Está en la página 1de 9

L. A.

PODESTA COSTAi
JOSE M A R I A R U D A '

DERECHO :
INTERNACIONAL
PUBLICO

TIPOGRAFICA EDITORA ARGENTINA


I .
BUENOS AIRES *•
B A S E S D E L D E R E C H O IN T E R N A C IO N A L 5

Comisión de las Naciones Unidas para el D erecho Mercantil Internacio­


nal. con ;l objeto de promover la armonización y armonización progresí
vas de! derecho mercantil internacional. Se entiende por tai sí conjunto
de disposiciones que rigen aquellas relaciones com erciales de derecho
privado que afectan a distintos países.
Debem os advertir que tanto el "derecho internacional privado”
com o el "derecho penal internacional” o el "derecho mercantil interna­
cional". no constituyen propiamente un derecho internacional, porque
sus reglas emanan del derecho interno o de estipulaciones consignadas en
tratados, y en este último caso provienen del "derecho internacional
público” . No obstante, cada uno de esos derechos desempeña función
específica: pero esas funciones tienen puntos de contacto y por lo tanto
aquéllos no pueden considerarse ajenos entre sí.

II. EVOLUCION HISTORICA


3. Las DISTINTAS EPOCAS. — Las normas que constituyen el dere­
cho internacional son consecuencia natural de la relación y ia conviven­
cia entre los pueblos. A medida que se establecieron comunicaciones
reciprocas y cada vez más frecuentes y estrechas, surgieron aquellas
normas con carácter moral primero, utilitario y empírico después y final­
mente jurídico.
La formación de tales normas supone la preexistencia de Estados, áe
sociedades nacionales con organización política y jurídica propias. E!
derecho internacional se ha gestado y desarrollado lentamente con el
agregado de normas nuevas; pero la evolución se intensifica y acelera
notablemente a partir del siglo XVII.
Para estudiar la evolución del derecho internacional debem os tomar
com o base las normas, las instituciones a medida que surgen y se desen­
vuelven, y no ¡as épocas en que convencionalm ente dividen les historia­
dores la evolución política de la humanidad. Procediendo con aquel
criterio es notorio c¡ue el derecho internacional ha pasado por tres etapas
que se ciracterizan por e! hecho de dominar sucesivamente en ellas ¡a
anarquía internacional, el equilibrio político y la existencia ce una comu
nidad internacional entre ¡os Estados.
6 D E R E C H O IN T E R N A C IO N A L P U B L IC O

1. La época de la anarquía internacional abarca desde ios tiempos


más remotos hasta com ienzos del siglo XVII.
La vida de relación entfe los pueblos era escasa y poco frecuente.
Pero la necesidad, entre pueblos vecinos o próximos, de concertar la paz.
de pactar alianzas o de acordar relaciones de intercambio, los obligó
bien pronto a celebrar tratados, y para ello fue menester enviar personas
que obraran en nombre y representación del soberano. Esos enviados y
los acuerdos que realizaban poníanse bajo la protección de las divinida­
des y eran sagrados. Surgieron asi las primeras normas internacionales,
que son sin duda la fidelidad a los tratados y la inviolabilidad de los
enviados.
Las antiguas ciudades helénicas, unidas por su afinidad racial y
religiosa y por la necesidad de defenderse en común, formaron ciertas
ligas o confederaciones v recurrieron a veces al arbitraje; pero asimismo
dominaba el sentimiento exclusivista y el antagonismo con ios demás
pueblos. Las costumbres eran duras. Todos los derechos manteníanse
com o patrimonio de un grupo privilegiado: la clase que había realizado
la conquista y organizado la comunidad política: la crueldad azotaba al
débil y esclavizaba al vencido.
En la Edad M edia, los señores feudales ejercían sobre su territorio
un dom inio patrimonial mantenido por las armas y reglaban sus relacio­
nes recíprocas mediante tratados análogos a los contratos del derecho
privado: pero dentro de los propios feudos era frecuente la “guerra
privada", ¡a contienda armada entre grupos divididos por rivalidades. A
partir del siglo X, la Iglesia y el Imperio — las dos grandes fuerzas políti­
cas concentradas en cierto modo por encima de los feudos— lograban a
veces sobreponerse a la anarquía, y en muchos casos el Pontífice o el
Emperador ejercía funciones de mediación o de arbitraje entre los seño­
res feudales.
El Cristianismo, inspirado en la idea de que todos los hombres tie­
nen un mismo origen y un común destino, obraba en las conciencias
introduciendo la noción de la igualdad y la fraternidad entre los hombres
y los pueblos. Vino a neutralizar la idea de la fuerza, hasta entonces
imperante. Por los concilios de Letrán (1059) y de Clermont (1095), la
Iglesia implantó la “ Paz de Dios", que aseguraba la inviolabilidad de
ciertas cosas y personas; los templos y los molinos; los clérigos, los
.wrrl/M.hrtrí.í' ene imr» 1 mpntr>s v In<; mnií»rpc los niños V los
hombres no armados que los acompañan: y estableció la “Tregua de
Dios", que vedaba combatir en determinados dias (desde la puesta del sol
del m iércoles hasta el amanecer del lunes) y en ciertas épocas del año
B A S E S D E L D E R E C H O IN T E R N A C IO N A L 7

(desde el Adviento a la Octava de Epifanía y desde el Domingo de


Quincuagésima hasta la Octava de Pascua). No son ajenos a la influencia
del Cristianismo algunos sentimientos que dieron origen a la moral del
Caballero: la noción del honor y de 1a lealtad, que vedan atacar al
desvalido y obligan a ampararle, que prescriben el uso de recursos pérfi­
dos y mandan obrar abiertamente. El Cristianismo no sólo atemperó la
dureza de las costumbres, su influencia fue más substancial y honda,
porque uniendo a todos los principes con el lazo de una misma fe difun­
dió la ¡dea de una “comunidad cristiana de las naciones’". Aunque pura­
mente moral, e si noción suavizó la anarquía internacional y preparó el
terreno para que llegara a asentarse.
Mientras taito, la navegación en el M editerráneo y en el Mar del
Norte dio origer. a reglamentos que gobernaron durante siglos las rela­
ciones comerciales por mar y constituyen las primeras bases del derecho
marítimo interní.cional. Tales son las “ Leyes Rodias”, compilación reu­
nida en los siglo* VII y XI: las “Tablas de Amalfi” , leyes establecidas por
este puerto que datan del siglo X; los “ Roles de Olerón” . que desde el
siglo XII aplicaron en el Mar del Norte las decisiones del tribunal maríti­
mo de aquel puorto francés: y el “Consulado del M ar”, reglas dictadas
en Barcelona en el siglo XIII para la navegación en el M editerráneo. La
Liga Hanseática (1250-1450) adquirió privilegios com erciales en el exte­
rior y las ciudades que la formaban sometían sus divergencias al arbitraje
de la Liga.
2. La época del equilibrio político es consecuencia de la implanta­
ción de las granees monarquías, en los siglos XVI y XVII. y de las guerras
de religión que asolaron a la Europa Central después de la Reforma. El
equilibrio político encontró asiento en la Paz de W estfalia (tratados de
Münster y de Osnabrück de 1648), que puso término a la Guerra de
Treinta Años. Existían entonces tres grandes casas reinantes: España,
Francia e Inglaterra: habían surgido ciertos Estados de importancia:
Países Bajos. Prusia y Suecia, y la Europa Central estaba fraccionada en
más de trescientos Estados germánicos. Los tratados de Westfalia —en
que fueron parte casi todos los países cristianos— reconocieron la inde­
pendencia de los pequeños Estados germánicos, asi com o de los Países
Bajos V la Confederación Helvética; y adoptaron de hecho el principio
de la igualdad jurídica de los Estados, sin diferencia alguna por ir. o;» /os
de confesión r»>i;«;r.ca r> Tueron concertados
por principes católicos y protestantes, por Estados monárquicos y repu­
blicanos, com o eran Venecia. los Países Bajos y la Confederación H elvé­
tica. Basada la convivencia internacional en la coexistencia de la sobera­
8 D E R E C H O IN T E R N A C IO N A L P U B L IC O

nía de cada uno de esos Estados, la paz se afirmó en e! equilibrio políti­


co, erigido por medio de alianzas pactadas con el fin de prevenir que
ninguno de ellos alcanzara hegemonía sobre los demás. La Paz de
Utrecht (1713) se basó nuevamente en el justum potentiae aequilibrium .
pues estableció que las coronas de España y Francia, aunque pertenecie­
ran a una misma dinastía, no podrían reunirse en una misma cabeza.
El equilibrio era un sistema político, y com o tal inestable por si solo.
La idea de la unidad, que durante la Edad Media reposaba en la subordi­
nación de los principes al Papa o a! Emperador, había sido quebrantada
por la Reforma y las guerras que la siguieron. Sin embargo, desde m edia­
dos del siglo XVI surge la idea, enunciada por teológos españoles, de que
las naciones constituyen una comunidad cristiana basada en el "D erecho
Natural"; y a com ienzos del siglo XVII el holandés Hugo G rocio, par­
tiendo de este derecho y complem entándolo con las reglas emergentes
de los acuerdos expresos o tácitos que ligan a los Estados,(Jus voluntarium
geiuium), construye los cim ientos del derecho internacional.
En la época del equilibrio político se extiende la práctica, iniciada
por las repúblicas italianas, de acreditar embajadores permanentes; de
tal manera que desde el siglo XVI los principales soberanos mantenían
contacto político por m edio de representantes personales. Los descubri­
mientos geográficos realizados desde mediados del siglo XV y el consi­
guiente desarrollo de la navegación ultramarina originaron más tarde
ciertas reglas restrictivas del abuso de la fuerza: la noción de la libertad
de los mares y la de! mar territorial. Y con el propósito de afirmar el
equilibrio y mantener la paz aparecen reiteradamente, siglo tras siglo, las
primeras iniciativas para organizar una liga o confederación europea:
Pierre Dubois (1305) propone pactar una alianza entre los países cristia­
nos y establecer un tribunal de arbitraje para decidir sus divergencias;
Podíebrad, rey de Bohem ia, proyecta (1461) fundar una confederación
entre los pueblos cristianos con un congreso permanente en Basilea,
formado por sus representantes; Sully, ministro de Enrique IV, sugiere
(1603) dividir a Europa en quince Estados vinculados por un consejo
permanente; Emerie Crucé propone (1623) crear una unión entre los
Estados, fuesen cristianos o no, dirigida por un órgano central constitui­
do por sus representantes, con sede en Venecia; y el Abate de Saint-Pie-
rre formula (1729) un proyecto de confederación entre diecinueve Esta-
dos, Cjbv, con v una ncarnhl»3'' óranno
legislativo y judicial. A estos proyectos principales siguieron otros hasta
fines del siglo XVIII, entre ellos uno elaborado en 1795 por el filósofo
Manuel Kant.
B A S E S D E L D E R E C H O IN T E R N A C IO N A L 9
3. La tercera época, que se caracteriza por la existencia de una
comunidad internacional, arranca desde fines del siglo XVIII, com o con­
secuencia de la Revolución de la Independencia de los Estados Unidos, en
1776, y de la Revolución Francesa de 1789.
La noción cíe la soberanía del pueblo y de los derechos individuales,
enunciada y difundida por las revoluciones de 1776 y 1789, tuvo enorme
influencia en las relaciones internacionales, estableciendo y desarrollan­
do principios o instituciones de gran importancia: el reconocim iento de
la independencia, la igualdad jurídica de los Estados, la teoría de las
nacionalidades, la noción de la neutralidad, los derechos de los extranje­
ros, la práctica del arbitraje, la cláusula de la nación más favorecida, la
represión internacional de la piratería y de la esclavitud, la extradición
de los delincuentes, etcétera.
La política se apoya todavía en el sistema del equilibrio: después de
la caída de Napoleón, los monarcas más poderosos organizan la Santa
Alianza y más tarde las “grandes potencias” se reúnen en congresos cada
vez que es menester solucionar alguna crisis muy grave; pero la verdad es
que en el transcurso del siglo XX el campo internacional se hace más
vasto com o consecuencia de la formación de nuevos Estados en el conti­
nente americano y del maravilloso desarrollo que adquiere el intercam­
bio entre los pueblos, gracias a la máquina de vapor, la industria m ecáni­
ca y la implantación de com unicaciones rápidas y regulares.
La transformación operada durante el último siglo y medio en las
relaciones internacionales, y por consiguiente en el derecho que las rige,
ha sido inmensa, no obstante inevitables tropiezos, dificultades y retroce­
sos-ocasionales. Sólo tiene paralelo en la prodigiosa transformación
material que ha puesto a los pueblos en contacto permanente. Desde
mediados del siglo XIX comenzaron a coordinarse servicios públicos
internacionales con el fin de facilitar .y asegurar ciertas funciones de
interés universal, tales com o el correo, el telégrafo, la salubridad, etc., y
algunos de esos servicios son consolidados con órganos propios y se
convierten en Ihs entonces llamadas “uniones internacionales” . Una red
cada vez más extensa y tupida de relaciones de todo orden une a todos
los pueblos civilizados, que asi forman ya una “comunidad internacio­
nal” , al menos de hecho, pues tiene por base fenóm enos constantes y
aparece reglada en las estipulaciones de los tratados.
Esta comunidad, erigida sobre la base de la soberanía de cada Esta-
Hn p rn •nr^,' /'^Í^U.7« -J. , j V mí/ í í » -«■ ~*:í 7ü '^“ í 7¿tííít Í« -”— iTriV-—.'?-TiTi'i="r.w—

mantener enormes ejércitos permanentes y agotaba los recursos financie­


ros. En 1899. el zar Nicolás II invitó a 26 Estados —todos los que estaban
10 D E R E C H O IN T E R N A C IO N A L P U B L IC O

representados en San Petersburgo— a realizar una conferencia interna­


cional con el objeto de reducir los armamentos; reunida en La Haya,
nada pudo lograrse en ese sentido y sólo fue posible elaborar convencio­
nes para facilitar el arbitraje y reglamentar las hostilidades bélicas. Una
segunda conferencia, celebrada en 1907, a la cual concurrieron 44 Esta­
dos, tuvo análogo resultado. Esta fue la primera conferencia internacio­
nal, en que estaban representados Estados de varios continentes, a la que
asistió la Argentina.
La guerra de 1914-18 vino a demostrar, tanto por la generalización
de las hostilidades a casi todo el mundo com o por la extensión de sus
consecuencias a todos los pueblos sin excepción, que un nexo incoerci­
ble liga hoy a la humanidad: la interdependencia en el terreno económ i­
co y financiero y también en cierto modo en lo político. Ningún pais
puede abrigar la ilusión de vivir aislado. Fue así cóm o, al concertarse la
paz de 1919, se creó la Sociedad de las Naciones, la Corte Permanente de
Justicia Internacional y la Organización Internacional del Trabajo. La
implantación de estas instituciones señala la iniciación, el primer ensayo
positivo de la humanidad para organizarse en una comunidad de dere-
, cho.
Apenas transcurridos veinte años, una nueva guerra vino a envolver
al mundo, demostrando una vez más, con terrible y reiterada evidencia,
que el individualismo internacional ha hecho su época.. Los Estados no
pueden volver al aislamiento, a la anarquía primitiva. Y puesto que seria
absurdo e imposible cortar los vínculos que ligan a los hombres por
encima de las fronteras — el intercambio económ ico, los medios de trans­
porte, los cables telegráficos, las ondas radiales que los comunican y.
estrechan en un mundo cada vez más pequeño— , forzoso es que evolu­
cione en el sentido de una organización que haga efectivo, en todo
instante, el funcionam iento regular de esos vínculos. No queda a la
humanidad otra alternativa que adoptar esa solución o someterse a la
hegemonía de un solo Estado o de una coalición, fórmula tan transitoria
y falaz com o el predominio de la fuerza en que habria de apoyarse. Por
eso en 1945, en cuanto terminaron las hostilidades de la segunda guerra
mundial, se creó la Organización de las Naciones Unidas y se restableció
el anterior tribunal con el nombre de Corte Internacional de Justicia. Se
han establecido además, un número apreciable de organismos interna­
cionales. universales y regionales. Cualesquiera sean las vicisitudes que
com o todas las instituciones humanas estos organismos internacionales
hayan atravesado y deban atravesar er. el futuro, le importante es que el
mundo parece empezar a com prender que el orden y la paz internaciona­
B A S E S D E L D E R E C H O IN T E R N A C IO N A L 11

les sólo pueden alcanzarse mediante la asociación regular y permanente


de todos los Estados. A diferencia de la época de la Sociedad de las
Naciones, ningún Estado se ha retirado de las Naciones Unidas; por el
contrario, el número de sus miembros ha aumentado considerablem ente
durante sus 32 años de vida, a medida que el proceso de descolonización
ha significado la incorporación de nuevos Estados a la comunidad inter­
nacional.
4. C o n t r ib u c ió n d e A m é r ic a . — En doble forma contribuyeron
los Estados americanos al desarrollo del derecho internacional: han
introducido o afirmado nuevas normas importantes y han sido precurso­
res en la obra de la organización internacional.
Este fenóm eno debe atribuirse a .la circunstancia singular de que
casi todos los Estados americanos tienen un origen común, lo que los une
estrechamente y casi todos adoptaron los mismos principios fundamenta­
les com o base de :;u independencia y de su organización política.
1. En lo que respecta a las normas del derecho internacional, los
países americanos han introducido o afirmado las siguientes, según podrá
comprobarse en los capítulos pertinentes: el reconocim iento de la belige­
rancia; la libertad de los mares para los neutrales; los derechos de los
extranjeros sobre h. base de la igualdad civil con los nacionales; el dere­
cho de libre expatriación; la igualdad.juridica de los Estados; el principio
de no intervención; la Doctrina Calvo y la Doctrina Drago com o restric­
tivas de los abusos en las reclam aciones extranjeras; el procedim iento
de conciliación internacional y el desarrollo del arbitraje com o medios
,de solucionar las divergencias entre Estados; la reducción y limitación
de los armamentos r,avales; la regla del no reconocim iento de las conquis­
tas territoriales y la codificación del derecho internacional.
2. Los Estados americanos han realizado una intensa labor encam i­
nada a consolidar y organizar la vida de relación internacional.
El estudio de esa labor no corresponde realizarlo aquí ; 1 pero si
conviene señalar dos características: en primer lugar, los entendim ientos
de naturaleza política suscritos entre Estados hispanoamericanos desde
1826 a 1865 son precursores de instituciones que más tarde se establecen
con tendencia universal, esto es, la Sociedad de las Naciones y la Organi­
zación de las Naciones Unidas; en segundo término, los acuerdos de
naturaleza jurídica concertados en 1877 y 1889 son precursores en la
obra de codificar el derecho internacional privado, y las convenciones
elaboradas en la VI Conferencia Internacional Americana (La Habana,
1 Vid, núms. 506 y sigs.
12 D E R E C H O IN T E R N A C IO N A L P U B L IC O

1928) emprendieron a su vez la codificación del derecho internacional


público, en ciertas materias que no eran ya las relativas a las “ leyes y
usos de la guerra” .

III. FUENTES
5. EN G EN ERA L. — Al analizar las fuentes del derecho internacio­
nal nos referimos aqui a las fuentes formales, es decir a los métodos de
creación de una norma jurídica y de verificación de su existencia y no a
las fuentes materiales o sea a las razones o causas que dan motivo a la
creación de una norma jurídica.
La determ inación de las fuentes del derecho internacional y del
valor de cada una son cuestiones de capital importancia, porque de ello
depende el contenido y el alcance de aquel derecho.
1. Una buena parte de la doctrina contem poránea ha reconocido
que las fuentes del derecho internacional han sido precisadas en el inciso
1p. párrafos a. b y c del artículo 38 de los Estatutos de la Corte Permanen­
te de D erecho Internacional, de 1920, y de su sucesora la Corte Interna­
cional de Justicia,** de 1945. El articulo 38 dei Estatuto de la C.I.J.*
establece:
“ 1. La Corte, cuya función es decidir conform e al derecho
internacional las controversias que le sean sometidas, deberá apli­
car:
a) |as_coüy f nrio nes internacio n a l^ sean generales o particula­
res, qnp establee e n reglaa-expreíMrmfeate reconocidas por los Estados
litiga ntss^,
bI la CQSiUtttbre- internactonal ccrrm>--prLLe.iia de una práctica
generalm ente aceptada_c£¡m 0 d efeelw —
~ c l los "principios generales del derecho reconocidos por las
naciones civilizadas:
di las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de
mayor com petencia de las distintas naciones, com o medio auxiliar
Nota del .actualizado!*. — Los asteriscos que se hallan en el texto de la obra
significan:
* Instrum entos ratificados por la República Argentina.
** Instrum entos ratificados por la República Argentina y reproducidos en Instrumen-
tos Internacionales de José M aria Ruda.
instrum entos no ratificados por la República Argentina y reproducidos en Instru­
mentos Internacionales de José M aria Ruda.
*" Vid. Ruda. José M aria. Instrumentos Internacionales, págs. 36 a 49.

También podría gustarte