FACULTAD DE DISEÑO COMUNICACIÓN Y BELLAS ARTES TECNOLOGIA EN GESTION GASTRONOMICA BOGOTÁ 2021. El Renacimiento supuso toda una revolución en la concepción de la cocina en sí misma, sin embargo, la metamorfosis gastronómica completa se produjo con el principio de monumentales expediciones hacia América, Asia y África a partir del siglo XV y anteriores, empero en especial entre el XIV y el XVII. A lo extenso de este lapso numerosas fueron las organizaciones comerciales y coloniales iniciadas por exploradores del Viejo conjunto de naciones como las del veneciano Marco Polo que se encaminaban a Oriente o las de portugueses y españoles al Nuevo Mundo, América, desde el hallazgo llevado a cabo por Cristóbal Colón en 1492. Este devenir entre continentes ha sido el responsable de que en el continente europeo se introdujesen nuevos productos que cambiarían para toda la vida nuestra concepción de la gastronomía. De esta forma puesto que, productos ahora tan habituales como el maíz, la patata, el tomate, el pavo, el boniato o la habichuela llegaron de tierras americanas para conquistar muy lento a los paladares de Europa, las exóticas especias asiáticas que mucho eran usadas en las mesas de gran abolengo se afianzaron en las despensas y prácticas como usar la sacarosa como condimento de carnes fueron desterradas con el nuevo abanico de modalidades que ofrecía este nuevo escenario. El Renacimiento, como observaremos, ha sido un nuevo despertar no únicamente a grado artístico, político o cultural, además a grado gastronómico. El arte del buen ingerir y el buen tomar se lo debemos a él.
La gastronomía que vivimos en nuestros propios días es herencia de la que vivieron
nuestros propios antepasados, y si ha habido un tiempo que durante la historia ha determinado la verdad de hoy de la cocina, fue el del Renacimiento, etapa en la que tiene sitio la transición que había acontecido en especial en la Europa Occidental a lo largo de los siglos XV y XVI entre el medievo y la Edad Actualizada. Y es que, si la Edad Media fue convencionalmente calificada como un tiempo de paréntesis en la historia mundial, oscurantista, aislacionista y atrasada, la actualizada con la transformación elaborada por el Renacimiento ha sido una vuelta a la tradicional, a la Edad Vieja. Se renovaron los votos por el antropocentrismo, dejando a un lado el teocentrismo medieval, volvieron valores de la cultura grecolatina que auspiciaban alimentar tanto intelecto como apetencia y se rompió con lo predeterminado con nuevos enfoques en campos tan varios como el arte, las ciencias, la política, la filosofía o nuestra gastronomía. Ha sido en Italia, verdadero núcleo del Renacimiento, con la localidad Florencia y Venecia como epicentro, donde la riqueza innovadora del lapso floreció en un más grande nivel y elevó la cocina, como un arte más, a una cota estética jamás anteriormente alcanzada. Pues si la cocina anterior, heredera en gran medida de la griega y la romana, sentó ciertas bases de las cocinas europeas y el trabajo de carnes como las de pollo o cerdo, pescados como el bacalao o el arenque, cereales como el centeno o la cebada, vegetales como las coles o las cebollas, frutas como los cítricos y otros elementos como el vino, las especias, el sacarosa o el vinagre, la del Renacimiento aportó la técnica, el pleno placer por ellos y el refinamiento más alto en el momento de sentarse a ingerir. La ostentación, la opulencia, el lujo y la satisfacción de placeres iniciaron a ser pilares gastronómicos, una cocina fastuosa, estética en aspecto, demasiado realizada y con una totalmente nueva concepción comenzaba a imperar. Los componentes que convencionalmente se encontraban en las despensas más humildes empezaban a colmar la de los más ricos, la predominación de otras civilizaciones se consideraba más allá de, que el que se tuviese enfrente fuese enemigo. Todo lo relativo ámbito a la cocina y buena mesa era fundamento de gran interés para los gastrónomos renacentistas. Tal trascendencia toma la buena mesa, la buena ingesta de alimentos, calidad de los elementos y dedicada preparación de los mismos, como el indispensable arte del saber estar en la mesa. Tanto es de esta forma, que la actividad editorial más culinaria de entonces pasaría de dar recetarios con explicaciones escuetas comparativamente a amplísimos compendios que prestarán atención no sólo a la preparación y preparación, sino además al comportamiento de los comensales o la disposición de los diferentes recursos de una mesa. Y el otro punto, tal vez el de mayor relevancia, donde ha sido en especial importante el Renacimiento gastronómico: la veneración de los cocineros. Hasta entonces el papel que jugaban se limitaba a llevar a cabo con los gustos de sus señores, guisar los platos tal y como deseaban y nada más, sin embargo, con la actualidad de florecimiento en todos los espacios y renovada trascendencia de las personas como ser, los chefs empezaron a ser valorados en su justa medida, fueron liberados de ataduras en el momento de ponerse entre fogones y vivieron un reconocimiento al nivel de los eruditos que disfrutaban ya de importancia. Si en el medievo cumplían directivas, en la Edad Actualizada los cocineros rompen con ello y desarrollan una cocina diversificada y actualizada, con novedosas miras, abiertas a nuevos componentes y centrada en una preparación más cuidada, que preste atención a los procesos que necesita todas las materias primas y dé rienda suelta a la construcción. El cocinero profesional, debía tener extraordinarios conocimientos técnicos, para lograr conocer al detalle los procesos que requería todos los componentes, ser un gran conocedor de los mismos, para saber qué poder hacer con ellos, tener la función de poder elegir los más adecuados para cada preparación y conservarlos de manera idónea, para que en la despensa pudiese soportar el m mayor tiempo viable. De esta forma, la gastronomía del Renacimiento se enriquecía a grado técnico, estético y cualitativo entre otros componentes, a falta del que cerraría el círculo de aquella especial revolución: las aportaciones que los colonizadores de Europa trajeron de nuevos universos. Bibliografía. Frost, W., Laing, J., Best, G., Williams, K., Strickland, P., & Lade, C. (2016). Gastronomy, tourism and the media. Channel View Publications. Harrington, R. J. (2005). Defining gastronomic identity: The impact of environment and culture on prevailing components, texture and flavors in wine and food. Journal of culinary science & technology, 4(2-3), 129-152. Williams, K., Strickland, P., Lade, C., Laing, J., Best, G., & Frost, W. (2016). 2. A History of Gastronomy. In Gastronomy, Tourism and the Media (pp. 14-33). Channel View Publications. COLLECTORS, R. (2012). S ome time in the 1450s a Genoese or a Venetian merchant— the records are fuzzy about the exact date and his origin—arrived in Naples with the Tazza in his baggage and offered it to King Alfonso of Aragon. The asking price was 2,000 ducats—two to four times the annual salary of humanists in the royal service. The king paid it without qualms. 2. Medusa's Gaze: The Extraordinary Journey of the Tazza Farnese, 116.