determinarlo. Los textos citados pecan de un exceso de
generalidad, por lo que debemos trazar con precisión la linea entre los errores que
impiden la formación del contrato y aqueilos que no la impiden.
a) Error sobre la naturaleza de contrato. El error sobre la naturaleza del contrato,
que no es posible más que en los contratos no formales, se presenta cuando una de
las partes ha querido hacer un acto y la otra parte ha querido hacer uno distinto.
Hay error sobre la naturaleza del contrato cuando, por ejemple, entrego una suma
de dinero con la intención de hacer un depósito y el que la recibe cree que se la doy
en mutuo; en este caso no habrá ni depósito ni mutuo, y de una manera general,
en cualquiera hipótesis semejante no habrá nada de hecho. (Si ego quasi deponens
tibi dedero, tu quasi mutuam accipias, nec depositum nec mutuum est).
b) Error sobre la identidad de la persona. El derecho clásico considera el error sobre
la identidad de la persona con la que se cree tratar, como acarreando la falta de
consentimiento y por tanto la nulidad del contrato; asi, cuando se recibe dinero
prestado de una persona, creyendo recibirlo de otra, no se forma el contrato de
mutuo: “Si nos rogaras a Ticio y a mí que te prestáramos una cantidad, y yo
autorizase a mi deudor para que te la prometiera y tú estipularas creyendo que era
el deudor de Ticio ¿quedarás acaso obligado a mi favor? Lo dudo, si es que no has
contraído negocio conmigo” También este error, un poco raro en la práctica, se
puede presentar en los contratos donde el consentimiento de una de las partes
puede ser transmitido a la otra por mediación de un tercero, por ejemplo, creo que
el nuncio me lleva el consentimiento de A, cuando en realidad el que me lleva es el
de B; una razón obvia impide aquí la formación del contrato: es imposible decir que
las dos partes tratan la una con la otra.
c) Error sobre el objeto. Esto es, el error sobre la identidad de la cosa que debe
formar el objeto de la obligación. Así, en una venta de esclavos, el comprador cree
que se trata de stico, mientras que el vendedor cree que debe entregar a Pánfilo.
Este error puede suceder en todos los contratos —de derecho estricto o de buena
fe— y entraña su nulidad, porque si asi no fuere, sería necesario, determinar el
objeto de la obligación, seguir la voluntad de una de las partes y excluir la de la
otra.

1.6.1 los vicios del consentimiento:

Las dos causas principales y según algunos intérpretes las únicas que vician el
consentimiento sin hacerlo desaparecer, son el dolo y la violencia. El dolo induce a
una de las partes al error y la violencia la hace caer en un estado de miedo o de
terror, sin los cuales no contrataría jamás, o lo haría, pero bajo condiciones más
favorables, El dolo son las maquinaciones o manejos fraudulentos empleados por
una de las partes —o por un tercero— paro engañar a la otra con el fin de
determinarla a dar su consentimiento en un negocio jurídico. Servio definió asi el
dolo malo: “Cierta maquinación para engañar a otra , de simular una cosa y hacer
otra”; Labeo lo define como “toda malicia, engaño o maquinación para valerse de la
ignorancia de otro, engañarle o defraudarle.” La violencia se manifiesta en actos de
fuerza material 0 moral y que para tomarse en cuenta en esta materia deben
impresión en un hombre firme o inalterable para hacerlo dar su consentimiento:
“Diremos que este edicto se re- fiere no al miedo de un hombre pusilánime, sino al
que tiene con motivo suficiente un hombre muy sereno” Es manifiesto que el
consentimiento subsiste a pesar del dolo a de la violencia, pues equivocado o
coaccionado el contratante ha consentido (quia quamvis si liberum esset noluissem,
tamen coactus volui). Con un poco más de destreza o con menor confianza, se
hubieran podido descubrir los artificios con los cuales se ha sido engañado; con un
poco más de firmeza o valor, se hubiera podido resistir a la violencia.

1.6.2. El objeto:

El objeto del contrato es la prestación a la cual se compromete el deudor para con


su acreedor y a la que éste tiene derecho y sin la cual no sería concebible la
obligación. Como los contratos sinalagmáticos hacen nacer varias obligaciones,
habrá tantos objetos cuantas obligaciones nazcan. Así pues, el objeto de un contrato
consiste en la creación de una o varias obligaciones, el hecho o la conducta del
deudor hacia el acreedor (id quod debemr). Paulo refiriéndose a la terminología de
las fórmulas de las acciones para designar el objeto de las obligaciones dice que
éste consiste en dare, facere y preestare, es decir, en la transferencia de un derecho
real, un hecho personal o toda otra prestación. Asi, pues, el objeto de la obligación
consiste siempre en dare, facere o preestare. Facere y prestare tienen una
significación amplia en la cual comprenden todo aquello que puede ser el objeto de
una obligación. Prestare comprende una categoría especial de hechos: aquellos que
se aplican a una cosa corporal sin exigir ni arte ni creación de ninguna especie: los
hechos que consisten en poner de una manera más 0 menos completa una cosa
corporal o incorporal a la disposición de un tercero sin hacerlo propietario. Una
fórmula moderna simplifica esta materia grandemente, al decir que el objeto de la
obligación consistirá en un acto positivo o negativo, en un hecho o con una
abstención del deudor.

1.6.3. La simulación:
Existe simulación cuando, puestas de acuerdo las partes, conciertan un negocio en
el que regulan sus actos e intereses de un modo distinto del que, en realidad, ha de
tener vigencia entre ellas, aparentando que persiguen un fin económico social
diverso del que efectivamente pretenden. De manera que en la simulación existen
dos negocios: el aparente, que es el que verán los terceros, y el encubierto, En caso
de controversia los que ha simulado. El negoció tratarán de arreglar sus diferencias
ateniéndose al negocio encubierto, en cambio, los terceros (quienes desconocen el
arreglo), obrarán basados en el negocio aparente. Los contratos simulados no
obligan en derecho, ni aún si son compras, ya que se simula una vinculación de
hecho sin que sea verdad.
1.6.4. La forma:
La forma son las solemnidades por las que las tienen que pasar, para que su acuerdo
tenga validez jurídica y dé nacimiento a obligaciones. Si no se cumple con la forma
establecida por el antiguo ius civile, no existirá el negocio al que quisieron dar
nacimiento las partes contratantes. El ius civile está impregnado de la rigidez y
solemnidad del arcaico ritual religioso, El vincularse entre dos sujetos se solemniza
históricamente mediante palabras: una declaración verbal en el nexum, pregunta
seguida de una respuesta en la sponsio, palabras escritas en el contrato Jitteris y
más tarde por la solemne entrega re en el mutuo, cuyo antecedente estuvo en el
nexum. En el antiguo Derecho Romano donde no habia más que contratos formales,
el contrato era en su validez independiente de su causa, en virtud de su mismo
principio. El deudor se encuentra obligado en virtud del cumplimiento de uma
solemnidad, El contrato formal existe por si mismo, independiente- mente de las
razones que lo hicieron celebrar. En el derecho posterior, los contratos no formales
tienen sh existencia subordinada a la existencia de una causa real y licita y han
terminado por subordinar a la misma exigencia la eficacia de los contratos formales.
Teniendo en consideración la causa civil que determina la manera como se
perfeccionaban los contratos, éstos podían ser formales y no formales; aquéllos
requerían la realización de la formalidad o solemnidad exigida para ser válidos. La
forma es el molde objetivo por el cual las partes debían pasar su convenio o pacto
para que éste fueras obligatorio. La forma tenía la ventaja de advertir a los partes
que iban a entrar al campo jurídico y que el acto que celebrarían traería para ellas
consecuencias patrimoniales; pero tenían la desventaja de ser lentos, complicados,
y como dobarn más importancia a la forma que al fondo, llevaban con bastante
frecuencia, contrarias a la equidad. En el derecho antiguo todos los negocios civiles,
coma tamem e a e bien los de procedimiento, eran formales, los primitivos
ciudadanos romanos erán muy apegados a las formalidades, todos sus primeros
contratos así lo erón: nexum, verbis, litteris. La forma servía, a más de perfeccionar
al contrato, como medio de prueba y para uniformar innumerables negocios
semejan- tes, En el derecho posterior los negocios se van despojando de ese
formalismo y ceden su lugar a otros elementos, como la entrega de la cosa en los
contratos reales, o el simple consentimiento de las partes en los contratos
consensuales.

1.7 elementos accidentales

1.7.1 modalidad de las obligaciones:

Algunos contratos pueden estar reducidos a su más grande en los negociosde


simplicidad, pueden no contener ningún elemento que no sea esencial para su
existencia, es por lo que se les denomina Como en el derecho antiguo la forma era
un elemento puro, por oposición a los contratos contraídos bajo una moda- esencial
del contrato, un requisito sine qua non, si no se cum lidad, esto es, que contienen
algún elemento accidental, no con ella el contrato nada más no existia. Asi, en la
stipu necesario para su validez, Las modalidades son maneras de ser latio, si no
habia pregunta seguida de una respuesta (am especiales que pueden afectar a la
obligación en su existericia, orales) no se perfeccionaba el contrato; en el contrato
litteris, en su objeto o en su ejecución; un texto de Paulo las llama si no había
mención escrita (nomina transcriptitia) en el causes obligationum: obligationum fere
quattuor cause: sunt: codex del cindadano romano, el contrato no tenía valide, La
aut enim dies in dis est aut conditio aut modus aut hecessió, falta de forma no hacía
obligatorio civilmente al contrato, pero 0 sea, que son cuatro las modalidades de las
obligaciones, a podíahacerlo obligatorio naturalmente. saber: el término dies, la
condición, el modo o carga y la accessio o adiectio solutionis gratia.

1.7.2. El termino y las conductas:


Omnis obligatio aut pure, aut in diem, aut sub conditione fit, dice Justimano en sus
Instituciones (toda obligación se contrae pura y simplemente, bajo término o bajo
condición). Cuando la obligación es pura, su cumplimiento puede ser exigido de
inmediato; cuando se contrata a término no podrá ser exigido su cumplimiento hasta
que llegue el día indicado; cuando ha sido bajo condición, el cumplimiento se exigirá
cuan- de ésta se realice, “Lo que se ha prometido para término cierto puede darse
incluso inmediatamente, pues todo el tiempo intermedio se considera concedido
libremente para que pueda pagar el promitente.”
El termino diles consiste en una fecha o conocimiento futuro y cierto desde el que
deben comenzar o cesar los efectos de la obligación, o sea que debe llegar
fatalmente: en algunas ocasiones sabremos con exactitud el día, como cuan- do se
trata de una fecha; en otras no lo sabremos, pero llegará, como cuando se dice
estaré obligado cuando tal persona cambie de vestido; lo que caracteriza al término
es la certidumbre, llegará siempre. Condición viene de condecesere, fundar, porque
al realizarse de existencia —o fin— a la obligación. La condición consiste en un
acontecimiento futuro e incierto, a cuya realización las partes subordinan la
existencia o la extinción de la obligación, ejemplos: si la nave llegare del Asia; si
Titio fuere designado cónsul. La incertidumbre es lo que caracteriza a la condición;
no sabemos si se realizará v si se realizare, no sabremos cl tiempo preciso en que
se llevará al cabo el acontecimiento. Cuando falta la incertidumbre no hay verdadera
condición.

1.7.3. Termino suspensivo y Termino resolutorio:


El término se nos presenta bajo dos aspectos muy distintos: algunas obligaciones se
contratan ex die o sub die, otras ad diem, ambas nacen desde la formación del
contrato, esto es inmediatamente cuentan en el activo del acreedor y en el pasivo
del deudor; pero para las primeras hay una época durante la cual no son exigibles
y para las segundas, una ¿poco a partir de la cual deben dejar para existir, El término
de la primera clase ex die o sub die se llama término suspensivo o dies a quo; el de
la segunda se llama término extintivo o resolutorio o dies ad quem. ¿Tomando el
ejemplo decem aureos primis calendis marts dare spondes? —¿prometes dar diez
escudos de oro con las primeras calendas de marzo nos podemos preguntamos qué
difiere esta obligación de una obligación pura y simple, 0, lo que es lo miemo, cuál
es el efecto del término, Si la obligación fuera pura y simple, la acción podría ser
ejercida el mismo dia lo cual se expresa de otra forma cuando decimos: dies statim
venit —el día llega de inmediato—, Al contrario, siendo la obligación a término, la
persecución no puede ser hecha de inmediato, sino que se pospone al mismo día
del ven- cimiento, en nuestro me el acreedor no obrara regularmente sino hasta la
completa expiración del dia primero de marzo, pues el deudor disfruta hasta el último
momento del día del vencimiento (cum solvendi tempus obligationi additur, nisi eo
preterito peti non potest), y si el acreedor acciona antes, incurre en una plus petitio
(pelición exresiva), consumiendo su derecho.
El termino resolutorio o extintivo es aquel por el que las partes han querido limitar
la duración de la obligación. El antiguo derecho civil no había creido poder conciliar
el “tr mino extintivo con el principio de la perpetuidad de las obligaciones, debiendo,
por tanto, q ver en la aposición de este término una causa de nulidad de la
obligación, o tenerlo por no puesto y es este segundo punto de vista el que consagró
tanto en esta materia como en las servidumbres prediales. El ejemplo más
importante del término extintivo o resolutorio es la estipulación de una renta vitalicia:
decom aureos annuos quoad vivam dare spondes? (¿prometes darme diez sueldos
de oro por año mientras vivas?) según el derecho civil, este término extintivo es
ineficaz, los herederos del acreedor pueden perseguir al deudor y lo explica el
derecho civil al decir que la obligación, una vez nacida es perpetua (pure facta
obligatio intelligitur et perpetuatur quia ad tempus deberi non potest). Entonces,
cuarido se contrata decem aureos annuos quoad vivam, la estipulación se considera
pura y simple, como si estas últimas palabras (quoad vivam) no figuraran, es decir,
que la muerte del acreedor no cambiaría en nada la situación del deudor, éste
continuaría debiendo. Aquí es donde interviene el pretor para corregir este resultado
tan contrario a los deseos de las partes, permitiendo al deudor rechazar la acción
del acreedor después del vencimiento del término por una excepción de pacto o doli
maliluntad de las partes obtiene así satisfacción, el principio del derecho civil subsiste
teóricamente, pero de hecho está neutralizado por esas dos excepciones.

1.7.4. Condición suspensiva:


La condición suspensiva es un acontecimiento futuro e in- cierto a la llegada del cual
la voluntad expresa o presunta de las partes subordina el nacimiento de la
obligación. Esta modalidad afecta a la obligación en su misma existencia y no
solamente en su exigibilidad, se deroga aquí al principio fundamental que domina a
toda la teoría del acto jurídico en el derecho antiguo: el de la simultaneidad del acto
y de sus efectos, La inserción de una condición es entonces el resultado de un
progreso, pero esto no sucedió sin resistencia y sin dejar en el derecho clásico los
rastros incontestables de las ideas antiguas.
Mientras que muchos admitían que la obligación condicional no existía antes de la
llegada de la condición, otros pensaban lo contrario, para éstos la obligación existe
desde el principio en estado rudimentario, la llegada de la condición no hace más
que consolidar esta existencia, piano está indeciso entre las dos opiniones, pues por
un lado escribe, (Cuando se ha estipulado puramente la deuda existe y es exigible
de inmediato, Cuando se estipula a término, la deuda existe, pero no es exigible.
Cuando se ha estipulado bajo condición, la deuda no existe ni es exigible, estando
aún sin realizarse la condición —; por otra parte, Ulpiano considera al acreedor bajo
condición como siendo ya acreedor, aunque aquel a quien se le ha legado bajo
condición estando aún sin realizarse ésta, no es acreedor, sino hasta cuando la
condición se realice, aunque aquel que ha estipulado bajo condición se estima que
es a Por aun cuando la condición no se haya realizado.
Encontraremos la razón de estos sistemas contradictorios examinando cuáles son
los efectos de la condición supermasiva, colocándolos en tres momentos diferentes:
mientras la condición está todavía en suspenso (pendente conditione), cuando se
cumple y cuando no se realiza. Pendente conditione. Cuando la condición está sin
realizarse, no puede dar lugar a una acción; si el acreedor obra será rechazado, pero
renovará su acción cuando la condición se realice, pues como su derecho no tenía
antes existencia no pudo consumirlo en justicia, solución contraria a aquella dada
para el término. Si la hipoteca se estableció por una deuda condicional, debe decirse
que no se puede demandar antes de cumplirse la condición, ya que antes no se
debe nada. Pero, por otra parte, se admite que, pendente conditione, la obligación
produzca ya ciertos efectos, lo que está en contradicción con la ides precedente,
pues es ilógico que un derecho que no existe pueda producir efectos; pero para
aquellos que sostienen que la obligación tradicional existe desde el principio, no hay
nada de anormal, a sus ojos el acreedor tiene una esperanza de derecho (spes est
debitum iri, spes obligatimnis), una suerte de semi derecho que si la condición se
realiza, se transformará en un derecho completo, Ese derecho en vía de formación
cuenta en el activo del acreedor y en el pasivo del deudor, es por tanto transmisible
a los he- rederos de las partes y el acreedor puede tomar desde luego medidas
preventivas para cuando llegue este derecho, como pedir caución al deudor.
Cuando la condición no se realiza (déficit) la obligación no puede producir efectos y
los pro- visionales que produjo son anulados, La condición se considera que falta,
cuando es cierto que no se cumplirá, bien de una manera absoluta, bien en un plazo
fijado por las partes. La falta de condición anula la esperanza del estipulante, es
como si no hubiese habido nunca contrato; si el que prometió pagó por error, puede
ejercer la condictio indebiti, porque ha pagado la que no debía, quod si sub
condicione rés venierit, si quidem defecerit condicio, nulla est emptio, sicuti nec
stipulatio se hubiese vendido bajo condición y ésta se frustrara, la compra es mula,
como también la estipulación. D18.6.8 Existente conditime. Si se cumple la condición
(existit) la obligación existe, el derecho del acreedor es en adelante cierto, exigible
y semejante a aquel que nace de una obligación pura y simple; los efectos
provisionales de la obligación se encuentran confirmados, si se cumplió la condición
de la deuda, inmediatamente podrá demandarse (si sub condicione debiti condicio
venerit, rursus agere poterit). La condición se realiza cuando el acontecimiento
previsto por las partes se ha cumplido, un cumplimiento parcial de la condición la
deja sin efecto, porque se considera indivisible. Asi, si se estipula que se dará una
cantidad de dinero si llega la caravana a salvo, no estará obligado el promitente si
sólo llega parte de ella, por pequeña o grande que sea la fracción que arribe. Si debe
cumplirse en un plazo determinado, no puede ya realizarse útilmente cuando el plazo
ha expirado; se considera cumplida la condición si no se ha realizado más que por
el dolo o falta del que promete, asi, si se ofrece dar una fuerte prima si la nave llega
a puerto y el promitente avisa a los piratas para que la hundan, se considera
cumplida la condición y el armador podrá exigir la prima.

1.7.5 condición resolutoria:


La obligación bajo condición resolutoria es aquella que tiene desde el día en que se
contrató una existencia cierta, pero que, según la voluntad de las partes debe de
extinguirse por la realización o no realización de un acontecimiento futuro e incierto,
tal seria ésta: ¿prometes cien a menos que tal nave llegue? Vemos que tal condición
contiene un acontecimiento extintivo incierto, de ahí que el derecho civil debía anular
la condición resolutoria tal como anulaba el término resolutorio y consideraba a la
obligación como pura y simple, de donde el pretor interviene y da el mismo remedio
que para cuando se contrataba utilizando el término extintivo o resolutorio.

1.7.6. El modus o carga:


El modus o carga es un gravamen que se impone al henes ficiario de un acto de
liberalidad: te doy la estatuilla, pero quiero que arregles mi jardín, En un principio
sólo hubo santión moral para él que no cumplía con la carga; cuando se trataba de
un legado, el heredero podía negarse a cumplirlo en tanto el legatario no garantizara
el cumplimiento del modus. Justiniano dispuso que no cumpliera con la carga podría
ser constreñido a devolver lo que había recibido sub-modo.
1.7.7. La adlectio solutiones gratia:

La adiectio solutionis gratia o arcessio, es una modalidad que consiste en la


designación de una persona para que pueda recibir el pago en lugar del acreedor, a
eso se reduce su papel, si el deudor no paga, el adiectus mo puede entablar acción
en su contra. “Si 10 estipula para un tercero, el acto es nulo. Lo que no impide que
el pago pueda ser conferido en la persona de un tercero; como, por ejemplo, en
estos términos: ¿Prometes darme a mi o a Sevo?

1.7.8. Modo y condición:

El modus es el nombre de una cláusula de un negocio juridico (generalmente de una


donación o liberalidad—, con la cual se impone al beneficiario la obligación de prestar
algún servicio al que la hace 0 a una tercera persona, El destinatario de la liberalidad
inmediatamente se hacía de ella, cumpliera o no cumpliera con el modus o carga. El
donante no tenía medio jurídico de revocarla, pero posteriormente pudo ejercitar
contra el beneficiario incumplido una acción personal, la condictio ob rem
daticondiccio de cosa dada), por la cual obtiene la devolución del don. Bajo
Justiniano el donante pudo ejercer Ja condietio causa data causa non
secutacondictio causa dada causa o seguida, para recuperar el objeto, o bien la
acción preescriptis verbis (por las palabras escritas), en el caso de que deseara que
el beneficiario cumpliera con el modus o carga, El modus presenta algunas
semejanzas con la condición potestativa, sólo que mientras ésta suspende la eficacia
del negocio jurídico hasta en tanto el beneficiario no cumpla con la condición, la
disposición sub modo es de efecto inmediato, esto es, en la condición potestativa
adquirirá el don el beneficiario cuando realice lo deseado u ordenado por el donante,
si no lo realiza, no lo adquirirá; en cambio, en el modo adquiere en seguida el bien
y después cumplirá con lo que se le pidió hiciera.

1.8. Transmisión de deberes y condiciones


1.8.1 Créditos que pueden cederse:
Prácticamente podemos ceder toda acción que resulte de los derechos de crédito,
cualquiera que sea el origen de obligación, bien provenga de convenciones, de
delitos, o de otras causas, sin distinguir si se trata de obligaciones civiles o naturales,
unilaterales o sinalagmáticas, puras y simples, a término 06 condición, etc., Pero
hay que tener presente que el objeto de la cesión es la acción y no el lazo obligatorio
mismo que le sirve de base. Hay ocasiones en que las cesiones de créditos son
necesarias, como cuando las impone la necesidad jurídica, en virtud de la cual el
cedente está obligado a pasar al cesionario el valor o el derecho que es el objeto del
crédito. Tal necesidad puede nacer hen de uma obligación libremente consentida,
bien de un deber impuesto por la ley, como en el caso en que paga un fiador y el
acreedor está obligado a cederle sus acciones para que aquél pueda perseguir al
deudor y cofiadores. “Si fue condenado en lo que podía pagar, pero; para pagar sólo
contaba con créditos, deberá ceder las acciones Sus efectos, El cesionario adquiere
por la cesión el crédito del cedente con ius mismas garantías, pero el deudor le
puede oponer las mismas excepciones que hubiera podido oponer al cedente, salvo
las estrictamente personales. En toda cesión distinguimos a tres personas: a) al
acreedor ofiginario, que hace la cesión; 5) al nuevo acreedor, qué se presenta como
procurator in rem suam —gestor en su propio asunto—, y al que llamamos cesionario
y, finalmente, e) al deudor, que debe pagar a esto último, Los efectos de la cesión
se desprenden naturalmente de la naturaleza compleja de la operación.
Encontramos desde luego, una venta en favor del cesionario, por la cual el crédito
entrá en patrimonio, a continuación de un mandato que le es dado para que pueda
hacerlo efectivo. El cedente se despaja del derecho de persecución sobre la acción
cedida para que el cesionario la adquiera y la ejercite; no podrá, por tanto, obrar él
contra el deudor ni recibir el pago, debe poner a la disposición del cesionario los
medios persecutorios del erédito para que la acción cedida tenga éxito Par lo general
el cedente no responde de la insolvencia del deudor. Como regla, en las ocasiones
voluntarias el cedente está obligado a garantizar la existencia de la deuda. La
condición del deudor no sufre ninguna alteración por consecuencia de la cesión: su
obligación permanece como estaba y si él debe responder a la acción del cesionario
es únicamente porque éste se presenta como mandatario del primitivo acreedor.
Frente al cedente el deudor aparece como al principio: puede pagarle válidamente
por este pago; si el cedente lo persigue, no podrá invocar la cesión en la cual lo ha
intervenido, pero esta situación cambia si el deudor ha sido informado de la cesión
(denumtiatio), bajo Justiniano el cesionario pudo notificar al deudor, por lo que éste
tenía que pagarle sólo a él.
El cesionario hará valer el crédito tal como lo tenía el cedente, con sus accesorios y
demás derechos anexos. En justa reciprocidad, debe sufrir las excepciones que el
deudor hubiera podido oponer al acreedor, en esta forme la condición del deudor
no empeora por la cesión del crédito.

1.8.2 Limitaciones:
En el tema que nos ocupa referente a la transmisión de las obligaciones, debemos
examinar cuáles pueden cederse y cuáles no son transmisibles, Los derechos
personales que no pueden ser ejercidos más que por la persona a quien le competén,
cuyo ejercicio es inseparable de la cualidad del titular del derecho, no son
transmisibles. Tampoco pueden cederse los derechos litigiosos, de ahí la
consecuencia de que la acción no sea cesible desde el momento en que se ha
intentado. En general, la transferencia de una acción supone que la manifestación
del derecho al que ella sirve para hacer valer sea susceptible de ser ejercida por
titular diferente.
1.9 incumplimiento definitivo:

El efecto natural de las obligaciones es obligar a pagar al deudor lo que debe, si éste
así lo hace y lo realiza en la forma exigida por el derecho, la deuda se extingue y
queda liberado Pero hay ocasiones en que el cumplimiento de la obligación se ha
vuelto imposible o el deudor se ha retrasado en ejecutar lo prometido, por lo que
interesa precisar en estos casos, cuáles son las relaciones entre el acreedor y el
deudor, qué consecuencias trae la inejecución o el retraso en el cumplimiento de la
obligación y, si le son debidos al acreedor daños e intereses, hay que saber cómo
determinarlos. Del mismo modo, habrá ocasiones en las cuales el acreedor se
constituya en perjuicio de su deudor, cuando éste va a cumplir con lo que ha
prometido a su acreedor y éste último se niega a recibir la prestación válidamente
ofrecida, Se verá lo que el deudor puede hacer para quedar liberado de su
obligación.

1.9.1. La Mora Debitoris:

Las consecuencias de la inejecución de las obligaciones varían según se trate de la


naturaleza de su objeto, en efecto, si tienen por objeto una cosa in genere, el deudor
queda obligado cualquiera que sea el acontecimiento que le haya impedido pagar lo
que debe Esta solución se basa en el principio que dice genera non pereunt (las
cosas genéricas no pertenecen), La solución no es tan sencilla cuando la obligación
tiene ar objeto un cuerpo cierto o un hecho, en estos casos hace Falta investigar
cuáles fueron las causas de la inejecución de la obligación, mismas que podemos
reducir a tres: el caso fortuito, el dolo y la falta.
A) El caso fortuito, El caso fortuito son los acontecimientos que el deudor no ha
provocado ni ha podido impedir, y toma el nombre de fuerza mayor cuando resulta
del juego de las fuerzas de la naturaleza, o de actos de violencia realizados por el
hombre. A ninguno obligan las pérdidas y muertes de los animales que acaecen sin
culpa, la fuga de los esclavos que mo se acostumbra a cuidar, los robos, tumultos,
imindaciones, incendios; acometidas de los piratas. Sin embargo, por una cláusula
expresa el deudor puede asumir esta responsabilidad en determinados grados:
puede responder de todos los casos fortuitos y los de fuerza mayor, o sólo de
aquéllos y no de éstos, o no responder más que de ciertos casos Tortuitos. El deudor
que se crea liberado por un caso fortuito debe probarlo.

a) El dolo. Habrá dolo todas las veces que por una acción u omisión el deudor
contraviene conscientemente las obligaciones que le son impuestas por el contrato.
Se considera que existe el dolo cuando la inejecución de la obligación proviene de
un hecho o de una omisión del deudor, que ha tenido intención de dañar al acreedor;
en estas circunstancias el deudor responde de las consecuencias, pues su mala fe
no puede ser para él una causa de liberación, pero la carga de la prueba da per al
acreedor.
e) La falta, La falta o culpa se da cuando hay negligencia o falta de cuidado, pero
que excluye mala voluntad y no implica más que irreflexión; la falta es un hecho o
una omisión imputable al deudor, sin que haya habido de su parte intención de
perjudicar al acreedor, como una imprudencia, una negligencia 6 una torpeza. Los
romanos distinguen dos grados de faltas: 7. La culpa grave (culpa lata) que es
aquella que no cometería un hombre dotado de la inteligencia más vulgar.

1.9.2. La mora creditoris:

Pero no sólo el deudor puede retrasarse en el cumplimiento que hay mora frente al
acreedor cuando es contra el mismo de su obligación; el acreedor también puede
incurrir en mora acreedor, contra su mandatario o su gestor. Cuando retrasa por su
dolo o culpa la ejecución de la obligación ubica al deudor más que si ha sido
interpelado por la acreción, rechazando los ofrecimientos regulares y valederos de
su don y ha hecho caso omiso de ella, cuando se ha sustentado con el pago sin dejar
representante que lo reciba. En estas circunstancias, el objeto de la obligación
consiste en cosas in genere, su ora hace que pasen a él los bienes los ofrecimientos
del deudor se ha especializado en in iodo la cosa debida; “porque no es justo que
responda del dinero perdido, del que no respondería si el acreedor hubiese querido
cobrar. Por lo cual debe valer como pagado aquello en cuyo cobro se demoró el
acreedor” Y, “si un acreedor hubiera hecho que su deudor perdiera la cantidad que
éste le iba a pagar, será removido por la excepción de dolo”. Si el objeto de la
obligación es dinero, la demora del acreedor hace que cesen los intereses: “Un
deudor con intereses ofreció la cantidad n su acreedor, y, como éste no quisiera
aceptarla, la selló el deudor y la depositó: desde esa fecha no se contarán ya los
intereses.”

1.9.3. incumplimiento definitivo:

Cuando el deudor no ha ejecutado su obligación o ésta no ha sido hecha en tiempo


oportuno, el acreedor puede exigirle daños e intereses que son substituidos al objeto
mismo de la obligación cuando la prestación de la cosa se ha hecho imposible, o
bien, estos daños e intereses se le agregan en caso de retraso. Generalmente
consisten en una suma de dinero, para cuya evaluación se toma en cuenta el daño
causado al acreedor y la ganancia que hubiera podido sacar de haber sido cumplida
en tiempo la obligación. Esta evaluación pecuniaria la hacía el juez fijándola según
la buena o mala fe del deudor y según la naturaleza de la acción ejercida por el
acreedor; Justiniano en caso de obligación que tuviera un objeto determinado
decidió que los daños e intereses que fijara el juez no deberían exceder del duplo
del valor de la cosa debida. A más del juez, los daños e intereses son fijados a veces
por la Jey, en cuyo caso el acreedor puede obtener con el capital, si su acción es de
buena fe, los intereses legales o usuales de la región.
Los daños e intereses pueden ser fijados también por las mismas partes mediante
la stipulatio La utilidad de la stipulatió pone era manifiesta, pues fijaba el importe de
la condena para caso de incumplimiento. Unida a un pacto que no fuera civilmente
obligatorio, aseguraba su ejecución, pues si el den dar no ejecutaba voluntaria- Mid
vi incurría en la pena estipulada.

1.9.4. La stipulatio poenae;

Non solum res in stipulatum deduci possunt, sed etiam facta, ut stipalemur aliquid
fieri vel non fieri: el in huiusmodi stipulationibus optimum erit poaenam subicere, ne
quantitas stipulationis in incerto sil, me necesse sit actori probare quid eñas intersit.
(La estipulación puede tener por objeto no sólo cosas, sino también hechos; de tal
modo que podemos estipular que alguna cosa será hecha o no será hecha, En
semejante estipulación será muy oportuno añadir una cláusula penal, por temor de
que la cantidad de bienes del estipulante no quede incierla y que éste no sé vea
obligado a establecerla por pruebas) , Y se añade en las Instituciones de Justiniano:
iteque si quis ut fiat aliquid stipuletur, ita adici pena debet: Si ita factum non erit,
tune pone nomine decem aureos dare spondes (por consiguiente si alguno estipula
que se hará e cosa, deberá añadir.
Es a propósito de las obligaciones de hacer y de no hacer cuando las Instituciones
de Justiniano nos hablan de la estipulación penal por ser éstas siempre inciertas y si
permanecieren sin ejecución, el demandante que quisiera obtener una condena se
encontraría en la necesidad de probar que le ha sido causado un perjuicio, y lo que
será más difícil, deberá justificar su cuantía (quetenus cuins intersit, in facto, non in
jure consistit ) apreciar el interés de una persona es cuestión de hecho y no de
derecho, cuya solución se deja necesariamente al arbitrio del juez, por lo que las
partes no sabrían de antemano cuál sería; de ahí el uso de la stipulatio ponme que
las partes fijan de común acuerdo para el caso de inejecución de la obligación: tasan
ellas mismas previamente la condena que el juez deberá anunciar y todo se reducirá
a esta simple cuestión: ¿es debida la pena?, es decir, ¿ha sido válidamente
estipulada y la condición se ha cumplido? De papel señalado a la stipulatio pone
resulta que su objeto consiste casi siempre en dinero y que, aunque particularmente
usada en las obligaciones de hacer y de no hacer, tiene también su utilidad en las
obligaciones de dar, que no tengan por objeto una cantidad de dinero.
La utilidad de lo stipulatio pone era manifiesta, pues fijaba el importe de la condena
para caso de incumplimiento. Unida a un pacto que no fuera civilmente obligatorio,
aseguraba su ejecución, pues si el deudor no ejecutaba voluntariamente lo
prometido incurría en la pena estipulada.

1.10 extinción de las obligaciones


1.10.1. Actus contrarius:

Las obligaciones se extinguen por una serie de hechos que han sido reunidos bajo
el título de modos de extinción de las obligaciones, que no tienen un carácter
uniforme y que no poseen toda una eficacia igual, Las obligaciones, como la
propiedad, resisten a la acción del tiempo, son perpetuas (placet etiam ad tempus
obliga tionem constitui non posse) . Estos dos derechos, aunque diferentes en sí
mismos, se parecen por su naturaleza perpetua, pero en tanto que la propiedad no
se extingue más que por causas accidentales, sucede lo contrario con los derechos
de crédito u obligaciones, pues al acreedor no le interesa que el deudor le deba
perpetuamente una prestación, tiene interés en que le satisfaga su obligación para
que en esa forma él incremente su patrimonio, Los derechos de crédito son
apreciables en dinero y al deudor le interesa cumplir con su obligación para asi
desligarse de su acreedor y recobrar su libertad, en esta forma, se dice que hay
soluto, pues el lazo de derecho que los unía se ha roto. Así, la prestación de la cosa
debida constituye el fin natural y regular de la obligación: pero esto no fue suficiente
en Derecho Romano para liberar al deudor; sólo en la época clásica el derecho civil
reconoció al pago como modo de extinguir la obligación. En general, podemos decir
que los modos de extinción de Ias obligaciones han seguido un desarrollo al de los
contratos. Cuando los romanos no conocían otra forma de crear la obligación más
que mediante el nexum (ger 2es et libram) y por la sponsio, el lazo civil no podía
extinguirse más que mediante las mismas formalidades, es lo que se ha llamado el
contrarios actus; asi Gayo nos lo señala: quien se ha obligado nexum, debe liberarse
nexum, debiendo el deudor emplear esta fórmula: “Los tantos miles de sesterdas
que te debo, pago y quedo libre mediante está moneda y esta balanza, y liberado
según Ja ley, te presento por última vez esta balanza"
acio inverso, como medio para resoher o terminar las obligaciones: “Nos liberamos
de una obligación por los modos contrarios de aquellos por los que nos obligamos;
y per- demos un derecho por los modos contrarios de aquellos por los que lo
adquirimos.” "Todo lo que se contrae de una determinada forma se puede deshacer
por la contraria” “Nada hay tan natural como extinguir un acuerdo mediante la
misma forma con la que se ha convenido; por eso, la obligación verbal se extingue
por unas palabras y la obligación meramente consensual se extingue por el
consentimiento contrario” En esta materia campea el acto inverso que también tiene
lugar en materia religioso: inauguratio y exsupuratio, confarreatio diffarreatio casar
y divorciar.
Vemos, pues, que los créditos más importantes del derecho quiritario, los
contractuales, fueron desde luego regidos por el formulismo, tanto por lo que atañe
a su nacimiento, como en lo referente a su extinción, Para que nacieran no bastó el
acuerdo de voluntades, sino que hizo falta un acto formal; para que se extinguieran
no bastó el simple acuerdo de las par- tes, sino que fue necesario otro acto formal,
contrario a aquél que le había dado nacimiento, si exceptuamos a la novación y a la
litis contestatio.
Los modos de extinción de las obligaciones son susceptibles de varias divisiones,
según el punto de vista que se adopte. Asi como los modos de creación de las
obligaciones, los modos de extmción se dividirán en dos grandes grupos: los que
tienen por causa la voluntad de las partes y que son el resultado del acuerdo entre
el acreedor y el deudor, como acontece en el pago, la novación, la aceptilación, la
compensación, la remisión de deuda, el mutuo disentimiento y los modos no
voluntarios, que son aquéllos consecuencia de hechos ajenos a las partes a los cuales
la ley añade por su propia autoridad fuerza extinitiva, como la pérdida de la cosa
debida, la confusión, la prescripción liberatoria, la muerte, la capitis deminutio, el
cambio del anterior estado.
Desde el punto de vista de sus efectos, podemos distinguir los modos de extinción
según sean reconocidos y sancionados por el derecho civil o por el derecho pretorio.
Cuando una obligación se extingue según un modo reconocido por el dere- cho civil
el acreedor pierde su acción y no puede ya perseguir al deudor, pues la obligación
se ha extinguido ipso iure, entre estos. modos de extinción tenemos al pago, la
novación, la aceptilación, el mutus disentimiento, la confusión, la pérdida de la cosa
debida, la capitis deminutio, la sentencia. Los modos de extinción según el derecho
pretorio son el pacto de remisión, el juramento, la compensación y en algunos rasos
la litis contestatio. Estos modos no extinguen la obligación ipsó jure, como en el caso
de los modos civiles, sino sólo exceptionis ope, por lo que el deudor puede ser
perseguido por el acreedor y aquel deberá tener cuidado de hacer valer su
excepción, pues de lo contrario puede ser condenado; este inconveniente resulta de
la circunstancia de que un modo de extinción pretorio no puede extinguir un derecho
fundado en el derecho civil; además, un modo de extinción exceptionis ope, no hace
más que paralizar el derecho del actor, y éste puede neutralizar su efecto mediante
una réplica sacada de otro hecho, en virtud de la cual la deuda puede resurgir. Por
otra parte, el efecto de la extinción ipso iure se produce con respecto.

1.10.2 Voluntarios, no voluntarios, ipso iure y ope exceptionis:


Por los efectos, los modos de extinción de obligaciones se dividen en modos de
extinción ipso iure o directamente, y ope exceptionis o indirectamente.
La obligación se extingue directamente cuando cesa en el mismo momento en que
ocurre la causa extintiva: un crédito pecuniario, por ejemplo, cesa inmediatamente
con el hecho del pago: en cambio, se extingue indirectamente, cuando mejor que
cesar por virtud de un simple acontecimiento, cesa por competer al deudor el
derecho de defenderse mediante excepción contra la acción del acreedor: así, por
ejemplo, si el acreedor deja transcurrir treinta años sin hacer valer su crédito y
luego acciona, el deudor puede rechazar su acción con la praescriptio temporis.
Las principales causas que extinguen directamente (ipso iure) las obligaciones son:
el pago (solutio), la novación, la confusión, la imposibilidad de la prestación, la
aceptilación, el consentimiento contrario, el concurso de dos causas lucrativas, la
renuncia, el depósito y el abandono de la cosa. Las que extinguen la obligación
indirectamente (ope exceptionis) son: la compensación, el pacto no pedir y la
prescripción extintiva de la acción.
Esta división tenía una grandísima importancia en el período del procedimiento
formulario, puesto que aquellos actos que daban lugar a las excepciones debían
insertarse como tales en la fórmula para que el juez pudiese absolver al deudor;
aquella inserción no era necesaria para los actos que extinguían la obligación ipso
iure. En el derecho nuevo, la diferencia entre las dos especies de causas extintivas
de las obligaciones se reduce a los dos puntos siguientes: a) Las que se extinguen
ipso iure, obran en favor y en contra de cualquiera que en aquéllas tenga interés;
en cambio, las que tengan eficacia ope exceptionis no pueden oponerse por todas
ni a todas las personas interesadas: así el pacto de non petendo in personam no
puede oponerse por los herederos del deudor, ni por los fideiussores, ni por los
deudores correales. b) Cuando tiene lugar una causa de extinción ipso iure, la
obligación se extingue definitiva e irrevocablemente; en cambio, verificándose una
extinción ope exceptionis, y entonces la obligación adquiere nuevamente eficacia:
así, por ejemplo, si un filius familias ha recibido dinero a mutuo, puede oponer a la
demanda del acreedor la exceptio Senatusconsulti Macedoniani por la que la
obligación se extingue ope exceptionis; pero si, convertido en sui iuris, ratifica el
contrato, desaparecerá la exceptio, y el acreedor podrá intentar eficazmente su
acción.
1.10.3. condiciones de validez del pago:
Las condiciones para hacer que el pago fuera valido. El pago podía hacerse no sólo
por el deudor sino por cualquier persona, salvo en las obligaciones intuitu personae,
realizadas en atención a las cualidades personales del obligado, v. gr., el cuadro
encomendado a un pintor de reconocida fama. También, el pago lo podía realizar
un extraño aún sin saberlo el deudor e inclusive contra su voluntad; pero en este
caso la mayoría de los autores consideran que el tercero carece de acción de regreso
contra el deudor, pues estiman que hacía un acto de liberalidad. Si el pago lo hacía
un tercero, con conocimiento del deudor, recuperaba lo pagado mediante la actio
mandati contraria, y si había actuado como gestor de negocios tenía la actio
negotiorum gestorum contraria.
El pago podía hacerse al acreedor, pero si era incapaz al tutor y curador; en algunas
ocasiones también podía hacerse al apoderado procu rator igualmente se podia
hacer a un adstipulator, por su calidad de acreedor accesorio o a un adiectus
solutionis causa, que era la persona designada por el acreedor para recibir el pago
en el lugar fijado. En algunos casos el pago hecho al acreedor del acreedor liberaba
al deudor, v. gr. el pago de la renta, que hacia el subarrendatario directamente al
arrendador, en vez de al subarrendador: también el deudor, podía liberarse
consignando la cantidad debida en lugar público y oficial, cuando el acreedor se
negaba a recibir la prestación, o si se dudaba a quien debía pagarse, v. gr., la
herencia litigiosa. Finalmente, también podía hacerse el pago al esclavo del acreedor
y al heredero que estaba ya en posesión de los bienes de la herencia.
Respecto al lugar del pago (locus solutionis), debía observarse lo pactado por las
partes, y no habiendo acuerdo, el lugar lo determinaba frecuentemente la naturaleza
especial del objeto de la prestación. Así, tratándose de obligaciones que tuvieran por
objeto bienes inmuebles, debían cumplirse donde éstas se encontraran; si eran cosas
muebles, en el lugar donde estén. Cuando no había indicación alguna, en el domicilio
del deudor. Ahora bien, si al acreedor se le obliga a perseguir al deudor
judicialmente, tenía serios problemas, ya que, si se trataba de una actio stricti iuris,
podía incurrir en el plus petitio loco si reclamaba el pago en lugar distinto al fijado,
en este caso, el pretor resolvió ena diferencia creando la actio de co quod certo loco
dari oportet (de lo que se debe dar en lugar determinado) por medio de la cual pudo
el acreedor requerir de pago en donde se encontrara el deudor. En esta situación,
el acreedor obtenía no sólo el valor de la obligación sino también el perjuicio
causado. Respecto al tiempo del pago, a menudo constaba en el contrato. Pero si
no se señaló la época, ni se deducía de la índole de la prestación, el pago debía
hacerse inmediatamente. El plazo se consideraba fijado, por regla general, en
beneficio del deudor diei adiectio pro reo est non pro stipulatore (el señalamiento
del plazo no está en favor del acreedor sino del deudor). De modo que el deudor
podía pagar antes de que se cumpliera el plazo. En cuanto al objeto de pago, en
principio el deudor debía satisfacer la misma prestación que constituía el objeto de
la obligación, en forma total. El acreedor no podía ser constreñido a aceptar cosa
distinta de la que se le debía, y menos a admitir pagos parciales. Sin embargo, el
principio anterior, sufrió las siguientes atenuaciones: 1 Si el deudor carecía de las
cosas que debía pagar, y el acreedor admite el pago. Con otras: aliud pro alio solvere
(pagar una cosa por otra), se tiene la dación en pago: datio in solutum. Según los
sabinianos la obligación se extinguia ipso iure, en tanto que los proculeyanos
sostenían que sólo operaba ope exceptionis. Prevaleció en el Derecho justinianeo la
primera opinión.
2, Se dispensaba a los deudores que no hicieran el pago total, si de hacerlo
quedaban sin los medios necesarios para subsistir beneficium competentiae, 3 Si los
acreedores de una herencia, a propuesta del heredero, con la intervención del
Pretor, aceptaban una rebaja proporcional a tales créditos: pactum ut minus solvatur
(pacto de pagar menos). Bajo Justiniano, la dación en pago fue necesaria, así: el
deudor que no tenía dinero podía ofrecer sus bienes inmuebles, previa justa estima-
ción. El beneficium competentiae, se extendió más tarde al padre y a la madre
deudores de su hijo; al patrono deudor del liberto; a los esposos; al militar, a los
socios, a los hijos emancipados perseguidos por deudas contraídas cuando
estuvieron bajo potestad, al donante, al quebrado, etc. Este beneficio era de carácter
personal, por lo cual no aprovechaba a los herederos, ni a los fiadores del deudor.
Pero no se le otorgaba si hubiera incurrido en dolo. Respecto a la rebaja de los
créditos, puede decirse que resulta el precedente de los convenios de quita y espera,
que son usuales en los concursos de acreedores y de quiebra.

1.10.4 Dación en pago:


Normalmente la dación en pago se ha entendido como un acuerdo entre acreedor
y deudor que se formaliza con el cumplimiento de la obligación en la forma
subrogada aceptada por las partes. Es un fenómeno que se origina con motivo del
pago y que debe distinguirse pulcramente de la novación por cambio de objeto.
Surgía esta situación, cuando el deudor tenía varias deudas frente a su acreedor y
efectuaba un pago. ¿A quién se debía aplicar primero? ¿es decir, a qué crédito debía
aplicarse? Si ni el deudor ni el acreedor lo declaraban, entonces el pago se aplicaba
primero a los intereses, si se debían, que a los capitales, y respecto a éstos, se tenía
en cuenta la gravedad que resultaba de la inejecución, v. gr., si la condena era
infamante respecto a unas deudas y no en cuanto a las demás; la existencia de
garantías (prenda, hipoteca) y a la antigüedad de la deuda; y si los créditos eran de
la misma fecha, el pago los extinguía proporcionalmente, lo que venía a ser una
excepción a la regla que prohibía los pagos parciales sin consentimiento del
acreedor.

El pago podía probarse, mediante documentos y testigos. En el Derecho justinianeo


los testigos debían ser cinco y el recibo o apocha no acreditaba el pago (si era
privado), sino hasta que transcurrían treinta días, ya que antes de ese plazo, el
acreedor podía impugnatlo mediante la exceptio non numeratae pecuniae (la
excepción de dinero no recibido). En cambio, se presumin el pago de la deuda, si el
acreedor destruía el titulo o lo entregaba al deudor Finalmente, en caso de evicción
de la cosa dada en pago, los clásicos estimaban que renacia la obligacion antigua;
tanto que los compiladores concedida al afectado una actio semejante a la
actio empi.
1.10.5 La compensación:
La compensación se da cuando una persona acreedora de otra era a su vez su
deudora; como consecuencia de ello se extinguían las deudas hasta la concurrencia
de la menor. Era una reciproca imputación de pagos de dos personas que se debían
entre sí, como decía Modestino: "Ia compensación es el balance entre sí de la deuda
y el crédito". La doctrina suele distinguir tres clases de compensación, a saber; la
convencional, que se opera por acuerdo de las partes; la judicial que decreta el juez
a petición de un interesado; y la legal, que se produce de pleno derecho tan pronto
como se presentan los créditos compensables." La institución presentó en un
principio mucha incertidumbre, la que no fue aclarándose, sino hasta la llegada del
procedimiento formulario.
La compensación es excepcional, y los casos son los siguientes:
1ro. En los iudicia bonae fidei, el demandado podía oponer la compensación por vía
de excepción, alegando un crédito contra el actor. En estos juicios, el juez poseía
amplios poderes y tenía en cuenta las reciprocas pretensiones de las partes. Para
que operase la compensatio, se requería que ambos créditos provinieran de la misma
causa, ex eadem causa.
Lo contrario sucedía en el Derecho estricto, donde el juez no podía tener en cuenta
el crédito que el demandado tuviera contra el actor, pues
se limitaba a juzgar según los términos del contrato.
2° Los banqueros (argentarii), cuando demandaban a un cliente que tuviera una
cuenta corriente con ellos, debían previamente deducir las deudas, del mismo
género, ya vencidas, que tuviesen contra el demandado, de no hacerlo, cometían
un plus petitio y perdían el pleito.
3ro. El bonorum emptor o adquirente del patrimonio de un quebrado, al demandar
a un deudor de la masa, debía hacer compensación, a fin de que al deudor se le
condene únicamente en lo que resta una vez deducido lo que le debía el concursado.
No incurría en plus petitio para exigir la totalidad del crédito, en el caso de que a su
vez los deudores tuvieran créditos contra el quebrado, pues era el juez el que hacía
la compensación en la condena. Las deudas podían no estar vencidas y aunque
fueran cosas de distinto género.
4 to. Rescripto de Marco Aurelio. Este emperador por medio de un rescripto extendió
la compensatio al terreno de los indicia stricti iuris mediante la oposición por el
deudor de la exceptio doli, pues se consideró que quien reclamaba cuando a su vez
debía, obraba con dolo. Derecho justinianeo: Al desaparecer el procedimiento
formulario, la compensación se convirtió en una institución única y de valor general.
Se aplicó a toda clase de acciones, tanto reales como personales y siempre que una
de las partes pudiera oponer a la otra un crédito válido, vencido, líquido, de fácil
prueba y de análoga naturaleza, al contrario, sin importar que los créditos
procedieran o no de diferentes causas ex eadem o ex dispari causa." En cambio, no
operaba la compensación, cuando se reclamaba la restitución de cosas dadas en
depósito, o de cosas arrebatadas con violencia; o contra créditos del Fisco o de las
ciudades. En este periodo, la compensación admitió nuevos requisitos que
agregados a los ya señalados serían: que las dos personas fueran acreedoras y
deudoras entre sí; que ambas deudas fueran exigibles, y vencidas; que las
prestaciones tuvieran por objeto cosas fungibles de la misma especie; que ambas.
deudas fueran liquidas (requisito añadido por Justiniano)," es decir, que pudieran
determinarse en los términos monetarios, y que los créditos existentes,
pertenecieran a los sujetos en la contienda; ejemplo: si un tutor a nombre de su
pupilo perseguía al deudor, éste no podía alegado el crédito que tuviera contra el
tutor. Además, Justiniano, dispuso que la compensación se realizara ipso iure, es
decir, independientemente de que se invocara por las partes

1.10.6. La Novación:
La Novación consiste, en la substitución de una obligación por otra nueva que
extinguía la primera. Los requisitos para que naciera esta figura eran: una obligación
anterior (civil, natural o pretoria); creación de una obligación nueva que substituía
a la primitiva, mediante una stipulatio, y un elemento nuevo aliquid novi que
diferenciara la nueva relación obligatoria de la anterior, que podía ser la persona del
acreedor, del deudor o la naturaleza de la obligación, o afectar el plazo, la condición
o las garantías. Posteriormente, y para evitar dudas si un acto jurídico debía
considerarse novado o no, Justiniano dispuso que la novatio tuviere lugar cuando
los interesados declararan de modo expreso su animus novandi (que vino a ser el
elemento subjetivo); es decir, la intención de las partes de novar, y no simplemente
la de crear una nueva obligación que se agregara a la primitiva.' Según Arias Ramos,
en el período justinianeo desapareció el requisito del idem debitum que no podía
cambiarse, pues se admitió la novación por cambio de objeto. La novación extingue
la deuda primitiva y crea una nueva obligación independiente de la anterior; tal
extinción lleva consigo la de todos los accesorios de la obligación, garantías reales o
personales. Además, purga la mora y suspende el curso de los intereses de la deuda
antigua.

1.10.7. Imposibilidad del cumplimiento:


La imposibilidad de cumplimiento es un modo extintivo de las obligaciones, que
libera al deudor sin responsabilidad, siempre que aquella sea sobrevenida, objetiva
y absoluta.
El art. 955 del Código Civil y Comercial dispone en su primera parte que “La
imposibilidad sobrevenida, objetiva, absoluta de la prestación, producida por caso
fortuito o fuerza mayor, extingue la obligación, sin responsabilidad”. Por su parte,
el art. 956 del Código Civil y Comercial refiere a la imposibilidad temporaria
indicando que “La imposibilidad sobrevenida, objetiva, absoluta y temporaria de la
prestación tiene efecto extintivo cuando el plazo es esencial, o cuando su duración
frustra el interés del acreedor de modo irreversible”
Para que la imposibilidad de cumplimiento extinga la obligación deben darse las
siguientes condiciones:
a) Debe ser sobrevenida
b) Debe ser objetiva en razón de un impedimento inherente a la prestación, sin
que ello se relacione con las condiciones personales o patrimoniales del deudor.
c) Debe ser absoluta, viéndose impedida de cumplimiento en su totalidad y no en
términos relativos.
d) Debe ser definitiva, por cuanto si refiriese a un impedimento transitorio no
habría imposibilidad.

1.10.8. Perdida del objeto:


El artículo 1156 del Código Civil dispone que la pérdida del objeto es la causa de
extinción de las obligaciones. Sin embargo, ha de señalarse que únicamente se
produce dicha extinción no en todos los supuesto de pérdida sino que tan sólo los
serían cuando dicha pérdida resultase no imputable al deudor, esto es, cuando la
misma supone un incumplimiento involuntario del mismo.

1.10.9. La muerte:
Muerte o capitis deminutio del deudor Algunas obligaciones se extinguen por la
muerte de uno de los sujetos. Este es el caso de las obligaciones que nacen de
delitos, y de algunos contratos, la sociedad y el mandato, por ejemplo, como
veremos más adelante.

1.10.10. La capitis de minutio:


A firmación muy usada entre los profesionales del mundo legal, tomando una figura
del derecho romano según el cual existían personas que, independientemente de su
edad, podían perder su ciudadanía y su libertad. La capitis deminutio, incluso la
mínima, también podrá ser causa de extinción de obligación.

1.11 Clasificación de los contratos:

1.11.1 Por su perfeccionamiento:


Algunas sólo tienen un valor histórico, en tanto que otras conservan su importancia
en el Derecho moderno. Si examinamos los contratos desde el punto de vista de su
formación, se clasifican en: verbis, litteris, re y solo consensu: verbales, literales,
reales y consensuales. Los verbis se prefeccionan por el empleo de palabras
solemnes. Entre ellos podemos citar la estipulación, la dictio dotis y el iusiurandum
liberti. Los litteris eran aquellos que se concluían a través de inscripciones o asientos
verificados en los registros o codex que acostumbraban a llevar los ciudadanos
romanos. Los re se perfeccionaban mediante el consenti- miento seguido de la
entrega de una cosa, tales eran: mutuo, comodato, depósito y prenda. Los
consensuales, se concluían por el simple consentimiento de las partes sin necesidad
de alguna formalidad, así: venta, locación, sociedad y mandato. También revisten
interés las clasificaciones siguientes de los contratos:
a) Formales y no formales. Los primeros requerían para su perfeccionamiento el
empleo de palabras solemnes: nexum, verbis, etc.; los segundos no exigían
solemnidad alguna entre ellos: reales y consensuales.
b) De acuerdo con la relación de dependencia que entre los contratos pueda existir,
se clasifican en principales, cuando desempeñan una función propia, existiendo por
sí mismos: venta, locación, préstamo; y accesorios, cuando su existencia no se
justifica sino en razón de otros contratos a los cuales iban unidos, ejemplo, la fianza.
C) También, se clasifican los contratos en nominados e innominados. Eran
nominados, aquellos a quienes la ley había dado un nombre venta, comodato, etc.;
y los innominados, aquellos que carecían de una denominación especial: do ut des,
do ut facias, facio ut des y facio u facias.

1.11.2 Por su interpretación:


Se dividen en: Contratos de derecho estricto y de buena fe. Los primeros, eran
aquellos que para su interpretación el juez no debía tomar en cuenta consideración
alguna extraña a los términos del mismo contrato. Los de buena fe, eran aquellos
que para su interpretación y ejecución, el juez gozaba de mayor amplitud de criterio.
Debía estatuir según la equidad, y tomar en cuenta la buena fe e intención presunta
de las partes de acuerdo con aquel principio que formulara el jurista Papiniano de
que en las convenciones debe atenderse, más que a las palabras a la verdadera
voluntad o intención presunta de las partes: in conventionibus contrahentium
voluntatem potius quam verba spectari placuit."

1.11.3 Por sus efectos:


En relación con los efectos de los contratos sobre las partes se clasifican en:
a) Contratos unilate tales y sinalagmáticos o bilaterales. Los primeros, engendran
obligaciones a cargo de una sola de las partes, como sucede en el mutuo y en los
contratos verbis y litteris. En los sinalagmáticos las obligaciones son para ambas
partes, v. gr., la compraventa y el arrendamiento. A su vez los contratos
sinalagmáticos se subdividen en bilaterales perfectos e imperfectos, con lo que se
entiende, respectivamente, que algunas veces nacen obligaciones recíprocas como
en el arrendamiento y la compraventa mientras que en otros sólo creaban
obligaciones para una sola parte, aunque por circunstancias eventuales podían nacer
también para la otra, v. gr. el comodato al concluirse no creaba obligaciones sino
sólo para el cómo datario, que cuidaba la cosa prestada; pero si realizaba gastos
para su conservación surgía a cargo del comodante la obligación de reintegrárselos.
Lo mismo sucede en el mandato, depósito y prenda. Estos contratos daban lugar a
dos acciones, una directa y la otra contraria.
Se podría decir que la clasificación de los contratos en "unilaterales" y
"sinalagmáticos o bilaterales" se basa en la reciprocidad de las obligaciones entre
las partes involucradas en un contrato.
Contratos Unilaterales: En estos contratos, solo una de las partes involucradas
asume obligaciones. Algunos ejemplos mencionados son el "mutuo" y los "contratos
verbis y litteris." En estos casos, una parte tiene obligaciones claras y definidas,
mientras que la otra parte no tiene obligaciones recíprocas.
Contratos Sinalagmáticos o Bilaterales: En contraste, en los contratos
sinalagmáticos, ambas partes tienen obligaciones recíprocas. Ejemplos de contratos
sinalagmáticos incluyen la "compraventa" y el "arrendamiento." Aquí, ambas partes
tienen obligaciones mutuas, como el vendedor que debe entregar el bien y el
comprador que debe pagar el precio.
Dentro de los contratos sinalagmáticos, se mencionan dos subdivisiones:
• Bilaterales Perfectos: En estos contratos, las obligaciones recíprocas
están claramente definidas desde el principio. Por ejemplo, en la
"compraventa," el vendedor se compromete a entregar la propiedad, y el
comprador se compromete a pagar el precio acordado.
• Bilaterales Imperfectos: En estos contratos, inicialmente, solo una de
las partes tiene obligaciones definidas, pero debido a circunstancias
eventuales, pueden surgir obligaciones para la otra parte. Por ejemplo, en
el "comodato," el comodatario (quien recibe algo en préstamo) no tiene
una obligación inicial, pero si realiza gastos para mantener o conservar el
objeto prestado, puede surgir una obligación para el comodante (quien
presta el objeto) de reintegrar esos gastos.

Esta clasificación de los contratos en el derecho romano se basa en la naturaleza de


las obligaciones y si son recíprocas o unilaterales, proporcionando un marco legal
para entender cómo se estructuraban las relaciones contractuales y cómo se
aplicaban las obligaciones y derechos en función de las circunstancias.

b) Contratos a título gratuito y a título oneroso. Según que obtenga ventajas uno
sola de los contratantes (acreedor o deudor) o que ambos saquen provecho de él.
Entre los primeros, tenemos el depósito que se hace en provecho exclusivo del
depositante; y el comodato, hecho exclusivamente en beneficio del comodatario.
Son a título oneroso la compraventa y el arrendamiento, porque implican sacrificios
o desembolsos recíprocos. tes citados contratos onerosos admitían una nueva
división: conmutativos, cuando las prestaciones a cargo de las partes eran ciertas, y
aleatorios cuando éstas dependían de un acontecimiento incierto, es decir, del azar.
El Código Civil clasifica como contratos aleatorios al juego y a la apuesta; el artículo
2764 del Código citado estatuye: "la ley no concede acción para reclamar lo que se
gana en juego prohibido. El Código Penal señalará cuales son los juegos prohibidos";
y el artículo 2768 dispone que: "la deuda de juego o de apuesta prohibidos no puede
compensarse ni ser convertida por novación en una obligación civilmente eficaz". Se
recomienda al lector leer los artículos del 2764 al 2773 para entender estos
contratos.
En resumen, esta clasificación de contratos se basa en la naturaleza de las
prestaciones, si son gratuitas o implican sacrificios económicos, y si las prestaciones
son ciertas o dependen de la incertidumbre o el azar.

1.11.4 Nominados e innominados:


Los contratos nominados e innominado. Eran nominados, aquellos a quienes la ley
había dado un nombre venta, comodato, etc.; y los innominados, aquellos que
carecían de una denominación especial: do ut des, do us facias, facio us des y facio
u facias.
Contratos nominados
Los contratos nominados en el derecho romano se refieren a contratos específicos
que tenían nombres y características bien definidos en la ley romana. Estos contratos
estaban regulados por las leyes y costumbres romanas y tenían reglas específicas
que determinaban sus términos y condiciones. Algunos ejemplos de contratos
nominados en el derecho romano incluyen:
Compraventa (Emptio-Venditio): Este contrato implicaba la transferencia de
propiedad de un bien a cambio de un precio acordado. Las partes involucradas eran
el comprador (emptor) y el vendedor (venditor). La compraventa era uno de los
contratos más comunes y fundamentales en el derecho romano.
Arrendamiento (Locatio-Conductio): En este contrato, una parte otorgaba el uso y
disfrute de una propiedad o bien a otra parte a cambio de un alquiler o canon. Las
partes eran el arrendador (locator) y el arrendatario (conductio).
Depósito (Depositum): El depositante entregaba un objeto o bien al depositario para
su custodia y posterior devolución. Las partes involucradas eran el depositante
(depositor) y el depositario (depositarius).
Préstamo (Mutuum): En este contrato, una parte entregaba una cantidad de dinero
u otro objeto fungible a la otra parte, con la expectativa de que se devolvería una
cantidad equivalente. Las partes eran el prestamista (mutuus) y el prestatario
(mutuarius).
Mandato (Mandatum): El mandante otorgaba poder a otra persona (mandatario)
para que actuara en su nombre y llevara a cabo ciertas tareas o transacciones
legales. El mandante (mandans) y el mandatario (mandatarius) eran las partes
involucradas.
Contratos innominados
Nacen estos contratos, cuando dos personas se ponen de acuerdo para realizar una
prestación a cambio de otra, y una de ellas realiza la suya, surge para la otra la
obligación de cumplir la contraprestación. Estos contratos se perfeccionan en forma
parecida a los reales, pero se diferenciaban de aquéllos porque la contraprestación
convenida en los innominados no consistía en la restitución de la misma cosa como
en los primeros, sino más bien distinta de la prestación previa del acreedor, que es
la que servía de causa.'
Se podría decir que estos contratos nominados tenían reglas específicas que regían
su formación, ejecución y resolución en el derecho romano. Cada uno de ellos estaba
definido por la ley y tenía características y obligaciones particulares. La formalidad y
el cumplimiento de las reglas eran fundamentales en la celebración de estos
contratos en el derecho romano.
El reconocimiento de estos contratos se realizó gradualmente; en
D. 19, 5. 5 (texto muy alterado por los compiladores) se clasifican los contratos
innominados en cuatro tipos:
I. Do ut des: doy para que des. Surgía cuando la prestación cumplida y la que debe
cumplirse tenía por objeto la transmisión de la propiedad de una cosa, v. gr., la
permuta.
II. Do ut facias: doy para que hagas. Si la prestación cumplida consistía en la
transmisión de la propiedad y la contraprestación en cualquier otro deber, v. gr., te
doy uno de mis esclavos para que manumitas uno tuyo; te doy mi reloj para que me
pintes un fresco.
III. Facio ut des: hago para que des. Era la hipótesis inversa a la anterior.
V. Facio ut facias: hago para que hagas, o prestación mutua de servicios, v. gr.,
dos empresarios se obligan a construir, uno para el otio, en diversas localidades una
casa de campo."
Como la creación de estos contratos fue paulatina, de estas convenciones no nacía
una acción con la cual la parte que cumplia la prestación convenida pudiera obligar
a la otra a cumplir la que le correspondía; solamente, la relación estaba amparada
por los principios del enriquecimiento indebido.
Por ello, el Derecho justinianeo tuteló los contratos innominados a través de medios
diversos; asi, tratándose de negocios do ui des y do us facias, la parte que cumple
la prestación puede pedir a la otra parte que no cumplió que le restituya la cosa
mediante la condictio que en el caso fue llamada por los justinianeos: condictio causa
data causa non secuta; o bien obtener el resarcimiento del perjuicio sufrido por el
injusto retraso en el cumplimiento, utilizando la actio doli (negocios facio ut des y
facio ut facias). Asimismo, y sin que medie retraso culposo en tal cumplimiento sino
únicamente por no verificarse éste, se puede reclamar la prestación mediante la
condictio ex poenitentia. Finalmente, cuando al contratante que cumplió con su
prestación no le interesaba recuperar la cosa entregada, sino que la otra parte
cumpliera con su contraprestación. en estos casos, se concedió primero para algunos
contratos especiales, y después en forma general para los contratos que
examinamos la actio praescriptis verbis.

1.12. Los contratos en forma verbal:


1. NOCIÓN
Los contratos verbis se perfeccionaban por el uso de ciertas fórmulas verbales, es
decir, pronunciando determinadas palabras solemnes, quedando así obligadas las
partes, de modo que, si los interesados se apartaban de ellas a pesar de que
constara claramente su voluntad de obligarse, el negocio no se consideraba como
contrato. Podemos citar los siguientes: La dictio dotis, el iusiurandum liberti y en
especial la stipulatio. Parece probable que, en la fase arcaica del Derecho, todo
negocio se verificaba per aes et libram (por el cobre y la balanza) es decir, ante
cinco testigos, el libripens, y con la pronunciación de palabras solemnes; así que
según las frases que pronunciaran las partes al celebrarlo, tomaba las siguientes
formas: a) Una mancipatio, cuando se transmitía la propiedad de una cosa mancipi.
b) El Nexum, préstamo de valores (dinero); se realizaba per aes et libram, o sea
pesando una cantidad de cobre en presencia de cinco testigos y pronunciando ciertas
palabras solemnes. En este negocio, el deudor (u otra persona), quedaba como
rehén, en poder del otro contratante hasta el cumplimiento total de la deuda. Al
correr de los años, el nexum se simplificó: el deudor pudo ofrecerse él mismo como
responsable, y en caso de faltar al pago en la fecha indicada, se aplicaba el
procedimiento de la manus iniectio descrita en la ley Decenviral. Entonces el
acreedor se llevaba al deudor a una cárcel privada o doméstica, allí lo retenía por
un plazo de 60 días, debía además llevarlo tres veces al mercado, para ver si alguien
quería liberarlo cubriendo el adeudo. Vencido el plazo, si el deudor no pagaba ni se
avenía con el acreedor, éste podía matarlo, o venderlo como esclavo fuera de la
ciudad.
Así pues, el nexum daba derecho al acreedor de ejercer la acción de la Ley citada,
sin necesidad de sentencia. Sin embargo, en el año 326 a. de C., la Lex Poetelia
Papiria, quitó al acreedor el derecho de proceder inme- diatamente con el deudor,
sin la intervención previa del magistrado. A partir de ese momento, el deudor en un
préstamo sólo respondía con sus bienes, mas no con su libertad o su vida. c) La
coemptio, venta de la mujer por quien ejerce la potestad a su futuro marido
(manus). d) El testamento mancipatorio.
2. LA DICTIO DOTIS.
Consistía en una solemne declaración verbal que hacía la mujer que iba a casarse,
si era sui iuris, o bien por el ascendiente varón, o por el deudor de aquélla, de
constituir dote. La obligación nacía de las palabras pronunciadas por el
constituyente: uno loquente. Perdió su importancia, cuando Teodosio II convirtió la
promesa dotal en un pacto legítimo, otorgando fuerza obligatoria a la simple
promesa exenta de forma.
3. IUSIURANDUM LIBERTI. Consistía en un juramento, por medio del cual, el esclavo
se obligaba frente a su patrono a prestarle ciertos servicios después de haber sido
manumitido; juramento que se repetía al otorgarle la libertad. El primer juramento
era un compromiso religioso, el segundo surtía efectos de una obligación civil, y
facultaba al patrono a exigir jurídicamente tales servicios.
4. STIPULATIO. Se puede definir como la convención expresada bajo la forma de
pregunta y respuesta verbal, que tiende a establecer una obligación. Además, en
ambas frases se debía usar el mismo verbo, así: ¿Spondesne dare centum?
¿prometes dar cien? decía el acreedor, y el deudor respondía: spondeo, lo prometo.
Esta figura, que sólo era posible entre cives, precisaba de los siguientes requisitos
para su formación en su modalidad antigua:
a) La oralidad. El sordo, el mudo y el infans no podían usar este contrato. Se debía
emplear el mismo verbo, si bien, después por obra del ius gentium, se usaron otros
verbos: fidepromittis? fidepromitto; dabis? dabo; facies? facio; garantizas?
garantizo; darás? daré; harás, haré, etc.
b) Los interesados debían estar presentes.
c) Unidad de acto o de tiempo, entre la pregunta y la respuesta; es decir, los
contratantes debían ocuparse únicamente de la estipulación.
d) La pregunta y la respuesta deben ser congruentes; es decir, res- onder
exactamente a lo que se pregunta.
e) Objeto. La stipulatio, en un principio sólo podía tener por objeto una suma de
dinero. Después se admitió para una res certa y para algunas cosas fungibles.
f) Carácter abstracto. Es, además, un negocio jurídico abstracto; la obligación nace
por la sola pronunciación de las palabras. El rigorismo de la stipulatio va sufriendo
transformaciones, a medida que nos acercamos al Derecho justinianeo; así, la
oralidad admitió con- cesiones, se pudieron emplear lenguas extranjeras, e inclusive
se permitió usar intérpretes, y se dejó de exigir que la propuesta y la aceptación
tuvieran la forma de una interrogación y de una respuesta. La unidad de acto y la
presencia de las partes sufren en la práctica, una transformación radical, merced a
la costumbre de redactar por escrito la celebración de la estipulación. Tal documento
era un medio de prueba, que sólo se destruía acreditando que los contratantes
estaban ausentes del lugar en que se decía haber celebrado la estipulación. Perdió
en el Dere- cho imperial su carácter abstracto, de las palabras pasó al consensus,
se transformó así, en un negocio jurídico causal. En esta virtud, el deudor pudo
oponer la exceptio non numeratae pecuniae, a una demanda basada en una
estipulación hecha por escrito, que tuviera como causa un préstamo que no hubiera
sido efectivo. Inclusive pudo el promissor pedir la nu- lidad del contrato por medio
de la querela non numeratae pecuniae (reclamación de dinero no recibido)
5. ACCIONES. -De acuerdo con el objeto de la obligación, nacían tres acciones: la
condictio certae creditae pecuniae si la estipulación versaba sobre una cantidad de
dinero; la condictio triticaria, si tenía por objeto una cantidad determinada de cosas,
y la actio ex stipulatu, para los casos en que la estipulación tuviera por objeto un
acto o una abstención, o una prestación indeterminada. La stipulatio fue un contrato
unilateral, y por ende, de Derecho estricto la utilidad de ella era considerable en
Roma, pues podía emplearse para atribuir fuerza obligatoria a toda una serie de
relaciones de derecho, que de otro modo habrían quedado sin sanción. (Así, para
crear la solidaridad, para unir al mutuo el pago de intereses, para obtener
indirectamente la stipulatio poenae, etc.)
6. División de las ESTIPULACIONES. -El emperador Justiniano en sus Instituciones,
divide las estipulaciones en: judiciales, pretorias, convencionales y comunes. Las
estipulaciones judiciales son las que provienen del oficio del juez, así: la caución de
dolo, la promesa de perseguir al es clavo fugitivo o de restituir su precio. Las
pretorias dimanan del imperium del pretor y también las edilicias; mediante ellas se
obliga a las partes a celebrar contratos verbales, a fin de dar protección judicial, a
situaciones que era justo asegurar. Estipulaciones de este tipo son: la cautio damni
infecti y la cautio legatorum. Las convencionales eran las que se forma lizaban
libremente; y son tantas cuantas fuesen las obligaciones concer tadas. Las
estipulaciones comunes eran ordenadas tanto por el pretor como por el juez; tales
son, entre otras: la cautio rem pupilli salvam fore et ratam rem dominum
habiturum.
7. ESTIPULACIONES DE ESCLAVOS E HIJOS DE FAMILIA-La persona sui iuris podía
adquirir la propiedad y demás derechos reales a través de las personas colocadas
bajo su potestad, así como los derechos de crédito. El esclavo era civilmente incapaz
de contratar, pero cuando lo hacía, se obligaba naturalmente. Sin embargo, se
admitió que en bene- ficio de su amo si podía realizar negocios jurídicos, para
mejorar el patrimonio de éste, mas no podía obligarlo. Para remediar esta situación,
el pretor dió a los terceros contra los amos las llamadas actiones adiec ticiae
qualitatis (acciones de cualidad añadida) para forzarlos a cumplir los deberes
contraídos por sus esclavos. El hijo de familia púber podía estipular, pero como nada
puede tener en propiedad, lo que adquiría pasaba a aumentar el patrimonio de su
padre, salvo que operara con sus peculios. Las obligaciones surgidas de las
estipulaciones realizadas por los hijos de familia estaban en general, sujetas a las
mismas normas que las de los esclavos, y daban lugar a las mismas acciones
pretorias mencionadas.
8. DIVERSAS APLICACIONES DE LA ESTIPULACIÓN. -Dado que la es tipulación más
que un contrato fue una forma de contratar, tuvo diversas aplicaciones. Así mediante
ella se perfeccionaban tanto negocios unila- terales como sinalagmáticos. A
continuación, estudiaremos la fianza que es una garantía personal y sus
modalidades, y que se establecía mediante contrato verbal.
9. LA FIANZA. -La fianza es un contrato verbal mediante el cual una persona (fiador)
se obliga a pagar la deuda de otro (fiado), si éste no cumple con su deber. Este
contrato es de carácter accesorio y requiere una obligación válida que la sustente;
mediante la fianza se podía garantizar cualquier obligación, incluso natural o futura.
Normalmente el fiador se obliga a la misma prestación que su fiado. La fianza se
podía establecer por menos del valor de la prestación principal, pero nunca por más."
La fianza romana surgió de la estipulación, y de acuerdo con el verbo usado en la
interrogación y en la respuesta, daba lugar a una sponsio, una fidepromissio o una
fideiussio. La sponsio, requería el empleo del verbo spondere. Los garantes sólo
podían ser cives, quienes se obligaban por medio de la siguiente fórmula: Idem dari
spondes? Spondeo: (¿te comprometes a dar lo mismo? me comprometo). Se
contraían solamente obligaciones verbis. Eran intransmisibles.
La responsabilidad de estos esponsores es la siguiente: son deudores, pues se
obligan a cumplir la misma prestación que el fiado; son deudores accesorios y no
podían prometer más que el deudor principal; y como resultaban mandatarios del
deudor principal, podían dirigirse contra éste si habían pagado al acreedor que los
había requerido. Cuando el mandato no había sido sancionado, el recurso citado se
cumplía por la Ley Publilia (daba derecho al uso de la manus iniectio). El pago hecho
por uno de los garantes liberaba a los demás. Después se sancionaron una serie de
leyes que regularon la situación de estos garantes, legislación que también se aplicó
a los fidepromissores.
Estas leyes eran:
a) La lex apuleia, dio a aquél entre los varios sponsores o fidepro- missores que
hubiese pagado, una acción contra los otros para repetir de cada uno de ellos la
parte que habría tenido que cubrir si la obligación se hubiese dividido.
b) La lex furia de sponsu, dividió la deuda entre todos los cofia- dores, existentes en
el momento del vencimiento de la obligación, y limitó su obligación a dos años.
c) La lex Ciceria, impuso al acreedor el deber de declarar el im- porte total de la
deuda y el número de garantes.
d) La lex Cornelia, limitaba la responsabilidad de cada fiador res pecto de un mismo
acreedor, hasta la suma de 20.000 sestercios al año. Al caer en desuso la sponsio,
le sucedió la fidepromissio que podía ser utilizada por los peregrinos, empleando el
verbo fidepromitto; ejemplo: ¿Idem dari fidepromittis? fidepromitto (¿empeñas
fielmente tu palabra para lo mismo? la empeño)." Normalmente los fidepromissores
estaban sujetos a las mismas reglas que los sponsores, que ya vimos.
La fideiussio.
En el Derecho justinianeo, la sponsio y la fidepromissio cayeron en desuso; sólo
quedó la fideiussio. Los fideiussores o fiadores podían ser ciudadanos o extranjeros,
siendo la fórmula: ¿ld fide tua esse iubes? fideiubeo. La obligación del fideiussor se
caracterizaba: por ser una obligación accesoria, iba siempre unida a una principal;
se empleaba no sólo en las obligaciones verbis, sino que se extendía a una obligación
futura; debía tener el mismo objeto que la obligación principal, por ello el fiador no
podía prometer más que el deudor principal, ni en condiciones más onerosas; podía
prometer menos, es decir, garantizar sólo parte de la deuda; la obligación del fiador
era transmisible a los herederos. La situación del fiador se reguló en forma más justa
en el Derecho imperial. Adriano fue el primero que concedió en el caso de varios
fideius. sores el beneficium divisionis, por él, el fiador requerido de pago en juicio
podía exigir del acreedor que dividiese su acción entre los varios cofiadores
presentes y solventes."" Justiniano introdujo el beneficium excussionis (beneficio de
excu sión), por medio del cual, el cofiador perseguido por su acreedor, podía exigir:
que éste procediera en primer lugar contra el deudor principal. Cuando el fiador
pagaba, tenía derecho a que le fuera cedida la acción que correspondía al acreedor
contra el deudor. En nuestro Código Civil los artículos 2814, 2815 y 2817, se refieren
al beneficio de excusión señalándose en que consiste y los casos en que beneficia
al que lo opone. Los artículos 2839 y 2840 se refieren al beneficio de división entre
cofiadores. La fianza como toda obligación accesoria, se extingue ya directamente,
o ya por vía de consecuencia. Finalmente, la fianza no se establecía únicamente por
la stipulatio, sino que también se formaba por el mandato cualificado o mandatum
pecuniae credendae, y por el constitutum debiti alieni (constituto de deuda ajena).

10. EL MANDATUM PECUNIAE CREDENDAE. Resultaba de la orden o encargo dado


por una persona (mandante) a otra (mandatario), de prestar una cantidad en
efectivo, o una cantidad de cosas fungibles a un tercero. Ahora bien, el mandatario
tenía contra el mandante la actio mandati contraria, para exigirle el reembolso de
los daños derivados de la ejecución del mandato y la acción que nacía del contrato
de préstamo.
Este mandato podia practicarse entre ausentes, a diferencia de la sponsio,
fidepromissio y fideiussio, que requerían la presencia de las partes; era, además, de
buena fe y no stricti iuris como las fianzas aludidas. Los beneficios de excusión y de
cesión de acciones se otorgan al mandante. Así como también el de división.
11. EL CONSTITUTUM DEBITI ALIENI. Surgía cuando una persona prometía pagar
en un día determinado una deuda ajena, consistente en ana cierta cantidad de
dinero o de cosas fungibles. El que se obliga venía a ser un fiador del deudor principal
y en esta virtud, el acreedor podía perseguirlo mediante la actio pecuniae constitutae
o constitutoria que en el Derecho prejustinianeo era anual, y bajo Justiniano
perpetua, y trans- misible. Además, en el Derecho justinianeo, el constituto pudo
tener por objeto, no solamente sumas de dinero o cosas que se aprecian por su
número, peso o medida, sino tanto cosas muebles, como inmuebles, cantidades o
cuerpos ciertos. Presentaba las siguientes ventajas frente a la fianza: podía
celebrarse entre ausentes, pues bastaba el simple consentimiento de las partes; el
acreedor gozaba de dos acciones distintas, una derivada del contrato primitivo
contra el deudor principal, y la otra pecuniae constitutae contra el constituyente.
Podía perseguir a todos los obligados. Si el constitu- yente había prometido más de
lo debido por el deudor principal, su obligación no era nula sino únicamente
reducible. Por último, también superaba al mandato y a la fianza, en que podía
prometerse un objeto distinto al de la obligación preexistente."
12. STIPULATIO POENAE. -Consiste en la promesa que hace una de las partes
contratantes a la otra, de pagarle una suma de dinero, en caso de incumplimiento
de la obligación. Se utilizaba para fijar de antemano la responsabilidad del deudor
en caso de incumplimiento, que, de otra suerte, quedaría incierta hasta que el juez
pronunciase la condena. Como vemos, la estipulación penal depende su eficacia de
una condi- ción: si el deudor no ejecuta su obligación. En nuestro medio, es muy
común el uso de la "cláusula penal", especialmente en los contratos de
arrendamiento y de compraventa, en los cuales, las partes señalan una cantidad
determinada de numerario a su favor; para el caso de que una de ellas incumpla el
contrato; véase el artículo 1840 del Código Civil, con la única salvedad de que esa
cláusula penal no exceda ni en valor ni en cuantía de la obligación prin- cipal (artículo
1843 del Código citado).
13. EL PRÉSTAMO ESTIPULATORIO Y LA EXCEPTIO NON NUMERATAE PECUNIAE.
Como ya se dijo antes el deudor se obliga aun cuando su deber careciera de causa
por ser la estipulación un negocio jurídico abstracto, de manera que el acreedor
podía perseguir a su deudor y recla marle el pago de lo que no le había entregado,
cierto que ya en el Derecho clásico pudo oponerle la exceptio doli, con la carga de
acreditarla, cosa muy difícil. Después el contrato se hizo constar en un escrito y si
tenía como causa un préstamo, y no se hubiese recibido por el deudor, se otorgó a
éste la posibilidad de oponer la exceptio non numeratae pe cuniae, que obligaba al
acreedor a probar la existencia de la stipulatio y de haber entregado la suma de
dinero objeto de aquélla. También pudo el deudor atacar al contrato mediante la
querela non numeratae pecuniae sin esperar la demanda del actor.
14. ESTIPULACIÓN DE INTERESES. EL ANATOCISMO. -Los intereses usurae
constituyen la remuneración que el deudor debía satisfacer al acreedor por la
privación de éste del capital debido. Dichos intereses constituían una obligación
accesoria y para fijarlos precisaban de estipu. laciones especiales a fin de que se
dispusiera de una acción para recla- marlos. La tasa de los intereses fue muy
variada; en tiempos de las XII Tablas el rédito máximo elunciarum foenus equivalía
a un 84%;' hacia el 342 a. de C. la Ley Genucia prohibió el cobro de intereses. En el
89 a. de C., un Pretor que trató de auxiliar a los deudores, fue muerto por los
usureros. Sin embargo, desde la época imperial, se restablece la tasa de los
centesimae usurae, es decir, una centésima del capital al mes o el 12% al año.
Justiniano, redujo la tasa legal al 6% -semises usurae, si bien permitió su elevación
en casos excepcionales (foenus nauticum). El anatocismo que ya desde la república
se había prohibido, se hace con más rigor bajo Justiniano; consistía en la cláusula
agregada al negocio, que consideraba a los intereses no pagados, como un capital
productivo de nuevos intereses. Desde la época romano-cristiana se combate con
singular energía la usura, y en la Edad Media, la Iglesia consideró todo interés como
usurario. Nuestro código civil prohíbe que los intereses se capitalicen. (Artículo
2397).
Bibliografía
Bravo, González, Agustín y Beatriz Bravo Valdés, Derecho Romano, Primera
Ed. Porrúa, 1974
Bravo, González, Agustín y Beatriz Bravo Valdés, Derecho Romano, Vigésimo
cuarta Ed. Porrúa,

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