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Los niños de Samaale

Las instituciones políticas absolutistas del mundo impidieron la industrialización, ya


fuera indirectamente, mediante la organización de la economía, o directamente, como
hemos visto en los casos de Austria-Hungría y Rusia. Sin embargo, el absolutismo no
fue el único obstáculo para la aparición de instituciones económicas inclusivas. En los
albores del siglo XIX, muchas partes del mundo, especialmente de África, carecían de
un Estado que pudiera proporcionar un mínimo de ley y orden, el requisito previo
esencial para tener una economía moderna.

Somalia, situada en el cuerno de África, ilustra los efectos devastadores de la falta de


centralización política. Los somalíes se identifican primero con su clan familiar, pero
son muy extensos y contienen multitud de subgrupos. Los clanes somalíes estaban
históricamente sumidos en un conflicto prácticamente continuo por los escasos recursos
que tenían a su disposición, sobre todo los recursos hídricos y las tierras buenas de
pastoreo para sus animales.

Aunque los clanes tenían líderes llamados sultanes, y ancianos, estas personas no tenían
un poder real. El poder político estaba muy disperso, ya que cada somalí adulto hombre
podía opinar sobre las decisiones que podían afectar al clan o al grupo. Estas leyes
informales se codificarían en lo que se denominó heer, un cuerpo de obligaciones y
derechos formulados explícitamente que el grupo exigía que obedecieran otras personas
en sus interacciones con el grupo.

Con la aparición del gobierno colonial, se empezó a escribir todo el heer. El 8 de marzo
de 1950, su heer fue registrado por el comisionado de distrito británico; las primeras
tres cláusulas decían:

1. Cuando un hombre de los Hassan Ugaas es asesinado por un grupo externo, su


familiar más próximo recogerá veinte camellos de su riqueza de sangre (cien)
ylos ochenta camellos restantes serán compartidos por todos los Hassan Ugaas.
2. Si un hombre de los Hassan Ugaas queda herido por alguien de fuera y sus
heridas se valoran en treinta y tres camellos y un tercio, se le deben dar diez
camellos y los restantes serán para su grupo jiffo (un subgrupo del grupo diya).
3. El homicidio entre los miembros de los Hassan Ugaas está sujeto a
compensación a un precio de treinta y tres camellos y un tercio, pagables
solamente al familiar más próximo. Si el culpable no puede pagarlo todo o parte
de dicha compensación, recibirá la ayuda de su linaje.

Por lo tanto, el poder político estaba ampliamente disperso en la sociedad somalí, era
casi pluralista. Sin embargo, sin la autoridad de un Estado centralizado que impusiera el
orden, y los derechos de propiedad, no conllevó la aparición de instituciones inclusivas.
Nadie respetaba la autoridad de los demás, y nadie, incluyendo al Estado colonial
británico cuando llegó, fue capaz de imponer el orden.

La falta de centralización política hizo imposible que Somalia se beneficiara de la


revolución industrial. En este clima, habría sido inimaginable invertir o adoptar las
nuevas tecnologías procedentes de Gran Bretaña ni crear el tipo de organizaciones
necesarias para hacerlo.

Como consecuencia de esta falta de centralización política y la ausencia que implica de


incluso la seguridad más básica de los derechos de propiedad, la sociedad somalí nunca
generó incentivos para invertir en tecnologías que mejoraran la productividad.

Soportar el retraso

La revolución industrial creó una coyuntura crítica transformadora para todo el mundo
durante el siglo XIX y más allá: las sociedades que permitieron a sus ciudadanos
invertir en nuevas tecnologías podían crecer rápido. Sin embargo, muchas no pudieron
hacerlo, o eligieron explícitamente no hacerlo. Los países controlados por instituciones
políticas y económicas extractivas no generaron aquellos incentivos.

España y Etiopía proporcionan ejemplos de que el control absolutista de las


instituciones políticas y las instituciones económicas extractivas implicadas asfixiaban
los incentivos económicos. El absolutismo no es la única forma de institución política
extractiva y tampoco fue el único factor que impidió la industrialización. Las
instituciones políticas y económicas inclusivas exigen cierto grado de centralización
política para que el Estado pueda imponer la ley y el orden, defender derechos de
propiedad y fomentar la actividad económica invirtiendo en servicios públicos cuando
sea necesario. El caso de Somalia ilustra que el proceso de industrialización también
pasó de largo en aquellas sociedades. Existe resistencia a la centralización política por la
misma razón que los regímenes absolutistas se resisten al cambio: el temor a menudo
justificado de que el cambio reasignará el poder político y que éste pasará de los que lo
dominan hoy a individuos y grupos nuevos. Como tal, el patrón habitual de interacción
entre una coyuntura crítica y las diferencias institucionales existentes que conducen a
una mayor divergencia institucional y económica se manifestó de nuevo en el siglo
XIX, y esta vez con un mayor efecto sobre la prosperidad y la pobreza de los países.

CONCLUSIONES

El caso de Somalia fue uno de los tantos que sufrió las precarias atenciones de sus
colonizadores en tanto a su administración política, pues solo se enfocaron a extraer
todo lo posible sus materias primas.

El absolutismo y la escasa centralización política de aquel entonces no favoreció al


desarrollo de Somalia, puesto que no aprovecho de los avances tecnológicos e
industriales de la época impidiendo su aumento en productividad.

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