Este período de la historia Latinoamericana es caracterizado por un
estancamiento político y económico, que duró desde 1820 hasta alrededor de 1850. Esta época se conoce como la "larga espera" porque esperaba un proyecto de nación que nunca llegaba. La independencia de los países latinoamericanos entre los años 1810- 1825, no significó automáticamente la estabilidad, sino que se vio afectada por la crisis económica mundial y la política interna de choques entre provincias, que llevó a una mayor fragmentación del poder. El autor describe cómo se desarrollaron este período de violencia y caos, con grupos políticos y militares luchando por el poder. En el caso de Argentina, Juan Manuel de Rosas fue uno de los líderes más destacados de la época, y estableció una dictadura brutal en Buenos Aires. La resistencia a su control llevó a la organización de las provincias que firmaron el Pacto Federal en 1831, que estableció una confederación de provincias. La economía americana experimentó dificultades durante este tiempo, con una caída en el comercio de exportación de materias primas debido a la recesión mundial. La falta de infraestructura y desarrollo industrial también afectó la economía. En 1850, en el caso de la nación argentina, la Revolución del 11 de septiembre estableció una nueva Constitución que fortaleció el gobierno central y estableció un modelo más estable de gobierno. Este evento marcó el final de la "larga espera" y el comienzo de un período de crecimiento y estabilidad en la historia argentina.
En 1825 terminaba la guerra de la independencia y su legado fue la
ruptura de las estructuras coloniales, que significo una transformación profunda de los sistemas mercantiles, persecución de los grupos vinculados a la antigua metrópoli. La guerra de independencia no había provocado una ruptura suficientemente honda con el antiguo orden. Sin embargo, los cambios ocurridos son impresionantes, y no hay sector de la vida hispanoamericana que no haya sido tocado por la revolución. 1. LA VIOLENCIA
Luego de la guerra, fue necesario difundirlas armas para mantener un orden
interno, y así la militarización sobrevive a la lucha. Sin embargo, esta es un remedio costoso e inseguro, ya que se llevó gran parte de las rentas del Estado. Los nuevos Estados suelen gastar más de lo que sus recursos permiten, y el ejército se llevaba poco menos de ello. La movilización militar implica una previa movilización política, que se hace en condiciones angustiosas para disciplinar rigurosamente a los que convocan a la lucha. Al lado de la violencia surge un nuevo estilo de acción de la elite criolla: un cuerpo de oficiales, que, obligados a menudo a vivir y hacer vivir a sus soldados del país (realista o patriota) que ocupan, terminan poseídos de un espíritu de cuerpo rápidamente consolidado y son a la vez un íncubo y un instrumento de poder para el sector que ha desencadenado la revolución y entiende seguir gobernándola. La violencia llega a dominar la vida cotidiana. Luego de la guerra es necesario difundir las armas por todas partes para mantener un orden interno tolerable; así la militarización sobrevive a la lucha. Pero la militarización es costosa e insegura, ya que los oficiales de guardias rurales, que no siempre dejan pasar la oportunidad de transformarse en bandidos, si la posibilidad de lucro es grande, se independizan bien pronto de quienes los han invocado y organizado. Las nuevas repúblicas llegan a la independencia con demasiados cuerpos de oficiales y no siempre se atreven a deshacerse de ellos. Pero para pagarlos tienen que recurrir a más violencia. Los nuevos estados suelen entonces gastar más de lo que sus recursos permiten, y ello sobre todo porque es excepcional que el ejército consuma menos de la mitad de esos gastos. La gravitación de los cuerpos armados, surgida en el momento mismo en que se da una democratización, comienza sin duda a ser un aspecto de esa democratización, pero bien pronto se transforma en una garantía contra una extensión excesiva de ese proceso: por eso aun quienes deploran algunas de las modalidades de la militarización hacen a veces poco por ponerles fin. 2. LA DEMOCRATIZACIÓN Cambia la significación de la esclavitud; si bien los nuevos estados se muestran perezosos a abolirla, la guerra los obliga a liberaciones cada vez más amplias. Estas liberaciones, tienen por objeto conseguir soldados: asegurando que los negros también darán su cuota de muertos a la lucha. En el momento mismo de la gravitación de los cuerpos armados, se da una democratización. También cambio la significación de la esclavitud. La esclavitud doméstica pierde importancia, la agrícola se defiende mejor en las zonas de plantaciones, pero donde sobrevive parece haber perdido su eficacia. Los “negros emancipados” no serán conocidos como iguales, pero tienen un lugar cambiado en una sociedad que organiza sus desigualdades de manera diferente. 3. DIVISIÓN DE CASTAS La revolución también cambio el sentido de la división en castas. Mestizos y mulatos libres aprovechan mejor la transformación revolucionaria, y hay una disminución a veces vertiginosa de los registrados como de sangre mezclada. Otro cambio se dio con la variación de la relación entre las elites urbanas revolucionarias y los sectores de castas y blancos. Las viejas elites urbanas irán perdiendo poder frente a los sectores rurales. La revolución no había pasado por esas tierras sin provocar bajas y nuevos ingresos en el grupo terrateniente, pero tuvo otra consecuencia: el sector terrateniente asciende en la sociedad. Podrán hacer su fortuna a partir de la tierra. Las magistraturas municipales o judiciales también entraran en una decadencia irremediable. 4. AMPLIACIÓN DE LOS SECTORES TERRATENIENTES El entero sector terrateniente, al que el orden colonial había mantenido en posición subordinada, el que asciende en la sociedad postrevolucionaria. La revolución introdujo un nuevo equilibrio de poder en que la fuerza del número contaba más que antes, y éste favorecía a la población rural, mayoritaria. El curso del proceso revolucionario las había perjudicado de modo más directo al hacerles sufrir embates de la represión revolucionaria o realista. Además, las había empobrecido. La guerra devora sus fortunas muebles. Pero aun así deja intacta la semilla de una riqueza que podrá ser reconstruida: la tierra, a partir de la cual pueden rehacer su fortuna más fácilmente porque su peso político se ha hecho mayor. 5. LA IGLESIA La iglesia colonia, vinculada con la Corona no se salva de la politización de la revolución. El cuerpo eclesiástico tiene nuevas tareas: debe poner su elocuencia al servicio del nuevo régimen y quien no lo haga se revelará indigno de la libertad, y será privado de ella. Entre los cambios que se dieron, uno de esas novedades fue la violencia, donde la guerra de independencia se transforma en el relato de “sangre y horror”. La violencia llegó a dominar la vida cotidiana. nuevos dirigentes eclesiásticos son a menudo apasionados patriotas. La Iglesia se empobrece y queda subordinada al poder político, perdiendo buena parte de las ventajas materiales que solían tener y su prestigio
La relación entre poder político y los económicamente poderosos
también ha variado: el poderío social, expresable en poder militar, de algunos hacendados, la relativa superioridad económica de los agiotistas los coloca en una nueva posición frente a un estado al que imponen concesiones. En la primera mitad del siglo XIX, ni Inglaterra, ni ningún país europeo realiza inversiones apreciables de capitales en Hispanoamérica. Lo que se busca en Latinoamérica son sobre todo desemboques a la exportación metropolitana y con ello un dominio de los circuitos mercantiles locales que acentúe la situación favorable para la metrópoli. En toda la costa atlántica y en el Sur de la del Pacífico se dio una apertura directa al comercio ultramarino que había comenzado con la reforma de 1778: Valparaíso, los puertos del sur de Perú y del norte de México se transforman en centros de ese comercio. Luego, los ingleses abundaran en la aristocracia local. En muchos aspectos Inglaterra es la heredera de España. Su ofensiva industrial superó la resistencia de las artesanías locales, y el aumento de las importaciones, al parecer imposible de frenar, lo que significó un peso muy grave para la economía en su conjunto. El interés principal de los británicos era obtener metálico, no frutos. Así, la economía muestra una Hispanoamérica detenida. Las más decididas tentativas de enfrentar la hegemonía británica iban a estar a cargo de Estados Unidos y Francia. El avance norteamericano se apoyaba en una penetración comercial que comenzó siendo exitosa, y también en una orientación política aún más favorable que la de Gran Bretaña. Sin embargo, los favores de la diplomacia inglesa eran buscados ansiosamente. La presencia francesa nunca significó un riesgo para el comercio británico, más que concurrente, fue complementario del inglés. Hacia 1825, la hegemonía de Inglaterra se apoya en su predominio comercial, poder naval y tratados internacionales. Gran Bretaña no aspiraba a una dominación política directa, y se propone dejar en manos hispanoamericanas el costoso honor de gobernar sus tierras. Su política es la de sus agentes, identificados con grupos comerciantes que aspiran a mantener el statu quo si éste asegura razonablemente la paz y el orden interno. Esa política prudente explica que la hegemonía inglesa haya podido seguir consolidándose cuando algunas de sus bases comenzaban a flaquear. Su fuerza y e luso moderado que de ella hace contribuyen a hacer de Gran Bretaña la potencia dominante. Hacia 1850 parece surgir de nuevo EEUU, con voluntad de expansión territorial y también el esbozo de una relación nueva, a la que el descubrimiento de oro californiano transforma en eje de las comunicaciones de la gran área económica. Entre los cambios advertidos por la independencia, podría destacarse: la degradación de la vida administrativa, desorden y militarización, despotismo. En lo económico, se da un estancamiento al parecer invencible. América Central había encontrado la nueva fórmula de prosperidad en una economía exportadora ligada al mercado ultramarino. En otras partes el mismo proceso se da de modo más lento.