Está en la página 1de 21

?::~"SQ ~r2L :\ "S"i\lli\10 . =:.

, ·-/-\ Y/-\S"/-\ 7
2us1 :\YO -su"2010 · ==- -=:-=·ye:--=-:../-\ e:.,·:..-:_--=:'/-\ v =· -=:-=·ye:--=- :..í-1 <?-=:'/-\e·/-\ 7
:\ TI -? :\"SQ ?::D"S"28 :\L. --·=-s:.-s ~:../-\Y/-\(?"/.\ -:;J
:\" "S"2"S1Q C :\ "SDli\l . Y=-/-\ -'.:'-=:'/."IS C/-\ Y"3/-\:.. =S
s J, \---l'..\2C =se:':., ·:-'=~e" 11 -='--=:'~~,- 7=" ==- ·s :=i
----L."180 :\7-:i\l :\ "S . :../-\ -='-=:'C'-='-=:'í-1 :' ='° :_ ec·<=
~"S :\ i\lCl:SCQ C :\ 717?03 .

L :\"Ll"S"2 :\i\10 "S0"SL"2$.


:_·y:-¡r:_· y c v:_/-\ =·:..ese-=-·/-\
=s -='/'."\
~~~D~~lC
-s·e:../-\
3C}l :\llB

~-=;' 7.~¡=os:
~03"2i\1DQ
"i\ 7"2-Sli\10 .

<58iblidtt:ctr
6'q¡a- de .Aht1rrt1s de Ás/JJritf.f
Cuestiones de ética y moral

Eutanasia
Pedro Belarmino
Gijón

§1. Planteamiento del problema dable» es sólo una determinación específi- 1


ca del término que únicamente el más ra-
l . «E utanasia» (eu = bueno; thana- dical hedonismo identificaría con la bon- «Proposición XIII condenada [por la
tos = muerte) es un concepto que, en apa- dad ética o moral (en el Gorgias platóni- Santidad de Inocencia XI el año de 1679,
riencia, y según su etimología, no puede co, Sócrates preguntaba ya: «¿Acaso es el día dos de Marzo]: Si con debida mo-
ser más sencillo y transparente : eutanasia agradable ponerse en manos de los médi-
deración lo ejecutas, puedes sin pecar mor-
talmente, entristecerte de la vida de algu-
equivale a «muerte dulce, tranquila ». Pero cos? ¿Acaso produce placer a los enfer- no, y holgarte de su muerte natural, pe-
sólo superficialmente es un concepto cla- mos el tratamiento que los médicos les dirla, y desearla con afecto ineficaz, no
ro. Solamente cuando nos abstenemos de imponen?», y sin embargo este tratamien- siendo por displicencia de la persona, sino
considerar los supuestos desde los cuales to es o se supone, bueno). Una muerte por algún provecho temporal.
esa claridad aparece (entre otras cosas: la agradable o indolora, en el sentido cenes- Proposición XIV condenada: Es líci-
desconsideración de los supuestos contra- tésico, no es, por ello, equivalente a una to absolutamente desear la muerte del pa-
rios). La sencillez del concepto de eutana- muerte buena en el sentido, no ya ético, dre, no como mal suyo, sino como bien
sia podría compararse con la sencillez y sino incluso biológico del concepto (una de hijo, que la desea, como por aver de
transparencia de una gota de agua limpia: muerte placentera «experimentada» por un tener una grande herencia.
pongámosla en el microscopio y dejará de individuo sano en plena juventud, pero 48 . Supongo, que el deseo se distin-
gue del gozo, en que este se determina
verse «limpia»; y aún cuando estuviese des- atiborrado de drogas euforizantes, podría al objeto presente, y ya adquirido, y aquel
tilada , si penetrásemos en su complejísi- considerarse como biológicamente mala). al objeto ausente.
ma estructura molecular, dejaría de ser Cuando se dice, como argumento princi- 49. Supongo lo segundo, que el de-
simple. La claridad y simplicidad del con- pal de los defensores de la eutanasia, que seo de la muerte puede ser directo, o indi-
cepto de eutanasia es un simple efecto de todo hombre «tiene derecho a una muerte recto: directo será, cuando primariamente
la ignorancia, de la trivialización , de la digna», ¿qué se quiere decir? O se pide se desea la muerte, y secundariamente el
falta de reflexión sobre los principios y el principio, o es mera retórica: pues muer- útil, que de ella se sigue. Indirecto, cuan-
co nsecuencias que el término implica. Más te digna no es solo muerte sin sufrimien- do primariamente se desea la utilidad pro-
bien habríamos de decir que quién afecta to. Entre los soldados prusianos tener de- pia, y secundariamente la muerte, por ser
tener «ideas muy claras» sobre la eutana- este medio para conseguir el emolumento
recho a una muerte digna significaba por
sia es un ingenuo que con su declaración propio. Uno y otro deseo se condenan en
ejemplo tener derecho a ser fusilado con estas dos Proposiciones.
demuestra tener las ideas tan oscuras que honores ceremoniales, al margen del pla- 50. Supongo lo tercero, que ay deseo
casi habría que dejarlas de ver como ideas. cer o del dolor que se experimentase. Una eficaz, e ineficaz: el eficaz es, cuando no
muerte indigna sería una muerte en la hor- solo se desea la muerte, sino también se
2. Ya el análisis de la misma estruc- ca, incluso con anestesia previa. procura , o intenta con algunos medios:
tura etimológica del término eutanasia el deseo ineficaz, aunque tiene por obj et o
-que parece la fuente principal de la pre- -thanatos traducido por «muerte», la muerte, pero no la procura, ni pone
tendida claridad- nos pone en guardia: medios para que suceda. El deseo eficaz
si resulta ser un concepto sencillo lo es
nunca es lícito, sino cuando est in sui de-
sólo después de haber impugnado una se-
fen sionem, cum moderamine inculpatae tu-
-eu es un prefijo griego que se tra- rie de ideas aun vigentes de índole religio- telae: o cuando la muerte se ejecuta por
duce por «bueno» y, en el contexto, por sa pero también filosófica o biológica &c ., autoridad pública.
«agradable», «tranquilo». Pero bueno (o que son indisociables y correlativas, como
su correlativo, «malo», indisociable del pri- el anverso del reverso, de la idea nada
mero) es término tanto biológico (buena sencilla de la Vida. Y esto bastaría para
salud) como psicológico (una cenestesia reconocer que «muerte» no es un concep-
agradable), ético (una acción heroica), mo- to sencillo, desde el momento en que su
ral (acorde con la costumbre) o jurídico simplificación requiere una reducción de
(bueno es ajustado a derecho) . Lo «agra- conceptos muy complejos. En el último

EL BASILISCO 69
(o) 1991. EL BA SI LISCO, 2~ Epoca, n ? 7. págs. 69-88 (Aptdo. 360 - 33080 Oviedo · Españ a)
es natural una enfermedad infecciosa? Lo rus. El concepto moderno de eutanasia in-
natural no es lo normal estadístico, por- cluye formalmente las operaciones (de sig-
que la norma cambia con el mismo nivel nificado biológico) ejecutadas por personas
histórico de la vida; y se sabe que muchos distintas del moriturus (con intención de
biólogos sostienen que incluso los límites favorecerle), generalmente el médico que
extremos de la norma vital de nuestra so- asiste a esa persona en un proceso termi-
ciedad (entre 75 y 80 años) son «antinatu- nal e irreversible, y no excluye las opera-
rales», si es cierto que la duración natural ciones de significado biológico del mori-
de la vida de un mamífero sería siete ve- turus dirigidas a quitarse la vida, pero
ces el período de maduración, es decir, siempre en ca-operación con la persona
en el hombre, unos 147 años. O, por el que administra o dispone la eutanasia (esta
contrario, desde una perspectiva pesimis- cooperación es lo que diferencia el suici-
ta, que supone que el mal está en la vida dio simple del «suicidio asistido»). Esta
misma, como «voluntad y representación», acepción moderna de eutanasia -que, en
¿no es la muerte un bien y, en consecuen- el fondo, no es otra cosa sino la acepción
capítulo de su gran obra, después de afir- cia, una buena muerte, una muerte euta- biológico-operatoria- se atribuye al filó-
mar que Don Quijote «entregó su alma násica, no es intrínsecamente un concepto sofo inglés Francisco Bacon en su Histo-
a Dios», explica Cervantes: «quiero decir, redundante? («ven muerte tan escondida ria vitae et mortis (1623). («En nuestros
que se murió». Esta explicación sugiere que no te sienta venir; porque el placer tiempos -dice el Canciller- los médicos
que Cervantes (¿acaso con mentalidad de morir no me vuelva a dar la vida»). hacen cuestión de escrúpulo y religión el
«epicúrea»?) no creía en la supervivencia estar junto al enfermo cuando este está
del alma; sin embargo, no podemos olvi- 3. Pero la bondad o maldad podría muriendo ... [sin embargo, los médicos] de-
dar que los cartesianos más espiritualistas ir referida a la «génesis», es decir, al pro- berían adquirir habilidades y prestar aten-
tampoco definían la muerte como algo que ceso mismo del morir, independientemen- ción a cómo el moribundo puede dejar
tuviese que ver con la «entrega del espíri- te de que el resultado de este proceso, la vida más fácil y silenciosamente. A esto
tu», con la separación del alma y del cuer- la muerte, se considerase bueno o malo. yo le llamo la investigación sobre la 'euta-
po, porque el alma -decían- se marcha Sospecho que el concepto de «eutanasia» nasia externa' o muerte fácil del cuerpo»).
del cuerpo cuando este muere, a la mane- está pensado en este contexto procesual, La eutanasia, en esta acepción específica,
ra como nos desprendemos de un traje con abstracción de la consideración del podría ser denominada «eutanasia médi-
cuando está ya demasiado usado. La idea resultado de este proceso, que es la muer- ca>> por cuanto corresponde, por defini-
de muerte aún en el sentido epicúreo ne- te; y sospecho que esta abstracción es la ción, al médico, el juicio sobre el estado
cesita, entre otros términos, la confronta- clave principal de la simplificación (o si terminal e irreversible de un enfermo o
ción dialéctica con la idea de muerte en se quiere, de la clarificación o trivializa- sobre la probabilidad prácticamente nula
el sentido cartesiano y en cualquier otro ción) del concepto de eutanasia. de recuperación de la vida psíquica en un
«solvente», y esto es cualquier cosa me- paciente «no terminal», en coma profun-
nos una tarea sencilla. Consideramos de importancia princi- do, por causa de un accidente o por naci-
pal distinguir, ya dentro de este contexto miento (anacefalia, &c.) . La eutanasia mé-
-buena muerte, eutanasia, no podrá procesual, la posibilidad de una doble pers- dica iría además generalmente acompaña-
dejar de ser, no ya por la oscuridad de pectiva según que el proceso se considere da de operaciones del médico entendiendo
sus componentes, sino también por su mis- en términos no operacionales o, por el por tales, ante todo, las acciones del mé-
ma composición, un concepto totalmente contrario, según que se considere el pro- dico (o de cualquier otra persona: fami-
oscuro y problemático. La composición de ceso como coordinado con una secuencia liares, amigos) encaminadas al efecto. Esta
esos elementos puede, en efecto, conside- de operaciones (tecnológicas, políticas, es la llamada eutanasia activa y hay que
rarse desde el punto de vista de la «es- &c.). subrayar que esta actividad ha de ser re-
tructura» o resultado de esa composición, ferida al médico (a sus operaciones) o a
o bien, desde el punto de vista de su ori- Parece obligado decir que el concep- la persona que la administre y que tal ac-
gen (de su génesis). to antiguo de eutanasia se dibujaba en tividad no excluye la cooperación del mo-
un contexto procesual pero no operatorio riturus. Esta cooperación tiene obviamen-
Ateniéndonos a la «estructura»: (al menos cuando nos atenemos dadas so- te muchos grados, desde el grado cero -
¿cómo pueden mantenerse reunidos, o den- bre el campo biológico). Sencillamente, el eutanasia involuntaria, incluso no
tro de qué condiciones, los conceptos de proceso de la muerte como «proceso na-
«bueno» y de «muerte». Pues, ¿acaso la tural», que no excluye operaciones «per-
muerte puede llamarse buena en alguna sonales» tales como hablar, testar, despe-
circunstancia? ¿no es siempre mala? Más dirse, &c. podría ser bueno o malo, desde
aún: ¿no es la muerte, con su siniestra el punto de vista del sujeto que la experi-
guadaña, el símbolo mismo del mal? Bue- menta. Una buena muerte, una eutanasia
na muerte, eutanasia, ¿no es algo así como -como la que, según Suetonio, tuvo
«circulo cuadrado»? Es cierto que desde Augusto (más adelante habremos de refe-
algunos supuestos biológicos podrá decir- rirnos a ella)- sería término adecuado a
se que la «muerte natural» es una muerte una vida buena o, al menos, llevada her-
normal o buena, y que sólo la muerte vio- mosa y gloriosamente.
lenta (por accidente, por asesinato, por
ejecución) podría ser llamada objetivamen- Pero el concepto «moderno» de euta-
te «distanasia». Pero, ¿cuál es el criterio nasia incluye algo mas que un proceso na-
de lo que no es natural? Por ejemplo, tural «bien llevado» a cargo del moritu-

70 EL BASJLISCO
genenco de eutanasia operatoria (por ac- 51. Supongo lo cuarto, que si el de-
ción u omisión) especificado por antono- sear ineficazmente la muerte de cualquiera
masia en la situación de la eutanasia mé- próximo, es pecado mortal, el desearla al
dica, puede extenderse obviamente abstra- padre, es duplicado pecado: uno contra ca-
ridad, por próximo; y otro contra piedad,
yendo el componente específico (médico)
por padre. Sic Lumbier observ. 7 n. 194.
y conservando el genérico, especificado por 52. Digo lo primero, que lo condena-
otras determinaciones diferentes. Las es- do en estas Proposiciones, es el desear ine-
pecificaciones no médicas (o sólo ideoló- ficazmente, o complacernos de la muerte
gicamente médicas, como sería el caso de del próximo, o padre, por emolumento
aquella interpretación racista del color de temporal, que sea de inferior estimación
los negros como pecosidad efecto de un a la vida. Ita Torrecilla tract.8 concl.l n.2
exceso de bilis -Samuel S. Smith- o bien fol.439. Consta del texto mismo de las
como un tipo de lepra benigna -Benjamín Proposiciones.
Rush) pueden ser múltiples, pero las más 53. Digo lo segundo, que no se con-
dena el decir, que es lícito el desear, o
importantes son las especificaciones jurí-
complacernos de la muerte propia, o del
voluntaria- hasta cooperación máxima. dicas, políticas o religiosas (que casi nun- prójimo, por motivo que sea de igual, o
Cooperación que, en el límite, puede ser ca actúan, por lo demás, separadas). Así, superior estimación a la vida: v.g. desear-
tan determinante que quepa considerar la hablaremos también de eutanasia en los se a si, o al próximo la muerte, por salir
operación como suicidio asistido, como ha procedimientos técnicos de ejecutar la sen- de una larga, y molesta enfermedad. Sic
sido el caso, en junio de 1990, de Janet tencia de muerte. Estos procedimientos Lumbier ubi suo n.190 & cum aliis, To-
Adkius, afectada de la «enfermedad de eutanásicos van desde engañar a los con- rrecilla ubi sup.concl.2 y 3 n.6.11 & seq.
Alzheimer», cuando pulsó el botón de un denados dentro de un programa nazi de Porque non est digna tanto dolore vita.
aparato inventado al efecto por el Doctor eugenesia racista (se les invitaba a pasar De que infiero con Torrecilla ibi, que
Jack Kevorkian, a fin de recibir una dosis a unas duchas de las que salían gases leta- es lícito el desear, y complacerse de que
letal de cloruro potásico que acabó con la justicia ahorque, y castigue a los mal-
les) hasta vendar los ojos de quien va a
ella. hechores, no haziendose por odio, o ven-
ser fusilado; desde la silla eléctrica - ganza. Es lícito también el desear la muerte
orientada a suavizar la horca- a la in- de los escandalosos, porque no sean oca-
Pero también la llamada «eutanasia yección letal. Pero también habrían de ser sión de ruina a las almas. Lícito es tam-
pasiva» (eutanasia médica pasiva) debería incluidos en el concepto de «eutanasia pe- bién al padre, que sabe que a su hijo le
ser considerada eutanasia operatoria, por- nal» el consuelo gastronómico (un ban- ha de castigar afrentosamente la justicia,
que ahora el médico (en general, la perso- quete a voluntad del condenado «en capi- desear y pedir a Dios, que le quite la vida
na que asiste al moriturus) no solo es el lla») o el consuelo espiritual. En los autos en la cárcel. Lícito es también el desear
que diagnostica la situación irreversible del de fe, si el condenado a la hoguera abju- la muerte al próximo, que si vive, se teme
paciente, sino que también conoce y con- raba de sus errores ya en el tablado, po- se ha de condenar: y así se puede pedir
trola los medios «artificiales» (operatorios) a Dios ut rapiat eum, ne malitia mutet
día obtener la conmutación de la pena a
para prolongar la vida del paciente aun- intellectum eius. Lo mismo dice Lumbier
muerte por fuego por la pena de muerte ubi supr. de la madre, que puede desear
que sea por días, horas o minutos, y para por garrote: esta conmutación tenía un sen-
evitar prudentemente todo tipo de «encar- la muerte a la hija, que por no poder
tido eutanásico, por relativo que este fue- darle estado, corre riesgo su honor.»
nizamiento terapeútico», de distanasaia. ra; la prueba es que muchos penitencia- Jaime de Corella, Practica de el con-
Ahora bien, dejar de emplear estos me-
dos se convertían a última hora buscando fessonario y explicación de las proposicio-
dios «artificiales» -y esto sin entrar a nes condenadas por la Santidad de N.S.P.
una muerte más dulce que la terrible muer-
analizar la frontera precisa entre lo natu- Inocencia XI y Alejandro VII, Lisboa 1695
te por las llamas.
ral y lo artificial o cultural- si no una (14ª impresión), pág. 160.
operación activa directa (una acción) es,
en general, una operación activa indirecta 4. Hemos distinguido el concepto de
(una omisión). En ocasiones, lo que se eutanasia en el contexto de los procesos
llama omisión es una operación activa po- que conducen a la muerte -diríamos, pa-
sitiva y técnica como tal operación, aun- radójicamente, a la «génesis de la muer-
que su objetivo sea tan «negativo» como te»- y aquí principalmente eutanasia vale
pueda serlo el desconectar el respirador tanto como suavización o dulcificación del
al cual el enfermo terminal está conecta- proceso del moriturus, y el concepto de
do. Un acto del médico, tanto si es ac- eutanasia en el contexto de la estructura
ción (respecto de los aparatos o fárma- o esencia de la muerte misma. Sin duda, 2
cos) como si es omisión (respecto de ellos) esta disociación puede establecerse en mu-
ha de ser valorado por sus efectos o con- chas circunstancias, de forma que sea bue- «Medios para alcanzar una buena
secuencias, y no porque, en sí mismo, re- no en un contexto lo que es malo en otro muerte.
sulte o no resulte activo en todo caso por (el «arsénico por compasión», tal como
relación a unos medios determinados. Em- lo imaginaba Jardiel Poncela, podía ser 1 º Pensar y hablar de ella con fre-
pujar a alguien desde un acantilado es un bueno aún por el procedimiento y aún por cuencia; 2° pensar que cada día es el últi-
homicidio activo, pero no es menos homi- la intención de las administradoras del ve-
cidio activo dejar de arrojar el salvavidas neno, pero la muerte por él obtenida sería
al naufrago. estimada como perversa, como un asesi-
nato, por cualquier jurado o por cualquier
Por último: el concepto «moderno» juez, y no sería considerada siquiera como
de eutanasia, que contiene el componente eutanasia).

EL BASILISCO 71
aparente claridad y sencillez del concepto algún significado a la expres1on « buena
de eutanasia requiere una enérgica crítica, muerte» (y ello sin necesidad de alcanzar
y esta incluye principalmente el regressus el radicalismo de Hegesipo, es decir, sin
hacia el contexto esencial o estructural. necesidad de afirmar que eutanasia es un
Es en este contexto en el que nos situa- concepto redundante, puesto que toda
mos en el momento en el cual comenza- muerte es buena) ya implica una cierta
mos a preguntarnos por el significado de idea de la muerte y excluye otras muchas
la muerte a la que, en todo caso, dicen (por ejemplo, todas aquellas que presupo-
tender los métodos eutanásicos, y este sig- nen que Vida es sinónima de Bien y con-
nificado es indisociable de las ideas que sideran a la muerte, como cesación de la
cada cual mantenga sobre la Vida. Pero, vida, como implicando una disociación ra-
paradójicamente, el análisis de estas im- dical del bien, como si fuese intrínseca-
plicaciones parece que nos llevan, por de mente mala, herencia de un pecado origi-
pronto, hacia horizontes filosóficos, incluso nal inspirado por el diablo o por la estu-
metafísicos «más allá del bien y del mal», pidez de la naturaleza).
Ahora bien, la disociación entre los por tanto, más allá de la escala a la que
procedimientos y sus resultados no puede se dibujan los conceptos de eutanasia o También podríamos coordinar las
considerarse como algo absoluto. Los pro- de distanasia, es decir, más allá del con- ideas de vida y muerte con las ideas de
cedimientos siempre tendrán componentes texto de justificación, que habría de refe- bien y mal de un modo no unívoco. Pero
genéricos susceptibles de ser juzgados al rirse en todo caso, a los contextos meto- cualquiera que sea la actitud que se adop-
margen de los resultados específicos. Sin dológicos, a la eutanasia en su sentido pu- te, lo que si parece innegable es que la
embargo, el juicio adecuado sobre un pro- ramente operatorio. Sin embargo esto no idea de eutanasia o buena muerte es indi-
cedimiento dado ha de tener en cuenta significará que los conceptos de bueno o sociable de la idea de la vida, con sus
la naturaleza del resultado específico, sólo malo -incluidos en el concepto de la bue- determinaciones de bondad o de maldad.
en función del cual puede llamarse pro- na muerte- puedan considerarse reduci- Y también se reconocerá que la coordina-
piamente «procedimiento». Ocurre como dos al contexto metodológico subjetivo, ción, intersección, &c. de estos pares de
con la conocida distinción de H. Reichen- dado el amplio margen de disociación po- ideas correlativas (vida/muerte, bien/mal)
bach entre 'contextos de descubrimiento' sible entre ellos. Aún cuando el concepto no es algo que pueda considerarse como
y 'contextos de justificación' en los análi- normativo de eutanasia (su justificación una tarea exenta, autónoma, una tarea que
sis del proceso científico. Sin duda, cabe moral, ética, &c.) no pueda prescindir de pueda mantenerse en el recinto configura-
una amplia disociación entre ambos con- los procedimientos operatorios, metodo- do por esos dos pares de ideas. En efecto,
textos, pero esta dialéctica no debe hacer- lógicos, sin embargo también cabe afir- las ideas de estos dos pares, y los pares
nos olvidar nunca que el descubrimiento mar que no se agota en ellos, y que, des- mismos, están a su vez vinculados a otras
sólo lo es tal en función de la justifica- de ellos, ese concepto se encuentra intrín- muchas ideas. Por ejemplo, la Vida, tan-
ción, es decir, del resultado; y que un «des- secamente conectado con algún componen- to en la tradición democrítea como en la
cubrimiento» no justificado no es ni si- te estructural o esencial de la idea de la tradición aristotélica, se vincula al Ser o
quiera descubrimiento, aunque comporte muerte según el tipo de articulación que al Acto, por lo que la Muerte se coordi-
algunas características genéricas con los solemos llamar sinecoide. nará con la No-Ser o con la Nada, por
descubrimientos genuinos (el «descubri- mucho que esta vinculación esté negada
miento» del eoanthropus dawsoni no fue En los párrafos que siguen examina- por el dogma cristiano de la resurrección
tal descubrimiento, pese a sus componen- remos sucesivamente el concepto de muerte de la carne y con la esperanza de la vida
tes genéricos de tal, sino un invento en en su contexto estructural o esencial (§§2) eterna (sin perjuicio de lo cual el epitafio
el que activamente colaboró el padre Thei- a fin de poder pasar al análisis del con- que hizo inscribir para su tumba de la
lard de Chardin). Así también, una «euta- cepto de eutanasia en su contexto norma- Catedral de Toledo el Cardenal Portoca-
nasia metodológica» (una buena muerte tivo. rrero reza así: «Pulvis, cinis, nihil»). La
en el contexto de su descubrimiento o, coordinación entre las ideas de la Muerte
si se prefiere, en un contexto psicológico y de la Nada constituyó el horizonte de
subjetivo) no puede confundirse con una §2. Muerte y fallecimiento la llamada, pese a la protesta de muchos
eutanasia esencial o estructural (una bue- de sus representantes, «filosofía existen-
na muerte en el contexto de su justifica- 1. Cuando hablamos de eutanasia es- cial» (el Sein zum Tode, el Ser para la
ción, o, si se quiere, en un contexto ético tamos intersectando, desde luego, aunque muerte de Heidegger, o el Ser y la Nada
o moral objetivo). Ni recíprocamente, se- de modos muy indeterminados, las Ideas de Sartre, la muerte como dada en la mis-
gún el principio: bonum ex integra causa; de Muerte y de Bien. Y esta intersección ma vida, &c.).
ma/um ex quoqumque defecto. Incluso en no es independiente de las intersecciones
el supuesto de quien, como «abogado de que puedan tener lugar entre las ideas co- 2. Cuando, a propósito de la eutana-
la muerte» -al modo de Hegesipo, el rrelativas de Vida y de Mal. sia, comenzamos por suscitar estas cues-
peisithanatos- defienda la tesis de que tiones ontológicas acerca del Ser y del No-
toda muerte es buena, acaso como el úni- Eutanasia es muerte, pero una muer- Ser, de la Vida y de la Nada, del Bien
co modo de purgar el delito mayor por te que, al parecer, puede determinarse y del Mal, es porque estimamos que el
los hombres cometido, el de haber naci- como buena. Esta determinación no tiene concepto mismo de Eutanasia o Buena
do, tendrá que tener en cuenta la bondad por qué considerarse como secundaria, es Muerte está implicado en ellas, y que en
de los procedimientos letales, de la meto- decir, como una especificación accidental vano podríamos ponerlas entre paréntesis.
dología eutanásica. del núcleo principal (Muerte) que subsisti- Esta pretensión podría con fundamento in-
ría tanto si se determina como buena o terpretarse como inspirada por una men-
De todo lo anterior se infiere que la como mala. Pues simplemente conceder tirosa voluntad de ocultación o de triviali-

72 EL BASILISCO
«reducir» la idea de la muerte al concepto mo de nuestra vida; 3° prepararse todos
positivo de organismo muerto o cadáver los días a morir; 4° llevar una vida arre-
(con lo cual eliminamos, desde luego, la glada, ejercitándose particularmente en las
definición de la muerte por medio de la obras de caridad; 5° morir espiritualmen-
idea de «aniquilación») sin que por ello te a sí mismo; 6° tener una viva confian-
za en Jesucristo y una tierna devoción a
consideremos que nos hemos logrado de-
María santísima, invocando con frecuen-
sentender de la idea de la Nada. La Muerte cia sus nombres dulcísimos; 7° ser muy
no será por tanto, a esta escala, una ani- devoto en meditar la pasión de Jesús y
quilación, sino una transformación del or- los dolores de María; 8° ser paciente en
ganismo vivo en un cadáver. Y el cadáver las enfermedades y en las contrariedades
no es la nada. El cadáver conserva, inclu- de esta vida miserable; 9° desear la muer-
so en general , la individualidad propia del te santamente y según la divina voluntad;
organismo viviente (los escolásticos habla- 10º confesar y comulgar como si de la
ban de una «forma cadavérica»). Es cier- sagrad a mesa debiéramos pasar al tribu-
to que la muerte puede comportar ya de nal de Dios; 11 ° prepararse por medio
inmediato (por ejemplo, la muerte en la de la oración vocal y mental; 12º invocar
zación de la muerte, y con ello de triviali- el patrocinio de los ángeles custodios, san-
zación de los problemas relativos a la bue- hoguera) una transformación tal del orga-
tos abogados, y una tierna devoción a San
na muerte, a los problemas de la eutana- nismo vivo que las partes formales de este
José. »
sia reducidos a un problema, importante organismo ya no tengan ningún coordian- Ramón Buldú (director), Diccionario
sin duda, de anestesia. Pero también es te con las partes del organismo muerto apostólico, tomo 5 º , pág . 221 (tomo X
cierto que cuando en el análisis de la idea reducido a cenizas (es decir, a partes ma- del Tesoro de oratoria sagrada, Librería
de eutanasia regresamos a una idea de teriales). Es cierto que, a largo plazo, el Católica de Pons, Barcelona 1860).
muerte tan primitiva como la que está su- esqueleto de Tutankamen está llamado a
gerida por la conexión de la Muerte con desaparecer y, como el de Cesar de Sha-
la Nada, o, lo que es lo mismo, con la kespeare acaso termino yendo a parar, con-
concepción de la muerte como aniquila- vertido en una peya de barro, en algo que
ción, nos ponemos en peligro (por no ci- está tapando el agujero de una tapia. Pero
tar el «peligro de recaída en la metafísi- estas pueden considerarse como transfor-
ca») no ya de alejarnos excesivamente de maciones ulteriores del cadáver y no inva-
3
la cuestión que nos ocupa (que es la euta- lidan la definición originaria de la muerte
nasia tomada eminentemente en la acep- como transformación del organismo vivien-
«Muerte terrible y espantosa la del
ción que hemos llamado médica), pues no te en un cadáver (que, con mayor o me- pecador a los ojos de la fe, aunque parez-
constituye ningún alejamiento el regresar nor velocidad, habrá de sufrir a su vez ca tranquila a los ojos del mundo.
a los componentes internos de una idea transformaciones ulteriores). Lo que nos
dada, sino el de no poder reanudar esas importa subrayar aquí es que esta defini- ¡Ay de mí! ¿qué manifiesta un peca-
ideas con el objeto formal de nuestro in- ción positiva de la muerte corno transfor- dor en el lecho de la muerte? Unos hijos
terés de ahora mismo. Por este motivo, mación y no como aniquilación no equi- desconsolados, una mujer afligida, toda
y no por la pretensión de liquidar estas vale por sí misma a una reducción des- una familia anegada en lágrimas. Lo pa-
conexiones, tantas veces maltratadas por cendente (de un nivel de complejidad su- sado le recuerda sus antiguas iniquidades,
perior a otro de complejidad inferior), una vida y un tiempo que empleó en de-
los metafísicos, es por lo que considero
desde el momento en que esta definición sórdenes, una vida y un tiempo que em-
prudente evitar comenzar concibiendo a pleó en desórdenes; pero ¡cómo se turba
la muerte (y, por tanto, a la eutanasia) positiva puede ser a su vez reabsorbida
su alma al considerar la incertidumbre y
en función de la nada (y, correlativamen- por una reducción ascendente que depen-
oscuridad de lo futuro! Llámase al confe-
te, comenzar concibiendo a la vida en fun- derá de lo que a su vez se entienda por sor, llega y se acerca al lecho. El mori-
ción del Ser o del Acto) para, en cambio, cadáver y lo que se entienda por organis- bundo pone en él los ojos, y a su vista
comenzar por una definición de Muerte mo vivo. se turba, quiere hablarle y no sabe qué
y correlativamente de Vida que, siendo más decir; no le queda ya mas que una hora
positiva y operatoria, deje abierta sin em- 4. Diremos en conclusión, que nues- de vida; ¿y qué es una hora para reparar
bargo la puerta para ulteriores análisis. tra definición positiva de la «transforma- los desórdenes de muchos años? Pero ¿qué
ción mortal» no constituye por sí misma, digo una hora? Ya asoma una palidez mor-
3. Es desde estos presupuestos desde ninguna reducción conceptual, desde el tal en los labios; su razón se oscurece y
sobreviene la agonía; ya el lúgubre sonido
los cuales parece conveniente comenzar re- momento en que su concepto está sinecoi-
de una campana mensajera de la muerte
duciendo (aunque con una intención me- dalmente vinculado a concepciones alter- anuncia a los hombres que pronto habrá
ramente coordinativa que no busca identi- nativas pero inevitables en torno a la vida un habitante menos en el mundo y un
ficar y en todo caso que no tiene el senti- orgánica y en torno al cadáver . La positi- réprobo mas en el infierno . Ministros del
do de una reducción descendente) la idea vidad de nuestra definición podría com- Señor, acudid; ese pecador os abandonó,
de Vida al concepto de «organismo vivo» pararse con la positividad de ciertos con-
(con lo cual, a la vez eliminamos, desde ceptos astronómicos que tanto asombro
luego, de nuestro horizonte, las pretensio- producen entre los historiadores de las cul-
nes de quienes conceden sentido al con- turas mayas. Pueden ser fijados, en efec-
cepto de una vida no orgánica, incorpó- to, mediante bastones de mira dispuestos
rea, espiritual, pero sin que esto equival- en ciertos ventanales de un templo, los
ga a identificar la idea de vida con algún ciclos de Venus de 584 días (el año de
concepto del campo categorial de la bio- Venus), estableciendo el período de 250
química). Así mismo comenzaremos por días durante los cuales él es «lucero ma-

EL BASILISCO 73
tensiones trascendentes y otros tienen pre- (2) Como modelo inmanente citare-
tensiones inmanentes (respecto del hori- mos uno que podemos considerar implíci-
zonte corpóreo de la propia vida orgáni- to en una distinción tradicional (la distin-
ca). Pero si bien los análisis trascendentes ción entre cantidad y cualidad) cuando esta
pueden considerarse irracionales, preterra- se aplica, de un modo que no deja de
cionales o simplemente metafísicos y, por producir sorpresa, a la Vida, dando lugar
tanto, poco adecuados para llevar a cabo a un «análisis» de esta idea en dos partes
un planteamiento preciso de la cuestión o momentos llamados «Cantidad de Vida»
de la eutanasia, sin embargo, no todo aná- y «Calidad de Vida» . De este modo, en
lisis inmanente garantiza, por serlo, un lugar del análisis de la vida en términos
planteamiento preciso del contexto onto- de cuerpo y de espíritu (o de vida mate-
lógico en el que el concepto de eutanasia rial y vida espiritual) nos encontramos con
ha de dibujarse. Presentaremos dos mo- un análisis de la vida en términos de can-
delos. tidad de vida y calidad de vida que se
aplica también, con mucha frecuencia, a
tutino» así como su «transformación», tras (1) Como modelo metafísico es casi la cuestión de la eutanasia.
noventa días de ocultación, en «lucero ves- obligado referirse al análisis tradicional de
pertino» durante 256 días, con ocho días la vida humana (o de la vida animal en La distinción entre cantidad y cali-
de ocultación hasta su reaparición como general) en términos de cuerpo y alma (o dad de vida es probablemente el resultado
estrella de la mañana (y entre los motivos bien: cuerpo , alma, espíritu), cuando se de extender, por parte de algunos sociólo-
de la identificación de la estrella de la sobreentiende (no es el caso de los epicú- gos, ecólogos, una distinción propia de
mañana con la estrella de la noche, po- reos) que el alma o el espíritu es una enti- la industria de producción en serie al cam-
dría incluirse precisamente esa igualdad dad de naturaleza incorpórea; pero tam- po antropológico. En la fabricación en se-
aproximada del tiempo de presencia). Aho- bién cuando , sin necesidad de afirmar la rie es obvia la distinción entre la cantidad
ra bien, estas determinaciones positivas no espiritualidad del alma, se mantiene la de un producto especificado (loza, cojine-
pueden sin embargo considerarse com~ creencia de un alma disociable del cuerpo tes, acumuladores, &c.) y su calidad; son
exentas o autónomas, puesto que para que orgánico, aún cuando esa alma segregada operaciones distintas el cómputo de uni-
ellas adquieran algún tipo de significación, conserve una materialidad más sutil al dades fabricadas (la cantidad) y el «con-
habrán de insertarse, de modo sinecoide, modo del periespíritu del Barón de Rei- trol de calidad» (incluyendo aquí en cali-
con concepciones alternativas que pueden chenbach o de otros espiritistas. Lo signi- dad propiedades y detalles dados dentro
ser muy distintas entre si. En el Asia me- ficativo es que el alma (o el espíritu) sean del prototipo del mismo lote o cantidad,
nor o en Egipto antiguo, parece que estas subsistentes, es decir, se les considere do- de suerte que la distinción entre cantidad
determinaciones positivas de Venus (o bien, tados de vida, aun después de la transfor- y calidad tiene lugar originariamente den-
otras semejantes) se percibían como ma- mación mortal por la que el cuerpo orgá- tro de un lote del mismo prototipo y por
nifestaciones de Astarte, lsthar o Athor nico se convierte en cadáver. supuesto entre lotes de prototipos diferen-
(con figura de vaca); los mayas -según tes : hay más cantidad de vino del año
se deduce de la «Tabla de Dresde»- ve(an Son obvias las consecuencias que el pero su calidad es inferior al vino de re-
esas determinaciones positivas tan afina- concepto metafísico de Vida ha de tener serva). Por extensión los sociólogos, &c.,
das desde su concepción mitológica del con relación a la Muerte y, en particular, hablarán de cantidad humana y de cali-
Dios Kukulkan (Venus), atado con una al suicidio y a la eutanasia. La muerte, dad de vida humana; pero, a diferencia
cadena extensible al Sol, su señor; desde en estas concepciones, en realidad, no será de lo que ocurre en la industria, aquí la
esa visión, la identificación entre el Luce- una muerte total. La eutanasia podrá in- referencia será originariamente la huma-
ro de la mañana y el Lucero de la tarde cluso encarecerse por un pitagórico, o por nidad en su conjunto (la cantidad huma-
se hacía posible. Nosotros percibimos las un espiritista o por un budista, como una na), la calidad de vida designará entonces
determinaciones positivas de referencia in- liberación de un alma que estaba aprisio- a las diferencias entre las diversas socie-
tegrándolas en el sistema newtoniano, den- nada en un cuerpo, liberación que le lle- dades, culturas o subculturas dadas den-
tro del cual Venus ya no está atado al vará o bien a reencarnarse en otros ani- tro de esa cantidad humana global. Desde
Sol por ninguna cadena ni es un Dios zoo- males o bien, en el mejor caso, a incorpo- luego, la propagación de esta distinción
mórfico ni un ser viviente, sino un Plane- rarse en un Nirvana inacabable, lo que industrial al campo antropológico, la dis-
ta muerto, o mortífero, desde cuya at- le permitiría al budista (si tuviese a bien torsiona notablemente y conduce a plan-
mósfera ácida se precipitan a la superficie aprender latín) interpretar, en sentido lite-
intermitentes lluvias de sulfúrico. Así tam- ral, aquella sentencia, más bien retórica,
bién, nuestra definición positiva de «trans- de Séneca el filósofo (Epístola 102, 23):
formación mortal» se articula sinecoidal- Dies iste [el de la muerte], quem tanquam
mente con concepciones alternativas del extremum reformidas, aeterni natalis est
organismo vivo y del organismo muerto, (este d(a, que temes como el último, es
del cadáver. natalicio eterno. Santo Tomás enseña que
la muerte (diremos nosotros: la transfor-
I. Ante todo tenemos que tener en mación mortal) no es un final propio de
cuenta lo que se entiende por organismo la «naturaleza elevada» (a la Gracia) del
vivo, puesto que nadie negará que este hombre original, sino que es un efecto
concepto es extraordinariamente comple- del pecado: por ello, la muerte es sequn-
jo, oscuro y confuso. Por consiguiente, dum se odiable, naturalmente, aún cuan-
que los tipos de análisis al respecto serán do sea apetecible propter beatitudinem
muy diversos entre si -unos tienen pre- (S .Th. 1,2,5,3,c).

74 EL BASILISCO
siones contenidas en esta metáfora, si se tal vez os despreció y aun persiguió du-
continúa, es la siguiente: que cuando la rante su vida; mas no le abandonéis en
calidad de vida desciende por debajo de el instante de su muerte; orad por él. Pero
una «línea de flotación» considerada mí- ya no tiene parte en vuestras oraciones:
nima (por ejemplo, la espina bífida) será se le aplica en los labios la imagen de
preciso desprenderse de esos niños de poca aquel Dios que murió por él, y no siente.
Llegó el término fatal: se cumplió el mis-
calidad, aunque sea suavemente, es decir,
terio de iniquidad; ya espiró; ya esta juz-
por medio de la eutanasia. Y que, en todo gado y condenado por toda una eterni-
caso, las inversiones destinadas a mejorar dad .»
ese tipo de pésima calidad de vida prácti-
camente irremontable , debieran desviarse
hacia un incremento más rentable de la «No es tan fácil morir bien como ge-
calidad de vida de otros grupos cuantita- neralmente se cree.
tivamente más numerosos, como puedan
serlo los tuberculosos o los ancianos. De ¿De dónde proviene vuestro error
un modo resumido: el concepto de cali- acerca de este punto, mis amados feligre-
teamientos muy burdos. La distorsiona
dad de vida servirá para expresar la pre- ses? Tal vez os parecerá que es cosa fácil
porque mientras en la industria los obje- morir con la muerte de los justos, y que
tos comparados son repeticiones individua- ferencia por las inversiones en beneficio
una buena muerte es obra de pocos ins-
les distributivas de un prototipo (los car- de la calidad de vida del conjunto de la
tantes. En tal caso os engañáis. No, no
buradores, los platos, &c.) en cambio ni tercera edad -cuya cantidad es muy alta- debéis estar en la persuasión que el morir
los individuos humanos ni los grupos so- frente al despilfarro de las inversiones bien consiste en hacer una confesión ge-
ciales ni las culturas pueden considerarse orientadas a elevar la calidad de vida de neral y recibir todos los sacramentos. Si
como repeticiones distributivas de prototi- un colectivo cuantitativamente menor, pero así fuera, ¡cuántos cristianos podrían glo-
pos dados, puesto que ahora la distributi- mucho más onerosas. En realidad aquí lo riarse de morir santamente! Pero ¡ah Dios
vidad, que existe desde luego en abstrac- que se está prefiriendo no es la cantidad mío! ¡Cuántos cristianos arden ya y arde-
to, está siempre dándose en el seno de a la calidad, sino una cantidad de vida rán eternamente en los infiernos, que hi-
las totalidades atributivas, en las cuales mayor a una cantidad de vida menor. cieron todo eso! Mas ¡qué! me diréis , el
morir con el saco y la ceniza, con el cru-
se diluye precisamente el concepto de can-
cifijo en las manos y rodeado de minis-
tidad y de cualidad, puesto que no cabe Ahora bien, cuando la distinción en- tros del Señor, ¿no es hacer una muerte
una ordenación de peor a mejor. Habría tre cantidad de vida y calidad de vida se edificante? ¿No son estas las señales de
que terminar considerando como calida- aplica, no ya a colectividades humanas sino una buena muerte? Sin duda que sí, juz-
des de vida diferentes la del terrateniente a cada individuo humano en particular, gando por las apariencias, convengo en
esclavista romano y la del terrateniente es- entonces puede adquirir perfiles grotescos, ello; pero no obstante de todo este santo
clavista americano diciendo que aquel te- ramplones, «gerundianos». Pues no du- aparato puede morir un cristiano como
nía una «calidad de vida» superior a la damos que Fray Gerundio de Campazas, un impío . Pues ¿en qué consiste morir
de éste o ambos a la de los siervos; habrá si hubiese conocido la distinción tal como bien? Prestadme vuestra atención , mis
que decir que la calidad de vida de un la aplican algunos «Catedráticos de Bioé- amados hermanos: morir bien consiste en
hospital medieval era inferior o superior tica» la hubiera extendido a cada indivi- morir sin pecado y sin afecto al pecado;
a la calidad de vida de un hospital con- duo en particular de modos similares a es morir después de haber borrado con
una amarga y dolorosa penitencia todas
temporáneo, puesto que la calidad de vida este: un obeso, que pesa cien kilos, y se
las ignorancias de la juventud y todos los
incluirá no solamente salud sino alimenta- somete a una eficaz cura de adelgazamien-
desórdenes de la vida: es estar sincera-
ción, no sólo arte y cultura, sino compa- to, habrá perdido cuarenta kilos de canti- mente dispuesto a padecer antes mil muer-
ñía, &c. De todas formas, el concepto de dad de vida pero habrá ganado en calidad tes que comprar cien años de vida por
calidad de vida mantiene un cierto signifi- de vida mensurable por la altura de sus una sola culpa mortal: es morir lleno de
cado operatorio abstracto, desde el punto saltos o por la velocidad de sus carreras. una fe firme, de una esperanza invenci-
de vista de la planificación económica, Todavía más, cambiando ahora el espacio ble, de un amor a Dios que exceda a cual-
siempre que vaya referido a bienes distri- (el volumen) por el tiempo, para acercar- quier otro amor, y de un amor para con
buibles, que suponen una posibilidad de nos a la cuestión e la eutanasia: «una vida el prójimo que iguale al que nos tenemos
alteración de los recursos o de los proyec- humana tiene un momento cuantitativo y a nosotros. Ahora pregunto: todo esto ¿es
tos en diferentes países o culturas. Tiene un momento cualitativo; el momento cuan- obra de un momento? ¿No es ridículo fi-
sentido decir que la calidad de vida de titativo se manifiesta en la duración de gurarse que será mas que suficiente pen-
Calcuta es peor que la de Londres; pero la vida medida en días, el momento cuali- sar en la muerte en el instante que venga
a sorprendernos? Luego es necesario que
se vuelve inútil y aún ridícula cuando se tativo se manifiesta en la conciencia de
un cristiano no pierda jamás de vista este
aplica a cualquier contenido o valor cul- si mismo, en el autocontrol, en la preocu- pensamiento, que tenga siempre presente
tural no distribuible. Habría que decir que pación por el prójimo, en la capacidad la hora de su muerte y que para morir
para un cristiano la «calidad de vida» de de lectura o de conectar el televisor, &c. bien muera cada día como hacia San Pa-
San Pacomio cuando reponía los piojos (y otra serie de criterios positivos ofreci- blo: No hay día en que yo no muera:
en su manto era muy superior a la de dos por los bioéticos). Habrá también, co- Quotidie morior».
un campeón olímpico. Habría que decir rrespondientemente dos concepciones de la
que un conjunto de cien niños con espina vida: la cuantitativista y la cualitativista.
bífida tiene menos calidad de vida que Para el cuantitativismo -sigue diciendo
un conjunto de cien niños sanos. Con nuestro catedrático de bioética- el obje-
todo, aquí se salva lo que la metáfora tivo primordial es conseguir que la dura-
de la fabricación industrial significa, aún ción de la vida sea lo más grande posible
cuando peligrosamente una de las conclu- (por lo que la eutanasia será en todo caso

EL BASILISCO 75
a Zeus la gracia de la muerte, y Zeus ac- posible la resurrección del cadáver? El dog-
cedió. Hasta aquí, el centauro Quirón pue- ma verdaderamente nuevo del cristianis-
de simbolizar al enfermo que clama por mo no fue el dogma de la inmortalidad
su muerte, así como Zeus puede significar del alma espiritual (que ya fue defendido
al médico benévolo que accede aplicar una por los griegos y por otros pueblos) sino
técnica eutanásica. Pero el mito no termi- el dogma de la «resurrección de la car-
na aquí. Y en ello estriba su sutileza, nos ne». Este dogma fue invocado una y otra
parece. Resulta que la única técnica euta- vez para oponerse a la práctica de la inci-
násica que Zeus podía utilizar era la susti- neración de los cadáveres, para mantener
tución del alma inmortal del centauro por su forma cadavérica individual o, de otro
un alma mortal de alguien suficientemen- modo, para transformar a las necrópolis
te generoso que quisiera asumir aquella (ciudades de los muertos) en cementerios
alma doliente. Este alguien fue Prometeo , (es decir, en dormitorios). Pero la idea
y por ello eternamente está obligado a su- de la resurrección de la carne -que redu-
frir los picotazos del águila que roe su ce a una cuestión secundaria todo cuanto
condenada); para los cualitativistas, la can- hígado. se relaciones con la eutanasia- parece en-
tidad de vida ha de sacrificarse a la cali- teramente irracional o, para decirlo al
dad, lo que justificaría la eutanasia (que II. En segundo lugar, la definición modo de Unamuno, se regula por un silo-
sin embargo reduce, sin justificación, des- positiva de transformación mortal, tam- gismo que no es el silogismo aristotélico.
de el punto de vista de su distinción, a bién ha de considerarse vinculada, de sino el siguiente silogismo cristiano: «todo
la eutanasia pasiva, administrada a un en- modo sinecoide, a concepciones alternati- hombre es mortal; pero Cristo resucitó:
fermo terminal inconsciente en quien un vas de la muerte. Consideremos las dos luego todo Cristo es inmortal».
encarnizamiento terapeútico, empeñado en siguientes:
toda costa en aumentar la cantidad de 5. Ante los conjuntos de alternati\as
vida, constituiría un despilfarro injustifi- (l) La transformación mortal, ¿afec- con los cuales suponemos que está vincu-
cado)». ta necesariamente a todos los organismos lada de modo sinecoide la idea positi\ a
vivientes o bien sólo a algunos, ya sea de la muerte (la «transformación mortal>,,
Nos parece evidente que una justifi- a titulo individual ya sea a titulo específi- podemos adoptar dos «estrategias» di fe-
cación de la eutanasia (al menos pasiva) co?. Suele sostenerse, por ejemplo, que rentes: optar por alguna de las alternati-
por «un grave deterioro de la calidad de un animal unicelular es intrínsecamente in- vas o bien, si ello no es posible (enue
vida» supone ya preguzgado al enfermo mortal, puesto que su «muerte» es en ri- otros motivos por razón de la misma idea
o al doliente irreversible por analogía a gor una pervivencia en sus sucesores (un positiva de la muerte) rechazar el conjun-
como se ju zga una pieza industrial fabri- tipo de inmortalidad que corresponde a to entero de las alternativas y regresar 2.
cada en serie perteneciente a un lote dado partes de los organismos pluricelulares que un planteamiento diferente .
(cantidad) pero que, al degradarse o dete- se reproducen por carioquinesis); pero todo
riorarse (en calidad) requiere ser sustitui- organismo pluricelular es mortal -todo Por nuestra parte no podemos man-
da por otra de mejor calidad y aún des- hombre es mortal- . Esta proposición no tener la primera estrategia, en lo que se
truida para evitar la contaminación. La debería ser aceptada ni por los judíos (en refiere a las alternativas propuestas en tor-
ramplona metáfora industrial de la canti- tanto que el profeta Elías, según dice la no al término a qua de la transformación
dad y calidad de vida aplicada a escala Biblia, no murió sino que fue arrebatado mortal, a saber, las alternativas que se
individual no tiene en cuenta, entre otras al Cielo en un carro de fuego) ni por los refieren a la idea del organismo viviente.
cosas, un momento esencial del proceso cristianos (en tanto creen que, aunque Je- No podemos optar entre el alma y el cuer-
de eliminación-sustitución de un individuo sucristo murió, en cambio su madre, la po (puesto que el cuerpo, en tanto se no~
por otro en el sistema social humano: Virgen María no murió propiamente sino da como contradistinto del alma no es lo
aquel por el cual se propaga (o puede pro- que sólo sufrió una «transposición » o mismo que cuando se nos da sin referen-
pagarse, según sean los individuos afecta- «dormición », antecedente de su ascensión cia a ella) ni tampoco entre la cantidad
dos) la degradación o el deterioro del in- al Cielo). Pero no sólo los judíos o los y la calidad. Nos resulta imposible enten-
dividuo sustituido al individuo o indivi- cristianos: no han faltado nunca , desde der de modo racional, no meramente mi-
duos que llevan a cabo la operación de ciertos planteamientos modernos, los pro- tológico, la transformación mortal como
la sustitución. Mucho más sutil se nos ma- yectos orientados a conseguir una vida or- una transformación que afectase al cuer-
nifiesta, en cuanto a la comprensión de gánica inmortal (la muerte, lejos de estar po (pero no al alma) o bien al alma (pero
este momento decisivo, el mito helénico programada en cada código genético, se no al cuerpo); y carece de sentido decir
del centauro Quilón, hijo de Cronos (dis- produciría por una alteración del metabo- que la transformación mortal es una trans-
frazado de caballo) y de Filiria (que acaso lismo que tiene que ver con situaciones formación de la calidad de vida pero no
habría sido la que comenzó por di sfrazar- coyunturales de los radicales libres; o bien, de su cantidad (por cuanto su masa per-
se de yegua). El centauro Quirón, como mediante enfriamientos suficientemente in- manece, y nos parecería disparatado pro-
semidios que era, tenía un alma inmortal; tensos, u otras técnicas criogénicas, sería ceder a «pesar el alma») o viceversa, sal-
sin perjuicio de lo cual fue herido una posible mantener indefinidamente vivo un vo pretender dar algún sentido especial a
vez por una flecha de Hércules que, como organismo, aún cuando su vida fuese la- los conceptos formales de transformación
es sabido, era incurable. Pero Quirón, a tente o virtual, pero sin por ello tener de- de la duración, limitación o terminación
pesar de estar herido de este modo no recho a confundir la transformación mor- de una calidad de vida dada en su grado
podía morir (en terminología de la socie- tal con la transformación criogénica. cero, la muerte. Todos los caminos los
dad industrial: pese a su «mala calidad encontramos aquí cerrados, y esta circuns-
de vida» no podía ser clasificado como (2) La transformación mortal, ¿es irre- tancia, por si sola, justificaría que volvié-
un enfermo terminal, eliminable). Pidió versible o bien es reversible? Es decir, ¿es semos sobre nuestros pasos a fin de bus-

76 EL BASILISCO
-_-- - -_ - :----
- - -- --·
====~
ble sino también necesario, desde posicio- Jacinto Montargon, Diccionario apos-
nes racionalistas mantener la segunda es- tólico, tomo 2° , págs. J99 y 201 (tomo
trategia en relación con los conjuntos de II del Tesoro de oratoria sagrada, Imprenta
alternativas propuestos en torno al termi- Católica de Pons, Barcelona 1858).
nus ad quem de la transformación mor-
tal, es decir, a la idea de la individualidad
muerta, del cadáver. Brevemente, expre-
saríamos nuestra tesis según la cual no
cabe dudar, en términos de racionalidad,
de la universalidad de la «transformación
mortal» (de la premisa mayor del «silo-
gismo fúnebre», todo hombre es mortal, 4
que no tiene excepciones) ni cabe dudar
de la irreversibilidad de esta misma trans- «Trata de la tentación del demonio
formación. La creencia en la resurrección a la hora de la muerte, conviene a saber,
car una conceptualización del terminus a de la carne es irracional, es un mito débil, de la impaciencia.
quo de la transformación mortal llevada porque incluso carece de la capacidad «mi-
a cabo según una escala distinta de aque- topoiética» suficiente para desarrollarse en Conosciendo y viendo el demonio as-
direcciones que obligadamente tendría que tuto que no puede inducir y engañar al
lla en la que se sitúan las alternativas que
recorrer, como serían las del siguiente te- que está en el artículo de la muerte en
hemos considerado inviables. Pero esta es-
nor: «¿en qué año de la vida y en que el pecado enorme de la desesperación, co-
cala podría caracterizarse como la escala miénzale luego a tentar de impaciencia y
de la individualidad biológica, la escala estado de la misma tiene lugar la resu-
poco sufrimiento, la cual procede de la
del individuo viviente, del moriturus en rrección?>> -pues el mito carecería de sen-
grande agonía y pasión que se pasa y siente
tanto que es un individuo humano. Esta tido si propusiese la resurrección de un
en las entrañas. Y dice el demonio así:
es la escala desde la cual se habla del alma cuerpo decrépito, en estado de agonía; el Dime, cristiano y buen hombre -qué lás-
y del cuerpo, de la cantidad (duración de mito de la resurrección de la carne no tima y grande piedad me mueve verte en
la vida) y de la calidad de vida. Ninguna tiene el sentido de la prolongación indefi- tanta agonía, rodeado de tantas diversida-
de estas alternativas tiene capacidad para nida de la agonía humana. des de penas-, ¿por qué sufres y quieres
conducirnos a un concepto adecuado de padecer tú esta grande agonía y dolores
la muerte humana en torno a la cual gira 6. Hemos de volver, por tanto, una incomportables, pues de todas las penas
la cuestión de la eutanasia. Ello es debi- vez fijadas las alternativas referentes al y trabajos que padeces agora no ternás
terminus ad quem de la transformación ningún provecho ni galardón? Pues, ¿por
do, nos parece, al carácter genérico de
mortal a una reformulación de las alter- qué te da Dios -a qué propósito- tan-
la «escala» de la individualidad. Pues la tas penas y dolores? Que no mereces tú,
individualidad orgánica desde la cual es- nativas propuestas para conceptualizar el
por cierto, la mitad dellas conforme a jus-
tamos tratando al moriturus es, sin duda, terminus a quo de esta transformación, ticia, pues tú tampoco no has hecho tales
un componente esencial pero no específi- en tanto quiere ir referida a la muerte pecados que sean dignos de querete dar
co de la muerte humana. Es una caracte- humana, en cuanto es humana. Pero, a ti ahora tan grandes tormentos y traba-
rística común a todos los organismos vi- como hemos dicho, cuando nos atenemos jos, con tanta crueldad. Y después desto,
vientes y, por ello mismo, mortales. Cuan- a la escala de la individualidad viviente, ¿no ves cuántos te están mirando y no
do muere nuestro perro también se tran , - la muerte humana queda reducida a su hay ninguno que se compadezca de ti en
forma su individualidad orgánica viviernc momento genérico , a la muerte en su sen- ayudarte? Todos te dejan y desean que
en un cadáver que mantiene la individua- tido zoológico, determinada sin duda en te mueras, y no te quieren dar lo que
lidad, incluso su nombre propio, en el mo- el hombre, pero mediante el tipo de espe- has menester, que por esto más presto te
cificación que llamamos subgenérica, es mueres y más males padesces, antes te de-
mento de ser enterrado. (También aquí
decir, mediante la mera reiteración del con- jan penar y no se les da mucho, lo cual
se aplican las alternativas de referencia, es contra toda razón y caridad, y sin nin-
¿muere el cuerpo o el alma del animal? cepto genérico zoológico de la muerte in-
guna piedad. Y puesto caso que tus pa-
¿se transforma su cantidad o su calidad?). dividual a la especie del animal humano . rientes y amigos, de palabras solas, mues-
Los primeros enterramientos practicados La muerte atraviesa así a los hombres y tran que te tienen compasión y lástima
ceremonialmente por nuestros antepasados a los animales y se mantiene «entre dos de ti, en verdad te juro, y a fe de quien
del paleolítico superior son enterramien- aguas», como el dolor, al que se refería soy que no acostumbro a decir mentiras,
tos de osos, almacenamientos intenciona- la sentencia de Nietzsche: «el dolor hace que ellos mismos desean ya verte muerto
les de restos de osos, como los de la cue- cantar a los poetas y cacarear a las galli- por lo que les has de dejar y han de here-
va de Drahenloch (en San Gal\). A esta nas». dar; y es cosa muy cierta -mira que te
escala, los problemas de la eutanasia son digo- que en ser tu alma fuera del cuer-
problemas comunes a los animales y a los Ahora bien, si la muerte humana pue- po, no querrán sola una hora tenerte en
de alcanzar algún significado específico an- casa de buena voluntad, y aun te digo
hombres. En nuestros mataderos, las téc-
por cierto que los mismos que están sir-
nicas de matar aves, cerdos o vacas, me- tropológico, será en la medida en que ella,
viendo desean que te mueras presto.
diante descargas eléctricas, tienen un sig- aún afectando desde luego a la individua-
nificado eutanásico, sin perjuicio de sus lidad humana (pues en otro caso, la defi-
implicaciones económicas, y ello es debi- nición positiva de la transformación mor-
do a que la muerte, cuando tomamos tal estaría fuera de lugar) no se mantiene
como término a quo la individualidad or- en el recinto de esa individualidad, sino
gánica, es un concepto genérico. que la transciende, produciendo efectos es-
pecíficos en alguna estructura humana fun-
En cambio nos parece no solo posi- damental de la que pueda afirmarse que

EL BASILISCO 77
cia inmediata en la cuestión de la eutana- pios), cuando las prólepsis normativas al-
sia, dada la proclividad de muchos auto- canzan un nivel de interacción tal que sean
res a invocar instituciones o costumbres capaces de «moldearn a los individuos ele-
(mores) de diferentes círculos culturales en vándolos, por anamórfosis, a la condición
las cuales se contienen prácticas de euta- de personas. Por ello, tampoco puede atri-
nasia pasiva o activa (aunque esta distin- buirse en la línea ontogenética, al embrión
ción, en el terreno etnológico sea más bien o feto humano, como si fuera una estruc-
etic que emic): los esquimales, por ejem- tura que brotase «de dentro hacia fuera»
plo, se recuerda con frecuencia, dejan a la personalidad (y esto sin perjuicio de
los ancianos en medio de los hielos del que el embrión o el feto esté ya plena-
poblado, con un poco de alimento, sin mente individualizado en sus rasgos ana-
que sepamos determinar bien si esta insti- tómicos y aún caracterológicos). La per-
tución es una eutanasia pasiva o más bien sonalidad sólo la adquiere el individuo en
una eutanasia activa indirecta. El «despe- una atmósfera social y cultural histórica-
nador» de algunos pueblos iberoamerica- mente dada, tal en la que, entre otras co-
está vinculada de modo interno con la pro- nos (indios huichales de Méjico, puelches sas, existen normas jurídicas que otorgan
pia individualidad orgánica humana. Así de Argentina, nativos del Puno del Perú) al individuo la condición de persona (en
planteada la cuestión es obvio que caben es un individuo que mediante un violento el código civil español, artículo 30, se dice
diversas alternativas y, sobre todo, muy vaivén dado a la cabeza del enfermo ter- que «para los efectos civiles [es decir, de
diferentes terminologías. Nosotros vamos minal, tumbado boca abajo, le desarticu- registro civil, sucesiones, honores -no
aquí a atenernos, por de pronto, a la dis- la las vértebras cervicales. El nombre de para efectos penales, por ejemplo, los que
tinción tradicional entre individuo y per- su oficio (des-penador) sugiere que no in- tienen que ver con los artículos 410 y 411
sona, establecida a través de los intensos tenta matarle, sino quitarle los sufrimien- del Código Penal] sólo se reputará nacido
debates teológicos en torno a la indivi- tos; traduciendo este concepto emic a nues- el feto que tuviere figura humana y vivie-
dualidad y a la personalidad de Cristo que tras coordenadas etic, estaríamos ante un re 24 horas enteramente desprendido del
culminaron en los Concilios de Nicea y caso puro de eutanasia activa indirecta. seno materno». La idea de persona impli-
de Efeso y que cristalizó en la consabida ¿Es eutanasia activa, directa o indirecta, ca pluralidad de personas y esta tesis está
definición filosófica de persona debida a la «eutanasia psicológica» practicada en de hecho reconocida en la misma teología
Boecio: naturae rationalis individua subs- algunos pueblos de China por la que, me- trinitaria, según la cual la atribución de
tantia. Desde luego, no podemos mante- diante unas ceremonias funerales terrorí- la personalidad al Dios aristotélico exige
ner el conjunto de presupuestos metafísi- ficas realizadas en presencia del moribun- reconocer en este Dios al menos tres per-
cos y teológicos que envuelven a la distin- do se consigue acelerar eficazmente la sonas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La
ción de Boecio, en particular, la concep- transformación mortal? Los venenos cán- idea de Persona -por tanto, la idea de
ción de la naturaleza de la racionalidad tabros de los que hablaron Estrabón o una sociedad de personas- es una idea
como ligada a un alma espiritual que, aun- Plinio, eran instrumentos de eutanasia ac- pura, no empírica, una idea constitutiva
que sirva para diferenciar al hombre de tiva o quizá de suicidio asistido o reco- y no meramente regulativa, a la manera
los animales, sin embargo, en principio, mendado. Ahora bien: todas estas institu- como el concepto geométrico de esfera es
no serviría para diferenciar al hombre de ciones, que son sin duda morales, en el una estructura constitutiva (y no empírica
las personas espirituales, angélicas o divi- sentido etnológico, en cuanto se refieren ni meramente regulativa) sin que por ello
nas, con las dificultades que ello entraña a mores de los pueblos, tanto pueden ser sea un concepto utópico o ucrónico, en
en cuanto a los problemas de la indivi- aducidas en favor de la eutanasia como el sentido en que es utópico o ucrónico
duación. En el contexto de la cuestión pre- en contra de ella, y esto en función del un «modelo deseable pero irrealizable o
sente, lo que nos importa es diferenciar significado «prehistórico», al menos resi- imposible» (sin perjuicio de que aunque
la individualidad orgánica humana (zoo- dual (salvajismo, barbarie, &c.), que se sea irrealizable, ese modelo utópico, en
lógica, genérica) de la personalidad hu- atribuya a estos pueblos, sin perjuicio de el sentido de Mannheim, tenga eficacia
mana, sin entrar en los problemas de la que sean hombres. Pues la pregunta no para modificar la situación social vigen-
diferenciación ulterior entre la persona hu- es si un «salvaje» es hombre; la pregunta te). Una «escalera continua» de Escher es
mana y posibles personas no humanas pero es si un salvaje es persona. Es decir, la un modelo imposible (utópico) como lo
que, en todo caso, desde perspectivas ra- cuestión es si cabe o no llamarle salvaje es un modelo de «movimiento continuo»,
cionalistas, no podríamos concebir como por el hecho de ser humano. Por lo de- sin perjuicio de lo cual estos modelos pue-
incorpóreas (en contra de Boecio). La per- más, el escepticismo ante el «buen salva-
sonalidad humana no se identifica con la je» como paradigma de moralidad, no im-
individualidad humana, ni intensional ni plica la consideración de los hombres ci-
extensionalmente. Todas las personas hu- vilizados como encarnación de tal para-
manas son hombres, sin duda, pero no digma. El hombre civilizado puede ser tan
todos los individuos de la especie hamo cruel y más que el salvaje; pero acaso el
sapiens sapiens son personas: por ejem- salvaje no pueda alcanzar, por serlo, un
plo, nadie habla de la persona de las ca- grado de «moralidad» tan elevado como
vernas, o de la persona de Neanderthal, pueda alcanzarlo el hombre civilizado.
pero si del hombre de las cavernas o de
Neanderthal. Para decirlo de otro modo La personalidad, suponemos por nues- ,_ -----~ 1
y rápidamente: la persona es una catego- tra parte, sólo puede constituirse a partir ~~~rrl~L~~y
ría que aparece en la escala histórica y de un medio social y cultural muy desa-
no prehistórica. Y esta distinción -nos rrollado (con un lenguaje que conste de
permitimos advertir- tiene una inciden- pronombres personales y de nombres pro-

78 EL BASILISCO
como la llevó Max Scheler al mantener Por estas y otras semejantes maneras
la segregación entre el ego y la persona. tienta el demonio a la persona de impa-
Cabría, según esta tesis, sostener que el ciencia al fin de su vida, la cual impacien-
ego, o algo similar , queda del lado de cia es contra la caridad, mediante la cual
la individualidad y que el ego aparece ya debemos amar a Dios sobre todas las co-
en la vida animal. Bernhard Rensch, en sas, haciendo que el demonio pierda su
su Hamo sapiens, dice que ya en las aves intento de ponerlo en contrariedad con
existe un comportamiento que hace pen- Dios. Y es de notar que a los que han
de morir muy grande dolor corporal les
sar en la presencia de un «complejo del
aumenta el demonio, empero mayormente
yo» y aún de una «conciencia de la perso-
a aquellos que mueren, no por muerte na-
nalidad al menos en sus estados previos » . tural, como el ahorcado, al cual viene el
Nosotros supondremos aquí, mantenien- demonio pocas veces, como se vee por ex-
do una posición intermedia entre las de periencia, empero a los que tienen acciden-
Scheler (que segrega el ego , de la perso- tes, como a los que tienen calenturas, mal
na) y la de Rensch (que incluye la perso- de costado y otras muchas maneras de do-
den alcanzar funciones gnoseológicas im- nalidad en el ego) que la persona desbor- lencias y tormentos, los cuales, a muchos, y
portantes como contramodelos o como da ampliamente al individuo y por lo tan- mayormente a los que han hecho la debida
modelos regulativos. Pero la idea de una to al ego individual, pero no porque pue- diligencia para el alma, como es haber vi-
da subsistir fuera de el, yuxtaponiéndose vido bien, los trae a los tales en tan gran-
sociedad de personas, como el concepto
a el según un esquema que podríamos lla- de tormento y turbación del entendimiento
de un gas perfecto, constituido por esferi- y con tantas maneras de tentaciones de im-
llas elásticas que chocan al azar, no son mar «nestoriano», sino porque lo incor-
paciencia e ira, que les hace murmurar y
tanto modelos deseables, regulativos, que pora en una «unión hipostática» que lo-
quejar de la pasión que sienten, y aun a
buscan ser realizados, cuando estructuras graría refundir, por anamórfosis, múlti- las veces del grande dolor e impaciencia
constitutivas por medio de las cuales han ples estructuras de la vida individual, con- que el demonio -según está dicho- y de
podido ya alcanzar su condición propia firiéndoles un alcance y significación otras maneras los trae delante, que les hace
diferenciada e inteligible procesos empíri- nueva, de suerte que incluso el hipotético medio frenéticos y fuera de seso, según
cos tan reales como puedan serlo un «tro- «ego animal» pueda quedar refundido ana- que algunas veces se ha visto en muchos.
zo» de la historia de una guerra entre dos mórficamente en un «ego personal» . Po-
Estados o un «trozo» del proceso de la dríamos expresar esta refundición acudien- Dice San Jerónimo que el que está
mezcla de dos gases que han sido inyecta- do al proceso de transformación del con- en tal agonía, teniendo bueno el entendi-
dos en un recinto cerrado. cepto de conducta (aplicable a las indivi- miento, y que este tal tenga impaciencia
dualidades zoológicas, a partir de un cierto y murmure de la pasión y trabajos que
nivel taxonómico) en el concepto de pra- Dios le da, que éste no ama a Dios, según
La persona no se agota en el indivi-
xis. Diríamos que los individuos animales debe. San Pablo dice que la caridad es
duo humano, pero tampoco porque la ha- paciencia y benignidad, y aquél que no
gamos consistir en algo así como una «con- (y el hombre, en su individualidad) des-
se conforma con la voluntad y querer de
ciencia íntima» alcanzada mediante un pliegan una conducta (etológica, psicoló- Dios a la fin de sus días, que no será
«salto a la reflexión», o como un indivi- gica), pero que en cuanto personas des- acepto a Dios su acabamiento. Por lo cual,
duo «dotado» de razón o de libertad, do- pliegan una praxis. Lo que equivale a de- cualquier cristiano deba procurar dispo-
tes que se supone brotarían en los indivi- cir que la persona no es tanto un concep- nerse mientras está sano, para que en el
duos humanos normales a la manera como to psicológico cuanto un concepto moral artículo de la muerte sea conforme con
en ellos brotan los segundos dientes. La o jurídico. Por ejemplo, los rituales zoo- la ley de Dios, que es su voluntad.»
personalidad es adquirida por lo indivi- lógicos se refieren a ciertas conductas que
duos humanos tan solo en un contexto estudian los etólogos; las ceremonias an- Jaime Montañés [carmelita valencia-
histórico colectivo, y sólo por ello la per- tropológicas se refieren a ciertas formas no], Espejo y arte muy breve y provecho-
sonalidad puede definirse por la «univer- de praxis humana más próximas a la at- sa para ayudar a bien morir, en el incier-
mósfera personal. to día y hora de la muerte, Valencia 1565,
salidad» del radio de sus normas prolépti-
2ª parte, cap. 5°.
cas, eminentemente de sus normas éticas,
morales y jurídicas. No es que la persona, En otro lugar («Los 'derechos huma-
por serlo, deba comportarse según esas nos'», en El Basilisco, segunda época, nº
normas éticas, morales o jurídicas: son esas 3, enero-febrero 1990) hemos considerado
5
normas, cuando son virtualmente univer- la virtud de la fortaleza como la virtud
sales, las que constituyen la misma perso- o potencia germinal de todas las demás Modelo de «Testamento Vital»
nalidad. Un individuo dotado de inteli- virtudes personales en tanto significa la
gencia «animal» (psicológica) sobresalien- misma realidad o impulso de la vida para La Asociación Derecho a Morir Dig-
te, en el momento en que se analiza al mantenerse en su existencia. La fortaleza
margen de toda norma ética, moral o ju- se manifiesta como firmeza cuando se abre
rídica, queda reducido a la condición de camino a través de individuo para termi-
un primate inteligente, y en la medida en nar en su propia individualidad personali-
que ese mismo individuo ya humano, se zada (Espinosa la definió así: «deseo por
haya podido desprender de toda norma, el cual cada uno se esfuerza en conservar
queda reducido a la condición de un «im- su ser en virtud del solo dictamen de su
bécil moral» . La personalidad, en resolu- razón») y como generosidad cuando se ter-
ción, no se reduce a la individualidad, sino mina en los otros individuos que constitu-
que la desborda ampliamente. Sin embar- yen la totalidad atributiva personal de la
go no queremos llevar tan lejos esta tesis que, desde el principio, formamos parte

EL BASILISCO 79
si, de márgenes bastantes estrictas, en fun- enfermedad, accidente o decrepitud con-
ción de las confluencias que constantemen- génita o senil está -corno se dice en len-
te tienen lugar entre los cursos individuales. guaje psiquiátrico- despersonalizado. Sin
embargo, y aunque jurídicamente el indi-
7. ¿Que significado tiene la transfor- viduo despersonalizado no es considerado
mación mortal del individuo para la per- como persona de pleno derecho, enlama-
sona? Pues el individuo nace y muere; pero yoría de los Estados (por no decir en la
la persona no nace, salvo por metáfora, totalidad) ha parecido prudente subordi-
ni tampoco muere (salvo por metáfora): nar el fallecimiento a la muerte, dada la
la muerte transforma al individuo en un posibilidad, por remota que ella sea, en
cadáver, pero no hay cadáveres de perso- muchos casos, de que el individuo des-
nas como tampoco hay embriones de per- personalizado se recobre en algún momen-
sonas (ver nuestra próxima cuestión de éti- to, aunque no sea más que para testar,
ca y moral sobre el Aborto). El «naci- como cuando se recobra diariamente des-
miento» de la persona, según hemos di- pués del sueño. Los desfallecimientos de
(Espinosa: «deseo por el cual cada uno cho, presupone un individuo humano la personalidad que tienen lugar anterior-
se esfuerza en ayudar a los demás y unir- altamente desarrollado. Podemos decir mente a la muerte del individuo no debe-
se a ellos en amistad»). Reformulando es- que, dado un individuo, en condiciones rían ser pues confundidos con un falleci-
tas ideas en el ámbito de las coordenadas adecuadas sociales e históricas, llegará a miento. Y en todo caso, no hay que olvi-
que hemos venido aquí utilizando podría- constituirse como persona. La «constitu- dar que la despersonalización que en nues-
mos decir que la fortaleza es el mismo ción» es a la persona lo que el «nacimien- tra sociedad de masas, amenaza cada vez
impulso de las individualidades para man- to» es al individuo. La constitución de con más fuerza a los enfermos terminales
tenerse en su existencia, por miserable que la persona es un proceso, como también y ancianos, es un efecto de esa sociedad
ella sea, como personas, añadiendo que lo es el nacimiento, pero dado a otra es- antes que un efecto meramente «biológi-
la firmeza es el mismo impulso de una cala. El idioma español tiene una palabra co». En la sociedad helenística, sin per-
individualidad en tanto que quiere seguir que, en su uso más propio, se aplica espe- juicio de todos sus horrores, podía sin em-
existiendo como tal según su propia for - cíficamente al «término de la vida perso- bargo decir Epicuro: «No es el joven a
ma personal y que la generosidad es el nal humana» pero no con propiedad al quien se debe considerar feliz y envidia-
impulso de una individualidad que tiende final de la vida individual zoológica (o ble, sino el anciano que ha vivido una
a ayudar a otros individuos humanos a humana pero en cuanto zoológica): es la bella vida ... El anciano ancló en la vejez
alcanzar o mantener su condición de per- palabra «fallecimiento» [la RAE define el como en seguro puerto y los bienes que
sonas. Fortaleza, firmeza y generosidad son fallecer como acabamiento de la vida, sin ha esperado antes ansiosa y dudosamente,
potencias (virtudes) individuales cuya fuen- precisar a que acepción de vida se refiere, los posee ahora ceñidos en firme y agra-
te es indudablemente biológica (zoológi- pero por el uso se deduce que se trata decido recuerdo» (Sentencias Vaticanas,
ca): un individuo enfermo o depresivo o de la acepción 10: 'persona o ser huma- 17).
subalimentado difícilmente puede ser fir- no']. En español decimos que «ha falleci-
me o generoso. Pero la fuente biológica do tal persona», pero sería ridículo decir Si la muerte del individuo no es una
individual no constituye por sí misma el que «ha fallecido tal caballo»: diremos que aniquilación -sino una transformación-
poder de su caudal. Este se constituye en ha muerto. Por tanto, la persona fallece, tampoco el fallecimiento de una persona
el curso mismo de la corriente canalizada no muere: muere el individuo. Si bien pos- es una «aniquilación», aunque en cierto
y concretamente en este caso, a través de tularemos (aunque esto exigiría un desa- modo cabría pensar que el fallecimiento
los canales que son las mismas personas, rrollo pormenorizado) que el fallecimien- de la persona se aproxima más a la ani-
ya dadas (esto plantea el problema que to de la persona se produce única y exclu- quilación de lo que se aproxima la muerte
ahora no es pertinente suscitar, del origen sivamente como consecuencia de la muer- del individuo en la medida en que no hay
evolutivo de la persona en la historia). te del individuo con quien está unido un «cadáver personal», es decir, que no
Por lo que un individuo sano y bien nu- hipostáticamente. Este postulado tiene mu- quedan «restos personales» a la manera
trido no será generoso si su personalidad cho de convención jurídica, pero en todo como quedan los «restos mortales» del in-
ha sido moldeada o conformada con figu- caso esta convención no es una «cantidad dividuo orgánico, después de su muerte
ras miserables y degradadas; ni podrá te- despreciable». Pues esa convención impli- (sin embargo, es interesante advertir que
ner firmeza si su personalidad ha sido edu- ca nada menos que el conjunto de las res- permanecen los llamados «objetos perso-
cada (de-generada) en el temor patológi- tantes personas está considerando como nales» que en la guerra, por ejemplo, se
co, en el miedo, en la desconfianza. Esto persona al individuo viviente que aún no recogen cuidadosamente y se entregan a
es tanto como decir que la firmeza se con- ha muerto, del mismo modo que fue un la familia). Pero esto es sólo un aspecto
forma como tal por la influencia de la conjunto de personas aquel que consideró de la cuestión. El otro aspecto es que
generosidad de los otros, así como esta persona al individuo recién nacido toda- -cuando nos fijamos en la variación re-
generosidad dejará de serlo -degenerando vía sin el «uso de la razón» y gracias al lativa implicada en la transformación mor-
en prodigalidad o en mera voluntad de cual su personalización puede considerar- tal del individuo y en el consecutivo falle-
poder- cuando desborda su objetivo pro- se corno un proceso abierto. Podría, sin cimiento de la persona- hay que recono-
pio, a saber, la conformación de la firme- duda, sostenerse la posibilidad de hablar cer que precisamente porque no quedan,
za ajena. Por estos motivos, la fortaleza de un fallecimiento de la persona anterior tras el fallecimiento «restos personales» en
-firmeza y generosidad- no deben en- a la muerte de su individualidad, de la el sentido intrínseco, es porque la perso-
tenderse como magnitudes constantes atri- misma manera por la que la persona se na, en cierto modo, no ha muerto sino
buidas a cada individuo en el momento constituye después del nacimiento del in- porque sigue «viviendo» en los demás (no
de su nacimiento. Son magnitudes varia- dividuo. Esto obligaría a retirar la condi- en sus restos mortales) de un modo más
bles que aumentan o decrecen, dentro, eso ción de persona a un individuo que por parecido a como vivía antes de fallecer

80 EL BASILISCO
morí-, «muerte digna» es para un samu- namente, miembro de la World Federa-
rai hacerse el harakiri si las condiciones tion of Right-to-Die Societies, le1rnlmeme
lo exigen; análogamente para un oficial constituida en España, difunde el sigui en-
prusiano ser fusilado . Quien firma un tes- te modelo patrón de Testamento Vir;I: di -
tamento vital reclama el derecho a una fícilmente se compadecen con un modelo
acabado las afirmaciones que hacen sus
muerte digna cuando se encuentra en es-
signatarios de testar de esta forma «si-
tado de reclamar, es decir, cuando como guiendo mi propio criterio, espontánea-
persona es capaz de prolepsis que antici- mente»:
pan el tiempo posterior a su muerte, es
decir, cuando la persona antes de su falle- [recto]
cimiento, puede preveer la muerte de su
individualidad y sabe que sin embargo, «Yo __ , DNI nº __ , mayor de
la sobrevive de algún modo. Pero, ¿qué edad, domiciliado en __ , hago constar
puede importarle a él cuando está reduci- que temo menos el adelantamiento de mi
do a la condición de individuo en coma hora final que a los sufrimientos inútiles
a como el individuo subsiste después de terminal la «muerte digna»? Nada salvo y la degradación e indignidad de la perso-
muerto y existía antes de morir. Porque lo que le importe como persona que no na, y, en consecuencia, considerando que
quiere «morir como un perro». Le impor- el transcurso hacia la muerte forma parte
siendo la personalidad una estructura que
ta como persona que «teatralmente» se de lo más íntimo del ser humano y que
se recorta en un espacio interindividual, nadie puede expropiarme lo que constitu-
en el que tienen lugar las influencias mu- representa a sí mismo , al redactar su tes-
ye la expresión máxima de mi derecho a
tuas de con-formación personal, habría que tamento, como un individuo que está sien- la intimidad como persona adulta, jurídi-
decir que una persona, después de falleci- do contemplado por otras personas. «No camente capaz, ciudadano libre en un pue-
da, puede seguir ganando, como el Cid, querer morir como un perro» es tanto blo libre, en el día de hoy, tras madura
batallas -o acaso perdiéndolas. Es decir, como querer ser reconocido al morir como reflexión y siguiendo mi propio criterio,
puede seguir conformando, influyendo o persona por las personas de su entorno, espontáneamente declaro:
moldeando a las demás personas y, por es tanto como reclamar una ceremonia fu- Primero. Si algún día llego a padecer
tanto, puede seguir actuando, es decir «vi- neral en la cual su retrato, o sus obras, enfermedad o daño físico grave y mani-
viendo» una vida personal y no meramen- sacudan, aunque sean por unos instantes, fiestamente incurable y que me cause gran-
te espectral. En algunos casos incluso el las aguas estancadas de las otras personas des sufrimientos o me incapatice para una
y dibujen en ellas algunas ondulaciones existencia racional y autónoma, no quiero
fallecimiento constituye el principio de una
más o menos recurrentes. ¿Qué otra cosa que se me obligue a respirar mediante una
mas amplia vida personal y de esto po- máquina, ni que se me alimente a la fuer-
drían citarse muchos casos, desde Pericles puede significar el derecho a una muerte
za, ni que por cualquier otro medio se
hasta Jesús, desde el Cid hasta Mozart, digna como un concepto contradistinto a
me mantenga indefinida y artificialmente
desde Mendel a Cezanne. Aquí cobraría la mera anestesia? Se ha llegado a la ram- en lo que para mí sería una insoportable
un sentido peculiar la sentencia de Séne- plona reducción subjetiva de la «dignidad caricatura de vida. Como ese estado sig-
ca, que antes hemos citado en otro con- de la muerte» que consiste en entenderla nificaría que ya había muerto lo que yo
texto : dies iste, quem tanquam extremum como un simple morir con anestesia y, considero que constituye realmente mi per-
reformidas, aeterni nata/is est. Podríamos si esto es así, es porque se parte ya de sona, pido que, si caigo en el mismo, me
comparar este proceso con el que tiene una degradación de toda la dignidad per- sean administrados cuantos fármacos sean
lugar en un estanque en cuyo centro exis- sonal a la condición de enfermo terminal necesarios para evitarme dolores y sufri-
te un foco de ondulaciones que se trans- ocupante de una cama anónima en una mientos y que se utilicen con este objeto
sala general de un hospital cualquiera. Otra todos los procedimientos disponibles aun-
miten en círculos concéntricos cada vez
idea de una muerte digna nos la ofrece que ello pueda adelantar el momento de
más amplios; el círculo focal es la perso- mi muerte total.
na individual viviente y las ondas son las Epicuro cuando en trance de muerte, es-
Segundo. Si me hallo inconsciente y
otras personas con-formadas por la pri- cribe a Idomeneo la carta siguiente: «Ha-
en la situación descrita en el párrafo pri-
mera: el proceso de transformación de las llándonos en el feliz y último día de mi mero, debidamente comprobada y certifi-
ondulaciones puede continuar aún cuando vida, y aún ya muriendo , os escribimos cada por al menos dos médicos, se segui-
el foco central se haya detenido, cuando así: es tanto el dolor que nos causan la rán las instrucciones de la persona que
el individuo ha muerto. De todas formas, estrangulia y la disentería que parece no yo previamente haya designado (véase al
parece evidente que salvo en casos excep- puede ser mayor su vehemencia. No obs- dorso) para le efectividad de lo solicitado
cionales (los casos de los llamados héroes tante, se compensa de algún modo con en dicho párrafo. En su ausencia, ruego
culturales), el fallecimiento de la persona la recordación de nuestros inventos y ra- cuide de ello el facultativo encargado del
lleva aparejada la extinción progresiva de ciocinios». caso; si rehúsa, debe transferirme a quien
su influencia en los demás, aunque nunca pueda y quiera cumplir mi voluntad se-
gún lo expresado.
su aniquilación, por infinitesimales que Recíprocamente , y esto es quizá el
Tercero. Respeto sinceramente toda
sean sus efectos. fondo de la cuestión: solamente cuando opinión u opción contraria y en la misma
las personas que sobreviven a la persona medida espero sea respetada la mía, que
La legítima exigencia de quienes en fallecida la honran, solamente entonces es se refiere a mi vida y a mi persona y
su «testamento vital» reclaman una «muer- cuando puede decirse objetivamente (y no
te digna» cobra pleno significado en este metafísicamente) que esa persona ha fa-
contexto y fuera de el más bien nos pare- llecido con dignidad, o acaso ha recupe-
ce retórica o metafísica. «Muerte digna » rado la dignidad perdida. Pero el indivi-
puede significar para un legionario roma- duo muerto nada puede saber de estas dig-
no morir de enfrente y no de espaldas nidades o indignidades. El individuo exis-
al enemigo -Pulchrum est pro Patria te, desde su muerte, en el mejor caso,

EL BASILISCO 81
tas fórmulas metafísicas se mantuvieron «Que cuando duerme y despierta
más bien en el proceso de reformular el [el hombre]
hecho mismo de la muerte humana, y ello cada día muere y nace»
no era poco. Sin embargo , estas fórmulas
podrían aplicarse también a la muerte de (es decir: que cuando nace y muere
un individuo animal: también su muerte el animal es como cuando despierta y duer-
es «suya», individual. No reside en esa me). Unicamente podemos formarno s la
individualidad de la muerte la peculiari- idea de la muerte personal en el contexto
dad de la muerte personal, ni llegamos de la sociedad de personas. No _es que
a la comprensión de la tonalidad «som- la «muerte de las otras personas» nos «re-
bría» que a esa muerte personal puede cuerde» nuestra muerte, ni siquiera nos
corresponderle eventualmente, apelando a la sugiera . No podría sugerirnosla siquie-
la Nada, porque , como ya hemos dicho , ra puesto que jamas la podemos experi-
la muerte no es una aniquilación, y por- mentar («cuando yo existo no existe la
que vincular la angustia con la nada, al muerte; cuando la muerte existe no existo
en otro mundo (el mundo de los cadáve- modo de Kierkegaard , nos parece mera yo» decían los epicúreos). La muerte de
res, aunque estén congelados a 150° crio- teología sin sentido («la angustia ante al las otras personas es la que constituye por
génicos bajo cero). muerte es angustia 'ante' el 'poder ser' sí misma la idea de nuestra muerte perso-
más peculiar irreferente e irrebasable», del nal , a la manera como las premisas cons-
7. La muerte del individuo implica § 50 de Ser y tiempo).
tituyen la conclusión del silogismo : todo
el fallecimiento de la persona y recíproca- hombre es mortal, yo soy hombre, luego
mente . Esta circunstancia nos autoriza a yo soy mortal. El individuo se reconstru-
Por nuestra parte, recurrimos a la idea
hablar de la muerte como condición del ye, por así decir, desde la persona: el in-
de la persona que hemos esbozado para dividuo viviente deja de «morir y nacer
fallecimiento, incluso como una muerte tratar de comprender tanto la naturaleza
personal en el sentido de que ahora el cada día» y alcanza la posibilidad de tejer
de esa peculiaridad de la muerte humana y concatenar las diferentes noches y días
proceso de la muerte puede comenzar a que nuestro siglo ha logrado dibujar como
ser percibido desde la persona y la indivi- en una totalidad o «esfera» espacio tem-
un hecho, como la tonalidad sombría que poral limitada en el espacio por su piel
dualidad de la muerte alcanzará un signi- corresponde adecuadamente a esa peculia-
ficado peculiar. Que la muerte es perso- y en el tiempo por una línea de horizonte
ridad. temporal -a distancia indeterminada, pero
nal y que por ella el individuo queda en-
cerrado en su absoluta privacidad (y la que puede cortar por cualquier punto a
La peculiaridad de la muerte perso- la duración- que es su muerte. Aquí re-
muerte determina unos límites indetermi-
nados que se aplican virtualmente a cual- nal podría ser deducida, en efecto, de la side, a nuestro entender, la razón de la
quiera de los puntos de la vida) es un misma peculiaridad que la persona huma- peculiaridad de la muerte personal , la ra-
secreto a voces, apenas disimulado por na tiene en relación con el individuo zoo- zón por la cual para cada persona la muer-
ciertas creencias y ceremoniales religiosos lógico. La vida humana de un primate, te es «asunto suyo». Porque sólo para la
que parecen destinados a encubrir este ca- o de un homínida , o de un hombre en persona la muerte puede dibujarse como
rácter privado del proceso de la muerte cuanto organismo animal está circunscrita un horizonte temporal y porque el suj eto
del individuo personalizado. En este pun- a un radio temporal tan limitado que pue- en torno al cual se centra ese horizonte
to ha insistido abundantemente la litera- de medirse en horas , ni siquiera en días. es un individuo animal tan concreto como
tura «existencial» y ella tiene el mérito No hay ninguna razón que autorice a atri- cualquiera otra individualidad animal. Sólo
de haber formulado enérgicamente -re- buir a un primate un «plan» o un progra- que está envuelto por un horizonte perso-
mont ando el bloqueo de las creencias reli- ma de acción que rebase el intervalo de nal.
giosas por un lado, pero también el de tiempo que su cuerpo necesita invertir para
la percepción biologista positivista de la alcanzar el objetivo apotético que se ofre- ¿Y por qué este horizonte mortal de
muerte por otro- la peculiaridad de la ce a sus intereses -lo que no quiere decir la persona humana habría de ir acompa-
«muerte personal» y la tonalidad «som- que su conducta no esté controlada por ñado de una tonalidad sombría? La tradi-
bría» (en el límite, angustiosa) que le co- factores que actúan a un ritmo de inter- ción cristiana responderá alegando que la
rresponde y que sólo artificiosas y frívo- valos temporales mucho más largos, pero muerte es efecto de un pecado, expiación
las llamadas a la alegría , a tetrafármacos que están regulados por «relojes natura- de una culpa; Kierkegaard pretendió en-
de diversa inspiración, pretenden disimu- les» que gobiernan los movimientos «por
lar (a la par que se disimula el cadáver encima de la voluntad>> del sujeto. En este
con una cosmética chillona a la que tan sentido, un primate no puede tener siquiera
aficionado es el kitsch yanqui) . Todo esto una idea objetiva que pueda aproximarse
puede tomarse como un hecho . Pero lo a la idea de la muerte personal. Por de-
cierto es que es un hecho que requiere cirlo así, cuando el animal entra en la
una comprensión racional. Martín Heideg- agonía, no estaría percibiendo algo muy
ger ofreció en el primer cuarto de nuestro distinto de lo que percibe al entrar en el
siglo fórmulas que se han hecho famosas sueño diario -al menos en el sueño de
apelando fundamentalmente a la idea de un día de fiebre o de hambre . Es al ani-
la «posibilidad de la imposibilidad»; idea mal, y no al hombre, al que -si no nos
destinada a lograr la comprensión del he- equivocamos- podemos aplicar, por sim-
cho de la muerte («la muerte es la posibi- ple inversión, los versos que Calderón en
lidad de la absoluta imposibilidad del Da- La cena del rey Baltasar pretendió aplicar
sein »). Nos parece, sin embargo, que es- al hombre, a su «peculiaridad»:

82 EL BASILISCO
(l) La primera raíz brotaría de la pro- no a la de otros y que se basa en los
pia individualidad sobre la que se edifica artículos 10,15,17,18 de la Constitución Es-
la persona, en tanto esa individualidad es pañola; en la Resolución 613/76 de la
vista desde el horizonte personal. Cabría Asamblea Parlamentaria del Consejo de
identificar esta raíz con el mismo termi- Europa, Doc-3699, Doc-3735, Rec-779, so-
bre los derechos de enfermos y moribun-
nus ad quem de la transformación mor-
dos; en la jurisprudencia internacional que
tal, es decir, con el cadáver. Si la idea
ha establecido que:
de la muerte procede, según hemos admi- - el constitucional derecho a la inti-
tido, de la experiencia de la muerte de midad acota un ámbito propio , personal ,
otras personas, es evidente que el conteni- del ciudada no, que incluye la opción a
do más positivo de esa muerte (por mu- rehusar tratamiento médico;
cho que los mitos de las animas circunvo- -ante sufrimientos estériles derivados
lantes o los mitos de la dormición lo disi- de lesión o enfermedad irreversible y gra-
mulen) es el cadáver. Y el cadáver se des- ve, el derecho a morir reivindicado feha-
compone y, por lo general, huele. El cientemente por un adulto capacitado,
proceso es análogo en los demás vertebra- como comprendido en ese ámbito priva-
dos -sólo que estos no forman, como do, tiene primacía sobre las razones ordi-
tender esta culpa como la misma expecta- narias de «interés público » o «bien co-
tiva que a la criatura mortal le abre la hemos dicho , concepto de la muerte. El
mún».
muerte al ponerle en presencia de Dios, hombre, llegado a un cierto nivel de desa- Cuarto. Si el azar de mi hospitaliza-
de un Dios cuya omnipotencia infinita re- rrollo social y cultural, tendrá que incor- ción me sitúa bajo la potestad de perso-
duce a la criatura a simple nada (res nata); porar estos datos positivos a su concepto nas que después de haber sido notificadas
Heidegger secularizará esta tradición, pres- de la muerte. ¿Tendrá algo de extraño que de este documento persisten en anteponer
cindiendo de ese Dios (no sólo explícita, este concepto incorpore por tanto las to- sus creencias a mi voluntad y me obligan
sino también implícitamente, pese a los nalidades siniestras que adornan al cadá- a soportar un tratamiento que expresamen-
cristianos heidegerianos que siguen hablan- ver? No es la presencia de la Nada, sino te rechazo, ruego a mi representante ad-
do de la esperanza) y dejando frente a la presencia del cadáver aquello que ha- hoc o, en su ausencia, al portador del
frente al Dasein con la Nada. Pero, ¿qué bría que tener en cuenta, en un primer presente, ponga los hechos en conocimiento
lugar, para comprender la tendencia que del Ministerio Fiscal acogiéndose al artº
tiene que ver la muerte con la Culpa, con
la muerte tiene a adquirir una tonalidad 124 de la Constitución y como posible-
Dios o con la Nada? Todo esto, ¿no es mente constitutivos de delito de coaccio-
pura y simple metafísica? Y si lo es , ¿por sombría.
nes previsto en el artículo 496 del Código
qué el horizonte mortal de la persona hu- Penal.
mana habría de ser sombrío? La «tonali- (2) La segunda raíz procedería, recí- Firmo esta declaración ante los testi-
dad so mbría», ¿no sería tan sólo caracte- procamente, de la misma dialéctica de la gos mayores de edad y no familiares míos
rística de algunas culturas pero no de to- persona en tanto es ella lo que ahora es que constan al respaldo, en __ el día
das las culturas? Es decir , acaso no fu era visto desde el individuo . La persona, tal de de mil novecientos __ .
una característica general antropológica, como la hemos concebido, implica una so-
«trascendental», por así decirlo , sino una ciedad de personas a las cuales se liga me- [verso]
característica meramente cultural, o, si se diante «conmutadores lingüísticos » que son
prefiere, folklórica. Confesemos que este la clave de su libertad, de su versatilidad, «Atestiguamos que el declarante ha
camino nos tienta por su positividad, al de su recombinabilidad, de la emancipa- firmado el documento anterior en nuestra
menos aparente. Sin embargo hay moti- ción de su conducta para tomar la forma presencia; ha mostrado hallarse en plena
posesión de sus facultades mentales y nos
vos no menos positivos que los que pu- de la praxis . Pero la praxis personal con-
ha expresado que lo consignado es fiel
dieran recogerse en el recinto de una cul- siste constitutivamente en actuar según pró- expresión de su libre y firme voluntad.
tura dada y que, aunque hayan tenido que lepsis (planos, programas) procedentes de Ante nosotros escribe a continuación
darse en alguna o algunas culturas con- anamnesis sociales, de operaciones con co- por su propia mano el nombre del repre-
cretas, son trascendentales a las demás cul- sas y con otras personas, planes y progra- sentante a que se refiere el punto Segun-
turas, en la medida en que ellas proceden mas que alcanzan un radio temporal cre- do y cuya designación permanecerá vigen-
de las dadas o reproducen independiente- ciente (diez años , un siglo , incluso un mi- te mientras no designe a otra persona.
mente una misma estructura. Y si las raí- lenio) y, en todo caso, están sometidos Nombre del representante ad-hoc:
ces de esa tonalidad sombría de la muerte a un ritmo de escala diferente a los rit- __ DNI nº __ ; domicilio __ .
fueran efectivamente trascendentales a to- mos circadianos de la vida individual. Las Los testigos suscribientes __ DNI
das las culturas (a la manera como la pena personas se constituyen pues a escala de n º __ ; domicilio y __ , DNI n º __
de infamia que el tribunal de la Inquisi- estos planes y programas. Pero esta esca- domicilio __ afirmamos que no obten-
ción imponía a un condenado podría ser la es inconmensurable con la de los rit- dremos beneficio alguno por el fallecimien-
to del declarante, por ningún concepto.
trascendental a todos sus herederos) ten- mos circadianos muchas veces de las vi-
Firmados con el interesado en el lu-
dríamos que interpretar aquellas culturas das individuales, y así, llega la muerte del gar y fecha expresados en el anverso .
o situaciones culturales excepcionales en individuo, o de otros individuos de su en- Ratificación. Habiendo transcurrido
las que la muerte es brillante y no som- torno , cuando la persona está implicada más de un año desde la fecha de la ante-
bría como resultantes de motivos particu- en programas o en planes que no contem-
lares que, en todo caso, habrá que cons- plan ni pueden contemplar la muerte del
truir a partir de la razón general. Abre- individuo. Es la contradicción conocida en
viando señalaré las dos raíces principales el refrán clásico: ars longa, vita brevis.
que podrían dar cuenta de esta tonalidad Esta contradicción o, si se prefiere, fraca-
sombría que suponemos corresponde, con so constitutivo, con todas sus ramificacio-
carácter general, a la idea de la muerte: nes, y no la presencia de la Nada, ¿no

EL BASILISCO 83
radamente» metafísicos o místicos. No pre- tiva, se regula por el escepticismo ante
tendemos conseguir la extinción de un tra- los argumentos «racionales» en pro o en
tamiento pragmático o metafísico de la contra, o, si se prefiere, se inspira no ya
cuestión de la eutanasia, pero sí obligar en la evidencia de la incapacidad de la
a estos tratamientos a demostrar su capa- cognitio sino en la evidencia de la incapa-
cidad de incorporación de los planteamien- cidad de la convictio. En cualquier caso,
tos dados a la escala de nuestro sistema el canal que más anchamente se abre al
mínimo. intuicionismo práctico es el canal de los
sondeos de opinión, o los argumentos de
2. Conviene tener en cuenta, en efec- autoridad y, sobre todo, las encuestas o
to, que todo aquel que se enfrenta axioló- los sufragios de un referendum con dos
gicamente con una cuestión como la euta- alternativas, si o no. Pues lo que ahora
nasia, suele proceder según tres métodos estamos haciendo es algo muy parecido
que casi siempre se dan disociados: uno a una medición estadística de las intuicio-
de estos métodos podía ser llamado intui- nes de cada cual (puesto que el método
puede dar cuenta de la tonalidad sombría tivo (por cuanto pretende poder juzgar estadístico prescinde de razonamientos).
que en general va asociada a la idea de axiológicamente de modo inmediato, en Nos acogemos al dictamen de la concien-
la muerte?. razón de «la cosa misma») mientras que cia intuitiva mayoritaria, y acaso sea esta
los dos restantes son discursivos (y aquí la metodología más prudente. En cualquier
el juicio axiológico tendría que ser «razo- caso, no constituye por sí misma la decla-
§3. La eutanasia, en su contexto normativo nado»). Ahora bien, en tanto que el dis- ración del primado absoluto del intuicio-
curso puede ser disociado, ya sea como nismo. Aunque sólo nos lleguen los resul-
1. En el párrafo anterior hemos pro- un regressus hacia los «principios», ya sea tados globales, no cabe olvidar que estos
curado determinan las líneas de un siste- como un progressus hacia las consecuen- resultados son el fruto, en gran medida,
ma mínimo de conceptos que fuera sin cias, si tomamos como punto de referen- de razonamientos llevados a cabo por el
embargo capaz de reformular los proble- cia el juicio axiológico en cuestión (en encuestado, o de los razonamientos que
mas más graves que hoy se nos plantean nuestro caso, el juicio sobre la eutanasia) se han enfrentado durante la fase de pre-
a propósito de ta práctica de la eutanasia, podemos hablar de un método principia- paración del referendum. Por ello, en lu-
que podemos suponer, en general, relati- lista y de un método consecuencialista (en gar de concluir: «es irracional admitir
v amente bien definida en el plano ética, en moral, en derecho, en estética). como válida una calificación ética o mo-
operatorio-positivo. El sistema de concep- ral de la eutanasia (o del aborto, o de
tos recién esbozado no porque lo conside- Ateniéndonos a nuestro asunto, me la pena de muerte, &c.) fundada en la
remos mínimo, lo hemos de considerar permito comenzar advirtiendo que una mayoría absoluta de sufragios» habría que
también autosuficiente. El es sólo, a lo gran cantidad de juicios sobre la eutana- decir: «cuando se ha producido esta ma-
sumo, un sistema alternativo entre otros sia han de considerarse como movidos por yoría absoluta de sufragios es muy proba-
sistemas vigentes, y sólo podría abrirse ca- una inspiración estrictamente intuitiva, por - ble que haya alguna razón objetiva, es
mino en polémica con ellos. La función que las «justificaciones», «condenas» o ra- decir, no es necesario que la mayoría haya
principal que atribuimos a este sistema mí- zonamientos verbales por medio de los cua- procedido irracionalmente». Con lo cual,
nimo de conceptos es la de manifestar no les se trata de apoyar el juicio, no son en todo caso, nos vemos también impul-
sólo que los problemas axiológicos que es- sino paráfrasis del mismo sentimiento in- sados a buscar razones. Pues en la intui-
tán implicados en la práctica de la euta- mediato de repugnancia o de adhesión al ción más oscura e irreflexiva de un ciuda-
nasia son internos a estas prácticas (y no «instinto» de acortar los sufrimientos de dano poco ilustrado cabe ver la cristaliza-
prejuicios artificiosamente sobreañadidos un enfermo terminal. El médico que dice: ción de sutiles razonamientos que han po-
a ellas) sino también que el juicio axioló- «me resisto a administrar la eutanasia a dido ser contrastados entre los antepasados
gico (ético, moral, estético) no es exento, un paciente, me repugna o me horroriza de su cultura: el simple usuario de un auto-
que no cabe hablar de una ética (o bioéti- cooperar a la muerte de alguien» o inclu- móvil no sabe ni termodinámica ni elec-
ca) de la eutanasia, como si se tratase de so cuando apela a la objeción de concien- trotecnia -pero la sabían quienes inven-
un conjunto exento de cuestiones (perte- cia, está acaso movido por una intuición taron el automóvil que hoy conduce «in-
neciente a una disciplina autónoma, lla- elemental y clara que no necesita de ma- tuitivamente».
mada ética o bioética) puesto que el siste- yores razonamientos. Lo malo es que, aun-
ma mínimo nos lleva desde su mismo in- que el médico en cuestión no necesite de Lo que ocurre es que la investigación
terior a la necesidad de tomar «decisiones más razonamientos, estos comienzan ne- de estas razones se reduce muchas veces
ideológicas» de carácter filosófico, políti- cesitarse cuando otros médicos dicen te- a buscar algún principio, regla o norma
co, religioso, metafísico o teológico, y a ner intuiciones no menos claras de signo en cuya esfera se encuentre incluido el jui-
comprometernos con ellas en la medida contrario. Es cierto que el recurso a la cio de referencia . Sin duda, hay aquí un
en que nuestro «juicio» sobre la eutanasia libertad de conciencia de cada cual puede razonamiento, un silogismo. Quien con-
sea firme. En cualquier caso, y al margen interpretarse como una entronización de- dena a la eutanasia invocando el «Quinto
de sus virtualidades propias, la principal finitiva del método intuitivo; pero tam- mandamiento», no matarás, hace más o
función adicional que atribuimos a nues- bién podría interpretarse este recurso (dada menos un silogismo de este tipo: «matar
tro sistema mínimo propuesto es la de mar- la inseguridad que a terceros ha de pro- a un hombre es pecado (el quinto manda-
car un nivel o escala en el planteamiento ducir el depender de la conciencia intuiti- miento no prohibe matar al cordero pas-
de los problemas de la eutanasia que nos va de quienes tienen capacidad de deci- cual); la eutanasia es matar a un hombre;
preserve de los tratamientos al uso en tanto sión) como una fórmula de transacción luego la eutanasia es pecado». Pero este
suelen ser o bien meramente pragmáticos meramente pragmática, una fórmula que silogismo, aún en el supuesto de ser acep-
(o retórico sentimentales) o bien «desea- más que inspirarse en una intuición posi- tada su menor, descansa en una premisa

84 EL BASILISCO
tar , por analogía, con otras situaciones rior declaración, la ratifico íntegramente
capaces de llevar, por ejemplo, al geron- ante los testigos (distintos de los anterio-
tocidio sistemático . res) Don __ DNI nº __ domicilio __
y Don _ _ DNI n º __ domicilio _ _
y escribo a continuación el nombre de la
Aceptada la necesidad de razonamien-
persona que será mi representante a partir
to en cuestiones morales y axiológicas en de hoy.
general, no podemos restringirnos a la me- Nombre del representante: __ DNI
todología principialista o a la metodolo- nº _ _ , domicilio __ .
gía consecuencialista. Sin duda, el con- Si en el futuro cambio de represen-
cepto de estos tipos de metodologías des- tante, lo haré constar ante testigos por
cribe bastante bien ciertas tendencias pre- nota adicional en este mismo documento.
ferenciales de quienes se enfrentan con Firmo esta ratificación con los testi-
cuestiones como las de la eutanasia; estas gos en __ el día __ de __ de mil
tendencias son identificables una y otra novecientos __ . »
vez, no solo a escala psicológica, sino tam-
mayor que a su vez es «intuitiva» o a bién a escala institucional. Cabría afirmar
lo sumo es un postulado al que se le pue- que los políticos (y, sobre todo, los repre-
de enfrentar otro del mismo rango: «ma- sentantes del poder ejecutivo) suelen razo-
tarás a un hombre cuando se den las cir- nar más por consecuencias que por prin-
cunstancias adecuadas» (y así Abraham es- cipios, y ello, por imperativo de su pru-
tuvo dispuesto a degollar a su hijo Isaac dencia política, mientras que los jueces,
por mandato divino). Así mismo , quienes representantes del poder judicial, razona-
invocan el principio «yo soy propietario rán más por principios que por consecuen-
de mi cuerpo y debo tener facultad por cias, sobre todo en aquellas Constitucio- 6
tanto para darme la muerte o pedir que nes que obligan a atenerse estrictamente
me la den» invocan un principio muy os- a los principios establecidos por la ley. Modelo de Testamento vital propues-
curo y aún metafísico (si yo fuese propie- Pero todo esto no justifica la disociación to por el Episcopado español el 27 de sep-
tario de mi cuerpo podría también, entre de ambas metodologías cuando tratamos tiembre de 1989:
otras cosas, venderlo a otro, esclavizarlo); de profundizar en la naturaleza de la cues-
y sobre todo, ese principio se neutraliza tión. Los principios (suponemos) no tie- «A mi familia, a mi médico, a mi
con principios opuestos: «el Señor (el es- nen una evidencia axiomática, sino que sacerdote, a mi notario:
clavista romano o Dios) es el propietario se fundan, de algún modo, en sus conse- Si me llega el momento en que no
cuencias; a su vez, estas consecuencias sólo pueda expresar mi voluntad acerca de los
del cuerpo del siervo; por tanto concluirá
alcanzan su significado pleno cuando se tratamientos médicos que se me vayan a
que la eutanasia debe estar prohibida, sal-
manifiestan a la luz de los principios. Es aplicar, deseo y pido que esta Declaración
vo en los casos en los cuales la vida del sea considerada como expresión formal de
siervo le resulte gravosa». En general, el el tejido «circular» de las proposiciones
mi voluntad, asumida de forma conscien-
principia/ismo nos pone delante de actitu- lo que constituye el verdadero contenido te, responsable y libre, y que sea respeta-
des rígidas, apriorísticas, y muchas veces de un tratamiento racional. Y este tejido da como si se tratara de un testamento.
absurdas precisamente por no tener en se forma a partir de hilos muy diversos Considero que la vida en este mundo
cuenta las consecuencias de las premisas: capaces de entramarse y anudarse en un es un don y una bendición de Dios, pero
Fiat justitia, pereat mundi. Kant, según sistema más o menos coherente, pero nun- no es el valor supremo y absoluto . Sé que
nos refiere Thomas de Quincey, llevó sus ca exento. Un mínimum de sistema es im- la muerte es inevitable y pone fin a mi
exigencias de veracidad incondicional has- prescindible para poder proceder a un aná- existencia terrena, pero desde la fe creo
ta el extremo extravagante de afirmar que lisis razonado de las cuestiones éticas y que me abre el camino a la vida que no
si alguien ve a una persona inocente que morales implicadas en la cuestión de la se acaba, junto a Dios.
eutanasia. Por ello, yo, el que suscribe __ ,
huye de un asesino y este último le inte-
pido que si por mi enfermedad llegara a
rroga, su deber será contestar la verdad estar en situación crítica irrecuperable, no
y señalar el escondite de la persona ino- 3. La cuestión principal que, desde se me mantenga en vida por medio de
cente, aunque tenga la certeza de que con nuestro «sistema mínimo » tenemos que tratamientos desproporcionados o extraor-
ello será causa de un asesinato. plantear y resolver podría formularse en dinarios; que no se me aplique la eutana-
estos términos de aspecto meramente gra- sia activa, ni se me prolongue abusiva e
Parece más prudente razonar «miran- matical: «el thanatos contenido en la pa- irracionalmente mi proceso de muerte; que
do a las consecuencias». Pero ocurre que labra compuesta eutanasia, ¿debe ser tra- se me administren los tratamientos ade-
las consecuencias que pueden ser contem- ducido por muerte o por fallecimiento o cuados para paliar los sufrimientos.
pladas son muy diversas y no siempre con- por ambas cosas a la vez?». Pido igualmente ayuda para asumir
cuerdan entre sí. Así, unos justificarán la cristiana y humanamente mi propia muer-
eutanasia legal y sistemática no sólo para Si traducimo s por «muerte» -por te. Deseo poder prepararme para este acon-
tecimiento final de mi existencia, en paz,
ahorrar sufrimientos al paciente, sino tam- tanto, si referimo s la eutanasia al
con la compañía de mis seres queridos y
bién para ahorrar gastos al peculio fami- individuo- el concepto de eutanasia tiene el consuelo de mi fe cristiana.
liar o a la hacienda pública; en cambio muchas interpretaciones posibles, pero lo
otros, condenarán sin excepción cualquier que resulta problemático es precisamente
operación eutanásica por las consecuen- la calificación ética o moral cuando nos
cias imprevisibles que la autorización de atenemos a su acepción operatoria estric-
un solo caso (que, según ciertos princi- ta. Es la eutanasia como operación (ya
pios, podría ser justificado) podría repor- sea de quien asiste a morir, ya sea con

EL BASILISCO 85
en resumen, más que morir. Se ha quita- pudiera constituir (en función de una ta-
do operatoriamente la máscara en el mo- bla de valores dados) un fallecimiento glo-
mento oportuno, o bien esta ha caído (fa- rioso o heroico, que, sin perjuicio del su-
llere) como cae el telón. Ha «entregado» frimiento eventual del moriturus, dejase
su persona. No cabe duda de que la muerte a salvo el honor de su persona, evitando
de Augusto es a la vez un fallecimiento una degradación que se diera como segu-
eutanásico, una buena muerte de la per- ra («vale más morir de pie que vivir de
sona, como, en escenarios muy distintos, rodillas »). Probablemente así pueden in-
cristianos, también podríamos encontrar terpretarse muchas de las intenciones de
ejemplos emic de «fallecimientos tranqui- quienes justifican la eutanasia por el «de-
los» y operatorios de las personas que al recho a una muerte digna», si es que la
morir «entregan su espíritu en paz y en dignidad corresponde a la persona y no
gracia de Dios (i.e. de las personas divi- al individuo. Pero quien maquina para an-
nas) confortados por los sacramentos». Y ticipar el fallecimiento de otra persona ,
no hace falta ir a buscar ejemplos cristia- a fin de restarle fama o de degradar su
la cooperación del moriturus) aquello que nos más allá del siglo de Augusto. La pro- memoria, o simplemente, de interrumpi r
constituye el problema ético, oral o jurí- pia muerte de Cristo, de quien los cristia- su influencia -aún cuando utilice méto-
dico. Pero si traducimos por «fallecimien- nos quieren ser imitación, tal como es in- dos de muerte eutanásica- no puede con-
to», parece que sólo cabe atribuir un sig- terpretada por los teólogos, desde San Juan siderarse como administrados de una euta-
nificado claro a la eutanasia -y además Crisóstomo hasta Santo Tomás de Aqui- nasia persona, sino todo lo contrario. Sin
un significado con calificación ética, mo- no, puede ser interpretada, en nuestros tér- embargo, es preciso tener en cuenta que
ral o estética positiva- cuando esta se minos, como un fallecimiento preparado la distinción entre una eutanasia que se
toma en su acepción operatoria y con la y calculado, como si de una tragedia tea- administra en beneficio propio (y con daño
obligada cooperación del moriturus . Pro- tral se tratase, por el mismo Cristo en para el moriturus) y una eutanasia admi-
bablemente, además, el «tranquilo falleci- función de las demás personas cuya salva- nistrada en beneficio del moriturus, es tan
miento» incluye una «muerte buena» (una ción se buscaba. Por ello, dice Santo To- débil como pueda serlo la distinción entre
eutanasia en sentido ahora no operatorio) más (S.Th. 3,46,3,2), Cristo no quiso mo- eutanasia activa y pasiva. ¿Qué puede sig-
pero en todo caso la recíproca no podría rir ex morbo, nec in senectute, sino de nificar «en beneficio del moriturus» si a
ser mantenida: la muerte de un perro o muerte violenta y en su juventud «para la vez no se sigue un beneficio propio en
de un asesino, tras una inyección letal que no se juzgase que moría de enferme- sentido moral? ¿Cómo puede infringirse
eufórica, no implica el «tranquilo falleci- dad o forzado por la edad». un daño a otro sin recibirlo a la vez, por
miento de la persona». Acaso el ejemplo algún otro conducto, uno mismo? ¿No de-
más ajustado de «tranquilo fallecimiento De acuerdo con estos ejemplos, la mostró Platón en su Gorgias y en otros
de la persona» nos lo proporciona Sueto- eutanasia personal no solo se nos presen- lugares que quien comete la injusticia re-
nio, al final de su vida de Augusto: «El ta como una eutanasia operatoria en su cibe mayor daño que quien la recibe?
día de su muerte preguntó varias veces plano , sino también comportando la con-
si la noticia de su enfermedad había pro- formidad del moriturus . Además, en los Si queremos ahora dar sentido a los
ducido algún tumulto en el exterior. Y ejemplos analizados, la eutanasia perso- casos de «eutanasia personal no operato-
habiendo pedido un espejo, se hizo arre- nal operatoria presenta emic una califica- ria», es decir, el caso del «fallecimiento
glar el cabello para disimular en enflaque- ción moral y aún estética de signo clara- bueno» -en cuyo concepto no queramos
cimiento de su rostro. Cuando entraron mente positivo (reanalizando el relato de incluir más determinaciones- parece evi-
sus amigos, les dijo: Suetonio, podríamos encontrar en el com- dente que tendremos que pensar en algo
portamiento de Augusto una «eutanasia así como un fallecimiento en el cual la
-¿Os parece que he representado bien personal considerada como una de las be- persona deja buena memoria de si en los
esta farsa de la visa? llas artes» para decirlo con la fórmula que demás, independientemente de los senti-
Thomas de Quincey utilizó en su ensayo mientos subjetivos, placenteros o doloro-
Y añadió en griego la frase con que sobre el asesinato, y a su estilo). Esto no sos, que haya experimentado el moribun-
terminan las comedias: excluye que desde otras perspectivas, que do. Desde la perspectiva personal, es ob-
pueden ir desde el calvinismo hasta el exis- vio que la bondad de la eutanasia perso-
-Si estáis contentos, aplaudid al ac- tencialismo, los tipos de eutanasia perso- nal no habría de medirse por relación a
tor» . nal operatoria, que hemos considerado y los sentimientos del fallecido «cuando yo
que implican sobre todo las operaciones existo la muerte no existe &c.», sino por
Suetonio añade: «su muerte [falleci- del mismo moribundo, puedan recibir (tan- relación a los sentimientos de sus amigos,
miento] fue tranquila [eutanásica] como to la teatral como la mística) una agria o de sus enemigos. Es evidente que el con-
siempre la había deseado». Vemos así la calificación moral negativa, como inspira- cepto de un buen fallecimiento, el con-
muerte de Augusto como algo más que das por una frívola superficialidad o por cepto de una eutanasia personal, está en
una muerte «natural», zoológica: vemos una falsa conciencia. función no de los acontecimientos subjeti-
allí una representación teatral, el último vos que tengan lugar en los últimos mo-
acto (operación) personal de un actor que, ¿Tiene algún significado la eutanasia mentos de la vida del individuo, sino en
quitándose la máscara (prosopon = per- personal operatoria cuando las operacio- función de toda su biografía. Y aquí po-
sona) una vez terminada la comedia, rue- nes se supongan ejecutadas por persona dría tomar inspiración la sentencia que nos
ga a los otros personajes que asisten a o personas distintas del fallecido? Podrían dice que el sentido de la vida es la prepa-
su fallecimiento, que le aplaudan, si es incluirse en este concepto operaciones des- ración para la muerte.
que juzgan que su personaje ha sido bien tinadas a anticipar el fallecimiento de una
interpretado. La persona ha hecho pues, persona de suerte que este fallecimiento 4. H ay que reconocer, en todo caso,

86 EL BASILISCO
se admite generalmente a propósito de los Suscribo esta Declaración después de
planteamientos económicos o estéticos, y una madura reflexión. Y pido que los que
aún jurídicos, por respecto de los plantea- tengáis que cuidarme respetéis mi volun-
mientos éticos y morales. Casi nadie esta- tad . Soy consciente de que os pido una
rá dispuesto a aceptar la convergencia ple- grave y dificil responsabilidad. Precisamen-
te para compartirla con vosotros y para
na entre las normas jurídicas y las nor-
atenuaros cualquier posible sentimiento de
mas éticas o morales . Quienes en princi- culpa, he redactado y firmo esta declara-
pio suponen ideológicamente que la s ción.
normas jurídicas han de estar subordina- Firma
das a las normas éticas o morales suelen Fecha __ .»
ser quienes con mayor vehemencia denun-
cian el crimen que estaría implícito en una
disposición legal sobre la eutanasia o so-
bre el aborto. Por nuestra parte, llevamos
el esquema de la no convergencia de prin-
que las cuestiones sobre la eutanasia que cipio más allá de las relaciones entre las
han saltado en los últimos tiempos al pri- normas jurídicas y las normas éticas o mo-
mer plano de la actualidad (entre otros rales, es decir, lo llevamos incluso al te-
motivos, sin duda, por la extensión de la rreno de las relaciones entre las normas
éticas y las normas morales, lo que no 7
seguridad social a los enfermos y ancia-
nos que , fuera de todo ámbito familiar, excluye el reconocimiento de amplias zo-
Código Penal vigente en España
deben llenar residencias y hospitales, per- nas de intersección o de paralelismo entre
maneciendo en estado de aislamiento) se la ética y la moral.
Título VIII. Delitos contra las perso-
plantean casi exclusivamente en torno a nas
la eutanasia del individuo (y en efecto, Con la voluntad de ser lo más breves
ese ocupante de camas de hospitales, es posible, bosquejaremos algunos de los pro- Capítulo Primero. Del homicidio
un individuo des- personalizado) y euta- blemas que, en torno a la eutanasia indi- 406 . Es reo de asesinato el que mata-
nasia significa en la práctica «anticipación vidual, se plantean en el terreno de la éti- re a una persona concurriendo alguna de
de la muerte a un individuo enfermo irre- ca, en cuanto contradi stinta de la moral las circunstancias siguientes: 1 º Con ale-
versible incapaz y que sufre y hace sufrir y del derecho. vosía; 2° Por precio, recompensa o pro-
a los demás» . Que sea et individuo el cen- mesa; 3° Por medio de inundación, in-
tro en torno al cual giran hoy principal- cendio, veneno o explosivo; 4° Con pre-
5. Desde una perspectiva ética estric- meditación conocida; 5° Con ensañamien-
mente los problemas sobre la eutanasia ,
ta, el problema de la eutanasia se nos plan- to, aumentando deliberada e
no qui ere decir que estos problemas pue-
tea en fun ción de los conceptos de firme- inhumanamente el dolor del ofendido. El
dan ser formulados con abstracción de la
za y de generosidad, tal como han sido reo de asesinato será castigado con la pena
Persona . Más bien las cosas ocurren como
expuestos anteriormente. Pues la firmeza de reclusión mayor en su grado máximo .
si se aceptase el supuesto (que implica,
y la generosidad se mantienen precisamente 407. El que matare a otro será casti-
por sí mismo, un gran compromiso no gado, como homicida, con la pena de re-
en los puntos de conexión entre el indivi-
solo ideológico , sino también ético) según clusión menor .
duo y la persona. Ahora bien:
el cual el individuo candidato a la eutana- 409. El que prestare auxilio o induz-
sia está ya despersonalizado y que es esta ca a otro para que se suicide, será casti-
situación la que autoriza a reducir los pro- Cuando suponemos dada una situa- gado con la pena de prisión mayor; si
blemas al terreno de la vida individual. ción de «desconexión total e irreversible» se lo prestare hasta el punto de ejecutar
Un terreno en el que los problemas ad- del individuo y de la persona, y refirién- él mismo la muerte será castigado con la
quieren, por cierto, una gran semej anza, donos únicamente a este individuo, pare- pena de reclusión menor .
con los que se suscitan a propósito de ce evidente la imposibilidad de aplicar al
los animales domésticos, o los que sumi- caso ningún tipo de virtud ética, ni la fir-
nistran materias primas a la industria de meza, ni la generosidad. ¿Cómo podría-
la alimentación. mos ser generosos -a fi n de cooperar a
su firmeza, «según el dictamen de la ra-
Pero justamente lo que es problemá- zón »- con el individuo que está desper-
tico es considerar a la individualidad hu- sonalizado o degenerado por un coma pro-
mana totalmente desprendida de su perso- fundo irreversible? En esta situación, no
nalidad y este es el motivo por el cual son tanto los valores éticos, cuanto los
la eutanasia, aún en su reducción técnico valores morales o jurídicos o estéticos o
biológica individual, sigue pidiendo un económicos aquellos que podrán entrar en
planteamiento axiológico (ético, moral, ju- acción. No se trata de que en este caso
rídico, estético). Planteamientos cuyas pre- el dictamen ético pueda concluir: «es líci-
misas no son, como hemos repetido , exen- ta en estos casos la eutanasia». Más bien,
tas, sino que están ent retej idas profunda- según nuestros presupuestos, su dictamen
mente con ideologías filosóficas , políticas sería de este otro tipo : «no tengo nada
o religiosas. Ni siquiera cabe dar por des- que decir, el caso cae fuera de mi esfera »,
contado que los planteamientos éticos, mo- como cae fuera de la esfera económica
rales, &c . hubieran de ser convergentes o la cuestión «¿cuánto vale (económicamen-
armónicamente complementarios. Esto ya te) una galaxia espiral?».

EL BASILISCO 87
Pero, ¿habría que concluir en el mis- 6. Desde un punto de vista moral (des- tractores como «encarnizamiento terapeú-
mo sentido cuando, en lugar de referirnos de el punto de vista de los mores o cos- tico» esperando que al menos servirá de
al individuo supuestamente des- tumbres normadas de un grupo, una ban- dolorosa experiencia para casos ulteriores.
personalizado nos refiriésemos a las perso- da, una tribu, un gremio, &c.) los proble- Solo que en cualquier caso, el juramento
nas que le rodean o que le asisten? ¿care- mas de la eutanasia se plantean de otro de Hipócrates no parece haya de ser con-
cería de toda significación, en este supues- modo. No son ahora las virtudes de la siderado como la expresión de un código
to, hablar de los efectos que en la firmeza firmeza o de la generosidad, sino los prin- ético, sino más bien como la expresión
y en la generosidad de las personas que cipios de utilidad o peligrosidad que ac- de un código moral.
rodean al moribundo pueda tener la admi- túan en orden a la recurrencia del grupo.
nistración de la eutanasia o el bloqueo de Estos principios muchas veces pueden ser 7. Desde la perspectiva de las normas
la misma? No sólo la experiencia de la convergentes o paralelos con los princi- jurídicas la cuestión de la eutanasia se
muerte ajena ha sido invocada constante- pios éticos, pero otras veces serán diver- plantea de modos muy diversos en fun-
mente como fuente de sabiduría profunda, gentes o estarán en conflicto con ellos. ción de la diversidad de los ordenamien-
de autopurificación, sino que incluso se ha El infanticidio o el gerontocidio practica- tos jurídicos . En España no existe legisla-
acudido a la experiencia de la muerte ajena do en tantos pueblos «naturales » es una ción específica. El proyecto de ley del se-
sobre todo cuando el moribundo está en- norma de su moral - «más allá del bien nador del Partido Socialista Cesáreo Ro-
fermo e impedido: al menos así podría in- y del mal ético»- lo que no quiere decir dríguez Aguilera es todavía un borrador.
terpretarse, acaso de un modo un tanto re- que no entre el conflicto frontal con los y se recurre a la legislación o a la doctri-
buscado, los consabidos versos de Lucrecio: valores éticos de las personas de otras cul- na jurídica relativa al homicidio, inclu sc
turas que tomen contacto con ellos. al llamado homicidio piadoso, o bien a
Suave mari magnum turbantibus aequora la inducción al suicidio o al auxilio de
ventis e terra magnum alterius spectare la- Pero hay un caso de especial signifi- suicidio (Arts. 406/ 409 del Código Penal).
borem cación que podría ser analizado desde el Tan sólo diremos, en un sentido muy ge-
punto de vista de la moral (en el sentido neral, que las normas jurídicas, aún cuan-
Es decir, tarn bién desde una perspecti- dicho , como moral de un grupo o gre- do sean consideradas de rango ético infe-
va epicúrea cabría reivindicar la experien- mio) en cuanto puede entrar en conflicto rior , son de hecho las que terminan impo-
cia de la muerte ajena como una experien- con la ética: es el caso de la eutanasia niéndose en la sociedad de referencia . Ello
cia dulce y reconfortante para quien, des- contemplada desde el punto de vista del se explica porque cuando un código sigue
de la tierra firme de la vida, la contempla. «cuerpo médico». Es un hecho que la ma- vigente, hay que pensar en que el grado
Se ha sostenido, entre bromas y veras, aun- yor parte de los colegios médicos de los de desacuerdo moral con el no ha sido
que no sea sino como desarrollo de la tesis más diversos países -siguiendo la inspi- tan grande como para obligar una refor-
anterior, la aberración de que «la finali- ración del llamado juramento de Hipó- ma perentoria. O, lo que es lo mismo ,
dad última del asesinato considerado como crates («jamás daré a nadie medicamento habrá que pensar en que hay un «consen-
una de las bellas artes es precisamente la mortal, por mucho que me lo soliciten»)- so moral » que es capaz de neutralizar las
misma que Aristóteles asigna a la tragedia, tiende a incluir la prohibición terminante más radicales protestas éticas de las mino-
o sea, purificar el corazón mediante la com- de la eutanasia activa en los articulos de rías. Este mecanismo puede ilustrarse con
pasión y el terror». Pero el mismo Tho- sus códigos deontológicos. La cuestión es lo ocurrido en España en los días de 1987
rnas de Quincey se apresuraba a excluir si estos códigos deontológicos pueden ser en los cuales se discutió la cuestión del
llamados éticos en todas sus partes (se les aborto, así como en los años sucesivos.
de su escenario toda representación de euta-
suele llamar «bioéticos») o más bien hay Quienes impugnaban esa ley, por tímida
nasia, pues, puntualizaba que «el sujeto
que decir que ellos contienen una gran que ella fuese, solían hacerlo desde prin-
elegido (por el artista asesino) debe gozar
porción de normas morales en sentido es- cipios confesionales que les obligaban a
de buena salud». Y añadía: «es absoluta-
tricto. Es decir, normas determinadas por llamar asesinos a los médicos que practi-
mente bárbaro asesinar a una persona en-
la misma exigencia de recurrencia del gru- caban el aborto, así como a la madre que
ferma que, por lo general, no está en con-
po o colegio de los médicos en cuanto se prestaba a ello. Por la misma razón,
diciones de soportarlo».
tales, de normas dictadas por la estructu- los defensores de la ley, debieran ser con-
ra del grupo, pero que están también más siderados como «inductores al homicidio»,
Cuando el individuo no se encuentre allá del bien y del mal.. . ético. Pues es como colaboradores y cómplices de un ase-
en situación des-personalizada, el proble- obvio que si el oficio médico se dirige sinato en cadena. Sin embargo, lo cierto
ma de la eutanasia puede plantearse for- a transformar al individuo enfermo en in- es que (salvo protestas verbales y retóri-
malmente en términos éticos. Por ejem- dividuo sano y a preservar al individuo cas) prácticamente ningún diputado de la
plo, y desde nuestros supuestos, el deseo sano de la enfermedad, y esto define la derecha , una vez promulgada la ley, ha
de morir, reiteradamente expresado por norma institucional de la profesión médi- tratado a su colega de la izquierda como
una persona que sufre depresión, o algu- ca, caerá fuera de los objetivos de la pro- si fuese un inductor de asesinato , ni le
na enfermedad o lesión grave, no consti- fesión el cooperar a la transformación de ha llevado a juicio; ni tampoco a los mé-
tuirá motivo ético suficiente para admi- un individuo vivo en un individuo muer- dicos que, dentro de la legalidad vigente,
nistrarle la eutanasia, pues nuestra gene- to. Se comprende que la mayor parte de siguen «asesinando >> a embriones de me-
rosidad tendría que dirigirse a restaurar los médicos consideren una aberración el nos de tres meses . Lo cual quiere decir
su firmeza «según el dictamen de la ra- plantearse siquiera la posibilidad de una que hay una suerte de «consenso moral»
zón ». Es el mismo motivo por el cual, acción eutanásica con sus enfermos, y se implícito entre la derecha y la izq uierda
en situación de despersonalización irrever- comprende que ellos tiendan a conseguir a propósito de la ley del aborto por deba-
sible, la administración de la eutanasia no mayores «triunfos de la medicina» hacien- jo de las discrepancias retóricas parlamen-
puede atribuirse a la generosidad sino, a do lo posible por alargar la vida del pa- tarias o periodísticas. Mutatis mutandis po-
lo sumo, corno hemos dicho, a la propia ciente, incluso con ayudas de estas técni- demos preveer que ocurrirá con la cues-
firmeza de quien la administra. cas que suelen ser descritas por sus de- tión de la eutanasia.

88 EL BASILISCO

También podría gustarte