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MATERIAL

DE ESTUDIO
2021

25 ABRIL

NOCIONES BASICAS DE
SEGURIDAD CIUDADANA
ISSP

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¿Qué es la seguridad ciudadana?
La seguridad ciudadana es la
acción integrada que
desarrolla el Estado, con la
colaboración de la ciudadanía
y de otras organizaciones de
interés público, destinada a
asegurar su convivencia y
desarrollo pacífico, la
erradicación de la violencia. La
utilización pacífica y ordenada
de vías y de espacios públicos
y en general evitar la comisión
de delitos y faltas contra las
personas y sus bienes-.

“ Los tiempos sociales actuales demuestran sin lugar a


vacilaciones que la seguridad se ha transformado en uno de los
ejes troncales por el cual se mide la calidad de vida de los
ciudadanos. Y ese eje troncal, ha devenido en uno de los motivos
centrales de preocupación de las sociedades modernas. Para
corroborar esto, basta con dar una rápida mirada a las redes
sociales, observar los reclamos que a diario se efectúan a
gobiernos y dirigentes, o escuchar simplemente las
conversaciones en un café o en cualquier otra reunión. La
seguridad, por tanto, es sin duda actualmente uno de los temas de
ocupación y preocupación más relevante.

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SEGURIDAD CIUDADANA Y SEGURIDAD PÚBLICA

Si bien entre seguridad ciudadana y seguridad pública existen aspectos


unidos, sus especificidades son diferentes. Los aspectos comunes se
sintetizan en que ambas suponen la seguridad de las personas y los bienes;
están claramente definidas dentro de los márgenes de la soberanía de un
Estado y en el marco de las leyes; pretenden crear las condiciones para que
los individuos se encuentren libres de riesgo y daño; proveen el respeto y
resguardo de los derechos y garantías individuales, así como el pleno
funcionamiento de los poderes y órganos del Estado democrático.
Las especificidades y diferencias que podemos encontrar son relativas al
contexto en que son utilizadas:
La palabra pública se utiliza preferentemente para el ámbito de las políticas
sectoriales, haciendo énfasis en el carácter de la responsabilidad del Estado
en la relación gobernantes/gobernados y en una clara delimitación respecto
de “lo privado”.
La palabra ciudadana hace énfasis en el carácter de corresponsabilidad de la
seguridad entre ciudadanos y Estado, específicamente en el aspecto de la
participación, en el marco de la concepción de ciudadanía en que los
miembros de una comunidad se constituyen en sujetos de la acción política
y se rigen por los valores y principios de la democracia.
Una diferencia más de fondo se refiere a la definición de la seguridad pública
solo desde el ordenamiento jurídico, que responde a la necesidad de idealizar
una condición social de tranquilidad y paz como un fin inmutable, sin importar
necesariamente que se dé en un régimen democrático o autoritario.
La seguridad ciudadana responde siempre a la existencia del libre ejercicio
del juego democrático, y responde a la idea de canalizar el conflicto. Las
ideas convencionales de seguridad pública responden a la búsqueda de
eliminación del conflicto.

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El concepto seguridad ciudadana
proviene del concepto seguridad
humana
El concepto “seguridad ciudadana” es una noción derivada del desarrollo
conceptual y de los componentes de la “seguridad humana”. En ese sentido,
la “seguridad ciudadana” se entiende como la protección de la vida, la
integridad, el patrimonio de las personas frente los riesgos y las amenazas que
las puedan poner en peligro. El concepto implica la convivencia pacífica y
tiene como fundamento teórico la idea de un estado de seguridad.
El concepto de “seguridad” está orientado en función de la “protección”
frente a riesgos y amenazas, y no solo en función de riesgos-amenazas
específicos, el término “ciudadana” no se ha producido inicialmente desde el
concepto de lo urbano-ciudad, sino desde la idea del ciudadano, entendido
como sujeto de derechos y en un enfoque de desarrollo humano.

«La seguridad ciudadana es una condición necesaria para el


desarrollo humano; y viceversa. Sin seguridad ciudadana,
que protege un núcleo básico de derechos, las personas
no pueden desarrollar plenamente sus capacidades ni
contribuir con todo su potencial a mejorar a sus familias,
sus comunidades y las instituciones.
Las amenazas a la seguridad ciudadana pueden impactar
también a las personas no directamente afectadas sino
también a las generaciones futuras."

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¿Qué genera un estado de seguridad en el
concepto “seguridad ciudadana”?
La satisfacción plena de derechos de los ciudadanos, entendida como la
protección frente a las amenazas y los riesgos que puedan vulnerar su
integridad humana y la convivencia pacífica en una comunidad.

Los riesgos y las amenazas a la seguridad


ciudadana
Los riesgos (vulnerabilidades frente a las amenazas) y las amenazas (la
probabilidad de acciones que producen daño) a la seguridad ciudadana son
aquellos que de manera patente o latente, objetiva o subjetiva, vulneran o
generan la posibilidad de vulnerar la integridad de los ciudadanos y la
convivencia pacífica, y por lo tanto, no todos los riesgos y las amenazas
provienen del mismo orden de fenómenos: no todos son eternos en el tiempo
y no necesariamente tienen la misma intensidad.
De este modo, en ciertos contextos y periodos, las amenazas a la seguridad
ciudadana provienen, por ejemplo:
1. del terrorismo
2. En otros contextos, las amenazas se concentran en las acciones del
crimen organizado y la delincuencia común
3. En otros casos los riesgos y las amenazas provienen principalmente de
la desorganización social, producto de un desastre natural o de la
escasez consecuencia de una crisis económica, etc.

La delincuencia no es en todos los contextos, siempre o


necesariamente o la amenaza principal a la seguridad ciudadana.

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Lo que intentamos decir que la inseguridad no se produce solamente por el
crimen o la delincuencia, sino una situación producida por un amplio abanico
de elementos, ósea hay más elemento que pueden producir inseguridad a los
ciudadanos.
Algunos de esos elementos son:
 La desorganización social
 la accidentabilidad y el desorden vial,
 la violencia no delictiva,
 la participación de jóvenes en actividades no estructuradas y no
supervisadas, el consumo de alcohol y drogas, etc.

La seguridad urbana tiende a identificarse


irremediablemente con la policía. Pero debemos de
tener en cuenta que; la policía es solo uno de los
instrumentos para combatir el delito.
«La protección de los ciudadanos debe darse en el marco
de la Constitución y las leyes. Que no debe limitarse a la
lucha contra la delincuencia, sino crear un ambiente
propicio y adecuado para la convivencia pacífica. Que
sobrepasa la acción policial. Que la Policía, como uno de
los actores fundamentales, debe definir un nuevo perfil,
orientado a la comunidad antes que hacia el Estado. Que
debe ponerse mayor énfasis en el desarrollo de acciones
preventivas, pero como institución civil armada sola no
puede lograrlo por eso el estado genera nuevos
programas de seguridad, nuevas políticas públicas en
busca de la seguridad ciudadana”
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¿Qué otro tipo de medidas se necesitan para lograr la
seguridad ciudadana y combatir la inseguridad?

 La policía y los programas de seguridad necesitan, al igual que los vecinos,


calles iluminadas, paradas de ómnibus claros, parques limpios, calles
señalizadas, entre otros.
 Para combatir la inseguridad se necesitan ambientes saludables y espacios
para los vecinos en los que se pueda caminar con seguridad,
mantenimiento de áreas verdes, parques y ríos limpios sin contaminación,
así como actividades culturales.

Esto ayuda a que los ciudadanos, se identifiquen y se sientan orgullosos y


satisfechos de su barrio y, por ende, de su ciudad.

 La confianza en la institución tiene mayor impacto en la percepción de


inseguridad que lo que aporta la experiencia de la victimización. Por ello,
debería primar la respuesta social y económica del Estado sobre el discurso
de la seguridad.

 Deben reconocerse las estructuras del poder local y las de carácter


comunitario como actores activos de la política de seguridad ciudadana, pues
cuentan con mayor confianza para la construcción de legitimidad
institucional.
 Se debe trabajar de manera que las personas NO se encierren en sus casas
como mecanismo para enfrentar la sensación de inseguridad y miedo.
 Es necesario promover la participación comunitaria en la elaboración,
implementación y control de las políticas públicas en materia de seguridad
 establecer espacios de corresponsabilidad (Comunidad - Estado) para la
generación y aplicación de las políticas de seguridad porque la seguridad
ciudadana es una construcción colectiva.
 Que para prevenir la violencia y el delito es imprescindible promover
espacios de participación comunitaria que efectivicen estrategias y

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programas específicos surgidos de la misma comunidad y/o de las áreas
del gobierno.
 Que son el Estado junto a la comunidad organizada quienes deben
contribuir a mejorar la situación de vulnerabilidad de grupos de alto riesgo
en materia de violencia y delito.
 Que es la comunidad organizada uno de los actores clave para evaluar y
controlar la gestión de las Fuerzas de Seguridad y aportar desde allí al
desarrollo ético y profesional de las mismas.
 Que es necesario promover procesos de integración comunitaria para
disminuir la violencia y el delito y que éstos procesos implican participación
activa de la comunidad.

¿Qué dicen los derechos humanos sobre la


participación de la Sociedad?
La COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (CIDH) sostiene
que "en cuanto a las acciones específicas en el marco de la política pública
sobre seguridad ciudadana, la participación de la sociedad organizada
resulta esencial en la planificación, implementación y evaluación de las
medidas que se lleven adelante en el área preventiva, tanto desde el punto
de vista social, comunitario, así como en el contexto de las acciones
destinadas a la prevención situacional de la violencia y el delito"
(OEA/Ser.L/V/II. Doc. 57, párrafo 208, pág. 96).
Que la mencionada Comisión ha reiterado en varias oportunidades que "la
participación ciudadana es un requisito esencial para la gobernabilidad
democrática".
Qué asimismo, ha manifestado que "los Estados tienen la obligación
jurídica, a partir del artículo 23º de la Convención Americana de Derechos
Humanos, de habilitar los más amplios mecanismos para la participación
de la sociedad en el tratamiento de esos asuntos (vinculados a la
prevención de la violencia y el delito), como forma de fortalecer la
democracia y el Estado de Derecho en el continente"

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Que el citado artículo 23º de la Convención Americana de Derechos
Humanos establece que "todos los ciudadanos deben gozar de los
siguientes derechos y oportunidades:
a. de participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por
medio de representantes libremente elegidos;
b. de votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas
por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre
expresión de la voluntad de los electores, y
c. de tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones
públicas de su país.
2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a
que se refiere el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad,
nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o
condena, por juez competente, en proceso penal".
Que el derecho de participación también se consagra en otros
instrumentos internacionales de derechos humanos, como el
artículo 20º de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, el artículo 21º de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, el artículo 25º del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, la Declaración Universal
sobre Derechos del Niño y artículo 4º de la Convención de Belém do
Pará. Que los citados documentos internacionales tienen jerarquía
constitucional para la REPUBLICA ARGENTINA conforme el
artículo 75º inciso 22) de la CONSTITUCION NACIONAL.

¿CÓMO MEJORAR LA SEGURIDAD CIUDADANA?


Conozca la estrategia nacional sobre prevención delictiva y seguridad
comunitaria de Canadá.

Al comenzar la década del 90, el gobierno de Canadá comprobó, a través de


encuestas, que las principales preocupaciones de la gente estaban centradas
en temas delictivos.
Los estudios revelaban que la ciudadanía consideraba que las soluciones a
ese problema debían darse mediante un accionar conjunto entre el gobierno
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y la comunidad, dado que la respuesta tradicional basada en el sistema de
"policía, justicia y cárcel", resultaba insuficiente para la contención del delito.
A partir de entonces, el gobierno canadiense se impuso la tarea de articular
un sistema adecuado de prevención y control del delito, el cual fue surgiendo
como producto de un minucioso y amplio estudio de la situación en sus
diferentes ámbitos.

Se anunció en 1994 la implementación de la "Estrategia Nacional sobre


Prevención Delictiva y Seguridad Comunitaria" y la creación del Consejo
Nacional de Prevención de la Delincuencia, encargado de la aplicación de las
diferentes etapas de dicha estrategia.
Este Consejo se constituyó como organismo independiente de asesoramiento
al ministerio federal encargado de la justicia, sanciones y orden público, de
manera que permitió mantener informado al gobierno sobre los avances en
la puesta en práctica de la estrategia y proponer direcciones y prioridades.

El estudio y evaluación de los factores desencadenantes de la delincuencia,


permitió establecer las siguientes causales:

- Falta de acceso igualitario a la educación y al mercado laboral.


- Condiciones de vida inadecuadas.
- Presencia de altos índices de violencia, discriminaciones, intolerancia y
desesperanza. Los conflictos existentes en la familia, en los colegios y el
maltrato a menores cobran singular importancia.
- Zonas de extrema pobreza en la periferia de las grandes ciudades.
- Consumo abusivo de drogas y alcohol.
- Carencias en los primeros años de vida (falta de supervisión, ruptura
familiar, abusos, traumas).
- Dificultades en la educación (conductas problemáticas, ausentismo escolar
y deserción, etc.)
- Problemas en el funcionamiento de organismos policiales y cortes de
justicia.
- Falta de una visión comunitaria coordinada sobre cómo abordar el
problema delictivo.

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El diagnóstico orientó la implementación de la estrategia, estructurada en
base a políticas diferentes para cada necesidad, que a su vez contenían
diversos programas.

Estas políticas fueron aplicadas en todo el territorio nacional por medio de


distintos organismos nacionales, provinciales y municipales y de manera
conjunta entre los sectores oficial, comunitario y privado, desarrollando
variados programas de aplicación.

Los esfuerzos del gobierno de Canadá para el logro de la prevención y control


del delito determinaron que, habiendo alcanzado una tasa de 10.342 delitos
por cada 100.000 habitantes en 1991, se redujera en un 27 % en 1999.

Ahora bien, habiendo hecho un pantallazo de lo que


es la seguridad ciudadana hablaremos de otros
conceptos:

¿qué es la prevención en materia


de seguridad ciudadana?
La participación comunitaria en temas de seguridad ha estdo ligada a dos
tipos de iniciativas. En primer lugar, la que nace por la iniciativa del gobierno
y la institución policial, que buscan acercarse a la población como una
estrategia para mejorar su imagen, así como para establecer ámbitos de
cooperación en la prevención del delito.
Por otro lado, hay asociaciones comunitarias que nacen de la preocupación
de los ciudadanos mismos que -faltos de respuesta de los organismos
públicos- deciden organizarse independientemente.
Especialmente en América Latina, las iniciativas gubernamentales para
intensificar la participación comunitaria en prevención del delito han estado

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ligadas a cambios en las instituciones policiales y a la creación de organismos
dedicados a su organización, y esta modalidad ya recorre varios años.
De esta manera el concepto prevención es puesto en el primer plano de la
discusión política como una forma de enfrentar estas problemáticas y
sobretodo de disminuir la constante demanda ciudadana por medidas
efectivas contra el delito. En este sentido, la prevención aparece como una
forma de involucrar a la comunidad en los problemas de seguridad a los que
se les reconoce una multiplicidad de causas.
Incorporar la participación ciudadana tiene como causa principal la necesidad
de recrear estrategias preventivas que respondan a la demanda ciudadana y
le otorguen legitimidad institucional (en el caso Brasil y Argentina). Sin
embargo, la definición del vínculo de la policía con los grupos vecinales aún
no está clara, lo que presenta un grave riesgo: las expectativas creadas en la
comunidad pueden exceder los objetivos policiales y por ende aumentar la
brecha entre ambos grupos.
Se deben resaltar unos aspectos importantes en la búsqueda de la seguridad
ciudadana por parte del estado, en primer lugar, en las experiencias
analizadas se presenta una clara presencia ciudadana en las reuniones de los
consejos propuestos, demostrando el interés y el involucramiento de un
sector de la población en estas iniciativas. Las reuniones con los vecinos a
dado lugar no solo a temas de reclamo por falta de seguridad, sino
encaminado a lo que es la seguridad ciudadana, dando pie al desarrollo de
campañas de educación sobre violencia familiar, consumo de alcohol,
adicciones, etc.
Dada dicha situación, argumentos que es necesario reflexionar sobre la
necesidad de re significar la participación y ampliar el rol ciudadano. Cuando
éste se ve restringido y las propuestas y reclamos del público no son
canalizadas adecuadamente, la presencia comunitaria disminuye, y por ende
se limitan las posibilidades de éxito de las políticas de prevención. Por esto la
etapa de diseño de estas etapas políticas es central para no “gastar” el interés
ciudadano. En este sentido el fortalecimiento del concepto de asociación es
central en la redefinición de estas políticas. Es decir, resignar el proceso de
participación comunitaria en prevención del delito otorgando un rol central a
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las necesidades comunitarias y entendiendo que la preocupación por el tema
delictual debe ser un tema importante, pero no excluyente en la agencia de
trabajo. Para de esta forma no convertir la participación en formas de
conseguir seguridad privada y mejorar el espacio local sino que intente
abordar problemáticas más amplias e igualmente relacionadas con las
problemáticas sociales, como la violencia intrafamiliar, la drogadicción entre
otras.
En la actualidad, se reconoce una noción amplia de la seguridad: ya no se
limita a una situación de ausencia de delito, sino que incluye la generación y
el sostenimiento de las condiciones para el pleno ejercicio de todos los
derechos fundamentales por parte de todos los integrantes de la sociedad.
Esta nueva concepción de la seguridad ciudadana significa la preservación de
la vida, los bienes y la libertad, y el pleno goce de los derechos por parte de
todas las personas. Al mismo tiempo, también define un campo de nuevas
posibilidades para la acción pública y el diseño de las políticas que pueden
implementarse para crear seguridad ciudadana: permite prácticas
innovadoras por parte del Estado, poniendo énfasis en aquellas que
promueven la participación ciudadana y comunitaria. En el nuevo escenario,
además de las agencias estatales, están incluidos diversos actores de la
sociedad civil, que disputan prioridades, intereses y contenidos
respecto a lo que entienden por seguridad. En varios países de América del
Sur se está consolidando una perspectiva que enfatiza el compromiso de la
ciudadanía con iniciativas orientadas a lograr la prevención de las violencias
y el delito en el nivel local.

CONSTRUYENDO LA SEGURIDAD
¿Qué puede hacer la policía y qué puede
hacer la comunidad?
Introducción: qué delitos y en qué lugares
Cuando nos preguntamos: ¿De qué hablamos cuando hablamos de
seguridad? Señalamos específicamente “se realiza un particular recorte
dentro del concepto general de delitos. No se proponen soluciones para los

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macro delitos sino para los micro delitos, es decir que se propone trabajar
sobre los delitos cotidianos, (en especial contra la propiedad y las personas)
los que tienen un efecto directo sobre la convivencia urbana.

Realizamos también otra precisión sobre el lugar en donde instalar las


propuestas de seguridad comunitaria: municipios y niveles locales. “Las
comunidades y los municipios son los que están más cerca de los problemas
y están también, por tanto, en la mejor posición para participar activamente
en su resolución. Por eso su presencia es muy importante, tanto en el nivel de
prevención primaria y de formas no penales de justicia, como en acciones
posteriores a la intervención de la justicia penal... Es importante proveer
apoyo y capacitación a las municipalidades para poder desarrollar programas
que contribuyan a la reducción de la violencia y a la construcción de
comunidades más seguras”.

Recuerden que este curso siempre hablaremos de seguridad, pero


ubicándonos en delitos que puedan llegar a observar en su ámbito laboral,
estamos trabajando sobre estos dos supuestos:

1. Estamos considerando un tipo de delito: cotidianos /convivencia urbana.


2. Estamos considerando una base territorial concreta: áreas locales
/municipios / barrios, etc.

La sensación de inseguridad que vive el ciudadano está dada por la


reinteracción de riesgos cotidianos que corresponden a delitos “sencillos” que
se perciben como cercanos y no ante el delito estructurado y organizado que
aparece como un riesgo lejano y difuso.
Es ese marco los reclamos y la búsqueda de soluciones concretas suelen
dirigirse al encargado de la comisaría local, cuya jurisdicción normalmente
coincide con demarcaciones locales que se auto identifican (municipios,
comunas, barrios, etc.).

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En paralelo estas inquietudes suelen canalizarse también hacia las
autoridades políticas más cercanas (intendentes, delegados comunales) y en
mucha menor medida (casos de gran espectacularidad) alcanzan los primeros
niveles provinciales o nacionales.
Se ha comprobado tanta inseguridad por parte del ciudadano que existe una
enorme diferencia entre los delitos ocurridos y los efectivamente
denunciados. Esta reticencia se origina en diversas causas: temor a denunciar,
complejidad de la denuncia, sensación de inutilidad, manipulación de cifras,
etc.) Esa brecha ha llevado a desarrollar el concepto de “cifra negra”. Los
números de lo que realmente -pasa- y – no – se- dice se consideran
generalmente entre un 30% a un 50% de lo reconocido.

La participación de los
ciudadanos y el trabajo
conjunto entre vecinos y
profesionales de la seguridad
son claves para generar
seguridad comunitaria.

Entre las estrategias de prevención del delito y la violencia se diferencian las


orientadas a la prevención situacional y las que se proponen la prevención
social.

 La prevención situacional refiere al conjunto de medidas no penales


que ejecutan diferentes organismos con el propósito de eliminar o
acotar las oportunidades que podrían facilitar la comisión de un delito.
Tiene como postulado de base la idea de que un infractor potencial,
antes de cometer un ilícito, puede verse muy influenciado por aspectos
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concretos del contexto ambiental en el que se encuentra (oscuridad o
ausencia de testigos, entre otros). Desde esta perspectiva, se trata de
tomar medidas orientadas a eliminar las condiciones situacionales que
facilitan el delito y a aumentar los riesgos aparejados a su comisión –con
medidas tales como mayor iluminación o la instalación de cámaras, por
ejemplo– de forma tal de desalentar al potencial delincuente.

 La prevención social está fundada en la idea de que la acción criminal


se explica por la existencia de diversos factores anteriores a su
perpetración (como la historia y situación familiar, las posibilidades de
acceso a la educación y al empleo decente, el contacto con bandas
criminales, el consumo excesivo de alcohol y/o drogas, entre los
principales). Con esta perspectiva, esta dimensión de las políticas de
seguridad se propone remover las causas de tales problemas, como
medio no de persecución, sino de prevención de los delitos.

DEFINICIONES EN TORNO AL CONCEPTO DE


INSEGURIDAD
Desde hace algunos años trabajar sobre aquello que conforma el problema
de la inseguridad implica hacer una distinción indispensable entre
inseguridad objetiva e inseguridad subjetiva.

Estos dos elementos presentan cada uno su propia especificidad


y complejidad, lo cual obliga a tomarlos en cuenta por separado, si bien
conforman un problema común.

La noción de inseguridad objetiva


Se refiere a los delitos efectivamente ocurridos. Aunque no solo eso, sino que
además deben ser denunciados de modo que se tenga registro de su
existencia. En este sentido, no basta con que se produzca un delito, este
además debe visibilizarse y conformar el universo de delitos registrados
(formar parte de las estadísticas criminales). Por eso mismo, cuando se habla
de inseguridad objetiva no se hace referencia a la inseguridad real
(criminalidad real o delito efectivamente ocurrido), como muchas veces se

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supone, ya que la gran mayoría de los delitos no son denunciados y, en
algunos casos, ni siquiera son percibidos como tales (por ejemplo la violencia
De genero).
Por tanto, al hablar de la inseguridad en términos objetivos se debe siempre
tener en cuenta que se habla de determinados delitos, los que a su vez han
sido denunciados.

La noción de inseguridad subjetiva, en cambio, remite a la sensación de


inseguridad. Refiere al temor , al miedo experimentado por los ciudadano
frente al delito. El miedo que pueda registrarse en determinada comunidad
no están necesariamente ligados ni a la cantidad de delitos efectivamente
ocurridos, ni a los riesgos efectivos de ser victima de ese delito al que temen
que les ocurra
.
A continuación se analiza cómo se abordan de modo diferente los problemas
de inseguridad objetiva y de inseguridad subjetiva pues, al constituir
problemas con entidad propia, requieren de mediciones e intervenciones
específicas, atendiendo a la complejidad que cada uno presenta.

INSEGURIDAD OBJETIVA: EL DELITO EN CIFRAS


En la mayoría de los casos, tanto los debates como la toma de decisiones en
torno al problema de la seguridad se han apoyado en las estadísticas para
encontrar un fundamento.
El uso de estadísticas para medir el delito no es nuevo, pero su difusión y
utilización en los medios de comunicación y en el campo político sí resulta
novedosa. El argumento de que los “números hablan por sí solos” se esgrimió
con frecuencia a la hora de hablar de in/seguridad. No obstante, la estadística
no es una herramienta infalible. La utilización que se hace de esos números
no es necesariamente neutral u objetiva, pues los meros números no son un
reflejo de lo real.
Máximo Sozzo (2008a) afirma que la información cuantificada sobre el delito
puede ser precisa al mostrar parte de un fenómeno, pero al mismo tiempo
puede

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ocultar otra. Si bien los números pueden mostrar una fotografía de la
situación, muestran solo una entre las diversas fotografías posibles.
Los datos cuantitativos sobre el delito son casi exclusivamente estadísticas
oficiales, ya que son producidas por agencias estatales a partir de las
denuncias realizadas por las víctimas o por las actuaciones de oficio de la
justicia.
Las fuentes más importantes que generan información sobre delitos son las
estadísticas policiales y las judiciales, tanto para el ámbito nacional como para
los provinciales. Ambos organismos tienen distintas modalidades de
recolección, sistematización y análisis de los datos, lo cual hace que muchas
veces sea difícil relacionar entre sí estadísticas provenientes de diversas
fuentes.
Tanto las estadísticas policiales como las judiciales parten de los hechos que
llegan a su conocimiento. Esto quiere decir que las cifras oficiales se basan en
los delitos denunciados y/o judicializados y, por tanto, no incluyen aquellos
casos que no son denunciados. La literatura especializada define los delitos
ocurridos, pero no denunciados como “cifra oscura” o “cifra negra” de la
criminalidad. Estas nociones ya forman parte del vocabulario corriente en la
materia y pueden encontrarse tanto en los medios masivos de comunicación
como en los debates locales.
De lo anterior se desprende que la estadística oficial tampoco representa
una proporción del total de delitos ocurridos. Es decir, los delitos
denunciados no son necesariamente una muestra reducida de los delitos
efectivamente ocurridos, pues la estadística oficial no tiene la misma
distribución de casos que la criminalidad real. Los niveles de denuncia de los
delitos varían por múltiples motivos.
 En ocasiones las variaciones tienen que ver con su tipología,
 con el perfil de las víctimas,
 con las expectativas sobre resultado de una denuncia, etcétera.

Hay delitos que se denuncian más, sin que esto quiera decir que ocurren con
mayor frecuencia que otros.
la información que se brinda puede resultar limitada. Por ejemplo, suele
decirse que el homicidio tiene altos niveles de registro, tanto por la gravedad
atribuida al hecho como por la dificultad para encubrirlo. Pero no hay datos
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oficiales sobre la cantidad de homicidios producidos por la violencia de
género. La estadística oficial no discrimina, entre los homicidios, cuáles son
fruto de la violencia contra las mujeres, de modo que no es posible conocer la
dimensión de este fenómeno. Esto sirve para ver que, incluso cuando hay un
registro alto de ciertos hechos, no hay un cuadro preciso a partir del número
relevado, con lo cual, a veces, puede ser escasa la información disponible para
la toma de decisiones en la materia.
Otro ejemplo lo constituyen los robos de autos. Este delito muestra también
altos niveles de denuncia, ya que las compañías aseguradoras lo requieren
para el cobro de las sumas aseguradas. Pero no ocurre lo mismo con el robo
de motocicletas de baja cilindrada y de bicicletas, que son escasamente
denunciados. Tal vez se los asuma como un hecho cotidiano, sin considerar
que la denuncia pueda contribuir a la aparición del bien robado. Esto no
permite, sin embargo, afirmar que hay más robos de autos que de
ciclomotores y bicicletas.
Del mismo modo, son escasamente denunciados los delitos sexuales
producidos en el ámbito doméstico o laboral, cuando el victimario es familiar
o conocido de la víctima, hecho frecuente en este tipo de delitos. Estos casos
no suelen ser tenidos en cuenta a la hora de “hacer hablar a los números” de
la inseguridad. Sin embargo, queda fuera de duda la lesividad de estos delitos
y el modo en que afectan la seguridad de las mujeres y de los menores.
Por lo anterior, es indispensable tener en cuenta que si se pretende
dimensionar la inseguridad, se encontrarán ciertos recortes que no pueden
ser ignorados. En la Argentina, las formas en que los datos son relevados
carecen, aún hoy, de patrones homogéneos para las distintas jurisdicciones
policiales y judiciales. De modo que, además de los problemas inherentes a
cada una de las fuentes, se hace muchas veces imposible conciliarlas a nivel
nacional.
Resulta llamativo que mientras la Argentina tiene una de las tasas de
homicidios dolosos más bajas de Latinoamérica, la sensación de inseguridad
es una de las más altas de la región. Esto confirma que la inseguridad objetiva
–aquella que remite a los índices de delito– y la inseguridad subjetiva –la
sensación de inseguridad que padecen los habitantes de un lugar– no van de
la mano.

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INSEGURIDAD SUBJETIVA. EL MIEDO AL DELITO
La expresión “miedo a ser víctima de un delito” se llama sensación de
inseguridad o inseguridad subjetiva, Por ejemplo, hay delitos que
independientemente de los índices de ocurrencia no generan temor ni
cambios de conducta, tales como la incorporación de hábitos de
autoprotección. Tal es el caso de los delitos de tránsito que, pese a su
importante incidencia, no provocan por ejemplo el uso generalizado del casco
por parte de los motociclistas. En cambio, hay delitos que registran niveles
muy bajos de ocurrencia y que no solo generan temor sino cambios de
conductas independientemente de los riesgos de victimización (el secuestro
es un ejemplo claro).

En la Argentina la sensación de inseguridad se convirtió en tema de discusión


en el campo de la seguridad recién a finales de la década de 1990.A partir de
entonces pasó a ser uno de los ejes centrales del problema opacando,
incluso, los datos sobre delitos efectivamente ocurridos.

Las nuevas estrategias en seguridad ciudadana son esencialmente


preventivas.

Una Política Integral de Seguridad Publica y Ciudadana que sea efectiva, debe
considerar la necesidad de implementar estrategias integrales que incidan en
los distintos factores comprometidos en dicho fenómeno, no sólo
individuales, sino también familiares, sociales, económicas y culturales.
Existe un creciente reconocimiento de la importancia de incorporar diferentes
medidas, integrales y focalizadas, para enfrentar el problema de la
inseguridad ciudadana. En particular, medidas que reconozcan en la
Prevención, los Derechos Humanos, los Derechos económicos, la Equidad de
género, Juventud y la Pluriculturalidad, a los principios y/o criterios
transversales principales y puedan ejecutarse por medio de estrategias y/o
programas educacionales y laborales internos y interinstitucionales.

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Una educación orientada a la resolución pacífica de los conflictos puede
generar cambios en los comportamientos agresivos, entregar una amplia
gama de respuestas frente a conflictos y reforzar conductas orientadas a la
discusión, colaboración y entendimiento.

PERSPECTIVAS DE SEGURIDAD CIUDADANA


Desde diferentes perspectivas, se tiende a asociar el crecimiento de la pobreza
en la última década con el aumento de la violencia, la delincuencia y la
inseguridad en las ciudades. En particular los jóvenes han sido
frecuentemente asociados con los índices de incremento del delito, muchas
veces a partir de supuestos basados en la magnificación mediática de casos
singulares y no de tendencias empíricamente comprobadas.
Sin embargo la violencia e inseguridad no necesariamente depende sólo de
la pobreza y la edad.
La experiencia y las investigaciones en diferentes partes de Latinoamérica
han demostrado que, más que la pobreza, es la desigualdad, en conjunto con
otros factores sociales, culturales y psicológicos la que genera mayores actos
antisociales, victimización y violencia, distinción importante puesto que
permite entender de una manera más integral el fenómeno de la
criminalidad, ya sea la tradicional o emergente.

La seguridad una condición imprescindible para el


funcionamiento de la sociedad y uno de los criterios más
importantes para medir la calidad de vida, las políticas de
seguridad pública y ciudadana deben incorporar la
convicción de que el éxito de cualquier esfuerzo público con
el fin de reducir esos fenómenos depende de un número
muy grande y variable de circunstancias, por lo cual el
compromiso y la participación responsable de todos los
integrantes de la sociedad es imprescindible

21
La Seguridad y la Equidad de Género
Tanto por sus dimensiones como por la gravedad y masividad de sus impactos,
la violencia de género contra las mujeres, es un problema de primer orden de
la seguridad ciudadana en el mundo de hoy y que se manifiesta en las
crecientes cifras del país, en particular por medio del
fenómeno del femicidio. La inequidad socio-cultural que afecta a las mujeres,
necesariamente tiene un impacto en las condiciones de seguridad como
personas y, en particular, en las condiciones de convivencia en su entorno
familiar y laboral, dado que la inseguridad ciudadana tiene afectaciones y
modalidades diferentes para mujeres y hombres.
Una política integral de seguridad ciudadana debe priorizar el establecimiento
de un marco claro tanto normativo como operativo que facilite la aplicación
de la perspectiva de equidad social y de género a lo interno de las instituciones
de seguridad y justicia, con el espíritu de mejorar la calidad y calidez de la
atención policial y judicial ante los casos de violencia de género contra las
mujeres.

PRINCIPIOS DE LA POLÍTICA INTEGRAL DE SEGURIDAD


PÚBLICA Y CIUDADANA.

Los siguientes principios constituyen la base para que se produzca la evolución


desde el actual enfoque de seguridad, basado prácticamente en acciones de
reacción o respuesta ante comportamientos antisociales, hacia otro, donde se
priorice la actividad preventiva, así como nuevas técnicas basadas en la
planificación y en el análisis, para afrontar los incidentes de violencia e
inseguridad.

• Igualdad
Se debe garantizar a todos los habitantes igual acceso a la seguridad
ciudadana, así como a los servicios de prevención y control de los delitos, la
violencia y el temor, independiente de su condición de género, edad, pobreza
y cultura.
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• Respeto a los Derechos Humanos
El respeto a los derechos humanos es la base fundamental para la
concepción y aplicación de las estrategias de seguridad pública y ciudadana.

• Transparencia y Participación ciudadana


No puede haber una Política Integral de Seguridad Ciudadana sin participación
y transparencia y sin confianza en las instituciones públicas de seguridad y
justicia. Se reconoce a la participación ciudadana como un recurso
imprescindible en la prevención de la delincuencia y el seguimiento cualitativo
de la actuación de las instituciones policiales y de justicia.

• Gradualidad
Los retos de la seguridad pública y ciudadana son múltiples y variados y
requieren para su éxito de enfoques y transformaciones institucionales y
culturales de mediana y larga duración. La aplicación progresiva de los
cambios y los principios anteriores promoverá, sin duda, el acercamiento
progresivo de las instancias de la seguridad pública y justicia, hasta conseguir
instituciones integradas socialmente, comprometidos de fomentar mayor
coherencia y cohesión social entre ciudadanos e instituciones.

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