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Material de Lectura - Nociones Basicas en Seguridad Ciudadana
Material de Lectura - Nociones Basicas en Seguridad Ciudadana
DE ESTUDIO
2021
25 ABRIL
NOCIONES BASICAS DE
SEGURIDAD CIUDADANA
ISSP
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¿Qué es la seguridad ciudadana?
La seguridad ciudadana es la
acción integrada que
desarrolla el Estado, con la
colaboración de la ciudadanía
y de otras organizaciones de
interés público, destinada a
asegurar su convivencia y
desarrollo pacífico, la
erradicación de la violencia. La
utilización pacífica y ordenada
de vías y de espacios públicos
y en general evitar la comisión
de delitos y faltas contra las
personas y sus bienes-.
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SEGURIDAD CIUDADANA Y SEGURIDAD PÚBLICA
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El concepto seguridad ciudadana
proviene del concepto seguridad
humana
El concepto “seguridad ciudadana” es una noción derivada del desarrollo
conceptual y de los componentes de la “seguridad humana”. En ese sentido,
la “seguridad ciudadana” se entiende como la protección de la vida, la
integridad, el patrimonio de las personas frente los riesgos y las amenazas que
las puedan poner en peligro. El concepto implica la convivencia pacífica y
tiene como fundamento teórico la idea de un estado de seguridad.
El concepto de “seguridad” está orientado en función de la “protección”
frente a riesgos y amenazas, y no solo en función de riesgos-amenazas
específicos, el término “ciudadana” no se ha producido inicialmente desde el
concepto de lo urbano-ciudad, sino desde la idea del ciudadano, entendido
como sujeto de derechos y en un enfoque de desarrollo humano.
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¿Qué genera un estado de seguridad en el
concepto “seguridad ciudadana”?
La satisfacción plena de derechos de los ciudadanos, entendida como la
protección frente a las amenazas y los riesgos que puedan vulnerar su
integridad humana y la convivencia pacífica en una comunidad.
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Lo que intentamos decir que la inseguridad no se produce solamente por el
crimen o la delincuencia, sino una situación producida por un amplio abanico
de elementos, ósea hay más elemento que pueden producir inseguridad a los
ciudadanos.
Algunos de esos elementos son:
La desorganización social
la accidentabilidad y el desorden vial,
la violencia no delictiva,
la participación de jóvenes en actividades no estructuradas y no
supervisadas, el consumo de alcohol y drogas, etc.
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programas específicos surgidos de la misma comunidad y/o de las áreas
del gobierno.
Que son el Estado junto a la comunidad organizada quienes deben
contribuir a mejorar la situación de vulnerabilidad de grupos de alto riesgo
en materia de violencia y delito.
Que es la comunidad organizada uno de los actores clave para evaluar y
controlar la gestión de las Fuerzas de Seguridad y aportar desde allí al
desarrollo ético y profesional de las mismas.
Que es necesario promover procesos de integración comunitaria para
disminuir la violencia y el delito y que éstos procesos implican participación
activa de la comunidad.
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Que el citado artículo 23º de la Convención Americana de Derechos
Humanos establece que "todos los ciudadanos deben gozar de los
siguientes derechos y oportunidades:
a. de participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por
medio de representantes libremente elegidos;
b. de votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas
por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre
expresión de la voluntad de los electores, y
c. de tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones
públicas de su país.
2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a
que se refiere el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad,
nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o
condena, por juez competente, en proceso penal".
Que el derecho de participación también se consagra en otros
instrumentos internacionales de derechos humanos, como el
artículo 20º de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, el artículo 21º de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, el artículo 25º del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, la Declaración Universal
sobre Derechos del Niño y artículo 4º de la Convención de Belém do
Pará. Que los citados documentos internacionales tienen jerarquía
constitucional para la REPUBLICA ARGENTINA conforme el
artículo 75º inciso 22) de la CONSTITUCION NACIONAL.
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El diagnóstico orientó la implementación de la estrategia, estructurada en
base a políticas diferentes para cada necesidad, que a su vez contenían
diversos programas.
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ligadas a cambios en las instituciones policiales y a la creación de organismos
dedicados a su organización, y esta modalidad ya recorre varios años.
De esta manera el concepto prevención es puesto en el primer plano de la
discusión política como una forma de enfrentar estas problemáticas y
sobretodo de disminuir la constante demanda ciudadana por medidas
efectivas contra el delito. En este sentido, la prevención aparece como una
forma de involucrar a la comunidad en los problemas de seguridad a los que
se les reconoce una multiplicidad de causas.
Incorporar la participación ciudadana tiene como causa principal la necesidad
de recrear estrategias preventivas que respondan a la demanda ciudadana y
le otorguen legitimidad institucional (en el caso Brasil y Argentina). Sin
embargo, la definición del vínculo de la policía con los grupos vecinales aún
no está clara, lo que presenta un grave riesgo: las expectativas creadas en la
comunidad pueden exceder los objetivos policiales y por ende aumentar la
brecha entre ambos grupos.
Se deben resaltar unos aspectos importantes en la búsqueda de la seguridad
ciudadana por parte del estado, en primer lugar, en las experiencias
analizadas se presenta una clara presencia ciudadana en las reuniones de los
consejos propuestos, demostrando el interés y el involucramiento de un
sector de la población en estas iniciativas. Las reuniones con los vecinos a
dado lugar no solo a temas de reclamo por falta de seguridad, sino
encaminado a lo que es la seguridad ciudadana, dando pie al desarrollo de
campañas de educación sobre violencia familiar, consumo de alcohol,
adicciones, etc.
Dada dicha situación, argumentos que es necesario reflexionar sobre la
necesidad de re significar la participación y ampliar el rol ciudadano. Cuando
éste se ve restringido y las propuestas y reclamos del público no son
canalizadas adecuadamente, la presencia comunitaria disminuye, y por ende
se limitan las posibilidades de éxito de las políticas de prevención. Por esto la
etapa de diseño de estas etapas políticas es central para no “gastar” el interés
ciudadano. En este sentido el fortalecimiento del concepto de asociación es
central en la redefinición de estas políticas. Es decir, resignar el proceso de
participación comunitaria en prevención del delito otorgando un rol central a
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las necesidades comunitarias y entendiendo que la preocupación por el tema
delictual debe ser un tema importante, pero no excluyente en la agencia de
trabajo. Para de esta forma no convertir la participación en formas de
conseguir seguridad privada y mejorar el espacio local sino que intente
abordar problemáticas más amplias e igualmente relacionadas con las
problemáticas sociales, como la violencia intrafamiliar, la drogadicción entre
otras.
En la actualidad, se reconoce una noción amplia de la seguridad: ya no se
limita a una situación de ausencia de delito, sino que incluye la generación y
el sostenimiento de las condiciones para el pleno ejercicio de todos los
derechos fundamentales por parte de todos los integrantes de la sociedad.
Esta nueva concepción de la seguridad ciudadana significa la preservación de
la vida, los bienes y la libertad, y el pleno goce de los derechos por parte de
todas las personas. Al mismo tiempo, también define un campo de nuevas
posibilidades para la acción pública y el diseño de las políticas que pueden
implementarse para crear seguridad ciudadana: permite prácticas
innovadoras por parte del Estado, poniendo énfasis en aquellas que
promueven la participación ciudadana y comunitaria. En el nuevo escenario,
además de las agencias estatales, están incluidos diversos actores de la
sociedad civil, que disputan prioridades, intereses y contenidos
respecto a lo que entienden por seguridad. En varios países de América del
Sur se está consolidando una perspectiva que enfatiza el compromiso de la
ciudadanía con iniciativas orientadas a lograr la prevención de las violencias
y el delito en el nivel local.
CONSTRUYENDO LA SEGURIDAD
¿Qué puede hacer la policía y qué puede
hacer la comunidad?
Introducción: qué delitos y en qué lugares
Cuando nos preguntamos: ¿De qué hablamos cuando hablamos de
seguridad? Señalamos específicamente “se realiza un particular recorte
dentro del concepto general de delitos. No se proponen soluciones para los
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macro delitos sino para los micro delitos, es decir que se propone trabajar
sobre los delitos cotidianos, (en especial contra la propiedad y las personas)
los que tienen un efecto directo sobre la convivencia urbana.
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En paralelo estas inquietudes suelen canalizarse también hacia las
autoridades políticas más cercanas (intendentes, delegados comunales) y en
mucha menor medida (casos de gran espectacularidad) alcanzan los primeros
niveles provinciales o nacionales.
Se ha comprobado tanta inseguridad por parte del ciudadano que existe una
enorme diferencia entre los delitos ocurridos y los efectivamente
denunciados. Esta reticencia se origina en diversas causas: temor a denunciar,
complejidad de la denuncia, sensación de inutilidad, manipulación de cifras,
etc.) Esa brecha ha llevado a desarrollar el concepto de “cifra negra”. Los
números de lo que realmente -pasa- y – no – se- dice se consideran
generalmente entre un 30% a un 50% de lo reconocido.
La participación de los
ciudadanos y el trabajo
conjunto entre vecinos y
profesionales de la seguridad
son claves para generar
seguridad comunitaria.
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supone, ya que la gran mayoría de los delitos no son denunciados y, en
algunos casos, ni siquiera son percibidos como tales (por ejemplo la violencia
De genero).
Por tanto, al hablar de la inseguridad en términos objetivos se debe siempre
tener en cuenta que se habla de determinados delitos, los que a su vez han
sido denunciados.
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ocultar otra. Si bien los números pueden mostrar una fotografía de la
situación, muestran solo una entre las diversas fotografías posibles.
Los datos cuantitativos sobre el delito son casi exclusivamente estadísticas
oficiales, ya que son producidas por agencias estatales a partir de las
denuncias realizadas por las víctimas o por las actuaciones de oficio de la
justicia.
Las fuentes más importantes que generan información sobre delitos son las
estadísticas policiales y las judiciales, tanto para el ámbito nacional como para
los provinciales. Ambos organismos tienen distintas modalidades de
recolección, sistematización y análisis de los datos, lo cual hace que muchas
veces sea difícil relacionar entre sí estadísticas provenientes de diversas
fuentes.
Tanto las estadísticas policiales como las judiciales parten de los hechos que
llegan a su conocimiento. Esto quiere decir que las cifras oficiales se basan en
los delitos denunciados y/o judicializados y, por tanto, no incluyen aquellos
casos que no son denunciados. La literatura especializada define los delitos
ocurridos, pero no denunciados como “cifra oscura” o “cifra negra” de la
criminalidad. Estas nociones ya forman parte del vocabulario corriente en la
materia y pueden encontrarse tanto en los medios masivos de comunicación
como en los debates locales.
De lo anterior se desprende que la estadística oficial tampoco representa
una proporción del total de delitos ocurridos. Es decir, los delitos
denunciados no son necesariamente una muestra reducida de los delitos
efectivamente ocurridos, pues la estadística oficial no tiene la misma
distribución de casos que la criminalidad real. Los niveles de denuncia de los
delitos varían por múltiples motivos.
En ocasiones las variaciones tienen que ver con su tipología,
con el perfil de las víctimas,
con las expectativas sobre resultado de una denuncia, etcétera.
Hay delitos que se denuncian más, sin que esto quiera decir que ocurren con
mayor frecuencia que otros.
la información que se brinda puede resultar limitada. Por ejemplo, suele
decirse que el homicidio tiene altos niveles de registro, tanto por la gravedad
atribuida al hecho como por la dificultad para encubrirlo. Pero no hay datos
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oficiales sobre la cantidad de homicidios producidos por la violencia de
género. La estadística oficial no discrimina, entre los homicidios, cuáles son
fruto de la violencia contra las mujeres, de modo que no es posible conocer la
dimensión de este fenómeno. Esto sirve para ver que, incluso cuando hay un
registro alto de ciertos hechos, no hay un cuadro preciso a partir del número
relevado, con lo cual, a veces, puede ser escasa la información disponible para
la toma de decisiones en la materia.
Otro ejemplo lo constituyen los robos de autos. Este delito muestra también
altos niveles de denuncia, ya que las compañías aseguradoras lo requieren
para el cobro de las sumas aseguradas. Pero no ocurre lo mismo con el robo
de motocicletas de baja cilindrada y de bicicletas, que son escasamente
denunciados. Tal vez se los asuma como un hecho cotidiano, sin considerar
que la denuncia pueda contribuir a la aparición del bien robado. Esto no
permite, sin embargo, afirmar que hay más robos de autos que de
ciclomotores y bicicletas.
Del mismo modo, son escasamente denunciados los delitos sexuales
producidos en el ámbito doméstico o laboral, cuando el victimario es familiar
o conocido de la víctima, hecho frecuente en este tipo de delitos. Estos casos
no suelen ser tenidos en cuenta a la hora de “hacer hablar a los números” de
la inseguridad. Sin embargo, queda fuera de duda la lesividad de estos delitos
y el modo en que afectan la seguridad de las mujeres y de los menores.
Por lo anterior, es indispensable tener en cuenta que si se pretende
dimensionar la inseguridad, se encontrarán ciertos recortes que no pueden
ser ignorados. En la Argentina, las formas en que los datos son relevados
carecen, aún hoy, de patrones homogéneos para las distintas jurisdicciones
policiales y judiciales. De modo que, además de los problemas inherentes a
cada una de las fuentes, se hace muchas veces imposible conciliarlas a nivel
nacional.
Resulta llamativo que mientras la Argentina tiene una de las tasas de
homicidios dolosos más bajas de Latinoamérica, la sensación de inseguridad
es una de las más altas de la región. Esto confirma que la inseguridad objetiva
–aquella que remite a los índices de delito– y la inseguridad subjetiva –la
sensación de inseguridad que padecen los habitantes de un lugar– no van de
la mano.
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INSEGURIDAD SUBJETIVA. EL MIEDO AL DELITO
La expresión “miedo a ser víctima de un delito” se llama sensación de
inseguridad o inseguridad subjetiva, Por ejemplo, hay delitos que
independientemente de los índices de ocurrencia no generan temor ni
cambios de conducta, tales como la incorporación de hábitos de
autoprotección. Tal es el caso de los delitos de tránsito que, pese a su
importante incidencia, no provocan por ejemplo el uso generalizado del casco
por parte de los motociclistas. En cambio, hay delitos que registran niveles
muy bajos de ocurrencia y que no solo generan temor sino cambios de
conductas independientemente de los riesgos de victimización (el secuestro
es un ejemplo claro).
Una Política Integral de Seguridad Publica y Ciudadana que sea efectiva, debe
considerar la necesidad de implementar estrategias integrales que incidan en
los distintos factores comprometidos en dicho fenómeno, no sólo
individuales, sino también familiares, sociales, económicas y culturales.
Existe un creciente reconocimiento de la importancia de incorporar diferentes
medidas, integrales y focalizadas, para enfrentar el problema de la
inseguridad ciudadana. En particular, medidas que reconozcan en la
Prevención, los Derechos Humanos, los Derechos económicos, la Equidad de
género, Juventud y la Pluriculturalidad, a los principios y/o criterios
transversales principales y puedan ejecutarse por medio de estrategias y/o
programas educacionales y laborales internos y interinstitucionales.
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Una educación orientada a la resolución pacífica de los conflictos puede
generar cambios en los comportamientos agresivos, entregar una amplia
gama de respuestas frente a conflictos y reforzar conductas orientadas a la
discusión, colaboración y entendimiento.
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La Seguridad y la Equidad de Género
Tanto por sus dimensiones como por la gravedad y masividad de sus impactos,
la violencia de género contra las mujeres, es un problema de primer orden de
la seguridad ciudadana en el mundo de hoy y que se manifiesta en las
crecientes cifras del país, en particular por medio del
fenómeno del femicidio. La inequidad socio-cultural que afecta a las mujeres,
necesariamente tiene un impacto en las condiciones de seguridad como
personas y, en particular, en las condiciones de convivencia en su entorno
familiar y laboral, dado que la inseguridad ciudadana tiene afectaciones y
modalidades diferentes para mujeres y hombres.
Una política integral de seguridad ciudadana debe priorizar el establecimiento
de un marco claro tanto normativo como operativo que facilite la aplicación
de la perspectiva de equidad social y de género a lo interno de las instituciones
de seguridad y justicia, con el espíritu de mejorar la calidad y calidez de la
atención policial y judicial ante los casos de violencia de género contra las
mujeres.
• Igualdad
Se debe garantizar a todos los habitantes igual acceso a la seguridad
ciudadana, así como a los servicios de prevención y control de los delitos, la
violencia y el temor, independiente de su condición de género, edad, pobreza
y cultura.
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• Respeto a los Derechos Humanos
El respeto a los derechos humanos es la base fundamental para la
concepción y aplicación de las estrategias de seguridad pública y ciudadana.
• Gradualidad
Los retos de la seguridad pública y ciudadana son múltiples y variados y
requieren para su éxito de enfoques y transformaciones institucionales y
culturales de mediana y larga duración. La aplicación progresiva de los
cambios y los principios anteriores promoverá, sin duda, el acercamiento
progresivo de las instancias de la seguridad pública y justicia, hasta conseguir
instituciones integradas socialmente, comprometidos de fomentar mayor
coherencia y cohesión social entre ciudadanos e instituciones.
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